Contra la "queer theory"
De: Giovanni Dall'Orto - http://www.giovannidallorto.com
Traducción Rafael Freda 2013 enero
Premisa.
Lo que sigue había nacido como capítulo para el libro sobre la
historia de la homosexualidad en Italia que estoy escribiendo para "il
Saggiatore", y que saldrá a la luz en el 2013. Más allá de una premi-
sa en la que explico las razones historiográficas por las que sosten-
go la tesis de que la "construcción histórica de la homosexualidad"
(para la que tomo en préstamo el término "neoinvencionismo" 1) es in-
correcta, había pensado en un apéndice donde enumerar también
las razones politicas de mi posición contraria al neoinvencionismo,
porque las unas no coinciden con las otras. Sin embargo, dos capítu-
los de oscuridades teóricas eran demasiado para un libro dirigido al
gran público. Así que suprimí el apéndice y reescribí el texto para
presentarlo al interesado o interesada, admitiendo que exista.
La encarnación con la que actualmente es mejor conocido el
neoinvencionismo en Italia es la llamada "teoria queer" o, en inglés,
queer theory 2. Por esto en el título, para hacerme entender, coloqué
esta encarnación del neoinvencionismo y no sus precedentes, que
nunca habían echado tantas raíces en Italia.
1
Propuesto por Joseph Cody en: "Masculine love", Renaissance writing and
the "new invention" of homosexuality (en: Claude Summers (ed), Homo-
sexuality in Renaissance and Enlightenment England, Haworth press, Bing-
hamton 1992, pp. 41-68. He hecho mía la propuesta porque tiene el mérito
de focalizarse sobre una idea-bisagra y no sobre una etiqueta externa.
2
Una definición rápide se encuentra en Wikipedia. Para profundizar: Elisa
Arfini y Cristian Lo Iacono (eds.), Canone inverso. Antologia di teoria queer,
Ets, Pisa 2012 y Marco Pustianaz (eds), Queer in Italia. Differenze in movi-
mento, Ets, Pisa 2011. Entre los "fundamentos": Eve Kosofsky Sedgwick,
Stanze private. Epistemologia e politica della sessualità, escrito en 1990
pero traducido en el 2011 por Carocci, Roma, y Judith Butler, Corpi che
contano. I limiti discorsivi del "sesso", Feltrinelli, Milano 1996 [1993].
Para una crítica precisa, pero en lenguaje comprensible: Maria G. Di
Rienzo, La teoria queer spiegata ai deficienti (fra i quali va inclusa l'autrice).
[De Sedgwick y Butler hay trad. española, N. del T.]
1
Los límites políticos del neoinvencionismo.
Mi polémica contra el neoinvencionismo no nace sólo de cue-
stiones metodológicas3, ya que otros, con más autoridad que yo y
mucho antes que yo, han expuesto las falacias lógicas y metodológi-
cas de este abordaje4. Eso no sirvió para nada, ya que el neoinven-
cionismo es un culto religioso que ningún razonamiento llegará a "re-
futar": se basa en una fe, y solamente los hechos pueden ser refuta-
dos. Por ejemplo: aunque el mundo no haya terminado por dos o tres
veces en la fecha siempre anunciada por ellos, los Testigos de Jeho-
vá continúan insistiendo en que tenían razón ellos y no el mundo.
Pero si los cultos no se pueden refutar, se pueden combatir
3
Aunque tienen su peso. Hasta un neoinvencionista como James Schultz,
en su Heterosexuality as a threat to medieval studies ("La heterosexualidad
como amenaza a los estudios medievales", "Journal of the history of sexuali-
ty", XV 2006, pp. 14-29) denuncia como, a fuerza de insistir sobre el hecho
de que no se puede hablar de "homosexualidad" en el medioevo, ahora los
historiadores hablan de "relaciones heterosexuales" y "relaciones entre per-
sonas del mismo sexo", decretando así la desaparición total de "lesbiani-
smo" y "homosexualidad" de la historia medieval. Obviamente Schultz no
vuelve a discutir la sensatez de los dogmas que llevan a tales aberraciones;
al contrario, pide redoblar la dosis de la medicina dañosa: quiere que se
deje de hablar de "heterosexualidad". Simplemente genial. No veo la hora
de discutir usando términos históricamente "no anacrónicos", como: "natu-
ral" vs. "contra natura'', o "impulso procreativo" vs. "instigación demonía-
ca", aunque, ay, están atravesados de pesadísimos (pre)juicios morales:
para evitar los cuales, miren ustedes lo que son las cosas, fue creada en su
origen el par de términos "hétero- homosexual".
