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Mínima preceptiva para la acción literaria

Mínima preceptiva para la acción literaria

Mínima preceptiva para


la acción literaria
Modelo

Luis Bugarini
Mínima preceptiva para la acción literaria

En mí se puede reconocer muy bien una concen-


tración en la escritura. Cuando mi organismo se dio
cuenta con claridad de que escribir constituía la
dirección más productiva de mi ser, todo se con-
centró en este aspecto, dejando vacías el resto de
las capacidades dirigidas ante todo a los placeres
del sexo, de la comida, de la bebida, de la reflexión
filosófica, de la música. En todas estas direcciones
quedé demacrado.

Franz Kafka en los Diarios


Mínima preceptiva para la acción literaria publicado por:
Iniciativa Cucurucho, registro en trámite.

Iniciativa Cucurucho nace para editar libros que acaso no lo sean, por lo que
son imposibles no sólo de vender en mercados convencionales, sino incluso
de ser editados por sellos que gustan de asumir riesgos.

Saltar desde nada, hacia nada, para nada.

Primera edición: 2018.

luisbugarini@yahoo.com.mx

© Iniciativa Cucurucho
© Luis Bugarini

Ilustración en cubierta e interiores: Luis Bugarini.

Este documento puede reproducirse de manera libre sin autorización por es-
crito de los titulares de los derechos, por cualquier procedimiento mecánico
o electrónico, actual o futuro —incluyendo las fotocopias simples y la distri-
bución por Internet—, siempre que se cite la autoría del texto y del diseño.

Hecho en México – Made in Mexico


Mínima preceptiva para la acción literaria

Índice

Prólogo 7


Preámbulo 9

Mínima preceptiva para la acción 11


literaria

5
Mínima preceptiva para la acción literaria

Prólogo

Escribir es un acto de la polis mediante el cual se contrastan hi-


pótesis y, con suerte, se proponen nuevas respuestas para las
viejas preguntas. Es un andar hacia lo desconocido. De manera
paralela, el modo de integrar esa escritura a la propia polis ge-
nera fricciones en las galaxias de signos que ya existían. Al es-
critor se le forma para generar obras, pero nunca para actuar
como autor de las mismas. Los escritores andan como agentes
libres para organizarse y con ello garantizar su sobrevivencia.
En este modelo de preceptiva, que admitiría elaborarse
bajo cualquier otra perspectiva ideológica, Bugarini enlista
ochenta directrices que brotan de la individualidad para ins-
talarse en lo colectivo, a la manera de un retrato de familia. Si
ya lo que menos importa es escribir —se hace de modo incle-
mente a diestra y siniestra—, el refugio que destella es ejercer
el personaje del escritor con un sello distintivo. Ese refugio, si
bien confinado y minimalista, aún ofrece milímetros de liber-
tad para ejercer la autoría de obras que serán olvidadas como
cualquier otro producto humano.
Aunque el planeamiento ideológico pueda ser discu-
tible para lectores que sólo puedan leer desde la literalidad
menos sugerente, nunca lo será el deseo de proponer otro
organismo/prototipo abierto a la manipulación. La literatura,
que admite cualquier vía hacia la hilaridad, destaca en aque-
llas relacionadas con los modos de integrarla a la sociedad
como un registro en el tiempo. Mínima preceptiva para la ac-
ción literaria es una escritura para los más jóvenes, al igual que
para quienes ya escriben sin saber por qué lo hacen.

—Juana Ventura

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Mínima preceptiva para la acción literaria

Preámbulo

La escritura es una arena de juegos a la que no puede acce-


derse sin un mínimo de principios. Hoy más que nunca la ju-
ventud se percibe mermada bajo el peso de un medio cultural
premialista, que promueve el “feísmo”, la sed omnímoda de
becas por parte del Estado cultural y, de manera consecuente,
la búsqueda del aplauso fácil.
A este empeño concurren editores, periodistas, autode-
nominados “críticos”, docentes nacionales y extranjeros, promo-
tores de la lectura y hasta lectores espontáneos, que ignoran
cómo son utilizados para los fines menos inocentes. Nadie se
encuentra libre de esta influencia, que hace de la búsqueda lite-
raria una forma de envilecimiento y una ocasión para degradar
el oficio literario. La literatura es una persecución que nunca
termina. De ahí que sea fácil explicar por qué tantos individuos
renuncian a ella. Cruzamos una época aciaga en la que se ac-
túa en la negrura más absoluta, y ni aún las inteligencias más
preclaras logran vislumbrar con cabalidad el estado del mundo.
Esta preceptiva abre la posibilidad de asumir una pos-
tura de acción, a través de distintas maneras. Es una interpre-
tación personal del ejemplo moral de los autores del pasado,
leídos en perspectiva, y con una vivencia de actualidad que
privilegia esa transparencia que no es fácil hallar más que en
los corrillos y en la informalidad de la cantina, esa gozosa cata-
cumba de todos los entusiasmos.
Las directrices de esta preceptiva serán de ayuda para el
joven autor que, aún hoy, en que todo parece perdido, busca
imponerse a la abulia, al silencio y a la falta de control sobre las
herramientas necesarias para iniciar una carrera literaria con
un mínimo de obstáculos.

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Mínima preceptiva para la acción literaria

1.

Ama al oficio literario por encima de ti mismo.

11
2.

Ten confianza en tus capacidades. Nadie más lo hará por ti. No


prestes oídos a los vaivenes del mundo. Abundan los apoca-
lípticos y los optimistas, dos extremos de la inmovilidad y el
desajuste. Procura caminar en línea recta, pero si debes hacer-
lo de otra manera, forzado por las circunstancias, no pierdas
de vista el horizonte que hace latir tu corazón.
Mínima preceptiva para la acción literaria

3.

