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De la teoría a la operativización
Pablo Armando González Ulloa Aguirre
Directorio
Universidad Nacional Autónoma de México
Introducción 9
I. Fundamentos teóricos de la cohesión social 17
I.I David Hume: justicia y moral para la formación social 19
I.II Adam Smith: la simpatía como principio moral 24
I.III Herbert Spencer: el individualismo
contractual como principio de solidaridad 30
I.IV Émile Durkheim: los fundamentos de la solidaridad social 34
I.V Georg Simmel: el conflicto como factor de unidad 43
II. El individualismo y la pérdida
de sentido: desafíos de la cohesión social en la era moderna 51
II.I El individualismo y la cohesión social en la primera modernidad 53
II.II El individualismo en la segunda modernidad 63
II.III Vínculo social 68
II.IV Familia 70
II.V Trabajo 73
II.VI Hacia una era post-moralista 79
II.VII La pérdida de referentes, desafío para la cohesión social 85
III. La operativización de la cohesión social. Estudio exploratorio 91
III.I La importancia de la cohesión social en las políticas públicas 93
III.II La perspectiva europea 99
III.III Algunas aproximaciones a la cohesión social
en los países desarrollados: la OCDE, Canadá y Nueva Zelanda 105
III.IV Cohesión social en América Latina: el enfoque de la CEPAL 107
III.V Hacia un índice de cohesión social 115
7
IV. Conclusión 123
Anexo. Estado de la cohesión social en México 131
Referencias 137
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I. Introducción
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alguna jerarquía ocupa un lugar más alto que el nuestro, compasión por
aquel que sufre; pero también rechazo hacia el que no comparte nuestras
ideas, antipatía por el vecino que no deja dormir en las noches y hostilidad
por quien ofende. La interacción con el otro está determinada por un
contacto vis-à-vis en el que se intercambia algo más que la palabra, cuando
el contacto rebasa la superficialidad, desde la mirada hasta las expectativas
sobre un futuro compartido, contribuye a la creación, aun por antagonis-
mo, de un vínculo más estrecho.
Aunque las relaciones interindividuales son necesarias para generar los
primeros niveles de sentido, lo social no se reduce a ser su mera extensión.
Por el contrario, cuando a través de la experiencia intersubjetiva se genera-
liza un sentimiento alrededor de lo común, surge otro lazo que acompaña
a estas relaciones: aquél que une al hombre con la sociedad. Si ésta se
compone de todas las experiencias que contribuyen a formar un sentido
compartido, es inevitable la imbricación de los vínculos que nos unen al
otro con aquellos por los que nos sabemos parte de un grupo, pues tanto
unos como otros representan los caracteres que nos distinguen como seres
sociales.
Y es que nuestra existencia cambia gracias a la socialización. Desde
nuestras cualidades afectivas hasta las cognitivas, se desenvuelven cuando
nos relacionamos con los otros; como consecuencia, buscamos no apar-
tarnos de ellos, pues su presencia nos hace sentir mayor confianza para
enfrentar al mundo y sus determinaciones naturales. En suma, la ten-
dencia a la mutua atracción refleja una condición que el hombre asimila
inicialmente al vincularse con sus congéneres, y posteriormente con el
grupo al que pertenece:
El ser humano solitario es ser a nivel animal (lo cual
comparte, por supuesto, con otros animales). Tan pronto
como se observan fenómenos específicamente humanos, se
entra en el dominio de lo social. La humanidad específica
del hombre y su socialidad están entrelazadas íntimamente.
El homo sapiens es siempre, y en la misma medida, homo
socius.2
Los humanos objetivan esta condición no sólo estrechando sus relaciones,
sino también elevando sus experiencias cotidianas mediante la formali-
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I. Fundamentos teóricos de
la cohesión social
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5 “[…] durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los
atemorice a todos, se hallan en la condición o estado que se denomina guerra; una
guerra tal que es la de todos contra todos”. Thomas Hobbes, Leviatán, Fondo de
Cultura Económica, México, 1984, p. 102.
6 Jean Jacques Rousseau, El contrato social, Losada, Buenos Aires, 2003.
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vencia comunitaria; pero al mismo tiempo haciendo que cumplan con una
serie de requisitos que sobrepasan sus intereses particulares.
El hombre por sí solo no tiene la fuerza necesaria para concluir una
obra considerable; su trabajo, al estar demasiado difuso, no le permite
conseguir la perfección en un arte particular, de modo que la falta de sin-
tonía entre fuerza y éxito lo conducen a una miseria y ruina inevitables. La
sociedad enmienda esta condición a través de la unión de fuerzas, gracias
a la cual los hombres pueden alcanzar fines a los que no llegarían si no
trabajaran en conjunto; de la misma forma, la división social del trabajo
tiene efectos en el perfeccionamiento de sus habilidades y, en general,
motiva entre ellos un auxilio que los aleja del azar y los accidentes. Para
Hume, si el hombre se une en sociedad es porque ésta le resulta ventajosa
para luchar contra las limitaciones naturales en el cometido de satisfacer
sus necesidades.7
Sin embargo, el que los seres humanos se asistan mutuamente en todo
cuanto al trabajo concierne, no significa que sus relaciones deban reducirse
a la satisfacción de necesidades particulares de forma conjunta. Precisa-
mente debido a que cada uno busca satisfacer sus propias exigencias, aun
cuando los medios no dependen tan sólo de sí mismos, es necesario que
tomen consciencia de que el interés de uno está limitado por el interés
de todos. En este sentido, así como todos tienen la misma capacidad para
maximizar su provecho personal, también la tienen para reservarse de da-
ñar a quien no los ha dañado previamente. Hume señala que cuando el
interés de dejar al otro en la posesión y disfrute de sus bienes “[…] se ex-
presa mutuamente y es conocido por ambas partes produce una resolución
y conducta consecuente. Esto puede llamarse de un modo bastante exacto
convención o acuerdo entre nosotros [...]”.8
El interés común se manifiesta en el reconocimiento de que sólo pode-
mos alcanzar nuestros fines estando en sociedad, pero también de que esos
fines no se limitan a la satisfacción de las propias necesidades, sino que se
basan en el mutuo respeto sobre nuestros bienes. Hume apunta que cuando
los hombres hacen de ese mutuo respeto una convención, toman consciencia
de que la pasión desmesurada no les producirá más satisfacciones, y que
sólo dominándola podrán ser más libres; en otras palabras, en la medida
que se tenga una sociedad firme que les permita adquirir bienes de forma
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es decir, que a través de estas reglas, los hombres puedan participar de una
utilidad pública. El incumplimiento u omisión de alguna de estas reglas
conduce a una ausencia de paz y seguridad en la sociedad, e imposibilita
el establecimiento de un buen sistema de relaciones entre los hombres.12
Para Hume el sentido de justicia se forma por la inclinación de los
hombres a resguardar sus bienes de todo peligro, la cual los lleva también
a ser consecuentes con el mismo interés de aquellos con quienes se relacio-
nan. Las convenciones que resultan de esta inclinación se acompañan por
una promesa que obliga a sus creadores a no transgredirlas, ya no porque
el desacato ponga en riesgo sólo su propiedad, sino que al mismo tiempo
pone en riesgo el interés común y la utilidad pública.