4
Podría citar alguna de las contribuciones contenidas en: Eward Stein,
Forms of desire. Sexual orientation and the social constructionist contro-
versy, Garland, New York & London 1990; Raja Halwani, Essentialism, so-
cial costructionism, and the history of homosexuality, "Journal of homosexu-
ality", XXXV 1998, pp. 25-51, y sobre todo la monografía de Rictor Norton,
The myth of the modern homosexual. Queer history and the search for cul-
tural unity, Cassell, London 1998. En sentido más amplio (no focalizado so-
bre los studios gay), Jean Bricmont e Alan Sokal, Imposture intellettuali,
Garzanti, Milano 1999. Una sátira devastadora sobre la vacuidad de los
contenidos de la misteriosa jerga de los neoinvencionistas (Judith Butler
ganó en el 1998 el irónico "Premio para la peor escritura académica"), y so-
bre su abuso de frases hechas,es el generador automático de ensayos po-
smodernistas (en inglés), online en la url: http://www.elsewhere.org/pomo/
muy bien, in primis sobre el plano político.
La tesis fascista del "homosexual moderno".
El primer motivo por el que combato el neoinvencionismo es
que es profundamente reaccionario. Lo es porque aunque declara y
proclama ser un instrumento de análisis puramente descriptivo de la
realidad, es profunda y, fascistamente prescriptivo5, y también por-
que aunque se alimenta de una izquierda muerta y desollada lleva
adelante una "revolución tolemaica" que mantiene a la Tierra (los
EEUU) en el centro del sistema solar.
Un ejemplo cegador de esto justamente es el concepto de
"modern homosexual"6. ¿Quién ha podido establecer en qué consi-
ste? ¿En base a qué criterios? ¿Con qué verificaciones fácticas?. Es
el fundamento del neoinvencionismo, pero analizado de cerca no pa-
rece ser otra cosa que la elevación a Norma Universal del estilo de
vida homosexual prevaleciente en las grandes metrópolis de los
EEUU (y en ningún otro lado) en la posguerra (y no antes). Así el gay
estadounidense (o quien ha adoptado el estilo de vida de los gays
estadounidenses) se ha autonominado piedra de toque de cualquier
homosexualidad de la raza humana, presente y pasada (y futura).
Somos "modernos" en la medida en que nos hemos nor-
teamericanizado, y somos homosexuales en la medida en que lo
seamos según el estilo de vida norteamericano. Un gay de San
5 bién "homosexuales" sin ser "modernos" 8.
David Halperin, además de haber escrito How to do the history of male ho-
mosexuality ("Cómo hacer la historia de la homosexualidad del varón",
"GLQ", VI 2000, pp. 87-123) en el 2012 se nos apareció con el volumen
How to be gay ("Cómo ser gay", Belknap Press, Cambridge,
Massachusetts).
6
Sobre esto véase: Kenneth Plummer, The making of the modern homose-
xual, Hutchinson, London 1981, que vuelve a publicar también el ensayo de
Mary McIntosh, The homosexual role, "Social problems" XVI 1968, pp. 182-
92, que a mi parecer es la verdadera fuente del neoinvencionismo, mucho
más que las 220 palabras de Foucault sobre las que discurrí en la premisa
de este libro. Foucault en realidad sólo fue adoptado (y adaptado) como
"padre noble" incluso cuando en el mundo anglosajón la trend neoinvencio-
nista ya había nacido por cuenta propia. En efecto, La realtà come costru-
zione sociale, obra de Peter Berger y Thomas Luckmann (Il Mulino, Bologna
1969 e 2009; no lo he leído) había sido publicado en el 1966 (aunque sólo
era un análisis sociológico, no un texto religioso).
2
Francisco de 1945 era "moderno", un
femmenella napolitano o un hijra indio vivos en carne y hueso en el
2012 no lo son. No se sabe qué son, pero se sabe qué no son: "ho-
mosexuales modernos". ¿Por qué? Porque los académicos anglosa-
jones lo han decretado así. Al hacerlo "cortado y expulsado" realida-
des humanas como la china o la india, que por sí solas reúnen un
tercio de la raza humana y que seguramente tienen en su interior
más /homosexuales/ que todo Occidente. Ninguno de ellos, sin em-
bargo, tiene derecho de hablar en el debate mundial sobre las "ho-
mosexualidades modernas" (¡a despecho del imperalismo cultural!).
Los "otros" /homosexuales/ quizás sean nuestros contemporáneos,
pero no son "modernos" como nosotros, porque su /homosexualidad/
es del tipo "equivocado". No es verdadera homosexualidad, y basta.