Tu valor como persona y como escritor, con independencia de


tus méritos, es a toda prueba, así que olvídate de probarlo a
los otros. Sólo los necios y los inseguros se abren el pecho a la
primera provocación para demostrar que tienen un corazón.
Que escuchen su latir a través de tu entrega al oficio literario.

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4.

Pon a salvo tus energías de las modas —lo primero es apren-


der a detectarlas— y de las opiniones que emiten los becerros
de oro en turno. Siempre los habrá, pero en nuestra época tie-
nen altavoces de última tecnología. Tan sólo así podrás pre-
servar tu espíritu intocado para dar cauce a una obra literaria
sólida y con un sello personal.
Mínima preceptiva para la acción literaria

5.

Asume que la realidad está en contra tuya y actúa en conse-


cuencia. Conserva tu mente ocupada. Evita la ociosidad, lo
mismo que el dispendio de tiempo. Ayuda a la buena dispo-
sición de tu cuerpo alineándolo con una mente en óptimas
condiciones. Elige con tino tus lecturas o acude a pedir conse-
jo a escritores mayores de tu confianza. Prepara tu mente y tu
cuerpo para la batalla que vas a enfrentar. Nada se resolverá a
tu favor si no logras ajustarlo a tus necesidades. El camino de
la literatura está lleno de escritores malogrados que perdieron
la confianza en su espíritu, fuera por alcoholismo o falta de
confianza en su labor. Haz oídos sordos a la tontería invariable
que hace girar el mundo, pero si tienes que trabajar para ella,
obligado por la circunstancia, sé consciente del perjuicio que
ocasionas y ayuda a enmendarlo en un escenario diferente.
No seas corresponsable de ese mal obrar, ya que opera en per-
juicio de ti mismo y de los tuyos.

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6.

Dedica parte de tu tiempo al cultivo de otras disciplinas ar-


tísticas. Combina tus aprendizajes con la materia plástica del
lenguaje y su gama de posibilidades.
Mínima preceptiva para la acción literaria

7.

Mantén la fe o si deseas llámala “confianza en uno mismo”. Esa


confianza es una forma de riqueza que nadie te puede quitar.
Es un arma secreta para los tiempos buenos y para los malos,
para los aplausos y para los abucheos. Frente al poder del di-
nero y al culto delirante al materialismo, levanta un dique con
ladrillos de tu fe en el valor de tu escritura, que debe tener el
valor suficiente para salvarse a sí misma. La victoria no son los
premios, los aplausos, las invitaciones a publicar en sellos con
distribución nacional e internacional, beber con los escritores
consentidos del entorno cultural de facto, y demás estrategias
para diluir la entereza de tu espíritu. Siempre piensa que todo
podría ser diferente y que no hay ningún privilegio que no sea
producto de un malentendido propagado por quien tiene in-
terés de que así sea.

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8.

Asume la necesidad de ser austero para hacer frente a las ten-


taciones que más temprano que tarde se harán presentes.
Embajadores y delegados oficiales o espontáneos, parte del
entorno cultural de facto, te buscarán para tantear una posi-
ble cooptación. Aprende a mimetizar el paso de un lince que
camina por la noche, atento del entorno, presto para correr o
enfrentar para salvarse. No hay indignidad en la autopreserva-
ción siempre que, si se eligió el enfrentamiento, se intente una
batalla con todos los medios de defensa a la mano.
Mínima preceptiva para la acción literaria

9.

Desconfía de quien te diga que tu obra es “buena”. Podría ser


tu adversario más vehemente, actuando bajo una máscara y
por consigna de un grupo al que no perteneces.

19
10.

La confianza en uno mismo es un mecanismo de autopreser-


vación que se aprende y se ejercita. Es una palpitación inex-
plicable que alimenta con su calor. No se llega a sus brazos a
través de la ciencia o la razón. Fuera de tu madre, nadie confia-
rá en ti sólo porque parezcas honesto de intenciones, o incluso
las abrigues. Esa confianza se lleva en la sangre y en el espíritu
y es producto de lo que has vivido. Una vez que hayas logrado
cultivarla, deja que brote y siga por instinto la dirección hacia
donde crecerá. En los momentos de pesar —que habrá dema-
siados—, afiánzate en la memoria de las lecturas que te han
dado fortaleza y felicidad, así como en el ejemplo de quienes
han sobrellevado la exigencias de la vida para escribir. Los mo-
dos de la victoria son flexibles y admiten ejercicios de perso-
nalización. Lo que le funcionó al marqués de Sade, Chejov o
Nabokov, puede que te sepulte en lugar de ayudarte. Naces
en una circunstancia que debes enfrentar por ti mismo.
Mínima preceptiva para la acción literaria

11.

Nadie está obligado a pagar por tu sueño de ser escritor. Dé-


jate rozar por el ejemplo de otros, pero nunca lo encumbres
hasta el punto de terminar en la inmovilidad. Siempre hay ca-
mino al frente y nadie tiene la última palabra.

21
12.

Cultiva la soledad porque ayuda a generar templanza. Nadie


ha escrito algo significativo en medio del barullo. Presérvate
al margen de la propaganda de los mercaderes de todos los
templos, a quienes no les interesa la literatura, ni los lectores.
Los periódicos, revistas y películas, además de la televisión, es-
tán impregnados de valores negativos. Pon atención a lo que
dicen sus palabras, pero también al modo en cómo las usan.
Siempre hay un mensaje detrás de lo que imaginas que lees o
escuchas. Busca y difunde, de manera prioritaria, la literatura
propositiva que busca adicionar valor a la tradición literaria de
tu lengua, y al paso denuncia la hipocresía del entorno cul-
tural de facto y a sus participantes. Después, lee la que ellos
producen, en silencio y en la sombra, ya que no hay victoria
posible sobre lo que se desconoce. Una de tus armas es el co-
nocimiento mudo de las estrategias que utilizan para someter
a los ignorantes con dinero. El alcance de los adversarios debe
contenerse a tiempo por lo que respecta a sus límites y posi-
bles ampliaciones.
Mínima preceptiva para la acción literaria

13.

