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Arias Ponencia V Congreso PDF
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EL SALVADOR:
FUERZA DE TRABAJO CAUTIVA
(18211900)
Ponencia de Jorge Arias Gómez
Investigador del IEHAA de la UES
1. Planteamiento general
Hasta donde abarcan nuestras informaciones, en la bibliografía historiográfica de El
Salvador lo mismo que en la hemerografía, no se encuentra estudio alguno sobre el
tema de esta ponencia. La categoría Afuerza de trabajo cautiva (en adelante, FTC) se
configura al analizarse la documentación respectiva. En efecto, a lo largo de los setenta
y nueve años del siglo XIX, posteriores al 15 de septiembre de 1821, privaron en El
Salvador1 unas relaciones sociales de producción que no han sido profundizadas en
algunos aspectos importantes. Tal es el caso de la fuerza laboral en el campo.
Durante el período de tiempo a que hemos aludido (18211900), no pocas instituciones
jurídicas de la colonia siguieron vigentes de hecho y algunas hasta fueron retomadas y
retocadas para adaptarlas a la nueva nueva legalidad. Nuestro propósito es el de
analizar aquellas que le otorgaban juridicidad a las relaciones sociales de producción
en el agro y que, por consiguiente, eran parte integrante de esa totalidad institucional
conocida como Estado de Derecho. Nuestra fuente histórica principal para abordar el
tema, es la Recopilación de las leyes del Salvador, en Centro América, hecha por
encargo gubernamental por el Presbítero Doctor y Licenciado Isidro Menéndez.2 En la
Advertencia Importante de esta obra, se aclara lo relativo a la vigencia de las leyes. De
tal manera que las normas a las cuales nos remitiremos, y que sirven de fundamento a
este ensayo, estaban vigentes en el tiempo de la recopilación y prosiguieron así,
aunque con nuevas redacciones, durante no pocos decenios.
2. Caracterización de la FTC
Como características formales de la FTC, hallamos, entre otras, las siguientes: 1a.) Los
artesanos, peones y jornaleros sin empleo, tenían la ineludible obligación de inscribirse
en un padrón llevado por las alcaldías en cuya jurisdicción residían. 2a.) No podían ni
debían abandonar la población mientras no tenían empleo. 3a.) No podían ni debían
emplearse libremente, al servicio de otra persona mientras no cumplían su empeño a
satisfacción del empleador. 4a.) El trabajador era estrictamente controlado en sus
desplazamientos y cumplimiento de sus labores, por funcionarios del aparato represivo
2
del Estado. 5a.) Había personal de las alcaldías que desempeñaban el papel de
reclutadores de mano de obra y a cambio recibían un pago del empleador. 6a.)
Podríamos añadir que los trabajadores sometidos a esta situación, eran los del campo
y no los de las ciudades.
Dicho con otras palabras, la FTC fue una de las formas de trabajo forzoso
condicionado por la violencia organizada por el Estado.3 Pensamos, además, que esta
categoría, a la vez que una expresión paladina de autoritarismo, es una concepción
raigal hundida muy profundamente en la ideología política, económica y social de las
élites que dominaran durante el siglo XIX. Para nadie es un secreto que aún en la
actualidad, es consustancial a la identidad de influyentes sectores de nuestra sociedad,
la concepción de que la gobernabilidad y estabilidad gubernamentales, lo mismo que la
seguridad, deben estar, necesaria e indefectiblemente, ligadas a la aplicación de mano
de hierro a los dominados.