Existe un solo modo de definir este comportamiento: homo-
normatividad, el concepto simétrico exacto de la "heteronormativi-
dad" de la cual (y además con razón) los neoinvencionistas acusan a
la sociedad heterosexual. Lástima que a su vez sean activísimos
para imponer normas y definiciones.
No han faltado las voces de quienes7 han observado cómo en
el aquí y ahora existen otros roles homosexuales que son tan "mo-
dernos" como el estadounidense, y son también conscientemente
homosexuales. Y se osa susurrar abiertamente que el pasado ha co-
nocido "roles homosexuales" (el cinedo, el sodomita) que eran tam-
La censura de las taxonomías alternativas.
Notemos que tal modo de razonar oculta, esconde y censura
la existencia de taxonomías de la homosexualidad diversas e in-
conciliables con la propia. A título de ejemplo: el púgil profesional
7
Peter Jackson, Thai research on male homosexuality and transgenderism
and the cultural limits of foucaultian analysis, "Journal of the history of sexu-
ality", VIII 1997, pp. 52-85
8
Al "sodomita" le dedico un capítulo del libro. Sobre el kinaidos: Amy
Richlin, Not before homosexuality: the materiality of the cinaedus and the
Roman law against love between men, ''Journal of the history of sexuality'',
III 1993, pp. 523-573, e incluso David Halperin, One hundred years of ho-
mosexuality and other essays on Greek love, Routledge, New York 1989,
passim: véase la significativa admisión de la nota 39 en p. 161.
puertorriqueño Orlando Cruz, el primero que hizo un coming out al
mundo, entrevistado sobre este gesto suyo, ante la pregunta "¿En el
mundo del box alguno sabía?" respondió:
"Era inevitable. Oscar de la Hoya, mi ex promoter, cierta vez
antes de un combate me preguntó: "Orlando, dime la verdad, ¿tienes
intención de declarar públicamente que eres gay?". Había otras per-
sonas alrededor de nosotros, y le respondí: "No es verdad, soy un
hombre”9.
Nótese que de la Hoya había hecho una pregunta relativa a
la orientación sexual, y Cruz le respondió mencionando su identi-
dad de género, o cuando más su rol de género, demostrando
cómo, en la concepción "popular" (latinoamericana) a la que adhería,
no existe distinción entre las tres cosas.
Esta visión (y aquí estoy de acuerdo con los neoinvencioni-
stas en definirla como una "construcción social") ¿hay que conside-
rarla "moderna" o no? Y si no, ¿a título de qué? Y si la respuesta es
sí, ¿cómo conciliarla con la del "homosexual moderno", si parece to-
talmente inconciliable?
Además, en la entrevista Cruz explica su coming out en térmi-
nos de "admitir" al fin lo que (ya) era. ¿Acaso se “volvió" gay y "mo-
derno" en el momento en que hizo esa admisión? Y si es así, antes
de hacerla, ¿qué era? ¿Un no-gay? ¿Un gay pre-moderno? ¿Un "he-
terosexual equivocado"? ¿Un queer? ¿Un "eeh, no quiero definirme
porque, eh, definirse es limitarse un poco?". O, como él mismo afir-
ma ahora, ¿quizás simplemente era un gay que no admitía serlo?
¿Se puede ser "gay" si uno niega serlo?
Si no, ¿cómo explicar el punto de vista de Cruz según el cual
ya lo era antes de admitirlo? Y si la respuesta es que no se puede,
¿en base a qué elementos podemos explicarlo, sin tener que admitir
la existencia de una "esencia" independiente: (1) de la definición cul-
tural que se nos da y sobre todo: (2) de la definición que nos da la
persona directamente interesada?
Para ser breves: ¿es admisible el concepto mismo de "co-
ming out" sin recurrir a un abordaje "esencialista" ("homosexuales o
9
Anónimo, Orlando Cruz, il pugile gay: "Metto Ko i pregiudizi"[“Pongo Knock
Out a los prejuicios”], "Il fatto quotidiano", 5 diciembre 2012, p. 15. (Entre
paréntesis, felicitaciones a quien encontró el título más cretino del decenio)
3
bisexuales o transgéneros: se es o no se es, independientemente de
lo que se va por ahí diciendo que uno es"), que el neoinvencionismo
combate como "al Enemigo"? ¿Será necesario aceptar la noción ca-
tólica (y base de las "terapias reparativas") según la cual los homose-
xuales (o bisexuales, o transgéneros) se "hacen" cuando se "decide"
volverse homosexual o bisexual o transgénero, mientras que en au-
sencia de tales decisiones todo individuo es, por default, heterose-
xual?