Según el filósofo escoces, la experiencia y el hábito son elementos que
contribuyen a consolidar el orden social. En un primer momento el interés
lleva al reconocimiento de que es imposible vivir en sociedad sin reglas;
posteriormente, cuando ese interés se generaliza y establece una utilidad
pública para la conducta individual, se desarrolla entre los hombres una
noción de moralidad, gracias a la que tienen consciencia del interés común
y “[…] experimentan placer ante la vista de las acciones que tienden a la
paz de la sociedad y dolor por las que son contrarias a ella”.13
La justicia y la moralidad se forjan cuando se experimenta y se observa,
tanto en uno mismo como en los demás, una actitud que tienda a la uti-
lidad social. Quien se conduce teniendo en mente el interés público –más
allá del propio– es objeto de una estima y aprobación moral que sólo se
reservan para las personas reconocidas como virtuosas; por eso es que al
apreciar el valor de las, nombradas por Hume, virtudes sociales, los hom-
bres buscan la aceptación social por medio de actitudes que los conduzcan
a ellas:
La necesidad de la justicia para el sostenimiento de la
sociedad es el único fundamento de esta virtud [social]; y
como no hay excelencia moral que sea más altamente esti-
mada, podemos concluir que esta circunstancia de la utili-
dad tiene, en general, fortísima energía y un control abso-
luto sobre nuestros sentimientos. La utilidad debe ser, por
tanto, la fuente de una parte considerable del mérito adscrito
al humanitarismo, la benevolencia, la amistad, el espíritu
cívico y otras virtudes sociales de esa clase; y es la sola fuente
12 Cfr. David Hume, Tratado de la naturaleza humana, op. cit., p. 315.
13 Ibidem, p. 325.
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la cual gravitan los lazos de interés recíproco y sin la que sería imposible
pensar la estabilidad del orden social: la justicia. El abandono de sí y el
interés por los otros plantean un sentimiento compartido sobre el valor de
la persona humana, sus derechos y sus bienes; y dado que este sentimiento
no se reivindica en uno mismo como en los demás, provoca los ánimos
más encendidos de reprobación y castigo cuando atestiguamos la humilla-
ción de nuestros semejantes.21
La simpatía, y no el interés, es el origen de la justicia. Si bien la ge-
nerosidad y la ayuda mutua son indispensables para fortalecer los lazos
sociales, las actitudes de respeto por la persona y sus bienes conservan la
unidad social; en este sentido, los hombres pueden prescindir de unas,
pero no de las otras:
[...] aunque la naturaleza exhorta a las personas a actuar
benéficamente, por la placentera conciencia de la recom-
pensa merecida, no ha juzgado necesario vigilar y forzar esa
práctica mediante el terror del escarmiento merecido en caso
de su omisión. [La beneficencia] Es el adorno que embelle-
ce el edificio, no la base que lo sostiene, y por ello bastaba
con recomendarlo y no era en absoluto indispensable impo-
nerlo. La justicia, en cambio, es el pilar fundamental en el
que se apoya todo el edificio.22
Lo que distingue a la justicia de las demás virtudes generadas por la sim-
patía –y que Smith denomina afables– es que su ejercicio está determinado
por una obligación. Mientras uno puede abstenerse de ser generoso o de
asistir a quien necesita ayuda, no tiene justificación para omitir las reglas
que prescriben el respeto a sus semejantes;23 en este sentido, aunque los
hombres tiendan a interesarse por los otros, deben existir reglas que ase-
guren formalmente su convivencia –así es como Smith no rechaza del todo
la idea de que el hombre sea egoísta y tienda a corromperse.
21 Cfr. Ibidem, pp. 171-173.
22 Ibidem, p. 183.
23 La beneficencia es un aspecto importante porque, tal como observa John Loc-
ke, el juez no puede juzgar las virtudes de los individuos, esto es, si alguien no es
caritativo con las otras personas éste podrá no ser virtuoso, pero no por eso se le
debe sancionar. Lo anterior sólo podría tener un castigo si la persona en cuestión
no pagara sus impuestos que, en general, son progresivos y sirven como una forma
de volver obligatoria la beneficencia. John Locke, “Ensayo sobre la tolerancia”, en
Ensayo y Carta sobre la tolerancia, Alianza, Barcelona, 2007, p. 27.
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24 Cfr. Adam Smith, Teoría de los sentimientos morales, op. cit., p. 185.
25 “[…] la naturaleza no sólo lo dotó [al hombre] con un deseo de ser aprobado,
sino con un deseo de ser lo que debería ser aprobado o de ser lo que él mismo
aprueba en otros seres humanos”. Ibidem, p. 230.
26 Ibidem, p. 284.
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27 Ibidem, p. 253.
28 Cfr.Ibidem, p. 288
29 Cfr. Ibidem, p. 269.
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30 Cfr., Carlos Peña, El concepto de cohesión social, Coyoacán, México, 2010, p. 34.
31 “La principal tesis de Spencer en otra de sus obras, The Man versus the State,
es la ‘definición del orden social como una red de contratos o cuasicontratos entre
individuos’”. Ibidem, p. 32.
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nitarios, y así pasar de ser la autoridad que daba justa satisfacción a las ne-
cesidades colectivas a un simple gestor de las demandas individuales. Dado
que la sociedad aparece como el producto de un acto evolutivo regido por
leyes naturales, y en el que poco tiene que ver la intermediación de algún
artificio creado por el hombre, el Estado está obligado a responder por sus
propios fallos en tanto que es uno de esos artificios.
Así como muchos creen que “[…] la humanidad es una especie de masa
a la que el cocinero puede imprimir la forma que más le agrade; muchas
medidas legislativas implican la presunción de que las sociedades a las que
se les impone esta o aquella organización, la conservarán en el futuro”.34
El principal error en el que se incurre creyendo lo anterior, es afirmar que
la sociedad es un producto fabricado, siempre a merced de las modifica-
ciones de quienes la administran; sin embargo, lo cierto es que se trata de
un producto de tendencias naturales que sobrepasan cualquier regulación
externa. Las implicaciones de esta postura son reveladoras, pues a través
de ella se pudo justificar sociológicamente la noción de la “mano invisible”
más allá del ámbito económico.
Una visión de este talante sólo puede ser entendida como una respuesta
al problema del orden social, a partir de una valoración individualista so-
bre la adaptación y sobrevivencia a las circunstancias –no se olvide que su
obra está inscrita en una tradición fundada por economistas como Thomas
Malthus–. Cuando los individuos tienen el control sobre sus relaciones y
la capacidad de determinar los beneficios que recibirán de ellas, existe una
tendencia por rechazar cualquier tipo de influencia externa que represente
un obstáculo para el libre desenvolvimiento social. Según el tratamiento
que Spencer le da a su teoría, es posible ubicar una relación directa entre
evolución e intervención del Estado,35 de la que emerge un axioma como
elemento regulador: a menor intervención del Estado mayor evolución
social.
La interacción armónica entre los individuos es el resultado de su con-
fianza en que, a través del intercambio, darán justa satisfacción a sus ne-
34 Ibidem, p. 116.
35 “Es en función de una ley de la evolución como Spencer se alza contra toda
intervención del Estado, incluso cuando es llevada a cabo por responsables del
Estado que proclaman su liberalismo. En las disposiciones legislativas y en las
instituciones públicas que extienden las protecciones de la ley a los más débiles,
no ve más que injerencias y restricciones que entorpecen la vida de los ciudada-
nos”. Christian Laval y Pierre Dardot, La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la
sociedad neoliberal, Gedisa, Barcelona, 2013, p. 39.
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36 “La vida de una sociedad depende del mantenimiento de los derechos indi-
viduales. Si la sociedad no es más que la suma de las vidas de sus ciudadanos, la
implicación es obvia. Si ella consiste en la diversas actividades que los individuos
emprenden en mutua dependencia, entonces estará bien o mal según si los de-
rechos (contractuales) de los individuos sean protegidos o denegados”. Herbert
Spencer, citado en Carlos Peña, El concepto de cohesión social, op. cit., p. 33.