Relega a los autores que se entregaron al entorno cultural de


facto con plena conciencia de hacerlo, en aras de obtener un
lugar que no podrían lograr por méritos propios. A quienes
sólo escribieron para recibir dinero a cambio de una obra de-
ficiente. También a quienes se burlan a carcajada suelta de
poner ladrillos a medio cocer en el edificio de la tradición li-
teraria de tu lengua. Si bien es cierto que hay estafadores en
cualquier tradición, tu obligación como lector y escritor es
detectarlos para contener su polinización de daño sostenido.
Estos autores desleales carecen de honor y, por tanto, son in-
dignos de ser tratados como colegas del oficio. Todo en este
mundo, hasta la consideración más humilde, debe ganarse
con méritos lejos de toda duda. Cuando debas estar cerca de
ellos debido a las circunstancias, míralos a los ojos, al fondo de
la pupila, con especial atención. Reconoce en la cercanía a los
ojos de la avaricia y a quien los porta y utiliza para burlarse del
otro. Ellos harán lo mismo contigo.

23
14.

Deja atrás el miedo. Nadie ha muerto por mantener una pos-


tura disidente. Sé valiente, conoce tus límites, amplíalos, dé-
jalos expandirse como una materia viva que busca y necesita
más espacio. Un carácter flaco se sacude con facilidad. Levan-
tarán muros de contención para aislarte. Olvídate de ellos. Re-
conoce a tus pares y actúa en consecuencia. Tienes la fuerza
de la escritura de tu lado. Es un latir a rojo vivo, que se nutre de
tus lecturas y de una llama que no se apaga pese a la violencia
de la tormenta. Todo lo que puedan decir los miembros del
entorno cultural de facto no es nada más que otro capítulo
de cualquiera de sus libros: todos innecesarios, fracturados de
la base e indignos de hallarse al alcance de los lectores. Es el
poder del dinero y ni aún Jesucristo, que terminó en una cruz,
pudo contra los murmuradores, hábiles para sisear como las
serpientes de las que nacieron.
Mínima preceptiva para la acción literaria

15.

Asume que en la literatura se imponen los más enérgicos,


quienes levantan los brazos y que si deben usarlos para pelear,
no dudarán en hacerlo. Ojalá esto no fuera necesario, pero es
el entorno cultural de facto que elegiste y en el que debes ac-
tuar, según la circunstancia. El único silencio que debe pre-
ocuparte, es el tuyo, el que puedas tener para contigo mismo.
Si eso sucede, en cualquier punto de tu carrera, ya estás derro-
tado. Ellos ganaron y quedaste sin opciones de defensa.

25
16.

Nunca debe confundirse a la valentía con la inconsciencia o


el mero gusto por la insensatez gratuita. La primera es fruto
de la conciencia de un hombre que reconoce que nació para
dedicarse a la literatura. Las últimas son el reflejo de una ac-
titud pueril y proliferan en el entorno cultural de facto —há-
bil para dar cabida a casi cualquier manifestación del espíritu
humano—, en el cual verás aparecer y desaparecer a tantos
individuos que no habrá tiempo ni capacidad para memorizar
ni su nombre ni aún las líneas generales de su rostro. Prepara
tus aparejos para una batalla extendida en el tiempo. Podrás
hacerlo porque te acompaña la memoria de la lectura de los
mejores autores. Cervantes recibió todas las humillaciones
que puede recibir un hombre, por citar sólo un ejemplo.
Mínima preceptiva para la acción literaria

17.

Desprecia al cobarde como una norma de vida, lo mismo en


la escritura que en la vida misma. La falta de valor es un vicio
del espíritu y no la necesitas cerca de ti para tu carrera litera-
ria. También el valeroso tiene miedo, aunque posee la fuerza
necesaria para imponerse a sí mismo y vencerlo. El cobarde es
ególatra por naturaleza, ya que asegura su permanencia inclu-
so por encima de los otros. También haz de lado a quienes se
olvidan de engrandecer la tradición literaria de su lengua, sólo
por la comodidad de ejercer el personaje de escritor, o porque
recibieron dinero de inversionistas sin rostro y sin aprecio au-
téntico por el oficio literario. No pocos, incluso entre los más
grandes, han caído en el juego de los mercaderes. Son indi-
viduos que carecen de principios para encarnar un modelo
digno de ser imitado.

27
18.

El mezquino vive con un tumor en el espíritu y así debe ser tra-


tado. Déjalos andar como animales de la estepa, pero nunca
los borres de tu radar. Tienen por costumbre migrar a los valles
más verdes después de la lluvia. Los verás desfilar, uno a uno.
Mínima preceptiva para la acción literaria

19.

Si te es posible, respeta a tu adversario siempre que sea dig-


no de ello. Todas las culturas lo han hecho y es muestra de
nobleza. Sin embargo, desprecia al que carece de realeza de
espíritu. Él no tendrá consideraciones para contigo cuando
pases hambre y sed, soledad y ostracismo, consecuencia de
no alinearte en las filas de la cooptación. Serán los primeros
en escupirte, incluso si tienen la boca seca, consecuencia de
su lambisconería.

29
20.

No te dejes lisonjear por las falsas concesiones de la literatura


disolvente. Es la que más abunda y es posible hallar porque su
misión es extender un área de sombra sobre los más jóvenes.
No debe visitarse lo que nace podrido, sino promoverse lo que
viene mejor a la tradición literaria de una lengua. ¿Para qué
desear una parcela de poder, efímera, caprichosa, sesgada, si
puede generarse la imagen de un mundo nuevo? Un solo es-
critor puede hacer que brote otra visión del mundo. No espe-
res a que lo haga alguien más o a que seas desacreditado por
la masa de ignorantes.
Mínima preceptiva para la acción literaria

21.