Hic Rhodus, hic salta.10
Ver el árbol y no advertir el bosque.
Como habrá entendido quien me ha leído hasta aqui, pienso y
sostengo que no existe "un" modo de ser homosexual. Existen algu-
nos millones de modos de ser homosexuales, porque cada experien-
cia humana es diversa de las otras, y una misma persona en perío-
dos diversos de su vida puede vivirla de modos diversos.
Por otra parte, interrogándonos sobre este dato de hecho
(que es común a cualquier experiencia humana, sea la que sea: hay
miles de modos de ser madre, o joven, etcétera) tenemos un núme-
ro limitado de respuestas posibles:
1) Podemos postular la irreductibilidad total de las experien-
cias subjetivas, fragmentando la realidad homosexual en millones de
"mónadas” no comunicantes entre sí, como máximo copulando por
impulso biológico, automático, animal. Somos "máquinas deseantes";
en el fondo, cuando se habla de sexo, somos simples animales, o ro-
bots esclavos de nuestros instintos. Sólo una imposición externa
puede reunir en clases, de modo totalmente arbitrario, a estas indivi-
dualidades inconciliables.
Ésta es la tesis de la "construcción histórica del la homose-
xualidad", y de la queer theory. Como admiten y hasta reivendican
los mismos queer, al cortar las ataduras con el afilado cuchillo de sus
astutas teorías, se volvería al "todos libres", con millares de sexuali-
dades diversas.
Mi objeción es que se volvería a ese individualismo exaspera-
10
Proverbio latino que se usa para indicar “es evidente que eres un charla-
tán”.[N. del T.]
do de exportación estadounidense por el cual ningún hombre es re-
ducible a otro, "cada hombre es una isla" (con el permiso de John
Donne). Como máximo, al ser humanos, podemos pensarnos como
un archipiélago (por ejempio, una minoría racial 11), pero nunca como
un continente.
2) O bien, y éste es el camino que he seguido, podemos
aceptar la idea de que la pluralidad existe, por supuesto, pero que
sabe también encontrar momentos de unidad y síntesis en los que
los diversos individuos se re-conocen, si no idénticos, al menos igua-
les (una aspiración, ésta, que está en la base del movimiento de libe-
ración homosexual). Se reconocen los unos en los otros. Ponen en
común lo que tienen de común, respetando a su vez lo que tienen de
diverso.
En nuestra lengua, imperfecta si queremos pero nuestra, esta
realidad de cosas puestas en común (sean ideas o lugares u objetos
o prácticas sexuales) se llama "comunidad"... y para algunos exage-
rados incluso "comunismo". No se trata de "esencialismo" porque no
existen "esencias" inmutables (no existe un solo átomo de la realidad
humana que no sea dialéctico y no esté en trasformación). Sólo el fa-
scismo homonormativo neoinvencionista pretende exigir que la iden-
tidad común, para ser tal, se deba por fuerza basar sobre comporta-
mientos perfectamente idénticos en todo, aunque los actos de reco-
nocimiento recíproco pueden ser muy diversos, y el motivo por el
11
En el lenguaje neoinvencionista, digno hijo de la neolengua de George Or-
well, "comunitarismo" no indica la politica de la comunidad social, sino su
opuesto exacto: la fragmentación de la sociedad en una arenilla de grupú-
sculos (communities), cada uno portador de necesidades diversas y compi-
tientes entre sí, cada una no reductible a las otras. Por esto es necesario ci -
tar siempre separadamente a gays, lesbianas, bisexuales, transexuales,
transgéneros, intersexuales, queer, asexuales, en una lista que de año en
año no hace sino crecer, dado que cada una de estas condiciones humanas
es distinta e irreductible a las otras, y deja espacio a las demás en los mi -
smos márgenes extremos. Se multiplica de este modo el número de "yo",
pero la suma de todos los "yo" no llega a ser, o a volverse, un "nosotros".
Curiosamente, el "Poder" siempre es teorizado como único, monolítico, co-
herente, no atravesado de conflictos ni contradicciones, como por ejemplo
(pero no únicamente) las contradicciones de clase...
4
cual tú te dices gay puede ser totalmente diverso del mío: lo que
cuenta para ambos es que al fin nos re-conocemos a través del mi-
smo nombre, en nuestra diversidad recíproca (relativa). De este reco-
nocimiento recíproco, que yo y tú concedemos cada uno a su vez,
nace la comunidad. De otro modo no tenemos una comunidad, sino
un fascismo sexual, donde somos obligados a vestir la misma divisa
(ojalá sea de cuero...) y marchar al mismo paso.