37 “Spencer reivindica un utilitarismo evolucionista y biológico mucho más que
jurídico y económico. Sus consecuencias políticas son explícitas: se trata de trans-
formar las bases teóricas del utilitarismo para contrarrestar la tendencia reformista
del benthamismo. En efecto, Spencer trata de desbaratar la tradición de los refor-
madores que quieren tomar medidas coercitivas cada vez más numerosas reivin-
dicando el bien del pueblo. Estos falsos liberales no hacen más que obstaculizar
la marcha de la historia hacía una sociedad en la que debería de predominar la
cooperación voluntaria de tipo contractualista en detrimento de las formas milita-
res de coordinación”. Christian Laval y Pierre Dardot, La nueva razón del mundo.
Ensayo sobre la sociedad neoliberal, op. cit., pp. 38-39.
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pero entre los que no se forma un sentido sobre lo común del que deriven
actitudes de sacrificio y apoyo mutuo.
Pese a que esta posición representaba un avance en el entendimien-
to de la cohesión social como hecho sujeto a un estudio sistematizado,
la consolidación de la sociología como disciplina científica implicaría el
surgimiento de perspectivas más contundentes sobre este fenómeno. Dos
autores que contribuyeron al desarrollo de la teoría sociológica y tam-
bién de las posturas más reconocidas alrededor del concepto, a partir de
las categorías de solidaridad y conflicto, fueron Émile Durkheim y Georg
Simmel. Ambas posturas tomaron como premisas la oposición clásica so-
ciedad-individuo, y el estudio de las relaciones sociales e intersubjetivas,
como el punto de partida para la construcción de teorías en las que la
cohesión social tomó un papel relevante.
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40 “Las moléculas sociales, que no serían coherentes más que de esta única mane-
ra, no podrían, pues, moverse con unidad sino en la medida en que carecen de mo-
vimientos propios como hacen las moléculas de los cuerpos inorgánicos. Por eso
proponemos llamar mecánica a esa especie de solidaridad”. Ibidem, pp. 140-141.
41 Respecto a la división del trabajo, Durkheim señala que “[…] tiende por sí
misma a hacer las funciones más activas y más continuas. Los economistas han
indicado, desde hace tiempo, las razones de ese fenómeno; he aquí las principales:
1.a Cuando los trabajos no se hallan divididos, es necesario interrumpirse sin
cesar, pasar de una ocupación a otra; la división del trabajo economiza todo ese
tiempo perdido; según la expresión de Carlos Marx, cierra los poros de la jornada.
2.a La actividad funcional aumenta con la habilidad, el talento del trabajador que
la división del trabajo desenvuelve; hay menos tiempo empleado en las dudas y en
los tanteos”. Ibidem, p. 412.
42 Para Durkheim, la palabra función “[…] o bien designa un sistema de movi-
mientos vitales, abstracción hecha de sus consecuencias, o bien expresa la relación
de correspondencia que existe entre esos movimientos y algunas necesidades del
organismo”. Ibidem, p. 57.
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sólo contiene estados personales a cada uno de nosotros y que nos carac-
terizan, mientras que los estados que comprende la otra son comunes a
toda la sociedad”.45
El hecho de que el progreso de la división del trabajo esté ligado al
declive de la solidaridad mecánica no significa que surja de forma espon-
tánea, pues aquélla sólo es posible a partir de antecedentes comunitarios;
es decir, que los procesos de diferenciación, y por ende el reconocimiento
de la individualidad o del sentido, necesitan de condiciones previas de in-
tegración social.46 Esta relación queda ejemplificada en la formación de
contratos: siendo éstos el producto por excelencia de la división del traba-
jo, expresan jurídicamente las relaciones de cooperación entre individuos
que intercambian trabajo, dinero, bienes o servicios;47 sin embargo, el que
dos individuos formalicen un intercambio no significa que los términos
del contrato que han establecido sean definidos por sí mismos o que los
efectos de su relación los impacten sólo a ellos. Y es que la garantía de que
los compromisos estipulados en el contrato serán cumplidos por ambas
partes –o que habrá una justa sanción de no hacerlo–, así como los efectos
del intercambio recaen precisamente en una instancia colectiva.48
Para Durkheim, la cohesión generada por la división del trabajo se
refleja en una coordinación armónica de las funciones sociales, y se ca-
racteriza por un reconocimiento generalizado de que la observancia de los
contratos debe estar asegurada por prescripciones jurídicas de carácter co-
lectivo. El establecimiento de intercambios supone la existencia de indivi-
duos con iniciativa propia para elegir con quiénes relacionarse, lo que hace
del contrato un acto voluntario;49 sin embargo, que sus términos estén
45 Ibidem, p. 115.
46 En sus propios términos, Peter Berger y Thomas Luckman concibieron la
dependencia de la individualidad a la socialización: “El sentido (Sinn) se constituye
en la conciencia humana: en la conciencia del individuo, que está individualizado
en un cuerpo vivo (Leib) y ha sido socializado como persona. La conciencia, la
individualización, la especificidad del cuerpo vivo, la socialidad y la construcción
histórico-social de la identidad personal son características de nuestra especie,
sobre cuya filogenia y ontogenia no cabe hacer aquí mayores consideraciones”.
Peter Berger y Thomas Luckmann, Modernidad, pluralismo y crisis de sentido. La
orientación del hombre moderno, Paidós, Barcelona, 1997, pp. 30-31.
47 Cfr. Ibidem, p. 134.
48 Cfr. Ibidem, p. 231.
49 “Los únicos compromisos que merecen tal nombre [contrato] son los queri-
dos por los individuos y que no tienen otro origen que [la] libre voluntad. A la
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alguna parte, hacia un fin, que percibe más o menos distintamente. Siente
que sirve para algo”.55
Ahora bien, cualquier tipo de solidaridad se consolida a partir de un
sistema de normas que determina las acciones que están prohibidas co-
lectivamente, o bien aquellas que impulsan una acción en particular; en
el caso de la solidaridad orgánica, las normas tienen el fin de regular la
concurrencia funcional de los órganos y las relaciones sociales en general.56
A su vez, las obligaciones que se desprenden del sometimiento a la norma
generan expectativas funcionales que ejercen una cierta presión sobre el
comportamiento individual, y hacen que el egoísmo y el altruismo se ajus-
ten de tal forma que permitan construir vínculos de dependencia respecto
a la sociedad.
En suma, desde las prácticas hasta las normas, la solidaridad evoca un
sentido moral por el que los individuos asumen la superioridad de los fines
sociales y le dan sentido a sus acciones y relaciones. Mientras las normas
y las instituciones sean efectivas, los individuos tienen claro el sentido del
deber y de la norma; y mientras las obligaciones que la sociedad les ads-
cribe sean consentidas racionalmente, éstos contribuyen a la conservación
de la unidad social cumpliendo con sus funciones. Más allá del ámbito
funcional, los individuos manifiestan el reconocimiento de esa superiori-
dad a través de una actitud altruista, gracias a la que resuelven que “[…]
no pueden vivir juntos sin entenderse y, por consiguiente, sin sacrificarse
mutuamente, sin ligarse unos a otros de una manera fuerte y duradera”.57
Para Durkheim, este sentido moral y la solidaridad social se tensan
cuando disminuye la efectividad de las normas e instituciones. El sociólo-
go afirmó que dicha disminución era una consecuencia de la transforma-
ción súbita de las estructuras sociales impulsada por el progreso industrial;
teóricamente, atribuía lo anterior a que la rapidez con que se gesta el cam-
bio impide a las normas e instituciones sociales consolidarse lo suficiente
para cumplir sus cometidos, principalmente el de forjar en los individuos
el sentido del deber.58 Ante la sentencia de que sólo en sociedad el hombre
55 Ibidem, p. 292.
56 Para ahondar en el papel que juega el derecho, denominado por Durkheim
como restitutivo, en la solidaridad orgánica, ver Ibidem, pp. 121-130.
