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LA IDEA DE PROGRESO

1. Introducción: concepto general


2. Origen y desarrollo histórico
a. La Idea de Progreso en la filosofía francesa: Turgot y Comte
b. La Idea de Progreso en la filosofía alemana: Kant
3. La Idea de Progreso y la izquierda
a. La Idea de Progreso en Marx
b. La Idea de Progreso en el anarquismo: Kropotkin
4. Críticas a la Idea de Progreso
a. Siglo XVIII: Rousseau y Herder
b. Siglo XX: Marcuse
5. Ámbitos de influencia de la Idea de Progreso
a. Antropología: progreso y racismo
b. Economía: La Idea de Progreso y el libre comercio
c. Filosofía Política: Estado y Progreso
d. Progreso, ciencia y tecnología
6. Crítica general a la Idea de Progreso: a modo de síntesis

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1. INTRODUCCIÓN: CONCEPTO GENERAL
…la idea de progreso es característica del mundo occidental. Otras civilizaciones más
antiguas han conocido sin duda los ideales de perfeccionamiento moral, espiritual y
material, así como la búsqueda, en mayor o menor grado, de la virtud, la espiritualidad y
la salvación. Pero sólo en la civilización occidental existe explícitamente la idea de que
toda la historia puede concebirse como el avance de la humanidad en su lucha por
perfeccionarse, paso a paso, a través de fuerzas inmanentes, hasta alcanzar en un futuro
remoto una condición cercana a la perfección para todos los hombres…

NISBET, R.: “La idea de progreso”

… el núcleo central de la idea moderna del progreso: la de la acumulación sucesiva de


conocimientos, artes o riquezas que nos permite ir desarrollándonos, progresando y
siendo mejores no porque en sí seamos superiores sino porque tenemos a nuestra
disposición esa herencia de los tiempos que le da continuidad a la historia y la convierte
en una historia de progreso. De esta manera se rompía el hechizo propio del
Renacimiento que veía a la Antigüedad como el logro insuperable del progreso humano
y que por ello mismo lo negaba condenándonos, en el mejor de los casos, a imitarlo.

ROJAS, Mauricio: “La Idea de progreso y el concepto desarrollo”

Los grandes avances de la ciencia no llegarán hasta el siglo XX, pero doscientos años
antes la especie humana ya se convence que aquel camino, el de la ciencia y la razón,
podía mejorar mucho su calidad de vida. La cosmovisión del ser humano queda
definitivamente modificada cuando la ciencia le dota de poder (o le promete dotarle de
ese poder) sobre su cuerpo y sobre la naturaleza. A esta época se debe, además, otra
asociación especialmente relevante para la idea de progreso. Es en este momento que a
la noción de progreso se asocian ideas como las de libertad, igualdad y crecimiento
económico, todas ellas hijas de la Ilustración.

ALMIRÓN, Núria: “Sobre el progreso en una era de revolución científico-tecnológico-


digital”

Este cambio tan trascendental en la forma de concebir al ser humano no se da por cierto
en un vacío histórico sino que refleja los notables avances que Europa estaba haciendo
en todos los terrenos, desde la tecnología y la economía hasta la libertad civil y el
desarrollo del pensamiento científico. Pronto esos avances formarían la poderosa
plataforma desde la cual Europa se lanzaría a una expansión mundial sin precedentes
que vendría a reafirmar aún más la confianza del hombre europeo en sí mismo. De
hecho, la aventura colonial europea se hace parte integrante de una concepción de la
historia que verá cada vez más a Europa como la punta de lanza del progreso y al resto
del mundo como una colección de sociedades ya sobrepasadas por Europa y que ésta
debe, con su fuerza o su ejemplo, “civilizar”.

ROJAS, Mauricio: “La Idea de progreso y el concepto desarrollo”

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2. ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO

a) La Idea de Progreso en la filosofía francesa: Turgot y Comte


Primera formulación: Turgot

Los fenómenos de la naturaleza, sometidos a leyes constantes, están encerrados en un


círculo de revoluciones siempre iguales. En las sucesivas generaciones, por las que los
vegetales o los animales se reproducen, el tiempo no hace sino restablecer a cada
instante la imagen de lo que ha hecho desaparecer. La sucesión de los hombres, al
contrario, ofrece de siglo en siglo un espectáculo siempre variado. La razón, las
pasiones, la libertad producen sin cesar nuevos acontecimientos. Todas las edades están
encadenadas las unas a las otras por una serie de causas y efectos, que enlazan el estado
presente del mundo a todos los que le han precedido. Los signos arbitrarios del lenguaje
y de la escritura, al dar a los hombres el medio de asegurar la posesión de sus ideas y de
comunicarlas a los otros, han formado con todos los conocimiento particulares un tesoro
común que una generación transmite a la otra, constituyendo así la herencia, siempre
aumentada, de descubrimientos de cada siglo. El género humano, considerado desde su
origen, parece a los ojos de un filósofo un todo inmenso que tiene, como cada
individuo, su infancia y sus progresos (...) La masa total del género humano, con
alternativas de calma y agitación, de bienes y males, marcha siempre –aunque a paso
lento– hacia una perfección mayor.

Turgot, A. R. J.: Cuadro filosófico sobre los progresos sucesivos del espíritu humano,
1750

Este progreso depende fundamentalmente de la expansión sucesiva de las “artes y


ciencias” y del simultáneo desarrollo político y moral de las sociedades hacia una mayor
libertad. A pesar de los vaivenes de la historia “el bien queda y la humanidad se
perfecciona”, alejándose cada vez más de aquel estado de barbarie original que “iguala a
todos los hombres” y que, a su juicio, “todavía vemos en los indios americanos”. Y así
se llega a aquella Europa contemporánea que lideraba el progreso y, en particular, a la
Francia regida por Luis XV a quien el joven Turgot se dirige al final de su célebre
discurso con estas palabras: “¡Oh Luis! ¡Cuánta majestad te rodea! ¡Qué brillo ha
repartido por todas las artes tu mano beneficiosa! ¡Tu feliz pueblo se ha convertido en el
centro de la civilización!”.