Para mí un "femmenella" napolitana es tan homosexual como
yo, e incluso gay, si no lo asusta este nombre. Simplemente, es gay
de un modo diverso del mío. La mitad de los problemas de hacer po-
lítica gay en Italia siempre ha consistido en la dificultad de armonizar
sus pedidos con los míos, pero querramos o no hemos debido apren-
der y armonizar. Porque somos gays los dos, ninguno de los dos es
"moderno" y el otro no, porque ambos somos aquí-y-ahora, y ningu-
no de los dos es un abusador de la modernidad ni tiene el derecho
de obligar al otro a volverse lo que no es.
No llego a entender por qué yo no puedo aplicar el mismo ra-
zonamiento al antiguo sodomita que –no soy ciego– veo muy bien
que es diverso, muy diverso de mí. En ciertos rasgos inconciliable-
mente diverso (como lo es una femmenella napolitano, per otra par-
te). Pero no a tal punto que no pueda re-conocerme en él por expe-
riencias y vivencias, exactamente como puedo reconocerme en sen-
timientos expresados hace milenios por Safo o Catulo. Que no eran
marcianos: eran mis ancestros.
No entiendo por qué yo y un femmenella podemos los dos ser
homosexuales, y no yo y Miguel Ángel. ¡La diferencia entre yo y un
femmenella no es inferior a la que hay entre yo y Miguel Ángel... to-
davía! ¿Y entonces?
3) Finalmente existe una tercera posibilidad, la de que el indi-
viduo no exista sino en cuanto fragmento de entidades comunitarias
más vastas (familias, tribùs, gentes... estados), que son las únicas
que existen. Como bajo este punto de vista Stalin y Hitler y Pol-Pot
han plantado sus nada amadas banderas, hoy nos (me) parece poco
atrayente. Sin embargo ha sido la visión dominante en la mayor parte
de la historia humana conocida, y todavía es válida en gran parte del
mundo no occidental.
No explicaré por qué el totalitarismo no es para mí una opción
practicable: si el lector no lo ha entendido por sí mismo a la edad que
debe haber alcanzado para poder leer un ensayo como éste, no ten-
go ninguna esperanza de hacérselo entender yo.
Un individualismo exasperado.
Y bien: si el individualismo exasperado en base al cual el gay
neoinvencionista es incapaz de ver a un igual a sí en un femmenella
es reaccionario, es racista, y ciertamente no bastarían para ocultar
este hecho decenios de estúpidas diatribas sobre la terminologia "po-
liticamente correcta", que solamente han sido capaces de parir mon-
struos lingüísticos como "lgbtqiae*". Son monstruosos ideológica
antes que fonéticamente, porque equivalen a masacrar un ser huma-
no dividiéndolo en los miembros que lo componen, y después rear-
marlo yuxtaponiéndolo y diciendo que así funcionará mejor, sin el
estorbo de todos esos ligamentos...
Insistir obsesivamente en las diferencias (primero entre indi-
viduos, y después entre communities) sirve solamente para subrayar
lo diferente que el otro es de mí, en tanto que él/ella no sea yo, en
tanto que su equipo no es el mío.
Esta atención obsesiva prestada a lo que divide en lugar de
aquello que une, a las diferencias en vez de las analogías, se en-
cuentra también en la búsqueda maníaca, en la historiografía o en la
vida cotidiana, de las "fallas epistemológicas" (epistemological
breaks), como la invención de la palabra "homosexual" en 1869, que
crearían un "antes" y un "después", que no dialogan entre sí y que no
se puede pensar que puedan hacerlo. Esto es absurdo, porque nin-
guno tiene el derecho de fingir no entender que cada generación sale
del seno de la precedente y no en sentido metafórico, sino físico. Y
no existe ninguna generación que pierda de improvis y toda junta la
capacidad de hablar con sus progenitores y sus abuelos. Cuando
esto ocurre, no se llama "falla", se llama "genocidio cultural", y es la
peor catástrofe que pueda acontecerle a un pueblo. Es un crimen
contra la humanidad, no un mecanismo de funcionamiento fisiológi-
co della historia humana.
Resumiendo, acuso al neoinvencionismo de ser reaccionario
por haber hecho suya la óptica neo-cons, para la que existe sólo el
individuo, mientras que lo social "es el problema, no la solución".
5
Como máximo se puede pertenecer a una "raza", que se define
como tal desde el exterior (por medio de los "discursos del poder"),
pero no a una comunidad (en el sentido europeo: un grupo que se
propone un destino en común), que uno define desde lo interno.
Al fin, bajo tanta (¡demasiada!) retórica y frases hechas "de
izquierda" (el capitalismo... la falocracia… la burguesia... la hetero-
normatividad...) la visión del mundo de estas teorías no tiene nada
que envidiar a la visión neocons.
