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Unidad
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Índice
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A pesar de varios acuerdos y tratados internacionales firmados por los países para erradicar la pobreza,
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el hambre y la desnutrición, estos flagelos siguen afectando a millones de personas en todo el mundo.
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Sin embargo, la mayoría de los progresos fueron logrados antes de 2007-08 y desde entonces, los
avances a nivel mundial en la reducción del hambre se han ralentizado y estabilizado (Figura 1).
Asimismo, la reducción del hambre no ha sido uniforme entre los distintos países y regiones. Ha
habido un ritmo mayor en la reducción en Asia y el Pacífico y en ALC, tanto en las cifras, como en la
proporción. Por otro lado, Asia occidental observó un aumento en la prevalencia de la subnutrición
durante este período.
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El hambre, la malnutrición y otros problemas relacionados con la falta de alimentos en cantidad y/o
calidad suficientes para garantizar la adecuada nutrición y la salud consisten en un incumplimiento
grave contra el derecho a estar protegido contra el hambre y el derecho a la alimentación adecuada,
derechos humanos fundamentales, los cuales serán discutidos más detalladamente en la Unidad 2.
Estos números alarmantes apuntan a un problema estructural más profundo que pone en grave riesgo la
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Básicamente, las causas del hambre y la malnutrición no están en la falta de alimentos en el mundo.
Actualmente, se produce alimentos en cantidad suficiente para todos los habitantes. El problema
reside en que muchas personas no tienen acceso a ellos, entre otras razones, a causa de la pobreza.
Y aun cuando tienen, muchas veces consumen alimentos inadecuados. Como veremos más adelante,
estrategias que garanticen el acceso de la población al agua potable y a alimentos en cantidad y calidad
adecuados, son fundamentales en la lucha contra el hambre y la malnutrición.
El crecimiento económico es importante, pero no suficiente por sí mismo para superar la pobreza,
el hambre y la malnutrición.
Son necesarias estrategias integrales y sostenibles que favorezcan directamente a los más pobres.
Otro elemento fundamental para reducir el hambre y la malnutrición es el crecimiento agrícola, tanto
en la zona rural cuanto la urbana, ya que este sector constituye una de las principales fuentes de
empleo en estos países de bajos ingresos.
El crecimiento agrícola, junto con la participación de los pequeños agricultores, especialmente las
mujeres, será más eficaz para reducir la pobreza extrema y el hambre si permite aumentar los ingresos
de los trabajadores y generar empleo para los pobres. Hablaremos más de las estrategias para combatir
el hambre y la malnutrición en la Unidad 3.
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En las dos últimas décadas, el número de personas subnutridas en ALC ha disminuido en 16 millones.
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Figura 4: Evolución del hambre en ALC entre 1990-1992 y 2010-2012. Millones de personas
Se supone que las causas para la desaceleración en el ritmo de reducción del hambre entre los
periodos 2007-2009 y 2010-2012 fue principalmente el impacto de la crisis económica mundial y de la
desaceleración en el crecimiento de las economías de la región.
Como sucede a nivel global, la causa principal del hambre y de la malnutrición en sus distintas formas
(desnutrición, sobrepeso, obesidad) en la región es la dificultad de acceso a alimentos en cantidad y
calidad adecuados, lo que lleva a distintos problemas nutricionales y de salud: consumo insuficiente o
excesivo de calorías y/o consumo insuficiente de micronutrientes, entre otros.
Los países más afectados por el hambre en la región son Haití (con prevalencia de 44,5%), Guatemala
(30,4%), Paraguay (25,5%) Bolivia (24,1%), y Nicaragua (20,1%). En estos mismos países, la prevalencia
de la desnutrición crónica –esto es, baja talla para la edad– en niños menores de 5 años es de 29,7%
(año 2006), 48 % (2009), 17,5% (2005), 27,2% (2008) y 23% (2007) respectivamente.
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Figura 5
Mapa de la desnutrición crónica Mapa del Hambre en
en América Latina y el Caribe América Latina y el Caribe
La falta de acceso a los alimentos encuentra su manifestación más grave en la desnutrición infantil, ya
sea en cualquiera de sus dos modos: global, crónica o aguda.
¿Sabía qué?
