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UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR

V CONGRESO CENTROAMERICANO DE HISTORIA


INSTITUTO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS,
ANTROPOLÓGICOS Y ARQUEOLÓGICOS (IEHAA)

EL SALVADOR:
FUERZA DE TRABAJO CAUTIVA
(18211900)
Ponencia de Jorge Arias Gómez
Investigador del IEHAA de la UES

1. Planteamiento general
Hasta donde abarcan nuestras informaciones, en la bibliografía historiográfica de El
Salvador lo mismo que en la hemerografía, no se encuentra estudio alguno sobre el
tema de esta ponencia. La categoría Afuerza de trabajo cautiva (en adelante, FTC) se
configura al analizarse la documentación respectiva. En efecto, a lo largo de los setenta
y nueve años del siglo XIX, posteriores al 15 de septiembre de 1821, privaron en El
Salvador1 unas relaciones sociales de producción que no han sido profundizadas en
algunos aspectos importantes. Tal es el caso de la fuerza laboral en el campo.
Durante el período de tiempo a que hemos aludido (18211900), no pocas instituciones
jurídicas de la colonia siguieron vigentes de hecho y algunas hasta fueron retomadas y
retocadas para adaptarlas a la nueva nueva legalidad. Nuestro propósito es el de
analizar aquellas que le otorgaban juridicidad a las relaciones sociales de producción
en el agro y que, por consiguiente, eran parte integrante de esa totalidad institucional
conocida como Estado de Derecho. Nuestra fuente histórica principal para abordar el
tema, es la Recopilación de las leyes del Salvador, en Centro América, hecha por
encargo gubernamental por el Presbítero Doctor y Licenciado Isidro Menéndez.2 En la
Advertencia Importante de esta obra, se aclara lo relativo a la vigencia de las leyes. De
tal manera que las normas a las cuales nos remitiremos, y que sirven de fundamento a
este ensayo, estaban vigentes en el tiempo de la recopilación y prosiguieron así,
aunque con nuevas redacciones, durante no pocos decenios.

2. Caracterización de la FTC
Como características formales de la FTC, hallamos, entre otras, las siguientes: 1a.) Los
artesanos, peones y jornaleros sin empleo, tenían la ineludible obligación de inscribirse
en un padrón llevado por las alcaldías en cuya jurisdicción residían. 2a.) No podían ni
debían abandonar la población mientras no tenían empleo. 3a.) No podían ni debían
emplearse libremente, al servicio de otra persona mientras no cumplían su empeño a
satisfacción del empleador. 4a.) El trabajador era estrictamente controlado en sus
desplazamientos y cumplimiento de sus labores, por funcionarios del aparato represivo
2

del Estado. 5a.) Había personal de las alcaldías que desempeñaban el papel de
reclutadores de mano de obra y a cambio recibían un pago del empleador. 6a.)
Podríamos añadir que los trabajadores sometidos a esta situación, eran los del campo
y no los de las ciudades.
Dicho con otras palabras, la FTC fue una de las formas de trabajo forzoso
condicionado por la violencia organizada por el Estado.3 Pensamos, además, que esta
categoría, a la vez que una expresión paladina de autoritarismo, es una concepción
raigal hundida muy profundamente en la ideología política, económica y social de las
élites que dominaran durante el siglo XIX. Para nadie es un secreto que aún en la
actualidad, es consustancial a la identidad de influyentes sectores de nuestra sociedad,
la concepción de que la gobernabilidad y estabilidad gubernamentales, lo mismo que la
seguridad, deben estar, necesaria e indefectiblemente, ligadas a la aplicación de mano
de hierro a los dominados.

3. Instituciones normativas de la FTC


En 1854, año en que Isidro Menéndez completara la recopilación, había, desde 1825,
leyes y reglamentos cuyas normas eran atinentes a Apolicía, vagancia, embriaguez,
juegos prohibidos, portación de armas prohibidas, heridas y robos rateros. (sic)
Hagamos referencias precisas de este sistema legal que nos permitan advertir las
características de la FTC ya enunciadas.
Según Decreto Legislativo (en adelante,DL) de 29 de abril de 1825, sobre vagos,
coimes y mal entretenidos, estaba a cargo de los Jefes Políticos, de los Alcaldes y
Regidores de todas las Municipalidades, así como de los Alcaldes Auxiliares de barrio,
Aprevenir, por todos los medios posibles, la perpetración de los delitos contra los
particulares, y contra el orden público. (Art. 1o.) Se ordenaba la Apersecución eficaz
(sic) a los vagos, holgazanes, mal entretenidos y coimes, Aconsiderándolos suspensos
en sus derechos de ciudadanía, ordenándose que Alos reducirán a prisión, previa
sumaria que justifique sus malas cualidades. (Art. 3o.) En este DL se consigna ya lo
que con los años, llegaría a configurar el delito de vagancia, tenido por muy grave.En
efecto, se habla Ade los que no tienen empleo, oficio, ni modo de vivir, conocido. (Art.
2o.) En el DL de 6 de agosto de 1854, que contiene el AReglamento de Policía, se
elevaba a categoría de delito la vagancia, considerándose legalmente Avagos los que
no tengan oficio o modo de vivir conocido y los que, teniéndolo, no lo ejerzan
diariamente sin causa justa.(Art. 1o.) Estos decretos legislativos, son antecedentes de
la ALey de Policía, decretada el 21 de julio de 1886 pocos días antes de que fuera
aprobada y sancionada la Constitución Política de la República de este año por el
gobierno del Gral. Francisco Menéndez, cuyo Art.52 dispone: ASerán perseguidos y
castigados como vagos los que no tengan oficio lícito o modo honesto de vivir conocido
y los que teniéndolo no lo ejerzan diariamente sin justa causa. En consecuencia, se
reputan como vagos: 1o.Los buhoneros sin patente. 2o. Los tinterillos temerarios. 3o.
Los curanderos sin licencia del Protomedicato.. 4o. Los mendigos sin patente. 5o. Los
rufianes y mujeres públicas. 6o. Los que quieren pasar por estudiantes y no
comprueben estar haciendo estudios con algún profesor. 7o. Los que sin la licencia
respectiva andan con imágenes de santos solicitando limosna. Es digno de subrayarse
3

