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Deleuze

No sólo hay que distinguir entre acciones y pasiones, sino entre dos tipos de pasiones. Lo propio de
la pasión, de cualquier modo, consiste en satisfacer nuestro poder de afección a la vez que nos
separa de nuestra potencia de acción, manteniéndonos separados de esta potencia. Pero, cuando
nos encontramos con un cuerpo exterior que no conviene al nuestro (es decir, cuya relación no se
compone con la nuestra), todo ocurre como si la potencia de este cuerpo se opusiera a nuestra
potencia operando una substracción, una fijación; se diría que nuestra potencia de acción ha
quedado disminuida o impedida, y que las pasiones correspondientes son de tristeza. Por el
contrario, cuando nos encontramos con un cuerpo que conviene a nuestra a naturaleza y cuya
relación se compone con la nuestra, se diría que su potencia se suma a la nuestra; nos afectan las
pasiones de alegría, nuestra potencia de acción ha sido aumentada o auxiliada. Esta alegría no deja
de ser una pasión, puesto que tiene una causa exterior; quedamos todavía separados de nuestra
potencia de acción y no la poseemos formalmente. Pero no por ello esta potencia de acción deja de
aumentar en proporción, y así nos <<aproximamos>> al punto de conversión, al punto de
trasmutación que no hará digno de la acción, poseedores de las alegrías activas.[20]

melting pot: crisol de culturas

un problema

barroco, lleno de pliegues y laberintos,

La respuesta más común a todas estas preguntas es que somos

una unidad variante en el tiempo que, sin embargo, guarda algunas

características principales que constituyen nuestra personalidad, la cual es

posible conocer mediante el ejercicio de la introspección (y, en época

contemporánea, mediante la ayuda de un especialista como el psicólogo). Sin

embargo, la respuesta más sencilla no siempre es la verdadera ni la más

interesante. Lo que pasa con el yo es que escapa a nuestra comprensión

directa. Además, como veremos, este tipo de respuestas inmediatas y sencillas

pueden reconducir al fascismo

El agua, el ápeiron, los átomos, las


homeomerías son principios y fundamento (arché), tanto del ser como del

hombre, que no tiene una naturaleza separada de la physis Anaxágoras piensa al hombre

como conectado al noûs, la razón universal. La distinción entre el noûs

universal y el noûs humano no era todavía determinante. No sabemos

exactamente cuándo el hombre empezó a conceptualizar el concepto de yo,

Cita

4Cfr. Diógenes Laercio, Vida de los más ilustres filósofos griegos, trad. de J. Ortiz y Sainz, Iberia,

Barcelona, 1985.

5Así como sostiene Sócrates, momentos antes de ser condenado a muerte:

«- Por lo tanto, el alma, lo invisible, lo que se marcha hacia un lugar distinto y de tal

clase, noble, puro, e invisible, hacia el Hades en sentido auténtico, a la compañía de la divinidad

buena y sabia, adonde, si dios quiere, muy pronto ha de irse también el alma mía, esta alma

nuestra, que es así y lo es por naturaleza, al separarse del cuerpo, ¿al punto se disolverá y

quedará destruida, como dice la mayoría de la gente? De ningún modo, queridos Cebes y

Simmias. Lo que pasa, de seguro, es lo siguiente: que se separa pura, sin arrastrar nada del

cuerpo, cuando ha pasado la vida sin comunicarse con él por su propia voluntad, sino

rehuyéndolo y concentrándose en sí misma, ya que se había ejercitado continuamente en ello, lo

que no significa otra cosa, sino que estuvo filosofando rectamente y que de verdad se ejercitaba

en estar muerta con soltura. ¿O es que no viene a ser eso la preocupación de la muerte?

- Completamente.

- Por lo tanto, ¿estando en tal condición se va hacia lo que es semejante a ella, lo

invisible, lo divino, inmortal y sabio, y al llegar allí está a su alcance ser feliz, apartada de

errores, insensateces, terrores, pasiones salvajes, y de todos los demás males humanos, como se

dice de los iniciados en los misterios, para pasar de verdad el resto del tiempo en compañía de los

dioses? ¿Lo diremos así, Cebes, o de otro modo?» (Platón, Fedón cit., p. 73) (80e-81a).

6La cosmología cristiana (mundo terrenal, mundo eterno), la antropología cristiana

(inmortalidad y superioridad del alma con respecto al cuerpo) tienen evidente parecido con la
cosmología y la antropología platónicas. Cfr. Agustín de Hipona, La ciudad de Dios, trad. de S.

Santamarta del Río y M. Fuertes Lanero, Homo Legens, Madrid, 2006.

De la duda aparentemente resuelta de Descartes, con el

empirismo se llega al escepticismo: hay experiencias vitales, pero de un centro

propulsor y ordenador de éstas, ni sombra. Cae así la noción de yo como hypokeímenon,

como sustancia objetiva sobre la cual se apoya toda experiencia;

cae, por lo menos desde el punto de vista empirista, el yo como sustancia

separada, como alma, como esencia de nuestra subjetividad. El sujeto en

Hume es la pura serie de las percepciones e ideas.

una cesura definitiva sobre la posibilidad de tener una representación

clara y

distinta de sí mismos, el yo pasa a ser definitivamente noúmeno

el yo es nada = indeterminación absoluta, el nada de…, la imposibilidad de

atribuir una esencia propia al género humano.

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