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ABSOLUTISMO FRENTE A LIBERALISMO: REINADO DE FERNANDO VII (1813-1833)

INTRODUCCIÓN: Fernando VII regresa al trono español concluida la Guerra de Independencia, tras
firmar con Napoleón el tratado de Valançay. Supondría un problema integrarle en el nuevo modelo político
recogido en la Constitución de 1812. Absolutistas y liberales deseaban su regreso: los primeros le querían
como árbitro de la situación y los liberales para que aprobase el nuevo modelo político. Esto marcaría la
evolución del reinado, ya que Fernando no renunció al absolutismo y los liberales se resistían a volver al
antiguo régimen. Se trata de un periodo de debate entre ambas corrientes que nos permite dividir el
reinado en 3 etapas que analizaremos a continuación.

DESARROLLO: Firmado el tratado de Valançay, Fernando VII envía desde Francia unos emisarios a la
Regencia y a las Cortes para que este fuera reconocido. Finalmente, estas instituciones lo aceptaron,
advirtiéndole que no sería reconocido rey hasta que jurase la Constitución. Fernando VI se mostró
prudente hasta saber con qué apoyos contaba para conseguir su verdadero objetivo: la restauración del
absolutismo. Llegado a Valencia, el rey recibe el “Manifiesto de los persas” en el que 69 diputados
conservadores le pedían que derogase los decretos elaborados por la Cortes de Cádiz y que no aceptase
la Constitución, que desarrollara una monarquía moderada, respetando las leyes y que convocara las
Cortes. Junto al Manifiesto, el cabildo catedralicio pedía el restablecimiento de la Inquisición, y el general
Elío juró conservarle en el trono y que recuperase la plena soberanía. Fernando VII respondió
promulgando el Decreto del 4 de mayo, donde se niega jurar la Constitución, considerando los decretos
de las Cortes de Cádiz “nulos y de ningún valor ni efecto”. Comienza así la primera etapa del reinado de
Fernando VII conocido como Sexenio Absolutista (1814- 1820), con la restauración de todos los
organismos y jurisdicción del Antiguo Régimen: las secretarías y los consejos, restauración de la
Inquisición y la Mesta, así como el régimen señorial y los privilegios de la nobleza y el clero, vuelven a
estar vigentes los gremios, etc. El reinado de Fernando VII en esta primera etapa estuvo marcado por una
gran inestabilidad en el Gobierno: los ministros eran relevados continuamente, la represión contra los
afrancesados implicó el destierro de quienes habían desempeñado cargos políticos o militares durante el
reinado de José I y se ordenó detener y enjuiciar a muchos liberales, siendo condenados a prisión o a
destierros en castillos, presidios y conventos. Muchos de ellos optaron por exiliarse.

España había quedado en una difícil situación económica tras la guerra. Además, las colonias
americanas estaban inmersas en el proceso de independencia, lo que interrumpió de la llegada de
metales preciosos y mermó el comercio colonial. Esto, unido a los gastos de la guerra, explicaría que la
Hacienda española estuviera en bancarrota. En este panorama, fue creciendo el descontento y la
oposición política por parte de los campesinos, debido a la situación económica y al restablecimiento de
los tributos y derechos jurisdiccionales de la burguesía, que veía peligrar sus negocios con el
restablecimiento de los gremios y la Mesta y los liberales, especialmente algunos militares, que
pretendieron restablecer el liberalismo mediante pronunciamientos. Rafael del Riego, militar de ideología
liberal, se pronunció a favor de la Constitución el 1 de enero de 1820. Recorrió Andalucía buscando
apoyos y, cuando parecía que iba a fracasar, surgieron otros levantamientos en numerosos puntos de
España, por lo que Fernando VII se ve obligado a jurar la Constitución (10 de marzo de 1820) iniciándose
el Trienio Liberal (1820-1823). Las razones del éxito del pronunciamiento de Riego son la actitud del rey
que intentó silenciar los acontecimientos y no actuó contundentemente, el descontento de la población
por la situación económica, la decepción de realistas y liberales por el incumplimiento de las promesas
de reformas del rey y el descontento de los militares que iban a ser enviados a América. Tras jurar la
Constitución de Fernando VII, se convocan elecciones para formar Cortes y se nombra un Gobierno liberal
a la vez que comienza el restablecimiento de todos los decretos y medidas aprobadas por las Cortes de
Cádiz. Pero uno de los aspectos más significativos de esta etapa es la división entre los liberales,
estableciéndose dos grupos, moderados o doceañistas, partidarios de reformar la Constitución
(establecer una segunda cámara en las Cortes y disminuir las limitaciones del poder real), que consideran
la monarquía una pieza esencial en el nuevo Estado liberal y son partidarios de limitaciones en la libertad
de prensa, frente a los exaltados o veinteañistas, que ven en la Constitución de 1812 como un símbolo
sagrado e intocable, entienden la monarquía como algo accidental, considerando lo esencial la soberanía
nacional y pretenden desarrollar y avanzar en las reformas liberales. Durante el Trienio se ponen vigor
los decretos aprobados por las Cortes de Cádiz y desarrollaron y profundizaron medidas encaminadas a
disminuir el número de clérigos, adaptar el clero al nuevo orden político y social y sanear la hacienda con
medidas como la abolición de la Inquisición, expulsión de los jesuitas y la supresión de conventos y
monasterios y su venta. Se pretende lograr una economía de mercado con la supresión del régimen
señorial, de los mayorazgos y las vinculaciones que vienen a cambiar el régimen jurídico de la propiedad
de la tierra, la supresión de los gremios y la eliminación de las trabas a la libre circulación de mercancías.
Administrativamente, se restablecen los ayuntamientos y diputaciones provinciales electas y la Milicia
Nacional para garantizar el orden y defender las reformas constitucionales.