que esta ALey de Policía está vigente después de ciento catorce años.4
Antes de proseguir, tratemos de esclarecer algunas de las ideas determinantes de la
concepción de la vagancia como un delito perseguible con tenacidad y sin tregua. En
comentario de fondo del semanario ALa Gaceta del Salvador en la República de
CentroAmérica (l3 de febrero de 1852), titulado ACostumbres (publicado en cuatro
entregas), se dice: ALa vagancia es un semillero fecundo de delitos y principalmente de
hurtos y rapiñas y que, por consiguiente, para combartirlos, además del abigeato, el
estupro y la mentira, debería Acomenzarse por detener la vagancia. Esta visión es
limitadísima: la vagancia es un efecto de causas, pero éstas no son explicadas. Esta es
una lógica de quienes escamotean la verdad que, desgraciadamente, sigue campante
en nuestro mundo oficial y no pocos sctores no oficiales. Obedece a que los
fenómenos socales no son analizados en su proceso de desarrollo, es decir,
haciéndose caso omiso de su historia.
En las mismas opiniones oficiales se puede encontrar, asimismo, razones económico,
puesto que la captura y condena de vagos servían para disponer de mano de obra que
se empleaba en obras públicas, como decir puertos, carreteras, edificios, etc. En ALa
Gaceta... (9 demayo de 1851), con lenguaje llano y muy explícito, se habla así: ANo
sólo deben las autoridades procurar el aseo de las poblaciones, sino también limpiarlas
de los ebrios, vagos y demás gente dañina, que ni se ocupa en su bien ni en el de la
sociedad. Sin aseo no hay salubridad; sin persecución de vagos nu aumenta el número
de trabajadores y el desorden se introduce de una manera sensible. El abandono de
los buenos ciudadanos en esta parte es demasiado perjudicial y casi todos
nuestrosmales provienen de la indolencia que se observa en todo lo que toca a las
cosas comunes. Por más esfuerzos que haga el Gobierno, si no encuentra
cooperación, nada podrá hacer. Del párrafo, destaquemos lo relativo al Ano aumento
del número de trabajadores, problema de alguna complejidad que trataremos más
adelante.
Volvamos a los elementos formales de la FTC, y refirámonos al contenido contenido
en las instituciones respectivas. Para este propósito, en lo que sigue, nos servirá el
AReglamento de Policía, decretado por el Gobierno el 12 de mayo de 1843.

3.1. Padrón de la mano de obra


a) Cómo se formaba
Las municipalidades, por sí o por medio de los auxiliares y comisionados nombrados
por ellas, estaban obligadas a formar en febrero de cada año un padrón de sus
respectivas comprensiones, en que se hacía constar los individuos que eran maestros
o prfesores de algún arte u oficio y los jornaleros. Hechos los padrones, se pasaban
copias de ellos a los gobernadores departamentales.
b) Control de los empadronados
Los Alcaldes, Jefes de Policía, Auxiliares y Comisionados, estaban encargados del
Aespecial cuidado (sic) de que los empadronados salieran, cada lunes, a trabajar a las
haciendas y labores, a menos que tuvieran impedimento Apor una enfermedad
conocida (sic). Asimismo, cuidaban de que los artesanos se ocuparan de sus
profesiones; y en el caso de que los encontraran Avagando o ebrios (sic), se les
4

penalizaba Asin contemplación ni disimulo. (sic) Sin embargo, no bastaba con el


cumplimiento de la pena, ya que enseguida se distribuían los que eran oficiales de
algún arte o profesión particular; y los jornaleros eran entregados a los hacendados y
agricultores vecinos a fin de que se les aplicara a sus trabajos respectivos mediante el
pago de sueldo o de jornal
El Art.6o. del Reglamento de Policía (12 de mayo de 1843), responde a las preguntas
de a quienes estaba destinada la FTC y qué provechos sacaban los que, en la
práctica, tenían el oficio de reclutadores de trabajadores. He aquí su texto íntegro:
ATodo Alcalde y Municipalidad, son obligados á dar á los hacendados y labradores, los
auxilios de jente que les pidan para sus trabajos, haciéndose cargo, si el interesado lo
quisiere, de distribuir el dinero que se les remita ó entregue á este efecto, por cuya
operación se les dará una gratificación que no pase de medio real por cada peso; y el
Alcalde ó Municipalidad que no diese los auxilios que se le pidan, será responsable de
los perjuicios que se causen al agricultor ó hacendado, si no probare plenamente que
no había jente operaria en el pueblo ó lugar, haciendo constar, por una lista
circunstanciada ante el Gobernador, los puntos en que se hallasen trabajando los
jornaleros del lugar. Los Gobernadores impondrán á los Alcaldes y Municipales
culpables, á más del resarcimiento de perjuicios, la multa de diez á veinticinco pesos
por las omisiones y faltas dichas. En el Art.18, se trata, asimismo de que Alos
Corregidores, serán los obligados a recibir el dinero que se remita por los hacendados
ó agricultores, y otros que necesiten jente de trabajo: lo distribuirán entre los jornaleros
y operarios y harán que estos cumplan puntualmente, por prisiones y apremios
personales,...dándoseles la gratificación que queda establecida.

Las disposiciones a que nos venimos refiriendo, tienen relación con anteriores leyes
que siguieron vigentes, tales como las que normaban el trabajo de jornaleros y
menestrales (DL de 6 de marzo de 1837), a quienes se les obligaba a cumplir sus
contratos porque, de lo contrario, eran penalizados, y la dedicada a los que no tenían
bienes conocidos (Decreto GubernativoDG de 14 de abril de 1841) los cuales eran
forzados a ocuparse en los trabajos de los hacendados o agricutor respectivo y obtener
de éstos el boleto Aen que conste la siembra o labor en que esté comprometido a
trabajar. Lo mismo se aplicaba en los pueblos para los dueños de obras o trabajos en
que se necesitaba brazos, entre quienes se repartían las personas tenidas como
vagos. Establecíase la presunción de que quien no presentaba sus boletos de trabajo
eran reputados como vagos, y se les aplicaban las penas de ley. Aun los maestros u
oficiales de algún arte o profesión estaban sometidos al rigor del sistema de trabajo
forzoso. A este respecto, se estipulaba: AArt.2o. Los que sean maestros ú oficiales de
algún arte o profesión mecánica, lo presentarán, igualmente, al del lugar en que tengan
su taller, ó donde trabajen semanalmente, bajo la misma pena del artículo anterior.
Las instituciones que hemos estudiado, comprendían a las mujeres Avagas y
Aholgazanas o que se ocupaban de vender aguardiente clandestina. Una vez
aprehendidas, se les destinaba a servir y moler en las casas en que se necesitaban, en
las labores y haciendas, mediante pago de jornal. Las personas a quienes se les
distribuían, estaban obligadas a dar cuenta si cumplían o faltaban. Respecto al trato
5

