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Primera edición, 2007
© Katz Editores
Sinclair 2949 , 5® B
1425 Buenos Aires
Fernán González, 59 Bajo A
28009 Madrid
www.katzeditores.com
9 Introducción
Un estilo particular de historiador, por Luce Giard
E S C R I B I R I.A H IS T O R IA
m í s t i c a y AL TER ID A D
323 Capítulo 13. Los magistrados ante los brujos del siglo xvn
325 “ Una exploración de la conciencia judicial”
328 El espacio nacional
330 Clivajes socioprofesionales
332 Una reorganización social del saber
335 Problemas teóricos: la naturaleza, lo real, la experiencia
339 La sociedad de la brujería
341 De la emigración a la confesión
342 Brujería, posesión, bucólicas
345 La educación represiva
No soy más que un viajero. No sólo porque viajé mucho tiempo a tra
vés de la literatura mística (y ese género de viajes lo llevan a uno a ser
modesto), sino también porque al realizar, por razones de la historia o
de investigaciones antropológicas, algunos peregrinajes a través del
mundo, en medio de tantas voces aprendí que sólo podía ser un parti
cular entre muchos otros, narrando solamente algunos de los itinera
rios trazados en tantos países diversos, pasados y presentes, por la
experiencia espiritual.1
4 Retomo aquí el título del capítulo 2 de su libro L'écriturt de l'histoire (1975), últuna
edición, París, 2002 [trad. esp.: La escritura de la historia, México, l niversi
Iberoamericana, 19861. El capítulo trata tres cuestiones: “ un lugar social.
“ una práctica”, “ una escritura”. En esta obra, que se ha convertido en un elaaco
del género, el autor examina la historiografía occidental en tres campos y t r «
momentos: la historia religiosa (siglos x v i-x v m ) uno de os prim eros, elaUK
antropología (sobre los tupíes del Brasil en el siglo xvi) y los ^ s a > ^ t o n . c .
de Freud (sobre una neurosis demoníaca en el siglo xv 11, y so r e .
m onoteísmo).
,2 I n IV6M 0(1 0t«0
En los cinco capítulos de esta tercera parte, el autor recorre con d ilig e n
cia diversos registros, sin abandonar el terreno fam iliar de los siglos x v i
y xvii (con excepción del último capítulo, sobre el que volveré m ás ad e-
se ausenta.
" A modo de conclusión, escogí un texto breve (capitulo 14) que retoma
la cuestión mística a grandes rasgos, porque recapitula con claridad las
hipótesis del autor y sus posiciones de principio. En un sentido, este texto
de una factura más didáctica -desacostumbrada en Michel de C e rte a u -
completa el capítulo 2, “ Historia y mística”. Ambos fueron redactados con
algunos meses de intervalo entre 1970 y 1971, el prim ero com o respuesta
- pedido de la Encyclopaedia universalis, el segundo por el deseo de
:arsc acerca dc las decisiones tomadas al escribir el prim ero. En este
C X p i l C d l S C « L C r C il U C U L L I j l U l I t J l u i i i u u a j u w i
V 1 1 •
último capítulo ante todo se plantea con firmeza el rechazo a definir una
“esencia” de la experiencia mística, luego se indica cóm o las d escrip cio
nes de los fenómenos místicos están relacionadas con los estados sucesi
vos del saber, con la evolución de sus divisiones y sus jerarquías, pasando
de la teología a la antropología, de la historia y de la sociología a la psi
quiatría. De aquí resulta un segundo rechazo de principio, opuesto a la
solicitud de distinguir entre “ verdadera” y “ falsa” mística, de atribu ir o
negar una aptitud mística a las diferentes tradiciones religiosas. C o m o en
ios capítulos precedentes, también aquí las ilusiones generalizadoras y las
tentaciones judicativas están descartadas. Modestamente se propone,
para cada uno de los místicos estudiados, volver a una puesta en situ a
ción histórica que lo reinscriba en un contexto cultural, espiritual y
social. Estas recomendaciones van a la par de la insistencia que se pone
r» - - * -
Í r ^ a 'n — s vsubsecciones,ytrasladé a las no,as las refe-
31!, ^
tpmnc
l U'0J ; ArtíCUl0 “ ,CSUÍ,as” en Par,e- uic UC
La Reforme IlllcricUr
de 1l'intéríeur
Luce Giard
1
D urante los últim os años, los temas que privilegia la historiografía reli
giosa del siglo x v ii dibujan los terrenos que permiten “ ver en acción” una
evolución religiosa. Es una topografía de los lugares constituidos por los
cruzam ientos entre el avance de la investigación científica y las “ huellas”
de “ fenómenos espirituales” pasados.1 Cada uno de estos lugares, en efecto,
es definido por la combinación entre intereses (las cuestiones que, al pro
gresar, reorganizan y atraviesan la información), fuentes (el material loca
lizado y circunscrito en función del “ tratamiento” de que es susceptible) y
reglas (o, por lo menos, procedimientos de análisis que articulan los inte
reses con las fuentes). Por eso la lista de esos temas mayoritarios indica ya
una estrategia de la investigación sobre un cuadro de problemas pasados
y/o presentes: las form as de la herejía, que inscriben u ocultan divisiones
en térm inos de conflictos doctrinarios; la movilidad de las instituciones
-so b re todo la secta y la fam ilia-, que suministran referencias o coartadas
a la “ sensibilidad colectiva” religiosa; los comportamientos (sacramenta
les, m atrim oniales, testamentarios) en la medida en que son los indicios
de una implantación o una teatralización de las ideologías; los desplaza
m ientos epistemológicos provocados, en particular, por las técnicas que
m odifican la naturaleza del libro o la del cuerpo, dos puntos donde se juega
la legibilidad del sentido; las alianzas entre lo imaginario y una razón según
las m odalidades alternativamente esotéricas, místicas o científicas de una
1974* P‘ H.