que esta ALey de Policía está vigente después de ciento catorce años.4
Antes de proseguir, tratemos de esclarecer algunas de las ideas determinantes de la
concepción de la vagancia como un delito perseguible con tenacidad y sin tregua. En
comentario de fondo del semanario ALa Gaceta del Salvador en la República de
CentroAmérica (l3 de febrero de 1852), titulado ACostumbres (publicado en cuatro
entregas), se dice: ALa vagancia es un semillero fecundo de delitos y principalmente de
hurtos y rapiñas y que, por consiguiente, para combartirlos, además del abigeato, el
estupro y la mentira, debería Acomenzarse por detener la vagancia. Esta visión es
limitadísima: la vagancia es un efecto de causas, pero éstas no son explicadas. Esta es
una lógica de quienes escamotean la verdad que, desgraciadamente, sigue campante
en nuestro mundo oficial y no pocos sctores no oficiales. Obedece a que los
fenómenos socales no son analizados en su proceso de desarrollo, es decir,
haciéndose caso omiso de su historia.
En las mismas opiniones oficiales se puede encontrar, asimismo, razones económico,
puesto que la captura y condena de vagos servían para disponer de mano de obra que
se empleaba en obras públicas, como decir puertos, carreteras, edificios, etc. En ALa
Gaceta... (9 demayo de 1851), con lenguaje llano y muy explícito, se habla así: ANo
sólo deben las autoridades procurar el aseo de las poblaciones, sino también limpiarlas
de los ebrios, vagos y demás gente dañina, que ni se ocupa en su bien ni en el de la
sociedad. Sin aseo no hay salubridad; sin persecución de vagos nu aumenta el número
de trabajadores y el desorden se introduce de una manera sensible. El abandono de
los buenos ciudadanos en esta parte es demasiado perjudicial y casi todos
nuestrosmales provienen de la indolencia que se observa en todo lo que toca a las
cosas comunes. Por más esfuerzos que haga el Gobierno, si no encuentra
cooperación, nada podrá hacer. Del párrafo, destaquemos lo relativo al Ano aumento
del número de trabajadores, problema de alguna complejidad que trataremos más
adelante.
Volvamos a los elementos formales de la FTC, y refirámonos al contenido contenido
en las instituciones respectivas. Para este propósito, en lo que sigue, nos servirá el
AReglamento de Policía, decretado por el Gobierno el 12 de mayo de 1843.
Las disposiciones a que nos venimos refiriendo, tienen relación con anteriores leyes
que siguieron vigentes, tales como las que normaban el trabajo de jornaleros y
menestrales (DL de 6 de marzo de 1837), a quienes se les obligaba a cumplir sus
contratos porque, de lo contrario, eran penalizados, y la dedicada a los que no tenían
bienes conocidos (Decreto GubernativoDG de 14 de abril de 1841) los cuales eran
forzados a ocuparse en los trabajos de los hacendados o agricutor respectivo y obtener
de éstos el boleto Aen que conste la siembra o labor en que esté comprometido a
trabajar. Lo mismo se aplicaba en los pueblos para los dueños de obras o trabajos en
que se necesitaba brazos, entre quienes se repartían las personas tenidas como
vagos. Establecíase la presunción de que quien no presentaba sus boletos de trabajo
eran reputados como vagos, y se les aplicaban las penas de ley. Aun los maestros u
oficiales de algún arte o profesión estaban sometidos al rigor del sistema de trabajo
forzoso. A este respecto, se estipulaba: AArt.2o. Los que sean maestros ú oficiales de
algún arte o profesión mecánica, lo presentarán, igualmente, al del lugar en que tengan
su taller, ó donde trabajen semanalmente, bajo la misma pena del artículo anterior.