que las leyes daban a las mujeres, es muy ilustrativo el AReglamento de Policía Rural
decretado por el gobierno el 24 de julio de 1855. En su larguísimo Art. 8o., se
establecen veintidos funciones de los Inspectores de Policía, disponiéndose lo que, a la
letra dice: APerseguir, asi mismo, a las mujeres holgazanas, obligándolas a trabajar,
para lo cual las remitirán o a las fábricas de salitre y de pólvora, si las hubiere
menester, o a las haciendas y demás casas honradas en clase de sirvientes,
entendiéndose que habrá de pasárseles el salario que se estile, según el oficio a que
las dediquen. Por regla general, las mujeres de esta clase, podrán ser aseguradas con
carlanca o toba, si intentaren fugarse de las casas en que los Inspectores o Jueces las
hayan colocado.
El trabajo con salitre y la confección de pólvora, artículos estancados por el Estado, era
y es de carácter peligroso. En cuanto a la carlanca (o toba), tal es el nombre del collar
con púas de metal que se les pone a los perros para defenderles su cuello de las
mordeduras, aunque en algunos países americanos así se llama a un palo que se pone
en la nuca de los animales para evitar que entren a los sembrados. Carlanca es,
asimismo, sinónimo de los grilletes que se adaptan a los tobillos de los presidiarios.
Pensamos que estos grilletes (o toba) eran con los que se Aaseguraba a las sirvientas
que trataban de huir.
En este oficio de espigar instituciones que tienen que ver con nuestro tema, traemos a
cuento el DL de 3 de abril de 1843, contra los jornaleros y menestrales que no
cumplían sus contratos. En primer lugar, nos permitimos citar, íntegra y literalmente, el
único considerando que fundamenta sus normas, porque en él se aducen, muy
claramente razones económicas y , en el fondo, de Ajusticiaclasista en pro de
hacendados y otras personas de las élites. Citemos: AConsiderando: que la riqueza
del Estado consiste en fomentar y protejer la agricultura, tanto porque á ella son
naturalmente llamados sus habitantes como por la feracidad del terreno, diversidad de
frutos que produce, y por la facilidad que tienen de esportarlos por sus puertos: que
uno de sus principales deberes es proporcinar, á los súbditos, los medios mas eficaces
de su mejoramiento y reparación de las pérdidas que han sufrido en los trastornos
públicos: que también lo es dar seguridad á las propiedades de los particulares, y
ocupación a los que no la tienen, para que puedan adquirir por medios justos una
subsistencia segura, sin perjuicio de la moral pública; y finalmente, que es
absolutamente necesario hacer desaparecer el fraude y el engaño que se ha
establecido en la clase jornalera, para dar impulso a este iportante ramo; ha venido en
decretar y decreta:...
Nosotros enfatizamos, por el momento, lo referente a que el Estado, en manos de la
élite gobernante, considerara deber proporcionar a los súbditos, los medios más
eficaces de su mejoramiento y reparación de las pérdidas que habían sufrido en los
trastornos públicos. En otras palabras, era impartición de una justicia de clase en favor
de las élites, ya fueran éstas del mayor abolengo o no. Sobre el punto de Alos
trastornos públicos, volveremos más adelante. Por el momento, precisa destacarse que
este DL, en comento, reimplantó legalmente uno de los tormentos coloniales que se
aplicaba de hecho: el apaleamiento. Así se dispone en los Artos. 2o. y 3o., en los
cuales la respuesta punitiva que se daba al jornalero que no pagaba Areligiosamente el
6

empeño contraído por su trabajo personal (sic), sufría la pena de quince a veinticinco
palos, que le mandaba aplicar la autoridad del lugar donde se encontrara; una vez
apaleado, era remitido, Acon toda seguridad, á la finca ó labor donde debe trabajar.
(sic) El otro articulo, se refería a los Ajornaleros que reincidieren y los que, desertando
del trabajo causaban perjuicios al hacendado o labrador, aplicándoseles la pena de
veinticinco a cincuenta palos y, además, eran remitidos al lugar del cual escapaban. El
sometimiento represivo comprendía las costas de remisión de los jornaleros que se
habían puesto fuera de la ley, quienes las pagaban con sus miserables salarios.
Nuestras fuentes documentales, revelan que el control y vigilancia de la FTC estaba a
cargo de una jerarquía vertical que participaba, en diversos gradosdesde el más alto,
hasta el más bajodel poder del Estado. De esta forma, en la cúspide estaba el
Presidente de la República, quien delegaba en su Ministro de Asuntos Generales esta
tarea, seguían, descendentemente, el Ministro del Interior, los Gobernadores
PolíticoMilitares Departamentales, los Alcaldes, los Ediles y Comisionados, los Jueces
del Crimen, los alguaciles, los policías rurales, etc. En esta jerarquía hasta los dueños
de haciendas y de labores estaban autorizados para tomar presas a las mujeres y
demás personas que encontraran traficando con aguardientes clandestinas; y para
asegurar y dar cuenta con todos los individuos que se aparecían por sus pertenencias
sin objeto ni ocupación útil, debiendo averiguar su procedencia y vecindad. Era una
situación generalizada, principalmente en el campo, de control, vigilancia y represión
terroristas. Insistimos que es aquí en donde debemos buscar las raices históricas del
autoritarismo y del menosprecio de la persona humana que son algunas de las
características de la identidad de las élites salvadoreñas gobernantes y que son
tomadas, en forma abstracta, como determinaciones del Estado.
3.2. Una Estadística General inapreciable
En 1858 fue publicada la Estadística General de la República de El Salvador.5 Hasta
donde llegan nuestros conocimientos, esta obra es uno de los primeros pasos
importantes, durante nuestra vida independiente, en el campo de las estadísticas
oficiales. Pese a algunas deficiencias, que son puntualizadas en su texto, la
consideramos de inapreciable valor porque nos ayuda a visualizar imágenes de la
cotidianeidad de nuestros antepasados. El libro solamente comprende cuatro de los
siete departamentos que existían en ese tiempo, a saber: La Paz, Santa Ana,
Cuscatlán y Sonsonate, faltando, por consiguiente, San Salvador, Chalatenango y San
Miguel. No se contrae a proveernos únicamente de datos demográficos, sino que
informa de las profesiones de los habitantes, por departementos, ciudad por ciudad,
villa por villa y pueblo por pueblo. Hay valiosa información histórica de casi todas las
poblaciones (orígenes, toponimios, existencia de antigüedades), económica (calidad de
la tierra, tipos de cultivo), orográfica, hidrográfica y sociológicas (referencias a clases
sociales, costumbres, lengua, vestimenta, tradiciones, idiosincracia, vestuario, adicción
o no a las bebidas embriagantes, inclinaciones al servicio militar o no, etc.).
En cuanto a las profesiones de los habitantes, se puede deducir fácilmente que fueron
los padrones, a los cuales ya nos hemos referido, los que sirvieron a los encargados de
cumplir con la demanda del gobierno central que, según puede inferirse, elaboró una
boleta en la que debían consignarse los datos demandados. Desdichadamente, la obra
7

