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Otra Misión Es Posible - L. Cerviño
Otra Misión Es Posible - L. Cerviño
Lucas Cerviño
Ser ie: “Reencantando la Misión”
Instituto de Misionología – Editorial Itinerarios, Cochabamba enero 2010.
Depósito Legal: 21285909
ISBN: 9789990594669
LA COLECCIÓN “REENCANTANDO LA MISIÓN”
En febrero de 1994 se iniciaba el programa de licenciatura en Teología, mención Misionología, con el
propósito de reflexionar la fe cristiana en sintonía con los tiempos nuevos que ya entonces avizoraban
profundas transformaciones sociales, culturales y religiosas. El 8 de noviembre del mismo año se
creaba el “Instituto de Misionología” para fortalecer el programa de licenciatura en Misionología y
promover la formación e investigación académica de los agentes pastorales en el continente americano.
En 1998 se establece el Centro de Investigaciones Misionológicas, desde donde estudiantes y docentes,
a partir de la vivencia concreta, comienzan a reflexionar y proponer una teología misional más atenta a
la memoria histórica y a las cosmovisiones de los diversos pueblos indígenas y originarios de Bolivia.
El resultado de tales esfuerzos se plasmaba en monografías especializadas o tesis de grado que
intentaban abordar la misionología en perspectiva interdisciplinaria, en diálogo especialmente con la
historia, la antropología cultural y la lingüística.
Con la finalidad de difundir las investigaciones, en coedición con la Editorial Verbo Divino, nacen las
colecciones “Evangelio y Culturas” y “Misión y Diálogo”, que ofrecían al público ensayos de una
misionología en búsqueda de lenguajes nuevos y más apropiados al hombre y a la mujer de hoy. Al
mismo tiempo, las ediciones intentaban acoger las diversas voces y sugerencias de una Iglesia “por
naturaleza misionera” (AG 2) que quería ser fiel al Evangelio de Jesucristo en el compromiso cotidiano
y profético con los más pobres y excluidos.
A casi quince años de creación del Instituto de Misionología vemos la necesidad de lanzar una nueva
colección editorial que recoja las inquietudes, aspiraciones y deseos de hombres y mujeres de buena
voluntad que intentan reflexionar la fe cristiana desde nuestro contexto latinoamericano, buscando
nuevos lenguajes, símbolos, imaginarios… desde diversas identidades personales, disciplinas
académicas, paradigmas teóricos emergentes, pertenencias religiosas… ¿Qué pertinencia tiene la fe
cristiana hoy ante la emergencia de sujetos históricamente discriminados y excluidos? ¿Cómo
expresarla en los diversos y variados espacios posmodernos? ¿Cómo vivir la misión y pasión de Jesús
por el Reinado de Dios ante la pluralidad de culturas y ofertas religiosas? ¿Cuál es el perfil del creyente
comprometido con los antiguos y nuevos pobres? Son algunas de las muchas preguntas que pretende
abordar esta nueva colección “Reencantando la Misión”.
En efecto, los sujetos, que escriben desde la propia vivencia personal, buscan compartir ante todo el
gusto, la alegría, el encanto por el ProyectoMisión de Jesús, Hijo de Dios. La propuesta cristiana será
siempre válida si los y las creyentes viven la fe cristiana, personal y comunitariamente, con la pasión e
intensidad de quien se ha dejado tocar, empapar y compenetrar por el Amor concreto, visible,
encarnado. Sólo quien se ha dejado reencantar por el Amor evangélico, Misterio Creador, podrá a su
vez reencantar al prójimopróximo (personacosmos) que puede aparecer sorpresivamente en el propio
camino. ¿Será posible acoger y gustar la Buena Noticia de Jesús presente en los procesos personales
interiores, interrelacionales, sociales, culturales, políticos, económicos y cósmicos que vivimos?
El ensayo teológico de Lucas Cerviño, graduado e investigador en este Instituto de Misionología, que
publicamos como segundo número de la colección “Reencantando la Misión”, nos invita precisamente
a eso: a reentusiasmarnos por nuestra memoria, por nuestras fuentes cristianas; a seguir soñando con
nuevas relaciones interpersonales y cósmicas que brotan de nuevas espiritualidades; a recrear con
diligencia y tesón nuevas (que son antiguas) expresiones misionológicas… En definitiva, a decirnos,
comunicarnos, entrar en sintonía, desde lo que somos y vivimos, con toda criatura (no sólo humana)
que aparece en nuestros senderos y vivencias. Así, como cristianos/as, no perderemos el encanto por el
Misterio creador, por la Vida Auténtica, por el Buen Vivir (sumaj kawsay, sumaq qamaña…)…
Cochabamba, 8 de octubre de 2009
Roberto Tomichá Charupá OFM Conv.
Director del Instituto de Misionología
PRÓLOGO
Cuando un fuerte tsunami cultural, social y religioso azota nuestras playas tranquilas
coincidiendo con el fin de la época axial, cuando la postmodernidad cuestiona los metarelatos y hay
un ocaso de utopías, en plena agonía de la Cristiandad y viviendo un invierno eclesial hasta ahora
desconocido en el que algunos se preguntan si somos los últimos cristianos, cuando ya ni siquiera
existen los grandes ateísmos del siglo XIX sino que se opta por un fácil agnosticismo y los profetas de
calamidades anuncian un caos apocalíptico que presagia el final de la historia y la muerte planetaria y
muchos viven entre la nostalgia del pasado y la incertidumbre del futuro… Lucas Cerviño se atreve a
encender una tenue lucecilla fosforescente en medio de esta noche oscura.
Es sólo una pequeña luz, frágil y temblorosa, es tan sólo un germen, una semillita, tal vez la más
pequeña de la semillas. Pero donde hay semillas hay esperanza de vida, de brotes futuros, de flores,
como las flores blancas del almendro que florecen audazmente en pleno invierno…
No es fácil presentar esta obra de Lucas Cerviño, no porque sea difícil o complicada la lectura
del texto, sino por su riqueza de contenidos, por su metodología interdisciplinar, por la amplitud de
perspectivas y horizontes que abre. Tampoco es fácil resumirla en pocas palabras, pero tal vez
podríamos afirmar que se trata de una auténtica hermenéutica para interpretar la realidad, y esto, desde
la fe cristiana. En ese sentido es una obra de reflexión teológica, pero original y pionera, muy diferente
de las que estamos acostumbrados a leer. Su lenguaje no es clerical ni eclesiástico, es simbólico,
cultural y poético, secular, tomando la cultura como un verdadero lugar teológico inspirador.
Lucas en este libro actúa como el zahorí que ausculta las secretas vibraciones de la tierra para
descubrir los pozos profundos de agua viva que se ocultan a la mirada miope. Lucas se sitúa
decididamente en el presente, sin añorar el pasado ni otear un futuro incierto y desconocido, que puede
derivar en falsos espejismos. En este presente, rico de voces y presencias variadas de culturas,
humanismos, religiones, alteridades de todo tipo, símbolos y balbuceos, se vislumbra algo nuevo que
está naciendo, frágil como el niño que llora sus primeras lágrimas…
Esta vida naciente es, para el que tiene fe, Vida con mayúscula, Espíritu, don del Padre,
natividad pascual de Jesús de Nazaret. Esta diversidad, aunque muchas veces herida y maltrecha,
refleja la plenitud de la vida trinitaria, la riqueza del Misterio absoluto y último sin orillas, el
Geheimnis de Karl Rahner, el “Totalmente Otro” de Karl Barth, el “Diosito” que siempre acompaña a
nuestro pueblo latinoamericano.
La alegría del hallazgo se convierte en misión, que es testimonio, anuncio y diálogo con los
demás, con los diferentes, con los otros y las otras culturas, religiones, sexos, historias. Hay que
comunicar estos gérmenes de vida, de la Vida verdadera, a todas las nuevas fronteras, a los nuevos
areópagos, abrir puertas y ventanas, sentarse para compartir la mesa con los demás, ponerse a caminar
juntos, abiertos al Misterio aunque es todavía de noche, sanar heridas, transformar relaciones sociales y
eclesiales, ser buena noticia para los que viven en sombras de muerte sin esperanza.
En esta obra se unen la misión y la interculturalidad: Jesús se deja interpelar por la sirofenicia y
dejando atrás su nacionaljudaísmo cura a la niña enferma, Octavio Paz se convierte en antorcha
luminosa en el crepúsculo, Panikkar y Suess dialogan sobre la misión, el Decreto conciliar Ad gentes se
convierte en una propuesta “inter gentes”, Pablo VI habla de evangelización y Juan Pablo II de nueva
evangelización, Mardones y Fornet Betancourt discuten sobre culturas y religiones con Chiara Lubich,
4
Diana de Vallescar, Gustavo Gutiérrez, Geffré y Diego Irarrázaval, mientras Léon Felipe y Antonio
Machado ponen música poética a Bonhoeffer.
No es posible presentar este libro a quienes no lo hayan leído, tienen que leerlo, releerlo,
meditarlo, contemplarlo, orarlo y gozarlo.
Este prólogo quisiera ser como aquella voz misteriosa que le sugirió a Agustín: “Toma y lee”. Y
esto “aunque es de noche…”
Víctor Codina sj
Cochabamba, Bolivia, 22 de septiembre de 2009
5
INDICE
LA COLECCIÓN “REENCANTANDO LA MISIÓN” ........................................................................ 3
PRÓLOGO de Víctor Codina ................................................................................................................... 4
SIGLAS.......................................................................................................................................................... 8
PRELUDIO .................................................................................................................................................10
INTRODUCCIÓN .....................................................................................................................................11
1. Motivación .................................................................................................................................................11
2. Objeto de estudio y per spectiva..............................................................................................................12
3. Estr uctur a del tr abajo .............................................................................................................................16
CAPÍTULO 1: PROPUESTA METODOLÓGICAHERMENÉUTICA.........................................18
1.1 Misión, un tér mino envuelto de histor ia y múltiples significados........................................................18
1.1.1 La misión desde la Biblia .......................................................................................................................... 18
1.1.2 La misión en el periodo patrístico ............................................................................................................ 23
1.1.3 La misión en el Vaticano II y otros documentos eclesiales .................................................................... 26
1.1.4 Aporte misionero desde Latinoamérica.................................................................................................... 32
1.1.5 Una comprensión en gestación de la misión............................................................................................ 35
1.2 Inter cultur alidad: opción, propuesta a lter nativa, diálogo inter cultur al, r acionalida d y desafío...40
1.2.1 Opción por el diálogo y transformación mutua desde la experiencia .................................................... 42
1.2.2 El diálogo intercultural .............................................................................................................................. 44
1.2.3 Propuesta alternativa desde una universalidad desde lo contextual ....................................................... 46
1.2.4 Racionalidad intercultural ......................................................................................................................... 47
1.2.5 Apropiación: la interculturalidad una desafiante apertura subversiva, enriquecedora y difícil............ 49
1.3 Propuesta her menéutica teológica intercultur al ....................................................................................51
1.3.1 La cultura como lugar teológico ............................................................................................................... 51
1.3.2 Perspectivas desde el pensamiento filosóficoteológico intercultural.................................................... 53
1.3.3 Aportes desde la teología de las religiones .............................................................................................. 56
1.3.4 Ejes de una “hermenéutica teológica intercultural” ................................................................................ 59
6
CAPÍTULO 3 VISLUMBRAR LA NOVEDAD: “ TRANSF ORMADOS POR EL MISTERIO” ...97
3.1 Aclar aciones sobre el estudio de la per ícopa ...........................................................................................97
3.1.1 Lo que está más allá del texto ................................................................................................................... 97
3.1.2 Análisis, interpretación, actualización...................................................................................................... 98
3.1.3 Combinando análisis de acercamiento al texto ...................................................................................... 100
3.2 Sumergiéndonos en el “texto” de Mc 7,2430: aná lisis exegético.......................................................103
3.2.1 Orillas, estructura e historia del texto..................................................................................................... 103
3.2.2 Algunas perlas del texto .......................................................................................................................... 105
3.3.3 Mareas y corrientes dentro del texto....................................................................................................... 108
3.3 Sobrevolar el “contexto” de Mc 7,2430: r ea lidad cultur al de la época ...........................................112
3.3.1 Una región fronteriza…........................................................................................................................... 112
3.3.2 …con tensión socioeconómica entre sus habitantes… ........................................................................ 113
3.3.3 …marcada por la diversidad cultural ..................................................................................................... 114
3.4 Escuchar el latido del “pr etexto” de Mc 7, 2430: motivaciones del a utor y la comunidad.........116
3.4.1 La comunidad marcana ........................................................................................................................... 117
3.4.2 El texto interpela al lector ....................................................................................................................... 119
3.5 Actualiza ción: Diálogo y compla cencia en J esús y la Sir ofenicia ......................................................121
3.5.1 La intención del narrador: pan, a limento para penetrar en la rea lidad rea l....................................... 122
3.5.2 El escenario: zona fronteriza como manantial de presencias ............................................................... 123
3.5.3 Personajes: diálogo para habitar el presente desde la hondura anchura ........................................... 124
3.5.4 La trama: entramado socioculturalreligioso como evoluciónrevelaciónrevolución....................... 127
3.5.5 El lector: invitación a la a ccióncontemplación desde la intemperie espiritual ................................. 128
CAPÍTULO 4 GENERANDO ESPACIOS SAPIENCIALESINTERCULTURALES:
“ GÉRMENES DE VIDA ALTERNATIVA” ..........................................................................................131
4.1 Volviendo atrá s para r ecoger y pr ofundizar a ún má s.........................................................................131
4.1.1 Retomando lo recorrido........................................................................................................................... 131
4.1.2 La misión, desvelar el sentido como don ............................................................................................... 133
4.1.3 Breves aclaraciones sobre la propuesta .................................................................................................. 134
4.2 Desde dónde mir amos: La s zona s fr onter iza s, lugar de la alter idad (inter gentes), como nueva
geogra fía misioner a .........................................................................................................................................136
4.2.1 El binomio DiosCreación como nueva ecumene .................................................................................. 138
4.2.2 Algunos lugares de la alteridad............................................................................................................... 139
4.3 Cómo mir a mos: Una her menéutica misionera capaz de vislumbr ar el entr amado tejido de la
r ea lida d real......................................................................................................................................................144
4.3.1 Dejarnos rozar por el Misterio a través de la diversidad....................................................................... 145
4.3.2 Interrelación y complementariedad del anunciotestimoniodiálogo ................................................... 147
4.3.3 La sabiduría que brota del diálogo con otros saberes culturales y científicos ..................................... 149
4.4 Par a qué mir amos: Ha cia una convivencia inter cultur a l genera ndo a lter na tivas de vida en el
presente..............................................................................................................................................................153
4.4.1 La salvación es relación, ir por el mundo sanando relaciones .............................................................. 155
4.4.3 Generar espacios alternativos que transformen el tejido social ............................................................ 158
4.4.4 Aprehendiendo a “habitar el presente con honduraanchura” .............................................................. 161
A MODO DE CONCLUSIÓN ...............................................................................................................163
EPÍLOGO: UNA PUERTA SEMIABIERTA de Antonieta Potente...............................................165
BIBLIOGRAFÍA......................................................................................................................................168
7
¿Estamos ante el ocaso de su inmensa luz,
en un silencio o eclipse, o, por el contrario,
alborea su luz, nueva e innovadora,
por donde nunca habíamos pensado
que podría amanecer?
Olegar io González de Car dedal
La enajenación consiste,
fundamentalmente,
en ser otro dentro de uno mismo.
Octavio Paz
Para mí
la crítica es creadora.
Octavio Paz
Hay otro mundo…
y está en este.
Gr affiti
8
SIGLAS
AG. Decreto Ad Gentes
CIC. Catecismo de la Iglesia Católica
CL. Christifideles Laici
CMI. Consejo Mundial de Iglesias
DA. Documento de Aparecida
DC. Deus Caritas Est
DM. Diálogo y misión
DP. Documento de Puebla
DV. Dei Verbum
DyA. Diálogo y Anuncio
EN. Evangelii Nuntiandi
GS. Gaudium et Spes
LG. Lumen Gentium
NMI. Novo Millennio Ineunte
NT. Nuevo Testamento
RM. Redemptoris Missio
SD. Documento de Santo Domingo
SS. Spe Salvi
9
PRELUDIO
Vivimos tiempos de cambio, de esos cambios que se van gestando desde la profundidad más
remota e inconmensurable. Nuestra época es un nuevo tiempo axial. Vivimos una “intemperie
espiritual” jamás pensada, pero añorada desde miles de años. Los absolutos que nos han cobijado,
dando seguridad e identidad están cayendo, como han caído las Torres Gemelas.
Las ideologías, tanto seculares como religiosas, que han llevado al ser humanomasificado a los
totalitarismos y las mayores atrocidades de la humanidad, se descomponen. Los absolutos ya no son
colectivos sino privados, individuales. Esta es la experiencia cotidiana de miles de millones de seres
humanos; aún si en todas las culturas y religiones existen pequeños grupos de poder, que buscan,
desesperadamente y mesiánicamente, regresar a los “absolutos colectivos” regidos por una razón
separada del espíritu y los afectos. Pero el dinámico soplido del Espíritu ya está andando y no hay
regreso al pasado totalizanteunificadoruniversalistamonocultural.
Nuestro tiempo, el del cabal presente, se agiganta bajo las sombras y oscuridades que se van
manifestando a causa del “crepúsculo del futuro”. Sí, nuestra época no puede regresar al pasado, pero
tampoco ya cree y confía en el progreso indefinido, en el futuro siempre mejor. Vivimos la densidad
del presente, el abismo del hoy, la cima de la actualidad. Un presente que revela presencias antes
desconocidas, olvidadas, ignoradas, arrinconadas, silenciadas y escondidas. Un presente que nos invita
a reconciliarnos con nuestra “sombra”, que por siglos no hemos querido reconocer pero hoy se revela
con suavidad y torpeza, a un ritmo continuo y decidido. Un presente que irrumpe como lava volcánica
o delicadamente se filtra entre la tierra, pidiendo no ser confundido con un simple hedonismo.
Es el tiempo de la “interpelación intercultural” que nos invita, mejor dicho nos invoca y exige, a
mirarnos y reconocer nuestros rostros. Dejar de mirar hacia delante, hacia ese futuro que atardece.
Dejar de aferrarnos a esas últimas chispas de luz, rayos de ese sol (del progreso indefinido) y educar
nuestros oídos, olfato y tacto a la presencia del otra/o, del diverso. Es hora de beber la copa de la
diversidad. Diversidad habitualmente “mal parida” y que por ello va generando diferencias racistas y
discriminatorias; desigualdades económicas y sociales; desconexión del mundo del conocimiento y la
tecnología. Diversidad que al beberla también permite reconocernos como personas desconectadas de
nuestra vitalidadespiritualidad, desiguales en nuestros criterios, y diferentes en cada uno de nuestros
ámbitos. Diversidad que no sólo está fuera sino dentro, somos seres interculturales e interreligiosos.
Esta realidad, este presente radical que late en mi interior: a veces escuchado a veces silenciado;
que ilumina mi vista hasta cegarla o es oscuridad tupida que anda a tientas; que toca mis fibras más
íntimas causando un dolor persistente o un placer desconocido; que por momentos perfuma de
esperanza mis días pero también olfatea el peligro frente a lo desconocido; es la que me ha embarcado
en esta aventura de la reflexión.
El interpelante presente intercultural es quien me empuja a recorrer senderos no trazados, no en
busca de un horizonte o de una meta, sino simplemente del otro/a, de rostros que me revelen al Otro
que habita en mí, en los demás y en toda la creación cósmica. Caminar, para no quedar; fluir, para no
estancarse; soñar para no morir; peregrinar para despertar o revelar la sensibilidad por todo lo humano,
divino y cósmico: por la vida. Contemplar al Otro a través de las otras y los otros, perforando la
superficialidad para sumergirse en la profundidad, que es fecundidad.
10
INTRODUCCIÓN
1. Motivación
En el preludio el tema del presente es recurrente porque nuestra vida se juega en el presente, en
cada momento presente que no es un continuo seguirse de momentos sueltos sino un entramado divino
que va formando nuestra existencia, y en ella, la vida humana, cósmica y divina. ¿Y qué de nuestro
presente? Sin duda no es el más alentador, y no es necesario hacer muchas referencias para
convencernos de esto. Considero, y es una de las líneas ejes de este trabajo, que la diversidad (cultural,
religiosa, social, etc.) mal gestionada, es una de las causas principales de la situación actual del mundo.
Digámoslo claramente: no sabemos vivir desde y con la diversidad. Y esto los comprobamos al
observar la mayoría de los ámbitos políticos, sociales y eclesiales.
Esto lo digo desde la vivencia en un contexto determinado. Vivo en Bolivia desde hace ocho
años y la experiencia en otra cultura ha sido un espacio de conversión continua. Un proceso de
profundizar y reconocer mis procedencias culturales, aprender a relativizarlas, para enriquecerme de las
vivencias culturales que he ido encontrando. Vivencias culturales que en Bolivia se manifiestan en
variadas maneras de vivir el catolicismo, de ser cristianos, de encontrarse con la divinidad, de sentirse
bolivianos. Vivencias culturales que, gracias a la dicha de poder viajar y vivir en otros países
latinoamericanos y europeos, han ido desarrollando en mí la observación de los diversos contextos.
Observación que me ha mostrado los prejuicios y estereotipos que habitaban, y aún habitan, en mí y en
los demás: que no hemos sido educados para gozar de la diversidad sino más bien a sentirnos
amenazados y cercados por ella. En fin, estamos lejos de reconocer que Dios mismo es diversidad, o
como diría Rahner “el ente es en sí plural.” 2
1
“La palabra latina experientia deriva de experior , que a su vez proviene del antiguo periri, nacido del peiraô (=intentar).
Los primitivos perio y perior provienen de comperio (=descubrir) y de peritus (=docto, práctico). Experimentar es, pues,
probar y descubrir las cosas, con lo que se consigue un conocimiento de ellas y la pericia sobre ellas. Experiencia es
conciencia de realidad, impresión de realidad, acceso a la realidad, debido a una relación personal con algo o alguien, puesto
que se ha pasado por algo/alguien, se ha vivido, sentido, hecho… (…) Podemos distinguir cuatro niveles de acceso a lo real
o niveles de experiencia: el positivo (o empírico), el antropológico, el metafísico y el teologal. (…) Cuando se absolutiza
uno de los niveles de experiencia, considerando que en él se agota toda realidad, uno se cierra el acceso a la realidad y limita
su experiencia. Y cuando se da la primacía a cualquiera de ello, minusvalorando los otros niveles, aparece la ideología, que
no es otra cosa que una visión del todo a partir de unas de sus partes.” (M. GELABERT, “Experiencia”, en Dicciona rio
teológico. El Dios cristiano, Secretariado Trinitario, Salamanca 1992, 526527)
2
“El pluralismo en lo finito creado no es sólo consecuencias y síntoma de la finitud –en tanto calificación meramente
negativa, sino también consecuencias de la pluralidad divina, aunque no cognoscible naturalmente como tal, que no dice
imperfección y debilidad óntica, sino la plenitud más alta de la unidad y fuerza concentrada de un ente, podemos formular
entonces, sin reparos aunque con cautela, el enunciado siguiente como enunciado general sin límites: el ente es en sí plural.”
(K. R AHNER, “Para una teología del símbolo”, en Escritos de teología , t. IV, Taurus, Madrid 1964, 289290.)
11
Estas experiencias me han ido sensibilizando a la diversidad, haciendo crecer en mí la
conciencia que la diversidad no significa relativismo y fragmentación sino Pentecostés: muchas lenguas
y culturas unidas por un mismo espíritu, la fraternidad universal. El convivir y experimentar el don de
la amistad con personas de otras culturas muy diversas me ha permitido gozar y enriquecerme, al
mismo tiempo que ensanchar mi mente y espíritu, con otras maneras de ver el mundo, de sentir la vida,
de relacionarse con el cosmos y la divinidad. Todo esto sin caer en un relativismo pero sí alejándome
siempre más de los dogmatismos y absolutismo.
Esta experiencia que sigo recorriendo ya que sólo en el lecho de muerte se terminará de
aprender, es la que ha motivado este trabajo, desde una intuición que acompañará toda la reflexión: en
la medida en que sepamos encontrarnos y relacionarnos con personas de otras culturas, condiciones
sociales, pertenencias y religión, podremos acercarnos y conocer algo más del rostro de Dios. El
diálogo y encuentro intercultural no es un añadido para la fe cristiana, más bien está en su raíz: Dios es
relación y por amor nos generó a la vida nueva en el Misterio Pascual. La salvación se actualiza en la
relación, y principalmente en la relación que nos vincula con quien es diverso/a y lo diverso.
La irrupción de la diversidad, como me gusta llamar a nuestro tiempo, nos está revelando
nuestra incapacidad de relacionarnos con los y las demás, con toda la creación y también con la
divinidad. A su vez, la diversidad, sobre todo cultural (que en cierta manera contiene las demás), nos
revela que hay distintas maneras de ver, sentir y estar en el mundo. Como cristianos no podemos
mantener una actitud como si todo siguiera igual y nada pasara, añorando viejos tiempos donde todo
era claro y seguro, porque era uniformador. Por tanto, y esta es otra de las convicciones que han
acompañado y estimulado esta reflexión, si para el cristiano Dios es relación de comunión y amor, al
menos una “palabra esperanzadora” hemos de ofrecer y testimoniar en la realidad actual 3 . Esto porque
como ya afirmó Metz en su momento,
“la intención y tarea de toda teología cristiana podría definirse como ‘apología de una esperanza’. ‘Esten
dispuestos siempre a dar razón de vuestra esperanza a todo el que les pida una explicación (1Pe 3,15). ¿De
qué esperanza se habla aquí? De la esperanza solidaria en el Dios de vivos y muertos, que llama a todos los
hombres a ser sujetos en su presencia. En la apología de esta esperanza no se trata de disputar sobre ideas y
concepciones desencarnadas de sus sujetos. Lo que se ventila es más bien la situación históricosocial
concreta de los sujetos, con sus experiencias, sufrimientos, luchas y contradicciones.” 4
Para profundizar y articular esta “palabra”, que desde la experiencia cristiana nos toca
pronunciar en el coro de voces de la humanidad, se podrían tomar muchos caminos teóricos y
teológicos. Como el título ya lo manifiesta he tomado dos tradiciones que a primera vista parecen tener
muy poco en común: la misión y la interculturalidad. La premisa, que desea ser confirmada luego de la
investigación, es que estos dos campos reflexivos y existenciales se complementan. Baste por ahora
como botón de muestra esta cita de unos de los mayores exponentes de la propuesta intercultural:
“La interculturalidad surge del encuentro existencial entre las distintas visiones del mundo, las cuales en
realidad se encuentran cuando no rehuyen el auténtico encuentro, la apertura del núcleo íntimo de sus
respectivas culturas. En el fondo se trata de un encuentro religioso, desde el momento en que indaga en el
sentido último de la vida y de la realidad. Para entender al otro se requiere esfuerzo, un esfuerzo precedido
por la intención de conocerlo y hecho posible por la simpatía (compasión), ese olvidado atributo de la
3
“Nosotros necesitamos tener esperanzas –más grandes o más pequeñas–, que día a día nos mantengan en camino. Pero sin
la gran esperanza, que ha de superar todo lo demás, aquellas no bastan. Esta gran esperanza sólo puede ser Dios, que abraza
el universo y que nos puede proponer y dar lo que nosotros por sí solos no podemos alcanzar. De hecho, el ser agraciado por
un don forma parte de la esperanza. Dios es el fundamento de la esperanza; pero no cualquier dios, sino el Dios que tiene un
rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo, a cada uno en particular y a la humanidad en su conjunto.” (SS 31)
4
J.B METZ , La fe, en la historia y la sociedad, Cristiandad, Madrid 1979, 17.
12
divinidad, aunque haya sido enfatizado por la Escritura cristiana (II Cor I,3) y forme parte del ‘Sermón de la
Montaña’ (Lc VI,36).” 5
Considero que el puente de conexión y mutuo enriquecimiento entre misión e interculturalidad
radica en que esta última: al ser “encuentro existencial” entre personas de distintas culturas, es un
“encuentro religioso” porque penetra en el “sentido último de la vida” y de “la realidad”. Esta es la
labor teológica fundamental ya que
“interpretar teológicamente la realidad, descubrir la significación teológica de los acontecimientos, discernir
los signos de los tiempos, interpretar la praxis a la luz del Evangelio son distintos modos de decir que la
realidad, toda realidad, cualquier realidad humana, es portadora de sentido divino, que tiene sentido en el
camino del hombre y la mujer hacia Dios. A la teología corresponde desentrañar ese sentido “entre” otros
sentidos y “en” los otros sentidos que la misma realidad tiene. La vida e historia humanas tienen muchos
aspectos. La significación teológica de la realidad no acaba con la significación económica, política,
psicoanalítica, estética, histórica y ética de la misma realidad.” 6
También en la tradición misionera de la Iglesia estas búsquedas de sentido son centrales, ya que la
misión se fundamenta en la Missio Dei 7 : el Padre que por medio del Espíritu envía al Hijo para
comunicarnos la plenitud del amor trinitario, sentido último de la vida y la realidad. Un Padre
apasionado por los demás, por la alteridad, por ello capaz de transformar la realidad histórica de Muerte
en Resurrección gracias a la acción conjunta del Espíritu y de Jesucristo, haciendo que esta dinámica de
muertevida sea la lógica profunda de la realidad no sólo humana, sino divinocósmica.
Esta interrelación, presentada aquí de manera sumamente sintética, es la que deseamos
reflexionar con la intención de aportar, desde la interpelación y provocación, para una misión eclesial
que sepa estar a la altura de la realidad plural que nos toca vivir. En otras palabras, la interculturalidad
es un signo de los tiempos 8 que la teología, y con ella la Iglesia, ha de escuchar para ofrecer
5
R. PANIKKAR, Paz e intercultura lidad. Una reflexión filosófica , Herder, Barcelona 2006, 146147.
6
E. SILVA ARÉVALO – J. COSTADOAT , “Una interpretación teológica del presente”, en Teología y Vida [en línea] 2005, 46
(003). Esta perspectiva teológica se inserta en la reflexión abierta por K. Rahner con su “teología trascendental” configurada
a partir del giro antropológico que pone el acento en la escucha de la Palabra por parte del ser humano (Cf. K. R AHNER,
Curso fundamental sobre la fe. Introducción a l concepto de cristianismo, Herder, Barcelona 1998 5, 4265). Luego será J.B.
Metz que insertará esta “teología trascendental” en el espacio históricosocial con su “teología política” que a su vez servirá,
para algunos autores como J. Sobrino e I. Ellacuría, de marco teórico para el desarrollo de la teología de la liberación
latinoamericana.
7
En la Conferencia de Willingen del IMC (1952) se recuperará la idea de missio Dei entendiendo “la misión como algo
derivado de la misma naturaleza de Dios. Esto la colocó en el contexto de la doctrina de la Trinidad, no de la eclesiología o
de la soteriología. (…) En términos del pensamiento misionero este vínculo con la doctrina de la Trinidad constituyó una
innovación importante.” (D. J. B OSCH, Misión en transformación. Cambios de pa radigma en la teología de la misión ,
Libros Desafíos, Michigan 2000, 476). Esta idea recuperará el concepto mismo de missio Dei cuando el protestante
Vicedom publique un libro titulado Missio Dei. Allí defenderá que la Iglesia y la misión tienen su origen en Dios amor;
entonces el sujeto que actúa en la misión es Dios. Porque la misión se halla ‘prefigurada’ en las misiones intratrinitarias, su
“servicio está determinado por el sentido y contenido, dado previamente por Dios, del trabajo de la missio Dei.” (G.F.
VICEDOM, Missio Dei, München 1958, 14) Todas la iglesias irán asumiendo la comprensión de la misión desde la missio
Dei (en el caso católico fue el Concilio Vaticano II). Entonces “la misión Dei es la actividad de Dios que abarca tanto a la
Iglesia como al mundo, y en la cual la Iglesia puede tener el privilegio de participar.” (D. J. BOSCH, Misión en
transforma ción. Cambios de pa radigma en la teología de la misión, Libros Desafíos, Michigan 2000, 478) Para una mayor
profundización del concepto de missio Dei, su historia, actualidad, interpretaciones se puede ver el número completo de la
revista Spiritus titulada “Participar en la missio Dei”: Spiritus, 2007, 187.
8
“En Mt 16,3 los signos de los tiempos son signos de los tiempo mesiánicos, de los últimos tiempos; signos, en definitiva,
del Reino de Dios. En esto coinciden todos los exegetas. Sin embargo el uso común del lenguaje –que resulta casi siempre
invencible ha atribuido a los signos de los tiempos otro significado que, para distinguirlo del anterior, vamos a llamar
‘sociológico’. Fue descrito así por la subcomisión Signa Temporum del Vaticano II: ‘Fenómenos que, a causa de su
generalización y gran frecuencia, caracterizan una época, y a través de los cuales se expresan las necesidades y las
aspiraciones de la humanidad presente.’ (…) Creemos que la expresión ‘signos de los tiempos’ debería reservarse para
13
alternativas de convivencia frente a un panorama mundial complejo y conflictivo. Desde esta
“interpelación intercultural” 9 la pregunta fundamental de la investigación es: ¿Podemos hablar de una
misión intercultural que se fundamente en la tradición bíblica, y para ser más precisos en la misma
praxis de Jesús? Esta pregunta origina otros interrogantes que se irán abordando en la investigación
como ser: ¿cómo anunciar la Buena Noticia en un contexto de pluralismo cultural y religioso?, ¿qué
relación hay entre Buena Noticia, Reino de Dios y misión?, ¿cuál es el rol de la misión para con la
sociedad: anunciar doctrina y principios morales, producir gozo, generar espacios alternativos?
Lo expuesto hasta aquí permite precisar con mayor claridad el tipo de investigación. Este es un
trabajo explorativo porque se adentra en un tema poco estudiado y generado por una problemática
nueva: la desafiante pluralidad culturalreligiosa y su relación con el anuncio de la Buena Noticia
(Evangelio). También es correlacional porque pretende clarificar la relación que se da entre misión e
interculturalidad con el objetivo de perfilar elementos para una misión intercultural. Elementos que
tengan fundamentos en la Sagrada Escritura, una de las fuentes de la teología, pero también en la
realidad cultural porque
“la teología en su esfuerzo por dar razón de la fe, ha de mediar los datos de la fe con la vida actual de los
creyentes. Esta tarea de correlacionar el mensaje cristiano con la vida real tal como se va dando, de articular
la experiencia cristiana fundamental con la experiencia de hoy, conlleva el doble trabajo de interpretar el
presente a la luz de la fe y de interpretar el Evangelio y la Escritura desde la situación presente.” 10
En cuanto al texto bíblico es importante aclarar que se ha optado por profundizar una perícopa,
y no un libro de la Biblia o un Evangelio o una serie de textos. Esto para permitir mayor profundidad
en el estudio de la misma, evitando de esta manera una manipulación del texto para los objetivos de la
investigación. Se ha elegido la perícopa de Mc 7,2430 que presenta el encuentro entre Jesús y una
mujer sirofenicia (tres campos de diversidad: otro sexo, otra cultura, otra religión) a la cual concede un
milagrosanación de su hija, luego de un sintético pero intenso diálogo de tinte religiosocultural. Por
tanto un texto que muestra a Jesús en un contexto de diversidad cultural donde están en juego el
contenido y los destinatarios de la Buena Nueva.
Desde la perspectiva que afirma que cada contexto histórico ha dado y da nuevos interrogantes
y pistas para acercarse y escudriñar la Palabra de Dios, sostengo que la realidad cultural es otra fuente
importante para desarrollar la reflexión teológica misional. Parto de la premisa que la misionología es
una teología de frontera y, por tanto, exploratoria. Según K. Müller
“la misionología puede ser definida como el estudio sistemático de la actividad evangelizadora de la Iglesia y
de los medios para llevarla a cabo. Es un estudio científico de la realidad misionera de la Iglesia donde la
disciplina científica y el carisma misionero se enriquecen mutuamente. (…) Además, la misionología debería
ser el fundamento dinámico de todos los estudios teológicos y el corazón de la eclesiología. La misionología,
por lo tanto, no es un complemento a la formación teológica, sino el espíritu que la debe animar por entero.
En cuanto ciencia teológica, la misionología es interdisciplinaria. Recurre a los descubrimientos de todas las
otras áreas del saber para presentar la misión de la Iglesia.” 11
Es teología de frontera porque nace en las interconexiones, en los “nudos” del mundo de hoy; el
pluralismo religioso y cultural, la secularización, las ciudades cosmopolitas, los pueblos indígenas, por
nombrar algunos. Es exploratoria porque es una reflexión que va demarcando sendas y abriendo
La razón de ser de la misionología no es la de los grandes sistemas teológicos, ni la dogmática
clara y precisa, ni la apologética 12 . Es una teología que pretende ser interrogativa 13 para poder ser
creativa, en búsqueda y tanteando para evitar toda totalidad conclusa, llena de sospecha y autocrítica 14
para poder ser vital y plena de sentido. Sólo así la teología puede expresar el dinamismo de la fe y la
experiencia de Dios. Todo esto porque busca constantemente la manera adecuada de hablar de Dios en
la realidad y para la realidad 15 . Es dentro de esta corriente teológica que se inscribe la presente
investigación, consciente que
“el riesgo de la interpretación es, sin duda –y no conviene olvidar nunca esto, el riesgo de la deformación, de
la distorsión y hasta del error. Pero cuando se trata del cristianismo es también el riesgo, hermoso riesgo, de la
fe. (…) La fe sólo es fiel a su propio impulso y a lo que se le permite creer si lleva a una interpretación
creadora del cristianismo. El riesgo de no transmitir más que un pasado muerto, por falta de audacia y de
lucidez, no es menos grave que el del error.” 16
Con esta actitud es que me aventuro en el desarrollo de esta propuesta teológica asumiendo
claramente que “la tarea actual de la teología” es “una correlación crítica y mutua entre la
interpretación de la tradición cristiana y la interpretación de nuestra experiencia humana
contemporánea.” 17
Lo expresado hasta aquí nos muestra que estamos frente a una investigación interpretativa desde
la investigación bibliográfica y la experiencia de fe 18 , que no busca llegar a conclusiones sino a
provocaciones e interpelaciones que den herramientas para continuar una reflexión crítica teológica
desde la vivencia cotidiana, y siempre dinámica, de la fe. Reflexión que, como nos invita Clodovis
Boff, tenga como horizonte “llegar a Dios y su Palabra creadora, reveladora y salvadora”. Una
reflexión teológica que quiere “prestar atención para que todo el discurso teológico sea decididamente
bajo el imperio de su principio: la óptica fundamental de la fe”; que “vaya adquiriendo un perfil
12
“La misionología contemporánea se ubica en el ámbito de la teología con una actitud casi de reserva frente a los grandes
esquemas integrales y privilegia la elección de temas bien precisos aún si mantiene una visión del conjunto.” (G. BUONO,
Missiologia. Teología e prassi, Paoline, Roma 2000,32)
13
“’La pregunta – decía Heidegger es la suprema forma del saber.’ Siguiendo esta máxima, la teología ha de ser
interrogativa y creativa, estar en actitud de búsqueda y de tanteo, de sospecha y de autocrítica permanente. (…) Una teología
con estas características debe preguntarse por el modo más adecuado de hablar de Dios y prestar especial atención a las
imágenes sobre Dios.” (J. J. T AMAYOACOSTA, Nuevo Paradigma teológico, Trotta, Madrid 2003, 1617)
14
“La teología tiene que ser la teoría crítica de la praxis creyente, pero entonces de una forma específicamente teológica.
Toma su punto de partida en la praxis actual de la iglesia, analiza los modelos en los que ésta se ofrece y la mentalidad
desde la que se ha originado la praxis vigente, coteja a ésta (en correlación con una teoría crítica de la sociedad) con su
propia pretensión evangélica, y a la vez abre así nuevas posibilidades, que, por su parte, habrán de validarse en la praxis y
en el acontecer de la fe en el comunidad eclesial.” (E. SCHILLEBEECKX, Interpretación de la fe. Aporta ciones a una teología
hermenéutica y crítica , Sígueme, Salamanca 1973, 220221)
15
Cf. J. J. T AMAYOACOSTA, Nuevo Paradigma teológico, Trotta, Madrid 2003, 1520.
16
C. GEFFRÉ , El cristianismo ante el riesgo de la interpretación. Ensa yos de hermenéutica teológica , Cristiandad, Madrid
1984, 1718.
17
Ídem, 19.
18
Al hablar de “experiencia de fe” asumo que también a partir de esta vivencia y una autorreflexión de la misma se puede
presentar Dios al mundo de hoy. Esto porque “es posible presentar a Dios en la propia historia del hombre, (ya que) los
cristianos que lo hayan experimentado en Jesús podrán ayudar a los demás a conseguir una nueva posibilidad de
experiencias, siempre que, partiendo de su propia comprensión cristiana, se esfuercen por expresar esta experiencia salvífica
de Dios dentro de un marco de experiencias que resulte audible, inteligible, significativa y operativa para los hombres de
hoy.”(M. GELABERT, “Experiencia”, en Dicciona rio teológico. El Dios cristiano, Secretariado Trinitario, Salamanca 1992,
530)
15
intrínseca e integralmente espiritual” donde la espiritualidad sea un estilo de hacer teología marcada al
“mismo tiempo de pudor y de fervor ante el Misterio que se desvela”; sea fruto de una “razón cordial”
que genera una “ciencia en forma de sabiduría”. 19
La estructuración de la investigación consta de cuatro capítulos. El primer capítulo tiene la
finalidad de profundizar y precisar las premisas metodológicas y hermenéuticas del estudio. Para esto
se realiza un acercamiento a los dos variables: misión e interculturalidad. Del término misión se realiza
un breve y sintético recorrido de su significado en las Sagradas Escrituras, el periodo patrístico,
algunos documentos eclesiales sobre el tema, el aporte latinoamericano y propuestas actuales, para
luego presentar la perspectiva que se asume. En cuanto a la interculturalidad se hace un acercamiento al
término desde tres autores pioneros y expertos en el tema. Como conclusión del capítulo se presenta un
esbozo de “hermenéutica teológica intercultural”, base para una misión intercultural, que se aplicará a
la investigación, conciente de que luego del estudio y trabajo teórico en los demás capítulos, ésta se
verá fortalecida y enriquecida.
El capítulo central de nuestra investigación es el tercero. Es un análisis exegéticohermenéutico
de Mc 7,2430 desde las interpelaciones y provocaciones que nos deja el encuentro fecundo con el
contexto. Acercamiento exegético porque se hace una recolección de las diversas interpretaciones
exegéticas que ha tenido el texto, procurando principalmente adentrarse en las motivaciones por las
cuales el autor del texto sagrado coloca este episodio de Jesús. Acercamiento hermenéutico porque hay
una actualización del texto, desde la “hermenéutica intercultural” con el intento, como lo expresa el
título del capítulo, de “vislumbrar la novedad” que hoy Dios nos revela a partir del mismo. Todo este
recorrido tiene la finalidad de aportar fundamentos bíblicos para una misión intercultural.
Finalmente el capítulo cuarto tiene un tinte conclusivo y de propuesta. Luego de dar forma a la
hermenéutica para una misión intercultural, de ser fecundados por la irrupción del espíritu de
diversidad y transformados por el Misterio (siempre presente en las Sagradas Escrituras) es el
momento de la acción desde la fe: aportar con gérmenes de vida alternativa . Aporte desde el
19
C. M. BOFF, “Retornar a la arche de la teología”, en Alternativa s, 18/19 (enerojulio) 2001, Managua, 134135.
20
“Si muchos discursos eclesiásticos han perdido significación para no pocos de nuestros contemporáneos, no es solamente
a causa de la indiferencia religiosa o de la relajación de las costumbres, sino como consecuencia de un sentimiento más vivo
del divorcio entre la fe cristiana y los nuevos estados de conciencia de la humanidad. La autonomía de la conciencia es un
dato irrefutable de nuestra modernidad.” (C. GEFFRÉ, El cristianismo ante el riesgo de la interpretación. Ensayos de
hermenéutica teológica , Cristiandad, Madrid 1984, 3132)
16
presupuesto de que la interculturalidad amplía la racionalidad acercándose mucho más a la sabiduría 21
que es, complementación entre pensamiento y amor. Entonces la misión intercultural tendrá como
desafío aportar espacios sapiencialesinterculturales. Desde la clave que el Misterio divino 22 se nos
manifiesta con mayor intensidad en las relaciones interculturales, interreligiosas y cósmicas, se
reinterpretan y actualizan algunas propuestas misioneras al mismo tiempo de ofrecer algunas
herramientas para generar estos espacios alternativos.
21
“Tanto en el vocabulario bíblico como en el discurso religioso contemporáneo, la palabra ‘sabiduría’ tiene un doble
significado: puede aludir ora a una característica de la vida de las personas, ora a una representación de la Divinidad [o
ambas a la vez]. La sabiduría no constituye, en ninguna de sus acepciones, un patrimonio exclusivo de las tradiciones
bíblicas, sino que se halla presente en el imaginario y en los escritos de todas las religiones conocidas. Es transcultural
[nosotros diríamos intercultural], internacional, interreligiosa. Se trata de un conocimiento práctico que se obtiene de la
experiencia y de la vida cotidiana, pero también del estudio de la creación y de la naturaleza humana.” (E. SCHÜSSLER
FIORENZA, Los caminos de la Sabiduría . Una introducción a la interpretación feminista de la Biblia , Sal Terrae, Santander
2004, 3940)
22
“Justamente considerar algo como misterio significa renunciar por parte del hombre a disponer de ello porque es una
expectativa indebida, y experimentarlo precisamente así como bueno y verdadero, y en consecuencia como capaz de hacer
feliz. Aunque esta experiencia como tal es única, como el mismo Dios al que se refiere, se dan en la vida del hombre
experiencias parecidas en el trato con otros hombres. Tampoco los otros hombres pueden ser nunca objeto de nuestras
relaciones ni podemos disponer de ellos si los respetamos como persona con su dignidad correspondiente. Por eso se puede
hablar del misterio de un hombre como persona. En él se compendia todo lo que constituye al hombre. Por eso todas sus
manifestaciones permiten también comprender algo de este misterio.” (K. H. NEUFELD, “Misterio/Misterios”, en
Dicciona rio de Teología fundamental, San Pablo, Madrid 1992, 985)
17
CAPÍTULO 1: PROPUESTA METODOLÓGICAHERMENÉUTICA
En este desarrollo considero prioritario demarcar la metodología y hermenéutica a utilizar. El
primer paso es la relectura crítica, dado sus variados y múltiples significados, de los términos misión e
intercultural. Aún si es importante esta aclaración y delimitación, también es cierto que durante el
desarrollo de la investigación se irá delineando la significación profunda de los mismos. Por esto la
siguiente aclaracióndelimitación será concisa y limitada.
Es irreal e imposible sintetizar los variados significados del término misión, y tampoco es el
objeto de esta investigación. El objetivo aquí es demarcar y precisar, mostrar y dejar claro, manifestar y
explicitar, lo que estará como telón de fondo durante el recorrido del presente trabajo cuando se habla
de misión. En otras palabras, es la opción misionológica propia desde la cual se inicia la investigación.
No desea ser una defensa y justificación del concepto de misión que se asume, pero sí una exposición
fundamentada a partir de ciertos documentos eclesiales y teologías actuales.
Para esto recurriremos a cinco fuentes: la comprensión de la misión desde la Biblia, la misión
en el periodo patrístico, el desarrollo de la misión en los documentos eclesiales desde el Vaticano II
hasta nuestra actualidad, el aporte latinoamericano a la misión y las propuestas de algunos
misionólogos y teólogas actuales. Para ser fieles a la reflexión de los autores utilizaré su lenguaje
conceptual, aún si desde la perspectiva intercultural muchas veces se manifiesta como un lenguaje
limitado, claramente intraeclesial y autoreferencial. Sólo al final del recorrido explicitaré una
apropiación crítica sobre lo expuesto.
1.1.1 La misión desde la Biblia 1
Este acercamiento a las Sagradas Escrituras tiene el objetivo de cristalizar algunos elementos
fundamentales que se desprenden desde los relatos bíblicos para la misión actual. Esto con la finalidad
de ir perfilando el concepto de misión que se manejará en la investigación.
Empecemos por el Antiguo Testamento. Luego de un extenso y detallado recorrido por el
mismo, Senior y Stuhlmueller, presentan tres constantes que se respiran en todos los libros
veterotestamentarios y que son elementos de gran importancia para la misión: 2
“la soberanía universal de Dios sobre todos los pueblos y sobre la historia entera”, que brota
desde la fe en Dios Creador y remarca para la misión el Dios Padre de todos que desea
comunicarnos su amor;
1
Para esta sección seguimos como fuente primordial el texto de D. SENIOR – C. S TUHLMUELLER, Biblia y misión.
Fundamentos bíblicos de la misión, ya que es considerado hasta el día de hoy la investigación más profunda sobre la
relación Biblia y misión. Hemos recurrido también a otros artículos dentro de libros con una temática misionera más amplia:
D. J. B OSCH, Misión en transformación. Cambios de pa radigma en la teología de la misión , 31220. P. SUEES, Teología de
la misión. Convoca r y envia r: siervos y testigos del Reino, AbyaYala, Quito 2007, 1740. B. C ARRASCO BRISEÑO, La
Misión en el pensamiento bíblico, en el pensamiento de los Santos Padres y en los documentos de la Iglesia , 2763; J.
GORSKI, El mensaje misionero de la Biblia : elementos de un curso sobre los fundamentos bíblicos de la misión, edición
privada, Universidad Católica Boliviana, Cochabamba 1999. J. A. IZCO, Fundamentos y ra sgos bíblicos de la misión
cristiana , 79111; E. RASCHIETTI, “La dimensión universal de la misión, fundamentos bíblicos y perspectivas conciliares
para la Iglesia misionera”, en: Spiritus 2002, 169 (141150).
2
Cf. D. S ENIOR – C. STUHLMUELLER, Biblia y misión. Fundamentos bíblicos de la misión , Verbo Divino, Estella 1985, 429.
18
“una fuerte interacción entre la comunidad de Israel y la cultura y acontecimientos
seculares”, esto significará que el contenido ofrecido por la misión tiene que ver con los
aspectos socioculturales del ambiente;
“una proyección de la historia futura en la que las naciones llegarían a constituir, junto con
Israel, un solo pueblo elegido que aclame a Dios”, la idea de ser signo y símbolo del Reino
de Dios nos muestra que siempre estamos en camino hacia la verdad plena.
Para los autores, en el pueblo de Israel estos tres elementos no cuajaron en una misión activa y
de fuerza centrífuga hacia los demás pueblos sino que sobresalió cierta actitud etnocéntrica:
“Israel vivió en general su elección replegándose sobre sí mismo y no se planteó abiertamente la cuestión de
la salvación de las naciones. A los extraños a su pueblo los llamó, con cierto desprecio y rechazo, ‘goyim’
(gentiles, paganos). Incluso cuando habla de universalismo y las naciones entran de lleno en su horizonte, el
centro suele ser Israel: los otros pueblos suelen ser mirados como que deben estar al servicio de Israel y deben
alabar a Dios por lo que hace Israel (Is, 45,1416.2224; 51,4s).” 3
Pero aún si no hay un desarrollo misionero explícito es necesario subrayar que “el Antiguo
Testamento es fundamental para entender el concepto de misión en el Nuevo.” 4 Desde esta perspectiva
David Bosh subraya también tres características de la fe de Israel que son de gran valor para
comprender el desarrollo de la misión neotestamentaria. 5
Para el pueblo de Israel, el escenario de la actividad de Dios es la historia, por eso su
religión no puede reducirse a un statu quo. Su fe es la expectativa de ver cambios dinámicos
en la historia, por eso da más valor a la manifestación de Dios en la realidad histórica que en
la alabanza y oración.
Este Dios de la historia es el Dios de la promesa que queda sellada en la Alianza, con sus
diversos momentos de renovación: la creaciónAdán, Noé y toda la humanidad, Abraham,
Moisés y el pueblo de Israel. Por tanto un Dios exigente pero misericordioso, que acompaña
a su pueblo en sus vicisitudes.
Un Dios que es “su” Dios ya que los ha elegido para servir a las víctimas de la sociedad
pero también a los demás pueblos. Pero el propósito de la elección es el servicio, no la
soberbia. Esto originará la constante tensión entre juiciomisericordia.
Lo dicho hasta aquí permitirá al pueblo judío comprender que “ya no hacía falta ser israelita o
hallarse en Egipto para ser objeto de la misericordia de Dios. El hecho de ser pobre y oprimido es razón
suficiente para invocar el auxilio del Señor.” Entonces a partir de “esta comprensión de la historia,
Israel traspasa las fronteras nacionales y étnicas y se prepara de alguna manera para la misión
universal.” 6
Desde estos autores podemos afirmar que las experiencias religiosas del Pueblo de Israel,
sellada en el Antiguo Testamento, que tienen mucha relación con la misión son: la soberanía de Dios
que manifiesta el deseo de salvación para todos los pueblos, aún si opta por un pueblo para iniciarla;
una salvación que se “juega” por una parte en la constante, y por momentos tensa, relación amorosa
3
J. A. IZCO, “Fundamentos y rasgos bíblicos de la misión cristiana”, en: AA.VV., La Misionología hoy, Verbo Divino,
Estella 1987, 94.
4
D. J. BOSCH, Misión en transformación. Cambios de pa radigma en la teología de la misión, Libros Desafíos, Michigan
2000, 33.
5
Ídem, 3436.
6
B. C ARRASCO BRISEÑO, "La Misión en el pensamiento bíblico, en el pensamiento de los Santos Padres y en los
documentos de la Iglesia" en: AA.VV., La Misión hoy desde América La tina , Misioneros del Verbo Divino, México 1988,
41.
19
entre Dios y su Pueblo que ha de ser servicio para los demás y por otra parte en la transformación
constante de la historia para poder ser signo de esta salvación. 7
Veamos cómo, a partir del evento Jesucristo, se van manifestando estas latentes
veterotestamentarias en el Nuevo Testamento, ya que “con la figura de Jesús, las fuerzas centrífugas
que brotan desde dentro de las Escrituras hacen erupción y se dirigen hacia el mundo no judío.” 8 Esto
porque “Jesús y su misión configuraron el carácter de la misión cristiana, imprimiéndole su sello y su
estilo.” Pero “lo definitivo para la misión cristiana no fue, a la postre, lo que Jesús había dicho, o había
hecho, sino lo que Jesús era. La resurrección reveló a los primeros cristianos la identidad de Jesús y
convirtió a la Iglesia en misión.” Será desde esta fuerza transformante y liberadora de la muerte
resurrección de Jesús, que “los escritos del Nuevo Testamento representan las múltiples maneras en
que los miembros de la comunidad cristiana reflexionaron sobre su experiencia misionera y sobre su
relación con la persona de Jesús y con la historia de Israel.” 9
Pero aunque esto haya sido así, como afirma el Obispo emérito de Oxaca,
“no podemos pensar que la claridad misionera universalista se logró de la noche a la mañana. En Jesús, los
Apóstoles, y las primeras comunidades cristinas, este convencimiento se fue dando en un proceso largo y
difícil, no exento de traumas violentos para sus principales actores. Jesús mismo, en cuanto hombre que era,
tuvo que hacer el difícil camino de purificación para liberarse del etnocentrismo nocivo de los judíos y así
abrirse a la universalidad.” 10
Entonces se hace necesario centrarnos en la práctica misionera de la Iglesia primitiva, ya que
esta tiene un rol modélico para toda propuesta misionera, y por otra parte veremos cuales fueron los
medios utilizados para comunicar la Buena Nueva en ese periodo.
Para Bosch cinco son las principales prácticas misioneras de Jesús y la Iglesia primitiva: 11
La misión cristiana primitiva involucraba a la persona misma de Jesús: pero a la vez es
difícil colocar a Jesús en un claro esquema misionero dada su característica tan polivalente.
La misión cristiana primitiva era política ; en efecto revolucionaria : no una revolución que
se mide por la violencia y el terror sino por la capacidad de ofrecer alternativas históricas
desde la misma religión. Por ejemplo en aquella época la Iglesia naciente al rechazar todos
los dioses demolió los fundamentos metafísicos de las teorías políticas de la época.
La revolución de la misión cristiana primitiva se manifestó, entre otras cosas, en las nuevas
relaciones que se formaron en la comunidad: todos hijos e hijas de un solo Padre, por ello a
judíos y romanos, griegos y bárbaros, ricos y pobres, esclavos y libres, mujeres y varones se
7
Esto es retomado en la Constitución conciliar sobre la Iglesia cuando se afirma que “en todo tiempo y en todo pueblo son
adeptos a Dios los que le temen y practican la justicia (cf. Act., 10,35). Quiso, sin embargo, Dios santificar y salvar a los
hombres no individualmente y aislados entre sí, sino constituirlos en un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera
santamente. Eligió como pueblo suyo el pueblo de Israel, con quien estableció una alianza, y a quien instruyo gradualmente
manifestándole a Sí mismo y sus divinos designios a través de su historia, y santificándolo para Sí. Pero todo esto lo realizó
como preparación y figura de la nueva alianza, perfecta que había de efectuarse en Cristo, y de la plena revelación que había
de hacer por el mismo Verbo de Dios hecho carne.” (LG 9)
8
D. SENIOR – C. S TUHLMUELLER, Biblia y misión. Fundamentos bíblicos de la misión, Verbo Divino, Estella 1985, 233.
9
J. A. IZCO, “Fundamentos y rasgos bíblicos de la misión cristiana”, en: AA.VV., La Misionología hoy, Verbo Divino,
Estella 1987, 99100.
10
B. C ARRASCO BRISEÑO, "La Misión en el pensamiento bíblico, en el pensamiento de los Santos Padres y en los
documentos de la Iglesia" en: AA.VV., La Misión hoy desde América La tina , Misioneros del Verbo Divino, México 1988,
46.
11
Cf. D. J. BOSCH , Misión en transforma ción. Cambios de paradigma en la teología de la misión , Libros Desafíos,
Michigan 2000, 6979.
20
los reconoce como hermanas y hermanos. Vivían en el mundo pero no seguían las prácticas
del mundo que se oponían al amor y servicio hacia todos.
La misión de los primeros cristianos no alcanzó ninguna utopía y tampoco pretendían
hacerlo: el hambre y la injusticia continuaron aún si había irrumpido, por medio de la
muerte y resurrección de Cristo, las fuerzas del amor de Dios. Pero esto no impidió que los
cristianos se erigieran como “signos” del Reinado de Dios manifestado totalmente por Jesús.
Esta es la manera en que se presenta la misión auténtica, en debilidad: Jesús no logró
convencer a todos, cuando soy débil es que soy fuerte (2Co 12,10) dirá Pablo. La misión va
de la mano del martirio que es testimonio.
Esta presentación sintética nos muestra algunas claves misioneras para el presente, que
enriquecidas por las conclusiones a las que llegan Senior y Stuhlmueller en su estudio sobre Misión y
Biblia, podemos sintetizar:
“En la Biblia, uno de los impulsos más importantes para la misión es la experiencia
religiosa.” 12 Por tanto, la misión ha de brotar siempre desde la fe y la potencia renovadora
que nos injerta en el Misterio divino encaminando la humanidad y toda la creación hacia la
plenitud total. Por tanto una misión siempre en renovación y movimiento. Esto es
fundamental recordarlo continuamente.
“La misión universal fue aceptada por los primeros cristianos con algún grado de desgana y
confusión. Fue tentación constante la tendencia a mantener la exclusiva y a cerrar las
puertas a los de afuera (…) o ponerles trabas a la aprobación divina a ellos dirigida.” 13 Esto
refleja que las tensiones entre las tendencias exclusivistas, inclusivistas y pluralistas de la
teología y la misión han estado presente desde un inicio. 14
“Los acontecimientos llamados seculares que quedan bastante más allá de los límites de los
que se denominaba sagrado o religiosa, se convierten también en la arena de la salvación.” 15
La misión genera nuevos vínculos sociales, culturales y religiosos, por tanto, es alternativa a
todo modelo social antihumano, la misión es opción por una vida plena por tanto mística
profética.
“La redención es total: cuerpo, espíritu, estructura, mundo, cosmos. Por eso una misión que
participe en el drama redentor tiene que tener los mismos alientos.” 16 La misión no sólo
apunta al espíritu humano sino que a toda la creación, procura anticipar los cielos nuevos y
tierras nuevas.
Lo reflexionado hasta aquí podemos sintetizarlo delineando cuatro elementos constitutivos de la
misión 17 : Primero, el llamado a seguir a Jesús renovando constantemente la experiencia de Dios que
lleva a vivir un amor gratuito y radical. Segundo, el horizonte universal que el caminar con Jesús nos
va abriendo en el anuncio del Reino. Tercero, esto genera un envío misionero hacia los demás,
comportando una salida de sí mismo. Cuarto, la proximidad histórica y contextual hacia los diversos y
diferentes para poder vivir con radicalidad el amoroso envío. Entonces
12
D. S ENIOR – C. STUHLMUELLER, Biblia y misión. Fundamentos bíblicos de la misión, Verbo Divino, Estella 1985, 446.
13
Ídem, 436.
14
Al respecto José María Vigil nos dice que “una religión y una teología exclusivistas o incluso simplemente inclusivistas,
van a ser pronto religiones y teologías del pasado, anacrónicas, desadaptadas, retardatarias. El futuro del mundo, de las
religiones, de la espiritualidad y de la teología pasa por el ‘pluralismo como paradigma’ (no sólo por la pluralidad de facto y
la tolerancia como actitud).” (J. M. VIGIL, “Formación intercultural… ¿y/o interreligiosa? Teología del pluralismo religioso
y formación intercultural”, en Spiritus 2008, 190 (113))
15
D. S ENIOR – C. STUHLMUELLER, Biblia y misión. Fundamentos bíblicos de la misión, Verbo Divino, Estella 1985, 437.
16
Ídem, 445.
17
Tomo esta propuesta de: E. R ASCHIETTI , “La dimensión universal de la misión, fundamentos bíblicos y perspectivas
conciliares para la Iglesia misionera”, en: Spiritus 2002, 169 (141150).
21
“la interrelación de estos cuatro elementos – llamado, universalidad, envío y proximidad se conforma como
los dos ejes que se cruzan entre sí: el horizontal del llamadoenvío, y el vertical de la universalidad
proximidad . El primero se refiere a la identidad del discípulo de Jesús como identidadapertura , llamada a
seguir a su Señor para ser enviado a los otros, y a invitarlos, a su vez, a asumir el mismo programa de vida: la
vivencia gratuita, radical, más allá de todas las fronteras del amor y de la caridad extendida a todos. El
segundo se refiere al ámbito espaciotemporal donde este programa de vida se realiza: es siempre histórico
contextual, pero, al mismo tiempo, es autotra scendente.” 18
Para ampliar este acercamiento bíblico considero importante presentar cómo fue transmitido el
mensaje de la Buen Nueva, según aquello que podemos recavar del Nuevo Testamento. Conciente que
no se trata de hacer un absoluto normativo de estos modos de comunicación para los desafíos de la
misión hoy, porque
“no hay ninguna receta bíblica definitiva para la proclamación de la palabra de Dios. Tanto entonces como
ahora, la elección de los medios o las estrategias para comunicar con las personas de dentro o fuera de la
comunidad dependerá de las circunstancias culturales y del juicio prudente y de la originalidad del
comunicador.” 19
El medio más utilizado para la evangelización en la iglesia primitiva fue la pr oclamación
dir ecta: 20 anunciaban la buena nueva de la salvación y las consecuencias de ésta. Testimonio de esto
son algunas partes de las cartas paulinas y de los Hechos de los Apóstoles, como también el mismo
recorrido de los viajes hecho por Pablo. Además podemos observar la “proclamación no oficial”,
llevada a cabo por otros misioneros/as que Pablo nombra o también aquellos que viajaban por el
comercio, sin olvidar las familias (basta pensar en Aquila y Priscila). Por tanto una misión desarrollada
principalmente por laicos y mujeres. Este fue el medio más utilizado porque “la proclamación directa
del mensaje de salvación tiene profundas raíces bíblicas. Los evangelios describen a Jesús como
comunicador de la Palabra.” Basta pensar en las parábolas de Jesús, junto con sus enseñanzas y
discusiones con los fariseos. Y esto porque “el poder de la palabra se contempla como una fuerza cuasi
personal que comunica a Israel el poder salvífico de Dios: de un Dios que no guarda silencio ni está
lejano, sino que habla a su pueblo.”
El testimonio en favor del evangelio fue otro de los modos importantes de misión. Para san
Pablo la creación de la comunidad era el objetivo supremo de su misión y esto porque la Iglesia
primitiva “entendió bien una ecuación sencilla que podía pasar inadvertida: el amor y la compasión que
los cristianos se daban unos a otros era un testimonio convincente a favor del Dios que los congregaba
y unía.” Con esto demostraban el sentido que tenía su vida, reconociendo que “la calidad de la vida de
la comunidad” era parte de la misión. Por ello el amor entre ellos, el vivir como buen ciudadano y el
18
E. R ASCHIETTI, “La dimensión universal de la misión, fundamentos bíblicos y perspectivas conciliares para la Iglesia
misionera”, en: Spiritus 2002, 169 (145).
19
D. S ENIOR – C. STUHLMUELLER, Biblia y misión. Fundamentos bíblicos de la misión, Verbo Divino, Estella 1985, 450.
20
Para el desarrollo de estos puntos confrontar: Ídem, 450460.
22
soportar el sufrimiento a causa del testimonio evangélico “proclamaba la buena nueva con tanta
eficacia como podrían hacerlo las palabras.”
En íntima relación con lo que venimos diciendo está la misión que se transmitía gracias a la
acción tr ansfor mador a (tanto personal como social) ejercida por los cristianos. “La Biblia entendía
que la salvación no era una idea abstracta. La salvación prometida por Dios significaba el fin de la
muerte, de las lágrimas y de la injusticia; significaba buen vino, muchos hijos, paz genuina.” Para san
Pablo la conversión debía transformar el corazón y con ello los valores y modos de conducta. Pero ya
antes de la conversión, la misión, por ejemplo en Jesús, eran actos, milagros y gestos que “anticipaban
la experiencia plena de la salvación esperada por Israel al fin de los tiempos”. Por todo esto la “buena
nueva de la salvación se comunicaba en la experiencia misma de la liberación de un cuerpo humano o
de una institución humana de la garra de la muerte o de la injusticia.”
Hasta aquí hemos visto las constantes presente en la fe de Israel que luego, con la fuerza
centrífuga del evento Jesucristo, marcarán la misión de las primeras comunidades y a su vez el modo de
comunicar la Buena Noticia. Este recorrido nos ha dado muchas pistas para la comprensión de una
misión que responda a los desafíos contemporáneos. Lo retomaremos al concluir esta sección, ahora
adentrémonos en la comprensión de la misión presente en el periodo patrístico.
1.1.2 La misión en el periodo patrístico 21
El periodo postapostólico está caracterizado por un giro en la primitiva Iglesia cristiana, fruto
del encuentro, siempre más profundo, con el mundo y la cultura grecoromana. Artífices de este
periodo son los padres de la Iglesia, tanto los apostólicos (como ser Ignacio de Antioquia, Policarpo de
Esmirna, etc.) como los apologistas (Arístides, Taciano, san Justino, etc.). En el acercamiento a este
periodo, que abarca alrededor de siete siglos, partimos de la premisa que
“resultaría inútil empeñarse en querer encontrar en ellos una sistematizada exposición misional, aunque
ciertamente se vayan encontrando ricos elementos de misionología. Una doctrina más completa, misional
también, es la que podría formularse en torno al concepto de Iglesia , pues todos ellos más o menos, estudian
su existencia y naturaleza, y especialmente su ca tolicidad para combatir todo particularismo y nacionalismo,
que iba aflorando en muchas herejías.” 22
Ante este panorama nos centraremos en tres aspectos del periodo patrístico, que considero son
principales y están relacionados con la misión. Estos son: el testimonio que tenía un fuerte carácter
misionero; el diálogo con la cultura de la época que permitirá desarrollar un lenguaje comprensible
para las corrientes de pensamiento; y las consecuencias del Edicto de Milán que marcará el inicio de la
desafiante relación con el Estado.
Sobre el testimonio en los primeros siglos del cristianismo “está presente la idea de que la
Iglesia tiene que transmitir sus palabras y demostrar, a través de su vida interna, la credibilidad de las
21
Por "período patrístico" se entiende el lapso de casi siete siglos comprendido entre la muerte del último de los Apóstoles
de Jesucristo (acaecida hacia el año 100) y el comienzo de la Edad Media (hacia el 750). Estos primeros siete siglos suelen
dividirse en tres etapas. En nuestro estudio nos centramos en las dos primeras etapas: 1ª. Desde comienzos del siglo II hasta
el Concilio de Nicea (325). Destacan: Justino, Tertuliano, San Ireneo de Lyon, Clemente de Alejandría y Orígenes. 2ª.
Desde Nicea al derrumbamiento del Imperio Romano de Occidente (476). Constituye su etapa de máximo esplendor y
destacan figuras tales como: San Basilio, Gregorio Nazianceno, San Gregorio de Nisa, San Ambrosio de Milán, San
Jerónimo y San Agustín (354430).
22
A. S ANTOS HERNÁNDEZ, Teología bíblicopa trística de las misiones, Sal Terrae, Santander 1962, 216.
23
mismas.” Esto llevará a que el acento recaiga “más bien sobre el testimonio que sobre la misión, pero,
lógicamente, el testimonio es el primer modo de misionar.” 23 Dos ejemplos son:
“Permitid que aprendan de vuestro ejemplo… Con nuestra bondad mostremos que somos hermanos suyos,
esforzándonos en imitar al Señor.” (Ignacio, Epist. Ad Eph. 10.)
“Cuando los paganos escuchan de nuestros labios las palabras de Dios, admiran la belleza y su grandeza; pero
cuando luego se dan cuenta de que nuestras obras no corresponden a nuestras palabras, entonces empiezan a
blasfemar, diciendo que el cristianismo es sólo mito y engaño.” (Autor desconocido, Segunda Carta de
Clemente 13)
Habría otros ejemplos de la época para sustentar el rol fundamental del testimonio, recordemos
la Didakhe o la carta anónima a Diogneto. Para los estudiosos de esa época es opinión común subrayar
que “los contactos personales son el factor importante de cristianización” 24 , y no por medio de la
imposición de una idea o el desarrollo de estrategias y programas. En definitiva “la misión se
caracterizaba por el celo de todos los fieles” 25 siendo “orgánica y laical, dado que cada uno de los
cristianos, fuera cual fuese la clase a que pertenecía, se sentían investidos de la función misionera,
ejercida ante todo a través del contacto personal.” 26 Al respecto es interesante observar que hasta
“los testimonios de los enemigos de la Iglesia (tales como Celso y Julián el apóstata) con frecuencia
mencionan el comportamiento extraordinario de los cristianos, muchas veces refiriéndose a dicha conducta
como un factor que le había permitido a la fe cristiana ganar a otros.” 27
Será este acento en el testimonio de vida lo que caracterizará el periodo postapostólico
manifestando que toda misión brota de una auténtica vida cristiana, y no tanto de grandes proyectos o
programas. La experiencia del encuentro con Dios, hoy diríamos con Jesús Vivo o el Resucitado (Cf.
DA 99), fue lo que empujó a los cristianos a compartir este “ardor del corazón” (Cf. Lc 24) con los
demás. Porque
“si en la religiosidad antigua es el hombre el que necesita y va en busca de Dios, en el anuncio cristiano
sucede lo contrario: es Dios el que, a través de Cristo, busca al hombre para salvarlo. Éste es el núcleo del
credo cristiano. Pero es también el elemento central de la actividad misionera primitiva, que se presenta como
concentración en lo esencial.” 28
Esta nueva manera de vivenciar la relación con Dios, donde Dios viene al encuentro del ser
humano, es lo que irá generando una reflexión teológica que iniciará un proficuo diálogo con la
cultur a de la época. Este es otro aspecto esencial en la misión de la iglesia de los primeros siglos,
donde es “significativo el hecho de que los representantes literarios más influyentes del cristianismo no
tuvieran un oficio eclesial, sino que eran libres escritores y maestros.” 29 Este diálogo con los no
cristianos de la época, sobre todo con la filosofía que configuraba la sociedad, será porque
“hombres como Justino, Atenagoras, Arístides, Minucia Félix, sienten que poseen una verdad que no pueden
alcanzar los espíritus más cultivados que les rodean. Pero ¿cómo hacer que llegue hasta ellos? Ante todos,
23
L. PADOVESE , Introducción a la teología patrística , Verbo Divino, Estella 1996, 253.
24
“Es interesante advertir cómo la comunidad cristiana de los primeros siglos no dispone de organizaciones, de medios
económicos, de institutos ni de esuelas de misionología. Ignora los proyectos misioneros; no conoce una predicación
misionera dirigida a los paganos; ni siquiera –después que el Estado empezara a combatirla aparece en público. Los
contactos personales son el factor más importante de cristianización.” (Ídem, 241242)
25
“Antes de Constantino, la misión se caracterizaba por el celo de todos los fieles. No existían ni planes, ni estrategias, ni
centros de decisión. Después del bautismo cada cristiano se convertía de inmediato en misionero en su propio ambiente. La
vida cristiana era moralmente exigente, pero simple canónicamente.” (F. GÓMEZ, “Historia de la misión desde sus inicios a
la Edad Media”, en S. KAROTEMPREL (dir.), Seguir a Cristo en la misión. Manua l de Misionología , Verbo Divino, Estella
1998, 151)
26
L. PADOVESE , Introducción a la teología patrística , Verbo Divino, Estella 1996, 249.
27
D. J. B OSCH, Misión en transforma ción. Cambios de paradigma en la teología de la misión, Libros Desafíos, Michigan
2000, 243.
28
L. PADOVESE , Introducción a la teología patrística , Verbo Divino, Estella 1996, 250.
29
Ídem, 249.
24
buscando una base común con los paganos a los que se dirigían y usando un lenguaje que pudieran
comprender.” 30
Con el tiempo, el poseer “una verdad que no pueden alcanzar los espíritus más cultivados” irá
difundiendo en los pensadores cristianos una cierta superioridad, llevándolos a desprestigiar como
inferior, inculto y bárbaro todo aquello que no sea cristiano.