Las instituciones que hemos estudiado, comprendían a las mujeres Avagas y
Aholgazanas o que se ocupaban de vender aguardiente clandestina. Una vez
aprehendidas, se les destinaba a servir y moler en las casas en que se necesitaban, en
las labores y haciendas, mediante pago de jornal. Las personas a quienes se les
distribuían, estaban obligadas a dar cuenta si cumplían o faltaban. Respecto al trato
5
que las leyes daban a las mujeres, es muy ilustrativo el AReglamento de Policía Rural
decretado por el gobierno el 24 de julio de 1855. En su larguísimo Art. 8o., se
establecen veintidos funciones de los Inspectores de Policía, disponiéndose lo que, a la
letra dice: APerseguir, asi mismo, a las mujeres holgazanas, obligándolas a trabajar,
para lo cual las remitirán o a las fábricas de salitre y de pólvora, si las hubiere
menester, o a las haciendas y demás casas honradas en clase de sirvientes,
entendiéndose que habrá de pasárseles el salario que se estile, según el oficio a que
las dediquen. Por regla general, las mujeres de esta clase, podrán ser aseguradas con
carlanca o toba, si intentaren fugarse de las casas en que los Inspectores o Jueces las
hayan colocado.
El trabajo con salitre y la confección de pólvora, artículos estancados por el Estado, era
y es de carácter peligroso. En cuanto a la carlanca (o toba), tal es el nombre del collar
con púas de metal que se les pone a los perros para defenderles su cuello de las
mordeduras, aunque en algunos países americanos así se llama a un palo que se pone
en la nuca de los animales para evitar que entren a los sembrados. Carlanca es,
asimismo, sinónimo de los grilletes que se adaptan a los tobillos de los presidiarios.
Pensamos que estos grilletes (o toba) eran con los que se Aaseguraba a las sirvientas
que trataban de huir.
En este oficio de espigar instituciones que tienen que ver con nuestro tema, traemos a
cuento el DL de 3 de abril de 1843, contra los jornaleros y menestrales que no
cumplían sus contratos. En primer lugar, nos permitimos citar, íntegra y literalmente, el
único considerando que fundamenta sus normas, porque en él se aducen, muy
claramente razones económicas y , en el fondo, de Ajusticiaclasista en pro de
hacendados y otras personas de las élites. Citemos: AConsiderando: que la riqueza
del Estado consiste en fomentar y protejer la agricultura, tanto porque á ella son
naturalmente llamados sus habitantes como por la feracidad del terreno, diversidad de
frutos que produce, y por la facilidad que tienen de esportarlos por sus puertos: que
uno de sus principales deberes es proporcinar, á los súbditos, los medios mas eficaces
de su mejoramiento y reparación de las pérdidas que han sufrido en los trastornos
públicos: que también lo es dar seguridad á las propiedades de los particulares, y
ocupación a los que no la tienen, para que puedan adquirir por medios justos una
subsistencia segura, sin perjuicio de la moral pública; y finalmente, que es
absolutamente necesario hacer desaparecer el fraude y el engaño que se ha
establecido en la clase jornalera, para dar impulso a este iportante ramo; ha venido en
decretar y decreta:...
Nosotros enfatizamos, por el momento, lo referente a que el Estado, en manos de la
élite gobernante, considerara deber proporcionar a los súbditos, los medios más
eficaces de su mejoramiento y reparación de las pérdidas que habían sufrido en los
trastornos públicos. En otras palabras, era impartición de una justicia de clase en favor
de las élites, ya fueran éstas del mayor abolengo o no. Sobre el punto de Alos
trastornos públicos, volveremos más adelante. Por el momento, precisa destacarse que
este DL, en comento, reimplantó legalmente uno de los tormentos coloniales que se
aplicaba de hecho: el apaleamiento. Así se dispone en los Artos. 2o. y 3o., en los
cuales la respuesta punitiva que se daba al jornalero que no pagaba Areligiosamente el
6
empeño contraído por su trabajo personal (sic), sufría la pena de quince a veinticinco
palos, que le mandaba aplicar la autoridad del lugar donde se encontrara; una vez
apaleado, era remitido, Acon toda seguridad, á la finca ó labor donde debe trabajar.
(sic) El otro articulo, se refería a los Ajornaleros que reincidieren y los que, desertando
del trabajo causaban perjuicios al hacendado o labrador, aplicándoseles la pena de
veinticinco a cincuenta palos y, además, eran remitidos al lugar del cual escapaban. El
sometimiento represivo comprendía las costas de remisión de los jornaleros que se
habían puesto fuera de la ley, quienes las pagaban con sus miserables salarios.
