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FECHA DE NACIMIENTO
Aurelius Augustinus Hipponensis “Aurelio Agustín” nació el 13 de noviembre del año
354.
PAÍS DE ORIGEN
Tagaste, en el África romana
OBRA CUMBRE
“La ciudad de Dios y Sobre la Trinidad”
La doctrina de la Trinidad enseña que existe un solo Dios, pero en Tres Personas
divinas que tienen una misma naturaleza.
Las palabras “naturaleza” y “persona, no se toman aquí en el sentido corriente de
los términos, sino de acuerdo con el lenguaje filosófico, que es más preciso.
La naturaleza o esencia de los seres es aquello que hace que las cosas sean lo que
son; el principio que las capacita para actuar como tal (por ejemplo, la naturaleza
del hombre es ser animal racional compuesto de alma y cuerpo), La persona, en
cambio, es el sujeto que actúa (por ejemplo, un hombre concreto con un nombre:
Pedro Perez, que actúa de acuerdo a su naturaleza: piensa, quiere, trabaja, etc.).
Así es claro que en cada hombre hay una sola naturaleza y una sola persona. En
Dios, en cambio, no ocurre así: una sola Naturaleza sustenta a una Trinidad de
Personas.
Finalmente, la famosa Ciudad de Dios, es una de las obras más citada que leída,
cada vez que continuamos con la lectura encontramos pensamientos y problemas
filosóficos, cuestiones, ideas e indicaciones críticas y científicas relacionadas con
las ciencias filosóficas. Esta obra, que, según confiesa el mismo San Agustín, más
bien debiera intitularse Las dos Ciudades, describe en sus veintidós libros la
oposición y la lucha entre el bien y el mal, entre el mundo y Dios, entre la ciencia
humana y la ciencia divina, entre la Filosofía pagana y la Filosofía cristiana,
oposición y lucha que no pueden narrarse ni discutirse sin narrar y discutir la mayor
parte de los problemas filosóficos. Cierto que en esta grande obra, y especialmente
en sus primeros libros, tropezaremos con apreciaciones, noticias, detalles y hasta
capítulos enteros que ofrecen escaso interés en sí mismos, y hasta con relación al
pensamiento fundamental de la obra; pero no es menos cierto que estos defectos
se hallan superabundantemente compensados por la majestad de exposición,
profundidad de ideas, elevación de miras y unidad armónica de pensamiento que
brillan en los doce últimos libros de la obra, de los cuales puede decirse que
constituyen la verdadera Ciudad de Dios de San Agustín. En ellos se describe y
discute el origen, progreso y destino final de las dos ciudades; en ellos aparece,
encarna y se desenvuelve la idea madre de la Ciudad de Dios, que no es otra que
la concepción cristiana de la Filosofía de la historia. En realidad, los diez primeros
libros de la Ciudad de Dios pueden considerarse como el prólogo, como los
preliminares de la obra.
RESEÑA HISTÓRICA
Primeros años
Mónica, la madre de Agustín, procuró enseñar a su hijo los principios del
cristianismo, pero el joven no se mostró interesado en seguir ese camino. Más bien
se mostraba proclive a estudios liberales: letras, teatro, filosofía. Antes de los veinte
años mantuvo una relación marital con una joven con la que tuvo un hijo llamado
Adeodato.
Fue en el campo de la filosofía en el que experimentó con diferentes corrientes de
pensamiento, sin que ninguna llegase a satisfacerlo del todo. A los 29 años viaja a
Roma, y luego a Milán. Allí tiene otro acercamiento al cristianismo, a través del
Obispo Ambrosio de Milán.