Los gobiernos liberales se enfrentaron a la oposición del rey, que no acató realmente la constitución,
abusó del derecho a veto y alentó a cualquier movimiento que intentara acabar con el régimen liberal. A
ello se sumó la reacción de las potencias de la Santa Alianza que, ante el temor a que el movimiento
liberal se extendiera por Europa, envía a los Cien Mil Hijos de San Luis para acabar con el gobierno liberal.
Este entrega el rey al duque de Angulema, que marcha hacia el exilio. Finaliza el Trienio Liberal. Su
fracaso será debido a la presión de los enemigos políticos de los liberales, el escaso apoyo popular, la
incapacidad para frenar la independencia americana, la difícil situación económica y la propia división
interna de los liberales. Tras la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, Fernando VII vuelve a
ejercer un gobierno absoluto, anulando la labor legislativa del Trienio Liberal y restableciendo todo el
entramado jurídico del Antiguo Régimen, excepto la Inquisición. Comienza la Década Ominosa (1823-
1833). Algunas diferencias con respecto al Sexenio Absolutista son el desarrollo de algunas reformas
administrativas o el intento de racionalizar la Hacienda. Fernando VII desarrollaría una política represiva
contra los liberales, intentando apartarlos de la administración y el ejército y luchando contra las
sociedades secretas. Muchos de ellos fueron encarcelados o deportados, hubo algunas ejecuciones como
la de Riego o Torrijos, pero la mayoría marcharía hacia el exilio. Entre las reformas desarrolladas durante
esta etapa, destacan en administración, la creación del Ministerio de Fomento para impulsar el desarrollo
económico o la creación del Consejo de Ministros. Desde el punto de vista financiero destaca el hecho de
que no reconocen los préstamos contraídos durante el Trienio Liberal, la elaboración de los primeros
presupuestos del Estado y el intento de mejorar la recaudación y reducir de gastos. Estas medidas no
solucionaron el problema financiero. Provocaron una división dentro de los realistas entre moderados o
reformistas, partidarios de las reformas que siguieron dando su apoyo al rey y, los realistas o
ultraconservadores, que las rechazaban y defendían la conservación del Antiguo Régimen en toda su
esencia, que se aglutinarán alrededor del Príncipe de Asturias, Carlos Mª Isidro. Al final del reinado se
plantea la cuestión sucesoria cuando la reina Mª Cristina Dos Sicilias queda embarazada. Ante esta
situación Fernando VII aprueba la Pragmática Sanción que abolía la ley sálica. Esta medida no fue
aceptada por Carlos Mª Isidro, hermano de Fernando VII hasta el nacimiento de la hija del rey, cuando
intentará que el rey elimine dicha medida. Al nacer Isabel es proclamada Princesa de Asturias. En esta
situación se aprueba una ley de amnistía a favor de los liberales en un intento de buscar apoyos para
Isabel frente a Carlos Mª y sus seguidores. Fernando VII muere en 1833 pasando su hija a reinar como
Isabel II, y su madre, Mª Cristina dos Sicilia, su regente.

CONCLUSIÓN: En definitiva, el reinado de Fernando VII podemos considerarlo como un paso atrás en el
proceso de constitución del Estado liberal iniciado con la labor legislativa de la Cortes de Cádiz,
recuperando y manteniendo el modelo absolutista. Se trata de un periodo de inestabilidad política, que
vemos reflejado en los numerosos pronunciamientos, y de ineficacia política, como demuestra la mala
gestión y penoso estado de las finanzas estatales, la mala situación económica o el papel secundario en
la escena internacional. Al final del reinado, la cuestión sucesoria y el avance del carlismo producen cierta
aproximación de la sociedad española hacia los sectores liberales, buscando apoyos que aseguren el
acceso al trono de su hija Isabel; será entonces cuando se consolide en España el Estado Liberal.

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