no la contiene y, además de que apareciera en la primera edición sin nombre de autor,


tampoco tuvo un prólogo.
En esta ponencia, nos reducimos a destacar aquellas profesiones directamente
vinculadas a las labores agrícolas, como las de labrador y jornalero. Estos,
cuantitativamente, están muy por encima de quienes se dedicaban a oficios
artesanales. En lo referente al trabajo femenino, se destacan las actividades de
molendera y de hilandera.
Consideramos que es útil aclarar, que labrador, propiamente campesino, era todo aquel
que trabajaba su propia tierra; y jornalero quien era retribuido por cada día trabajado.
Una de las acepciones de jornal es, precisamente, la que significa el tiempo de trabajo
prestado en undía por un hombre o mujer.
a) Monto de jornales en algunas actividades
Información importante es la referente a Alos precios corrientes del jornal (sic) en
Suchitoto e Ilobasco, ya que en el resto de la obra no se habla más de ésto. Debemos
recordar que Suchitoto era, en el tiempo en que se redacta la Estadística General de la
República de El Salvador, una de las ciudades más prósperas del país. El jornalero
ganaba dos reales por día Acuando no se le mantiene; pero ya en este caso ganan los
jornaleros real y cuartillo.6 Los artefactos7 tienen ganancias variadas, y según son de
adelantados en el oficio: por ejemplo, el carpintero, el herrero, el albañil, trabaja al día,
y gana cuatro, cinco o seis reales: al zapatero y al sastre, se le paga por la obra, que le
da un resultado casi igual al de los anteriores: al platero por la mitad de lo que vale el
trabajo material de la obra: los tejedores, o son acomodados al día y ganan a tres
reales, o se les paga a medio o a medio y cuartillo la vara de lo que tejen: los coheteros
por la obra, y el precio depende del capricho: los escribientes o tienen sueldo
convenido o se les paga a dos reales la foja de lo escrito: los músicos son pagados
según las funciones, sin estar sujetos a arancel alguno, con obligacioes los oficiales del
coro de asistir gratis a los viáticos y a las misas de los domingos que no son de
devoción particular; pero el maestro del coro, tiene su dotación mensual de puro
convenio con el Sr. Cura, por la utilidad de enseñar a algunos niños y por la
responsabilidad del orden en el expresado coro. Los salarios de los criados, están casi
establecidos de una manera inalterable: el varón gana cuatro peses al mes
regularmente: la cocinera gana de doce reales a dos pesos, la molendera de diez a
doce reales; y la que hace los mandados, que le llaman criada de adentro, tiene su
salario de ocho a diez reales al mes.8
3.3. )Con qué se pagaba la mano de obra en el campo?
Uno de los graves problemas de Centro América, surgido inmediatamente después de
la Independencia, era el monetario, hasta el punto que le provocó Agrandes trastornos,
cuya causa principal debe encontrarse en la densa circulación de monedas falsas.9 En
1824, se reconocía oficialmente que la Aescandalosa introducción de moneda falsa en
el Estado es causa de imponderables males, calificándose la práctica como Aun abuso
pernicioso y destructor además de funesto.10 El problema, en cuyo centro estaba la
falsedad y carencia de sanidad del medio circulante, repercutió, sin lugar a dudas, muy
negativamente en las relaciones salariales.
No fue sino hasta el 17 de octubre de 1840, que se decretó el curso legal del peso del
8

Perú, Bolivia y de otras repúblicas suramericanas. De esta manera, en El Salvador,