6 S f i ' l el ¡x iá és ^ ¡ ‘h «o p Cp,éindmtridle
M-D. Chenu,|.'ség„y S' ^ 1 "•
l* xxix, 1974, pp. 1185-1305 ’ * ,C U chamP reügieux” en Armales e s c ,
_
lk, la instauraban dc la ortod oxia (o representación,
de! corte que P ^ lte ^ d ^ n o c im i e n t o d e u n a s o a e d a d particular
r r o r u dc un grupo. o so d e ,d d iv is ió n p a s iv a (estar separado)
neí del Norte v el Sur, y crea las mil varian tes de la oposi-
S 5 S . rdbnnadas y U Reforma d e n t i n a ; p o r ulttmo, a.u e-
L , - ^ p e ' l a unidad del universo e n 'v .e ,o y n u evo m u n d o s y hace
1J r ora el privitedo cspacuú del "sálvale- am en can o respecto d e la cris
tiandad que envejece- ora el privflegk, temporal del presente occidental,
bastante productivo para transformar poco a p o co la tr a d ic ió n en un
• pasado" caduco. De hecho, divisiones y redefiniriones se verifican en todas
partes, entre naciones, ránidos, sectas, disciplinas. La ag re siv id ad entre
rv'iciones amenazadas oamenazadora> crece 2,1 m ism o tiem p o que p¿u;:-
cen una readaptación general. ' ,I
Este “ trabado" multiforme parece obedecer a un p o stu la d o co m ú n : el
cisr:ü iujtituve a la herejía, ahora imposible. H ay “ herejía c u a n d o una
posición mavoritaria tiene el poder de nom brar en su p ro p io d iscu rso y
excluir como marginal a una formación disidente. U n a au to rid a d sirve de
marco ue referencia a: grupo mismo que se separa o que ella rechaza. El
cisma. por el contrano, supone dos posiciones, n in g u n a de las cuales
p _e¿e imponer a .a otra la ley ce su razón o la de su fuerza. Ya n o se trata
vi- una ortodoxia ¿rente ¿ una herejía sino de diferentes iglesias. Tal es la
n 0 1 c' ' ^ c x ‘ " • ^-os conflictos ponen en en tred ich o fo rm acio -
. E.vC e>ta:ndo ratai de la an tigu a re lig ió n de la uni-
0 &,i€s'%‘irri'^ te sobre el Estado la c a p a c id a d de ser la
*
inmovilizan en los combates’': ese tiem po
ic coexistencia pacífica v el pluralism o
w ^ « 73. 1» 77
P° r “ " " " ' “ '‘' “ 'V O d o n a y
m -w .g * . h France moderno
CtlSIUaiSMO T (N U («U ffl'O tlIt» 3,
redasificar y ^ " ' ^ ^ d ó n qUe, en otros casos, cam bia los conteni-
complementario e ^ ^ ^ suceden
" m
^ T L a í’amímVm * Paris.
k , , :„ „ jn' de “ t T i ™ 3 Pr0':e" “ ' de v i a b i l i d a d a través de
* penitente*;, en el siglo x v i (cofradías
«X iM jdo populares i E r . - ’ P°lmc05 bajo la Revolución (las
a 60 e -o to L JÍ Z Z ’ ° “ e' « * > *«■ ■ '
¡m figure et U lieu, París 1067 # f V, / ac^ue^a 9 ue analizaba Pierre Francastel,
^•‘érente de los elementos Beurat' ¿ 1 ^ ^ uattroctrnto, una distribución
Jn nu« o ^ncionamjento '"i, de U tradición re,iS‘osa establece
•^ d - a « ta ** ^ — ho antes de que Boniceüi
***** * h 1986h1975.
- -Mju^eíle Aurore, P André' vinccnl*
- ^ « k o r z ^ i977*.
- discurso de la proíecái"
C 8I S I U R I S M 0 Y ' M O O E t N I D A D * ( N U M STO «IO m fU (O R U M O Iá'U 35
, p r i e n d a de un o rd en “ ¡ n m ó v i r o . necesario
man con sus tensiones la P ^ sc a p iia n , se im b r ic a n y se d ifrac.
retorno de la estadística de |a g eo g rafía (el “ m e d io ” regional),
tan sistemas de P e n c a s , P jon(,s quc resisten a las su ce siv id a d e s del
indicadora de opacas <ic ^ D e hecho> |o s m e jo r e s estud¡oj
tiempo y las difusiones a ^ apoyo (a m e n u d o tacito ) d c cohe
sobre las prácticas re igi° • ^ sobre aglo m eracion es gran d es, peque-
rendas regionales ysusm o
31 Esto es lo que muestra un libro maravilloso, agudo y sutil, sobre las tensiones
ocultas bajo la estabilidad campesina: Gérard B ou ch ard , Le village immobile.
Sermcly-en-Sologne au x v n f sítele, París, 1972.
32 M. Vovelle,por ejemplo, da origen a la cuestión (Piété b a r o q u e .,.,o p . cit.,
pp. 126-133,276-284), a propósito de los “ tem peram entos regionales” (localizables
según los pedidos de misas en los testamentos), pero la “ región cultural” pequeña
o grande aparece en su libro como el objeto construido y cartografiado a partir
de estadísticas, más que en virtud de una realidad “ g eo g ráfica” que sostiene y
condiciona la seriedad de su análisis estadístico. N o obstante, véanse sus reflexiones
su tesis Etudi quantitative de la déchristianisation”, en Dix-huitiém e siécle,
N 5, . 973. pp. 163-172, sobre las “ fronteras” regionales.
d é c h r i s t i a n i s a t i o n r é v o l u t b n n ü r í Cart° g ra p h ie d e la
de l’Ouest, París 1071 H¡n Anuales du Midi, 1965). Paul Bois, Les pnysans
remonta “del presente hac1*"3! Lm° sUaci()n ejemplar de este método: él se
er>el Oeste para mostrar a ° ’ ^ar,° Un ana*'s‘s Ia derecha política
socioeconómicas, las ideología! * ‘ 1 - ^ *5aSC ^ ^aS m'smas prácticas
Unieron entre 1789 y 1 ? 9 P'! ¡Cas del ^ Yel Oeste del Sarthe se
' J lli,ro: *os ciudadanos y el den- ^ i*"*' ' S *)3ra ^amcntar a dos ausentes en
0 J ' r deiones de J. Ddumeau » ^ Stü *ustor‘a regresiva, véanse también
* whohcistK entre Luiher et V o l t c de la ^«cristianización":
ris' ' ^ ‘ .PP-322.330 I l ,a d .« p .;
'^rdanyola, Labor, ,973]. v
" M O D E R N I D A D " EN l A H I S T O R I O G R A F I A C O N T E M P O R Á N E A , 37
34 Para la m uerte: M . Vovelle, Piété baroque...-, op. cit., y Mourir autrefois, París, 1974;
Fran^ois Lebrun, Les hommes et la mort en Anjou, París-La Haya, 1971. Sobre
el m atrim o n io y la sexualidad: Jean-Louis Flandrin, L’Église et le contróle des
naissances, F lam m ario n , 1970, y Amours paysannes, París, 1975. Alain Lottin, Vie
et m ort du couple. D ifficultés conjugales et divorces dans le Nord de la France aux
x v i i c et x v m e siécles”, en Dix-huitiéme siécle, N ° 102-103, i 974>PP- 59-78, análisis de
las solicitudes de separación presentadas por mujeres de condición modesta
a la oficialid ad de C am b rai y satisfechas en cerca del 80% de los casos, en un
tiem p o en que los tribunales civiles no tom aban en cuenta los requerimientos
procedentes de m ujeres o de “ la hez del pueblo”. Sobre el nacimiento, tema menos
estudiado, N icole Belm ont, Les signes de la naissance, París, 1971. abre pistas
an tro p o ló gicas m u y preciosas para el historiador (por ejemplo, sobre el
n o m b ram ien to , en su capítulo “ Nomen et ornen ).
