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Represión

El psicoanálisis nos ha revelado que la esencia del proceso de la represión no consiste en suprimir y
destruir una idea que representa al instinto, sino en impedirle hacerse consciente. Decimos que dicha
idea está en un estado de ser “inconsciente”.
El recuerdo latente es, por lo contrario, un indudable residuo de un proceso psíquico.
Los procesos psíquicos son inconscientes y a comparar su percepción por la consciencia con la que
los órganos sensoriales hacen del mundo exterior.
Lo inconsciente comprende, por un lado, actos latentes y temporalmente inconscientes, que fuera de
esto, en nada se diferencian de los conscientes y por otro lado, procesos como los reprimidos que si
llegaran a ser conscientes presentarían notables diferencias con los demás de este género.
Consiste en sustituir los términos “consciente” e “inconsciente”, por las formulas Cc. he Inc.
En general un acto psíquico pasa por dos fases con relación a su estado entre las cuales se halla
intercalada una especie de examen (censura).
En la primera fase el acto psíquico es inconsciente y pertenece al sistema Inc. Si al ser examinado
por la censura es rechazado, le será negado el paso a la segunda fase; lo clasificaremos de
“reprimido” y tendrá que permanecer en el inconsciente. Si sale triunfante pasara a la segunda etapa
la consciencia, pero no en su estado más activo, si no al preconsciente y luego pasara al consciente,
atravesando otra censura.
Nos bastara retener que el sistema Prec. Comparte cualidades con el sistema Cc. y que la severa
censura ejerce sus funciones del paso del Inc. al Prec.
Nuestra tópica psíquica no tiene de momento, nada que ver con la anatomía, refiriéndose a regiones
del aparato anímico, cualquiera que sea el lugar que ocupe en el cuerpo y no a localidades
anatómicas.
El sueño es un acto psíquico de pleno derecho, su fuerza impulsora es un deseo por cumplir.
Un pensamiento, por lo común el pensamiento deseado, es objetivado en el sueño, es figurado como
escena o, según creemos, es vivenciado.
El contenido de representaciones no se piensa, sino que se muda en imágenes sensibles a las que
se da crédito y se cree vivenciar.
Toda nuestra actividad psíquica parte de estímulos y termina en inervaciones. Por eso asignamos al
aparato un extremo sensorial y un extremo motor. En el extremo sensorial se encuentra un sistema
que recibe las percepciones, y en el extremo motor, otro que abre las esclusas de la motilidad.
De las percepciones que llegan a nosotros queda una huella que podemos llamar “huella
mnémica”. Suponemos que un sistema del aparato recibe los estímulos perceptivos, pero nada
conserva de ellos y que tras él hay un segundo sistema que traspone la excitación momentánea del
primero a huellas permanentes.
De las percepciones conservamos algo más que su contenido. Nuestras percepciones se revelan
también enlazadas entre sí. Llamamos asociación a este hecho.
Nuestros recuerdos son en sí, inconscientes. Es posible hacerlos consientes, pero no cabe duda de
que en estado inconsciente despliegan todos sus efectos.
Durante el día la censura de la resistencia les ataja a los pensamientos oníricos este camino que lleva
a la conciencia pasando por el preconsciente.
Lo que ocurre en el sueño alucinatorio es que la excitación toma un camino de reflujo. En lugar de
propagarse hacia el extremo motor del aparato, lo hace hacia el extremo sensorial, y por ultimo
alcanza el sistema de las percepciones. El sueño tiene carácter regrediente.
El carácter regrediente consiste en trasvasar su contenido de representaciones a imágenes sensoriales
y es un efecto de la resistencia que se opone a la penetración del pensamiento en la conciencia. Así
como de la simultánea atracción que sobre él ejercen recuerdos que subsisten con vivacidad sensoria.
El “miramiento por la figurabilidad” podría ser referido a la atracción selectiva de las escenas
visualmente recordadas y con las cuales los pensamientos oníricos entran en contacto.
Tres modos de regresión:
• Una regresión tópica, en el sentido del esquema aquí desarrollado de los sistemas.
• Una regresión temporal en la medida en que se trata de una retrogresión a formaciones psíquicas
más antiguas.
• Una regresión formal, cuando modos de expresión y de figuración primitivos sustituyen a los
habituales.

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