hasta casi finalizar el siglo XIX, fue admitida la libre circulación de monedas de plata de
todas las naciones. En el país se hacían transacciones con pesos americanos,
españoles, mexicanos, francos franceses, soles peruanos, cóndores chilenos. Este
muestrario, que habría satisfecho a los aficionados a la numismática, no satisfacía a
comerciantes ni al común de la gente y las quejas por la escasez de moneda siempre
estaban en el orden del día. AEl trueque siguió en vigencia y, en ausencia de moneda
fraccionaria, se usaba el cacao, pues aún los medios reales eran demasiado para las
transacciones de poco valor. Según relataba el viajero alemán Von Scherzer al hablar
de sus experiencias en El Salvador, las papas y las yucas eran tan baratas que >uno
puede desear comprar una cantidad como para satisfacer las necesidades semanales,
así como en Nicaragua y Costa Rica, sirve de medio de cambio para artículos de poco
valor.11
Una de las consecuencias de esta singular liberalidad de permitir la circulación de
monedas de plata de otros países, fue que Ala satisfacción de las necesidades
ordinarias se encarecían cada vez más, al grado de que los sueldos y salarios eran
insuficientes.12 Este punto, aunque interesante, no tiene estricta pertinencia para este
estudio, aunque sí el de la carencia de medio circulante para responder a los pagos de
los trabajadores del campo. Sobre este particular, no hemos encontrado
fuentes de la época que nos indiquen con qué y como se hacía el pago a esta
categoría de trabajadores, pero tomando en cuenta el régimen de inicua explotación a
que estaban sometidos durante la colonia, acarreado por nuestros nacientes países
independientes, es deducible que sus pueblos no accedieron a una mitológica Arcadia.
Precisamente, Héctor Lindo Fuentes nos dice: ACentroamérica empezó su vida
independiente con un cierto bagaje colonial que iba a pesar fuertemente en su futuro.
Los dos recursos más escasos eran la mano de obra y el crédito, mientras que la tierra
abundaba. La mano de obra se organizaba frecuentemente de acuerdo con sistemas
coercitivos; éstos habrían de tener más relevancia ahí donde predominaba la población
indígena organizada alrededor de pueblos y donde la agricultura de exportación
incrementaba la demanda por sus servicio.13 .
Una de las tradicionales formas de explotación de la fuerza de trabajo, era la que
durante la etapa tardía de la colonia se observaba en las haciendas. En éstas, a los
trabajadores colonos o trabajadores permanentes se les otorgaba parcelas bajo la
condición de que entregaran una renta (canon o censo, terraje o aparcería), fijada
unilateralmente de antemano por el hacendado. El uso de la tierra por el colono
equivalía al pago por diversos servicios que él prestaba. Además, era corriente en el
agro que el salario no fuera pagado en dinero sino en especie, lo que provocaba
protestas que no pocas veces se transformaron en motines y rebeliones. Hay
suficientes fundamentos para pensar que el sistema de indefensión y sometimiento de
los indígenas durante la colonia, siguió vigente hasta muy entrado el siglo XIX y que
aún en el siglo XX, existían elocuentes vestigios del mismo.
Resulta ilustrativo decir que en algunas ciudades había mercado todos los domingos.
Tal era el caso de Suchitoto14, en donde convergían gentes de poblaciones inmediatas
y lejanas, con mercaderías manufactureras, víveres, aunque la generalidad lo hacía
9

para adquirir provisiones de todo género, tales como café, azúcar, cacao, panela,
tabaco, trigo, cestos, jarcia, loza de varias especies, petates, sombreros de palma, etc.
Este mercado dominical, era una Aferia octavaria en todo el año (sic) que se animaba
más en invierno.
Es lógico pensar que en esta Aferia octavaria, al igual que las habidas en otras partes
del país, además de hacerse transacciones con moneda, se practicaba el trueque,
como una forma de encarar la escasez de numerario. Debemos señalar que varias
actividades artesanales se practicaban entre la gente del campo, existiendo habilidad
para practicar no sólo una sino hasta dos o tres artesanías. Era común, por ejemplo,
que las mujeres hicieran telas para el uso de ellas, de sus maridos y de sus hijos, a la
vez que practicaban otros oficios. Sobre este particular, traemos a cuento el dato
referente a San Pedro Puxtla, en donde había, 293 sombrereros y 503 sombrereras, es
decir, cerca de 800 artífices Aentregados exclusivamente a la industria de sombreros
de palma (sic).ASe calcula se sigue diciendo que el número de sombreros que fabrica
el pueblo no bajan de 289,540, los que vendidos conmúnmente a doce reales docena,
les rinden 32,192 pesos anuales15. En relación a estos datos, si redondeamos a 800 los
artífices de esta industria, cada uno recibiría, anualmente, 4,024 pesos, equivalentes a
un poco más de 335 pesos mensuales, suma que para ese tiempo era una fortuna.
Debemos pensar en los costos de producción e interrogarnos si había intermediarios
que se aprovechaban del trabajo de los artesanos. Además, y esto es lo que viene al
caso, se nos impone la idea de que entre estos laborantes, el trueque era un medio
para adquirir lo que necesitaban para su subsistencia.
La regla general era que nuestros ancestros aborígenes vivían en la pobreza extrema.
AEntre los indígenas, sea por ignorancia, por falta de previsión o desapego a la
hacienda, toda su fortuna consiste en cosas de poca estimación, pues en poseyendo
maíz y frijoles casi ya no tienen qué desear.16 Estas breves apreciaciones, revelan
cómo las élites gobernantes veían la miseria en que estaban sumidos los indígenas. Es
ilustrativo agregar que en Santa Ana, a mediados del siglo XIX, se registraba que AEn
el día no se habla otro idioma que el de Castilla, y sería vano encontrar un solo indio
que hablase el de sus antepasados. Es este un punto, permítaseme decirlo,
descuidado por nuestros legisladoes. La diversidad de idiomas separa a los pueblos
mucho más que las distancias; y en mi concepto, si se quisiera civilizar esta interesante
clase de la sociedad, se debería comenzar por prohibirles el uso de su idioma nativo...17
En resumen, en lo relativo al problema de con qué se pagaba la mano de obra en el
campo, puntualizamos:
1o.) Que a algunos pocos se les pagaba con dinero.
2o.) Que había gente que recibía únicamente pago en especie.
3o.) Se daba una combinatoria de las dos formas anteriores: pago en dinero y en
especie.
4o.) Llega un tiempo que sería preciso determinarseen que los hacendados pagan con
Afichas, o sea con piezas metálicas amonedadas por ellos y que solamente tenían
poder de compra dentro de los límites de la hacienda.
5o.) Dada la existencia de un sólido sistema brutal de represión permanente de la
vagancia, es de suponer que quienes incurrían en este delito, al obligárseles al trabajo
10

forzado quedaban a merced de las personas entre las cuales eran repartidos y, por
consiguiente, el pagar o no, así como la forma y tiempo de pago, se libraban a la
potestad de los hacendados.
6o.) La situación del colono, quien no recibía pago ni en numerario ni en especie, era
una especie de siervo de la gleba.
Del estudio de las instituciones y costumbres de la época, se puede sacar esta
conclusión general: Las leyes reguladoras del trabajo en el campo y el comportamiento
de las élites poíticas y económicas, lejos de suavizarse con el tiempo, más y más se
fueron fueron endureciendo. )Que razones determinantes hubo para este fenómeno?
En lo que sigue, trataremos de dar respuestas.

4. )Qué causaba la escasez de mano de obra?


