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Arrestado por agresión sexual el

exlíder escocés Salmond


El político del Partido Nacional Escocés ha quedado en libertad
bajo fianza y niega las imputaciones
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RAFA DE MIGUEL
Londres 24 ENE 2019 - 22:46 CET
Alex Salmond, en Edimburgo el pasado 8 de enero. RUSSELL
CHEYNE REUTERS

La euforia de Alex Salmond ha durado poco tiempo. El ex primer ministro escocés,


de 64 años, ha sido puesto este jueves bajo arresto policial, pese a no haber sido
detenido a cambio del pago de una fianza, acusado de 11 delitos de acoso sexual,
dos intentos de violación y otro de altercado público. Salmond ha tenido que
comparecer ante un tribunal este mismo jueves para hacer frente a todas estas
acusaciones. "Ahora que el procedimiento está en marcha, lo más importante es
respetar la labor de los tribunales. Solo voy a decir que rechazo todas estas
acusaciones y que me defenderé con todas mis fuerzas ante la justicia", ha dicho
Salmond a la salida del breve interrogatorio policial al que ha sido sometido.

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La humildad del político, que estuvo al frente durante 7 años del Partido
Nacionalista Escocés (SNP) y logró ser el primer líder de esa formación en ocupar el
puesto de "ministro principal" (equivalente a primer ministro) de Escocia, contrasta
con el entusiasmo que mostró al vencer al Ejecutivo escocés en una cuestión
procedimental relacionada con el mismo asunto. Salmond fue acusado de acoso
sexual por dos de sus empleadas, en el tiempo en que ocupó la jefatura del Gobierno
escocés. Respondió con su inmediata dimisión del SNP y tachó de "ridículas" las
acusaciones.

La investigación interna llevada a cabo por las autoridades escocesas, apoyada con
firmeza por la sucesora, discípula y hoy rival de Salmond, la primera ministra de
Escocia, Nicola Sturgeon, acabó en un fiasco. El alto funcionario encargado del caso
admitió ante un tribunal civil que había asesorado a las dos mujeres antes de que se
decidieran a lanzar su acusación. Los jueces dieron la razón a Salmond, quien aún
retiene prestigio ante muchos de los votantes y afiliados del SNP. Llegó a recaudar
casi 115.000 euros de más de 4.000 donantes voluntarios que contribuyeron a los
gastos de su defensa. La victoria no invalidaba, sin embargo, el grueso de las
acusaciones de las dos mujeres y la policía siguió adelante con su investigación, que
este jueves ha concluido con el arresto del político nacionalista.

El ascenso y caída de Salmond en la historia política escocesa ha hecho que toda la


prensa británica haya prestado especial atención a las acusaciones en su contra.
Salmond llevó al SNP de una posición residual a otra predominante en el
Parlamento escocés. En 2011 alcanzó la jefatura de Gobierno de esa nación,
perteneciente a Reino Unido. Lo hizo además con una mayoría que le permitió
gobernar en solitario, en un sistema proporcional que había obligado históricamente
a formar gobiernos de coalición.

Su prevalencia le animó a iniciar una campaña por la independencia de Escocia.


Después de que el entonces primer ministro de Reino Unido, David Cameron,
cediera a sus pretensiones, logró celebrar en 2014 un referéndum. La derrota de los
independentistas, 45% frente a un 55% a favor de la permanencia, provocó la
dimisión de Salmond. Después de un breve paso por el Parlamento de Londres,
abandonó la primera línea. Cada vez más enfrentado con Sturgeon, su contrato con
la RT, la televisión financiada por el Gobierno ruso, para conducir un programa de
debate, contribuyó a situarle aún más en la orilla de la escena política escocesa.

Borrell irrita a los euroescépticos


y da ánimos al nacionalismo
escocés
El exministro para el Brexit, David Jones, le acusa de una
"terrible hipocresía"
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RAFA DE MIGUEL
Londres 21 NOV 2018 - 13:14 CET
El bando euroescéptico acusa al ministro de Exteriores español, Josep Borrell, de
estar animando al independentismo escocés. Políticos y medios defensores del
Brexit han arremetido duramente contra el político catalán, después de escucharle
decir en Bruselas que España no se opondría al ingreso de una Escocia
independiente en la Unión Europea. Los nacionalistas del SNP, empezando por la
ministra principal, Nicola Sturgeon, aplaudieron sus palabras y coincidieron en ver
en ellas un giro histórico respecto a la posición anterior del Gobierno español.

