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Habilidades Comunicativas Orales

Marjorie Bustamante

Comunicación Oral y Escrita

Instituto IACC

01-10-2017
Faltas de asertividad y empatía

En una ocasión presencié una situación que me indignó; estábamos en una actividad

infantil, en la que los niños tenían acceso gratuito a diversos juegos mecánicos, inflables, etc.,

para los cuales obviamente y debido a la cantidad de personas que había, se generaban colas de

10 o 20 minutos de espera, (eso para un niño pequeño es una eternidad); y delante de mí y mis

niños, había una joven madre con su pequeña y al parecer la pareja de la muchacha. Estaban

enfrascados en una discusión de la que al final nos enteramos todos los que estábamos alrededor,

el tema es que la pequeña, de nomas de 4 años, no aguantaba las ganas de ir al baño, y le pedía

en reiteradas ocasiones a la mamá que la mirara, una y otra vez, “mamá, mamá, mamita”, pero

sus súplicas fueron respondidas con un fuerte CALLATE y un tirón de orejas que me rompió el

corazón. A raíz de esto la niña terminó orinándose en su ropa, la mamá nunca la tomó en cuenta,

y yo terminé peleando con la mamá de la pequeña.

Cuando un vecino que posee animales, no toma conciencia de lo molesto que pueden ser

los ruidos de sus mascotas. Si bien son compañeros leales e incondicionales, también pueden ser

una real molestia para el resto. En mi caso tengo a mi vecina, cuya mascota es una perrita de raza

mediana, con un ladrido demasiado agudo. Mi bebé de 1 año de edad, generalmente duerme su

siesta a las 15.00 horas, y es justo cuando a mi vecina se le ocurre soltar a su mascota. Es terrible,

la perrita ladra, ladra y ladra, y los dueños no hacen ni le dicen nada. Tengo que salir a pedir por

favor que hagan algo, para que recién a la media hora después la entren; y yo quedo con dolor de

oídos, y mi bebé con su siesta interrumpida.


Para mala suerte nuestra, tenemos otro vecino que gusta de realizar fiestas o reuniones en

su casa, pero en el antejardín y en días de semana. Es un tipo joven, que no tiene hijos, que al

parecer tiene buena remuneración porque las fiestas que hace son con harto para comer y beber.

Lo molesto es que no hace sus fiestas dentro de la casa, sino que afuera. Cuando llegó el invierno

llegó, con mi marido pensamos que tendríamos un poco de paz, pero nos equivocamos porque ni

el frio o lluvia impidieron que él realizaras sus “carretes” en la semana y hasta horas de la

madrugada; ignorando que los demás vecinos al otro día debemos madrugar para trabajar, o los

niños deben ir al colegio. Sólo se detiene cuando por llamados reiterativos, llegan carabineros

para informarle que si no baja la música, será multado, ya que es imposible dialogar con sin, sin

antes recibir una lluvia de palabrotas de su parte.

La falta de empatía con el adulto mayor. Si bien se entiende que el cansancio después de

un día laboral es agotador, y que el transporte público no ayuda en nada a amenizar esa situación;

no puedo entender como jóvenes de entre 18 a 25 años, no sean capaces de ceder su asiento a un

adulto mayor. Ni siquiera pensando quizás que bien podría ser su abuelo/a, o quizás en que algún

día ellos también llegarán a esa edad. Se voltean, se “duermen”, o simplemente con gritos y

palabras despectivas, les dejan claro que no cederán su asiento.

Tengo un conocido que tiene un buen trabajo, gana su buen sueldo, tiene casa propia, un

auto, departamento… vive bien. El tema es que siempre que necesitamos algo, esa persona

nunca puede, nunca conoce a alguien que nos pueda ayudar, siempre está de manos atadas,

entregándonos siempre las mismas respuestas: “yo soy un simple empleado, casi invisible, yo no
puedo hacer nada, no conozco a nadie, yo no sé cómo, tendrías que averiguarlo todo tú, pero yo

no tengo idea”. Es bastante triste saber que tienes una pequeña oportunidad de surgir, pero que

por la poca empatía que tiene esa persona hacia el resto, tus escasas oportunidades se reducen

aún más todavía.

Situaciones de empatía y asertividad

Mi esposo no es como la mayoría de los hombres, no le gusta el fútbol, no pasa todo el

fin de semana limpiando su auto, y no es un hombre al que le gusten las labores típicas de casa.