En las obras que hemos estudiado, se habla, muy fundadamente, de que
Centroamérica nace con escasa población. El Salvador, no era excepción.
Indudablemente, tal escasez tuvo repercusiones negativas en la oferta de mano de
obra, pero pero si nos atenemos solamente a la poca población, dejaríamos fuera otras
causas que incidíeron, siempre negativamente, en la situación. Pasemos revista a
algunas de esas otras causas, que no son propiamente demográficas, sino que tienen
un fuerte cotenido social y económico Por su orden, trataremos: 1o.) La traslación
masiva de habitantes hacia zonas alejadas de las poblaciones, con el objeto de vivir
aislados de las ciudades, villas y pueblos. 2o.) Las constantes guerras con otros
países, principalmente con Guatemala. 3o.) Los abundantes y violentos movimientos
populares producidos por múltiples causas: étnicas, reivindicativas, políticias, etc.
4.1. El fenómeno de la dispersión poblacional
Una de las formas de escapar de la explotación, era el traslado de cantidades, al
parecer muy significativas, de trabajadores a zonas alejadas de ciudades, villas y
pueblos, autosometiéndose a un aislamiento voluntario. No sólo se dedicaban a hacer
claros en bosques y selvas para construir sus chozas, sino que también laboraban la
tierra en cantidades suficientes de subsistencia y para obtener algunas mercancías.
Además, no faltaban quienes, aprovechando el aislamiento, se dedicaban,
principalmente a la fabricación de bebidas embriagantes, ante todo aguardientes
clandestinos. Precisamente, la fabricación de éstos licores estaba estancada por el
Estado y era prohibida su explotación fuera de los recintos de aduanas destinados al
efecto.
De conformidad al DL de 9 de marzo de 1838, se ordenó reducir a poblado a los que
vivían dispersos. Se disponía que los Jefes Políticos mandaran a instruir a todos los
Alcaldes una información de testigos, de acreditada probidad, sobre todos los dispersos
que hubiera en los ejidos y despoblados de sus jurisdicciones, haciéndose constar su
modo de vivir para que, en caso de resultar sospechosos, se les mandara a reducir a
las poblaciones respectivas y, si no lo ejecutaban en el término de ocho días, se les
aplicaba la pena de otros tantos de prisión, por la primera vez, doble por la segunda, y
por la tercera se les incendiaban las chozas, y se les consideraba encubridores o
auxiliares de ladrones. Esta disposición, al igual que otras del mismo jaez que
integraban la juricidad de la épocavale decir que le daban cuerpo al Estado de Derecho
11

fueron incluidas, con insignificantes modificaciones, en la "Ley de Policía" (de 1886, a


que ya hemos hecho referencia) que aún no ha sido derogada. Esta Ley es un
receptáculo de normas represivas del siglo XIX y clásico muestrario de lo que no debe
ser una ley de policía desde hace muchos años. Precisamente, en su Capítulo II se
consignan las 37 funciones de los Inspectores de Policía. Sus normas todavía rigen lo
relativo a los "campos y reducciones de la clase de trabajadores"(sic) así como lo
atinente a "las mujeres holgazanas" que ya tratáramos atrás.
En el proceo de elaboración de leyes que normaban las relaciones laborales en el
campo, apareció la categoría de "los quebradores de trabajo". Estos eran trabajadores
que no cumplían al pie de la letra sus obligaciones contraídas y al encontrar otro
empleador dejaban su empleo presente; o aquellos que habiendo recibido dinero
anticipado, no cumplían completamente su empeño. Precisamente las leyes que
normaban la figura delictiva de "los quebradores de trabajo", fueron derogadas por DL
de 22 de abril de 1904.18 Esta derogatoria obedecía, según el considerando, a que "a
más de ser atentatorias a las garantías individuales consignadas en los artículos 15 y
23 de la Constitución19, son contrarias a la equidad y a la justicia, por cuanto ellas
afectan únicamente a las clases menesterosas del país". Además, se dispuso que los
contratos de trabajo debían ceñirse al Código Civil. Debe reflexionarse que la
derogatoria se hizo casi dieciocho años después de existencia de la Constitución
Política de 1886.
La institucionalidad creada para el campo durante el siglo XIX, fue reforzada durante el
régimen del Gral. Maximiliano Hernández Martínez. En efecto, el 22 de agosto
deagosto de 1941, fue aprobada una "Ley Agraria", de carácter administrativo, por la
Asamblea Nacional Legislativa. Muy resumidamente, podemos decir que con ella se
consolidaron ciertos remanentes precapitalistas en el agro salvadoreño, dándosele a
los agentes de la Guardia Nacional las funciones de Policía Agrícola. Los guardias
nacionales estaban encargados de perseguir constantemente en los campos, caminos,
hatos, haciendas, heredades, villorios y caseríos, no había municipalida, a los
jornalerosquebradores, tahures, ebrios de profesión y vagos de todo géneroc
calificados de tales por la "Ley de Policía". La Guardia Nacional tenía "alcaldes
auxiliares", nombramientos que recaían en personas que vivían en la misma hacienda;
eran considerados como funcionarios públicos de funciones permanentes. Este dato,
sirve para que se posea cierta imagen real de una de las formas de integración, al más
bajo nivel, del aparato represivo del Estado. Los guardias nacionales, según el Art. 74,
de acuerdo con el Alcalde Municipal respectivo y mediante datos privados que éste
recogiera, destruían las chozas o ranchos que en despoblado se presumía que servían
de abrigo a malhechores. Además, a los supuestos consentidores de ladrones o
encubridores se les reducía a poblado.
De 1838, en que se ordena la reducción a poblado a los habitantes que vivían
dispersos, hasta 1941, cuando se decreta la "Ley Agraria" habían transcurrido
exactamente 103 años y aún se continuaba destruyendo humildes chozas de los
desheredados de la tierra.

