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La Idea de Progreso PDF
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1. INTRODUCCIÓN: CONCEPTO GENERAL
…la idea de progreso es característica del mundo occidental. Otras civilizaciones más
antiguas han conocido sin duda los ideales de perfeccionamiento moral, espiritual y
material, así como la búsqueda, en mayor o menor grado, de la virtud, la espiritualidad y
la salvación. Pero sólo en la civilización occidental existe explícitamente la idea de que
toda la historia puede concebirse como el avance de la humanidad en su lucha por
perfeccionarse, paso a paso, a través de fuerzas inmanentes, hasta alcanzar en un futuro
remoto una condición cercana a la perfección para todos los hombres…
Los grandes avances de la ciencia no llegarán hasta el siglo XX, pero doscientos años
antes la especie humana ya se convence que aquel camino, el de la ciencia y la razón,
podía mejorar mucho su calidad de vida. La cosmovisión del ser humano queda
definitivamente modificada cuando la ciencia le dota de poder (o le promete dotarle de
ese poder) sobre su cuerpo y sobre la naturaleza. A esta época se debe, además, otra
asociación especialmente relevante para la idea de progreso. Es en este momento que a
la noción de progreso se asocian ideas como las de libertad, igualdad y crecimiento
económico, todas ellas hijas de la Ilustración.
Este cambio tan trascendental en la forma de concebir al ser humano no se da por cierto
en un vacío histórico sino que refleja los notables avances que Europa estaba haciendo
en todos los terrenos, desde la tecnología y la economía hasta la libertad civil y el
desarrollo del pensamiento científico. Pronto esos avances formarían la poderosa
plataforma desde la cual Europa se lanzaría a una expansión mundial sin precedentes
que vendría a reafirmar aún más la confianza del hombre europeo en sí mismo. De
hecho, la aventura colonial europea se hace parte integrante de una concepción de la
historia que verá cada vez más a Europa como la punta de lanza del progreso y al resto
del mundo como una colección de sociedades ya sobrepasadas por Europa y que ésta
debe, con su fuerza o su ejemplo, “civilizar”.
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2. ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO
Turgot, A. R. J.: Cuadro filosófico sobre los progresos sucesivos del espíritu humano,
1750
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Este tránsito de un estado a otro constituye una ley del progreso de la sociedad,
necesaria y universal porque emana de la naturaleza propia del espíritu humano. Según
dicha ley, en el estado teológico el hombre busca las causas últimas y explicativas de la
naturaleza en fuerzas sobrenaturales o divinas.
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mas no en el individuo.”1 Esta es la fuerza que actúa entre bastidores con el fin de
desplegar todas las potencialidades humanas y los individuos o los pueblos no son más
que sus instrumentos inconscientes: “Poco imaginan los hombres (en tanto que
individuos e incluso como pueblos) que, al perseguir cada cual su propia intención
según su parecer y a menudo en contra de los otros, siguen sin advertirlo, como un hilo
conductor, la intención de la Naturaleza, que les es desconocida, y trabajan en pro de la
misma”.
Lo esencial para Marx, como para Hegel, Kant y otros filósofos del progreso, es que el
proceso histórico tiene un sentido que trasciende sus episodios concretos, una lógica
general que conduce, independientemente de la conciencia que los hombres tengan de
ello, a un estadio de perfección y plenitud, concebido bajo la forma de “Estado racional”
por Hegel y como comunismo por Marx.
La sociedad hindú carece por completo de historia, o por lo menos de historia conocida.
Lo que llamamos historia de la India no es más que la historia de los sucesivos
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Todas las citas pertenecen al libro de Immanuel Kant Ideas para una historia universal en clave
cosmopolita y otros escritos sobre Filosofía de la Historia.
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invasores que fundaron sus imperios sobre la base de esta sociedad inmutable que no les
ofrecía ninguna resistencia.
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Inglaterra tiene que cumplir en la India una doble misión, destructora por un lado y
regeneradora por otro. Tiene que destruir la vieja sociedad asiática y sentar las bases
materiales de la sociedad occidental en Asia.