35 Por ejem p lo, los trabajos, lam entablem ente dispersos, de Donum que Julia sobre
el clero p arro q u ial de la diócesis de Reim s en la Revue d'histoire moderne et
contemporaine (1966, pp. 195-216), los Études ardennaises (N - 49 .1967, PP-
y N° 55,19 6 8 , pp. 4 1-6 6), los Anuales historiques de la Révolutwn F ran gí* { 9, .
pp. 233-286) y las Recherches de science religieuse (1970. pp. 521-534); 1 « '
en colaboración con Dcnis McKee, su comunicación al coloqu.o Mesber („->9
los avatares del tiempo y las pasiones de los hombres. Pero sus métodos per
tenecen a o tro espíritu. La fabricación de textos seguros a partir de sus
ruinas , la relativización de las doctrinas que fueron producidas por los
pueblos y que “ simbolizan” sus “ costumbres”,* y, sobre todo, la valorización
de las técnicas mediante las cuales se puede liberar del error a los documen
tos necesarios para la instauración de un orden concentran el esfuerzo sobre
la producción más que sobre la conservación de una “ ley fundamental”.
En la relación del siglo x v n con los “ documentos” ” impacta en todas
partes la v o lu n tad m etódica de producir lenguaje con los datos que sumi
nistra u n a tradición, ya sea a través del manejo de los manuscritos, de las
tran sp o sicio n es de la traducción, de los desplazamientos de la paráfrasis
o del a rte de p o n e r en escena los elementos de una cita. Más allá de sus
diferencias, la retórica y la erudición tienen en común que con fragmen
tos au to rizad o s, m em bra disjecta de un inmenso texto originario, fabrican
el lenguaje religioso de u n tiem po que es “ nuevo” al estar cortado de sus
o ríg en es p o r p érd id as irreparables. Las traducciones literarias y las edi
c io n es críticas ta m b ié n participan en la tarea de crear texto en el lugar
q u e lo articu la con una verdad de los orígenes, pero que ya no está seña
lado sin o de m a n e ra poco explícita y por restos. Las traducciones, “ bellas
infieles”, e lab o ra n sobre el piso de la obra antigua todas las virtuosidades
re tó ric a s de una invención lingüística que ya indica ahí la diferencia de
los tie m p o s y prepara una literatura pronto desarraigada de ese pasado
p e ro siem p re legitim ada por el privilegio de haber nacido en los intersti
cios o en la vecindad de lo antiguo.’6 La erudición es ante todo la experien-
jv . ,
forma prim er» de la r e l a c e n c o n el u e m p o : rcve,
da dc una ^ k$ « g e n te s " en m a n u s c r ito s d iv e rg e n te s ,
diseminación histori^ ^ ^ m u |t¡tu d de s e n tid o s q u e in tro d u c e e„ | '
pulverización scmí" ' at¡cai. Pero u n a m a n ip u la c ió n de tales elem t'
palabras un ® * me " ; las c o n c o rd a n c ia s, el a p ila m ie n to de con»
ios fragmentado*. ^ |ugares OSCUro s o d u d o s o s re co m p o n e n u,
cimientos de to o ^ dispersión.»7 A lg u n o s p ro c e d im ie n to s té,'
unidad texwa a pa^ ^ ^ e d ic ió n o el c o m e n t a r i o crítico , pU(?
"icos compens deshechí¡, d e s m e n u z a d a p o r la historia,n
Por lo que respecta a la Biblia, véanse, por ejem plo, M ich el Jean n eret, Poésie et
tradition biblique au x v f siécle, París, 1969 (de hecho, tam b ién so b re el siglo xvn;
véanse sobre todo pp. 207-361: “Actualité de l’A n tiqu e” ), e Yves Le H ir, Les drama
bibliíjues de 1541 á 1600, Grenoble, 1974 (sobre la im p o rtan c ia d e la B iblia como
lugar de invenciones lingüísticas y estilísticas).
5 Remito al mejor estudio sintético sobre este trabajo de la e ru d ic ió n y la crítica
textual. L D. Reynolds y N. G. Wilson, Scribes and scholars. A guide to the
tra...m>sion ofgreek and latín litera ture, O xford, 2a ed., 1974, pp. 108-185 (sobre
antiquity Oxford "'6 ^°^ert0 Weiss, The Renaissance discovery ofclassical
®1 •de 1 tndon, (kuvres complétes *- Í t h r" Ure Sainte ¡angue vulgaire (17°^’
,L • de Gaume, ,848, t. ,1, pp. l9pr2 0 i.
C R I S T I A N I S M O Y “ M O D E R N I D A D " EN I A H I S T O R I O G R A F Í A C O N T E M P O R A N E A I 49
74 Véase Georges Gusdorf, Dieu, la tmime, Hwmme au sieelt des Lumtires, París, 19 7 1
''7 Sobre el V .•
Co"*AJmtj'¡°nerism°* véanse w
Pp' 533-53¿. au xv,r siéck p ’ AH onse n
H istoria y m ística
UN L U G A R Y U N A T R A Y E C T O R I A
Provenientes de aquellas grutas donde duermen los tesoros del pasado, esas
piezas dispersas podían encastrarse como las de un rompecabezas que com
ponían la historia sorprendente de una vida y una obra, una historia toda
vía perforada con carencias, pero enmarcada con la suficiente precisión
para que por lo menos fuera posible determinar el lugar y la naturaleza
de los vacíos.
La reconstitución (en parte todavía inédita)’ de la obra de Surin per
mitía entrar cn la intimidad de un pensamiento y en los laberintos de una
época. Los registros y exploraciones necesarios para este primer trabajo
tam bién desem bocaban en nuevas interrogaciones históricas y teológi
cas, a m edida que caían las hipótesis o las evidencias iniciales.
Había que renunciar a la proximidad que ante todo postulaba, entre esos
espirituales del siglo x v n y nosotros, el proyecto de recuperarlos. Como
se los conocía mejor, se revelaban como extraños. En el mismo terreno en
que se había supuesto un contrato de lenguaje, es decir, un entendimiento
cristian o , eran irreconocibles. El acercamiento descubría su distancia,
una diferencia que no concernía solamente a ideas o sentimientos sino a
m odos de percepción, sistemas de referencias, un tipo de experiencia que
no podía im pugnar com o “ cristiana” ni reconocer como mía.
H ab íam o s dom esticado a esos “ queridos desaparecidos" en nuestros
escap arates y en nuestros pensam ientos, los habíam os puesto en una
v id riera , aislados, m aquillados, y los habíamos ofrecido así a la edifica
ción o destinado a la ejemplaridad. Y de pronto escapaban a nuestro domi
nio. Se convertían en “ salvajes”, a medida que su vida y sus obras aparecían
más estrechamente ligadas con un tiempo pasado. Esa mutación del objeto
estudiado correspondía, por otra parte, a la evolución de una investigación
que se convertía poco a poco en “ histórica . Porque lo que caracteriza a un
tra b ajo co m o “ h istó rico ”, lo que permite decir que uno ‘ hace historia”
(en el sentido en que uno “ produce” algo histórico, asi como se fabrican
autos), no es la exacta aplicación de reglas establecidas (aunque ese rigor
sea necesario). Es la operación la que crea un espacio de signos adecua
dos a una ausencia; la que organiza el reconocimiento de un pasado, no
co m o una posesión presente o un saber de más, sino en la forma de un
discurso organizado por una presencia que falta, la que, mediante e trata
m iento de m ateriales actualmente dispersos en nuestro tiempo, abre en c
lenguaje un lugar y una remisión a la muerte.