Puedo arreglármelas sin ella, gracias.
Los daños "fuera de contexto".
Además de las razones generales de crítica al neoinvencioni-
smo que acabo de enumerar existe también para mí, que soy italia-
no, una específica: los daños que hace en Italia la "teoría queer", por
haber intentado transplantar fuera de contexto un armamento de
debate que para Italia es contraproducente.
En los EEUU el Estado por siglos pretendió decidir él (por ley)
quién era "homosexual" o no, y castigarlo en consecuencia: huir de
tales definiciones fue por tanto un acto lógico y liberatorio – después
de todo, allí queer no es como en italiano un eufemismo, sino que
quiere decir "puto [frocio]". En Italia desde hace dos años el Estado
optó12 por la estrategia opuesta, negando la existencia misma del ho-
mosexual y alentando a que las personas homosexuales no se defi-
nan nunca como tales. Las declaraciones de los adeptos a la queer
theory sobre la inexistencia de la homosexualidad, excepto como
convención social, terminan por coincidir con las declaraciones de los
ultraconservadores, y en particular de los ultracatólicos, que sostie-
nen esa misma idea. Y cuando después los queer theorists afirman
que la orientación sexual "se elige", suscitan los aplausos delirantes
de los "terapeutas" que quieren "reparar" a los gay: "Lucas era gay",
después escuchó las conferencias queer y entendió que la orienta-
ción se puede elegir a gusto, "y ahora está con el terapeuta". Bravo,
bravísimo...
A mí me resulta simplemente incomprensible la actitud de
12
Lo argumenté en mi ensayo La tolleranza repressiva dell'omosessualità.
Quando un atteggiamento legale diviene tradizione. En: Arci gay nazionale
(a cura di), Omosessuali e Stato, Cassero, Bologna 1988, pp. 37-57.
quien en Italia por un lado es un defensor de la queer theory y la
"compleja e híbrida mezcla de identidad", y por otro lado lamenta que
la imposibilidad de hacer investigación gay en las universidades naz-
ca de que en Italia "la homosexualidad está presente y cada vez es
más visible (aquí estoy hablando de los varones gays) pero no es
definida como tal. Existe un cierto elemento consistente en ser visi-
blemente gay y al mismo tiempo fingirse otra cosa, rechazando los
nombres de la identidad. Esta modalidad "resistente" (o condescen-
diente) no sólo se junta con un discurso virulentamente homofóbico;
también es prevaleciente entre muchos gays que se oponen a la no-
ción de cultura gay. Sea que esto pueda ser interpretado como "ho-
mofobia interiorizada" o no, pienso que no podemos hacer otra cosa
que partir de este sentido de especificidad gay tan incompleta en
Italia, compartida por amplia secciones de la población. Después de
todo, los "estudios gay" pueden ser imaginados y construidos sólo si
existe una hipótesis de especificidad cultural para investigar, aunque
sea solamente para ponerla en duda o darle precisión13".
Ya sé que soy viejo y que me han superado, pero alguien jo-
ven y à la page debe explicarme qué lógica hay en trabajar por un
lado para "deconstruir" las identidades fijas e inmutables, como pro-
clama querer hacer la teoría queer, y por otro lado lamentarse de que
los gays italianos no tengan identidades fijas e inmutables, ya que
no teniéndolas es imposible "deconstruirlas". Pero si no las tienen,
entonces Italia ya ha alcanzado felizmente el paraíso de los teó-
ricos queer. Demostrando además en los hechos que se parece
más a un infierno que a un paraíso...
Por último, algo así se advirtió en un contexto que para cier-
tas cosas es diverso del italiano, pero que para otras cosas no lo es:
Francia, donde la importación de la queer theory ha colisionado con-
tra la misma dificultad: en contextos políticos (los del Código Napo-
leónico) en los que la estrategia del Estado ha sido por siglos impedir
la formación de identidades homosexuales fuertes y fijas, la llegada
del "disolvente" queer, lejos de liberar a los homosexuales de las in-
crustaciones que les impedían moverse, se arriesga a quitarles la co-
13
Marco Pustianaz, The ''white hole'' of gay studies in Italy, Confer-
ence paper, 1999, consultable online, pagina 2 del .pdf
6
raza defensiva, dejándolos desnudos e indefensos frente a los "di-
scursos del Poder". Se suscita así una resistencia, análoga a la mía,
contra un instrumento percibido como peligroso y controproducente:
"Para los queer norteamericanos, el objetivo es desafiar la
construcción social e histórica de categorías de la sexualidad y del
género, y en particular las identidades fijas de hétero, gay, lesbiana y
bisexual, ya que toda construcción de identidad sirve solamente para
restringir la expresión autónoma o la prestación14 del deseo. Este
acto de desafío presupone la existencia de identidades sexuales.
