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Santos Guerra
Santos Guerra
ESCUELA
No significa esto que todos los profesores y profesoras tengan que pensar lo
mismo, actuar de la misma forma; no manifestar discrepancias. Significa saber
más que se pretende, que pasa con lo que se hace para alcanzarlo y cómo habría
que cambiar para mejorar las prácticas.
La coordinación necesita actitudes de cooperación entre los profesionales, pero
también estructuras y cauces para que desarrollen.
La supervisión temerosa
Dirección gerencialista
La centralización excesiva
Cuando la organización escolar es regida desde fuera, los profesionales de la
enseñanza se convierten en meros ejecutores de preinscripciones externas.
Pierde su iniciativa y su responsabilidad.
La masificación de alumnos
Si el profesorado está desmotivado será difícil que vaya más allá del cumplimiento
formal de sus obligaciones administrativas; estar a la hora, asistir a las reuniones,
acudir a las aulas, impartir la docencia, poner las notas…
El cierre personal
Resulta llamativa la facilidad con la que los profesores repiten año tras año su
práctica. Los alumnos conocen muy bien esta faceta del profesorado.
Esa proclividad a la rutina es fruto, entre otras cusas, del cierre personal. Llamo
cierre personal a la actitud de encapsulamiento de clausura, de rechazo de la
crítica y de la reflexión sobre la práctica.
Existen tiempos para la planificación y tiempos para la acción, pero pocos para la
reflexión sobre la acción, institucionalmente no hay mecanismos para revisar las
prácticas profesionales.
El cierre es un mal hábito. Nos ciega nuestra visión sobre los errores que estamos
cometiendo y nos impide rectificar en el caso de que podamos mejorar lo que
estamos haciendo. Los efectos del cierre.
El cierre institucional
La escuela puede cerrarse ante otros niveles del sistema, este hecho puede
propiciar que los alumnos que pasan de la enseñanza obligatoria al bachillerato se
encuentren con problemas que no se deben a su capacidad o a su esfuerzo.
También puede cerrarse ante la sociedad que hace demandas o que emite juicios
sobre los resultados de su actuación.
La escuela repite sus prácticas de un año para otro sin hacerse muchas preguntas
sobre los efectos que ha producido su peculiar forma de actuar.
Hay que romper las fronteras entre la teoría y la práctica. Los profesores tienen
teoría y pueden aplicarla y explicarla.
La descoordinación entre los diferentes niveles y profesores engendra
comportamientos rutinarios, la saciedad que la escuela es una institución
débilmente articulada.
Se rechaza la crítica externa que pone sobre el tapete las preocupaciones o los
problemas auténticos.
El comparativismo de los profesionales hace que se vean o bien o, peor aún, que
se justifiquen comportamientos deficientes de los compañeros. Se elude el hacer
frente a situaciones de incumplimiento o de mala actitud.
Criticar no es demoler sino discernir. Pero no hay discermiento cuando existe falta
de rigor. La inconsistencia de la crítica puede venir de la torpeza o de la
malevolencia.
Para que la crítica sea válida no es necesario que quien la formula aporte
soluciones ni que actué coherentemente. Se dice muchas veces, es una crítica
inaceptable porque no ofrece soluciones. El rigor del análisis es lo que esa crítica
aporta al cambio deseable.
El cierre estratégico
Llamo cierre estratégico al que está provocado por la centralización y hace que
cada institución escolar se vea convertida en un engranaje del sistema y no es un
elemento dinamizador de su propio curriculum.