Está en la página 1de 7

CAPÍTULO 10

LA ENFERMEDAD
EN EL ANCIANO

Mª PILAR TORRES EGEA


Enfermera.
Profesora Titular Enfermería Geriátrica
E.U.E. Universidad de Barcelona

1
CAPITULO 10

LA ENFERMEDAD EN EL ANCIANO
1. LA ENFERMEDAD GERIÁTRICA

Como ya se ha dicho, la vejez no puede considerarse en sí misma una enfermedad, ahora


bien es cierto que los cambios que se derivan del proceso de envejecer ponen a las personas
en una situación de fragilidad que las hace más vulnerables a cualquier agente agresor.

Los principales procesos mórbidos que afectan a los senectos no difieren de los que pueden
afectar a otras cohortes. Es evidente que hay pocas enfermedades que afecten sólo a las
personas reconocidas como ancianas, incluso muchas de ellas aparecen en edades anteriores
a los 65 años. Lo que sí es cierto es que se produce una mayor incidencia de estos procesos
a determinadas edades y especialmente las consecuencias que cualquiera de ellos puede
tener en este grupo de población.

Hay una serie de elementos, característicos de los procesos patológicos geriátricos, que
determinan la especificidad del cuidado y también los que deberá tener presente cualquier
profesional que trabaje en gerontología:

. La pluripatología

La mayoría de enfermedades del adulto joven suelen cursar como procesos aislados y
aparecer de forma aguda. En los mayores, lo habitual es la presencia de varios procesos
conjuntos ya que la existencia de una enfermedad predispone a la aparición de otras. El
organismo anciano que ya sufre una patología, evidencia una menor capacidad de respuesta
frente a una nueva noxa desestabilizadora, ya sea interna o externa, lo que requiere un
sobreesfuerzo tanto físico como psíquico que merma evidentemente la capacidad de
adaptación a ese nuevo proceso. Es entonces cuando aparece una afección secundaria que
agudiza o agrava la original.

No se puede generalizar, el número de enfermedades que aparece a la vez, sin embargo


parece comprobado que con la edad aumenta el número de procesos coincidentes. Hay
autores que identifican entre 4 y 5 enfermedades de promedio por anciano. No es raro
encontrar personas ancianas que presentan al mismo tiempo infecciones urinarias de
repetición, problemas osteoarticulares, cataratas e hipertensión, o problemas prostáticos,
diabetes, afecciones respiratorias y problemas circulatorios.

. Peculiaridad sintomática

La expresión de los signos y síntomas de enfermedad tiene en el anciano unas


características diferenciables del resto de la población. Así, es probable que los síntomas
clave con los que se identifica un determinado proceso no aparezcan (p.e. el dolor postrante
en el infarto), o bien su presencia haga pensar en otros procesos (p.e. el dolor abdominal
presente en un infarto), o bien se le reste importancia a los síntomas atribuyéndolos al

2
deterioro orgánico. O quizá simplemente no aparezca ningún signo ni síntoma (p.e.
infecciones respiratorias o urinarias que pasan desapercibidas en un primer momento).
Hablamos pues de sintomatología : INCOMPLETA, FRUSTRADA, BANALIZADA,
SILENTE.

. Tendencia a la incapacidad y/o a la dependencia

La cronicidad con que cursan la mayoría de procesos geriátricos originan en el individuo


limitaciones orgánicas y funcionales que le impiden de forma progresiva la realización de
actividades propias de la vida diaria (comer, desplazarse, dormir, eliminar,...), y le obligan
a buscar ayuda mediante diferentes recursos: técnicos (movimientos, maniobras y/o
ejercicios especiales), materiales (bastones, audífonos, cubiertos especiales...), y/o
personales (personas entrenadas, familiares y profesionales).

Hay que tener presente que en gerontología la capacidad de adaptación individual a las
diferentes limitaciones es básica, y también la motivación que acompaña a cada una de las
personas ancianas en su búsqueda de la autonomía funcional. Hay que recordar también que
uno de los objetivos básicos de las enfermeras gerontológicas es trabajar, con el anciano y
su familia, el mantenimiento de las capacidades restantes para mantener la autonomía
durante el mayor tiempo posible, aunque sea en diferentes grados.