EL TRABAJO HISTÓRICO, U N A O P E R A C I Ó N C O L E C T I V A
der y analizar que le son propios. Cada investigación se inseribe en una red
cuyos segmentos dependen unos de otros y cuya combinación define el
trabajo historiográfico en un momento determinado.
Finalm ente, ¿que es una “ obra de valor”, en historia? Aquella cuyos pares
reconocen com o tal. Aquella que representa un progreso respecto de un estado
actual de las investigaciones y los métodos. Aquella que, ligada por toda
su elaboración al m edio en el que aparece, posibilita, a su vez, cuestiones
y estudios nuevos. El objeto histórico (en otras palabras: el libro o el artí
culo aparecido) es el producto de una operación articulada con un trabajo
colectivo que a su vez es relativo a funciones y coacciones en la sociedad pre
sente (la situación del grupo de los historiadores, la naturaleza académica
de una disciplina, el papel concedido a la investigación, la organización de
la edición o de los m ass-media, el tipo de consumo propio de un público,
etc.). C o m o el producto que sale de una fábrica, el estudio histórico se refiere
al “ co m p lejo " de una fabricación específica y localizada, mucho más que a
una significación y a una “ realidad” exhumadas del pasado.9
En tod o caso, aislar dicha operación de su relación con el grupo, con la
red de p rá ctica s cien tíficas y con la situación global donde se inscribe;
desp egar la delgada película de ideas que implica; considerarla finalmente
c o m o la relación de un historiador presente con su objeto pasado, sin tener
en cuenta la necesaria mediación de una sociedad presente, sería mera ideo
logía. El “ relativism o” al que conduce este punto de vista idealista es el efecto
de u n a abstracción inicial; hace emerger en la teoría la arbitrariedad y la
in con sisten cia del recorte que efectúa un examen que, en el trabajo histó
rico , so la m e n te retu vo a un sujeto individual en busca de una reali
d a d ” p o r exhum ar.’-0 D e hecho, una operación científica objetiva es el campo
de la muerte. ^ ^
EL DISCURSO MÍSTICO
• ^ ^ s r r e n i d o - s u r i r 1 0 n ° m b r a » » — d í o s
dicho, o que tal vez, vacilante entre uno y otro, no hace otra cosa que yux
taponer proposiciones contradictorias. En otros términos, jes posible el
discurso místico?
¿O bien hay que reconocer en Surin una impotencia para "sostener”
esc discurso? Tenemos confesiones de tal impotencia: por ejemplo, un
uso incoherente de los contrarios, o bien el recurso indefinido a la “ expe
riencia com o a un indecible, noche donde todas las vacas son negras”.
En este últim o caso, el enunciado experiencia’ sería, en el texto, una pieza
que connotaría la inexistencia de un lenguaje “ teo-lógico”.11
Por cierto, el lenguaje de Surin oscila entre decir y no decir, está que
b rad o por la fisura introducida con el “ lenguaje desconocido” que Dios
fo rm a él m ism o por su Espíritu”. Pero esa fisura acarrea una reforma
ción del lenguaje, organizada en una coincidatio oppositorum que por otra
parte no es identificable con ese “ m uro” que Nicolás de Cusa decía que
rodeaba el paraíso - “ Ultra igitur coincidentiam contradictoriorum videri
poteris et nequaquam citra” - , 13 porque de lo que aquí se trata es de una
estructura de rem isión, y no tanto de clausura. Surin no defiende el len
guaje, sino que éste está más bien herido por el sentido.
Aquí lo “ indecible” no figura sólo como un indicio que afecta los enun
ciados, relativizándolos y consagrándolos finalmente a la insignificancia.
Es lo que designa un vínculo entre los términos o las proposiciones con
trarias que presenta el lenguaje. Por ejemplo, es el vínculo entre dulce y vio
lento lo que dice algo de “ D ios” o del amor. De la misma manera, pero en
el nivel de las m acrounidades literarias, el hecho de que la prosa remita a
la poesía y la poesía a la prosa, es decir, el establecimiento de una pro
p o rció n ” entre esos dos géneros diferentes, crea en el lenguaje el espacio
de un significado que su misma distancia indica pero no nombra.
En otros térm inos, la misma fisura de lo “ indecible estructura el len
guaje. N o es la vía por la que hace agua. Se convierte en aquello en fun
ción de lo cual el lenguaje es redefinido. Esa transformación es más visible
en otra parte, por ejem plo en Pascal, cuando muestra cómo los discursos
de Epicteto y de M ontaigne “ se quiebran [... ] para hacer lugar a la verda
12 En este caso, habría que entender con YVittgenstein por m‘stl'-° lo que ^ 03
fuera de la esfera de lo decible: “un guarda-todo ontológico V ease Jaique,
Poulain, “ Le mysticisme du Tractatus lógico-ph.losophtcus et la situation
paradoxale des propositions religieuses”, en D. Dubarle y otros, La «cherche
philosophie et en theologie, París, 1 9 7 0 , PP- ^..laA- 1 111 p,
13 Nicolás de Cusa, Philosophisch-theologische Schnften. ... i<-na,
132; Visio Dei, cap. ix. ____. r • » Reyu¿
14 Véase M. de Certeau,“ J.-J. Surin interprete de saint leai
d ’ascétique et de niystitjue, t . x l v i , i 97 ° > P P - $6 66 .
6 0 I U I » » ' " 1 0,1,1
*5 kntretien de M Pascal
J'; |>0“ ble que el autor remita a m í ? dC C o u rc e ,le > P a r ís > ‘ 9 6 o , p p . 55 “61
ancís: Júus-Christ. [N del T I ' J * 0 en <lue se escribe Jesucristo en
16 Diego de jesús, Notes et rema I
o J T des Pl,rases mystiques *". * 7 ^ ll,scours l)our donner une plus fácil
x* "< * ,Chevallier, ,652 „ 'c$ (Euvresspirituellesdu B. Pére fean de¡»
P- 272 (Paginación propia).
HISTORIA Y MISTICA | 6 l
LA C U E S T I Ó N D E L OTRO
del p u ro a m o r ”.
2 1Albert ThibauJet,
J e enero J e 1929, "Autour
p. 8s. J e la M étaphysique des saints” en Revue -V rtró*
3 Ibid.y p. 89. , „ ,
4 "Ase óse ou priére? Notes sur la crise Jes Fxercwes J e saint Ignace, en a.’»ue ... >
m enees religieuse*, t. vil, 1927» PP- 236-261,402-428, s ^ W9-
168 I H lü6AR Dtl ° rR0
60 F. de , ‘
61 F. de Dainville “i'1CC ^humanisme moderne, op. cit., p. 298,n0,a
62 Véanse Hézard / ! “ proPa%ande religieuse, Ginebra, 1957-
los catecismos en F “ ía,cc,usme>París, 1900, pp. 203-204. y el »iclicc L
■’ar's. 1886, pp. y2íi ISS° n’ ^¿Pertoire des ouvrages pédagogiejues du xvt
^3 A.Gastoué / t, . 4 ' ' ■ /. i
51 *víu,lUtnentorum ad hi<,tn ° ^ Ulrc cn tra n c e , París, 1924, pp. 131-163. 237*2^*
lUni ('onc*li¡ Tridentini, t. v n , 1787, pp. 180.
