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fCONOSJ2Q

Revista de Ciencias Sociales


FLACSO-Ecuador
Publicaci6n cuatrimestral
No 20, septiembre, 2004
ISSN 1390 1249

Los artlculos que se publican


en Ia revista son de exclusiva
responsabilidad de sus autones,
no reflejan necesariamente el
pensamiento de ICONOS

Director de Flacso-Ecuador
Adrian Bonilla

Director de ICONOS
Eduardo Kingman

Editor de ICONOS
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Consejo editorial
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Edison Hurtado
Hugo Jacome
Eduardo Kingman
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Producci6n
FLACSO-Ecuador

Disefio
Antonio Mena

llustraciones
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Antonio Mena

lmpresi6n:
C.A

FLACSO-Ecuador
Ulpiano Paez N 19-26 y Av. Patria
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E-mail: revistaiconos@flacso.org.ec
Indice
Coyuntura

6
A las puertas del abismo
Las implicaciones del TLC para Ecu
Hugo Jacome E.

14
Las formas de una guerra am
drogas, democracia y derechos'
Fredy Rivera Velez

Dossier

26
Patrimonio, politicas de la memoria
e lnstltuclonalizacion de la cultura
Eduardo Kingman Graces

35
Los centros historicos en la era digital
Fernando Carrion

45
El Pelourinho de Bahia, cuatro decadas despues
Paulo Ormindo de Azevedo

53
Exclusion constitutiva: las organizaciones pantalla
y 10 anti-social en la renovaclon urbana de Guayaquil
Chris Garces

64
Burocracia: museos, politicas culturales
y flexibilizacion laboral en Guayaquil
Xavier Andrade

73
Museos y patrimonio:

fracturando la estabilidad y la c1ausura

Mireya Salgado
Debate

84
Dolarizaci6n y desdolarizaci6n: mas elementospara el debate
Comentarios al dossier de konos 19
Rafael Correa

90
Iconofilia y practlcas artisticas
Apuntes sobre la Bienal de Cuenca
Ana Rodriguez

Dialogo

98
Marxismo, ensayo y ciencias sociales
Dialogo con Alejandro Moreano
Eduardo Kingman y Felipe Burbano

Temas

110
Musas, ondinas y misses:
estereotipos e imageries de las mujeres quitefias en los aries treinta del siglo XX
Ana Morro Goetschel

114
Historias de misses, historias de naciones
Andrea Pequeno

118
Econometria, teo ria politica y econ6mica:
el Nobel de Econorma 2003
Salvador Marconi

Frontera

Feminismo, fundamentalismo lslamico y la politica de la contrainsurgencia


Saba Mahmood y Charles Hirschkind

-
128

Deficit dernocraticos y globalizaci6n


Manuel Gued6n
136

Resefias
144
Patrimonio,
políticas de la memoria
e institucionalización
de la cultura
Eduardo Kingman Garcés1 dos con la modernización o con el deslum-
bramiento que produce la modernización.
El patrimonio, concebido en términos es-
Las intervenciones en los centros históricos paciales antes que sociales, ha pasado a cons-
constituyen un modelo exitoso. A diferencia tituirse en signo identitario a la vez que en es-
de otras acciones estatales, éstas se producen caparate o postal destinado al mercado inter-
de modo rápido y eficaz, actuando tanto so- nacional de “oportunidades”. Si hasta hace no
bre los espacios como sobre la economía, la poco tiempo los cascos antiguos eran percibi-
cotidianidad y los imaginarios. dos como áreas abandonadas a su suerte, tu-
Quien visite Lima, Bogotá, Guayaquil o gurizadas y peligrosas, hoy se presentan como
Quito tendrá la sensación de atravesar por es- espacios controlados, limpios, ordenados. Se
cenarios en construcción. Por ejemplo, mu- habla de devolver al público los espacios que
chas calles de Quito fueron arregladas de ma- habían sido privatizados por el comercio in-
nera presurosa para dar paso a las reinas de formal o las manifestaciones y protestas pú-
belleza, convertidas en nuestra carta de pre- blicas (ver al respecto el plan de rehabilitación
sentación frente al mundo de la globaliza- del centro histórico de Lima) pero existe ade-
ción, concebido como espectáculo; pero algo más un interés no siempre explícito por incre-
semejante también ha pasado en Guayaquil, mentar la rentabilidad de las zonas céntricas y
Lima o Bogotá en circunstancias parecidas. El beneficiarse por la especulación urbana y las
modelo es el de avanzar a partir de hitos “re- potencialidades del turismo. Las noticias so-
habilitados” o “recuperados” (verdaderas bre Lima que aparecen en el diario El Comer-
avanzadas de conquista) en base a los cuales se cio están clasificadas de acuerdo a dos tipos de
va produciendo la renovación urbana. A veces imágenes, la de la Lima peligrosa, en ruinas,
se trata de montajes publicitarios o modifica- que espera ser rehabilitada tanto espacial co-
ciones en las fachadas, como es el caso del mo socialmente, y las de la nueva Lima, mo-
malecón y el cerro Santa Ana en Guayaquil, derna, pujante.
pero capaces de provocar cambios en los sis- Se trata de un proceso de renovación que
temas de representación, que a su vez condu- conlleva una aparente paradoja: está relacio-
cen a modificaciones en las relaciones cotidia- nado con el pasado y con la administración
nas y en el uso y el valor del suelo. Por lo ge- del pasado pero sus parámetros se definen
neral se trata de procesos paralelos relaciona- desde la dinámica económica y el cálculo eco-
Kingman, Eduardo, 2004, “Patrimonio, políticas de la nómico, así como desde una noción de orden
memoria e institucionaliación de la cultura”, en urbano: lo que está en juego es algo más que
ICONOS No.20, Flacso-Ecuador, Quito, pp.26-34.
una mera nostalgia pasadista.
El problema de los centros históricos se ha
1 Profesor-investigador de Flacso-Ecuador. convertido, además, en asunto de los exper-