Nuestras fuentes documentales, revelan que el control y vigilancia de la FTC estaba a
cargo de una jerarquía vertical que participaba, en diversos gradosdesde el más alto,
hasta el más bajodel poder del Estado. De esta forma, en la cúspide estaba el
Presidente de la República, quien delegaba en su Ministro de Asuntos Generales esta
tarea, seguían, descendentemente, el Ministro del Interior, los Gobernadores
PolíticoMilitares Departamentales, los Alcaldes, los Ediles y Comisionados, los Jueces
del Crimen, los alguaciles, los policías rurales, etc. En esta jerarquía hasta los dueños
de haciendas y de labores estaban autorizados para tomar presas a las mujeres y
demás personas que encontraran traficando con aguardientes clandestinas; y para
asegurar y dar cuenta con todos los individuos que se aparecían por sus pertenencias
sin objeto ni ocupación útil, debiendo averiguar su procedencia y vecindad. Era una
situación generalizada, principalmente en el campo, de control, vigilancia y represión
terroristas. Insistimos que es aquí en donde debemos buscar las raices históricas del
autoritarismo y del menosprecio de la persona humana que son algunas de las
características de la identidad de las élites salvadoreñas gobernantes y que son
tomadas, en forma abstracta, como determinaciones del Estado.
3.2. Una Estadística General inapreciable
En 1858 fue publicada la Estadística General de la República de El Salvador.5 Hasta
donde llegan nuestros conocimientos, esta obra es uno de los primeros pasos
importantes, durante nuestra vida independiente, en el campo de las estadísticas
oficiales. Pese a algunas deficiencias, que son puntualizadas en su texto, la
consideramos de inapreciable valor porque nos ayuda a visualizar imágenes de la
cotidianeidad de nuestros antepasados. El libro solamente comprende cuatro de los
siete departamentos que existían en ese tiempo, a saber: La Paz, Santa Ana,
Cuscatlán y Sonsonate, faltando, por consiguiente, San Salvador, Chalatenango y San
Miguel. No se contrae a proveernos únicamente de datos demográficos, sino que
informa de las profesiones de los habitantes, por departementos, ciudad por ciudad,
villa por villa y pueblo por pueblo. Hay valiosa información histórica de casi todas las
poblaciones (orígenes, toponimios, existencia de antigüedades), económica (calidad de
la tierra, tipos de cultivo), orográfica, hidrográfica y sociológicas (referencias a clases
sociales, costumbres, lengua, vestimenta, tradiciones, idiosincracia, vestuario, adicción
o no a las bebidas embriagantes, inclinaciones al servicio militar o no, etc.).
En cuanto a las profesiones de los habitantes, se puede deducir fácilmente que fueron
los padrones, a los cuales ya nos hemos referido, los que sirvieron a los encargados de
cumplir con la demanda del gobierno central que, según puede inferirse, elaboró una
boleta en la que debían consignarse los datos demandados. Desdichadamente, la obra
7
para adquirir provisiones de todo género, tales como café, azúcar, cacao, panela,
tabaco, trigo, cestos, jarcia, loza de varias especies, petates, sombreros de palma, etc.
Este mercado dominical, era una Aferia octavaria en todo el año (sic) que se animaba
más en invierno.
