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E L T E RCE R T RA BA J O : L A CI E RVA D E CE RI N I A
1. Este tercer trabajo es de una clase diferente de la may oría de los otros.
Históricamente puede referirse a la toma por los aqueos de un templo en que se
adoraba a Ártemis como Elafio (« parecida a la cierva» ); las cuatro ciervas de
su carro representan a los años de la Olimpiada y a la terminación de cada una
se perseguía hasta matarla a una víctima vestida con piel de venado (véase 22.1).
En todo caso se dice que Elafio fue la nodriza de Ártemis, lo que significa que era
Ártemis misma (Pausanias: vi.22.II). Míticamente, sin embargo, el trabajo
parece concernir a Heracles el Dáctilo (véase 52.3), identificado por los galos
con Ogmius (Luciano: Heracles i), quien inventó el alfabeto Ogham y todo el
saber de los bardos (véase 132.3). La caza de la cierva, o corza, simbolizaba la
persecución de la Sabiduría, y se la encuentra, según la tradición mística
irlandesa, refugiada bajo un manzano silvestre (Diosa Blanca, página 285). Esto
explicaría por qué nadie dice, con excepción del mal informado Eurípides, que
Heracles hiciera daño alguno a la corza, sino que la persiguió infatigablemente y
sin interrupción, durante un año entero, hasta el País de los Hiperbóreos, expertos
en esos mismos misterios. Según Pollux, a Heracles le llamaban Melón (« de
manzanas» ) porque le ofrecían manzanas probablemente en agradecimiento por
su sabiduría; pero esa sabiduría la adquirió solamente con la muerte, y su
persecución de la cierva, como su visita al Jardín de las Hespérides, fue en
realidad un viaje al Paraíso celta. Zeus había perseguido también a Táigete, que
era hija de Atlante, en consecuencia un personaje no helénico.
2. En Europa solamente el reno tiene cuernos, y noticias acerca de ellos
pueden haber llegado desde el Báltico por la Ruta del Ámbar; el reno, a
diferencia de los otros venados, puede naturalmente ser uncido a un carro.
3. El ahogamiento del hijo de Táigete, Hímero, y de su suegro Eurotas,
sugiere que a los rey es primitivos de Esparta se los sacrificaba habitualmente al
monstruo acuático Eurotas, arrojándolos, envueltos en ramas, a un estanque
profundo. Así se hizo, al parecer, con Tántalo (véase 108.3), otro hijo de Táigete
(Higinio: Fábula 82). Lacedemón significa « demonio del lago» (véase 124.2) y
Laconia es el dominio de Lacona (« dama del lago» ), cuy a imagen fue
rescatada de los invasores dorios por un tal Préugenes y llevada a Pairas en
Acay a (Pausanias: vii.20.4). Las metamorfosis de Táigete parecen basarse en
que los conquistadores aqueos de Esparta se llamaban a sí mismos Zeus y a sus
esposas Hera. Cuando Hera llegó a ser adorada como vaca, el culto lélege de
Artemis Corza fue suprimido. Quizá se celebrara un casamiento ritual entre Zeus
como toro y Hera como vaca, lo mismo que en Creta (véase 90.7).
4. Noches de jarana promiscua se realizaban en varios Estados griegos (véase
44.a) y durante las fiestas Albanas en Roma; era una concesión a las costumbres
sexuales arcaicas que precedieron a la monogamia.
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1. Este mito confuso parece fundarse en la ley enda de que a Heracles, como
a Jasón, se le ordenó que domase dos toros, los unciese, limpiase una colina
cubierta con matorrales y luego la arase, sembrase y recogiese la cosecha en un
solo día: las tareas habituales que se imponían a un candidato a la dignidad de rey
(véase 152.3). En este caso la colina tenía que ser limpiada, no de árboles y
piedras, como en las versiones celtas del mito, sino de estiércol, probablemente
porque el nombre del heraldo de Euristeo que transmitió la orden era Copreo
(« hombre del estiércol» ). Sir James Frazer, comentando a Pausanias (v.10.9),
cita un cuento escandinavo, « El ama» , en el que un príncipe que desea
conquistar a la hija de un gigante tiene que limpiar primeramente tres establos.
Por cada horquilla de estiércol que extrae reaparecen diez. La princesa le
aconseja entonces que de vuelta a la horquilla y utilice el mango. Así lo hace, y
pronto quedan limpios los establos. Frazer sugiere que en la versión original
Atenea puede haber dado a Heracles el mismo consejo; más probablemente, no
obstante, el cuento escandinavo es una variante de este Trabajo. El ganado de
Augías no viene al caso en la fábula, excepto para explicar la gran cantidad de
estiércol que había que sacar. El estiércol del ganado, como demuestra el mito,
no era apreciado por los agricultores griegos. Hesíodo, en sus Trabajos y Días, no
lo menciona; y H. Mitchel (Economics of Anciens Greece) demuestra que el
apacentamiento del ganado en las tierras en barbecho estaba prohibido en varios
arrendamientos antiguos. El perro Argo de Odiseo se acostaba, ciertamente en un
estercolero utilizado para abonar las tierras (Odisea xvii.299), pero dondequiera
que pueda haber sido escrita la Odisea —y ciertamente no lo fue en el continente
griego— las referencias a la agricultura y a la arboricultura indican una
supervivencia de la práctica cretense. Según algunos mitógrafos, Augías era hijo
de Eleo, que significa nada más que rey de Elide; según otros, era hijo de
Posidón, lo que sugiere que era eolio. Pero aquí se confunde Eleo con Helio, el
dios Sol corintio; y en consecuencia se atribuy e a Augías un rebaño de ganado
sagrado, como el que poseía Sísifo (véase 67.1). El número de cabezas de esos
rebaños era 350, que representaba doce lunaciones completas menos los cinco
días de fiesta sagrados del año egipcio (véase 42.1). Que se trataba de ganado
lunar lo demuestran sus colores, rojo, blanco y negro (véase 90.3); y los toros
blancos representan esas doce lunaciones: estos ganados sagrados se robaban con
frecuencia —como hizo el mismo Heracles en su décimo trabajo— y la
consecuencia de su disputa con Augías fue que consiguió también esos doce
toros.
2. El quinto trabajo, que propiamente se relaciona sólo con las tareas del
arado, la siembra y la recolección de la cosecha, de hecho ha sido confundido
con otros dos: el décimo, o sea el robo de los buey es de Gerión, y el séptimo, o
sea la captura del toro blanco de Posidón en Creta, el cual, sin embargo, no fue
utilizado para arar. En el culto de Posidón —de quien se dice también que era el
padre de Augías— los jóvenes luchaban con toros, y la lucha de Heracles con
Faetonte, como la de Teseo con el Minotauro, se comprende mejor como un rito
de la coronación: mediante el contacto mágico con el cuerno del toro se adquiría
la capacidad de fertilizar la tierra y ganaba el título de Potidan, o Posidón, que se
daba al amante elegido de la diosa Luna. De igual modo, en una disputa amorosa,
Heracles luchó con el río Aqueloo, representado como un hombre con cabeza de
toro, y le rompió su cornucopia (véase 141.d). La desviación del Alfeo indica que
la ilustración de la que se ha deducido este episodio mostraba a Heracles
retorciendo al toro de Creta por los cuernos, a la orilla de un río donde pacía
numeroso ganado. Se confundió a este toro con un dios fluvial y se interpretó la
escena como significando que había desviado el río para limpiar los campos con
el fin de que se pudiesen arar.
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