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(Resumen)
El primer capítulo escrito por Roberto Iglesias permite tener una breve reseña de
lo que fue la vida de Freire, considerándolo como una “figura paradigmática de
los años 70” siendo este personaje un modelo desafiante para nosotros los
latinoamericanos tanto en el ámbito educacional, social y político.
Según Iglesias Freire fue considerado “pasado de moda” y esto debido a que este
renombrado autor pretendía cambiar y construir una propuesta revolucionaria y
abogar por los sectores más necesitados lo cuales según el habían sido olvidados
por el sistema.
En el quinto capítulo del libro, Paulo Freire hace mención de algo que para él es
de bastante importancia y me refiero a la situación educativa y a los elementos
que la constituyen como lo son: la presencia de un sujeto, el educador o la
educadora y la presencia de los educandos, de los alumnos. En la situación
educativa como se menciona anteriormente es muy importante la relación entre
educador-educando, pero al mismo tiempo es importante en qué lugar o sitio se
lleva a cabo tal relación o a lo que Freire mencionaba como: espacio pedagógico
en el que Freire hace una crítica en las malas condiciones en las que se
encontraban cierta cantidad de escuelas en su país.
Freire en su sexto capítulo comienza con una serie de preguntas y respuestas las
cuales piensa son de sumo interés tanto para los docentes como para los
estudiantes de las cuales retomaré y explicaré unas cuantas. La primera
pregunta Freire la plantea de la siguiente manera: ¿Cómo motivar a los alumnos
e impedir que se adapten al desinterés, al individualismo y a la falta de
solidaridad imperante?
Esta pregunta se asemeja en gran manera a la realidad en la que vive nuestro
país debido a la situación económica por la que este está pasando ya que la
mayoría de los estudiantes no logran terminar satisfactoriamente el bachillerato
ya sea por diferentes motivos tanto económicos como sociales; y algunos otros
pocos que logran de alguna manera poder estudiar en la universidad y terminar
con éxito se encuentran con faltas de empleo y oportunidades llevándoles al poco
o desinterés total, por lo tanto tenemos que hacer nuestro este problema.
¿Qué entiende por ética del educador? Para Freire la ética establece los principios
morales de convivencia y respeto, regla en nuestra presencia en el mundo. La
ética permite conocer gran parte de la personalidad de un ser humano.
El séptimo capítulo es el último realizado por el autor Paulo Freire trata en este
grandes temas de los años 60 y 70, entre ellos la libertad y la autodeterminación
de los pueblos y hace un llamado a las nuevas generaciones a que cambien y
busquen nuevos caminos de lucha.
Este capítulo es descrito por Pablo Imen durante una ceremonia de imposición
del nombre de Paulo Freire al Aula magna de la facultad de Ciencias de la
Educación de la Universidad Nacional del Comahue. Este autor comienza su
capítulo nombrando a Paulo Freire como una referencia necesaria e inevitable por
su propuesta teórica en la educación.
Freire consideraba que una de las herramientas utilizadas para enmascarar la
educación es la omisión del “afuera”, de lo extraescolar, es decir lo que no está al
alcance de los procesos educativos y que impiden que los alumnos se desarrollen
correctamente. Ejemplo: en la realidad escolar en la que se encuentra el país
muchos de los niños que estudian en escuelas públicas llegan a recibir sus clases
sin haber si quiera probado alimento alguno y esto debido en muchas ocasiones a
factores económicos que les impiden obtener lo necesario para su desarrollo
óptimo. Algunas de estas problemáticas se han tratado de resolver mediante
programas de escuela saludable que en la mayoría de Instituciones de carácter
público no se llevan a cabo con la debida eficiencia para que la situación actual
pueda mejorar.
9. ¿Desde dónde, cómo, con quién, con qué valores? Por Roberto
Iglesias.
El último capítulo del Libro Manso es descrito por Carlos Falashi en una forma de
oda hacia Paulo Freire describiendo sus momentos académicos, influencias
teóricas y su intervención en la educación como práctica de la libertad a la
pedagogía liberadora.
Se puede apreciar que el desarrollo teórico de Freire, más allá de haber sido
elaborado en un contexto de producción político y geográfico diferente al nuestro,
tiene una notable vigencia. Freire se lee y seguramente se seguirá leyendo entre
otros motivos tal vez, por ser quien inauguró una manera crítica de pensar el
ámbito educativo, quién reparó en sus elementos fundamentales y reivindicó
como una salida posible la lucha ético-práctica a partir de la pedagogía, la cual
permitiría hacer y rehacer la realidad. Este aspecto propuesto, es a mi humilde
consideración una de las grandes fortalezas del texto ya que en este capítulo,
toma la intervención solidaria, esperanzada, como una salida creativa y digna que
tiene como objetivo dar batalla permanente a la ideología inmovilizadora y
fatalista de globalización capitalista.
