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 Opinión.

¿SOBERANÍA O SEGURIDAD ALIMENTARIA? EL MATIZ DE LA


PROPUESTA DE AMLO
Por Ricardo García Jiménez1.

Partamos de la distinción de estos dos importantes términos para comprender cuáles son los
caminos a rutas que sigue la implementación de políticas y acciones públicas por parte de
Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en
relación al abastecimiento y aseguramiento de la alimentación de la población mexicana, así como
de los intereses y visiones que se encuentran inmiscuidos en estas dos perspectivas sobre el derecho
alimentario.
Comencemos señalando que la Soberanía Alimentaria es el derecho de los pueblos, comunidades y
países a definir sus propias políticas alimentarias que sean ecológica, social, económica y
culturalmente apropiadas a sus circunstancias, reclamando a la alimentación como un derecho
humano.
En esa línea necesariamente se introduce aquellos elementos y lógicas del trabajo y la convivencia
comunitaria, expresada culturalmente en el “vivir bien” y en armonía con los entornos naturales,
vinculada al acceso y disfrute de los bienes materiales y de la realización efectiva, subjetiva,
intelectual y espiritual, del contexto territorial que envuelve a las comunidades y pueblos originarios
a decidir sobre qué producir para subsistir. En esta conceptualización se enfatiza en el encuentro y
la contribución horizontal y la convivencia entre lo plural y diverso del proceso de producir sus
propios alimentos.
En contra posición la definición soberanía alimentaria se encuentra la de Seguridad Alimentaria,
misma que fue acordada y definida por los países en la Cumbre Mundial de 1996 que está asociado
a un proceso de industrialización alimentaría en manos de las grandes compañías alimenticias
trasnacionales. Pero fue en 2007 que otros actores sociales como las organizaciones sociales, los
pueblos originarios, campesinos, sociedad civil y organizaciones no gubernamentales redefinieron
y ampliaron el concepto y acuñaron el término de Soberanía Alimentaria, el cual se basa en cinco
pilares que pueden sintetizarse en:
1. Priorizar los alimentos como una necesidad y un derecho humano;
2. Énfasis en valorar a los proveedores de los alimentos y sus medios de vida;

1
Profesor investigador de tiempo completo de la Universidad Tecnológica de la Mixteca (UTM). Profesor por asignatura de las materias
de Victimología y Sociología Criminal de los programas de maestría en Ciencias Penales y Ciencias Forenses del Consejo Académico de
Docencia e Investigación Transversal y la Universidad Popular Autónoma de Veracruz (CADIT-UPAV). Profesor por asignatura en la
Universidad Santander (UNISAN), Unidad Académica Oaxaca. Presidente de la Asociación de Periodistas Independientes de la Mixteca A.
C. (APIM). Colaborador para diferentes periódicos en la entidad y sitios electrónicos. Coordinador de Radio Faisán 98.1 F.M.
3. Remarca la importancia que los alimentos sean de origen regional, promoviendo los
sistemas producción alimentarios locales para acortar distancias entre productor y
consumidor;
4. Reconocimiento y respeto a los saberes y la preparación de alimentos tradicionales,
rechazando la ayuda alimentaria inapropiada;
5. Se asume la compatibilidad y protección de la naturaleza, priorizando tecnologías
conservadoras de los recursos y reduciendo el uso intensivo de insumos para la producción.
Por lo tanto, la soberanía alimentaria sería definida, según el parlamento de los pueblos originarios
latinoamericanos como: “el derecho de un país a definir sus propias políticas y estrategias
sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos, que garanticen el derecho a la
alimentación sana y nutritiva para toda la población, respetando sus propias culturas y la diversidad
de los sistemas productivos, de comercialización y de gestión de los espacios rurales”.
Por su parte, para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO),
la Seguridad Alimentaria está vinculada a la capacidad de las personas a tener acceso físico y
económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimentarias,
concepto ligado al libre mercado; de esta manera, si las familias no cuentan con piso mínimo
económico para acceder a los alimentos, simplemente, no comen. En el discurso del poder prevalece
el concepto de Seguridad Alimentaria como la panacea para acabar con el hambre en el mundo.
EL JUEGO DE LAS PALABRAS Y LAS CIFRAS ALEGRES.
Luego entonces, desde que Andrés Manuel López Obrador comenzó dos décadas atrás su eventual
campaña por la presidencia de la república, declaró una y otra vez que durante su mandato
rescataría al campo con miras de recuperar la soberanía alimentaria de México. Esta demagogia de
campaña manifestaría el reconocimiento y la intensión de regresar a los pueblos originarios la
capacidad auto-organizativa para producir, distribuir y consumir sus propios alimentos cultivados,
que garantizaran el derecho a una alimentación sana y nutritiva para toda la población, respetando
sus propias culturas y la diversidad de los sistemas productivos y de comercialización.