Para desafiar los límites de la identidad hétero, gay, lesbiana y bise-
xual, las identidades deben ser concebidas como existentes. Esta
idea presenta problemas particulares cuando se la traduce a un con-
texto francés, porque la existencia a priori de categorías sexuales, en
Francia, está lejos de ser axiomática.
La resistencia inicial experimentada por los queer theorists
norteamericanos en Francia15 se debe en parte al modelo social
francés de universalismo. En base a este modelo, la oportunidad de
ser integrado socialmente existe en principio para cualquiera que
tenga voluntad de aceptar las restricciones de la asimilación, y como
resultado no es la tolerancia de la diferencia lo que se viene persi-
guiendo. Para un grupo, descubrir que está separado de la sociedad
por la raza o la orientación sexual no sería construido (sic) como un
resultado deseable, porque se coloca en directa oposición con el ob-
jetivo del universalismo y de la integración social. Cualquier cosa
percibida como derivación de una política identitaria al estilo nortea-
mericano se encuentra a menudo con altos niveles de escepticismo
de parte de los grupos glbt franceses.
El sociólogo francés Frederic Martel (1999) advierte, por
ejemplo, que los militantes gays franceses "que buscan imitar el mo-
delo norteamericano, a no ser que estén preparados para desmante-
lar completamente el modelo francés de integración de los indivi-
duos, tienen necesidad de comprender que una tal operación quirúr-
14
"Performance".
15
Nótese el lenguaje que recuerda la relación de un misionero que explica
las resistencias de los indígenas a las predicaciones de la Verdad, y la mi-
sma confianza subentendida en el hecho de que también los franceses, al
final, llegarán a pensar como los norteamericanos (la resistencia es "inicial"
y
gica podría revelarse peligrosa en una nación donde no existe ningu-
na tradición de comunitarismo, por lo menos todavía no."16
El éxito paradojal es que:
"En los Estados Unidos, el movimiento está resueltamente
basado en una identidad gay que ha llevado a una diferencia que ex-
cluye. Una de las razones para la existencia del queer allá es de-
smantelar estas identidades que amenazan volverse "naturales". En
Francia, la idea de queer puede servir como primera cosa en la con-
strucción de una identidad en el sentido clásico"17.
Sustituyendo la palabra "Francia" con "Italia", el análisis se
adapta perfectamente a nuestro contexto. El uso corriente en lengua
italiana ya está erosionando efectivamente (con la sola excepción de
algunos contextos universitarios, amaestrados en el uso correcto del
concepto) el significado del término "queer", volviéndolo un simple si-
nónimo de "gay", como veo que está sucediendo entre los militantes
lgbt más jóvenes, para los que todo es "queer" (cuando no "post-
queer"), y al final resulta perfectamente idéntico a lo que era cuando
era sólo "gay y lésbico".
Qué ironía. Una teoría que afirma que la realidad es sólo len-
guaje, cuando debe afrontar un traspaso de lenguaje e improntarse
en la nueva realidad, descubre que la realidad preexistente trasforma
y doblega el lenguaje a sus propias exigencias18.
La historia de un pueblo existe también cuando no se la con-
sidera, tiene un peso y para bien o para mal, nos presenta siempre la
cuenta. Quedan avisados los señores profesores que en sus torres
de marfil pretenden que el mundo cambie sólo porque ellos han
escrito libros con la palabra "rivolución" en el título.
Remoción puritana de la sexualidad.
Identifico en el neoinvencionismo un motivo ulterior de crítica
16
Scott Gunther, Alors, are we 'queer' yet?, "The gay & lesbian review
worldwide", mayo-june 2005, vol. 12, p. 23
17
Ibi.
18
El mismo fenómeno lo ha notado Peter Jackson in Thai research..., Op.
cit., al observar la reatribución de significantes "locales" a significantes como
"gay".
7
política, que es su profundo desagrado con la sexualidad.
A título de ejemplo sintomático citaré la tesina de Ralf Blaauw-
broek, From the sodomite towards the homosexual19 en la cual la pa-
labra "homosexualidad" es tirada a la basura en dos renglones por
considerásela demasiado connotada desde el punto de vista médico,
y de repente se la sustituye con "homoerotismo". Esta palabra no es
más "neutral": es solamente más sexofóbica. Aparte del hecho de
que ocupa ya un espacio semántico (para indicar la pasión erótica
entre dos personas del mismo sexo), fue acuñada en 1911, en la
obra Das gleichgeschtliche Leben der Naturvölker, del entomólogo
alemán homosexual Ferdinand Karsch-Haack (1853-1936), fastidiado
por el énfasis que colocaba sobre la sexualidad el término "homose-
xualidad".