57 Ibidem, p. 243.
58 Tanto en las conclusiones de La división del trabajo social como en las de El
suicidio, Durkheim hace hincapié en el hecho de que las sociedades impulsadas por
la doctrina del progreso incrementan las posibilidades de padecer esta patología
social.
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reconoce el valor de sus acciones y las de los otros, diagnosticó que la falta
de regulación detona un estado de desintegración y alienación.
A través del concepto de anomia, Durkheim caracterizó aquel estado,
considerado como patológico, por el que la ausencia de normas e institu-
ciones produce una desarticulación del tejido social y, al mismo tiempo,
un desorden individual al no lograr fijarse un sentimiento de respeto y
contención frente a la norma. En palabras del sociólogo, la anomia sobre-
viene cuando “[…] en ciertos puntos de la sociedad hay falta de fuerzas co-
lectivas, es decir, de grupos constituidos para reglamentar la vida social”.59
Como consecuencia, las funciones sociales pierden todo sentido de corres-
pondencia mutua,60 y dejan de existir frenos que contengan las tendencias
egoístas de los individuos, desorientando el sentido de sus acciones y el
interés hacia la acción y destino de los otros.61
El carácter moral concedido a la solidaridad reflejó la convicción intrín-
seca en los primeros discursos sociológicos de construir un orden estable
que atendiera a las transformaciones del industrialismo, sobre todo aque-
lla que produjo la emancipación individual del dominio colectivo. La de
Durkheim representó, en ese sentido, una de las propuestas más sólidas
que intentaron resolver la oposición clásica sociedad-individuo al advertir
la reformulación de un nuevo vínculo que, si bien no correspondía a los
principios del vínculo anterior –el de la solidaridad mecánica–, también
tenía la finalidad de crear un sentido de colectividad.
Las implicaciones de la perspectiva durkheimiana sobre la cohesión
social superan cualquier valoración sobre el contexto en el que fue con-
cebida, pues los fenómenos que determinaron los estudios del sociólo-
go francés han persistido hasta épocas recientes, haciendo cada vez más
necesario traerlo a nuestro tiempo para elaborar diagnósticos en torno
a fenómenos que van de la globalización hasta la desigualdad y la indivi-
dualización, pasando por diversas manifestaciones de desorden social. En
este sentido, la antítesis solidaridad-anomia se presenta como un recurso
59 Émile Durkheim, El suicidio. Estudio de sociología, Reus, Madrid, 1928, p. 429.
60 Émile Durkheim, La división del trabajo social, op. cit., p. 387.
61 En La división del trabajo social Durkheim señala que en este estado el in-
dividuo “no es ya la célula viviente de un organismo vital, que vibra sin cesar al
contacto de las células vecinas, que actúa sobre ellas y responde a su vez a su ac-
ción, se extiende, se contrae, se pliega y se transforma según las necesidades y las
circunstancias[…]”; por otro lado, en El suicidio afirma: “En el suicidio anómico
son las pasiones propiamente individuales las que la necesitan y quedan sin norma
que les regule”. Ibidem, p. 390; El suicidio, op. cit., p. 278.
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68 “El conflicto es, sin embargo, un hecho sui generis, y subordinarlo al concepto
de unidad resulta tan forzado como vano, toda vez que significa la negación de la
unidad (…) Para que el individuo logre la unidad de su personalidad, no basta con
que los contenidos de la misma se armonicen conforme a unas normas específicas,
ya sean religiosas o éticas; la contradicción o el conflicto también intervienen, no
ya sólo precediendo la unidad sino en cada momento de la unidad del individuo”.
Ibidem, p. 18.
69 Cfr. Ibidem, p. 25.
70 En palabras de Simmel, “cuando el conflicto busca la muerte del otro, el
elemento creador de unidad queda completamente destruido, pero basta una li-
mitación de la violencia, una mínima consideración del otro, para que se dé un
momento de socialización, aunque sólo sea por contención”. Ibidem, p. 26.
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71 Ibidem, p. 78.
72 Cfr. Ibidem, p. 51.
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II. El individualismo y
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sociales y políticos en el último tercio del siglo xx, han exigido una inme-
diata adaptación subjetiva que, las más de las veces, no puede efectuarse
dada la rapidez con que éstas ocurren. En estas circunstancias, la capacidad
para construir márgenes de certidumbre –incluso a corto plazo– disminuye
tras la paulatina dilución de los marcos de referencia del presente.
Aunque todas las sociedades son susceptibles al cambio de sus estruc-
turas, las transformaciones abruptas y continuas implican un peligro para
el mantenimiento de su cohesión, pues someten a los individuos a una
constante movilidad, a deshacer y entablar lazos frecuentemente, con cada
vez menos posibilidades de estabilizarlos. En este sentido, la seguridad de
ocupar un lugar definido dentro de dichas estructuras se desvanece ante las
nuevas exigencias que obligan al movimiento perpetuo. La pertenencia a la
sociedad ya no es garantía de la permanencia en la posición que se ocupa
en el presente, y hay menos certidumbre acerca de la dirección a la que
habrá que moverse posteriormente.
La velocidad con que se gestan los cambios hace al futuro aparente-
mente más cercano, pero a la vez más indefinible. Si no existe la garantía de
mantenerse en un lugar el tiempo suficiente como para adaptarse a las con-
diciones de vida que se impongan, y tampoco para emprender relaciones
estables, la posibilidad de que se “echen raíces” sobre el presente, así como
para crear marcos de referencia que sean útiles en el futuro, es mínima.
La incapacidad de plantear efectos previsibles a la acción incrementa los
niveles de riesgo respecto al cambio, y provoca la tensión de las relaciones
sociales al impedir la creación de expectativas razonadas sobre la acción de
los otros; es decir, cuando la acción futura y el porvenir en sí mismo son
poco visibles, ocurre un debilitamiento de la confianza.
Niklas Luhmann afirma que la confianza, como previsibilidad de la
acción, es un factor que disminuye la complejidad inherente al futuro:
“Donde hay confianza hay un aumento de posibilidades para la experien-
cia y la acción, hay un número de posibilidades que pueden reconciliarse
con la estructura, porque la confianza constituye una forma más efectiva
de reducción de la complejidad”.84 Incluso, puede observarse la presencia
de este concepto en las ideas de Durkheim en torno a la cooperación:
las relaciones intersubjetivas que se establecen gracias a la división del
trabajo deben dar lugar a una coordinación funcional, indispensable para
52
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85 Émile Durkheim, La división del trabajo social, op. cit., pp. 164-165.
86 Cfr. Germán Pérez Fernández del Castillo, Modernización y desencanto. Los
efectos de la modernización mexicana en la subjetividad y la gobernabilidad, Porrúa,
México, 2008.