Aspira a la creación de una literaria buena, bella y verdadera,


a la que se acceda sin alharacas, casi como un ritual para ini-
ciados.

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22.

Imponte una norma de vida y procura no apartarte de ella. El


pragmatismo es uno de los males de nuestro tiempo. Quien
rompe la brújula, despeñó su vida. Quien nunca la tuvo y se
rehúsa a buscarla, no merece la experiencia de vivir con más
privilegios que cualquier animal de tierra o mar. La vida cons-
ciente implica reconocer si se tienen o no facultades para des-
empeñar tal o cual actividad en el mundo. La literatura es una
de las más exigentes. ¿Estarás a la altura de las circunstancias?
Mínima preceptiva para la acción literaria

23.

La escritura, al ser un producto individual pero también so-


cial, se aclimata. Una vida mediocre redunda en una escritura
mediocre. El virtuosismo no es privilegio de unos cuantos. Es
posible lograrlo a partir de un proyecto cohesionado que en-
samble arte y vida.

33
24.

El culto al facilismo y al “feísmo”, sólo porque es reflejo de la


“realidad”, ha hundido a la literatura en un fango del cual debe
recuperarse. Los amaneramientos son producto de menta-
lidades que no encuentran una salida, que hacen lo posible
por diseminar esa confusión a cualquier persona que se los
permita. Los lectores son individuos vulnerables, que ignoran
todo lo que se pone en juego con la publicación de un libro.
Oponte a la falta de ética de editores poderosos, que se miran
al espejo y son incapaces de hallar su rostro. O que prefieren
no buscarlo siquiera.
Mínima preceptiva para la acción literaria

25.

No debe confundirse el entusiasmo temporal con un texto li-


terario, con la detección de una auténtica obra literaria. El pla-
cer que proporciona es efímero y si se busca como único fin,
de manera hedónica, concluye indigno. La auténtica lectura es
altruismo, negación del “yo” para formar otro en el que se con-
fundan los espíritus del autor y el lector. Es la forma más alta
de la comunión. A través de la lectura, se ponen en contacto
vivos y muertos. Sólo la literatura logra ese vínculo que genera
un patrimonio compartido.

35
26.

La pasión literaria auténtica es poderosa, se impone por enci-


ma de cualquier penuria y se enriquece mediante el sacrificio
y el olvido de uno mismo. En la historia, las únicas obras litera-
rias que fueron olvidadas son aquellas por las cuales el escritor
se negó a morir. La construcción de una obra literaria se logra
con sacrificio y dedicación. Recuerda el gesto final de Emilio
Salgari, de Yukio Mishima y de otros autores. No es inusual que
la literatura termine por estallar el cuerpo a través del cual se
escribió. Es una fuerza que dinamita y las condiciones históri-
cas no siempre son las más favorables para lograr un cambio
en las estructuras.
Mínima preceptiva para la acción literaria

27.

Cada individuo escribirá lo que esté predestinado a hacer, y


nadie podrá interferir con este destino. A la tradición litera-
ria de una lengua no debe interesarle el uso de la genitalidad,
salvo que resulte en la escritura de la obra literaria. Las nuevas
modalidades de conducta sexual, producto de la ampliación
del binomio hombre-mujer, no impactan por sí mismas el he-
cho literario. Sólo los incapaces le dan un lugar de privilegio a
la genitalidad en el trayecto de una vida, aunque así suele ser.

37
28.

Todas las distracciones ayudan a sabotear la construcción de


una obra literaria. También la familia, las obligaciones fiscales
y hasta la necesidad de llenar la despensa. Si no tienes quién
lo haga por ti, prepara tus energías para enfrentarte a trabajos
físicos que restarán horas a tu empeño literario. No permitas
que suceda. Procura igualmente alejarte de la bohemia y la
compañía demasiado frecuente de otros escritores. Quitan el
tiempo, restan brío a tu espíritu, roban ideas y se interponen
en la consecución de tus objetivos.
Mínima preceptiva para la acción literaria

29.

De tu cuerpo brota el manantial de tu escritura. Haz deporte.


Aléjate de las drogas, pese a que grandes autores las hayan
venerado en el pasado. Tu circunstancia es diferente. Los tiem-
pos han cambiado. Ahora se requiere un doble ejercicio para
enfrentar el cúmulo de taras que se interpone para llevar una
vida digna. Además debes leer y escribir. No dilapides la rique-
za que te fue otorgada al nacer.

39
30.

La conquista de la autonomía debe ser uno de tus objetivos


centrales. Sin autonomía serás un robot que puede juntar pa-
labras. Para la construcción de la obra literaria, se requiere el
máximo esfuerzo mental y la dedicación más transparente.
Lleva la torre de Montaigne a cualquier sitio al que concurras,
sea por voluntad o por la fuerza.
Mínima preceptiva para la acción literaria

31.

Lucha por la verdad y denuncia al mentiroso. Desprécialo,


pero dale la oportunidad de que lo sepa hasta que puedas
asestarle un golpe del cual no tenga posibilidad de levantar-
se. La mentira es un refugio del cobarde. Hazlos salir a la luz.
La cobardía no ayuda a limitar la proliferación de idiotez en el
mundo. Sin embargo, no gastes tus energías en buscar opor-
tunidades para enderezarlos. Abundan y tienes un empeño
mayor, que te espera.

41
32.