“Clemente de Alejandría, Orígenes y otros introdujeron una nueva tradición: la del rebuscado erudito
cristiano quien podría igualarse con cualquier filósofo pagano, en particular porque tenía la capacidad de
utilizar el mismo tipo de argumento que los maestros griegos. Con el transcurso del tiempo los teólogos
cristianos también abrazaron los típicos sentimientos helenísticos de superioridad, especialmente hacia los
ba rbaroi.” 31
Entonces ya no será simplemente el testimonio de vida la característica misionera de la época,
sino que “la Iglesia ya había empezado a ser portadora de cultura y una presencia civilizadora en la
sociedad.” 32 Pero esto irá generando un sentimiento de superioridad sociocultural calificando a los no
cristianos como ignorantes: pagani (aquellos que vivían en las áreas rurales). El control de la sociedad
y las ciudades empezaba a estar en manos de los cristianos, “la misión se volvió entonces un
movimiento desde arriba para abajo, del superior al inferior. Las otras religiones eran inferiores al
cristianismo y no primordialmente por razones teológicas, sino por razones socioculturales.” 33
Esto genera una disminución del fervor misionero, dando lugar a una reflexión teológica que irá
conquistando el mundo intelectual de la época. Generalmente se aprecia este proceso como algo
negativo, pero es necesario considerar que también hubo frutos positivos que no podemos negar, sobre
todo el nacimiento de toda una terminología que permitirá salir del pequeño mundo judío para abrirse a
la ecumene marcada por el imperio.
“Y el helenismos era la forma cultural del mundo en el cual se introdujo primero el cristianismo. Por tanto, la
helenización fue el equivalente de la universalización. No había otra alternativa real, y aunque no ofreciera
más, el helenismo le brindó a la Iglesia un marco de referencia espacioso. Y aunque si el argumento es que la
helenización de la fe llegó más allá de lo deseable, hay que recordar que la iglesia no sólo resistió la forma
extrema de ‘semitizaciòn’ de parte de ebionitas, montanistas y otros, sino también la extrema helenización.” 34
Estando así las cosas, tal vez cabría pensar que el problema no fue el diálogo con el mundo
helénico sino que a partir del Edicto de Milán (313) en la Iglesia influye un concepto romano que
sellará la misión, y sobre todo la eclesiología de los siguientes siglos:
“Si bien no es parte del vocabulario misionero escrito de la época influirá enormemente en la práctica
misionera: es el principio cuius reius, eius religio, según el cual el pueblo debe tener la misma religión de su
rey o emperador. Este principio comienza a marcar una tendencia en la evangelización, y lo hará hasta el siglo
XVII por lo menos.” 35
30
Ídem, 254.
31
D. J. B OSCH, Misión en transforma ción. Cambios de paradigma en la teología de la misión, Libros Desafíos, Michigan
2000, 245.
32
Íbidem.
33
Íbidem.
34
Ídem, 265.
35
A. MARINA, Misión, una nueva mirada para nuevos tiempos. Estudio del campo semántico del concepto de misión , Verbo
DivinoInstituto de Misionología, Cochabamba 2008, 55.
25
“desde el punto de vista de la misión dos cosas revisten particular importancia. Hay una nueva comprensión
de la Iglesia, (…) comienza una sistematización de la comunidades cristianas. La misión se convirtió
entonces en urbana y rural (San Agustín, por ejemplo, no pensó en evangelizar a los paganos de las
cercanías). El cristianismo asimiló algunos elementos de la sociedad romana. (…) Las masas fueron
evangelizadas por grandes misioneros.” 36
Esto conducirá a la Iglesia a que “el axioma Extra Ecclesiam nulla salus, entendido en sentido
rígido a partir del siglo V,” se vaya introduciendo “en los documentos de papas y concilios de la Iglesia
hasta el siglo XV.” 37 En estos siglos el principio de la misión será salvar almas sin importar mucho los
métodos y la diversidad del “otro” no cristiano.
1.1.3 La misión en el Vaticano II y otros documentos eclesiales 38
Sería para otra investigación realizar el recorrido de la misión en todos lo documentos
eclesiales, es por ello que me atengo a documentos eclesiales más actuales. El Concilio Vaticano II
porque significó un giro en la compresión de la misión, y dos documentos papales que marcarán el
desarrollo de la reflexión y praxis misionera: Evangelii Nuntiandi y Redemptoris Missio . Nos
acercamos a estos documentos con la intención de recorrer los últimos decenios del actual debate sobre
la misión para poder ofrecer la comprensión misionera de esta investigación.
El Concilio coloca la misión en el corazón mismo de la Iglesia y pone su fundamento en la
intimidad trinitaria que es comunión y misión: 39
“La Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza, puesto que toma su origen de la misión del Hijo y del
Espíritu Santo, según el designio de Dios Padre. Pero este designio dimana del "amor fontal" o de la caridad
de Dios Padre, que, siendo Principio sin principio, engendra al Hijo, y a través del Hijo procede el Espíritu
Santo, por su excesiva y misericordiosa benignidad, creándonos libremente y llamándonos además sin interés
alguno a participar con El en la vida y en la gloria, difundió con liberalidad la bondad divina y no cesa de
36
F. GÓMEZ, “Historia de la misión desde sus inicios a la Edad Media”, en S. KAROTEMPREL (dir.), Seguir a Cristo en la
misión. Manual de Misionología , Verbo Divino, Estella 1998, 152.
37
J. D UPUIS, El cristianismo y las religiones. Del desencuentro a l diá logo , Sal Terrae, Santander 2001, 19.
38
Para desarrollar este apartado me ha ayudado e inspirado de A. M ARINA, Misión, una nueva mirada pa ra nuevos tiempos.
Estudio del campo semántico del concepto de misión, Verbo DivinoInstituto de Misionología, Cochabamba 2008, 110132.
39
Sobre el tema de la repatriación de las misiones a la misión de la Iglesia se puede ver E. B UENO DE LA FUENTE, La
encrucijada de la misión , Verbo Divino, Estella 1999, 5575.
26
difundirla, de forma que el que es Creador del universo, se haga por fin "todo en todas las cosas" (1Cor
15,28), procurando a un tiempo su gloria y nuestra felicidad.” (AG 2)
A partir de esta Missio Dei, que brota del Amor mismo de Dios y tiene como finalidad nuestra
participación en Su vida y gloria, es que podemos hablar de la “misión” del Hijo, del Espíritu y de la
Iglesia como un entramado constantemente en relación, en pos de la plenitud del ser humano y toda la
creación, para que Dios sea todo en todos y todo.
En cuanto a la misión del Hijo , podemos afirmar que Jesús fue enviado para “establecer la paz y
comunión con Dios y armonizar la sociedad fraterna entre los hombres (…) y reconciliar el mundo
consigo”. Por tanto la misión de Jesucristo es la de mediador porque “fue enviado al mundo como
verdadero mediador entre Dios y los hombres” para “evangelizar a los pobres, a sanar a los contrito de
corazón, a predicar a los cautivos la libertad y a los ciegos la recuperación de la vista.” (AG 3)
Pero esta misión del Hijo es acompañada y complementada por la misión del Espíritu Santo,
enviado “para que realizara interiormente su obra salvífica e impulsara a la Iglesia hacia su propia
dilatación.” Misión que “alguna vez también se anticipa visiblemente a la acción apostólica, lo mismo
que la acompaña y dirige incesantemente de varios modos.” De esta manera los Padres Conciliares han
afirmado “que ambos (el Hijo y el Espíritu) quedaron asociados en la realización de la obra de la salud
en todas partes y para siempre.” (AG 4)
Por tanto, desde esta intimidad trinitaria, que posee una fuerza centrífuga amorosa de magnitud,
es que brota la misión de la Iglesia que
“se realiza mediante la actividad por la cual, obediente al mandato de Cristo y movida por la caridad del
Espíritu Santo, se hace plena y actualmente presente a todos los hombres y pueblos para conducirlos a la fe, la
libertad y a la paz de Cristo por el ejemplo de la vida y de la predicación, por los sacramentos y demás
medios de la gracia, de forma que se les descubra el camino libre y seguro para la plena participación del
misterio de Cristo.” (AG 5)
La finalidad que debe orientar a la Iglesia, que es descripta con la imagen de “pueblo de Dios” y
que es definida como “Iglesia comunión” 40 , es ofrecer a toda la humanidad la participación en el
misterio de Cristo. Participación que, el mismo Concilio subraya, no vale
“solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra
la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una
sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de
que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual.” (GS 22)
Esta apertura a confines impensados anteriormente dentro de los documentos eclesiales, irá
creando tensiones, junto con avances y retrocesos. Ya en el mismo documento conciliar se observa esto
porque luego de esta apertura que nos lleva a pensar en el valor del diálogo interreligioso, del cual el
Concilio fue promotor al valorar las culturas y al reconocer que los miembros de otras religiones
también pueden salvarse “por caminos que sólo Dios conoce” (LG 16), al presentar las maneras de
desarrollar la actividad misionera regresa a lo establecido: la actividad misional entre las gentes para
implantar la Iglesia; actividad pastoral que hay que desarrollar con los fieles para revitalizar su fe; y los
medios que hay que usar para conseguir la unidad de los cristianos (cf. AG 6). Pero en ningún
momento se propone como misión el diálogo interreligioso y con las culturas. Aunque sobre el tema de
las culturas hay que reconocer que a través de términos como adaptación (AG 18, 22) y acomodación
40
Esto se da en la Lumen Gentium y nos permite afirmar que si la misión es de la Iglesia por naturaleza y la Iglesia es
Pueblo de Dios (LG 917) y comunión, todos los bautizados son misioneros, aún si su misión será diversa, pero
complementaria, de acuerdo a su estado. (Cf. AG 3541)
27
(AG 16, 22), se inicia un proceso de superación del colonialismo, pero siempre con el interés de
implantar la Iglesia particular.
Continuemos observando el proceso de tensión sobre la misión, con avances y retrocesos, en
otro documento importante, en este caso la Evangelii Nuntiandi de Pablo VI (1975). Este documento,
que nace de la profunda experiencia del Sínodo de Obispos del 1974, aportó un nuevo término a la
comprensión misionera: “la evangelización”. Algunos dirán que es tan antiguo como el Evangelio
mismo, basta pensar en los evangelios que lo utilizan, pero en este documento se lo relaciona con la
misión:
"Nosotros queremos confirmar una vez más que la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye
la misión esencial de la Iglesia; una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual
hacen cada vez más urgentes. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su
identidad más profunda. Ella existe para evangelizar.” (EN 14)
Para explicar el concepto, el documento describe los diferentes aspectos de la evangelización
afirmando, desde un principio, que:
“Ninguna definición parcial y fragmentaria refleja la realidad rica, compleja y dinámica que comporta la
evangelización, si no es con el riesgo de empobrecerla e incluso mutilarla. Resulta imposible comprenderla si
no se trata de abarcar de golpe todos sus elementos esenciales.” (EN 17)
Entonces evangelizar es:
“llevar la Buena Nueva a todos los a mbientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro,
renovar a la misma humanidad (EN 18);
alcanzar y tr an sfor mar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los
puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos d e vida de la hu manidad
(EN 19);
la cultura y las cultura s del hombr e en el sentido rico y amplio que tienen sus términos en la Gaudium et
spes, tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes las relaciones de las
personas entre sí y con Dios.” (EN 20)
Y para esto debe ir junto con el testimonio, pero también la proclamación explicita:
“La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser pues, tarde o temprano, proclamada por la
palabra de vida. No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las
promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios.” (EN 22)
Esta proclamación explícita es la que permite al hombre adherir al mensaje en una comunidad
de fe (EN 23), convirtiéndose él mismo en un evangelizador (EN 24). Esto último es importante porque
aunque si el término “evangelización” como sinónimo del sentido amplio del concepto de misión, tuvo
un resultado ambiguo diluyendo la actividad misionera ad gentes, por otro lado ayudó en el proceso de
hacer a toda la Iglesia más misionera. En realidad, EN no quiso provocar esta ambigüedad, sino
enfatizar que la tarea evangelizadora es propia de toda la Iglesia y que todas sus actividades han de ser
misioneras.
28
Esto permitió superar la idea de misión como plantatio ecclesiae 41 para dar vida a una misión
como “liberación evangélica” (EN 3336) y “promoción humana” (EN 31) que tiene como finalidad
“transformar los modelos de humanidad”. Por eso más que una actividad específica, es un proceso
continuo mediante el cual el evangelizado se convierte en evangelizador (EN 24), y ahí comienza
nuevamente. Por eso tiene un destino universal (cf. EN 49) y va dirigida tanto a ámbitos intraeclesiales
(mundo descristianizado, fortalecimiento de la fe, no practicantes, comunidades de base) como al
diálogo con otras religiones y el mundo secular (secularismo ateo y muchedumbres).
Esta exhortación de Pablo VI abre un camino vital y de gran importancia para una propuesta
misionera actual: el de que todo cristiano se sienta misionero junto con una misión de alcance
universal, no como implantación de la iglesia sino como gestación de un mundo más humano desde los
criterios evangélicos. Entonces lo que definiría la misión no es tanto lo cristiano o nocristiano, sino lo
humano y antihumano. Dicho en clave teológica, será lo que manifieste el Reinado de Dios frente a los
signos del antireinado de Dios.
Veamos ahora la propuesta de la Redemptoris Missio, promulgada por Juan Pablo II en 1990,
conmemorando 25 años del Decreto Ad Gentes y 15 de la Evangelii Nuntiandi. ¿En este documento,
hay algún avance en la reflexión misionera más allá de una nueva terminología? Para responder a dicho
interrogante se analizarán tres propuestas misioneras que propone el documento:
el término “nueva evangelización”, que se refiere a un cambio de mentalidad en la manera
de evangelizar en los países ya cristianos;
la “diversificación de la única misión de la Iglesia” según sus destinatarios: Misión Ad
Gentes (a los no cristianos), Atención pastoral (a los fieles), y Nueva Evangelización (a los
que se han alejado de la Iglesia);
los conceptos de “nuevos ámbitos de la misión ad gentes”, y “los nuevos areópagos” que,
desde la perspectiva del concepto geográfico de misión y ante la exigencia de la
transformación del mundo, abren la perspectiva a otros ámbitos, espacios y destinatarios.
Si bien la “nueva evangelización” es un término utilizado en otros documentos anteriores de
Juan Pablo II 42 y remite a la reevangelización utilizada en el documento de Medellín 43 , aquí enriquece
la comprensión de la misión, aportando principalmente la llamada a renovar el ardor, los métodos y las
expresiones de la tarea misionera. De esta manera el Papa busca enfatizar que la tarea evangelizadora
nunca acaba y sigue siendo urgente:
41
La propuesta de misión como planta tio ecclesiae fue desarrollada principalmente por la Escuela de Lovaina en
contraposición a la escuela de Münster que planteaba la “teoría de la conversión”. El portavoz y protagonista de esta
propuesta será P. Charles (18831954) colocando a la Iglesia en el centro de misión, dejando de tener un rol de mediación
de la salvación para ser el fin en sí misma. Cabe recordar que el símbolo de la plantatio fue usado por san Pablo, retomado
por los Padres y utilizado varias veces por santo Tomás. (Cf. E. BUENO DE LA F UENTE , La encrucija da de la misión , Verbo
Divino, Estella 1999, 4246). Un autor más contemporáneo que ha desarrollado esta propuesta misionera es profesor en la
universidad Urbaniana. En su libro Teologia missiona ria todo el capítulo segundo es una argumentación de la misión como
planta tio ecclesia e: “L’oggetto proprio dell’attività missionaria consiste nel radicamento o impianto de chiese particolari
laddove non ancora esistono, almeno in modo sufficientemente saldo ed autonomo. Questo obiettivo richiede di essere
teologicamente analizzato nei suoi vari aspetti essenziali.” (A S EUMOIS, Teologia missionaria , Dehoniane, Bologna
1993,65)
42
La primera vez que Juan Pablo II acuñó esta expresión fue en un discurso pronunciado en Haití en 1993. Cf. J UAN P ABLO
II, Alocución al CELAM, Puerto Príncipe, Haití, 9 de marzo.
43
La II Conferencia del Episcopado Latinoamericano y Caribeño dice que “la Iglesia de América Latina, lejos de quedar
tranquila con la idea de que el pueblo en su conjunto posee ya la fe, y de estar satisfecha con la tarea de conservar la fe del
pueblo en sus niveles inferiores, débiles y amenazados, se propone y establece seguir una línea pedagogía pastoral que: a)
Asegure una seria reevangelización de las diversas áreas humanas del continente; b) Promueva constantemente una re
conversión y una educación de nuestro pueblo en la fe a niveles cada vez más profundos y maduros… “(nº 6.8)
29
“Dios abre a la Iglesia horizontes de una humanidad más preparada para la siembra evangélica. Preveo que ha
llegado el momento de dedicar todas las fuerzas eclesiales a la nueva evangelización y a la misión ad gentes.
Ningún creyente en Cristo, ninguna institución de la Iglesia puede eludir este deber supremo: anunciar a
Cristo a todos los pueblos.” (RM 3)
A su vez expresa, por medio de este término, los nuevos desafíos que se le presentan a la acción
misionera de la Iglesia:
“Hoy la Iglesia debe afrontar otros desafíos, proyectándose hacia nuevas fronteras, tanto en la primera misión
ad gentes, como en la nueva evangelización de pueblos que han recibido ya el anuncio de Cristo. Hoy se pide
a todos los cristianos, a las Iglesias particulares y a la Iglesia universal la misma valentía que movió a los
misioneros del pasado y la misma disponibilidad para escuchar la voz del Espíritu.” (RM 30)
Pero la nueva evangelización sobre todo hace referencia a la tarea evangelizadora en los países
de antigua cristiandad, no tanto al sentido de utilizar nuevos métodos y expresiones, sino a la urgencia
de realizarla nuevamente:
“Se da, por último, una situación intermedia, especialmente en los países de antigua cristiandad, pero a veces
también en las Iglesias más jóvenes, donde grupos enteros de bautizados han perdido el sentido vivo de la fe o
incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su
Evangelio. En este caso es necesaria una «nueva evangelización» o «reevangelización».” (RM 33)
Por otra parte la RM nos aclara que la única misión de la Iglesia se vive y se nombra de manera
diferente según el “ámbito en donde se desarrolla y los destinatarios” a la que está dirigida: “Por lo
demás, no es fácil definir los confines entre atención pastoral a los fieles, nueva evangelización y
actividad misionera específica, y no es pensable crear entre ellos barreras o recintos estancados” (RM
34). Sobre esta interacción entre ad gentes, atención pastoral y nueva evangelización el documento
afirma la unión inseparable de estas, que a su vez es enriquecedora:
“Hay que subrayar, además, una real y creciente interdependencia entre las diversas actividades salvíficas de
la Iglesia: cada una influye en la otra, la estimula y la ayuda. El dinamismo misionero crea intercambio entre
las Iglesias y las orienta hacia el mundo exterior, influyendo positivamente en todos los sentidos. Las Iglesias
de antigua cristiandad, por ejemplo, ante la dramática tarea de la nueva evangelización, comprenden mejor
que no pueden ser misioneras respecto a los no cristianos de otros países o continentes, si antes no se
preocupan seriamente de los no cristianos en su propia casa. La misión ad intra es signo creíble y estímulo
para la misión ad extra , y viceversa.” (RM 34)
Desde esta tensión adintra y adextra de la misión el Papa Juan Pablo II, aún si mantiene el
aspecto geográfico del concepto de misión, es capaz de enriquecerlo ubicándolo dentro de un concepto
más amplio que incluye otras realidades: los “nuevos ámbitos de la misión ad gentes” (AG 3738). Se
mencionan tres nuevos ámbitos:
Territoriales: “De ahí que, el criterio geográfico, aunque no muy preciso y siempre
provisional, sigue siendo válido todavía para indicar las fronteras hacia las que debe
dirigirse la actividad misionera.” (donde faltan comunidades cristianas autóctonas o
son tan pequeñas que no son un signo claro de la presencia cristiana o carecen de
dinamismo para evangelizar su sociedad o pertenecen a poblaciones minoritarias).
Mundos y fenómenos sociales nuevos: Aquí se refiere a la influencia de los grandes
cambios en la geografía y situación social mundial provocados por fenómenos como
la urbanización, el crecimiento demográfico de las grandes ciudades, las grandes
capitales (como ámbitos donde se generan nuevas culturas y estilos de vida), los
jóvenes (que en muchos países representan más de la mitad de la población), las
migraciones (que hacen llegar a no cristianos a países de antigua cristiandad), las
situaciones de pobreza (que provocan las migraciones y la exclusión).
Áreas culturales y areópagos modernos: el documento nos ayuda a poner atención a
diferentes ambientes en los que debe ser anunciado el Evangelio hoy, como ser los
30
medios de comunicación que orientan e inspiran los comportamientos individuales,
familiares y sociales. Pero también se mencionan otros areópagos modernos: el
compromiso por la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos; los derechos del
hombre y de los pueblos, sobre todo los de las minorías; la promoción de la mujer y
del niño; la salvaguardia de la creación, el vastísimo areópago de la cultura, de la
investigación científica, de las relaciones internacionales que favorecen el diálogo y
conducen a nuevos proyectos de vida.
Para comprender mejor el valor de la nueva evangelización, junto con la actividad pastoral y la
misión ad gentes hay que partir de los fundamentos de la misión que presenta el documento. Al
respecto, aún si implica un cierto retroceso al abandonar o apenas mencionar la dimensión trinitaria de
la misión que tan bien la trabajó el Concilio Vaticano II en la declaratoria Ad Gentes, profundiza la
realidad del Reino de Dios, colocándola entre los capítulos “Jesucristo único salvador” y “el Espíritu
Santo protagonista de la misión”. Esto permite ubicar la misión en una triple interrelación (Jesucristo –
Espíritu Santo Reino de Dios), que expresa la tensión, a veces entendida negativa para la misión y
otras veces como enriquecedora, entre la misión intraeclesial y extraeclesial.
Pienso que esta triple interrelación es la que sustenta y permite abrir la misión ad gentes a
nuevos mundosfenómenos sociales y áreas culturalesareópagos modernos, insertando la misión
justamente en el núcleo más vital y comprometedor: la frontera que es intersección entre los no
creyentes o mejor dicho los que no conocen a Jesucristo (ad gentes) y la nueva evangelización (ex
cristianos o un cristianismo desvirtuado). Considero que éste es un gran paso para la reflexión
misionera porque abre las puertas hacia un criterio de la misión que va más allá de los destinatarios (y
su adhesión o no a Jesucristo) y se coloca más bien en el horizonte mismo de la misión: la humanidad
en su conjunto y la creación de Dios, en otras palabras, el universo entero.
No podemos concluir este recorrido a través de los documentos eclesiales vaticanos sin
mencionar la or ientación “Diálogo y Anuncio” presentada, en mayo de 1991, por el Pontificio
consejo de Diálogo interreligioso y la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. El
documento parte asumiendo que “en el contexto actual del pluralismo religioso no se puede descuidar
el papel importante que desempeñan las tradiciones religiosas.” (DyA 4) Entones la intención es
“estimular el diálogo” a sabiendas que
“la práctica del diálogo suscita algunos problemas en la mentalidad de muchas personas. Hay quienes piensan
erróneamente que en la misión actual de la Iglesia el diálogo debería sustituir al anuncio. En el otro extremo
opuesto algunos no logran ver el valor del diálogo interreligioso.” (DyA 4)
Retomando los aportes de la orientación “Diálogo y Misión” de 1984, se afirma que el diálogo
es “el conjunto de relaciones interreligiosas positivas y constructivas con personas y comunidades de
otras confesiones, tendentes a un conocimiento y enriquecimiento recíproco” (DM 3), conocimiento
que permite que “los cristianos pueden también plantearles (a los miembros de otras tradiciones
religiosas), con espíritu pacífico, algunos interrogantes acerca del contenido de sus credos.” (DyA 32)
Pero también los cristianos han de aceptar ser cuestionados porque “pese a la plenitud de la revelación
de Dios en Jesucristo, el modo como los cristianos comprenden su religión y la viven, a veces puede
tener necesidad de purificación.” (DyA 32) Por eso es un conocimiento que enriquece recíprocamente,
unos y otros se necesitan para purificar su relación con la divinidad.
En cuanto al anuncio la orientación afirma que “la Iglesia evangelizadora no debe olvidarse de
que este anuncio no se lleva a cabo en el vacío.” Por que las personas de otras religiones “tal vez ya han
respondido implícitamente al ofrecimiento de salvación de Dios en Jesucristo”, siendo señal de esto la
31
“práctica sincera de sus propias tradiciones religiosas.” (DyA 68) Es por esto y otros motivos que “el
anuncio que realiza la Iglesia tiene que ser progresivo y paciente, ir al paso de quienes escuchan el
mensaje respetando su libertad y también lentitud en creer.” (DyA 69) Entonces al anunciar la Buena
Nueva, habrá que confiar en la potencia del Espíritu; ser fiel en la transmisión de la enseñanza recibida;
tener una actitud humilde y respetuosa de la presencia y acción del Espíritu, desarrollar un talante
dialogante e inculturadoencarnado en la cultura de aquellos a quienes se dirige (cf. DyA 70).
Luego de explicitar el valor tanto del diálogo como del anuncio, la orientación afirma que
“el diálogo interreligioso y el anuncio, si bien no están colocados en el mismo nivel, son elementos auténticos
de la misión evangelizadora de la Iglesia. Son legítimos y necesarios. Están íntimamente ligados pero no son
intercambiables. (…) Las dos actividades permanecen distintas pero, como demuestra la experiencia, la
misma Iglesia local y la misma persona pueden estar empeñadas diversamente en ambas.” (DyA 77)
Ante este panorama el desafío es saber ¿cuándo subrayar el diálogo y cuando el anuncio? Al
respecto el documento subraya, siguiendo la línea de la Redemptoris Missio , que “depende de las
circunstancias particulares” y esto supone “sensibilidad hacia los aspectos sociales, culturales,
religiosos y políticos de la situación y también atención hacia los ‘signos de los tiempos’ a través de los
cuales el Espíritu de Dios habla, instruye y guía.” (DyA 78)
El documento concluye afirmando que “diálogo y anuncio son tareas difíciles, pero
absolutamente necesarias.” Por eso hay que alentar que todos los cristianos asuman este “doble
compromiso” y sobre todo recuerden que “son gracias que debemos pedir” (DyA 89), para poder
desarrollar esta “espiritualidad del diálogo” (DyA 78) que requiere discernimiento interior y
sensibilidad.
1.1.4 Aporte misionero desde Latinoamérica 44
Su primer aporte, y de los más significativos, fue empezar a hablar de “las áreas de misión”
(Ambato 1967) y luego de las “situaciones misioneras” (Melgar 1968) que subrayarían la necesidad de
evangelizar ciertos grupos como los pueblos indígenas o los descristianizados. Esto permitió la
super ación del concepto jur ídicogeogr áfico de misión que subraya áreas ya evangelizadas (Diócesis
o Prelaturas) de otras en proceso de evangelización o zonas de misión (Prefecturas o Vicariatos
Apostólicos), impulsando una comprensión de la misión desde una perspectiva más teológicapastoral
y desarrollar un acercamiento más respetuoso hacia los pueblos indígenas. De hecho para el DMC la
atención misionera a estos pueblos tenía que recoger dos aspectos: la identidad cultural de los grupos
evangelizados y su condición socioeconómica de pobreza endémica.
44
Para esta apartado nos hemos servido de: J. F. GORSKI, El desa rrollo histórico de la Misionología en América latina, Don
Bosco, La Paz 1985; J. F. GORSKI, La transformación misionera de la iglesia la tinoamericana, policopiado 2005; C. PAPE ,
“Un modelo de misión desde América Latina”, en La Misionología hoy, Verbo Divino, Navarra 1987, 490504; P. S UESS,
Teología de la misión. Convoca r y envia r: siervos y testigos del Reino , AbyaYala, Quito 2007, 123148.
32
Importante destacar que esta visión integral hacia las poblaciones indígenas fue muy novedosa
para su época, basta recordar que la Confer encia de Medellín, en el 1968, apenas reconoció la
existencia de las poblaciones indígenas y las consideró meramente como grupos socialmente
marginados, y no como pueblos vivientes cuya identidad cultural y religiosa desafiaba a la Iglesia a una
actividad misionera específica. La centralidad del mundo indígena como “situación misionera”
impulsará a que la teología misional entre en diálogo con algunas ciencias humanas (la antropología, la
sociología, etc.) para dejarse enriquecer, cuestionar e iluminar en la tarea de promover la identidad de
estos pueblos y superar su situación de pobrezamarginación.
En la década de los 70 la actividad misionera girará alrededor de la “evangelización de las
culturas” promovida fuertemente por la Evangelii Nuntiandi. A partir de este momento en
Latinoamérica se irá consolidando una misión que tendrá muy presente la diversidad cultural del
continente, donde hay culturas “antiguas” y “nuevas”, y por lo tanto el DMC rechazará la visión
unitaria y simplista de una cultura uniforme en Latinoamérica.
Si la Conferencia de Medellín no dio aporte alguno para la actividad misionera, la Confer encia
de Puebla (1979) será lo opuesto, por su originalidad en la toma de conciencia misionera. El
Documento de Puebla llama la atención sobre la necesidad de una “evangelización específica de grupos
humanos”, tanto de culturas antiguas como nuevas y también expresa un sentido de urgencia misionera
universalista. El servicio de evangelización se presenta en tres dimensiones (cf. DP 364368):
la formación de comunidades vivas, con cristianos maduros en la fe, que sean fermento evangélico
en el mundo y que den a la evangelización vigor y extensión;
luego, la atención a las “situaciones misioneras” internas:
· “ situaciones permanentes” : los pueblos indígenas y los afroamericanos;
· “ situaciones nuevas” : migrantes, grandes aglomeraciones, masas en precaria situación de fe
amenazadas por las sectas;
· “ situaciones difíciles” cuya evangelización es urgente, habitualmente postergada porque
ofrecen resistencia: universitarios, militares, obreros, jóvenes, mundo de la comunicación,
políticos, empresarios, etc.
finalmente la llegada de la hora de salir ad gentes, dando desde nuestra pobreza.
La Conferencia de Puebla hace un quiebre en la reflexión y actividad misionera porque abre la
misión más allá del ámbito de los pueblos indígenas y porque exhorta al pueblo latinoamericano a la
misión ad gentes ya que lo considera rico de experiencias religiosas que puede ofrecer a los demás
continentes misioneros con su propia especificidad:
“Por otra parte, nuestras Iglesias pueden ofrecer algo original e importante; su sentido de salvación y de la
liberación, la riqueza de su religiosidad popular, la experiencia de las Comunidades Eclesiales de Base, la
floración de sus ministerios, su esperanza y la alegría de su fe” (DP 368).
Desde 1979 (cuando el acrónimo del Departamento se cambió a “DEMIS”), el protagonismo
misionero se diversifica y generaliza en nuestra Iglesia. A partir de este momento toman fuerza los
COMLAs 45 que están orientados a profundizar la comunión con la Iglesia universal y la Iglesia en
América Latina. Éstos han sido un gran don de Dios a nuestras Iglesias involucrando con el tiempo a
otros sectores de la Iglesia gracias a que se fue manifestando la misión como fuerza unificadora que
45
Desde 1940 se realizaron Congresos misioneros nacionales en México para despertar y formar el espíritu misionero. En
1977 el séptimo de éstos, celebrado en Torreón, se lo transforma en el primer “Congreso Misionero Latinoamericano”. En el
segundo de esta nueva serie de Congresos, celebrado en Tlaxcala (también en México, 1983), se adoptó el acrónimo
“COMLA”.
33
asume todas las dimensiones de la vida pastoral: los pobres, la liberación y la promoción humana, las
culturas, la renovación en el Espíritu de nuestras comunidades.
En el 2º Congreso (1983) crece la conciencia que, sin la misión ad gentes, nuestras Iglesias
pierden dinamismo, se enferman, no maduran, quedan dependientes y ofrecen espacios a las sectas. Por
tanto la misión ad gentes apareció necesaria y urgente, como condición de la propia vitalidad de
nuestras Iglesias. El 3º Congreso (1987) redescubre que la Iglesia local es el terreno de la misión y que
la pobreza de nuestras Iglesias no es un obstáculo para la misión, porque se puede desarrollar una
misión de pobre a pobre. En el 4º Congreso (1991) se enfatiza la necesidad de animación misionera
generalizada y de una formación adecuada de las personas y de las comunidades.
Luego vendrá la Confer encia de Santo Domingo (1992) que recogiendo toda la riqueza
acumulada en los años invita a una misión en clave evangelizadora. Es la hora de la “nueva
evangelización”, ya propuesta desde el 1983 por Juan Pablo II. Nueva Evangelización que coloca a los
laicos como sujetos fundamentales 46 , ya que es un “compromiso de todos y desde comunidades vivas,
con el protagonismo de los laicos” (SD 298) llamados a vivir la vocación universal a la misión en sus
diversos ámbitos: familia, parroquia, trabajo, servicio social, educativo, ecuménico. También une la
proclamación de la misión ad gentes a la nueva evangelización, “sabiendo que no puede haber nueva
evangelización sin proyección al mundo no cristiano” (SD 125). “Es la hora misionera de América.
Dirigimos a todos un anuncio fuerte y entusiasta para la evangelización, no sólo en el seno de nuestras
Iglesias, sino más allá de nuestras fronteras” (SD 295). Recordando que “la conciencia misionera ad
gentes es todavía deficiente y débil” (SD 125). Aún si el documento hablará de una cultura cristiana
(cf. SD 229), una expresión muy poco acertada, la misión será entendida desde la inculturación del
evangelio, principalmente en los pueblos indígenas y afroamericanos, desde los propios originarios.
La propuesta de la misión desde la inculturación será retomada por el 5º COMLA (1995) con el
lema “El evangelio en las culturas, camino de vida y de esperanza” enfatizando el paso de una forma
monocultural de vida cristiana a una forma pluricultural y remarcando el urgente protagonismo de los
laicos, con su creatividad y sus valores tradicionales, para hacer posible la verdadera inculturación del
Evangelio. A propósito de este tema cabe recalcar que desde el año 1990 la Articulación Ecuménica
Latinoamericana de Pastoral Indígena (AELAPI), organiza los “Encuentr ostaller es de Teología
India”, habiendo realizado cinco hasta la fecha. Este movimiento busca promover un diálogo entre la
fe cristiana y las religiones ancestrales que conduzca al nacimiento de iglesias locales realmente
inculturadas entre los pueblos indígenas, desarrollando una actividad y reflexión misionera de gran
valor e importancia para el continente latinoamericano.
Continuando con el recorrido de los COMLA, el 6º Congreso se transforma en el 1º Congr eso
Amer icano Misioner o 47 , (CAM 1) en el año 1999. Lo particular de este evento fue la presencia del
Norte y su aporte. América Latina puede aportar su pobreza y su vitalidad, y recibir del Norte su
experiencia de la misión universal. Las conclusiones versaron sobre la importancia de recuperar la
centralidad del anuncio gozoso del kerigma, es decir, del anuncio de la presencia viva, poderosa,
amorosa y vivencial de Jesús en su misterio pascual. El 2º CAM (2003) tuvo como objetivo el Animar
la vida de las Iglesias Particulares del Continente para que, desde su experiencia evangelizadora,
46
Ya la Exhortación Apostólica postsinodal Christifideles laici afirmó que es urgente hoy “la acogida por parte de los
fieles laicos del llamamiento de Cristo a trabajar en su viña, a tomar parte activa, consciente y responsable en la misión de la
Iglesia en esta magnífica y dramática hora de la historia, ante la llegada inminente del tercer milenio. Nuevas situaciones,
tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas y culturales, reclaman hoy, con fuerza muy particular, la acción de los
fieles laicos.” (CL 3)
47
El Cardenal Tomko decidió declarar el COMLA 6 el primer Congreso Misionero de toda América.
34
asuman responsable y solidariamente el compromiso de la misión ad gentes. A su vez propuso una
misión desde la pequeñez, la pobreza y el martirio.
La Confer encia de Aparecida (2007) con su lema “Discípulos y misioneros de Jesucristo para
que nuestros pueblos en Él tengan vida ” pone al centro la realidad misionera. El actual cambio de
época “cuyo nivel más profundo es el cultural” (DA 44) exige un discipulado “inseparable” de la
misión (DA 278) y que debe ser vivido intensa y visiblemente en la comunidad cristiana. Este
discipulado misionero se concreta en “la opción preferencial por los pobres, la promoción humana
integral y la auténtica liberación cristiana” (DA 146). El objetivo de la misión es la Vida plena en
Cristo y para esto propone cuatro ejes fundamentales que son irrenunciables para un verdadero
discipulado misionero (cf. DA 226): el encuentro con “Jesucristo vivo” (DA 99, 167, 248, 446c); el
sentirse “realmente miembros de una comunidad eclesial y corresponsables en su desarrollo” (DA
226b); que desarrolla “una clara y decidida opción por la formación” (DA 276); en una Iglesia que
asume el desafío de estar “en estado permanente de misión” (DA 213). Para esto propone la Misión
Continental (DA 551). En cuanto a la misión ad gentes se abre una nueva comprensión al retomar lo
dicho por Benedicto XVI:
“El campo de la Misión ad gentes se ha ampliado notablemente y no se puede definir sólo basándose en
consideraciones geográficas o jurídicas. En efecto, los verdaderos destinatarios de la actividad misionera del
pueblo de Dios no son sólo los pueblos no cristianos y las tierras lejanas sino también los ámbitos
socioculturales y, sobre todo, los corazones.” 48
A partir de este recorrido observamos que la misión en y desde América Latina enfatiza, al
menos, las siguientes características: apertura a la esperanza, misión desde la propia pobreza,
insistencia en la liberación o salvación integral, respeto de la dignidad humana, promoción de la
justicia social, énfasis en la inculturación de la fe cristiana, testimonio de unidad y comunión eclesial
(con el Papa y la Iglesia universal) y bajo el signo mariano (que impregna la catequesis, los
sacramentos y los compromisos personales, familiares y sociales). Los valores de la religiosidad
popular aparecen principalmente en la devoción mariana, vivida en torno a los santuarios. El fuerte
sentido de Dios, de su cercanía y de su misterio, hacen de América Latina un Continente que puede
responder a los desafíos actuales sobre “la dimensión espiritual de la vida”, como “areópago que hay
que evangelizar” (RM 38).
Estas características tienen como horizonte teológico común el misterio de la encarnación, la
certeza de un Dios “inserto” en la vida concreta de los hombres y mujeres del continente, en sus
preocupaciones diarias, en sus luchas, gozos y esperanzas por un mañana mejor. Se trata de la
experiencia de un Dios que nunca ha abandonado a su pueblo pobre, oprimido, exiliado, migrante… La
realidad de la encarnación permite al creyente leer e interpretar los acontecimientos humanos, sociales,
culturales, religiosos… a la luz del Verbo encarnado, de aquella palabra de Dios que ha puesto su
tienda en el mundo (cf. Jn 1,14) y que es criterio último y definitivo de la transformación de la historia
según el Reino de Dios.
1.1.5 Una comprensión en gestación de la misión
Luego de este acercamiento a la misión desde la Biblia hasta la actualidad es el momento de
sintetizar algunas constantes y dinámicas. Paso siguiente es adentrarnos en nuestra propuesta
misionera, una “comprensión en gestación”, que quedará afianzada al final del proceso de
investigación. Considerando que “los datos bíblicos siguen siendo únicos y esenciales”, por tanto “el
48
BENEDICTO XVI, Discurso a los miembros del Consejo Superior de las Obra s Misionales Pontificias, 5 de mayo de 2007.
35
testimonio bíblico viene siendo y será catalizador de la misión universal” 49 , y recogiendo el aporte de
los documentos eclesiales analizados deseamos responder: ¿qué estímulos y desafíos a la misión
contemporánea nos ofrecen estos aportes?
Partiendo del aporte que significó el Concilio Vaticano II en la reflexión misionológica,
podemos afirmar que la misión tiene su punto de partida y referencia constante en la relación de la
Iglesia con la misión del Hijo 50 y del Espíritu, nacidas y querida por la “fuente de amor” que es el
Padre (cf. AG 2). La primogénita y primordial misión es comunicar el amor de Dios a la humanidad, a
través de su Hijo, el Resucitado (missio Dei), con la fuerza del Espíritu, para que ésta participe del
Misterio Pascual que de manera misteriosa el Espíritu Santo comunica a todos los seres humanos (cf.
GS 22).
Desde esta perspectiva, la tarea de la Iglesia es ser signo e instrumento del amor de Dios que es
compasión por la historia y, desde la historia, pasión conjunta por los demás (cf. DC 1939). Entonces
el amor es fuente y “fuerza de la misión, y es también el único criterio según el cual todo debe hacerse
y no hacerse, cambiarse y no cambiar” (RM 60d). Fundamentalmente la Iglesia, y cada cristiano, es
signo del amor de Dios siendo testimonio de vida. Esta “es la primera e insustituible forma de misión
(...) y en muchos casos es el único modo posible de ser misioneros” (RM 42).
La misión de la Iglesia es anunciar el amor desbordante de Dios hacia toda su Creación. Amor
que se manifestó plenamente en Jesucristo el cual anunció la “Buena Noticia” del Reino de Dios,
dejándonos la misión de seguir viviendo bajo la acción de éste. Por esto “la Iglesia está efectiva y
concretamente al servicio del Reino” como “fuerza dinámica en el camino de la humanidad hacia el
Reino escatológico” siendo “promotora de los valores evangélicos entre los hombres” (RM 20). Al
respeto son iluminadoras las palabras de Jon Sobrino cuando afirma que
“el anuncio del reino de Dios no es sólo algo verdadero –así son las cosas, sino algo que por esencia debe ser
anunciado con gozo y debe producir gozo, como también lo constatan los evangelios. Y esto, digamos de
pasada, impone algunas condiciones sobre cómo anunciarlo en el presente y posibilita la verificación de si se
ha anunciado. No es lo mismo anunciar una verdad para que sea aceptada, que, además, resulta ser buena
noticia, que anunciar en directo una buena noticia, que es, además, verdad. Y un modo de verificar que lo que
se ha anunciado es buena noticia es constatar si produce gozo, pues sería estricta contradicción anunciarla y
que no generase gozo. El gozo del que lo anuncia y del que lo recibe es esencial a que en el anuncio esté en
juego una buena noticia, cosa frecuentemente olvidada en la misión de la Iglesia, muchas veces más
interesada en comunicar una verdad que debe ser ofrecida y recibida ortodoxamente, sin preocuparse de
presentarla con gozo y de verificar de si ha generado o no gozo.” 51
Desde una clave hermenéutica existencial podemos comprender mejor cómo el anuncio de la
“Buena Nueva” va mucho más allá del anuncio doctrinal y de implantación 52 , ya que “la historia
bíblica desbarata constantemente los esfuerzos humanos por encapsular a Dios” 53 , no anulando su
importancia y prioridad “que tiene por objeto a Cristo crucificado, muerto y resucitado” (RM 44c). Más
49
D. S ENIOR – C. STUHLMUELLER, Biblia y misión. Fundamentos bíblicos de la misión, Verbo Divino, Estella 1985, 459.
50
“Ya que la Iglesia es en Cristo como un sacramento o signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de
todo el género humano...” (LG1)
51
J. SOBRINO , Jesucristo liberador. Estudio históricoteológico de Jesús de Na za ret, Trotta, Madrid 2001, 110.
52
“No hay, en los textos evangélicos, señales de que la misión esté relacionada con la invasión de un espacio desconocido, y
menos, todavía, con la conquista de territorios y personas, ni con una utopía universalista. Los confines del mundo , son el
ecumene, es decir, el espacio de la diversidad. Lamentablemente a lo largo de la historia del pensamiento y la praxis
cristiana, el término se ancló a los acontecimientos que cambiaron la geografía del mundo y de las culturas.” (A. POTENTE ,
“Evangelio, misión, inculturación: intento hermenéutico”, en AMERINDIA, Tejiendo redes de vida y esperanza . Cristianismo,
sociedad y profecía en América Latina y el Caribe, Bogotá 2006, 407)
53
D. S ENIOR – C. STUHLMUELLER, Biblia y misión. Fundamentos bíblicos de la misión, Verbo Divino, Estella 1985, 460.
36
bien, es por el mismo kerygma que la misión, ante todo, es una vivencia que nace y renace a partir de la
experiencia de las primeras comunidades cristianas. Nace del encuentro transformador con el
Resucitado que impulsa a los discípulos y discípulas trasmitir lo vivido, y renace cada vez que logran
compartir el gozo experimentado y el sueño divisado buscando nuevos espacios que les exigen re
inventar su vida. Recordemos que “las comunidades cristianas primitivas estaban convencidas de que,
mediante la resurrección de Jesús, Dios había declarado: ‘Ahora es el tiempo aceptable; ahora es el día
de la salvación’.” 54 Por tanto la misión, desde una visión optimista de la historia, se juega en el
presente, en cada presente marcado por su contexto.
Esta misión existencial de los primeros discípulos y discípulas tiene las características de
“fidelidad al sueño aprendido y compartido”, junto con la “búsqueda de alternativas para realizarlo” en
un contexto de interacción entre las culturas judía, romana y griega. Aquí la misión es “éxodo,
diáspora, exilio, camino y búsquedas” con el anhelo profundo de generar una “posibilidad de vivir de
otro modo, dentro del mundo pero fuera del sistema que el mundo había parido”. Una misión donde “el
envío fue experiencia de una energía divina, más por la necesidad de buscar y ver dónde Se fue... y
dónde se realizaba la promesa, que por el deseo de unificar al mundo bajo el mismo lenguaje y el
mismo camino soteriológico.” 55
Desde esta perspectiva el anuncio misionero y la predicación del evangelio “no tiene nada que
ver con la arrogante imposición o certeza de quien piensa poseer algo absoluto y definitivo.” Lo que se
busca “es revocar el encuentro, y el encuentro con el misterio: encuentro personal, vivificador,
liberador.” Desde esta perspectiva, para Antonieta Potente la misión ha de
“sintonizar con el movimiento desobediente de corrientes humanas y culturales que están buscando caminos
alternativos, encrucijadas de sueños políticos, sociales, más humanos; deseo de participación, intento de
inventos, voluntad de participación, creatividad originaria y original, salida de todo paternalismo o
maternalismo religioso y social.” 56
Una misión que se entrelaza entre complicidad y sospecha 57 , con “el gozo y la esperanza, la
angustia y tristeza de los hombres de nuestros días, sobre todo de los pobres y toda clase de afligidos”
porque “nada hay verdaderamente humano que no tenga resonancia en su (el de Cristo) corazón.”
Donde la comunidad cristiana “es íntimamente solidaria con la humanidad y con su historia.” (GS 1)
Desde otra perspectiva, en este caso la misionológica, David Bosch nos propone una misión en
transformación, que “quiere decir, por un lado, que la misión se entiende como una actividad que
transforma la realidad, y por el otro lado, que hay una constante necesidad de que la misión misma siga
siendo transformada”. Por esto la “tarea de determinar qué es la misión es extremadamente difícil”. Y
“requerimos de una hermenéutica más radical y comprehensiva de la misión.” 58
54
Idibem.
55
A. POTENTE “Evangelio, misión, inculturación: intento hermenéutico”, en AMERINDIA, Tejiendo redes de vida y
esperanza. Cristianismo, sociedad y profecía en América La tina y el Ca ribe, Bogotá 2006, 408.
56
Ídem, 409.
57
“La hermenéutica a aplicar es la de la sospecha, que lleva a los teólogos y las teólogas a preguntarse por los presupuestos
y condicionamientos de todo tipo que intervinieron tanto en la producción de los textos como en su precomprensión e
interpretación: de género, de clase, de religión, de cultura, de etnia o raza, etc. Dicha hermenéutica descubre la facilidad con
que los textos tenidos por revelados pueden convertirse en ideología y servir a intereses no confesados de poder, sean
personales o institucionales.” (J. J. T AMAYOACOSTA, Nuevo Paradigma teológico, Trotta, Madrid 2003, 81)
58
D. J. B OSCH, Misión en transforma ción. Cambios de paradigma en la teología de la misión, Libros Desafíos, Michigan
2000, 621622.
37
Esto porque, como he procurado mostrar velozmente, existe continuamente la tentación de
“encarcelar la missio Dei en los estrechos confines de nuestras propias predilecciones” y por tanto ser
culpables de parcialidad y reduccionismo. Olvidamos que “en la Biblia no hay estructuras fijas para la
misión, sino pluralidad de respuestas a circunstancias diferentes.” Por eso “es importante subrayar el
pluralismo inherente a la teología bíblica de la misión. El pluralismo, en dicha teología, se entiende
como legítima diversidad dentro del contexto de la unidad fundamental.” 59
Tenemos que estar continuamente alertas y prevenidos de “delimitar demasiado precisamente la
misión”. Estar alertas que no se logra por medio de teoría sino por medio de la poiesis que nos invita a
una continua creación imaginativa utilizando imágenes evocadoras. 60 Comparto con David Bosch su
apreciación, al final de su obra, cuando afirma que
“la misión es la missio Dei que busca subsumir en sí misma las misiones ecclesiae, los programas misioneros
de la Iglesia. No es la Iglesia quien ‘emprende’ la misión; es la missio Dei la que constituye a la Iglesia. La
misión de la Iglesia necesita una renovación y reconceptualización continua. (...) La missio Dei purifica a la
Iglesia. La coloca bajo la cruz, el único lugar donde siempre está segura, (...) lugar de la humillación y del
juicio, pero también un lugar de refrigerio y nuevo nacimiento.” 61
Y esto porque
“el pluralismo no se limita a esta variedad de motivos teológicos. En un nivel más hondo, el pluralismo es
parte de la visión básica de la misión cristiana. Es parte del destino de la humanidad. La historia bíblica, en su
sentido más amplio, se mueve de lo singular a lo múltiple, de lo uniforme a lo plural.” 62
En definitiva, esta opción y propuesta misionera en gestación busca responder a la
configuración actual del mundo en general, y religioso en particular, donde
“la presencia de indicios de crisis de fe en el seno de los que nos consideramos creyentes, por una parte, y la
cada vez más visible presencia de formas de espiritualidad al margen del cristianismo, e incluso de toda
religión, por otra, fuerzan a reconocer, más allá de las declaraciones expresas de los sujetos en relación con
Dios y la religión, la existencia de un continuum de posturas y actitudes entre las que no siempre resulta fácil
establecer fronteras precisas.” 63
Para responder a esta “religiosidad de la frontera”, como la llama Mardones y que “nos sitúa en el
centro de los problemas vitales de nuestro mundo y nuestro tiempo” 64 , considero que la misión 65 :
ha de superar el criterio geográfico según los destinatarios para tener en el centro la relación
originaria DiosCreación cabalgando más allá del clásico binomio Iglesiamundo. Es asumir
con cabalidad la realidad del Reinado de Dios.
59
D. SENIOR – C. STUHLMUELLER, Biblia y misión. Fundamentos bíblicos de la misión, Verbo Divino, Estella 1985, 465
466.
60
Cf. D. J. BOSCH , Misión en transforma ción. Cambios de paradigma en la teología de la misión , Libros Desafíos,
Michigan 2000, 622.
61
Ídem, 631.
62
D. SENIOR – C. STUHLMUELLER, Biblia y misión. Fundamentos bíblicos de la misión, Verbo Divino, Estella 1985, 465
466.
63
J. M. V ELASCO, Mística y humanismo, PPC, Madrid 2007, 36.
64
Según el autor, esta religiosidad “nos remite más allá de la división o frontera entre creyentes y no creyentes.
Participamos de los problemas de los hombres, antes o más allá de las creencias. De ahí que está religiosidad nos sitúe mano
a mano con los nos creyentes y con cualquier hombre de ‘buena voluntad’ a la búsqueda de las soluciones o medidas para
una humanización. Se difuminan las diferencias; se acercan los límites.” (J. M. M ARDONES, En el umbral del mañana. El
cristianismo del futuro , PPC, Madrid 2000, 110)
65
Para esto me inspiro también en la conclusión que presenta Eloy Bueno de la Fuente luego de un estudio sobre la tensión
de la transición en la concepción de la misión. Ver: E. BUENO DE LA F UENTE , La encrucijada de la misión, Verbo Divino,
Estella 1999, 161163.
38
ha de tener como sujetos de la misión a toda la humanidad y no sólo los cristianos, porque la
misión originaria es la missio Dei que impulsa hacia una vida plena de sentido, dignidad y
justicia de todo ser humano.
ha de partir desde la vitalidad de la existencia, que va articulando una universalidad desde la
particularidad de las culturas y contextos, y no desde la doctrina.
ha de saber responder a la encrucijada del mundo pluralista y en continua transformación
colocando la misión en las fronteras o lugares de intersección, que exigen salir para llegar a
otro puerto. El envío va de la mano del éxodo.
ha de ser una propuesta alternativa, desde la profecía y la sabiduría, para aportar a una
transformación de la humanidad desde la justicia y dignidad (cf. EN 18).
ha de estar anclada en una eclesiología “de y en” comunión, que tiene un rol de signo y
símbolo de lo ya inaugurado por Jesús con su Resurrección.
ha de ser una misión que hace del diálogo y el testimonio sus condiciones indispensables, no
renunciando al anuncio, pero sí reconociendo que el diálogo verdadero es ya anuncio y que
el anuncio es verdadero y respetuoso sólo desde el diálogo. Son las dos alas de la misión.
Lo dicho hasta aquí, me atrevo a graficarlo 66 , partiendo de los criterios para la misión desde los
destinatarios (cf. RM).
Nueva Evangelización
Nudo “interrelacional”, tanto Misión adextra y adintra
cultural, como religioso y Secularizados, sólo bautizados,
hasta cósmico. alejados, otras culturas no
occidentales
Actividad Pastoral
Ad Gentes Misión adintra
Misión adextra Cristianismos no
Otras religiones auténticos,
lejanas del mundo superficiales,
cristiano alienados,
sacramentales
El gran desafío para la misión actual es reflexionar sobre las relaciones que se dan al centro de
este gráfico (donde se encuentran los tres círculos), donde interactúan las personas e instituciones (con
sus lenguajes, lógicas internas y culturas) de los tres círculosmundos. El centro vendría a representar
esta misión que:
Tiene como horizonte la Buena Nueva del Reinado de Dios que manifiesta el “ya y todavía
no” de una vida de todos y todo en Dios.
Va gestando y pariendo otros mundos posibles, gracias al contacto, encuentro y
enriquecimiento con la pluralidad, la diversidad y el encuentro con “otros” y “otras”.
66
Elaboración propia
39
Genera un espacio proféticosapiencial donde se entretejen alternativas de vidas, esperanzas,
pertenencias y sentires que contrarrestan posibles fundamentalismos, relativismos y auto
referencias.
Tiene como objetivo ensanchar este “nudo interrelacional” (centro del gráfico) que es
intercultural, interreligioso e intercósmico, haciendo de la pluralidad su punto de partida y
criterio misionero 67 . Pluralidad que exige la capacidad de relación y vínculos con las otras
orillas.
Busca nuevos lenguajes más allá del universo simbólico católico, cristiano y religioso.
Son estas consideraciones finales las que nos empujan e impulsan a relacionar y profundizar la
misión con el tema de la interculturalidad, buscando pistas evangélicas que defiendan, promuevan y
gocen de la diversidad, la gran irrupción de nuestra época: “Buena Nueva” del amor de Dios que
encarnada en el testimonio de una comunidad, sea beneficio para “otros mundos posibles”.
El objetivo de este apartado es clarificar el concepto de interculturalidad que guía la
investigación. Actualmente la palabra interculturalidad la encontramos en escritos de índole educativo
y filosófico como antropológico y sociológico, por nombrar algunas áreas donde se ha profundizado
este tema 68 . Pero antes es necesario dejar claro que entendemos por cultura. Aunque existen
innumerables definiciones de cultura y por tanto sería todo un apartado entrar en la discusión sobre
dicho concepto, remito a la ya clásica definición de cultural propuesta por Tylor:
“La cultura es todo un complejo que incluye los conocimientos, las creencias, el arte, la moral, las leyes, las
costumbres y todas las demás disposiciones y hábitos adquiridos por el hombre, en tanto que miembro de
una sociedad.” 69
67
Al respecto, aún si desde perspectivas diversas de trabajo y no coincidimos con algunos rasgos esenciales de su obra,
compartimos en general la propuesta misionera que presenta J. Vigil desde su teología del pluralismo religioso. Una misión:
que acepte que hay salvación de manera autónoma e independiente de la Iglesia; que brota de fundamentos teológicos
nuevos; que no crea ir a lugares de misión que sea un ‘vacío soteriológico’; que sepa escuchar la Buena Noticia en otras
culturas y religiones; que sepa distinguir entre fe, religión y cultura; que no tenga como fin último la conversión del otro,
sino la fidelidad a Dios; que sepa enriquecerse de las demás religiones y vivencias de fe; que no sea vertical sino horizontal
y bidireccional; que sirva ante toda a la Vida y no a las instituciones. Cf. J. M. V IGIL, Teología del Plura lismo Religioso:
curso Sistemático de Teología Popula r , El Almendro, Córdoba 2005, 333357.
68
Algunos textos, sobre todo desde Latinoamérica en antropología: N. GARCÍA C ANCLINI, Diferente, desigua les y
desconectados. Mapa s de la intercultura lidad, Gedisa, Barcelona 2004; Culturas Hibridas, Grijalbo, México 1989. X.
ALBÓ, Iguales aunque diferentes. Hacia una s política s intercultura les y lingüística s pa ra Bolivia , Ministerio de Educación
UNICEFCIPCA, La Paz 2002. En educación: U. KLESSINGR EMPEL, coord., Lo propio y lo a jeno. Intercultura lidad y
sociedad multicultura l, Plaza y Valdés, México 1996. J. GODENZZI (ed), Educación e interculturalidad en los Andes y la
Ama zonía , Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas, Cusco 1996. CAAAP, Interculturalidad: un
desa fío, Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica Lima 1992. M AMADIO Y L. E. LÓPEZ, Educación
bilingüe intercultural en América La tina , CIPCAUNICEF, La Paz 1993. En filosofía: J. ESTERMANN, Filosofía Andina .
Sabiduría indígena pa ra un mundo nuevo , ISEAT, La Paz 2006. R. S ALAS ASTRAIN, Ética intercultural. Ensayos de una
ética discursiva para contextos culturales conflictivos, Abya Yala, Quito 2006. J. YÁNEZ, Ya nantin. La filosofía dialógica
intercultural del Manuscrito de Hua rochiri, AbyaYala, Quito 2002. J.M. ESQUIROL, Uno mismo y los otros. De la s
experiencias existenciales a la intercultura lidad, Herder, Barcelona 2005.
69
Citado en A. TORNOS C UBILLO, Inculturación. Teología y método , Descleé de BrouwerComillas, Madrid, 2001,20.
40
autores representativos, inmersos principalmente dentro de una tradición filosóficoteológica cristiana,
para exponer lo que se entiende por interculturalidad. Se ha realizado esta opción porque sus propuestas
interculturales son las más afines a los intereses de la investigación.
Uno de los autores es Raimon Panikkar, catalán de padre indio, sacerdote católico 70 . Su
propuesta intercultural está íntimamente ligada al diálogo interreligioso fruto de su experiencia durante
años en India, donde penetró profundamente en las tradiciones Hindú y Budista. El otro autor es Raúl
FornetBetancourt, de origen cubano radicado en Alemania. El desarrollo de su propuesta intercultural
parte desde el pensamiento filosóficoteológico latinoamericano 71 , desde Alberdi pasando por una
actualización del pensamiento de José Martí hasta nuestros días. La tercera es una autora, Diana de
Vallescar, catalana que actualmente vive en Portugal, filósofa y consagrada en la vida religiosa. Su
reflexión intercultural se centra en la combinación de la interculturalidad con la perspectiva de género
buscando suplir una falencia de género en la propuesta intercultural.
Considero que estos tres autores son representativos porque: hay una pensadora entre ellos, sus
reflexiones brotan desde sus vivencias personales en por lo menos tres continentes (Europa, América y
Asia), su pensamiento intercultural se enriquece de otros afluentes: la religiones orientales, el
pensamiento y tradición latinoamericana, y la corriente feminista. También son expresiones de tres
generaciones distintas: Panikkar nacido en el 1918, FornetBetancourt en 1946 y Diana de Vallescar en
1962.
Entonces, desde esta riqueza de procedencia, formación y pertenencias, demarcaremos el tema
de la interculturalidad procurando ser esquemáticos y sintéticos, pero a la vez dejando que hablen los
autores mismos. Creo conveniente dejar claro que la siguiente exposición no desea ahondar en sus
propuestas filosóficas, con semejanzas y diferencias, sino más bien explicitar el sustrato común que las
fecunda: la interculturalidad.
70
En el área teológica sus referentes en la reflexión han sido algunos teólogos postconciliares como K. Rahner, H. de
Lubac, Teilhard de Chardin, J. Daniélou, junto con la tradición de los grandes místicos cristianos entre los cuales podemos
citar a M. Eckhart, san Juan de la Cruz y al mismo santo Tomas de Aquino. (Cf. R. PANIKKAR, De la mística. Experiencia
plena de la Vida, Herder, Barcelona 2005; La nueva inocencia, Verbo Divino, Estella 1999; Intuición cosmoteándrica . La s
tres dimensiones de la realidad , Trotta, Madrid 1999; El silencio de Buddha. Una introducción al ateísmo religioso ,
Siruela, Madrid 1996)
71
En su reflexión ha sido decisiva el aporte de la teología latinoamericana, especialmente autores como J. C. Scannone, E.
Dussel, I. Ellcuría, J. Sobrino, C. Boff, G. Gutiérrez, L. Boff y E. López entre otros. (Cf. R. FORNETBETANCOURT,
Transformación intercultural de la filosofía , Desclée, Bilbao 2001, 125167)
72
Cf. R. P ANIKKAR, Paz e intercultura lidad. Una reflexión filosófica , Herder, Barcelona 2006, 93104.
41
En otras palabras,
“si se admite que la ‘cultura científica’ es superior a cualquier otra, y que las demás culturas están destinadas
a desaparecer, no se puede seguir hablado de interculturalidad. Se hablará entonces de una cultura universal,
superior y única, enriquecida por las contribuciones marginales de las culturas ‘no desarrolladas’, entendidas
más o menos como ‘folklore exótico’. Frente a esto se comprende que la interpelación intercultural se
convierta en un verdadero desafío a la cultura dominante.” 73
Desde una clave religiosa y no tanto cultural como la expuesta, aunque religión y cultura están
íntimamente entrelazadas, podemos hablar de un tiempo axial.
“Como el primero, este segundo tiempo axial no afectará sólo a lo religioso, sino a la humanidad misma en lo
más profundo de su conciencia y de sus relaciones integrales entre los propios seres humanos así como con la
naturaleza, la Tierra y el Cosmos. A la vista de estas macrodimensiones entre las religiones (…) se nos
presenta como una evidencia que se desprende por sí misma a la vista de la transformación en curso. (…)
Cuando abrimos los ojos a la realidad sin límites que nos desborda, nos damos cuenta de que al margen de
nuestras resistencia o incomprensiones, todos estamos siendo de hecho absorbidos por un torbellino
ascendente evolutivo que nos va a terminar ubicando en un mundo nuevo donde la pluralidad y el pluralismo
serán como la estructura misma del ser.” 74
Una opción que exige, según FornetBetancourt, una “cualidad que puede obtener cualquier
persona o cualquier cultura a partir de la praxis de vida concreta”. Es en la cotidianeidad donde se
“cultiva precisamente la relación con el otr o de una manera envolvente, es decir, no limitada a la
posible comunicación racional a través de conceptos sino asentada más bien en el dejarse ‘afectar’,
‘tocar’, ‘impresionar’ por el otro”. Entonces la interculturalidad “no es sólo un tema teórico sino
primordialmente una experiencia”, que permite generar “un saber práctico de la interculturalidad” que
nos exige ser cultivado de manera reflexiva para “organizar nuestras culturas alternativamente desde él,
para que la interculturalidad se convierta realmente en una cualidad activa en todas nuestras culturas.” 76
Siguiendo a Panikkar, la interculturalidad es una inter pelación que “requiere algo más que
buena voluntad; requiere también la comprensión del otro, lo cual no es posible sin trascender el propio
73
Ídem, 103.
74
J. M. VIGIL, Teología del Pluralismo Religioso: curso Sistemá tico de Teología Popula r , El Almendro, Córdoba 2005,
304305.
75
Cf. D. DE VALLESCAR, Cultura , multicultura lismo e intercultura lidad. Hacia un raciona lidad intercultural, Covarrubias,
Madrid 2000, 3963401.
76
R. FORNETBETANCOURT, Transforma ción intercultural de la filosofía , Desclée, Bilbao 2001, 256257.
42
punto de vista, sin interculturalidad.” 77 Esta pone de manifiesto que los seres humanos estamos inter
relacionados y a la vez somos diversos. El inter denota relación pero a la vez diferencia. Hay relación
porque hay diferencia, porque hay diversidad hay relación. Diversidad que no es sólo “indiosincrásica”
o de carácter, sino principalmente cultural. Esto significa distintas maneras de pensar, actuar y vivir en
la realidad, por tanto las diferencias no son superficiales sino importantes y relevantes para la dignidad
personal, comunitaria y de un pueblo. De ahí que esta diferencia cultural exija una disposición
“por la que el ser humano se capacita para […] y se habitúa vivir ‘sus’ referencias identitarias en rela ción
con los llamados ‘otros’, es decir, compartiéndolas en convivencia con ellos. De ahí que se trate de una
actitud que abre al ser humano y lo impulsa a un proceso de reaprendizaje y de reubicación cultural y
contextual. Es una actitud que por sacarnos de nuestras seguridades teóricas y prácticas, nos permite percibir
el analfabetismo cultural del que nos hacemos culpables cuando creemos que basta una cultura, la ‘propia’,
para leer e interpretar el mundo.” 78
A este punto es importante dejar claro el concepto de cultur a que está de fondo en la
interculturalidad y que permite hablar de “reaprendizaje y de reubicación cultural”, de “analfabetismo
cultural”. La cultura no es un bloque homogéneo, entidades sagradas portadoras de valores intocables y
con una rígida coherencia significativa. Las culturas son más bien procesos ambivalentes que reflejan
tensiones internas, de todo tipo, entre sus miembros. Por tanto son algo dinámico, en continua
gestación y cambio por el simple hecho que el ser humano recibe cultura pero también genera cultura. 79
Por tanto las culturas
“van creciendo en condiciones contextuales determinadas como proceso abiertos en cuyo principio se halla ya
el trato y el comercio con el otro –sea la naturaleza o sean las diosas o los dioses y con los otros –sea otra
familia en el mismo pueblo o sean los pueblos vecinos. Las culturas son procesos de frontera. Y es frontera
como experiencia básica de estar en continuo tránsito, no es solamente una frontera que demarca el territorio
propio, que traza el límite entre lo propio y ajeno como un límite que marcaría el fin de lo propio y el
comienzo de lo ajeno, dejando así lo ajeno del otro lado de la frontera. No, esa frontera se produce y establece
al interior mismo de eso que llamamos nuestra propia cultura. El otro está dentro, y no fuera de lo nuestro”. 80
Desarrollemos sintéticamente que significa que “el otr o está dentr o y no fuer a de lo
nuestr o”. Esto significa que las culturas se van originando desde un continuo proceso de negociación e
intercambio con lo “ajeno”, y esto exige la apropiación, o sea, ir creciendo “con” y “desde” el otro. A
su vez, eso que se va cristalizando como “propio” no es propiedad absoluta de una cultura, por el
simple hecho que ha entrado o salido en el contacto con el otro. Pero además las culturas se van
gestando a partir de matrices polivalentes donde conviven varias tradiciones, donde muchas veces una
de éstas se va imponiendo, no sin vivir conflictos y tensiones.
Lo dicho hasta aquí demuestra cómo la experiencia intercultural generalmente empieza a darse
cuando una persona cambia su contexto habitual de vida y se ve obligada a entrar en relación con
grupos y culturas diferentes a la suya. Es en ese momento, siempre y cuando exista una opción y
disposición de aceptar la interpelación que suscita la diversidad cultural del otro, que “se produce una
especie de rompimiento, que podríamos denominar en función de su impacto, alcance y profundidad –
efectivo y afectivo.” 81
Entonces desde este rompimiento efectivo y afectivo del universo simbólico y cultural es que
se podrá ir viendo lo ajenopropio dentro de nuestra tradición cultural y lo proprioajeno en aquellos
77
R. PANIKKAR, Paz e interculturalidad. Una reflexión filosófica , Herder, Barcelona 2006, 15.
78
R. FORNETBETANCOURT, Crítica intercultural de la filosofía latinoamericana actual, Trotta, Madrid 2004, 15.
79
Cf. R. FORNETBETANCOURT , Transformación intercultural de la filosofía , Desclée, Bilbao 2001, 377379.
80
Ídem, 257258.
81
D. DE V ALLESCAR, Cultura , multicultura lismo e interculturalidad. Hacia un ra cionalidad intercultural, Covarrubias,
Madrid 2000, 347.
43
diversos a nosotros. Se comienza a entablar el diálogo intercultural, un elemento clave dentro de la
interculturalidad y que profundizaremos a continuación.
1.2.2 El diálogo intercultural
Para concretizar y llevar adelante la opción ética del encuentro entre diversos mundos culturales
e ir construyendo una alternativa al modelo neoliberal actual, la interculturalidad propone el diálogo
intercultural, como herramienta e instrumento, pero principalmente como una condición del ser
humano. 82 Sobre el tema hay mucho escrito y reflexionado, también en el ámbito de la educación y
comunicación. Ámbitos en los cuales no entraremos, para poder centrarnos y profundizar mejor cómo
desarrolla este diálogo Panikkar, ya que lo conecta con la dimensión religiosa, siendo esto de gran
interés para nuestro estudio.
Panikkar contrapone al diálogo dialéctico, que al estar centrado en la razón termina siempre en
la imposición de uno sobre otro, el diálogo dialogal que permite, gracias a la simpatía, comunicarse
profundamente con el diverso/a desde un sustrato común: la dimensión vertical, o sea religiosa,
presente en todo ser humano. Así lo afirma el autor:
“El diálogo dialéctico presupone la racionalidad de una lógica aceptada recíprocamente como juez del
diálogo, un juez por encima de las partes implicadas. Pero la dialéctica puede ser entendida de otra manera:
no como confrontación de dos logoi (personas) en un duelo caballeresco ante el tribunal inapelable de la diosa
Razón, sino más bien como un legein (encuentro) de dos ‘dialogantes’ que se escuchan recíprocamente y se
escuchan para intentar comprender lo que la otra personas está diciendo, y más aún lo que quiere decir.” 83
De esta forma el diálogo pasa de ser una confrontación, por más respetuosa y amable, a un
encuentro transformador que busca llegar al corazón, “lo que quiere decir”, del otro/a. Dicho con otras
palabras, el diálogo dialéctico se mueve simplemente en las fronteras horizontales de la cultura racional
relegando los límites verticales que permite el encuentro dialogal, porque “la fronteras horizontales de
cada cultura están determinadas por las culturas de los otros, mientras que las fronteras verticales no
están establecidas por los otros, sino que provienen de la propia condición humana.” Estas fronteras
verticales “están delimitadas por las creencias fundamentales de cada cultura. Esto hace que todo
diálogo tenga, de manera más o menos consciente, un aspecto religioso.” 84
Aquí la apuesta de Panikkar es superar una visión dialéctica entre ser y pensar, afirmando que
“el logos no existe sin pneuma , sin espíritu, del mismo modo que el hombre no existe sin cuerpo.” 85
Por eso afirma que este diálogo
“presupone una confianza recíproca en un aventurarse común en lo desconocido, ya que no puede
establecerse a priori si nos entenderemos el uno al otro, ni suponer que el hombre sea un ser exclusivamente
lógico. El campo del diálogo dialogal no es la a rena lógica de la lucha entre ideas, sino más bien el ágora
espiritual del encuentro de dos seres que hablan, escuchan y que, se espera, son conscientes de ser algo más
que ‘maquinas pensantes o res cogitans’.” 86
Este aventurarse hacia lo desconocido es lo que rompe el círculo vicioso de la dialéctica, regido
por una lógica que excluye, para dar inicio a un “círculo vital: la vida es riesgo y coraje; no se rige por
82
“Lo que es constitutivo del hombre es el diálogo mismo –que no es, por tanto, sólo instrumento. El hombre en cuanto tal
es un ser dialogal y no un individuo aislado. De ahí que el defender que no se puede prescindir del diálogo en cualquier
problema humano equivale a decir que no se puede prescindir del hombre en cualquier referente al hombre.” (R. P ANIKKAR ,
Paz e intercultura lidad. Una reflexión filosófica , Herder, Barcelona 2006, 47)
83
Ídem, 31.
84
Ídem, 3132.
85
Ídem, 35.
86
Ídem, 52.
44
la lógica.” Interesante rescatar el simbolismo que utiliza el autor. En la arena se lucha, en el ágora se
habla, se conversa. Entonces las “reglas” de este diálogo no son simples normas sino actitudes
existenciales que podemos resumir en las siguientes:
no pone condiciones y es vulnerable;
requiere una actitud de toda la persona y no sólo una estrategia;
nos lleva a conocer en la medida en que somos conocidos y viceversa;
nace de una aspiración a la armonía o concordia;
presupone la superación de la “epistemología del cazador” 87 ;
no puede conducirse en abstracto y debe superar el “ojo por ojo” por el “ojo a ojo”;
busca un lenguaje común con el participante sin imponer su lenguaje;
es imposible si espera ser objetivo y anular la subjetividad de los participantes;
por eso requiere tanto un corazón puro (pneuma ) como una mente abierta (logos).
Dadas todas estas condiciones o reglas de éste diálogo, Panikkar afirma con fuerza y
contundencia: “considero la práctica del diálogo dialogal como el acto religioso por excelencia.” 88 En
esta misma línea el autor afirma que “la mística es el pasaporte para sobrepasar las fronteras culturales
–y la mística no es auténtica si falta el amor.” 89 Esta dimensión espiritual, que Panikkar llama tercera
(que se complementa con la dimensión corporal y la intelectual), es la que nos permite superar, o mejor
dicho trascender, las fronteras que podría imponer el pluralismo cultural llevándonos a un solipsismo.