87 Ulrich Beck utiliza esta categoría y señala que “[…] la primera modernidad
parte del hecho de que hay límites, demarcaciones claras, como la distinción en-
tre sociedad y naturaleza, la diferencia entre yo y los otros, entre guerra y paz,
o entre Estados-nación con fronteras antropológicamente predeterminadas, que
forman el marco de decisión política. En la segunda modernidad nuevas formas de
disyunción inclusiva del tipo ‘tanto lo uno como lo otro’”. Véase Enrique Lynch,
“Conversación con Ulrich Beck”, Letras Libres, julio de 2003, URL=http://www.
letraslibres.com/index.php?art=8955, consultado el 11 de septiembre de 2014.
53
Pablo Armando González Ulloa Aguirre
tercio del siglo xx. La presencia del mercado en las diversas esferas de la
vida generalizó el principio de desregulación; del mismo modo, la defensa
de la libertad individual y la propiedad privada, que al comienzo fue la base
de la cooperación, condujo a la flexibilidad de las relaciones sociales y al
predominio del interés privado. En resumen, de ser un fenómeno carac-
terístico en la consolidación del orden social moderno, el individualismo
se convirtió en factor de desintegración social en la segunda etapa de su
desarrollo.
El lugar que ha ocupado el individualismo en el ámbito teórico es una
de las vías para sopesar el valor que se le ha atribuido en las sociedades
modernas. Como se dijo al final del capítulo anterior, la consolidación
del industrialismo motivó discusiones no sólo sobre los principios en los
que se asentaría el nuevo orden y sobre cómo se mantendría cohesionado,
sino también respecto a la relevancia del individualismo como respuesta
a ambos cuestionamientos. Por medio de las siguientes perspectivas se
buscará distinguir la influencia de este fenómeno en términos sociales y
discursivos en los dos momentos que han determinado el desarrollo de
la modernidad: primero, el individualismo como principio de cohesión
social; segundo, el individualismo como factor de desintegración social.
88 Cfr. Émile Durkheim, La división del trabajo social, op. cit., p. 188.
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103 Cfr. Alexis de Tocqueville, La democracia en América, op. cit., pp. 207-209.
104 Benjamín Constant, Sobre la libertad en los antiguos y en los modernos, Tecnos,
Madrid, 2002, p. 90.
105 Gilles Lipovetsky, El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos tiem-
pos democráticos, Anagrama, Barcelona, 2008.
106 Existe una marcada ambigüedad en el uso de los términos individualismo e
individualización. Por un lado, se recurre al primero para dar cuenta del fenómeno
de escisión individual de las estructuras tradicionales y, más específicamente, de
la corriente de la filosofía moral y política que defiende la autonomía individual
frente al despotismo; por otro, el segundo término es usado frecuentemente para
referir un proceso de diferenciación que en no pocas ocasiones tiene un sentido
negativo, y que se halla vinculado con el fenómeno de la desintegración social.
Ambos términos son intercambiados por diversos autores al hacer alusión a ese
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¿Qué mantiene unida a la sociedad? De la teoría a la operativización
su identidad, pues ésta les venía casi automáticamente por obra de sus
filiaciones colectivas. De este modo, la expresión moderna del auxilio que
antes daban las comunidades tradicionales fue la asignación de identida-
des a través de la pertenencia; la certeza de que se ocupa un lugar en el
mundo.113
Para caracterizar el papel que juega el individualismo en las sociedades
contemporáneas habrá que distinguir el sentido problemático de su rela-
ción con la cohesión social en la primera etapa de la modernidad. Mientras
que en un inicio los efectos nocivos del individualismo se asociaban con
una primacía del interés privado sobre el público, posteriormente se dieron
como consecuencia de una disolución sistemática de los límites institu-
cionales y simbólicos; en este sentido, al no haber suficientes puntos de
encuentro entre los individuos disminuyó la confianza para relacionarse,
así como para sentirse protegidos por sus instituciones y autoridades. En
otras palabras, si el individualismo negativo en la primera modernidad era
producto de un ejercicio ilimitado de la libertad, en la segunda se debió
además a un debilitamiento del orden social.
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¿Qué mantiene unida a la sociedad? De la teoría a la operativización
118 Sophie Bessis, De la exclusión social a la cohesión social, Síntesis del Coloquio
de Roskilde, 2 a 4 de marzo de 1995, Universidad de Roskilde, MOST-UNES-
CO-Universidad de Roskilde, Dinamarca, 1995, p. 28.
119 Cfr. Michel Crozier, Samuel Huntington y Joji Watanuki, The crisis of demo-
cracy: Report on the governability of democracies to the Trilateral Commission, Nueva
York, New York University Press, 1975.
120 Alain Touraine, Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy, op.
cit., pp. 35-36; Laval y Pierre Dardot, La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la
sociedad neoliberal, op. cit., 133-156.
121 Zygmunt Bauman, La globalización. Consecuencias humanas, Fondo de Cul-
tura Económica, México, 1999, p. 80.
122 Zygmunt Bauman, Modernidad líquida, op. cit., p. 10.
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II.IV Familia
Pese a que en la primera modernidad sufrió diversas transformaciones
debido a la movilidad y la migración, la familia siguió ocupando un lugar
preponderante dentro de las categorías y escalas sociales. Ya en una forma
más reducida, fue considerada el primero de los núcleos de socialización
humana, donde comenzarían a forjarse las virtudes morales necesarias para
integrar a los individuos como futuros ciudadanos de las sociedades de-
mocráticas. En este sentido, las prácticas familiares fueron inseparables
de la cultura del deber que caracterizó en esta etapa al ámbito de las cos-
tumbres.134
Como una institución más en la estructura de las sociedades moder-
nas, la familia se identifica con la dialéctica típica entre mortalidad indivi-
dual e inmortalidad colectiva. La imbricación de las biografías personales,
que derivan unas de otras y se funden en un proceso de confluencia vital,
hacen de la familia una red de mutuo sostén y fortalecimiento. De modo
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¿Qué mantiene unida a la sociedad? De la teoría a la operativización
II.V Trabajo
Durante gran parte de la historia, la supervivencia y el ritmo de la actividad
humana estuvieron íntimamente ligados, tanto a los ritmos de la natura-
leza como al dominio de las fuerzas físicas y humanas. Con la industriali-
zación, estos factores contribuyeron a establecer una lógica de producción
creciente; asimismo, la división del trabajo desplegó y organizó un sin-
número de labores con las que aquélla sería más eficiente. La estructura
social que resultó de esta distribución instaló un conjunto de posiciones
determinadas por la función que cada individuo cumplía dentro del proce-
so productivo, por lo que el crecimiento de la economía dependió de que
éstas se mantuvieran constantes.
142 Gilles Lipovetsky, Metamorfosis de la cultura liberal, op. cit., p. 40; El crepús-
culo del deber, op. cit., pp. 159-162.
143 Maurice Godelier, El enigma del don, Paidós, Barcelona, 1998, p. 12.
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149 Cfr. Zygmunt Bauman, En busca de la política, op. cit., p. 38; André Gorz,
Miserias del presente, riqueza de lo posible, Paidós, Buenos Aires, 2003, p. 26.
150 Zygmunt Bauman, Modernidad líquida, op. cit., p. 173.
151 Zygmun Bauman, Identidad, op. cit., p. 70.
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167 Cfr. Gilles Lipovestsky, Metamorfosis de la cultura liberal, op. cit., pp. 114-
115.
168 Zygmunt Bauman, Identidad, op. cit., p. 60. Ver también Saskia Sassen, Los
espectros de la globalización, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003,
p. 30.
