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CRISTIÁN MATURANA - JAIME JARA SOBRE LA NATURALEZA NO CONTENCIOSA DE LA INTERVENCIÓN REQUERIDA AL JUEZ

SOBRE LA NATURALEZA NO CONTENCIOSA DE LA


INTERVENCIÓN REQUERIDA AL JUEZ PARA LA
PRÁCTICA DE ESTUDIOS EN PREDIOS SUJETOS A
CONCESIONES ELÉCTRICAS PROVISIONALES*
CRISTIÁN MATURANA MIQUEL* *
JAIME JARA SCHNETTLER* * *

1. GENERALIDADES.
El presente estudio tiene por objeto determinar la naturaleza procesal del permiso judicial
que para practicar estudios o mediciones en terrenos particulares se reconoce al titular de una
concesión provisional de servicios eléctricos, según el actual artículo 22 del decreto con fuerza de
ley Nº 4/20.018, texto refundido de la Ley General de Servicios Eléctricos, en adelante LGSE.
Se sostendrá en lo sucesivo que la intervención requerida del juez letrado civil, de conformi-
dad con la norma legal aludida, constituye un asunto de jurisdicción voluntaria que se rige por
las normas propias de los negocios judiciales no contenciosos que gobierna el Libro IV del
Código de Procedimiento Civil.
Aclarado lo anterior, se intentará dilucidar un punto específico. Si el propietario del predio
afectado por el gravamen administrativo de soportar estudios y mediciones del concesionario
provisional asume la condición de legítimo contradictor con derecho a oponerse en dicha gestión
voluntaria al otorgamiento de la autorización del juez o con facultad para instar la revocación de
dicha aprobación no contenciosa en caso de haber sido otorgada. Se argumentará que el dueño
predial no constituye legalmente un legítimo contradictor en dicha gestión con facultad para
oponerse. Y se demostrará que el medio procesal idóneo para arbitrar la resistencia del propieta-
rio predial afecto al gravamen de prospección eléctrica se circunscribe a la oportuna reclamación
contencioso-administrativa en contra del acto concesional provisional.

2. LA CONCESIÓN ELÉCTRICA PROVISIONAL.


2.1. CONCESIONES PROVISIONALES Y DEFINITIVAS. Concepto. El decreto con fuerza de ley
Nº 4/20.018, del Ministerio de Economía, texto actual del ex decreto con fuerza de ley Nº 1, de
1982, de Minería, Ley General de Servicios Eléctricos, contiene de manera orgánica el régimen
jurídico al que se somete la actividad de producción, distribución y transporte de energía eléctri-
ca en Chile. Para la ejecución de este servicio público resulta obligatoria la obtención de parte
del Estado de una concesión que habilite a su titular el ejercicio de esta actividad.
Con esa precisa finalidad la Ley General de Servicios Eléctricos expresa en su artículo 2º y en
el artículo 4º, inciso primero, que las concesiones eléctricas, sean éstas de producción, transporte

* El presente artículo corresponde a un informe en Derecho evacuado por los autores que se publica con la debida
autorización y previo a las adecuaciones académicas pertinentes.
** Profesor de Derecho Procesal. Director del Departamento de Derecho Procesal, Facultad de Derecho, Universidad
de Chile.
*** Magíster en Derecho Constitucional. Profesor de Derecho Administrativo, Facultad de Derecho, Universidad de
Chile.

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o distribución de energía eléctrica, pueden asumir la naturaleza de concesiones provisionales o


definitivas. En lo que interesa, la concesión provisional –continúa la misma preceptiva– es aque-
lla que tiene por objeto esencial “permitir el estudio de los proyectos de las obras de aprovechamiento
de la concesión definitiva”.
2.2. NATURALEZA, RÉGIMEN JURÍDICO Y EFECTOS. Las concesiones provisionales eléctricas son
otorgadas mediante resolución de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles
(SEC).
Su régimen jurídico se encuentra regulado en el citado artículo 4º, inciso 1º, artículo 11
parte final, y en los actuales artículos 19 al 24 del D.F.L. Nº 4/20.018, texto vigente de la Ley de
Servicios Eléctricos, disposiciones que contienen preceptos de naturaleza procedimental admi-
nistrativa (artículos 11, 19 al 21) y otros de carácter sustantivo (artículos 4º, inciso 1º, 22, 23 y
24). Estas disposiciones se encuentran complementadas en lo pertinente por los artículos 15 y
18 al 29 del decreto supremo Nº 327, de Economía, de 1997, que fija el “Reglamento de la Ley
General de Servicios Eléctricos”.
Cabe señalar que para la obtención de una concesión provisional el legislador ha considera-
do la existencia de un procedimiento administrativo reglado,1 que contempla detalladamente di-
versas fases de desarrollo, señalando tanto el contenido de la solicitud del peticionario (artículo
19, D.F.L. Nº 4/20.018), como los plazos obligatorios a los cuales deben sujetarse tanto el
solicitante de la concesión, los terceros que se opongan a su otorgamiento y la Administración
concedente (artículo 20, D.F.L. Nº 4/20.018).
Desde el punto de vista de su tramitación administrativa el procedimiento de otorgamiento
de concesión provisional puede dividirse en tres fases perfectamente reguladas en la ley:2
Solicitud y publicación (arts. 19 y 20, inciso 1º)
Reclamos y observaciones de terceros (art. 20, inciso 2º)
Resolución de la Concesión provisional (arts. 11 y 20, inciso 3º, 21 y 23).
Este procedimiento administrativo, en caso de ser favorable al peticionario, culminará con el
acto terminal que constituye la resolución administrativa o concesión provisional, cuyos requi-
sitos y efectos se encuentran regulados en el artículo 21 del D.F.L. Nº 4/20.018, destacando en
cuanto a su contenido esencial la necesidad de fijar: a) el plazo de la concesión provisional, que no
podrá en caso alguno exceder de dos años; y b) la descripción de los trabajos relacionados con los
estudios que se autorizan y las fechas para la iniciación y terminación de los mismos. En suma, según
se observa de este precepto, el objetivo último de este tipo de concesión provisional es habilitar
a su titular la realización de los estudios necesarios en terreno.3
Finalmente, y como consecuencia obvia y natural de lo anterior, para la realización práctica
del objeto o finalidad de este tipo de concesión,4 el actual artículo 22 de la Ley General de
Servicios Eléctricos reconoce para su titular el derecho de solicitar y obtener del Juez de Letras de
Mayor Cuantía respectivo el “permiso para practicar o hacer practicar en terrenos fiscales, municipa-

1
VERGARA BLANCO (2004) p. 88.
2
Cfr. EVANS ESPIÑEIRA (2003) pp. 14 y ss.; VERGARA BLANCO (1994) pp. 469 y ss.
3
VERGARA BLANCO (1994) p. 466.
4
EVANS ESPIÑEIRA (2003) p. 7. Agrega el autor que “El contar con el permiso para realizar los estudios en terreno
(mediciones, etc.), se torna esencial para permitir que se logre la finalidad para la cual se obtuvo la concesión, y es por
lo mismo que la ley y el Reglamento se encargan de establecer que el concesionario tiene el derecho a “obtener” el
permiso para practicar los estudios que sean conducentes al logro del objetivo de la concesión” (op. cit., p. 8).

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les o particulares, las mediciones y estudios que sean necesarios para la preparación del proyecto defini-
tivo de las obras comprendidas en su concesión”.5
2.3. LA CONCESIÓN PROVISIONAL ELÉCTRICA: ACTO Y TÍTULO. La Concesión eléctrica pro-
visional es ante todo un acto administrativo. Pero también constituye un título creador de derechos
en relación al particular solicitante. Así lo expresa la doctrina más autorizada.6
Es un acto administrativo en la medida que concuerda con la noción de tal que contiene el
artículo 3º, de la ley Nº 19.880, sobre Bases de los Procedimientos Administrativos, es decir,
una “decisión formal emitida por un órgano de la Administración que contiene una declaración de
voluntad realizada en ejercicio de una potestad pública”. En este caso, la Superintendencia de
Electricidad y Combustibles (SEC) exterioriza esa concreta declaración bajo la forma de una
resolución administrativa que surge como acto definitivo del procedimiento formal de elabora-
ción que regula la propia preceptiva especial ya citada. Como efecto de esta calidad la concesión
aparece sujeta a la regulación general y supletoria de la ley Nº 19.880, incorporando a la misma
las características esenciales de la presunción de validez, imperio, exigibilidad y ejecutoriedad que
describe el artículo 3, inciso final, de esa preceptiva: “Los actos administrativos gozan de una
presunción de legalidad, de imperio y exigibilidad frente a sus destinatarios, desde su entrada en
vigencia, autorizando su ejecución de oficio por la autoridad administrativa [...]”.
Pero por otra parte también constituye un título jurídico para su beneficiario, es decir, confi-
gura esencialmente un acto creador de derechos a favor del titular, en cuanto lo habilita jurídica-
mente para ejercer facultades, derechos o poderes jurídicos de que antes carecía, ampliando así
su esfera subjetiva. En el caso de la Concesión eléctrica provisional el “derecho” que se crea a
favor del titular es indiscutiblemente la facultad de realizar estudios o mediciones efectivas en
terrenos públicos o privados.
Esto último merece ser enfatizado. La doctrina es categórica al expresar que el “derecho de
ingreso o de acceso” a los terrenos en que se realizarán los estudios o mediciones, queda consti-
tuido de pleno derecho en virtud de la dictación del acto administrativo concesional provisorio.7
Cuestión esta última concordante con el atributo de imperatividad y exigibilidad que distingue
a los actos y resoluciones administrativas según el artículo 3º de la ley Nº 19.880.8
Esta circunstancia permite anticipar que la naturaleza de la intervención que la ley requiere
del juez según el actual artículo 22 de la LGSE, en caso alguno va enderezada a que dicho órgano
jurisdiccional cree, constituya o declare un derecho, comoquiera que aquél ya aparece atribuido
irrevocablemente al concesionario en virtud de un título jurídico previo, que además se encuen-
tra revestido de una presunción de legalidad y de imperio que hace, en principio, incontestable
el asunto para su beneficiario.
2.4. CARGAS Y GRAVÁMENES QUE IMPONE LA CONCESIÓN PROVISIONAL A LOS TERCEROS . El
acto concesional provisional no sólo implica la creación de derechos o situaciones favora-
bles para su titular. También conlleva, como efecto reflejo, al derecho a realizar estudios y

