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El cuarto ámbito de políticas se refiere al mejoramiento de las calificaciones para el trabajo y la


participación ciudadana y a la generación de capacidades con el triple propósito de elevar los niveles educativos de
la población para la superación de la pobreza en el largo plazo, adecuar los logros y contenidos educativos a las
crecientes exigencias de calificación asociadas al desarrollo tecnológico, y evitar que la educación siga siendo una
de las vías a través de la cual se reproducen en el tiempo las desigualdades cuyo origen se encuentra precisamente en
las elevadas brechas de acceso a una educación de calidad entre distintos grupos sociales.

4. La educación: un derecho y una condición para el desarrollo

Todo lo anterior indica que la adecuación a América Latina y el Caribe del segundo Objetivo de Desarrollo del
Milenio (lograr la enseñanza primaria universal) implica atender una diversidad mucho mayor y más compleja
de problemas que el logro de un piso educativo mínimo. En el capítulo III del presente informe se abordan varios
problemas relacionados con la igualdad en materia de educación y se destaca la necesidad de adoptar un enfoque de
derechos en ese ámbito. En efecto, entender la educación como un derecho no solo implica progresar hacia su
exigibilidad jurídica para todas las personas sin discriminación, sino que también inscribe la educación en el
contexto de otros derechos sociales —en particular, el derecho a la salud y el trabajo decente— con los cuales se
encuentra fuertemente relacionada. Además de contribuir al mejoramiento de factores clave para el desarrollo
económico y la distribución de las oportunidades del bienestar social, posibilita la construcción de ciudadanía, la
promoción de valores democráticos y, en definitiva, el fortalecimiento de la cohesión social.

En materia de igualdad efectiva en el ámbito de la educación, la visión adoptada por la CEPAL y el


conjunto de los organismos de las Naciones Unidas con representación regional hace hincapié en la necesidad de
universalizar la culminación del ciclo alto de educación secundaria. En la medida en que América Latina y el Caribe
ha alcanzado casi la universalización del acceso a la educación primaria, el mecanismo de transmisión de las
desigualdades intergeneracionales se ha desplazado hacia la educación secundaria y, naturalmente, hacia la
educación superior, y se estima que el término de la educación secundaria constituye una condición básica (o capital
educacional mínimo) para acceder a empleos que permiten a las personas mantenerse fuera de la pobreza durante su
vida activa.

Por último, cabe señalar que el aumento del requisito de término de la educación básica (primaria) al de
conclusión de la educación secundaria responde a una adecuación del segundo Objetivo pertinente para muchos
países de la región. Sin embargo, el propio proceso de devaluación educativa que acompaña la masificación de cada
ciclo hace que en algunos países incluso el término del ciclo alto de educación secundaria sea actualmente
insuficiente para acceder a empleos con retribuciones que permitan situarse fuera de la pobreza. Mientras en varios
países se está lejos de alcanzar la universalización de la conclusión de la educación primaria, en otros la baja calidad
de la educación y las desigualdades sociales que se dan en ese plano, tanto en el ciclo primario como en el
secundario, han pasado a ser un escollo principal para progresar hacia una mayor igualdad efectiva.

5. Autonomía, participación y empoderamiento de las mujeres:


requisitos para la igualdad de género

El tercer Objetivo de Desarrollo del Milenio sobre la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento
de la mujer es la esfera donde existe una mayor distancia entre la formulación del Objetivo y la correspondiente
meta que establece eliminar las desigualdades de género en los tres niveles de enseñanza para 2015. Los Estados se
han comprometido a garantizar los derechos de las mujeres más allá del campo de la educación. Estos derechos se
incluyen en la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.

Este es el único Objetivo que plantea expresamente el logro de igualdad en una dimensión central para el
ejercicio pleno de los derechos: la igualdad entre los sexos. Dado que el progreso hacia ese Objetivo prácticamente
cruza todas los ODM, en su consecución están presentes las dimensiones de igualdad que se han venido señalando
en los párrafos anteriores. El no cumplimiento de la igualdad de derechos en relación con este Objetivo se plasma en
desigualdades efectivas con mayor claridad que en los demás Objetivos.

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