169 La disminución del interés hacia los otros en los vínculos interpersonales está
ejemplificada por las nuevas formas de altruismo. Mientras que en Estados Unidos
y Europa aumentan las donaciones brutas sin fines de lucro a la asistencia pública
o privada por parte de empresas, disminuyen las aportaciones por individuo. En
general, los individuos con más propensión a hacer donaciones son aquellos que
luego participarán como voluntarios en el servicio de la comunidad; sin embargo,
su número es mínimo, y muchas veces su participación se condiciona a una satis-
facción personal antes que a una verdadera convicción de servicio. Cfr. Richard
Sennett, El respeto, op. cit., pp. 203-204.
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179 Cfr. Richard Sennett, La corrosión del carácter, op. cit., pp. 30-31; Gilles Li-
povetsky, Metamorfosis de la cultura liberal, op. cit., p. 76; Ulrich Beck, La sociedad
del riesgo, op. cit., p. 12.
180 Zygmunt Bauman, En busca de la política, op. cit., p. 32.
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III. La operativización de la
cohesión social.
Estudio exploratorio
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193 Pablo Armando González Ulloa Aguirre y Pedro Jiménez Vivas, “Las prácti-
cas afectivas en una sociedad global. Delimitaciones teóricas y metodológicas para
comprender el fenómeno en México”, en Revista Mexicana de Opinión Pública,
núm. 17, julio-diciembre 2014, pp. 89-109.
194 Cfr. Zygmunt Bauman, La globalización. Consecuencias humanas, op.cit.; Co-
munidad, en busca de seguridad en un mundo hostil, op. cit.; Identidad, op. cit.
195 Cfr. Niklas Luhman, Confianza, op. cit.
196 Nuria Cunill Grau, Repensando lo público a través de la sociedad. Nuevas formas
de gestión pública y representación social, op. cit., p. 162.
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204 José Juan Linz, La quiebra de las democracias, Alianza/Consejo Nacional para
la Cultura y las Artes, México, 1990, p. 46.
205 Christian Courtis y Nicolás Espejo, Por un “contrato de cohesión social”: apun-
tes exploratorios, CEPAL, Santiago de Chile, 2007, p. 21.
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208 Cfr. Manuel Zafra, “Prólogo”, en Josep Pascual Esteve y Júlia Pascual Guiteras
(coords.), Cohesión social y gobernanza democrática: Para unas regiones y ciudades
más inclusivas, Junta de Andalucía/Consejería de Gobernación, Andalucía, p. 12.
209 Cfr. Ernesto Ottone, Cohesión social. Inclusión y sentido de pertenencia en
América Latina y el Caribe, op. cit., p. 40.
210 Cfr. Marc Rimez, “Algunas reflexiones sobre las políticas públicas locales de
cohesión social y Cooperación descentralizada”, en Josep Pascual Esteve y Júlia
Pascual Guiteras, op. cit., p. 197.
211 Cfr. Martín Hopenhayn (coord.), Juventud y cohesión social en Iberoamérica.
Un modelo para armar, Cepal-Aecid-Segib-Oij, Santiago de Chile, 2008, p. 25.
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212 Cfr. Andrés Palma Irarrázaval, Las políticas públicas que no contribuyen a la
cohesión social, FIIAPP, Madrid, 2008, pp. 12-13.
213 Cfr. Germán Pérez Fernández del Castillo, “Cohesión social. Los retos de la
moderna sociedad globalizada”, en Germán Pérez Fernández del Castillo y Pablo
González Ulloa (coords.), Tendencias actuales de las Ciencia Política, Unam, Mé-
xico, 2013, p. 93.
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La cohesión social en la Unión Europea
104
Elementos Perspectivas / Propuestas
Políticas basadas en un modelo de solidaridad y reducción en las disparidades de bienestar
y desarrollo en las diversas regiones, y de las que se busca obtener un avance integrado
ROsociAL, 2000.
hacia estándares económicos y sociales consensuados políticamente.
El despliegue de las políticas comunitarias se realiza a través de intervenciones financieras,
Desarrollo en particular de los Fondos Estructurales y el Fondo de Cohesión, en los países que se
han integrado recientemente a la Unión, o que cuentan con bajos índices de desarrollo.
En el período 2007-2013 se propuso la atención a los principales problemas de desarrollo
en materia de crecimiento económico y empleo, sin dejar de respaldar a las regiones que
no hayan completado aún su proceso de convergencia real a la Unión.
La inclusión supone el acceso abierto a condiciones equitativas de ingreso, empleo y salud,
así como el reconocimiento de la dignidad, diversidad y autonomía personal. Todo ello
teniendo como principio la preservación de las identidades nacionales y regionales.
Pablo Armando González Ulloa Aguirre
223 Eugenio Tironi y Sebastián Pérez Bannen, “La cohesión social Latinoameri-
cana. A modo de conclusión”, en Eugenio Tironi (ed.), Redes, Estado y mercados,
op. cit., p. 379.
224 Cfr. Idem.
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232 Cfr. Germán Pérez Fernández del Castillo, “Cohesión social. Los retos de la
moderna sociedad globalizada”, op. cit., p. 94.
233 Antonio Camou, op. cit., p. 9.
234 Ernesto Ottone, Cohesión social. Inclusión y sentido de pertenencia en América
Latina y el Caribe, op. cit., p. 14.
235 Martín Hopenhayn, “Cohesión social: una perspectiva en proceso de elabo-
ración”, op. cit., p. 39.
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¿Qué mantiene unida a la sociedad? De la teoría a la operativización
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Componente Indicador (CEPAL) Algunos indicadores nacionales
110
-Pobreza relativa
-Recuento de pobreza e indigencia
Pobreza e ingresos -Tasa de renta baja
-Razón entre quintiles de ingreso
-Coeficiente de Gini
-Tasa de empleo abierto
-Empleos en sector informal
-Empleos de baja productividad
Empleo -Subempleo
-Tasa de desocupación de larga duración
-Morbilidad
-Población con vih/sida
Componente Indicador (CEPAL) Algunos indicadores nacionales
-Alimentos que cubran requerimientos nutricionales
-Vivienda
Consumo y acceso a -Agua
Distancias -Servicios sanitarios
servicios
-Energía
-Medios de comunicación y transportes
-Índice de democracia (desarrollo democrático)
-Percepción ciudadana sobre el nivel de democracia en el país
Sistema democrático -Porcentaje de ciudadanos satisfechos con la democracia
-Porcentaje de ciudadanos con actitudes positivas hacia la democracia
-Porcentaje de personas que sufrieron un delito (y porcentaje de
Estado de Derecho personas que lo denunció)
Reducción de la -Índice de percepción de la corrupción
corrupción
Instituciones
Justicia y seguridad -Evaluación ciudadana sobre el desempeño del poder judicial
humana
-Carga tributaria como porcentaje del pib
-Composición de la carga tributaria
-Proporción de personas que cree que los impuestos serán
Políticas públicas bien gastados por el Estado
-Gasto público en educación como porcentaje del pib
-Gasto público en salud como porcentaje del pib
-Gasto público social como porcentaje del pib
111
¿Qué mantiene unida a la sociedad? De la teoría a la operativización
112
Componente Indicador (CEPAL) Algunos indicadores nacionales
-Índice de productividad del trabajo
-Remuneraciones medias reales
Instituciones del -Percepción ciudadana del cumplimiento de la ley laboral
Instituciones -Porcentaje de ocupados preocupados de perder el empleo
mercado
-Gasto privado en educacióncomo porcentaje del pib
-Gasto de los hogares en salud como porcentaje del gasto total en salud
-Porcentaje de población adscrito a una etnia
-Lenguas habladas por la población originaria
Multiculturalismo -Población que se siente maltratada por el color de la piel o la raza
-Porcentaje de mujeres en el parlamento
-Confianza ciudadana en las instituciones del Estado y los partidos políticos
Capital social -Índice de activación política
-Porcentaje de votos válidos en las elecciones parlamentarias
Pablo Armando González Ulloa Aguirre
Pertenencia -Porcentaje de ciudadanos que cree que la estructura social es abierta e igua-
litaria
Expectativas de futuro -Porcentaje de ciudadanos con expectativas de movilidad intergeneracional
ascendente
Integración y afiliación -Tasa de mortalidad por suicidios y lesiones autoinfligidas
social -Tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes
Fuente: cepal, Un sistema de indicadores para el seguimiento de la cohesión social en América Latina, cepal/Co-
misión Europea, Santiago de Chile, 2010.