ROJAS, Mauricio: “La Idea de progreso y el concepto desarrollo”

Comte: La ley de los tres estados y la idea de progreso

La humanidad en su conjunto y el individuo como parte de la misma, pasa


necesariamente por tres estados sociales diferentes que se corresponden con distintos
grados de desarrollo intelectual: el estado teológico, el estado metafísico o abstracto y el
estado científico.

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Este tránsito de un estado a otro constituye una ley del progreso de la sociedad,
necesaria y universal porque emana de la naturaleza propia del espíritu humano. Según
dicha ley, en el estado teológico el hombre busca las causas últimas y explicativas de la
naturaleza en fuerzas sobrenaturales o divinas.

En el estado metafísico lo sobrenatural es reemplazado por entidades abstractas de


carácter filosófico que explican su por qué y determinan la naturaleza de la realidad.
Este estado es considerado por Comte como una época de tránsito entre la infancia del
espíritu y su madurez, correspondiente ya al estado científico. En este estado el hombre,
mediante la experiencia y la observación, trata de explicar cómo se comportan e
intentando deducir las leyes generales que rigen la realidad, útiles para prever, controlar
y dominar la naturaleza (y la sociedad) en provecho de la humanidad.

COMTE, Augusto: Curso de Filosofía Positiva, 1842

Para Comte, el progreso de la humanidad recorre tres grandes etapas: la teológica, la


metafísica y la positiva, que corresponden al paso de lo que Comte ve como una
evolución de la teocracia y la “teolatría” a la “sociocracia” y la “sociolatría”. Este
progreso “es necesario e irresistible a manera de una ley física”. Como es característico
de muchos entusiastas del progreso, Comte y sus seguidores positivistas profetizan el
paso inminente a la última fase del progreso humano, aquella dominada por la ciencia y
la industria, donde los “científicos” guiarán la sociedad mientras que los “industriales”
planificarán la organización productiva y ejecutarán sus portentosas obras. Esta es la
llamada “sociedad positiva”, basada sistemáticamente en la sociología y en la que surge
una nueva religión, la “religión de la humanidad” en la que se venerará al “Gran Ser”.

ROJAS, Mauricio: “La Idea de progreso y el concepto desarrollo”

b) La Idea de Progreso en la filosofía alemana: Kant


Kant

La que hace distintiva la concepción histórica de Kant es el estar plenamente inspirada


por las ideas aristotélicas, pero transformadas en una teoría total de la evolución
humana absolutamente ajena al pensamiento griego clásico. Una ley inmanente del
progreso, dada por la necesidad de la naturaleza de alcanzar sus fines, rige la
historia aparentemente absurda y antojadiza de la especie humana, elevándola
sucesivamente “desde el nivel inferior de la animalidad hasta el nivel supremo de la
humanidad”.

ROJAS, Mauricio: “La Idea de progreso y el concepto desarrollo”

El hombre comparte, como especie, el destino teleológico o determinado por su fin


(telos) que Aristóteles vio como la ley de desarrollo de todo lo natural: “Todas las
disposiciones naturales de una criatura están destinadas a desarrollarse alguna vez
completamente y con arreglo a un fin […] En el hombre aquellas disposiciones
naturales, que tienden al uso de la razón, deben desarrollarse por completo en la especie,

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mas no en el individuo.”1 Esta es la fuerza que actúa entre bastidores con el fin de
desplegar todas las potencialidades humanas y los individuos o los pueblos no son más
que sus instrumentos inconscientes: “Poco imaginan los hombres (en tanto que
individuos e incluso como pueblos) que, al perseguir cada cual su propia intención
según su parecer y a menudo en contra de los otros, siguen sin advertirlo, como un hilo
conductor, la intención de la Naturaleza, que les es desconocida, y trabajan en pro de la
misma”.

ROJAS, Mauricio: “La Idea de progreso y el concepto desarrollo”

3. LA IDEA DE PROGRESO Y LA IZQUIERDA

a) La Idea de Progreso en Marx

La visión ideológica del comportamiento de la sociedad elaborada por los clásicos


liberales será asumida también por la economía política marxista, en el sentido de
percibir el desarrollo de las fuerzas productivas como algo decididamente positivo y
que, además, diseminaría la abundancia y el bienestar. De esta suerte, al menos en una
de sus principales vertientes y elaboraciones, el marxismo representó una proyección
del enfoque optimista del proceso social heredado del Siglo de las Luces.

BÁEZ, René: “Crítica a la idea de progreso”

Lo esencial para Marx, como para Hegel, Kant y otros filósofos del progreso, es que el
proceso histórico tiene un sentido que trasciende sus episodios concretos, una lógica
general que conduce, independientemente de la conciencia que los hombres tengan de
ello, a un estadio de perfección y plenitud, concebido bajo la forma de “Estado racional”
por Hegel y como comunismo por Marx.

ROJAS, Mauricio: “La Idea de progreso y el concepto desarrollo”

La burguesía, con el rápido perfeccionamiento de todos los medios de producción, con


las facilidades increíbles de su red de comunicaciones, lleva la civilización hasta a las
naciones más salvajes. El bajo precio de sus mercancías es la artillería pesada con la que
derrumba todas las murallas de la China, con la que obliga a capitular a las tribus
bárbaras más ariscas en su odio contra el extranjero. Obliga a todas las naciones a
abrazar el régimen de producción de la burguesía o perecer (…) Y del mismo modo que
somete el campo a la ciudad, somete los pueblos bárbaros y semibárbaros a las naciones
civilizadas, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al Occidente.