Es lógico pensar que en esta Aferia octavaria, al igual que las habidas en otras partes
del país, además de hacerse transacciones con moneda, se practicaba el trueque,
como una forma de encarar la escasez de numerario. Debemos señalar que varias
actividades artesanales se practicaban entre la gente del campo, existiendo habilidad
para practicar no sólo una sino hasta dos o tres artesanías. Era común, por ejemplo,
que las mujeres hicieran telas para el uso de ellas, de sus maridos y de sus hijos, a la
vez que practicaban otros oficios. Sobre este particular, traemos a cuento el dato
referente a San Pedro Puxtla, en donde había, 293 sombrereros y 503 sombrereras, es
decir, cerca de 800 artífices Aentregados exclusivamente a la industria de sombreros
de palma (sic).ASe calcula se sigue diciendo que el número de sombreros que fabrica
el pueblo no bajan de 289,540, los que vendidos conmúnmente a doce reales docena,
les rinden 32,192 pesos anuales15. En relación a estos datos, si redondeamos a 800 los
artífices de esta industria, cada uno recibiría, anualmente, 4,024 pesos, equivalentes a
un poco más de 335 pesos mensuales, suma que para ese tiempo era una fortuna.
Debemos pensar en los costos de producción e interrogarnos si había intermediarios
que se aprovechaban del trabajo de los artesanos. Además, y esto es lo que viene al
caso, se nos impone la idea de que entre estos laborantes, el trueque era un medio
para adquirir lo que necesitaban para su subsistencia.
La regla general era que nuestros ancestros aborígenes vivían en la pobreza extrema.
AEntre los indígenas, sea por ignorancia, por falta de previsión o desapego a la
hacienda, toda su fortuna consiste en cosas de poca estimación, pues en poseyendo
maíz y frijoles casi ya no tienen qué desear.16 Estas breves apreciaciones, revelan
cómo las élites gobernantes veían la miseria en que estaban sumidos los indígenas. Es
ilustrativo agregar que en Santa Ana, a mediados del siglo XIX, se registraba que AEn
el día no se habla otro idioma que el de Castilla, y sería vano encontrar un solo indio
que hablase el de sus antepasados. Es este un punto, permítaseme decirlo,
descuidado por nuestros legisladoes. La diversidad de idiomas separa a los pueblos
mucho más que las distancias; y en mi concepto, si se quisiera civilizar esta interesante
clase de la sociedad, se debería comenzar por prohibirles el uso de su idioma nativo...17
En resumen, en lo relativo al problema de con qué se pagaba la mano de obra en el
campo, puntualizamos:
1o.) Que a algunos pocos se les pagaba con dinero.
2o.) Que había gente que recibía únicamente pago en especie.
3o.) Se daba una combinatoria de las dos formas anteriores: pago en dinero y en
especie.
4o.) Llega un tiempo que sería preciso determinarseen que los hacendados pagan con
Afichas, o sea con piezas metálicas amonedadas por ellos y que solamente tenían
poder de compra dentro de los límites de la hacienda.
5o.) Dada la existencia de un sólido sistema brutal de represión permanente de la
vagancia, es de suponer que quienes incurrían en este delito, al obligárseles al trabajo
10
forzado quedaban a merced de las personas entre las cuales eran repartidos y, por
consiguiente, el pagar o no, así como la forma y tiempo de pago, se libraban a la
potestad de los hacendados.
6o.) La situación del colono, quien no recibía pago ni en numerario ni en especie, era
una especie de siervo de la gleba.
Del estudio de las instituciones y costumbres de la época, se puede sacar esta
conclusión general: Las leyes reguladoras del trabajo en el campo y el comportamiento
de las élites poíticas y económicas, lejos de suavizarse con el tiempo, más y más se
fueron fueron endureciendo. )Que razones determinantes hubo para este fenómeno?
En lo que sigue, trataremos de dar respuestas.
Héctor Lindo Fuentes, citando un cuadro estadístico hecho por Alejandro Marure,
historiador guatemalteco del siglo XIX, estableció que entre 1824 y 1842 "el ejército del
Estado de Guatemala se vio envuelto en cincuenta y una batallas, el de El Salvador en
cuarenta, el de Honduras en veintisiete y el de Costa Rica en cinco". 20 El mismo Lindo
Fuentes, advierte que estas cifras no comprenden los conflictos internos dentro de
cada país. De esta situación, nos interesa relacionar las incidencias de las guerras en
la escasez de mano de obra en el campo.
