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1. INTRODUCCIÓN.
2. LA PRIMERA GUERRA CARLISTA
2.1. LAS CAUSAS DEL CONFLICTO
2.2. OPOYOS SOCIALES E INTERNACIONALES
2.3. DESARROLLO DE LA PRIMERA GUERRA CARLISTA (1833-1840)
3. ISABEL II (1833-1843): LAS REGENCIAS
3.1. LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA DE NÁPOLES (1833-1840).
3.1.1. Etapa moderada. Estatuto Real de 1834.
3.1.2. Etapa progresista. Revolución Liberal. Constitución de 1837.
3.2. LA REGENCIA DE ESPARTERO (1840-1843)
4. ISABEL II (1843-1868): EL REINADO EFECTIVO
4.1. CARACTERÍSTICAS COMUNES.
4.2. LA DÉCADA MODERADA (1843-1854): DESARROLLO INSTITUCIONAL Y CAMBIOS
POLÍTICOS.
4.3. LA REVOLUCIÓN DE JULIO DE 1854 Y EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856)
4.4. LA REACCIÓN CONSERVADORA: LA ÉPOCA DE LA UNIÓN LIBERAL (1856-1863).
4.4.1. El primer periodo de la Unión Liberal.
4.4.2. El “gobierno largo” de la Unión Liberal (1858-63)
4.5. LA CRISIS FINAL DEL REINADO DE ISABEL II (1863-1868)
1. INTRODUCCIÓN.
La muerte de Fernando VII abre una larga etapa que transcurre entre 1834 y 1868, en la que tiene lugar la
decisiva transición del Antiguo Régimen al sistema liberal.
La revolución liberal-burguesa y el futuro desarrollo del parlamentarismo español hunde sus raíces en el decenio
1833-1843, cuando se llevan a cabo las reformas esbozadas en los períodos 1810-1814 y 1820-1823: la
implantación de un sistema constitucional y la liquidación de las bases económico-jurídicas del Antiguo
Régimen, tercera etapa de la revolución liberal.
El amplio y casi exclusivo monopolio del poder por los liberales moderados, conducirá, por un lado, a la confi-
guración definitiva del régimen liberal de neto signo conservador, oligárquico y centralista y a un retraimiento de
los progresistas, por otro. La exclusión de los progresistas del poder debilitará el régimen isabelino, que
desembocará en una crisis total del sistema desde 1866, para ser derribado en 1868 por una revolución que iniciará el
«sexenio revolucionario».
En 1833, estos sectores favorables al absolutismo se negaron a reconocer a Isabel, hija de Fernando VII que
contaba con tres años, como legítima sucesora a la Corona española y se sublevaron contra el gobierno de Mª
Cristina de Borbón, que ejercía la regencia a causa de la minoría de edad de su hija. Los sublevados proclamaron rey
al infante Don Carlos María Isidro, hermano del difunto Fernando VII. Carlos proclamó sus derechos dinásticos por
el Manifiesto de Abrantes en Portugal.
Daba así comienzo una guerra civil, la Primera Guerra Carlista o Guerra de los Siete Años (1833-1840). A lo
largo del siglo XIX el enfrentamiento volvió a estallar en dos ocasiones más.
-El movimiento carlista tuvo sus orígenes en la revuelta de los Agraviados o Malcontents (1827) en la que los
realistas esbozaron su primer programa.
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El enfrentamiento ideológico: absolutismo-carlistas y liberalismo-isabelinos.
El carlismo era tradicionalista, antiliberal y absolutista (divisa “Dios, Patria y Rey”), defendían los privilegios
del Antiguo Régimen, los propiedad señorial, la monarquía absoluta y la preeminencia social de la Iglesia.
Enemigos acérrimos del liberalismo y de las medidas que implicaba: libertades, uniformidad territorial y estado
enfrentado a la Iglesia.
El bando isabelino fue muy variado: absolutistas más moderados, liberales moderados, progresistas e incluso
revolucionarios. La Regente pactó muy pronto con el liberalismo moderado, partidario de un compromiso con la
Corona que permitiese el tránsito al régimen liberal sin sacudidas populares. Pero ante la situación de la guerra,
la Regente tuvo que acceder a las demandas de los más progresistas.
