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EBOLA

El virus del Ébola (EVE), antes conocido como fiebre hemorrágica del Ébola, es una
enfermedad vírica aguda grave, transmitida al ser humano por animales salvajes,
que se propaga en las poblaciones humanas por transmisión de persona a persona.
En concreto, se asocia principalmente al contacto directo o indirecto con sangre o
secreciones corporales. La enfermedad afecta a personas y a primates no humanos
(monos, gorilas y chimpancés). La mayoría de los casos humanos descritos en 2014
se han debido a la transmisión de persona a persona.
La infección se produce por contacto directo, a través de las membranas mucosas
o de soluciones de continuidad de la piel, con la sangre u otros líquidos o
secreciones corporales (heces, orina, saliva, semen) de personas infectadas.
También puede producirse cuando las membranas mucosas de un sujeto sano
entran en contacto con objetos contaminados por las secreciones infecciosos de un
paciente con el virus del Ébola, como ropa o agujas usadas.
Los brotes se producen principalmente en aldeas remotas de África central y
occidental, cerca de la selva tropical, y tienen una tasa de mortalidad que oscila
entre el 25 y 90 por ciento. El nombre de Ébola tiene su origen en la aldea donde
se produjo el segundo de los brotes, cerca del río Ébola, en la República
Democrática del Congo. El virus se detectó por vez primera en 1976 en dos brotes
simultáneos ocurridos en Nzara (Sudán) y Yambuku (República Democrática del
Congo).
El brote de 2014 (cuyo primer caso se registró en diciembre de 2013, en Guinea) ya
supera en número de afectados a la suma de víctimas de todos los anteriores
episodios.

Prevención
En algunos casos, con el fin de reducir el riesgo de transmisión al ser humano,
puede ser necesario sacrificar a los animales infectados, supervisando la
inhumación o incineración de los cadáveres.
A falta de un tratamiento óptimo y de una vacuna eficazmente probada, la única
forma de reducir el número de infecciones y muertes humanas es la concienciación
sobre los factores de riesgo y un seguimiento riguroso de protocolos con medidas
de protección.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda evitar el contacto físico
estrecho con pacientes con EVE y utilizar guantes y equipos de protección personal
adecuados. Es necesario lavarse las manos con regularidad tras el contacto con los
enfermos. No debe descuidarse tampoco las medidas de protección a la hora de
enterrar a las personas fallecidas. Éstas deben ser sepultados rápidamente y en
condiciones de seguridad.
En cuanto a los profesionales sanitarios, es vital que observen en todo momento y
todos los centros las precauciones habituales y los protocolos de seguridad,
independientemente del diagnóstico del paciente. Entre las medidas clave se
encuentran la higiene básica de las manos, la higiene respiratoria, el uso de equipos
de protección personal (en función del riesgo de salpicaduras u otras formas de
contacto con materiales infectados) y métodos de inyección e inhumación seguros.
Los trabajadores sanitarios que atienden a pacientes presuntamente infectados
deben aplicar, además de las precauciones generales,
otras medidas de control para evitar cualquier exposición a la sangre o
secreciones corporales del paciente y el contacto directo sin protección con el
entorno posiblemente contaminado. Cuando tengan contacto estrecho (menos de
1 metro) con pacientes con EVE, los profesionales sanitarios deben protegerse la
cara (con máscara o mascarilla médica y gafas) y usar bata limpia, aunque no
estéril, de mangas largas y guantes (estériles para algunos procedimientos).
Quienes trabajan en el laboratorio también corren riesgo. Las muestras tomadas a
efectos de diagnóstico de personas o animales con posible infección, o ya
confirmada, por el virus del Ébola deben ser manipuladas por personal
especializado y procesarse en laboratorios adecuadamente equipados.

TRATAMIENTO
No hay vacuna contra la EVE. Se están probando varias, pero ninguna está aún
disponible para uso clínico.
Los casos graves requieren cuidados intensivos. Los enfermos suelen estar
deshidratados y necesitar rehidratación por vía intravenosa u oral con soluciones
que contengan electrólitos.
Se realiza un tratamiento sintomático para complicaciones como hipovolemia,
desequilibrio electrolítico, hipoxemia, hemorragia, choque séptico, fallo
multiorgánico y coagulación intravascular diseminada. Entre los cuidados
recomendados, destacan: repleción volumétrica, mantenimiento de la presión
arterial y de la oxigenación, control del dolor, soporte nutricional, tratamiento de
infecciones bacterianas secundarias y de otras alteraciones de base.
No hay ningún tratamiento específico, aunque se están evaluando algunos en fase
preclínica y experimental. Algunas de estas terapias son: el plasma de
convaleciente (transfusiones de plasma que contienen anticuerpos contra el virus);
el suero ZMapp (combinación de tres anticuerpos monoclonales), fármaco
administrado con autorización especial de la OMS a varios pacientes, entre ellos el
español fallecido Miguel Pajares y al menos otros tres más que se han recuperado
(datos insuficientes para concluir su eficacia); un preparado de globulina
hiperinmunizado; el ARN pequeño de interferencia TKM-100802 y la molécula AVI
7537 (que ya han mostrado tolerancia en personas); los antivirales BCX4430,
favipiravir (aprobado en Japón para la gripe) e interferones (indicados en hepatitis y
esclerosis múltiple); la vacuna VSV?G-ZEBOV y la vacuna ChAd3-EBO, entre otros.

SINTOMAS
Los síntomas pueden aparecer entre los dos y los 21 días luego de la exposición al
virus. En general, incluyen:
 Fiebre
 Dolor de cabeza
 Dolor en los músculos y articulaciones
 Debilidad
 Diarrea
 Vómitos
 Dolor abdominal
 Falta de apetito

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