5
D.S. Nº 327 de 12 de diciembre de 1997, en su artículo 15: “Las concesiones provisionales tienen por objeto permitir
el estudio de los proyectos de las obras de aprovechamiento de la concesión definitiva, y otorgan al concesionario el derecho
para obtener del juez de letras respectivo el permiso para practicar o hacer practicar en terrenos fiscales, municipales o
particulares, las mediciones y estudios que sean necesarios para la preparación del proyecto definitivo”.
6
VERGARA BLANCO (2004) p. 85.
7
VERGARA BLANCO (1994) pp. 483-4.
8
Cfr. AGUERREA MELLA (2003) pp. 47-48.

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mediciones que otorga al peticionario, la correlativa carga de soportar ese gravamen, im-
puesta en este caso a los propietarios de predios o terrenos individualizados en la solicitud
concesional.
Trátase de un gravamen especialísimo, cuyo objeto jurídico inmediato consiste en una obli-
gación de tolerancia para su destinatario: permitir el ingreso al terreno respectivo para facilitar la
finalidad propia reconocida a la concesión provisional, esto es, la realización de estudios y mediciones
necesarias para la preparación de las obras definitivas comprendidas en la concesión (art. 22, inciso
1º, LGSE). Este efecto restrictivo que extraordinariamente autoriza la ley al acto concesional
constituye una clara manifestación de aquellas limitaciones u obligaciones que sólo la ley puede
establecer en relación al derecho de propiedad en la medida que deriven de su función social, en
este caso, por razones de utilidad pública (artículo 19, Nº 24, inciso 2º, Constitución Política).
Esta limitación surge para el tercero titular del dominio del terreno en el momento mismo
del perfeccionamiento del acto administrativo concesional provisional, como consecuencia re-
fleja del derecho que aquel acto reconoce al propio beneficiario de la concesión. Son aquí aplica-
bles las mismas reflexiones hechas valer anteriormente: la intervención que el artículo 22 de la
LGSE requiere del juez letrado, no tiene, por lo tanto, en caso alguno por objeto configurar,
declarar, o imponer dicho gravamen, el que ya ha surgido desde la total tramitación de la resolu-
ción concesional y como efecto inmediato de ese acto administrativo, el que aparece revestido de
presunción de legalidad, de imperio y de exigibilidad frente a todos sus destinatarios (artículo
3º, ley Nº 19.880).

3. LOS ACTOS JUDICIALES NO CONTENCIOSOS. NATURALEZA. REQUISITOS Y ALCANCES.


3.1. GENERALIDADES. LOS ACTOS DE LA LLAMADA “jurisdicción voluntaria” no son ni de juris-
dicción ni tampoco voluntarios, sino que se trata de procedimientos en los que el conflicto entre
partes no está presente. Así lo entendió el legislador de principios del siglo XX, por lo que
denominó al Libro IV del Código de Procedimiento Civil como “De los actos judiciales no con-
tenciosos”.
Para comprender cabalmente la materia objeto de la presente exposición conviene examinar
la redacción de la definición que de actos judiciales no contenciosos contiene el artículo 817 del
Código de Procedimiento Civil, al decir que son “aquellos que según la ley requieren la interven-
ción del juez y en que no se promueve contienda alguna entre partes”.
Al efecto, debe recordarse que para encontrarnos frente a un asunto judicial no contencioso, de
acuerdo con el concepto señalado, es menester que concurran copulativamente dos requisitos:
a. Existencia de una ley en que expresamente se requiera la intervención del tribunal. En este
caso, la situación que se produce es la contraria a lo que acontece en la jurisdicción contenciosa,
la cual debe ser ejercida frente a un asunto controvertido y aun a falta de ley que resuelva el
conflicto (artículo 10, inciso 2º, del Código Orgánico de Tribunales). Interesa recalcar que no
importa la clase o ubicación de la ley que exija la intervención del juez en un determinado acto
o asunto. Lo indispensable es que ella sí exista para que el magistrado pueda positivamente
intervenir. Normalmente estas leyes corresponden a materias de fondo, ya sea de la codificación
civil, comercial, de minas, o bien se encuentran formando parte de cuerpos legales especiales,
por ejemplo de índole administrativa, como ocurre en el caso de ciertos procedimientos de la
expropiación.9

9
Cfr. CASARINO VITERBO (2005) p. 145.

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b. Ausencia de contienda entre partes. La contienda entre partes equivale a “juicio”, “pleito”
o “litigio”, o sea se refiere a la carencia de una controversia actual producida entre dos o más
sujetos y que queda sometida al conocimiento y fallo de un tribunal. Por consiguiente, para
determinar si estamos o no en presencia de un asunto judicial contencioso o voluntario, deberá
atenderse al aspecto de fondo del negocio respectivo más que a elementos de carácter formal.
Por ello en doctrina se ha expresado que:
“Jurisdicción voluntaria es, dentro del verdadero tecnicismo forense y científico, la que se
ejerce por el juez en todos los actos en que por su índole o naturaleza, o por la voluntad de las
partes, no hay contienda o litigio, o cuando se exige la intervención judicial para cualquier
gestión que no suponga negativa o resistencia de alguien”.
“Luego, siempre que la judicatura intervenga ya para solucionar asuntos no contestables, ya
para recibir o autenticar un acto, ya para completar una personalidad imperfecta, ya para otorgar
una pública atestación a un acto que sin ella de nada valdría, se estará dentro de los límites de la
jurisdicción voluntaria”.10
En definitiva la ausencia de contienda actual significa que tal jurisdicción se verifica inter
volentes, es decir, entre aquellas personas que acuden sin citación y sin objeto contestable a reclamar la
intervención del juez para obtener los efectos que las leyes exigen para que determinados actos produz-
can efectos jurídicos.11
“Quien va a los tribunales a pedir una homologación o la autenticación no es llamado por
ninguno ante ellos; en este sentido puede afirmarse que el peticionario va espontáneamente; si
bien es cierto que ejecuta un acto impuesto por la ley para producir determinados efectos”.12
3.2. PROCEDIMIENTO APLICABLE EN ASUNTOS VOLUNTARIOS. El Libro IV del Código de
Procedimiento Civil está estructurado sobre la base de distinguir un procedimiento no
contencioso general y una serie de procedimientos no contenciosos especiales, contempla-
dos en el título II del mismo libro del código, sin perjuicio de existir una variedad de
procedimientos en otras preceptivas especiales.
Dado que en el Libro IV no se contemplan todos los procedimientos no contenciosos que se
regulan en la legislación nacional, para determinar el procedimiento que debe aplicarse para
tramitar un asunto judicial voluntario el intérprete debe seguir las siguientes reglas de descarte:
1º Concurrencia de una ley especial que se refiera a la materia. La ley especial prima por
sobre la general y es así como si las normas que aquélla contiene establecen un procedimiento no
contencioso específico, a él habrá de atenerse. Un ejemplo bastante ilustrativo lo presenta el
Título XV del Libro IV del Código de Procedimiento Civil que contempla todo un procedi-
miento de expropiación por causa de utilidad pública. Sin embargo, toda esta normativa se
encuentra orgánicamente derogada por el decreto ley Nº 2.186, referente a la Ley Orgánica de
Procedimiento de Expropiaciones (art. 41).
2º Procedimiento judicial no contencioso regulado específicamente en el Libro IV. A falta
de ley especial que regule la materia, se “aplica el procedimiento especial contenido en el Libro
IV”. Es el caso, v. gr., de la posesión efectiva testamentaria, de las autorizaciones para gravar y
enajenar bienes inmuebles, de la guarda y aposición de sellos, subasta pública, etc.
3º Procedimiento judicial no contencioso sin regulación especial. Si el asunto no contencio-
so no se encuentra regulado en su procedimiento por una ley especial ni tiene una tramitación