La ética que ejercemos es producto de la ética que hereda-


mos. Recuerda que la tradición literaria de una lengua es una
riqueza producto de una suma de esfuerzos. Al asumirla como
tuya, te alineas con los más grandes del pasado para erigirte
como un eslabón adicional. Al declinarla, pasas a la obscuri-
dad de la cual nunca debiste escapar. Elegir es salvarse.
Mínima preceptiva para la acción literaria

33.

Muéstrate partidario de la discreción. No molestes a nadie que


no amerite ser molestado. Tampoco tengas miedo de devolver
una ofensa. Actuar con reciprocidad es una forma de justicia.
Que no se note tu escritura por incómoda sino por estilizada.
Encuentra tu punto de equilibrio. La demasiada trasparencia
es una afectación. Envuelve, pero deja respirar. La literatura es
aire y tierra y mar. Es lo que anheles que sea, en los ojos del
lector, para dotarlo de un sentido que desconocía.

43
34.

No hagas brotar la extravagancia sólo para hacerte notar. La


búsqueda de la diferencia llegará cuando conozcas los usos y
prácticas de lo cotidiano. Aléjate de la tentación de las floritu-
ras que amaneran el discurso. Tu objetivo es una transparen-
cia tal que tú mismo puedas ver a través de ella. Que pasen las
décadas y releas tus libros como si hubiesen sido escritos por
otras personas. Mantén la verticalidad necesaria para no tener
que recurrir a trampas y otras argucias mentales.
Mínima preceptiva para la acción literaria

35.

Escribe aseado y con pulcritud. El aspecto de la escritura es


reflejo del perfil espiritual de un autor. La bohemia de medio
pelo se esmera en mostrarse de mal aspecto, incluso de modo
fingido. Antes proliferó la idea de que la pobreza y el desaseo
estaban emparentados con la creatividad y el genio. Nada más
falso. El que va a escribir lo hará desnudo o vestido de gala.
En tanto no puedas liberarte de las cuerdas que te atan al as-
pecto exterior, no podrás concentrarte en proponer una mo-
dificación a la tradición literaria de tu lengua en los libros que
escribas. Si es el caso, mejor renuncia a escribir.

45
36.

Busca mantener ordenado el lugar en el que escribes. Una


mente escribe con más transparencia en un entorno ordena-
do. Por eso se escriben buenos libros en prisión. Demasiados
objetos a tu alrededor se vuelven trabas a la expresión libre.
Entorpecen el paso de las ideas. La mente tiene cierta capa-
cidad para almacenar y procesar. No la agotes con asuntos de
orden menor. Una vez que se llena, se agota y sólo arroja des-
perdicio en lugar de líneas estimables.
Mínima preceptiva para la acción literaria

37.

El caos no es benéfico más que para sí mismo, que se expande


y gana espacio donde sólo había límites difusos. Ganar para sí
el trabajo de los demás es una de sus victorias más celebradas.
No lo dejes imponerse sobre tu trabajo literario.

47
38.

Sé cuidadoso con las palabras. No seas ordinario ni desver-


gonzado. No debe confundirse la agudeza con el descaro.
Estas artimañas y otras más, que descubrirás con el tiempo,
son rutas fáciles para quien carece de talento. A más ensorde-
cedoras las expresiones, menos tiene que decirse. Los autores
estridentes carecen de herramientas de expresión. Busca una
expresión tersa. Que leerte sea un roce de satín.
Mínima preceptiva para la acción literaria

39.

El comportamiento ético debe llevarse a cualquier lugar, no


importa si se vive en el campo o en la ciudad. Todo lo que te
rodea es patrimonio de todos, incluida tu escritura, que con el
tiempo será patrimonio de una lengua. No actúes el papel del
escritor que ignora lo que hace. El escritor es un artista y, por
lo mismo, tiene responsabilidad social. Sobre nada se tiene un
derecho exclusivo o un privilegio que no pueda cuestionarse.
Deberá respetarse la obra literaria de los demás, si es hones-
ta y hace una contribución fundamental, como si tú mismo la
hubieses escrito. La insolencia tiene límite de edad y nunca te
permitas actuar como un viejo idiota.

49
40.

El adversario está atento para transformar tus errores en ar-


mas contra tu espíritu. Lo más fácil es entregarse a las ilusiones
de un éxito temporal. Vender algunos ejemplares de tu libro
no significa nada. La tradición literaria de una lengua es mu-
cho más que una relación comercial con los lectores. Debes
vacunarte contra los excesos de la confianza para cuando lo-
gres cierta maestría con las palabras. Ahí empiezan a hacerse
más presentes los riesgos que deberás sortear.
Mínima preceptiva para la acción literaria

41.

En un mundo ideal: si escribes bien, hablarán bien de tu obra,


y si escribes mal, hablarán mal de aquello que intentaste es-
cribir. Actúa en la consideración de que juzgarán lo que sim-
boliza tu elección de escritura, y nunca la escritura misma. No
hay tiempo de leerlo todo. Una pasada de ojos bastará para
desacreditar tu iniciativa. La celebración de una obra literaria
es un acto político para afianzar una red de intereses. Deja de
lado de ingenuidad de estimar que el talento será tu arma
para abrir los salones de la consolidación. Entre más pronto
salgas de confusiones semejantes, antes llegarás a trabajar
con plena conciencia por aquello que elegiste. Nunca esperes
aplausos de los demás, que lejos de ayudar tu escritura, bus-
can adscribirla como parte de un grupo literario específico. A
menos, claro, que sean de quienes sostengan a tu lado una
lucha semejante.

51
42.