Cada uno de nosotros, en nuestras relaciones mutuas, pasamos minutos en los que nos
indignamos contra el credo estrechamente individualista, de moda en nuestros días; sin
embargo los actos en cuya realización los hombres son guiados por su inclinación a la
ayuda mutua constituyen una parte tan enorme de nuestra vida cotidiana que, si fuera
posible ponerles término repentinamente, se interrumpiría de inmediato todo el progreso
moral ulterior de la humanidad. La sociedad humana, sin la ayuda mutua, no podría ser
mantenida más allá de la vida de una generación.
Allí donde no hay efecto no se puede buscar una causa: pero aquí el efecto es evidente,
la depravación real; se han corrompido nuestras almas a medida que nuestras ciencias y
nuestras artes han avanzado hacia la perfección. ¿Alguien dice que se trata de una
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desgracia particular de nuestra época? No, señores: los males provocados por nuestra
vana curiosidad son tan viejos como el mundo. La subida y la bajada cotidianas de las
aguas del océano no están tan regularmente sometidas a la trayectoria del astro que nos
ilumina durante la noche como el destino de las costumbres y de la probidad al progreso
de las ciencias y de las artes. Se ha visto huir a la virtud a medida que la luz de éstas se
alzaba sobre nuestro horizonte y el mismo fenómeno se ha observado en todo tiempo y
lugar (…) Ahí tenéis a Egipto (…) Ahí tenéis a Grecia, en otro tiempo poblada de
héroes que vencieron dos veces a Asia, una ante Troya y otra en su propio hogar. Las
letras recién nacidas todavía no habían llevado la corrupción a los corazones de sus
habitantes; pero el progreso de las artes, la disolución de las costumbres y el yugo del
Macedonio se sucedieron con poco intervalo; y Grecia, siempre sabia, siempre
voluptuosa y siempre esclava, nunca volvió a experimentar en sus revoluciones más que
cambios de dueño. Toda la elocuencia de Demóstenes no pudo ya reanimar un cuerpo
que el lujo y las artes habían enervado.
Más allá de los detalles y de su tono extremo, el famoso ensayo de Rousseau plantea
una objeción a la idea dominante del progreso que hasta el día de hoy será repetida con
distintos matices: la acumulación de bienes (el “materialismo” o la insistencia en el
crecimiento económico) y/o de saberes (la infatuación de la ciencia y los peligros del
poderío que esta da) empobrecen al hombre, haciéndolo unilateral, soberbio o
simplemente desviándolo de una buena vida, es decir, una vida “natural”, virtuosa,
mesurada o piadosa (de acuerdo a la inclinación del crítico). El “más” (riquezas,
conocimientos) deja de ser equivalente a “mejor” (ser humano, sociedad) y puede
incluso convertirse en la causa de un estado social y humano “peor”. Así, el individuo o
el país más “rico” (materialmente) del mundo puede ser el más pobre (espiritualmente),
es decir, el que vive más alejado de la naturaleza, de la virtud o de Dios.
Desde el punto de vista de Herder Occidente no tiene nada que enseñar al mundo, tal
como Francia no tiene nada que enseñarle a Alemania, ni la Edad Moderna al
Medioevo. Por ello le repugna la expansión colonial europea y su desprecio por otras
culturas: “Nuestra parte de la tierra debería ser llamada, no la más sabia, sino la más
arrogante, agresiva y codiciosa; lo que ha dado este pueblo no es civilización, sino
destrucción de los rudimentos de sus propias culturas donde quiera que pudiera
conseguirlo”.
La teoría de que existen verdades, leyes y reglas de conducta eternas e inalterables, que
suponen la existencia de principios vitales que cualquier hombre podría, en teoría, haber
reconocido en cualquier tiempo o lugar, junto con el descubrimiento y persecución de lo
que sería la meta única y suficiente de todo comportamiento humano, constituyen el
principio fundamental de la Ilustración. El rechazo de dicho principio (…) marca un
punto de inflexión en la historia del pensamiento occidental.
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la cumbre de la civilización, cuando los logros materiales e intelectuales de la
humanidad parecen permitir la creación de un mundo verdaderamente libre.