26 ICONOS
tos. Estos no sólo han definido las políticas de Todo esto lo planteo en tono de provoca-
intervención sino que han orientado las cam- ción, asumiendo lo político como proyecto
pañas publicitarias y las acciones dirigidas a que se define de modo público, y que tiene
crear una “cultura del patrimonio”. Los cam- que ver con lo que es bueno y justo para la po-
bios en las políticas del patrimonio generados lis (Arendt 1998). Pero hay algo más que me
a partir de las instancias municipales y de los hace particularmente sensible a esta temática y
organismos internacionales involucrados con es que desde hace algún tiempo estoy inten-
el tema han sido importantes. Sin embargo, tando registrar la historia del gremio de alba-
hay un aspecto que generalmente se pasa por ñiles de Quito, estoy investigando a partir de
alto y es que el punto de partida anterior a historias de vida de viejos albañiles cuyo traba-
cualquier discusión sobre políticas sería saber jo se desarrolló en gran parte en el casco his-
desde dónde y cómo se generan esas políticas. tórico de la ciudad, lo que les hace herederos
Si asumimos el sentido originario de lo que de una serie de saberes relacionados con anti-
constituye el ámbito de lo político, lo lógico guas técnicas de construcción y conservación,
es preguntar sobre la forma en la que se defi- pero también de otra de las memorias posibles
nen las políticas. O si se quiere: el juego de de la ciudad. Una de las cosas que más ha
intereses que está detrás de cada política (aun- preocupado al gremio es constituirse en inter-
que se presente como acción desinteresada, locutores legítimos en el campo del patrimo-
en este caso relacionada con el patrimonio y nio: sus representantes históricos (me refiero a
la cultura, y por tanto como no política). No dos de ellos, Nicolás Pichucho y Segundo Ja-
constituye algo sencillo ya que es justamente cho) están empeñados en trasmitir a la ciudad
esta relación con lo político lo que general- sus saberes con el fin de que no se pierdan
mente se les escapa a las instituciones y perso- (“nadie sabe qué hacer con las viejas casas, có-
nas encargadas de elaborar políticas. La ac- mo cuidarlas, cómo preservarlas”), asisten co-
ción de los expertos se presenta como emi- mo oyentes a seminarios y foros, asumen la
nentemente técnica y por tanto como políti- defensa del patrimonio y emiten opiniones
camente neutra: define políticas pero aparece desde el público asistente. Históricamente
como no contaminada por lo político. han participado en la construcción del centro
Existe incluso una cuestión previa y es la conjuntamente con los arquitectos, sin em-
relacionada con las condiciones de posibili- bargo se quejan de que su opinión no es escu-
dad de la discusión misma. Sería interesante chada, no constituye una opinión autorizada.
saber de qué modo se definen las preocupa-
Archivo Hitórico. Banco Central del Ecuador

ciones en ese campo y en función de qué ne-


cesidades prácticas. Habría que examinar
además qué es lo que convierte a los que in-
tervienen en discusiones como esta en locuto-
res legítimos, y qué actores son colocados fue-
ra de ello. Preguntarse, por último, acerca de
los mecanismos a partir de los cuales se defi-
ne una opinión “autorizada” sobre cultura,
centros históricos, patrimonio, y qué relación
existe entre los problemas así planteados y
otros espacios, como los de los medios y su
publicidad a partir de los cuales se dirige la
llamada “opinión pública”, así como con ac-
tividades menos nobles como las relacionadas
con el financiamiento y el negocio del patri-
monio y con su “policía”. Quito, Plaza del Teatro, hacia 1895.