10
Cfr. LAGARMILLA (1920) pp. 6-7.
11
Ibíd. p. 8.
12
Ibídem.

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específica dentro de la estructura del título II del Libro IV del Código, recibe plena aplicación el
procedimiento general contemplado por la ley para asuntos judiciales no contenciosos, en el
Título I, del mismo Libro IV.
3.3. P ROCEDIMIENTO GENERAL NO CONTENCIOSO. Régimen probatorio. Hemos dicho
que el Libro IV está estructurado sobre la base de un procedimiento general y una serie de
procedimientos especiales.
En lo que interesa al procedimiento general, lo más importante que salta a la vista en la
regulación que el Título I del Libro IV, es que los tribunales llamados a conocer de un asunto
judicial no contencioso deben resolverlo “con conocimiento de causa”, en todos aquellos casos en
que expresamente no se someta el asunto a un procedimiento especial.
Con la expresión “con conocimiento de causa” el legislador quiere significar que el tribunal
debe ser debidamente informado por el solicitante para la adopción de una decisión para una
correcta aplicación de la ley.
Para que el juez adquiera este conocimiento de causa el solicitante puede utilizar cualquier
medio idóneo sin necesidad de cumplir con formalidades legales. Así lo dice expresamente el
artículo 818, inciso 1º: “Aunque los tribunales hayan de proceder en alguno de estos actos con cono-
cimiento de causa, no es necesario que se les suministre este conocimiento con las solemnidades ordina-
rias de las pruebas judiciales”.
El instrumento principal que franquea el legislador al interesado para lograr el conocimiento
de causa que requiere el tribunal está constituido por la información sumaria: “Así, pueden acre-
ditarse los hechos pertinentes por medio de informaciones sumarias”. Se entiende por informa-
ción sumaria “la prueba de cualquiera especie, rendida sin notificación ni intervención de contradic-
tor y sin previo señalamiento de término probatorio” (artículo 818, incisos 2º y 3º, CPC).13
La razón de la preferencia de la ley procesal por este mecanismo resulta evidente. Como, por
definición, en los actos judiciales no contenciosos no existe contraparte, resultaría absurdo fijar algu-
na solemnidad, incluyendo las oportunidades para realizarla, puesto que no existe a quién emplazar.
La información sumaria presenta como característica fundamental la de configurar un acto
jurídico procesal probatorio de carácter eminentemente unilateral, cosa que lo diferencia, por
ejemplo, de la prueba de testigos en materia contencioso civil en que la intervención de partes es
representativa.
La ley da a entender que existe la posibilidad de que se resuelva un asunto no contencioso de
una manera distinta a la antes expuesta, ya que autoriza al juez a resolver de plano. En efecto, al
indicarse en el inciso 1º del artículo 818 del CPC que “aunque los tribunales hayan de proceder
en algunos de estos casos con conocimiento de causa...” se ha querido significar que, a contrario
sensu, existen otros actos no contenciosos, no especialmente reglados por la ley, pero que quedan
incorporados a la definición del artículo 817. Igual cosa se desprende del artículo 826, inciso 1º,
segunda parte: “Cuando éste deba proceder con conocimiento de causa, se establecerán, además, las
razones que motiven la resolución”.
Esto constituye una clara diferencia con la materia contencioso civil donde el juez práctica-
mente nunca puede fallar de plano alguna solicitud que se le presente.

13
No obstante que no existe una norma limitativa de los medios de prueba que se pueden ejercer en estas gestiones, la
información sumaria de mayor utilización práctica es la de testigos. Pero también puede existir una información
sumaria de documentos o de cualquier otro medio probatorio distinto de los deponentes. Empero, no existe informa-
ción sumaria de confesión, de informe de peritos –salvo en la tasación– o de inspección personal del tribunal. Nada
más que por una práctica consuetudinaria se ha ido limitando la información sumaria a la de testigos.

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Pero el hecho de que el tribunal pueda resolver de plano, lleva envuelta una regla lógica: no
puede existir arbitrariedad en la resolución, por lo que el solicitante debe allegar los datos y
antecedentes necesarios para formar el conocimiento del juez.
En esta parte, más que en ninguna otra, no podemos abandonar la idea de que la resolución
del tribunal es un proceso lógico, lo que se ve corroborado con el conocimiento de causa que la
ley exige al fallar.
3.4. P RINCIPIOS FORMATIVOS DEL PROCEDIMIENTO GENERAL NO CONTENCIOSO. Cabe desta-
car que en el procedimiento general voluntario reciben aplicación dos principios formativos:
el principio inquisitivo y el principio de apreciación de la prueba según la sana crítica.
El procedimiento no contencioso está imbuido del principio inquisitivo, toda vez que el
tribunal se encuentra facultado para ordenar y disponer todas las diligencias que estime conve-
nientes y necesarias para la acertada resolución del asunto. En efecto, el artículo 820 del CPC se
encarga de establecer este principio de forma categórica: “Asimismo (los tribunales) decretarán de
oficio diligencias informativas que estimen convenientes”.
En materia probatoria, además, nos encontramos con que el tribunal se encuentra facultado
para apreciar la prueba o las informaciones sumarias que se rindan, de acuerdo a las reglas de la
sana crítica. Así lo señala expresamente el artículo 819 del CPC al decir que: “los tribunales en
estos negocios apreciarán prudencialmente el mérito de las justificaciones y pruebas de cualquiera clase
que se produzcan”.

4. NATURALEZA JURÍDICA DE LA GESTIÓN JUDICIAL REQUERIDA SEGÚN EL ACTUAL ARTÍCULO 22, INCISO
1º, DE LA LEY GENERAL DE SERVICIOS ELÉCTRICOS.
4.1. FACULTAD LEGAL. Corresponde a continuación dilucidar la naturaleza y alcance jurídico
de la intervención judicial que la ley requiere del órgano judicial según el inciso 1º del artículo
22 de la Ley General de Servicios Eléctricos, LGSE, en los siguientes términos:
“Artículo 22º, inc. 1º. La resolución de concesión provisional otorga al concesionario el
derecho para obtener del Juez de Letras de Mayor Cuantía respectivo el permiso para practicar o
hacer practicar en terrenos fiscales, municipales o particulares, las mediciones y estudios que
sean necesarios para la preparación del proyecto definitivo de las obras comprendidas en su
concesión”.
4.2. “PERMITIR ” O “APROBAR”: un objeto típicamente no contencioso. Según se analizó
precedentemente, la doctrina especializada está conteste en que el llamamiento que hace a
la intervención del juez el artículo 22, inciso 1º, de la LGSE, no tiene por objeto ni la
constitución ni la declaración del derecho a acceder a los terrenos gravados con la carga de
soportar los estudios propios de la concesión eléctrica provisional. Por el contrario, dicha
facultad ya se encuentra irrevocablemente reconocida desde la misma entrada en vigor del
acto concesional.14
Tampoco se precisa para ejercer el derecho de acceso de algún pago o compensación econó-
mica previa a las labores de estudio o medición, incluida la indemnización a que se refiere el
actual inciso 2º del artículo 22 de la misma preceptiva.15 En efecto, la conveniencia de dicho
reclamo compensatorio a causa de los “perjuicios” que hubieren implicado los trabajos, estudios
o mediciones, queda entregada al propio afectado con el gravamen. Es este último quien expre-

14-15
Cfr. VERGARA BLANCO, (1994) pp. 483-484.

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samente debe impetrar esa reparación civil ante el juez si cree que se han producido daños resarcibles
y en todo caso una vez que esas labores se han ejecutado. Así lo expresa la disposición.16
Lo dicho hasta aquí bastaría para descartar la naturaleza contenciosa de la intervención
expresa que la ley reclama de la judicatura en el caso del artículo 22, inciso 1º, de la Ley General
de Servicios Eléctricos. En efecto, aquélla no tiene por finalidad declarar un derecho controversial
entre partes contendientes, porque el derecho preexiste a ellas y es indisputable en principio dada la
presunción de legalidad de que goza el acto administrativo concesional; por otra parte esa injerencia
judicial tampoco persigue determinar la procedencia de la obligación de indemnizar perjuicios
ya que aquélla no es condición para ejercer ese derecho según la propia ley.
Por el contrario si se atiende a la literalidad del precepto examinado, se comprobará que
dicho llamamiento al juez sólo persigue obtener de su parte un “permiso” para “practicar o hacer
practicar mediciones o estudios” en ciertos terrenos, inmuebles todos que ya aparecen debidamente
individualizados en un acto administrativo concesional previamente dictado por la autoridad
administrativa competente (SEC). La ley emplea la expresión “permiso” para definir el cometido
del juez llamado a decidir. En otras palabras, el magistrado es requerido por el peticionario en el
asunto para que éste otorgue una “licencia”, una “autorización” o “aprobación” para dar eficacia
concreta (“hacer practicar”) a los estudios que deben efectuarse en el terreno respectivo.
El contenido jurídico de la potestad de “aprobación jurídica” que detenta el magistrado
según el artículo 22 de la LGSE no resulta para nada extraña al objeto propio de la jurisdicción
voluntaria. Todo lo contrario. Como es ampliamente conocido, una alta proporción de estos
negocios no contenciosos en la esfera civil comprenden una diversidad de asuntos en que la
actividad del juez únicamente se orienta a dar “fuerza”, “eficacia” o “autenticidad” a ciertos actos
jurídicos.17 Así, los jueces “aprueban” actos relativos a la enajenación de bienes inmuebles, “au-
torizan” el ejercicio de ciertos derechos (repudiaciones) o actos (donaciones); “aprueban” (dis-
ciernen) el nombramiento de ciertos representantes; “autentican” u “homologan” ciertos actos
de registro o de constancia (inventarios; aposición de sellos, etc.).
Como se observa, trátase en todos estos casos de situaciones en que no se plantea ante el juez
una contienda o litigio actual. En suma, en que la intervención del magistrado, por su índole o
naturaleza, no supone ni la negativa ni la resistencia de alguien, sino sólo la necesidad de dirigir-
se al juez a fin de obtener de él las aprobaciones que las leyes exigen para que ciertos actos produzcan
plenos efectos jurídicos. Con razón, por ello se ha estimado que la jurisdicción voluntaria compar-
te una genuina naturaleza administrativa más que jurisdiccional.18
4.3. EXPLICACIÓN TÉCNICA: acto administrativo concesional carece de ejecutoriedad ad-
ministrativa propia. Para comprender cabalmente la naturaleza jurídica de la actividad que
ejerce la judicatura al dar “permiso” o “aprobación” para el acceso o ingreso del concesio-
nario a un terreno a fin de practicar los estudios o mediciones a que le da derecho su título
provisional, debe aclararse la forma en que la ley define la ejecución y cumplimiento de los
actos administrativos.