El reclutamiento forzoso de soldados en El Salvador, se hacía entre los trabajadores
del campo, principalmente indígenas y ladinos pobres. Era una forma de compensarse
el Estado por la incapacidad económica de éstos de responder a los frecuentes
empréstitos forzosos y a los impuestos, en general. Con motivo de las guerras y
reclutamientos, jóvenes de esos sectores de la población huían o se escondían en
lugares relativamente inaccesibles o despoblados, restándole, así, brazos a las
actividades agrícolas que los necesitaba.
En la Estadística General de la República de El Salvador, que hemos venido
mencionando, hay datos que, seguramente, responden a una pregunta que la boleta
oficial contenía. Se trata de apreciaciones acerca de si los habitantes de tal o cual
población, tenían inclinación a las armas. La pregunta no fue hecha en todos los
pueblos de que trata dicha obra, pero de los 21 en que se hiciera, se estableció que 5
respondieron afirmativamente y 16 dijeron no. En Asunción de Izalco, la apreciación
que hiciera el funcionario informante, fue la de que los pobladores "huyen del servicio
militar como de una fiera".
Precisamente, una de las motivaciones de la rebelión de Anastasio Aquino, en 1833,
fue la de que a los indígenas nonualcos, muy inclinados a las armas, se les reclutaba
no sólo para guerras contra otros Estados, sino para reprimir disidencias internas.
Es evidente que en los años que comprende esta ponencia, El Salvador fue un país
revuelto, con pocos remansos de paz interior y exterior. A los movientos populares, el
Estado dio como respuesta una violencia legalizada y jerarquizada como hemos visto
.Con las leyes en la mano construyeron todo un aparato represivo, autoritario y
jerarquizado, destinado a dominar al pueblo.
Ante la urgencia de realizar obras públicas de la más diversa índole, entre las cuales
había prioridades, como caminos, puentes, edificios y puertos, para estimular el
comercio de exportación e importación, y no disponiéndose de mano de obra, el
recurso a la penalización con obras públicas a vagos, ebrios, tahures y demás gente
de mal vivir, fue el más fácil expediente. Las obras públicas eran sinónimo de trabajo
forzado de reos quienes construyeron las principales cárceles del país, entre ellas la
que por muchos años fuera la Penitenciaría Central de San Salvador. Los grilletes de
hierro fueron el símbolo de toda una época que se prolongara hasta muy entrado el
siglo XX.
En cuanto a la FTC, como fenómeno rural, de hecho las poblaciones ubicadas en el
campo eran, en los hechos, cárceles suigeneris, enmarcadas, como hemos visto, en la
juridicidad dicada por un Estado de Derecho.
5. Consideraciones finales
El problema de la "fuerza de trabajo cautiva" que existieraen El Salvador a lo largo de
setenta y nueve años del siglo XIX, pensamos que debe ser considerado como uno
más de los muchos que caracterizaran el proceso de transición de la colonia a la
indpendencia en el sentido real de la palabra. Sin embargo, las élites gobernantes de
nuestro país, al igual que las de otros países centroamericanos, aunque unos más y
otros menos, una vez fracasada rápidamente la federación, se quedaron ancladas en
el ideal de Nación. Esta, era la República Federal, de manera que cada uno de los
cinco fragmentos del Istmo no eran naciones. Cuando se hablaba de la nacionalidad se
trataba de la centroamericana. Fue una "nación imaginada" que, como mito, ocuparía
el pensamiento político no sólo de liberales sino también de conservadores. El mito fue
manipulado de tal forma que permeó importantes capas sociales citadinas. Grandes
esfuerzos feron gastados inútilmente en el afán de reconstrucción nacional.