Esto porque
“la realidad (el Ser, lo que de alguna manera hace que los seres sean) no es sólo una realidad a se, objetiva;
está también en nosotros, subjetiva; formamos parte de ella y somos conscientes de eso precisamente en el
conjunto de relaciones con aquello que llamamos el ‘todo’, pero que no es otra cosa que la noción que
adquirimos a partir de nuestras relaciones.” 90
Somos diálogo. El espíritu nos da vida y se manifiesta en la medida que nos dejamos captar por
el Misterio 91 : que puede ser llamado Divinidad, Dios, Energía, Fuerza, Espíritu, Presencia, etc. Estas
últimas afirmaciones nos abren con claridad a la dimensión espiritual que está a la raíz del diálogo
dialogal intercultural y que se hace fundamental profundizar, dado el carácter teológico de la
investigación. Al respecto es iluminador este párrafo de Panikkar:
“Si Dios es un Alter 92 y no un Alius 93 esto implica que Dios es el otro (parte, lado, aspecto, ser, creador…) de
nosotros. Si el ‘otro’ hombre es un extranjero, un ‘otro’, hemos de resignarnos a lo que hemos dicho sobre la
imposibilidad de conocer al ‘otro’ como ‘otro’ (a liud). Si el otro hombre es mi prójimo, otro (alter ), entonces
yo puedo conocer al otro como a la otra parte de mí mismo y complemento de mi autoconocimiento. En algún
sitio está escrito ‘ama a tu prójimo como a ti mismo’ como tu mismo yo, y no como otro yo.” 94
87
“Es decir, esa actividad dirigida a la caza de informaciones realizada por una ‘razón instrumental’ separada del resto del
ser humano y sobre todo del amor. El cazador debe matar o por lo menos herir la presa para capturarla. Esta epistemología
está separada de toda ontología, como ha sucedido en la Europa moderna cuando ha proclamado su ‘edad de la Ilustración’
porque creía en la Diosa Razón, la razón raciocinante.” (Ídem, 54)
88
Ídem, 57.
89
Ídem, 68.
90
Ídem, 71.
91
“Pertenece a la estructura del concepto positivo de misterio, por una parte, que cuando se le capta, no deja de ser misterio.
En eso se distingue el misterio del enigma; éste, cuando ya se ha comprendido, deja de ser enigmático. Por el contrario, lo
misterioso no se puede disolver, desnudar, exteriorizar. Pero por otra parte, pertenece a la estructura del concepto positivo
del misterio que sea esencial del misterio el dejarse captar. Aun cuando no puede ser ‘disuelto’ quiere ser captado. Un
verdadero misterio nos atrae hacia la confianza. Familiariza consigo mismo en cuanto misterio. Por tanto el misterio es el
sujeto del dejarsecaptar: se revela como misterio.” (E. JÜNGEL, Dios como misterio del mundo, Sígueme, Salamanca 1984,
325326)
92
Compañeroprójimo, según la etimología que Panikkar da en su texto.
93
Extranjeroextraño, según la etimología que Panikkar da en su texto.
94
R. PANIKKAR, Paz e interculturalidad. Una reflexión filosófica , Herder, Barcelona 2006, 76.
45
Yo soy el otro, porque en el otro estoy yo, porque Dios esta en mí y en el otro. Esta es la idea de
fondo que hace posible el dialogo intercultural y permite superar las barreras culturales, no
suprimiéndolas o volviéndolas difusa, sino fecundándolas unas a otras para enriquecernos mutuamente.
Esto es posible en la medida que somos capaces de restablecer la relación con la divinidad 95 . Por eso,
para el autor, el cambio que propone la interculturalidad “no es ni económico ni político, sino
antropológico, pero no es posible sin un cambio teológico.” Esto significa que “hasta que el hombre no
haya restablecido, de manera nueva, su ligazón con el cielo seguirá siendo un homo hominis lupus y no
cesará la guerra de todos contra todos.” Porque “la inercia de la historia se supera sólo con la fuerza del
Espíritu.” 96 Por tanto, aún si es cierto que el cambio que propone la interculturalidad es
primordialmente antropológicoteológico, en la medida que se de este cambio, se ira gestando una
transformación políticaeconómica que generará una alternativa al orden mundial vigente. Esto lo
desarrollaremos a continuación.
1.2.3 Propuesta alternativa desde una universalidad desde lo contextual
Dentro del contexto mundial de globalización, caracterizado por una parte con un proyecto
monocultural y por otra de un relativismo cultural, la interculturalidad es una propuesta alternativa,
utópicacrítica, que implica una nueva compresión de la universalidad, como lo expresa claramente
FornetBetancourt:
“La interculturalidad se propone, pues como una alternativa que permite reorganizar el orden mundial porque
insiste en la comunicación justa entre las culturas como visiones del mundo y porque recalca que lo decisivo
está en dejar libre los espacios y tiempo para que las ‘visiones’ del mundo puedan convertirse en mundo
reales. La alternativa propuesta por la interculturalidad implica, por tanto, una nueva comprensión de la
universalidad; pues se trata de una universalidad que supone la liberación realizante de todos los universos
culturales y que, por eso mismo, ni se impone por imperio de algún centro ni se logra al alto precio de la
reducción y de la nivelación de lo diferente, sino que crece desde abajo como un tejido de comunicación libre
y de solidaridad.” 97
A este punto se puede cuestionar que esta comprensión intercultural de la universalidad es una
puerta abierta al relativismo o la fragmentación e incomunicación entre las culturas. Al respecto son
iluminadoras las palabras de R. Panikkar:
“Interculturalidad no significa relativismo cultural (una cultura vale tanto como la otra), ni fragmentación de
la naturaleza humana. Toda cultura es cultura humana –aunque puede degenerar. (...) Existen inva riantes
95
“El hombre llega a su verdad auténtica precisamente por el hecho de que soporta y acepta con relajada serenidad esta
imposibilidad conocida de disponer de la propia realidad.” (K. R AHNER, Curso fundamenta l sobre la fe. Introducción a l
concepto de cristianismo , Herder, Barcelona 1998 5 , 63)
96
R. PANIKKAR, Paz e interculturalidad. Una reflexión filosófica , Herder, Barcelona 2006, 118.
97
R. FORNETBETANCOURT, Transforma ción intercultural de la filosofía , Desclée, Bilbao 2001, 375376.
46
humanos, pero no existen universales cultura les. Su relación es trascendental: el invariante humano se percibe
solamente dentro un determinado universal cultural.” 98
Ejemplificando, podemos decir que todos los seres humanos duermen y comen (invariante
humano), pero el sentido que tienen estos dos actos difiere de cultura a cultura (no existen universales
culturales). O en relación al mundo religioso, podemos afirmar que todos los seres humanos son re
ligados (invariante humano) pero el sentido y manifestación de esta religación es muy diverso. Por
tanto, repitámoslo una vez más, “el respeto de la dignidad humana exige el respeto cultural, inseparable
de un mutuo conocimiento –sin el cual caeríamos en la tentación de querer imponer nuestra cultura
como modelo de convivencia humana.” 99 Y con nuestra cultura también nuestras manera de vivir la
religación.
Aquí es donde entra en acción la interculturalidad reconociendo que “toda perspectiva es
limitada, pero existe siempre la posibilidad de un intercambio y de una ampliación de perspectivas” a
partir del diálogo intercultural. Esta ampliación puede darse a partir de la valoración positiva del otro,
pero no es posible “valorar correctamente el punto de vista del otro sin un conocimiento de su cultura –
conocimiento al que no puede llegarse sin amor o al menos sin simpatía.” 100 Por eso en el acápite
anterior afirmamos que la interculturalidad es una interpelación que invita a desarrollar una actitud y
disposición de apertura hacia lo diverso, exige un continuo reaprendizaje de lo propio y ajeno, y por
tanto una reubicación es su contexto.
Desde este planteamiento de la universalidad concreta que crece desde abajo, donde las
particularidades se solidarizan para hacer la vida posible para todos, difundiendo la tolerancia y la
convivencia, la interculturalidad puede ser el norte para una propuesta crítica contra la globalización.
Oponiendo
“a la lógica de la exclusión que rige el proyecto globalizado por el neoliberalismo un contrapeso fuerte al
promover el espíritu de una cultura que hace lugar al extraño y que convoca a un universalismo inclusivista
que crece sin dominar ni reducir; un universalismo que se va mundializando por la cordialidad, hospitalidad y
simpatía.” 101
Entonces esta propuesta alternativa al modelo actual tiene como ejes superar la lógica de la
exclusión por aquella del diálogo, donde las culturas se saben respetadas como sujetos. Esto nos abre al
próximo acápite, el de una nueva racionalidad.
1.2.4 Racionalidad intercultural
Diana de Vallescar es quien, luego de un estudio profundo y sistemático sobre la
interculturalidad, propone una racionalidad intercultural. Considero que es importante profundizar esta
propuesta porque nos permitirá tener elementos para la propuesta hermenéutica que busca desarrollar
nuestra investigación, y también porque complementa y sintetiza todo lo dicho hasta aquí sobre la
interculturalidad. La racionalidad intercultural
“alude a una manifestación de la razón que, es desplegada a partir de la experiencia o vivencia intercultural.
Mediante esta podemos llegar al reconocimiento de que mi tradición es sólo una entre tantas, con su propia
manera de acceder a la realidad y de que, existen otras –diversas; en principio, igualmente legítimas. Cada
una con sus propios lenguajes, herramientas conceptuales y una visión ventajosa de la realidad. Por eso se
98
R. PANIKKAR, Paz e interculturalidad. Una reflexión filosófica , Herder, Barcelona 2006, 18.
99
Ibidem.
100
Ibidem.
101
R. FORNETB ETANCOURT, Transformación intercultura l de la filosofía , Desclée, Bilbao 2001, 382.
47
sitúa frente a ellas en clave de ‘interindependencia’ 102 y, es capaz de comprender que sus aportaciones están
íntimamente ligadas a su autocomprensión y mitos, en vinculación con el desarrollo específico de cada
cultura, apoyada en sus condiciones de socialización. Pero también vislumbra una dinámica del cruce y
conflicto que mantiene con otras tradiciones.” 103
Para explicitar lo expresado por la autora recurriremos, en manera de punteo, a las
características más importantes de esta razón intercultural 104 :
una racionalidad entendida como invariante antropológica : esto significa que está presente en
todos los seres humanos y las culturas, aunque a través de diferentes vías y modos. Además del
hecho que en cada cultura no siempre será la manera principal de acceder al conocimiento de la
realidad.
Una racionalidad contextual: a la medida de la condición de cada ser humano, por tanto situada
y afectada por múltiples condicionantes. Esto porque el contexto cultural le da forma y es el
lugar donde se desarrolla. Sabiendo que la cultura no es un absoluto, por ende puede manipular
y oprimir, mantiene su dimensión crítica y autocrítica. Pero no por esto elimina sus aspiraciones
profundas y la necesidad de verdad.
Una racionalidad interindependiente : busca un acercamiento a la realidad de manera integral y
no fragmentaria. Es por ello que brota de la “confianza en la existencia de algo fundamental
enraizado en la realidad y en la existencia humana.” Esto significa asumir una triple dimensión
de lo real: la de lo pensado (logos), lo impensado (mitho ) y lo impensable (pneuma ). En
consecuencia es consciente de su insuficiencia para abarcar todo lo real y la necesidad de
recurrir a otras culturas e historias que han desarrollado más el conocimiento mítico y espiritual.
Una racionalidad dialógica : que “opera a partir de un ‘duólogo’ entre dos ‘tú’ –ambos fuentes
de entendimiento. Pero abierto a cada una de las personas gramaticales, inclusive el ello –
cosmos.” Asume una multiplicidad de lenguajes distintos y supone una verdad relacional que
llega a la universalidad a través de la intersubjetividad. Por eso tiende puentes y abre caminos
de comunicación para manifestar siempre más la conciencia de lo otro y del otro/a.
Sobre todo una racionalidad vital: que brota de la vida. Por eso es narrativa y pretende instalar
al hombre en la “sensibilidad por todo lo humano”, cósmico y divino. Porque los caminos de la
vida “no se comprenden exclusivamente a través de una racionalidad fuertedialéctica
deificada” que ha marginado la danza, el juego, el rito, el mito y el espíritu. Por eso es una
sabiduría del amor que busca el abrazo entre conocimiento y amor. 105
Una racionalidad hermenéutica : capaz de “leer a través de” y “perforar” la capa superficial de
la existencia porque su clave interpretativa es el valor y sentido de la vida. Adopta el recurso de
“intuiciones rápidas”. Evita imponer su propuesta como única alternativa y normativa. Utiliza
instrumentos como la “propedéutica intercultural”, la “hermenéutica diatópica”, manejo de
distintas lenguas, ponerse en el lugar del otro captando su autocomprensión.
102
Este es un concepto elaborado por Panikkar, la noción de interindependencia “implica una visión de la realidad viva
donde cada ser, aún ligado (ontonómicamente) al todo, tiene su grado de libertad. Las culturas del mundo son en efecto
interindependientes y la interculturalidad respeta estos grados de libertad abriéndose a una posible mutua fecundación
dialogal.” (R. PANIKKAR, Paz e interculturalidad. Una reflexión filosófica , Herder, Barcelona 2006, 146)
103
D. DE VALLESCAR, Cultura , multiculturalismo e interculturalidad. Ha cia un ra cionalidad intercultural, Covarrubias,
Madrid 2000, 341.
104
Cf. Ídem, 342345.
105
Considerando que “conocimiento sin amor es mero cálculo, no penetra en lo que conoce; amor sin conocimiento es
simple emoción, no hay identificación con lo que se ama.” Esto porque “la relación entre conocimiento y amor no es
dualista. No hay uno sin lo otro y sin embargo no son lo mismo. (…) Su relación es intrínseca y constitutiva. Si los sentidos
nos ponen en contacto con cierto aspecto de lo real, la ‘facultad’ que supera nuestro solipsismo y nos permite ‘tocar’, ‘ver’,
‘estar en contacto’ con la realidad es nuestra naturaleza amante/cognoscente, para la cual hemos perdido un nombre
adecuado en nuestro lenguaje ordinario cuando el ‘corazón’ perdió su poder simbólico.” (R. PANIKKAR, Paz e
interculturalidad. Una reflexión filosófica , Herder, Barcelona 2006, 141142)
48
Una racionalidad abierta e itinerante : se hace en el camino de “una circulación infinita a través
del logos, del mithos y del pneuma.” 106
Detenerse es caer en el fundamentalismo, frente al cual
busca describir la situación dinámica existencial de la humanidad y el cosmos. Por eso es un
recorrido a través “del pluriverso cultural” por el cual transitan la gran variedad de culturas.
Una racionalidad creativa : con una gran carga imaginativa, por eso propositiva, interpelante,
dinámica y multifacética lejos del deseo de mantener, perpetuar y proteger. Acepta el riesgo y la
incertidumbre que la impulsa a conocer las reservas de humanidad en las demás culturas.
Una racionalidad liberadora : por lo tanto concreta y comprometida contra todo aquello que
oprima la dignidad humana y cósmica. Por eso denuncia el monoculturalismo y la globalización
uniformadora. Se define por una “clara vertiente éticopolítica” que busca incidir en la realidad
en defensa de la justicia.
Una racionalidad disidente : que busca plantear alternativas porque no se conforma con lo que
hay. Promueve la recepción crítica y libre de cualquier tradición. Por eso “se ejercita en su
función específica de reivindicación a la opción cultural, incluida la posibilidad de
discernimiento, la ruptura y una protesta o desobediencia cultural, al interior de la propia
cultura.” Ya que esta puede convertirse en cómplice de opresión y alienación del ser humano.
Esta racionalidad amplia, dialogante, interpelante y compleja, es la que pondremos en acción
para nuestra investigación. Esto porque nos permitirá un acercamiento diverso a la realidad y la
Sagrada Escritura, abriéndonos a otros lenguajes, sensibilidades y aproximaciones. Pero esto lo
trataremos más adelante, ahora es el momento de recapitular el recorrido hecho acerca de la
interculturalidad.
Hemos desarrollado una extensa, aunque concisa y parcial, profundización de lo que representa
la interculturalidad. Puede que a este punto aún queden vacíos y una sensación de vaguedad. Es un
buen signo, estamos entrando a una corriente existencialsapiencial. Digo entrando porque se trata de
penetrar algo que no se logra categorizar, esquematizar y poseer de manera total. Pero recordemos que
penetrar es profundizar, y la profundidad es siempre fecundidad. El desarrollo hecho hasta aquí exige
una recapitulación que más bien prefiero llamar apropiación 108 : hacer propia la interculturalidad
conciente que en ese ejercicio se la modifica y personaliza.
La inter cultur alidad es desde un pr imer momento y continuamente metanoia : conversión
como apertura continua. No simple conversión a una nueva propuesta de pensamiento, sino de vida 109 :
de cuerpo, mente y espíritu. Conversión que es un “rompimiento efectivo y afectivo”, por tanto mucho
más que buenas intenciones y sentimientos. Es una conversión que ha de producir efectos, originando
cambios de mentalidad, de fe y de vivir lo masculinofemenino. Por ello presupone una opción ética
106
“El logos es rígido, el mythos es dúctil. Tenemos un cierto control de nuestro logos, pero no podemos manipular
directamente el mythos. El mythos elude tanto nuestra razón como nuestra voluntad. (…) La interconexión es una
correlación adual; los dos se pertenecen uno al otro pero no deben confundirse. Cuando por el poder del logos nos hacemos
concientes de nuestro mythos, el mythos retrocede y se convierte en un principio consciente, un postulado pragmático, un
fundamento al cual no podemos encontrar ningún otro fundamento. Existe un dinamismo constante entre logos y mythos en
ambas direcciones, lo que puede llevar a una consecuencia que muchos temen.” (Ídem, 8990)
107
Estos adjetivos los he extraído de Panikkar (Ídem, 109). Sigo algunos puntos que él plantea pero los reelaboro.
108
Apropiar: (Del lat. appropriā re). 1. tr. Hacer algo propio de alguien, en DICCIONARIO REAL ACADEMIA E SPAÑOLA ,
www.rae.es
109
“La humanidad ha perdido demasiadas ocasiones para llevar a cabo una metanoia , un cambio, no sólo de mentalidad,
sino también de vida.” (R. PANIKKAR, Paz e intercultura lidad. Una reflexión filosófica , Herder, Barcelona 2006, 116)
49
que se deja afectar por la diversidad cultural; una cualidad de vida que apuesta totalmente a las
relaciones interpersonales, pero también con el cosmos y la divinidad; una disposición de ir haciendo
camino al andar porque asume que hay un continuo “reaprendizaje y reubicación cultural”; una
interpelación a descubrir en cada momento que “el otro está dentro y no fuera de nosotros.”
Sí, la interculturalidad es una desafiante aper tur a enr iquecedora porque nos abre a otros
mundos, y en ellos, a otros sentires y estares en el cosmos. Claro que desafiándonos a ser más críticos
con nuestras tradiciones culturales y la de los demás, por ende ser menos absolutistas y más tolerantes.
La vida se vuelve un intercambio continuo de dones, gracias al diálogo dialogal que se convierte en el
“acto religioso por excelencia”. ¿Por qué? Porque experimentar que el prójimo es un dongracia es
experimentar que el misterio divino (don por excelencia) está allí. Esto es religarnos con el misterio 112 ,
sentido de vida que permite recuperar la seguridad y equilibro. Por tanto, estas exigencias básicas de
todo ser humano, no se encuentran más en los pensamientos totalizantes, en las doctrinas seguras y
rígidas, en ideologías, sean políticas, religiosas o económicas, sino en la relación, siempre nueva,
misteriosa y desconocida.
110
Ídem, 106.
111
“El desafío de la interculturalidad no puede reducirse a un discurso ético. No hay que asombrarse de que el desafío
intercultural sea tan subversivo como enriquecedor a la par que difícil.” (Ídem, 107)
112
“Por ello este hacia dónde de la trascendencia sólo se da siempre bajo el modo de la cercanía que rechaza. Nunca
podemos arrojarnos directamente a él, nunca aprehenderlo inmediatamente. Él se da solamente en cuanto refiere mudamente
a otro, a una cosa finita como objeto de mirada y acción directas. Y, en consecuencia, este hacia dónde de la trascendencia
es misterio.” (K. R AHNER, Curso fundamenta l sobre la fe. Introducción a l concepto de cristianismo, Herder, Barcelona
1998 5 , 88)
113
R. P ANIKKAR, Pa z e intercultura lidad. Una reflexión filosófica , Herder, Barcelona 2006, 109.
114
Ídem, 88.
50
resulta sumamente desafiante en un ambiente mundial donde siempre más somos educados a la certeza
fría y la imposición sobre los demás y no, a la confianza en el prójimo.
Este “desafío del milenio” es el cual no podemos evadir. Como cristianos hemos de beber de
esta copa que sin duda transformará nuestra existencia, y en ella, nuestra reflexión sobre Dios, el
mundo y el ser humano.
Luego de profundizar y explicitar lo que asumimos como misión e interculturalidad, y desde los
interrogantes y enriquecimiento que nos han aportado, queremos proponer una hermenéutica teológica
intercultural que será la clave desde la cual se irá expresando la misión intercultural que se propone
investigar. Para esto en un primer momento veremos las consecuencias que apareja el asumir la cultura
como lugar teológico, insertándola dentro del principio tradición de la teología. Luego recorreremos
algunas tibias propuestas de una teología intercultural que se están dando en el mundo y principalmente
en América latina, para finalmente presentar las líneas de una hermenéutica teológica intercultural.
1.3.1 La cultura como lugar teológico
Consideramos esta propuesta de gran valor para nuestra reflexión ya que se sitúa dentro del
paradigma intercultural. Desde los presupuestos de la Iglesiamundo inaugurada por el Concilio
Vaticano II, de los lugares teológicos sobre la base de una relectura de los loci theologici 115 y de la
dialéctica tópica, Margit Eckholt propone la cultura como un lugar teológico.
Esta dinámica entre ajenopropio viene articulada a través de la dialéctica tópica, donde “la
tópica escoge de los discursos humanos lo verdadero, lo discursivo”. Entonces “haciendo de la
115
“A partir de Melchor Cano (15091560), los lugares teológicos son las fuentes del conocimiento teológico, es decir, los
lugares de donde el teólogo saca los principios y los elementos para fundamentar y elaborar su argumentación. Cano en su
obra De locis theologicis (impresa en 1563), distingue jerárquicamente diez lugares teológicos que se han hecho clásicos:
siete propios (sagrada Escritura, tradición, Iglesia católica, concilios, magisterio del Papa, los Padres, los teólogos) y tres
anexos (la razón natural, la autoridad de los filósofos y juristas, la historia universal). La teología contemporánea reduce la
argumentación teológica ordinaria a cuatro lugares teológicos: La Escritura, la tradición (que incluye a los Padre, la liturgia,
etc.), la doctrina de la Iglesia (inclusión del magisterio) y los motivos teológicos racionales.” (G. C ANOBBIO, Pequeño
dicciona rio de teología , Sígueme, Salamanca 1996, 180)
116
M. E CKHOLT, “La cultura como lugar teológico”, en R. FORNETBETANCOURT (ed.), Resistencia y solida riedad.
Globalización capitalista y libera ción , Trotta, Madrid 2003, 304.
117
Ídem, 305.
118
Ibidem.
51
cultura 119 un nuevo lugar teológico para el proceso de obtención de conocimiento teológico (junto con
el resto de lugares teológicos), se hace ‘concreta’ la dimensión eclesial mundial de la teología.” 120 La
iglesia deja de estar “frente” al mundo, o en un espacio reducido del mundo, para estar en todo el
mundo sin serlo. Esta dinámica es la que permite “repensar sobre todo la fragmentación, la fragilidad
del actuar humano, la fragilidad de las formas de vida” desde el “reconocimiento de la pluralidad
religiosa en el cristianismo mismo y de su particularidad frente a la diversidad de religiones y
culturas.” 121
Lo dicho hasta aquí significa que el cambio cultural comporta un hecho en sí mismo con
repercusiones en la humanidad, pero también estos cambios afectan la transformación de la Iglesia y la
fe, por ende de la teología. Considerar a la cultura como lugar teológico implica desarrollar un “rol de
escucha” y aprendizaje de la nueva propuesta de “otros mundos posibles”. Este ejercicio es el que
permite recomprender la Iglesia y la nueva experiencia de fe, por ende la misión, que se va
manifestando en ella.
Para la autora hay cinco perspectivas que nacen de asumir el principio cultura en la teología.
Nosotros nos detendremos sólo en tres de ellas ya que las consideramos más relacionadas con nuestra
investigación:
una teología de los “ signos de los tiempos” y del “ discernimiento de los espíritus” : que nace en
el Vaticano II y se sustenta en una “hermenéutica del Espíritu” “en la que cada forma de
expresión de la fe se comprobará en su veracidad si se puede abrir hacia el horizonte de
Dios.” 122 Si es una fe con “fuerza poietica ”.
una teología como “dialéctica tópica” : donde ésta se presenta como una característica
distintiva de la manera de desarrollar el pensamiento teológico. Un pensamiento elaborado a
partir de la dinámica de “sí mismo” y del “otro” desde las más variadas praxis. Por tanto “un
pensamiento que crece desde la tensión de las relaciones concretas con el otro.” 123 Será en este
“tránsito” entre un contexto y otro que se va configurando una nueva racionalidad donde el otro
pueda y siga siendo otro sin necesidad de ser asimilado, colonizado, conquistado. Esta dinámica
es un componente consustancial de la teología que exige un concepto de cultura que sepa
expresar la mediación entre universalidad (de la fe) y particularidad (en la vivencia).
Teología y misión: si es cierto que la teología se “constituye mediante ese proceso hermenéutico
que intenta leer los signos de la presencia de Dios en los cambios históricos, más allá de las
fronteras de la Iglesia. El espíritu empuja a caminar.” Entonces el lugar no es otra cosa que el
camino y ser cristiano significa recorrer este camino: ser misionero. Allí radica “nuestra
capacidad para dejar los caminos que nos son familiares y recorrer caminos con otros.” 124 La
misión se convierte en “dejar” nuestro mundo para “entrar” en el de los otros, y la fe es vivir esa
tensión entre “lugar” y “camino”. Entonces la Iglesiamundo se realiza en esta misión que se
evangeliza a sí misma en la relación con los otros, pero que ella misma está, aún si de manera
misteriosa en los otros. Y es desde este caminar en la fe que podemos presentir, porque
sentimos la llama de Dios, la salvación divina en medio de la noche del mundo. Entonces no
sólo padecemos la noche del mundo sino que la podemos configurar para gestar un nuevo
amanecer.
119
“La cultura en el sentido de la cultura global naciente de la ‘nueva ecumene’, que se realiza en la diversidad de las
culturas particulares.” (Ídem , 308)
120
Ibidem.
121
Ídem, 311.
122
Ídem, 312.
123
Ídem, 308.
124
Ídem, 316.
52
De esta propuesta podemos rescatar algunas imágenes que son de gran valor como ser la
dinámica dialógica entre “ajenopropio”, “simismo y los otros”, “camino y lugar”. Claves
hermenéuticas que nos ofrecen un instrumental más acorde a la transformación y pluralidad de la
misión y el mundo actual.
1.3.2 Perspectivas desde el pensamiento filosóficoteológico intercultural
Aquí el Papa habla de simpatizar para favorecer una comprensión e intercambio entre las
identidades culturales, algo sumamente profético, ya que sus palabras fueron pronunciadas en 1983.
Para él, el diálogo intercultural es una exigencia que la misma realidad cultural impone a los cristianos
en todos los países.
El teólogo Mario de França Miranda nos abre un camino para la interacción entre
interculturalidad y teología al afirmar que es posible dar un valor teológico al diálogo intercultural, ya
que necesitamos de éste para poder acercarnos a la verdad que siempre se nos revela de manera parcial
a la comprensión humana.
“La verdad absoluta se manifiesta necesariamente de una manera fragmentada en lo humano, en lo
cultural, en lo histórico y en lo religioso. En cuanto meta de la realidad y de la historia, su plenitud será
revelada solamente al final de los tiempos. El enriquecimiento cultural y religioso sin lugar a dudas nos
acerca más a esta verdad.” 126
Tenemos otra aproximación a la posible teología intercultural en el diccionario de misionología
que presenta la voz “teología intercultural” como una “teología contextual” que “pretende dar cuño
teológico a la recíproca tensión cultural”. La “relación de la diversa forma cultural de la teología es el
tema y el contenido de la teología intercultural; en el fondo” donde “todas las culturas tienen que
aportar algo a la Iglesia, a la teología.” La aportación de cada cultura es diversa “pero provoca
correcciones y la ampliación del respectivo ámbito.” A partir de esto “la imagen de Dios y la del
hombre se refleja en las culturas en diversos colores que sólo en la síntesis de lo intercultural conoce su
plena fuerza de irradiación, pero también sus limitaciones.” 127 Pero esta apreciación de una teología
intercultural es muy vaga y tiende a estar más cercana a una propuesta de inculturación.
Desde la tradición del pensamiento filosóficoteológico de la liberación, es donde se ha ido
desarrollando una propuesta de teología intercultural más articulada. FornetBetancourt compara los
puntos de encuentro y diferencia entre la corriente latinoamericana de liberación y la intercultural. No
para oponerlas como antagónicas sino para precisar sus campos y presupuestos junto con observar que
es necesaria y provechosa una interacción entre ambas. Tal vez presentar un cuadro comparativo nos
125
JUAN PABLO II, “Discurso al Consejo Pontifico por la Cultura”, 18 de enero 1983, en P. P OUPARD, Iglesia y cultura .
Orientaciones para una pa storal de inteligencia, Edicep, Valencia 1985, 209.
126
M. DE FRANÇA MIRANDA, Inculturazione della fede. Un approccio teologico , Queriniana, Brescia 2002, 149.
127
H. RZEPKOWSKI, “Teología intercultural”, en Dicciona rio de Misionología , 530.
53
puede ayudar a observar la continuidad y diferenciación de la propuesta intercultural con aquella de la
liberación inculturada. 128
Como fruto de una “línea transversal” que recorre las nuevas formas de teología intercultural
latinoamericana, la teología cristiana “va perdiendo, poco a poco su carácter etnocéntrico y colonial de
128
R. FORNETBETANCOURT, Interculturalidad y religión. Pa ra una lectura intercultura l de la crisis actual del cristianismo ,
Abya Yala, Quito 2006, 111137.
129
Cf. J. J. TAMAYOACOSTA, Nuevo Pa radigma teológico , Trotta, Madrid 2003, 31.
54
antaño, afirma la dignidad de todos los seres humanos, reconoce la identidad de cada cultura.” Todo
esto
“exige una revisión a fondo de la fe cristiana y de la teología al menos en tres planos: en el histórico, para
superar el exclusivismo y el inclusivismo, y asumir decididamente el modelo pluralista; en la teología del
conocimiento, para no reducir el lugar de la verdad de las afirmaciones teológicas a la propia religión, sino
abrirlo a las distintas tradiciones religiosas; en el interreligioso, para reconocer la igual dignidad histórica de
las religiones.” 130
Este horizonte teológico intercultural está pidiendo y exigiendo, generando y creando una nueva
hermenéutica teológica que responda al indispensable paso “de un cristianismo culturalmente
monocéntrico, que pretende imponer sus usos, costumbres y tradiciones al mundo entero, a un
cristianismo universal culturalmente policéntrico, que se encarna en las diferentes culturas.” 131
Completando esta visión, y consciente de lo arduo de ir generando este cristianismo
policéntrico, Diana de Vallescar afirma que la teología intercultural
“se caracteriza por ser conciente de la importancia de la historia y del presente con sus dificultades,
novedades y desafíos para la revelación cristiana y su crítica situada. Y se distingue por su apertura, inserción
pública, énfasis en la ortopraxis, primacía de la comunidad e intento de crear espacios realmente
inclusivos.” 132
Desde esta perspectiva teológica intercultural para FornetBetancourt la misión ha de
convertirse en dimisión. En
“una actitud vivencial que no se proyecta como misión de transmisión al otro de lo propio sino como
permanente dimisión de los derechos culturales que tenemos como propios, para que por esta contra cción del
volumen de lo que somos puedan emerger en nosotros mismos contextos de acogida, espacios libres no
ocupados, en los que el encuentro con el otro es ya, de entrada, experiencia de convivencia en su sentido
fuerte.” 135
Una dimisión 136 entendida, no como renuncia a la vida cristiana, sino como una acción
permanente de renunciar a sacralizar y dogmatizar los orígenes de las traiciones culturales y religiosas;
130
Ídem, 42.
131
Ídem, 49.
132
D. DE VALLESCAR, “Interculturalidad y cristianismo”, en: Nuevo Diccionario de Teología , 480.
133
“Como fruto de la hermenéutica diatópica uno aprende a pensar y comprender desde el sistema simbólico de más de una
tradición. Esto puede comprenderse por las nociones de homología –las nociones juegan papeles equivalentes y ocupan
espacios homólogos en los respectivos sistemas y de equivalencia homeomórfica (= formas similares), nociones que
designan una ‘correlación de funciones’, que ha de ser descubierta – no impuesta externamente entre las creencias
específicas de distintas culturas o religiones a través de su función topológica. Permiten así reconocer los puntos de
encuentro y apuntar a la mutua fecundación.” (Ídem, 482)
134
Ídem, 480.
135
R. FORNETBETANCOURT, Interculturalidad y religión. Pa ra una lectura intercultura l de la crisis actual del cristianismo ,
Abya Yala, Quito 2006, 4647.
136
Cf. Ídem, 4750.
55
a ensanchar las zonas de control; a delimitar fijamente lo propioajeno; a las culturas estáticas; a un
supuesto fondo común estable. Y es desde esta renuncia que un cristianismo intercultural ha de buscar:
dialogar con la historia de su tradición de fe, para “enterarse” que el origen de la misma no es
un absoluto sino algo relacionado, formado desde sucesos interconectados;
un diálogo interno que saque a luz las alternativas que ha tenido el cristianismo, para que lo
veamos más como una brújula y no como un camino fijo que deben seguir todos;
repensar y practicar una presencia que se construye desde una influencia recíproca;
rehacer la identidad cristiana desde la convivencia intercultural e interreligiosa, por tanto una
identidad en continua reconfiguración;
una elaboración teológica que rememora (como memoria en movimiento) la tradición y por
tanto esta se transforma pero sin disolverse en una síntesis o relativismo carente de perfiles
contextuales;
mantener su discurso abierto al proceso de intercambio y reconfiguración cultural y religiosa,
donde la unidad no es un estado que se administra, sino un suceso de gracia, que brota de la
comunión.
1.3.3 Aportes desde la teología de las religiones
Una teología que, aún si no se inserta de lleno en esta corriente filosóficateológica, pero tiene
las mismas bases epistemológicas es la naciente Teología del Pluralismo Religioso 139 . J. M. Vigil
afirma, en un artículo reciente, que “la ‘filosofía intercultural’ tan de actualidad hoy día es
epistemológicamente paralela a la ‘teología (pluralista) del pluralismo religioso.” 140 A este punto se
hace necesario, aún si tangencialmente porque no entra dentro de la corriente que estamos analizando,
entrar en la propuesta de la teología de las religiones. Al respecto, Dupuis afirma que
“cuando se trata de la ‘teología de las religiones’ o del ‘pluralismo religioso’, no hay que entender el genitivo
sólo en sentido objetivo, como si se refiriese a un objeto nuevo sobre el cual reflexionar teológicamente. Más
que como un nuevo tema pa ra la reflexión teológica, la teología de las religiones debe ser considerada un
nuevo modo de hacer teología en un contexto interreligioso: un nuevo método para hacer teología en una
situación de pluralismo religioso. Esta teología hermenéutica ‘interreligiosa’ es una invitación a ampliar el
horizonte del discurso teológico. Debería llevar a descubrir con mayor profundidad las dimensiones cósmicas
del misterio de Dios y de su designio para la humanidad entera.” 141
137
Ídem, 50.
138
“Todo discurso es provisional, relativo. No es un saber, sino un lenguaje interpretativo, que depende de la perspectiva de
quien lo tiene. La verdad es plural en la medida en que la realidad misma es multiforme. (…) Esto nos hace más
circunspectos para con una teología dogmática que se presentara con la única interpretación auténtica del mensaje cristiano.
En la medida en que la teología toma conciencia de estar siempre en situa ción hermenéutica , quiere ser más modesta y más
interrogativa.” (C. GEFFRÉ, El cristianismo ante el riesgo de la interpretación. Ensayos de hermenéutica teológica ,
Cristiandad, Madrid 1984, 31)
139
J. M. VIGIL, Teología del Pluralismo Religioso: curso Sistemá tico de Teología Popular , El Almendro, Córdoba 2005.
140
J. M. VIGIL, “Formación intercultural… ¿y/o interreligiosa? Teología del pluralismo religioso y formación
intercultural”, en Spiritus 2008, 190 (130).
141
J. D UPUIS, El cristianismo y la s religiones. Del desencuentro a l diá logo , Sal Terrae, Santander 2001, 30.
56
Por tanto una teología que “de manera más profunda, se pregunta qué significado positivo
tienen las tradiciones religiosas mismas en el único plan global de Dios para la salvación”, por tanto “se
pregunta si el pluralismo religioso del mundo de hoy no tiene quizás en este plan un significado
positivo, aunque escondido y misterioso.” 142 Más aún, la raíz del pluralismo religioso y cultural
constituye la posibilidad “de comprender a las otras (religiones) en su autenticidad, esto es, en su
significado originario, para llegar después a una común y más profunda comprensión de la verdad de la
experiencias religiosa en su universalidad.” 143
Este pluralismo religioso, que para algunos es paradigma, es el que conduce a una teología que
conserva una actitud dialógica en todos los estadios de su reflexión: es reflexión teológica sobre el
diálogo y en el diálogo 144 . Desde una teología intercultural, que consideramos más amplia y respetuosa
de las culturas que una teología del pluralismo religioso, asumimos a fondo el desafío de una reflexión
teológica en diálogo. Esto porque consideramos que al referirnos a la cultura estamos hablando del
modo de estar y vivir en el mundo, dentro del cual entra el aspecto religioso como un elemento más,
aún si concientes que es fundamental.
A este punto considero importante sustentar y recalcar que nuestra propuesta busca ser fiel a la
riqueza teológica promovida por el Concilio Vaticano II. Al respecto, Vicente Botella, luego de una
profunda hermenéutica de los textos conciliares, interpretados desde el discurso inaugural de Juan
XXIII la presenta como una teología histórica porque “es el tema de la economía salvífica encarnada el
que postula, como una exigencia interna de la fe, la apertura a la consideración histórica del misterio
cristiano.” Dicho con otras palabras, “la conexión de la fe cristiana con la historia no es sólo cultural
sino teologal por más que lo teologal no se dé al margen de lo cultural.” 145 Otros de los rasgos de la
teología conciliar es ser una teología antropológica; dialógica y contextual; interdisciplinar; y
humilde. 146 En definitiva una teología “que no pretende avasallar; una teología que no se lo sabe todo y
que renuncia a la soberbia; una teología abierta y flexible, sin que ello signifique renuncia a las
convicciones que la sustentan o deserción con respecto a la verdad que sirve; en suma una teología
provisional.” 147
142
Ídem, 21.
143
P. C ODA, El futuro de las religiones, Publicaciones de la Facultad de Teología “San Dámaso”, Madrid 2004, 15.
144
Se escapa a nuestra investigación entrar en la discusión sobre la diferencia entre paradigma y principio del pluralismo
religioso. Por ejemplo, para Dupuis, el “‘pluralismo religioso de principio’no tiene que ver con el cambio de paradigma
hacia un pluralismo neutral e indiferente de los pluralistas” (Ídem, 244), que niegan “el carácter constitutivo universal del
acontecimiento Cristo en el orden de la salvación” (Ídem, 246). Por eso desde “la perspectiva del pluralismo religioso de
principio en los términos recibidos en el debate sobre la teología de las religiones, la expresión más adecuada, como se ha
sugerido anteriormente, sería la de un inclusivismo plura lista , o bien un plura lismo inclusivo.”(Ídem, 246) Mientras que
para Vigil, y esto es muy discutible, “es posible una posición pluralista (desde el paradigma del pluralismo) serena,
matizada, asimétrica, no igualitaria, no indiferentista, ni escéptica frente al conocimiento que vehiculan las religiones, no
relativista, sí reconocedora de las muchas cosas relativas antes tenidas como absolutas, y reconocedoras de la ‘igualdad
básica’ fundamental de las religiones junto a su desigualdad concreta inevitable y evidente. (Teología del Plura lismo
Religioso: curso Sistemá tico de Teología Popular , El Almendro, Córdoba 2005, 78)
145
V. BOTELLA C UBELLS, El Vaticano II ante el reto del tercer milenio. Hermenéutica y teología , San Esteban y Edibesa,
Salamanca 2000, 239.
146
Una teología antropológica ya que “lo humano se ha de leer desde Dios” pero también “Dios sólo se le conoce por medio
de lo humano”; una teología dialógica y contextual porque “se reconoce por su interés por la realidad en la que se inscribe y
por su anhelo de comunicación sincera con los problemas y las personas de su entorno”; una teología interdisciplinar porque
desde el “diálogo crítico la teología se ve enriquecida y orienta en su reflexión y, al mismo tiempo, puede ofrecer con mayor
precisión su ‘perspectiva de profundidad’”; una teología humilde que es “consciente de sus posibilidades y sus límites.” (Cf.
Ídem, 243250).
147
Ídem, 252.
57
El autor sintetiza todos estos rasgos en una teología tensional, como él la nombra, que busca
explicitar la tensión humanidadDios, que hace de la creación el lugar donde convive lo humano
divino:
“La humanidad, leída desde la fe, está sobrecargada de sentido. La humanidad, en la óptica cristiana, sin dejar
de ser creatural, expresa, desde dentro, la intensidad de una presencia desbordante que la estira desde Dios y
en la dirección de Dios. Se trata, en definitiva, de una humanidad tensionada por el hecho de ser mensaje de
Dios para los hombres y de los hombres para Dios. La humanidad, por tanto, es también teologal. Esta
convergencia simultánea de significados humanodivinos, que no se mezclan y que no se separan, en la
realidad humana es la que, para nosotros, admite la denominación que aquí defendemos: la tensión.” 148
Una teología tensional porque “porque vive del dinamismo y de la fuerza de la afirmación
simultánea de la comunión, es decir de la identidad en lo diverso. La teología, de este modo, se atreve a
afirmar en la negación, manteniéndose siempre en el nivel de la mediación, de la analogía, y de los
símbolos.” Una reflexión conciente que esta ‘tensión’
“genera una dificultad al teologizar que muchas veces genera dos males: el dua lismo y la unila teralidad .” Y
es por ello que “el recuerdo constante de la amplitud y de la integridad de la propuesta cristiana adopta
perfiles terapéuticos. Una teología como la del Vaticano II, instalada en la base comunional del principio de
la identidad en la diferencia, es altamente benéfica y provechosa aunque entrañe dificultades.” 149
Dentro de esta tensión es que se sitúa la propuesta teológica, analizada poco antes, del
“pluralismo religioso de principio” que busca
“mantener juntos y combinar, aunque sea en tensión dialéctica, por una parte la afirmación central de la fe
cristiana sobre el significado único de la persona de Jesucristo como salvador constitutivo universal de toda la
humanidad y, por otra, un valor salvífico, en el marco del plan único previsto por Dios para la humanidad, de
los ‘caminos’ de salvación propuestos por las otra tradiciones religiosas.” 150
Esto desde el “fundamento primario en la sobreabundante riqueza y variedad de las
automanifestaciones de Dios a la humanidad”, donde “la iniciativa divina de autocomunicación
‘muchas veces y de muchas maneras’ y su ‘recepción’ y codificación en diversas tradiciones están en el
origen de la pluralidad de las religiones.” Entonces, “el pluralismo religioso de principio se
fundamenta, pues, en la inmensidad de un Dios que es amor y comunicación.” 151 La propuesta
hermenéutica trinitaria del pluralismo, propuesta por Piero Coda, desarrolla con claridad la singularidad
del evento Jesucristo afirmando que:
“del acontecimiento de Jesucristo deriva de hecho la posibilidad teológica, más aún, la necesidad de la
comprensión positiva del otro en cuanto en su relación con el Otro (el Misterio que se revela), y, en
consecuencia, la posibilidad y la necesidad de vivir la relación con las otras religiones como un
acontecimiento positivo: en el cual el cristianismo no sólo dona la verdad de Cristo, sino que al mismo
tiempo comprende y acoge la verdad de las otras religiones, que en último término se funda y se justifica en
Cristo.” 152
Por tanto será “la única mediación de Cristo que, por la obra del Espíritu Santo y en formas
diversas, se hace operante, antes y después de su acontecimiento históricoescatológico, gracias al
influjo preveniente o actualizante y plenificante del Espíritu Santo”, que hará “eficaces, en orden a la
salvación, las experiencias y tradiciones religiosas auténticas, encaminándolas a la plenitud cristológica
en su acontecimiento escatológico.” 153 De esta manera el diálogo intercultural e interreligioso queda
plenamente enraizado en el acontecimiento Jesucristo.
148
Ídem, 255.
149
Ídem, 258.
150
J. D UPUIS, El cristianismo y la s religiones. Del desencuentro a l diá logo , Sal Terrae, Santander 2001, 243.
151
Ídem, 246.
152
P. C ODA, El futuro de las religiones, Publicaciones de la Facultad de Teología “San Dámaso”, Madrid 2004, 23.
153
Ídem, 38.
58
1.3.4 Ejes de una “hermenéutica teológica intercultural”
Hasta aquí hemos realizado un largo recorrido para poder ofrecer una posible hermenéutica
teológica intercultural. Antes de adentrarnos en la propuesta quisiera presentar sintéticamente, ya que
tiene mucha relación con el tema, la hermenéutica evangélica de la alteridad que presenta Paulo Suess
en un artículo titulado “Pluralismo y misión” 154 . Considero que en este hay cinco presupuestos
hermenéuticos de gran valor y que también asumimos de fondo en nuestra propuesta.
El autor comienza afirmando que
“la misión de la Iglesia depende de su capacidad de comunicarse en el lenguaje del otro. El Otro, hoy es el
mundo plural, secular y al mismo tiempo, vagamente religioso, sin el telón de fondo de una civilización
eclesialmente domesticada. Esta situación obliga a las Iglesias a repensar no sólo objetivos y métodos de la
labor misionera, sino sobre todo su lenguaje muchas veces arcaico y hermético.” 155
Repensar principalmente el lenguaje comporta para la misionología asumir el desafío de
“la construcción de la relevancia externa de la misión de la Iglesia a partir de una nueva lectura de su
coherencia interna, o con otras palabras, la construcción de una hermenéutica evangélica de la alteridad.” 156
Para esto, Pablo Suess presenta cinco principios que demarcan el territorio de hasta donde
podemos ir en la configuración de esta hermenéutica, sin perder la relevancia para el mundo ni la
conexión con la comunidad eclesial.
La pluralidad es querida por Dios, pero al ser histórica es ambivalente (constructivadestructiva)
por tanto ha de ser acompañada de discernimiento e intervención y allí entra en juego la misión.
La identidad ha de ser pensada no como muros que separan sino como una demarcación de
arbustos que permiten comunicar entre los espacios. La persona y los grupos viven entrelazados
entre: el ser de la herencia, el llegar a ser de la historia y lo culturalmente disponible. La misión
ha de tener el rol de derrumbar “el muro de separación” (Ef 2,14) estando pero no siendo del
mundo, al lado de las personas diversas y diferentes.
La unidad religiosa como articulación de la diversidad y construcción de la identidad puede ser
pensada sólo desde un horizonte escatológico. Por ello a la misión no le interesa la
incorporación de los otros, porque eso se dará totalmente sólo en el horizonte escatológico.
La globalización ejerce una presión sobre las identidades culturales regionales, por eso la
misión ha de reafirmar la identidad cultural y religiosa de las minorías.
Lo dicho hasta aquí ilumina la posibilidad de un reconocimiento progresivo del valor salvífico
de las religiones. Entonces la revelación de Dios en la historia, donde El habla por señales y
personas, es el largo proceso de un caminar dinámico.
Ahora sí estamos en condiciones de proponer más concretamente, cosa que creemos no hace
Suess, la hermenéutica teológica intercultural. Comprendemos por hermenéutica
“los intentos de interpretar el mundo para encontrarle sentido, o para conferírselo. (…) Es el entero
despliegue de la existencia consciente del ser humano como tal, en cuanto ser de sentido y ser histórico,
finito, a la vez. Vivir, para él, es interpretar, buscar y dar sentido.” 157
154
P. SUESS, “Pluralismo y misión”, en La fuerza de los pequeños, luz para el mundo. V Encuentro de Teología India ,
Verbo DivinoInstituto de Misionología, Cochabamba 2008, 121135.
155
Ídem, 128.
156
Ibidem.
157
J. J. S ÁNCHEZ, “Hermenéutica”, en Nuevo Diccionario de Teología , 435.
59
Hablamos de cómo encontrar y/o conferir sentido, tanto a la realidad como al fin último de la
existencia humana 158 . Estamos proponiendo una hermenéutica teológica, por tanto el sentido ha de
estar relacionado al Misterio sagrado 159 o Dios. Entonces las preguntas interpretativas que han de
guiarnos son: ¿Quién es Dios y quien soy yo, y quien es Dios para mí? 160 En otras palabras, ¿cómo y
desde donde, hoy hablar de Dios con sentido?
“En esta hora en que la incertidumbre y el pluralismo han tomado carta de ciudadanía con todo
reconocimiento en la comunidad humana, la hermenéutica , la conversación franca, múltiple y siempre provi
sional con todas las ofertas de sentido, con todos los textos, sagrados o simplemente humanos, es el reto y la
oportunidad de redescubrir y aproximarnos un paso más a la verdad que, para el creyente cristiano, alumbró
en aquella historia de forma paradigmática, pero que centellea también en toda historia humana, verdadero
«relato de Dios» (E. Schillebeeckx).” 161
Es el círculo vital que supera la lógica del dualismo dialéctico; “diálogo dialógico que se
expresa como una ‘nueva experiencia de revelación’ (= lo que descubre cualquier símbolo viviente),
158
Recordemos aquí la primera cita de Panikkar en la introducción, la interculturalidad como un encuentro existencial que
indaga en el sentido último de la vida y de la realidad.
159
Retomamos aquí la reflexión sobre el misterio sagrado efectuada por Rahner. “Daremos a ese hacia dónde y de dónde de
nuestra trascendencia el nombre de ‘el misterio sagrado’, aunque esta palabra debe entenderse, profundizarse y luego
ponerse poco a poco a manifiesto en su identidad con el vocablo ‘Dios’, por más que hayamos de recurrir reiteradamente a
otras palabras que se nos ofrecen en la tradición humana y filosófica.” (K. RAHNER, Curso fundamenta l sobre la fe.
Introducción al concepto de cristianismo, Herder, Barcelona 1998 5 , 84)
“Si, por tanto, la libre trascendencia amante se dirige a un hacia dónde que abre él mismo esta trascendencia, entonces
podemos decir que lo indisponible e innominado, lo que dispone absolutamente, está presente en la libertad amante, y esto
es lo que significamos cuando decimos ‘misterio sagrado’.” (Ídem, 89)
160
Cf. J. J. SÁNCHEZ , “Hermenéutica”, en Nuevo Dicciona rio de Teología , 439.
161
Ídem, 443.
162
“Un cambio de mentalidad y de los espíritus y, de hecho, una ‘conversión’ (metánoia) a Dios y a los otros por parte de
todos, que haga posible la sanación de las relaciones. Hemos añadido que es igualmente necesaria una purificación del
lenguaje teológico en relación con el modo, muchas veces ofensivo y dañino, con el que en el pasado hemos hablado de las
otras tradiciones religiosas y de sus miembros. (…) Pero ni siquiera basta con la purificación lingüística, porque es precisa
una purificación de la misma inteligencia teológica y una comprensión renovada en el modo de pensar a los ‘otros’ y su
patrimonio cultural y religioso.” (J. DUPUIS, El cristianismo y las religiones. Del desencuentro al diálogo, Sal Terrae,
Santander 2001, 249250)
163
G. GUTIÉRREZ, El Dios de la vida , CEP, Lima 1989, 62. Al hablar de vida hacemos propia toda la riqueza planteada por
este autor en la obra citada, donde propone la urgencia de recuperar la imagen de Dios como Vida porque “la Biblia es el
libro de la vida De toda la vida. Ella tiene su fuente en el amor de Dios, los creyentes en El deben por eso ser amigos de la
vida.” (45) Entonces “el mandato que tenemos como comunidad cristiana, como Iglesia, no es sobrevivir, sino servir. Hoy
en América Latina la Iglesia se está jugando el sentido de su identidad en tanto comunidad de discípulos de Aquel que vino
para que tuviéramos ‘la vida y la vida en abundancia’ (Jn 10,10). De su testimonio depende la afirmación de su identidad”
(134).
60
revela la totalidad, nos conecta con algo más allá, con la trascendencia o cualquier horizonte humano
último.” 164 Dios que se nos va manifestando con sus múltiples rostros. Encuentro existencial, “acto
religioso por excelencia”, “experiencia pascual” 165 , que va entretejiendo otros mundos posibles y
modificando contextos y sentidos, por tanto exigiendo nuevos envíos al exilio, nuevas salidas del “si
mismo” hacia “los otros”, nuevos dejar lo propio para entrar en lo ajeno. Transitar por nuevas fronteras
e interconexiones, continuar el camino tendiendo puentes y abriendo caminos. Hermenéutica como
creación continua que nace y renace en cada conversación que llega a ser conversión y subversión .
Todo esto porque, como lo dice fuertemente J. Dupuis al concluir su último libro;
“estoy persuadido de que un planteamiento más amplio y una actitud más positiva, con tal de que estén
teológicamente bien fundamentadas, nos ayudarán a descubrir –para sorpresa nuestra nuevas dimensiones y
profundidades en el mensaje cristiano.” 166
Pero profundicemos esta dinámica hermenéutica expresada de manera sucinta. De manera
167
gráfica , con el riesgo de este recurso, podría ser así:
I
n “Simismo” “Los Otros”
ENVIO SALIDA
Propio universo simbólico Universo simbólico Ajeno
t Conversación–Conversión
La tradición cultural Tradición cultural
r religiosa grupal religiosa diversa
a
1º Momento Interculturalidad
c
u Escuchar y sentir el “Simismo” en “los otros”
l Dejar se fecu nda r por estas presencias
t
u EXILIO
r “Lo otro” desconocido en el “simismo” Descubrir subversiones
Vislumbr ar la n ovedad bajos las versiones oficiales
a 2º Momento
l REMEMORIA
i Descubrir nuevos sentidos y
d versiones desde uno mismo
3º Momento
a
d “Simismo / Los otros”
Múltiples universos simbólicos Nueva praxis
Retraducción y nuevos lenguajes
Ap or tando gérmenes de vida plena
CAM INAR J UNTOS
Conferir nuevos sentidos nuevas versiones
Entonces la hermenéutica teológica intercultural busca interpretar, a través de la escucha y
fecundación, desde donde está hablando Dios en la historia presente de cada pueblo, pero sobre todo en
la mutua interacción de estos. Esta escucha y fecundación son las que dan “nuevos ojos” para
reconfigurar, desde la crítica , la propia tradición culturalreligiosa y poder interpretar como hablar de
Dios. Reconfiguración que brota del descubrir sentidos de la vida y de la realidad (manifestación del
164
D. DE VALLESCAR, “Interculturalidad y cristianismo”, en: Nuevo Diccionario de Teología , 482.
165
Cf. Ídem, 484.
166
J. D UPUIS, El cristianismo y la s religiones. Del desencuentro a l diá logo , Sal Terrae, Santander 2001, 351.
167
Este gráfico es de elaboración propia.
61
Misterio 168 ) que estaban escondidos, olvidados, excluidos o ignorados. Desde estos sentidos, que
ofrecen nuevos lenguajes y símbolos, es posible aportar propuestas alternativas donde el hablar de
Dios sea significante y tenga relevancia histórica. Propuestas incluyentes, amplias y abiertas, por ende
que requieren una constante transformación y recreación.
Como procedimiento, con el riesgo de esquematizar. Se podría presentarla así:
1º momento, Dejar se fecundar : es el momento de asumir con radicalidad la aperturadesafío
hacia los demás que son diversos/as y diferentes. Es asumir el “rompimiento efectivo y
afectivo” del propio universo simbólico o mito o horizonte de vida. Requisito indispensable
para abrirse a “lo ajeno” que es lo que nos fecunda. No es juzgar, interpretar o conceptualizar, la
otra cultura o religión, desde nuestro horizonte, sino saber percibir la fuerza del Espíritu en ese
grupo. Es dar inicio al diálogo dialógico, aventurarse a transitar por zonas desconocidas que nos
interpelan, crean incertidumbre y desconcierto. Pero todo esto es necesario para dejarnos
fecundar por Dios que habita y se manifiesta más allá de nuestras fronteras, en un contexto que
nos resulta extraño.
Teológicamente este primer momento “corresponde al auditus fidei. El teólogo inicia su reflexión
poniéndose en una actitud receptiva, a la escucha de los testimonios de la fe. La razón teológica tiene
aquí un carácter anamnético: la memoria de lo que Dios ha dicho y hecho a favor del mundo.” 169
2º momento, Vislumbr ar la novedad: del Misterio, en la tradición propia como en la ajena.
Eso gracias a la fecundación en el primer momento. Es el momento de reconfigurar, rememorar,
reactualizar y reinterpretar la propia tradición culturalreligiosa, desde sus textos y vivencias,
para que nos sorprenda con algo antes desconocido. Es el momento de la intraculturalidad, de ir
hacia adentro.
Teológicamente este momento “corresponde al intellectus fidei, como profundización crítica y
sistemática del contenido de la fe. En este nivel la razón teológica busca iluminar cuanto sea posible los
misterios de la fe. (…) Pero como ninguna construcción teológica puede encerrar el Misterio, todo
sistema teológico ha de permanecer abierto.” 170 De ahí la pluralidad de teologías.
3º momento, Apor tar gér menes de vida plena: hemos sido fecundados por el contexto ajeno
y transformados por el Misterio al revelarnos, desde otros universos simbólicos, algo que nos
permanecía desconocidos. Ahora es el momento de retornar a la praxis. Luego del
discernimiento desarrollado en el 2º momento, este es el de intervención en la historia para
generar un presente donde haya más intercambios, encuentro y enriquecimiento. Es cooperar
con Dios es su proyecto de salvación.
Teológicamente “corresponde a lo que podríamos llamar applicatio fidei.” Algo descuidado por la
teología clásica y también la moderna, pero puesto en relieve por la teología de la liberación. “El obrar
168
“Es precisamente el misterio divino el que sin cesar otorga al hombre en palabras su referencia al misterio absoluto como
fundamento y contenido de su ser. Si entendemos así al hombre, con ello no significamos, naturalmente, que nosotros –
cuando en tal frase decimos ‘Dios’ sabemos lo que intentamos decir con la palabra ‘Dios’ por otro camino que el de la
referencia al misterio mismo. Aquí teología y antropología se hacen necesariamente una misma cosa. El hombre sólo sabe
de manera explícita lo significado con la palabra ‘Dios’ en cuanto trae a sus ojos esta trascendentalidad, más allá de
cualquier objeto indicable, y así acepta y objetiva de manera reflexiva lo que está puesto siempre con esa
trascendentalidad.” (K. RAHNER, Curso fundamental sobre la fe. Introducción al concepto de cristianismo , Herder,
Barcelona 1998 5 , 65)
169
C. BOFF, “Teología”, en Nuevo Diccionario de Teología , 870.
170
Ibidem.
62
representa el momento constitutivo de toda teología que se quiera completa y fecunda. Ella siempre
necesita explicitar las protecciones concretas de la fe en la vida de las personas y de las sociedades.” 171
Ya lo dijo C. Gefrré, “no hay teología hermenéutica sin práctica”. 172 Entonces esta
hermenéutica termina donde empezó; en la fe. Pero ahora una fe más comprometida, lúcida y exigente.
Allí la tarea del teólogo, porque
“la aportación crítica y hermenéutica que el teólogo puede ofrecer a la praxis presente y futura de la iglesia,
consiste en una comprensión crítica del pasado, que sea, a la vez, actualizadora y hermenéutica, para así
descubrirle a nuestra situación del presente una dirección por la que podamos caminar responsablemente
viviendo de cara al futuro.” 173
171
Ibidem.
172
“No hay teología hermenéutica sin práctica. Lo que distingue precisamente a la teología de una ideología es que
conduce a práctica s significantes. Uno de los rasgos distintivos de la nueva hermenéutica, que pone el acento en la
comprensión del texto del Nuevo Testamento como acto de interpretación de la comunidad primitiva, es que no se puede
separar en mi acto interpretativo. La interpretación del lenguaje de la fe y la interpretación de la existencia cristiana. La
teología no repite una verdad originaria, sino que ‘hace’ la verdad en sentido joánico. Y en esta hermenéutica creadora, la
práctica no es solamente el campo de aplicación de una verdad cristiana ya constituida de una vez para siempre. La práctica
significante de los cristianos interviene como momento constitutivo en el advenimiento mismo de la verdad.”(C. GEFRRÉ , El
cristianismo ante el riesgo de la interpreta ción. Ensayos de hermenéutica teológica , Cristiandad, Madrid 1984, 6667)
173
E. SCHILLEBEECKX, Interpretación de la fe. Aporta ciones a una teología hermenéutica y crítica, Sígueme, Salmanca
1973, 235236.
63
CAPÍTULO 2 DEJ ARSE FECUNDAR POR EL CONTEXTO:
“IRRUPCIÓN DEL ESPÍRITU DESDE LA DIVERSIDAD”
En este capítulo daremos el primer paso en la aplicación de la hermenéutica teológica
intercultural propuesta poco antes. Será un ejercicio de lo que llamamos el primer momento
hermenéutico: el dejarse fecundar por el contexto. El contexto permite abrirnos a lo ajeno dejando por
un momento lo propio. Colocarnos en “otro lugar”. Pero un colocarnos no para juzgar o interpretar o
corregir el universo simbólico de “los otros”, sino para aventurarnos a transitar por zonas desconocidas,
percibiendo y adentrándose en algo diverso. Diverso que nos dará una nueva mirada de lo propio.
El contexto que se profundizará es el hoy de la humanidad desde Latinoamérica, pero no desde
las ciencias sociales y/o humanas. Esto porque desde nuestra perspectiva intercultural hemos de asumir
con radicalidad que
“explorar el interior y acercarse al misterio de la realidad exige una racionalidad apta. La racionalidad
funcional no lo es, como tampoco lo es la mera crítica ni la sofisticación argumentativa. Se requiere un salto
de nivel, de apertura a una racionalidad que permita la evocación de lo ausente, la referencia de lo invisible y
el atisbo de lo inefable. Precisamos el símbolo, el pensamiento simbólico, para poder libar un poco de sentido
y reconciliación y escapar de la cárcel del reduccionismo lógicoempírico y del objetivismo mercantilista.” 1
En la medida que recuperemos el pensamiento simbólico, que pasa por recurrir “a ‘historias’,
poesía, plegarias y cánticos”, podremos hacer que “Dios deje de ser un extraño en su propia casa y
vuelva a ser una presencia cordial y entrañable.” 2 Son estos lenguajes los que permiten vislumbrar lo
que va germinando en la profundidad de nuestras sociedades: ese entretejido de relaciones y vínculos
que alimentan dando vida. Y esto “supone mirar la realidad con una sensibilidad capaz de presentir la
hondura y la riqueza de la vida misma, (…) penetrar más allá del dato sensible sin desdeñar el trabajo
de la reflexión, (…) reunir sensibilidad y pensamiento, inconsciente y reflexión”. Sabiendo que “en
esta jugada nos va la salud de la cultura moderna y el futuro del cristianismo.” 3
Entonces, si queremos ser fieles a nuestra propuesta hermenéutica uno de los retos
fundamentales, como lo ha de ser para todo teólogo/a actual y más aún si es misionólogo/a, es no
quedarnos en la fragmentación con análisis y propuestas parciales. Sino que, desde la contemplación 4 ,
afinar nuestra conciencia para percibir eso que no se ve y toca, no se mide y controla, pero como un
humus alimenta y sostiene la trama secreta de la vida. Y para realizar esto se hace necesario acercarse
al arte. Como dijo Juan Pablo II,
“la Iglesia tiene necesidad del arte. En efecto, debe hacer perceptible, más aún, fascinante en lo posible, el
mundo del espíritu, de lo invisible, de Dios. Debe por tanto acuñar en fórmulas significativas lo que en sí
mismo es inefable. Ahora bien, el arte posee esa capacidad peculiar de reflejar uno u otro aspecto del
mensaje, traduciéndolo en colores, formas o sonidos que ayudan a la intuición de quien contempla o escucha.
(…) La Iglesia necesita, en particular, de aquellos que sepan realizar todo esto en el ámbito literario y
figurativo, sirviéndose de las infinitas posibilidades de las imágenes y de sus connotaciones simbólicas.” 5
1
J. M. M ARDONES, La vida del símbolo: la dimensión simbólica de la religión , Sal Térrea, Santander 2003, 261.
2
L. DUCH, Un extra ño en nuestra casa , Herder, Barcelona 2007, 25.
3
J. M. M ARDONES, La vida del símbolo: la dimensión simbólica de la religión , Sal Térrea, Santander 2003, 253.
4
“Los cristianos necesitamos recomenzar desde Cristo, desde la contemplación de quien nos ha revelado en su misterio la
plenitud del cumplimiento de la vocación humana y de su sentido. Necesitamos hacernos discípulos dóciles, para aprender
de Él, en su seguimiento, la dignidad y plenitud de la vida. Y necesitamos, al mismo tiempo, que nos consuma el celo
misionero para llevar al corazón de la cultura de nuestro tiempo, aquel sentido unitario y completo de la vida humana que ni
la ciencia, ni la política, ni la economía ni los medios de comunicación podrán proporcionarle.” (DA 41)
5
J UAN PABLO II, Ca rta a los artista s, Vaticano, 4 abril 1999.
64
¿Porque no pensar que también es tarea del teólogo lo que el Papa sugiere a los artistas? ¿Cómo
podrá el teólogo hablar del Misterio, de ese sentido último de la vida y la realidad, si no es capaz de
“acuñar formulas significativas”, para hacer “perceptible” y “fascinante” el misterio inefable de Dios?
Considero que no sólo es una posibilidad sino una urgencia, porque
“necesitamos de espíritus creativos, con capacidad poética y sugeridora, para dar cuerpo expresivo, en
metáforas, relato, imagen, ritual, icono, danza, signo y hasta gesto, a este atisbo de trascendencia. Será en
último término a estos espíritus creadores, poiéticos, a los que nos remitiremos y a los que tendremos que
agradecer la revitalización simbólica que ansiamos y necesitamos dentro de la religión cristiana y en el
entorno social y cultural que habitamos.” 6
Entonces la finalidad de este capítulo será procurar “dar cuerpo expresivo” a este “atisbo de
trascendencia” para aportar a la “revitalización simbólica”, tan necesaria y ansiada en la religión y
nuestras sociedades. Porque “del lenguaje que la teología invente”, modificándolo en lo que sea
necesario, “dependerá en lo sucesivo el que la misma teología sea o no sea una verdadera palabra sobre
el Misterio a la vez que una palabra conforme con la cuestión siempre abierta de nuestra última
significación y nuestro último destino.” 7 Esto nos conduce al próximo apartado.
Para provocar el auditus fidei, punto de partida de una teología que busca escuchar el misterio
de Dios en cada contexto y momento, el acercamiento será desde la literatura para escrutar el tiempo
presente que vive la humanidad, vista desde Latinoamérica. Esto porque “la literatura, gracias a su
libertad, a su ausencia de imposición fáctica o científica, posee un verdadero poder de descubrimiento.”
La literatura nos hace ingresar a “un universo que tiene unas medidas muy distintas de las medidas de
su mundo inmediato y cotidiano, por muy profundas que éstas sean.” 9
Como venimos diciendo, la poesía, el ensayo y la novela contienen lenguajes y mundos muy
poco explorados por la teología, aún si sus símbolos, mitos y figuras nos abren a otros horizontes de
vida porque
“‘el lenguaje poético, en efecto, cambia nuestro modo de habitar en el mundo’, según confesaba Ricoeur. ‘De
la poesía recibimos un nuevo modo de estar en el mundo y de orientarnos en este mundo.’ Y es que la palabra
poética, al estar dotada de unas virtualidades expresivas, de las que carece el lenguaje ordinario o el discurso
conceptual, llega a sugerir algo nuevo sobre la realidad, a partir de unas experiencias fuertes –análogas a las
amorosas y religiosas que arrebatan al sujeto más allá de lo normal y le convierten en un vidente de
horizonte insospechados.” 10
Al respecto son iluminadoras las conclusiones a las que llega Cecilia Avenatti, en su estudio
doctoral sobre la literatura en la estética de Hans Urs von Balthasar:
6
J. M. M ARDONES, La vida del símbolo: la dimensión simbólica de la religión , Sal Térrea, Santander 2003, 263.
7
J.C. RENARD, “Poesía, fe y teología”, en: Concilium, Madrid, 115, año XII, 1976, 196.
8
Ante un tema tan amplio como este he tenido que optar por cierta bibliografía, a esto se agregan dos limitaciones que
encontré: el poco material sobre el tema en la biblioteca de la Universidad Católica y por otra parte mucho de lo
reflexionado está en alemán y sin traducciones al castellano. Concretamente la revista Concilium, nº 115 del 1976, esta
dedicado al tema en su totalidad, otra obra muy válida son las actas del grupo interdisciplinario permanente de Literatura y
Teología que viene reuniéndose desde 1998 promovido por la Universidad Católica en Buenos Aires: C. I. AVENATTI DE
PALUMBO – H. R. S AFA, Letra y espíritu: diálogo literatura y teología , Facultad de Teología – UCA, Buenos Aires 2003.
Allí se encuentran variados estudios en clave teológica de autores como Borges, Vallejo, Camus, Homero, Cortazar,
Dostoievski, Hopkins, Marechal, Shaffer, Carpentier. Otros autores a los cuales he recurrido irán surgiendo en el desarrollo
del apartado.
9
A. GESCHÉ, El sentido. Dios para pensar VII, Sígueme, Salamanca 2004, 164.
10
A. B LANCH, El espíritu de la letra . Acerca miento creyente a la literatura , PPC, Madrid 2002, 15.
65
“Si los teólogos se acercaran a la literatura, los beneficios serían numerosos. La literatura los mantendría en
una actitud de diálogo con el mundo en permanente renovación y confrontación. La visión estética de la
figura los introducirá en la dramaticidad de la existencia y en la dialogicidad de la verdad. Su propuesta
supone una invitación a la lectura de la literatura desde sí misma. Para ello es imprescindible no ceder a la
tentación de interpretarla como mero continente de temas, sino acercarse a ella respetándola en su serforma.
Sólo entonces ella les descubrirá el misterio del ser que está en la forma y no más allá de la forma, pues
‘como los teólogos y los poetas viven en colinas cercanas tienen que aprender a contemplar el propio misterio
reflejado en el rostro del otro’ (González de Cardedal).” 11
Entonces la literatura nos permite entrar en diálogo “con el mundo en permanente renovación y
confrontación”, algo muy presente en nuestra propuesta hermenéutica, para gestar un lenguaje que
asuma “la dramaticidad de la existencia” y “dialogicidad de la verdad”. Esto desafía a teólogos y
teólogas, y por ende a la teología, a recurrir a las y los poetas para que nos revelen, desde su rostro,
algo más del misterio.
A este punto es necesario entrar en las reflexiones desarrolladas hasta ahora sobre la relación
entre teología y literatura. Importante es dejar claro que aquí no asumo la postura balthesariana de
acercarse al texto como figura, drama y verdad. Parto del presupuesto de la literatura como un desde
donde hacer teología. También asumo el desafío de acercarse a la “literatura desde sí misma” sin
“reducir el texto literario a un saber –teológico previo que lo privara de su novedad y de su aporte
revelador singular.” 12
A estas cinco propuestas el autor las agrupa en tres grandes paradigmas de articulación entre
literatura y teología.
Un paradigma hermenéutico donde se percibe “la literatura como forma no teórica de teología
que prioriza la metodología de los estudios literarios” (donde coloca a Duployé, Jossua y
Kryzwon);
un paradigma heurístico donde aparece “la literatura como “lugar teológico” que prioriza la
metodología teológica” (donde coloca a Chenu, Rousseau, Scannone, Manzatto);
y un paradigma interdisciplinar donde están “la literatura y la teología como polos de un
diálogo intercultural: método de la analogía estructural” (donde coloca a Gesché y Kuschel no
obstante las diferencias de terminología y fundamentación teórica).
11
C. I. AVENATTI DE PALUMBO, La litera tura en la estética de Hans Urs von Balthasar. Figura, drama y verdad ,
Secretariado Trinitario, Salamanca 2002, 344.
12
C. I. AVENATTI DE P ALUMBO – H. R. SAFA, “Elementos para un método”, en C. I. AVENATTI DE P ALUMBO – H. R. SAFA,
Letra y espíritu: diá logo literatura y teología , Facultad de Teología – UCA, Buenos Aires 2003, 26.
13
J. C. B ARCELLOS, “Perspectivas teóricometodológicas en el pensamiento católico contemporáneo”, en: Revista Teología,
Tomo XLIV, n° 93, Agosto 2007, 270. Cabe señalar que el autor excluye de su estudio la estética teológica de Hans Urs von
Baltasar, suponemos, ya que no lo afirma, por la vastedad de la misma.
66
Frente a este panorama, nos podríamos preguntar, como ya los hicieron Metz y Jossua en 1976,
si hay un aporte específico propio de la literatura:
“No es suficiente –y ello fue mucho en su momento, no lo olvidemos leer las novelas de Bernanos a través
de la cuadrícula de la teología sacramentaria, como hizo H. Urs von Balthasar. Tampoco sería suficiente ver
en la literatura un ‘lugar teológico’ al que una teología inmutable pudiera recurrir en busca de ilustraciones o
elementos que hubiera podido descubrir, en última instancia, por sus propios medios. Tampoco podemos
contentarnos con ver en la literatura un camino paralelo de útil vulgarización, aún admitiendo que sólo ella
pudo llegar de verdad al mundo laico y, con mayor motivo, al mundo incrédulo. (…) Hay que llegar más lejos
y preguntarnos si hay algo que sólo la literatura pueda expresar, algo que ninguna teología conceptual podría
formular y que la literatura expresa con rigor.” 14
2.1.1 Un método interdisciplinario e intercultural
El método, o paradigma para Barcellos, que mejor responde a esta particularidad de la literatura
para con la teología es el interdisciplinar e intercultural, el cual asumimos para nuestra investigación.