MARX, Karl y ENGELS, Friedrich: El Manifiesto Comunista, 1848

La sociedad hindú carece por completo de historia, o por lo menos de historia conocida.
Lo que llamamos historia de la India no es más que la historia de los sucesivos
1
Todas las citas pertenecen al libro de Immanuel Kant Ideas para una historia universal en clave
cosmopolita y otros escritos sobre Filosofía de la Historia.

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invasores que fundaron sus imperios sobre la base de esta sociedad inmutable que no les
ofrecía ninguna resistencia.

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Inglaterra tiene que cumplir en la India una doble misión, destructora por un lado y
regeneradora por otro. Tiene que destruir la vieja sociedad asiática y sentar las bases
materiales de la sociedad occidental en Asia.

MARX, Karl: Futuros resultados de la dominación británica en la India, 1853

b) La Idea de Progreso en el anarquismo: Kropotkin


El hecho mismo de que los movimientos de regresión que se producen periódicamente
en los diversos pueblos sean considerados por la parte más culta de la población como
fenómenos pasajeros, posiblemente evitables en el futuro, demuestra que el criterio
ético se ha ubicado en un más alto nivel. A medida que en la sociedad civilizada
aumentan los medios para satisfacer necesidades del conjunto de la población,
abriéndose así el camino para una mejor comprensión de la justicia para todos, las
exigencias éticas se tornan siempre por necesidad más elevadas. Así, situándose en el
punto de vista de una ética científica y realista, el hombre puede no sólo creer en el
progreso moral, sino también fundar esta creencia sobre bases científicas, a pesar de
todas las elecciones de pesimismo que recibe. La creencia en el progreso, que al
principio no era más que una simple hipótesis, se encuentra ahora plenamente
confirmada por el conocimiento.

KROPOTKIN, Piotr: Ética, 1922

Cada uno de nosotros, en nuestras relaciones mutuas, pasamos minutos en los que nos
indignamos contra el credo estrechamente individualista, de moda en nuestros días; sin
embargo los actos en cuya realización los hombres son guiados por su inclinación a la
ayuda mutua constituyen una parte tan enorme de nuestra vida cotidiana que, si fuera
posible ponerles término repentinamente, se interrumpiría de inmediato todo el progreso
moral ulterior de la humanidad. La sociedad humana, sin la ayuda mutua, no podría ser
mantenida más allá de la vida de una generación.

KROPOTKIN, Piotr: El apoyo mutuo, 1902

4. CRÍTICA A LA IDEA DE PROGRESO

a) Siglo XVIII: Rousseau y Herder


Crítica desde Francia: Rousseau

Allí donde no hay efecto no se puede buscar una causa: pero aquí el efecto es evidente,
la depravación real; se han corrompido nuestras almas a medida que nuestras ciencias y
nuestras artes han avanzado hacia la perfección. ¿Alguien dice que se trata de una

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desgracia particular de nuestra época? No, señores: los males provocados por nuestra
vana curiosidad son tan viejos como el mundo. La subida y la bajada cotidianas de las
aguas del océano no están tan regularmente sometidas a la trayectoria del astro que nos
ilumina durante la noche como el destino de las costumbres y de la probidad al progreso
de las ciencias y de las artes. Se ha visto huir a la virtud a medida que la luz de éstas se
alzaba sobre nuestro horizonte y el mismo fenómeno se ha observado en todo tiempo y
lugar (…) Ahí tenéis a Egipto (…) Ahí tenéis a Grecia, en otro tiempo poblada de
héroes que vencieron dos veces a Asia, una ante Troya y otra en su propio hogar. Las
letras recién nacidas todavía no habían llevado la corrupción a los corazones de sus
habitantes; pero el progreso de las artes, la disolución de las costumbres y el yugo del
Macedonio se sucedieron con poco intervalo; y Grecia, siempre sabia, siempre
voluptuosa y siempre esclava, nunca volvió a experimentar en sus revoluciones más que
cambios de dueño. Toda la elocuencia de Demóstenes no pudo ya reanimar un cuerpo
que el lujo y las artes habían enervado.

ROUSSEAU, J.J: Discurso sobre las ciencias y las artes, 1750

Más allá de los detalles y de su tono extremo, el famoso ensayo de Rousseau plantea
una objeción a la idea dominante del progreso que hasta el día de hoy será repetida con
distintos matices: la acumulación de bienes (el “materialismo” o la insistencia en el
crecimiento económico) y/o de saberes (la infatuación de la ciencia y los peligros del
poderío que esta da) empobrecen al hombre, haciéndolo unilateral, soberbio o
simplemente desviándolo de una buena vida, es decir, una vida “natural”, virtuosa,
mesurada o piadosa (de acuerdo a la inclinación del crítico). El “más” (riquezas,
conocimientos) deja de ser equivalente a “mejor” (ser humano, sociedad) y puede
incluso convertirse en la causa de un estado social y humano “peor”. Así, el individuo o
el país más “rico” (materialmente) del mundo puede ser el más pobre (espiritualmente),
es decir, el que vive más alejado de la naturaleza, de la virtud o de Dios.

