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PAÍS VASCO:
SOCIALISMO, ANARQUISMO , SINDICATOS CATÓLICOS
. la jornada laboral no bajaba de las doce horas y era obligatorio alojarse en los
barracones de las empresas y consumir las mercancías en sus tiendas.
. los salarios que percibían los trabajadores estaban muchas veces por debajo de los
mínimos necesarios para la subsistencia. La acumulación de capital, que rige las
relaciones laborales, supone la existencia de salarios por debajo del mínimo vital, y por
otra parte, los principios del liberalismo económico imponen que estén prohibidas las
organizaciones sindicales y la inexistencia de una legislación protectora de los
trabajadores.
. no existía ningún tipo de garantía legal frente a los despidos.
. el trabajo infantil continuaba siendo importante en la minería y en la industria textil.
La respuesta social ante esta situación está representada por el movimiento obrero,
conjunto de tendencias que luchaban por mejorar las condiciones de vida de los
trabajadores, y su emancipación social y política.
Con la Restauración se produjo una etapa de represión de los movimientos sindicales.
La derrota de la Comuna en París, en 1871, había traído la prohibición de las secciones
de la Asociación Ibternacional de Trabajadores (AIT) en todos los países, entre ellos
España: a los pocos días del golpe del general Pavía un decreto disolvía las asociaciones
dependientes de la AIT.
Las movilizaciones obreras alcanzaron su punto culminante en 1890, año en que tuvo
lugar la primera huelga general de la minería vizcaína a raíz del despido de varios
trabajadores. A partir de ese año creció continuamente la implantación de sindicatos por
todo el país, y el PSOE, por su parte, comenzó a obtener concejalías en elecciones
municipales de distintas zonas industriales.
La movilización obrera consiguió que, en los primeros años del siglo XX, se aprobasen
algunas leyes que mejoraban las condiciones jurídicas de los trabajadores: la ley de
accidentes de trabajo (1900), la de protección a las mujeres y niños (1900), la creación
del Instituto de Reformas Sociales (1903) y el Instituto Nacional de Previsión (1908). El
sindicalismo creció en fuerza e influencia social en el primer tercio del siglo XX,
llegando los grandes sindicatos (UGT y CNT) a contar con más de un millón de
afiliados en los años treinta.