Pero apoyándose en las cifras del comportamiento de la balanza agroalimentaria, enero-abril 2017,
que contempla las dimensiones de Balanza Agropecuaria y Agroindustrial, según Secretaría de
Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) en ese periodo de
referencia hubo un superávit de 2,603 MDD. Donde la balanza de bienes agrícolas, en los primeros
cuatro meses de 2017, el superávit fue de 2,038 MDD, este saldo se debió a que las exportaciones
fueron 64.7% mayores que las importaciones, las exportaciones al mes de abril de 2017 se
incrementaron 6.1%, respecto del mismo periodo de 2016, mientras que las importaciones
disminuyeron 1.0%.
Por su parte la balanza de bienes agroindustriales también para el primer cuatrimestre de 2017,
registró un superávit de 697 MDD, el comportamiento positivo de la balanza se debe a que las
exportaciones al mes de abril fueron 14.9% mayores a las importaciones, como resultado del
crecimiento en las exportaciones en 15.7% respecto del mismo periodo de 2016, incremento
superior a las compras realizadas al mercado externo (4.9%).
Estas cifras dentro la macro economía platearían un incremento en las exportaciones de productos
agrícolas y agroindustriales, lo que hablaría de una rentabilidad de los productos obtenidos del
campo y la industrialización alimentaria bajo la lógica capitalista. Sin embargo, el programa
modernizador del campo que comenzó con el expresidente Carlos Salinas de Gortari, marco desde
noviembre de 1991 una debacle del campo y el campesinado mexicano cuando se reformó el
artículo 27 constitucional, con el supuesto fin de modernizar el sector agrario en consonancia a una
nueva realidad demográfica, económica y social de la nación, donde el régimen de propiedad del
campo, debería cambiar para hacerlo más eficiente, según Salinas de Gortari. Pero en realidad en
ese entonces se dio por terminada la política del reparto agrario incorporando al ejido al régimen
del libre mercado en el que podrían participar también los extranjeros para la propiedad de tierras.
Ese viraje respecto a la política agraria en la materia había finiquitado con los casi 100 años del
reparto de la tierra hacia el campesinado después de la Revolución Mexicana de 1910.
Estos cambios en la constitución en el periodo salinista posibilito la creación de unidades agrícolas
de mayor tamaño, donde podían intervenir inversionistas extranjeros y nacionales en actividades
agropecuarias y la comercialización de los productos del campo bajo una supuesta “modernización”
en la que a nivel industrial y en procesamiento y manufactura de alimentos se introducirían insumos
químicos aseguraran una alta producción y rentabilidad orientación hacia el mercado.
Pese a las promesas de la modernización del campo por Carlos Salinas la capacidad de producción y
calidad de los alimentos resulto nula, pues la realidad otra, nos volvimos mucho más dependientes
de las importaciones de todo tipo de productos alimenticios procesados.
Así lo demuestra el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados el
cual afirma que: “a 22 años de la reforma salinista y 20 de la entrada en vigor del TLCAN, la
dependencia agroalimentaria del país pasó del 10 al 43%, resaltando el aumento en las
importaciones en relación con su consumo a nivel nacional en productos altamente sensibles como
el maíz (17 a 33%), trigo (34 a 65%), arroz (60 a 85%), porcinos (3.1 a 40%), aves (3.1 a 13.2%) y
bovinos (1.1 a 19%). Lo anterior supuso entonces un aumento en las importaciones del sector
agroalimentario del país de 1.8 a 21.4 mmdd entre 1994 y 2013.”
LAS ZEE’s
Aunado al argumento anterior, existe además de forma abierta un apoyo por parte de AMLO y una
parte de su equipo de gobierno, continuar impulsando el desarrollo de las Zonas Económicas
Especiales hacia el sur del país. Uno de los principales impulsores de este proyecto es Alfonso Romo
Garza, titular del Grupo Económico Pulsar, que tiene empresas agroindustriales en el sur del país.
Romo Garza quien fue designado como futuro Coordinador de Presidencia en el Gobierno de López
Obrador, fue el responsable de la elaboración de su "Proyecto de Nación", el cual tiene una idea
muy clara de seguir manteniendo vigente el actual artículo 27 constitucional e impulsar la seguridad
alimentaria del país, bajo el modelo agroindustrial capitalista.