La cuestión foral. Los carlistas reivindicaban el mantenimiento de los fueros y privilegios tradicionales del País
Vasco y Navarra, frente a la política centralizadora del liberalismo, es decir, defendían el foralismo, según el
cual las regiones debían mantener sus instituciones de gobierno autónomas, su sistema propio de justicia, y la
exención fiscal y de quintas para el servicio militar. La cuestión foral se mantuvo y tuvo especial importancia en
la IIIª Guerra Carlista.
En el ámbito internacional, Francia, Portugal y el Reino Unido, firmaron la Cuádruple Alianza con los
isabelinos. Austria, Prusia, Rusia, Nápoles y los Estados Pontificios apoyaron a Carlos Mª Isidro.
-Primera fase (1833-1836). La guerra se inició con el levantamiento de partidas carlistas en el País Vasco y
Navarra, y muy pronto los carlistas controlaron el ámbito rural. Sin embargo, las ciudades de Bilbao, San Sebastián,
Vitoria y Pamplona permanecieron fieles a Isabel II y al liberalismo.
Los carlistas no pudieron inicialmente contar con un ejército regular, pero gracias al apoyo popular en el norte,
organizaron la guerra con el método de guerrillas. El general Zumalacárregui organizó un ejército que derrotó
varias veces a los isabelinos, y Cabrera, unificó las partidas aragonesas y catalanas.
La primera derrota se produjo cuando Don Carlos decidió intentar la toma de Bilbao. El sitio fracasó y el general
Baldomero Espartero venció a las tropas carlistas en Luchana en 1836 y puso fin al sitio.
-Segunda fase (1836 a 1837), momento más revolucionario y crítico en el bando isabelino. Los carlistas intentaron
romper su aislamiento mediante varias expediciones hacia el sur. La expedición de Gómez a Andalucía y la
expedición real de don Carlos. Madrid estuvo a punto de ser tomada, pero el ejército carlista agotado se retiró
quedando patente su debilidad y la falta de apoyo civil al sur del Ebro.
-Tercera fase (1837 a 1840). Es una etapa de resistencia carlista. Hubo ciertas circunstancias que decidieron el final
de la guerra: la división ideológica del carlismo en transacionistas partidarios de alcanzar un acuerdo y los
intransigentes partidarios de mantener la guerra; el poco apoyo popular al carlismo al sur del Ebro; la superioridad
material del ejército isabelino; la corte carlista no logró asentarse en una ciudad importante y su gobierno estaba
compuesto por distintas camarillas siempre en disputa; ejército reducido y bandas de guerrilleros, no tenía jefes
capaces, a excepción de Zumalacárregui.
-Por fin, el jefe de los transacionistas, el general Maroto firmó El Convenio de Vergara 1839 (llamado abrazo) con
el general Espartero. El acuerdo fue como quedar en tablas y las consecuencias fueron: promesa de mantenimiento
de los fueros en las provincias vascas y Navarra, la integración de la oficialidad carlista en el ejército real y el exilio
de don Carlos a Francia. En general, el descalabro económico y humano contribuyó al retraso del país. Sólo las
partidas de Cabrera resistirán en la zona de Maestrazgo, en una guerra ya perdida, hasta su total derrota en 1840.
-Durante la regencia de Espartero se suprimieron las viejas instituciones de Navarra que aun pervivían, las Corte y
las aduanas interiores (1841). No obstante, se dotó a Navarra de una considerable autonomía administrativa y se creó
un órgano de gobierno nuevo, la Diputación Foral.
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Los fueros vascos no se suprimieron hasta 1876, tras la Tercera G. carlista, pero las provincias habían perdido en
1841 algunos de sus viejos privilegios forales, como las aduanas y las Juntas, y se había derogado el llamado “pase
foral” (permitía “obedecer pero no cumplir” o “retrasar pero no suspender” las órdenes del Gobierno Central).
