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Los límites de la competencia: El conocimiento, la educación

superior y la sociedad
Ronald Barnett
El autor es uno de los pensadores británicos de la problemática de la Educación Superior, y
en esta obra desarrolla una mirada desde la filosofía social que no se limita a hechos significativos, sino
que también deben ser proyectos realizables, especialmente con la universidad que cada vez mas es
demandada por la sociedad contemporánea, con su carácter educativo y cambiante.
En la obra está compuesta por cuatro partes recorriendo el problema del conocimiento y la educación
superior con su relación en la sociedad, la segunda parte desarrollar el análisis de una concepto vinculados
al nuevo vocabulario luego de enseñar defección crítica sobre algunos conceptos que han perdido por
esencia el mundo educativo, y en la cuarta parte revisa el concepto de competencia.
¿La sociedad aprende?: Esto requiere un análisis simultáneo, del conocimiento, la educación superior y la
sociedad que conforman el triángulo del aprendizaje, donde cada parte interrelaciones con la otra,
educación superior favorece algunas formas de conocimiento, la sociedad moderna delega en la
universidad la tarea de formar profesionales aunque los cambios sociales estén a veces en tensión con la
ideología dominante de educación superior que buscar otro enfoque en los procesos formativos. Esta
proliferación de formas de conocimientos y experiencia no son incompatibles, pero hay una tensión entre
lo que la sociedad demanda a la universidad en programas en concreto de formación y su respuesta para
formar hombres autocríticos, pues entonces ella también debe serlo y el factor tiempo lo complica. Según
el autor ¿quién debe esperar a quien, quien debe ceder primero?. ¿Qué ocurre con la investigación, donde
la universidad es un actor privilegiado para desarrollar conocimiento nuevo que luego será volcado a la
sociedad?.
Desde el enfoque del Capital Humano, las competencias deben ser pensadas como un proceso que medien
entre educación y el trabajo, obligando a la universidad a ser abierta, para modificar su Curriculum: debe
considerar los conocimientos que contiene para que el pensamiento y acción sean más explícitos, que
desarrolle habilidades para el trabajo, pero este concepto categoriza las conductas por el logro verdadero
alcanzado. “…decir que alguien tiene “habilidades” es un elogio muy magro, parece decir que es
meramente habilidoso” (p.93) E currículum universitario puede originarse dentro de la comunidad o
desde grupos externos, por lo que debe intentar reflejar el logro de habilidades académicas, para el trabajo
específicas o generales, pero esencialmente transferibles y personales.
Especificar con individuo competente es referirnos que puede lograr un cierto estándar, que puede
desempeñarse en un mundo laboral pero la educación superior se enfrenta con el desarrollo de
competencias particulares o, el desarrollo de conductas predecibles, alcanzar ciertos estándares, que le dan
un rango menor que el de habilidad. Además, en cuanto a las competencias de hoy, no serán las de mañana
y el profesional deberá ser capaz de reorientar su profesión en el cambio, en el tiempo y son
preocupaciones de la sociedad, del mundo laboral, y ¿de la universidad?
En ese futuro las personas deben ser capaces de actuar de manera eficaz, asumir responsabilidades y un
compromiso con el propio desarrollo, lo que en suma es mas que una simple habilidad. Ideas como esta
están desapareciendo del debate público, junto con las de pensamiento crítico interdisciplinariedad,
sabiduría, la comprensión etc. Detallemos algunos de ellos:
Comprender, es un concepto fundamental pues implica diferentes niveles de enfoque de la verdad
y sus posibilidad de ampliar. La persona requiere de libertad cognitiva para afirmar la creatividad.
El pensamiento crítico es preguntarse y revisar criterios y aprendizajes. Como concepto, se trabaja
en el mundo académico y exige presentarle a los estudiantes actividades para su desarrollo.
La interdisciplinariedad siempre estuvo presente en el discurso de las prácticas, pero hoy está
fragmentado en la mente del estudiante y del profesor, pues estaba pensada para realizarse durante
todo el recorrido académico pero nunca logró afirmarse, mas aun cuando modelos de competencias
parecen superarlo al desarrollar una educación transdisciplinaria