16
Como el inciso 2º del artículo 22 del D.F.L. Nº 4/20.018, emplea la expresión “indemnización por los perjuicios”
resulta evidente, en nuestra opinión, que el precepto se está refiriendo a daños producidos con ocasión de la ejecución
efectiva de los estudios o mediciones, lo que confirma lógicamente que su determinación quede en cualquier caso
pospuesta hasta la completa finalización de los mismos. Es decir, supone esta acción indemnizatoria que tales labores
prospectivas ya se han materializado.
17
Cfr. LAGARMILLA (1920) p. 11.
18
HOYOS HENRECHSON (1987) p. 49.

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Como es conocido, los actos administrativos gozan de ciertas características y privilegios


que les da su índole de actos emanados del poder público. Por ello expresa el inciso final del
artículo 3º de la Ley Nº 19.880, sobre Bases de los Procedimientos Administrativos, que “Los
actos administrativos gozan de una presunción de legalidad, de imperio y exigibilidad frente a sus
destinatarios, desde su entrada en vigencia, autorizando su ejecución de oficio por la autoridad admi-
nistrativa [...]”.
De esta previsión legal se desprende que todo acto administrativo, en principio, está dotado
(“goza”) del atributo de la “exigibilidad” frente a sus destinatarios, también llamada en doctrina
“ejecutoriedad”. Este carácter implica que el acto administrativo puede ser puesto en ejecución de
inmediato por la propia administración (“autorizando su ejecución de oficio” dice el artículo 3º,
inciso final, de la ley Nº 19.880) sin necesidad de recurrir a otro poder o autoridad del Estado. La
ejecutoriedad designa una posibilidad instrumental adicional a la mera “imperatividad” u obli-
gatoriedad del acto administrativo: la facultad de la administración de imponer por sí misma, el
contenido obligatorio de sus propios actos utilizando, de ser necesario, medios coactivos.19
Sin embargo, en ciertos casos este privilegio de ejecutoriedad, tan ampliamente consagrado,
reconoce límites y restricciones. Estas limitaciones rigen especialmente tratándose del cumpli-
miento de aquellos actos que recaen en la esfera personal o patrimonial de los ciudadanos,
ámbitos que tradicionalmente se estiman reservados a la decisión previa del juez para la autoriza-
ción y eficacia de esa intervención administrativa. De ahí que se distinga doctrinalmente entre la
ejecutoriedad propia y la impropia. Hay ejecutoriedad propia cuando el cumplimiento efectivo del
acto es realizado por el mismo órgano administrativo que lo dictó, con sus funcionarios y a
través de sus propios medios administrativos. Se habla en cambio de ejecutoriedad impropia
cuando la decisión emanada del órgano administrativo debe ser cumplimentada por intermedio de
un órgano jurisdiccional.20
La posibilidad de que la plena eficacia jurídica de un acto administrativo quede condiciona-
da a la aprobación o concurso de otro órgano, v. gr., de un magistrado judicial, aparece recono-
cida en el propio artículo 51, inciso 1º, de la Ley Nº 19.880, sobre Bases de los Procedimientos
Administrativos:
“Artículo 51.- Ejecutoriedad. Los actos de la Administración Pública sujetos al Derecho
Administrativo causan inmediata ejecutoriedad, salvo en aquellos casos en que una disposición
establezca lo contrario o necesiten aprobación o autorización superior”.
Sólo si se contrasta el precepto del artículo 22, inciso 1º, de la Ley General de Servicios
Eléctricos con el artículo 51 de la ley Nº 19.880, puede llegar a comprenderse cabalmente el
sentido jurídico que asume el “permiso” o “aprobación” que el juez está llamado a dispensar inter
volentes respecto del acto provisional que beneficia al concesionario eléctrico.
Esta intervención, de clara índole no contenciosa, sólo va enderezada a dar plena eficacia,
fuerza y autenticidad al acto, en la medida que supone el ingreso a un bien inmueble, elemento
que justifica sobradamente el concurso del juez civil para autorizar el acto respectivo, con cono-
cimiento de causa.

19
Se trata de una manifestación del denominado Principio de “autotutela ejecutiva” de que goza la Administración en
cuanto le permite “llevar a efecto directo” sus decisiones previamente emitidas. Cfr. GARCÍA DE ENTERRÍA y FERNÁNDEZ
(1995) pp. 486 y ss.
20
Cfr. SILVA CIMMA (1995) p. 107; DIEZ (1956) p. 211. En la doctrina española se utilizan otros términos: “ejecutivi-
dad” o simple “eficacia”: Cfr. VILLAR PALASI y VILLAR EZCURRA (1999) p. 148; BOCANEGRA SIERRA (2002) p. 110; CANO
CAMPOS (2004) p. 170; BELANDO GARÍN (2008) pp. 19-28.

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CRÓNICA ADMINISTRATIVA

En tal caso la judicatura, actuando inter volentes, procede únicamente con un objetivo –si se
quiere– eminentemente conservativo: constatar el cumplimiento de los requisitos del objeto de
la gestión, en particular, la autenticidad del acto concesional que se invoca como título de inter-
vención y de la individualización del terreno afecto al gravamen concesional, con el fin de preca-
ver lesiones a los derechos de terceros que no aparecen como destinatarios de las cargas y obliga-
ciones impuestas por el acto administrativo.21
4.4. U N CASO ANÁLOGO: la toma de posesión del bien expropiado es un asunto no
contencioso. Para ratificar la naturaleza no contenciosa que asume el permiso que el juez
otorga para ingresar a practicar mediciones o estudios al terreno afecto a concesión eléctri-
ca provisional, baste examinar el caso análogo de la toma de posesión material del bien expropiado.
El decreto ley Nº 2.186 de 1978, Ley orgánica de procedimiento de expropiaciones, regula
una variada gama de procedimientos judiciales y administrativos relacionados con la expropia-
ción por utilidad pública. En lo relativo a los procedimientos judiciales, algunos de ellos asumen
la naturaleza de tramitaciones contenciosas, como es el caso típico de las reclamaciones de ilega-
lidad o de aquéllas tendentes a la modificación del acto expropiatorio, y que el artículo 9º, inciso
3º, de esa ley sujeta en general al procedimiento del juicio sumario.
Sin embargo, la Ley Orgánica de Expropiaciones también contempla procedimientos no con-
tenciosos, dentro de los cuales destaca particularmente aquel que habilita al expropiante para tomar
posesión material del bien expropiado y que regula el título V de esa preceptiva, en sus artículos 21 y
22. La doctrina estima que este procedimiento, que incluso contempla la posibilidad de requerir
auxilio de la fuerza pública, no reviste el carácter de controversia jurídica ya que en él no se controvierte
ni debate ningún derecho.22 Así también lo expresa desde antiguo la jurisprudencia judicial, en el
sentido de atribuir a estas gestiones un carácter especial, de naturaleza no contenciosa.23
Esta necesidad de obtener el concurso judicial para acudir a la compulsión de ciertas medi-
das o actos de autoridad mediante la fuerza pública resulta plenamente congruente con lo dispues-
to en el inciso 3º del artículo 76 (73) de la Constitución Política que reserva a la judicatura ordina-
ria esa intervención: “Para hacer ejecutar sus resoluciones, y practicar o hacer practicar los actos de
instrucción que determine la ley, los tribunales ordinarios de justicia y los especiales que integran el
Poder Judicial, podrán impartir órdenes directas a la fuerza pública o ejercer los medios de acción
conducentes de que dispusieren. Los demás tribunales lo harán en la forma que determine la ley”.
Un ejemplo típico de esta limitación es la que alcanza a los jueces árbitros, que como
compromisarios simplemente privados, aparecen despojados de poder de imperio, quedando
siempre en la necesidad de acudir, para la eficacia y exigibilidad de sus decisiones, al concurso e
intervención del juez ordinario: “[...] cuando el cumplimiento de la resolución arbitral exija proce-
dimientos de apremio o el empleo de otras medidas compulsivas, o cuando haya de afectar a terceros
que no sean parte en el compromiso, deberá ocurrirse a la justicia ordinaria para la ejecución de lo
resuelto” (artículo 635, inciso 3º, CPC).