Acontecimientos destacados
Agustín conoce las epístolas de Pablo de Tarso, y empieza a sentirse inclinado al
cristianismo. Sus dudas acerca del camino que debía tomar encuentran respuesta
en las recomendaciones de Pablo acerca del ascetismo y llevar una vida sencilla y
dedicada a la reflexión. A pesar de que el acercamiento de Agustín complació a su
madre Mónica, ésta no pudo convencerlo de desposar a una joven que había
escogido para él. Agustín toma la decisión de hacerse cristiano, bautizándose a los
33 años. Por esos días falleció su madre.
Una vez bautizado, se dedica a una vida monástica. Se desprendió de sus
posesiones, y optó por un retiro. Sin embargo, viaja a la ciudad llamada Hipona, y
que hoy se llama Annaba, ubicada en Argelia. En el viaje buscaba a algún aspirante
a entrar a la vida del monasterio, pero encontró que su fama le precedía, y que
deseaban ordenarlo como sacerdote. Luego de algunas dudas, aceptó la
ordenación y se radicó en Hipona.
A los 41 años fue ordenado como obispo. Durante el tiempo de su ejercicio clerical,
trabajó extensamente predicando y escribiendo tratados sobre las diferentes
cuestiones relacionadas con la fe. Combatió la herejía, y dictó cátedra sobre la
razón, la gracia y la ética.
Últimos años
El Imperio Romano Occidental vivía una etapa de conflictos e invasiones que
marcaban su decadencia. Para el 430, teniendo 76 años, Agustín presenció el sitio
al que fue sometida la ciudad de Hipona por parte de los vándalos, bajo la
conducción de Genserico. En medio de esta situación enfermó, muriendo el 28 de
agosto de ese mismo año. Sus restos reposan en la Basílica de San Pietro en Pavía,
después de haber pasado un tiempo indeterminado en Cerdeña.
Legado
San Agustín fue reconocido en vida como uno de los pensadores más lúcidos de la
Iglesia. Por el tamaño de su obra, fue reconocido por el catolicismo. En 1295 el
Papa Bonifacio XIII le otorga por aclamación el título de Doctor de la Iglesia. Sobre
la fecha de su canonización y su posterior santificación, no hay registros
documentados.
San Agustín fue autor referencial de numerosos textos donde se dicta doctrina y se
sientan posiciones sobre la fe, su figura de pecador transformado en santo lo hace
uno de los más reconocidos. Su hijo Adeodato murió antes de dejar descendencia,
por lo que su linaje termina con él.
Ius Naturalista: San Agustín se hace explícito el sentido religioso de esta distinción
seguida por Séneca y Marco Aurelio. La naturaleza humana es doble. El hombre es
espíritu y cuerpo y por lo tanto es a la vez ciudadano de este mundo y de la ciudad
celestial.
Clasificación de las leyes: San Agustín se refería a la ley como la noción impresa,
principio y fundamento del orden jurídico y legal. Diciendo también que nuestra ley
natural es impresión o copia de la ley eterna, las leyes pueden también ser objetivas
o subjetivas y corren paralelamente a los demás valores.
Ley Eterna: Es la razón divina o voluntad de Dios que manda conservar el orden
natural y prohíbe que se perturbe. La ley eterna afecta, por tanto, a todos los seres
irracionales la cumplen de un modo necesario, sin posibilidad de elección, el hombre
en cuanto ser dotado de racionalidad la acepta libremente. Se dice también que
consiste en un orden que reside en la razón misma de Dios que gobierna el universo
y no puede ser conocida por otro medio que la revelación.
Ley Natural: No es algo distinto de la ley eterna, sino según San Agustín la ley
natural es la ley propia del hombre que le sirve para discernir lo justo de lo injusto y
tiene, en todo caso, un carácter objetivo. Tiene su fundamento en la naturaleza y
los hombres la conocen por medio de la razón, siendo por otra parte, una copia
imperfecta de la ley eterna.
Derecho como sistema de orden para la paz: El derecho además de ser una
ciencia tiene como finalidad regular la conducta del hombre. Debido a que el hombre
por naturaleza busca la convivencia social y dentro de ella, los individuos tienen
conflictos para que prevalezca la paz social, mediante la aplicación del Derecho se
buscara preservarla, por medio de normas jurídicas, son ideales al momento que
serían aplicadas.