Sin embargo, las sociedades no viven de mitos, sino que tieen que producir lo
necesario para comer, vestirse, tener vivienda, etc. Por consiguiente, cabe reflexionar
sobre el carácter de las relaciones sociales de producción que existieron durante el
período estudiado. No nos basta saber qué es lo que se producía, sino la forma en que
se producía. Por esta razón pusimos la mira de nuestro ensayo en las relaciones
sociales de producción y encontramos esa categoría que fuera el tema de la ponencia.
Pensamos, al igual que algunos autores, que las relaciones sociales de producción no
son meramente económicas, sino que tienen que considerarse como comprendidas en
el problema, la costumbre, la tradición y la regulación política, así como lo cultural y lo
político. Quedan, por lo tanto, muchas cuestiones por despejar y, en general, lo que
hemos hecho son apenas esbozos de una problemática compleja.
14
Notas
1
1 Adoptaremos el nombre de El Salvador, evitando, así, la variación de
nominaciones que tuviera nuestro país, tales como Provincia de San Salvador,
Estado del Salvador, etc., hasta que oficialmente se le designara como
actualmente lo conocemos..
2
2“Recopilación de las leyes del Salvador, CentroAmérica: formada por el Sr.
Presbítero Doctor y Licenciado Don Isidro Menéndez, a virtud de comisión del
Sr. Presidente Don José María San Martín, refrendada por el Sr. Ministro del
Interior Lic. D. Ignacio Gómez. Guatemala, Imprenta de L. Luna, Plazuela del
Sagrario, 1855”. Tal reza la carátula de la primera edición. La edición
consultada, es la segunda, hecha en San Salvador en septiembre de 1956. En la
Introducción, se consignan estos juicios: “La lejislación del Estado es nuy
copiosa, por la mayor parte de casos particulares, incoherente y aun
contradictoria; y muchas veces nada conforme a los principios establecidos. Se
ha lejislado hasta el prurito y sin tino ni órden: es, por decirlo de una vez,
una lejislación miscelánica y en la mayor parte intútil y aun perjudicial; y
remediar en lo posible tamaños males ha sido la mira principal de esta
Compilación”. En la línea final, se advierte que no debe olvidarse que “no se
proyectaba una lejislación, sino que se recopilaban las leyes dadas y tales
como ellas son”. (Se respeta la ortografía de la época)
3
3 Patricia Alvarenga, expresa: “Al iniciarse la década de 1880 el grupo en el
poder llevó a cabo una reforma agraria que transformó las relaciones entre los
actores sociales. Esta no sólo produjo cambios sustanciales en la tenencia de
la tierra; también estuvo acompañada de un proyecto de reconstrucción de las
relaciones laborales. El trabajo forzado fue institucionalizado y el Estado
estableció una extensa red de control del campesinado”. (p.11) Respecto a la
institucionalización del trabajo forzado, en la década de 1880, disentimos por
las razones que ya hemos dejado expuestas. La “fuerza de trabajo cautiva”,
reiteramos, fue una de las formas de trabajo forzado knstitucionalizada
escaso tiepo después de la Independencia. Véase: Patricia Alvarenga Venutolo,
Cultura y ética de la violencia: El Salvador, 18801932, 1a. Edición, San José,
EDUCA, 1996.
4
4 Nos resulta ilustrativo que en el periódico oficial salvadoreño El
Constitucional (Tomo 2, No.2 de 26 de octubre de 1865) se haya reproducido
íntegramente la “Ley para corregir la vagancia”, dictada en México por el
Emperador Maximiliano el 19 de marzo de 1865 y tomada del Diario del Imperio
de 13 de mayo del mismo año. Aunque el tenor literal de la ley imperial y la
“Ley de Policía” salvadoreña, difieren el contenido y la intención de ambos
cuerpos legales tienen más coincidencias que diferencias. En la tipificación
de los vagos, la ley mexicana es más amplia. Se incluía a “Los que no tienen
más ocupación que dar música con arpas, vihuelas u otros instrumentos en las
vinoterías, bodegones o pulquerías”. Sin embargo, el problema central que se
nos presenta es el referente a que en la época el fenómeno de la vagancia era
15
5
5 De Estadística General de la República de El Salvador, han sido editadas,
además de la 1858, otras dos: la de 1926 y la de 1974. En la primera edición,
aparece sin autor, pero en los dos siguientes se atribuye la autoría a Lorenzo
López. Esta tercera edición es la que nos ha servido para el presente ensayo.