¿Qué mantiene unida a la sociedad? De la teoría a la operativización
238 Cfr. Juan Carlos Feres y Pablo Villatoro, “Hacia un núcleo de indicadores
clave de cohesión social: un paso atrás, dos adelante”, en Juan Carlos Feres y Pablo
Villatoro (coords.). Cohesión social en América Latina, op. cit., p. 185.
239 Ibidem, p. 190.
240 Cfr. Ídem.
241 Ibidem, pp. 190-191.
113
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¿Qué mantiene unida a la sociedad? De la teoría a la operativización
Etapa Descripción
Definición y especificación del objeto de
estudio. Reconocer el valor de reducir a
Definición del marco teórico
una dimensión única los múltiples facto-
res que la determinan.
La selección deberá basarse en la vincu-
lación con la dimensión sometida a es-
Selección de indicadores y disponibili- tudio, la disponibilidad de información,
dad de información la calidad de la misma, la facilidad de su
interpretación y la interrelación con el
resto de los indicadores.
Análisis de correlaciones, de funciones
de densidad bivariadas, y análisis multi-
Análisis descriptivo y multivariado variado de “reducción de dimensiones”,
exploratorio ejercicios que permiten conocer mejor el
comportamiento de las dimensiones con-
sideradas y sus interrelaciones.
Normalización de los indicadores, Los indicadores se utilizan de manera co-
estructura de ponderación y parámetro tidiana, así como los valores que cada uno
de sustitución representan.
Ejercicios de sensibilidad para evaluar el
Análisis de sensibilidad y fortaleza de
rango de variabilidad de los resultados
los resultados
obtenidos.
Transparencia en los procedimientos de
elaboración del índice. Fácil comuni-
cación y entendimiento, no sólo en el
Difusión, transparencia y consenso
mundo académico, sino también entre
los responsables de la toma de decisiones
políticas.
Fuente: Elaboración propia con base en Roxana Maurizio, “La viabilidad de la cons-
trucción de un índice sintético de cohesión social para América Latina”, en Juan Car-
los Feres y Pablo Villatoro (coords.), Cohesión social en América Latina. Una revisión
de conceptos, marcos de referencia e indicadores, cepal/Comisión Europea, Santiago de
Chile, 2010.
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¿Qué mantiene unida a la sociedad? De la teoría a la operativización
Criterios Características
Balance entre los distintos ámbitos de Identificación de la esencia del problema:
observación incluidos en el sistema: Interpretación normativa clara y aceptada.
Mantener el equilibrio entre los diferentes Su metodología debe ser comprensible por
ámbitos de observación; seleccionar al me- la sociedad en general.
nos un indicador por dimensión dentro de
los pilares y no más de tres por dimensión.
Pertinencia/Validez de contenido: Robustez y validez:
Refiere el grado en que los indicadores Variaciones marginales en su forma de cál-
dan cuenta del ámbito de observación y culo que no modifiquen sustancialmente
del componente o el pilar respectivo. Esto la evolución del indicador. Utilización de
es, la capacidad de una medida de reflejar información estadísticamente confiable.
conceptualmente lo que se quiere medir.
Poder discriminatorio: Sensibilidad a las intervenciones de po-
Alude a la capacidad explicativa o a la lítica:
sensibilidad del indicador en el contexto Los indicadores deben captar el impacto
regional. de las políticas públicas, pero a la vez no
pueden ser manipulables fácilmente.
Información desagregada: Comparabilidad:
La medida en que está publicada infor- El indicador debe poder medirse en forma
mación relevante para la detección de comparable entre los países integrantes del
brechas relativas. sistema de información y, en la medida de
lo posible, debe ser comparable con están-
dares internacionales. Recolectar informa-
ción estadística construida sobre la base de
marcos conceptuales comunes.
Disponibilidad: Revisión periódica:
Cobertura geográfica y temporal de la in- Se requieren procesos de revisión periódi-
formación publicada sobre el indicador. ca que adecuen los indicadores a los obje-
tivos centrales en cada dimensión.
Fuente: Elaboración propia con base en: Roxana Maurizio, “La viabilidad de la cons-
trucción de un índice sintético de cohesión social para América Latina”, y en Rodrigo
Arim y Andrea Vigorito, “Instituciones, bienestar y cohesión social: indicadores para
caracterizar su funcionalidad”, en Juan Carlos Feres y Pablo Villatoro (coords.), op.cit.
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IV. Conclusión
253 Karl Popper, El mito del marco común. En defensa de la ciencia y la racionali-
dad, Paidós, Barcelona, 1997, p. 153.
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proponer alternativas de cómo puede ser mejor. Más allá de los contextos
que desencadenaron y siguen matizando los debates teóricos sobre el fenó-
meno de la cohesión, el apremio de vivir juntos –y mantenernos así pese a
lo problemática que pueda ser la convivencia– se presenta como el motor
de las posturas que en este libro fueron expuestas.
Se tuvo oportunidad de advertir que el propósito de mostrar una parte
del extenso mosaico de posiciones en el debate sobre este concepto no fue
el de realizar un ejercicio enciclopédico, en el que éstas aparecieran como
estratos separados cronológicamente o por las divergencias de los discursos
de donde provienen, sino el de sustraer, en primera instancia, los elemen-
tos que en la actualidad son útiles para responder la pregunta inicial ¿qué
nos mantiene unidos?, y desentrañar las claves que contribuyan al diseño
de modelos de acción para incidir en contextos específicos, atendiendo al
¿cómo lograrlo?
Como consecuencia de lo anterior, la relevancia de este estudio tam-
bién descansa en el reconocimiento de que cualquier respuesta ofrecida a
estos cuestionamientos estará determinada por los desafíos que atraviese
cada contexto. Así, del mismo modo en que las primeras posturas tenían
como objeto explicar el orden social moderno –gracias al nacimiento y
desarrollo del industrialismo–, las más recientes tienen el fin de encontrar
los medios para contrarrestar su descomposición –ante fenómenos que
radicalizaron los principios de la modernidad.
Con las visiones expuestas en la primera parte del libro, se pudo ob-
servar la influencia que ejerció la instauración del orden industrial en la
valoración sobre las fuentes en las que las sociedades modernas basarían
su cohesión. Si, para los autores que se revisaron, los hombres tienen la
capacidad de darse a sí mismos una organización, sin la necesidad de
que les sea impuesta, es inevitable que ésta se adapte a las transfor-
maciones que provengan de distintas esferas; al aludir principalmente
a la decadencia del orden tradicional, estos autores señalaron que las
sociedades habrían de asimilar las consecuencias de este hecho a fuerza
de crear nuevas formas de interacción.