Para comprender mejor el método de la analogía estructural veamos que nos dice Kuschel:
“Con este método, es posible considerar seriamente también la experiencia y la interpretación literaria en sus
correspondencias con la interpretación (cristiana) de la realidad, aún cuando la literatura no tenga carácter
cristiano o eclesiástico. Y buscar correspondencias no significa «atraer» hacia uno el objeto analizado,
apropiándose de él. Pensar en términos de analogías estructurales significa justamente evitar que la
interpretación literaria de la realidad sea asociada a lo cristiano, semicristiano o anónimamente cristiano.
Quien piensa estructuralanalógicamente es capaz de encontrar correspondencias entre lo que le es propio y
lo que le es extra ño . Quien piensa según este método constata también lo que es contradictorio en las obras
literarias en relación con la interpretación cristiana de la realidad, o sea, lo que es extraño a la experiencia
cristiana de Dios.” 15
La analogía nos coloca en la dinámica propioextraño (o ajeno) que ya venimos desarrollado en
nuestra hermenéutica teológica intercultural. Por tanto podemos considerar la literatura un desde, o un
lugar teológico, pero en un sentido abarcativo y amplio, que no la reduzca simplemente como un lugar
donde obtener información, sino como un lugar de revelación que nos coloca nuevos interrogantes.
Como bien lo expresa Gesché,
“por esta razón –y nosotros vislumbramos ya el lazo que puede haber entre literatura y teología, la novela no
es una aventura accidental para el teólogo, sino, al contrario, ella podría convertirse en un locus theologicus –
cuya teoría más precisa queda todavía, evidentemente, por hacer. En el descubrimiento novelístico existe una
analogía con aquello que el teólogo llama Revelación: una visitación, el encuentro de algo que es inesperado,
repentino, algo ‘revelado’, fuera de la realidad cotidiana y, sin embargo, inscrito en ella.” 16
La literatura puede considerarse un locus theologicus porque nos revela algo de manera
inesperada, algo que estaba allí y no lo percibíamos. Entonces hay que sumergirse en la literatura no
simplemente con un afán de reconfiguración del lenguaje teológico (algo que también sucederá), sino
en busca de dejarnos sorprender por otro rostro del Misterio divino que, desde una racionalidad típica
de las ciencias humanas, sociales y filosóficas, se nos escapa. Y esto porque “en la literatura no hay
nada de este espíritu de sistema, de esta urgencia de sistematización que suprime toda posibilidad de
revelación, de descubrimiento inesperado.” 17
14
J.P. JOSSUA / J.B. METZ, “Teología y literatura”, en: Concilium, Madrid, 115, año XII, 1976, 158.
15
K.J. KUSCHEL, Os escritores e a s escritura s. Retratos teológicos literarios, Loyola, Sao Paulo, 221. Es importante
aclarar que esta cita es tomada del artículo de Barcellos y que no hemos podido conseguir la obra en portugués y que en
castellano no existe traducción. Además hay otras obras posteriores del autor sobre este tema que sólo están en alemán. Por
eso recurrimos a Gesché para profundizar sobre este paradigma: A. GESCHÉ, El sentido. Dios para pensar VII, Sígueme,
Salamanca 2004. El último capítulo del libro aborda la articulación entre teología y literatura.
16
A. GESCHÉ , El sentido. Dios pa ra pensa r VII, Sígueme, Salamanca 2004, 169.
17
Ibidem.
67
Pero a este punto podemos preguntarnos, ¿cómo y cuándo se da en la literatura esta revelación?,
¿qué comporta y porque se vuelve fundamental? Lo responde claramente Gesché:
“¿Cuándo existe revelación, sino cuando un texto sale de pronto de sí mismo y me visita, sin aviso previo?
Esto que se puede decir aquí de la literatura de invención puede decirse de la Escritura y de la Palabra de
Dios. Un criterio de la pertinencia y verdad de una proposición teológica es que ella sea reveladora. Pero
¿cuándo se puede decir que un texto, sea el que fuere, se vuelve ‘revelado’? Cuándo él es, y porque él es,
revelador , cuando y porque él me revela y me descubre a mí mismo. Pero ¿no nos sucede esto muchas veces
cuando leemos una novela, cuando nos dejamos visitar por un poema, cuando nos situamos ante una escena
de teatro?” 18
Aunque comparto lo expresado por el autor, percibo un cierto antropocentrismo cuando afirma
que el texto “me revela y me descubre a mí mismo”. Considero que el carácter “revelador” del texto es
también hacia la percepción que tenemos de los demás, de la realidad y la divinidad. Dicho con otras
palabras que hemos venido usando, el texto nos revela algo de la realidad cósmicadivinahumana.
A su vez, este diálogo fecundo entre teología y literatura, también es una exigencia que brota de
la mismísima realidad cultural actual que
“anhela una revelación, el estilo de la revelación. No se trata ya de un acatamiento que proceda a conclusion
from premises, sino de una persuasión que surja desde la cosa misma y capture la perspica cia del que busca.
La inteligencia se inclinará ante la verdad y la voluntad acompañará persiguiendo su bien, sólo si hay algo
anterior y más profundo, en el hombre de este tiempo, que se ha conmovido. (…) Y no se tendrá una palabra
significativa para esta cultura desde otro lenguaje. En este sentido se puede decir que se trata de un verdadero
ka irós, un momento apto para la profundización de una creatividad que se arriesgue a producir en las líneas
de estos nuevos lenguajes y que ahonde en sus presupuestos, más allá de lo ya sabido y conquistado.” 19
Inmersos en este tiempo de transición, kairós que aclama una manifestación de lo divino
surgida desde la realidad misma, se nos exige una búsqueda creativa. Y esto exige un lenguaje que aún
está en gestación. Esta es la interpelación para que la teología abandone sus falsas seguridades y pueda
descubrir, cómo otros también contemplan el Misterio y lo expresan en un lenguaje más actual. Por
esto nos aventuramos en este camino, porque
“en el interior de la crisis actual, que la podríamos definir como ‘reificación 20 del hombre e
instrumentalización del lenguaje’, debe surgir el milagro del acto poético, trascendiendo el imperio de la
significaciones unívocas de las palabras. (…) Poesía, filosofía y teología son las sedes insignes de las palabras
que iluminan, salvan e impiden la caída en la insignificancia y la inanidad. Son las que logran introducir una
brecha en la actual monotonía de la existencia, doblegada bajo la hegemonía del ‘acto útil’. (…) Es la hora en
que el teólogo, el filósofo, y el poeta están llamados a CREAR.” 21
Luego de este recorrido veloz sobre la articulación entre teología y literatura, ¿cuál ha de ser la
idea principal que ha de quedarnos? Hemos de “comprender bien, comprender mejor, que una literatura
puede ser reveladora no sólo de lo que se expresa también e incluso con más precisión en otra parte (en
los tratados teóricos), sino reveladora de lo que sólo por ella puede tener vida.” Pero hemos de saber
que esto “para muchos resulta una conversio mentis difícil”. Además es una conversión continua,
18
Ídem, 170.
19
C. I. AVENATTI DE P ALUMBO – H. R. SAFA, “Elementos para un método”, en C. I. AVENATTI DE P ALUMBO – H. R. SAFA,
Letra y espíritu: diá logo literatura y teología , Facultad de Teología – UCA, Buenos Aires 2003, 39.
20
“La reificación es la aprehensión de los fenómenos humanos como si fueran cosas, es decir, en términos no humanos o
posiblemente supra humanos. Otra forma de decir eso es afirmar que la reificación es la aprehensión de los productos de la
actividad humana como si fueran productos de la naturaleza. La reificación implica que el hombre pierde su capacidad de
producir el mundo y que su relación con lo producido se pierde para la conciencia.” (BERGER Y LUCKMANN, citado en
M. QUIROGA SANTA C RUZ , Los deshabitados, Plural, La Paz 2004 6 , 13.)
21
H. D. MANDRIONI, “Poesía y creatividad” en C. I. AVENATTI DE PALUMBO – H. R. SAFA, Letra y espíritu: diálogo
literatura y teología , Facultad de Teología – UCA, Buenos Aires 2003, 461.
68
porque “cuando se haya logrado quedará aún algo por comprender, un nuevo peligro que evitar: el del
inmovilismo fetichista, el del endurecimiento dogmático de la imagen misma, de la misma metáfora.” 22
2.1.2 La búsqueda del presente en O. Paz
Explicitados los fundamentos de nuestra opción, que quiere atreverse a ir gestando un lenguaje
significativo donde no quede relegada la teología, ahora veamos cómo desarrollaremos lo expresado
hasta aquí. Por cuestiones metodológicas me centraré en un autor: Octavio Paz. Pensador, poeta,
ensayista y diplomático mexicano. Si recorremos su trayectoria personal observamos que es alguien
que ha entrado en contacto y sufrido el “rompimiento afectivo y efectivo” en su reflexión. Como
mexicano bebe de las tradiciones indígenas y también de toda la cultura ibérica, donde tradición
modernidad es una clave en todo su pensamiento. Ha vivido en Estados Unidos, París e India. Tres
lugares, topoi, que han ensanchado y reconfigurado su reflexión que ha tenido siempre como raíz la
realidad mexicana y en ella la latinoamericana.
A su vez, como poeta y ensayista, es alguien que va más allá de la racionalidad pura y práctica,
para abrirse a otros medios de conocimiento más intuitivos y vitales, permitiéndonos dialogar y asumir
otro universo simbólico del teológico eclesial. Por tanto, alguien cercano a la propuesta de una
racionalidad intercultural. Cabe precisar que no utilizaré toda su Obra, algo complejísimo 23 y que no
cabe en los objetivos de este estudio. Me centraré, recurriendo a otros escritos si es necesario, en su
discurso con motivo del Premio Nobel en 1990, titulado La búsqueda del presente. Discurso
paradigmático, dado que irradian muchas de sus claves de reflexión y, a su vez, fue pronunciado en una
fecha sumamente simbólica de nuestra reciente historia mundial.
El tema aglutinante de la reflexión será escrutar la relación existente entre la conciencia del
presente y la diversidad cultural, en nuestro hoy latinoamericano. Algunas interrogantes que guiarán la
reflexión son: ¿qué conciencia tenemos del tiempo presente, del momento presente que nos toca vivir?
¿Qué conciencia hay en nosotros de las interrelaciones de las tres dimensiones de la realidad (Dios
cosmosser humano) 24 ? ¿Cómo se manifiestan, en nuestras tierras latinoamericanas marcadas por la
pluralidad, las diversas “conciencias del presente” que originan diversas maneras de vivir, estar y
relacionarse con esta realidad? Interrogantes que irán desvelando otros interrogantes, cuestionamientos
e interpelaciones, fruto de la fecundación por el contexto ajeno, y que nos permitirán acercarnos de una
manera nueva y diversa a nuestra tradición: el texto bíblico que estudiaremos en el tercer capítulo.
Valga como última aclaración que, para ser fiel a la propuesta hecha, no me abocaré a una
explicación, análisis y comentario del discurso de O. Paz sino a dejarme irrumpir por algunos símbolos
que utiliza el autor en el hilado de su reflexión. A partir de estos símbolos, más desde un conocimiento
intuitivo, iré marcando algunas constantes sobre el tema que nos interesa. Dado que la presente
investigación requiere y exige estar sustentada por autores y una tradición, ese hilo subterráneo se irá
manifestando en las notas a pie de página. Asumo desde este momento el desafío que ya en 1976 quedo
planteado en la revista Concilium, en torno a un nuevo lenguaje a crear.
22
J.P. M ANIGNE, “El ensayo”, en: Concilium, Madrid, 115, año XII, 1976, 207208.
23
Su Obra completa son 15 tomos con más de 400 páginas cada uno publicado por la Editorial Fondo de Cultura, México.
24
“La realidad está constituida por tres dimensiones enlazadas las unas con las otras, cual la perichôrêsis trinitaria, de
manera que no sólo la una no existe sin las otras, sino que están imbricadas interindependientemente. No se puede hablar
de ninguna de esas tres dimensiones como realidades a se, como subsistentes en ellas mismas con independencia de las
otras. Tanto Dios, el Mundo o el Hombre tomados independientemente, o a se, sin relación con las otras dimensiones de la
realidad son simples abstracciones de nuestras mentes.” (R. PANIKKAR, Intuición cosmoteándrica . Las tres dimensiones de
la realidad , Trotta, Madrid 1999, 16)
69
“Este lenguaje, en consecuencia, deberá hablar al mismo tiempo de una manera paraconsciente (como la
poesía), supraconscicente (como la vida mística, donde se desvanecen el pensamiento y la palabra) y
consciente (como la razón). Pero ¿es realizable tal aleación? La teología es la que ha de probarlo.” 25
2.2 Asistimos al cr epúsculo del futur o
La reflexión de O. Paz se inicia con su adscripción a la tradición hispana pero también a la
precolombina. Aquello que lo enraíza es la lengua, porque estas “son realidades más vastas que las
entidades políticas e históricas que llamamos naciones.” Dejando claro desde donde habla, O. Paz
expone porque considera que “la gran novedad de este siglo, en materia literaria, ha sido la aparición de
las literaturas de América”. Literaturas estas (angloamericana y latinoamericana), que tienen en común
la “pugna entre las tendencias cosmopolitas y las nativistas, el europeísmo y el americanismo”. Este
panorama de la literatura lo llevará a un recuento memorialexistencial sobre su búsqueda de la
modernidad, que nace luego de experimentar la “conciencia de separación”, fruto de sentirse
“desalojado del presente” con la consiguiente “expulsión del presente”. Su reflexión empieza a
centrarse en el presente y por ello el recorrido por la modernidad conducirá su reflexión al momento
actual de la humanidad. Colocando algunos ejemplos de cómo en la historia han sido abandonadas
diversas ideas y creencias, afirma:
“Me parece que comienza a ocurrir lo mismo con la idea del Progreso y, en consecuencia, con nuestra visión
del tiempo, de la historia y de nosotros mismos. Asistimos al cr epúsculo del futur o. La baja de la idea de
modernidad, y la boga de una noción tan dudosa como "postmodernidad", no son fenómenos que afecten
únicamente a las artes y a la literatura: vivimos la crisis de las ideas y creencias básicas que han movido a los
hombres desde hace más de dos siglos.” 26
Estamos inmersos en una crisis que brota de la desconfianza o mejor dicho incredulidad hacia
los pilares de la modernidad: la creencia en el progreso indefinido gracias a la tecnología, el lograr
predeterminar el futuro utilizando las ciencias, el dominio de la naturaleza a través de ambas y la visión
del ser humano como el todo poderoso, gracias a su razón instrumental, lógica y de poder. Es por ello
que las actuales comprensiones “del tiempo”, “de la historia” y “de nosotros mismos” empiezan a
manifestar un vacío de sentido. Vacío de sentido que nos exige recrear o encontrar un nuevo sentido.
El “tiempo” de la modernidad ha sido y es el futuro. Hacia allí apuntan la mirada, las fuerzas y
el espíritu humano. Pero esta comprensión del tiempo, centrada en el futuro, empieza a resquebrajarse y
perder razón de ser. No está dicho, como antes se nos hizo creer, que el futuro será siempre mejor.
Gracias a la mismísima tecnología y ciencia, frutos maduros de la modernidad, estamos en condiciones
de destruir nuestro planeta en segundos: las armas nucleares son una amenaza siempre latente. El futuro
ya no es sinónimo de bienestar y progreso indefinido. Aún más, el daño causado al planeta tierra nos
coloca frente a un panorama difícil y poco alentador. Tampoco podemos regresar a un pasado
paradisíaco, sea éste propuesto por las culturas o las religiones.
También “la historia” ya no puede ser vista del mismo modo. Por cientos de años hemos creído
que las guerras, campos de concentración, dictaduras y destrucciones eran parte del pasado para vivir
un futuro mejor. Todo pasado, por más sangriento y trágico, podía ser justificado por el precio del
progreso. Todo mal era la sangre para pagar al dios de la historia que nos regalaría un futuro mejor.
Pero hoy, en nuestra actualidad, constatamos que todas aquellas atrocidades de nada han servido y nada
han asegurado. Comprobamos, no sin miedo, desconcierto y angustia, que las riendas del futuro no
25
J.C. R ENARD, “Poesía, fe y teología”, en: Concilium, Madrid, 115, año XII, 1976, 196.
26
O. P AZ, Fundación y disidencia: dominio hispánico. Obra s completas, Vol. 3, Fondo de Cultura, México 1993, 38.
70
están en nuestras manos. Ya no es creíble la idea de la historia como un fenómeno que podíamos
conocer de antemano y por tanto controlarlo.
Pero hay un nivel más profundo que está cambiando: la percepción y sentido de “nosotros
mismos”. La razón no es la única dimensión que distingue al ser humano del resto de la creación. No
nos basta con saber (razón lógica) y hacer (razón práctica). El ser humano “es la indeterminación en
persona”, es mucho más que razón. Esa razón que mató a Dios para entronizarse, hoy está infectada de
muerte dejando un ambiente de escepticismo a toda ideología, sobre todo a esas que oprimieron al ser
humano con la ilusión del Progreso indefinido.
Estas latentes percepciones, mostradas de maneras sucinta y que podrían ir acompañadas de
datos y análisis 27 , son las que nos invitan a profundizar el fuerte y contundente símbolo 28 que lanza O.
Paz: Asistimos al cr epúsculo del futur o. Imagen llena de densidad y profecía, de crítica y sugerencia.
Desde la recuperación del significado de los términos que componen esta figura 29 , buscaremos
adentrarnos a esa referencia suprema a la cual apunta.
El verbo asistir 30 nos evoca un “estar o hallarse presente” ante esta “fase declinante” del futuro
o, dicho con otras palabras, del Progreso. Estamos dentro de ella, no podemos evadir este final de la
Modernidad. Lo dicho hasta aquí no tiene nada de nuevo. Pero es interesante observar que asistir hace
referencia también a “acompañar”, “servir”, “curar”, “socorrer”. Ya no se trata de un simple “estar” o
“vivir” una situación, sino de tomar una postura ante este momento histórico.
Un tomar postura que estará condicionado por la valoración que demos a este “crepúsculo del
futuro”. Si creemos que es un momento más, simplemente lo acompañaremos y serviremos o peor aún
sucumbiremos ante él. Pero si intuimos que es un momento axial, donde no sólo está en juego el paso
de una época a otra de la humanidad, sino la misma historia y pervivencia de la humanidad, nuestra
atención será otra. Aquella que surge frente a la tragedia como por ejemplo, una enfermedad letal.
Buscaremos curar y socorrer: acompañar. Esta claro que nuestro tiempo actual, como todo tiempo
crucial, nos coloca frente a una disyuntiva: simplemente estar o más bien acompañar. Acompañar como
parteras que ayudan a dar a luz una nueva criatura.
27
Baste como botón de muestra: “La recuperación del pensamiento simbólico pretende recuperar dimensiones perdidas en
la razón moderna, pero no abandonar los logros de la misma. El paradigma emergente que atisbamos debe ser una relación
equilibrada de las dimensiones de la razón. Echamos de menos dimensiones de sentido y de respuesta al profundo desgarro
humano. Nos sobran análisis pormenorizados, descripción de factores, influencias y causas. Nos falta un pensamiento que
dé razón al ser humano de su profundo malestar, de sus desavenencias incluso buscando consensos, de sus intolerancias e
injusticias. Y sospechamos que tenemos que recuperar lo reprimido o rechazado que se ha desvelado necesario para la salud
del equilibrio de la razón. La razón unilateral tiene que ser superada por la asunción clara y decidida de la dimensión
simbólica. Sin ella no existe esperanza de un sentido y de una reflexión verdaderamente humana.” (J. M. M ARDONES, La
vida del símbolo: la dimensión simbólica de la religión, Sal Térrea, Santander 2003, 250)
28
Símbolo: (Del lat. simbŏlum, y este del gr. σύμβολον). Representación sensorialmente perceptible de una realidad, en
DICCIONARIO R EAL ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es
29
Figura: Cosa que representa o significa otra, en DICCIONARIO R EAL ACADEMIA E SPAÑOLA, www.rae.es
30
Asistir: (Del lat. assistĕre, detenerse junto a algún lugar). 1. tr. Acompañar a alguien en un acto público. 2. tr. Servir o
atender a alguien, especialmente de un modo eventual o desempeñando tareas específicas. 3. tr. Socorrer, favorecer, ayudar.
4. tr. Cuidar enfermos y procurar su curación. Le asiste un médico famoso. Estoy a sistiendo a Rafa el. 5 . intr. Estar o hallarse
presente, en D ICCIONARIO REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es
71
La imagen del crepúsculo 31 , ¿a qué nos remite? Sin duda que a “la fase declinante que precede
el final de algo”, pero, aunque nos sorprenda, crepúsculo es también la “claridad que hay desde que
raya el día hasta que sale el sol”: es alba, amanecer y no sólo atardecer. ¿Será que O. Paz está haciendo
referencia a un nuevo amanecer del futuro? En lo más mínimo. Nuestro razonamiento dialéctico
unívoco nos llevaría a pensar que hay un error. Uno de los dos ha de ser verdad. Pero esto anularía la
riqueza simbólica y dialógicarelacional del símbolo. Considero que repasar el movimiento que la tierra
tiene sobre sí misma en relación al sol, nos puede iluminar. Cuando en una parte de nuestro planeta es
amanecer, en la otra es atardecer. El sol siempre está ahí y es el mismo. Somos nosotros que
percibimos y experimentamos su presencia de una manera diferente, que es muy real y verdadera, dada
por la rotación de la tierra.
“La victoria del sol es parcial y cíclica. Triunfa en medio mundo, es vencido en el otro
medio” 32 , nos dice Paz. Entonces porque no pensar que “asistir al crepúsculo del futuro” es para una
porción de la humanidad abrirse e iniciar un periodo de noche y oscuridad (ocaso de su manera de estar
en el mundo: pérdida de sentido), pero para otra porción será lo contrario: comenzar un periodo de luz
y claridad (amanecer, porque oportunidad de sacar a luz sus sentidos últimos de vida y realidad). A
primera vista parece paradójico, pero recordemos que la cultura moderna del progreso es una expresión
cultural, dentro de tantas otras. Por tanto, este crepúsculo empieza a manifestarnos la diversidad
existente en la humanidad. Y si analizamos el desarrollo de esta cultura moderna del progreso, con sus
atropellos, intromisiones e imposiciones sobre otras culturas, el “crepúsculo del futuro” nos irrumpe
revelándonos algo: estamos inmersos ante una situación universal pero que es apreciada, vivida y
percibida de maneras diferentes.
Pensemos por un momento en las culturas indígenas americanas, en las múltiples etnias
africanas, en las variadas civilizaciones asiáticas, como también en los grupos minoritarios que han
sido marginados, silenciados y excluidos, cuando no aniquilados, dentro de esas sociedades modernas
afanadas por un progreso enmarcado en ideologías totalizantes. Para estos pueblos, “asistir” al
“crepúsculo del futuro” significa que la noche ha pasado y amanece; la luz vendrá de ellos, de su
sentido del tiempo, la historia y nosotros mismos. Hay un resurgir de aquellos que habían quedado en
la sombra de la endiosada luz del futuro y progreso.
A su vez, este tiempo presente origina distintas actitudes: simplemente estar, para muchos y
muchas; acompañar y servir para algunos y algunas más atentas y vigilantes a los signos de los
tiempos; socorrer y curar, en otras palabras “parir este tiempo”, para unos pocos espíritus proféticos y
poéticos. En el “estar” tal vez podemos observar a los grupos humanos marcados por la superficialidad
y el hedonismo, el relativismo y el espiritualismo, el consumismo y el materialismo, pero también
aquellos sesgados por los fundamentalismos religiosos y culturales. En aquellos y aquellas que
“acompañan” y “sirven” el momento actual están los críticos y disconformes hacia sus propias
herencias culturales y que, junto a aquellos enraizados en sus sabidurías ancestrales, buscan alternativas
de vida. Podemos intuir que las personas que “socorren y curan” son aquellas que en su vida logran
vivir desde la compasión (sufrir con) este parto axial.
31
Crepúsculo: (Del lat. crepuscŭlum). 1. m. Claridad que hay desde que raya el día hasta que sale el Sol, y desde que este se
pone hasta que es de noche. 2. m. Tiempo que dura esta claridad. 3. m. Fase declinante que precede al final de algo. El
crepúsculo del verano, de la vida, en D ICCIONARIO REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es.
32
O. Paz, “Homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz en su tercer centenario”, París, 20 de octubre de 1951. Sur n° 206
(Diciembre de 1951): 2940.
72
El crepúsculo del futuro está ahí ante nosotros, desafiándonos a actuar para reencontrarnos con
el tiempo, la historia y nosotros mismos. Pero para esto tenemos que seguir viajando por las figuras que
nos dona O. Paz en busca de lo inefable, para poder ir “más allá” del desalojo y expulsión del presente.
2.2.1 Intemperie espiritual
Continuemos buscando otras imágenes que nos ayuden a perforar en nuestro tiempo actual. O.
Paz afirma:
“De todos modos, el derrumbe de las utopías ha dejado un gran vacío, no en los países en donde esa ideología
ha hecho sus pruebas y ha fallado sino en aquellos en los que muchos la abrazaron con entusiasmo y
esperanza. Por primera vez en la historia los hombres viven en una suerte de in temperie espir itua l y no,
como antes, a la sombra de esos sistemas religiosos y políticos que, simultáneamente, nos oprimían y nos
consolaban.” 33
Intemperie 34 hace referencia a “cielo descubierto”, “sin techo ni otro reparo”. Esto nos
manifiesta que “el crepúsculo del futuro” viene acompañado de una nueva conciencia espiritual, tanto
para los que se adentran en la noche, como para los que experimentan un cierto amanecer. Este tiempo
actual está marcado por una reconfiguración de la experiencia religiosa. Experiencia que desea
liberarse de toda dominación ideológica dentro de las instituciones religiosas o de los falsos
mesianismos. Anhelo por un contacto directo, a “cielo descubierto” con el Misterio y lo inefable que
emana de este 35 .
Las mediaciones están en crisis, y brota en los individuos una creciente conciencia de ser
sujetos adultos 36 de sus decisiones, opciones y concretizaciones, tanto a nivel sociocultural como
espiritual. Ya no más subalternos, inferiores, súbditos, paganos, extranjeros, sexo débil, que han de ser
manipulados. Sino personas responsables de sus actos y decisiones, de sus maneras de acercarse y
alimentarse del divino: personas actoras de sus opciones de vida. Sin duda algo arriesgado, como el
mismo O. Paz lo corrobora:
“La experiencia es arriesgada. Es imposible saber si las tensiones y conflictos de esta privatización de ideas,
prácticas y creencias que tradicionalmente pertenecían a la vida pública no terminarán por quebrantar la
33
O. P AZ, Fundación y disidencia: dominio hispánico. Obra s completas, Vol. 3, Fondo de Cultura, México 1993, 3940.
34
Intemperie: (Del lat. intemperĭes). 1. f. Desigualdad del tiempo. 1. loc. adv. A cielo descubierto, sin techo ni otro reparo
alguno, en D ICCIONARIO REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es.
35
“El actual interés por lo religioso tiene algunas características que ponen de manifiesto la fisonomía material y
espiritual que es propia de nuestra sociedad. Opinamos que, fundamentalmente, son dos. La primera , que el «retorno
de lo religioso» —creemos que, propiamente, debería hablarse de «redescubrimiento», porque lo religioso como tal
jamás se ha ausentado de los dominios del hombre— tiene lugar al margen y, en ocasiones, en contra de las
articulaciones religiosas tal como han sido y son formadas y administradas por los sistemas eclesiásticos
establecidos.” (…) “La segunda característica a la que hemos aludido se halla fuertemente relacionada con la
primera y puede considerarse como una consecuencia necesaria de las diversas formas de individua lismo. El
sujeto religioso actual no sólo acostumbra a «practicar» su religión al margen de las Iglesias, sino que además —
adoptando comportamientos y maneras con carácter más o menos gnóstico que ya tuvieron una enorme importancia en
otros tiempos con rasgos similares a los de nuestro presente— busca con ahínco no el culto o la plegaria a la
divinidad, sino la función terapéutica de la religión para así poder dar solución a sus propios problemas y conflictos,
sobre todo, los de orden psicológico, al margen de cualquier tipo de preocupación y responsabilidad éticas por el
otro.” (L. D UCH, Un extraño en nuestra ca sa , Herder, Barcelona 2007, 485)
36
“El hombre ha aprendido a componérselas solo en todas las cuestiones importantes sin recurrir a Dios como ‘hipótesis de
trabajo’. Eso es ya evidente en las cuestiones científicas, artísticas y éticas, y ya nadie osaría ponerlo en duda; pero de un
centenar de años a esta parte, ha ido haciéndose asimismo cada vez más válido en las cuestiones religiosas: se ha puesto de
manifiesto que también sin ‘Dios’ marcha todo, y tan bien como antes. Al igual que en el campo científico, en el dominio
humano a ‘Dios’ se le va haciendo retroceder cada vez más lejos y más fuera de la vida; está perdiendo terreno.” (D.
BONHOEFFER, Resistencia y sumisión. Cartas y apuntes desde el ca utiverio, Sígueme, Salamanca 2001, 228)
73
fábrica social. Los hombres podrían ser poseídos nuevamente por las antiguas furias religiosas y por los
fanatismos nacionalistas.” 37
“Experiencia arriesgada” pero inevitable, riesgo que se ha de asumir, si se quiere aprender a
vivir el presente para no engañarnos nuevamente con un futuro de progreso indefinido. El desafío
radica en superar el simple “estar” en el “crepúsculo del futuro”, para arriesgarse a servir y acompañar,
mejor aún curar y socorrer, nuestra actualidad. Esto significa apostar por un cambio, por dejar de vivir
el momento para empezar a vivir el presente. Hacia allí nos invita O. Paz con sus elocuentes imágenes
sobre la actualidad. A iniciar este nuevo recorrido para no dejarnos seducir, como desgraciadamente se
empieza a observar en ámbitos eclesiales, religiosos y sociales, por los fundamentalismos y fanatismo
que no son capaces de reconocer la “mayoría de edad del mundo.” 38
Clara invitación a una actitud de radical apertura. Permanecer abiertos de espíritu, vigilantes
ante la intemperie, sin refugiarnos en prejuicios culturales y religiosos, esquemas mentales,
ideologizaciones, fortificaciones institucionales o racionales en busca de seguridad. “Intemperie
espiritual” nos revela que la experiencia espiritual pasa por saber captar el paso del espíritu en nuestras
vidas y las de los demás, en nuestros mundos y en el de los prójimos, en nuestros lugares sagrados y el
de nuestros correligionarios, en la realidad y en la creación. “Intemperie espiritual”, invitación vital a
parirnos a nosotros mismos para descubrir el sentido de vida latente en cada momento presente.
Invitación a ser “sujetos adultos” que van gestando presentes, desde sus pertenencias, culturas y
espiritualidades. Sujetos adultos capaces de percibir y dejarse rozar por la misteriosa e íntima
interrelación humanadivinacósmica 39 .
2.2.2 Tanto o más que una revolución, una revelación
¿Cómo permanecer vigilantes y en actitud de radical apertura frente a la intemperie espiritual?
O. Paz ofrece una clave dialógica para navegar por este tiempo.
“A diferencia de las otras revoluciones del siglo XX, la de México no fue tanto la expresión de una ideología
más o menos utópica como la explosión de una realidad histórica y psíquica oprimida. No fue la obra de un
grupo de ideólogos decididos a implantar unos principios derivados de una teoría política; fue un
sacudimiento popular que mostró a la luz lo que estaba escondido. Por esto mismo fue, tanto o más que una
revolución, una r evelación. México buscaba al presente afuera y lo encontró adentro, enterrado pero vivo.” 40
37
O. P AZ, Fundación y disidencia: dominio hispánico. Obra s completas, Vol. 3, Fondo de Cultura, México 1993, 40.
38
“El ataque de la apologética cristiana contra la mayoría de edad del mundo me parece en primer lugar absurdo, en
segundo lugar innoble, y finalmente no cristiano. Absurdo, porque viene a ser como un intento para retrotraer a un hombre
adulto a la época de su pubertad, es decir, para volver a hacerle depender de muchas cosas de las que, de hecho, ya se ha
independizado, y para enfrentarlo con unos problemas que, de hecho, han dejado de ser problemas para él. Innoble, porque
así se intenta sacar provecho de la debilidad de un hombre para una finalidad que le es ajena y que no ha suscrito
libremente. No cristiano, porque así se confunde a Cristo con un grado determinado de la religiosidad del hombre, es decir,
con una ley humana.” (D. BONHOEFFER, Resistencia y sumisión. Cartas y apuntes desde el cautiverio, Sígueme, Salamanca
2001, 229)
39
“Hay personas no creyentes que dan un sentido a su vida. Una muestra de ello es la existencia de espiritualidades no
religiosas que permiten a muchos de nuestros contemporáneos orientar sus vidas hacia valores como la justicia, la paz, la
solidariedad, que dan un sentido de vida. (…) A través de estas y otras experiencias humanas; a través de vidas humanas
vividas con honradez, desprendimiento y generosidad, es posible que muchas personas reconozcan el más allá de sí mismos
de que están habitados, escuchen su requerimiento incondicional y se vean introducidos en una forma de vida a su altura,
aunque bajo formas no religiosas. Es lo que viene designándose como ‘espiritualidades laicas’, espiritualidades sin Dios o,
sencillamente, espiritualidades, como formas de ejercicio de la existencia, alternativas a la existencia religiosas.” (J. M.
VELASCO, Mística y humanismo, PPC, Madrid 2007, 227)
40
Ídem, 36.
74
El tiempo actual “más que una revolución, una revelación”. Es una combinación de ambas, aún
si predomina una manifestación que nos viene al encuentro más que algo buscado, pensado y
premeditado. Mejor dicho, O. Paz nos provoca a pensar que toda revolución 41 es revelación 42 , así como
toda revelación es revolución. Entonces toda verdadera evolución 43 , todo real “desarrollo de las cosas y
los organismos”, todo auténtico progreso humanodivinocósmico es revelación y revolución.
Evolucióncósmica revelacióndivina revoluciónhumana, tríada hermenéutica para escrutar e
interpretar cada momento 44 .
“Revelación”, porque nuestro cambio epocal no es simplemente fruto de una articulación de
grupos políticos o sociales hecho por naciones poderosas o el proletariado o ciertas culturas. Más bien,
es algo que se ha ido gestando a lo largo de decenios, porque no decir cientos de años, en la conciencia
humana y cósmica. Estamos ante la “explosión de una realidad histórica y psíquica oprimida”.
Revelación porque es una “manifestación divina” que libera desde dentro, de manera no esperada ni
buscada. Realidad misma que nos invita a superar toda atadura espiritual, intelectual y afectiva.
“Revelación”, porque los grupos humanos, que por decenios y cientos de años han quedado a la
sombra del iluminismo ilustrado del progreso indefinido, salen a luz, a vida pública: se “manifiesta lo
ignorado o secreto”. La opresiva oscuridad surge, estalla y explota, se abre camino por las grietas,
orificios y fracturas más pequeñas. Es el Misterio divino que se nos manifiesta sin intermediarios, sin
techos, para abrirnos de par en par su cielo: intimidad y amor en cada momento presente. Fuerza divina
que fluye nuevamente con ímpetu. Es el Espíritu que, porque sopla donde y cuando quiere, nos impulsa
a buscar otros senderos de vida. Vida que brota desde el interior y empuja muros, abre sendas y rompe
rocas.
41
Revolución: (Del lat. revolutĭo, ōnis). 1. f. Acción y efecto de revolver o evolverse. 2. f. Cambio violento en las
instituciones políticas, económicas o sociales de una nación. 3. f. Inquietud, alboroto, sedición. 4. f. Cambio rápido y
profundo en cualquier cosa , en D ICCIONARIO REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es.
42
Revelación: (Del lat. revelatĭo, ōnis). 1. f. Acción y efecto de revelar. 2. f. Manifestación de una verdad secreta u oculta.
3. f. por antonom. Manifestación divina. 1. tr. Descubrir o manifestar lo ignorado o secreto , en D ICCIONARIO REAL
ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es.
43
Evolución: (Del lat. evolutĭo, ōnis). 1. f. Acción y efecto de evolucionar. 2. f. Desarrollo de las cosas o de los
organismos, por medio del cual pasan gradualmente de un estado a otro. 6. f. Mudanza de conducta, de propósito o de
actitud. 7. f. Desarrollo o transformación de las ideas o de las teorías. 8. f. Cambio de forma, en DICCIONARIO REAL
ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es.
44
“Existe en este campo otra palabra del vocabulario teológico que, a condición de ser bien entendida, aporta toda su fuerza
a la emergencia del sentido: es la palabra ‘revelación’. Todos nosotros sabemos lo que queremos indicar cuando decimos
que esto o aquello fue para nosotros una revelación. Bruscamente hemos sido sorprendidos por un sentido que no
sospechábamos, y que venía de fuera, sin que aparentemente hayamos influido nada en ello. Descubrimos así que somos
seres visitados, ‘pasivos’, y no meramente activos y productores.” (A. GESCHÉ, El sentido. Dios para pensar VII, Sígueme,
Salamanca 2004, 24)
75
“Revolución” 45 , no ya como opresión y dominación del reinado de la razón frente a otros estilos
de vida y maneras de estar en el mundo. Sino más bien revoluciónrevelación como evolución de
múltiples y variadas maneras de estar y ser en nuestro mundo, superando una visión lineal y progresiva
del tiempo. Estamos en el inicio del progreso del espíritu, o mejor dicho de su manifestación más plena
y universal, donde la uniformidad va muriendo y brota la diversidad, no como fragmentación y
dispersión, sino como multiplicidad interrelacionada por un mismo espíritu.
Evolución, como sacudida popular que saca “a la luz lo que estaba escondido”. Pero, ¿qué es lo
que está escondido y de repente se revela y muestra? O. Paz hace referencia al presente. Pero un
presente buscando desesperadamente fuera, no dentro de nosotros, de nuestros pueblos, de nuestras
tradiciones e historias, sino mirando hacia fuera, hacia lo extranjero: autoenajenación, “buscar al
presente fuera”. Que latinoamericana es esta actitud. Cuanta migración a causa de esto, cuanto
colonialismo interno, cuanta bajaestima, cuanta esclavitud cultural y por ende política y económica. Se
busca el sentido de vida, fuera, cuando la fuente de la vida, de una vida plena de sentido es el presente
que está “enterrado pero vivo” dentro de nosotros, en nuestra alteridad alterada, pero nuestra.
Evolución, como “mudanza de conducta y actitud”. Buscar el presente y la modernidad en
nosotros, no cerrándonos a la diversidad de las culturas de otros continentes, sino descubriendo la rica
diversidad en nosotros para luego dialogar con la diversidad de otros y otras 46 . Entonces el crepúsculo
del futuro nos abre a la intemperie espiritual, que se nos revela de manera sorprendente y arrolladora: el
sentido de la vida no puede seguir estando en el futuro, pero tampoco en el pasado, está en el presente.
Allí, en cada presente hemos de jugarnos nuestro sentido vital, creando y recreando, naciendo y
renaciendo a la vida. Redescubriendo nuestra alternativa historia repleta de alteridad. Un presente que
exige recuperar la dimensión cualitativa del tiempo 47 . Tiempo como profundidad, densidad y plenitud y
no simplemente sucesión, partición y secuencia.
“Hubo un tiempo en el que el tiempo no era sucesión y tránsito, sino manar continuo de un presente fijo, en el
que estaban contenidos todos los tiempos, el pasado y el futuro. El hombre, desprendido de esa eternidad en
la que todos los tiempos son uno, ha caído en el tiempo cronométrico y se ha convertido en prisionero del
reloj, del calendario y de la sucesión. Pues apenas el tiempo se divide en ayer, hoy y mañana, en horas,
minutos y segundos, el hombre cesa de ser uno con el tiempo, cesa de coincidir con el fluir de la realidad.
Cuando digo ‘este instante’, ya pasó el instante. La medición espacial del tiempo separa al hombre de la
realidad, que es un continuo presente, y hace fantasmas a todas las presencias en que la realidad se
manifiesta.” 48
45
“Las revoluciones, hijas del concepto de tiempo lineal y progresivo, significan el cambio violento y definitivo de un
sistema por el otro. Las revoluciones son consecuencia del desarrollo, como no se cansaron de decirlo Marx y Engels. Las
rebeliones son actos de grupos e individuos marginales: el rebelde no quiere cambiar el orden, como el revolucionario, sino
destronar al tirano. Las revueltas son hijas del tiempo cíclico: son levantamientos populares contra un sistema reputado
injusto y que se propone restaurar el tiempo original, el momento inaugural del pacto entre los iguales.” (O. PAZ , Vuelta a El
laberinto de la soledad, Fondo de Cultura, México 2006 5 , 334.)
46
“Pero este advenimiento no es algo que puede mostrarse solamente ‘al comienzo’. Este carácter originario de una
revelación puede sorprendernos en cada momento de nuestra vida, cada vez que descubrimos y aceptamos el hecho de que
no nos encontramos solos, sino que existe una alteridad y por tanto la posibilidad de una visitación.” (A. GESCHÉ, El
sentido. Dios para pensa r VII, Sígueme, Salamanca 2004, 25)
47
“La diferencia entre el tiempo cuantitativo y el cualitativo es fácil de comprender recurriendo a sus respectivas
etimologías. ‘Cualitativo’ viene del latín qualis (‘cuál’, ‘de qué clase’) y ‘cuantitativo’ del latín quantum (‘cuánto’). La
perspectiva cuantitativa –que para nosotros, occidentales, es mucho más familiar tan sólo ve en el tiempo una sucesión de
momentos, idénticos entre sí, cuya mayor o menor duración puede tabularse comprobando cuántas veces contiene la unidad
de medida que elijamos (segundos, horas, años, etc.) En cambio, lo que le interesa a la perspectiva cualitativa no es la
duración del tiempo, sino el significado peculiar que cada etapa de la historia tiene en los planes de Dios.” (L. GONZÁLEZ
CARVAJAL, Los signos los tiempos. El Reino de Dios está entre nosotros…, Sal Terrae, Santander 1987, 2425)
48
O. P AZ, Posdata, Fondo de Cultura, México 2006 5 , 227.
76
Pero antes de adentrarnos en la urgencia del presente, con su hondura y fecundidad, veamos un
aspecto más que nos regala este atardeceramanecer del futuro.
2.2.3 Entre tradición y modernidad hay un puente
La tensión tradiciónmodernidad, tan marcada en las literaturas latinoamericanas, expresan la
tensión de toda nuestra historia. Continente repleto de revoluciones, rebeliones y revueltas por defender
la modernidad o recuperar la tradición, como si fueran dialécticamente opuestas. Corrientes
indigenistas, o como se las llame, buscando “restaurar el tiempo original”, corrientes modernas, hijas
del “tiempo lineal progresivo”, augurando un cambio violento y radical de sistema. Ante esto, O. Paz
descubre el presente como puente entre ambas:
“La búsqueda de la modernidad nos llevó a descubrir nuestra antigüedad, el rostro oculto de la nación.
Inesperada lección histórica que no sé si todos han aprendido: entr e tr adición y moder nidad hay un
pu ente. Aisladas, las tradiciones se petrifican y las modernidades se volatilizan; en conjunción, una anima a
la otra y la otra le responde dándole peso y gravedad.” 49
Rompiendo con la dialéctica excluyente y desde una clave más bien dialógica, podríamos decir
intercultural, O. Paz plantea que tradición y modernidad han de conjugarse y enriquecerse. Esto porque
hay un puente entre ambas. Este puente es el presente. Es la lecturaclave desde y del presente la que
permite que las tradiciones adquieran vida, valor y sentido superando la tentación de ser sólo un sueño
utópico o piedras del pasado 50 . A su vez, el presente permite que la modernidad no sea una burbuja de
jabón que se proyecta hacia un siempre más frágil futuro, sino una acción desde y para el hoy.
Importante consideración ésta, porque manifiesta con mayor claridad que el “crepúsculo del
futuro” es un amanecer para las culturas ligadas más a la tradición y que en la modernidad, o mejor
dicho en la civilización del progreso, habían quedado marginadas. Por tanto, ha llegado la hora que den
a cabalidad su contribución y aporte para vivir mejor el presente, así como la corriente de la
modernidad lo hará también, donde ciencia y tecnología sea para el bienestar, y no para esclavizar al
ser humano y la creación en vista de un futuro mejor muy discutible.
Por otra parte, este puente, que da pie al intercambio dialogal entre tradición y modernidad, ha
de ser construido cada momento, cada presente. Gestación, más que construcción, que no brotará tanto
de programas, tácticas o planificaciones, y menos aún por méritos morales o rituales. Brotará de la
capacidad de estar en la “intemperie espiritual” con todo lo que significa y hemos expresado poco
antes. Sólo así la revelación, como nuevo espíritu que viene a nuestro encuentro, y la revolución, como
organización desde lo diverso y múltiple en pos de la vida, será evolución: presentepuente en el cual
acercarse y rozar, dada nuestra intemperie espiritual, al sentido último de la realidad y de la vida: el
Misterio. 51
49
O. P AZ, Fundación y disidencia: dominio hispánico. Obra s completas, Vol. 3, Fondo de Cultura, México 1993, 37.
50
“La fractura de la memoria, tanto de la comunicativa como de la cultural, ha tenido –está teniendo como consecuencia
que las ‘raíces’ o las ‘referencias’ sean ‘algo’ que está ahí, inerte e incapaz de dar fruto. La actualización de la memoria
colectiva –el recuerdo operativo que se activa por mediación de las transmisiones es el detonante imprescindible para que
las ‘raíces cristianas’ no se limiten a ser un vago recuerdo, impreciso o con rasgos folclóricos, sino que permitan formular y
responder a la cuestión que, en plena barbarie nazi, planteaba Dietrich Bonhoeffer a las Iglesias y a los fieles alemanes:
¿quién es hoy Cristo para nosotros?”(L. DUCH, Un extra ño en nuestra casa , Herder, Barcelona 2007, 178)
51
“El creyente, como sugiere Solignac, debe orientarse sin cesar hacia el recuerdo del pasado de Cristo (acta et pa ssa
Christi), no para anclarse arqueológicamente en él, sino para que, en el presente, mediante la acción de la caridad
responsable y de la plegaria, esté en condiciones de abrirse al futuro con esperanza y, al mismo tiempo, sea esperanza para
sus contemporáneos.” (Ídem, 177)
77
Entonces este presentepuente ha de ser un lugar (topoi) donde se interconectan proyectos de
vida y mundos simbólicos antes separados. Las orillas se relacionan para dejar fluir el río de la vida.
Presentepuente, como interconexión de nudos de relaciones entre culturas que son tradición y
modernidad a la vez. Presentepuente que se levanta, ante el ocaso del futuro, sobre el fluido de la vida
humanadivinacósmica, por tanto criterio de discernimiento y validación para el encuentro de la
diversidad: signo de los tiempos para acompañar este parto histórico hacia una nueva conciencia
temporalespiritual.
2.3 La búsqueda de la r ealidad real
Buscar el presente es la continua y siempre nueva búsqueda de encontrar o conferir sentido a la
vida: realidad real, aquella que se esconde misteriosamente entre tradición y modernidad, entre deseo
del paraíso perdido y la fogosidad, nada creativa, de los fuegos artificiales del consumo. Pero, ¿en qué
consiste este presente, esta realidad real? Si la realidad es “la existencia real y efectiva de algo” 54 y real
“que tiene existencia verdadera y efectiva”, pareciera que hay una tautología. Pero creo que O. Paz
hace referencia a la realidad efectiva, verdadera, total y no parcial. Al respecto es iluminadora esta
definición de realidad:
“La realidad no está formada ni por un bloque único indistinto –sea divino, espiritual o material ni tampoco
está formado por tres bloques o un mundo de tres niveles –el mundo de los dioses (o de la Trascendencia), el
mundo de lo hombres (o el de la Conciencia) y el mundo físico (o el de la Materia), como si de un edificio de
tres pisos se tratase. La realidad está constituida por tres dimensiones enlazadas las unas con las otras, cual la
perichôrêsis trinitaria, de manera que no sólo la una no existe sin las otras, sino que están imbricadas interin
dependientemente. No se puede hablar de ninguna de esas tres dimensiones como realidades a se, como
subsistentes en ellas mismas con independencia de las otras. Tanto Dios, el Mundo o el Hombre tomados
independientemente, o a se, sin relación con las otras dimensiones de la realidad son simples abstracciones de
nuestras mentes.” 55
Por tanto, cuando hablamos de encontrar un sentido último de la realidad y de la vida, estamos
haciendo referencia a esta realidad real. Sentido que no radica tan sólo en Dios o la Trascendencia, por
tanto metahistórica, sino un sentido que radica también en el ser humano y en la realidad física. No
podemos separar una dimensión de otra. Hacer referencia al encontrar sentido tiene más relación con el
Mundo y con Dios que vienen a nuestro encuentro: revelación. Mientras que conferir sentido es más
una actitud de la conciencia humana: revolución. ¿Una o la otra? Ambas, para que el sentido no sea
simplemente evasión intimista sino acción transformadora.
52
Cuando aquí hablo de habitar estoy retomando lo dicho en 2.2 entre estar, acompañar y curar. Este habitar manifiesta un
habitar que expresa un estar conciente y desde una postura, desde un reapropiarse el presente, muy distinto al simple
“estar”.
53
O. P AZ, Fundación y disidencia: dominio hispánico. Obra s completas, Vol. 3, Fondo de Cultura, México 1993, 35.
54
DICCIONARIO REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es.
55
R. PANIKKAR, Intuición cosmoteándrica . Las tres dimensiones de la rea lidad, Trotta, Madrid 1999, 16.
78
Entonces buscar y percibir la realidad real es comunicarnos con esta realidad interin
dependientes de Dios, Mundo y Hombre. “Advenimiento de sentido” 56 del cual “rendimos testimonio”
a partir del “descubrimiento de la alteridad como don”. Es cuando “las puertas de la percepción se
entreabren y aparece el otro tiempo, el verdadero, el que buscábamos sin saberlo: el presente, la
presencia.” 57 Es cuando “el hombre, prisionero de la sucesión” homogénea del tiempo cronométrico,
“rompe su invisible cárcel de tiempo y accede al tiempo vivo” 58 :
“el tiempo cronométrico es una sucesión homogénea y vacía de toda particularidad. Igual a sí mismo siempre,
desdeñoso del placer o el dolor, sólo transcurre. El tiempo mítico, al contrario, no es una sucesión homogénea
de cantidades iguales, sino se halla impregnado de todas las particularidades de nuestra vida: es largo como
una eternidad o breve como un soplo, nefasto o propicio, fecundo o estéril. Esta noción admite la existencia
de una pluralidad de tiempos. Tiempo y vida se funden y forman un solo bloque, una unidad imposible de
escindir.” 59
Percibir la realidad real es adentrarse en el fluir profundo de la vida donde se rompe la escisión
entre tiempo y vida: ser uno con el tiempo, coincidir con el fluir de la realidad. Pero, ¿qué significa
habitar el presente, gran desafío de nuestro momento crucial actual? ¿Cómo vivir el presente sin olvidar
el pasado o anular el futuro? ¿Cómo no encerrarnos en el hedonismo y relativismo? Consciente que
estamos ante un tema sumamente delicado, tratemos de responder estos interrogantes dejándonos guiar
por tres símbolos, que utiliza O. Paz para hablar del presente:
“La reflexión sobre el ahora no implica renuncia al futuro ni olvido del pasado: el presente es el sitio de
en cu entr o de los tr es tiemp os. Tampoco puede confundirse con un fácil hedonismo. El árbol del placer no
crece en el pasado o en el futuro sino en el ahora mismo. También la muerte es un fruto del presente. No
podemos rechazarla: es parte de la vida. Vivir bien exige morir bien. Alter nativa mente luminoso y sombr ío,
el presente es una esfera donde se unen las dos mitades, la acción y la con templación.” 60
2.3.1 Sitio de encuentro de los tres tiempos
En otro texto elocuente sobre esta tensionalidad de los tres tiempos Octavio Paz hace “una
pregunta de cuya contestación depende la suerte del mundo que hemos edificado: pasado, presente y
futuro, ¿cuál es el verdadero tiempo del hombre, en dónde está su reino?” Responde interrogando
nuevamente: “y si su reino es el presente, ¿cómo insertar el ahora , por naturaleza explosivo u
orgiástico, en el tiempo histórico? La sociedad moderna ha de contestar a estas preguntas sobre el ahora
–ahora mismo.” 61
Un intento de respuesta es reafirmar que habitar el presente no significa, como ya lo hemos ido
mostrando hasta aquí, renunciar al futuro u olvidar el pasado, como si no existieran y tuvieran valor.
Vivir el presente significa principalmente girar la mirada (y en ésta nuestro cuerpo, mente y espíritu)
que estaba puesta sólo en el futuro y colocarla en el presente. ¿Por qué? Por que ya hemos vistos las
consecuencias de mirar sólo hacia delante o atrás, por tanto se vuelve necesario escudriñar qué significa
que “el presente es el sitio de encuentro de los tres tiempos”. Pero, ¿cómo comprender el tiempo?
56
“Revelación, es decir, advenimiento de sentido, proceso en el que nosotros no aportamos nada y, sin embargo, rendimos
testimonio de aquello que nos ha sido dado (cf. Mt 16,17: la Confesión de fe de Pedro en Cesarea). No hay en esto ninguna
alienación, sino descubrimiento de la alteridad; de la alteridad de un don y de un sentido, en los que yo me descubro sin
haberlos buscado.” (A. GESCHÉ , El sentido. Dios pa ra pensar VII, Sígueme, Salamanca 2004, 24)
57
O. P AZ, Fundación y disidencia: dominio hispánico. Obra s completas, Vol. 3, Fondo de Cultura, México 1993, 41.
58 5
O. P AZ, Posdata, Fondo de Cultura, México 2006 , 229.
59
Ídem, 228.
60
O. P AZ, Fundación y disidencia: dominio hispánico. Obra s completas, Vol. 3, Fondo de Cultura, México 1993, 41.
61 5
O. P AZ, Posdata, Fondo de Cultura, México 2006 , 245.
79
“Nosotros creamos el tiempo. El tiempo no nos sostiene como una madre. Es nuestro hijo. La única realidad
es el instante creador. (…) La vida humana es algo más que crecimiento respecto al pasado y una proyección
en el futuro. Es a la vez (y conjuntamente) la ex y la sistencia que constituyen nuestro ser. Ésta es la razón por
la que sólo insistiendo en la exsistencia somos salvados. Y ésta es la experiencia de los contemplativos.
Ellos viven el presente en toda su intensidad, y en esta tensión descubren la intencionalidad y la integridad
de la vida, el núcleo sempiterno, inefable, que es el pleno en cada momento auténtico.” 62
“Nosotros creamos el tiempo” por tanto el pasado y el futuro son meras abstracciones
personales, creaciones del ser humano. Existen en la medida que le damos vida. Es por ello que en
verdad lo que existe es cada momento presente, que puede simplemente pasar como un momento o
puede ser “instante creador”. Por eso el presente contiene pasado y futuro: pasado como herencia,
consciente o ignorada, que puede ser actualizada en el futuro.
El desafío es dejarse encontrar por el presente, porque es allí donde se juega la intensidad y
sentido de la vida. Habitar el presente es vivir con intensidad, que no significa frenetismo ni
aceleración, sino asumir las tensiones de la vida para descubrir la “intencionalidad e integridad” de la
realidad real. En otras palabras, descubrir y conferir sentido pasa por saber vivir el presente. Allí el
sentido último del cual venimos hablando. Instante creador, la eternidad habitándonos.
El desafío existencial es, ni refugiarse en un pasado idealizado de manera utópica (sea religioso,
cultural o nacional), ni en una ideologización y manipulación del futuro, ni en un banal presente
hedonista que ignora “el encuentro de los tres tiempos”. En fin, no deshabitar 64 el presente y quedar
reducido a meros objetos e instrumentos: cosificación del ser humano y las presencias.
“Puede decirse, por ejemplo, que una casa esta deshabitada o que un territorio está despoblado, pero resulta
revelador que, unido al artículo ‘los’, el participio ‘deshabitados’ desplace su función calificadora de objetos
a la nominación de sujetos. Se da entonces, una situación de lenguaje algo extraña porque los sujetos han
quedado ‘naturalizados’, reducidos a la función de objetos.” 65
62
R. PANIKKAR, Intuición cosmoteándrica . Las tres dimensiones de la rea lidad, Trotta, Madrid 1999, 153154.
63
“El tiempo no es sólo algo constitutivamente integrado en la materia o en el hombre, el tiempo es la otra cara de lo que se
ha venido llamando eternidad, de manera que tiempo y eternidad forman lo que se podría denominar tempiternidad. La
eternidad no viene después del tiempo –ni existía antes. La vida del hombre sobre la tierra no es entonces un simple
peregrinar hacia Dios, la reencarnación o la nada, sino que constituye un ritmo en el que cada momento es habitado por la
otra cara ‘eterna’, formando así la tempiternidad.” (Ídem, 16)
64
Estos grupos serían los deshabitados del presente, o en términos de O. Paz los “expulsados” del presente. Muy
iluminadora es la novela “Los deshabitados” escrita por Marcelo Quiroga Santa Cruz en 1959. Novela que refleja la
situación existencial de la sociedad boliviana luego del fracaso de la revolución del 1952. La novela expresa densamente a
personajes deshabitados del entorno, que no son capaces de crear vínculos existenciales con los demás: un cura, una mujer,
un perro…, todos personajes que se vuelven objetos y no sujetos de sus vidas. (M. QUIROGA SANTA C RUZ , Los
deshabitados,
Plural, La Paz 2004 6 )
65
Ver la introducción de J. Sanjinés a la novela de Marcelo Quiroga. (M. QUIROGA S ANTA CRUZ, Los deshabitados, Plural,
La Paz 2004 6 , 6)
80
Esta es la nueva conciencia temporal que nos invita a vivir el crepúsculo del futuro desde una
mirada atenta como opción ética. 66 Nueva conciencia que no ha de ser algo aislado y para unos elegido,
sino para las masas. Ser contemplativos, místicos, es un signo de los tiempos que exige ser reconocido.
Es subrayar con más valor el ya del todavía no que en la tradición cristiana se reflexionó en relación a
la salvación. 67
2.3.2 Alternativamente luminoso y sombrío
Vivir lo que vamos vislumbrando, no es tarea sencilla. El presente es luminoso 68 , pero también
sombrío 69 , nos dice Octavio Paz. Esta tensionalidad luminosasombría es parte de la condición humana,
fruto de la libertad del ser humano y los condicionantes históricos. 70 El presente luminoso es aquel que
manifiesta vigor, pero sobre todo “despide luz” e irradia vida nueva como el sol. Despide mucha
claridad: transfiguración. Somos traslúcidos por nuestras miradas.
“…presente sin ventanas, pensamiento
que vuelve, se repite, se refleja
y se pierde en su misma transparencia,
conciencia traspasada por un ojo
que se mira mirarse hasta anegarse
de claridad:…” 71
El presente sombrío, o mejor dicho los momentos sombríos, son aquellos que continúan
generando espacios y lugares de “poca luz” y oscuridad. Lugares tétricos donde, a causa de vidas
deshabitadas del presente, se aglomera tristeza, angustia y melancolía. Aquellos que siguen dejando en
la sombra a los otros y otras, haciéndolos desiguales, diferentes y desconectados. Enajenados por ser
otros en si mismo.
Vida sombría, muchedumbres anónimas en ciudades y campos que no viven el presente:
incapacidad de redescubrirse desde la “intemperie espiritual”, para religarse con el Misterio. Cuerpos a
ritmo frenético, agitado, fugaz, sin sentido. Ricos y pobres, europeos, norteamericanos, indígenas,
mestizos; blancos, negros, amarillos… Mujeres y varones; muchos jóvenes y algunos niños. Cristianos,
musulmanes, judíos, budistas... No hay condición religiosa, cultural, generacional, sexual y social que
pueda evitar vivir momentos sombríos.
66
“Cuando Simone Weil escribía que ‘lo que nos salva es la mirada’, presuponía, naturalmente, que era la mirada atenta la
que gozaba de ese necesario y saludable efecto. Este presupuesto es mi convicción. Puesto que de la mirada atenta surge el
respeto, casi todo lo que tenemos que contar se podría resumir parafraseando las conocidas palabras agustinianas, ‘ama y
haz lo que quieras’, de este modo: ‘presta atención –mira atentamente y haz lo que quieras’.” (J. M. ESQUIROL, El respeto o
la mirada atenta. Una ética para la era de la ciencia y la tecnología , Gedisa, Barcelona, 2006, 26)
67
“Los ‘signos de los tiempos’ no son ‘señales’, sino ‘símbolos’: hacen parcialmente presente una realidad – el Reino de
Dios que permanecerá inaccesible en sí mismo hasta la parusía. La existencia de los ‘signos de los tiempos’ es lo que
permite afirmar que el Reino de Dios ya ha llegado, aunque todavía no en su plenitud. (…) A diferencia de lo que ocurre
con la mayoría de las señales, no es el individuo el que crea los símbolos. Únicamente puede ‘encontrarse’ con ellos.
Aplicado esto a los ‘signos de los tiempos’, quiere decir que es Dios mismo quien, expresando su señoría a través de
determinados acontecimientos, los convierte en signos del Reino.” (L. GONZÁLEZCARVAJAL, Los signos los tiempos. El
Reino de Dios está entre nosotros…, Sal Terrae, Santander 1987, 54)
68
Luminoso, sa.: (Del lat. luminōsus). 1. adj. Que despide luz. 2. adj. Que tiene mucha claridad, especialmente natural, en
DICCIONARIO R EAL ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es .
69
Sombrío, a.: 1. adj. Dicho de un lugar: De poca luz y en que frecuentemente hay sombra. 2. adj. Tétrico, melancólico, en
DICCIONARIO R EAL ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es .
70
Recordemos lo expresado en la conclusión del Capítulo primero sobre nuestra opción por una “teología tensional” que
reflexione sobre esta, constante y siempre latente, ambigüedad de la condición humana y de la creación.
71
O. P AZ, Piedra de Sol, http://www.letrasdeagua.net/poemas/paz/pazsol_00.html
81
Gran enfermedad mundial que avanza a paso firme, epidemia que se expande desde occidente al
resto de la humanidad. Vida vacía de sentido, tristeza vaga, pero no por ello menos profunda y
permanente. Los momentos se continúan, los días transcurren y los años pasan, entre el consumo y el
frenesí, entre la soledad y la diversión, se escapa la posibilidad de encontrarle un gusto y aroma
especial al existir. ¿Las causas?, múltiples, como el desenfrenado consumismo, la alienación social, la
superficialidad espiritual, la esclavitud emocional, la opresión, el miedo, la sufriente pobreza… En
fondo es la incapacidad de encontrarle gusto, sabor y aroma a la vida. Es dejar que la vida lo lleve a
uno, en vez de que uno viva la vida.
Ante este panorama mundial, se vuelve urgente y vital, empezar a vivir momentos presentes
luminosos pero sin ignorar lo sombrío del presente y sobre todo sus víctimas. Urgen personas que los
vivan y contagien, con su irradiación. Personas transformadas por el Misterio divino. Cuerpos que
despidan a los demás esta luz. Personas transfiguradas. Camino al andar vamos vislumbrando que la
nueva luz, frente al anochecer del futuro que vive la humanidad, vendrá de allí, de las personas que
sean capaces de transfigurarse con y desde el sufrimiento humanodivinocósmico. Que vivan desde la
“compasión, como percepción participativa y comprometida del sufrimiento ajeno, como activa
rememoración del sufrimiento de los otros. Esta compassio exige de antemano la disposición a asumir un
cambio de perspectiva, ese cambio de perspectiva al que las tradiciones bíblicas (y, en especial, los relatos
sobre Jesús) continuamente exhortan; a saber, a mirarnos y evaluarnos a nosotros mismos con los ojos de los
otros, sobre todo con los ojos de aquellos que sufren y están amenazados, y a exponernos a esa mirada al
menos una ínfima fracción más de lo que permiten nuestros espontáneos reflejos de autoafirmación.” 72
Por tanto, ¿no será que aquella vitalidad, luminosidad y fuerza que supo venir del futuro con
todo su magnetismo de progreso y bienestar, ahora tendrá su origen en la capacidad de mirarnos y
evaluarnos “con los ojos de los otros”? Exponernos a la mirada de aquellos que sufren y están
amenazados. El cambio al que nos impulsa la búsqueda de la realidad real, es radical. Hoy, en cada
momento presente, tenemos la opción de experimentar la plenitud de la vida: tanto humana (de todos y
todas) como cósmica (de todo). Pero dicha
“plenitud humana no puede estar restringida o pertenecer a una raza, una cultura o una religión. (Exige
resistir) la gran tentación: la caída en la indulgencia hedonista en el momento meramente temporal por parte
de aquellos que pueden egoístamente permitírselo. (…) Ésta es la piedra de toque de una espiritualidad
auténtica. El escapismo respecto a los demás, la autogratificación momentánea, el egoísmo elitista y la
ceguera ante la difícil situación histórica del hombre.” 73
Entonces, vivir la honduraanchura 74 del presente es manifestar la luminosidad que brota de la
capacidad de relación con los sufrientes y amenazados. Es una exultación y gozo hacia lo diverso y
diferente, hacia esa alteridad muchas veces excluida con el rostro de los desiguales, excluidos y
marginados. Explosión de lo múltiple y plural. Y para esto, para dejarse encontrar por el presente, se
vuelve necesario desarrollar la capacidad contemplativa, latente en cada ser humano.
2.3.3 Se unen la acción y contemplación
Para poder vivir esta nueva conciencia temporal e ir sembrando presentes luminosos, es
necesario desarrollar el místico que habita en cada ser humano. Sí, místicos, o si se quiere
72
J. B. METZ, Memoria passionis. Una evoca ción provocadora en una sociedad pluralista , Sal Terrae, Santander 2007, 167.
73
R. PANIKKAR, Intuición cosmoteándrica . Las tres dimensiones de la rea lidad, Trotta, Madrid 1999, 156.
74
El simbolismo honduraanchura viene a expresar la capacidad de superar la superficialidad, tan expandida en nuestro
tiempo, buscando la profundidad, porque toda profundidad es fecundidad y creación. Esta profundidad no es evasión de la
realidad (como el avestruz que mete su cabeza bajo la tierra) sino un ensanchar mentecorazónespíritu hacia la diversidad
que habita en cada uno, en los demás y en la creación.
82
contemplativos 75 . Místico es aquel que ha sentido el misterio de la realidad, que ha sufrido un toque
completo de lo real. Aquel que ha entrado en comunión, no solo espiritual sino también mental y
afectiva, con el Misterio que habita en la realidad real. Personas que viven la honduraanchura del
presente, yendo más allá de la noche colectiva y cultural 76 en la cual está inmersa parte de la
humanidad. Que siguen esperanzadas a pesar de todo y, como Jesús en la cruz, son capaces de perforar
el presente oscuro: parir luz, resurrección, Vida; convertir la vida en eternidad. Recordemos que
“los místicos son verdaderos expertos de la noche que es Dios para la mente y el sentimiento humano. Por eso
no niegan el silencio de Dios ni su oscurecimiento. Pero se han atrevido a adentrarse en esa noche hasta
descubrir o vislumbrar ‘la luz y guía’ que brilla en su fondo; para experimentar que la misma noche puede
convertirse en luz.” 77
Pero la contemplación no es simplemente un momento personal con el Misterio. Es la
experiencia plena de Vida 78 , capacidad de entrar en relación con Dios, con los seres humanos y con el
Mundo. Penetrar la realidad real hasta sus profundidades, hasta su entretejido vital. El contemplativo es
capaz de abrirse al universo, sentirse parte del universo y sentir el universo en él. De ahí, de esta
intensidad de vida y experiencia, adquiere la intención e integridad de la realidad.
Por eso esta mística es una experiencia donde, como dice Octavio Paz, “se unen la
contemplación y la acción.” Y para explicitar esto nos desafía la propuesta de Metz cuando habla de
“una mística de la compassio: pasión por Dios que se experimenta y acredita como compasión, como
mística de ojos abiertos.” Es una mística que surge de la contemplación que brota en la acción misma y
no como dos momentos separados. Una mística que “a todos nos es ofrecida y a todos nos es exigida. Y
no vale sólo para el ámbito privado de la vida, sino también para la vida pública, para la vida política.”
Y gracias “al encuentro con los otros que sufren, tal mística de la compassio se perfila como una
mística ‘con los pies en la tierra’; al mismo tiempo, no es muchas veces sino la experiencia aceptada de
un ‘sufrimiento en razón de Dios’.” 79
Entonces, el verdadero contemplativo es un hombre y mujer de acción que hace propia la
tensión del presente. Contemplación y acción no pueden separarse, son como los dos polos de la luz
eléctrica. Es la experiencia de Jesús con la sirofenicia o la samaritana, del samaritano que atiende al
herido, del profeta que clama y defiende la justicia, la transfiguración de Jesús junto a los discípulos.
No son los mismos, han captado algo del Misterio divino, humano y cósmico. De ese encuentro con la
alteridad, muchas veces sufriente, nace la acción en la realidad, para irradiar y expandir su luminosidad
sobre ella. De esta experiencia ha de brotar una real y sincera acción transformadora, por el simple
hecho que ha percibido el sentido último de la vida y la realidad junto al prójimo que se ha vuelto
próximo.
75
“Porque ser místico (…) comporta como primer elemento haber realizado personalmente la experiencia de la realidad
trascendenteinmanente, superior e interior, que sostiene, envuelve y atrae la propia vida. Ser místico no es más que ejercer,
vivir, poner en práctica la capacidad de infinito, la condición de imagen de Dios presente en toda persona. De ahí que la
experiencia mística ponga en juego las dimensiones más profundas de la persona, libere las energías más poderosas del ser
humano, ensanche de la formas más inimaginable el horizonte vital del sujeto, comenzando por la más prodigiosa dilatación
de su conciencia y su deseo.” (J. M. VELASCO, Mística y humanismo, PPC, Madrid 2007, 185)
76
“Algunos hablan de una cierta ‘noche oscura’ cultural por la que deberá pasar la experiencia espiritual del creyente en
esta hora. De esta manera quedará purificada de la tentación de confundir nuestras representaciones con el Misterio a que
apunta la fe. Un momento duro para el creyente, pero apto para, si lo vive con fidelidad cristiana, eliminar las
contaminaciones idolátricas, que son la permanente tentación del hombre de fe, como nos recuerda insistentemente la
Biblia.” (J. M. M ARDONES, En el umbral del mañana. El cristianismo del futuro, PPC, Madrid 2000, 89)
77
J. M. V ELASCO, Mística y humanismo, PPC, Madrid 2007, 227.
78
Cf. R. P ANIKKAR, De la mística . Experiencia plena de la vida , Herder, Barcelona 2005.
79
J. B. METZ, Memoria passionis. Una evoca ción provocadora en una sociedad pluralista , Sal Terrae, Santander 2007, 168.
83
Considero que esta experiencia de contemplaciónacción es el gran atractivo de nuestro tiempo
y elemento indispensable para vivir la nueva conciencia temporal. Así lo expresa, de manera poética y
con gran fuerza espiritual, Chiara Lubich. Maestra y profeta en leer los signos de los tiempos 80 , líder
espiritual que ha sabido, desde su pertenencia cristiana católica, entrar en diálogo con personas de otras
iglesias, religiones y de buena voluntad.
“He aquí el gran atractivo
de nuestro tiempo:
penetrar en la más alta contemplación
y permanecer mezclado con todos,
hombre entre los hombres.
Diría aún más:
perderse en la muchedumbre
para impregnarla de lo divino,
como se empapa
un trozo de pan en el vino.
Diría aún más:
participando de los designios de Dios
sobre la humanidad,
trazar sobre la multitud estela de luz
y, al mismo tiempo, compartir con el prójimo
la deshonra, el hambre, los golpes, las breves alegrías.” 81
Desde esta actitud primordial, cada instante es la oportunidad de experimentar y actuar el
paraíso. No mañana, sino hoy, no al final de los tiempos, sino ahora. Un ahora que, porque transciende
la banalidad y frivolidad cotidiana, es el hoy con todo su espesor. Presente que brota de la cercanía y
conciencia de la muerte y, por ello, genera vida y esperanza: “estelas de luz”. Donde mi plenitud es la
plenitud de los demás, mi gozo el gozo de los demás. Aprender a vivir y habitar el presente, es aprender
a ser contemplativos, personas que, porque en su cotidiano vivir han perforado la superficialidad
adentrándose en el Misterio, son capaces de discernir lo luminoso y sombrío de cada momento
presente. Y, desde esta nueva mirada, se zambullen en la acción que no es frenesí sino transformación
personal, social, planetaria y cósmica.
80
“Es propio de todo el pueblo de Dios, pero principalmente de los pastores y de los teólogos, auscultar, discernir e
interpretar, con la ayuda del Espíritu Santo, las múltiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la palabra divina.”
(GS 44b) Todos estamos llamados a leer los signos de los tiempos, pero de formas diversas. Los profetas de manera
intuitiva y carismática; los teólogos a través de un recorrido analítico y los pastores escuchando a unos y otros, de modo
más magisterial. Pero son los profetas los que leen los signos de los tiempos antes y con mucha facilidad.
81
C. LUBICH, La doctrina espiritual, Ciudad Nueva, Madrid 2002, 229.
82
J. M. V ELASCO, Mística y humanismo, PPC, Madrid 2007, 200.
84
Pero hay algo más que O. Paz nos regala hacia el final de su discurso. Cada encuentro con la
realidad real en la honduraanchura del presente es la posibilidad de abrirnos a un manantial de
presencia. Presencias, que hacen del presente algo siempre nuevo y dinámico, en transformación y
gestación.