21
Cfr. LAGARMILLA (1920) p. 17.
22
RÍOS ÁLVAREZ (1978) pp. 76-7. Agrega el autor en la misma línea que “[...] en el referido procedimiento no se
discute ningún derecho; ya que el del expropiado sobre la cosa es un supuesto que precisamente condiciona la posibi-
lidad de expropiársela y la obligación de indemnizarle es una garantía de rango constitucional que no está entregada a
la decisión del juez. Este no decide, entonces, acerca de derechos; sino solamente sobre un hecho, cual es el nivel
–mayor o menor– de la indemnización. Y debido a que esta determinación importa un contenido de Justicia, la ley
entrega su pronunciamiento a un juez”.
23
Cfr., Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. 58, 2ª p., S. 1ª, pp. 118 y 239.

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Estos ejemplos resultan especialmente ilustrativos a la materia que se examina en este estu-
dio. En efecto, la facultad a que alude el artículo 22, inciso 1º, de la Ley de Servicios Eléctricos,
configura en el fondo una habilitación jurídica para permitir la eficacia compulsiva del acto concesional
autorizando a su titular el ingreso a un predio o heredad particular. Dicho concurso tendrá la
sola finalidad de facilitar la realización de las actividades a las cuales el concesionario ya tiene
derecho en virtud de un título jurídico preexistente, que no queda sometido a discusión ni a
controversia actual entre partes.
Por consiguiente, resulta plenamente aplicable la conclusión doctrinal referente al bien ex-
propiado: en materia de concesiones eléctricas provisionales no se discute ni se controvierte
sobre ningún derecho; el juez, en rigor, sólo interviene para constatar hechos, abocándose a un
rol eminentemente preventivo, para posibilitar al peticionario obtener el beneficio jurídico que
pide mediante el cumplimiento de los requisitos que la ley impone para la eficacia del acto
respectivo.24

5. OPOSICIÓN Y LEGÍTIMO CONTRADICTOR EN LOS ASUNTOS JUDICIALES NO CONTENCIOSOS.


5.1. CONTEXTO. Una vez dilucidado que la gestión judicial establecida en el artículo 22 del
D.F.L. Nº 4/20.018, texto actual de la Ley Eléctrica, corresponde a un asunto voluntario de
aquellos definidos en el artículo 817 del Código de Procedimiento Civil, corresponde examinar
una segunda duda jurídica que surge de esta conclusión. Aquella consiste en precisar si el propie-
tario del terreno a quien afecta el gravamen de tolerar los estudios y mediciones que impuso la
concesión provisional eléctrica, constituye un legítimo contradictor con derecho a oponerse al
otorgamiento del permiso judicial de acceso al predio o con facultad para instar por la revoca-
ción de dicha aprobación judicial, en caso de ser otorgada.
Lo anterior obliga primero a referirse brevemente a los aspectos conceptuales y al régimen
jurídico del derecho a formular oposición en los asuntos no contenciosos generales y a la noción de
legítimo contradictor que establece la misma preceptiva procesal aludida.
5.2. GENERALIDADES. El legislador, no obstante tener presente que en los asuntos no
contenciosos no existe contienda entre partes, tomó en consideración que pudiere concu-
rrir en el mismo expediente y procedimiento otra persona que exhibiera igual o contra-
puesto interés al del peticionario. Es por ello que contempló la posibilidad de que un
procedimiento en que el conflicto o la pugna de intereses se encuentra ausente pueda, no
obstante, devenir luego en un procedimiento contencioso.
En efecto, señala el artículo 823 que:
“Si a la solicitud presentada se hace oposición por legítimo contradictor, se hará contencioso
el negocio y se sujetará a los trámites del juicio que corresponda”.
“Si la oposición se hace por quien no tiene derecho, el tribunal, desestimándola de plano,
dictará resolución sobre el negocio principal”.
Frente a este precepto legal, es menester dilucidar los siguientes aspectos:
Concepto de legítimo contradictor;
Alcance de la voz “derecho” en el artículo 823 del CPC;
Oportunidad procesal para ejercer la oposición;
Tramitación que ha de dársele a la oposición;

24
Cfr. LAGARMILLA (1920) p. 7.

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5.3. TITULAR DEL DERECHO A LA OPOSICIÓN: el legítimo contradictor. El legislador no ha


definido lo que debe entenderse por “legítimo contradictor” ni tampoco establece reglas para
determinar cuándo una persona puede intervenir como tal en una gestión no contenciosa.25
En todo caso, la presencia de un “interés” por parte de quien se opone a la resolución del
asunto voluntario se encuentra reconocida por el Mensaje con el que el Ejecutivo presentó el
Proyecto de Código de Procedimiento Civil al Congreso Nacional y que nos permite ilustrar el
punto. En efecto, este texto señala en uno de los acápites finales, que las medidas de publicidad
que se contienen en el Libro IV son convenientes “para que los terceros interesados puedan hacer
valer oportunamente sus derechos”.
De lo expuesto puede concluirse que “legítimo contradictor” en un asunto no contencioso es
aquel tercero que invoca un título, una calidad o una condición que lo autorizan para oponerse a las
pretensiones del promotor o interesado en la gestión.26
Por su parte nuestra Corte Suprema ha expresado que:
“[...] es legítimo contradictor el que tiene un interés actual, un derecho comprometido que
sería lesionado al acogerse la solicitud a que se opone”,27
Aclarando en un fallo posterior que:
“[...] es legítimo contradictor quien tiene derecho a lo que otro está solicitando para si,
derecho que ha de ser de tal naturaleza y entidad que lo habilita para excluir al primer interesado
o para concurrir en igualdad de condiciones, ya que de otra manera la oposición carecería de
objeto y resultaría ineficaz.”28
Por su parte también nuestros tribunales han precisado que ese derecho debe ser actual y no
eventual, ni menos incierto o futuro:
“[...] para que tal efecto se produzca [continuación del negocio como contencioso] es me-
nester que se haga oposición por legítimo contradictor y ha de entenderse por tal aquel que alega
un derecho excluyente con el del solicitante; pero no una mera expectativa sujeta a su vez, para
transformarse en derecho, a una previa declaración judicial que él mismo ha de impetrar”.29

25
El artículo 823 del Código de Procedimiento Civil tiene su origen remoto en el artículo 1.817 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil española de 1881 (LEC). Este precepto señalaba que “Si a la solicitud promovida se hiciere
oposición por alguno que tenga interés en el asunto, se hará contencioso el expediente, sin alterar la situación que tuvieren,
al tiempo de ser incoado, los interesados y lo que fuere objeto de él, y se sujetará a los trámites establecidos para el juicio que
corresponda, según la cuantía”. En el artículo 843 del Proyecto de don José Bernardo Lira, la redacción era similar a la
que en la actualidad presenta el artículo 823 del Código Procesal Civil, pero la voz “legítimo contradictor” estaba
reemplazada, las dos veces que figura, por la expresión “alguno que tenga personalidad para formularla”. En la Comi-
sión Revisora: “el señor Campillo encuentra oscura la frase ‘por alguno que tenga personalidad para formularla’ (la
oposición a una solicitud en materia de jurisdicción voluntaria) y cree que el derecho tiene adoptada para expresar la
idea de que aquí se trata la expresión ‘legítimo contradictor’. Propone, en consecuencia, esta modificación”. Aceptada
unánimemente esta indicación, se acordó también poner en el inciso 2º “por quien no tiene derecho” en lugar de “por
quien no tenga personalidad para ello. Cfr. LAZO (1918) p. 853.
26
CASARINO VITERBO (2005) p. 153.
27
Cfr. Repertorio de Legislación y Jurisprudencia Chilenas. Código de Procedimiento (1999) p. 15. Más recientemente en
esta línea se ha expresado que “Para pretender ser considerado legítimo contradictor se debe alegar un derecho legíti-
mo y un interés, ambas condiciones de procesabilidad y no de fondo. El artículo 823 del Código de Procedimiento
Civil lo que exige, en forma genérica, más que la reclamación de un derecho, es la circunstancia de tener un interés
actual, un derecho comprometido que sería lesionado al acogerse la solicitud a la que se opone. En la especie, enton-
ces, lo que debe resolverse es si el interesado tiene un derecho comprometido e interés igual o mejor al que detentan
o aparentan detentar los solicitantes. (Corte Suprema, 18 agosto 2004).
28
Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. LIX p. 149.
29
Corte de Concepción, 1º septiembre de 1993.

