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derecho.
El reconocimiento y protección de los derechos humanos esta estrechamente relacionado con
constiuciones democráticas modernas.
Derechos humanos, democracia y paz, son tres elementos necesarios del mismo movimiento
histórico,sin derechos humanos protegidos y reconocidos no hay democracia, sin democracia no
existen las condiciones minimas para la solución pacifica de los conflictos.
Los derechos naturales son derechos históricos, nacen al inicio de la edad moderna, junto con la
concepción individualista de la sociedad, se convierten en uno de los principales indicadores de
progreso histórico.
1. Varias son las perspectivas que pueden ser asumidas para desarrollar el tema
de los derechos del hombre. Señalo algunas: la filosófica, la histórica, la ética, la
jurídica y la política. Cada
una se vincula a las demás, pero puede ser tratada separadamente .Para la
intervención de hoy he elegido una diferente, que reconozco es arriesgada, e
incluso pretenciosa, en cuanto debería englobar y superar a las otras: la
perspectiva que no sabría sino llamar filosofía de la historia.
Según la opinión de los historiadores, tanto de aquellos que la han acogido como
de aquellos que la han rechazado, hacer filosofía de la historia significa, frente a
un acontecimiento o a
una serie de ellos, plantearse el problema del «sentido», según una concepción
finalística (teológica) de la historia (y esto vale
Definiendo el derecho natural como el derecho que todo hombre tiene a obedecer
solamente a la ley de la que él mismo es legislador, Kant daba una definición de la
libertad como autonomía,
como poder de darse leyes a sí mismo. Además, al comienzo de la Metafísica de
las costumbres, escrita en los mismos años, había afirmado solemnemente,
apodícticamente, como si la afirmación no pudiera ser sometida a discusión, que,
una vez entendido el derecho como la facultad moral de obligar a otros, el hombre
tiene derechos innatos y adquiridos, y el único derecho innato, es decir,
transmitido al hombre por la naturaleza y
no por una autoridad constituida, es la libertad, esto es, la independencia de
cualquier constricción impuesta por la voluntad de otro, es decir, una vez más, la
libertad como autonomía.
Como he dicho, la historia humana es ambigua para quien se sitúa en el problema
de dar a ésta un «sentido». El bien y el mal se mezclan, se contraponen, se
confunden. ¿Pero quién osaría negar que el mal prevalece siempre sobre el bien,
el dolor sobre la alegría, la infelicidad sobre la felicidad, la muerte sobre la vida?
Sé bien que una cosa es constatar y otra explicar o justificar.
Por mi parte, no dudo en afirmar que las explicaciones o justificaciones teológicas
no me convencen, que las racionales son parciales, y están en tal contraste entre
ellas que no se puede escoger una sin excluir la otra (pues los criterios de elección
son débiles y soportan cada uno buenos argumentos).
De todas estas citas, a las que podríamos añadir otras infinitas, resulta que la
función primaria de la ley es la de reprimir y no la de liberar, de restringir y no
alargar los espacios de libertad, de enderezar el árbol torcido, no de dejarlo crecer
salvajemente.
El individuo es esencialmente un objeto del poder o como mucho un sujeto pasivo.
Más que de sus derechos se habla, en la tratadística política, de sus deberes, tras
los cuales el principal es el deber de obedecer a las leyes. Al tema del poder de
mando corresponde, en el otro lado de la relación, el tema de la obligación política,
que es precisamente la obligación, considerada principal por el ciudadano, de
obedecer las leyes. Si un sujeto activo se reconoce en esta relación, éste no es el
individuo singular con sus derechos originarios, incluso contra el poder del
gobierno, sino el pueblo en su totalidad donde el individuo singular aparece como
sujeto de derechos.
El gran cambio tuvo inicio en Occidente con la concepción cristiana de la vida,
según la cual todos los hombres son hermanos en cuanto hijos de Dios. Pero, en
realidad, la hermandad no tiene de por sí un valor moral.
Locke, que fue el principal inspirador de los primeros legisladores de los derechos
del hombre, comienza el capítulo sobre el estado de naturaleza con estas
palabras: «Para entender bien el poder político y derivarlo de su origen, se debe
considerar en qué estado se encuentran naturalmente todos los hombres, y éste
es un estado de perfecta libertad de regular sus propias acciones y disponer de
sus propias posesiones y de las propias personas como mejor se crea dentro de
los límites de la ley de la naturaleza, sin pedir permiso o depender de la voluntad
de ningún otro.» 7 En principio, por consiguiente, según Locke, no era el
sufrimiento, la miseria, la condenación del «estado salvaje», como lo había
llamado Vico, sino un estado de libertad, si bien dentro de los límites de las leyes.
Todos sabemos bien, por otra parte, que la protección internacional es más difícil
que la del Derecho
interno, en particular en un Estado de Derecho. Se podrían multiplicar los ejemplos
del contraste entre las solemnes declaraciones y su realización, entre la
grandiosidad de las promesas y la miseria de los cumplimientos.
Considerando el tema de los derechos del hombre, me he permitido indicar un
signo del progreso moral de la humanidad.