El mismo motivo, el disgusto con el sexo, tienen otras acuña-
ciones similares, como "homofilia" (obra de un estudioso nazi y ho-
mosexual, del círculo de Roehm, que murió en la "Noche de los cu-
chillos largos"20 ) o la más reciente propuesta del "gay de centrodere-
cha", como Alessandro Cecchi Paone o Enrico Oliari, de usar "ho-
moafectividad”.
El hecho de que la sexualidad de los homoxuales fastidia e
incomoda a los "normales" de hecho permite sólo dos opciones: o
educarlos en el respeto a las diferencias sexuales, o esconderla para
librarlos de tal incomodidad. El neoinvencionismo (como desde siem-
pre la derecha del movimiento lgbt) ha elegido el segundo camino.
El hecho de que exista el "homoerotismo" pero que no exista el
"heteroerotismo" debería demostrar que lo que cuenta, en esta ter-
minología, es solamente distraer la atención de la sexualidad homo-
sexual, cuya existencia "perturba" desde hace milenios a la sociedad
"normal". De este modo la sexuofobia interiorizada y la "homonorma-
19
Del 2012, legible online.
20
El eufemismo fue acuñado en Alemania en 1924 por Karl Günther Heim-
soth, militante homosexual de (extrema) derecha, en su tesis de doctorado
Hetero- und Homophilie. A Heimsoth lo perturbaba el énfasis que el término
homosexualidad ponía implícitamente sobre el aspecto más "escandaloso"
del amor entre individuos del mismo sexo, o sea la relación sexual, y busca-
ba un eufemismo que hiciese más "respetable" y menos "chocante" al
tema. Su fin demuestra mejor que mil disertaciones que el problema no está
en las palabras.
tividad" de los estudiosos neoinvencionistas es contrabandeada ha- Y sin embargo se me antoja que ésta de que el sexo debe te-
ciéndola pasar por escrúpulo científico y por "deconstrucción" de los ner una "función exclusivamente reproductiva" ya se la había escu-
"discursos del poder". Como enseña el Evangelio (Mateo, 4:6), Sata- chado...
nás está perfectamente a gusto citando la Biblia para sus fines, y del Al papa.
mismo modo el Poder puede perfectamente usar el deconstruccioni-
smo y la critica a los "discursos del poder" para construir nuevos "di-
scursos", tan normativos y opresivos como los que el neoinvencioni-
smo pretende haber "deconstruido".

En mitad de las piernas no tenemos un "género".

Encuentro el mismo problema de sustituir "sexualidad" con
"erotismo" al poner el victoriano "género" (que pertenece a la gramá-
tica, y allí debe volver a estar) en lugar del término tan amado y digi-
tado en Google por todos nosotros: "sexo" (que pertenece a la biolo-
gía y a la vida, y que está en el origen mismo de la vida).
Háganme caso: en estos tiempos se habla exclusivamente de
"estudios de género", o "roles de género"21: usar la palabr(ot)a "sexo"
en un ensayo demuestra que uno es una persona grosera y retrasa-
da. ¡Como si en el pasado no hubiera sido ya posible distinguir per-
fectamente entre biología y cultura, al distinguir entre "sexo biológi-
co" (que está genéticamente determinado) y "rol sexual" (que está
social y culturalmente construido)! ¡Margaret Mead escribe dece-
nios antes de Foucault! La única ventaja de haber transformado los
"roles sexuales" en "roles de género" es por tanto haber sacado de
cuadro y del lenguaje la palabra "sexo", que tanto fastidio da a puri-
tanos y puritanas, que entre las piernas no tienen sexo, sino un gé-
nero gramatical.
De este modo las muchachas de los tres sexos que habitan
las cátedras de los puritanísimos Estados Unidos han logrado volver-
nos personas literalmente sin sexo.
El sexo es relegado a una función exclusivamente reproducti-
va... para todo el resto está el género gramatical.
21
He aquí algunas definiciones de intereses académicos, tomados de au-
ténticos curricula online de académicos que se ocupan en Italia de la temáti-
ca homosexual: "Historia de las mujeres y de la identidad de género"; "Hi-
storia de las identidades de género y de los derechos sexuales", "Historia de
las relaciones de género y derechos de las mujeres". Premio a quien descu-
bre cuál palabra no se menciona nunca.