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Los académicos deben reflexionar sobre estos conceptos: ¿se le presenta oportunidades, actividades al
alumno?, el mismo docentes ¿se plantea las preguntas con las cuales revisa su propia práctica?
Para que estos procesos se instalen, la pedagogía requiere que los estudiantes tengan un espacio para
ponerlo en práctica y esto se complica con la planificación de los espacios vacíos que debería tener el
proceso (para dar lugar a la apertura de los estudiantes) y con los cambios necesarios que el Profesor
debería realizar en su práctica, ante todo.
El pensamiento crítico implica adoptar una crítica a la autocrítica, comienza con el reconocimiento de los
límites del pensamiento que, implica captar lo limitado de cada afirmación, requiere de juicios propios que
se forjan y, finalmente, también deben ser revisadas las metodologías, las operaciones lógicas y de
comunicación.
La sabiduría tiene una connotación en cuanto a la característica personal o como parte de un proceso, en la
universidad la sabiduría institucional es comprendida por la combinación de conocimientos reflexión y
elaboración de políticas para la formación del estudiantado, presenta la relación entre conocimiento y
acción que tiene una relación con la autoridad que asumen los comités, y estamentos para la formación
Los valores también se integran a este discurso, a medida que la gestión amplía su alcance, pero los
debates internos se dan limitadamente, evitan introducirse en estas cuestiones y otras también profundas,
de manera que la universidad se aleja cada vez mas de los cambios que se le reclama de la sociedad, pro
su falta de vivencia de lo que pregona; por su imposibilidad de autocriticarse y por que las evaluaciones
externas siempre han sido miradas como intromisión o reducción de la sabiduría académica.
Un modelo de competencias, evaluable por varios actores (sociedad, economía, educación, alumnos,
profesores, etc.) le pueden dar fiabilidad, pero tanto adaptarse a estos requisitos, le puede provocar la
paradojal dificultad, la pérdida de la sabiduría por reducir todo a prácticas para resolver problemas.
La educación superior ha pasado de ser una institución en la sociedad para ser de la sociedad, y
encontramos concepciones rivales de la competencia, pues por un lado tratamos de la competencia
operacional como saber cómo y la académica como saber que, siendo diferentes las implicancias en la
evaluación, la comunicación. Pasamos de la eficiencia propia del pragmatismo a un campo minado que le
impide el actuar, diferente a una evaluación económica que quiere comprobar la veracidad de los
postulados.
Competencias son limitadas por la organización, local lo universal y los profesores son recursos humanos
que no suelen ser convocados como actores estratégicos. El diseño del Curriculum debe contener a las
personas y a las habilidades transferibles, a la demanda; pero cada disciplina necesita una apertura para
provocar verdaderos desafíos de aprendizaje, sino enfrentarán problemas a la hora de incorporar en el
Curriculum competencias operacionales.
Los cambios en educación superior, no dependen sólo de los profesores, pero si es importante su
contribución al cambio, pues cada vez que desarrollamos una actividad formadora los estudiantes suelen
operar, actuar, por reproducción. En términos pedagógicos es que si les presentamos procesos educativos
que refuercen la memoria, sobre ella girarán su preparación para el final, se adaptarán para responder a lo
que el profesor pide.
Entonces el proceso que los docentes universitarios deben explorar, elaborar y criticar su práctica pues , no
basta con suponer que los estudiantes reproducen contenido porque actúan asi, sino que ellos no son
exigidos, si se les presenta planes en base a modelos de conducta reducido, así responderán; si se aplican
competencias operativas o académicas, lo mismo. ¿Cómo evitar estas reducciones?
Romper con el control corporal o economía política del cuerpo que instala, según Foucault, el aula.
Segundo, posicionarse en una visión del ser humano que supere a las competencias operacionales o
académicas y que propenda a desarrollar en el estudiante competencias para la vida, desde su cátedra.
Luego, la educación superior debe asumir la reflexión de sus propias prácticas y acciones, reinterpretando
las situaciones y mirando lo que aporta a los estudiantse un proceso de desarrollo real. Para esto debe
abrirse (sin perder autoridad: produciendo conocimiento) y dialogar (con el mundo y sus alumnos)

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