La austeridad pone a prueba la fortaleza de las personas. La


experiencia viva del rechazo te enseñará a apreciar las obras
clásicas y darás más valor a lo que vives que aquel que todo
lo tiene y está incapacitado para valorar la carencia. El escritor
que ha padecido por llevar a cabo su labor de artista, debe
ser evaluado con especial atención por esa circunstancia. No
puede ser equivalente una carrera de escritor de quien todo lo
padeció, y la de quien todo lo tuvo. En la sociedad actual, la li-
teratura es un beneficio social del tiempo libre, auspiciado por
la abundancia patrimonial, aunque igualmente puede crearse
en las catacumbas, luego de una jornada laboral exhaustiva.
Distinguir quiénes son tus pares resulta esencial para tramar
alianzas estratégicas.
Mínima preceptiva para la acción literaria

43.

Respeta las obras que ya son símbolo de una nación. Más allá
de su valor literario, engarzan valores nacionales que se per-
petúan a través del goce estético. Por encima de las páginas y
las tapas de que están hechos y las contienen, se encuentran
las ideas que representan. Cervantes, Shakespeare, Boccaccio.
Debe extirparse del corpus literario, que la nación es un asun-
to que deba evitarse. No debe existir remordimiento en subra-
yar las virtudes de una sociedad en su conjunto, a través de la
literatura.

53
44.

Despójate de ideas que no coadyuven a lograr que la litera-


tura se convierta en un bien colectivo. Los libros ilegibles y
los experimentos amanerados son células cancerígenas que
circulan por el sistema circulatorio de la tradición literaria de
tu lengua. Identifícalos y apártalos de ti, una vez que los hayas
leído. No hables de ellos, no los cites. Una obra literaria de la
que no se habla, no existe.
Mínima preceptiva para la acción literaria

45.

El mercado actual del libro sobaja a los autores que aún po-
seen el valor de dar a conocer un ideal de servicio y entrega, a
través de obras literarias capaces de unir a los hombres. Deja
el hedonismo y el culto a la personalidad para quienes lo ig-
noren todo de sí mismos y dependan del reconocimiento de
otros. Para sobrevivir como autor e individuo en un entorno
arruinado, deberás olvidarte de la secuencia de corruptelas
que inventa el entorno cultural de facto para generar deudas
en los autores. Compran su espíritu y degradan su arte. Ellos se
creen independientes, pero no lo son. Entre menos distancia
tengan los artistas de una época del poder político que hace
posible su labor, menor será su contribución a la historia uni-
versal de su disciplina. La independencia es fuste, arrojo, asun-
ción de riesgos.

55
46.

Trata de mantener tu escritura uniforme. Es la primera garan-


tía para mantener una trayectoria equilibrada, lo mismo en lo
individual que en lo social. Las turbulencias y los “experimen-
talismos”, por lo regular, son errores de juventud. Terminarás
arrepintiéndote de ellos, como ha sucedido en tantas ocasio-
nes. Es deseable que sucedan a una edad específica, pero su
aplazamiento es una afectación que debe ser limitada. Una
escritura con claridad de intención y objetivo, es la solución
más deseable en contra de las tentaciones de ser espectacular
sólo para ganar aplausos.
Mínima preceptiva para la acción literaria

47.

No desprecies a los autores de las tradiciones literarias de


otras lenguas, pese a que las conozcas en su idioma original
o no compartas sus valores estéticos. El mejor elogio que
les puedes prodigar es mantener una sana distancia. Admi-
ra sus valores y aprende de sus virtudes, que son parte de ti
a su modo. El hecho literario tiene semejanzas en cualquier
tradición literaria. Siempre habrá estafadores y escritores que
asumen su papel en la Historia. Piensa que no hay autor que
no pueda trasmitir a otro alguna experiencia valiosa. Cada
contexto y cada circunstancia forjan el carácter e impulsa las
motivaciones hacia un punto determinado.

57
48.

La lectura es lo que más acerca a las distintas obras literarias,


aun siendo tan dispares en formación. No caigas en la falacia
de apreciar una obra sólo por la editorial en la que se publicó,
o por los textos amistosos de autores reconocidos. Tu deber es
afinar el ojo para detectar los concentrados de intereses y las
alianzas estratégicas que intentan mantenerse en la sombra.
No te será difícil. Por lo regular, carecen de la astucia necesaria
para ocultar cómo hacen funcionar los medios a su alcance.
Mínima preceptiva para la acción literaria

49.

No desprecies a ninguna persona por estar desorientado con-


secuencia de recibir consejo y recomendación de quienes ac-
túan con temeridad e intereses en la sombra. Por encima se
encuentra siempre lo humano. La lectura ofrece vías de esca-
pe a las determinaciones que parecen no tener una solución.
Ofrece tu idea de la tradición literaria de tu lengua. Si se re-
húsan a escucharte, entonces sí procede. Ya no hay nada qué
hacer con ese individuo.

59
50.

La tradición literaria de una lengua muestra que la mezcla de


géneros, practicada a gran escala, deriva en el caos de la dis-
ciplina y a la ruina de la cultura literaria. Muestra tu oposición
a estos experimentalismos (vendrán otros, dalo por hecho),
que llevan a la decadencia de las civilizaciones. Lo primero
que muere en una sociedad en agonía, es la literatura que se
escribe. Quienes defienden la hibridación hablan desde la ig-
norancia y no deben ser atendidos.
Mínima preceptiva para la acción literaria

51.

La conservación y permanencia de las obras literarias, no sólo


de la tuya, es voluntad de una realidad trascendente. No hay
una sola palabra que escriba sin la intervención de esa fuer-
za superior. Sólo los experimentalismos promovidos por el
entorno cultural de facto, producto de la desviada voluntad
humana, que se confiesa extraviada en un laberinto del cual
conoce la entrada y nunca la salida, existen fuera de esa vo-
luntad. Andar a palos de ciego nos ha llevado al desastre que
puede admirarse en cualquier mesa de novedades de las libre-
rías. Y, peor aún, en las listas de los libros más vendidos de un
año cualquiera.

61
52.