. Factores psicológicos y/o sociales

Los procesos de enfermedad geriátrica van siempre acompañados de otros factores, la


mayoría no orgánicos, que responden en gran medida al comportamiento o a los recursos
con que cuenta la persona. La problemática social y los condicionantes psicológicos
agravan las situaciones físicas y el deterioro producido por la enfermedad repercute en el
comportamiento y en la capacidad de respuesta para buscar ayuda.

Los epidemiólogos ponen especial atención en las personas ancianas que califican de
riesgo: las que viven solas, con edades muy avanzadas, con viviendas obsoletas o
inadecuadas, con bajos ingresos, que sufren depresiones, con importantes restricciones de la
movilidad. Todas ellas, tarde o temprano, se verán sometidas a enfermedades que
difícilmente podrán superar si se mantienen todos o algunos de los factores mencionados.

Determinadas enfermedades, especialmente incapacitantes , son causa a su vez de


aislamiento social, lo que dificulta su capacidad de evolución positiva. En muchos de estos
casos la solución suele ser el ingreso en una institución.

1.1. ANCIANO FRÁGIL: ANCIANO ENFERMO. PACIENTE GERIÁTRICO

Como ya se ha comentado, los problemas médicos se incrementan con la edad, así como la
tendencia de los procesos a la cronicidad, la incapacidad y la dependencia, y las
condiciones psíquicas y sociales en que se encuentran estos pacientes son probablemente
más desfavorables. En esta situación es importante identificar y aplicar criterios de
selección y determinación de riesgo de las personas ancianas que son susceptibles de sufrir

3
determinadas patologías para, por un lado, prevenir posibles procesos patológicos y por
otro, actuar previniendo las complicaciones derivadas de los ya instaurados.

Es habitual encontrar, en los últimos tratados de Gerontología y Geriatría, conceptos que


establecen diferencias sutiles entre diversos grados de probabilidad de sufrir una
determinada enfermedad, o bien que determinan las probabilidades de riesgo de enfermar
en los ancianos. Los conceptos que tienen mayor difusión y establecen mejor esta
graduación son anciano frágil, anciano enfermo y paciente geriátrico.

Anciano frágil es una persona, generalmente de edad superior a los 75 años, que sufre una o
varias enfermedades que le producen algún riesgo de incapacidad, o una cierta incapacidad
leve, que sigue tratamiento farmacológico (uno o varios medicamentos), que vive en la
comunidad, generalmente solo o en compañía de otra persona mayor, que ha sufrido un
cambio reciente de domicilio, o que ha estado hospitalizado en los últimos doce meses, que
precisa atención profesional domiciliaria y cuyos recursos socioeconómicos son limitados.

Anciano enfermo es la persona mayor que sufre alguna enfermedad (aguda o crónica) pero
que no cumple ningún otro requisito de los citados anteriormente.

Paciente geriátrico es el anciano que además de cumplir todos los requisitos de fragilidad,
sufre problemas mentales y/o sociales en relación a su estado de salud y que requieren
institucionalización.

1.2. ASPECTOS GENERALES DE LA SINTOMATOLOGÍA

En los procesos patológicos geriátricos, la sintomatología no aparece de forma clara, como


se ha visto al principio de este capítulo. Sin embargo hay una serie de síntomas que se
repite en diversas enfermedades, aunque no se caracteriza por ser propia y/o específica de
una concreta.

Así, el dolor es una manifestación ligada a diferentes situaciones: óseas, respiratorias,


cardíacas... Es habitual su cronicidad y por este motivo muchas personas lo han adaptado a
su sistema de vida, minimizando su valoración.

El dolor abdominal y el dolor torácico requieren una especial atención y una valoración
pormenorizada dada la importancia y gravedad de los procesos a los que suelen acompañar.
Sin embargo, no es raro que problemas como colecistitis o pancreatitis agudas cursen con
dolor torácico, ni tampoco que un dolor abdominal sea el reflejo de alguna afección
cardíaca, aunque este tipo de dolor suele percibirse en casos de obstrucción intestina.

El dolor desproporcionado a la causa, exige también una observación rigurosa ya que puede
ser el reflejo de estados de confusión mental, depresiones, etc.

La temperatura elevada en el anciano es un síntoma clínico importante porque cuando


aparece indica problemas de infecciones masificadas u otros trastornos generalizados. Hay

4
autores que defienden que la fiebre en procesos geriátricos sólo aparece en casos de
infecciones pulmonares, cardíacas y renales en caso de supuración local.