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5.4. ALCANCE DE LA VOZ “DERECHO” EN EL ARTÍCULO 823 DEL CPC. Requisito ineludible
del “derecho” que titulariza el legítimo contradictor es que se encuentre perturbado o
potencialmente atacado por la resolución que se dicte en el procedimiento no contencioso.
El “derecho” de que el artículo 823 del Código de Procedimiento Civil trata es, por lo tanto,
un “derecho subjetivo substancial”; en términos civiles, un interés jurídicamente protegido por el
ordenamiento de fondo.
Del examen de numerosos fallos podemos entonces desprender que el interés del contradic-
tor, además de estar amparado por el Derecho, o sea, además de ser legítimo, requiere ser actual
y no una mera expectativa; relacionándose esta materia con aquel interés que la ley exige para los
terceros que intervienen en los procedimientos contenciosos (artículo 23, inciso 2º, CPC).
En consecuencia, la locución “derecho” no está referida a la facultad procesal para oponerse,
sino que al derecho sustancial, al interés actual en que la oposición se funda.
5.5. OPORTUNIDAD PROCESAL PARA FORMULAR LA OPOSICIÓN. Teniendo presente lo seña-
lado por el Mensaje del Ejecutivo y las reglas de publicidad que se contemplan a lo largo de
los preceptos del Libro IV del Código de Procedimiento Civil, se puede afirmar que la
oportunidad procesal para oponerse al acto judicial no contencioso nacerá para el legítimo
contradictor desde que su existencia haya llegado a su conocimiento. 30
El problema fundamental en esta materia dice relación con “la preclusión de la facultad para
oponerse”. Para una parte de la doctrina el legítimo contradictor sólo podría oponerse hasta antes
que el tribunal dicte resolución (sentencia, de acuerdo a la calificación del Código) en el procedi-
miento no contencioso, acogiendo las peticiones del solicitante. Se fundan para tal afirmación
en lo previsto en el artículo 823, inciso 2º, del Código de Procedimiento Civil, precepto que
señala que el tribunal una vez rechazada la oposición “dictará resolución sobre el negocio principal”.
Otros autores, por el contrario, han afirmado que la oposición puede ejercitarse aun después
de dictada la resolución sobre el procedimiento. En este caso, la oposición a una gestión no
contenciosa se traducirá en la solicitud de modificación de una resolución ya dictada, todo lo
cual nos reenvía al artículo 821 del CPC, precepto que concede un recurso denominado
jurisprudencialmente como “de revocación”.
Lo anterior da lugar al problema de determinar si el legítimo contradictor puede ser conside-
rado “interesado”, en el sentido del artículo 821 del Código de Procedimiento Civil, para efectos
de precisar si tiene derecho a ejercer la “acción o recurso de revocación” que tal precepto consa-
gra. Una primera opinión pudiera conducir a pensar que la expresión “interesado” que contem-
pla el precepto en estudio no se restringe a la figura del “peticionario”, quien actúa solicitando la
dictación del acto no contencioso. “Interesado” sería en este entendimiento quien tiene un dere-
cho o interés en el resultado de dicha gestión. Esta opinión permitiría al legítimo contradictor
intentar el recurso de revocación en los términos y condiciones que señala el artículo 821 del
Código Procesal Civil.
Pero no es esta la opinión de la jurisprudencia mayoritaria. Los Tribunales estiman que el
legítimo contradictor no puede impetrar el recurso de revocación puesto que sólo puede oponerse al
trámite y no actuar dentro de él:
“[...] la facultad concedida a los tribunales para revocar o modificar las sentencias dictadas
en los negocios no contenciosos solamente pueden ejercitarla ‘a solicitud del interesado’, es

30
Según este criterio, la oposición puede hacerse valer en cualquier tiempo, incluso después de dictada la sentencia,
pero en todo caso antes que ésta se encuentre cumplida o ejecutada. Cfr. CASARINO VITERBO (2005) p. 154.

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CRÓNICA ADMINISTRATIVA

decir, del peticionario que ha promovido el acto judicial de jurisdicción voluntaria, y en manera
alguna a petición de un tercero, aunque éste invista el carácter de legítimo contradictor”.31
Por consiguiente, y frente a las resoluciones positivas, el contradictor no puede utilizar el
recurso de revocación, toda vez que el legislador ha franqueado otra vía para hacer valer su
derecho y que es, precisamente, la oposición. Así se ha fallado:
“Los terceros procesalmente extraños a la gestión disponen para atacar una sentencia que
amaga sus derechos, de la oposición o del juicio contradictorio posterior”.32
5.6. TRAMITACIÓN Y REQUISITOS DEL ESCRITO DE OPOSICIÓN. Si bien la ley no señala una
tramitación especial, la jurisprudencia ha optado por la utilización del procedimiento de
los incidentes ordinarios, pese a que no existe un juicio-litigio, sino sólo un simple proce-
dimiento. Ello en razón de que se habla de “negocio principal” (artículo 823, inciso 2º, del
Código de Procedimiento Civil), debiendo, por tanto, ser un asunto accesorio la tramita-
ción de la oposición. Por otra parte, los incidentes pueden resolverse de plano o dárseles
tratamiento procesal contradictorio. Al primer caso se refiere el artículo 823, inciso 2º del
CPC, debiendo, por tanto, ser un asunto accesorio la tramitación de la oposición. Los
tribunales han optado por dar tramitación incidental a la oposición que cumple con los
requisitos para ello. La jurisprudencia finalmente ha dado el carácter de incidente de pre-
vio y especial pronunciamiento a la oposición, con lo que la gestión no contenciosa en la
práctica permanece detenida.
El escrito en que se haga efectiva la oposición debe cumplir con:
Los requisitos comunes a todo escrito;
Los requisitos propios de la oposición, siendo éstos:
Que ella emane de un legítimo contradictor, y
Que, derechamente, se pretenda cambiar el carácter de la gestión no contenciosa en conten-
ciosa.
El contradictor en todo caso debe solicitar trámites o declaraciones que hagan fuerte a su
oposición, fundamentalmente en lo relativo a la legitimidad de su interés y de su eventual afecta-
ción por la resolución que pudiera recaer en el procedimiento voluntario. Obviamente, el con-
tradictor no deberá hacer presente tan sólo consideraciones que pretendan “ilustrar” al tribunal
para un más acertado fallo de la gestión no contenciosa.

6. OPOSICIÓN Y LEGÍTIMO CONTRADICTOR FRENTE A LA GESTIÓN JUDICIAL DE OTORGAMIENTO DE


PERMISO PARA EFECTUAR ESTUDIOS Y MEDICIONES EN TERRENOS AFECTOS A UNA CONCESIÓN PROVISIO -
NAL ELÉCTRICA.

6.1. GENERALIDADES. Corresponde ahora examinar, sobre la base de los antecedentes del
apartado anterior, si resulta procedente una oposición formulada por el propietario del predio
gravado con la carga de soportar los trabajos de estudios y mediciones del concesionario eléctri-
co provisional, según lo establecido en el artículo 22, del D.F.L. Nº 4/20.018, Ley de Servicios
Eléctricos.

31
Corte de Temuco, 26 de diciembre de 1936, en Gaceta de los Tribunales, 2º semestre, Nº 201, p. 833. Esta solución
jurisprudencial es la correcta si se considera la historia del establecimiento de la norma en que queda claro que para los
efectos del artículo 821, el legítimo contradictor y el interesado son dos sujetos distintos. Cfr. LAZO, Santiago, op. cit.,
pp. 854 ss.
32
Corte de Concepción, 10 de junio de 1976, en Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. 73, sec. 2ª, pp. 84.

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De lo expuesto podemos concluir que la oposición formulada por ese tercero resulta impro-
cedente en Derecho e ineficaz para transformar el citado asunto voluntario en un negocio con-
tencioso, en virtud de los argumentos que se pasan a expresar.
Sin perjuicio de lo anterior también es menester referirse a la eventual pertinencia de que
dicho tercero promueva incidencias o cuestiones previas a la propia presentación en que mani-
fiesta su oposición a la resolución dictada en el negocio voluntario.
6.2. CUESTIÓN PREVIA: imposibilidad para el tercero no peticionario de alegar defensas
contradictorias si no ha sido declarado contencioso el asunto. Como conclusión general
estimamos que no resulta posible en Derecho que los terceros no peticionarios –caso del
dueño del terreno afectado por el gravamen– pueda alegar defensas contradictorias en esta
gestión, por ejemplo, incidentes de nulidad procesal o excepciones perentorias de otra índo-
le. Ello en la medida que tanto la jurisprudencia judicial como la doctrina unánimemente
reconocen que el tercero antes de acogerse la oposición deducida no tiene derecho a ejercer
las facultades propias que pertenecen al peticionario como parte en la gestión voluntaria. Y
lo anterior se entiende comoquiera que “las gestiones voluntarias sólo originan relaciones procesales
exclusivamente entre el interesado o solicitante y el tribunal que en ellas interviene”. Así se ha fallado.33
En razón de lo anterior, nuestra Corte Suprema ha declarado que no resulta posible alegar en
esta clase de negocios, por ejemplo, el abandono de procedimiento,34 al margen de que no es
posible la existencia de identidad de objeto y causa entre un asunto voluntario y un negocio
litigioso:
“No es procedente alegar la excepción de cosa juzgada cuando ésta se funda en un asunto no
contencioso o de jurisdicción voluntaria, ya que no existe identidad de objeto o de causa de
pedir entre esta cuestión y otra de carácter contencioso”.35
Por consiguiente, y en tanto el negocio no pierda su carácter voluntario, es improcedente
que un tercero extraño a la gestión oponga o promueva incidencias distintas de aquellas expresa-
mente admitidas por la ley. Las únicas vías que franquea el código a dicho sujeto para revocar o
modificar lo resuelto en la gestión voluntaria es el camino de la formulación de oposición según el
artículo 823 del CPC o derechamente la opción directa del juicio contradictorio.36
6.3. DUEÑO DEL PREDIO AFECTADO POR EL GRAVAMEN NO ES LEGÍTIMO CONTRADICTOR
FRENTE AL TITULAR DE LA CONCESIÓN PROVISIONAL ELÉCTRICA . De los términos claros del
artículo 823 del Código de Procedimiento Civil se tiene que no basta el mero “depósito” de
la oposición por parte del tercero en la gestión voluntaria para transformar en contencioso el
negocio. La ley exige perentoriamente al tribunal determinar su procedencia, esto es, que el
juez califique previamente si el opositor detenta, en el caso concreto, el título, calidad o
condición que lo habilita como legítimo contradictor frente al peticionario. Así se ha fallado.37