Si bien la paternidad histórica de las ideas racistas le son atribuidas al conde Joseph
Arthur de Gobineau (1816 – 1882), las fuentes “científicas” de dichas ideas surgen en el
siglo XVIII, cuando las transformaciones culturales de esa época desembocan en una
nueva ciencia, la antropología, producto del interés de estudiar al hombre en el marco de
la historia natural. […] Esta relación venía dada por la necesidad de estudiar y
comprender el comportamiento y características bio-culturales de las poblaciones
“exóticas” que iban siendo paulatinamente sojuzgadas por la irrefrenable política de
expansión. Surge un criterio esencialmente taxonomista. Para Buffon el hombre
superior y el ordinario difieren en su capacidad de comparar ideas y generar nuevos
razonamientos. Siendo la capacidad de producir un gran número de ideas el común
denominador que distinguiría al verdadero hombre de aquel cuyo pequeño número de
ideas es lo único que lo separa de los animales. Así es como, según Buffon, el hombre
que genera pocas ideas pierde su dignidad humana y se aproxima a la animalidad. Tanto
el hombre estúpido como el salvaje- caracterizado por su corte grosero y supersticioso-
podrían considerarse como degenerados de su especie y a mitad de camino entre la
humanidad y la animalidad. Las “sociedades salvajes” no eran otra cosa más que un
conjunto tumultuoso de hombres bárbaros que no obedecían más que a sus pasiones
particulares, para los que el robo, el hurto, el asesinato y la promiscuidad sexual eran
parte de su quehacer cotidiano.
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subvencionar o mantener a los pobres de intelecto, ya que seguirán para siempre en el
mundo del crimen, del desempleo, del alcoholismo u otras conductas antisociales.
No creo que la forma de obsesión racial que hemos conocido en este siglo y que alcanzó
su pico más aberrante en el nazismo alemán hubiera existido de no haber sido por las
“pruebas” aportadas en el siglo XIX por mentes como las de Gobineau en Ensayo sobre
la desigualdad de las razas, Houston Stewart Chamberlain, en Foundation of the
Nineteenth Century y, en los EE.UU., John W. Burgess en Political Science and
Comparative Constitutional Law, en el sentido de que detrás de todo auténtico progreso
de la civilización subyace el factor racial y, más importante aún, que en el mundo
moderno, detrás de todo progreso hay que buscar el aporte de una raza particular:
teutónica, nórdica, u otra cualquiera.
Racismo e imperialismo
Las analogías entre los negros y los monos son más grandes que entre los monos y los
europeos. El negro es inferior, intelectualmente, al hombre europeo. El negro sólo puede
ser humanizado y civilizado por los europeos.
Las razas superiores poseen un derecho sobre las razas inferiores. Yo mantengo que
ellas tienen un derecho, porque también tienen un deber. El deber de civilizar las razas
inferiores. Yo afirmo que la política colonial de Francia, la política de expansión
colonial, la que nos ha obligado a ir, durante el Imperio, a Saigón, a la Cochinchina, la
que nos ha llevado a Túnez, la que nos ha arrastrado a Madagascar, insisto en que esta
política de expansión colonial se ha inspirado en una verdad sobre la que, sin embargo,
es necesario suscitar por un instante vuestra atención: a saber, que una Marina como la
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nuestra no puede prescindir, en la extensión de los océanos, de sólidos refugios, de
defensas, de centros de avituallamiento.
Entre las elites de América Latina la filosofía del progreso y, más en concreto, el
positivismo de Comte se hizo en muchas partes ideología de gobierno. Civilizar era
europeizar y para ello hacían falta desde guerras de expansión territorial interior y una
inmigración europea masiva, como en Argentina o el sur de Brasil, hasta déspotas
ilustrados, como Porfirio Díaz en México y una serie de otras dictaduras conocidas
como “dictaduras de orden y progreso”, que a latigazos impusiesen la nueva ciencia del
progreso. En Brasil, su bandera lleva hasta hoy lo que es una síntesis del lema de
Comte: “Orden y progreso”. En Estados Unidos, con su extraordinaria expansión
territorial y su crecimiento económico vertiginoso, se afirmaba la creencia de que ese
era el lugar elegido por Dios para realizar la utopía del progreso y el famoso “sueño
americano” no es más que la formulación vox populi de la fe en el progreso, en la
potencia creadora del hombre libre y en las bendiciones del crecimiento económico. Se
constituyó así aquella nación donde la idea de progreso, por vez primera, traspasaba las
elites cultivadas para hacerse el credo de todos.