Haz de lado las formas disolventes de escritura. Son producto


de una perversión del signo y de la palabra, fruto del hedonis-
mo más condenable. Decir “no” con énfasis y claridad te sal-
vará de posiciones incómodas y caminos sin salida. Que cada
quien pague por las elecciones que haga en esta vida.
Mínima preceptiva para la acción literaria

53.

Protege tu obra literaria. Mejor renunciar a ella antes que ali-


mentar a los oportunistas. Hacer sufrir a lectores ingenuos,
utilizándolos como cebo por mero placer personal, carece de
nobleza e implica actuar con irresponsabilidad. El escritor no
debe publicar obras que no tengan intención de goce esté-
tico. Esto debe dejarse para quienes desprecian la tradición
literaria de una lengua, o la desconocen y no desean asomarse
a ella. Evita relacionarte con individuos semejantes.

63
54.

Dedica parte de las horas del día al esfuerzo físico. De él bro-


tan cualidades necesarias para llevar a cabo tu obra. Todo lo
demás que puedas imaginar es accesorio.
Mínima preceptiva para la acción literaria

55.

Respeta el oficio, la cultura y la identidad de la tradición lite-


raria de tu lengua. Al producto de tu entrega, ámalo. Al de los
otros, sólo si tiene las cualidades suficientes para ser amado.
Aprende a detectar a los estafadores que saben sonreír ante
las cámaras.

65
56.

Ama la tradición literaria de tu lengua. Es una comunidad de


artistas vinculados por lazos en pie de lucha por un objetivo
idéntico al tuyo: la expresión transparente. Ámalos, pero no
olvides ofensas personales. En la batalla, imponte. Reserva las
prédicas del cristianismo para quien, al igual que tú, las ponga
en práctica.
Mínima preceptiva para la acción literaria

57.

La tradición literaria de tu lengua está delimitada por la cultu-


ra, la tradición, la historia en común y otros aspectos que po-
drás identificar con claridad, y nunca por unas líneas trazadas
sobre un mapa. El lenguaje permite que los pueblos vivan uni-
dos sin intervención de los Estados nacionales, o de políticas
públicas. El Estado nacional debe auspiciar la literatura más
alta, y no las mamarrachadas que asfixian a nuestros jóvenes,
los incitan a las drogas y otros escapismos de la literatura di-
solvente.

67
58.

Amar una tradición literaria es amar las posibilidades de una


lengua.
Mínima preceptiva para la acción literaria

59.

Admite la acción de la voluntad de una realidad trascenden-


te, a partir de la cual puede explicarse la realidad material. La
teoría materialista considera al escritor sólo como una materia
o un animal racional, surgido de la casualidad y sin esperanza
de vida futura, negándole cualquier sentido trascendente. Lo
que se escribe, no se escribe por mero azar. Detrás hay una vo-
luntad que dispone lo necesario para que así suceda. Concluir
intervenciones del azar carece de relación con la experiencia
que necesita el escritor para sobrevivir a sí mismo. Eso explica
casi la totalidad del suicidio en el escritor.

69
60.

La idea de una realidad trascendente no caduca. Enfrenta con


los valores de la tradición literaria de tu lengua, a las veleida-
des del escepticismo y el materialismo. Las verdades no re-
quieren comprobación y son de aplicación universal. Escribe
con pautas claras hacia un objetivo definido, sin detener tu
marcha por el ruido de fondo, que siempre lo habrá y nadie
puede escapar de él.
Mínima preceptiva para la acción literaria

61.

Respeta todas las formas de escritura basadas en el reconoci-


miento a la voluntad de la realidad trascendente y desprecia
aquellas edificadas sobre principios egoístas, propagadoras
de la banalización, que fomentan una idea del hombre y del
mundo materialista en exclusiva. De otro modo, tu escritura
carecerá de cuerpo y sentido. Entregarse al festín del mundo
conlleva a la deshumanización de los escritores. Evítalo, date
tus mañas para ser claro en situaciones de presión. No es fácil
pasar de largo ante sus cantos de sirena, pero puede hacerse
y para ejemplo de ello asómate a la trayectoria de grandes au-
tores del pasado. Con los años sabrás a quiénes debes buscar,
y de quiénes puedes prescindir.

71
62.

Con la cantidad necesaria de confianza en tu trabajo, la escri-


tura cobrará sentido. Escribe convencido de que tu obra litera-
ria es un servicio comunitario, antes que la mera expresión de
tu egoísmo. Una actitud semejante sólo conduce al solipsismo
y al encierro dentro de tus límites. Quedarás atrapado detrás
de las barreras que te impones y nunca llegarás al corazón de
los niños o de los campesinos.
Mínima preceptiva para la acción literaria

63.

La sociedad requiere ejercicios de reflexión, de manera per-


manente. Esta es una de las razones por las que en la comu-
nidad de autores y lectores hay personas deprimidas y vacías
interiormente. No es infrecuente que nos dejemos llevar por
el ruido y el deseo de acción, siempre insatisfecho. Orienta tus
pasos, haz lecturas fundamentales, aléjate en lo posible del
culto sin explicación a la fugacidad de lo contemporáneo. El
fluir interminable termina por ser nada y con el paso de los
años, de manera consecuente, te quedarás con nada.

73
64.

Cede algunos momentos del día para la lectura. Deberás dete-


nerte para recuperar tu relación con la voluntad de la realidad
trascedente. No hay escritor que importe que haya ignorado
la voluntad de la realidad trascedente. Quien lo hizo, por va-
nidad o soberbia, vivió carente de sentido, sin brújula. Dejó
libros que ya no son visitados y era natural que así sucediera.
Mínima preceptiva para la acción literaria

65.