Derecho Natural: Era para ellos el verdadero derecho, al punto que erróneamente,
por supuesto desdeñaron el aporte de la historia. Pero mientras el tomismo funda el
derecho natral en la ley divina o eterna, considerándolo un reflejo de esta, la Escuela
Clásica del Derecho Natural lo funda en la naturaleza humana, en lo que tiene de
universal y permanente, sosteniendo que es descubierto por la razón, que
desempeña en esta teoría una mera función instrumental.
TESIS
BASE DE TESIS
2. Dios: El mismo San Agustín que busca la verdad en el interior del hombre, dice
a la vez con no menor énfasis: “Dios es la verdad". San Agustín se eleva de
lo verdadero singular a la verdad una gracias a la que todo lo verdadero es
verdadero para tener participación en ella. Considera esta ascensión como prueba
de que existe Dios y el mismo tiempo de lo que Dios mismo es: el todo de lo
verdadero, el ser bueno de todo lo bueno, el ser de todo ser. Así Dios es todo, pero
a la vez no es nada de todo, pues sobre puja a todo, ninguna categoría se le puede
aplicar.
3. Creación: Este concepto no es filosófico sino teológico. Por tanto, cuando San
Agustín trata de pensarlo, se le ofrecen inmediatamente dificultades filosóficas. En
este caso, habría que admitir también en Dios lo mutable. Por otra parte, la creación
proviene de un acto libre de la voluntad de Dios, y no es, por tanto, una procesión
necesaria, como con frecuencia se repitió contra la teoría de la emanación. San
Agustín deja por fin la cuestión en suspenso. Ve que no se puede resolver con
nuestros conceptos espaciales y temporales.
4. Alma: El alma tenía para el especial interés. “A Dios y al alma deseo conocer".
El alma tiene un efecto el primado frente al cuerpo. Cierto que San Agustín no es
ya pesimista acerca del cuerpo: el espíritu del cristianismo y su doctrina de la
creación no lo permiten. No obstante, para San Agustín el hombre es propiamente
el alma. Y así, seguirá pensándose, aun después de que en la alta edad media
prospere la formula aristotélica de la unidad del cuerpo y el alma.
6. La Ciudad de Dios: Siempre tendrá lugar en la historia del mundo la lucha entre
la luz y las tinieblas, entre lo eterno y lo temporal, entre lo supra sensible y lo
sensible, entre lo divino y lo anti-divino. En su gran obra la Ciudad de Dios San
Agustín, muestra cómo los poderes del bien tienen que luchar constantemente con
los poderes del mal. Su sentido definitivo es el triunfo del bien sobre el mal.
Ensayo
En la anterior tesis tratamos el pensamiento de San Agustín de Hipona en el cual
nos vamos a enfocar en unas de sus teorías más a fondo en este ensayo yes la
verdad según San Agustín de Hipona y que pasa con esta teoría.
Teoría De La Verdad
El pensamiento de San Agustín corrió paralelo a su vida. Tuvo dos intereses
primordiales: una pasión grande por la verdad y una preocupación creciente por el
origen del mal en el mundo.
2. La verdad iluminadora:
Se refiere a que el alma racional, nuestra esencia, con el uso de sus sentidos logra
adquirir una representación del mundo tangible o material, pero al mismo tiempo el
alma tiene la capacidad para aprender objetos suprasensibles inconmutables.
3. La verdad beatifica-dora:
Es la verdad cuya procedencia proviene de Dios por medio de la creación, mas no
de la emanación, ya que la vida humana es un retorno a Dios, el único ser capaz de
darnos la felicidad perfecta.
Esta posesión de la verdad se adquiere con el ejercicio de la virtud que san Agustín
define como “el amor, amando lo que debe amar”.