“Así como hemos tenido filosofías del pasado y del futuro, de la eternidad y de la nada, mañana tendremos
una filosofía del presente. La experiencia poética puede ser una de sus bases. ¿Qué sabemos del presente?
Nada o casi nada. Pero los poetas saben algo: el presente es el manantial de las pr esencias.” 83
Vivir el presente es escuchar y percibir “el manantial de las presencias” que lo habitan.
Manantial 84 , “origen y principio” de vida digna, justa y solidaria manifestado por las presencias que
han de ser reconocidas. Presencias 85 que no son sólo “imágenes o ideas”. Son personas con su “estado”,
es más, con su “talla, figura y disposición del cuerpo”.
Hablar de un presente de presencias es reconocer, y dejarse interpelar, por rostros humanos
antes no percibidos. Sentir la presencia de cuerpos con sus aromas y figuras diversas, con sus estados y
estética incomprensible. Cuerpos esbeltos y encorvados, pulcros y manchados, tatuados e inmaculados,
ágiles y cansados, rugosos y suaves, quemados y pálidos, ensimismados y radiantes, agujereados y
cicatrizados, inflados y delgados, humildes y pomposos, excitantes y deshabitados… cuerpos que
expresan diversos modos y estilos de vida. Hablar de presencias en el presente es descubrir aquello que,
porque no hemos sabido vivir el presente, se mantenía oculto, marginado y excluido.
Presente, “manantial de las presencias”, es un grito y opción clara por la diversidad: descubrir
que nos hallamos delante de otros y otras. Presencias que invitan a un reaprendizaje: saber oír, tocar,
saborear, mirar y percibir la diversidad. Aprender a convivir y habitar el mundo junto con otros/as,
dejar de esperar la luz del futuro para recibirla de cada prójimo que ha dejado de ser extraño.
Presencia también significa “estado de una cosa”. Por tanto, vivir el presente no es sólo convivir
gozosamente con la diversidad humana que habita en mi contexto, sino también con otras presencias
divinas y cósmicas. Redescubrirnos interrelacionados e interindependientes con mamíferos e insectos,
con aves y peces, con arbustos y flores, con algas y árboles, con papas y yucas, con cebada y trigo, con
plátanos y naranjas… Pero también con santos y santas, con ángeles y demonios, con espíritus telúricos
y cósmicos… Sin olvidar de las presencias, siempre más manifiestas, de los objetos creados por el ser
humano. Presencias tecnológicas que tantas veces nos esclavizan y alejan de una vida plena porque se
han convertido en fines.
Despertando del adormecimiento de nuestros sentidos atrofiados hacia la diversidad, es que
podremos aventurarnos a ir generando un pensamiento del presente, el cual incluya una teología y
misión del presente. ¿Qué poco sabemos del presente?, ¿que escasa referencia al presente en nuestro
lenguaje teológico? Sólo acercándonos a los nuevos actores sociales y culturales de nuestra época, que
desean ser reconocidos y tratados como un tú y no simple destinatarios 86 , podremos ir elaborando esa
83
O. P AZ, Fundación y disidencia: dominio hispánico. Obra s completas, Vol. 3, Fondo de Cultura, México 1993, 41.
84
Manantial: (De manante). 1. m. Nacimiento de las aguas. 2. m. Origen y principio de donde proviene algo, D ICCIONARIO
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es.
85
Presencia: (Del lat. praesentĭa ).1. f. Asistencia personal, o estado de la persona que se halla delante de otra u otras o en el
mismo sitio que ellas.2. f. Asistencia o estado de una cosa que se halla delante de otra u otras o en el mismo sitio que ellas.
3. f. Talle, figura y disposición del cuerpo.4. f. Representación, pompa, fausto. 5. f. Memoria de una imagen o idea, o
representación de ella, D ICCIONARIO R EAL ACADEMIA E SPAÑOLA, www.rae.es.
86
“Tal vez una tarea clave de las nuevas políticas culturales sea, (…) reunir de otros modos afectos, saberes y prácticas.
Reencontrar o construir signos que representen creíblemente identidades de sujetos que a la vez quieren, saben y actúan:
85
“filosofía del presente” que vislumbro O. Paz. Filosofía no como especulación abstracta de unos
cuantos, sino como sabiduría: razón y amor se complementan para generar un arte de vivir el presente.
Sabiduría, que ya no brota desde la luminosidad, vitalidad y fuerza que supo venir de la
proyección hacia el futuro sino desde el presente habitado por un “manantial de presencias”. Manantial
de múltiples colores, sabores, aromas, melodías y texturas que invaden nuestros sentidos,
interpelándonos a no quedar indiferentes. Porque
“la sabiduría del futuro que necesitamos la escribirán quienes sepan conjugar la inteligencia artificial con el
alma de un poeta; quienes, de nuevo, se dejen arrebatar por el espíritu profético y encarnen gestos y modos de
vivir que evoquen otra cosa diferente de la del predominio del mercado y el consumo de sensaciones.
Hombres y mujeres, con almas de peregrinos y voluntad rebelde, que no quieran plegarse a esta sociedad y
creen un estilo de vida que es sugerencia de otra cosa.” 87
Son aquellos y aquellas que ya sienten la presencia del Resucitado en sus vidas, porque “no
viven en la oscuridad… porque son (y se sienten) hijos de la luz e hijos del día” (1 Tes 5,4). Aquellas y
aquellos que añoran y exigen dar su aporte a la variopinta humanidad de hoy, enriqueciéndola con sus
“particularidades, identidades, propuestas que laten en los corazones de cada persona y pueblo. No sólo
existen rostros adoloridos y desilusionados. En América Latina y el Caribe hay rostros resucitados que
contagian vida y esperanza.” 88
Son las mujeres, madres e intelectuales, profesionales y trabajadoras que van entretejiendo,
desde la revalorización de la cotidianeidad y corporeidad, un tejido lleno de nuevas relaciones
liberadoras. Mujeres que, por su autenticidad e interioridad, exigen al varón de hoy una interrelación
enmarcada en la reciprocidad y enriquecimiento mutuo. Mujeres que invitan, a muchas otras mujeres y
varones, a la aventura de redescubrir y conectar con su cuerpo y sexualidad, con su espíritu y sombras,
con sus lógicas y racionalidades, con sus opresiones y liberaciones. Mujeres que manifiestan la
diversidad de sentidos de vida y realidad.
También son los pueblos indígenas, que junto con su participación políticosocial y su vital
experiencia milenaria, buscan no sucumbir al paradigma científicotecnológico, abriéndose a esta
nueva conciencia temporal desde la sabiduría y riqueza de sus tradiciones. Son los jóvenes que en este
presente, invadidos por la novedad, fogosidad y perplejidad, buscan gestar y parir, como toda nueva
generación, una vida más humana y plena. Búsqueda para no sucumbir al éxtasis de momentos sin
hilvanar, a la alienación del consumismo material, de la imagen personal y las dependencias afectivas.
En fin, son también aquellos adormecidos por el mito del progreso indefinido (que empiezan a
despertar del sueño del mundo moderno), al ser irrumpidos por la conciencia llena de mezquindades,
falta de identidad y pertenencia, vacío existencial y fracaso emocional, anhelando una vida más vivible
y plena, no sólo para algunos y algunas sino para todas, todos y todo.
Desde una perspectiva socioantropológica podemos decir que estas presencias presentes son
los desiguales, diferentes y desconectados 89 que, desde la carencia y el sufrimiento, buscan espacios
86
alternativos de vida, dentro de un sistema tecnocientífico que impulsa la negación de la diversidad. Es
la diversidad no reconocida, escondida y aplastada la que genera desigualdad socioeconómica,
diferencias culturales amenazantesdiscriminantes y la desconexión con los ámbitos de conocimiento.
Una diversidad mal parida que exige que la abundancia (económica, de conocimiento y cultural) sea
compartida. 90
El desafío que impone este presente de presencias es, desde la contemplaciónacción, que el
diverso, la diversa, lo diverso deje de ser sinónimo de ajeno, extraño, el/la otro/a, al cual no queremos
oír y muchos menos entablar un diálogo. Otro/a: ajeno al cual vemos con frialdad y miedo. Y esto ante
todo exige adquirir un ritmo más pausado de vida, para estar atento al otro.
“El aumento incesante de la velocidad que, a todos los niveles, se experimenta en nuestra sociedad –lo mismo
podría decirse acerca del ruido, repercute muy negativamente en el ‘trabajo de la memoria’: nos
autoconvencemos de que ya no hay tiempo para acordarse de Dios ni del prójimo o, lo que es lo mismo, de
que ya no hay posibilidad de ‘projimización’, de aproximación. Nos olvidamos, entonces, de que el prójimo
no es una categoría a priori, sino a posteriori, porque se constituye in statu viae como respuesta
(responsabilidad) a sus solicitudes y miserias mediante la aproximación y la simpatía (‘poner en la piel del
otro’).” 91
Este “aumento incesante de la velocidad” que nos hace perder la capacidad de “projimización”
nos trae nuevamente a colación la realidad del tiempo, y en él, la del ritmo porque, como dice O. Paz,
“el ritmo es algo más que medida, algo más que tiempo dividido en porciones. La sucesión de golpes y
pausas revela una cierta intencionalidad, algo así como una dirección. El ritmo proporciona una
expectación, suscita un anhelar”. Entonces para vivir el “presente de las presencias” se hace necesario
retomar el ritmo de la vida, saber escuchar su latido y sentido, porque
“el ritmo engendra en nosotros una disposición de ánimo que sólo podrá calmarse cuando sobrevenga ‘algo’.
Nos coloca en actitud de espera. Sentimos que el ritmo es un ir hacia algo, aunque no sepamos qué pueda ser
ese algo. Todo ritmo es sentido de algo, aunque no sepamos qué pueda ser ese algo. Todo ritmo es sentido de
algo. Así pues, el ritmo no es exclusivamente una medida vacía de contenido, sino tiempo original.” 92
Más aún, cabría preguntarse, ¿cuál es el ritmo de hoy?, ¿desde dónde sobreviene ese “sentido de
algo” que le otorga densidad y originalidad (en el sentido que nos remite al origen) al presente? Porque
no pensar que son estos cuerpos curvos y gastados, esperanzados y hambrientos, los que hoy nos
invitan a una “actitud de espera” para saber escucharlos, percibirlos, reconocerlos. Son estos cuerpos,
que hemos venido describiendo, aquellos que manifiestan un nuevo ritmo de vida orientado “hacia
algo, aunque no sepamos que puede ser ese algo”, ya que “el ritmo, que es imagen y sentido, actitud
espontánea del hombre ante la vida, no está fuera de nosotros: es nosotros mismos, expresándonos. Es
temporalidad concreta, vida humana irrepetible.” 93
Lo evocado, refiriéndonos al ritmo, nos manifiesta que lo que está en juego en este presente de
presencias son las relaciones. Si es cierto que “cada sociedad posee un ritmo propio. O más
exactamente: cada ritmo es una actitud, un sentido y una imagen del mundo distinta y particular” 94 ,
hemos de interrogarnos si somos capaces de relacionarnos con esos ritmos de vida diversos a los
nuestros. En otras palabras: ¿cómo nos relacionamos con la diversidad? ¿Cómo “gestionamos” esta
87
diversidad que empieza a vislumbrarse en nuestro interior y alrededor nuestro? ¿La diversidad es una
amenaza o un gozo? Son presencias que invitan a dejarse invadir por su mirada, su manera de estar en
el mundo, sus sentidos de vida, sus universos simbólicos. Estas presencias de personas y pueblos, que
desde la periferia, la exclusión y lo clandestino, van exigiendo e interpelando relaciones horizontales.
Relaciones horizontales que han de brotar y nacer en aquellos y aquellas que desean
ardientemente mantener viva la trama secreta de la vida: esos entretejidos relacionales cargados de
gratuidad y generosidad que gozan de la diversidad humanacósmica. Por que cada vez que no se hace,
se está huyendo del presente, refugiándose en el futuro o en el pasado, desequilibrando y rompiendo la
armonía cósmica, divina y humana: destrucción, maldad, pecando.
Por eso, “presente manantial de presencias” es reconocer que el presente está siempre habitado
por el pasado con toda su riqueza y tradición que sólo puede ser desvelado desde la horizontalidad.
“El México precolombino, con sus templos y sus dioses, es un montón de ruinas pero el espíritu que animó
ese mundo no ha muerto. Nos habla en el lenguaje cifrado de los mitos, las leyendas, las formas de
convivencia, las artes populares, las costumbres. Ser escritor mexicano significa oír lo que nos dice ese
presente esa presencia. Oírla, hablar con ella , descifr ar la : decir la...” 95
2.4.1 Oírlas
Oír 96 estas presencias es “atender los ruegos, súplicas o avisos de alguien.” No quedar
indiferentes ante estos cuerpos, angustias y vivencias que nos desvela el presente. Oír no es
simplemente escuchar, es poner en acto el auditus fidei: “hacerse cargo” del espíritu que nos habla, a
través y en, estas presencias que se manifiestan desde la carencia.
No quedarse sordos, sino “darse por enterado” que el Espíritu sopla y actúa donde él quiere.
Exigencia de afinar el espíritu para poder oír el misterio de Dios que habita en cada uno/a y en el
cosmos. Los milagros actuales, son curar y socorrer a los sordos y ciegos de espíritu. Salvar a aquellos
y aquellas que nos saben oír a Dios afuera de su congregación religiosa, movimiento eclesial, confesión
cristiana y religión. Y para oír las presencias es necesario abrir las tradiciones culturales, religiosas,
eclesiales desde una actitud crítica.
Primero oír lo que estas presencias nos quieren decir, para luego hablar y comunicarnos con
ellas. No invadir la intimidad de los demás, sino afinar nuestros oídos para percibir lo que ellos quieren
comunicar. Saber escuchar, no objetivar desde nuestra razón y nuestra visión de la realidad (algo tan
moderno), sino oír la diversidad, gozar de ella, dejarse habitar por las palabras pronunciadas por la
alteridad. Oír, ser capaz de sentir las presencias aún en la oscuridad y la noche del crepúsculo, como
María que “conservaba cuidadosamente todas las palabras en su corazón.” (Lc 2,51)
2.4.2 Hablar con ellas
95
O. P AZ, Fundación y disidencia: dominio hispánico. Obra s completas, Vol. 3, Fondo de Cultura, México 1993, 33.
96
Oír: (Del lat. audīre). 1. tr. Percibir con el oído los sonidos. 2. tr. Dicho de una persona: Atender los ruegos, súplicas o
avisos de alguien, o a alguien. 3. tr. Hacerse cargo, o darse por enterado, de aquello de que le hablan, en DICCIONARIO REAL
ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es.
88
Pero oír, aún no es intercambio recíproco y profundo. Este se da al entablar una comunicación,
que exige salir de uno mismo. Salir de uno mismo, abandonar el propio lugar y espacio para adentrarse
en otros espacios y lugares, a veces desconocidos. Poner entre paréntesis, al menos por un momento, el
propio universo simbólico (criterios, categorías, estilo de vida, etc.) para hablar con estas presencias,
dejándonos interpenetrar por ellas.
Iniciar una comunicación que puede, y tiene que ir, más allá del lenguaje oral. Abrirse a una
comunicación que va desde los gestos hasta el silencio, pasando por la cercanía o lejanía física entre
cuerpos y por el intercambio de olores y perfumes. Esto es posible porque “todo silencio contiene un
habla. (…) El silencio humano es un callar y, por tanto, es implícita comunicación, sentido latente.” 97
Dejar de hablar con la diversidad de presencias, simplemente desde los monitores o pantallas y las
revistas o libros. Hablar es saludarse, intercambiar miradas, abrazarse, interpelarse… quererse.
“Hablar con ellas” es reconocer en el otro y la otra un tú con el cual poder comunicarse. Es
expresar, con respeto y desprendimiento, nuestra palabra para poder dialogar.
2.4.3 Descifrarlas
Solamente hablando de esta manera se podrá descifrar 98 las presencias. Descifrar no como
posesión y control porque se sabe la clave y núcleo secreto del otro, sino ser capaz de “penetrar y
declarar lo oscuro, intrincado y de difícil inteligencia”. Cada ser humano, cada ser vivo es un misterio.
Misterio que jamás se puede poseer por completo, de lo contrario dejaría de ser misterio. Por eso hablar
y descifrar las presencias es habitar el presente con la clara conciencia de nuestra insuficiencia de
gestos y palabras. Hay algo mayor que nos supera.
Por tanto, descifrar las presencias es mantener el misterio de éstas. Pero como hemos sido
penetrados por su misterio, podemos descifrar e intuir, desde la insuficiencia, algo del otro, la otra y lo
otro: su mundo y criterios, su manera de estar en el mundo…. Descifrarlas: interpenetración que
fecunda a ambos, transformando y haciendo del presente un acto pleno.
Descifrar las presencias, más que descubrirlas y poseerlas, es dejarse irrumpir por el entretejido
de vida humano, cósmica y divina que habita en cada ser vivo. Descifrar para descifrarnos y
conocernos. Compartir secretos y misterios que ayudan a seguir viviendo.
2.4.4 Decirlas
Nombrarlas, decir estas presencias que ya no son ajenas porque son parte nuestra sin ser
posesión y propiedad. Somos un presente repleto de presencias intercomunicadas. Decir 99 es
“manifestar con palabras el pensamiento”. Las diversas presencias fecundan una nueva racionalidad en
cada uno: el pensamiento propio se ensancha para volverse ajeno, de los demás. Nuevas miradas y
sentidos de vida hacia la realidad.
97
O. P AZ, “El ritmo”, en: El arco y la lira , versión digital http://www.ensayistas.org/antologia/XXA/paz/paz4.htm
98
Descifrar: 1. tr. Declarar lo que está escrito en cifra o en caracteres desconocidos, sirviéndose de clave dispuesta para ello,
o sin clave, por conjeturas y reglas críticas. 2. tr. Penetrar y declarar lo oscuro, intrincado y de difícil inteligencia, en
DICCIONARIO R EAL ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es .
99
Decir: (Del lat. dicĕre). 1. tr. Manifestar con palabras el pensamiento. U. t. c. prnl. 2. tr. Asegurar, sostener, opinar. 3. tr.
Nombrar o llamar, en D ICCIONARIO REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es.
89
Decir también es “asegurar, sostener” las presencias: apoyarlas, hacerles ser, sacarlas a luz. Que
se manifiesten abiertamente, que tengan carta de ciudadanía, no más objetos sino sujetos. El otrola otra
soy yo, por tanto cuidar estas presencias: abonarlas, acompañar su crecimiento y maduración. Decirlas
es recrearlas y acompañar la creación continua de Dios que crea desde su Palabra.
Por eso, decir es “nombrar o llamar” las presencias por sus nombres. Ya no son más extranjeras,
ajenas: “otras” enemigas y amenazantes u “otritas” inferiores y pequeñas. Son un “tu”: compañeras de
camino en nuestra tensión por vivir la honduraanchura del presente. Nombrar o llamar por nombre es
dar dignidad al prójimo y a todo ser: enaltecer desde la horizontalidad. Nombrar, es decir y manifestar
que necesito de ti.
Vivir la nueva conciencia temporal, desde el momento presente como manantial de presencias,
es abrirnos las puertas del paraíso. Abrirnos, porque no podemos abrirlas sólo, necesitamos de los
demás: no hay salvación sin interrelación. Puertas, que reflejan el ingreso a un nuevo lugar y estado:
sacralidad en la mundaneidad. Paraíso, miles, millones de voces, que dicen amor, amor, amor: gozo
pleno de la diversidad humanadivinacósmica.
En otras palabras, experimentar y hablar de Dios desde y para la realidad real, oyendo
hablandodescifrandodiciendo las múltiples presencias. “Crepúsculo del futuro” que abre las puertas a
la irrupción de la diversidad que se manifiesta: Misterio, Otro que habita en uno/a mismo/a, en los y las
demás, en la creación cósmica. Vida, misterio que se manifiesta en el presente, cuando lo habitamos
redescubriendo que,
“…nunca la vida es nuestra, es de los otros,
la vida no es de nadie, todos somos
la vida –pan de sol para los otros,
los otros todos que nosotros somos,
soy otro cuando soy, los actos míos
son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,
la vida es otra, siempre allá, más lejos,
fuera de ti, de mí, siempre horizonte,
vida que nos desvive y enajena,
que nos inventa un rostro y lo desgasta,
hambre de ser, oh muerte, pan de todos (…).” 100
El recorrido, de la mano de O. Paz, en busca del presente ha resultado un advenimiento que ha
abierto las puertas hacia el “otro tiempo”: “el presente, la presencia”, eso que muchas veces “buscamos
100
O. PAZ, Piedra de Sol, versión digital http://www.letrasdeagua.net/poemas/paz/pazsol_00.html
90
sin saberlo”. Es allí donde permanece, pronto para mostrarse, el sentido último de la realidad y la vida,
cuando “el tiempo deja de ser medida abstracta y regresa a lo que es: algo concreto y dotado de una
dirección. Continuo manar, perpetuo ir más allá, permanente trascenderse.” 101 Este peregrinar nos ha
sumergido en el tiempo original, con un imaginario pleno de símbolos, intensidad y desafíos sobre
como vivir. Y recordemos que
“para descubrir o construir el sentido, el hombre no puede confiar ricamente en la racionalidad, sino que
necesita otro campo más amplio, el del imaginario, que es uno de aquellos lugares donde la persona busca la
forma de comprenderse y dar sentido a su existencia. (…) El imaginario es la vida que se remueve en
nosotros, con nuestra sensibilidad, nuestra afectividad y nuestras emociones. (…) Este imaginario, como
‘potencia unificadora’, va infinitamente más allá de nuestra razón. Ciertamente, nosotros no podemos dejar a
un lado la razón (…), pero la razón tiene sus límites, ‘los límites de la pura razón’: ella no puede explicar todo
el ardor, toda la efervescencia, todo ese tumulto que hace de nosotros unos seres vivos.” 102
Desde esta riqueza vital “el imaginario es, según esto, aquel espacio donde nos es posible crear,
inventar.” 103 Por tanto, aún si hemos salido a flote, transformados y desvelados, con más interrogantes
que respuestas, con más incertidumbre que certezas, hemos de aventurarnos, desde este horizonte
abierto, a “crear, inventar” una reflexión capaz de “descubrir o construir sentido”. Y esto asumiendo
que “el imaginario no es el único que hace que surja una revelación, pero es el cantus firmus que, como
música de fondo, acompaña a la fe y a su discurso, introduciendo así al infinito en el juego del hombre,
haciendo que venga a formar parte de su juego.” 104
El horizonte abierto es sumamente variado, por tanto diversas han de ser las lecturas que pueden
hacerse. Con temor, y conciente de la insuficiencia del lenguaje ante tanta riqueza manifiesta, me
atrevo a velozmente pensar teológicamente el presente. Mejor dicho, a esbozar interrogantes y desafíos
frente a los cuales se encuentra y no puede escapar, cualquier discurso sobre Dios que hoy desee ser
significante y válido. Interrogantes y desafíos que nos irán guiando en el camino reflexivo iniciado y
que se continuará en los próximos capítulos.
Inevitablemente la imagen del “crepúsculo del futuro” se conecta con Dios. Cabe preguntarse si
al constatar la crisis de la modernidad no estamos también asumiendo una crisis de la imagen de Dios.
Dicho con otras palabras, ¿al caer el magnetismo del futuro no cae también la idea de un Dios que nos
premia en la otra vida, en un futuro mejor? El acercamiento a O. Paz nos ha revelado que la conciencia
temporal comienza a centrarse en el presente, entonces ¿de qué sirve un Dios que no actúa ahora y en
este preciso momento?
“Por eso creemos que lo que ahora realmente está en crisis es el Dios cristia no. Parece que, en el momento
presente, se está produciendo una situación que no tiene precedentes próximos en nuestra cultura. Nos
referimos a la separación, cada día más tajante, entre la ‘cuestión de Dios’ y la ‘cuestión de la religión’.” 105
Esta separación entre la “cuestión de Dios” y la “cuestión de la religión” manifiesta la
paradójica situación de una crisis en la imagen de Dios pero a la vez un resurgir de la intemperie
espiritual donde cada sujeto busca un contacto directo con la divinidad. Es en esta paradójica situación
que rebrota la mística, no sólo en ámbitos eclesiales sino más bien fuera de sus fronteras, como una
101
O. PAZ, “El ritmo”, en: El arco y la lira , versión digital http://www.ensayistas.org/antologia/XXA/paz/paz4.htm
102
A. GESCHÉ, El sentido. Dios para pensa r VII, Sígueme, Salamanca 2004, 157.
103
Ídem, 158.
104
Ídem, 175.
105
L. DUCH, Un extraño en nuestra ca sa , Herder, Barcelona 2007, 21.
91
experiencia vital humana que hará posible gestar nuevas expresiones para hablar sobre Dios. 106 Ante
este fenómeno hemos de evitar la gran tentación, tan fuerte y expandida, de ver sólo lo negativo y
amenazante del mismo. Este momento actual, es una invitación a los orígenes, a reaprender a vivir el
tiempo no como cronos sino como kairos, beber nuevamente de la fuente del tiempo original
perforando toda superficialidad. Y esto gracias a que
“avistamos un momento en el que difícilmente se puede pensar en una teología explicativa y aquietadora.
Viviremos más un cierto ‘final de la teología’ como teoría explicadora. Más que las explicaciones será
importante, como nos recuerdan K. Barth y K. Rahner, la experiencia humana primordial o radical. Es decir,
tendremos que afrontar una fe pobre en expresiones conceptuales; una fe desnuda de los ropajes filosóficos
teológicos.” 107
Esto es sumamente desafiante y nos coloca en el meollo de la cuestión en relación al discurso
sobre Dios desde el crepúsculo del futuro. Ha llegado la hora de dejar de añorar un hablar sobre Dios
sistémico, que busca explicar lo inexplicable del Misterio y aquietar conciencias siempre más
egocéntricas. Recordemos que en todo discurso sistémico siempre late la deshumanizante
ideologización. Entonces, la nueva conciencia temporal exige abrirnos hacia un hablar sobre Dios que
brota de la “primordial experiencia humana”, donde la “relación entre la conciencia humana y el
Misterio que recorre la realidad vendrá dada por el símbolo.” El crepúsculo del futuro nos coloca “ante
una ‘racionalidad simbólica’ como el ámbito propio de la experiencia de fe o religiosa” 108 , dando a la
teología la oportunidad de recuperar algo intrínseco a la experiencia religiosa que había perdido: la
insuficiencia de todo lenguaje, algo tan vivido por los místicos.
“El místico, (…) le señala (al teólogo), gracias a su contacto experiencial creyente con el Misterio, el marco
en el que han de inscribirse todos esos saberes y nociones para no ser engañosos, para que no se conviertan en
ídolos. Además le procura constantemente con las imágenes incandescentes, los símbolos más densos, las
metáforas más vivas en que cristaliza su experiencia inefable, el material, la sustancia de que se alimentan su
reflexión creyente. Como dijo P. Ricoeur del símbolo, de la experiencia mística puede decirse que da que
pensar; ofrece ‘material’ riquísimo al pensamiento y le dota de la luz necesaria para elaborarlo.” 109
Hacer referencia a “nuevas imágenes de Dios” significa retomar la pregunta crucial y
sumamente existencial de “donde” y “como” actúa Dios en nuestra historia, y no la simplemente
especulativa sobre que es Dios. En cuanto a las “nuevas formas de creer” estarán marcadas, como
venimos diciendo, por una mayor incertidumbre porque
“todo intento de hablar sobre Dios acaba siempre en un cierto fracaso. Lo que decimos sobre Él son palabras
que se lleva el viento y, además, con una cierta frecuencia, pueden conducir al mayor de los extravíos y
petulancias: creer que, finalmente, hemos dicho algo sobre Él. A pesar de esos gigantescos inconvenientes,
tenemos que hablar de Dios. Este hablar de Dios tendría que ser, fundamentalmente, confesión y
106
“Parecería que la situación religiosa de ‘eclipse de Dios’ (M. Buber), de ‘muerte’, al menos cultural, de Dios, de
establecimiento de una ‘cultura de la ausencia de Dios’, no constituye el medio más favorable para el florecimiento de la
mística. Pero una larga serie de hechos de distinta índole muestra el interés que el fenómeno místico ha despertado a lo
largo del siglo pasado, incluso, y tal vez sobre todo, fuera de las fronteras de las Iglesias.” (J. M. VELASCO, Mística y
humanismo , PPC, Madrid 2007, 37)
107
J. M. M ARDONES, En el umbra l del mañana. El cristianismo del futuro, PPC, Madrid 2000, 87.
108
Ídem, 88.
109
J. M. VELASCO, Mística y humanismo , PPC, Madrid 2007, 135136.
110
L. DUCH, Un extraño en nuestra ca sa , Herder, Barcelona 2007, 32.
92
reconocimiento de que, aunque Él es un Dios escondido, también es un Dios revelado. Un hablar que, en el
mejor de los sentidos, también debería ser autobiográfico.” 111
En fin, es nuevamente la literatura, en este caso la poesía, quien nos expresa vitalmente este
nuevo hablar de Dios desde la experiencia del propio caminar.
“Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol…
y un camino virgen
Dios.” 112
2.5.2 El tiempo en la búsqueda de la realidad real
O. Paz asocia la búsqueda del presente con la búsqueda de la realidad real, que se manifiesta
como otro tiempo que desvela el presente, las presencias. Con esto, la plenitud de la vida para el autor
se juega en cómo percibimos el tiempo: tiempo como presente continuo. Esta propuesta puede parecer
muy cercana, generando un fuerte rechazo, al "mensaje del tiempo sin final (…), de la eternidad del
tiempo, que de forma preeminente se vincula ya con el nombre de Friedrich Nietzsche (…), con una
creciente difamación, ambigüedad y difusión de nuestros mundos vitales.” Esto chocaría frontalmente
con la típica concepción del tiempo dentro del cristianismo “procedente de las tradiciones bíblicas, de
un tiempo con plazo, del tiempo con final.” 113
Donde se coloca la propuesta de O. Paz ante esta disyuntiva. A este punto se hacen necesarias
algunas consideraciones. Para Metz, quien profundizó mucho la relación del cristianismo con el
tiempo 114 , dejar de concebir el tiempo con final implica perder la memoria del pasado, y sobre todo del
sufrimiento. Por eso afirma que
“un cristianismo con conciencia apocalíptica debe reconciliar en sí aquello a lo que está obligado por la
fidelidad a su herencia: la remembranza de Dios en la evocación de la historia de sufrimiento de los seres
humanos. Gracias a su sensibilidad para el sufrimiento ajeno, tal cristianismo llama la atención sobre la
profunda ambivalencia de nuestras experiencias del tiempo. Vacila a la hora de aceptar la propuesta de
Nietzsche de retornar al inocente júbilo, a la meridiana existencia desbordante de mediterránea alegría vital;
una existencia que, carente de toda la meta, se demora en sí misma. Y lo que le hace vacilar es el hecho de
que tiene ante sus ojos la historia real de pasión de la humanidad. Y se niega a levantar, melancólico, acta de
la ‘ausencia de finalidad’ y a dar finalmente la espalda a esta historia de pasión buscando refugio en la
estética.” 115
111
Ídem, 124125.
112
LEÓN FELIPE , citado en L. DUCH, Un extraño en nuestra casa , Herder, Barcelona 2007, 125.
113
J. B. METZ, Dios y tiempo. Nueva teología política , Trotta, Madrid 2002, 180.
114
“El meollo del discurso sobre Dios del cristianismo no es atemporal, sino temporal. En cuanto mensajes sobre el Dios
bíblico, el cristianismo mismo es un mensaje sobre el tiempo, más exactamente un mensaje sobre un tiempo con plazo,
sobre el fin del tiempo, aun cuando la forma en que el cristianismo se convirtió en teología haya relajado la relación
dramática, en cuanto a la salvación, entre Dios y el tiempo. En realidad no existe un discurso cristiano sobre Dios sin
referencias al tiempo. Su categoría básica, de entrada hablando de forma totalmente general, es la de memoria relacionada
con la narración.” (Ibidem)
115
J. B. METZ, Memoria passionis. Una evocación provocadora en una sociedad plura lista , Sal Terrae, Santander 2007,
141.
93
Como ya vimos anteriormente, Paz percibe el presente como encuentro de los tres tiempos y no
como simple hedonismo, porque el “ocaso del futuro anuncia el advenimiento del hoy. Pensar el hoy
significa, ante todo, recobrar la mirada critica.” 116 Es la actitud crítica ante la realidad para buscar la
realidad real la que tiende un puente relacional entre estas concepciones.
Sin duda “la dificultad está en mantener la tensión polar de los diferentes rasgos; no olvidar
ninguno ni que uno devore a los demás. Ni unilateralidad ni olvido, podría rezar el eslogan de cara a la
realización de una fe cristiana realmente encarnada y secular.” Y entonces sí, viviendo la densidad del
presente que nos abre al otro tiempo, podremos afirmar que “el creyente es un místico de lo secular:
desvela la presencia latente de Dios en ella con su actitud y responsabilidad, con su compromiso y su
invocación y alabanza.” 118 Esto porque “la proximidad de los místicos al tiempo en el que viven, su
‘simpatía’, su compasión hacia las necesidades profundas de sus contemporáneos garantizan, además,
un servicio impagable a la humanidad de la que forman parte.” 119 Gracias a que estos
“dan muestras de una especial sensibilidad para captar las grandes corrientes de fondo de su momento
histórico y las grandes necesidades de las personas que viven en él. (…) Sus escritos nos muestran, además,
que con frecuencia ellos mismos han influido considerablemente en la forma de pensar, de sentir y hasta de
hablar y escribir de sus contemporáneos.” 120
2.5.3 Opción por habitar el presente desde la honduraanchura
Desde una dimensión ética, fundamental para esta nueva experiencia de fe en gestación,
quisiera esbozar algunas claves que ayuden a ir pariendo y viviendo esta nueva conciencia temporal
que, considero, es aquello que “está ahí”, como sustrato común en nuestra actualidad. Nueva
conciencia que la sintetizaría como aprehender 121 a habitar el presente desde la honduraanchura . El
116
O. PAZ, Funda ción y disidencia: dominio hispánico. Obra s completa s, Vol. 3, Fondo de Cultura, México 1993, 40.
117
J. B. METZ, Memoria passionis. Una evocación provocadora en una sociedad plura lista , Sal Terrae, Santander 2007,
147
118
J. M. M ARDONES, En el umbra l del mañana. El cristianismo del futuro, PPC, Madrid 2000, 216.
119
J. M. VELASCO, Mística y humanismo , PPC, Madrid 2007, 247.
120
Ídem, 245.
121
Aprehender: (Del lat. apprehendĕre).1. tr. Coger, asir, prender a alguien, o bien algo, especialmente si es de contrabando.
3. tr. Fil. Concebir las especies de las cosas sin hacer juicio de ellas o sin afirmar ni negar, en D ICCIONARIO REAL
ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es.
94
retomar de manera sucinta lo evocado hasta aquí, nos ayudará a ir explicitando qué intuimos, cuando
decimos acompañar el parto de esta conciencia temporal.
Habitar el presente desde la honduraanchura pasa por reconocer que estamos inmersos en el
“crepúsculo del futuro” (del progreso moderno) que es vivenciado de múltiple maneras. Maneras que
se pueden representar desde sus extremos: como atardecernoche para muchos y muchas, como
amanecerdía para otras y otros. El “asistir” a este dato de hecho puede ser diverso, dependiendo
mucho de la actitud hacia la “intemperie espiritual”: un estar pasivo y sumiso; el acompañar esta
transición o tiempo axial; el habitar el presente recreándolo.
Pero, ¿cómo habitar el presente? Habitar el presente desde la honduraanchura es saber
interactuar con el “manantial de presencias” humanodivinocósmicas. Interactuar que es una invitación
al creyente para que sepa manifestar el Misterio “desde” y “para” la realidad real: desde la mística que
es contemplación para actuar en la realidad. Es ubicarse en el presente, manantial de presencia, desde
el tiempo cualitativo (o escatológico, en conceptos teológicos) del yatodavía no, para reinterpretar la
tradición y saber perforar el tiempo cronológico en tiempos kairológicos.
Habitar el presente desde la honduraanchura , gran signo de los tiempos, desde el tejido vital
de la humanidad y la creación. Vivir el momento presente, enseñanza fundante en los más variados y
diversos maestros/as espirituales: 122
“Si se vive el momento presente y se expresa en Amor, el presente resulta Amor: acto de Amor. Somos acto
de Amor vivo como es Dios. Por tanto, nosotros Amor. El momento vivido Amor, que sale de nosotros y va
al cielo. Dios Amor. Tres, Uno. Trinidad entre tierra y cielo. Tierra unida al Cielo por nuestro acto de Amor.
Un solo tiempo: un presente de Amor.” 123
Amar en el presente, con hondura y anchura, para generar un “presente de Amor”, donde el único
tiempo es el presente, donde CieloTierra, DivinoHumano no son modos diversos sino realidad real.
“Nosotros Amor” para vivir, ya desde ahora, el “Eterno Presente”: donde pasado, futuro y presente
están en unidad; el pasado como renovación y el futuro como realidad presente. 124
122
Desde mi tradición espiritual puedo hacer referencia a Chiara Lubich. Innumerables son sus escritos sobre la importancia
de vivir el momento presente. Ver: C. LUBICH, Ogni momento é un dono. Riflessioni sul vivere nel presente, Città Nuova,
Roma 2001. Al final de la obra (Cf. 105112) hay una recolección de frases sobre el momento presente de notables
personajes cristianos de la historia como Atanasio, Francesca Saverio Cabrini, Teresa de Lisieux, Giovanni XXIII, Caterina
de Siena, Dietrich Bonhöffer, Blaise Pascal.
123
C. LUBICH, Ogni momento é un dono. Riflessioni sul vivere nel presente, Città Nuova, Roma 2001, 101. Traducción
propia.
124
“También en la Eternidad tendremos un pasado, un presente y un futuro, pero estarán unidos. Todo concentrado en el
presente, el cual, además de bienaventuranzas de esta, se tendrá el recuerdo (= doy nuevamente al corazón) del pasado, el
cual no será recuerdo sino renovación; y el sueño del futuro que no será sueño sino realidad. Por tanto, la Eternidad no
terminará nunca porque trinitaria y será un momento porque unitaria: Eterno Presente.” (Íbidem. Traducción propia.)
125
O. PAZ, La democracia: lo absoluto y lo relativo , México, 16 de Octubre de 1991. Leído por su autor el 27 de noviembre
de 1991 en el marco del Pabellón Español de la feria de Sevilla, dando principio así al ciclo de conferencias que con el título
de “El porvenir de la democracia” organizaron Claves y Revista de Occidente.
95
Desenterrar el secreto de la resurrección desde una actitud crítica que sepa oír qué nos dicen las
múltiples presencias sobre el Misterio. Descifrar cuales son sus críticas a la dogmatización,
manipulación, deformación e ideologización del misterioso amor de Dios. Decir y expresar los estilos
de diversidad cultural, religiosa, etc.; las múltiples experiencias con el Misterio; la vivencia de la
justicia y dignidad desde la libertad; la búsqueda en espacios religiososeclesiales de participación y
nuevas interpretaciones de Dios.
96
CAPÍTULO 3 VISLUMBRAR LA NOVEDAD: “ TRANSF ORMADOS POR EL
MISTERIO”
Entramos al capítulo que nos permitirá actualizar una de las fuentes tradicionales de la teología,
la Sagrada Escritura, desde lo desvelado en nuestra búsqueda del presente junto a O. Paz. Para esto
realizaremos el análisis, interpretación y actualización de una perícopa que, a primera vista, ofrece
muchos elementos para enriquecer nuestra reflexión. El texto es Mc 7, 2430: una mujer griega
sirofenicia se acerca a Jesús pediéndole la sanación de su hija. Entre ambos se dará un diálogo
revelador, que pasa del rechazo a la aceptación y acción. Estamos ante un texto complejo, vivaz,
revelador y conflictivo. Relato que, dado su carácter, en la historia cristiana ha sido objeto de diversas
interpretaciones y acercamientos.
3.1.1 Lo que está más allá del texto
Considerando que en la actualidad existen una gran variedad de métodos, perspectivas y
enfoques para acercarse a la Escritura, ¿qué recorrido utilizaremos para rememorar nuestra tradición
religiosa y descubrir nuevos sentidos y versiones? Partimos de la premisa que es posible una cierta
integración de estas diversas exégesis 1 . No sólo eso, sino que “todas ellas se complementan
mutuamente”, aún si el “cómo conseguir el auténtico engranaje es una cuestión hasta ahora no
resuelta.” 2
Ante este desafío, cabría la tentación de realizar una actualización del texto desde una
hermenéutica existencialista sin más. Pero esto, aunque tiene sus ventajas, también hemos de reconocer
que debe hacer frente al riesgo de una subjetivación interpretativa muy grande. Para evitar este escollo,
“la interpretación existencial debe ser controlada mediante algunos criterios: literarios y de la tradición.
La interpretación existencial debe estar justificada siempre con una conexión seria y crítica con el texto
bíblico.” 3
Por tanto, para que nuestra interpretación y actualización del texto bíblico sea válida, aún si será
siempre subjetiva y brotará de una precomprensión, es necesario realizar un análisis serio del texto.
Será este análisis el que permita escuchar lo que el ‘autor sagrado ha querido expresar y de hecho ha
expresado’ (cf. DV 11). 4 Porque la verdadera comprensión del texto está en la capacidad de divisar la
“cosa” 5 que interesaba al autor, pero también a sus primeros oyentes. En definitiva,
“se logrará únicamente la comprensión de los textos bíblicos, cuando el lector esté abierto a nuevas
intuiciones. De la estructura dialogal del comprender se deduce que el comprender sólo es posible cuando se
mira a la cosa; pero que no hay cosa sin mediatización lingüística. Para el estudio de los textos bíblicos se
1
“Hoy se habla de una exégesis estructural, de una exégesis sociológica, materialista, psicoanalítica. ¿Es posible una
integración de los métodos expuestos con el normalmente utilizado, el históricocrítico? Nosotros creemos que sí, y que esta
integración debe realizarse.” (J.M. C ABALLERO C UESTA, Hermenéutica y Biblia , Verbo Divino, Estella 1994, 179)
2
Ídem, 194.
3
Ídem, 190.
4
“Conforme a la Dei Verbum, comprender el significado que el ‘autor sagrado ha querido expresar y de hecho ha
expresado’ en el texto constituye la tarea principal del intérprete. Y el sentido pretendido por Dios es ante todo el pretendido
por el autor sagrado, el sentido literal del texto.” (Ídem, 191)
5
“No se da la adecuada comprensión de un texto sino cuando el interpretante ha divisado la ‘cosa’ que interesaba al autor y
a sus primeros oyente.” (W. EGGER, Lectura s del Nuevo Testamento. Metodología lingüística históricocrítica , Verbo
Divino, Estella 1990, 251)
97
deduce de ahí que lo que se trata en último término no es de una ‘comprensión del texto’, sino de una
‘comprensión de la cosa con ayuda de textos bíblicos’. Entonces, la interpretación, entendida en este sentido,
se acercará a una teología bíblica.” 6
Pero en la interpretación también hemos de reconocer la función del lector, desde su contexto,
vivencias y anhelos. Por tanto,
“una adecuada interpretación de la Escritura implica también una consideración de la intuición y la necesidad
del lector. Lo que expresado de manera positiva quiere decir: tanto las ‘necesidades internas’ del hombre
como también las cuestiones externas de la humanidad deben ser consideradas como llenas de sentido y
adecuadas en la interpretación de la Escritura.” 7
Aclarado este tema de fondo, en cuanto acercamiento a la Escritura que busca ser fiel a nuestra
hermenéutica intercultural de sumar perspectivas y no de absolutizar metodologías o tareas 9 , podemos
esquematizar el recorrido que realizaremos para llegar a una actualización de Mc 7, 2430.
Actualización, desde la fecundación del camino desarrollado en el capítulo 2 centrada en la nueva
conciencia temporal. Actualización, que es bueno recordarlo, siempre será relativa 10 , insuficiente y
provisional 11 , pero necesaria.
3.1.2 Análisis, interpretación, actualización
En un primer momento explicitaremos con más detalles desde qué métodos exegéticos nos
acercaremos al texto y el porqué de estas opciones. Luego entraremos en el análisis del texto desde la
siguiente clave:
“Toda palabra tiene una triple función: significa (contiene un concepto); pero tiene más de un sentido
(contiene un símbolo) y, en tercer lugar, toda auténtica palabra es portadora de vida (contiene fuerza vital).
Dicho más académicamente: toda palabra se puede traducir en un texto pero, además, está dentro de un
contexto. Ahora bien, no podemos captar su fuerza si no captamos el pretexto existencial de quien la dice.” 12
6
Ídem, 252.
7
J.M. C ABALLERO C UESTA, Hermenéutica y Biblia , Verbo Divino, Estella 1994, 200201.
8
Ídem, 202.
9
“Se llega a una distinción nefasta entre la tarea del exegetahistoriador y la del hermeneutateólogo. El primero busca el
sentido del acontecimiento a partir de su contexto histórico. El segundo intenta actualizar el sentido del acontecimiento
pensando en el hombre de hoy. Contra una hermenéutica psicologizante, que entiende el texto como expresión de la vida
subjetiva del autor, la nueva hermenéutica busca el sentido del texto respetando su alteridad histórica.” (C. GEFRRÉ, El
cristianismo ante el riesgo de la interpreta ción. Ensayos de hermenéutica teológica , Cristiandad, Madrid 1984, 30)
10
“Cuando se trata de la Escritura no se la considera, ante todo, como un da to , en el sentido de un contenido de verdad que
basta apropiarse. Es un testimonio que remite a acontecimientos históricos. Se trata, por tanto, de una determinada
interpretación creyente, irremediablemente histórica, es decir, relativa.” (Ídem, 33)
11
“La interpretación se entiende como objetivación de la comprensión del texto alcanzada por medio del análisis. Claro que
esta objetivación queda abierta a nueva comprensión.” (W. E GGER, Lecturas del Nuevo Testamento. Metodología lingüística
históricocrítica , Verbo Divino, Estella 1990, 252)
12
R. PANNIKAR, “Muerte y resurrección de la teología”, en www.servicioskoinonia.org/relat/367.htm
98
Entonces, la búsqueda de esta “fuerza vital” de la perícopa, que manifiesta la Palabra de Dios 13 ,
será primeramente un sumergirnos en el texto con sus corrientes lingüísticas, estructurales y narrativas.
Aquí se resaltará la estructura literaria, su género literario, su relación con el resto del Evangelio, los
sujetos literarios del texto, sus elementos principales, movimiento interno e historia.
Luego será el momento de sobrevolar por el contexto para conocer cual ha sido el humus socio
culturalreligioso desde el cual brotó el relato. Es decir, el ambiente cultural y religioso de Palestina, la
figura de la mujer y de los paganos en la época, y como era vivida la diversidad en un ambiente
periférico y fronterizo.
El siguiente momento continuará escuchando el latido profundo del pretexto que le dio vida y
sentido, razón de ser y existencia, al texto. Será procurar oír los interrogantes existenciales del autor y
su comunidad frente a la diversidad en su época y la gran “Buena Noticia” (el evangelion) de Cristo
Resucitado. Intentar escuchar cómo ellos oyeron el logos de Dios 14 que respondió a sus interrogantes, y
a partir del cual elaboraron el logos sobre Dios: la perícopa de nuestro interés.
El último momento de nuestro análisis tendrá la valentía, luego del recorrido hecho, de escrutar
y actualizar el logospalabra de Dios que emana de nuestra perícopa, y que viene a ser revelación de
algunas claves y perspectivas para comprender y vivir nuestra actualidad.
Resumiendo: se asume esta perspectiva para acercarse a la perícopa, con el fin de no quedar en
un análisis parcial, aún si científico, del texto y su contexto, sino buscar aventurarnos en el pretexto de
la perícopa. Con otras expresiones, también esta clave es utilizada por Mesters en sus estudios bíblicos:
“ver el texto de cerca (nivel literario)”, “ver la situación del pueblo (nivel histórico)” o contexto y
finalmente “escuchar el mensaje del texto (nivel teológico)” 15 o pretexto. Es decir, adentrarse en la
experiencia de fe que llevó al autor o autores del Evangelio según san Marcos a reelaborar y colocar
ese relato en el texto evangélico. El objetivo del estudio de la perícopa es averiguar cómo vivieron,
Marcos y su comunidad, el fenómeno de la diversidad culturalreligiosa desde su experiencia con el
Cristo Resucitado que se remontaba o nutría del Jesús histórico. Esto permitirá desarrollar una teología
bíblica, desde un acercamiento hermenéutico, que nos permita escrutar y adentrarnos, en la medida de
lo posible, sobre cómo respondió el autor y su comunidad, a la tensión de ofrecer la “Buena Noticia” en
un contexto diferente al de Jesús de Nazareth.
Es importante dejar claro que, desarrollar un estudio profundo, riguroso y en diálogo con todo
lo escrito sobre esta perícopa escapa a la finalidad de nuestra investigación. Esto porque una
13
“El texto quiere que lo tomemos en serio como texto que tiene un mensaje que comunicar, un texto que es del pasado,
pero que quiere hablarnos hoy. Toda actualización tiene en ello su razón de ser, y comienza por tanto cuando se escucha el
texto para percibir supremamente, por medio del texto y en el texto, la ‘palabra de Dios’ que afecta a nuestra vida.” (W.
EGGER, Lectura s del Nuevo Testamento. Metodología lingüística históricocrítica, Verbo Divino, Estella 1990, 257)
14
La teología es logos sobre Dios y el logos de Dios. Creer que podemos decir cosas sobre Dios, pensando que nuestros
conceptos tocan al objeto, en este caso Dios, es una blasfemia, por el simple hecho que reducimos a Dios a un objeto de
pensamiento. La teología en cuanto logos sobre Dios, es una serie de doctrinas que se acercan y balbucean sobre la realidad
del misterio, la realidad de Dios. La teología en cuanto logos de Dios, Palabra de Dios, es la clave para desarrollar el
discurso que busca escrutar el misterio, Dios. Aquí la actitud primordial es la escucha de esta pa labralogos de Dios. “Saber
escuchar la palabra es el arte de la verdadera teología; es decir, la intuición simbólica, el conocimiento (intelecto) y el
conocimiento místico, como dice San Buenaventura. Sin mística no hay teología.” (R. P ANNIKAR, “Muerte y resurrección de
la teología”, en www.servicioskoinonia.org/relat/367.htm)
15
Cf. C. MESTERSE QUIPO BÍBLICO CRB, Vivir y anunciar la Palabra: las primera s comunidades, Verbo Divino, Estella
2001, 711.
99
investigación sobre el relato de Jesús y la sirofenicia da para un estudio académico en sí mismo. Por
tanto, el siguiente análisisinterpretaciónactualización de la perícopa será ir entretejiendo el texto
bíblico con diversos hilos (opiniones de los exegetas) pero sin dar mucho espacio al debate entre
autores.
3.1.3 Combinando análisis de acercamiento al texto
Para el análisisinterpretaciónactualización de la perícopa, como ya se dijo anteriormente,
optamos por integrar diversos métodos desde una afinidad, que se expresa en una tendencia y
preferencia, por el análisis narrativo. En otras palabras, buscamos una complementación del análisis
sincrónico y diacrónico 16 del texto junto con un acercamiento al entorno socioretórico 17 desde el cual
brotó.
Entonces, asumimos la crítica narrativa (o exégesis de los ‘textos coherentes’ como la llama
Theissen) ayudada y complementada por otros enfoques, porque algunos autores afirman que:
“Tampoco un análisis sincrónico del texto puede darse por satisfecho con la sincronía del texto respecto al
lector actual. Hay que tener en cuenta también la sincronía con el lector originario. De donde se sigue que el
análisis sincrónico debe ser completado por el diacrónico, completándose ambos entre sí.” 21
“Sin conocer todo lo que hay en el entorno de los textos actuales –sin conocer su prehistoria, su situación, los
contextos históricos y las evidencias de la época, la exégesis de los ‘textos coherentes’ sería arbitraria; le
faltaría ese correctivo del saber histórico que nos preserva de proyectar al pasado, deformándolo, nuestros
16
“Mientras que la crítica de la redacción muestra la intención del autor distinguiendo diacrónicamente entre tradición y
redacción –es decir, la reelaboración de una tradición por parte del autor, la crítica literaria y narrativa considera el
evangelio como un todo sincrónico sin separar estratos diferentes dentro del texto.” (G. THEISSEN, La redacción de los
evangelios y la política eclesial. Un enfoque socioretórico, Verbo Divino, Estella 2002, 10)
17
“El enfoque socioretórico de los evangelios podría ofrecer una síntesis de esas posturas: los evangelistas no escribieron
ni como recopiladores y portadores de la tradición, ni como teólogos creativos de tipo independiente, sino como dirigentes
de sus comunidades o como individuos activamente implicados en el tratamiento de los asuntos comunitarios. Con sus
evangelios querían crear una base textual para la vida comunitaria cotidiana de las primeras comunidades cristianas del siglo
I.” (Ídem, 11)
18
“Hoy se habla de la sincronía del texto más que de la diacronía. Se piensa que un texto debe ser tratado preferentemente
como un sistema simultáneo de signo (análisis sincrónico), antes de ser interrogado por sus elementos no simultáneos
(análisis diacrónico).” (J.M. CABALLERO C UESTA, Hermenéutica y Biblia , Verbo Divino, Estella 1994, 179)
19
G. THEISSEN, Colorido loca s y contexto histórico en los evangelios. Una contribución a la historia de la tradición
sinóptica , Sígueme, Salamanca 1997, 16.
20
Íbidem.
21
J.M. C ABALLERO C UESTA, Hermenéutica y Biblia , Verbo Divino, Estella 1994, 180.
100
problemas y valoraciones, y nos capacita para descubrir las analogías entre el pasado y presente que
posibilitan un encuentro objetivo con los texto.” 22
Considero que estos dos análisis pueden también ser complementados y ayudados por la
propuesta de Theissen que, desde su enfoque socioretórico, pone de relieve la insuficiencia de analizar
el “texto en sí” (enfoque sincrónico) como también el análisis de la prehistoria y desarrollo de la
redacción del texto entre la tradición (oral y de los logia) y redacción final. Afirma que es necesario
reflexionar sobre las intenciones por las cuales el evangelio fue escrito. Concretamente dice que, “con
este enfoque, los evangelios no se consideran, ni como recopilaciones comunitarias”, que es la premisa
del análisis diacrónico, “ni como obras de teólogos individuales que actuaban como autores
independientes”, premisa del método sincrónico. “Más bien son expresión de la interacción entre
evangelista y comunidad: eso que yo llamo ‘política eclesial’.” 23 Entonces, este enfoque permitirá una
comprensión mejor del “pretexto” de la perícopa.
Desde los autores mismos que utilizaremos para nuestro análisisinterpretaciónactualización de
Mc 7, 2430 podemos ofrecer la siguiente esquematización a partir de los métodos de análisis.
Esquematización que siempre es limitada y riesgosa, pero que metodológicamente puede ayudar.
Análisis diacrónico: (recurrimos a autores ya clásicos para un estudio del texto marcano)
· V. Taylor 24 con su obra publicada en 1969 y pionera en el campo de la exégesis;
· el comentario a Marcos de R. Schnackenburg 25 desde una clave de meditación espiritual;
· los dos tomos de J. Gnilka 26 como comentario ecuménico desde la crítica de la redacción;
· los tres ejemplares de A. Pronzato 27 desde un enfoque pastoral.
Análisis sincrónico :
· el texto fundamental de D. Rhoads, J. Dewey, D. Michie 28 sobre Marcos como relato;
· el comentario de M. Navarro 29 , que incluye la perspectiva feminista en su análisis;
22
G. THEISSEN, Colorido local y contexto histórico en los evangelios. Una contribución a la historia de la tradición
sinóptica , Sígueme, Salamanca 1997, 1617.
23
G. THEISSEN, La redacción de los evangelios y la política eclesial. Un enfoque socioretórico, Verbo Divino, Estella
2002, 11.
24
V. T AYLOR , Evangelio según san Marcos, Cristiandad, Madrid 1980.
25
“Nosotros, como miembros de esa Iglesia, debemos hoy leer y meditar así el Evangelio de Marcos en toda su múltiple
importancia: como memorial siempre presente de cuanto ocurrió una vez en Jesús y por Jesús, como testimonio de sí mismo
anunciado por la Iglesia primitiva en boca de su evangelista y como revelación divina que reclama nuestra fe y obediencia y
que nos llega en nuestra propia situación histórica.” (R. S CHNACKENBURG, El eva ngelio según san Marcos, Herder,
Barcelona 1973, 7)
26
“De manera especial si se trata de un comentario ecuménico, debe prestar atención especial a tres puntos de mira”:
informar a los lectores acerca de los resultados de la investigación; trasmitir la comprensión del texto en relación a su
nacimiento, a la referencia y a la intención de su mensaje; inclusión del influjo del texto. “El comentarista es escéptico de
una exégesis, bastante extendida y unilateral, de la historia de la redacción. Frente a ella pretende poner de relieve la
preocupación teológica del evangelista en el sentido de la crítica de la redacción.” (J. GNILKA, El evangelio según san
Marcos, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1999, 11)
27
“Todos dan a entender que finalmente han capturado a Marcos, que le tienen atrapado entre sus manos doctas. Y no se
percatan –o quizás sí, caen en la cuenta perfectamente de que sus uñas agarran solamente una sábana. Él ha escapado a otra
parte. Y probablemente se lo pasa bien viendo tanto ahínco por una sábana de papel.” (A. PRONZATO, Un cristiano
comienza a leer el evangelio de Ma rcos, Sígueme, Salamanca 1982, 29)
28
“Y precisamente este mundo narrativo es el objeto de nuestro estudio. (…) Marcos debe leerse más como un relato que
como un libro de historia. (…) Marcos debe leerse independientemente de los otros evangelios. (…) No se deben proyectar
presupuestos de la cultura moderna en este relato del siglo I.” (D. RHOADS, J. D EWEY, D. MICHIE , Marcos como relato.
Introducción a la na rrativa de un evangelio, Sígueme, Salamanca 2002, 1920)
101
· el texto de X. Pikaza 30 , que es una propuesta eclesiológica desde el relato de Marcos;
· los dos tomos de J. Mateos – F. Camacho 31 que parten de un análisis lingüísticosimbólico;
· y el comentario de S. Castro Sánchez 32 que realiza un acercamiento simbólico al relato.
Enfoque socioretórico: (las dos obras de Theissen)
· su texto centrado en el “colorido local y el contexto histórico” donde, para sustentar sus
tesis de trabajo, desarrolla un detenido análisis del contexto socioeconómico y cultural
religioso 33 de Mc 7, 2430;
· una de sus últimas obras que explicita aún más su postura sobre la importancia de las
comunidades en la elaboración de los evangelios, y cual es el rol del autor 34 en la
interrelación comunidadtexto.
A estos textos bases hemos de agregar algunos artículos especializados que comentan desde
diversos enfoques, principalmente feministas, el relato de Jesús y la sirofenicia. Además nos sirve de
guía e inspiración el texto (tesis de licenciatura) de S. Regina de Lima 35 sobre Mc 7, 2430 donde va
integrando enfoques y métodos.
Ahora si estamos en condiciones de entrar en el análisis de la perícopa de Mc 7, 2430,
siguiendo las claves de “texto”, “contexto” y “pretexto” presentadas anteriormente y que se ven
confirmadas por Theissen, cuando resume el rol de los evangelistas de esta manera:
“No debemos contentarnos con considerarlos como redactores que añadieron o suprimieron algunos pasajes
de sus materiales (un proceso que estaría detrás de los textos propiamente dichos), ni como escritores
literarios que dieron forma a un texto coherente (una estructura dentro del texto). Debemos investigar también
29
“Forma y fondo, organización y mensaje, escenarios y significados forman parte de un todo con sentido que si precisa de
distinciones en cierto momentos, no son separables. El evangelio de Marcos es una narración con sentido.” (M. NAVARRO
PUERTO, Marcos, Verbo Divino, Estella 2006, 37)
30
“Los evangelios no son libros que quieren engañar, no rompecabezas para eruditos o tratados de difícil tecnicismo. Hay
que esforzarse por entrar en su lenguaje: comprender su idioma, descubrir sus ritmos interiores. Una vez que eso se hace
ellos nos muestran con gusto su secreto.” (X. P IKAZA, Pan, casa, palabra. La Iglesia en Ma rcos, Sígueme, Salamanca 1998,
16)
31
J. M ATEOS – F. C AMACHO, El Evangelio de Ma rcos: Análisis lingüístico y comenta rio exegético , El AlmendroFundación
Épsilon, Córdoba 2003.
32
“Se puede que los relatos remiten a dos perspectivas: la así llamada histórica y la simbólica, que corre por debajo. Marcos
en este sentido es dos evangelios. Es difícil encontrar algún dato que no transparente una realidad simbólica. En una
palabra, con datos acerca de Jesús, nos traza un auténtico proyecto teológico.” (S. CASTRO SÁNCHEZ , El sorprendente Jesús
de Ma rcos. El evangelio de Ma rcos por dentro , Universidad Pontifica ComillasDesclée De Brouwer, MadridBilbao 2005,
19)
33
“Entendemos por investigación del colorido local el intento de interpretar los textos bíblicos a la luz de los datos
localizables, de suerte que el texto y el país –incluidos los vestigios arqueológicos encontrados en él se clarifiquen
recíprocamente.” (G. THEISSEN, Colorido loca l y contexto histórico en los evangelios. Una contribución a la historia de la
tradición sinóptica , Sígueme, Salamanca 1997, 20)
34
“Según esto, los evangelios son una expresión de política eclesial en cinco ámbitos. Formulan un consenso sobre la base
de las tradiciones de Jesús ya existentes y dan legitimidad a dicho consenso. Pero también llevan más allá de tal consenso:
dan instrucciones para la conducta, en relación con el mundo político y social circundante; definen la identidad propia de la
comunidad cristiana, en relación con su religión de origen ; y realizan un esfuerzo para resolver conflictos internos de la
comunidad y dar forma a una estructura de a utoridad en sus ámbitos superiores. Este interés por construir un consenso,
orientar las relaciones exteriores, definir la identidad propia, resolver los conflictos y configurar la estructura de la autoridad
demuestra que los escritores que pusieron manos a la obra estaban interesados por la vida de la comunidad.” (G. THEISSEN,
La redacción de los evangelios y la política eclesial. Un enfoque socioretórico, Verbo Divino, Estella 2002, 15).
35
“Es una propuesta de lectura bíblica desde mujeres afro descendientes. La metodología de análisis del texto sigue en parte
los pasos de la exégesis científica, pero también busca darle rostro, color, olor y calor, tanto a la exégesis misma como a la
reflexión bíblicoteológica.”(S. REGINA DE LIMA, En territorio de frontera. Una lectura de Marcos 7. 2430, DEI, San José
Costa Rica 2001, 15)
102
los efectos situados ‘delante d e los textos’, lo que pretendían con sus escritos. A dichos efectos podemos
calificarlos de ‘retóricos’ en sentido amplio. Los evangelistas elaboraron sus textos a la manera retórica.” 36
3.2 Sumer giéndonos en el “texto” de Mc 7,2430: análisis exegético
La perícopa del encuentrodesencuentro de Jesús con la sirofenicia es un texto cargado de
ternura e ironía 37 ; de vitalidad y sorpresa, de suspense y revelación. Veámoslo de manera completa:
“ 24 Y partiendo de allí, se fue a la región de Tiro, y entrando en una casa quería pasar inadvertido, 25 sino que,
en seguida, habiendo oído hablar de él una mujer, cuya hija estaba poseída de un espíritu inmundo, vino y se
postró a sus pies. 26 Esta mujer era griega, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara de su hija el
demonio.
27 Él le decía: ‘Espera que primero se sacien los hijos, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a
los perritos.’
28 Pero ella le respondió: ‘Sí, Señor; que también los perritos comen bajo la mesa migajas de los niños.’
29 Él, entonces, le dijo: ‘Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija.’
30 Volvió a su casa y encontró que la niña estaba echada en la cama y que el demonio se había ido.”
3.2.1 Orillas, estructura e historia del texto
La delimitación de la perícopa de Mc 7,2430 como unidad lingüística se sustenta en el v. 24,
que empieza con
“el uso del participio acompañado del aoristo: ‘ekeithen de anastas apelthen’. El participio aoristo, acompañado
de un verbo principal en aoristo, expresa una acción indefinida en tiempo pasado. El versículo 31, con una
formación semejante: kai palin ezelthov, participio aoristo acompañado de un verbo principal en aoristo,
introduce una nueva unidad.” 38
Esta clave lingüística nos permite hablar de una unidad literaria. Otro factor que valida esta
delimitación es la opinión casi unánime de los exegetas sobre esta delimitación, salvo un par de ellos
como Ringe y MateosCamacho, que consideran el cierre de la perícopa en el v.31a cuando Jesús se
marcha de la región de Tiro. Aún si se considerara esta delimitación, el contenido fundamental de la
narración no ha de variar. También es compartida por diversos autores y autoras la estructuración
concéntrica o quiásmica de la perícopa. Cada uno presenta alguna variante, yo sigo la propuesta de M.
Navarro 39 , aunque con una pequeña modificación en cuanto a la apertura y cierre:
Apertura de la escena. v. 24: Jesús llega a la región de Tiro y quiere pasar inadvertido
a. vv. 2526a: ingresa en escena (la casa) una mujer (madre, griega y sirofenicia)
b. vv. 26b: petición de la mujer para que cure a su hija
c. v. 27: respuesta reticente de Jesús
d. v. 28: réplica de la mujer
c’. v. 29a: respuesta sorpresiva y positiva de Jesús
b’. v. 29b: concesión del pedido de curación de la hija de la mujer
a’. v. 30: regreso de la mujer a su casa, donde la hija está curada
36
G. T HEISSEN, La redacción de los evangelios y la política eclesia l. Un enfoque socioretórico , Verbo Divino, Estella 2002
16.
37
“El pasaje marcano del encuentro de Jesús con la mujer pagana, de cultura griega, está lleno de ternura y de ironía. Todo
él está orientado a ese encuentro.” (S. CASTRO SÁNCHEZ, El sorprendente Jesús de Ma rcos. El evangelio de Marcos por
dentro , Universidad Pontifica ComillasDesclée De Brouwer, MadridBilbao 2005, 198)
38
S. REGINA DE LIMA, En territorio de frontera . Una lectura de Ma rcos 7. 2430 , DEI, San José Costa Rica 2001, 35.
39
Cf. M. NAVARRO PUERTO, Marcos, Verbo Divino, Estella 2006, 267.
103
Esta estructuración de la narración nos permite vislumbrar con claridad la alternancia de los
personajes y que el núcleo del relato está en el diálogo, aún más, en las únicas palabras pronunciadas
por la mujer. El v.24 es una introducción que nos sirve de marco geográfico, por ende sociocultural, y
además describe las intenciones de Jesús: “quería pasar inadvertido”. Luego, el v.25 da movimiento a
la escena con el ingreso de la mujer: agitación, desesperación, postración. El v.26 es como un
paréntesis donde el narrador ofrece elementos para saber quién es y que quiere esta mujer: griega y
sirofenicia, pide la sanación de su hija. Los vv.2729 representan un giro en el relato, ya que pasa de la
descripción narrativa a dar voz a los actores principales de la escena. Es un diálogo. Jesús habla, la
mujer responde y Jesús responde a su vez. El giro total del relato está en el v. 28 con la respuesta de la
mujer. El relato concluye en el v. 30 con la comprobación del milagrosanación a distancia.
Pero, ¿ante qué tipo de relato o construcción literaria estamos? Las opiniones son muy diversas.
Para Taylor 40 la perícopa es un apotegma 41 , o sea un relato de declaración, más que un milagro. Gnilka
comparte que no se puede considerar la narración como un milagro, por el simple hecho de que el
milagro está subordinado al diálogo, postura que comparte también Lohmeyer. Para Gnilka no puede
existir el milagro sin el diálogo, por eso el relato no es un apotegma, como opina Bultmann y Taylor,
“sino una discusión especial; o mejor: como conversación didáctica. En esta discusión, Jesús es el
vencido. El punto principal es la enseñanza que los lectores deben extraer de este diálogo.” 42
Estamos ante un texto algo excepcional, donde lo central es el diálogo que está compuesto por
un dicho, parábola o proverbio, que a su vez está colegado a una sanación. Para algunas autoras lo
central de la construcción literaria es “la chreia 43 , un instrumento retórico propio de los sabios y
maestros. Jesús lo utiliza con la frase sobre la comida, los hijos y los perrillos. La mujer utiliza una
chreia propia cuando le replica basándose en su senda parte (referida a los perrillos).” 44 Opto por ver en
esta perícopa un diálogo no sólo didáctico sino vitalexistencial, cargado de sabiduría. Donde, como ya
hemos visto, el núcleo es la respuesta sabia y perspicaz de la mujer.
Relacionado al tema del género literario está la historia del relato. Al respecto Gnilka afirma
que hay que rechazar las hipótesis que sostienen que era un milagro al cual se le agregó el diálogo o la
de una simple parábola que a través de un complicado desarrollo llegó a la formación final. Para el
autor, el núcleo de “la perícopa fue siempre un relato en el que el milagro estuvo subordinado al
diálogo. El milagro se encuentra al servicio del diálogo y éste no puede existir independientemente del
relato que lo encuadra.” 45
Siguiendo con la historia de la redacción, hay que subrayar que “según la opinión casi unánime
de los intérpretes, Marcos modeló el comienzo de la perícopa” 46 : mostrando a Jesús en territorio
40
Cf. V. TAYLOR, Evangelio según san Ma rcos, Cristiandad, Madrid 1980, 408ss.
41
Apotegma: Dicho breve y sentencioso; dicho feliz, generalmente el que tiene celebridad por haberlo proferido o escrito
algún hombre ilustre o por cualquier otro concepto, en D ICCIONARIO REAL ACADEMIA E SPAÑOLA, www.rae.es
Sentencioso: Dicho de una expresión, de una oración o de un escrito: Que encierra moralidad o doctrina expresada con
gravedad o agudeza, en DICCIONARIO REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es
42
J. GNILKA, El evangelio según san Marcos, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1999, 338.
43
“Una chreia o chria es un dicho o acción memorable, de breve extensión, que se refiere certeramente a un personaje. Es
denominada chría a causa de su utilidad. Los principios de su argumentación pueden ser el encomiástico, parafrásico, la
causa, mediante el argumento contrario, con un símil, con un ejemplo, con el testimonio de los antiguos y con un epílogo
breve.” (M. N AVARRO PUERTO, Marcos, Verbo Divino, Estella 2006, 272)
44
“Si Jesús se comporta como un sabio, la mujer más, puesto que es su sabiduría la que prevalece al final. Con estos datos
el lector puede entender el tono del diálogo que va a mantener con Jesús.” (Ídem, 270)
45
J. GNILKA, El evangelio según san Marcos, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1999, 337.
46
Ibidem.
104
fronterizo y su deseo de pasar desapercibido (relacionado esto con el secreto mesiánico tan presente en
Marcos). Aunque para Theissen no se puede descartar que el relato tenga un sustento histórico:
“el relato es probablemente de origen palestino. Presupone un narrador y unos oyentes que están
familiarizados con las circunstancias. (…) Por eso es más difícil que antes reducir la génesis del relato
exclusivamente a disputas del cristianismo primitivo en torno a la legitimidad de la misión pagana. (…) Hay
cosas más concretas a la vista. No se puede descartar en principio que el relato tenga un núcleo histórico: el
encuentro de Jesús con una sirofenicia helenizada.” 47
Entonces, no habría que afirmar sin más, como la mayoría de los exegetas, que el relato tiene su
razón de ser como respuesta a “la pregunta de la misión a los gentiles de forma que se decide a favor
de la misión, junto al mantenimiento de los privilegios de Israel, con la alusión a la disposición a creer
de los paganos, disposición que ya Jesús pudo experimentar.” 48 El relato tendría más relación sobre las
dificultades planteadas en la zona fronteriza de Tiro con Galilea. Confirmaría esto la hipótesis de
Gnilka 49 sobre el v.27ª, “espera que primero se sacien los hijos”, que sería un añadido redaccional para
suavizar la fuerte sentencia de v. 27b: “no esta bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.”
La autora S. Regina, luego de repasar todas las posturas de manera más detallada, concluye
diciendo que “se puede decir que los elementos que sobresalen como posible obra redaccional de
Marcos se refieren a la ubicación geográfica de la perícopa y la relativización de la respuesta de
Jesús.” 50 En cuanto a su vinculación con el Jesús histórico, “cabe pensar que la perícopa habría nacido
en las comunidades del norte de Galilea, en la frontera de Siria.” 51 Por tanto, podría tener una base
histórica de recuerdo de un encuentro de Jesús con una sirofenicia, pero tal vez en territorio judío.
Entonces estamos ante un relato que tendría una base histórica, contra lo que piensa Meier: “resulta
difícil sostener que el relato sobre la mujer es histórico en lo sustancial.” 52 Considero que lo sustancial
del relato no es la historicidad o no de Jesús, sino más bien la motivación por la cual el evangelista
colocó este relato. Sobre todo si consideramos que la misión a los gentiles, en esa época, ya era un tema
resuelto dentro de las comunidades cristianas. Pero esto lo profundizaremos más adelante.
3.2.2 Algunas perlas del texto
Presentada la estructura, la historia de la redacción y el núcleo del relato, podemos continuar
explicitando el significado narrativo de algunos términos presentes en el relato, y que son claves para
su interpretación, considerado que
“los relatos remiten a dos perspectivas: la así llamada histórica y la simbólica, que corre por debajo. Marcos
en este sentido es dos evangelios. Es difícil encontrar algún dato que no transparente una realidad simbólica.
En una palabra, con datos acerca de Jesús, nos traza un auténtico proyecto teológico.” 53
47
G. THEISSEN, Colorido loca l y contexto histórico en los evangelios. Una contribución a la historia de la tradición
sinóptica , Sígueme, Salamanca 1997, 93.