33
Corte de Concepción, 10 de junio de 1976.
34
Corte Suprema, 23 de marzo de 1965.
35
Corte Suprema, 23 de enero de 1989.
36
CASARINO VITERBO (2005) p. 151.
37
Corte Suprema, 27 de abril de 1954. Otro fallo posterior expresa esta idea en términos similares: “El precepto que
estatuye que la oposición deberá ser desestimada de plano si no emana de legítimo contradictor, es perentorio y obliga
al juez a abocarse de inmediato al estudio y resolución de este solo aspecto de la cuestión con prescindencia de todo
otro que se le exponga, porque es en realidad el único sometido a su juzgamiento, ya que su decisión tendrá que
limitarse a acoger la oposición si es que la fórmula demuestra “tener derecho” o a rechazarla en caso contrario” (Corte
Suprema, 28 de junio de 1962).

Revista de Derecho Administrativo Nº 2 91


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Señalamos antes que la Corte Suprema había precisado que el legítimo contradictor debe
necesariamente alegar un “derecho excluyente con el del solicitante” para que su oposición tenga
objeto y sea eficaz. El tercero que ejerce el derecho a oponerse en el asunto voluntario debe
justificar un derecho de tal naturaleza que lo habilite para excluir al primer interesado, derecho que el
tercero expresa solicitar, pretender o requerir para sí.38
En nuestra opinión resulta claro que la situación del dueño del terreno afecto al gravamen de
tolerar los estudios y mediciones que realice el concesionario eléctrico provisional (artículos 21 y
22, D.F.L. Nº 4/20.018, LGSE) se encuentra lejos de cumplir con esa condición de legitimación.
Lo anterior comoquiera que una vez dictado el acto concesional provisional a favor de su
titular y constituido el “derecho administrativo” a realizar estudios y mediciones en el predio
particular de conformidad con la Ley de Servicios Eléctricos, se genera para el afectado de pleno
derecho una carga real de naturaleza pública que se radica en forma inmediata e inseparable en el
derecho de dominio que se detenta sobre el predio gravado. Así, a la propiedad sobre el inmueble
rural que invoca como “derecho” el tercero opositor se ha incorporado una limitación u obliga-
ción autorizada por la ley (artículo 19, Nº 24, inciso 3º, Constitución Política) justificada en la
función social de la propiedad constitucionalmente establecida (utilidad pública). Resulta por
tanto incontestable que el titular del terreno enfrentado al deber de soportar dicha carga pública
ya no detenta facultad alguna de exclusión que pueda oponer al concesionario titular del dere-
cho a realizar estudios y mediciones en dicho inmueble, al menos en esta sede.39
Con certeza puede afirmarse que el “opositor”, una vez reconocido por acto administrativo
el “derecho” al concesionario provisional, no tiene ya un “derecho a oponerse” al gravamen
impuesto; no tiene en fin la calidad, condición o legitimación suficiente para excluir, repeler o
resistir la facultad que legalmente ya se ha reconocido al concesionario. No es, en consecuencia,
a ese respecto, un “tercero excluyente”, un “legítimo contradictor”.
En fin, no tiene “derecho” a “oponerse” el tercero propietario del terreno porque sustantiva-
mente carece de esa posición jurídica frente al titular del –también– “derecho” a ejecutar los traba-
jos de estudio o medición predial. La única posición jurídica correlativa que puede exhibir el dueño
del terreno frente al concesionario provisional es la situación pasiva consistente en el deber jurídico
de soportar la carga, gravamen, limitación u obligación ya impuesta legalmente en su patrimonio.
Si algún contenido “activo” queda al propietario predial para oponer legítimamente al con-
cesionario provisional eléctrico, es aquel limitado a la pretensión indemnizatoria por los perjui-
cios que se le pudieren causar con ocasión de la ejecución de estos estudios, derecho que contem-
pla el artículo 22, inciso 2º, de la LGSE, y que, según se analizó, no tiene virtud suficiente en la
ley eléctrica para suspender la práctica de los trabajos en el terreno particular.40
Digamos finalmente que lo dicho aparece plenamente confirmado por un reciente fallo de la
Corte de Apelaciones de Valdivia.41 El tribunal resuelve revocar la resolución del juez a quo que
declaraba contencioso el asunto voluntario ante la oposición planteada por un dueño predial

38
Ibídem.
39
La Contraloría General de la República ha expresado esta idea señalando que: “[...] la Ley General de Servicios
Eléctricos, al consagrar el régimen de concesiones y los derechos emanados de ellas, en especial los que afectan las
propiedades de terceros y los bienes nacionales de uso público, se ha conformado a lo que la propia Constitución
prescribe, estableciendo limitaciones y obligaciones en la propiedad derivadas de su función social por razones de
utilidad pública y de interés general de la Nación. (Dictamen Nº 13.575 de 2000)
40
VERGARA BLANCO (1994) p. 484.
41
Eléctrica Pilmaiquén c/ Fuschlocher Herbach (2006).

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frente a la aprobación no contenciosa que requería un concesionario eléctrico provisional para


ingresar al terreno privado a efectuar estudios y otras mediciones. La sentencia de alzada tiene
presente para resolver así que la definición jurisprudencial de legítimo contradictor no resulta
aplicable en este caso al propietario oponente ya que éste no pretende para sí el derecho de
concesión, ni menos el permiso para ingresar a él, que ya tiene en su condición de titular del
dominio. Y agrega en lo que interesa:
“Quinto: Al respecto cabe considerar que mediante el acto administrativo, emanado de la Super-
intendencia de Servicios Eléctricos y Combustibles se otorgó la concesión eléctrica provisional en favor
de la Empresa Eléctrica Pilmaiquén S.A., de conformidad con lo que dispone el artículo 21 inciso 1º
del D.F.L. Nº 1 [actual art. 22, D.F.L. 4 - 20.018], con este acto se le ha reconocido el derecho al
concesionario para que realice los estudios y mediciones que la concesión conlleva. La solicitud que se
realiza ante el Juez de Letras constituye solamente una autorización o permiso para proceder a hacer
efectivas las labores una vez que esta autoridad jurisdiccional ha constatado que se reúnen todos los
requisitos legales para hacerlo y así lo decidió otorgándola en su resolución de fojas 85” .
“Sexto: La oposición que interpuso el propietario del inmueble afectado con los trabajos a realizar
por el concesionario provisional resulta improcedente por cuanto carece de respaldo jurídico que la
autorice, la única forma de lograrlo es acreditando su calidad de legítimo contradictor, situación que
en este caso no se da, como bien lo señaló la sentenciadora en el motivo vigésimo de la resolución en
alzada, por cuanto su pretensión no es excluir al interesado solicitante, por tener él mejor derecho para
solicitarlo sino que simplemente es impedir que éste ingrese a ejercer su legítimo derecho derivado de la
concesión provisional que le fue otorgada”.
6.4. LA OPOSICIÓN DEL TERCERO DEBE ARBITRARSE COMO RECLAMACIÓN EN CONTRA DEL
ACTO ADMINISTRATIVO QUE OTORGA LA CONCESIÓN ELÉCTRICA PROVISIONAL . Si aún hubiere
que determinar la existencia de un “genuino” legítimo contradictor frente al tercero pro-
pietario del terreno afectado por el gravamen en estudio, aquel sería lógicamente la propia
autoridad otorgante del acto concesional. Dicho órgano estatal –Superintendencia de Elec-
tricidad y Combustibles (SEC)–, a través del acto administrativo respectivo, es el que apare-
ce jurídicamente como la causa inmediata de la presunta afectación que el propietario
pudiera reclamar.
Hemos expresado que el acto concesional, como acto administrativo, goza del privilegio de
constituir el ejercicio legítimo de la autoridad administrativa. Esta presunción de legalidad reco-
nocida en el artículo 3º, inciso final, de la ley Nº 19.880, configura una suposición de regulari-
dad de los actos ejecutivos, que permite que ellos puedan desplegar sus efectos trasladando al
particular la carga de impugnarlos mediante recursos o acciones administrativas o jurisdiccionales
para obtener su nulidad y frenar su eficacia.42
Esta posibilidad aparece reconocida en nuestra Carta Fundamental que establece que “Cual-
quier persona que sea lesionada en sus derechos por la Administración del Estado, de sus organismos
o de las municipalidades, podrá reclamar ante los tribunales que determine la ley [...]” (artículo
38, inciso 2º). Idea que aparece ratificada también por el artículo 2º de la ley Nº 18.575
(D.F.L. Nº 1-19.653) Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administración del
Estado, al expresar que “todo abuso o exceso en el ejercicio de sus potestades [de los órganos de la
Administración], dará lugar a las acciones y recursos correspondientes”.