ICONOS 27
dossier

Aparentemente se está dando un peso a la cultura e incluso a la diversidad cultural


y al multiculturalismo. En realidad se trata de un proceso de empobrecimiento
cultural del que no somos del todo conscientes. La cultura, e incluso en plural, las
culturas, se han convertido en sinónimo de espectáculo.
Con lo que digo no estoy asumiendo una desautoriza otras, o si se quiere (siguiendo a
posición demagógica, sino planteando un Bourdieu) las formas cómo se constituye una
problema que no siempre ha sido tomado en autoridad legitimada y legitimante en el cam-
cuenta: el de que aún cuando el patrimonio po del patrimonio. Una discusión como ésta
se presenta como algo que pertenece a todos puede ser fructífera ya que habla de la posibi-
y por tanto constituye (o debería constituir) lidad de comenzar a acoger el pensamiento
un campo de preocupación ciudadana, en la que se genera desde el margen, acercándose al
discusión y definición de políticas de patri- punto de vista de la gente.
monio no todos tienen la posibilidad de par-
ticipar. Nicolás Pichucho conoce con detalle
el centro histórico de Quito. Se duele por ca- De las juntas de embellecimiento
da casa deteriorada. Cuestiona cada interven- urbano a las políticas poblacionales
ción en términos culturales y técnicos. Es, a
su manera, un experto. Sin embargo, su opi- La cuestión del patrimonio no es nueva, pero
nión no tiene importancia, o a lo mucho es ha tomado peso y significación en los últimos
escuchada a modo de curiosidad o de folklo- años, cambiando en buena medida su senti-
re. Su punto de partida es sencillo: si fueron do. Pensemos, por ejemplo, en las juntas de
albañiles los que participaron en la construc- embellecimiento urbano que funcionaron en
ción del centro, son ahora ellos los que han de algunas ciudades hasta las primeras décadas
dolerse por su destrucción. En sus recorridos del siglo XX y fueron convertidas más tarde
por las zonas históricas los miembros del gre- en institutos de patrimonio. Su preocupación
mio diseñan propuestas que parten de su pro- era la recuperación de ciertos hitos o monu-
pio mundo de vida, emiten opiniones que ge- mentos representativos de lo hispano, lo crio-
neralmente no tienen canales para ser escu- llo, lo patricio, en momentos en los que las
chadas. Muestran preocupación por el patri- ciudades habían comenzado a expandirse y
monio y por la problemática social vinculada modernizarse y en los que las mismas elites
con el patrimonio, pero en el contexto de una habían abandonado los cascos antiguos, dan-
sociedad social y culturalmente excluyente, do paso a su tugurización. Fueron momentos
sus opiniones no están legitimadas. Aunque de modernidad incipiente en los que el patri-
la problemática del patrimonio pertenece a monio fue concebido como nostalgia o como
todos, la definición de sus políticas se ha con- pérdida, así como preocupación por el dete-
vertido cada vez más en una cuestión privati- rioro de ciertos monumentos civiles y religio-
va de los expertos. Y esto que digo no vale so- sos con significado simbólico.
lo para los albañiles sino para otros sectores No es que en esa época faltasen institucio-
relacionados con los centros históricos que nes preocupadas por la población: por su higie-
son múltiples y variados, de modo que no nización o por desarrollar acciones dirigidas a
pueden ser colocados bajo un único denomi- protegerla (persecución de vagos y viciosos, en-
nador, incluido el de ciudadanos. cierro de huérfanos, ancianos y locos, limpieza
Lo que intento, en definitiva, es llamar la racial del centro), pero se trataba de acciones
atención sobre las condiciones a partir de las asiladas, a más de que se daba una separación
cuales se legitima un tipo de opiniones y se entre este tipo de acciones y las que tenían que