48
J. GNILKA, El evangelio según san Marcos, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1999, 338.
49
“Si se deja a un lado este comienzo, se destaca mejor el punto álgido de la narración de que Jesús es vencido por la mujer
o por su fe. Proviene de Marcos, no de una redacción anterior a él, puesto que éste no juzga desde un motivo actual, sino
emite un juicio histórico.” (Ibidem)
50
S. REGINA DE LIMA, En territorio de frontera . Una lectura de Ma rcos 7. 2430 , DEI, San José Costa Rica 2001, 63.
51
J. GNILKA, El evangelio según san Marcos, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1999, 338.
52
J.P. MEIER, Un judío margina l: nueva visión del Jesús histórico, Vol. 2, Verbo Divino, Estella 2000, 762. Aun si es
cierto que el mismo autor luego afirma que: “no es posible negar de un modo categórico la historicidad de Mc 7,24.30. Se
pueden elaborar algunos argumentos favorables a ella. El relato contiene varios detalles insólitos que podrían haber
contribuido a que el suceso original quedase grabado en la memoria de los discípulos: por ejemplo, una mujer sirofenicia
en la región de Tiro, una madre que intercede por una hija endemoniada.” (Ibidem)
53
S. C ASTRO S ÁNCHEZ, El sorprendente Jesús de Ma rcos. El evangelio de Ma rcos por dentro, Universidad Pontifica
ComillasDesclée De Brouwer, MadridBilbao 2005, 19.
105
El relato inicia y concluye en una casa . Pero son dos casas muy diversas. Una donde Jesús se
“esconde” para pasar desapercibido: muy probablemente una casa judía en territorio de frontera; la otra
donde acontece la curación: una casa pagana.
“En el Evangelio de Marcos, lo términos ‘casa’ y ‘casa/hogar’ tienen sentidos diferentes, que corresponden
más o menos a los del griego clásico. La ‘casa’ (oikos) significa más bien el lugar de habitación, el linaje, el
patrimonio, y dice menos relación a la vida personal; la ‘casa/hogar’ (oikía ) insiste más en la vinculación
del hombre a su domicilio, a la organización que en él mantiene y a los que en él habitan.” 54
En el texto aparece oikía, haciendo referencia más bien a los vínculos familiares. Jesús se siente
como en casa, en el hogar. Está tranquilo y desea no ser molestado. Es un espacio de intimidad y
reposo. La casa también manifiesta que “el contacto de Jesús con la sociedad pagana empieza entrando
sin ruido en la vida cotidiana, no en un ambiente sacral ni oficial.” 55 Al respecto, Pikaza afirma sobre el
simbolismo de casa en Marcos: “Jesús ha iniciado un movimiento laical de personas que abandonan
templo y sinagoga para convivir y descubrir el sentido de Dios (el mesianismo) en la casa familiar
donde se juntan, dialogan y oran.” 56 La perícopa de Mc 7, 2430 es un claro ejemplo. La misión de
Jesús se inicia en un ambiente familiar, desde relaciones que se van entretejiendo desde la
cotidianeidad.
Pero “existe también la ‘casa’ de la humanidad no israelita, representada por el paralítico y la de
grupos o pueblos paganos (Mc 5,19; 7,30; 8,3).” 57 Entonces la curación de la hija de la sirofenicia es un
milagro para la humanidad no israelita: curación de los malos espíritus que aquejan a esa sociedad.
Como lo plantea Pikaza 58 y MateosCamacho, la casa pagana, junto con la sirofenicia y su hija, vienen
a simbolizar la naciente iglesia paganocristiana.
Otro simbolismo clave del relato es el pan. De hecho, el diálogo entre el nazareno y la
sirofenicia gira alrededor de este: hay que esperar que coman primero los hijos…, no está bien echar el
pan…, me bastan las migajas…, etc. No podemos entender el pan simplemente como comida o
alimento, hay algo más de fondo en toda la discusión. Es cierto que “el pan era una metáfora para
designar la Torá o ley mosaica, cuya posesión era lo que, en la mentalidad judía, hacía superior a Israel
frente a los paganos.” 59 Pero para comprender el sentido que tiene en este relato el pan, como dicen
algunos exegetas, hay que recurrir a las dos multiplicaciones de los panes en el evangelio de Marcos:
“Aquí, sin embargo, designa el mensaje y actividad de Jesús, con alusión al anterior episodio de los panes
(6,37ss). La alusión se descubre no sólo por la mención del pan, sino también por el uso del verbo ‘saciarse’
(6,42). Bajo la figura del pan, Jesús habla, por tanto, de su mensaje y del éxodo liberador, expuesto en aquel
episodio.” 60
“Para los lectores cristianos del evangelio de Mc la sentencia de Jesús acerca del pan de los hijos traía a la
memoria la primera multiplicación de los panes, en la que fueron saciados los miembros del pueblo de Dios,
los hijos. En la segunda multiplicación, participaron también los paganos de la Decápolis. Así el episodio de
la mujer pagana sella la transición entre estos dos banquetes mesiánicos.” 61
54
J. M ATEOS – F. C AMACHO, Eva ngelio, figura s y símbolos, El Almendro, Córdoba 1999, 39.
55
J. M ATEOS – F. C AMACHO, El Evangelio de Ma rcos: Análisis lingüístico y comenta rio exegético , El AlmendroFundación
Épsilon, Córdoba 2003, 162.
56
X. P IKAZA, Pan, casa, palabra. La Iglesia en Marcos, Sígueme, Salamanca 1998, 100.
57
J. M ATEOS – F. C AMACHO, Eva ngelio, figura s y símbolos, El Almendro, Córdoba 1999, 39.
58
“La casa es el lugar de la Iglesia por excelencia, tanto en su perspectiva negativa (va en contra del ideal y práctica de los
escribas) como positiva (en ella se cumplen los elementos básicos del mensajes de Jesús).” (X. PIKAZA, Pa n, ca sa , palabra .
La Iglesia en Marcos, Sígueme, Salamanca 1998, 100)
59
J. M ATEOS – F. C AMACHO, El Evangelio de Ma rcos: Análisis lingüístico y comenta rio exegético , El AlmendroFundación
Épsilon, Córdoba 2003, 173.
60
Ibidem.
61
ALESSANDRO PRONZATO, Un cristiano comienza a leer el Evangelio de Marcos II, Sígueme, Salamanca 1983.
106
Entonces, el pan nos remite por una parte a la superioridad (por su Torá: pan espiritual) que
sentían los judíos sobre los paganos, pero también es la posibilidad de participar en la nueva
comunidad mesiánica. Desde este segundo significado podemos afirmar, aún si hay autores 62 que
disienten que el pan haga referencia a la multiplicación de los panes sino que refiere a la salvación, que
el pan
“no es en principio alimento sacral de los puros, ni sacrificio religioso de los consagrados sino comida
ricamente humana de los muchos hermanos que se reúnen, compartiendo a cielo abierto, sin normas de pureza
excluyente, los panes y peces de las multiplicaciones.” 63
En definitiva, “el pan aquí significa la realidad de Jesús, el nuevo proyecto, las promesas
alcanzan en igualdad de condiciones a los gentiles.” 64 Comer el pan, o al menos su migajas, significa
participar del proyecto de Jesús, y en él de su nueva vida.
Otra palabra importante en el texto que venimos analizando es la expresión “señor” en boca de
la sirofenicia. Es la única vez que kyrios aparece en Marcos dirigida por una persona a Jesús. La
cuestión es: ¿confesión de fe o simple reverencia? La opinión más difundida 65 es que no hay una
profesión de fe, sino “simplemente una forma respetuosa de tratamiento.” 66 “Es título de respeto no
término teológico” 67 , “en labios de personas que no son discípulos o que no son judíos, el vocativo se
entiende quizás en el sentido de ‘sir ’ de cortesía.” 68 Tal vez cabe pensar en una reverencia junto con
una sutil confesión de fe en Jesús, no tanto como Señor de Dios sino en su poder curativo. 69
También profundizar en el significado del kynaria (perrillo 70 ) es vital para acercarse a una justa
interpretación del texto. Hay un cierto consenso en que el diminutivo de perro hace referencia a
cachorros o perros domésticos. Pero cómo se interpreta esto, es muy variado. Por ejemplo, para Taylor
el diminutivo suaviza la dureza aparente y no es una prueba a la fe de la mujer (perro en referencia a
paganos). Para Gnilka “no podemos responder a la pregunta de si la palabra perritos aluda al mote que
los judíos aplicaban a los gentiles calificándolos como perros.” 71 Siguiendo esa línea, pero ofreciendo
otra clave de interpretación, Ringe afirma que “no hay evidencias de que este término fuera utilizado
por los judíos para referirse a los gentiles en general, sino a grupos abiertamente hostiles al pueblo de
Dios o a la ley de Dios.” 72
Por tanto, perrillos haría referencia a los hostiles (por motivos sociales, económicos, culturales y
religiosos) hacia los judíos. Pero, continúa la autora, “lo que se dice en el diálogo suena fuerte.
62
Cf. J. GNILKA, El evangelio según san Ma rcos, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1999, 341.
63
X. P IKAZA, Pan, casa, palabra. La Iglesia en Marcos, Sígueme, Salamanca 1998, 206.
64
S. CASTRO S ÁNCHEZ, El sorprendente Jesús de Marcos. El evangelio de Marcos por dentro, Universidad Pontifica
ComillasDesclée De Brouwer, MadridBilbao 2005, 199.
65
Gnilka piensa distinto, afirmando que es el tratamiento típico de una pagana pero que el título encierra cierto carácter de
confesión. (Cf. J. GNILKA, El evangelio según san Marcos, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1999, 345)
66
S. REGINA DE LIMA, En territorio de frontera . Una lectura de Ma rcos 7. 2430 , DEI, San José Costa Rica 2001, 50.
67
J. M ATEOS – F. C AMACHO, El Evangelio de Ma rcos: Análisis lingüístico y comenta rio exegético , El AlmendroFundación
Épsilon, Córdoba 2003, 175.
68
J. A. FITZMYER, “Kyrios”, en Diccionario exegético del Nuevo Testamento, Vol. 1, Sígueme, Salamanca 1996, 2439.
69
“Es posible que continuara practicando su propia fe. Su ‘fe’, como queda recogido en los evangelios, apunta más a Jesús
como sanador y hacedor de milagros que como Mesías. Es su fe la que la convierte en única en su relación con Jesús.” (R.
WICKRAMARATNE REBERA, “La mujer sirofenicia. Una perspectiva feminista sudasiática”, en A. LEVÍNE (ed.), Una
compañera para Ma rcos, Desclée De Brouwer, Bilbao 2004, 143157, 154)
70
Perrillo: 1.m. Perro faldero, DICCIONARIO REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es
71
J. GNILKA, El evangelio según san Marcos, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1999, 341.
72
S. RINGE , “La historia de una mujer gentil a revisión. Relectura de Marcos 7,2431a”, en A. LEVÍNE (ed.), Una compañera
pa ra Ma rcos, Desclée De Brouwer, Bilbao 2004, 129.
107
Comparar a la mujer y a su hija con perros es insultante en extremo.” 73 Es lo que de manera
contundente expresa Theissen sobre el tema: “porque llamar ‘perro’ a alguien era entonces, como hoy,
una ofensa.” 74 Según P. Billerbeck en la época “el perro era considerado como la más despreciada,
atrevida y miserable de las criaturas, por lo que resultaba la peor de las injurias llamar a una persona
con este nombre.” 75 Entonces, más allá del diminutivo y una simple comparación, hemos de reconocer
que perrillos era, como lo es hasta hoy, una ofensa, y aún más si dirigida a una mujer. Queda por
comprender si la referencia es a la condición religiosa pagana de la mujer o porque es alguien hostil,
por otros motivos, para los judíos.
3.3.3 Mareas y corrientes dentro del texto
Casa, pan, señor, perritos son algunas de la imágenes evocadoras en el relato. Pero estas
imágenes son complementadas, o mejor dicho adquieren vida, al confluir con algunos cambios
terminológicos y rimas del relato. Por ejemplo: labeinbalein (tomar y echar) el pan, teknapaidea
(hijoschiquillos) que se sacian de pan o migajas, un pneuma akatharton (espíritu inmundo) y un
daimonion (demonio) que afecta a la thygatrionthygaterteknapaidion (hijitahijaniñachiquilla). A
su vez, este movimiento tiene algunos ritmos marcados por authys (en seguida) la mujer marchó hacia
Jesús, proton (primero) los hijos, apekrithe (reaccionó) ella de manera inmediata, rompiendo la lógica
primerodespués por ahora: hipokato (debajo de). 76
Desglosemos más estos cambios de términos y rimas, de ritmos y movimiento, ya que nos
pueden dar elementos para sumergirnos aún más en las profundidades del texto y ver sus conexiones
con otras partes del evangelio marcano. En la rima labeinbalein, “tomar” nos remite a la
multiplicación de los panes (Mc 6,41) 77 . No se puede tomar el pan de los tekna (hijos) porque este pan
es para distribuir y compartir, para que todos se sacien (Mc 6,42). Menos aún, se puede “echar” este
pan a los perros. La mujer, siguiendo la lógica de la rima labeinbalein, es capaz de radicalizar el
“tomar para compartir” de la multiplicación de los panes, pasando del “echar” al “dejan caer”. Ahora
todos pueden compartir el pan: ya no hay hijos y perros, sino teknapaidea (hijos y chiquillos).
Otro cambio de terminología que sorprende es la referencia a la hija de la sirofenicia, donde se
utilizan cuatro términos diversos thygatrionthygaterteknapaidion (hijitahijahijachiquilla). Los dos
primeros y último término son descripción del relator y relacionan Mc 7,2430 con el relato de Jairo y
su hija, y el de Herodías con su hija 78 . “Marcos subraya el carácter representativo de la hija usando para
ella los mismos términos que emplea para la hija de Jairo (hijita, hija, chiquilla).” 79 A su vez esto pone
73
Ibidem.
74
G. THEISSEN, Colorido local y contexto histórico en los evangelios. Una contribución a la historia de la tradición
sinóptica , Sígueme, Salamanca 1997, 75.
75
Citado en A. PRONZATO, Un cristiano comienza a leer el evangelio de Ma rcos, Sígueme, Salamanca 1982, 360.
76
“Así, pues, Mc no escribe simplemente ‘historia’, es decir, no registra un pasado definitivamente muerto, relata un
‘evangelio’, una buena noticia: narra una realidad salvadora que ejerce su acción en el presente. Esta realidad está enraizada
en la historia, pero la supera.” (J. M ATEOS – F. CAMACHO, El Evangelio de Marcos: Aná lisis lingüístico y comenta rio
exegético , El AlmendroFundación Épsilon, Córdoba 2003, 14)
77
“Y él, tomo los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los
iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todo los dos peces. Comieron hasta
saciarse.” (Mc 6, 4142)
78
“Los modos de designar a estas hijas están en gran parte en paralelo: 5,23 y 7,25: ‘hijita’: 5,35, 6,22 y 7,26.29: ‘hija’;
5,30.40.41 y 7,28.30: ‘chiquilla’; 5,41.42 y 6,22, en escenas situadas en ambiente judío, ‘muchacha’ casadera, termino
ausente en el caso de la joven pagana.” (Ídem, 167)
79
J. M ATEOS – F. C AMACHO, Eva ngelio, figura s y símbolos, El Almendro, Córdoba 1999, 124.
108
en luz una dupla padre/hija en el relato de Jairo y madre/hija en el de la sirofenicia. La curación a una
hija de judío y la curación a una hija de pagana. Desde esta interrelación Castro Sanchez afirma que
“Marcos contempla en esta jovencita la figura de la comunidad paganocristiana en parangón con la hija de
Jairo, que representaba la comunidad de ascendencia judía, así como en la hija de Herodías, la sociedad
puramente pagana, ebria de poder, placer y venganza, ajena al grito de los profetas.” 80
Mientras que el término tekna (hijos) es el pronunciado por Jesús para nombrar a la hija luego
de la sanación, y guarda relación con “el pan de los hijos”. ¿Podemos pensar que esto manifiesta el
cambio de postura de Jesús que, luego del diálogo con la mujer, considera a la hija de la sirofenicia con
el derecho al “pan de los hijos” en la mesa compartida? En esta línea se podría interpretar el cambio
terminológico de thygatrion a paidion (chiquilla) que es el utilizado por la mujer para responder a
Jesús: “comen debajo de la mesa las migajas de los chiquillos.” Y el término paidion (chiquilla)
reaparece en el v.30: “encontró a la chiquilla tirada en la cama”. Entonces podemos pensar que la hija
de la sirofenicia ya no es un perrito sino una chiquilla que come en la mesa y no debajo de ella. Pero
entonces a qué aluden “los perros”, ¿a la condición religiosa pagana de la mujer o a su ser hostil para
Jesús, y por eso su frase inicial en el diálogo?
Queda por profundizar el cambio de pneuma akatharton (espíritu inmundo) a daimonion
(demonio) que afecta a la jovencita. Espíritu inmundo aparece sólo al inicio y luego se hablará dos
veces de demonio, algo extraño en Marcos que “es el evangelista que más veces traduce el concepto de
demonio con la expresión ‘espíritu inmundo’.” 81 Pocos autores se detienen en este cambio
terminológico. Cabe considerar que son términos con significados diversos:
“La diferencia entre el hombre poseído por un espíritu inmundo y el endemoniado está en el hecho de que,
mientras que el primero manifiesta esta condición sólo en circunstancias particulares, el estado del
endemoniado es evidente, continuo y conocido por la gente.” 82
Para MateosCamacho esta doble terminología relaciona Mc 7,2430 con el endemoniado de
Gerasa (Mc 5,120). Pero es discutible ya que en ese relato se habla de una persona “endemoniada”
cosa que nunca sucede en referencia a la joven pagana (“echara al demonio de su hija” v.26 y “el
demonio se había ido” v. 30). ¿Tal vez podemos encontrar una relación entre “echar el demonio” y
“echar el pan a los perros”? A su vez, es sugestivo que el relato inicia con Jesús que entra en una casa y
concluye con el demonio que sale de la joven y de la casa.
Otra pista de interpretación es que “esta fuerza negativa era llamada en Israel ‘espíritu inmundo’;
‘demonio’ entre los griegos.” 83 Entonces, más que significados diversos los términos expresan la
manera de nombrar, según el origen cultural, las fuerzas negativas. El relato inicia con la posesión de
un “espíritu inmundo”, como si estuviéramos en un ambiente judío, pero luego, será la mujer que
introduce el término “demonio”, y esto es una confirmación más de su condición griega. Pero tal vez el
tema central aquí es averiguar que tipo de opresión o ideología contraria a Dios simboliza este
demonio, porque la
“interpretación del ‘espíritu inmundo’ (y, como se verá, de los ‘demonios’) como factor alienante que se
identifica con una doctrina o ideología contraria a Dios puede ser verificada en los demás pasajes en que
aparece en el Evangelio. En el caso de un poseído israelita, la alienación proviene de la doctrina de los
80
S. CASTRO S ÁNCHEZ, El sorprendente Jesús de Marcos. El evangelio de Marcos por dentro, Universidad Pontifica
ComillasDesclée De Brouwer, MadridBilbao 2005, 199.
81
A. M AGGI, Jesús y Belcebú. Satán y demonios en el Evangelio de Marcos, Desclée De Brouwer, Bilbao 2000, 93.
82
Ídem, 94.
83
B. J. MALINA – R. L. R OHRBAUGH, Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I. Comentarios desde la s
ciencias sociales, Verbo Divino, Estella 1996, 334.
109
letrados. Cuando el poseído es un pagano o los espíritus se encuentran con una multitud compuesta de judíos
y paganos, hay que investigar qué ideología contraria a Dios está representada por ellos.” 84
Entonces si “ser impuro o inmundo es la condición que obstaculiza la comunicación con Dios,
el totalmente puro”, haciendo que “el hombre sea incapaz de entrar en la esfera divina y lo clava en la
de la muerte” 85 , hemos de preguntarnos, ¿por qué esta joven llega a esa situación? Considerando que es
pagana, no podemos pensar que sea por un motivo de incumplimiento de la Ley. Según los estudiosos
del ambiente cultural de la época, “una persona acusada de posesión demoníaca era una persona cuya
conducta (síntoma externo) era desviada o que vivía inmersa en una matriz de relaciones sociales
desviadas.” 86 Una propuesta interpretativa, que parte del supuesto de esta “matriz de relaciones sociales
desviadas”, afirma que
“para interpretar el caso de la sirofenicia hay que tener en cuenta el episodio del geraseno (Mc 5,220), donde
aparecía el endemoniado, figura de los esclavos en rebelión contra una sociedad que ponía el dinero por
encima del bien del hombre. En Mc 7,2431, las figuras de la madre y de la hija representan a la misma
sociedad pagana en sus dos sectores, el de los opresores (la madre) y el de los oprimidos (la hija), como lo
muestra la doble afirmación sobre la hija: que estaba poseída por un espíritu inmundo y que tenía un
demonio, lo mismo que se había afirmado del geraseno.” 87
Entonces, la posesión vendría a manifestar las relaciones de injusticia social en el territorio
pagano. Pero esto se irá respondiendo cuando veamos el contexto socioculturalreligioso de la
perícopa. Ahora continuemos retomando el ritmo presente en el relato.
El relato inicia con Jesús que busca calma, y no solo eso, sino lathein (pasar inadvertido). Este
reposo interior y exterior se ve bruscamente interrumpido porque authys (en seguida) la mujer marchó
hacia Jesús. El relato adquiere velocidad e intensidad, algo importante está por ocurrir. La mujer pide la
sanación y cuando parece que seguirá lo habitual (la sanación) hay un giro temporal en el relato: proton
(primero) los hijos. Hay un suspense abierto por el antes unosdespués los otros.
El aliento contenido del lector se termina cuando apekrithe (reaccionó) la mujer de manera
inmediata. Es la urgencia, es la necesidad del ahora mismo, de la vida en el presente y no en un futuro
incierto, la que permite que la mujer rompa la lógica primerodespués por un ahora arribaabajo:
aunque no pueda comer en la mesa puede comer “ahora”, aunque sea hipokato (debajo de). La sanación
sucede, y la serenidad y tranquilidad vuelve al relato junto con un envío: hypage, exelelythen
(márchate, ya ha salido).
El ritmo del relato se concentra en la reacción de la mujer, en su presente en busca de salvación
y sanación. No mañana, hoy. El presente histórico que Marcos utiliza
“crea una impresión de realidad: se diría que aquel cuyo hechos y dichos se relatan en el evangelio sigue
actuando y hablando en la comunidad cristiana. (…) Con esto, el evangelista muestra la actualidad no sólo de
la enseñanza de Jesús, sino también de su manera de actuar.” 88
Pero, ¿quien es esta mujer capaz de lograr lo que logró? Aquí nos sumergimos aún más en las
profundidades del texto. Toda la atención del relato está puesta en ella. Jesús no recibe ningún atributo
y la única referencia a su persona es el deseo de “pasar inadvertido”. Pero, “Jesús quiere, pero no
84
J. M ATEOS – F. C AMACHO, Eva ngelio, figura s y símbolos, El Almendro, Córdoba 1999, 173.
85
A. M AGGI, Jesús y Belcebú. Satán y demonios en el Evangelio de Marcos, Desclée De Brouwer, Bilbao 2000, 9394.
86
B. J. MALINA – R. L. R OHRBAUGH, Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I. Comentarios desde la s
ciencias sociales, Verbo Divino, Estella 1996, 334.
87
J. M ATEOS – F. C AMACHO, Eva ngelio, figura s y símbolos, El Almendro, Córdoba 1999, 124.
88
J. M ATEOS – F. C AMACHO, El Evangelio de Ma rcos: Análisis lingüístico y comenta rio exegético , El AlmendroFundación
Épsilon, Córdoba 2003, 13.
110
puede. ¿Se trata de una limitación del personaje o de una estrategia pensada para el lector?” La
respuesta al interrogante pasa por reconocer que Jesús “no tiene competencia narrativa 89 o bien se trata
de un desafío a fin de que el lector intente responder a la falta de información con los datos que la
historia le ha brindado hasta ahora.” 90 Más que una falta de competencia, hemos de leer en este querer
pero no poder de Jesús la manifestación de su poder que lo supera a él mismo. Se manifiesta aún en
contra de su propia voluntad. Ejemplo claro es el relato de la hemorroísa (Mc 6,2534). Entonces
“el deseo de Jesús de que no sepan que está allí y su dificultad para pasar de incógnito contrastan con el saber
de la mujer acerca de él. Este contraste se va a mantener en tensión a lo largo del relato, pues en el mismo
discurso de ambos se debaten diferentes niveles del conocer y del saber.” 91
Esto manifiesta una constante tensión que configura al relato y pone en luz un encuentro
desencuentro entre modos de “conocer y saber” o dicho en otras palabras de “universos simbólicos”
diversos. Para comprender mejor esta tensión hemos de profundizar quién es esta mujer.
Según el texto es una hellenis y syrofoinikissa . La primera impresión es de sorpresa ante la
“redundancia en la descripción.” Se dice que es griega y con esto “el lector ya entiende que es una
gentil.” Pero el narrador quiere dar más información: es sirofenicia. Hemos de saber que “para el
público judío del narrador los sirofenicios gozaban de una mala reputación según algunos textos de la
Biblia Hebrea (Is 23; Joel 4,46; Zac 9,2).” 92 Estamos ante una mujer hostil al mundo judío, tanto por
ser paganogentil, como por ser sirofenicia: el origen apunta a su condición étnica y religiosa, mientras
que griega apela a su estatus social y político. Estatus que podemos deducir era alto, si tomamos en
cuenta el término klinen (mueble refinado donde reposa su hija) del v.30 que contrasta con krabatos
(catre/camastro) de Mc 2,4.9.11.12. Desde una perspectiva simbólica la mujer sirofenicia representa un
determinado grupo junto con su hija: el de la sociedad pagana de la región de Tiro donde había una
profunda desigualdad social. 93 Pero esto lo estudiaremos mejor cuando veamos el contexto de la
perícopa.
Resumiendo, esta inmersión en el texto nos ha manifestado que estamos ante un relato
complejo, que exige ser contextualizado para evitar trasladar al texto motivaciones existenciales del
lector. Es complejo porque el texto presenta ciertas particularidades dentro del gran relato de Marcos:
única curación a distancia, un Jesús irreconocible y que pierde en un diálogo, la utilización de Señor en
la boca de una pagana hacia Jesús, único episodio en Tiro. A su vez, algunos términos claves enlazan
nuestro relato con otros textos del evangelio marcano: el pan nos remite a las multiplicaciones (una en
territorio judío, otra en zona pagana) y coloca a Mc 7,2430 como quiebre entre ambas; el cambio de
terminología hacia la niña y el demonio refiere a la curación de la hija de Jairo y del endemoniado de
Gerasa; mientras que el espíritu inmundo refiere al tema de la pureza y la discusión de Jesús con los
89
“Competencia narrativa: competencia es un término de la semiótica referido a la modalidades que capacitan a los agentes
narrativos para llevar a cabo acciones transformadoras. Estas modalidades se refieren al hacer, saber y poder y sus
combinaciones: poder hacer, saber que se puede hacer, saber hacer, etc.” (M. N AVARRO P UERTO, Marcos, Verbo Divino,
Estella 2006, 268)
90
Ibidem.
91
Ídem, 269.
92
Ídem, 270.
93
“Un recuso literario muy usado por los evangelistas y bien representado en Mc es atribuir carácter representativo a
muchos de los personajes que aparecen en el relato. Se trata de figuras singulares que, sin embargo, encarnan determinados
colectivos: grupos marginados, una clase social, ciertos sectores en el interior de Israel o los discípulos. No es raro encontrar
parejas de personajes (a veces más de dos), que representen a grupos o colectivos relacionados entre sí.” (J. M ATEOS – F.
CAMACHO, El Evangelio de Ma rcos: Análisis lingüístico y comentario exegético , El AlmendroFundación Épsilon, Córdoba
2003, 1617)
111
fariseos sucedida inmediatamente antes. Ahora, el próximo paso es desarrollar una panorámica del
contexto para recibir más luces sobre el texto.
En el estudio de la perícopa hecho hasta ahora hemos dejado de lado la profundización del
escenario donde se desarrolla el relato: la región de Tiro. En esta sección profundizaremos la vivencia
sociocultural y religiosa de esta zona fronteriza entre Galilea y Tiro. Dejamos claro que escapa a esta
panorámica del contexto adentrarse en la realidad particular de Palestina y Galilea del siglo I. Para eso
remitimos a obras sumamente completas. 94 En otras palabras, el contexto que nos interesa sobrevolar es
el territorio donde se coloca la perícopa, porque consideramos, siguiendo la propuesta de Theissen, que
“la negativa de Jesús a los ruegos de la mujer expresa la carga conflictiva que se había acumulado entre
judíos y paganos en el territorio limítrofe de Tiro y Galilea.” 95
Nuestro acercamiento al contexto tiene la finalidad de procurar comprender, en la medida de lo
posible, el escándalo de la respuesta inicial de Jesús hacia la mujer sirofenicia. Esto porque
“encontramos siempre el intento de interpretar la negativa de Jesús a las súplica de la mujer de forma que el
rechazo pierda su cariz escandaloso, bien reduciéndolo biográficamente a un ‘pronto’ (indemostrable) de
Jesús, bien interpretándolo como una puesta a prueba de la fe, bien a través de un simbolismo de la historia de
la salvación: la apertura de la Iglesia a los paganos. El escándalo persiste. (…) Comienza aquí la
investigación del colorido local, que puede contribuir quizá a la comprensión de la perícopa.” 96
Queda de manifiesto que ingresamos en el contexto de Mc 7,2430 ayudados principalmente por
el estudio de Theissen. Esto es por dos motivos. Primero porque muchos estudiosos en su análisis del
contexto de la perícopa hacen referencia al trabajo del autor y segundo porque el análisis de la región
fronteriza de Tiro y Galilea realizado por el autor ocupa una parte abundante y fundamental 97 de su
obra “Colorido local y contexto histórico en los evangelios”.
3.3.1 Una región fronteriza…
Hechas estas aclaraciones entremos en materia. ¿Cuáles eran las características destacadas de
esta región? “Al hablar de región de Tiro el evangelista nos está remitiendo no precisamente a la ciudad
de Tiro que se sitúa en una isla de la costa del sur del Líbano actual.” Y que, “como ciudad
preponderante de fenicia durante gran parte del primer milenio antes de Cristo, era centro de
94
Cf. B.J. M ALINA, El mundo del Nuevo Testamento. Perspectiva s desde la antropología cultural, Verbo Divino, Estella
1995; G. SEGALLA, Panorama del Nuevo Testamento , Verbo Divino, Estella 2000, J. JEREMÍAS, Jerusalén en el tiempo de
Jesús. Estudio económico y social del mundo del Nuevo Testamento, Cristiandad, Madrid 1977; S. REGINA DE LIMA, En
territorio de frontera. Una lectura de Marcos 7. 2430, DEI, San José Costa Rica 2001, 81101.
95
G. THEISSEN, Colorido local y contexto histórico en los evangelios. Una contribución a la historia de la tradición
sinóptica , Sígueme, Salamanca 1997, 79.
96
Ídem, 78.
97
De hecho estudia la relación TiroGalilea desde 6 ángulos: circunstancias étnicas; circunstancias culturales y lingüísticas;
la categoría social de los fenicios helenizados en las ciudadesrepúblicas de la zona; las condiciones económicas en el
territorio limítrofe; las relaciones políticas entre el estadociudad de Tiro y el hinterland judío; los aspectos psicosociales de
la relación judíospaganos con sus estereotipos y prejuicios. En nuestro recorrido seguiremos otro esquema asumiendo su
investigación.
112
operaciones comerciales e industria del metal y lugar de mucha influencia política.” 98 Más bien, al
hablar de región se “hace referencia al campo que rodea a cada uno de los estadosciudad antiguos.” 99
Esta referencia a la región de Tiro no deja de sorprender, considerando que durante la
composición del evangelio (alrededor del año 70) ya existía una comunidad cristiana en Tiro:
“arribamos a Tiro, pues allí la nave debía dejar su cargamento. Habiendo encontrado a los discípulos
nos quedamos allí siete días” (cf. Hech 21,36). Por tanto, era más obvio relacionar a Jesús con la
ciudad misma y sus habitantes, pero por algún motivo el evangelista no lo hizo.
De esto podemos deducir que “la vinculación de Jesús a la zona rural podría responder a
circunstancias prepascuales” 100 , aunque también es cierto que la posibilidad de “que Jesús pudo haber
hecho incursiones a estas regiones fronterizas es tan razonable de imaginar como imposible de
documentar.” 101 Más allá de la historicidad, lo importante es observar que en este territorio “hubo
aldeas judías, no sólo en Tiro mismo sino también en el campo, aldeas inmersas aún en la cultura judía
autóctona.” Entonces, desde un aspecto étnicocultural, la primera característica del espacio de nuestra
perícopa es una zona fronteriza con población mixta. Y
“como es típico en la mayoría de los lugares fronterizos, esta zona presentaba mucho mestizaje étnico.
Aunque la ciudad de Tiro estaba fundamentalmente habitada por gentiles, los territorios circundantes tenían
también población judía. Como resultado, colisionaban con frecuencia las diferencias étnicas, religiosas y
culturales con los consiguientes recelos y prejuicios entre los habitantes de las ciudades y los residentes en las
zonas rurales.” 102
Esto puede confirmar la hipótesis que Jesús se alojara en la casa de un judío 103 , “porque Jesús
pudo encontrar en el hinterland rural de Tiro, como en el territorio de la Decápolis, a judíos que vivían
allí junto a sirios y fenicios.” 104
3.3.2 …con tensión socioeconómica entre sus habitantes…
¿Pero las razones culturales y religiosas eran los motivos más profundos para que existieran
tensas relaciones entre los diversos habitantes? Para responder hemos de analizar la situación
económica de estos dos lugares y su zona fronteriza o hinterland . “Tiro era una ciudad rica, pero
forzada a comprar productos agrarios en el interior de Palestina”. Estos debían recurrir al hinterland
parcialmente judío 105 , porque “su espacio rural estaba limitado por barreras naturales. La ciudad se
alzaba sobre una isla, y en tierra firme la superficie cultivable era escasa.” Entonces, “la ciudad de Tiro
dependía de las importaciones en el capítulo de abastecimiento agrario.” 106
98
S. RINGE , “La historia de una mujer gentil a revisión. Relectura de Marcos 7,2431a”, en A. LEVÍNE (ed.), Una compañera
pa ra Ma rcos, Desclée De Brouwer, Bilbao 2004, 122.
99
G. THEISSEN, Colorido local y contexto histórico en los evangelios. Una contribución a la historia de la tradición
sinóptica , Sígueme, Salamanca 1997, 79.
100
Ibidem.
101
S. RINGE , “La historia de una mujer gentil a revisión. Relectura de Marcos 7,2431a”, en A. LEVÍNE (ed.), Una
compañera para Ma rcos, Desclée De Brouwer, Bilbao 2004, 123.
102
Ídem, 122123.
103
“Puesto que de los ocupantes de la casa en que se hospeda no se dice nada, ni si son gentiles ni nada relevante, sería
apropiado concluir que Marcos la toma como una casa judía de la ‘región’.” (Ídem, 123)
104
G. THEISSEN, Colorido local y contexto histórico en los evangelios. Una contribución a la historia de la tradición
sinóptica , Sígueme, Salamanca 1997, 8081.
105
“Investigaciones arqueológicas han confirmado, por lo demás, la estrecha imbricación de Galilea, especialmente la
Galilea superior, y Tiro: a diferencia de la Galilea inferior, la parte septentrional estaba totalmente volcada a las ciudades
costeras de Fenicia.” (Ídem, 88)
106
Ídem, 8687.
113
Cuando la situación era normal, este comercio ha de haber funcionado dentro de los parámetros
normales. Pero cuando había escasez, a causa de desastres naturales o elevación de los impuestos,
“no bastaban los medios ‘normales’, había que recurrir al soborno para lograr el objetivo (cf. Hech 12,20). El
hinterland galileo y el entorno rural de la ciudad (colonizado en parte por judíos) eran los ‘proveedores de
pan’ en la metrópoli tiria.” 107
Entonces, la población judía de la zona fronteriza vivía una constante tensión por la producción
y distribución de los víveres.
“Esta región, tan étnicamente plural, era también lugar de tensiones económicas, principalmente entre los
centros de comercio urbano, más ricos, y las comunidades de agricultores, más empobrecidas, víctimas de las
necesidades y deseos de los habitantes de las ciudades.” 108
Ante la escasez, algo muy frecuente en esa época, la desventaja (como lo muestra la historia de
la humanidad) es del que produce frente al que tiene el poder económico. Por tanto, las relaciones en
este espacio de diversidad cultural eran muy poco simétricas. Frente a este panorama, podemos suponer
que “Jesús en su respuesta (a la mujer sirofenicia) pudo evocar un proverbio conocido que apuntaba a
estas circunstancias.” Entonces “el que habló en territorio limítrofe tirogalileo de pan, de hijos
(=judíos) y de perros (=paganos), se refería a las circunstancias económicas generales.” 109
En definitiva, esta pequeña región era una versión en miniatura del contexto extenso de
Palestina ocupada por los romanos. Un territorio marcado por “la tensión entre la zona urbana y la rural
con sus factores económicos combinados con las tensiones producidas por razonas culturales, étnicas y
religiosas.” 110
3.3.3 …marcada por la diversidad cultural
Pero ahondemos en qué tipo de mujer venía a ser la sirofenicia en este contexto descrito hasta
ahora. Para Ringe “ella representa a un grupo de la región cuyas normas y estilo de vida podrían haber
sido una fuente de sufrimiento para sus vecinos judíos, del ámbito rural, mayoritariamente más
pobres.” 111 O sea, estamos ante una mujer amenazante: alguien hostil a los intereses de los judíos de
esa región. El calificativo de griega y sirofenicia despierta diversas posturas. Por ejemplo para Gnilka
“ninguna de estas dos calificaciones se ajusta bien como designación étnica. (…) Lo más indicado sería
tomar la palabra ‘griega’ como indicación de su cultura y religión.” Entonces estamos ante una “nativa
helenizada que pertenecía al estrato social superior.” 112
Para otros estudiosos este doble atributo dado a la mujer es repetitivo, mientras que para
Theissen “la calificación de cada persona es siempre bimembre, como en Mc 7,26 (igualmente en Hech
4,36 y 18,2). Esto hace descartar la hipótesis de que el redactor añadió una de las dos calificaciones.”
Más bien, “la doble calificación podría ser ya tradicional” en esa época. Concretamente el calificativo
de hellenis manifiesta “como mínimo, algún conocimiento de la lengua griega, y probablemente una
107
Ibidem.
108
S. RINGE, “La historia de una mujer gentil a revisión. Relectura de Marcos 7,2431a”, en A. LEVÍNE (ed.), Una
compañera para Ma rcos, Desclée De Brouwer, Bilbao 2004, 123.
109
G. THEISSEN, Colorido local y contexto histórico en los evangelios. Una contribución a la historia de la tradición
sinóptica , Sígueme, Salamanca 1997, 89.
110
S. RINGE , “La historia de una mujer gentil a revisión. Relectura de Marcos 7,2431a”, en A. LEVÍNE (ed.), Una
compañera para Ma rcos, Desclée De Brouwer, Bilbao 2004, 123.
111
Ídem, 124.
112
J. GNILKA, El evangelio según san Marcos, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1999, 320.
114
amplia integración en la cultura helenística.” 113 Pero este calificativo también revela que estamos ante
una “señora de la clase alta, ya que la helenización llegaba primero, en todas partes, a las capas
superiores. Y siguió habiendo en las clases bajas, durante largo tiempo, muchas personas que no
entendían el griego.” 114
Pero el calificativo de hellenis también sugiere “algo de su condición jurídica. En las ciudades
repúblicas helenísticas, los ‘griegos’ integraban la ciudadanía libre. La educación y el rango jurídico
iban estrechamente unidos.” Por lo dicho hasta aquí, su condición de griega la hacia estar a “mayor
distancia mental de los habitantes del hinterland judío que como sirofenicia.” 115
Su procedencia sirofenicia le permitía entenderse bien con un judío, a base de la lengua viva: ya
que el arameo palestino y el fenicio son lenguas afines. Entonces,
“la sirofenicia es, pues, una fenicia helenizada que toma contacto, en el entorno rural de Tiro, con un profeta
galileo. Hay un encuentro de dos ‘mundos sociales’ diversos (…): un fenómeno extranjero en el hinterland
rural de su ciudad, donde vivían aún muchos judíos.” 116
Esta representación de la mujer sirofenicia muestra que estamos ante un encuentro de dos
personas que se sienten extranjeras en una región de frontera. Donde una (la griegasirofenicia), por su
condición sociocultural se siente superior al otro, y éste (judío de estirpe), por su condición étnico
religiosa se siente superior a ella. Dos mundos, que aún si físicamente están muy cerca, es más
rozándose y conviviendo en el mismo territorio, son muy diversos y distantes. Claramente nuestro
contexto es de diversidad cultural.
“Este territorio albergó así a tres ‘mundos’ culturales diferentes. Hubo siempre un antagonismo entre cultura
fenicia y cultura judía. Sobre este antagonismo creció la cultura helenística, que penetró sin duda mucho más
en las ciudades que en el interior, donde podemos incluir también las partes de Palestina con población
judía.” 117
Esto muestra que no estamos simplemente en un espacio de encuentro entre dos culturas, sino
un espacio de diversidad donde va penetrando y echando raíces una cultura ajena al territorio: la cultura
helenística. A su vez, se observa que los otros dos grupos culturales (judíos y fenicios) tienen, salvo
algunas excepciones, una postura muy diversa hacia la cultura imperial. Por eso el calificativo de
griega denota mayor distancia cultural, aunque no podemos desvalorar que el calificativo de sirofenicia
genera también un rechazo que brota más bien desde el interior mismo de un judío.
Lo dicho nos lleva a profundizar en los esteriotipos y condicionamientos sociales de la época.
Al respecto Theissen afirma que
“la dependencia económica, el afán expansionista 118 y la diferencia cultural fueron un suelo favorable para la
formación de prejuicios agresivos por ambos lados. Una serie de documentos indica que los tirios mantenían
una actitud hostil hacia los judíos.” 119
113
G. THEISSEN, Colorido local y contexto histórico en los evangelios. Una contribución a la historia de la tradición
sinóptica , Sígueme, Salamanca 1997, 82.
114
Ídem, 84.
115
Ídem, 86.
116
Ídem, 84.
117
Ídem, 81.
118
“El comercio era sólo un medio para asegurar el suministro agroalimentario de la ciudad. Otro medio era la expansión
territorial hacia el sur, con medios pacíficos o violentos. Esa expansión hace el sur y el sureste es tanto más obvio cuanto
que Tiro no tenía frontera ‘natural’ con Galilea. Estos territorios de paganos y judíos fueron solapándose paulatinamente. La
tentación de extenderse a costa del hinterland judío era grande.” (Ídem, 90)
119
Ídem, 91.
115
Un ejemplo de esta desconfianza y temor ante los judíos por parte de los habitantes de Tiro y
sus alrededores viene expresado en Hc 21,36, cuando Pablo, camino a Jerusalén pasa por Tiro y la
comunidad de allí le dice, insistentemente e iluminada por el Espíritu, que no suba a Jerusalén, centro
judío. Pero también desde los judíos hacia los sirofenicios están presentes los prejuicios no menores:
“justamente en la región fronteriza entre Galilea y las ciudades helenísticas del Mediterráneo había
grupos rebeldes que alimentaban sin duda sentimientos de hostilidad hacia los ‘griegos’ y sirios.” 120
Resumiendo podemos afirmar que el contexto de Mc 7, 2430 es el de una zona fronteriza
donde
“unos prejuicios agresivos, mantenidos a través de una situación de dependencia económica y legitimados por
tradiciones religiosas, dificultaron las relaciones entre los tirios, más helenizados, y la población judía, que
vivía en vecindad o como minoría en Tiro, bien dentro de la ciudad, bien dentro en el área campesina.” 121
Por tanto, desde este recorrido podemos intuir que “detrás de la frase cínica de Jesús” (no está
bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos), “se oculta la amargura de unas circunstancias
reales.” 122 No basta tener presente una clave religiosa para comprender lo escandaloso de la actitud de
Jesús hacia la griegasirofenicia, hemos de tener en cuenta un contexto más amplio, que incluye la
situación socioeconómica y cultural entre los habitantes de Tiro y los judíos, junto con el sustrato
psicológico presente entre estos grupos. Aún si cabe destacar que al parecer es la dimensión religiosa la
que termina legitimando esta situación socioeconómica desigual. Entonces, hablar de diversidad, ya en
la época inmediatamente posterior a Jesús, exige observar no sólo las diferencias culturales, sino
también analizar las desigualdades socioeconómicas y entrever las desconexiones a los ámbitos del
conocimiento y poder (las ciudades), sin olvidar los presupuestos religiosos que se esconden detrás de
todo esto.
3.4 Escuchar el latido del “pr etexto” de Mc 7, 2430: motivaciones del autor y la
comunidad
Luego de sumergirnos en el texto y sobrevolar el contexto llega el momento de aventurarnos en
busca del pretexto de nuestra perícopa. El desafío es tratar de vislumbrar esa fuerza vital que trasciende
al mismo texto y contexto: la palabra de Dios que viene a nuestro encuentro. Para esto, se hace
necesario investigar desde donde escribe el evangelista su relato y a quien va dirigido, junto con saber
qué tipo de lector ideal espera el narrador.
Para acercarnos a la fuerza vital del texto considero que puede ayudar el planteamiento de
Theissen desde su enfoque socioretórico. Allí, el autor plantea que los evangelios son elaboración de
un dirigente dentro de la comunidad, por tanto su relato brota de una interacción entre narrador,
comunidad y contexto social: el evangelista escribe para dar una enseñanza, elabora el material con una
intención retórica. 123
120
Ídem, 92.
121
Ídem, 93.
122
Ibidem.
123
Theissen esboza cinco tareas relacionadas con la ‘política eclesial’ y por ende cinco principios de la visión de los
evangelios. De manera programática estos principios son: 1) los evangelistas tuvieron que crear una imagen de Jesús que
concordara con las convicciones y tradiciones de la comunidad; 2) los evangelios ofrecen a los cristianos muchas
indicaciones para interpretar su entorno no cristiano y reaccionar ante él; 3) dan una explicación convincente del hecho de
que, aunque sus raíces se encontraran en el judaísmo, se habían separado de él; 4) los evangelistas desempeñan la función
de dar a la vida comunitaria cristiana una base práctica para vivir; 5) los evangelios son testigos de un profundo cambio en
116
Si esto es así, la primera pregunta que hemos de hacernos es, ¿por qué se escribe el evangelio?,
¿cuáles son las intenciones y motivaciones? Para Gnilka, “la intención primitiva de Marcos consistió en
transmitir tradiciones de Jesús.” Las tradiciones principales eran los milagros y la pasión 124 . Por tanto,
“su tarea consistía en tejer estas tradiciones en un marco vinculante, el evangelio.” 125 Podemos afirmar
que Marcos logra legitimar esta síntesis de tradiciones “mediante el término evangelion, que de hecho
conecta ambas partes del evangelio.” No es casualidad que “introduce este término ya desde el
principio” 126 de su relato: “Comienzo del evangelio de Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios.” (Mc 1,1)
Entonces, si es cierto que “el soporte vital de todas la redacciones evangélicas es la ‘comunidad
local’”, Marcos escribe “con el fin de elaborar para las comunidades locales las tradiciones discipulares
y populares procedentes de otro entorno social.” 127 De esta manera el evangelista creará una imagen de
Jesús que, basada en las tradiciones recibidas 128 , las reelabora para responder a los anhelos y
necesidades de su comunidad.
3.4.1 La comunidad marcana
Pero, ¿dónde tiene su origen este evangelio? Una “antigua tradición eclesial sitúa su origen en
Roma, aunque los indicios internos apuntan más bien a Siria.” 129 En “esa parte de Siria que más tarde
se llamó ‘Sirofenicia’ y adonde pudieron haber llegado ciertas tradiciones sobre Jesús.” 130 Sin entrar en
la discusión si fue Roma o Siria, asumimos el último lugar, considerando también que en los últimos
años los autores empiezan a asumir esta posibilidad. 131
El siguiente paso es averiguar la vida de la comunidad. Navarro afirma que existe “bastante
consenso en afirmar que uno de los objetivos de su redacción fue responder a preguntas difíciles de la
comunidad de discípulos y discípulas en circunstancias igualmente difíciles.” Y de, ¿qué tipos de
Tratemos de indagar, ¿cuales podrían haber sido las tensiones que vivió la comunidad y
originan el relato marcano así como nos ha llegado hasta nuestro días? Según Theissen,
“lo que resulta crucial en este evangelio es la proximidad de la guerra 133 y el hecho de que podemos sentir los
temblores causados por una gran ‘crisis mundial’. La crisis de los años 6070 estuvo conectada con la
ascendencia de los Flavios, los nuevos emperadores, que restablecieron la estabilidad política en el Imperio
romano. No cabe sorprenderse de que su ascensión fuera una ‘buena nueva’ para muchos.” 134
Podemos intuir que esta “nuevabuena noticia” para muchos, es vivida como un conflicto para
las primeras comunidades cristianas, porque experimentan “el imperim romanum como una amenaza.”
Ellas estaban cercanas a los judíos que pierden la guerra, entonces “desde el punto de vista afectivo,
estaban del lado de los perdedores.” 135 Estamos ante una tensiónconflicto generador de otros conflictos
secundarios, pero no por ellos menores: luego de la guerra, ¿qué relación mantener con el mundo
griegoromano?, ¿esta nueva dinastía imperial es realmente una ‘buena noticia’?, ¿qué vinculación
tener con la religión y costumbres judías?, ¿qué significa seguir los pasos iniciados por Jesús, el
galileo?
Ante esta situación de la comunidad/es, “el evangelista marcano escribe un antievangelio que
se contrapone a la ascensión de la dinastía Flavia.” Como vimos antes, “introduce conscientemente el
término evanggelion en la tradición sinóptica” 136 , colocando a “Jesús, el Mesías” (Mc 1,1) como el
verdadero generador de la “buena noticia”. De hecho en el relato podemos ver algunas referencias a
Jesús como contraimagen de los Flavios. 137 El mensaje del evangelio de Marcos es claro e inequívoco:
“resulta imposible comprender plenamente a Jesús sin la disposición a seguirle en el enfrentamiento
con el mundo circundante.” 138 Dicho con otras palabras,
“Marcos escribe un evangelio con el fin de aportar equilibrio a la práctica de la vida cristiana, equilibrio entre
el secreto protector y el discipulado del sufrimiento, entre la declaración pública y la actividad oculta. Es una
respuesta a una gran crisis política, en la cual los cristianos podían encontrarse fácilmente pillados entre dos
frentes hostiles.” 139
Cabe preguntarse si el hecho de que Jesús quiera pasar inadvertido en la región fronteriza de
Tiro puede tener vinculación con el “secreto protector” y la “actividad oculta” ante las amenazas
132
“No hay duda que cuando se leen los testimonios antiguos sobre la autoría del evangelio, de que no fue un evangelio
aceptado a la primera ni unánimemente. La apologética sobre su autenticidad, la insistencia sobre la relación directa entre el
autor y Pedro, aceptado ya como líder de la Gran Iglesia, son signos indicativos de que se trataba de un escrito problemático
ya en los comienzos de la Iglesia.” (M. NAVARRO P UERTO, Ma rcos, Verbo Divino, Estella 2006, 31)
133
Aquí el autor está haciendo referencia a la guerra judía, alrededor del año 70. Esta fue una revuelta popular contra la
dominación romana y contra la opresión de los judíos de clase alta. Terminó con la destrucción del templo de Jerusalén y
una presencia impositiva mayor por parte del imperio Romano.
134
G. THEISSEN, La redacción de los eva ngelios y la política eclesial. Un enfoque socioretórico, Verbo Divino, Estella
2002, 27.
135
Ídem, 40.
136
Ídem, 28.
137
“El evangelista inculca vigorosamente en sus oyentes el mensaje de que la comunidad cristiana es una contraimagen de
la jefatura política. Cuando aquélla lo olvida, traiciona su propia identidad.” (Ídem, 31)
138
Ídem, 35.
139
Ídem, 39.
118
políticas. A su vez, si leemos el diálogo de Jesús con la griegasirofenicia desde el “encontrarse de los
cristianos entre dos frentes”, podemos tener más luces del motivo por el cual Marcos coloca este relato.
¿Tal vez buscaba generar conflicto y cuestionamientos tanto en los cristianos de procedencia judía
como en los de origen gentil?, ¿no será que en la perícopa Jesús, más que representar al nuevo
cristiano, simboliza esos sectores judeocristianos amenazados por el influjo helenista y que reaccionan
impulsivamente; y la griegasirofenicia a los cristianospaganos que querían imponerse sobre los
judíos?
3.4.2 El texto interpela al lector
Si fuera así, el relato está orientado al lector. Un lector “dispuesto a contrastar, relacionar,
percibir el tejido de la realidad, para comprenderla y cambiarla.” Un lector que se involucre en la
narración, que se convierte, porque es “alguien dispuesto a no eludir la realidad, sino a entrar en ella
desde el punto de vista de Jesús y los signos de su Proyecto, el Reinado de Dios.” 140 Detengámonos por
un momento para analizar dos características manifiesta del relato y que nos relacionan, aún más, con
el lector implícito de Marcos: son la ironía y la paradoja.
Con la ironía el evangelista marcano invita a “distanciarse, paradójicamente, de esa realidad en
la que ha de entrar simpatéticamente.” Reclama “un lector dotado de agudeza” para percibir las ironías
y las paradojas presentes en el texto. En otras palabras un lector con “una inteligencia más global y
compleja que la pura lógica racional” ya que, “sin esta inteligencia difícilmente” quien se acerca al
relato puede “seguir la indirección y esa cierta indeterminación narrativa de Marcos.” 141 Sólo si se
vislumbra esa paradoja, que está latente en Mc 7, 2430, se
“aprende un modo nuevo de estar en la vida, de situarse ante la Divinidad y de creer en Jesús y en su proyecto
del Reino. La fuerza que se deriva de la estrategia de la paradoja en Marcos hace posible un lector metanoico,
convertido en el sentido genuino de la palabra.” 142
Cabría pensar que Marcos, al colocar el relato de Jesús y la griegasirofenicia, busca una sincera
conversión de su lector. Conversión relacionada a superar todo sentimiento de superioridad y, por ende,
toda alienación social (sea religiosa, económica o cultural) para alcanzar un “nuevo estar en la vida”.
Adherir al proyecto del Reinado es ponerse en marcha y “el ‘seguimiento’ también adopta en este caso
la forma de compartir una comida común.” 143 Comida donde no hay excluidos, sino lugar y alimentos
para todas y todos.
Sobre el seguimiento, Theissen subraya que el evangelista marcano propone tres nuevas formas
de comprenderlo: “la comunión de mesa, la disposición a sufrir y la disposición a asistir
materialmente” 144 , haciendo posible que también las primeras comunidades, y no sólo los carismáticos
itinerantes, sientan el radicalismo del seguimiento. Estas tres claves también nos dan luces para
acercarnos a la fuerza vital de nuestro texto. El encuentro entre Jesús y la sirofenicia es una clara
invitación a una “comunión de mesa” de todos los hijos del único Padre que es Dios 145 . Y para esto es
140
M. NAVARRO P UERTO, Ma rcos, Verbo Divino, Estella 2006, 29.
141
Ibidem.
142
Ibidem.
143
G. THEISSEN, La redacción de los eva ngelios y la política eclesial. Un enfoque socioretórico, Verbo Divino, Estella
2002, 48.
144
“Según esta definición del seguimiento, todos los cristianos podían considerarse seguidores, incluso quienes no dejaron
su casa para seguir a Jesús en sentido literal. (…) Con ello, Marcos eleva la categoría de las comunidades locales
sedentarias a un grado superior.” (Ídem, 49)
145
“Dios mismo es el padre. Así, restaura los valores familiares, pero sitúa la familia de Dios por encima de la familia
natural. De ese modo fortalece las comunidades locales en comparación con los carismáticos itinerantes.” (Ídem, 50)
119
necesario desarrollar la “disposición a sufrir” por las necesidades y urgencias de los demás, aún si
otros/as están muy lejanas a uno mismo. Es manifestar la capacidad de superar todas las barreras
(culturales, religiosas, de género, etc.) para “asistir materialmente” a los demás.
Entonces, como afirma Gnilka, “el punto principal” de la perícopa “es la enseñanza que los
lectores deben extraer de este diálogo” 146 entre Jesús y la griegasirofenicia. El evangelista invita a que
nos reconozcamos, tanto en la “confianza sin condiciones previas, que no invoca méritos personales ni
privilegios” 147 de la griegasirofenicia; como en la capacidad de cambio y apertura al Misterio por parte
de Jesús. Dado que el “evangelista marcano se dirige a una comunidad que ha roto sus lazos culturales
con el judaísmo” 148 , el relato nos vislumbra la nueva comunidad que “no constituye el nuevo Israel,
sino la nueva humanidad, y en ella se integra el nuevo Israel.” 149
Lo anterior nos abre al tema de la Iglesia en Marcos. Si es verdad que “la Iglesia está presente
de algún modo en todo Mc, especialmente en clave de casa, pan y palabra” 150 , nuestro texto tiene algo
por decir respecto del tema de la Iglesia. Casa, pan y palabra (de la mujer, “por lo que has dicho” v.29)
son tres elementos claves del relato. Podemos creer que para el evangelista Mc 7, 2430 simbolizaría el
nacimiento de la nueva iglesia judeopagana, nacida en un territorio de frontera, entre una casa judía y
otra pagana.
Algunos autores pretenden ver en la curación de la hija de la sirofenicia que “Marcos descubre
la Iglesia paganocristiana de Jesús.” Esto porque “ella le va a pedir que le conceda solamente comer
las migajas que caigan de la mesa (del judaísmo o de la comunidad judeocristiana de Jesús)”, mientras
que Jesús le “promete un nuevo banquete para ella, que será la segunda multiplicación de los panes.” 151
Es la misma opinión de otros autores que afirman que “Mc distingue así una ‘iglesia procedente
de la circuncisión’ de otra ‘procedente del paganismo’.” Y no sólo eso, sino que “Mc subraya el gran
número de los seguidores de Jesús que proceden de los excluidos de Israel, asimilados a los paganos.”
Esto mostraría “el éxito de la misión fuera del país judío y, al mismo tiempo, que los creyentes de
origen pagano son mayoría entre los miembros de la comunidad.” 152
146
J. GNILKA, El evangelio según san Marcos, Vol. I, Sígueme, Salamanca 1999, 338.
147
Ídem, 343.
148
“Debo añadir que esta separación respecto al judaísmo atañe al sistema ritual del judaísmo, al culto del templo, al sábado
y a la pureza. No afecta a la tradición ética.” (G. THEISSEN, La reda cción de los evangelios y la política eclesial. Un enfoque
socioretórico, Verbo Divino, Estella 2002, 42)
149
J. M ATEOS – F. C AMACHO, El Evangelio de Ma rcos: Análisis lingüístico y comenta rio exegético , El Almendro
Fundación Épsilon, Córdoba 2003, 26.
150
X. PIKAZA, Pan, ca sa , palabra . La Iglesia en Ma rcos, Sígueme, Salamanca 1998, 11.
151
S. CASTRO SÁNCHEZ, El sorprendente Jesús de Marcos. El evangelio de Marcos por dentro, Universidad Pontifica
ComillasDesclée De Brouwer, MadridBilbao 2005, 25.
152
J. M ATEOS – F. C AMACHO, El Evangelio de Ma rcos: Análisis lingüístico y comenta rio exegético , El Almendro
Fundación Épsilon, Córdoba 2003, 27.
153
Ídem, 28.
120
cristianismo del siglo XXI, porque sólo allí estará la mesa común propuesta por Jesús: la nueva
humanidad del proyecto del Reino.
Hemos llegado al final de este recorrido en busca del pretexto, de ese mensaje vital que se
esconde detrás del texto y el contexto. Tras el recorrido podemos vislumbrar y tal vez expresar, siempre
desde la insuficiencia del lenguaje, esa palabra de Dios latente en el tejido del texto. El relato expresa
ciertas realidades divinas que exigen ser vividas en cada contexto:
todos y todas hijos e hijas de un solo Padre que desea vida plena;
vida plena posible si se echan fuera toda injusticia social, superioridad religiosa y cultural;
comunidad de vida entre diversos y diversas que conviven juntos, y no ghettos cerrados;
revelación divina que sorprende llena de novedad en las zonas fronterizas, en la tierra de
nadie y de todos, en los espacios y lugares donde perdemos nuestras seguridades;
salvaciónsalud para hoy y no para mañana alimentándose del pan de vida (que son las
relaciones auténticamente fraternas), sin primeros ni segundos, a lo sumo encima o debajo;
Buena noticia que brota y se anuncia desde el diálogo casero y cotidiano, lejos de los
centros religiosas y sociales;
verdad que se manifiesta en el diálogo y no es posesión fija de nadie.
Luego del análisisinterpretación ha llegado el momento de interpretaractualizar el relato.
Aunque en el recorrido hecho hasta ahora hemos tenido presente lo reflexionado en los capítulos
primero y segundo de nuestra investigación, es ahora el momento de explicitar e interrelacionar las
premisas e inspiraciones desde el presente con el texto bíblico analizado. Asumimos que
“la forma en que se coordinan los resultados del análisis y se ofrece la interpretación de un texto es muy
variada: un comentario de corrido, una perspectiva de teología bíblica, una monografía científica,
introducción a la comprensión del texto.” 154
Por tanto, proponemos una interpretaciónactualización desde las claves manifestadas en el
capítulo segundo. O sea, desde la interpelación por la gestación de una nueva conciencia temporal y la
utilización de algunas palabrassímbolos: “habitar el presente”, “honduraanchura”, “manantial de las
presencias”, “evoluciónrevelaciónrevolución”, “intemperie espiritual”, “realidad real”, “acción
contemplación”.
154
W. EGGER, Lectura s del Nuevo Testamento. Metodología lingüística históricocrítica, Verbo Divino, Estella 1990, 254.
155
“Estos cuatro rasgos de la narrativa representan aspectos básicos de una concepción global de la vida. El narrador revela
las creencias y valores del relato. El escenario aporta las posibilidades y limitaciones con las que las personas viven su vida.
La trama representa una expresión particular del movimiento desde el pasado al presente y al futuro. Los personajes revelan
una concepción de la naturaleza humana.” (D. RHOADS, J. DEWEY, D. MICHIE, Marcos como relato. Introducción a la
na rrativa de un evangelio, Sígueme, Salamanca 2002, 21)
156
“Finalmente, el quinto elemento de la narrativa es la retórica , que se refiere a los distintos modos en que el autor
combina los rasgos de la narrativa para convencer a los lectores para que entren en el mundo presentado en el relato y lo
acojan. Como tal, no basta con preguntarse qué significa una narración; debemos también preguntarnos qué hace una
121
1 La intención del narrador: pan, alimento para penetrar en la realidad real
2 El escenario: zona fronteriza como manantial de las presencias
3 Personajes: diálogo para habitar el presente desde la honduraanchura
4 La trama: entramado socioculturalreligioso como evoluciónrevelaciónrevolución
5 El lector: invitación a la accióncontemplación desde la intemperie espiritual
Entonces, el simbolismo del pan en el diálogo entre Jesús y la sirofenicia nos manifiesta que lo
que está en juego no es simplemente una pertenencia o prioridad de pertenencias al Pueblo de Israel. Lo
que está en juego es la vida. La vida de una joven está amenazada de muerte. Amenaza causada por la
desigualdad social del ambiente: pérdida de sentido y razón de la existencia. De esta manera el narrador
del relato nos introduce, con la clave del pan, en un doble juego de relaciones que es sumamente
complejo y dinámico. Dinamismo y complejidad como es la realidad real y no esa que tantas veces
pretendemos objetivar y clasificar para facilitar nuestra comprensión.
Por un lado, el pan pone a Jesús en superioridad de relación hacia la sirofenicia: el de Jesús es
un pan excluyente, sigue viendo la realidad desde la superficialidad. Por otro, es la sirofenicia quien
logra ahondar aún más en el valor significativo del pan: es un pan de vida para todos y todas, es el
simbolismo de la trama secreta de la vida. Para Jesús, el pan simboliza la pertenencia o no al Pueblo de
Israel y toda su tradición 158 . La suya es una racionalidad teológica clara, precisa y masculina que
reafirma el estado de las cosas. La sirofenicia respeta lo expresado por Jesús, pero es capaz de ver en el
pan, o mejor dicho en la simples migajas, algo más.
El pan representa la oportunidad de vivir, más allá de una particular condición religiosa y
sociocultural. La racionalidad de ella supera toda ideologización de la realidad 159 , en este caso la de
Jesús, que muchas veces es fruto de una vida instalada, acomodada y vacía de pasión. El pan nos
manifiesta que la vida brota, allí donde se logran gestar relaciones auténticas dentro de contextos de
narración para cambiar a sus lectores. Un estudio de retórica de Marcos muestra cómo la narración puede transformar a sus
lectores.” (Ibidem)
157
“La relación entre pan multiplicado/misionero de la Iglesia y el pan de la cena de los discípulos (cuerpo de Jesús)
constituye el centro y clave de Mc. El pan de la multiplicación (comer juntos) culmina allí donde el creyente se hace pan
(entrega su vida por los otros).” (X. PIKAZA, Pan, casa, pa labra. La Iglesia en Marcos, Sígueme, Salamanca 1998, 206)
158
“Es fuerte esta palabra, pero Jesús debe decirla, si quiere mantener la tradición israelita. No responde en nombre suyo,
sino en nombre de la ley y teología de su pueblo.” (Ídem, 188)
159
“En su núcleo se confrontan dos racionalidades. La de Jesús, por una parte, perfectamente coherente con la visión de las
cosas que arranca del horizonte de la Promesa y de la Historia de la Salvación. (…) A esta argumentación tan correcta, tan
lógica desde todos los puntos de vista, se opone el razonamiento de la mujer. Nada teológico, en apariencia. Que se refiere a
otro horizonte: el de la realidad no ideologizada. El que parte de la situación en estado bruto, crudamente experimentada en
la forma del dolor y de la miseria, anterior a cualquier abstracción teórica por sublime que pueda ser. Es la voz de la vida en
su nivel más inmediato. El contacto directo con el existir.” (T. SUAU, Mujeres en el evangelio de Marcos. De la servidumbre
a la fe, Centre de Pastoral litúrgica, Barcelona 1996, 4142)
122
diversidad sociocultural y religiosa. Entonces el Misterio fluye allí donde se experimenta
concretamente que “yo soy el otro, el otro soy yo”.
Con el relato, el narrador nos invita a que descubramos la profundidad de la realidad, esa que es
capaz de ver la mujer, dada su urgencia y necesidad, presente en todo símbolo religioso. Ante las
urgencias de la vida, como son la enfermedad, la exclusión, la pobreza y el vacío existencial, debemos
ser capaces de atravesar la superficialidad o capas superiores en pos de un acercamiento al núcleo de la
realidad: dejarnos invadir por el Misterio que habita en la realidad real. Ese Misterio es el que hace,
más allá de las diferencias culturales, sociales y religiosas, a todo ser humano peregrino “en” y “por” la
vida.
Entonces, lo que está en juego en el relato no es tanto la apertura a una misión en tierras
paganas (algo ya asumida en la época del relato) o el ejemplo de fe dado por la mujer (discutible por la
humillación que sufre). Lo que está en juego es la vida, la vida de un ser humano. La protagonista real
no es la sirofenicia ni Jesús, sino la vida amenazada de la niña. Y ante la vida amenazada el narrador
nos advierte de la tentación, siempre latente en todas las épocas, de no dejarnos invadir por la realidad
real: por el Misterio que rompe todo juicio, apreciación y acción parcial, excluyente, partidaria y
sectorial, generando aún menos vida.
La pregunta que hay que realizar al relato, para conectar con la intención del narrador, sería:
¿cuál es la actitud de los personajes ante la diversidad del otro, de la otra y del ambiente?
Ideologización para mantener el “statu quo” o profundización en ellos mismos para encontrar al otro en
uno mismo y dejarse transformar mutuamente. Banquete para algunos elegidos por estirpe, privilegios
y méritos o mesa común abierta a todas y todos aquellos necesitados de sanación.
Si hay lugares y espacios donde la diversidad (cultural, religiosa, social, etc.) se hace manifiesta
es en las zonas de frontera. Allí donde los límites entre centroperiferia, unosotros, campociudad,
estosaquellos se desvanecen en un intrincado entretejido. Estas zonas fronterizas son las que en
nuestro mundo actual van creciendo aceleradamente. Vivimos en una aldea global, guste o disguste.
Las fronteras como límites se van desdibujando, incluso entre los países, para dar espacios a zonas de
frontera. Estas son las periferias urbanas, las ciudades y regiones europeas habitadas por la creciente
migración desde otros continentes. Son las ciudades latinas, colmadas de grupos que se han movilizado
del campo a la ciudad, son las zonas entre países limítrofes. Zona fronteriza son todos aquellos lugares
donde sus habitantes, sean humanos o cósmicos, piden a gritos que sea reconocida su diversidad.
El escenario del encuentro entre Jesús y la sirofenicia, como vimos en nuestro análisis, es una
zona de frontera por excelencia. Manifiesta es la diversidad cultural entre judíos y fenicios que asumen
posturas muy variadas sobre el influjo de la cultural imperial grecoromana, que se les va inyectando
por el hecho de ser colonias. La diversidad religiosa es clara en la convivencia entre dioses fenicios,
griegos y Yahve, donde lo importante no es la pertenencia sino el poder de curación. La diversidad
socioeconómica también está presente. Pobres campesinos judíos proveedores de materias primas para
los grupos más acomodados que habitan en la ciudad de Tiro y sus alrededores, adscritos a la cultural
griega.
Pero la región de Tiro también es un manantial de presencias espirituales. Una mujer que
descubre en su hija un demonio y no tiene algún problema de recurrir donde un sanador judío, que ve
más bien en su hija un espíritu inmundo. Lo que moviliza es la vida, no los dogmas o ritos vacíos de
123
sentido, y cuando esta vida está amenazada lo que se busca es liberación, no importando dónde con
quién y cómo. Liberación de estas presencias oscuras que atormentan la vida, más allá de cómo y
donde se las coloque a estas fuerzas dentro del universo simbólico religioso de unos y otros. Otra
presencia es la fuerza sanadora de Jesús, ampliamente difundida en la región haciendo que recurran los
más variados personajes.
Es interesante observar que el relato inicia con un Jesús en busca de tranquilidad y calma.
Pareciera que hay una armonía entre las presencias, humanas y espirituales, en la zona fronteriza de
Tiro, donde Jesús ha ingresado. Pero allí irrumpe la presencia de la mujer y lo que era armonía empieza
a ser conflicto y tensión. Sólo luego de la curación, con la niña echada en cama y el demonio que se ha
ido, la calma y tranquilidad retorna, o mejor dicho es real y verdadera. Ritmo que tiene como escenario
la casa: la de un judío donde Jesús se refugia, la de una pagana donde sucede el milagro.
Este ritmo, en cuanto escenario como manantial de presencia, nos manifiesta la necesidad de
enfrentarse con la diversidad en las zonas fronterizas. El que se genere conflicto y tensión no ha de ser
visto mal o como un problema. No debe ser evitado, más bien es la oportunidad de crecer y madurar
juntos. De abrir nuestras casas a todos los actores, tanto humanos y espirituales como cósmicos,
presentes en una región. Armonía de las presencias no significa evitar conflictos y tensiones, sino todo
lo contrario. Suscitar conflicto y tensión para salir de la instalación cómoda e indiferente. Buscar una
armonía equilibrada siempre más incluyente, equitativa y digna para todos y no sólo para unos cuantos:
ensanchar en vez de cerrar. Abrir las puertas y ventanas de nuestras casas para dejarnos invadir por la
fuerza vital del Espíritu.
El relato de Mc 7, 2430 es un claro ejemplo de eso. Jesús debe romper con su superioridad
religiosa que le impide una relación fraterna y horizontal con la mujer. La sirofenicia debe reconocer su
condición de superioridad socioeconómica, causada por la explotación, y busca cambiarla. Sólo luego
de esas dos conversiones, de derribar esos muros internos 160 , la niña sana. La fuente del mal está en que
muchas veces somos pedreros, levantando paredes y murallas entre nosotros, en vez de ser carpinteros,
como le fue Jesús, construyendo puertas y ventanas para dejar que el otro y la otra entre en nuestra
intimidad.
Entonces, hacer de nuestros espacios fronterizos un manantial de presencias pasa por desarrollar
la capacidad de vivir en un constante y complejo dinamismo entre conflictotensiónarmonía: búsqueda
continua de interrelaciones humanas, espirituales y cósmicas siempre más justas, solidarias y dignas
para todos y todas. Abrir puertas y ventanas como lo dijo Gandhi.
“No quiero cerrar los cuatro rincones de mi casa, ni poner paredes en mis ventanas. Quiero que el espíritu de
todas las culturas aliente en mi casa con toda la libertad posible. (…) Mi religión me prohíbe hacer de mi casa
una prisión.” 161
El acercarnos a los personajes nos permite entrar en el meollo del relato. Aún si hay otros
personajes además de Jesús y la sirofenicia, son estos los actores principales del tenso diálogo, que a su
vez es revelador de un rostro desconocido de Dios. Está claro que ambos, sobre todo Jesús, dialoga
160
“Así se supera o rompe el muro que escindía a judíos y gentiles: en la casa de frontera , Jesús ha recibido la fe de la
madre pagana que le ha convertido al mesianismo universal.” (X. P IKAZA, Pan, ca sa , pa labra. La Iglesia en Ma rcos,
Sígueme, Salamanca 1998, 190)
161
Citado en E. SABATO, La resistencia , Seix Barral, Buenos Aires 2000, 53.
124
desde las diferencias entre ambos. 162 Y esto que en un primer momento parecería una barrera y un
impedimento para encontrar caminos de solución, demuestra abrirnos a un interesante juego de
identidades. Juego que, según el foco de atención identitario, manifiesta el lugar privilegiado o
postergado de uno u otro, como si por un efecto reflejo el nuevo lugar de uno coloque al otro en un
nuevo lugar. 163
En el relato descubrimos tres juegos de identidad que nos conducen a un habitar el presente
desde la honduraanchura, superando el dilema privilegiopostergación y abriéndonos a una nueva
comensalidad comunitaria. El primer juego enfoca el aspecto socioeconómico. Allí Jesús es el
postergado frente a una mujer representante de la cultura imperial con una condición económica
netamente superior. Ante esa situación es espontáneo que Jesús la trate como perra ladrona del pan de
sus hermanos. Explotadora y privilegiada que mantiene económicamente sumisos a los judíos de esa
región fronteriza. La mujer, desde su posición privilegiada simplemente calla frente al insulto de Jesús.