En declaraciones recientes realizadas por Gerardo Gutiérrez Candiani, Autoridad Federal para el
Desarrollo de las Zonas Económicas Especiales (AFDZEE), señaló que “… hay una visión muy
importante entre AMLO y la AFDZEE porque al final las prioridades del sur-sureste del nuevo
presidente y de su gobierno son muy claras, coinciden en lo fundamental con las Zonas Económicas
Especiales (ZEE); hay algunos temas pendientes que se pueden perfeccionar”, dijo Gerardo
Gutiérrez Candiani, titular de la AFDZEE en declaraciones al diario El Economista.
Recordemos que 01 de junio del 2016 se publico en el Diario Oficial de la Federación la Ley Federal
de Zonas Económicas Especiales (LFZEE), que su propósitos busca asegurar “… el crecimiento
económico sostenible que, entre otros fines, reduzca la pobreza, permita la provisión de servicios
básicos y expanda las oportunidades para vidas saludables y productivas, en las regiones del país
que tengan mayores rezagos en desarrollo social, a través del fomento de la inversión, la
productividad, la competitividad, el empleo y una mejor distribución del ingreso entre la población”.
Estos propósitos se engarzan al proceso de implementación de las declaratorias y la creación de la
siete ZEE que son: el Puerto Chiapas (Chiapas), Lázaro Cárdenas-La Unión (Michoacán-Guerrero),
Coatzacoalcos (Veracruz), Salina Cruz (Oaxaca), Progreso (Yucatán), Seybaplaya (Campeche) y Dos
Bocas (Tabasco).
Posterior a esta declaratoria, fue la publicación, en el Diario Oficial de la Federación, de los
Lineamientos para el Otorgamiento de Permisos, Asignaciones y Autorizaciones, los cuales
establecen los procedimientos y criterios que deberán seguir los interesados en obtener un permiso
como administrador integral o una autorización como inversionista, en alguna de las siete ZEE.
Entre los criterios para el otorgamiento de permisos para el uso en tierra privada, durante los
primeros cinco años, destacan: inversión de por lo menos 90 millones de dólares; superficie
desarrollada de al menos 20 hectáreas, y generación de, mínimo, 800 empleos directos registrados
ante el Instituto Mexicano del Seguro Social.
Así la LFZEE define al administrador integral como “la persona moral o entidad paraestatal que, con
base en un permiso o asignación, funge como desarrollador-operador de la zona y en tal carácter
tiene a su cargo la construcción, desarrollo, administración y mantenimiento de la misma,
incluyendo los servicios asociados o, en su caso, la tramitación de éstos ante las instancias
correspondientes”.
Esta nueva la ley indudablemente afectará al menos a 5 mil 866 ejidos, a 37 mil 877 localidades en
266 municipios y 12 estados. Además, el proyecto pretende formar zonas exclusivas para el capital,
con excepcionalidad arancelaria, libres de impuestos, tribunales autónomos e independientes con
competencia exclusiva sobre las mismas, donde en estas zonas se podrá adoptar un sistema o
jurisprudencial conforme a las prácticas que dicten los tribunales locales.
Los proyectos de las ZEE contarán también con reglas laborales propias, donde los incrementos
salariales de los trabajadores se determinarán por criterios de productividad y de las decisiones
unipersonales de los propietarios de los medios de producción.
Todas estas medidas que se han creado aseguran a las industrias el despojo y la destrucción de los
territorios donde se asentaran mediante la protección del andamiaje legal, fiscal y administrativo
que provee la ley de las ZEE y las llamadas reformas estructurales. Se avizora una nueva oleada de
devastación para el Istmo de Tehuantepec y para las demás entidades involucradas. El capital
internacional, la nueva burguesía emergente y la élite política mexicana y oaxaqueña mostraran su
verdadera avaricia, avidez y rapacidad.
LA ARTIMAÑA.
Bajo el matiz de palabras como “progreso, desarrollo y empleo” que la retórica gubernamental
emplea, se trata de engañar a los pueblos originarios, comuneros y campesinos en cada una de estas
regiones, bajo la fórmula de que los proyectos detonaran el crecimiento económico de esos ricos
territorios. Lo que vemos desde hace 5 años es el incremento en la destrucción, robo y explotación
de los recursos naturales, pero que con el cuento gubernamental de que en cada lugar donde se
desarrollen las ZEE, éste ayudará revertir la pobreza y marginación que según dicen viven los
pobladores del sur país.