28 ICONOS
ver con el cuidado y ornato de la ciudad, con el “potenciarlos”. Buena parte de esos programas
embellecimiento de determinados hitos simbó- están dirigidos a desarrollar lo que se ha dado
licos y la restauración de edificaciones. O si se en llamar una “cultura” y unos “comporta-
quiere, existía una separación entre la cultura mientos ciudadanos”. ¿Pero quién define lo
ciudadana, concebida como patrimonio y alta que es un comportamiento ciudadano? Tanto
cultura, y las acciones directamente relaciona- en Quito como en Bogota y Lima esa labor ha
das con la administración de las poblaciones, sido encomendada en buena medida a la poli-
su policía e higiene. Tampoco la planificación cía (en una noticia del diario El Comercio de
urbana, tal como se desarrolló a mediados del Quito de abril del 2003 se habla de “acompa-
siglo XX, se ocupó directamente de las pobla- ñamiento” policial de los vendedores; en otra
ciones; más bien, ésta fue concebida en térmi- de la misma época de “espacios legales para la
nos exclusivamente espaciales, como ordena- comida popular”, diferenciándolos de los ile-
ción del territorio que se había expandido más gales). Se trata de intervenciones sobre la esfe-
allá de los antiguos cascos históricos. ra pública pero también de un tipo de acciones
Ahora se ha generado una preocupación que tiene que ver con los comportamientos de
de signo distinto por los centros históricos las gentes, con sus sentidos del gusto y que de
que incluye no sólo a las edificaciones sino a un modo u otro se inscriben en los cuerpos (en
los habitantes. Se trata de dispositivos técni- el malecón guayaquileño, por ejemplo, se ha
cos dirigidos a monitorear las condiciones so- prohibido besarse o usar determinadas pren-
ciales de la gente: acciones que provienen de das; se condiciona a escuchar música “ambien-
las instituciones y empresas encargadas de la tal”, percibida como culta, en oposición a la
administración del centro. Antes de cada in- música no culta, popular o juvenil).
tervención se elaboran estadísticas, encuestas, ¿Cómo es posible esto en circunstancias
se realizan mapeos de los usos sociales y cul- en las que, por el contrario, existe una ten-
turales de los espacios, que permiten clasifi- dencia generalizada al abandono de todo
carlos de acuerdo a la calidad de los servicios, sentido público? Este tipo de acciones par-
criterios de seguridad, salubridad o posibili- ten del supuesto ideal de que el centro cons-
dades de rentabilidad. Se desarrollan campa- tituye un espacio privilegiado por su signifi-
ñas dirigidas al control del centro2 así como a cado simbólico, en el que es posible recons-
generar una cultura del patrimonio (concebi- tituir lo público. Se parte de la idea de que
da como equivalente de cultura ciudadana), la ciudad es un organismo que tiene un cen-
se diseñan planes de sostenibilidad social y de tro o eje a partir del cual puede reorientarse.
reactivación cultural, se asumen acciones En el fondo se trata de la ilusión tecnocráti-
contra sectores considerados peligrosos como ca de que la ciudad puede ser ordenada, de
las trabajadoras sexuales, los mendigos, los que se puede imprimir en ella una raciona-
vendedores ambulantes, los vigilantes de au- lidad que abarque todos los campos, inclui-
tos, charlatanes y artistas populares. Me pare- do el de la cultura, que se pueda imprimir
ce que hoy existe una relación mucho más di- una cultura de la racionalidad (una cultura
recta entre patrimonio y seguridad, entre pa- aparentemente moderna pero que sigue
trimonio y biopolítica. siendo heredera de la idea de alta cultura) a
Las acciones culturales son concebidas co- partir de un núcleo central organizado. Se
mo acciones públicas orientadas a racionalizar trata de planes de organización social y cul-
los usos culturales de la gente, a ordenarlos y tural del centro, en condiciones en las que
las ciudades se han hecho caóticas, desorde-
2 En una declaración reciente (Diario El Universo, 30 nadas, inmanejables y en las que la noción
de julio de 2004) la administradora zonal del centro
de cultura como esencia ya no tiene sentido.
histórico de Quito declaraba que la Policía Metropo-
litana controla a los ambulantes, pero “es difícil con- Se podría argüir que se trata de acciones ex-
tabilizarlos y evitar su presencia en las vías”. perimentales y que estas se han visto favore-

ICONOS 29
tura, están cambiado, de modo impercepti-
ble, el sentido y el significado de los centros
históricos3.