(Los textos que siguen son de autores criollos bolivianos del s. XIX que hablan de cómo
se debe actuar con respecto a los indígenas)
Arrancar estos terrenos de manos del indígena ignorante, o atrasado, sin medios,
capacidad o voluntad para cultivar, y pasarlos a la emprendedora, activa e inteligente
raza blanca, ávida de propiedades, es efectivamente la conversión más saludable en el
orden social y económico de Bolivia.
J. V. Dorado
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Si una raza inferior colocada junto a otra superior tiene que desaparecer, y si hemos de
explotar a los indios aymarás y quechuas en nuestro provecho o hemos de eliminarlos
porque constituyen un obstáculo y una rémora en nuestro progreso, hagámoslo así
franca y enérgicamente.
Bautista Saavedra
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Ver texto de Turgot del apartado 2-a.
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Debemos hacer hincapié en un punto: la idea de progreso penetró en el siglo XX con la
plenitud de sus fuerzas. Tanto entre los industriales como entre los pequeños
comerciantes, la idea de progreso mostró durante las tres primeras décadas del siglo
toda la vitalidad y el empuje que había tenido en la Manchester del siglo XIX. Incluso
durante la Gran Depresión […] la fe en el progreso conservaba la misma fuerza que
había tenido diez años antes, cuándo Estados Unidos estaba en plena prosperidad. […]
Estaban aquellos que creían que la mejor manera de servir al progreso seria retornando
plenamente a los principios del mercado libre, lo cual implicaba la no interferencia del
gobierno en la esfera de la economía. Pero los más decididos adversarios del New Deal
estaban convencidos de que el progreso había sido una realidad y volvería a serlo, una
vez que se reactivaran los procesos económicos naturales.
Las sociedades primitivas son sociedades sin Estado: este juicio exacto en sí mismo
disimula, en realidad, una opinión, un juicio de valor que obstaculiza, por consiguiente,
la posibilidad de construir una antropología como ciencia rigurosa. Lo que de hecho se
enuncia es que las sociedades primitivas carecen de algo –el Estado– que, sin embargo,
les es necesario, como a cualquier otra sociedad, –por ejemplo, la nuestra. Por lo tanto,
estas sociedades están incompletas. No son, en absoluto, auténticas sociedades –no
están civilizadas– subsisten en la experiencia quizá dolorosa de una carencia – carencia
de Estado– que intentarán colmar, pero siempre en vano.
Más o menos confusamente es esto lo que refieren las crónicas de los viajeros o
los trabajos de los investigadores: es imposible pensar una sociedad sin Estado, siendo
éste el destino de toda sociedad. Se muestra en este proceso un anclaje etnocéntrico,
tanto más sólido cuanto que es, por lo común, inconsciente. (…) Cada uno de nosotros
lleva efectivamente en sí, interiorizado como la fe del creyente, la certeza de que la
sociedad es para el Estado. ¿Cómo podemos, entonces, concebir la existencia misma de
las sociedades primitivas, sino como especies ignoradas de la historia universal, como
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supervivientes anacrónicos de un estadio lejano superado en todas partes desde hace
mucho tiempo? Reconocemos en esto la otra cara del etnocentrismo, la convicción
complementaria de que la historia tiene un sentido único, que toda sociedad está
condenada a incorporarse a esa historia y a recorrer las etapas que, desde lo salvaje,
conducen a la civilización.
CLASTRES, Pierre: La sociedad contra el Estado, pp. 201-202. Barcelona: Virus, 2010
Una concepción del saber como objetivo y universal, la oportunidad de difundirlo que
ofrecieron los procesos colonizadores y la tecnología adecuada para poder hacerlo, han
hecho de la ciencia occidental el sistema de conocimiento hegemónico, ante el que
cualquier otro es considerado tradición o, a lo peor, superstición. De este modo, se
olvida que ha habido, y hay, otras muchas formas de aproximarse al conocimiento que
han demostrado su utilidad y cuya validez es equiparable a la de la ciencia "oficial"
(pensemos en la conservación de los bosques de muchos pueblos indígenas o la eficacia
energética de muchos tipos de arquitectura vernácula).