Los problemas urinarios (poliuria, nicturia y polaquiuria) suelen aparecer en mayor


proporción en las personas con hipertrofia prostática. Si se acompaña de disuria origina
infecciones urinarias de repetición.

Las molestias abdominales (dispepsias) son frecuentes, así la acidez d estómago, la


aerofagia y los eruptos, suelen acompañar a procesos digestivos, pero también a situaciones
de obstrucción intestinal, colecistitis crónica, colelitiasis, etc.

La diarrea, más que el estreñimiento (se presenta habitualmente formando parte de los
cambios del proceso de envejecimiento), puede ser un signo de alerta tanto de retenciones
de heces (fecalomas) como de lesiones de la pared intestinal.

La fatiga o debilidad general es frecuente en Gerontología, la valoración específica indicará


si acompaña a un proceso osteoarticular o bien es un signo de anemia, infección,
depresiones, infecciones, deshidrataciones o un efecto secundario de un tratamiento
farmacológico.

El edema de las extremidades inferiores suele ser la consecuencia de una insuficiencia


venosa, pero también de la falta de movilidad.

El temblor que se agrava con la actividad y la excitación es senil, debe diferenciarse del
parkinsoniano, primero, por la rapidez de sus movimientos y segundo, por la dificultad de
contención.

El prurito generalizado aparece con mayor fragor en el tronco y extremidades. A veces


responde a afecciones dermatológicas, pero también puede asociarse a diabetes,
insuficiencia renal, reacciones adversas a medicamentos, ferropenia, etc.

Los trastornos mentales transitorios, secundarios a algún proceso de tipo infeccioso o


tóxico, de carácter reversible, tipo confusión aguda y desorientación. Cuando aparecen
trastornos más acusados hay que valorar el alcance de la pérdida y las capacidades restantes
para proceder a la estimulación.

1.3. PRINCIPALES FACTORES DE RIESGO

Considerar una serie de factores o de condicionantes de la vida del anciano como posibles
desencadenantes de situaciones negativas es uno de los objetivos del análisis del riesgo en
geriatría.

La situación de equilibrio “inestable” que caracteriza el perfil de la mayoría de las personas


ancianas nos lleva a considerar que determinadas situaciones de enfermedad, asociaciones
de medicamentos o entornos poco estables, deben ser tenidos en cuenta como factores de
riesgo.

5
En el intento de clasificar estos factores de riesgo para la persona anciana empleamos tres
categorías de distinto origen (no están ordenados en función de su importancia).

. Factores de riesgo de origen orgánico:


- Hipertensión arterial
- Malnutrición
- Dificultades sensoriales
- Incontinencia

. Factores de riesgo de origen ambiental


- Barreras arquitectónicas.
- Escasos recursos económicos.
- Inactividad.
- Polimedicación.
- Alcoholismo.
- Cambios en el entorno (traslados, ingresos...)

. Factores de riesgo de origen relacional:


- Soledad/aislamiento
- Insomnio.
- Desorientación.

Todos ellos pueden coexistir, ir asociados a problemas patológicos o incluso ser el


desencadenante de posibles situaciones de enfermedad. Es importante tenerlos presentes en
cualquier valoración que usted realice de la persona anciana ya sea en su domicilio o en el
centro de salud.

RECOMENDACIONES PRÁCTICAS

. Recuerde que los procesos de enfermedad en Gerontología suelen caracterizarse por la


aparición de una o varias enfermedades a la vez, que tienden a la incapacidad y que suelen
acompañarse de aspectos psicológicos y sociales.

. Debemos diferenciar los factores de riesgo de sufrir una determinada enfermedad para
prevenirla y paliar sus posibles efectos en la calidad de vida del anciano.

. Distinguir entre estos conceptos: anciano sano, anciano enfermo, paciente geriátrico,
anciano frágil, nos permite valorar mejor las situaciones de salud y enfermedad.

. Analice detenidamente cualquier síntoma o signo que aparezca en un anciano aunque no


pueda, a priori, diferenciar un determinado proceso patológico. Y recuerde que la
sintomatología que espera puede no aparecer, y también que en su lugar puede darse
cualquier otra manifestación.

6
. La observación de cualquier cambio, por insignificante que le parezca, puede orientarnos
sobre la aparición de una enfermedad en una persona anciana.

También podría gustarte