La cultura del patrimonio y la


administración de las poblaciones

Archivo Histórico. Banco Central del Ecuadro


¿Cuál es la relación entre cultura y patrimo-
nio? Se trata de una relación histórica. Por un
lado asistimos a un proceso de legitimación
de un sentido patrimonial de la cultura, por
otro, a un discurso y una práctica orientada a
incorporar otras formas culturales bajo un
discurso aparentemente democrático de la di-
Mercado en la Plaza de San Francisco, hacia 1890. versidad. Lo primero se orienta a poner en
funcionamiento los mecanismos de distin-
ción entre alta y baja cultura a partir de la di-
cidas por las inversiones que se realizan en ferenciación de ciertos espacios y públicos
determinadas zonas de los cascos antiguos. considerados cultos (lo que incluye tanto tea-
¿Pero qué se experimenta, cómo y con qué tros y salas de conciertos como restaurantes,
finalidad? discotecas y cafés de carácter exclusivo y ex-
Valdría la pena hacer un seguimiento de cluyente) de los no cultos o masivos, así como
las distintas propuestas económicas, sociales a la generación de espacios controlados, civi-
y culturales hechas para los centros históri- lizados y civilizatorios. Lo segundo está rela-
cos y asumirlas de una manera crítica e in- cionado con la conversión de las manifesta-
tegral. Metodológicamente tendríamos que ciones populares en mercancía o espectáculo,
relacionar esas propuestas con las acciones fuera de cualquier proceso de participación
que se producen en otras esferas, como por de la propia gente que no sea la de meros es-
ejemplo al interior de los medios y de la cul- pectadores. En el contexto de las nuevas for-
tura de masas (que fabrican constantemente mas de gobierno de las poblaciones plantea-
imágenes del centro, reinventando sus sig- das por las agendas globales, esto puede to-
nificados y orientando la opinión de la gen- mar la forma de “festivales de la diversidad”
te como antecedente de las intervenciones), (representaciones teatrales de mitos indíge-
las políticas de inversiones públicas y priva- nas, artesanía estilizada, ballets folklóricos).
das (dirigidas a imponer criterios de renta-
bilidad y a cambiar los usos del suelo), las 3 Insisto en que se trata de ensayos de intervención que
relaciones entre patrimonio y turismo y el se realizan en determinadas áreas y que intentan lo-
interés puesto por el negocio turístico inter- grar un control de la delincuencia pero también de los
pobres. Parte de esto tiene que ver con las acciones
nacional en la construcción de parques te- orientadas a sacar a los mendigos y a las trabajadoras
máticos, o todas esas acciones relacionadas sexuales del centro o, incluso, como en el caso del
con lo que en tono igualmente provocador Brasil, la eliminación de gamines. No digo con esto
que en todas las ciudades sucedan las cosas del mismo
me atrevo a llamar “policía del patrimonio” modo. Hay modelos represivos como el de Lima y
(desalojos, reubicaciones, vigilancia y lim- Guayaquil y otros que intentan generar un “consenso
pieza social y étnica de las áreas históricas). ciudadano” como el de Quito, pero en todos ellos el
Me da la impresión de que todas esas prác- patrimonio está relacionado con formas de adminis-
tración y control de las poblaciones. Se trata, además,
ticas institucionales, aparentemente ajenas a de acciones sobre las que no se discute, que están pre-
lo que se concibe como el ámbito de la cul- definidas por los expertos.

30 ICONOS
Se podría hablar de una banalización e insti- institucionalización y formalización cultural,
tucionalización de la diferencia, que esconde y con ello a un desgaste de sus contenidos? Se
nuevas formas de racismo. trataría de la imposición de una mirada, in-
Al conversar con los viejos albañiles de cluso si se presenta como “mirada abierta al
Quito puedo reconstruir la imagen del centro otro” o como “acción al servicio del otro”, di-
como espacio de religiosidad y fiesta barroca rigida a mejorarlo o a potenciarlo. Esa mira-
de la que el gremio de albañiles, al igual que da intenta ser organizada desde un nuevo
otras agrupaciones como las de los carpinte- modelo civilizatorio, propio de la sociedad
ros, las vivanderas, los sastres, los carpinteros, del espectáculo, sin que los agentes tengan la
era partícipe (“participábamos en todas las posibilidad de participar ni siquiera en la
fiestas con nuestros estandartes, músicos, dan- construcción negociada de sus propias imá-
zantes”). Yo mismo conservo la imagen de lu- genes. Aparentemente se está dando un peso
gares como la avenida 24 de Mayo, en la que a la cultura e incluso a la diversidad cultural
se desarrollaba un fuerte intercambio social y y al multiculturalismo. En realidad se trata
cultural y que luego fue convertida -gracias a de un proceso de empobrecimiento cultural
las políticas de expulsión indiscriminada de las del que no somos del todo conscientes, y que
actividades populares- en espacio delincuen- tiende a confundirse con una supuesta cons-
cial. ¿En qué medida se podría hablar de que trucción de democracia y ciudadanía. La cul-
nuestras ciudades han vivido largos procesos tura, e incluso en plural, las culturas, se han
de expropiación cultural o de pérdida de sen- convertido en sinónimo de espectáculo, des-
tidos? A partir de la investigación histórica se provisto de cuestionamientos y de conteni-
ha logrado recuperar esa memoria. No se tra- dos. Los antropólogos catalanes hablan de
ta, sin embargo, de algo lejano en el tiempo. ciudades-empresas y de la producción de
En las afueras de la Iglesia de San Francisco de marcas, la marca-Barcelona, pero también
Quito se organizaba hasta hace poco todo un podríamos hablar de la marca-Bogota, la
mundo público relacionado con una rica ima- marca-Guayaquil, la marca-Quito.
ginería popular, pero hoy ese mundo ha sido Al comentar una exhibición de objetos
reducido a los antiguos baños de la iglesia, y “tribales” en el Museo de Arte Moderno de
convertido de alguna manera en un sub-mun- Nueva York, James Clifford cuestiona el gusto
do. La propia imaginería ha sido afectada por de la sociedad moderna por apropiarse o por
esas circunstancias, así como el espacio cultu- rescatar la alteridad, por organizar las artes no
ral (procesiones, altares, creencias, imagina- occidentales a su propia imagen, así como la
rios) relacionado con la producción y circula- tendencia a descontextualizar esa producción,
ción de imágenes. En otros casos lo que se ha a descubrir en ellas capacidades “humanas”
dado es lo que Gabriel Salazar llama un “en- universales y ahistóricas, a neutralizar sus pro-
carcelamiento” de lo popular: las ferias, los pios valores (Clifford 1995: 223). Algo seme-
mercados, los parques. Las propias zonas his- jante se podría decir con respecto a los centros
tóricas son concebidas como zonas seguras en históricos. En este caso específico estoy lla-
oposición a las inseguras (el resto de la ciudad) mando a discutir las prácticas de promoción o
pero sólo logran sostenerse a partir de prácti- de “revitalización” de lo popular, lo negro, lo
cas de vigilancia y de separación social. indígena, mediante la puesta en escena de un
¿Hay un problema de sensibilidad de folklore caricaturesco (o de un “foro de las cul-
nuestros expertos con respecto a estos temas turas”, algo que ha sido cuestionado en el ca-
o se trata de algo que responde a una tenden- so de Barcelona) en condiciones en las que sus
cia internacional, propia de la sociedad del formas vivas (sus expresiones culturales coti-
espectáculo consistente en hacer del patri- dianas) son expulsadas (o tienden a ser expul-
monio y de la cultura mercancías? ¿Es posi- sadas, ya que se trata de una política a media-
ble que estemos asistiendo a un intento de no plazo) de los espacios públicos.