7
H isto ria de los jesu ítas
IR
n ♦
LA R E F O R M A DEL IN T E R IO R EN T IE M P O S
de AQUAVIVA
C , á, , réformer
" cn la Com pagnie des ¡ésuites,*
r é f o r m e r en ¡ésuites,' informe “ presentado present; al
(JM i _____ r l p i A n R P 1 r \ í^ « ______________________________ ___________
' M v a la c o n g re g a c ió n general” de 16 0 8 . Él pide que se suprima el gene-
Pa
PT vitalicio; “ q u e haya com o un general en España para todos los
asun-
o !T c aquesta” ; “ que si un general resulta ser extranjero [las cursivas son
mías], que el otro que siga sea españ ol” ; que el tiempo de la formación
s e a reducido para “ que tantas personas no salgan de la Compañía, como
se hace todos los días, al cabo de veinte y treinta años, de manera que hay
muchos más afuera que adentro” ; etc. Aparecen otras Memorias, como el
Discours du pére Jean M a ria n a , jésu ite espagnol. Des grands défauts qui
sont en la forme du gouvernem ent des jésuites, publicado en 1624 o 1625.5
B La crisis espiritu al. El térm ino extranjero califica también la corriente
“espiritualista”, que se extiende a fines de siglo por Italia: por sus diferen
cias respecto d e las instituciones, esas irrupciones “ místicas” y peregrinan
tes son inmediatamente sospechosas para las autoridades; y lo serán cada
vez más a lo la r g o del siglo x v ii. Sin duda, en los jesuítas, los vínculos ori
ginarios d e la Com pañía coinciden con los alumbrados* españoles y con
los círculos franceses o renanos de la devoción afectiva. Pero, a fines del
siglo xvi, se trata de desvíos que alejan la experiencia actual de los textos
establecidos. En los textos rom anos se opone un “extraordinario” a lo‘ ordi
nario” ; lo “extranjero” a la regla. Linguarum confusio, dice Paul Hoffée al
respecto, de un térm ino am bivalente que traduce como “desorden ! con
fusio babilónica ) y d on d e otros reconocen un signo pentecostal. Bajo el
generalato de Aquaviva, tres elementos intervienen en el malestar que repre
sentan estos surgim ientos.6
crinante de los miembros. Pero com ienza una etapa nueva. La reia .
dd centro con la expansión, en la m ism a orden, se convier,e en u * *
binación entre una interioridad garantizada y una exterioridad mT'
La solidez de un conjunto de reglas o de textos para todos” es el D ' ^
lado que permite la flexibilidad dc una adaptación relativa a |0s T *'
O
conveniente a “ la utilidad de las alm as”. La m aleabilidad de l0s jesuT’
¡s
para las necesidades d e cada sociedad su p on e su anclaje en un sitio *
regido y fijo que, por su parte, no depende de la relación con el otro, u
zona reservada, y de observancia estricta, crea la distancia que permite
abordar el “mundo” con el m odo de “ lo ú til”. Por tanto, una restricción
afecta la participación. Multiplica sus posibilidades en la medida en qil"
disminuye su riesgo.
En todo caso, las formas que adopta la adhesión a las tareas sociales o a
la cultura contemporánea, en principio, siguen siendo un lenguaje segundo
de donde resultan a priori excluidos la seriedad de un desafío total y el
brillo de una creación original. Pronto esto se reconocerá en cierto con
formismo en el pensamiento filosófico, co m o en el color un poco apa
gado o, inversamente, en las brillanteces demasiado afectadas de la escritura.
Otro indicio: la acción y la expresión jesuítas, en sus orientaciones, privi
legian un lenguaje para el otro (pedagogía, teatro, “m isión popular”, etc.)
o el lenguaje objetivo de la erudición y la ciencia. Por ese lado, otorgan el
estilo de la Compañía a un arte “ b arroco” de la fachada; también per
miten grandes logros en el orden del saber objetivo. Pero dejan intacto un
lenguaje del interior, que es el lenguaje prim ero y fundam ental, conservado
en las residencias y que constituye el lugar donde se juegan las cuestio
nes decisivas.
m Ü
S IG L O xvil F R A N C É S '’ 4
EL
i. de < * *
¡ittérairedu sentid T-" " " °P' CapS' 8 ^ 9; H ‘ Brem ond> ,
tomos, V v I T gleUX en Frmce’ 11 vols- París, 1929-1933. sobre todo los
et ses lendemains” • * rance’ Vl- ^ grand siécle de la spiritualité frangí*
L La de sPiritualité> v , 1964» cois. 917-953!
Etique, xvf-xv„< ' ! moderne, París, 1966, cap. 11; M. de Certeau, Lafable
Mé*co, UniversiHa ^ * an'S' 1982 ltrac^- esP - La fábula mística, siglos xvi-*uu
, v ap iritu alid ad
36 Véanse k Hér« r" a," re/’ |Jarís; lc->46, pp. 281-285. o6i
t- iv, pp. 5, „ u^de 7 héologie de Paris. .. Époque Moderne, I>anS; iy
2‘ td„ Nueva Yo 1 ' 0^ ‘n’ ^ ,c hntory o f scepticism frorn Erasmus to Spinl
37 R. 1 1 Popkin ,1968>PP- 70-79.
si¿de, U 1 iaya [ qJ ’, *ulien hymard d'Angers, L’humanisme chrétien w *
1 véa" « : los estudios del m ism o autor sobre el estoica»
HI S T OR I A Dt ios JESUÍTAS i l8?
w efectividady , 0 ¡ m # ^
c i: n/ e r° z D esoI™
: z i T ,a "p za-
,ic a« "lah “devoción”, entre
danzada de una razón quese pn^ve-
45 Véase J ..J .W :- r
/J- hrunc. 33 }j4 ' '¡"mdan£e, op. dt., pp. 433-460.
M I S T O S ! » Of i « r . . .
191
48 \' i" <' crteau-"Crise sociale et reformisnie...”, op. cíl, pp. 357,3. ■* 3">
^ -ois>, Mémoires, París, 1931, t. m, p. 2Si-
So et mescréance du sortilege..., París, 1622, pp- 20-22.
* t ewm históricos: É. Dekambre v ). U w a n i» . * * * « s
Níncv' “ ‘ .............. possesston J f bwdun ! » 7o!. «*•
^étera.
L U G A R DEL OTRO
92 I “
5» 'bit., p.
" 'S 'o m Oi 10! JtSUiTAS | , 95
59 I b id . , p. 348.
60 L. de Grandmaison, “ La tradition mystique”, pp. 129-156, sobre Lallemant
y Surin. Para Lallemant, véase la introducción de F. Courel a su edición
de la Doctrine spirituelle, pp. 7-36; J. Jiménez Berguecio, Précisions bio^rap ¡qut.
sur le P. Lallemant”, en a h s i , t. x x x m , 1964, pp. 269-332» y su articulo uta en
•a nota 52. Para Surin, véanse S. Harent,“ La doctrine du pur amour... . en . ev
d ascétique et de mystique, t. v, 1924, pp. 329-348; F- de Dainville, La reN!SK
romaine du Catéchisme spirituel”, ibid., t. xxxm , 1957»PP- 62-87, las
introducciones de M. de Certeau en sus ediciones de la Guide >pintue, ^
PP 7-6i, y de la Correspottdance, op. cit., pp. 27-89; del mismo autor. ^ ^
)•-). Surin ’, en Revue d'ascétique et de mystique, t. x l , 1964. \ ^ .