Creo que es fundamental poder asimilar con detalle cada situación o etapa que
plantea Paulo Freire para así englobar todos los aspectos en que se debe
involucrar un profesor y todas las situaciones que se relacionan con ella. Partir
con algo tan esencial como preguntarnos cuál es la concepción del hombre y de la
mujer es algo que para muchos puede ser elemental, pero que a veces dado los
resultados evidentemente pocos se lo cuestionan, aun cuando sería muy
necesario que lo hicieran. Como el mismo Freire señala en la “Pedagogía del
Oprimido” el hombre y la mujer somos seres históricos que se hacen y se rehacen
socialmente y es en base a esto que veo su invitación como educador a forjar un
presente y un futuro mejor.
Por lo expuesto anteriormente es que de manera personal creo que el libro nos
entrega claridad nutritiva frente a las situaciones ya que queda en evidencia cual
es la verdadera función de un profesor y que trasciende a la sala de clase. Un
buen educador es aquel que se involucra a diario con la sociedad y sus realidades
para mejorar la calidad del aprendizaje, es aquel que tiene una postura clara, y
determinada en lo que se refiere a sus valores, a la política, a los problemas
sociales, es aquel que se reconoce como un ser inacabado que necesita siempre
curiosear, buscar respuestas y tratar a los niños desde esta misma mirada. A
través de sus páginas podemos conocer conceptos que personalmente desconocía
como por ejemplo la Práctica Educativa, la Educabilidad del Ser, la Pedagogía
Crítica. Creo que lo enriquecedor de sus definiciones es que van mucho más allá
de lo técnico pues abarcan situaciones, que pueden ser aplicadas a la realidad
que se vive en nuestra y otras sociedades.
Durante la charla uno de los ejes sobre el cual giran sus reflexiones es sobre
cómo ejercer la práctica educativa frente a la realidad actual. Realidad signada
por la desesperanza y el desconcierto producidos como consecuencia de la crisis
económica-cultural provocadas por la globalización y las ideas neoliberales en los
países de América Latina.
Para ello recurre a la historia, al momento en que el hombre se reconoce como ser
social, la invención de la sociedad, la cultura, y el lenguaje. Y comprender que
somos seres incompletos, inacabados insertos en un mundo en constante
movimiento. Y como antes de saber leer y escribir, el hombre y la mujer trataban
de captar y entender el medio que lo rodeaba.
Aunque sea difícil, la realidad puede ser transformada, eso expone Paulo Freire, y
eso es, de hecho, una tarea histórica: transformar la realidad. La historia no
comienza y acaba con cada uno, va más allá de las individualidades, es un
proceso, por eso se debe contribuir con lo que nos toca para ayudar a las
generaciones siguientes de distintas maneras de acuerdo con el tiempo presente,
la forma de pelear se reinventa.
Freire habla también de una utopía posible latinoamericana: la reinvención de las
sociedades, esto es trabajar para hacerlas más humanas, más vivibles para todas
las clases sociales. Para lograr esto se debe comenzar por revalorizar la
democracia en lo individual, en lo pequeño: nuestro barrio, nuestra casa.
Mientras continúen las injusticias y la explotación la historia seguirá viva y será
de lucha.
Este cambio a su vez debe expandirse a la actitud docente, él debe ser coherente
entre lo que dice y hace. Así comienza un nuevo proceso de cambio que debe
expandirse. Este cambio es un movimiento, lo que hace a la pedagogía de la
movilidad, esto conlleva a estar “abiertos al cambio y a la diferencia”, a educar a
los alumnos en base a una pedagogía de la palabra y no del silencio, de la
apertura hacia el otro, reconstruyendo de a poco la esperanza. La ética que
caracteriza al proceso educativo, que parte del sentido común, “define al deber
ser, establece los principios morales de la convivencia, el respeto, regula nuestra
presencia en el mundo”. Esta ética se transmite a partir del testimonio de que de
la ignorancia se va a la sabiduría, se puede llegar.
Frente a una pregunta sobre si se debe volver a los viejos temas que se trataban
antes de las dictaduras (como la libertad y el respeto), Freire contesta que los
problemas se presentan según la historia, que cambian con ella y junto con las
maneras de luchar. La necesidad de luchar no cambia.
Para lograr el cambio se debe comenzar por la concientización, que “pasa por la
toma de conciencia pero la profundiza”, concientizarse de que si los hombres
hemos sido capaces de agregar algo a un mundo que encontramos hecho, de
crear cultura, ¿cómo no vamos a ser capaces de cambiar el mundo que sí
hicimos?, el mundo de la cultura, de la política, de la explotación y de las clases
sociales.