6
6 Es ilustrativo decir, que $ 1.00 (un peso) equivalía a 8 reales; cada real
se dividía en 2 medios reales (simplemente, medios) y cada medio real en 2
cuartillos. Precisamente, hasta hace menos de una década, circularon monedas
de a 3 centavos, que, popularmente, se llamaban cuartillos o cuises. Cuando en
los años 80 del siglo XIX se acordara que el peso tuviera cien centavos, se
hizo la equivalencia de que 8 reales componían un peso, aunque a cada dos
reales, el comerciante o a quien le hacían un pago le aumentaba un centavo a
fin de redondear los cien centavos. Para evitar que en el campo hubiese
dificultades con los jornales de los trabajadores, fue que se acuñó moneda
fraccionaria de a 3 centavos (el cuis) y una fracción de éste, fue la ración.
7
7 Artefactos, se refiere a quien hacía cosas con arte.
8
8 Estadística General..., op. cit., p.113.
9
9 Alfonso Rochac, Evolución monetaria salvadoreña. Tres ensayos sobre
historia monetaria. Universidad de El Salvador, Facultad de Economía,
Instituto de Estudios Económicos. Editorial Ahora, San Salvador, 1961, p.5.
10
10 Ibídem.
11
11 Héctor Lindo Fuentes, Economía y Sociedad (18101870), Capítulo III de
Historia General de Centroamérica, FLACSO, San José, Costa Rica, segunda
edición, 1994, p. 154.
12
12 Ibídem, p.35.
13
13 Héctor Lindo Fuentes, op.cit., p. 161.
14
14 Véase la viva descripción que se hace en Estadística General de la
República de El Salvador, op. cit., p.106.
15
15 Ibidem, p. 87.
16
16
16 Estadística General... op. cit., p.180.
17
17 Estadística General..., op. cit, p.79. Las opiniones están suscritas por
Teodoro Moreno, Gobernador Político y Militar del Departameno de Santa Ana.
18
.Recopilación de Disposiciones Legales Vigentes Relacionadas
con la Agricultura, Tipografía Católica, Santa Tecla, 1904.
19
.Los artículos son de la Constitutión Política de 1886.
Citémoslos: "Art.15. Nadie puede ser obligado a prestar trabajos
o servicios personales sin justa retribución y sin su pleno
conocimiento, salvo que por motivos de necesidad o utilidad
pública se establezcan por la ley. La ley no puede autorizar
ningún acto o contrato que tenga por objeto la pérdida o el
irrevocable sacrificio de la libertad del hombre, ya sea por
causa de trabajo, de educación o de voto religioso. Tampoco puede
autorizar convenios en que el hombre pacte su proscripción o
destierro". "Art.23. Todos los hombres son iguales ante la ley".
20
.Héctor Lindo Fuentes, op. cit., p.157.
21
.Aldo Antonio Lauria Santiago, An agrarian republic production,
politics, and peasantry in El Salvador, 17201920, Dissertation
submitted to the Faculty of the Division of Social Sciences in
Candidacy for the degree of Doctor of Philosophy, Departament of
History, Universidad de Chicago, Illinois, 1992. Fotocopia.
22
.El autor asienta: "Nonetheless, the participation of peasant
and other nonelite sectors is overlooked but important, and often
determinant, component of the political processes of the century.
These struggles influenced the formation of the Salvadoran
nationstate and the fate of different elitebased factions vying
for state power".P.454.