FOTO: El ministro de Exteriores, Josep Borrell, este lunes en Bruselas. /


VÍDEO: Declaraciones del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este
martes, sobre la postura de España ante el acuerdo del Brexit. OLIVIER
HOSLET (EFE) / QUALITY
IN ENGLISH
 Spanish minister raises ire of UK Eurosceptics with comments about Scotland

Borrell participó este martes un coloquio/entrevista organizado en Bruselas por el


portal de Internet Politico. Al final de su intervención llegó la pregunta-trampa:
"¿Respaldaría España que una Escocia independiente ingresara en la UE". "¿Por qué
no? Si abandona Reino Unido de acuerdo con las leyes internas del país y
Westminster [el Parlamento británico] está de acuerdo, no vamos a ser más papistas
que el Papa. ¿Por qué íbamos a oponernos?", dijo el ministro.

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No es la primera vez que Borrell argumenta de ese modo, y su intervención estuvo


llena de matices y prevenciones, al insistir en que la situación de Escocia no tenía
nada que ver con la de Cataluña, ni mucho menos con la de Kosovo, cuya
independencia, hasta ahora, no ha sido reconocida por España. Pero el momento no
podía ser menos propicio. Theresa May lucha por sacar adelante, en contra del ala
dura de su partido, de la oposición laborista, de sus socios unionistas norirlandeses y
de los propios nacionalistas escoceses, el acuerdo de Brexit alcanzado con Bruselas
tras largos y agónicos meses de negociación.

La reacción no se ha hecho esperar. Es "una espantosa hipocresía", ha dicho David


Jones, el exministro para el Brexit, al referirse a las palabras de Borrell. Los
conservadores escoceses también han acusado al ministro español de estar
completamente equivocado. Pero los nacionalistas del Partido Nacionalista Escocés
(SNP, por sus siglas en inglés) comenzando por su líder, la ministra principal de esa
región, Nicola Sturgeon, quien inmediatamente rebotó los comentarios de Borrell en
su cuenta de la red social Twitter, han aplaudido sus palabras. "La independencia
permitirá a Escocia ser un socio en Europa en igualdad de condiciones en vez de ser
arrastrados por los tories en contra de nuestros deseos. Ese mensaje de esperanza es
cada vez más poderoso a medida que la realidad del Brexit comienza a morder", ha
dicho George Adam, miembro del Parlamento escocés.

Las fuerzas no nacionalistas de Escocia han argumentado hasta ahora que Escocia
no podría incorporarse a las instituciones comunitarias en el caso de obtener su
independencia porque el Gobierno español, preocupado por su propia amenaza
independentista en Cataluña, ejercería el veto. Las palabras de Borrell han supuesto
un duro golpe para ellos, y para los euroescépticos conservadores. "Me preocupa
mucho más la unidad de Reino Unido que la unidad del Reino de España. Creo que
Reino Unido se separará antes que el Reino de España", dijo Borrell en la entrevista
a Politico.

John H. Elliott: “El principal


error de los independentistas fue
vivir en una realidad virtual”
El hispanista publica el libro 'Escoceses y catalanes. Unión y
discordia'
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RAFA DE MIGUEL
Oxford 19 OCT 2018 - 21:23 CEST
Ampliar fotoJohn H. Elliott, en
una imagen de archivo.CLAUDIO ÁLVAREZ

John H. Elliot (Reading, Reino Unido, 88 años) disfruta de la calma que rodea su
casa victoriana, a las afueras de Oxford. Una paz necesaria tras su inmersión, en los
últimos cuatro años, en dos de los terremotos políticos más divisorios que ha vivido
Europa: el referéndum por la independencia escocesa y el procéscatalán. Tiene
opiniones claras sobre ambos, pero en su nuevo libro, Escoceses y catalanes. Unión
y discordia (Taurus), ha perseguido la objetividad y buscado la perspectiva amplia
del pasado para intentar explicar que nada surge espontáneamente.

Pregunta. El sentimiento de agravio es una constante en su libro. ¿Ha sido algo


equiparable en Escocia y Cataluña?
Respuesta. Ha sido más fuerte en Cataluña, aunque en Escocia también ha existido.
El victimismo ha existido en los dos, pero han tenido muchos más motivos para
sentirse así los catalanes que los escoceses. Quizá después de la rebelión de 1745 y
su posterior represión hubo una rabia extendida en algunos sectores de la sociedad
escocesa, pero el modo en que el Gobierno británico les ha dejado manejar sus
propios asuntos no les ha dado muchos motivos para esa rabia. Y los propios
escoceses se han esforzado en influir en la política del país. Reino Unido ha tenido
seis primeros ministros escoceses.