’965>PP- 55-78; “ L’illettré éclairé”, ibid., t. xi.iv, 1968, pp. 3^ - 4'-- • ' Dij0(euc,
"íterpréte de S. Jean de la Croix”, ibid., t. x iv i, 1970. pp 45*70- Para Je
mist¡co salvaje” y pascaliano, demasiado poco estudiado, véase
1 fent la Doctrine s p i r i t u e l l e en Revue d ’ascétique et de mystique, ■ •
* *33-^68. Para Jean Suffren. véase L. Cognet, La s p i r i t u t h t é rnoden*, * •
11P- 442-445. para Jean*Baptiste Saint-Jure» ibid.* pp* 44 :> 45—
ip 6 a I06*í OTÍO
lodi ura littraiur ^ '^ ntualné de ^ (Compagnie..., op. cit., pp- 286-292-
^ k l a s í tt a
tioses qu¡ se pa$< ^ ^ * na’ Japón, de la India, 1573-1606; las Nouvelles des
jesuítas, París ,6 i " ,J .Verses et ^intainesparties du m o n de..., de los padres
autre¡ pays. .., de p' ^ ‘S
. tU‘ re ^es c^oses ... advenues tant és Indes orientales
la ;VouvelU-Franc/« U *arr'c’ *iu rdeos, 1608-1614; las fam osas Relations ‘
1awbién,G. Aikinlnn 'T ¿ d ¡672; las lMtrei édifiantes et curieusest a partir ^
' >« relations de yoyage du siicU . París. .» « • «• ^
historia Of ios itsUIUs , 1 9 9
n o n ,l o s -‘tesoros”
lo s t w u i v / o
lv ^
ocultos en1 _las
--- ------------------------ -----------------------
, . , _
“ m1 *inas” de las campiñas,la misión
(Z ° dc io que tam bí n d esarro lla"un^ p l i ^ ! ’ ' ña? '1
S igual-
' educadora y conqu.stadora. Q uiere hacer a p a r r a “ W *-
1 •~ — i c< ^_n J -r —wv» ivj o ^ue
cjue los
Iq^ pre-
mente ^ “ " ‘ encontrar; hace decir al “ otro” lo que ya ellos saben; ordena
j;radOreS C c o n _____,
dÍT ' “dona las f i r m a c;ino n
n e«snqu
i . Pe Cesperan
W r - , ndJe. U
los. ““-'simples".
• Poco a poco
í l i d a d de e so s “ lu gares” p o p u la re s en la lucha contra la i„ c redulidad
re “ re lig io n e s” y el d e sa rro llo d e la organización eclesiástica en una
° " d id e sta b iliz a d a harán p revalecer en el siglo x v u i la lógica délas con
s sobre la dc los “ re fd g io s”. El perfeccionam iento de los métodos v
r-ctematización del d iscu rso catequístico o administrativo casi no deia-
* } ( UU-l* u. ,
pp. 193-222. ^ * * ^K> a;rrcsP°ndancc of Chr. C laviu s ', en AHSft t. viii» 1939*
/o Som ' .... £<■'•>• ' * $ 0 ^
u,is V T 1' lubl¡0,llcclue de la Compagnie de Iésus, op. cit <'*X’
l jt kl*rfecc¡6n d ? l,r ' ‘' ’U í'»al de esta espiritualidad, l.uis de la Puente
I6u-l6l, e" ltíd°* m estados, 4 vols., Valladolid. despU*
"IS ' 0«H O! IOS |,S(1U
201
^ ’ • jjS B K ¿ i
«3v'éase Ca»lWes spirituels, París, 1664. cántico 5. estrofa 19. P- - 4-
• Ufin, Cuide spirituel , op. cit.t pp. 39-5°-
JO Í I ,1 1U C Í E O U O ' B O
El “corazón"y la política
A. La Colombiére (1641-1682). En una carta de 1671 a su cofrade D. Bouhours,
Claude La Colombiére la em p ren d e co n un c a p ítu lo de La viededom
Barthélemy des Martyrs (1663, libro 1 , cap. 4), cu yo autor, Pierre Thomas
du Fossé, muestra cómo el dom inico “u n e la plegaria y la meditación ala
ciencia de la teología escolástica”.86 Este rasgo es significativo. Los dos corres
ponsales, por otra parte tan diferentes, ya n o son sensibles al gran proyecto
de una alianza entre la teología y la piedad tal c o m o la habían definido
Louis Bail í Théologieaffective, 1638-1650), Louis C hardon (La croixde jcsits,
^ 4, ) Ciuillaume de Con tensón (Theologia mentís et cordis, 1668). Participan
de una generación que ha dejado de creer en eso. Para esos letrados inte-
grados t.n la sociedad de la época por sus actividades y su cultura, esta teo
logía 'hace el papel de extrinsecismo. En adelante, la tensión se ubica entre
' üc c'encia o de la acción y el vacío del yo, cuya vanidad denun-
moralistas. Se traza un deseo, pero a través de una crítica indefi
n,da de la ilusión. . •
V(. ix, pp ,,7 |n‘° l,(J'll1lstotrehttéraire du sentim ent...,up. cít., t. VIH. PP- 289'3° 9’
w
• 1 -1 L - Hrun, Politique et spiritualité: la dévotion au Sacré-C oeur,
en Concilium, N« 69,1971, pp. 25-36, y C. Legaré, “ La structure sémantique de
, Uí Caiu * a-uvre de Jean Ludes”, tesis fotocopiada, 1972-
92 "vT cñ n : ° T ¡S ! 6SU' ,:lorcncia’ ,893>t. m, pp- 281-284.
‘ /2, *■f)li- El secretario romano resume: “ Jussa regis obligant e
h ° mmano>naturali, positivo. Mandata superiorum ex voto sponte
susccpto (ibid.).
H I S T O f t U O t I O S i C S U H A S I 211
!Z 9 B R « H
f* *•
,V. 1
10 „aci0 del deseo
¿l os Ejercicios espirituales
UNA MANERA DE P R O C E D E R
espac i° EL DESE°
d ¡m ¡e n to que articu la un desplazam iento de| ^
W" i cn « c e n a (ficticia y op eratoria)' de luga,K relati, *
’ £ * » * » P° r un “ P™ d p i0 y r ar r " q“ ' £
0tr°5 c urjr un espacio al deseo, en dejar hablar al sujeto del deseo en u r
*■ ! l e no un lugar V que carece de nombre. Es,e c „ mien20 „ o
e s
LA “ VO LU N T AD ”
; ^ 4 = s r; s s a a r
principio ab-soluumer¡u.d¡ferm í
HL CORTE Y L A C O N F E S I Ó N D E L D E S E O
9 'Para enmendar y reformar su propia vida > -sU e>ta »’ ¿icc d textes
ajre¿tu¿‘, ^ decía &
o Véase Pierre Favre, Memorial, op. cit., p. Mdg»*1 1 ,n platónico i el h o n ^ * ^
primeros compañeros. L’arbre renversé, imagen de ongt véase r.¿-
“planta celestial”), es en Favre el símbolo arquetipo
PP- 89-90.