ICONOS 31
dossier
Por un lado están los procesos fallidos de Patrimonio y políticas de la memoria
conversión de los centros históricos en espacios
museográficos, escenarios vaciados de conteni- El patrimonio es concebido en términos de
do vital, como ha mostrado Paulo Ormindo de memoria y de identidad. Pero, ¿quién define la
Azevedo para el caso de Salvador Bahia4. Por identidad de una ciudad y desde donde? ¿Se
otro lado están las prácticas de domesticación puede hablar, acaso, de una memoria legítima
de lo popular, del carnaval, de lo sagrado, la or- y de otras que no lo son? Tomemos como
ganización de ritos sin eficacia ritual, símbolos ejemplo el caso de la reinvención de una tradi-
sin eficacia simbólica (Delgado 2001:64), so- ción patricia en Guayaquil, criolla en Lima o
cavando de ese modo su vitalidad, en lugar de “culta” en Bogotá y Quito. ¿Al trabajar en la
dar paso a la revitalización de las culturas (algo producción de esos tipos de memoria a través
que además permitiría que un turismo de ma- de ceremoniales públicos, museografía, publi-
yor calidad se beneficie con ello). cidad, producción historiográfica orientada
Me parece, sin embargo, que no se trata de por publicistas, no se está dejando de lado otras
algo definitivamente saldado, debido al carác- memorias posibles como las de los albañiles, las
ter mismo de nuestra modernidad y posmoder- mujeres, los gremios de artesanos? Al mismo
nidad y a la capacidad de escape de la pobla- tiempo, ¿no se está atribuyendo a la memoria
ción5. Con esto no estoy planteando la posibi- significados políticos que responden a requeri-
lidad de desarrollar acciones culturales puras, al mientos de hegemonía contemporáneos?
margen del mercado, el turismo o de la propia “En el ámbito del patrimonio se habla de
cultura de masas, sino en dar paso a las poten- ‘selección que hace la sociedad’ (...) Pero,
cialidades creativas de la gente, sin intervenir ¿quién es esta sociedad? ¿Quién representa o
en la orientación de ellas. Por un lado hay que dirige la representación, quién elige el espejo
confiar en la inmensa capacidad de los pueblos y determina la más o menos sutil curvatura
para redefinir sus imaginarios y sus prácticas del cristal, quién piensa y elabora el discurso?,
cotidianas, incluso en el contexto del mundo ¿quién efectúa la selección? ¿Quién decide
globalizado y de una nueva “policía de la cultu- que mostrar en la vitrina?” (Prats,1997:33)
ra”. Además, no existen consumidores pasivos Asistimos a la construcción de una memo-
de cultura, sino las diversas “tácticas del consu- ria selectiva y excluyente: a la identificación
midor” de las que habla Michel De Certau. Por del patrimonio con unos supuestos orígenes o
otro lado, también el turismo, el comercio, la esencias relacionadas con la “limeñidad”, la
producción cultural de los medios, se acomo- “quiteñidad” o la “guayaquiñelidad”, a una
dan a las trayectorias locales. Como muestra domesticación y cosificación de la memoria.
Arjun Appadurai en relación a la India, el turis- Si es así, el problema no radica tanto en el va-
mo asume los recorridos de los peregrinajes re- lor que se de o se deje de dar a una zona, una
ligiosos, de modo que en el campo cultural se edificación, una plaza, un acta fundacional, si-
trata de una relación de ida y vuelta. no en saber de qué modo determinados signi-
ficados se convierten en hegemónicos; esto su-
4 Ver su artículo en este dossier de Iconos. pone concebir el patrimonio y la memoria co-
5 Se trata, además, de una orientación que está siendo mo resultado de construcciones culturales que
cuestionada y frente a la cual se han intentado presen- se desarrollan dentro de determinados campos
tar alternativas. Si los museos cumplieron una fun- de fuerzas sociales, étnicos y de género.
ción en la representación de la cultura de una nación,
hoy se han visto obligados a desarrollar estrategias in-
Entendemos por “desnaturalización” del
teractivas no formales, de descentramiento de la me- patrimonio las acciones dirigidas a develar sus
moria, y a relacionar la actividad museológica con la orígenes, desmontar sus supuestos, desinstitu-
producción conciente de significados que tengan que
cionalizarlo, mostrar lo que está más allá de
ver con la vida, necesidades y preocupaciones de la
población (estoy pensando, por ejemplo, en la necesi- una arquitectura, establecer la relación entre
dad de generar una cultura de respeto a la diferencia). unos orígenes y un conjunto de intereses y ne-