42
Cfr. GARCÍA DE ENTERRÍA y FERNÁNDEZ (1995) pp. 555 y ss.

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Empero, si la pretensión no se dirige a reclamar, impugnar o anular el acto administrativo


concesional emanado de la autoridad eléctrica, acto que dotado de presunción de validez, de
imperio y exigibilidad, configura la fuente de los derechos y obligaciones, en suma, la sede de la
presunta afectación o lesión que pretendería acreditar el afectado, a nuestro juicio una oposición
en contra del beneficiario del acto concesional carecería de eficacia jurídica suficiente para ener-
var la resolución administrativa provisional.
Es ostensible que frente a esa pretensión, el concesionario provisional eléctrico carece en
absoluto de legitimación procesal; no es ni puede ser “legítimo contradictor” frente al propieta-
rio del terreno, menos para “representar” a la entidad concedente, es decir, a un órgano de la
Administración del Estado. Por lo que estimamos que a ese respecto una oposición en sede no
contenciosa no aparecerá revestida de fundamento y carecerá de objeto y eficacia para transfor-
mar el negocio en un asunto contencioso.
6.5. OPOSICIÓN DEL TERCERO NO PUEDE EXCEDER EL LIMITADO CONTENIDO QUE FIJA EL AR-
TÍCULO 22 DE LA LGSE. Finalmente cabría expresar limitadamente que el único “derecho”
que la ley especial eléctrica pudiera permitir encuadrar en una “oposición” del tercero pro-
pietario del terreno afecto al gravamen de acceso, es la pretensión indemnizatoria de perjui-
cios que contempla el inciso final del artículo 22 de la Ley General de Servicios Eléctricos:
“El mismo Juez determinará, cuando los afectados lo soliciten, las indemnizaciones a que
tienen derecho por los perjuicios que les provocaren los permisos referidos en sus predios o
heredades”.
En tal caso la oposición asume un carácter esencialmente específico, toda vez que se circuns-
cribe a la sola posibilidad de plantear el resarcimiento de los daños causados por las labores de
prospección que el concesionario provisional realice en el terreno sujeto al gravamen.
Pero esta inteligencia del precepto obliga a reconocer que el artículo 823 del Código de
Procedimiento Civil resulta modificado por esta disposición especial de la preceptiva eléctrica.
Esto porque esta última norma permite que se lleve a cabo el ingreso a los terrenos respectivos,
aun cuando no haya acuerdo sobre la indemnización. En efecto, la “aprobación” o “permiso”
inter volentes que otorga el juez a dicho acceso no se condiciona en caso alguno al pago previo de
la indemnización, porque el tribunal la fija sólo “cuando los afectados lo soliciten”.43

7. CONCLUSIONES
La Concesión eléctrica provisional regulada en los artículos 4º, inciso 1º, 22, 23 y 24 del
D.F.L. Nº 4-20.018, texto vigente de la Ley General de Servicios Eléctricos, configura un acto
administrativo reglado de doble efecto. Por una parte es un título jurídico declarativo de un derecho
en favor del concesionario eléctrico que faculta la afectación de terrenos públicos o privados a la
realización de estudios o mediciones preparatorias para las obras de la concesión definitiva. Adicional-
mente estas concesiones provisionales generan un gravamen real para el dueño del predio al
imponerle la carga jurídica de tolerar dichos estudios, deber que configura una típica limitación
u obligación al derecho de propiedad de aquellas que sólo la ley puede autorizar como derivación de su
función social, por razones de utilidad pública (artículo 19 Nº 24, Constitución Política). Ambos
efectos –derecho de acceso y gravamen predial correlativo– surgen jurídicamente para sus desti-
natarios, de pleno derecho, con el solo perfeccionamiento del acto administrativo concesional, el
que goza por ese hecho de una presunción de legalidad, imperio y exigibilidad.

43
Cfr. VERGARA BLANCO (2004) p. 123.

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La facultad de intervención requerida al juez según el artículo 22, inciso 1º, de la Ley Gene-
ral de Servicios Eléctricos, en cuanto configura una habilitación jurídica para permitir la eficacia
compulsiva del acto concesional, tiene una clara naturaleza no contenciosa: en dicho negocio no
se discute ni se controvierte sobre ningún derecho; el juez sólo es llamado a intervenir para
constatar hechos, asumiendo un rol eminentemente preventivo. Dicha norma estructura una
competencia para el tribunal que no tiene por finalidad declarar un derecho controversial entre
partes contendientes, porque el derecho que fluye del acto concesional ya preexiste a ellas y es, en
principio, indisputable dada la presunción de legalidad que beneficia a la concesión. Dicha interven-
ción judicial tampoco supone la negativa o la resistencia de alguien, sino sólo la necesidad de
dirigirse al juez para obtener de él una aprobación (“permiso”) que la ley exige para que dicho acto
de autoridad produzca pleno efecto jurídico. La facultad del tribunal, en suma, va orientada más
que a componer una controversia, a dar plena eficacia, fuerza y autenticidad al acto del ejecutivo.
Lo anterior es armónico con la naturaleza voluntaria que la ley asigna a otras gestiones similares
que suponen el concurso del juez para aprobar el ingreso a un inmueble, con conocimiento de
causa (“toma de posesión del bien expropiado”: art. 21, D.L. Nº 2.186, de 1978).
Tanto la doctrina como la jurisprudencia judicial han estimado que en un asunto voluntario
el legítimo contradictor no puede impetrar el recurso de revocación puesto que dicho tercero
sólo puede oponerse al trámite, pero no actuar dentro de él. En efecto, los asuntos voluntarios
sólo originan relaciones procesales exclusivamente entre el solicitante y el tribunal requerido por ese
peticionario. Por lo señalado, y a mayor abundamiento, tampoco resulta procedente que un
tercero extraño a la gestión oponga o promueva, como cuestión previa, incidencias de nítido
contenido contencioso (nulidad procesal; excepción de cosa juzgada) distintas de aquellas expre-
samente admitidas por la ley. Las únicas vías que franquea el código a dicho sujeto para revocar
o modificar lo resuelto en la gestión voluntaria es el camino de la formulación de una oposición
como legítimo contradictor (artículo 823, CPC) o la opción del juicio contradictorio.
La oposición formulada por un tercero en contra de la solicitud del concesionario eléctrico
provisional es improcedente en Derecho e ineficaz para transformar el citado asunto voluntario
en un negocio contencioso. Es improcedente la oposición toda vez que el tercero propietario del
terreno no aparece en principio como “legítimo contradictor” frente al concesionario eléctrico
provisional. Lo anterior porque dicho interviniente no ostenta un “derecho excluyente” al con-
cesionario provisional en la gestión voluntaria. Porque el titular del terreno no está legitimado
para impedir al concesionario eléctrico la realización de los estudios y mediciones a que tiene
derecho legal. Hemos expresado que el “opositor”, una vez otorgado por acto administrativo el
“derecho” al concesionario provisional, no tiene facultad para oponerse a la concreción de dicho
gravamen; no tiene en fin calidad, condición o legitimación suficiente para excluir, repeler o
impedir el ejercicio de la facultad que legítimamente ya se ha reconocido al concesionario. La
única posición jurídica correlativa que puede exhibir el dueño del terreno frente al concesionario
provisional es una situación pasiva: el deber jurídico de soportar la carga, gravamen, limitación
u obligación ya impuesta legalmente a su derecho, sin perjuicio de la facultad de impugnar
oportunamente el acto concesional mismo, cosa bien distinta.
En ese sentido, el verdadero legítimo contradictor frente al propietario del terreno afectado
por el gravamen en estudio, no es otro que la propia autoridad administrativa otorgante de la
concesión, acto que aparece como la causa inmediata del surgimiento del gravamen respectivo.
Por ello, el medio adecuado para arbitrar la resistencia del dueño predial al gravamen de prospec-
ción eléctrica debe ser la interposición de un reclamo contencioso-administrativo en contra del
acto concesional provisional. En este caso, dirigido en contra de la Superintendencia de Electri-

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cidad y Combustibles que aparece en la ley como la autoridad concedente, en conformidad a la


reclamación que contempla el artículo 19 de la ley Nº 18.410, de 1985.
Finalmente, digamos que la oposición del tercero en la gestión voluntaria jamás podrá exce-
der el limitado alcance jurídico que le fija el inciso 2º, del artículo 22 de la LGSE, y que la
circunscribe a la sola posibilidad de plantear el eventual resarcimiento de los daños causados por
las labores de prospección que el concesionario provisional eléctrico ha de realizar en el terreno
sujeto al gravamen.

BIBLIOGRAFÍA CITADA
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JURISPRUDENCIA CITADA
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18 abril 2000.
Eléctrica Pilmaiquén con Fuschlocher Herbach (2006): Corte de Valdivia, 20 octubre 2006, IC Nº 736-
2006.
(1936) Corte de Temuco, 26 de diciembre de 1936, en Gaceta de los Tribunales, 2º semestre, Nº 201,
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(1954) Corte Suprema, 27 de abril de 1954, en Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. 51, sec. 1ª, p. 91.
(1962) Corte Suprema, 28 de junio de 1962, en Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. 59, sec. 1ª, p. 194
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