ROJAS, Mauricio: “La Idea de progreso y el concepto desarrollo”

Crítica desde Alemania: Herder y el relativismo cultural

La crítica de Rousseau es sin duda importante y paradigmática, pero aún más


significativa desde el punto de vista de los principios es la que formuló uno de los
grandes contemporáneos de Kant: Johann Gottfried von Herder (1744-1803). La figura
de Herder se alza en defensa de lo que él y muchos otros intelectuales alemanes sienten
como una nación alemana amenazada de destrucción por el cosmopolitismo y el
racionalismo ilustrado de matriz esencialmente francesa que quiere imponerle, en
nombre de los supuestos principios universales de la razón, una forma de ser ajena.
Ante ello, reivindica lo único de cada pueblo y llama a recobrarlo en su lengua, sus
tradiciones y su folclore, en el sentimiento vivido de y por lo propio en todas sus
expresiones, que es mucho más rico que la famosa razón. Por ello dice: “No se le puede
infligir daño más grande a una nación que robarle su carácter nacional, las
peculiaridades de su espíritu y de su idioma”. El padre del romanticismo moderno
cuestiona la posibilidad misma de hablar de progreso en los términos propios de la
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Ilustración, es decir, de un progreso universal válido para todos los pueblos o individuos
que realizase una razón común a todos los seres humanos. Para Herder lo determinante
son los pueblos o naciones, que les dan a los individuos que a ellos pertenecen el
sentido de su vida y de los valores que deben regirla. Ahora bien, cada pueblo tiene su
naturaleza, su “espíritu” o “alma”, sus expresiones sociales y culturales, su destino y su
concepto de la felicidad. Los pueblos son como plantas diferenciadas del jardín de la
creación y no pueden ni deben ser medidos por el rasero (llámeselo razón, religión,
moral, leyes, ciencia o lo que sea) de otro pueblo.

Desde el punto de vista de Herder Occidente no tiene nada que enseñar al mundo, tal
como Francia no tiene nada que enseñarle a Alemania, ni la Edad Moderna al
Medioevo. Por ello le repugna la expansión colonial europea y su desprecio por otras
culturas: “Nuestra parte de la tierra debería ser llamada, no la más sabia, sino la más
arrogante, agresiva y codiciosa; lo que ha dado este pueblo no es civilización, sino
destrucción de los rudimentos de sus propias culturas donde quiera que pudiera
conseguirlo”.

ROJAS, Mauricio: “La Idea de progreso y el concepto desarrollo”

La teoría de que existen verdades, leyes y reglas de conducta eternas e inalterables, que
suponen la existencia de principios vitales que cualquier hombre podría, en teoría, haber
reconocido en cualquier tiempo o lugar, junto con el descubrimiento y persecución de lo
que sería la meta única y suficiente de todo comportamiento humano, constituyen el
principio fundamental de la Ilustración. El rechazo de dicho principio (…) marca un
punto de inflexión en la historia del pensamiento occidental.

BERLIN, I: Vico y Herder

b) Siglo XX: Marcuse


En las zonas técnicamente avanzadas de la civilización, la conquista de la naturaleza es
prácticamente total y un mayor número de necesidades de un mayor número de gentes
son satisfechas más que nunca. Ni la mecanización, ni la regularización de la vida, ni el
empobrecimiento mental, ni la creciente destructividad del progreso actual dan
suficiente motivo para dudar del «principio» que ha gobernado el progreso de la
civilización occidental. El aumento continuo de la productividad hace cada vez más
realista la promesa de una vida todavía mejor para todos.

Sin embargo, la intensificación del progreso parece estar ligada con la


intensificación de la falta de libertad. A lo largo de todo el mundo de la civilización
industrial la dominación del hombre por el hombre está aumentando en dimensión y
eficacia. Y esta amenaza no aparece como una transitoria regresión incidental en el
camino del progreso. Los campos de concentración, la exterminación en masa, las
guerras mundiales y las bombas atómicas no son una «recaída en la barbarie», sino la
utilización irreprimida de los logros de la ciencia moderna, la técnica y la dominación.
Y la más efectiva subyugación y destrucción del hombre por el hombre se desarrolla en

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la cumbre de la civilización, cuando los logros materiales e intelectuales de la
humanidad parecen permitir la creación de un mundo verdaderamente libre.

MARCUSE, Herbert: Eros y civilización (1958). Barcelona: Ariel, 1981

5. ÁMBITOS DE INFLUENCIA DE LA IDEA DE PROGRESO

a) Antropología: progreso humano y racismo


Antropología y racismo

Si bien la paternidad histórica de las ideas racistas le son atribuidas al conde Joseph
Arthur de Gobineau (1816 – 1882), las fuentes “científicas” de dichas ideas surgen en el
siglo XVIII, cuando las transformaciones culturales de esa época desembocan en una
nueva ciencia, la antropología, producto del interés de estudiar al hombre en el marco de
la historia natural. […] Esta relación venía dada por la necesidad de estudiar y
comprender el comportamiento y características bio-culturales de las poblaciones
“exóticas” que iban siendo paulatinamente sojuzgadas por la irrefrenable política de
expansión. Surge un criterio esencialmente taxonomista. Para Buffon el hombre
superior y el ordinario difieren en su capacidad de comparar ideas y generar nuevos
razonamientos. Siendo la capacidad de producir un gran número de ideas el común
denominador que distinguiría al verdadero hombre de aquel cuyo pequeño número de
ideas es lo único que lo separa de los animales. Así es como, según Buffon, el hombre
que genera pocas ideas pierde su dignidad humana y se aproxima a la animalidad. Tanto
el hombre estúpido como el salvaje- caracterizado por su corte grosero y supersticioso-
podrían considerarse como degenerados de su especie y a mitad de camino entre la
humanidad y la animalidad. Las “sociedades salvajes” no eran otra cosa más que un
conjunto tumultuoso de hombres bárbaros que no obedecían más que a sus pasiones
particulares, para los que el robo, el hurto, el asesinato y la promiscuidad sexual eran
parte de su quehacer cotidiano.