32 ICONOS
Asistimos a la construcción de una memoria selectiva y excluyente: a la identificación
del patrimonio con unos supuestos orígenes o esencias, a una domesticación y cosifi-
cación de la memoria. El problema no radica en el valor que se de a una zona, sino
en saber de qué modo determinados significados se convierten en hegemónicos.
cesidades corrientes o -siguiendo a Foucault- canas en las que la urbanización temprana
poco nobles. Existe, como sabemos, una eco- produjo una disputa por los espacios. La calle
nomía material y simbólica que define lo que es, de acuerdo a Sarlo (1996:187), “el lugar,
importa o no en términos de patrimonio en entre todos, donde diferentes grupos realizan
cada momento, destaca determinados hitos, sus batallas de ocupación simbólica”. El incre-
zonas, monumentos, obras de arte, dejando mento de la población como resultado de las
de lado e incluso desvalorizando otros. migraciones y la expansión de las ciudades, en
No se trata de un problema puramente las décadas siguientes, y los choques culturales
técnico (o que pueda reducirse a una diferen- generados en medio de ello, provocaron el
cia entre escuelas conservacionistas, integra- abandono de los cascos históricos por parte de
cionistas, etc.) sino de una disputa de mayor las elites y su tugurización, así como el desa-
alcance por los usos sociales y culturales del rrollo paralelo de criterios conservacionistas.
centro y, por sus significados, anterior inclu- Con la primera modernidad, buena parte de
so a la idea misma de patrimonio. Esa dispu- los centros históricos de América Latina fue-
ta nos remite a finales de la colonia cuando el ron abandonados a su suerte, sin que por eso
despotismo ilustrado intentó poner fin al se deje de atribuirles un significado simbólico
imaginario barroco, tal como se había dado relacionado con una tradición ibérica.
en América, consumando un divorcio entre Se trata de momentos anteriores al actual
las devociones indígenas y populares y las pero que de un modo u otro marcan lo que
prácticas y ceremoniales institucionalmente sucede actualmente ya que muchos de sus
legitimadas. Se trataba, en términos de Gru- contenidos, relacionados con el retorno a
zinzki (1994), de una verdadera “guerra de las unos supuestos orígenes, han sido resignifica-
imágenes” cuya problemática se ha prolonga- dos. No puedo detenerme en cada uno de esos
do hasta nuestros días. momentos; existe una amplia literatura al res-
Con la modernidad temprana, de finales pecto en América Latina y lo que habría que
del siglo XIX e inicios del siglo XX, esa dispu- emprender es una lectura desde el presente6.
ta por recursos simbólicos estuvo marcada por ¿Qué hace que en el contexto de la globa-
la idea del progreso, y se expresó en el intento lización, la renovación urbana y la moderniza-
de expulsión de las manifestaciones “no civili- ción, se de tanta importancia al patrimonio?
zadas” del centro (y de manera particular en ¿Bajo que condiciones determinados espacios,
las relacionadas con el mundo indígena, ne- hechos, monumentos, pasan a ser sacraliza-
gro, oriental y popular), así como en el ade- dos, convertidos en recursos para la reinven-
centamiento de los espacios .sociales. Como ción de una tradición? ¿Pero qué hemos de
señala Ramón (1999) con relación a Lima, en entender, además, por tradición en el contex-
una sociedad en la que las elites eran herede- to de la formación de sociedades posnaciona-
ras de una tradición de privilegio se hacía les en las que, paradójicamente, el destino de
inadmisible aceptar la presencia de una “po- nuestros países y de su gente intenta ser defi-
blación extraña” como la de los chinos (de la
que, paradójicamente, dependía económica-
6 La historia, como la antropología, pueden darnos una
mente como fuerza de trabajo). Algo semejan- serie de pistas y elementos de comparación para en-
te sucedió en el resto de ciudades latinoameri- tender lo que pasa con los centros históricos.