62 , „ , « . . 0 1 1 Oí.»
EL FUNDAMENTO DE UN ITINERARIO
a p ls C l; R S O ” O R G A N I Z A D O P O R E L O T R O
UN
^udo.
I (l l ‘'6AR DH 0fR°
b ib lio g r a fía m o d e r n a
Barbier, Alfred, Notice biographique sur René de Voyer d ’Argenson..., Poitiers, Impr.
Genérale de 1 Ouest, 1885, in-16,40 páginas.
Hanotaux, Gabriel y La Forcé Auguste-Armand, duque de, Histoire du cardinal
de Richelieu, París, 1935, t. iv, pp. 197-204.
Nota. Sobre las memorias de René d’Argenson conservadas en la Biblioteca del
I on. re y quemadas en 1871, véase Paris, Louis, Les manuscrits de la Bibliothéque
<lu¡.ouvre, París, 1872, N° 237 (Papeles dc Voyer d’Argenson), pp. 40-44-
IUoXraPh,e universelle, nueva ed., París, t. x u v, c. 143, menciona acerca de su
| >una obra manuscrita no recuperada: “ El más curioso de sus escritos, que no
■ue impreso, se titulaba: U sage chrétien. Sur la vie de M. d ’Argenson pére, par sonfils"
[os m agistrados
ante los brujos del siglo x v n
„*• ° 108 CS,0,C' , " P" S ‘ tacK W « - h« ia los <^e tiende lan
v .) polvo dc los acontecim ientos que a menudo ordena la f l
in lables continuidades en el tiempo. Por un lado. mueMra
v compleja gén esis d e co n figu racion es mentales -un nacim¡
evolución—’, p o r o tro lado, descubre en lo consciente y en los a c t o s » !
, ilos lo q u e A. D u p ro n t llam aba las subyacencias antropológicas’ . dc
cstructuras protundas. 35
%
•U N A E X P L O R A C I Ó N D E L A C O N C I E N C I A JUDICIAL
v Uno dc los raros trabajos científicos sobre este punto: Étienne Delcambre,
i-a psychologie des inculpés lorrains de sorcellerie”, en Revue historiquedu droit
franjáis et étranger, ^ , pp. 383. 404, 508- 526.
■o jr- csic tema, í.tienne Delcambre abrió el camino con su notable estudio.
. proc¿s dc sorcellerie en Lorraine. Psychologie des juges”, en Revue d'histoirt
du droit, t. XXI, 1953, pp. 389-420. ., ^
IOS HUIS'».dos .«tí lís (
s , * i o XVII | 3 27
El E S P A C I O N A C I O N A L
l,r, i • r — —
C U V A JB S SO C IO PR O FESIO N A LES
l'N A R E O R G A N IZ A C IÓ N S O C I A L D E L S A B E R
t-n q u e la s consecuencias p o l í t i c a s s o n e x c l u i d a s . 16
c re e n c ia s que p e rm a n e c e n i n v e s t i d a s e n l a f u n c i ó n j u d i c i a l . D e es e m o d o
t a m b ié n se d istin g u e n m e n t a l i d a d e s p r o fe s io n a le s y p u e d e m e d ir s e
im p a c t o más o m e n o s g r a n d e d e u n a m o d i f i c a c i ó n n a c io n a l v e s t r u c t u r a l
partición según s u s i d e a s s o b r e l a b r u j e r í a o la p o s e s ió n n o es !a ~
M a s a c á de u n r i c o a b a n i c o q u e v a d e lo s c r e d u lo > a k» ^ ^
;nedico se c o n v i e r t e e n e l re c u rs o . Es el h o m b re como a n t e ei
: : e n c ia - lo s dos n o s o n m á s q u e u n o -. A n t
i* Las numerosas encuestas presentadas por Henri Platelle, Les chrétiens faceau
miT , Lí/fe au x v u f siécle, París, 1968, incluyen ese llamado al médico: en todas
partes este tiene un lugar que no es el de la decisión sino el del saber (utilizado o
•c p Stei¿te’ o triunfante, poco importa aquí). .
9 Kn un breve y vigoroso estudio sobre la 9' Régle pour la direction de Vesprit, Michel
: rres acaba de analizar en Descartes el movimiento que lo hace ascender de la
n. modelo de la intuición, al tacto, modelo de la visión: “ L’évidence, U visión
2/j M íV M. \Cn Usetudes Ptolosophiques* t. xxm, 1968, pp. 191-195. J
lo< V ltrrt yvelin en l643, citado en p. 288. Mandrou observa esa “audacia
1 ‘ lia<-en frente a los teólogos, sobre todo en Louviers (p*
t,S " “ ,SI" ‘ Í0S S N » J35
problem as t e ó r ic o s :
LA S O C I E D A D D E L A B R U J E R Í A
certezas p o l í t i c a s y r e l i g i o s a s . detectable en lo s o jo s , e n lo s
En c o n s e c u e n c i a , r e p r e s e n t a n una amena- Q sje m p r e im p i a -
cable) de l o s m a g i s t r a d o s * 1“ S o s t e n g o , - j s cnJ * ^ e m b a rg 0 e ra d e u n
f t - tte Jñ € n t . .. *’*
Ht/iri Boguet, iJiicou n execrable des sorciers ensemble leur procez.. . , Lyon, 1602,
Prefacio. ,8 H
' ta''^ •‘ “-Hci ioucauit, ! intuiré de lafolie..., op. cit., p. 79.
r. au. ),( ¿n^on, HiMoire et psychanalyse”, en Anuales HSC, 19 6 4 , 1. x ix , p- * 47-
i“S " ,6 ' S m t 0 W , u u ' ' * . m . i l i ,ll, „ 1 I | 3 4 |
DE L A E M I G R A C I Ó N A L A C O N F E S IÓ N
y Af \( G. Marwkk sobre un
28 Al resp ecto , hay que releer los grandes est ^ ^ ¡oáaiogíi oi sortery
aspecto actual y análogo del ,Johano«burgo), t ‘ ;
b r u jer ía , p o s e s ió n , b u c ó l ic a s
' u a aoladada para cor, sus victim as; localizada cn los conven, os,y
cur.os.da P |os pucb|os perdidos; m enos vengadora, menos puni.
■ r p e r o mas apologética y predicante; cam biando de una ''guerra" co„ .
1 ios bruios a un espectáculo (una commcdu, M I a r'e) que t.ene algo dc
* dc la misión popular (fiesta que sm em bargo s.gue exigiendo una
L c i ó n ) la “posesión” representa una nueva etapa, que conduce a su vez
a los procesos políticos de las envenenadoras.»