Todos saben leer, aunque algunos creen no saber cómo hacer-


lo. Tal como todos saben respirar sin que nunca les enseñaran
cómo hacerlo. Muchos males que nos aquejan brotan de la
falta de lectura. Desconfía de los autores que se jactan de no
leer, o que lo prueban con sus obras. Huye de su proximidad
como del cáncer. Rehusarse a leer no sólo es prueba de vani-
dad excesiva. También es una autolimitante a conocer otras
propuestas. Nadie es tan genial que pueda darse el lujo de ce-
rrar puertas y ventanas.

75
66.

Nunca llegues a la conclusión soberbia de que eres un escritor


completo en sí mismo, ya que siempre hace falta el otro para
acceder a la plenitud.
Mínima preceptiva para la acción literaria

67.

Escucha los consejos de los mayores manteniendo, a la vez,


tus convicciones. Lee sus obras, estúdialas con atención al
detalle. Entiende porqué las escribieron y qué circunstancias
tuvieron que enfrentar. Nada surge de la nada.

77
68.

Aporta a tu labor literaria un espíritu completo y puro. Siem-


pre piensa en los tuyos, en tus hijos, si los tienes, o en los hijos
de los demás. Prepara para ellos las obras sobre las que des-
cansará el honor de tu legado. No limites esfuerzos para lograr
obras de fuste. Que otros vivan para dilapidar el tiempo que
les fue concedido al nacer.
Mínima preceptiva para la acción literaria

69.

Cada día que pierdes, avanzan los más jóvenes, que ya vienen
tras de ti y te pisan los talones. El lugar que tú desprecias es
codiciado por diez en silencio. Si te preocupas demasiado sólo
por tu persona, no te quedará tiempo para los demás. Logra
que los días tengan más horas para que no te detengas por
razones pueriles. Tú mismo debes darte la disciplina necesaria
para la práctica del oficio, antes de amonestar a los otros.

79
70.

Cuida tus vínculos familiares. Los autores que vivieron una


vida dispendiosa, generaron una obra dispersa y menguada
por la circunstancia vital. La promiscuidad degenera a los in-
dividuos y a sus descendientes, lo mismo que el uso y abuso
de las drogas. Nadie puede crear una obra robusta desde un
espíritu menguado.
Mínima preceptiva para la acción literaria

71.

Cualquier escritor que respeta su obra y a sus lectores, respeta


a los animales. Es una representación de una vida armónica. El
que siente desprecio por ellos, y además los maltrata, no me-
rece ser editado, ya no digamos leído. Quizá ni siquiera merece
la vida. Debe condenársele al ostracismo y a la desmemoria.

81
72.

Quien elige la carrera del arte, y no de su banalización, admite


crear al margen de la sociedad, a la que observa como si estu-
viese tras un cristal. La demasiada manipulación genera falta
de cuerpo en la producción literaria.
Mínima preceptiva para la acción literaria

73.

La escritura es un salto al vacío que requiere una condición


física saludable. Aprovecha los beneficios que te brinda la
naturaleza. Evita visitar la playa, que desguanza el cuerpo y
diluye la inteligencia. El sol es benéfico sólo hasta el punto en
que deja que circulen las ideas con libertad. Pese a lo anterior,
suele tener una acción directa en el desequilibrio de la mente
y entonces debe ser evitado.

83
74.

Desprecia a los escritores que hagan de la caza un deporte


o una “experiencia religiosa”. No ameritan ser considerados
como portadores de la tradición literaria de tu lengua.
Mínima preceptiva para la acción literaria

75.

Ama el oficio literario y empéñate en él. No seas un lastre para


tu nación, ni esperes vivir de ella con apoyos del Estado de
manera permanente. Eso te resta independencia. Aprende un
oficio y ejércelo. El contacto con la sociedad es indispensa-
ble. Cualquier acción dentro de lo social nutre tu experiencia
como escritor. La consabida “torre de marfil” es una idea disol-
vente que recluye al escritor y lo coloca frente a un espejo, de
modo permanente. No dependas de lo que hacen los demás.
Cumple con tu obligación y procura dar ejemplo a quienes no
lo hagan.

85
76.

Evita la idea de que la práctica del arte te coloca en un sitio por


encima de los demás. Cada actividad tiene su modo específico
de ser realizada, por lo que escribir nunca debe ensalzarse con
el ánimo de humillar al otro.
Mínima preceptiva para la acción literaria

77.

El cine debe atenderse dosificado por su incesante repetición


de contenidos. Sólo la literatura es capaz de garantizar una mi-
rada nueva sobre los mismos hechos.

87
78.

Si careces del temple para ignorar un saludo a medias, un ges-


to de desprecio, un golpe en el hombro al pasar, dedica tus
energías a una disciplina más liviana. O entrégate a su juego,
que tarde o temprano te harán olvidar la opción de intentar
un camino lateral.
Mínima preceptiva para la acción literaria

79.

Enfrentarás muchas batallas y cada una dejará lecciones in-


valuables. La sonrisa es el mecanismo imprescindible para
salir librado de cada una de ellas. Si no sabes sonreír, antes de
aprender a escribir, ejercítate en el arte de la sonrisa.

89
80.

Si llegado cierto punto decides que no puedes seguir, ponte


a un lado y deja pasar a quienes tengan la entereza de iniciar
o continuar su lucha. Una vez de lado, es tu deber apoyar a
ese temperamento que se yergue orgulloso. En adelante, tu
primer mandamiento será no estorbar y dejar espacio libre a
los nuevos actores de la Historia.
Mínima preceptiva para la acción literaria

Esta primera edición para descarga gratuita de Mínima


preceptiva para la acción literaria, de Luis Bugarini, que
continúa la Colección “Libromas” de Iniciativa Cucurucho, se
terminó de editar para su distribución libre en la Delegación
Coyoacán, Ciudad de México, durante los primeros días
del mes de septiembre de 2018.
Mínima preceptiva para la acción literaria

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