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Landero Quintana Osvaldo Jesús

Casi Prometeo encadenado: Andréi Sergueevich Prosorov en Las


tres Hermanas de Chéjov (1999); un enfoque atrevido del
personaje a través de su constelación semiótica.

Debemos comenzar por señalar lo más importante; tenemos en manos a Chéjov,


una figura muy importante en el mundo del teatro de su época (finales del XIX,
principios del XX). Así que no debe extrañarnos la forma tan original con que
enarbola su teatro y, sobre todo, a sus personajes; variopintas personalidades
sondeando en lo más profundo de sí mismos a través del ingenio y la sutileza. Pero
no es nuestra intención hablar de todos y cada uno de ellos en este ensayo, sería
un trabajo sumamente amplio y arduo (no obstante, si existe tal, sería muy
interesante). Nos trae aquí su obra Las tres hermanas (1999), y como indica el título,
nos interesa de manera especial Andréi Sergueevich Prosorov.
Para construir el presente ensayo, tomaremos mano de Pascual Buxó (1984),
ya que es de vital importancia dilucidar los elementos que constituyen a Andréi;
primero estructurando la constelación que lo configura, luego el sentido, y ya
teniendo estos dos elementos, podremos emitir una interpretación sobre el
personaje. De antemano se entiende que el método luce muy atrevido, sin embargo,
esperamos que podamos concordar, de algún modo, con nuestros lectores.
Aprovechamos para aclarar que el sistema o constelación denotativa y connotativa
por dilucidar estará segmentado en relación a los actos de la obra (se explicará con
mayor detalle líneas abajo). El fin que persigue el presente ensayo es demostrar la
“evolución” del personaje, y los elementos que lo configuran hasta el final de la obra.
Debemos la explicación del por qué estudiar las constelaciones de Andréi por
actos; es sencillo, en cada uno de los éstos, podremos obtener elementos
significantes (tanto lingüísticos como ideológicos) decisivos para observar la
configuración del personaje en el texto dramático, y así notar las diferencias o
cambios en su constitución. Para seguir el trazo de dicha configuración,
atenderemos a los ejes paradigmático y sintagmático (obviamente desde el punto
de vista semiótico) y así emitir una interpretación.
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Hacia el primer acto. Aquí tenemos la introducción de los personajes de la


obra, Andréi es presentado mediante pinceladas que podemos dividir atendiendo a
constelación denotativa (relaciones de expresión y contenido); En primer lugar,
detectamos una descripción corporal del personaje mediante didascálicas
impliciticas y explícitas (gordo, sudor del rostro), por otro lado, se relacionan
elementos que develan aptitudes intelectuales y creativas (violín, traducir, leer, tallar
[marquito del retrato]) y por último resalta un elemento de carácter emocional
(impaciencia).
Estos tres rubros de la constelación denotativa nos ayudan a configurar al
personaje, sin embargo, debemos dar un paso más. La relación de contenido de
cada una de las unidades ilumina; las aptitudes intelectuales y creativas, develan a
un personaje que encierra en sí aptitudes de genio y creador, ya que las actividades
para leer y traducir implican adquisición de conocimiento e ingenio, y por su
habilidad para dar forma o trabajar el material se puede decir que es un creador, o
bien que goza de creatividad y destreza. Los elementos corporales se relacionan
para denotar la fatiga o el trabajo que dedica a la ejecución del arte (la obra misma
indica que se encontraba ejecutando el violín antes de hacer acto de aparición),
pero debemos introducir los dos elementos restantes; es gordo y es impaciente,
aunque este debe ser visto desde el paradigma cultural (en la de Chéjov, y quizá en
la nuestra, no sea signo de belleza o salud, incluso el mismo Andréi dice haber
engordado desde la muerte de su padre). Sirve para la constelación denotativa la
siguiente línea de Mascha “en una ciudad como ésta, poseer tres idiomas es un lujo
inútil”, se trata de un paradigma cultural, que funge al mismo tiempo como indicio
que marca la poca relevancia del conocimiento o sabiduría de Andréi.
Este es un buen momento para explicar por qué ir haciendo las
constelaciones de acto en acto; al leer la obra, uno puede percatarse de dos
aspectos fundamentales. Debemos tener en cuenta las famosas unidades
aristotélicas; por una parte, la unidad de espacio permanece inmutable, ya que es
siempre el interior de la casa donde se desarrollan todas las acciones, y por otra, la
unidad de tiempo da, por así decirlo, saltos. Nos damos cuenta, por ejemplo, de que
ha pasado el tiempo por indicios como el bebé de Andrei, o el hecho de que Natalia
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viva ya en la casa en el segundo acto. Entonces, si ha pasado el tiempo, será posible