Estos dos momentos no representan mas q u e un segm ento en una evo
lución más vasta. Al extenderse, la brujería rural de a n ta ñ o se metamor-
f'oseará Sobre uno de sus bordes s disolverá en la astrología y en las bucólicas;
sobre el otro, se amplificará desplazándose, y la resistencia popular se expre
sara en motines o en participaciones políticas. N o im p o rta qué ocurra con
esos dimes y diretes o con ese análisis a lo largo del tiem po, también hay
que subrayar algunas cohesiones sincrónicas. Una de ellas, que interesa más
de cerca a la historia religiosa, es la extraña cita q u e asocia, en un número
muy grande de casos, a los “ poseídos” o los “posesionistas” y las comuni
d ad e s de “espirituales”. Sobre el m apa francés de m ed iad o s del siglo xvn
a menudo encontramos ya en los m ism os lugares los casos de posesión y
los grupos m ás “devotos” (en el sentido m ás positivo del térm ino): Nancy,
Loudun, Évreux, etc. Los abscesos diabólicos ta m b ié n son centros místi
cos. No es un azar, ya sea que una m utación cu ltu ral m arg in e lo sagrado
-en lo que tiene de más sospechoso o de m ás p u r o - , o q u e el quebranta-
E D U C A C IÓ N rep resiv a
LA
nes, de los que también se alimentan los magistrados y los teólogos Le'
precedente dc los mass media, el escrito se convierte en una base c o ^ " 0
mientras que, cn el mismo tiempo, las predicaciones se inclinan a |a " T ’
mica y dividen a un público a menudo inseguro. Un nuevo tip0 c|c
prepara otro contenido del saber... r
Estos problemas no pueden ser tratados únicam ente en el terreno de
brujería. Por lo menos indican la im portancia no sólo del tema sino t-m^
bién del aporte del libro de Robert M androu. Por cierto, no me parece p0si
ble considerar a los magistrados com o testigos privilegiados: ellos tatnbié
están al servicio de un conservadurism o cultural, gozan de la garantía de
tener siempre razón porque el orden está con ellos, y están tomados (no
aprisionados) en la red de una “ tautología” social. M ás bien, son parte cons
titutiva en una mutación cuyos indicadores y actores son los “brujos” ()
los poseídos, en la misma medida en que em igran, abandonando los hábi
tos de un sistema que se transforma.
Con ellos se aleja un “ antaño” “ que era el siglo de los m ilagros” (citado
en p. 182). Com ienza un nuevo tiem po, uno m ás, que se representará
como el del progreso o a través de la p érd id a de un p araíso perdido
Éste suprim e el enfrentam iento del m ag istrad o y el bru jo, y lo reem
plaza por otros. La desaparición del bru jo no m arca el fin de la “ supers
tición” (de lo que generalm ente se llam a así al term in ar el siglo xvn ),
sino sólo el fin de una centuria.
Vi
Mística
EL E ST A T U S MO D E R N O DE LA M ÍS T IC A
LA EXPERIENCIA MÍ S T I C A
El acontecimiento
París, 1938).
Hijo mío, que Dios te oculte el sentido aparente de la Ley y que te des
cubra la verdad de la impiedad. Porque el sentido aparente de la Ley es
la impiedad oculta, y la verdad de la im piedad es conocim iento m ani
fiesto. Por lo tanto: alabanza a Dios que se m anifiesta en la punta de una
aguja a quien él quiere y se oculta en los cielos y sobre la tierra a los
ojos de quien él quiere; de tal m odo que uno afirm a “ que no está” y el
otro “que no hay más que él”. Pero ni aquel que profesa la negación de
Dios es rechazado, ni aquel que confiesa su existencia es alabado. El obje
tivo de esta carta es que no expliques nada p o r D ios, que no saques
ninguna argumentación, que no desees am arlo ni dejar de hacerlo, que
no confieses su existencia y que no te inclines a negarlo. ¡Y, sobre todo,
cuídate de proclamar su Unidad!
Una proximidad peligrosa -peligrosa para sus testigos, pero todavía más
para una sociedad-, cn los límites dc la experiencia vin cu la con frecuen
t a lo “místico” con lo “ patológico” Entre la locura y la verdad, los lazos
son enigmáticos y no constituyen una relación de necesidad. Pero es toda
vía m ás erróneo considerar el conform ism o social com o el criterio de la
experiencia espiritual. El “equilibrio” psicológico responde a norm as socia
les (por lo demás cambiantes) que el místico pasa y repasa, a la m anera en
que Jacob atravesó el vado de Yabboq, tom ado un m o m en to en la otra
ribera por el ángel nocturno.
Del “cuerpo profundo”, y por él, nace sin duda el m o vim ien to que final
mente caracteriza el lenguaje “ místico” : el de confesar algo esencial bajo
el modo de una distancia. Su gesto es pasar de largo, a través de los “ fenó
menos”, que siempre corren el riesgo de ser tom ados p o r la “ C o sa ” m ism a.
En realidad, las manifestaciones místicas enuncian lo que Nietzsche tam
bién enfocaba (“ Soy un místico -d e c ía -, y no creo en nada” ) cu an d o rem i
tía a un más allá que emergía en la palabra: “Es sprich t”, escrib ía ( “ eso
habla” ); un no-sujeto (ajeno a toda subjetividad in d ivid u al) desm itifica
la conciencia; las aguas de profundidades agitadas perturban su clara super
ficie. En Sein und Zeit, Heidegger también se refiere a un Es gibt, lo que
no sólo quiere decir “ hay” sino “ eso da” : hay algo d ad o q u e tam b ién es
donante. Es de esta pérdida que llena de lo que habla Su rin , p o r su parte,
cuando pone su Cántico espiritual bajo el signo de un “ n iñ o p e rd id o ” y
“ vagabundo”.
MÍ S T I C A Y l a s r e l i g i o n e s
con poca frecuencia, porque ella misma rechaza el nom bre dc mística")
una espiritualidad de la Ley que, entre la trascendencia de D ios y la fide-
lid‘ d del servidor, arroja la barrera de una "letra” que hay que observar:
mística judía del salmo c v iii, mística nacida de un pudor que rehúsa al
hombre la pretensión de "convertirse en D ios” y que establece “ hijos” en
el amor reverencial del Padre. Toda una tradición protestante mantiene esa
inaccesibilidad del Dios prometido, pero no dado, a los creyentes, quie
nes son llamados pero no justificados. A esta tendencia se opone una m ís
tica de la Voz, es decir, dc una presencia que se da en sus signos hum anos
v que eleva toda la comunicación interhum ana invistiéndola realmente.
Por último, las experiencias y las doctrinas se distinguen según la p rio
ridad que conceden a la visión (contem plación) o a la palab ra. La p ri
mera corriente pone el acento en el conocim iento, la radicalidad del exilio,
las iniciaciones inconscientes que liberan de la con cien cia, la inhabita-
ción del silencio, la comunión “ espiritual” : m ísticos “ gn ósticos” y m ísti
cos del Eros. La segunda relaciona el llam ado con una praxis; el m ensaje,
con la ciudad y el trabajo; el reconocim iento de lo absoluto con una ética;
la “sabiduría” con los intercambios fraternos: m ística del ágape.
plB L I O G R A F Í A