GOYANES, Marcelo F.: “El Racismo y la Ciencia”

“Probando” científicamente la superioridad blanca

Los investigadores estadounidenses Charles Murray y Richard Hermstein se han


dedicado en reunir una gran cantidad de datos para demostrar una supuesta diferencia en
el promedio de la capacidad intelectual de los individuos de tez blanca con respecto a
los individuos de tez oscura. En el año 1996 publican su trabajo en el cual se afirma una
superioridad en el Coeficiente Intelectual (CI) de los “blancos”. El trabajo se basa en
una serie de tests de CI superior a 110. Por debajo de esta categoría afirman que hay 125
millones de personas que poseen un CI que varía en un valor cercano a 90. Y,
obviamente, 12 millones de personas integradas por “negros” y otras minorías que no
poseen un CI suficiente. Afirman que sería tan insuficiente su CI que no pueden
ascender socialmente. Incluso, sostienen que es una pérdida de tiempo y dinero

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subvencionar o mantener a los pobres de intelecto, ya que seguirán para siempre en el
mundo del crimen, del desempleo, del alcoholismo u otras conductas antisociales.

GOYANES, Marcelo F.: “El Racismo y la Ciencia”

El racismo y la Idea de Progreso

No creo que la forma de obsesión racial que hemos conocido en este siglo y que alcanzó
su pico más aberrante en el nazismo alemán hubiera existido de no haber sido por las
“pruebas” aportadas en el siglo XIX por mentes como las de Gobineau en Ensayo sobre
la desigualdad de las razas, Houston Stewart Chamberlain, en Foundation of the
Nineteenth Century y, en los EE.UU., John W. Burgess en Political Science and
Comparative Constitutional Law, en el sentido de que detrás de todo auténtico progreso
de la civilización subyace el factor racial y, más importante aún, que en el mundo
moderno, detrás de todo progreso hay que buscar el aporte de una raza particular:
teutónica, nórdica, u otra cualquiera.

NISBET, Robert: “La Idea de Progreso”

Racismo e imperialismo

El imperialismo surge como consecuencia lógica de la Revolución Industrial y la nueva


economía capitalista. Se necesitaban nuevos territorios de donde sacar materias primas y
nuevos mercados donde vender los productos. Durante la Revolución Industrial se
produce un fuerte aumento de la población, de tal manera que a finales del siglo XIX la
población europea paso de 300 a 450 millones de habitantes. Por otro lado, la
revolución se caracterizó también por los avances tecnológicos, hasta tal punto que el
hombre blanco sintió una sensación de poder y de superioridad que le hizo anhelar la
conquista de nuevos territorios donde “mejorar” la vida de personas “inferiores”.

RODRÍGUEZ COBOS, E.M.: “El imperialismo”, en Contribuciones a las Ciencias


Sociales

Las analogías entre los negros y los monos son más grandes que entre los monos y los
europeos. El negro es inferior, intelectualmente, al hombre europeo. El negro sólo puede
ser humanizado y civilizado por los europeos.

JUNT, J.: Intervención en la Sesión Científica de la Sociedad Antropológica de


Londres, 1863

Las razas superiores poseen un derecho sobre las razas inferiores. Yo mantengo que
ellas tienen un derecho, porque también tienen un deber. El deber de civilizar las razas
inferiores. Yo afirmo que la política colonial de Francia, la política de expansión
colonial, la que nos ha obligado a ir, durante el Imperio, a Saigón, a la Cochinchina, la
que nos ha llevado a Túnez, la que nos ha arrastrado a Madagascar, insisto en que esta
política de expansión colonial se ha inspirado en una verdad sobre la que, sin embargo,
es necesario suscitar por un instante vuestra atención: a saber, que una Marina como la

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nuestra no puede prescindir, en la extensión de los océanos, de sólidos refugios, de
defensas, de centros de avituallamiento.

FERRY, J.: Discurso en la Cámara. Francia, julio de 1885

El ejemplo de América Latina

Entre las elites de América Latina la filosofía del progreso y, más en concreto, el
positivismo de Comte se hizo en muchas partes ideología de gobierno. Civilizar era
europeizar y para ello hacían falta desde guerras de expansión territorial interior y una
inmigración europea masiva, como en Argentina o el sur de Brasil, hasta déspotas
ilustrados, como Porfirio Díaz en México y una serie de otras dictaduras conocidas
como “dictaduras de orden y progreso”, que a latigazos impusiesen la nueva ciencia del
progreso. En Brasil, su bandera lleva hasta hoy lo que es una síntesis del lema de
Comte: “Orden y progreso”. En Estados Unidos, con su extraordinaria expansión
territorial y su crecimiento económico vertiginoso, se afirmaba la creencia de que ese
era el lugar elegido por Dios para realizar la utopía del progreso y el famoso “sueño
americano” no es más que la formulación vox populi de la fe en el progreso, en la
potencia creadora del hombre libre y en las bendiciones del crecimiento económico. Se
constituyó así aquella nación donde la idea de progreso, por vez primera, traspasaba las
elites cultivadas para hacerse el credo de todos.

ROJAS, Mauricio: “La Idea de progreso y el concepto desarrollo”

(Los textos que siguen son de autores criollos bolivianos del s. XIX que hablan de cómo
se debe actuar con respecto a los indígenas)

Si por alguna manera han de intervenir la indiada y la cholada en la evolución


progresiva de la sociabilidad boliviana, ha de ser necesariamente por la vía pasiva de
una desintegración más o menos rápida, como productos secretorios vertidos en las
cavidades orgánicas del cuerpo social, como residuos arrojados en lo profundo de la
economía, a fin de que franqueen por ahí el depuramiento completo y la unificación
caucásica nacional.

Gabriel René Moreno

El indio y el mestizo incásicos radicalmente no sirven para nada en la evolución


progresiva de las sociedades modernas. Tendrán tarde o temprano, en la lucha por la
existencia, que desaparecer bajo la planta soberana de los blancos puros o purificados.