Casi siempre que “arregla” algo, lo empeora, lo rompe, o lo deja inservible. Pero me encanta que

trate, que se la juegue por ayudar a solucionar los problemitas de la casa que yo no puedo; y vez

que lo hace, le felicito por los resultados. Yo valoro su esfuerzo, que aunque las cosas no queden

perfectas, el énfasis y las ganas con las que lo hizo, me dan la energía para tratar de resolverlas

yo más tarde.

Una vez tuve una compañera de trabajo que era regia. La tipa era escultural, linda sonrisa,

nariz respingada, piel tersa y blanca, cabello negro, largo y con un liso perfecto. Siempre andaba

a la moda, en cuanto a vestimenta y maquillaje; pero tenía un problema, todo lo que le sobraba

en belleza, le faltaba en inteligencia. Todo iba bien hasta que nos enteramos que tenía un

romance con el jefe; lo pasaban estupendo, encerrados en la oficina todo el día, ella llegaba y se

retiraba de la oficina a la hora que quería, etc., gozaba de todas las regalías que tenía por su
relación amorosa. Hasta que un día todo se derrumbó, él quiso despedirla pero no pudo, por lo

tanto le hizo la guerra para que ella renunciara. Todos en la oficina se reían de ella, la ignoraban,

no la saludaban y la hacía sentir horrible. Un día la vi muy aproblemada en su oficina, la vi llorar

sola. Entré para ver que le pasaba y para que no me retaran, simulé estar revisando su

computadora. Le dije que debía ser fuerte, y enfrentar la situación hasta el final. Le dije en

buenas palabras, que todo acto inconsciente tiene sus consecuencias, y se debe afrontar con

valentía y perseverancia. Su mirada me lo dijo todo, me dio las gracias y me pidió que saliera de

su oficina para evitarme problemas.

La niña terminó los meses de trabajo que le quedaban y se fue tranquila. Hoy está felizmente

casada, con profesión y un excelente trabajo.

Hace unos días, lleve a mi hijo al colegio, y al retirarme vi una pequeña de 5 años, que

lloraba desconsolada afuera del colegio, un grupo de apoderados mirándola desde lejos, el

inspector en la entrada de la escuela y la hermanita tratando de convencerla de entrar a clases. No

pude seguir, detuve mi vehículo y me baje a conversar con ella. La pequeña tenía miedo entrar,

sólo quería a su mamá y volver a su casa, pero trate de hacerla entender que la mamá estaba

trabajando y que ella debía entrar al colegio. Para calmarla limpie sus lagrimitas y la invité un

jugo, la tome de la mano y logre convencerla de entrar; estaba muy sudada, ya que ese día estuvo

bastante caluroso. Una vez calmada se tomó su jugo, lavo su carita y entró a clases. Como mamá

no podía dejarla ahí afuera, vi a mi hijo en esa situación y me habría vuelvo loca de pena saber

que nadie lo ayudó.


Otro ejemplo de empatía es bastante similar a uno que mencioné más arriba. Mi hijo del

medio tiene 9 años, y de estatura es bajito. Todos los días él debe hacer su cama y ordenar su

pieza. Si bien el orden de la habitación queda súper, cuando debe dejar su cama ordenada, el

resultado es un poco distante al esperado, las sabanas generalmente quedan al fondo todas

arrugadas, las frazadas amontonadas, y el cobertor en diagonal. Al principio él decía que no

podía hacerla, que le quedaba mal, etc. Después de mucho conversarlo, entendió que a medida

que vaya creciendo, podrá ir perfeccionando su manera de ordenar, pero que por ahora para mi es

más que perfecto su manera de ordenar y de hacer su cama.

Vi un reportaje de un señor, que ha dedicado su vida a forestar un sitio eriazo con la

única finalidad de ayudar al planeta. No recibe aportes de privados, ni estatales, todo lo hace con

sus propias manos y cada día que pasa, siente la necesidad de transmitir su preocupación por la

poca conciencia que existe hoy en día por el medio ambiente. Me asombró escucharlo decir que

él no quería nada a cambio, solo le bastaba con que su idea se replicara en otros lugares, formar

parte de los impulsores del gran pulmón verde para el planeta, y tener la satisfacción de que en

un futuro, los niños del mundo podrán disfrutar de un lugar mejor para vivir y desarrollarse, lejos

de la contaminación y desechos.
Bibliografía

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bibliográfica.]

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asegúrese de incluir todas las citas bibliográficas a las que se haya referido en el mismo.

Ejemplo de un periódico:

Lee, H. W. (2005). Los factores que influyen en los expatriados. Journal of American Academy of

Business, 6(2), 273-279. Consultado el 29 de enero de 2009, del banco de datos

ProQuest.

Ejemplo de un texto:

McShane, S. L., & Von Glinow, M. (2004). Organizational behavior: Emerging realities for the

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