ICONOS 33
No olvidemos, sin embargo, que se desa-

José D. Lasso
rrolla al mismo tiempo una lucha, muchas ve-
ces invisible e invisibilizada, por los usos de
los espacios o por el “descentramiento de la
tradición y de la memoria”, que responde al
desarrollo de identidades distintas a las de la
cultura institucional, como es el caso de las
mujeres, los pueblos negros e indígenas o de
ciertas capas populares urbanas víctimas de la
violencia política o social, minorías sexuales,
desplazados. Se trata de una disputa sobre bie-
nes escasos: los espacios centrales, las calles,
las plazas, el uso de las edificaciones, la posi-
bilidad de conjugar distintas memorias, así
como por un sentido democrático e incluyen-
Plaza Grande, Quito, hacia 1920
te de lo público. Una disputa que se libra, so-
nido desde estrategias hegemónicas globales? bre todo, en términos prácticos y desde el
No se pueden negar los logros de las inter- margen y que está relacionada, además, con lo
venciones en los centros históricos de Quito, que en términos de Bourdieu podríamos lla-
Lima o Bogotá en términos de rehabilitación mar los sentidos sociales del gusto. En este
de determinados espacios. Pero lo que está en ámbito se viene cuestionando la confusión
discusión es el sentido político y cultural de entre patrimonio y la construcción de campos
esas intervenciones. La idea de patrimonio es temáticos así como la necesidad de abordar el
resultado de una economía simbólica relacio- tema de la diversidad como superación del ra-
nada con “políticas de la memoria” pero de- cismo y la desigualdad y no como mercancía.
pende, además, de estrategias dirigidas a renta-
bilizar el centro en función de determinados Bibliografía
intereses, principalmente relacionados con la
Appadurai Arjun, 2001, La modernidad desbordada,Trilce,
industria del turismo y el negocio inmobilia- FCE, Buenos Aires
rio. Aunque se trata de campos que responden Arandt Hannah,1998, La condición humana, Paidós, Barcelona.
a lógicas distintas, se condicionan mutuamen- Clifford, James, 1995, Dilemas de la cultura, Gedisa, Bar-
celona.
te. Así, muchas veces la llamada defensa del
Debord, Guy, 2003, La sociedad del espectáculo, Pre-Tex-
patrimonio (planteada en términos culturales) tos, Madrid.
constituye un recurso empleado para la reno- De Certau, Michel, 1996, La invención de lo cotidiano,
vación urbana. Otras veces el discurso sobre la Universidad Iberoamericana, México.
Delgado, Manuel, 2001, El animal público, Alfaguara,
cultura o la identidad se origina en las agendas Barcelona.
turísticas internacionales. Por lo general, qué Gruzinzki, Serge, 1994, La guerra de las imágenes. De Cris-
hacer o no hacer en los centros históricos se re- tóbal Colón a “Blade Runner” (1492-2019), Fondo de
Cultura Económico, México.
laciona estrechamente con las imágenes gene- Institut Catalá d´Antropologia, 2004, La otra cara del Fo-
radas por los medios y tiene que ver con lo que rum de les Cultures, Ediciones Belaterra, Barcelona.
desde el sentido común institucional es conce- Prats, Llorenc, 1997, Antropología y patrimonio, Ariel An-
tropología, Barcelona.
bido como decente o indecente, culto o incul-
Ramón, Gabriel, 1999, La muralla y los callejones, inter-
to, civilizado o no civilizado. Las acciones en vención urbana y proyecto político en Lima durante la
los centros históricos se definen en términos segunda mitad del siglo XIX, Pomperú-Sidea, Lima.
de cultura ciudadana (es por eso que son capa- Sarlo, Beatriz, 1996, “Modernidad y mezcla cultural”, en
Vázquez, Horacio, director, Buenos Aires, 1880-1930,
ces de generar un consenso), pero no son aje- Alianza Editorial, Madrid, pp. 183-195.
nas a estrategias de inversiones en campos co- Diarios consultados: El Comercio de Lima, El Comercio
mo el turismo y el negocio inmobiliario. de Quito, El Universo de Guayaquil.

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