Parece imposible un sincero diálogo.
Pero el segundo juego de identidad revierte la jerarquía y orden. Ahora el acento se coloca sobre
lo teológicopráxico y Jesús pasa a ser el privilegiado que tiene el poder de sanación. Ya allí Jesús
despliega un razonamiento impregnado de lógica disyuntiva: la sanación es para unos u otros. Ante este
estancamiento de toda posibilidad de diálogo, es la mujer, desde su necesidad y urgencia, que asume su
postergación. Pero a diferencia de Jesús que desde la postergación trata con palabras muy duras a la
mujer, ahora la sirofenicia es capaz de responder con una lógica copulativa netamente femenina:
integra e incluye antes que excluir. Ella rompe la lógica de Jesús antesdespués (primero deben saciarse
los hijos), si doy a unos quito a otros; por la de arribaabajo (debajo de la mesa comen), si doy sumo y
amplío. Lógica que, paradójicamente, había sido la de Jesús en la multiplicación de los panes. 164 Será
justamente la sirofenicia con este razonamiento netamente sapiencial e intercultural que abrirá el
diálogo a un tercer juego donde se anulen privilegiadospostergados, dominadossumisos, poderosos
necesitados.
162
“El relato, sin embargo, da un giro y muestra a Jesús poniendo dificultades a la mujer en función de su condición de
gentil. Esto resulta sorprendente si tenemos en cuenta la secuencia de los relatos precedentes. Jesús dialoga con ella desde
las diferencias entre ambos.” (M. NAVARRO P UERTO, Marcos, Verbo Divino, Estella 2006, 270)
163
“Marcos despliega en este relato bíblico un interesante juego de identidades. El texto se ve impulsado siempre hacia una
nueva definición identitaria de los protagonistas del encuentro, que produce el efecto de un dinamismo casi vertiginoso de lo
narrado. En donde cada identidad lograda gana un lugar –el del privilegiado o el del postergado y produce, en
consecuencia, un efecto reflejo que deja en un lugar nuevo al interlocutor. Son tres los juegos de identidades que el texto
deja ver y que conducen a una definición siempre novedosa del Cristo.” (M. E. CELLI, Jesús y el pan de los hijos…
Identidad y cristología en Mc 7, 2431 , Congreso de Teologanda, Buenos Aires 2008)
164
“El discurso de Jesús obedece a la lógica disyuntiva o/o que se traduce, como veíamos, en jerarquías y precedencias
temporales y verticales. El planteamiento es de sustracción: si doy a unos, quito a otros. Es la lógica masculina imperante en
aquel lugar y tiempo que todavía sobrevive. El discurso de la mujer, por el contrario, obedece a la lógica copulativa
(conjuntiva) e integradora que pertenece más a la manera en que las mujeres accedían (y acceden) a la realidad, de modo
que tiempo y espacio no son tan fácilmente disgregables, aunque tengan que ser distinguidos. La simultaneidad o
contemporaneidad influyen en la organización del tiempo. El planteamiento es de multiplicación: si doy sumo y amplío.
Este planteamiento, curiosamente, ha sido el planteamiento de Jesús en la multiplicación de los panes y los peces.” (M.
NAVARRO PUERTO, Marcos, Verbo Divino, Estella 2006, 272)
125
En este tercer juego de identidad 165 se manifiesta la riqueza, necesidad y urgencia de dialogar,
desde las diferencias, con aquellos y aquellas que son diversos. Y esto porque aquí, gracias a la
genialidad femenina que habla desde la urgencia de una vida amenazada, se abre una identidad en la
comensalidad que manifiesta la presencia actuante del Reinado de Dios. Dicho con otras palabras, aquí
estamos ante la capacidad, tanto de Jesús como de la sirofenicia, de habitar el presente desde la
honduraanchura. El diálogo no es un fin en sí mismo, sino que es un medio para llegar a una curación,
a la manifestación de una vida más plena y menos esclava. Curación que se da “ahora”, en el presente
mismo, rompiendo con esa racionalidad disyuntiva masculinoreligiosa, expresada por Jesús, del
primerodespués o unos siotros no, mientras la muerte amenaza con triunfar sobre una vida.
Sorprende cómo esta madre humanamente fracasada 166 es capaz de mostrar a Jesús la
importancia de ahondar en lo más profundo de la realidad para dejarnos rozar por el Misterio, que
siempre nos regalará algo nuevo sobre aquello que creemos es Dios y lo que sería nuestra misión. Y
hondura es también ensanchar el corazón para dialogar, justamente desde las diferencias, con aquellos
y aquellas que nos resultan extraños y extranjeros a nuestros esquemas mentales. Anchura que no es
simple adquirir, como demuestra la actitud reticente de Jesús antes la sirofenicia. En definitiva “la
sirofenicia le devuelve a Jesús en espejo el alcance de su propia actitud. Jesús reconoce a la mujer, le
reconoce un discurso operante y transformador, confirma su valor y, por efecto de feedback, realiza lo
que ella desea y pide.” 167
Esta dinámica del diálogo es toda una lección de vida, compromiso y teología para nuestra
actualidad. Nos muestra que el diálogo por el diálogo tiene poca razón de ser, si es que no tiene una
finalidad clara: generar y promover vida, romper con las lógicas excluyentes, dejarse enriquecer por el
otro y la otra superando las indiferencias; saber que siempre hay algo más por descubrir sobre nuestra
imagen de la divinidad. Desde un diálogo que incluye, pero no por eso exige que el otro u otra pierda o
trasmute su identidad cultural y religiosa. 168
Este diálogo nos muestra que Dios se revela en el encuentro. Encuentro interpersonal pero
conciente del espacio cósmicodivino. El mensaje del relato es claro: si queremos intuir, acercarnos
algo más y penetrar en el misterio amoroso de Dios, hemos de relacionarnos con personas bien diversas
165
“El último giro del relato es el que revela el tercer juego de identidades. Tan rico como complejo. Acorde a la
perspectiva de una cristología rela cional y a lo que acontece antropológicamente en el encuentro interhumano : la mujer
acepta la inversión hecha por Jesús y se aplica la identidad social de “perrito”. Éste no es más que el vehículo que le
posibilita ser un comensal más. Es importante señalar, que la mujer no cambia el sentido del calificativo sino que lo
conserva en todo su aspecto despectivo. Por lo que, si bien logra introducirse en esa comensalidad que la postergaba, la
misma se dará desde una marcada inferioridad. A pesar de esto, es el ha cerse parte de los que comen pan lo que le permite a
ella establecer creativamente una nueva vincularidad con Jesús, en donde su todo social y el del nazareno puedan formar
una unidad, un nosotros. Su nueva vincularidad destruye la dinámica identitaria de poderosonecesitado, dominador
explotado, privilegiadopostergado para generar una identidad en la comensalidad .” (M. E. C ELLI, Jesús y el pan de los
hijos… Identidad y cristología en Mc 7, 2431, Congreso de Teologanda, Buenos Aires 2008)
166
“Desde su propia impotencia (engendra a su hija y no logra ofrecerle futuro) ella busca en esperanza. Es imperfecta (no
logra trasmitir vida madura a su hija), pero busca a Jesús. Mc ha dejado en segundo lugar (ha silenciado o superado) otros
rasgos que serían esenciales para el judaísmo legalista: su idolatría (adora a dioses falsos), si ideología política (no adopta el
orden social del judaísmo), destacando sólo el hecho de que es madre humanamente fracasada.” (X. P IKAZA, Pan, ca sa ,
pa labra. La Iglesia en Marcos, Sígueme, Salamanca 1998, 188)
167
M. NAVARRO P UERTO, Ma rcos, Verbo Divino, Estella 2006, 272273.
168
“La habilidad de la mujer sirofenicia para elevarse sobre las prácticas discriminatorias y reclamar su derecho de ser
incluida en el círculo de quienes estaban en contacto con Jesús, es significativa. Reclama ser incluida sin perder su identidad
como perteneciente a un grupo racial y étnico diferente. Reclama ser incluida a través de la fe en sí misma para lograr la
curación de su hija y la fe en el poder curativo…” (R. WICKRAMARATNE REBERA, “La mujer sirofenicia. Una perspectiva
feminista sudasiática”, en A. LEVÍNE (ed.), Una compañera para Marcos, Desclée De Brouwer, Bilbao 2004, 143157, 157)
126
y diferentes a nosotros. Allí Dios nos sorprenderá como sorprendió a Jesús. Sólo así podremos ser
profetas de nuestro tiempo, en el sentido que lograremos adelantar los tiempos escatológicos donde lo
que para algunos y algunas parecería “todavía no” realizable, lo es porque Dios actúa también “ya”,
más allá de pertenencias religiosas y culturales. 169
Es claro, habitar el presente desde la honduraanchura es desarrollar, no sólo en cada uno, sino
principalmente en nuestras casas, iglesias e instituciones el cambio de lo temporal a lo espacial 170 , o
mejor aún combinar claramente ambos, algo tan femenino e intercultural. Perforar el presente para
percibir el “otro tiempo”. Promover un ancho banquete comensal donde haya lugar para todo y se
puede experimentar “ya, ahora” la plenitud de vida inaugurada en el Reinado de Dios por Jesús. 171 No
importan, por el momento, si algunos comen sentados, otros debajo y otros sobre la mesa, lo importante
es que el amor divino llegue de manera nueva y transformante a todos y todas. Eso, sí que es el arte de
vivir el presente desde la relacionalidad, donde Dios se manifiesta y actúa en las relaciones auténticas,
horizontales, enriquecedoras, recíprocas y dignificantes entre diversos/diversas y diferentes. Allí brota
y emerge la comensalidad divina. 172
Esta evoluciónrevelaciónrevolución tiene por lugar privilegiado las zonas de fronteras, y en
ellas las casas. 173 Desde la cotidianeidad se van realizando esos cambios imperceptibles para las masas
169
“La mujer adelanta una dimensión de comensalidad que el mismo Jesús parece retrasar hacia la escatología. En este
sentido la mujer entiende su realidad desde lo escatológico en donde algo “todavía no realizable” “ya” es susceptible de ser
experimentado. Tal vez esta posición y este nuevo lugar le valgan a la mujer un cierto tinte profético, tinte que Jesús
después resaltará en la alabanza de “lo que has dicho”. (M. E. CELLI, Jesús y el pan de los hijos… Identidad y cristología en
Mc 7, 2431, Congreso de Teologanda, Buenos Aires 2008)
170
“Es justamente la mesa la que permite a ella el cambio de lo temporal a lo espacial, pero simbólicamente ha tocado uno
de los signos más importantes de la vida y mensaje de Jesús. La mujer, conscientemente o no, le pide coherencia con su
propia línea. Y Jesús lo entiende a la primera.” (M. NAVARRO PUERTO, Marcos, Verbo Divino, Estella 2006, 272)
171
“No pide para el futuro (cuando se sacien los hijos…) sino para el presente, para este mismo momento, suponiendo que
los hijos (si quieren) pueden encontrarse ya saciados.” (X. PIKAZA, Pan, ca sa , palabra . La Iglesia en Marcos, Sígueme,
Salamanca 1998, 190)
172
“El encuentro con esta mujer, el diálogo y la relevancia de sus palabras “ lo que ha s dicho” le vale a Jesús una aceptación
y una identificación en un nuevo nosotros de comensalidad en donde mujervarón, siriofeniciagalileo, privilegiado
postergado, hijos/niñosperritos se autocomprenden desde una situación relacional en la que todos reciben algo del pan que
sacia, a la vez que se vuelven concientes de una mesa no perfecta que necesita madurar.” (M. E. CELLI, Jesús y el pan de los
hijos… Identidad y cristología en Mc 7, 2431, Congreso de Teologanda, Buenos Aires 2008)
173
“Paradójicamente, ese ocultamiento es principio de nueva revelación (como en 6,3044). Esa casa en la frontera entre
Israel (Galilea) y la región de Tiro es punto de partida de misión cristiana .” (X. P IKAZA, Pan, casa, palabra . La Iglesia en
Marcos, Sígueme, Salamanca 1998, 188)
127
pero gérmenes de vida nueva, porque capaces de descubrir que también los otros y otras pueden
revelarnos algo sobre Dios. Muchas veces, son las personas de otras religiones y culturas las que se
convierten en principios hermenéuticos 174 de esta nueva comensalidad planetariocósmica inaugurada
por Jesús. Ellos y ellas, con sus urgencias de vida y búsquedas de plenitud, son capaces de señalar y
mostrar dónde está actuando Dios, del cual tantas veces nos hemos vuelto sordos y ciegos para
descubrirlo. La sirofenicia es prototipo de ello. Desde su urgencia, es capaz de superar prejuicios,
fronteras geográficas, físicas y mentales para obtener un favor de Dios, rompiendo toda lógica
masculinoreligiosa.
Esta mujer gentil y sirofenicia, por hallarse en la otra orilla, es capaz de percibir algo del
Misterio que nosotros y nosotras, porque estamos de este lado, no podemos ver. Ella es la “exegeta de
Dios” 175 que desde lo otro y lo ajeno nos fecunda, llevándonos a vislumbrar algo nuevo en nosotros, en
la realidad y en Dios: evoluciónrevoluciónrevelación. En esta dinámica radica un nuevo método
teológico 176 , que no sólo parte de la realidad, sino que inevitablemente le exige partir desde la realidad
ajena de los otros y otras que habitan el mundo. Revolución y evolución de la teología en busca de
nuevas y constantes revelaciones. Sólo partiendo desde allí, toda reflexión sobre y desde Dios es capaz
de tomar conciencia de cada conclusión que va sacando. Reflexión para y desde la vida, retórica
constante lejos de toda especulación simplemente artificial.
Trama del relato que nos muestra, con toda su carga y fuerza, que es más necesario que nunca
“poner la persona y su tremenda debilidad en el centro de la reflexión y de la programación.” 177 Sólo
así podremos gestar una reflexión teológica que sea capaz de evolucionarrevelarrevolucionar en la
búsqueda constante de la anhelada comensalidad planetaria, donde nos descubramos diversos pero
iguales, distintos pero similares, todos niños y niñas 178 de un Padre amoroso que nos desborda de
misericordia y vida.
¿Qué es lo que procura generar el relato en quien lo lee? Sin duda el texto invita a la metanoia
que pasa por ir más allá de nuestras propias barreras mentales para aprender a estar de otro modo en y
desde la vida. Y esto porque el milagro de la curación es también el milagro del restablecimiento de
relaciones enfermas: sanar los prejuicios entre pueblos y culturas, superar las falsas superioridades
religiosas. Conversión para transformar nuestras relaciones enfermizas y ser capaces de ver el mundo
de un modo nuevo, traspasando las fronteras humanas de la división 179 : no cobijarnos en pseudo
seguridades sino, desde la intemperie espiritual, experimentar a Dios y actuar acordemente.
174
“Esta mujer pagana, humanidad sufriente, es principio hermenéutico supremo del nuevo mesianismo .” (Ídem, 191)
175
“Esta mujer ha visto claro por hallarse en la otra parte (en la opresión de los gentiles). Ella es la ‘exegeta de Dios’ y así
sabe que ha llegado el momento de compartir la comida mesiánica.” (Ídem, 192)
176
“La mujer está ofreciendo, probablemente sin saberlo, un nuevo método teológico a Jesús. En lugar de partir de los
principios, partir de la realidad. En lugar de priorizar el horizonte teórico, importante, imprescindible, verificado por tantos
años de búsqueda honesta y de fidelidad, del que no hay que olvidar ni la letra más menuda, dar espacio a la toma de
conciencia de lo que realmente se juega en cada una de las conclusiones que se van sacando.” (T. S UAU, Mujeres en el
evangelio de Marcos. De la servidumbre a la fe, Centre de Pastoral litúrgica, Barcelona 1996, 42)
177
Ídem, 43.
178
“Después de esa sanación a distancia el evangelio muestra que finalmente la hijaposesa es incluida y restablecida, ahora,
en la condición de niña. De modo, que pueda producirse esa anhelada comensalidad en donde la igualdad de los que
comparten el pan se manifiesta en que unos y otros son niños.” (M. E. C ELLI, Jesús y el pan de los hijos… Identidad y
cristología en Mc 7, 2431 , Congreso de Teologanda, Buenos Aires 2008)
179
“Si las reflexiones anteriores son correctas, el milagro no consiste sólo en la curación a distancia sino en la superación de
otra distancia igualmente disociadora: la distancia marcada por los prejuicios entre pueblos y culturas, donde los prejuicios
128
Hoy, uno de los grandes demonios a expulsar 180 , son el neofundamentalismo religioso, cultural
y secular. Esos que interponen, entre Dios y el ser humano, prejuicios y estereotipos, exclusivismos y
privilegios, ante el otro y la otra diversa; imposibilidad de una relación transparente y reconfiguradora:
la transfiguración presente que es capaz de descubrir que los de fuera están dentro nuestro, 181 los otros
en nosotros.
Entonces el relato es una invitación para encontrar nuevas formas de inclusividad y diálogo que
permitan generar vida, justicia y dignidad más allá de la diversidad, o mejor dicho justamente desde
contextos interculturales e interreligiosos 182 . Invitación a una continua revisión de nuestras actitudes, de
nuestra relación con la divinidad, aprendiendo de un Jesús que es capaz de ponerse en cuestión y crecer
en su comprensión de Dios.
Lo dicho hasta aquí será posible si el lector es capaz de ampliar su racionalidad, superando una
razón simplemente lógica y fuertemente argumentativa. La racionalidad debe brotar de la experiencia
de Dios, experiencia trascendental diría Rahner 183 , de la contemplación que es capaz de abrirse a otros
“sentires” y “estares”. Racionalidad intercultural que en vez de ser disyuntiva es inclusiva, que busca la
transformación social y no sólo la comprensión objetivamente 184 ; que es capaz de gozar y sentir
además de entender y juzgar; que es humilde y se pone en discusión aprendiendo desde otras
percepciones, dejando de ser unilateral; que se conmueve por la vida amenazada, rompiendo todo
dogmatismo y rigorismo. Racionalidad capaz de complementarse con fe, con una fe que muchas veces
no son simple maledicencia sino que tienen su base en circunstancias sociales, económicas y políticas de dos pueblos
vecinos. La mujer sirofenicia aporta lo que hoy nos parece tan prodigioso como el verdadero milagro: asume el símil cínico
y lo ‘reestructura’ de forma que permite ver la situación de un modo nuevo y traspasa fronteras interhumanas cargadas de
prejuicios. ¿Cómo es posible esta reestructuración del símil?” (G. THEISSEN, Colorido local y contexto histórico en los
evangelios. Una contribución a la historia de la tra dición sinóptica , Sígueme, Salamanca 1997, 94)
180
“Pero hay algo que debe impresionar igualmente al lector moderno: junto con aquel demonio, Jesús ‘expulsó’ el otro
demonio, no menos peligroso, de los prejuicios entre personas de pueblos y culturas diferentes.” (Ídem, 95)
181
“El reto de su aportación para mi estudio es el reconocimiento del significado del rol de los ‘inside others’ (los de fuera
que están dentro) en la historia, aquellos que son vistos como extranjeros en su propia tierra.” (S. R INGE, “La historia de una
mujer gentil a revisión. Relectura de Marcos 7,2431a”, en A. LEVÍNE (ed.), Una compañera para Marcos, Desclée De
Brouwer, Bilbao 2004, 135)
182
“Lanza el reto, tanto a las iglesias como a la sociedad, de reexaminar las actitudes frente a las diferencias y a reaprender
la necesidad de ver las diferencias como base para el ministerio mutuo y no la polarización. Ella nos invita a encontrar
nuevas e inclusivas formas de dialogar, como personas en el multireligioso e intercultural sur de Asia.” (R.
WICKRAMARATNE REBERA, “La mujer sirofenicia. Una perspectiva feminista sudasiática”, en A. LEVÍNE (ed.), Una
compañera para Ma rcos, Desclée De Brouwer, Bilbao 2004, 143157, 157)
183
“La conciencia concomitante del sujeto cognoscente, la cual es subjetiva, no temática, está dada en todo acto espiritual
de conocimiento y es necesaria e insuprimible, y su carácter ilimitado, abierto a la amplitud sin fin de toda realidad posible,
recibe aquí el nombre de experiencia trascendenta l. Es una experiencia , pues, este saber no temático, pero de tipo
ineludible, es elemento constitutivo y condición de posibilidad de toda experiencia concreta de cualquier objeto. Esta
experiencia se llama tra scendental porque pertenece a las estructuras necesarias e insuprimibles del sujeto cognoscente
mismo y porque consiste precisamente en rebasar un determinado grupo de objetos posibles, de categorías. La experiencia
trascendental es la experiencia de la trascendencia .” (K. R AHNER, Curso fundamenta l sobre la fe. Introducción al concepto
de cristianismo , Herder, Barcelona 1998 5 , 38)
184
“Hemos aprendido un método para hacer teología: (…) Partir siempre de la realidad dolorida y maltratada en la que se
expresa la debilidad de la humanidad. Ponerla en contacto con la memoria viva del Maestro Resucitado. Buscar la
verificación no en la racionalidad y lógica que da solidez a los argumentos, sino en la destrucción de los espíritus malignos
que atormentan a nuestros hermanos. Una teoría hará patente su verdad en la medida en que sea capaz de recuperar a la
persona por encima de sus alimentos, frustraciones, angustias y temores. La mujer portadora de una lección para los
maestros y los responsables de la comunidad.” (T. S UAU, Mujeres en el evangelio de Marcos. De la servidumbre a la fe,
Centre de Pastoral litúrgica, Barcelona 1996, 44)
129
parecer actuar con mayor lucidez, conciencia, coherencia y fuerza en aquellas que no la explicitan,
como la sirofenicia. 185
Esta fe que se manifiesta en los así llamados “paganos” es una clara interpelación al lector, para
que sepa desarrollar una sensibilidad mayor hacia estos grupos de personas. Nos pone, a nosotros
creyentes, en cuestión, exigiéndonos la capacidad de percibir y evaluar la fe desde otras perspectivas:
no tanto la confesión racional y explícita, sino el obrar coherente y transformador. La fe no es
patrimonio ni de judío o cristiano, ni de musulmán o budista 186 . La fe puede actuar en todos y todas
aquellas que son capaces de soportar la intemperie espiritual y buscan con sinceridad de corazón a
Dios. Fe, búsqueda incansable por una vida digna personal, comunitaria, social y cósmica. Fuerza vital
en pos de que sea reconocido el lugar que Dios pensó para todos y todas y no el que los hombres de
religión muchas veces desean darnos. 187
El relato es una invitación a dejarnos penetrar y fecundar por la luz de la sirofenicia para, como
Jesús, ser capaces de abrir la misión de Dios a nuevas posibilidades y espacios. Invitación a romper con
la verticalidad exclusivista de nuestra religión para abrirnos a la horizontalidad 188 que nos permite una
accióncontemplación más amplia y en consonancia con la comensalidad planetariocósmica.
Dios se desvela en la relación auténtica. Se vuelve locamente alegre (desvela) al ver que entre
los seres humanos, y estos con el cosmos, se da una reciprocidad enriquecedora. Y por ello, allí está
Dios sellando esa alianza. Entonces, en este relato, el Dios de Jesús se va manifestando en la relaciones
con los demás. La comprensión del Misterio va de la mano con la manifestación relacional. A Jesús lo
conocemos en la acción, la contemplación no es evasión sino acción en pos de la vida, en pos de
romper con las injusticias que esclavizan y amenazan de muerte. 189
185
“En la mujer los gestos y palabras de fe son lúcidos y conscientes, coherentes y permanentes. Parece como si en la
percepción del personaje de Jesús la fe explícita siguiera vinculada a la religión de Israel.” (M. NAVARRO P UERTO , Ma rcos,
Verbo Divino, Estella 2006, 279)
186
“El efecto es curioso y contiene una paradoja para el lector: la fe es perceptible en los paganos sin siquiera mencionarla,
mientras que se hace opaca en aquellos que supuestamente la confiesan (líderes religiosos, discípulos…). Estos episodios
invitan a los lectores de la comunidad de Mc, pero también a las nuestras, a ejercitar una sensibilidad nueva sobre esta
dimensión, a ensayar una manera diferente de percibir la fe y evaluarla. Poco a poco el narrador del evangelio de Mc en el
nivel del discurso va desvinculando la actitud de fe viva y activa de una determinada religión, la religión de Jesús. A la par,
va resituando la misma religión judía en un marco más abierto y universal en el que adquiere un nuevo valor.” (Íbidem)
187
“Su palabra es una gran respuesta crítica. En donde ella pone a prueba la misma imagen de Dios que Jesús hace unos
instantes aseguró: Dios privilegia a los que el hombre posterga . La siriofenicia reclama, con inteligencia crítica, un lugar
que el mismo Dios debe darle en la mesa y que los hombres le niegan.” (M. E. CELLI, Jesús y el pan de los hijos… Identidad
y cristología en Mc 7, 2431, Congreso de Teologanda, Buenos Aires 2008)
188
“Sólo cuando el lector llegue a la segunda multiplicación percibirá la luz que Jesús ha recibido de la mujer y el empuje
hacia delante que le ha dado a su misión cuando asume la contemporaneidad que ha aprendido de ella, y, al incluir a los
paganos en la mesa, rompe la verticalidad y propone la horizontalidad, como tendremos ocasión de advertir. Sin embargo,
esto sólo puede verse en el nivel del discurso, pues en la escena, en donde Jesús está a solas con ella, sólo menciona su
admiración.” (M. N AVARRO PUERTO, Marcos, Verbo Divino, Estella 2006, 274)
189
“La cristología del encuentro la que nos ha permitido ahondar en lo evolutivo y progresivo de la identidad de Jesús. Esta
da lugar al desarrollo de esa cristología relacional más modesta que evita una presentación abstracta del Cristo que se define
únicamente desde sí. Nos narra acerca de un Jesús vulnerable al encuentro con los otros que muestra un interesante juego de
identidades. Es el espacio concedido a la construcción de una identidad nueva que no surge de Jesús, sino de la genial
palabra de una mujer que motiva una praxis crística igualitaria.” (M. E. C ELLI, Jesús y el pan de los hijos… Identidad y
cristología en Mc 7, 2431 , Congreso de Teologanda, Buenos Aires 2008)
130
CAPÍTULO 4 GENERANDO ESPACIOS SAPIENCIALES
INTERCULTURALES: “ GÉRMENES DE VIDA ALTERNATIVA”
Hemos llegado a nuestro último capítulo que corresponde al tercer momento de la hermenéutica
teológica intercultural, propuesta y aplicada en nuestro estudio. Es el momento de realizar y explicitar
una propuesta, en nuestro caso misionera. Propuesta que ha germinado y brotado desde el encuentro
con un contexto ajeno que nos fecundo y permitió vislumbrar la novedad en nuestra propia tradición
que desconocíamos. Las inquietudes que guiarán este capítulo son: ¿cómo generar, desde la fe, un
presente donde la vida sea un poco más plena, para todos y todas 1 ?, ¿cómo vivir el presente para ser
instrumentos de unidad, sanando las relaciones “enfermas” frutos de una diversidad mal parida que
generan diferencias racistas, desigualdades económicassociales y desconexiones del mundo de la
información y comunicación?
4.1.1 Retomando lo recorrido
Al adentrarnos en parte del mundo literario de Octavio Paz se nos manifestó la densidad del
presente, del momento presente en la vida de los seres humanos. Nos ha colocado en el ahora como
centro al cual confluyen las fuerzas, intereses y pasiones de las personas. Esta nueva conciencia
temporal que va imponiéndose, sin duda es sumamente riesgosa y compleja. El ocaso del futuro crece,
sembrando un gran vacío de sentido a causa que los metalenguajes y la metahistoria pierde su
magnetismo y capacidad de ofrecer sentido. A su vez, el pasado parece siempre más pasado, y no una
tradición que se recrea y renueva en cada presente.
Pero Octavio Paz ofrece algunas claves para navegar por este complejo momento actual e ir
aprendiendo, no sólo a vivir el presente, sino también a pensarlo y reflexionarlo, cosa que no se había
hecho hasta ahora en la humanidad. El presente es manantial de las presencia. Por tanto estas
presencias, que nos remiten a la Presencia que tantos nombres puede recibir, son las que (si son oídas y
se habla con ellas, si son descifradas y podemos decirlas desde nosotros) impedirán vivir el presente de
manera hedonista y superficial. Las presencias nos conducen a la diversidad, a lo múltiple y variado de
nuestras sociedades y nuestro cosmos. Y el interrogante queda formulado, ¿cómo convivimos con la
diversidad? Con esa diversidad que habita en cada ser humano, en nuestros contextos humanos, pero
también cósmicos y divinos, porque las presencias no son sólo humanas, sino también vivientes y no
vivientes, espirituales y materiales.
Entonces, el presente de presencia no es simplemente un tiempo para buscarnos
desenfrenadamente en uno mismo, sino para buscar la realidad real, eso que esta aquí y más allá, que la
1
“El proyecto de Jesús es instaurar el Reino de su Padre. Por eso, pide a sus discípulos: “¡Proclamen que está llegando el
Reino de los cielos!” (Mt 10,7). Se trata del Reino de la vida. Porque la propuesta de Jesucristo a nuestros pueblos, el
contenido fundamental de esta misión, es la oferta de una vida plena para todos. Por eso, la doctrina, las normas, las
orientaciones éticas, y toda la actividad misionera de la Iglesia, debe dejar transparentar esta atractiva oferta de una vida
más digna, en Cristo, para cada hombre y para cada mujer de América Latina y de El Caribe.” (DA 361)
131
percibimos pero nos supera, que la pensamos pero se nos escapa. Buscar el presente, es buscar la
realidad real, es buscar el Misterio, siempre en camino, siempre insuficiente, siempre provisional. O.
Paz nos invita, tal vez sin saberlo y quererlo, a repensar y reformular nuestras raíces cristianas para
poder ser verdaderamente fieles a ellas. Como cristianos tenemos que asumir plenamente la imagen de
Dios como relación, y por tanto alteridad, que genera vida dando su vida, que es diversidad y por eso
actúa donde y cuando quiere. Un Dios en la historia y no fuera de ella, que acoge la alteridad de las
religiones como algo positivo y enriquecedor. 2
Lo expresado hasta aquí puede sintetizarse en el desafío de aprehender a habitar el presente
desde la honduraanchura (Cf. apartado 2.5.3): asumir radicalmente el “crepúsculo del futuro” con
todas sus consecuencias, acompañando vitalmente esta crisis y transición que nos toca vivir; para esto
ser capaces de experimentar y hablar de Dios desde y para la realidad, escuchando e interactuando con
las presencias, tanto humanas como cósmicas y divinas; desarrollando un mirada crítica desde y para el
presente.
Lo que venimos recogiendo del segundo capítulo, concretamente lo descubrimos en el texto de
Mc 7,2430. En esta perícopa cargada de intensidad, sorpresa y densidad pudimos comprobar cómo la
madre sirofenicia busca con ahínco el presente, la realidad real, para que en ese momento, el ahora,
emane la fuerza sanadora hacia su hija. Mientras que Jesús razona en clave antesdespués, poniendo el
acento en una temporalidad cronológicalineal y no la vertical que está marcada por el advenimiento
del “otro tiempo”.
A su vez la mujer representa esa mística capaz de desvelar algo más del Misterio, porque une la
acción y contemplación: vislumbra que el Dios de Jesús puede sanar su hija aunque ella sea una
sirofenicia helenizada. Por eso actúa buscando y dialogando con Jesús, respondiéndole a la par, de tú a
tú. Y Jesús, que quería pasar inadvertido y descansar, siendo indiferente al contexto fronterizo cargado
de tensiones a causa de una diversidad cultural, religiosa y social mal parida y vivida, tiene que entrar
en el conflicto. Se abre a la súplica de la sirofenicia y oye, habla, descifra y dice las presencias que
están desquiciadas, fruto de relaciones desequilibradas. Expulsa el demonio de la hija, pero también el
espíritu explotador presente en la madre. Y así, la tensionalidad conflictiva adquiere una nueva y más
incluyente armonía.
Las relaciones ya son otras, al menos entre ellos, y esto es signo que una nueva vida va
abriéndose camino. La auténtica relación entre Jesús y la sirofenicia permite, a éste descubrir algo
nuevo de su Dios y por ende de su misión, mientras que ella recibe el don de la sanación. Nuevos
sentidos de vida y de la realidad emergen de este encuentro. Ya no son los mismos, se han
redescubierto el uno en la otra, la una en el otro, “somos nosotros”.
En una casa fronteriza, lejos de los centralistas espacios rituales y religiosos, irrumpe el sentido
como don, lleno de vida. Nuevos ojos para ver, nuevos oídos para escuchar. Ambos regresan a sus
ambientes enriquecidos y transformados: han sido encontrados por un sentido más pleno de sus vidas y
la realidad. Sus superioridades, de Jesús espiritualreligiosa, de la sirofenicia económicasocial, han
caído: se han reconocido como hermanos a partir de sus diferencias sociales, culturales y religiosas. En
una casa fronteriza la fraternidad se manifiesta: han penetrado en la realidad real, el presente de
2
“Si la Iglesia es, por naturaleza, misionera y dialogal, entonces esta naturaleza acoge la alteridad de las religiones
positivamente. En analogía con Dios Uno, que es Trino para poder ser DiosAmor; en Jesucristo, Diosmisión; y en el
Espíritu Santo, Dios Don, se puede comprender el hecho de la alteridad de las religiones como don que le permite a la
Iglesia conocerse mejor a sí misma.” (P. SUESS, Teología de la misión. Convoca r y enviar: siervos y testigos del Reino ,
AbyaYala, Quito 2007, 172)
132
presencia se ha desvelado, el Misterio los ha rozado. La vida evoluciona, se combinan revelación y
revolución: cambio de la imagen de Dios, transformación de las relaciones sociales. Sentido de vida
que se desvela y va configurando, por la urgencia de una vida amenazada, nuevas relaciones
socioculturales y religiosas.
4.1.2 La misión, desvelar el sentido como don
Estas interrogantes, como en su momento lo mostramos con detenimiento, nos colocan ante el
sentido de la vida y la realidad. Como creyente considero que Dios tiene para ofrecer un palabra sobre
este sentido último, no la última y definitiva, pero sí una más, imprescindible y particular. Recordemos
que
“cuando existe y está ahí, el sentido posee su autonomía y no tiene necesidad de la sanción de Dios para
revelarse como valioso. Dios no es el sentido de las cosas, como si todo lo que se pudiera decir del sentido se
hallara sólo en Dios. Pero el sentido tampoco es Dios, como si la búsqueda del sentido equivaliera a la
búsqueda de Dios. El sentido no sustituye a Dios y Dios tampoco sustituye al sentido. En un caso y en otro se
perjudicaría al sentido, corriendo el riesgo de alienarlo, y se perjudicaría a Dios, reduciéndole a una función.
Al mismo tiempo, y en ambos casos, se dañaría al hombre.” 3
El sentido no es Dios, ni Dios es el sentido. Esto porque, como lo confiesa Gesché, “yo nunca lo
podré decir de una manera demasiado fuerte: la teología es una aproximación entre otras a la realidad,
pero es una aproximación específica, que realiza su función en el campo de la antropología. Ella lo
hace aquí descubriendo el sentido como don.” 4
Entonces, hablar de Dios es revelar el sentido como don, y la misión será promover esos
encuentros con el Misterio desde donde desborda como don la vida, un plus de vida que manifiesta algo
del sentido último de la vida y la realidad. Porque
“no es ya sólo que la iglesia debe justificarse a sí misma o deba legitimar su misión, es que la misión de la
Iglesia es el ámbito privilegiado para que el hablar de Dios pueda resonar como experiencia de salvación y
para que la mirada al hombre sea una devolución de dignidad y de confianza. La nueva experiencia de la
misión, en su alcance universal y en su concepción global, la conduce a la mayor profundidad: al sentido, la
credibilidad y la viabilidad del proyecto de Dios sobre la humanidad.” 5
Ante esto, las preguntas, que hemos de hacer propias para balbucear posibles respuestas, son,
¿como percibir y experimentar el sentido como don en contextos de gran diversidad cultural, religiosa y
social en los cuales nos toca vivir? ¿Desde dónde el don del sentido hace irrupción?, ¿cómo se
manifiesta el sentido como don?, ¿para qué se manifiesta?
3
A. GESCHÉ, El sentido. Dios para pensar VII, Sígueme, Salamanca 2004, 19.
4
Ídem, 24.
5
E. BUENO DE LA FUENTE, La Iglesia en la encrucijada de la misión, Verbo Divino, Estella 1999, 249.
133
“el sentido implica donación, pues nos hace formar parte de una alteridad. El sentido habla, es una
revelación, pues se sobrepasa a sí mismo.” Percibir el sentido, es dejarnos invadir por algo que nos
supera, Misterio divino, que para algunos y algunas será orientarse hacia Dios. Un valor importante del
sentido es que “al mismo tiempo ocupa un lugar único en nuestra experiencia: nos hace descubrir
espacios que resultan de otra manera insospechados.” Nos abre a nuevas experiencias, comprensiones,
encuentros y vivencias. El sentido nos empuja “más allá”, hacia “algo más” porque “es portador de un
universo que desborda nuestras conciencia inmediata (como muestra el tema del exceso) y nos permite
hacernos creadores, inventores.” 6 Entonces
“abrir el sentido es abrir una posibilidad, es contar una aventura posible que de otra manera resultaría
inimaginable. El sentido habla de un Reino, de un horizonte. En cuanto portador y revelador de otra cosa, en
cuanto manifestación súbita de una realidad que se encuentra ‘más allá’ de la pura inmanencia, el sentido es
aquello que ‘en la misma inmanencia del mundo abre un lugar para lo posible, para lo imprevisto, para la
respiración’ (F. Makowski).” 7
Desde esta perspectiva del sentido como don, la misión ha de abrir espacios para posibilitar
nuevas e imprevistas convivencias interculturales. Manifestar horizontes que estaban ocultos que nos
impulsan “más allá” buscando “algo más”: perforar la realidad real para penetrar en el otro tiempo,
sentido que irrumpe desbordándonos y donándonos una respiración más plena. Misión que nos hacer
creadores e inventores de vida justa, digna y equitativa para todos, todas y todo.
4.1.3 Breves aclaraciones sobre la propuesta
A este punto es pertinente aclarar que para desarrollar esta propuesta misionera que venimos
delineando, no entraremos en la discusión de los fundamentos de la misión. Asumimos que
“la falta de claridad en el escenario misionero es evidente, pero también lo es el hecho de que no nos es fácil
desprendernos del modelo de misión como plantatio ecclesiae o conversio anima rum, que está presente, de
alguna manera, en los mismos que sostenemos una nueva misionología. Podríamos decir que sabemos lo que
no queremos que sea la misión, vislumbramos lo que debería ser, pero no encontramos aún los caminos para
definirlo y realizarlo.” 8
Esta propuesta, como se ha dicho repetidas veces, intenta recorrer un nuevo camino misionero.
Por eso procuraremos delinear algunos elementos para una misión en la actualidad, una misión del
presente en su doble significado: para el presente y como intuiciones para aprender a vivir y reflexionar
el presente. Por tanto la reflexión partirá desde algunas propuestas, como las de David Bosch 9 , Pablo
Suess 10 y Eloy Bueno 11 , que reflejan un cierto “status quo” 12 de la misión en la actualidad con sus
desafíos y transformaciones. Además tendremos muy presente el apartado 1.1 donde se profundizó el
tema de la misión.
Tal vez es bueno recordar que la clave que acompañó todo esta reflexión es la interculturalidad,
por tanto no estará ausente, considerando que ésta nos permite adentrarnos con fecundidad en una de
6
A. GESCHÉ, El sentido. Dios para pensar VII, Sígueme, Salamanca 2004, 27.
7
Ibidem.
8
A. L. M ARINA, Misión, una nueva mirada para nuevos tiempos. Estudio del campo semántico del concepto de misión ,
Verbo Divino, Cochabamba 2008, 220.
9
D. J. BOSCH, Misión en transformación. Cambios de pa radigma en la teología de la misión, Libros Desafíos, Michigan
2000.
10
P. SUESS, Teología de la misión. Convocar y enviar: siervos y testigos del Reino, AbyaYala, Quito 2007.
11
E. BUENO DE LA F UENTE , La Iglesia en la encrucijada de la misión, Verbo Divino, Estella 1999.
12
Al hablar de “status quo” pienso en que estas obras ensanchan la misión hacia los nuevos desafíos como el pluralismo
religioso y cultural, la secularización y la crisis económica mundial, superando la comprensión de la misión como
“implantación de la iglesia” o “conversión de almas”.
134
las principales características de nuestras sociedades y el mundo: la relacionalidad (que no siempre se
la vive de manera positiva y enriquecedora) dentro de un marco de tensionalidad (muy pocas veces
gestionada de manera armónica) que exige pensar a fondo la alteridad, y en ella la diversidad. Es desde
este inter gentes 13 , del cual se reflexiona siempre más en el ámbito misionero, que brotará nuestra
propuesta.
Una mirada que permita ser sorprendidos por el sentido de la vida y la realidad que viene a
nuestro encuentro. Porque la mirada atenta es “vivir viendo, vivir percibiendo las cosas de la vida, vivir
prestando atención a lo que nos rodea, a los demás y a nosotros mismos. Vida del respeto y respeto de
la vida.” 17 Es que el sentido está siempre allí, listo a manifestarse, pero es nuestra desatención,
despreocupación, incapacidad de ver y oír lo que impide abrirnos a él. Por esto es imprescindible y se
vuelve urgente, desarrollar una mirada atenta y respetuosa hacia uno mismo, hacia los demás, hacia la
realidad y la divinidad.
Mirada atenta y respetuosa que brota desde abajo 18 , desde lo que parece insignificante y de poco
valor, por ello es una mirada humilde; que desarrolla una visión conciente de la fragilidad, complejidad
y secreto de uno mismo y los demás; que mira hacia y para que la alteridad deje de ser ignorada,
anulada, atropellada y de una vez pueda expresarse en su plenitud. Retomando las interrogantes que
13
“El paradigma de la ‘mision inter gentes’ surgió en el contexto del pluralismo religioso de Asia, donde vive más del 60%
de la humanidad. Es un contexto de diálogo con las religiones, las culturas y los pobres.” (P. SUESS, Teología de la misión.
Convoca r y envia r: siervos y testigos del Reino, AbyaYala, Quito 2007, 185) En un artículo reciente W. R. Burrows hace
referencia a la misión inter gentes: “En mi respuesta al padre Amaladoss, hice notar que, sin negar la validez de la missio ad
gente (misión a las naciones, es decir a los fieles de otras tradiciones religiosas), Michael había acentuado una dimensión
particular asiática de la misión hoy. Si bien él no había empleado el término en su conferencia, mi respuesta ha
caracterizado la evolución que él acababa de esbozar como dirigiéndose a una missio inter gentes (misión entre las
naciones). La misión fuera se hará entre los creyentes de otras tradiciones religiosas que son nuestros vecinos, amigos y
compatriotas. La misión (…) es cada vez más menos la obra de extranjeros y cada vez más algo que se da entre vecinos.”
(W. R. B URROWS, “Missio ad et inter gentes. Implicaciones para la formación”, en Spiritus 2008, 190 (2134))
14
A. L. M ARINA, Misión, una nueva mirada pa ra nuevos tiempos. Estudio del campo semántico del concepto de misión ,
Verbo Divino, Cochabamba 2008, 223.
15
“Todos sabemos que de una misma situación pueden darse miradas –percepciones muy distintas. Hay miradas frías,
distantes, casi indiferentes, superficiales; otras que sólo constatan de un modo presuntamente objetivista: suman, hacen
cálculos, estadísticas... En todas ellas, el conocimiento de la realidad concreta es bastante pobre o casi inexistente. Otro tipo
de miradas adolecen de ulteriores defectos; así, por ejemplo, me parece descubrir algo común en la mirada del altivo y
arrogante, en las de algunos dioses mitológicos ajenos al sufrimiento de los mortales, y en la mirada pasiva de los
telespectadores ya casi imperturbables ante las imágenes del mal: ningún sentimiento las acompaña.” (J. M. ESQUIROL, El
respeto o la mirada atenta. Una ética pa ra la era de la ciencia y la tecnología , Gedisa, Barcelona, 2006, 165166)
16
Ídem, 66.
17
Ídem, 173.
18
“¿Qué es lo que, en general, se ve desde abajo? Pues, justamente lo contrario de lo que se ve desde las alturas: todo
aumenta de tamaño y se aprecian mejor los detalles y las singularidades de cada cosa. A ras del suelo, miramos hacia arriba
y no hacia abajo, como los niños que al mirar asombrados hacia arriba lo ven todo grande. (…) Esta aparente limitación
espacial supone una promesa de visión ontológica. Es decir, que ¡desde lo bajo se ve lo alto!”(Ídem, 157)
135
acompañaron toda la reflexión y que hacían referencia al desde dónde, cómo y para qué hablar de Dios,
por ende desde dónde , cómo y para qué vivir la misión, podemos esquematizar este capítulo en tres
temáticas:
o Desde dónde miramos 19 : Las zonas fronterizas, lugar de la alteridad (inter gentes), como
nueva geografía misionera. Vemos la diversidad como gozo y riqueza, desafío de aprender a
vivir junto a las sabidurías de los demás. Miramos desde abajo, desde los detalles para ir
reconfigurando una vida alternativa desde lo inter , la relación, el puente.
o Para qué miramos: Hacia una convivencia intercultural generando alternativas de vida en el
presente. Vemos que estamos inmersos en la crisis y que ella es una posibilidad y oportunidad
de parir “otros mundos posibles”. Miramos para generar, crear y gestionar un presente de
presencias, para dejarnos fecundar por la alteridad que habita en nosotros y los demás.
Toda la historia misionera está atravesada por el tema de la geografía misionera, y en ella, el
territorio. En un primer momento fue salir a territorio pagano, recorriendo ciudades, fundando
comunidades y atravesando múltiples dificultades y riesgos. Allí está san Pablo como el arquetipo de
este misionero incansable que llegaba a las ciudades, iba a las sinagogas y no se cansaba de anunciar el
kerygma .
Luego el territorio, siempre en la lógica de buscar tierras vírgenes de cristianos, fue llegar hasta
las fronteras del imperio romano. Más tarde sería el turno del extremo Oriente y luego América.
Primero los países más cercanos, luego los más lejanos; antes las ciudades, después el campo. El
sentido de la misión era llegar “hasta los últimos confines de la tierra.” En definitiva, cuando se habla
de geografía misionera se piensa ir en busca de lo extraño para transformarlo y asimilarlo,
cristianizarlo. Y este criterio geográfico ha configurado los otros elementos de la misión: los
destinatarios, los métodos, los fines.
Juan Pablo II en 1990 con la Redemptoris missio, aunque mantendrá como válido el criterio
geográfico (cf. RM 37e), dirá por primera vez que son territorios misioneros los mundos y fenómenos
sociales (RM 37f) como así también las áreas culturales o areópagos modernos (RM 37k). En el mismo
documento, se dirá que “hoy la iglesia debe afrontar otros desafíos, proyectándose hacia nuevas
fronteras (…), disponibles a escuchar la voz del Espíritu” (RM 30). ¿Cuáles son estas “nuevas
fronteras” que hoy, después de casi 20 años, el Espíritu nos empuja a reconocer? El paisaje misionero
ha continuado su cambio y tal vez una mirada atenta nos ayude a vislumbrar desde donde poder ofrecer
el sentido como don.
Geografía es paisaje, lugar, pero también es suelohumus desde el cual nace y crece la flora.
¿Desde dónde, desde qué espacios y lugares ha de brotar la misión hoy? Una pista nos viene de lo
19
Aquí el “miramos” puede ser reemplazado por el misionamos, y tendrá el mismo valor y significación.
136
analizado a fondo en nuestro tercer capítulo, el desencuentroencuentro entre Jesús y la sirofenicia. En
una zona fronteriza, Jesús se encierra en una casa judía para no ser molestado. Es indiferente a la
diversidad explosiva de toda frontera. Pero la mujer lo busca, lo encuentra e interrumpe su tranquilidad.
Y Jesús, aún si con dificultad, se deja sorprender por esta presencia diversa y extraña a su mundo. De
ese encuentro fluye el sentido como don. Reencuentra sentido la mujer al ver que su hija ha sido
sanada; Jesús descubre un sentido más amplio para su misión, Dios le ha manifestado algo desconocido
hasta el momento.
Otro ejemplo viene de la Iglesia primitiva, donde “la naturaleza revolucionaria de la misión
cristiana primitiva se manifestó, entre otras cosas, en las nuevas relaciones que se formaron en la
comunidad.” Fue así que “judío y romano, griego y bárbaro, esclavo y libre, rico y pobre, mujer y
hombre aceptaban al otro como hermano y hermana.” 20 Entonces la misión ha de brotar, con toda su
cargada transformadora como evoluciónrevelaciónrevolución, desde auténticas y renovadas
relaciones entre las naciones y los pueblos, las culturas y religiones. La misión ante todo es inter
gentes, porque “la ‘misión ad gentes’, en su sentido tradicional, hoy se convirtió en ‘misión inter
gentes, misión entre los pueblos y continentes, entre Iglesias locales e Iglesia universal.” 21 Algunas de
las características de esta misión inter gentes, que corresponde al espíritu del Vaticano II son que:
“Toma en cuenta la situación del pluralismo religioso y de la diáspora creciente de la Iglesia en el mundo de hoy.
Enfatiza la responsabilidad de la Iglesia local para la misión.
Rompe el monopolio de una Iglesia que envía misioneros y una Iglesia que los recibe.
Admite la reciprocidad y conversión mutua entre agentes y destinatarios de la misión y de la Iglesia en seis
continentes y, por consiguiente, valora el diálogo intercultural e interreligioso.
Resalta la misión como una actividad no de individuos, sino entre comunidades.” 22
Disiento con Suess sobre el hecho que esta misión sea una actividad “no de individuos, sino
entre comunidades”. Considero que toda misión brota y se alimenta, primeramente aunque no sólo, de
las relaciones interpersonales, de lo contrario se vuelve abstracta, funcionalista y estéril. Por esto
propongo que junto con la misión inter gentes se profundice y promueva una misión como inter alter 23 :
encuentro con la alteridad que produce una conversión en la manera de mirar al otro y a uno mismo.
Dejar de verlo como un extraño (alius) para reconocerlo como un prójimo (alter ) con el cual compartir
la vida. Un prójimo del cual se puede aprender y enriquecerse mutuamente, justamente porque es
diverso. Y esta experiencia no sólo entre los miembros de una comunidad cristiana sino en la pluralidad
que estamos inmersos. Sobre todo relación con esa alteridad claramente diversa que se adscribe a otros
sentidos religiosos, culturales y sociales.
Entonces, en este veloz regreso a los orígenes cristianos descubrimos que las “nuevas fronteras”
de la misión son las alteridades. En las zonas fronterizas es donde la diversidad está siempre en
ebullición. Desde estas zonas, la misión ha de ser un envió no tanto a tierras lejanas, vírgenes e
inhóspitas, sino envío en busca de la alteridad, también ella desconocida, inhóspita y amenazante, que
nos exige una mirada atenta a la fragilidad, complejidad y misterio del otro. El desde donde es
20
D. J. B OSCH, Misión en transforma ción. Cambios de paradigma en la teología de la misión, Libros Desafíos, Michigan
2000, 71.
21
P. SUESS, Teología de la misión. Convocar y enviar: siervos y testigos del Reino, AbyaYala, Quito 2007, 185.
22
Ídem, 186.
23
Para esta propuesta personal de una misión inter alter me inspiro desde la cita de Panikkar donde diferencia entre a lter y
alius: “Si Dios es un Alter y no un Alius esto implica que Dios es el otro (parte, lado, aspecto, ser, creador…) de nosotros. Si
el ‘otro’ hombre es un extranjero, un ‘otro’, hemos de resignarnos a lo que hemos dicho sobre la imposibilidad de conocer al
‘otro’ como ‘otro’ (aliud). Si el otro hombre es mi prójimo, otro (alter ), entonces yo puedo conocer al otro como a la otra
parte de mí mismo y complemento de mi autoconocimiento. En algún sitio está escrito ‘ama a tu prójimo como a ti mismo’
como tu mismo yo, y no como otro yo.” (R. PANIKKAR, Paz e intercultura lidad. Una reflexión filosófica , Herder, Barcelona
2006, 76)
137
“recorrer caminos con otros” 24 . Con esos otros y esas otras que viven desde diversos universos
simbólicos, que expresan y testimonian otras creencias, que poseen otras condiciones sociales.
Por tanto no hay lugares prefijados, delimitados y precisos para la misión. Todo va recreándose
en busca de la frontera, continuamente movible y cambiante, entre lo propio y ajeno, entre intimidad y
exterioridad. Misión inter alter , caminando “entre” y “junto” a los otros/asprójimos y lo Otro, va
germinando un mundo más humano, un cosmos con más vida. Allí está la nueva ecumene que invita a
ensanchar siempre “más allá” y “algo más” nuestras zonas fronterizas, para sentirnos hombres y
mujeres mundo, planetarios.
4.2.1 El binomio DiosCreación como nueva ecumene
Lo expresado hasta aquí, pone en cuestión el binomio Iglesiamundo que fundamenta la
concepción de la geografía misionera. El binomio manifiesta que la Iglesia envía creyentes al mundo,
sobre todo a regiones no cristianizadas, para hacer presente la Iglesia allí, por medio de la
“implantación de la Iglesia” y la “conversión de almas”. En nuestros tiempos, donde este espíritu aún
sigue muy vigente en la conciencia general del cristiano, la inculturación y la evangelización son las
que tienen la finalidad de hacer presente la iglesia en zonas aún no del todo cristianas.
Al concebir la misión como inter gentes e inter alter ese binomio tiene que dar lugar a otro: el
de DiosCreación. Entonces el desde donde miramos deja de ser el espacio eclesial con sus lugares: que
pueden ser la parroquia, la diócesis, la comunidad creyente, etc. Hemos de aprender a mirar desde la
nueva ecumene, donde quien envía es Dios, missio Dei (cf. apartado 1.1.4), no para implantar la Iglesia
sino para que la Creación (lo humanodivinocósmico) sea más imagen de Dios.
Entonces las motivaciones para la misión no serán el ganar adeptos con buenas estrategias y
métodos, sino aportar, con la gracia de Dios, a una vida digna, justa y plena en toda la Creación: que se
desvele como don el sentido de la vida y la realidad. Dicho con otras palabras, promover auténticas
relaciones interpersonales, pero también entre pueblos y naciones, y con el cosmos y la divinidad.
Relaciones donde existe un enriquecimiento y transformación mutua entre las personas, comunidades y
pueblos con creencias y culturas diversas. Relaciones interculturales enmarcadas en una desafiante
apertura subversiva, enriquecedora y difícil (cf. apartado 1.2.5).
El fundamento de lo que estamos afirmando radica en que Dios está allí, sosteniendo y
acompañando toda la Creación en su continua búsqueda de plenitud. Dios no está fuera de la creación,
sino es el sostén de la misma en ella misma. La trascendencia se realiza en la máxima inmanencia. 25
Dios continua recreando su creación de múltiples maneras y por muchos caminos que tantas veces nos
son misteriosos (cf. GS 22). Entonces la misión no será tanto una lucha por imponer el Dios de uno o
del otro, sino un compromiso desenfrenado para que Dios sea todo en todos, todas y todo, en cada
presente (Cf. 1Cor 15,28).
24
M. ECKHOLT, “La cultura como lugar teológico”, en R. FORNETBETANCOURT (ed.), Resistencia y solidariedad.
Globalización capitalista y libera ción , Trotta, Madrid 2003, 316.
25
“Puesto que todo viene de Dios, todo puede y debe ser vivido como acogida y afirmación de su acción creadora. Cuanto
ayuda a la verdadera realización de la realidad creada, material o espiritual, científica, social, moral o religiosa… responde
al designio creador y constituyente, idénticamente, la alegría del Creador por el bien de sus criaturas y el bien de éstas como
afirmación del propio ser y realización del designio divino.” (A. T ORRES Q UEIRUGA, Fin del cristianismo premoderno.
Retos ha cia un nuevo horizonte, Sal Terrae, Santander 2000, 31)
138
Por tanto el desde donde, punto de partida misionero, es la compleja pluralidad humana,
biológica y espiritual. Compleja pluralidad mundial, pero también cósmica, que cada día
experimentamos en nuestros delimitados contextos. Y repitámoslos una vez más, son las zonas
fronterizas donde aparece con mayor fuerza esta pluralidad compleja. Por eso estas zonas son el desde
donde de la misión hoy. Porque en ellas se percibe y experimenta el presente como un manantial de las
presencias, y porque no decirlo también, de las ausencias.
En las zonas fronterizas las diversas presencias se entremezclan e interactúan con comodidad y
tensión, generando conflictos pero también alcanzando armonías. Allí fluye cada día la vida, porque
cada día irrumpe la alteridad. Entonces el envío, constituyente de toda misión, será “vayan y busquen la
alteridad”, a esos otro/aextraños, que muchas veces viven más cerca de lo imaginado, para que sean
otro/aprójimo. Porque “lo que ha hecho a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo han
hecho” (Mt 25,40). Camino al andar no duden en detenerse con cada extraño que encuentren, así como
magníficamente lo manifiesta la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 3037).
Entonces, si la nueva ecumene es la Creación de Dios, somos enviados desde y hacia el mundo
cosmos para ofrecer el sentido de la vida y la realidad como don: advenimiento sorpresivo cada vez que
hay un encuentro sincero y auténtico entre pueblos, culturas, naciones y personas diversas. Intercambio
y enriquecimientos entre sentidos y sentires de vida. Con esto se vuelven secundarias, que no significa
inútil, las categorizaciones de la actividad misionera según los territorios, los fenómenos sociales y los
ambientes. La disyuntiva principal ya no será cristianosno cristianos, como en el binomio Iglesia
Mundo, sino más bien vidamuerte: vida que reproduce “algo más” de vida cuando la alteridad es
vivida como gozo y don, muerte cuando hay “aún menos” vida a causa del encierro, rechazo e
indiferencia al otro, otra, Otro.
Si asumimos a cabalidad el binomio DiosCreación hemos de reconocer que la clasificación
propioajeno, como dos esferas totalmente separadas, se modifica. El otro soy yo, yo soy el otro. Esta
profunda verdad es la que atraviesa todo el evangelio de san Juan, llegando Jesús a afirmar: “yo estoy
en mi Padre y ustedes en mí y yo en ustedes” (Jn 14,20) o “todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío”
(Jn 17,10): yo en ti, tu en mí. No es una interpenetración que anula la personalidad o diferencias, sino
es reconocer el entramado profundo de la vida que nos hace a todos y todas miembros de una sola gran
familia. Transfiguración, mirada atenta desde nuevos ojos para ver y promover la presencia de Dios en
el mundocosmos.
Veamos ahora algunos lugares fronterizos concretos desde donde irrumpe con fuerza e ímpetu
la alteridad ofreciéndonos la posibilidad de vivir y explicitar el “yo en ti, tu en mí”.
4.2.2 Algunos lugares de la alteridad
Mostrado ya el desde donde como nueva ecumene, el siguiente interrogante es: ¿cuáles son
algunas de esas zonas fronterizas o, dicho con otras palabras, lugares de la alteridad? Podríamos
referirnos a muchos lugares de la alteridad pero quisiera centrarme en algunos que están presenten en el
texto bíblico que analizamos en el capítulo tres. Este acercamiento a los lugares de la alteridad surge de
la mirada desde abajo, es decir, desde esos los lugares más cotidianos que permiten percibir mejor por
donde, el sentido de la vida y realidad, va manifestándose y alimentando a las personas, casi como sin
querer queriendo.
Inicio con un simbolismo, que puede parecer algo banal, pero lo considero cargado de
significado, y por ende, puede ayudar a comprender mejor lo expresado hasta aquí sobre la alteridad
139
que desvela algo de uno mismo. Tal vez el primer lugar de la alteridad es el espejo. Ese espejo que
permite vernos, cada día, y frente al cual muchas veces nos descubrimos como otros. El espejo, de una
manera u otra, manifiesta esa alteridad que habita en cada uno. Por tanto, el otro/a ha de ser siempre un
espejo que permita a uno mismo verse mejor. No simplemente porque refleja, sino porque el otro es
parte de mí y yo de él. Entonces, así como cada día casi inevitablemente nos colocamos frente a un
espejo, estos lugares de la alteridad son una invitación a reconocer en cada otro/a un espejo en el cual
encontrarnos reflejado, no extraños sino prójimos que permiten a uno ese encuentro con uno mismo.
Interioridad que es exterioridad, exterioridad que es interioridad.
En la medida que nuestras mesas sean realmente comunes, donde puedan sentarse otras
creencias, otras maneras de alimentarse y otros alimentos, otras clases sociales y otras culturas, el
sentido de la vida y la realidad irá surgiendo como un advenimiento esperado, pero sorprendente. De
las hipotéticas setecientas treinta comidas anuales, ¿cuántas veces, como Jesús (Mc 2, 1317; 7, 123),
compartimos nuestra mesa con otros y otras, no simplemente cercanos y familiares, sino otros/as
extraño que empezarán a ser otros/asprójimos?
Una vez más la poseía expresa ese “algo más”, que en este caso puede manifestarse alrededor
de la mesa común, banquete de relaciones, como lugar de la alteridad:
“Quiero una mesa de cedro, hermano…
… a donde coman mis hijos, hermano,
el pan bendito y eterno.
O puede ser de algarrobo hermano,
o de madera de sueños
para que sueñen mis hijos, hermano,
en largas noches de invierno.
Yo quisiera que en mi mesa,
nadie se sienta extranjero,
que sea la mesa de todos,
territorio de silencios.
Que sea mesa de domingo,
mesa vestida de fiesta,
donde canten mis amigos,
esperanzas y tristezas.
Quiero una mesa bien fuerte, hermano,
hermano carpintero,
mesa de casa paterna, hermano,
de esas que aguantan el tiempo.
Mesa de quedarse solo, hermano,
y de llorar en silencio,
140
de olvidar ingratitudes, hermano,
y soñar con el regreso.” 26
La mesa, lugar de alteridad, es aquella donde “nadie se sienta extranjero, mesa de todos” y
también para “quedarse solo”, que es fuerte para soportar el tiempo y vestida de fiesta, de sueños y
llantos, de “esperanza y tristeza”. En esta mesa común la alteridad hace morada porque es un “territorio
de silencios”, lugar sagrado que nos abre al Misterio. Mesa común donde se experimenta la plenitud de
sentido: pan amasado entre los dientes, miradas cómplices que hablan sin palabras, festejo por la vida
alrededor del alimento.
Y no hay casas sin mesa. Entonces otr o lugar de la alter idad desde donde ha de brotar la
misiónmir ada atenta son las casas abier tas a todos y todas. La casa es el hogar vital donde la
percepción de acogida y bienestar expresa un sentido de vida en gestos, abrazos, silencios y diálogos.
“Recogimiento, interioridad, intimidad, concreción… son las categorías que definen el lugar
antropológico de la casa. El hombre existe recogiéndose en la casa y ‘saliendo’ de la casa, en un
movimiento alternativo y circular.” Por eso “la calidez, la dulzura, la protección, el gozo, se encuentran
más bien dentro de la casa y la dificultad y la lucha más bien fuera. Cuando esto no ocurre así, la
acción y la vida se derrumban.” 27 Esto demuestra que la casa es el lugar radical de identificación, y sin
este se imposibilitará los demás.
Podríamos preguntarnos si no resulta paradójico pensar que la casa sea un lugar de la alteridad,
cuando por excelencia es el lugar de la identidad. Pero justamente por eso, porque “construimos el
mundo a partir de este morar fundamental, que es mi más radical identidad” 28 , que son fundamentales
casas abiertas donde la convivencia con la alteridad posibilite aportar a un mundo donde la pluralidad
sea gozo y no amenaza.
“He aquí la paradoja: que entremos en casa siendo recibidos por Otro. (…) Es el Otro quien me
constituye.” 29 Entonces hay una radical alteridad en el imaginario de casa. Abrir las casas es aprender a
convivir con la alteridad. Vivir continuamente con ella, no sólo en ciertos momentos y espacios, sino
en mis espacios y mis tiempos. Abrir la casa es abrir la interioridad familiar, ensanchar la frontera
siempre “más allá”, un poco más, para dar espacio a otros, otras y Otro. Ese Otro que cada vez más
parece ser un extraño en nuestras casas, pero que si somos capaces de abrir nuestros hogares a los
demás, regresará a estar entre nosotros.
Casas abiertas, sus puertas y ventanas, para que entre el espíritu de otras creencias, el aroma de
otras culturas, la presencia de otros sujetos. Casa es interioridad, casa abierta es apertura de nuestra
26
J. C. C ARABAJAL, “La Mesa” (Canción)
27
J. M. E SQUIROL, Uno mismo y los otros. De las experiencias existenciales a la interculturalidad , Herder, Barcelona 2005,
25.
28
Ibidem.
29
Ídem, 30.
30
L. DUCH, Un extraño en nuestra casa , Herder, Barcelona 2007, 272.
141
interioridad para que la exterioridad habite en cada hogar. Quien abra mi puerta se sienta en casa, en el
hogar donde todo adquiere ritmo natural y simple.
Pero en nuestro presente, ¿dónde están esas casas que, como en la que se alojó Jesús en el
territorio fronterizo de Tiro, son abiertas para judíos, griegos y sirofenicias? ¿Serán esas casas abiertas
nuestras comunidades religiosas, nuestras parroquias, nuestros centros sociales y de actividades? O más
bien, ¿serán las casas de aquellos y aquellas, que de manera silenciosa y anónima, van reconstruyendo
el entramado de la vida? Las preguntas quedan sin responder.
Y las casas abiertas nos conducen a reflexionar sobre otro espacio abierto por naturaleza y que
es lugar de la alter idad: las zonas fronter izas de los continentes y naciones, de las ciudades y
pueblos. Allí donde, como ya hemos dicho, hay una ebullición de diversidad que interpela a ser
reconocida y encontrada. Las regiones fronterizas, como lugares de la alteridad, ponen de relieve que el
mundo es una zona fronteriza donde no hay ni centro ni periferias (culturales, religiosas o políticas),
sino más bien interconexiones continuas y dinámicas que se mueven al ritmo centrífugocentrípeto.
Entonces “la misión, con sus dos movimientos, las diástoles de la periferia del mundo y la sístole que
convoca, a partir de tal periferia para la liberación del centro, es el corazón de la Iglesia. Bajo el signo
del Reino, propone un mundo sin periferia y sin centro.” 31
Se esfuman los lugares fijos y delimitados entre religioso y areligioso, cristiano y no cristiano,
culturas superiores e inferiores, centros de poder y periferias. El mundo se manifiesta como
policéntrico, pero también como un todo fronterizo: casa abierta a todos y todas. Y estas zonas
fronterizas son las que revelan esta verdad del mundo, a veces ignorada o escondida. ¿Cuántas regiones
fronterizas del mundo manifiestan conflictos entre naciones, entre pueblos y regiones, pero también
entre grupos sociales, religiosos y culturales en una misma ciudad o barrio, en una misma iglesia o
comunidad religiosa?
La conflictividad de estas zonas fronterizas manifiesta un lugar de alteridad mal gestionado,
asumido y vivido. Tal vez porque falta desarrollar una espiritualidad o religiosidad de frontera, que
aporte a la convivencia intercultural y no al choque. En esto radica la importancia de estas zonas como
lugares de la alteridad desde donde la misiónmirada atenta pueda brotar. Porque allí confluyen,
muchas veces conflictivamente, múltiples sentires, maneras de estar y vivir en el mundo, diversos
sentidos de la vida y de la realidad.
Entonces, desde estas zonas fronterizas ha de surgir una religiosidad de la frontera 32 ,
caracterizada entre otras cosas por una mística de los ojos abiertos; un estar codo a codo con todos los
hombres; un giro del centro del yo al nosotros; recorriendo el difícil camino de la kénosis; yendo más
allá de los dualismos; a partir de una fe reflexiva y crítica. Religiosidad que emerge de “una nueva
actitud ante la vida: la del ser humano que siente el relámpago de lo divino recorriendo la realidad.
Experimenta entonces la comunión con lo trascendente y se siente partícipe de lo infinito.” 33 Por eso es
una religiosidad que
31
P. SUESS, Teología de la misión. Convocar y enviar: siervos y testigos del Reino, AbyaYala, Quito 2007, 12.
32
“La religiosidad de la frontera, que se vive en la profanidad, que desacraliza el mundo, lleva, como de vuelta, a vivir la
presencia del misterio de Dios recorriendo todos los entramados de la historia de los hombres. Toda la realidad está llena de
la presencia ausente de Dios. Allí donde se juega un ápice del destino humano está Dios. Barruntar y discernir esta
presencia en una historia llena de ambigüedades y de mecanismos que tienden a la ocultación de los procesos de
indiferencia e injusticia –productores de ingentes cantidades de dolor requiere conjuntar análisis social y profetismo,
racionalidad y mística.” (J. M. M ARDONES , En el umbra l del mañana. El cristianismo del futuro, PPC, Madrid 2000, 108)
33
Ibidem.
142
“nos sitúa en el centro de los problemas vitales de nuestro mundo y nuestro tiempo, como quería D.
Bonhoeffer. Pero por ello mismo nos remite más allá de la división o frontera entre creyentes y no creyentes.
Participamos de los problemas de los hombres, antes o más allá de las creencias. De ahí que está religiosidad
nos sitúe mano a mano con los no creyentes y con cualquier hombre de ‘buena voluntad’ a la búsqueda de las
soluciones o medidas para una humanización. Se difuminan las diferencias; se acercan los límites.” 34
El desde donde de estas regiones fronterizas, donde está latente esta religiosidad como
necesidad, nos permite vislumbrar que la misión ha de tener muy en cuenta “la búsqueda de las
soluciones o medidas para una humanización.” Entonces el para que de la misiónmirada atenta, que lo
desarrollaremos más adelante, pasa por participar “de los problemas de los hombres” y de la Creación,
para dejarse desvelar por el sentido como don.
Estos lugares de la alteridad, brevemente descritos, muestran que el desde dónde de la misión
mirada atenta permite recuperar los lugares vivencialmente cotidianos, no sólo como espacios de
testimonio sino de inspiración reflexiva y surgimiento de la misión. Esto porque son lugares de
profundo encuentro con el Misterio, más allá de su externa profanidad o mundaneidad. Estos espacios
laicales, como dirían algunos, a los cuales se podrían agregar otros como las plazas, los mercados
populares, las fiestas, los caminos, etc., manifiestan la nueva geografía misionera.
El desde donde de la misión ya no son ni las parroquias, o lo serán en la medida que sean
“casas” parroquiales, ni las diócesis, o lo serán en la medida que sus actores estén injertados en las
regiones fronterizas de su territorio, y muchos menos esos espacios eclesiales caracterizados por su
exclusividad, para algunos elegido, con tinte sectario y donde la identidad se fundamenta en la cerrazón
y no en la capacidad de apertura y diálogo.
Nuevo espacio misionero donde el parámetro de delimitación o estructuración no es la
condición religiosa de los destinatarios, sino qué tanta alteridad existe y es reconocida en un lugar. Este
parámetro se vuelve vital, porque es desde los espacios de pluralidad plural que el sentido de la vida y
la realidad pude manifestarse como don.
Entonces el parámetro del desde dónde de la misión sería más bien el sentido y sinsentido de
las personas. Recordando que hay muchas maneras, más allá del cristianismo y de las mismas
religiones, de encontrar un verdadero y real sentido de la vida. Por tanto, con aquellos que poseen un
sentido, misión será compartir nuestros sentidos de vida y realidad para enriquecernos, y augurándonos
que el sentido se manifieste como un don que irrumpe en nuestras vidas. Con aquellos y aquellas sin
sentidos será ofrecer, con respeto y mucho testimonio, nuestro sentido de vida. 35
En definitiva, estos lugares de la alteridad se convierten en el desde dónde de la misiónmirada
atenta porque son espacios donde Dios nos sorprende desvelándose de manera nueva, diciéndonos algo
para vivir bien y con mayor plenitud el presente. Como a Jesús en su encuentro con la sirofenicia. En
estos espacios la misión realmente brota desde el binomio DiosCreación en busca de una vida con “un
poco más” de sentido y significado.
34
Ídem, 110.
35
“La misión de la Iglesia, por tanto, pasa preferentemente por los ámbitos en que no hay experiencias salvífica. Si es cierto
que no puede ‘reducir su misión a las dimensiones de un proyecto puramente temporal’ (EN 32), no es menos cierto que
tampoco le es permitido ‘circunscribir su misión al solo terreno religioso’ (EN 34).” (E. B UENO DE LA F UENTE , La Iglesia en
la encrucijada de la misión , Verbo Divino, Estella 1999, 265)
143
4.3 Cómo mir amos: Una her menéutica misioner a capaz de vislumbr ar el entr amado tejido
de la r ealidad r eal
Próximo paso en la propuesta misionera que venimos desarrollando es explicitar cómo
desarrollar esta mirada atenta desde los lugares de la alteridad. ¿Cómo caminar para movernos de un
lugar a otro de la alteridad evitando la tentación del instalarse y acomodarse? Hacer del mismo camino
un lugar de alteridad, porque el camino nos une a los demás permitiendo fraternizar con la diversidad.
Entonces, profundizar el cómo de la misiónmirada atenta es profundizar en el camino, que en cada
presente se va abriendo y recorriendo, siempre nuevo y provisorio. Ese es el método, vocablo que
deriva del los términos griegos meta y odos que significan el camino que se sigue para alcanzar un
objetivo.
Desarrollar la misiónmirada atenta es recorrer un camino que se va haciendo en cada momento:
“Caminante, son tus huellas / el camino, y nada más; / caminante, no hay camino, /se hace camino al
andar.” 36 Por tanto, lo importante no son las recetas y planes estratégicos 37 , sino ofrecer algunos
instrumentos o herramientas (brújula, mapa, etc.) para que cada uno se aventure a abrir y recorrer, en
cada presente, ese camino hacia y desde Dios. Gestar esa imprescindible actitud existencial y sapiencial
que permite mirar atentamente: respetar la fragilidad y complejidad del Misterio que habita en uno
mismo, los demás y el cosmos.