Si se entiende por técnica el conjunto de los procedimientos de los que se dotan los
hombres, no para asegurar el dominio absoluto de la naturaleza (esto sólo es válido para
nuestro mundo y su demente proyecto cartesiano cuyas consecuencias ecológicas recién
comenzamos a medir) sino para asegurarse un dominio del medio natural adaptado a y
en relación con sus necesidades, entonces no podemos en absoluto hablar de la
inferioridad técnica de las sociedades primitivas: ellas demuestran una capacidad de
satisfacer sus necesidades por lo menos igual a la que enorgullece a la sociedad industrial o
técnica. […]No hay, pues, jerarquía en el campo de la técnica, no hay tecnología superior
ni inferior; no puede medirse un equipamiento tecnológico sino por la capacidad de
satisfacer, en un medio dado, las necesidades de la sociedad.
CLASTRES, Pierre: La sociedad contra el Estado, p. 203. Barcelona: Virus, 2010
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Progreso, capitalismo y acumulación
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SE: ¿Cuáles son las implicancias políticas de la estrategia que los representantes de
OLPC llaman “saturación digital”, esto es, llenar las escuelas con computadoras?
LW: La saturación digital es una estrategia que debilita a la gente y le impide tomar
decisiones críticas y bien meditadas sobre la educación. Una forma sensata sería
preguntar ¿qué necesitan los niños? ¿qué herramientas y recursos contribuirían mejor a
su capacidad de aprendizaje? Desde ese punto de vista, las computadoras son apenas
una variedad de herramienta que podría ser incluida en un conjunto más amplio de
métodos y materiales apropiados. […]
Los anuncios sobre un drástico programa de saturación digital deberían encender todas
las luces de alerta en cualquier sistema educativo. ¿No sería más sensato iniciar algunas
experiencias piloto a escala pequeña para ver cómo funcionan? Los promotores de
OLPC, tal como todos los comerciantes, quieren vender tanto como puedan, lo más
rápido que puedan, antes de huir del pueblo con la bolsa llena de dinero.
SE: No hay muchas evaluaciones sobre los programas “uno a uno”, pero algunos
reportes preliminares llegados desde Uruguay indican que luego de dos años de
implementación intensiva, un cuarto de las computadoras del Plan Ceibal no están
siendo usadas por abandono o rotura, que los niños las usan principalmente para
entretenimiento, y que en clase apenas si sirven para navegar por Internet y para tomar
notas. ¿Cuáles son sus reflexiones sobre estos hechos?
LW: Nada de esto me sorprende. En mi país, los armarios de cualquier escuela albergan
los costosos e inútiles rezagos de anteriores “revoluciones tecnológicas”. Sin embargo,
la crisis educativa persiste, y de hecho ha empeorado desde que la computadora
apareció en la escena. Muchos estudios indican que el efecto neto de estos experimentos
tecnológicos es virtualmente cero; algunos casos positivos, otros negativos, y un cierto
número son neutros. Pero la creencia de que algún artefacto tecnológico producirá
mágicos y poderosos efectos en la educación resurge cada década, a pesar de la
abrumadora evidencia en contrario.
WIINNER, Langdon: “La saturación digital es una estrategia que debilita a la gente y le
impide tomar decisiones críticas” (Entrevista de Síntesis Educativa)
Después de casi tres décadas en pos de que el mundo se deshaga del software
propietario, Richard Stallman ve una nueva amenaza para la libertad del usuario: los
smartphones o teléfonos móviles inteligentes.
«Yo no tengo móvil. No pienso llevar móvil», afirma Stallman, fundador del
movimiento de software libre y creador del sistema operativo GNU. «Es el sueño de
Stalin. Los móviles son instrumentos del Gran Hermano. No pienso llevar un
dispositivo de seguimiento que registre dónde voy a cada momento, y no voy a cargar
con un aparato de vigilancia que se puede activar sin que lo sepa.»
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RICHARD, Richard: “Los móviles son dispositivos de seguimiento propios del ‘Gran
Hermano’” (Entrevista de Jon Brodkin)
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