descubrir a través de las constelaciones cambios interesantes.
Pasemos entonces al segundo acto, en cuanto a las relaciones de expresión
y contenido tenemos; contamos en el aspecto intelectual, la presencia de elementos
ligados a la sabiduría como libro, universidad de Moscú (ligado al sueño) y una vela.
En cuanto a los elementos asociados a las emociones, aparecen miedo, soledad,
incomprensión, extrañeza. Y aunque no hay descripción física, aparecen elementos
asociados a los vicios (bebida, baile, apuestas).
Hay que pasar al nivel connotativo, hay un gran cambio en su constitución;
en el ámbito intelectual, aún mantiene el deseo de obtener sabiduría, la cual va
ligada con la ilusión de algún día ser parte de la Universidad de Moscú “¡Miembro
directivo yo, que todas las noches sueño con que soy profesor de la Universidad de
Moscú!... ¡Un famoso sabio!... ¡El orgullo de la tierra rusa!” (Chejov, 1999), hasta
una vela significa el cobijo del conocimiento que él necesita para seguir leyendo. No
obstante, las emociones que se apuntaron anteriormente develan a través de la
connotación un estado de ansiedad y depresión causado por su ocupación como
directivo (lo apunto aquí como un paradigma cultural que influye en el proceso de
connotación). Y entra aquí el vicio, y los signos que lo rodean sólo implica una
respuesta ante la realidad en que vive, ya que los placeres como la danza y la
bebida resultan una salida mundana, al igual que las apuestas, mediante las cuales,
pretende cambiar su suerte, sin embargo “¡Dicen que Andrei perdió doscientos
rublos!” (Chejov, 1999), los vicios sólo pueden traer cadenas y ausencia de fuego.
Para el tercer acto, Andrei tiene menos participación en la obra, pero no por
ello deja Chejov de darnos indicios de su configuración, pero, no perderemos de
vista el mecanismo seguido hasta ahora; la constelación denotativa en cuanto a lo
relacionado con lo intelectual, permanece, aunque sólo con el elemento del violín,
mientras sus hermanas se encuentran consternadas con el fuego, él se mantiene
indiferente emocionalmente, aunque en una segunda instancia, se muestra Frente
a Ferapont azorado y furioso contra sus hermanas, además, prevalecen elementos
del vicio, los cuales son la bebida y el juego con cartas.
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Para la connotación, en este acto se vuelve importante relacionar todos los


elementos antes mencionados, primero, prevalece el carácter creativo y artístico de
Andrei, sin embargo, se muestra indiferente en medio del fuego, que es caos,
destrucción de su entorno y a la vez, un anuncio de cambio futuro. Además, su
estado anímico pasa de ser un tanto “pasivo” e introvertido, a uno extrovertido y
violento “¡Soy miembro directivo y me siento orgulloso de ello, si os interesa
saberlo!” (Chejov, 1999), sin embargo, aún lo persigue la adicción por tratar de
escapar de su realidad mediante estupefacientes y poner a prueba su suerte
mediante cartas que no harán más que atraer deudas. Debemos reservarnos los
comentarios al respecto, aunque nuestros lectores ya puedan percibir cosas muy
relevantes.
Y en cuanto al cuarto acto, apreciemos la constelación denotativa; en este
acto, desaparecen los elementos referentes a los vicios, incluso desaparecen los
elementos intelectuales y creativos que tanto lo acompañaron a lo largo de la obra,
más bien, aparecen elementos pertenecientes a la paternidad, un carrito y su hijo.
En cuanto a su estado anímico, encontramos elementos como nervioso,
resignación, decepción, azorado.
En esta constelación connotativa, notamos un cambio abrupto, aparece por
vez primera el significado de padre en Andrei mediante el carrito y su hijo, pero
acompañado del nerviosismo, que nos remite inmediatamente a la ansiedad, sin
embargo, la decepción y resignación se manifiestan de manera contundente, no en
palabras, sino en diálogo “¡Ni un sabio, ni un artista, ni una persona de alguna
notabilidad, capaz de despertar la envidia o el deseo apasionado de la emulación!...
¡Todos se limitan a comer, a beber, a dormir..., para luego terminar muriendo!”
(Chejov, 1999). Conduce el carrito en todo el acto, yendo hacia el futuro incierto y
desolador que le espera a él y a su hijo.
La sucesión de las cuatro constelaciones hace que la figura de Andrei tome
un efecto kinestésico desalentador, es decir, en un principio prevalecen las unidades
cuyo contenido refiere a las virtudes intelectuales y artísticas, sin embargo, a como
vamos observando tanto denotativamente, como connotativamente, van ganando
terreno los elementos relacionados al vicio y emociones negativas, hasta que
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tenemos a un Andrei derrotado y resignado. Encontramos lo que dice Franz (2008)


respecto a la obra de Chejov en general “Las hermanas quieren irse simplemente
porque están afectadas de ese mal tan contemporáneo, y aún más agudo en la
globalización: creer que la vida real está en otra parte”, curioso, pues él reflexiona
el tema de la migración en relación a Chile de 1959. La ciudad de Moscú está al
nivel ideológico, repercute en la significación de la vida que Andrei quiere para sí,
pero que no puede alcanzar por las circunstancias en las que se encuentra,
enmarcado por su configuración, destinado a no promover el fuego de su genio, y a
no revelar su potencial a la universidad y al mundo con que tanto sueña, está
condenado a ser casi Prometeo, y menos que eso.
En fin, es muy evidente el cambio que presenta Andrei a lo largo de la obra,
sea por los elementos que lo constituyen, es decir, por las constelaciones que se
pueden ir trazando tanto denotativas como connotativas, o bien por las
circunstancias en que se desenvuelve. Además, aunque el método puesto en
práctica haya quedado muy corto, esperamos que haya cumplido con el cometido
de brindar cuando menos una perspectiva divertida. Fue un placer intentar abordar
al personaje, y esperamos seguir mejorando nuestro ojo de lector o espectador al
momento de acercarnos nuevamente a los personajes dramáticos o espectaculares
de Chéjov.

Referencias

Buxó, P. J. (1984). Las figuraciones del sentido. Ensayos de poética semiológica.


México; Fondo de Cultura Económica.
Chejov, A. (1999). Tres Hermanas. Trad. E. Podgursky. Cervantes virtual.
Recuperado de: https://bit.ly/2IF3OX5.
Franz, C. (2008). Chejov y nuestras tres hermanas. Cervantes virtual. Recuperado
de: https://bit.ly/2IHdArT.
Real Academia Española. (2014). Diccionario de la lengua española (23.aed.).
Consultado en http://www.rae.es/rae.html

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