El pecado original- es a menudo malentendido en sectores populares. Algunos simplemente
asumen que el término pecado original debe referirse al primer pecado – el original, el que todos hemos copiado en mil maneras distintas en nuestras propias vidas que es el primer pecado de Adán y Eva. Pero eso no es lo que se conoce históricamente en la iglesia por doctrina del pecado original. Más bien, la doctrina del pecado original define las consecuencias para la raza humana de aquel primer pecado. Y casi todas las iglesias que históricamente han tenido un credo o una confesión han acordado que algo muy grave le pasó a la raza humana como consecuencia del primer pecado, que el primer pecado produjo pecado original. Es decir, como resultado del pecado de Adán y Eva toda la raza humana cayó, y por eso nuestra naturaleza como seres humanos desde la caída es una naturaleza que ha sido influenciada por el poder del mal. Como David declaró en el Antiguo Testamento: “Oh Dios, he aquí en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre”. Salmos 51:5 Reina-Valera 1960 (RVR1960) Él no estaba diciendo que era pecaminoso que su madre y su padre tuvieran hijos, ni estaba diciendo que había hecho algo malo por haber nacido, sino que estaba reconociendo la condición caída del ser humano. Esa condición caída, que fue parte de la experiencia de sus padres, esa condición caída que trajo él mismo a este mundo. Así que, el pecado original tiene que ver con la naturaleza caída de la humanidad. La idea es que no somos pecadores porque pecamos, sino que pecamos porque somos pecadores. Somos por naturaleza pecadores. Todos hemos escuchado el axioma “no hay nadie perfecto”. Podríamos mejorar un poco eso al decir, no solo, que nadie es perfecto, sino que nadie está siquiera cerca de la perfección. Y así, la doctrina de la depravación total describe y define un punto particular del pecado original que tiene sus raíces en las enseñanzas de San Agustín. Y recuerden que Agustín fue el santo patrono del monasterio donde Martín Lutero fue formado en la fe y dónde enseñó en Wittenberg. Él fue un monje agustino, y Agustín también fue el mentor más venerado de Juan Calvino, de modo que el pensamiento de Agustín tuvo una enorme influencia en la formación de la doctrina de la Reforma Protestante. Ahora lo que la depravación total no significa en la tradición reformada es lo que llamamos depravación absoluta. Depravación absoluta. A menudo usamos el término total como sinónimo de absoluto o de completo. Y así, la noción de la depravación total evoca la idea de que cada ser humano es tan malo como esa persona podría ser. Y uno pudiera pensar en algún personaje malévolo de la historia, como Adolfo Hitler y decir que, sin duda, no había ni una virtud redimible en ese hombre. Pero sospecho que tenía algún afecto por su madre, y aún tan malvado como Adolfo Hitler fue, todavía se puede concebir un ser aún más perverso de lo que en realidad era. Y así, la idea de la depravación total no quiere decir que cada ser humano es tan malvado como le sea posible, sino más bien significa que la caída es tan grave que afecta en su totalidad a la persona. Nuestra naturaleza caída que captura y oprime nuestra naturaleza humana afecta a nuestro cuerpo, por eso nos enfermamos y morimos. Afecta a nuestra mente y nuestro pensamiento. Todavía tenemos la capacidad de pensar, pero la Biblia habla acerca de la forma en que la mente se ha oscurecido y debilitado. La voluntad del hombre ya no está en su estado original del poder moral La voluntad, según el Nuevo Testamento, está ahora en esclavitud. Estamos esclavizados a los malos impulsos y deseos de nuestros corazones. Y así, la mente, la voluntad, el espíritu, la persona completa ha sido infectada por el poder del pecado. Una vez más, si eso es lo más lejos que llegamos con la definición de depravación total, la mayoría de las comuniones cristianas dirían sí y amén a esto. Es decir, la mayoría estaría de acuerdo en que estamos caídos, y que la caída es una cosa seria, y que la naturaleza humana que traemos a este mundo ha sido tan influenciada por el pecado que toca cada parte de nuestra naturaleza. De nuevo, la mayoría de los credos católicos o universales de la cristiandad afirmarían todo eso. Entonces el debate se torna en un asunto de grado. ¿Hasta dónde hemos caído? ¿Cuál es el grado de esta corrupción humana? Me gusta sustituir el término depravación total con mi designación favorita, que es la corrupción radical. Ellos se complacen por la facilidad con que esto ayuda su memoria, ya que tienen un modelo vivo delante de ellos de la corrupción radical. De nuevo, hay otra de esas palabras que solemos utilizar de varias maneras en nuestra cultura, en particular en el ámbito político en el que le decimos a alguien que está en la izquierda radical o en la derecha radical o así sucesivamente, pero la palabra radical, irónicamente, tiene sus raíces en la palabra latina para raíz, que es la palabra Rodex, y se puede traducir raíz o núcleo. Y la idea del término radical es algo que impregna la esencia de una cosa. No es algo que es tangencial o superficial, es decir, que yace en la superficie, sino que penetra en el núcleo del objeto. En una encuesta reciente realizada a evangélicos practicantes, la abrumadora mayoría de personas que respondieron a preguntas particulares en esta encuesta indicaron que estaban de acuerdo con la afirmación de que el hombre es básicamente bueno. Ahora por lo general esa frase básicamente buena significa que la base o la esencia de la humanidad o el núcleo de una persona es bueno. Y aunque reconocemos que uno no es perfecto, que todos somos pecadores, y que todos estamos dañados y manchados por diversas imperfecciones, el problema con el pecado en la idea de que el ser humano es básicamente bueno es que el pecado, entonces, es visto como accidental o periférico a la naturaleza humana. Y esto, por supuesto, era parte de la visión optimista de la humanidad, que es esencial al humanismo histórico. El humanista reconoce que hay problemas, pero en el fondo lo que necesitamos es más educación, más ayuda del gobierno, y así vamos a estar mejor y mejor y vamos a borrar esas manchas en la superficie que producen la delincuencia y otras formas de maldad. Y me pareció que cuando me enteré de esa encuesta que tal vez lo que está pasando es que esos que están profesando ser evangélicos están tomando ejemplo de la naturaleza básica de la humanidad caída, más de la cultura que del punto de vista bíblico. La enseñanza Reformada dice que la caída se extiende, penetra a la médula. La palabra que se utiliza para el núcleo realmente es una traducción de la palabra latina core, ¿Qué significa qué? Corazón. Esa es la idea, que nuestro pecado es algo que viene de nuestros corazones. Y en términos bíblicos, eso significa desde el núcleo o centro de nuestra existencia. Así es que lo que se requiere para que seamos hechos conformes a la imagen de Cristo no es simplemente algunos pequeños ajustes o cambios de comportamiento, sino nada menos que la renovación desde el interior, nada menos que la regeneración, ser hechos de nuevo, siendo vivificados por el poder del Espíritu. Y así vemos que la única manera en que una persona puede escapar a esta situación radical es cuando el Espíritu Santo cambia el núcleo, cambia el corazón. Y aun ese cambio no vence al instante el pecado. La completa eliminación del pecado aguarda nuestra glorificación en el cielo