El interrogante que nos interesa profundizar es ¿cómo desarrollar esa mirada atenta que permite
interfecundarnos con la alteridad y generar espacios alternativos de vida? Esa mirada ha de partir de la
necesidad de una nueva ligazón con el cielo exigida por la actual “intemperie espiritual” donde las
grandes ideologías han caído y hay una fuerte desconfianza a las instituciones. Para esto no es
suficiente saber desde donde, sino es necesario preguntarnos: ¿cómo escuchar a Dios hoy para poder
decir algo sobre él?, o dicho con otras palabras, ¿como experimentar el Misterio desde un contexto
sumamente plural y diverso para tener algo que ofrecer (el sentido como don) a los demás?
Entonces, el cómo de la misión pasa principalmente por desarrollar una hermenéutica que
permita vislumbrar el Misterio: dejarse rozar por el entramado tejido de la realidad real. Esa
experiencia fundante es la que permite hablar de Dios en y desde cada presente. Una hermenéutica del
presente que escruta el sentido de la vida y la realidad en cada momento porque es capaz de dialogar
con otras culturas, con otras experiencias de fe y con las ciencias. Por tanto, hermenéutica que brota de
la racionalidad intercultural (cf. apartado 1.2.4).
Retomando la imagen del camino, esta hermenéutica se manifiesta en el andar, porque es
caminando que descubrimos “que muchos caminos se cruzan. No existe la hegemonía del camino único
o de la interpretación definitiva de la realidad. Nadie tiene la última palabra. Nuevas mezclas, puntos
de vista diferentes y enfoques inusitados recuerdan la posibilidad de otros caminos.” Por eso “la verdad
del camino es una opción histórica, no una necesidad”. Opción histórica que se juega en cada presente,
abriendo camino y recorriéndolo, “porque todos los caminos nos hablan; están llenos de sabiduría, de
alegría, de dolores. En la escuela de la vida, todos los caminos pueden tener sentido.” 38
36
A. M ACHADO, Poesías completas, Espasa Calpe, Madrid 1997, 239.
37
Es importante prevenir que al hablar del cómo de la misión, no nos interesa desarrollar estrategias claras y precisas,
meticulosos métodos misioneros, programaciones con metas y objetivos, aún si puede que éstas sean necesarias.
38
P. SUESS, Teología de la misión. Convocar y enviar: siervos y testigos del Reino, AbyaYala, Quito 2007, 63.
144
La hermenéutica misionera que brinda mirada atenta es camino siempre provisional y temporal,
siempre haciéndose y rehaciéndose; ya que aunque se lo recorra nuevamente no es lo mismo. “Porque
el andar cambia la perspectiva de los caminantes y la percepción de la realidad. El problema y sus
soluciones están, muchas veces en la perspectiva, el enfoque y el ángulo del problema. El camino
cambia la perspectiva.” 39 Cada presente es único, son nuevos horizontes que se abren y vienen a
nuestro encuentro: sentido de la vida que irrumpe.
Siempre estamos en camino porque “llegar será algo absoluto y humanamente imposible,” por
eso “’caminar’ es siempre relativo.” Jesús mismo se manifestó como camino (cf. Jn 14, 6) hacia el
Padre, pero nunca como meta y punto de llegada. La “verdad y vida están entrelazadas en la relatividad
y relacionalidad del camino. Éste relativiza las afirmaciones y los resultados absolutos.” 40
Lo representado y simbolizado con el camino nos manifiesta que el cómo de la misión es
siempre provisional. El cómo mirar atentamente es una continua exigencia ética por no detenerse,
continuo envío hacia la alteridad recorriendo caminos no trazados, ajenos e inciertos, sinuosos y llanos,
pedregosos y asfaltados. Esto porque
“nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol…
y un camino virgen
Dios.” 41
Pero el no poder señalar un camino preciso, claro y objetivo no significa asumir el relativismo y
la incertidumbre total. Todo camino se recorre con instrumentos. Por tanto, también este camino
hermenéutico misionero, para vislumbrar el entramado tejido de la realidad real, requiere de algunos
instrumentos existenciales. Instrumentos que luego cada sujeto, desde su contexto, los utilizará según
las circunstancias, apropiándoselos y asumiendo unos más que otros, pero llevándolos siempre como
un bagaje para recorrer y abrir camino al andar. Existenciales porque no son meros objetos sino medios
íntimamente relacionados con el entramado tejido vital. Profundizaremos algunos de estos instrumentos
existenciales para ir haciendo camino en la búsqueda constante del “otro tiempo”: el presente, la
realidad real.
4.3.1 Dejarnos rozar por el Misterio a través de la diversidad
Resulta imposible abrir camino al andar sin un horizonte, un hacia donde. Por eso la misión
mirada atenta ante todo es escucha del Misterio. Experiencia mística capaz de ver más que lejos, pero
sobre todo de adentrarse en la profundidad de la alteridad. Escuchar es oír, hablar, descifrar y decir (cf.
apartado 2.4) la diversidad de presencias, la alteridad humana, cósmica y divina. Escuchar en estas
presencias la Presencia, poniendo en cuestión nuestra imagen de Dios, permitiendo evitar la
ideologización y manipulación del Misterio 42 .
39
Ibidem.
40
Ídem, 67.
41
LEÓN FELIPE, citado en L. DUCH, Un extra ño en nuestra casa , Herder, Barcelona 2007, 125.
42
“Los místicos, en efecto, no son meros especialistas religiosos ni gestores de lo sagrado. Son ‘expertos de Dios’. No
porque acumulen conocimiento sobre la naturaleza, sino porque han aprendido a padecer su presencia y ese padecimiento ha
145
Para la misión es fundamental la mística porque “la misión no es una tarea entre otras tareas,
sino la esencia de la vida cristiana. La mística es la energía vital de la misión. Con esta energía, la
misión asume la tarea de transformar al mundo y revelar el Reino.” Y es bueno subrayar que
“transformación y revelación se dan en la vida diaria.” 43 Por tanto brújula de un auténtico camino
misionero es esta experiencia de fe que marca el “norte”, da una dirección al itinerario, un “la” a cada
presente, por el simple hecho que la mística
“supera, sin negarlo en su propio orden, una determinada forma de conocimiento, abriendo a la vez la razón
humana las posibilidades insospechadas del infinito, del Misterio, de Dios. De esta apertura se alimenta la
experiencia mística y la reflexión teológica (…). El místico puede ciertamente ser comparado al explorador
de esa tierra, incógnita para los sentidos y el entendimiento conceptual discursivo, del Misterio que habita a la
persona.” 44
Entonces la mirada del caminante, desde la unión con Dios que le permite explorar esa tierra
incógnita para la razón conceptual, podrá percibir algo “del Misterio que habita a la persona” y por
tanto decir algo sobre el mismo. Esta accióncontemplación, desarrollará una mirada atenta y sensible
capaz de descubrir en sabidurías o religiones ajenas, esa misma Presencia.
Será una mirada respetuosa de la fragilidad y complejidad ajena, tanto humana como cósmica.
Gracias a esta conciencia de la fragilidad y complejidad presente en la alteridad, pero también en uno
mismo, esta mirada atentamente respetuosa será capaz de reconocer su límite y cierta incertidumbre.
Esto porque en uno mismo y en los demás hay un secreto, que se desvela y vela al mismo tiempo.
Secreto que ha de ser respetado, y por lo mismo, manifiesta “algo más”. C. G. Jung refiriendo a su
encuentro con un indio de Nueva México, relata:
“Nunca anteriormente había notado aún tal atmósfera de misterio, pues las religiones de los actuales pueblos
civilizados son todas accesibles. (…) Pero aquí el aire estaba saturado de misterio, lo que era consciente para
todos, pero inaccesible a los blancos. (…) Sin embargo, no lo sentí como un secreto insidioso, sino como un
secreto vital, cuya revelación comportaba peligro tanto para el individuo como para la colectividad. El
guardar el secreto da al ‘pueblo’ orgullo y fuerza de resistencia frente al dominio del blanco. Le da unidad y
firmeza y se siente como certeza que los ‘pueblos’ existirán como colectividades independientes mientras sus
misterios no sean desvelados.” 45
Por tanto, aprender de las demás sabidurías y religiones se vuelve algo urgente y necesario. Y
este aprender no consiste en desvelar sus secretos íntimos, sino aprender a ver, desde el punto de vista
del otro, lo propio. Visitar la otra orilla para descubrir nuevas perspectivas, enfoques y miradas que
descubren nuevos accesos y percepciones del sentido de la vida y la realidad.
reducido a cenizas todas sus representaciones figuradas, imaginativas o pensadas de esa Presencia y todos los esfuerzos por
disponer de ella y dominarla.” (J. M. VELASCO, Mística y humanismo , PPC, Madrid 2007, 7)
43
P. SUESS, Teología de la misión. Convocar y enviar: siervos y testigos del Reino, AbyaYala, Quito 2007, 61.
44
J. M. V ELASCO, Mística y humanismo, PPC, Madrid 2007, 135.
45
C. G. J UNG, Recuerdos, sueños, pensamientos, Seix Barral, Buenos Aires 2002, 294.
146
Entonces, un elemento fundamental del cómo misionarmirar atentamente es percibir el “secreto
vital” de cada lugar de la alteridad. No para desvelarlo y poseerlo, sino desde estos ambientes de
pluralidad sociocultural y religiosa, abrir “caminos de comunicación con la condición de que todas las
culturas respeten recíprocamente sus silencios y sus misterios.” 46 Multiplicar estos caminos de
comunicación del secreto vital permitirá ir gestando espacios sapienciales e interculturales donde
irrumpe la vida.
4.3.2 Interrelación y complementariedad del anunciotestimoniodiálogo
Desde este respeto recíproco del “secreto vital” que habita en cada persona y grupos humanos,
quisiera afrontar una temática más bien eclesial sobre el cómo de la misión. A este punto puede surgir
un cuestionamiento a la propuesta que venimos desarrollando: ¿y donde queda el anuncio que hemos
sido amados y salvados por Dios a través de Jesucristo? En lo que sigue buscamos responder a este
interrogante pero, valga la redundancia, lo haremos teniendo como punto de partida la siempre
necesaria y urgente experiencia religiosa de la que hablamos antes. Sin la accióncontemplación, en
palabras de O. Paz, que nos permite ser rozados y tocados por el Misterio, es inútil reflexionar sobre el
anuncio.
Abordar la temática del anuncio sin hacer referencia al testimonio es un error, por el simple
hecho que “el testimonio de vida cristiana es la primera e insustituible forma de la misión” (RM 42a).
A su vez no hay testimonio cristiano sin diálogo. “La misión debe ser siempre dialogal y dialogante.
Una actitud contraria no sería coherente con el evangelio de Dios en Jesucristo.” 47 Entonces el desafío
es reflexionar la interrelación que existe entre anunciotestimonio y diálogo, ya que estos tres
elementos son constitutivos del cómo desarrollar la misiónmirada atenta.
Considero que el testimonio, fuente de toda auténtica misión, es el elemento que cohesiona y da
vitalidad a los otros dos: el anuncio y el diálogo. Dicho con otras palabras, la misión es testimoniar ese
encuentro transformador con el Misterio a través del anuncio y el diálogo, como bien nos lo transmite
la comunidad joánica: lo que hemos oído y hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y
tocado con nuestras manos, la Vida, eso les testimoniamos y anunciamos (cf. 1Jn 1,12).
Los dos pulmones, los dos ojos, las dos alas del testimonio son el anuncio y el diálogo,
complementándose e interrelacionándose en una triada misionera. Entonces, “diálogo, testimonio y
anuncio pueden realizar cambios significativos. Y con los ‘cambios significativos’ ya estamos en la
esfera de la ‘conversión recíproca’ y la construcción del Reino.” 48 El desafío constante en el camino
misionero es integrar armónicamente estos tres elementos, generando una acción transformadora que
irrumpe en las personas, haciendo que la vida sea más justa, digna y solidaria. Profundicemos cómo se
da esta interrelación.
Primeramente podemos afirmar que el testimonio ya es anuncio y diálogo. Esto es posible
porque el testimonio trasmite
“la realidad, la presencia de una persona y la fidelidad a la misma. En la comunicación de doctrinas e incluso
en la de ejemplos existe una distancia entre el contenido de la transmisión y la persona que lo transmite; en el
testimonio, en cambio, la implicación entre el contenido de la transmisión y el medio por el que se transmiten
46
P. SUESS, Teología de la misión. Convocar y enviar: siervos y testigos del Reino, AbyaYala, Quito 2007, 160.
47
E. BUENO DE LA F UENTE , La Iglesia en la encrucijada de la misión, Verbo Divino, Estella 1999, 292.
48
P. SUESS, Teología de la misión. Convocar y enviar: siervos y testigos del Reino, AbyaYala, Quito 2007, 178.
147
es tan estrecha que en este caso el medio de la transmisión es la persona misma del testigo: ‘seréis mis
testigos’.” 49
Por tanto cada momento de nuestra vida es anunciar, y dependiendo cómo vivimos a nivel
personal, comunitario, social y cultural, nuestro anuncio trasmitirá “Buena Noticia” o también “malas
noticias”. El anunció explícito no es sólo por medio de la palabra hecha doctrina, el primordial anuncio
cabalmente explícito es nuestra vida. Por eso, todo testimonio es anuncio. Según cómo experimentamos
el Misterio, qué es lo que hemos oído, visto y tocado con nuestras manos, será nuestro anuncio.
Anuncio de vida o de muerte, de gozo o mayor angustia, anuncio que libera u oprime.
Pero el testimonio es también diálogo. Acaso podemos testimoniar algo del Misterio, de la Vida
como nos dirían el evangelista Juan, si no hemos dialogado con la Vida, con el Misterio. Dicho con
otras palabras, “es la peculiaridad misma de la mediación cristológica la que exige una relación
dialógica y dialogal con los miembros de otras religiones.” 50 No sólo con los miembros de otras
religiones sino con toda alteridad. Ser testigos es vivir la alteridad, el radical “yo en ti, tu en mí”:
diálogo profundamente vital con uno mismo, con los demás y con la creación.
Y si consideramos que “toda vocación es un envío, no un privilegio que dé seguridad sino un
servicio que tiende a la entrega”, entonces el envío misionero es un caminar hacia el diálogo en
búsqueda de la alteridad. Esto impulsa “un ejercicio de la misión entendido como testimonio dialogal y
servicial.” 51 El testimonio es sustancialmente dialógico, de lo contrario es ensimismamiento en uno
mismo, instrumentalización del otro.
A su vez todo diálogo es testimonio y anuncio. ¿Acaso podemos comunicar algo a los demás
si no somos testigos de ese “algo más”? Dialogar con los demás es testimoniar el actuar de Dios en la
historia, porque “el diálogo no nace de una táctica o de un interés, sino que es una actividad con
motivaciones, exigencias y dignidad propias: es exigido por el profundo respeto hacia todo lo que en el
hombre ha obrado el Espíritu, que ‘sopla donde quiere’” (RM 56).
Además el diálogo es posible en la medida que “existe un testimonio recíproco” más allá de las
diferencias religiosas, culturales y sociales. Porque es el testimonio el que permite “un progreso común
en el camino de búsqueda y experiencia religiosa y, al mismo tiempo, superar prejuicios, intolerancias
y malentendidos” (RM 56b). Por todo esto el diálogo es purificación y conversión, despojo de las falsas
seguridades ideológicas y también de aquellas mentirosas superioridades.
“El diálogo libre y sincero es encuentro, comunicación personal, aceptación de la verdad más grande,
agradecimiento por la apertura de posibilidades, esperanza en una novedad que no se agota, ilusión por el
advenimiento de lo inesperado. El diálogo se sabe necesitado de los otros y necesario para los otros. Así se
despejan las sombras del proselitismo y del sectarismo.” 52
Y el diálogo es también ya anuncio, comunicación del mensaje evangélico, porque todo anuncio
“tiene que ser progresivo y paciente, ir al paso de quienes escuchan el mensaje respetando su libertad y
también su lentitud en creer” (DyA 69). Además dialogar exige “ser coherente con las propias
tradiciones y convicciones religiosas y abierto para comprender las del otro” (RM 56b). En el auténtico
diálogo no se puede colocar entre paréntesis las creencias y convicciones de uno, por eso ya se anuncia
de lo que uno vive y cree.
49
JUAN M ARTÍN VELASCO, La transmisión de la fe en la sociedad contemporánea , Sal Terrae, Santander 2002, 98.
50
E. BUENO DE LA F UENTE , La Iglesia en la encrucijada de la misión, Verbo Divino, Estella 1999, 289.
51
Ídem, 286.
52
Ídem, 295.
148
Esto nos conduce a comprobar que todo anuncio ha de ser desde el diálogo y el testimonio
porque
“diálogo y anuncio no pueden identificarse pero tampoco pueden desvincularse. Íntimamente ligados, no son
intercambiables. Son momentos internos de una misma realidad: la evangelización. (…) La relación es más
íntima: ni el diálogo es tal si no pronuncia el nombre personal de aquel en virtud del cual se habla, ni el
anuncio puede ser cristiano si no se realiza en el encuentro personal con los destinatarios.” 53
No hay un verdadero anuncio de cómo hemos oído, visto y tocado la Vida sin una actitud
dialogantes. El anuncio sin diálogo y testimonio se convierte en un monólogo monocultural y religioso:
proselitismo, sumisión de los demás a nuestra misión. Entonces el anuncio del contenido kerygmático
ha de estar siempre precedido, tanto temporalmente como sustancialmente, por el diálogo y el
testimonio, porque el “anuncio se hace en el contexto de la vida del hombre y de los pueblos que lo
reciben. Debe hacerse además con una actitud de amor y de estima hacia quien escucha, con un
lenguaje concreto adaptado las circunstancias” (RM 44c).
4.3.3 La sabiduría que brota del diálogo con otros saberes culturales y científicos
Otro aspecto importante en el cómo de esta misión que abre camino al andar es el diálogo con
otras sabidurías y ciencias. Este es otro de los lugares de la alteridad, allí donde la alteridad adquiere el
variopinto rostro de otros pensamientos, otras maneras de concebir la realidad y el ser humano, otra
manera de estar en el mundo. Este lugar de la alteridad nos interpela al diálogo en busca de una razón
más cordial y un discurso más vital, fruto del ejercicio de la racionalidad intercultural. Donde la
sabiduría, ese conocimiento que permite una buena vida o un vivir bien, va brotando del diálogo de la
teología con otras ciencias, que no son sólo la filosofía, la antropología y sociología, sino también las
ciencias naturales. Pero también un diálogo con otros saberes populares, tan valiosos e imprescindibles
como el científico. Saberes culturales, “secretos vitales” que dan vida, fuerza y razón de ser a tantos
pueblos y culturas.
Pero, ¿cómo desarrollar este pensamiento vital y sapiencial? ¿Qué actitudes exige? ¿Qué
desafíos comporta? Ante todo exige a la teología, al discurso sobre Dios, un reaprendizaje y una
reubicación cultural. Es hora de asumir con cabalidad, algo que ha estado latente en toda nuestra
reflexión:
53
Ídem, 298.
54
P. SUESS, Teología de la misión. Convocar y enviar: siervos y testigos del Reino, AbyaYala, Quito 2007, 197.
149
“estar dispuesto a una búsqueda renovada de la verdad. La verdad es siempre un camino, accesible por vías
diversas, por lo que requiere la compañía, la voz y la experiencia de otros. Sobre todo en el ámbito de lo
sagrado y de lo trascendente, su verdad se comunica en muchos destellos, irisaciones, desvelamientos que no
deben ser rechazados simplemente porque tengan lugar al margen del cristianismo visible. Es (sobre todo en
el campo religioso) la verdad la que se ofrece y acoge; la que ‘tiene’ a los hombres. Si los hombres (aun
creyentes) creen tener o poseer la verdad, han aniquilado su anchura y su profundidad.” 55
La verdad no es posesión de ninguna cultura o religión, ni grupo elitista. La verdad “es siempre
un camino” que “se comunica en muchos destellos”. Por tanto estamos siempre en búsqueda de la
verdad, y para ellos necesitamos de las otras ciencias y sabidurías milenarias. La verdad es siempre
provisional, siempre “más allá”, horizonte que nos pone en camino junto con otros y otras. Desde esta
radical reubicación, el discurso sobre Dios podrá recuperar cierta significación en nuestras sociedades,
por esto el diálogo con otros saberes se vuelve fundamental.
La sabiduría es aquella que cohesiona este nuevo pensamiento que surge a partir de una actitud
de diálogo, no solo vivencial como hemos venido desarrollando en los apartados anteriores, sino
también intelectual. Esto porque la sabiduría nos remite a esa capacidad de saborear la vida, pero sobre
todo la verdad. Además de esta capacidad de saborear y gustar la vida, la verdad se va manifestando,
no a través de grandes elucubraciones, conocimientos deductivos y magníficas argumentaciones, sino
como linfa vital que nos alimenta para vivir con mayor plenitud la vida. Es una manifestación del
Misterio en nuestras vidas. Por eso
“tanto en el vocabulario bíblico como en el discurso religioso contemporáneo, la palabra ‘sabiduría’ tiene un
doble significado: puede aludir ora a una característica de la vida de las personas, ora a una representación de
la Divinidad [o ambas a la vez]. La sabiduría no constituye, en ninguna de sus acepciones, un patrimonio
exclusivo de las tradiciones bíblicas, sino que se halla presente en el imaginario y en los escritos de todas las
religiones conocidas. Es transcultural [nosotros diríamos intercultural], internacional, interreligiosa. Se trata
de un conocimiento práctico que se obtiene de la experiencia y de la vida cotidiana, pero también del estudio
de la creación y de la naturaleza humana.” 56
El conocimiento sapiencial surge del diálogo, de las experiencias de diálogo cotidiano con
aquellos que son diversos a uno mismo, pero también del reconocimiento de la alteridad que es la
creación. La sabiduría no es un conocimiento especializado, en el sentido de sólo para algunos
especialistas, sino abierto a todo ser humano que desee cultivar una mirada atenta de la vida. Es un
conocimiento potencialmente presente en todas las culturas, religiones y naciones. Sin fronteras de
grados académicos, de roles y ministerios sagrados, de riqueza económica.
Para la literatura sapiencial bíblica la sabiduría es “la actitud y el método conducentes a la
autorrealización del hombre, tanto en la esfera humana cuanto profesional.” Y para el israelita esta
autorrealización “se expresaba en términos de relación con el mundo, con los demás y con Dios.”
Porque él “percibía como un todo bien entramado tanto el cosmos cuanto el mundo de las relaciones
55
E. BUENO DE LA F UENTE , La Iglesia en la encrucijada de la misión, Verbo Divino, Estella 1999, 295.
56
E. S CHÜSSLER FIORENZA, Los caminos de la Sabiduría . Una introducción a la interpretación feminista de la Biblia , Sal
Terrae, Santander 2004, 3940.
150
humanas. El camino de la sabiduría implicaba un conocimiento práctico de ambas realidades
‘ordenadas’.” 57 Y cabe destacar que “sin rechazar explícitamente el valor y el éxito del esfuerzo
humano en la búsqueda y la consecución de la sabiduría conciben a ésta como don, un don
condicionado casi siempre por la actitud religiosa: el temor/respeto del Señor.” 58
Y de esta sabiduría necesita hoy más que nunca la misión y también la teología: reflexión
sapiencial que, siempre en diálogo con otras ciencias y saberes, haga que el hablar sobre Dios sea
significante y donador de sentido. Reflexión sapiencial que manifieste la síntesis vital entre
espiritualidad y pensamiento, que sea capaz de escuchar y aprender de la sabiduría popular de otro
pueblo y dirigirse con el lenguaje de ella. Reflexión sapiencial que haga brotar un pensamiento como
amor, diálogo y encuentro con la Sabiduría que está junto a Dios pero también en la historia de la
humanidad (cf. Sab 9,9; 1019). Sabiduría como capacidad de superar el fragmento del conocimiento y
percibir la interrelacionalidad de todo lo creado e increado.
“Conjugar inteligencia artificial con alma de poeta”, capacidad de desarrollar, gracias al
continuo ejercicio del diálogo, no sólo un pensamiento interdisciplinario sino también intercultural e
transdisciplinar 60 . Y cabe reconocer que
“el horizonte inaugurado por la perspectiva transdisciplinar trae consigo una oportunidad histórica para la
teología: salir del aislamiento plurisecular al cual estuvo marginada y colocarse en juego como una específica
forma al lado de otras formas del saber contemporáneo manteniendo su propia autonomía y distinción de
aquellas, pero también siendo capaz de superar cualquier forma de autoreferencialidad.” 61
Desde esta nueva perspectiva el misionero/a, para desarrollar esta mirada atenta que va abriendo
camino entre las ciencias y saberes, tendrá que ser capaz de conocer y dialogar con otras ciencias como
la física, la química, la biología, además de la psicología, la antropología, la sociología. Pero también
para llegar al corazón del otro y la otra será necesario entrar en los universos simbólicos de las culturas
y religiones, no simplemente para saber cómo conviven con la vida, sino en busca de ir forjando una
sabiduría que no excluya nada ni nadie.
Gran desafío ha de afrontar la teología, la reflexión sobre Dios, si realmente desea promover y
difundir un pensamiento sapiencial que sea relevante para todos y todas. Pensamiento sapiencial que ha
57
V. MORLA ASENSIO, Libros sapiencia les y otros escritos, Verbo Divino, Estella 2000, 39.
58
Ídem, 43.
59
J. M. M ARDONES, La vida del símbolo: la dimensión simbólica de la religión , Sal Térrea, Santander 2003, 263.
60
Cf. Carta de la Transdiciplina riedad, Convento de Arrábida, noviembre de 1994, en
http://www.filosofia.org/cod/c1994tra.htm. Entre otras cosas afirma que: Artículo 3. La transdisciplinariedad es
complementaria al enfoque disciplinario; hace emerger de la confrontación de las disciplinas nuevos datos que las articulan
entre sí, y nos ofrece una nueva visión de la naturaleza y de la realidad. La transdisciplinariedad no busca el dominio de
muchas disciplinas, sino la apertura de todas las disciplinas a aquellos que las atraviesan y las trascienden. Artículo 5. La
visión transdisciplinaria es decididamente abierta en la medida que ella trasciende el dominio de las ciencias exactas por su
diálogo y su reconciliación, no solamente con las ciencias humanas sino también con el arte, la literatura, la poesía y la
experiencia interior. Artículo 9. La transdisciplinariedad conduce a una actitud abierta hacia los mitos y las religiones y
hacia quienes los respetan en un espíritu transdisciplinario.
61
S. RONDINARA, Interpretazione del reale tra scienza e teologia , Cittá Nova, Roma 2007, 77. Traducción propia.
151
de tener como horizonte, desde este diálogo transdisciplinar, el gestar una unidad, respetando la
diversidad del pensamiento. Integración del pensamiento que, en medio de la actual fragmentación
fruto de la super especialización, sea una alternativa para ofrecer, desde el conocimiento, un sentido de
la vida y la realidad. Para lograr esto será necesario, ya que no basta la buena voluntad y capacidad, “el
coraje de un cierto despojo de sí en el plano intelectual para que la contribución del otro y la autentica
oferta del propio ‘don de ciencia’ sean acciones y estimulantes para un crecimiento común en la
sabiduría.” 62
Esto es fundamental, porque sólo desde una dinámica dialógica que asume el despojo de la
propia idea como momento crucial, se podrá abrir
“un sendero hacia la unicidad del saber donde cada disciplina, aunque manteniéndose fiel a su objeto de
estudio y a la propia metodología, es capaz de acoger los contenidos de verdad provenientes de otras
disciplinas, dejarse interrogar por ellas y entrar en una dimensión nueva, aquella de la verdad de todos los
saberes en la sabiduría, en el amor.” 63
Pero hemos de reconocer que para abrir y recorrer esos caminos es necesaria una actitud crítica
profética. Saber “encarnar gestos y modos de vivir” que provoquen nuevos modos de vida. Un
pensamiento crítico que sepa asumir la incerteza y la incertidumbre presente en toda concepción de la
verdad como camino que se va trazando. Por tanto crítica a toda ideologización, pretensión de
sistematización y argumentación totalitaria de la verdad del Misterio. Pensamiento crítico capaz de
colocar y recolocar a la teología siempre en la frontera, explorando nuevos rumbos y destinos. Siempre
haciéndose y rehaciéndose desde un discurso autobiográfico y narrativo.
Serán estas personas creativas las que darán vida a la sabiduría con sus diversos lenguajes:
científico, poético, simbólico, cósmico, divino, de la dignidad, etc. Así irán surgiendo, desde el diálogo
del cual brota la sabiduría, nuevos lenguajes significativos y relevantes para la nueva ecumene que es la
Creación de Dios. Y porque nacen desde la tensión creativa y con actitud crítica, serán lenguajes
concientes de su insuficiencia, continua provisionalidad acompañada de necesidad, para gestar,
comprender y vivir la justiciadignidadsolidariedad.
62
Ídem, 84. Traducción propia.
63
Ídem, 88. Traducción propia.
64
“Tanto las fuerzas centrífugas como las centrípetas en el paradigma emergente –diversidad versus unidad, divergencia
versus integración, pluralismo versus holismo tendrán que ser tomadas en cuenta en todo el proceso. Una noción crítica en
este sentido será la de tensión creativa : únicamente en el marco de este campo de fuerzas de aparentes opuestos
empezaremos a aproximarnos a una manera de hacer teología que sea significativa para nuestra propia época.” (D. J. BOSCH,
Misión en transformación. Cambios de paradigma en la teología de la misión, Libros Desafíos, Michigan 2000, 450)
65
J. M. M ARDONES, La vida del símbolo: la dimensión simbólica de la religión , Sal Térrea, Santander 2003, 263.
152
Resumiendo el recorrido realizado sobre el cómo mirar para desarrollar esta propuesta
misionera intercultural podemos afirmar que la hermenéutica capaz de vislumbrar el entramado tejido
de la realidad real exige ensanchar nuestro corazón, nuestro espíritu y nuestro pensamiento. Ensanchar
no para abarcar más y dominar, sino para dejarnos interrogar y desestructurar por otros afectos y
sentimientos vitales; por otros modos de oír, ver y tocar el Misterio y compartirlo a los demás; por
otros sentido de vida presentes en la ciencias y saberes populares. ¿Cómo mirar atentamente?
Ensanchando nuestra mirada espiritual, afectiva y racional para aprender a mirar desde otras orillas
nuestros propios pensamientos, sentimientos y experiencia religiosa. Caminar ensanchado la mirada, es
caminar poniendo en cuestión a nosotros mismos y también a los demás. Caminar más bien
interrogándonos que afirmando. Caminar para ir saboreando la sabiduría que se va manifestando,
sabiduría que es una experiencia existencial que engloba espíritu, mente y cuerpo.
La misión intercultural se va manifestando en el camino (método), no tanto sumando otros a
nuestros camino (método), sino caminando por los caminos (métodos) de los demás para regresar a
nuestro camino (método) y recorrerlo de manera nueva, percibiendo cosas desconocidas, dejándonos
rozar por el “secreto vital” del cual surge la energía de la vida.
4.4 Para qué mir amos: Hacia una convivencia inter cultur al generando alter nativas de
vida en el pr esente
La apuesta misionera actual pasa por asumir plenamente la tensionalidad característica de
nuestro tiempo: la tensión entre la interioridad y exterioridad humana, entre pasado y futuro, entre
centro y periferia, entre desarrollo y medioambiente, entre ya y todavía no, entre individualismo y aldea
común, entre libertad y democracia formales, etc. Sólo adentrándose en la actualidad se podrá ofrecer
una esperanza: la esperanza que es posible vivir la tensionalidad como armonía tensional en continua
realización. Esperanza como sentido de la vida y la realidad que irrumpe como don porque
“nosotros no construimos la esperanza; la recibimos como don, como energía que rebasa los cálculos y obras
de beneficencia humanas. El don no dispensa su esfuerzo. Vivimos esta esperanza compartiendo lo poco que
tenemos, en las causas del Reino que defendemos y la articulación de los pocos que somos. El don de la
esperanza que marca nuestra existencia es al mismo tiempo histórico y escatológico, siempre incompleto y en
lucha con los poderes de la muerte’.” 66
66
P. SUESS, Teología de la misión. Convocar y enviar: siervos y testigos del Reino, AbyaYala, Quito 2007, 13.
153
aunque de manera opaca, en medio del presente sombrío, lo ilumina y le da sentido. Es un sendero que va
más allá del optimismo de la Ilustración y el pesimismo posterior.” 67
Presentar el Reino es asumir el desafío de contribuir a una sociedad global donde sea, no sólo
posible sino necesaria, una convivencia intercultural. Y no una convivencia intercultural como utopía o
sueño, sino como realidad posible en cada presente, en el ahora. Recordemos que la misión de la iglesia
“se realiza con cierta urgencia escatológica. El anuncio del Reino, a través de la realización del ‘nuevo
mandamiento’, es un asunto urgente, de vida o muerte. La misión no puede esperar a mañana porque la vida
no puede esperar. ‘La caridad de Cristo nos impulsa’ (2Cor 5,14) a destruir las estructuras de la muerte, a
interrumpir la lógica de los sistemas y cuestionar la lentitud de las burocracias. La vida es siempre para hoy.
La esperanza es para ahora.” 68
Nuestra mirada atenta tiene como finalidad, su para qué , luchar contra todo aquello que impone
muerte: individualismo lacerante, fundamentalismos resurgentes, terrorismo latente, indiferencia
discriminante, marginación social, explotación económica, etc. Porque, “si pretendemos cerrar los ojos
ante estas realidades no somos defensores de la vida del Reino y nos situamos en el camino de la
muerte” (DA 358). Luchar contra “las estructuras de la muerte”, rompiendo sus lógicas, significa
promover esa esperanza que late en nuestros pueblos y que “se experimenta y alimenta en el presente,
gracias a los dones y signos de vida nueva que se comparten” (DA 536). Por tanto “la vida es siempre
para hoy”, “la esperanza es para ahora”. 69
La misión se inserta en la tensionalidad del mundo actual con urgencia, y hasta cierta angustia,
para ofrecer la posibilidad de otra vida en esta vida. Pero no como simple anuncio predicativo, sino
restableciendo las relaciones. Haciendo que la relación entre los individuos, entre los pueblos y
naciones, entre las culturas y continentes, entre los seres humanos y el cosmos sean “algo más”
equitativas, horizontales, dignas y justas. Haciendo del que sufre por las desigualdades económicas, las
diferencias discriminantes y marginadoras, la desconexión a la educación y mundo de la información,
su punto de partida y constante verificación. Porque “en cada aquí y ahora, la imagen de Dios que el
mismo Dios nos propone es la del o de la sufriente: ‘lo que hiciste con uno de estos hermanos más
pequeños, conmigo lo hicisteis’ (Mt 25, 40.45).” 70
¿Entonces para qué la misiónnueva mirada? Para aprender a vivir el presente, regenerando las
relaciones, promoviendo verdaderos y auténticos encuentros con la alteridad que sean fecundación
mutua para permitirnos transformar la sociedad, reconstruyendo el tejido de la alteridad mal parida:
desde diversos espacios alternativos gestar un “algo más” de vida, donde la diversidad sea vivida como
gozo y plenitud, para que haya siempre menos desigualad económica y social, eliminar toda
67
D. J. B OSCH, Misión en transforma ción. Cambios de paradigma en la teología de la misión, Libros Desafíos, Michigan
2000, 442.
68
P. SUESS, Teología de la misión. Convocar y enviar: siervos y testigos del Reino, AbyaYala, Quito 2007, 13.
69
“Dios es el fundamento de la esperanza; pero no cualquier dios, sino el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha
amado hasta el extremo, a cada uno en particular y a la humanidad en su conjunto. Su reino no es un más allá imaginario,
situado en un futuro que nunca llega; su reino está presente allí donde Él es amado y donde su amor nos alcanza. Sólo su
amor nos da la posibilidad de perseverar día a día con toda sobriedad, sin perder el impulso de la esperanza, en un mundo
que por su naturaleza es imperfecto. Y, al mismo tiempo, su amor es para nosotros la garantía de que existe aquello que sólo
llegamos a intuir vagamente y que, sin embargo, esperamos en lo más íntimo de nuestro ser: la vida que es «realmente»
vida.” (SS 31)
70
L. DUCH, Un extraño en nuestra casa , Herder, Barcelona 2007, 357.
154
discriminación racial y marginación, disminuir toda desconexión de los centros del conocimiento y la
información. 71
“Las auténticas transformaciones se fraguan y forjan en el corazón de las personas e irradian en
todas las dimensiones de su existencia y convivencia. No hay nuevas estructuras si no hay hombres y
mujeres nuevas.” (DA 538) Por tanto, sólo desde esta dinámica de nuevas relaciones, encuentro
fecundo y transformación social, el sentido se irá desvelando como un don que da sabor y gusto a la
vida y la realidad. Ya no como un sentido que se manifestará en la otra vida, sino que va mostrándose
en cada ahora, porque cada presente es la posibilidad de nuevas relaciones, encuentros y
transformaciones. Cada presente es puerta abierta a una evolución donde el sentido aparece como don
revelado dándose una revolución de los vínculos sociales.
Veamos ahora algunos elementos para que la misión se encamine hacia esta convivencia
intercultural planetaria en cada presente.
4.4.1 La salvación es relación, ir por el mundo sanando relaciones
Si la convivencia intercultural es el horizonte de la misión que estamos proponiendo, orientar la
atención hacia auténticas relaciones interpersonales, grupales, sociales y cósmicas será vital. En las
relaciones se juega la salvación. Porque, hoy más que nunca
“necesitamos recobrar el sentido de pertenencias, de interdependencia, de simbiosis. (…) Únicamente hay
salvación y supervivencia juntos. (…) En esto radica precisamente la actualidad del redescubrimiento de la
Iglesia como cuerpo de Cristo y de la misión cristiana como edificación de una comunidad de quienes
comparten destino común.” 72
La salvación que el mundo exige hoy es relación. Y no sólo la adecuada relación entre la
persona y Dios, sino sobre todo el gestar relaciones auténticamente humanas, donde el egoísmo, la
utilidad, la explotación, la superioridad, dejen de ser prioridad. “Porque Dios en Cristo no redime
solamente la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los seres humanos”, por
tanto es imposible “concebir una oferta de vida en Cristo sin un dinamismo de liberación integral, de
humanización, de reconciliación y de inserción social.” (DA 359)
Entonces, más que hablar del mundo como cuerpo de Cristo, hemos de asumir que la Creación
es el Cuerpo de Dios. Cuerpo cósmico en continua transfiguración donde dañar el cosmos, dañar al
otro/a es dañar a Dios y dañarme a mí mismo. Ya lo hemos venido diciendo en nuestra investigación
repetidamente, el otro está en mí, yo estoy en el otro. Tú en mí, yo en ti. Vivir el otro es asumir que
tenemos algo en común, aunque somos diversos. Esto manifiesta que “únicamente hay salvación y
supervivencia juntos”. Lejos de una religiosidad intimista y personalista, lo que estamos proponiendo
es asumir cabalmente la alteridad que nos constituye. La misión es transformación personal y en ella
social y mundial.
La misión es edificar un destino común, donde cada ser humano se siente responsable del otro/a
y de la creación. Responsabilidad que no nace como añadido a la naturaleza humana, sino simplemente
71
“Pero, esta misma fe deberá engendrar modelos culturales alternativos para la sociedad actual. Los cristianos, con los
talentos que han recibido, talentos apropiados deberán ser creativos en sus campos de actuación: el mundo de la cultura, de
la política, de la opinión pública, del arte y de la ciencia.” (DA 480)
72
D. J. B OSCH, Misión en transforma ción. Cambios de paradigma en la teología de la misión, Libros Desafíos, Michigan
2000, 443.
155
es tomar conciencia, caer en la cuenta, de una verdad perdida: estamos interconectados, somos
interrelaciones. Pero ésta no es una conciencia abstracta porque
“no basta con el convencimiento de que Dios se transparenta a través de todo hombre o de toda mujer.
Además, es imprescindible que haya habido un movimiento de aproximación a este hombre o a esta
mujer para que este hombre o esta mujer se conviertan en prójimos, en próximos. En mi voluntad por
hacerme cargo de su circunstancia concreta, el rostro del prójimo (a menudo desfigurado,
deshumanizado e insoportable) me muestra, aquí y ahora, la faz de Dios. El Dios desconocido se me
revela como consecuencia del conocimiento y rechazo de mis dioses y, sobre todo, a causa de mi
aproximación al que, tal vez, se encontraba alejado de mí, me era extraño e, incluso, un enemigo.” 73
La salvación es relación, porque en el movimiento de acercamiento se juega la imagen de Dios.
Cargar, hacerse cargo y encargase de la realidad del otro/a es dar nuestro aporte para que el rostro de
Dios se revele aquí y ahora. En esta acción ética de acercamiento los dioses personales (dinero, placer,
poder, bienestar, sexo, etc.) dejan espacio para la manifestación de un sentido de la vida y la realidad,
más auténtico y pleno.
Por tanto, el para qué de la misión es ir por el mundo sanando relaciones, no sólo
interpersonales, sino también sociales entre grupos en conflicto o indiferentes en una misma ciudad o
país, entre pueblos y naciones, etc. Dicho en otro modo, reconstruir, sobre la base de la confianza, tanto
las relaciones micro como macro, reconociendo al otro/a no de una manera abstracta, genérica,
histórica y geográficamente neutral, sino concretamente realizada en la vida cotidiana, frente a un tú de
carne y hueso.
La aceleración origina una disminución en la importancia que se le da al otro/a. Como
cuando en la ruta vamos a altas velocidades y no logramos ver el paisaje, algo muy distinto si
hiciéramos el mismo camino a pie. No hay tiempo para estar con los demás, para compartir y
detenerse con el extraño. Lo expresa Lluis Duch tomando como prototipo al Samaritano. Aún si la
cita es larga creo que vale la pena por su intensidad y claridad.
“El buen samaritano reúne en un mismo movimiento el acordarse de Dios y el acordarse del prójimo porque,
mediante su desaceleración (su desposesión, su desvivirse), puede iniciar el camino de a proxima ción al otro
(a Dios y al hombre). Movidos por la dinámica enloquecida de sus propios intereses y prejuicios –aunque
fuesen muy ‘espirituales’, el sacerdote y el levita se alejan del otro, se desinteresan de él, se muestran
73
L. DUCH, Un extraño en nuestra casa , Herder, Barcelona 2007, 492.
74
Ibidem.
75
Ídem, 483.
156
totalmente indiferentes antes sus necesidades y demandas. Por el contrario, el samaritano, poniendo entre
paréntesis sus propios intereses, desechando los tópicos de los que, por lo general, se nutre nuestro imaginario
colectivo –en este caso, la animadversión entre judíos y samaritanos e, incluso, haciendo caso omiso de
gustos personales, reduce su velocidad, se pa ra , se acerca y se hace cargo del judío herido.” 76
Esta actitud vital de desaceleración es la que permite vivir el presente. Vivir el presente que,
como ya lo hemos dicho en otras oportunidades, no es ni aceleración desenfrenada, ni activismo sin
horizonte, ni secuencia vacía de momentos deshilvanados, sino opción por crear y recrear
relaciones auténticas: saber detenerse ante el extraño, tomarse tiempo para estar con los demás.
Uno de los grandes aportes que podría ofrecer la misión en nuestro tiempo sería esta capacidad de
vivir intensamente cada momento, gustándolo y saboreándolo. Claro que para esto es necesario
despojarse de una mirada autocomplaciente, como también de ciertas falsas verdades religiosas que
esclavizan antes que liberar.
Entonces, a partir por una parte de la desaceleración del ritmo de la vida y por otra del
movimiento de aproximación hacia los otros /a, se podrá dar un encuentro fecundo donde reine la
reciprocidad y el enriquecimiento mutuo. Donde el extraño pasa a ser prójimo próximo. El aporte
de estas renovadas relaciones será un ensanchamiento del corazón, la mente y el espíritu. Con esto
está puesta la primera piedra, que ha de ser siempre primordial, para una convivencia intercultural.
Claro que para esto será necesario empezar por casa, refundando nuestras instituciones eclesiales
para que dejando de ser asistencialismo, sean obras y actividades en pos de un encuentro fecundo
con el otro/a.
Por tanto la misión tendrá como principal actividad ir por el mundo sanando relaciones. Y para
esto será necesario difundir la conciencia de nuestra interindependencia 77 como seres humanos y
grupos sociales. Desde esta conciencia se podrá curar las relaciones enfermas que generan la gran
desigualdad económica, la discriminación cultural que por momentos llega a actitudes racistas, la
desconexión a la formación. Para luego procurar que éstas relaciones sean encuentro fecundos entre
iguales pero diversos, donde la diversidad es posibilidad de enriquecimiento mutuo.
Serán este tipo de relaciones, las que manifestarán la presencia del Resucitando entre los
varones y mujeres del siglo XXI, ya que dan vida al “donde dos o más estén reunidos en mi nombre yo
estoy en medio de ellos” (Mt 18, 20). Entonces quien sana y restablece vínculos vitales es el
Resucitado en medio de dos o tres personas que son capaces de un amor auténtico, gratuito y
desinteresado.
Al respecto es interesante notar que el texto bíblico no dice dos o tres personas católicas, o
cristianas, o cultas, o sacerdotes, o adultos, o de una cultura específica, o varones, etc., sino
simplemente dice alteridad reconocida: dos o tres que se amen en el nombre de Cristo que es Amor.
Dos o tres que dejen de reconocerse extraños y se perciban prójimos. Entonces, la presencia real y
verdadera de Cristo podrá hacerse manifiesta en los lugares más variados y múltiples. No más una
presencia reducida a los espacios sagrados y religiosos, sino presente en los espacios más seculares y
profanos que podamos imaginar.
76
Ídem, 162.
77
Este es un concepto elaborado por Panikkar, la noción de interindependencia “implica una visión de la realidad viva
donde cada ser, aún ligado (ontonómicamente) al todo, tiene su grado de libertad. Las culturas del mundo son en efecto
interindependientes y la interculturalidad respeta estos grados de libertad abriéndose a una posible mutua fecundación
dialogal.” (R. PANIKKAR, Paz e interculturalidad. Una reflexión filosófica , Herder, Barcelona 2006, 146)
157
Cabe señalar que esta presencia laical y secular del Resucitado es la que permite reconocer que
todo cristiano, y porque no decir todo ser humano, es misionero (enviado a compartir con los demás el
amor de Dios) más allá de sus pertenencias y funciones institucionales. Esto porque la auténtica
experiencia religiosa, más allá de la pertenencia religiosa, pasa por la aproximación hacia el otro/a
colocando nuestra interioridad en la exterioridad 78 , donde el verdadero ateísmo es el alejamiento de las
demandas y necesidades del otro/a.
A este punto conviene dejar claro, ante posibles críticas, que nuestra propuesta misionera no es
simplemente apoyar un plan sociopolítico de humanización. Esto es así porque es ineludible para una
fe que asume plenamente la encarnación del Verbo. “Hay que subrayar la inseparable relación entre
amor a Dios y amor al prójimo, que invita a todos a suprimir las graves desigualdades sociales y las
enormes diferencias en el acceso a los bienes.” (DA 358). Por esto consideramos que la propuesta
intercultural ahonda sus raíces en la misma revelación cristiana: si creemos en un Dios relación y
alteridad es imposible no hacer de las relaciones interpersonales y grupales un punto fundamental de
nuestra misión. Sobre todo relaciones con los diversos y diversas, porque también esto es sumamente
cristiano, aunque no sólo: la relación es más plena mientras mayor es la alteridad de los sujetos, y el
ejemplo analizado de Jesús y la sirofenecia nos lo ha puesto en evidencia (cf. apartado 2.5).
4.4.3 Generar espacios alternativos que transformen el tejido social
A partir de estos encuentros fecundos, que acabamos de describir, que generan enriquecimiento
mutuo, se podrá ir gestando espacios alternativos que vayan retejiendo el entramado social. Porque,
aunque sólo desde esta transformación personal puede haber una verdadera evoluciónrevelación
revolución, no podemos olvidar que esta experiencia personal necesita y exige la transformación de las
estructuras sociales y eclesiales. De esas estructuras asimétricas que siguen promoviendo injusticia,
opresión, inequidad y deshumanización porque no dan espacio a la diversidad cultural, social y
religiosa. Dicho con otras palabras, no basta que la misión apunte a sanar las relaciones interpersonales
si no se ocupa de transformar también las relaciones sociales, estatales, y mundiales, y en ellas las
instituciones religiosas, políticas y sociales.
78
“La religión sin Dios se caracteriza por un aleja miento del prójimo (de sus demandas y necesidades) para hacer posible
una exclusiva y, a menudo, excluyente aproxima ción al propio sí mismo, lo cual equivale a decir que trunca las relaciones
de reciprocidad y complementariedad entre la interioridad (‘entrada’) y la exterioridad (‘salida’) del ser humano. De hecho,
se coloca al yo en la cúspide de un panteón cuyas referencias exclusivas son el propio yo y su bienestar al margen de
cualquier preocupación y responsabilidad por el otro.” (L. DUCH, Un extraño en nuestra casa , Herder, Barcelona 2007,
258)
79
D. J. BOSCH, Misión en transforma ción. Cambios de paradigma en la teología de la misión, Libros Desafíos, Michigan
2000, 621.
80
Bucle: (Del fr. boucle, y este del lat. buccŭla , boquita).1. m. Rizo de cabello en forma helicoidal. Helicoidal: (De
helicoide).1. adj. En figura de hélice. Estría helicoidal, en DICCIONARIO REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es.
158
Espacios alternativos que ofrezcan alternativas de vida ante la imposición de un sistema
monocultural económico y simbólico, que tolera la diversidad pero no la asume como punto de partida
y llegada. Alternativas de vida que permitan “comunicar a los diferentes, corregir las desigualdades y
democratizar el acceso a patrimonios interculturales”, ya que éstas “se han vuelto tareas indisociables
para salir de este tipo de abundancia de mezquindad” 81 que es la globalización actual. Desde estas
alternativas de vida se irá promoviendo una verdadera y auténtica convivencia intercultural a favor de
todos y todas. Serán espacios que testimonian que hay otro mundo y está en este, depende de nosotros
percibirlo y manifestarlo.
Entonces el para qué de la misión, desde un punto de vista social, pasa por hacer que cada
presente sea la oportunidad de transformar las instancias e instituciones, tanto políticas como religiosas
y sociales, para “llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo,
transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad” (EN 18). Por tanto un cambio que brota
desde el interior mismo y no como algo externo.
Una humanización que surge desde abajo haciendo propio el actuar local con visión global. Esto
es lo que se quiere simbolizar cuando hablamos de generar espacios sociales alternativos. No un
cambio impuesto desde una supuesta cultura y religión superior o verdad universal poseída por algún
grupo, o centros de poder y decisión mundial, sino un cambio que se va tejiendo desde la base misma
de la sociedad, desde las necesidades y anhelos de vida de los marginados, excluidos, discriminados
por el sistema reinante.
Esto significa que la misión intercultural se desarrolla como una subversión contra la difundida
versión monocultural actual que impone el falso universalismo del mercado libre, del capital, de la
democracia formal y de las fronteras libres. Generar espacios alternativos es crear instancias para que
se encuentren los nuevos sujetos sociales y puedan interactuar enriqueciéndose desde sus diversas y
alternativas experiencias religiosas, organización política, gestión económica, prácticas de salud,
propuestas educativas, etc.
Espacios espiralesbucles netamente laicales y seculares, donde bulle la búsqueda del sentido de
la vida y la realidad expresado en los nuevos y variopintos lenguajes del mundo de hoy como la
ciencia, la sabiduría, el arte, el feminismo, la movilización, etc. Sin duda que esta misión apunta a
“alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes,
los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la
humanidad” (EN 19). Pero no desde una perspectiva de una ilusoria cultura cristiana universal, sino
transformar aquellos modelos de vida que son inhumanos e antinaturales (contra el cosmos).
Esto porque “la meta de la evangelización es la de establecer una comunicación intercultural de
la fe, a través de un puente sobre las dos columnas, la columna de la diferencias reconocida y la
columna de la unidad concretamente posible.” 82 Por eso el criterio de la misión intercultural es divisar
y promover un fructífero diálogo, en busca de soluciones, sobre temas de interés común más allá de las
diferencias. Por ejemplo temas o situaciones como el calentamiento global, el terrorismo y la
inseguridad, el crecimiento de la pobreza, los fundamentalismo religiososculturales, etc.
Entonces la misión tendrá el desafío de generar espacios donde se viva la comúnunión entre
religiones, culturas, clases sociales, géneros, regiones. Donde se alimente una reciprocidad afectiva y
81
N. GARCÍA C ANCLINI, Diferentes, desiguales, desconectados. Mapa de la intercultura lidad, Gedisa, Barcelona 2004, 214.
82
P. SUESS, Teología de la misión. Convocar y enviar: siervos y testigos del Reino, AbyaYala, Quito 2007, 191.
159
efectiva, intelectiva y mística, espiritual y reflexiva. Donde confluyan las sabidurías milenarias de los
pueblos originarios, de las religiones y culturas, junto con los nuevos caminos de varones y mujeres
que buscan recrear su identidad (cf. DA 97). Donde se haga memoria de la pasión y palabras de Jesús 83
desde las víctimas de la actual globalización monocultural. Espacios que permitan generar una
globalización alternativa desde abajo, donde el presente contiene al pasado y futuro: el pasado como
herencia subversiva, consciente o ignorada, que reactualiza y renueva el presente haciendo que el
futuro sea posible aquí y ahora.
La proximidad de la que hemos hablado antes, pasa por poner en práctica el servicio mutuo, no
sólo entre católicos y cristianos, sino ante cualquier prójimo. Principalmente con todos aquellos y
aquellas que anhelan “otros mundos posibles”, ser capaces de vivir también con ellos y ellas el amor a
los pequeños según Mateo 25. Pero no sólo eso, sino que el mandato misionero del siglo XXI, no sea
tanto el “vayan y bauticen” del Evangelio según san Mateo, sino el jóanico del mandamiento nuevo:
“Les doy este mandamiento nuevo: que se amen unos a otros. Ustedes se amarán unos a otros como yo
los he amado. Así reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: si se tienen amor unos a otros” (Jn
13,3435). El amor recíproco vivido más allá de las fronteras cristianas, conciente o inconscientemente,
con miembros de otras religiones o sin referencia religiosa explicita, de diversas clases sociales y
orígenes culturales.
De esta manera, desde estos espacios sapienciales e interculturales se podrá ir gestando y
pariendo un nuevo entretejido de relaciones sociales. Donde todos y todas sean actores de su vida y no
simples receptores y ejecutores de principios, directrices y normas. Donde la diversidad es asumida
como gozo y por tanto irrumpe con su fuerza y vigor, aproximando más que distanciando,
comprometiéndose por el prójimo más que cayendo en la indiferencia. Espacios donde el encuentro
entre morenos y blancos, mestizos e indígenas, creyentes y no creyentes, cristianos y musulmanes,
ricos y menos ricos, campesinos y citadinos no es ocasión de provocación y conflicto, sino de gozo.
Gozar de la vida del otro, del actuar del Espíritu en él: “No busquen la gloria vana provocándose los
unos a los otros y envidiándose mutuamente” (Gal 5,26).
Espacios alternativos que permitan experimentar que el paraíso ya está aquí porque Dios está
con nosotros 84 gestando vínculos en el Espíritu. Donde se va aprendiendo a vivir en la intemperie
espiritual que invita a una mística interreligiosa y secular donde se unen la acción y la contemplación
generando vida plena. Espacios de vida alternativa que empujan a seguir abriendo nuevos espirales y
bucles que ensanchen el alma, la mente y el espíritu, a tomar partido por los diferentes, desiguales y
desconectados de nuestro mundo: “haciendo el bien a todos… porque lo que cuenta… es la creación
83
“El ser humano necesita al mismo tiempo conservar y cambiar. En esta difícil operación es en donde se pone de
manifiesto la decisiva importancia de la memoria para el aquí y ahora de los cristianos. Cristianamente hablando,
cambiamos, nos convertimos en la medida que, conservando, recordamos los acta et pa ssa Christi no como algo acontecido
hace veinte siglos, sino como algo que es actual y efectivo en nuestro presente inmediato.” (L. DUCH, Un extraño en nuestra
ca sa , Herder, Barcelona 2007, 179)
84
“Y como cooperadores suyos que somos, os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Pues dice él: en el
tiempo favorable te escuché y en el día de sa lvación te ayudé. Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el día de
salvación” (2Cor 6,13).
160
nueva” (Gal 6,10.15). Espacios donde se vaya configurando esa nueva época, nueva forma de vida, que
vislumbramos pero todavía no vemos concretizada.
Espacios que dan nuevo ardor a nuestro espíritu porque somos capaces de descubrir y escuchar
al Resucitado entre las personas dejándonos guiar por el Espíritu que “es el protagonista de la misión”
(RM 30a). Donde, desde la transfiguración personalcomunitariacósmica, va generando nuevas
expresiones, gestos y ritualidades de acercarse y comunicarse con el misterio de Dios. Expresiones y
gestos que manifiesten la variedad cultural y religiosa “según la mentalidad y cultura de los oyentes, de
acuerdo a sus formas de comunicación y a los medios que están en uso” (SD 30). Donde el intercambio
de sabidurías y pensares va gestando nuevos métodos y maneras de dar razón de nuestras esperanzas (1
Pe 3,15), pero también de organizar y gestionar nuestras instituciones.
Me imagino estos espacios alternativos en las universidades, en las plazas, en las casas
fronterizas, en los ámbitos laborales, en las juntas vecinales, en los sitios sagrados de unos y otros, en
las escuelas, en los sindicatos y agrupaciones de base, en los ámbitos deportivos. Remolinos danzantes
con vida propia, que se recrean a cada momento buscando “algo más” de vida. Espacios donde el
indispensable diálogo intercultural manifiesta que el presente es el manantial de las presencias que
hablan y trasmiten su sentido de vida que brota desde lo religioso y político, lo económico y recreativo,
lo masculinofemenino, lo mítico y científico.
4.4.4 Aprehendiendo a “habitar el presente con honduraanchura”
Además de la irrupción de la alteridad como elemento clave para comprender nuestra
actualidad, también la nueva conciencia temporal, que hemos analizado en nuestra investigación, es
fundamental en el para qué de la misión. Por tanto la misiónmirada atenta ha de ofrecer la posibilidad
de aprehender 85 a asistir activamente en el “crepúsculo del futuro”. Tomar el presente así como nos
viene al encuentro, sin detenernos en afirmaciones o negaciones. Capacidad de estar abiertos para
escuchar lo que nos quiere comunicar. Promover una misión que sepa vivir el presente, perforando la
realidad para adentrarse en el “otro tiempo”, ese que nos desvelavela el Misterio.
Entonces habitar el presente desde la honduraanchura pasa por saber oír, tocar y ver el
escurridizo Misterio de lo divino, pero también de la historia. Percibir desde el respeto ese “secreto
vital” de las culturas y religiones, ahondar en lo profundo de la realidad para que se manifieste el
sentido de la vida como don. Sentido como don que siempre nos regala algo nuevo sobre aquello que
creímos comprender que era Dios y la misión. Don sorpresivo que nos impulsa a ensanchar nuestro
corazón para dialogar, desde las diferencias entre unos y otros, con los extraños y extrañas para que se
conviertan en nuestros prójimos. No mañana o más adelante, sino en cada momento presente.
85
Aprehender: (Del lat. apprehendĕre).1. tr. Coger, asir, prender a alguien, o bien algo, especialmente si es de contrabando.
3. tr. Fil. Concebir las especies de las cosas sin hacer juicio de ellas o sin afirmar ni negar, en D ICCIONARIO REAL
ACADEMIA ESPAÑOLA, www.rae.es.
161
Desde esta honduraanchura, como misioneros y misioneras del presente, en nuestro caminar
iremos reaprendiendo a vivir la intemperie espiritual, despojándonos de falsas seguridades ideológicas,
tanto religiosas como políticas y culturales, para ser capaces de religarnos al Misterio en cada presente.
Concientes que “la tensión entre lo ya acontecido y lo todavía no conseguido o disfrutado caracteriza el
tiempo postpascual. (…) Por eso sigue siendo todavía necesaria la misión: para recuperar la armonía
perdida y para consumarla en la plenitud revelada por el Dios trino.” 86 La misión se entrecruza con la
escatología, consciente que la nueva Jerusalén siempre se nos escapa de entre las manos, pero también
siempre podemos ir actualizándola en cada presente.
Entonces, la misión intercultural buscará manifestar que cada presente puede ser un presente de
Amor, en la medida que sepamos vivir cada momento con hondura y anchura: perforando el presente
para rozar el Misterio, ensanchando nuestra percepción para oír, hablar, descifrar y decir las miles de
presencias que se desvelan en el presente de las presencias. El para qué de la misión del presente, será
promover que las personas aprehendan a ser contemplativas (que experimenten a Dios en sus vidas)
pero desde una experiencia no intimista sino que dialoga con la diversidad: con esa alteridad que habita
en uno mismo y los demás.
Pero como todo presente es alternativamente luminoso y sombrío, la misión ha de ofrecer la
oportunidad de desarrollar una mirada atenta, pero también crítica. Mirada crítica que, desde esa
tensionalidad característica de cada presente, sabe leer los signos de los tiempos rompiendo con las
lógicas excluyentes del antes y después, del unos siotros no, del mejores y peores, de los buenos y
malos. Romper con la lógica racionalista y patriarcal, como supo hacerlo la sirofenicia con Jesús.
Exigiendo el cambio para aquí y ahora, y no allá y después. Esta misión del presente, por tanto, será un
impulso para que, no sólo cada uno, sino principalmente las casas, iglesias e instituciones religiosas
políticas y culturales, sean capaces de realizar el giro temporalespacial del ahora y aquí.
Esta misión que procura habitar el presente desde la honduraanchura será capaz de gestar en
cada momento, comunidades vivas donde la acción sea contemplación transformante del Misterio y la
contemplación sea acción por una realidad más equitativa, justa y solidaria. Presente donde se unen
acción y contemplación para manifestar que la convivencia intercultural, no sólo es un sueño y anhelo,
sino una realidad presente.
Por tanto, una primordial tarea de esta misión del presente, radicará en promover un ancho
banquete comensal donde haya lugar para todos y todas. Donde se puede experimentar “ya, ahora y
aquí” la plenitud de vida inaugurada por Jesús en el Reinado de Dios. Aún si, por el momento, algunos
comen sentados, otros debajo y otros sobre la mesa, lo importante es que el amor divino llegue de
manera nueva y transformante a todos y todas.
Esto, sí que es el arte de vivir el presente desde la radical relacionalidad que caracteriza nuestra
realidad más real. Por que donde Dios se manifiesta y actúa es en las relaciones auténticas,
horizontales, enriquecedoras, recíprocas y dignificantes entre diversos/diversas y diferentes. Allí brota
y emerge la comensalidad divina desvelando un sentido de la realidad inesperado e indescriptible. Don
gratuito que manifiesta nuestro estar en camino, pero también la posibilidad de plenitud actual, cada
vez que en el presente las relaciones sociales, culturales, económicas y políticas superan las
desigualdades, discriminaciones y desconexiones.
86
E. BUENO DE LA F UENTE , La Iglesia en la encrucijada de la misión, Verbo Divino, Estella 1999, 265.
162
A MODO DE CONCLUSIÓN
Misión como sumisión…
donde mi visión es la misión
y vale más que Su misión,
sometiendo juicios y pensares
a mis juicios y pensares,
acatando todos mi voz
sin escuchar lo sutil de Su voz.
Sumiso envío a los confines del mundo
para imponer mi cultura y religión,
mis acciones y palabras subordinan
reprimiendo los sentires y vivires
a esa verdad absoluta y salvadora
que exige sumisión, y dice ser divina.
…intromisión de la misión…
entrometerse sin ser llamado
permaneciendo sin ser querido,
inmiscuirse en la intimidad
irrespetando la secreta vitalidad,
intromisión del propio en lo ajeno
sin admitir lo extraño en mi mismo.
Sutil o fuerte, es siempre meterse
incapaz de ver, más allá de su nariz
metiendo verdades, aunque santas, innecesarias
metiendo rituales, tan ajenos como insulsos
profanando lugares, de los demás sagrados
instaurando, esquizofrénicas morales.
Misión como misión…
misteriosamente quien lo sabe, va cambiando la misión
ya no impone su visión, del Misterio y la creación
por el mundo va, abriendo camino al andar
vaciando su interior, dando espacio a los demás
buscando escuchar, otros gestos y palabras
testimonios de otras formas, del presente habitar.
Abandono que renuncia, a todo control y posesión
del sagrado que nos habita, en cada ocasión
del Misterio que fluye, cuando y como quiere
y la Vida recobra vida, en esta bella misión
donde todo encuentro, fecunda vida y más vida
ensanchando horizontes, del afecto y comprensión.
…y permisión de la misión…
pido permiso para entrar, en tu sagrado interior
no impidiendo en mis barreras, tu amorosa emisión
colma de gozo y vida, que irrumpe en mi interior
163
posibilidad que otras hagan, la imposible misión
de entretejer nuevas tramas, desde el interior
renovando relaciones, esta es la nueva misión.
Posible todo es posible, perforando la realidad
las presencias imposibles, irrumpen dando sabor
en este nuestro presente, son ellas la salvación
que manifiestan lo silenciado, estalla diversidad
por dentro y por fuera, en la cima y los abismos
sincera Buena Noticia, que fortifica nuestro peregrinar
Reinado de Dios gestando un plus de gozo, para todas, todos y todo.
Misión intercultural…
como admisión de tu misión, penetrante subversión
búsqueda de nueva remisión, liberación en transmisión
aceptando plenamente, la manifiesta alteridad
voluntario recibimiento, de lo múltiple explosivo
que remite fuertemente, a diversos sentidos
de la vida y realidad, del ser alteridad,
en Jesús y su Dios de la alteridad.
Admisión de tu misión, emisión de la misión
exhala otra vida, desde el gran interior
búsqueda de “algo más”, que está aquí
caminar esperando y dando, “más vida”.
Misión como remisión, de prejuicios y superioridades
liberación de la opresiva esclavitud, políticareligiosacultura
enviados hacia “más allá”, experimentando plenitud de vida
cada presente un instante, de transfigurada eternidad,
junto a Aquel que en su grito unió cielo y tierra
regenerando nueva vida junto al Espíritu.
164
EPÍLOGO: UNA PUERTA SEMIABIERTA
Antonieta Potente o.p.
No es tan fácil escribir algo al final de un extenso itinerario de reflexión. No es fácil y es necesario
buscar un estilo para no distraer al lector que, seguramente, ha llegado ya a tener algunas ideas e
inspiraciones sobre el tema.
Así que, si en el caso de escribir un prólogo o una introducción, la creatividad se hace vibrante, cuando
estamos invitados/as a un cierre o a una despedida, todo parece volverse silencioso, conduciéndonos
humildemente hacia un nuevo y vivencial aprendizaje, cuidando de no intrometernos en un itinerario
que ya ha tenido su ritmo y movimiento interior.
Entonces: ¿qué tengo que escribir? ¿Una conclusión?
Ciertamente no, y no sólo porque el mismo autor ha intentado recoger los sutiles hilos de una realidad
pensada y buscada, sino, sobre todo porque el tema que ha intrigado el lector a lo largo de esta
búsqueda, no está concluido y, probablemente, no se concluirá nunca, por lo menos hasta cuando la
humanidad caminará inquieta siguiendo la prolongación de las sombras que la historia deja, día tras
día, detrás de sí.
Entonces ¿qué? ¿Un epílogo?
Podría ser; esta antigua palabra griega, epílogo, un enlace de dos partes: epilogos: epi: después,
sobre… y lego decir, apuntar. Recapitulación después de una obra o escrito. Última parte, algo que en
un cierto modo se desliga y, al mismo tiempo, se articula, haciendo referencia a la trama principal de lo
anteriormente expuesto.
Sin embargo tampoco el epílogo me satisface. Así que si tengo que definir mi reflexión después de
haber sido cómplice con el pensamiento del autor, me gustaría utilizar una imagen, la imagen de la
“puerta”.
Una puerta, símbolo de la comunicación entre dos espacios y posibilidad de acceso mutuo entre
quienes habitan estos espacios. Puerta, porque umbral, salida y transitoriedad al mismo tiempo; respeto
y entrada, pasaje y estancia. Osadía e invitación; diálogo y reunión; curiosidad y epifanía. Puerta,
símbolo de la casa que, si la miramos desde afuera revela el espacio habitado por la alteridad y desde
dentro, evoca la familiaridad.
Puerta, entonces, apertura hacia el Misterio, porque iniciación hacia la historia, reconocida como
historia habitada por Dios. En realidad las reflexiones de Lucas tienen esta función: abrirnos una puerta
hacia la historia que, en su complejidad, se desvela múltiple, intercultural e interreligiosa.
Para llegar a esta puerta, Lucas nos acompaña en un itinerario o metodología que tiene un gusto a ética.
A la puerta de entrada, o salida, se llega en una gradual aproximación, un recorrido que según el texto
165
se puede sintetizar en tres pasos principales: el primero hermenéutico o interpretativo, el segundo
narrativoapofático, es decir no impositivo ni invasivo y, el tercero, el éticomístico.
Se trata de “someter el lenguaje a un régimen de pan y agua”, diría uno de los inspiradores principales
de Lucas, Octavio Paz “si queremos que no se corrompa y nos corrompa…” Se trata de “destejer el
tejido verbal” y “la realidad aparecerá”. 1
Así que nuestro autor nos invita a hacer eso: someter el lenguaje, los términos antiguos y nuevos de la
teología y de la praxis existencial, a un régimen de pan y agua hasta destejer el tejido verbal para que
la realidad aparezca y la teología se alimente con nuevas revelaciones.
Estos pasos en la vida de cada uno/a de nosotros/as, de cada lector/a o buscador/a del misterio, se
vuelven elementos alquímicos necesarios para volver a tejer relaciones en la hipotética y práctica
reconstrucción de otro mundo posible .
Si es verdad que la misión es como el eje transversal e incitante de este recorrido pensado, relatado y
escrito, es verdad también que el mismo tema se presenta enmarcado dentro de un nuevo horizonte que
más que ser de tipo doctrinalcatequético y eclesiológico es místicoexistencial.
Una invitación, entonces, a reconciliarse con el término misión, término cargado de una simbología no
siempre tan armónica como nos gustaría. Término que, en diferentes momentos y modos, ha creado
ecos contradictorios en la historia de los pueblos.
Sin embargo, no es sólo el camino hermenéutico el sostiene los pasos hacia la puerta de salida o de
entrada, hay otro elemento importante que es lo bíblicoliterario, que se inserta en el segundo paso que
hemos llamado narrativoapofático.
La literatura, en este caso, es una de las llaves para abrir esta puerta hacia la realidad real. Herramienta
para hacer teología, junto con las Escrituras, escuchadas y recogidas como inspiración interpretativa del
Misterio buscado.
Las dos caras de esta llave que abre la puerta no son una novedad, sino el rescate del antiguo arte
narrativo que, desde los primeros siglos del Cristianismo, mantuvo el anhelo, la búsqueda y la fe de las
primeras comunidades.
Lo narrativo, no sólo como género literario familiar con lo poético, sino como evocación de la vida
humana. Lo oculto o lo inédito del entramado de la vida; memoria viva y reciente de los sujetos
históricos que, muchas veces, la teología perdió en su olvido o confinó en su mundo onírico.
Lo narrativo, o historia e historias cotidianas de mujeres y hombres; historias de tantas iniciativas,
osadías, parecidas a la osadía de la mujer siro fenicia. Historias de tantas evoluciones, revoluciones y
revelaciones del mundo con sus épocas.
1
O. PAZ, El mono gramá tico , Galaxia Gutenberg, Barcelona 1998, 23.
166
Así que quien piensa que este tipo de propuesta se aleja de la conocida intuición latinoamericana que
escogía el desde dónde de los excluidos y de la pobreza, como punto de inicio de su quehacer
teológico, decimos que no es así. Más bien, en esta minuciosa revisitación del lenguaje, en este eco
narrativoliterario, interdisciplinar y ético que nos presenta este texto, se puede reencontrar hoy el lema
propio de la teología de la Liberación, sintetizado en la opción por los pobres.
Intercultural, interdisciplinar, son los dos filtros para una complicidad siempre más real con las
búsquedas de la humanidad y del ecosistema contemporáneo. Interdisciplinar e intercultural, son los
dos elementos constitutivos del tercer paso: el paso éticomístico.
Lucas nos anticipa lo que encontraremos al abrir la puerta: interculturalidad e interdisciplinariedad son,
al mismo tiempo, urgentes exigencias para repensar las relaciones humanas: ecoeconómicas, de
género, de clases, en la amplia complejidad del mestizaje de la cultura posmoderna.
Volvemos ahora a la simbología de la puerta. Ciertamente, a lo largo de la reflexión, el lector se habrá
encontrado con algún enigma, algunas preguntas irresueltas y algunas intuiciones dejadas gratuitamente
en las corrientes eólicas del tiempo. Si es así, no hay que asustarnos, el quehacer teológico es
aprendizaje para el Misterio y no acumulación de respuestas ciertas. Además, este largo itinerario
interpretativo esconde todo lo que cada quehacer teológico oculta: la experiencia personal, la
inteligencia y la sensibilidad introspectiva de quien hace teología.
Probablemente el primero que se encontró frente a la puerta, fue el mismo autor, Lucas. Seguramente la
puerta que Lucas encontró, en su mestizaje intercultural, como argentino viviendo en Bolivia, fue
diferente de aquellas que ya antes había atravesado.
Tal vez no fue la puerta o compuerta lógica 2, sino aquella muy parecida a la puerta del Sol de
Tiwanaku, expresión de un universo simbólico cultural y religioso familiar a las y los que vivimos en
Bolivia. Estructura que evoca la lectura del Misterio desde otra perspectiva. Un conjunto de
proporciones antropométricas, un conjunto de epifanías existenciales que no conducen a la claridad de
las respuestas, sino abren a la luz incandescente del Sol. Experiencia que se puede sólo vivir sin
explicar, o que a penas se esboza siendo simplemente testigos de la propia búsqueda y del propio
silencio.
2
Dispositivo electrónico o red de dispositivos interruptores integrados en un chip.
167
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