4.2. Incidencia de las guerras


12

Héctor Lindo Fuentes, citando un cuadro estadístico hecho por Alejandro Marure,
historiador guatemalteco del siglo XIX, estableció que entre 1824 y 1842 "el ejército del
Estado de Guatemala se vio envuelto en cincuenta y una batallas, el de El Salvador en
cuarenta, el de Honduras en veintisiete y el de Costa Rica en cinco". 20 El mismo Lindo
Fuentes, advierte que estas cifras no comprenden los conflictos internos dentro de
cada país. De esta situación, nos interesa relacionar las incidencias de las guerras en
la escasez de mano de obra en el campo.
El reclutamiento forzoso de soldados en El Salvador, se hacía entre los trabajadores
del campo, principalmente indígenas y ladinos pobres. Era una forma de compensarse
el Estado por la incapacidad económica de éstos de responder a los frecuentes
empréstitos forzosos y a los impuestos, en general. Con motivo de las guerras y
reclutamientos, jóvenes de esos sectores de la población huían o se escondían en
lugares relativamente inaccesibles o despoblados, restándole, así, brazos a las
actividades agrícolas que los necesitaba.
En la Estadística General de la República de El Salvador, que hemos venido
mencionando, hay datos que, seguramente, responden a una pregunta que la boleta
oficial contenía. Se trata de apreciaciones acerca de si los habitantes de tal o cual
población, tenían inclinación a las armas. La pregunta no fue hecha en todos los
pueblos de que trata dicha obra, pero de los 21 en que se hiciera, se estableció que 5
respondieron afirmativamente y 16 dijeron no. En Asunción de Izalco, la apreciación
que hiciera el funcionario informante, fue la de que los pobladores "huyen del servicio
militar como de una fiera".
Precisamente, una de las motivaciones de la rebelión de Anastasio Aquino, en 1833,
fue la de que a los indígenas nonualcos, muy inclinados a las armas, se les reclutaba
no sólo para guerras contra otros Estados, sino para reprimir disidencias internas.

4.3. Los conflictos internos


Aldo Antonio Lauria Santiago en su tesis An agrarian republic production, politicis,
and peasantry in El Salvador, 17201920,21 en su Capítulo 8, titulado "Popular protest,
riot, and revolt in the formation of the salvadoran poliity, 18001900", hace el recuento de
un siglo de protestas populares, disturbios, motines y rebeliones en El Salvador. El
autor desarrolla la tesis de que los movimientos populares de campesinos y de
trabajadores rurales han contribuido a la historia política del país después de la
independencia y que los mismos no pueden ser desvinculados de los cambios militares
y políticos de la región centroamericana.22
De tan importante tesis del historiador dominicano, lo que tratamos de destacar son
los movimientos populares en el contexto de la falta de mano de obra suficiente en El
Salvador independiente del siglo XIX, así como las características de las respuestas del
Estado que son importante considerarlas, siquiera someramente.
Nos resulta imposible hacer una lista de protestas poulares, disturbios, motines y
rebeliones, dada la carencia de espacio e inoportunidad. Lauria Santiago es prolijo en
su investigación razón por la cual me remito a su obra. Pero es preciso decir, que los
muchos movimientos populares violentos, se dieron a lo largo y ancho del país,
principalmente en la zona occidental, central, paracentral y oriental del país.
13

Es evidente que en los años que comprende esta ponencia, El Salvador fue un país
revuelto, con pocos remansos de paz interior y exterior. A los movientos populares, el
Estado dio como respuesta una violencia legalizada y jerarquizada como hemos visto
.Con las leyes en la mano construyeron todo un aparato represivo, autoritario y
jerarquizado, destinado a dominar al pueblo.
Ante la urgencia de realizar obras públicas de la más diversa índole, entre las cuales
había prioridades, como caminos, puentes, edificios y puertos, para estimular el
comercio de exportación e importación, y no disponiéndose de mano de obra, el
recurso a la penalización con obras públicas a vagos, ebrios, tahures y demás gente
de mal vivir, fue el más fácil expediente. Las obras públicas eran sinónimo de trabajo
forzado de reos quienes construyeron las principales cárceles del país, entre ellas la
que por muchos años fuera la Penitenciaría Central de San Salvador. Los grilletes de
hierro fueron el símbolo de toda una época que se prolongara hasta muy entrado el
siglo XX.
En cuanto a la FTC, como fenómeno rural, de hecho las poblaciones ubicadas en el
campo eran, en los hechos, cárceles suigeneris, enmarcadas, como hemos visto, en la
juridicidad dicada por un Estado de Derecho.

5. Consideraciones finales
El problema de la "fuerza de trabajo cautiva" que existieraen El Salvador a lo largo de
setenta y nueve años del siglo XIX, pensamos que debe ser considerado como uno
más de los muchos que caracterizaran el proceso de transición de la colonia a la
indpendencia en el sentido real de la palabra. Sin embargo, las élites gobernantes de
nuestro país, al igual que las de otros países centroamericanos, aunque unos más y
otros menos, una vez fracasada rápidamente la federación, se quedaron ancladas en
el ideal de Nación. Esta, era la República Federal, de manera que cada uno de los
cinco fragmentos del Istmo no eran naciones. Cuando se hablaba de la nacionalidad se
trataba de la centroamericana. Fue una "nación imaginada" que, como mito, ocuparía
el pensamiento político no sólo de liberales sino también de conservadores. El mito fue
manipulado de tal forma que permeó importantes capas sociales citadinas. Grandes
esfuerzos feron gastados inútilmente en el afán de reconstrucción nacional.
Sin embargo, las sociedades no viven de mitos, sino que tieen que producir lo
necesario para comer, vestirse, tener vivienda, etc. Por consiguiente, cabe reflexionar
sobre el carácter de las relaciones sociales de producción que existieron durante el
período estudiado. No nos basta saber qué es lo que se producía, sino la forma en que
se producía. Por esta razón pusimos la mira de nuestro ensayo en las relaciones
sociales de producción y encontramos esa categoría que fuera el tema de la ponencia.
Pensamos, al igual que algunos autores, que las relaciones sociales de producción no
son meramente económicas, sino que tienen que considerarse como comprendidas en
el problema, la costumbre, la tradición y la regulación política, así como lo cultural y lo
político. Quedan, por lo tanto, muchas cuestiones por despejar y, en general, lo que
hemos hecho son apenas esbozos de una problemática compleja.
14

Notas
1
1 Adoptaremos el nombre de El Salvador, evitando, así, la variación de
nominaciones que tuviera nuestro país, tales como Provincia de San Salvador,
Estado del Salvador, etc., hasta que oficialmente se le designara como
actualmente lo conocemos..