P. Algo que usted señala que no ocurrió con Cataluña.

R. Ha habido muy pocos ministros catalanes. De hecho, Franco tuvo más ministros
catalanes, con los tecnócratas, que en Gobiernos precedentes. Quizá las cosas
hubieran sido de otro modo si los catalanes hubieran mostrado más interés. Con la
excepción de Prim o Cambó, es difícil encontrar políticos catalanes interesados en
los asuntos de gobierno de España. Siempre han mostrado más interés en influir
desde fuera que en formar parte de los niveles altos de la política.

P. Después de todo lo sucedido, ¿cree que España ha entrado en una depresión que
ensombrece el éxito colectivo que fue la Transición?

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R. Estoy de acuerdo en que es deprimente, en que las cosas fueron muy mal. Pero
hay muchas razones para explicarlo. La crisis económica de 2008 fue clave en todo
este asunto. Concedió a los oportunistas y a los demagogos la oportunidad de
hacerse oír. Los partidos políticos estaban cada vez más fosilizados. Había mucha
fragmentación política y la irrupción de unas redes sociales que contribuyeron a que
gobernar fuera mucho más difícil. Si a todo esto le añades el surgimiento de
movimientos nacionalistas fuertes, llegas a la sensación de que todo se estropeó.

P. Y unas generaciones nuevas que veían las cosas de otro modo.

R. Exacto. No recuerdan a Franco. No recuerdan la Guerra Civil, no recuerdan la


Transición y de hecho tienen muy poco sentido de la historia. Después de ver lo que
supuso la dictadura de Franco en Cataluña, y después de ver los que, a mi juicio, han
sido los mejores años en la historia de Cataluña, entre 1978 y 2008, que las cosas
hayan empeorado de este modo resulta bastante deprimente. Habrá que pensar a
largo plazo, admitir que quizá no sea fácil encontrar una solución, tal vez durante
toda una generación, intentar mantener el diálogo todo lo que sea posible durante
estos años y, sobre todo, ponerse en la piel del otro.

P. ¿Por qué no fue posible una narrativa que resultara igual de atractiva que la
independentista?

R. En parte por la falta de habilidad de los políticos españoles. Su miedo histórico a


la fragmentación les ha llevado a tener un discurso muy centralista. Viene ya de los
liberales del siglo XIX, que se basaron en el modelo francés. No se ha logrado
imponer la narrativa de una España diversa, con toda la riqueza que conlleva. La
Constitución de 1978 aceptó esa idea de la pluralidad de España, pero luego los
políticos no la han desarrollado y han caído de nuevo en el discurso centralista. Y
eso es desastroso, porque refuerza a los independentistas. La narrativa británica, sin
embargo, era una historia de éxito, al menos hasta la década de los setenta del siglo
pasado. Y es más fácil identificarse con una historia de éxito que con una de fracaso.
Por eso los escoceses, hasta hace poco, estaban encantados de sumarse a la historia
de la democracia parlamentaria, el éxito industrial y el éxito imperial de Gran
Bretaña.
P.Hasta hace poco, porque el sentimiento independentista ha surgido con fuerza en
los útimos años años en Escocia.

R. Las cosas empezaron a torcerse con el hundimiento de la industria nacional


escocesa en la década de los setenta. Descubrieron además petroleo en el Mar del
Norte y tuvieron la sensación de que se bastaban por si solos. Y el Gobierno de
Thatcher, que desmanteló sus industrias, era muy antiescocés en muchos sentidos.
Todo eso alienó a una generación de escoceses, que dio la espalda al Gobierno de
Londres.

P.¿Qué le pareció el papel del Rey en la crisis catalana?

R. Me resulta difícil juzgar. El papel de la Monarquía es mantenerse por encima del


conflicto político. No sé qué razones motivaron ese discurso, pero creo que hubiera
sido más eficaz si se hubiera dirigido a esa parte neutral de los catalanes que no
sabían de qué lado tirar. Y unas pocas palabras en catalán, sin duda, hubieran
ayudado. Habrían llevado el péndulo al centro en vez de desplazarlo al otro extremo.

P. ¿En qué falló el Gobierno de Mariano Rajoy?

R. Creo que usar exclusivamente la vía judicial fue un profundo error. Rajoy fue
incapaz de ver la dimensión del problema catalán que estaba emergiendo en ese
momento. Esa estrechez de miras tanto de él como del Partido Popular fue un
desastre. Su falta de flexibilidad, su falta de voluntad en entender a la otra parte.
Porque está claro que hay un hecho diferencial en Cataluña y los catalanes quieren
que esa diferencia sea reconocida. Quieren que se acepte que son algo
históricamente diferente al resto.

P. ¿Y cuál fue el principal error de los independentistas?

R. Asumir que la independencia era posible en el mundo del siglo XXI, vivir en una
realidad virtual.

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