La desnutrición y las deficiencias nutricionales causan grave daño a la salud y el bienestar de los
afectados. Ella impide a una persona mantener adecuadamente las funciones orgánicas, como
son el crecimiento, el embarazo, la lactancia, el trabajo físico, la función cognitiva, la resistencia a
Por sus consecuencias, la desnutrición crónica que afecta a la niñez (déficit de talla para la edad),
constituye la manifestación más grave del hambre en la región. La relevancia de la desnutrición crónica,
el mejor indicador de calidad de vida, radica en que indica un problema estructural, acumulando las
consecuencias de la falta de una alimentación y nutrición adecuadas durante los años más críticos del
desarrollo físico y psicomotor de los niños, cuyos efectos negativos son, en gran medida, irreversibles.
Es importante mencionar que existe una asociación entre algunos de los indicadores de inseguridad
alimentaria y nutricional (InSAN) (desnutrición y subnutrición) y el nivel de pobreza de los países y,
por eso se sugiere que la pobreza pueda ser indicativa de la existencia de problemas nutricionales
(FAO, 2012).
Como se puede observar en las figuras 6 y 7 existe una correlación positiva entre pobreza
extrema y algunos indicadores de malnutrición, como desnutrición crónica en niños menores de
5 años y subnutrición.
A medida que la pobreza extrema aumenta, la desnutrición crónica presenta mayores prevalencias,
por ejemplo en los casos de Honduras, Guatemala, Bolivia y Nicaragua, entre otros. En el otro extremo,
con bajos niveles de desnutrición crónica y de pobreza extrema se encuentran países como Chile,
Argentina, Uruguay, Brasil y Costa Rica.
Al analizar la información de pobreza extrema y subnutrición se observa una situación similar. Los
mayores niveles de pobreza están correlacionados con altas tasas de subnutrición en Bolivia, Guatemala
y Nicaragua, mientras que los países con mejores resultados combinados son Uruguay, Argentina, Chile
y Costa Rica, entre otros.
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Entre los factores causales de la transición nutricional, tenemos el aumento del ingreso, la
industrialización y la mecanización de la producción, la urbanización, el mayor acceso a los alimentos
en general, incluidos los procesados, y la globalización de los hábitos no saludables.
A nivel mundial, el número de personas con sobrepeso ha pasado de los 1.400 millones de adultos,
superando el número de personas subnutridas en todo el mundo. Según datos de la OMS (2012):
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Figura 9: Niños menores de 5 años con sobrepeso y obesidad en subregiones de ALC, en millones
de personas
La transición nutricional constituye una de las causas de otro importante proceso que ha venido
ocurriendo, llamado transición epidemiológica, caracterizado por cambios en los patrones de
mortalidad, morbilidad y discapacidad que caracterizan una población específica.
Como resultado, muchos país han venido presentando una reducción de la mortalidad por enfermedades
infecciosas y transmisibles, al mismo tiempo en que se verifica un aumento de las enfermedades
Las ENT constituyen la principal causa de muerte a nivel mundial y una amenaza para la salud y
el desarrollo humano
Las ENT también tienen un impacto negativo en los ODM. La creciente epidemia de ENT y de
sus factores de riesgo están frustrando los ODM que apuntan a los determinantes sanitarios y
sociales, como la educación y la pobreza (OMS, 2010).
Contrariamente a lo que se imagina, casi el 80% de las muertes por ENT se dan en los países de
ingresos bajos y medios. Algunos de los factores sociales asociados a las enfermedades crónicas son las
desigualdades sociales, las diferencias en el acceso a bienes y servicios, la educación, los ingresos bajos
y las desigualdades en el acceso a la información. Las ENT y la pobreza crean un círculo vicioso donde
esta última expone a las personas a conductas de riesgo y las vuelve propensas a padecer ENT, y estas
a su vez pueden abocar a las familias a la pobreza (OMS, 2010).
Suárez Herrera (2006) destaca un punto muy importante con relación a la coexistencia de la desnutrición
y la obesidad en la actualidad: “Existe una noción equivocada acerca del significado de la disminución
de la prevalencia de desnutrición y el aumento de la obesidad. En un análisis superficial podría pensarse
que el aumento de la prevalencia de obesidad –una enfermedad nutricional por exceso– es un indicador
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de opulencia ubicado en el polo opuesto de la desnutrición”.
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Sin embargo, el resalta que la obesidad y la desnutrición coexisten en las mismas regiones e idénticos
estratos sociales, en las mismas familias (madres obesas y niños desnutridos) y aun en el mismo
individuo (obesidad con retraso crónico de crecimiento), demostrando claramente la doble carga de la
malnutrición y de la inseguridad alimentaria que acomete las personas en la actualidad.