Si bien es cierto, por una parte, que los números de Sagarpa respecto al sector arrojan un mejor
momento para el sector agropecuario y agroindustrial en últimos 25 años, el dato por sí mismo no
resulta contundente ni definitivo. Ya que cuando se revisan a detalle las cifras es posible apreciar
que existen un total de 26 productos en los que México se ha especializado y conforman el núcleo
duro de nuestras exportaciones, entre los que destacan aguacate, jitomate y maíz. Pero producción
se desarrolla en manos de monopolios agroindustriales que se alejan a la pequeña producción de
los campesinos que escasamente llegan a sacar una cosecha al año.
La reorientación del sector con fines mercantiles supuso la sustitución del concepto “soberanía
alimentaria” por el de “seguridad alimentaria”: mientras el primero implica asegurar la capacidad
del país para producir los alimentos que necesita su población; en el segundo basta con garantizar
la suficiencia presupuestaria para adquirirlos en el mercado externo. La diferencia entre ambos
conceptos es de primer orden pues en el segundo escenario el país se vuelve muy vulnerable a los
choques y cambios externos asociados a fenómenos meteorológicos o especulativos, o incluso a
posibles chantajes de carácter político.
Y si bien la misma FAO reconoce que es prácticamente imposible que un país pueda producir el
100% de los alimentos que consume, por lo menos debe asegurar un piso mínimo de 75%
asegurando para el caso mexicano mínimo granos básicos como el maíz, frijol y arroz.
En resumen, dependemos del exterior para abastecernos de los granos que conforman la base de
la alimentación mexicana, mientras exportamos otra clase de productos de segundo orden, es lo
que ha causado esa crisis en el campo y en la procuración de la Soberanía Alimentaria.
CIERRE.
Finalmente, y para entender la complejidad de la situación y el impacto en seguridad y defensa de
la soberanía nacional, el manejo de los conceptos de Seguridad Alimentaria y Soberanía Alimentaria
en la retórica del discurso obradorista, tendría que ser entendida como una matización de los
intereses ya establecidos con el capital internacional, que resultaría muy difícil de volcar a una
contra-reforma del artículo 27 constitucional, con sentido nacionalista, para que los pueblos,
comunidades y tribus de nuestro país pudieran tener la seguridad jurídica y constitucional para
poder ser ellos los productores, distribuidores y comercializar bajos sus usos y costumbres, la
producción de los alimentos.
Ello sería un riesgo para el capital internacional que platearía un sistema proteccionista burdo ante
los ojos de las grandes industrias alimenticias, más si Estado intervenía en el mercado para fijar
precios de garantía. Esto pondría nerviosos a los grandes monopolios de la industria en la materia
que provocarían una virtual intervención militar y económica por los intereses trasnacionales en
juego en nuestro país. Por lo que, AMLO sólo le queda jugar con las palabras y la retórica para
simular su compromiso con los sectores del campesinado y productores en micro, pequeño y
mediano de los alimentos.
Como se pudo leer a lo largo de esta reflexión, quienes son los artificies de estos proyectos sus
intenciones son evidentes y claras, la rápida creación de nuevos parques eólicos, subestaciones
eléctricas y líneas de transmisión, siderúrgicas, gasoductos y terminales de gas, presas
hidroeléctricas, la construcción de vías férreas y carreteras para continuar con el saqueo a los
territorios del sur de México y de los países centroamericanos, saqueo que comenzó en desde 1492.
Lo que está en juego es el futuro de nuestros pueblos y la soberanía alimentaria.

Bibliografía.
 El economista (2018). AMLO y AFDZEE coinciden en detonar la región sur-sureste. 27 de
julio de 2018, 00:07. México. Recuperado de
https://www.eleconomista.com.mx/estados/AMLO-y-AFDZEE-coinciden-en-detonar-la-
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 FAO, FIDA, OMS, PMA y UNICEF. (2017). El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición
en el mundo 2017. Fomentando la resiliencia en aras de la paz y la seguridad alimentaria.
Roma, FAO. Recuperado de http://www.fao.org/3/a-I7695s.pdf
 García Jiménez, Ricardo. (2018). Zonas Económicas Especiales, instrumento extranjero de
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 La Vía Campesina, (2017). Seguridad o soberanía alimentaria. En la Prensa, Soberanía
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Recuperado de https://viacampesina.org/es/seguridad-soberania-alimentaria/
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capítulo XXIV, Recuperado de https://pendientedemigracion.ucm.es/info/bas/es/marx-
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 Salinas de Gortari, Raúl. (1990). El campo mexicano ante el reto de la modernización. En
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Recuperado de http://revistas.bancomext.gob.mx/rce/magazines/166/2/RCE2.pdf
 SAGARPA. (2017): Análisis de la Balanza Comercial Agroalimentaria. México: Secretaría de
Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación.

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