Gabriel René Moreno

Arrancar estos terrenos de manos del indígena ignorante, o atrasado, sin medios,
capacidad o voluntad para cultivar, y pasarlos a la emprendedora, activa e inteligente
raza blanca, ávida de propiedades, es efectivamente la conversión más saludable en el
orden social y económico de Bolivia.

J. V. Dorado

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Si una raza inferior colocada junto a otra superior tiene que desaparecer, y si hemos de
explotar a los indios aymarás y quechuas en nuestro provecho o hemos de eliminarlos
porque constituyen un obstáculo y una rémora en nuestro progreso, hagámoslo así
franca y enérgicamente.

Bautista Saavedra

b) Economía: La Idea de Progreso y el libre comercio


Estas ideas del joven Turgot2 se desarrollarían luego en otras obras de quien llegase a
ser uno de los ministros de finanzas y economistas más célebres del siglo XVIII. En sus
Reflexiones sobre la formación y la distribución de la riqueza, escrita en 1766 y
publicada en 1769, elabora una concepción económica liberal que en gran medida
anticipa lo que Adam Smith diría unos años más tarde, pero ya antes de ello había
propuesto uno de los primeros esbozos “materialistas” de síntesis histórica, donde la
humanidad va progresando […] pasando por tres etapas fundamentales: el estadio de
cazador-pastor, el agrícola, y el comercial, manufacturero y urbano, caracterizado por
una creciente libertad económica y que no es otro que la naciente sociedad liberal-
capitalista de sus tiempos. Este es un paso trascendental hacia las formulaciones
posteriores del desarrollo y el progreso como acumulación ilimitada de potencias
productivas o económicas.

ROJAS, Mauricio: “La Idea de progreso y el concepto desarrollo”

...ya que la revolución tecnológica es irresistible por sí misma, la autoridad arbitraria y


los valores irracionales de las culturas precientíficas y preindustriales están condenados.
La resistencia no puede salvar a los valores tribales. No les queda más alternativa que
aceptar inteligente y voluntariamente el modo de vida industrial y todos los valores que
lo acompañan. No necesitamos disculparnos por recomendar ese camino. La sociedad
industrial es el modo de vida más exitoso que la humanidad ha conocido. Nuestra gente
no sólo come mejor, duerme mejor, tiene alojamientos más confortables, se traslada
mejor y más cómodamente y vive más tiempo de lo que los hombres jamás lo han
hecho. Además de oír la radio y mirar la televisión, lee más libros, escucha más música
y ve más películas que ninguna otra generación previa o ningún otro pueblo lo ha
hecho. En el clímax de la revolución tecnológica vivimos en una época de oro de la
lucidez científica y los logros artísticos. Para todos aquellos que logran el desarrollo
económico el cambio cultural profundo es inevitable. Pero las recompensas son
considerables.

AYRES, C. E.: La Teoría del Progreso Económico: Un estudio de los


fundamentos del desarrollo económico y el cambio cultural, Nueva York :
Schocken Books, 1962, pp. xxiv-xxv. Citado en NISBET, Robert: “La Idea de
Progreso”

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Ver texto de Turgot del apartado 2-a.

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Debemos hacer hincapié en un punto: la idea de progreso penetró en el siglo XX con la
plenitud de sus fuerzas. Tanto entre los industriales como entre los pequeños
comerciantes, la idea de progreso mostró durante las tres primeras décadas del siglo
toda la vitalidad y el empuje que había tenido en la Manchester del siglo XIX. Incluso
durante la Gran Depresión […] la fe en el progreso conservaba la misma fuerza que
había tenido diez años antes, cuándo Estados Unidos estaba en plena prosperidad. […]
Estaban aquellos que creían que la mejor manera de servir al progreso seria retornando
plenamente a los principios del mercado libre, lo cual implicaba la no interferencia del
gobierno en la esfera de la economía. Pero los más decididos adversarios del New Deal
estaban convencidos de que el progreso había sido una realidad y volvería a serlo, una
vez que se reactivaran los procesos económicos naturales.

NISBET, Robert: “La Idea de Progreso”

c) Filosofía Política: Estado y Progreso


A partir de Addresses to the German Nation (Discursos a la Nación Alemana), de
Fichte, pasando por la Filosofía de la historia, de Hegel, hasta llegar a los voceros de
izquierda y de derecha de los totalitarismos del siglo XX, siempre ha existido en
Occidente una filosofía del progreso arraigada en los usos transformadores y redentores
del poder. En su Filosofía del derecho, Hegel había escrito: “La marcha de Dios en el
mundo, eso es el estado”. Y eso es lo que el estado o la nación significaban para muchos
en el siglo XIX, y continúan significando en nuestros días. Una cosa es declararse en
favor de un estado absoluto por más arraigado que esté. Algo muy diferente y de mayor
efecto potencial es afirmar, como lo hicieron Fichte, Hegel y sus seguidores, que el
absolutismo político es el resultado necesario y saludable del principio del progreso
humano.

Nisbet, Robert: “La Idea de Progreso”

Las sociedades primitivas son sociedades sin Estado: este juicio exacto en sí mismo
disimula, en realidad, una opinión, un juicio de valor que obstaculiza, por consiguiente,
la posibilidad de construir una antropología como ciencia rigurosa. Lo que de hecho se
enuncia es que las sociedades primitivas carecen de algo –el Estado– que, sin embargo,
les es necesario, como a cualquier otra sociedad, –por ejemplo, la nuestra. Por lo tanto,
estas sociedades están incompletas. No son, en absoluto, auténticas sociedades –no
están civilizadas– subsisten en la experiencia quizá dolorosa de una carencia – carencia
de Estado– que intentarán colmar, pero siempre en vano.