Mientras que para algunos, del valor atribuido a la persona humana y
sus bienes se desprende una noción seminal sobre la justicia, y del segui-
miento de las normas que protejan el interés público o fomenten las vir-
tudes sociales un sentido moral que mantiene la unidad social, para otros
serían los vínculos cooperativos y conflictivos –producto de la división del
trabajo y de la consecuente diferenciación individual– los que alimenta-
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¿Qué mantiene unida a la sociedad? De la teoría a la operativización
y las áreas que necesitan una atención focalizada y/o prioritaria. Esto es
fundamental en un país como el nuestro, que se ha enfrentado en la última
década a una serie de problemáticas que desafían en diversos aspectos la
cohesión social.
Considerando algunos de los indicadores de la nueva lista resumida
que la cepal delimitó en 2010, se ofrece un Anexo con el panorama ge-
neral de México respecto a las dimensiones de la cohesión social. El pro-
pósito de concluir el libro con este ejercicio es destacar la pertinencia de
construir un sistema adecuado de indicadores que permita vislumbrar la
dinámica de cohesión social en nuestro país. Dicha construcción debe
tomar como base a los pilares del modelo de la cepal, “[…] pues estos
generan, efectivamente, un sistema de indicadores: Son una manera me-
tódica de mirar cualquier dimensión de cohesión social. La propuesta de la
cepal tiene un grado importante de sistematicidad que debe ser asumida
y profundizada”.254
Posteriores estudios y análisis, sin duda, enriquecerán los debates y la asi-
milación plena de este tema en las agendas públicas de los países de la región,
principalmente en México, donde, de acuerdo a las cifras presentadas, se hace
más urgente la necesidad de que las políticas públicas se elaboren con un
enfoque claro de cohesión social, con el que se busque revertir la fragmen-
tación del tejido social ante un contexto de violencia, pérdida de confianza
en las instituciones, polarización de las disparidades y un apoyo ciudadano
que se diluye lenta, pero progresivamente.
254 Juan Carlos Feres y Pablo Villatoro, “Hacia un núcleo de indicadores clave de
cohesión social: un paso atrás, dos adelante”, op. cit., p. 28.
129
Algunos indicadores clave de brechas socias
Ámbito para
Pilar Indicadores México
observar
Pobreza e ingresos Porcentaje de personas bajo 45.7% de la población mexicana vive en situación de pobreza.
la línea de pobreza 9.82% de la población mexicana vive en situación de pobreza
extrema.255
Empleo Tasa de desempleo abierto 27.2% de la población mexicana se encuentra ocupada en el
sector informal. 4.9% de la Población Económicamente Activa
se encuentra desocupada.256
Brechas
Ocupados urbanos en sec- 4.2 millones de mexicanos se encuentran subempleados.257
tores de baja productividad
Acceso a protección Ocupados que hacen apor- 35.4% de los mexicanos no es derechohabiente de ningún sis-
social tes previsionales tema de seguridad social.258
255 CONEVAL, Anexo estadístico de la pobreza en México 2012, disponible en URL: http://www.coneval.gob.mx/Me-
dicion/Paginas/Medici%C3%B3n/Pobreza%202012/Anexo-estad%C3%ADstico-pobreza-2012.aspx, consultado el 12 de
agosto de 2014.
256 INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2012, disponible en URL: http://www3.inegi.org.mx/sistemas/
infoenoe/default.aspx?s=est&c=26227&p, consultado el 12 de agosto de 2014.
Anexo. Estado de la cohesión social en México
257 Ídem.
258 INEGI, Servicios de salud, 2010, disponible en URL: http://www.inegi.gob.mx/prod_serv/contenidos/espanol/bvi-
negi/productos/censos/poblacion/2010/princi_result/cpv2010_principales_resultadosVI.pdf, consultado el 12 de agosto de
2014.
131
132
Algunos indicadores clave de capacidad institucional
Ámbito para
Pilar Indicadores México
observar
Funcionamiento de la Porcentaje de muje- Hay 189 mujeres en la Cámara de Diputados (37.8%) y 44 en la de
democracia res en el Parlamento Senadores (34.38%).259
Funcionamiento del Índice de corrupción De acuerdo al Índice de Percepción de Corrupción, México se colocó
Estado de Derecho en el puesto 106 entre 177 países.260
Instituciones
Políticas Públicas Porcentaje que repre- 29% del gasto programable se destina a educación, ciencia y tecnología,
senta la carga tributa- 12% a salud y 9% a desarrollo social.261
ria en el pib
Pablo Armando González Ulloa Aguirre
259 Cámara de Diputados, Integración por género y Grupo Parlamentario 2014, disponible en URL= http://sitl.diputados.
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260 Transparencia Internacional, Índice de percepción de la corrupción 2013, disponible en URL= http://www.transparency.
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261 SHCP, Presupuesto ciudadano 2014, disponible en URL= http://www.hacienda.gob.mx/EGRESOS/Presupuesto%20
Ciudadano/PresupuestoCiudadanoWEB_OP-2012.pdf, consultado el 12 de agosto de 2014.
Algunos indicadores clave de apoyo ciudadano
Ámbito para
Pilar Indicadores México
observar
Apoyo al sistema de- Porcentaje de apoyo a la 50.28% de los mexicanos señala estar muy de acuerdo o de acuerdo
mocrático democracia con la afirmación “El gobierno es más autoritario que democrático”.
51.07% de los mexicanos está poco o nada satisfecho con la demo-
cracia. 30.89% de los mexicanos considera que no hay democracia en
México.262
Confianza en las insti- Confianza en las insti- En escala del 0 al 10 (0 es nada de confianza y 10 es total confianza),
tuciones tuciones del Estado y los mexicanos confían en Ejército (6.8), Iglesia (6.7), Gobernador-Jefe
los partidos políticos de Gobierno (6.3), la scjn (6), Jueces y magistrados (5.9), Ministerio
Público (5.7), Diputados federales (5.6), Partidos Políticos (5.5) y la
Apoyo ciudadano
Policía (5.4).263
Expectativas econó- Porcentaje de población 39.3% de los mexicanos cree que la situación del país va a empeorar.264
micas que cree que sus hijos
vivirán mejor
262 Encuesta Nacional de Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP) 2010, disponible en URL= http://www.encup.
gob.mx/en/Encup/Quinta_ENCUP_2012, consultado el 12 de agosto de 2014.
263 Encuesta Nacional de Cultura Constitucional (ENCC), 2011, disponible en URL= http://www.juridicas.unam.mx/
invest/areas/opinion/EncuestaConstitucion/, consultado el 12 de agosto de 2014.
133
¿Qué mantiene unida a la sociedad? De la teoría a la operativización
264 Ídem.
Pablo Armando González Ulloa Aguirre
134
¿Qué mantiene unida a la sociedad? De la teoría a la operativización
cual fue acusada más de 8,000 veces durante dicho periodo por violaciones
a los derechos humanos.269
Además, la presencia y fortaleza de los principales grupos criminales en
México ha provocado un fenómeno económico, social y cultural de gran-
des alcances. Entre los principales costos económicos del narcotráfico, se
calculan las ganancias anuales que perciben los principales cárteles del nar-
cotráfico (alrededor de 2,030 millones de dólares al año),270 el número de
personas que emplean (468,000271), y la proporción del pib que represen-
tan las ganancias: 5%, es decir, alrededor de 59 mil millones de dólares.272
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Referencias
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¿Qué mantiene unida a la sociedad? De la teoría a la operativización
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¿Qué mantiene unida a la sociedad? De la teoría a la operativización
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¿Qué mantiene unida a la sociedad? De la teoría a la operativización
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¿Qué mantiene unida a la sociedad?
De la teoría a la operativización
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Universidad Nacional Autónoma de México
Diseño y formación:
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Cuidado editorial:
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