2
2“Recopilación de las leyes del Salvador, CentroAmérica: formada por el Sr.
Presbítero Doctor y Licenciado Don Isidro Menéndez, a virtud de comisión del
Sr. Presidente Don José María San Martín, refrendada por el Sr. Ministro del
Interior Lic. D. Ignacio Gómez. Guatemala, Imprenta de L. Luna, Plazuela del
Sagrario, 1855”. Tal reza la carátula de la primera edición. La edición
consultada, es la segunda, hecha en San Salvador en septiembre de 1956. En la
Introducción, se consignan estos juicios: “La lejislación del Estado es nuy
copiosa, por la mayor parte de casos particulares, incoherente y aun
contradictoria; y muchas veces nada conforme a los principios establecidos. Se
ha lejislado hasta el prurito y sin tino ni órden: es, por decirlo de una vez,
una lejislación miscelánica y en la mayor parte intútil y aun perjudicial; y
remediar en lo posible tamaños males ha sido la mira principal de esta
Compilación”. En la línea final, se advierte que no debe olvidarse que “no se
proyectaba una lejislación, sino que se recopilaban las leyes dadas y tales
como ellas son”. (Se respeta la ortografía de la época)

3
3 Patricia Alvarenga, expresa: “Al iniciarse la década de 1880 el grupo en el
poder llevó a cabo una reforma agraria que transformó las relaciones entre los
actores sociales. Esta no sólo produjo cambios sustanciales en la tenencia de
la tierra; también estuvo acompañada de un proyecto de reconstrucción de las
relaciones laborales. El trabajo forzado fue institucionalizado y el Estado
estableció una extensa red de control del campesinado”. (p.11) Respecto a la
institucionalización del trabajo forzado, en la década de 1880, disentimos por
las razones que ya hemos dejado expuestas. La “fuerza de trabajo cautiva”,
reiteramos, fue una de las formas de trabajo forzado knstitucionalizada
escaso tiepo después de la Independencia. Véase: Patricia Alvarenga Venutolo,
Cultura y ética de la violencia: El Salvador, 18801932, 1a. Edición, San José,
EDUCA, 1996.

4
4 Nos resulta ilustrativo que en el periódico oficial salvadoreño El
Constitucional (Tomo 2, No.2 de 26 de octubre de 1865) se haya reproducido
íntegramente la “Ley para corregir la vagancia”, dictada en México por el
Emperador Maximiliano el 19 de marzo de 1865 y tomada del Diario del Imperio
de 13 de mayo del mismo año. Aunque el tenor literal de la ley imperial y la
“Ley de Policía” salvadoreña, difieren el contenido y la intención de ambos
cuerpos legales tienen más coincidencias que diferencias. En la tipificación
de los vagos, la ley mexicana es más amplia. Se incluía a “Los que no tienen
más ocupación que dar música con arpas, vihuelas u otros instrumentos en las
vinoterías, bodegones o pulquerías”. Sin embargo, el problema central que se
nos presenta es el referente a que en la época el fenómeno de la vagancia era
15

azote social, tenido como el origen de todos los vicios y delitos.

5
5 De Estadística General de la República de El Salvador, han sido editadas,
además de la 1858, otras dos: la de 1926 y la de 1974. En la primera edición,
aparece sin autor, pero en los dos siguientes se atribuye la autoría a Lorenzo
López. Esta tercera edición es la que nos ha servido para el presente ensayo.

6
6 Es ilustrativo decir, que $ 1.00 (un peso) equivalía a 8 reales; cada real
se dividía en 2 medios reales (simplemente, medios) y cada medio real en 2
cuartillos. Precisamente, hasta hace menos de una década, circularon monedas
de a 3 centavos, que, popularmente, se llamaban cuartillos o cuises. Cuando en
los años 80 del siglo XIX se acordara que el peso tuviera cien centavos, se
hizo la equivalencia de que 8 reales componían un peso, aunque a cada dos
reales, el comerciante o a quien le hacían un pago le aumentaba un centavo a
fin de redondear los cien centavos. Para evitar que en el campo hubiese
dificultades con los jornales de los trabajadores, fue que se acuñó moneda
fraccionaria de a 3 centavos (el cuis) y una fracción de éste, fue la ración.

7
7 Artefactos, se refiere a quien hacía cosas con arte.

8
8 Estadística General..., op. cit., p.113.

9
9 Alfonso Rochac, Evolución monetaria salvadoreña. Tres ensayos sobre
historia monetaria. Universidad de El Salvador, Facultad de Economía,
Instituto de Estudios Económicos. Editorial Ahora, San Salvador, 1961, p.5.

10
10 Ibídem.

11
11 Héctor Lindo Fuentes, Economía y Sociedad (18101870), Capítulo III de
Historia General de Centroamérica, FLACSO, San José, Costa Rica, segunda
edición, 1994, p. 154.

12
12 Ibídem, p.35.

13
13 Héctor Lindo Fuentes, op.cit., p. 161.

14
14 Véase la viva descripción que se hace en Estadística General de la
República de El Salvador, op. cit., p.106.

15
15 Ibidem, p. 87.
16

16
16 Estadística General... op. cit., p.180.

17
17 Estadística General..., op. cit, p.79. Las opiniones están suscritas por
Teodoro Moreno, Gobernador Político y Militar del Departameno de Santa Ana.

18
.Recopilación de Disposiciones Legales Vigentes Relacionadas
con la Agricultura, Tipografía Católica, Santa Tecla, 1904.
19
.Los artículos son de la Constitutión Política de 1886.
Citémoslos: "Art.15. Nadie puede ser obligado a prestar trabajos
o servicios personales sin justa retribución y sin su pleno
conocimiento, salvo que por motivos de necesidad o utilidad
pública se establezcan por la ley. La ley no puede autorizar
ningún acto o contrato que tenga por objeto la pérdida o el
irrevocable sacrificio de la libertad del hombre, ya sea por
causa de trabajo, de educación o de voto religioso. Tampoco puede
autorizar convenios en que el hombre pacte su proscripción o
destierro". "Art.23. Todos los hombres son iguales ante la ley".
20
.Héctor Lindo Fuentes, op. cit., p.157.
21
.Aldo Antonio Lauria Santiago, An agrarian republic production,
politics, and peasantry in El Salvador, 17201920, Dissertation
submitted to the Faculty of the Division of Social Sciences in
Candidacy for the degree of Doctor of Philosophy, Departament of
History, Universidad de Chicago, Illinois, 1992. Fotocopia.
22
.El autor asienta: "Nonetheless, the participation of peasant
and other nonelite sectors is overlooked but important, and often
determinant, component of the political processes of the century.
These struggles influenced the formation of the Salvadoran
nationstate and the fate of different elitebased factions vying
for state power".P.454.

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