Más o menos confusamente es esto lo que refieren las crónicas de los viajeros o
los trabajos de los investigadores: es imposible pensar una sociedad sin Estado, siendo
éste el destino de toda sociedad. Se muestra en este proceso un anclaje etnocéntrico,
tanto más sólido cuanto que es, por lo común, inconsciente. (…) Cada uno de nosotros
lleva efectivamente en sí, interiorizado como la fe del creyente, la certeza de que la
sociedad es para el Estado. ¿Cómo podemos, entonces, concebir la existencia misma de
las sociedades primitivas, sino como especies ignoradas de la historia universal, como

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supervivientes anacrónicos de un estadio lejano superado en todas partes desde hace
mucho tiempo? Reconocemos en esto la otra cara del etnocentrismo, la convicción
complementaria de que la historia tiene un sentido único, que toda sociedad está
condenada a incorporarse a esa historia y a recorrer las etapas que, desde lo salvaje,
conducen a la civilización.

CLASTRES, Pierre: La sociedad contra el Estado, pp. 201-202. Barcelona: Virus, 2010

d) Progreso, ciencia y tecnología


El determinismo tecnológico es un viejo amigo del ser humano desde que la fe en la
razón se instauró en los corazones de los ciudadanos de la Ilustración. A partir de ese
momento se creó un vínculo inextricable entre la nueva religión, la ciencia, y el
progreso social. La innovación tecnológica ha sido interpretada desde entonces por
muchas personas como fuente de transformación social. Esto es, el cambio tecnológico
aporta automáticamente cambio social o, lo que sería lo mismo, la principal causa del
cambio social son las innovaciones tecnológicas. Desde este punto de vista, cuanto más
revolucionaria es la nueva tecnología (más radicalmente innovadora con respecto a la
anterior), mayor es el progreso social conseguido a través de ella.

ALMIRÓN, Núria: “Sobre el progreso en una era de revolución científico-tecnológico-


digital”

Una concepción del saber como objetivo y universal, la oportunidad de difundirlo que
ofrecieron los procesos colonizadores y la tecnología adecuada para poder hacerlo, han
hecho de la ciencia occidental el sistema de conocimiento hegemónico, ante el que
cualquier otro es considerado tradición o, a lo peor, superstición. De este modo, se
olvida que ha habido, y hay, otras muchas formas de aproximarse al conocimiento que
han demostrado su utilidad y cuya validez es equiparable a la de la ciencia "oficial"
(pensemos en la conservación de los bosques de muchos pueblos indígenas o la eficacia
energética de muchos tipos de arquitectura vernácula).

HERRERO, Yayo: “Objeciones al desarrollo: Una mirada crítica al concepto de


progreso”, Revista Pueblos

Si se entiende por técnica el conjunto de los procedimientos de los que se dotan los
hombres, no para asegurar el dominio absoluto de la naturaleza (esto sólo es válido para
nuestro mundo y su demente proyecto cartesiano cuyas consecuencias ecológicas recién
comenzamos a medir) sino para asegurarse un dominio del medio natural adaptado a y
en relación con sus necesidades, entonces no podemos en absoluto hablar de la
inferioridad técnica de las sociedades primitivas: ellas demuestran una capacidad de
satisfacer sus necesidades por lo menos igual a la que enorgullece a la sociedad industrial o
técnica. […]No hay, pues, jerarquía en el campo de la técnica, no hay tecnología superior
ni inferior; no puede medirse un equipamiento tecnológico sino por la capacidad de
satisfacer, en un medio dado, las necesidades de la sociedad.
CLASTRES, Pierre: La sociedad contra el Estado, p. 203. Barcelona: Virus, 2010

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Progreso, capitalismo y acumulación

Marx señaló que la competencia capitalista conduce a la igualación de las tasas de


beneficio y que, en la economía capitalista, existe la necesidad de un progreso técnico
permanente. Un capitalista que no lo reconozca, no sólo renuncia al beneficio adicional,
sino que corre el peligro de verse expulsado del proceso de producción. La técnica del
proceso de producción se halla sometida, en el capitalismo, a constantes
transformaciones en el sentido de una mayor productividad del trabajo y de costos de
producción más bajos. Existe, por ello, una coacción objetiva y generalizada para el
progreso técnico. De ello resulta una demanda desorbitada de nuevas realizaciones
técnicas, que exige la dedicación de todas las fuerzas creadoras para asegurar el
constante progreso técnico en todas las ramas de la producción. Bajo las condiciones
capitalistas existe, por tanto, una “necesidad social” de nuevos descubrimientos, de
métodos de producción cada vez más perfeccionados. El progreso técnico coactivo del
orden social capitalista da lugar a ulteriores consecuencias que se podrían denominar
coacción para la acumulación. El progreso técnico exige acumulación, porque su
aplicación requiere nuevos medios. Puede decirse que todo capitalista se halla sometido
inevitablemente a la presión para la acumulación.

BÁEZ, René: “Crítica a la idea de progreso”

Progreso, tecnología y educación

Síntesis Educativa: Profesor Winnner, ¿cuál es su evaluación del modelo “una


computadora por alumno” en términos pedagógicos, y de las propuestas de Nicholas
Negroponte contenidas en su programa OLPC (del idioma inglés One Laptop Per Child
o en español Un portátil por niño)?