El sobrepeso y la obesidad también deben ser considerados como “el otro lado de la moneda” de la
InSAN. Y, como vimos, la desigualdad, la pobreza, la falta de educación e información, la distribución y
el acceso inadecuados a alimentos de calidad son factores de riesgo para ambos.
De esta manera, como discutiremos más adelante, las estrategias dirigidas a la garantía de la salud y de
la SAN de la población deben tener un enfoque más integral, vinculando políticas de salud, nutrición y
agricultura. Asimismo, deben estar enfocadas en no solo propiciar el acceso a más alimentos, sino que
garantizar la cantidad adecuada, la calidad, la diversidad y la inocuidad de estos.
Ya hemos visto un panorama mundial y regional sobre las estimaciones e indicadores del hambre y
malnutrición. Ahora discutiremos los principales conceptos relacionados y las dimensiones de la SAN.
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Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) pasó a ser utilizado en Europa el concepto de seguridad
alimentaria. En ese momento, este concepto estaba estrechamente vinculado con el concepto de
Este concepto se fortalece a partir de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), y en particular, a partir
de la constitución de las Naciones Unidas (ONU) en 1945.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la seguridad alimentaria pasa a ser pensada como una cuestión
de insuficiente disponibilidad de alimentos. Se creía que la inseguridad alimentaria era consecuencia
de la insuficiente producción de alimentos en los países pobres.
A principios de los años 70, la crisis mundial de producción de alimentos llevó a la Cumbre Mundial
sobre la Alimentación, de 1974, a identificar que el cumplimiento de la seguridad alimentaria tendría
que pasar por una política de almacenamiento estratégico y de suministro de alimentos, asociada
con una propuesta de aumentar la producción de alimentos. Es decir, no era suficiente sólo producir
alimentos, sino también garantizar la continuidad del abastecimiento. El enfoque en este momento
todavía estaba en su mayor parte en el producto, y no en el ser humano, no incorporando todavía, la
dimensión del derecho humano (BURITY et al, 2010)
A partir de los años 80 se reconoció que una de las principales causas de la inseguridad alimentaria
entre la población era la falta de garantía de acceso físico y económico a los alimentos, debido a la
pobreza y la falta de acceso a los recursos necesarios para comprar alimentos, especialmente el acceso
a los ingresos y a la tierra. Así, el concepto de seguridad alimentaria empieza a abarcar la dimensión de
la garantía de acceso físico, económico y permanente a cantidades suficientes de alimentos para todos.
Al final de los años 80 y principios de los 90, el concepto de seguridad alimentaria incorporó la noción
de acceso a alimentos sanos (no contaminados biológica o químicamente), de calidad (nutricional,
biológica, sanitaria y tecnológica) producidos de forma sostenible, equilibrada, culturalmente aceptable
e incorporando el tema del acceso a la información. Esta visión fue consolidada en las declaraciones
de la Conferencia Internacional de Nutrición celebrada en Roma en 1992, por la FAO y la Organización
Mundial de la Salud (OMS).
A partir de ahí, las dimensiones nutricionales y sanitarias son agregadas definitivamente al concepto,
que pasa a ser denominado seguridad alimentaria y nutricional.
Es muy importante que comprendamos, por lo tanto, las dimensiones del concepto de SAN que, a
pesar de distintas, son complementarias; la dimensión alimentaria y la dimensión nutricional:
La dimensión alimentaria tiene que ver con los aspectos de producción, comercialización y disponibilidad
de los alimentos. Implica la producción y disponibilidad de alimentos, suficiente para satisfacer la
demanda, que sea estable y permanente, neutralizando las fluctuaciones estacionales, autónoma para
La soberanía alimentaria se entiende como el derecho de un país a definir sus propias políticas y
estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos, que garanticen el
derecho a la alimentación sana y nutritiva para toda la población, respetando sus propias culturas y
la diversidad de los sistemas productivos, de comercialización y de gestión de los espacios rurales.
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Seguridad Alimentaria y Nutricional
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La utilización biológica está relacionada con el estado nutricional, como resultado del uso individual de
los alimentos (ingestión, absorción y utilización). La inadecuada utilización biológica puede tener como
consecuencia la desnutrición y/o la malnutrición. Con frecuencia se toma como referencia el estado
nutricional de los niños y las niñas, pues las carencias de alimentación o salud en estas edades tienen
graves consecuencias a largo plazo y a veces permanentes.
Para saber más sobre los temas discutidos en las distintas unidades, ver los documentos en
“Otras referencias sobre el tema” en la plataforma.
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