Langdon Winner: En tanto el modelo educativo contenido en “una computadora por


alumno” y otros programas similares puede parecer nuevo e “innovador”, se trata tan
sólo de la muestra más reciente de una muy antigua obsesión, un acercamiento que ya
ha fracasado repetidamente. En su libro “Maestros y Máquinas”, Larry Cuban, profesor
de Educación en la Universidad de Stanford, explica el patrón que viene aplicándose
hace décadas. Primero aparecen los comerciantes con un nuevo producto para vender:
películas, grabaciones, televisión, computadoras, etcétera. Le llevan sus productos a los
burócratas educativos y los convencen de que se aproxima una “revolución tecnológica”
y que es su deber ser parte de ella. Luego, los administradores escolares compran las
máquinas, a menudo con enorme sacrificio, y las imponen a las escuelas de sus
jurisdicciones. En la mayoría de los casos, los maestros, los alumnos y las personas en
las escuelas y en las comunidades son instruidas sobre los cambios que se avecinan.
OLPC reproduce fielmente este terrible patrón, donde la tecnología educativa es
promovida no porque haya una clara idea sobre su valor para la enseñanza o el
aprendizaje, sino por la promesa de un mercado lucrativo. Muchos maestros son
absorbidos porque quieren aparentar “estar al día”.

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SE: ¿Cuáles son las implicancias políticas de la estrategia que los representantes de
OLPC llaman “saturación digital”, esto es, llenar las escuelas con computadoras?

LW: La saturación digital es una estrategia que debilita a la gente y le impide tomar
decisiones críticas y bien meditadas sobre la educación. Una forma sensata sería
preguntar ¿qué necesitan los niños? ¿qué herramientas y recursos contribuirían mejor a
su capacidad de aprendizaje? Desde ese punto de vista, las computadoras son apenas
una variedad de herramienta que podría ser incluida en un conjunto más amplio de
métodos y materiales apropiados. […]

Los anuncios sobre un drástico programa de saturación digital deberían encender todas
las luces de alerta en cualquier sistema educativo. ¿No sería más sensato iniciar algunas
experiencias piloto a escala pequeña para ver cómo funcionan? Los promotores de
OLPC, tal como todos los comerciantes, quieren vender tanto como puedan, lo más
rápido que puedan, antes de huir del pueblo con la bolsa llena de dinero.

SE: No hay muchas evaluaciones sobre los programas “uno a uno”, pero algunos
reportes preliminares llegados desde Uruguay indican que luego de dos años de
implementación intensiva, un cuarto de las computadoras del Plan Ceibal no están
siendo usadas por abandono o rotura, que los niños las usan principalmente para
entretenimiento, y que en clase apenas si sirven para navegar por Internet y para tomar
notas. ¿Cuáles son sus reflexiones sobre estos hechos?

LW: Nada de esto me sorprende. En mi país, los armarios de cualquier escuela albergan
los costosos e inútiles rezagos de anteriores “revoluciones tecnológicas”. Sin embargo,
la crisis educativa persiste, y de hecho ha empeorado desde que la computadora
apareció en la escena. Muchos estudios indican que el efecto neto de estos experimentos
tecnológicos es virtualmente cero; algunos casos positivos, otros negativos, y un cierto
número son neutros. Pero la creencia de que algún artefacto tecnológico producirá
mágicos y poderosos efectos en la educación resurge cada década, a pesar de la
abrumadora evidencia en contrario.

WIINNER, Langdon: “La saturación digital es una estrategia que debilita a la gente y le
impide tomar decisiones críticas” (Entrevista de Síntesis Educativa)

Progreso, tecnología y control social

Después de casi tres décadas en pos de que el mundo se deshaga del software
propietario, Richard Stallman ve una nueva amenaza para la libertad del usuario: los
smartphones o teléfonos móviles inteligentes.

«Yo no tengo móvil. No pienso llevar móvil», afirma Stallman, fundador del
movimiento de software libre y creador del sistema operativo GNU. «Es el sueño de
Stalin. Los móviles son instrumentos del Gran Hermano. No pienso llevar un
dispositivo de seguimiento que registre dónde voy a cada momento, y no voy a cargar
con un aparato de vigilancia que se puede activar sin que lo sepa.»

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RICHARD, Richard: “Los móviles son dispositivos de seguimiento propios del ‘Gran
Hermano’” (Entrevista de Jon Brodkin)

6. CRÍTICA GENERAL A LA IDEA DE PROGRESO: A MODO DE


SÍNTESIS

El concepto de progreso humano se fue construyendo, por tanto, basado en el


alejamiento de la naturaleza, de espaldas a sus límites y dinámicas. El desarrollo
tecnológico fue considerado como el motor del progreso, al servicio de una idea
simplificadora que asociaba consumo con bienestar, sobre todo en las últimas décadas,
en las que la sociedad de consumo se ha autoproclamado como la solución para todos
los problemas humanos. […] La ocultación de los deterioros sociales y ambientales que
acompañaban a la creciente extracción de materiales y generación de residuos, hicieron
que se desease aumentar indefinidamente la producción industrial, creando el mito del
crecimiento continuo.

La palabra progreso dotaba de un sentido de satisfacción moral a esta tendencia de la


evolución sociocultural. Se consideró que todas las sociedades, de una forma lineal,
evolucionaban de unos estadios de mayor "atraso" –caza y recolección o ausencia de
propiedad privada– hacia nuevas etapas más racionales –civilización industrial o
economía de mercado– y que en esta evolución tan inexorable y universal como las
leyes de la mecánica, las sociedades europeas se encontraban en el punto más avanzado.
Al concebir la historia de los pueblos como un hilo de secuencias que transitaba del
salvajismo a la barbarie, para llegar finalmente a la civilización, los europeos,
empapados de la convicción etnocéntrica de constituir la "civilización por excelencia",
expoliaron los recursos de los territorios colonizados para alimentar su sistema
económico basado en el crecimiento. Sometieron mediante la violencia (posibilitada por
la aplicación científica a la tecnología militar) y el dominio cultural a los pueblos
colonizados, a los que se consideraba "salvajes" y en un estado muy cercano a la
naturaleza.

HERRERO, Yayo: “Objeciones al desarrollo: Una mirada crítica al concepto de


progreso”, Revista Pueblos

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