Conservaron, eso sí, su exclusión del servicio militar obligatorio.
-Cea Bermúdez, absolutista moderado (1832-1834) pretendía mantener el Antiguo Régimen, con reformas
puramente administrativas como la nueva división provincial, obra de Javier de Burgos. Este programa fue
rechazado por los liberales (que se veían excluidos). Con la muerte del Rey y el inicio de la Guerra Carlista, los
enemigos de D. Carlos propusieron a la regente un cambio político muy cauteloso.
-El cambio más importante fue la aprobación por el gobierno de Martínez de la Rosa, liberal moderado, del
Estatuto Real de 1834. Características fundamentales:
- Es considerado como una carta otorgada, basada en la Carta francesa de 1814. Era una concesión de la
Corona y por tanto excluía cualquier mención a la soberanía nacional.
- Las Cortes eran bicamerales, muy conservadoras y elitistas:
1. Estamento de Próceres: representantes de la nobleza, clero y miembros ricos de las clases burguesas
(60.000 reales de renta anual). De designación real y vitalicia, se convertía en una cámara muy
conservadora que limitaba las reformas.
2. Estamento de Procuradores: sus miembros eran elegidos mediante sufragio censitario muy restrictivo e
indirecto, sólo podían ser elegidos quienes superaban los 12.000 reales de renta.
- Ambas cámaras eran convocadas o disueltas por el monarca, quien planteaba los asuntos que debían
deliberarse. Así, tenían una función más consultiva, del Antiguo Régimen, que legislativa.
-La reforma era extremadamente conservadora y provocó la división de los liberales entre los que aceptaron la
ley promulgada - liberales moderados- y los que reivindicaron una Constitución emanada de la soberanía popular -
liberales progresistas -, cuyo punto de referencia era la Constitución de 1812. Serán las dos tendencias moderadas y
progresistas que dominarán la vida política española.
-La Corona sustentó siempre un liberalismo moderado, pero la necesidad de afrontar la guerra (recursos financieros)
y de conseguir respaldo popular contra el carlismo, forzó a gobernar con el sector progresista e implantar
algunas de sus reformas. Algunas de ellas fueron:
- Desaparición definitiva del monopolio de los gremios.
- Supresión definitivamente la Inquisición (15 de julio de 1834).
- Creación de las Milicias Urbanas, antigua Milicia Nacional. Luego se llamará Guardia Nacional.
- Los movimientos revolucionarios del verano de 1835, instigados por la burguesía urbana a través de una de la
Milicia Nacional, dieron lugar de nuevo a la formación de Juntas. Sus manifiestos revelaban su hostilidad hacia el
Estatuto Real y su descontento por sus reformas. Exigían la convocatoria de Cortes, la reforma de la ley electoral,
libertad de prensa, extinción del clero regular, etc... La revolución se extendió por todo el país dando lugar a la
matanza de frailes, y a la quema de conventos y fábricas modernas, como la de Bonaplata y Cía. (Barcelona). La
situación se agravó más con los malos resultados del ejército frente a los carlistas y una epidemia de cólera.
-El gobierno de Mendizábal. La radicalización y la extensión del movimiento revolucionario obligó a la reina
regente a recurrir a los liberales progresistas. Se nombró a Juan Álvarez Mendizábal.
Se inició propiamente la TERCERA ETAPA DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL. Se tomaron medidas de
guerra (contribución extraordinaria) que fueron decisivas para el triunfo isabelino y emprendieron reformas
fundamentales para desmantelar el sistema legal del Antiguo Régimen:
o Reforma de la Ley Electoral de 1834 para ampliar el derecho al voto.
o Restablecimiento de la libertad de imprenta y de otros derechos fundamentales.
o Estableció un reclutamiento forzoso (creó la Guardia Nacional) y consiguió fondos para la guerra.
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o Expulsión de los jesuitas y supresión de conventos.
o Desamortización de los bienes de los monasterios y conventos que: proporcionaría amplios recursos nacionales
para resolver el problema de la Deuda Pública, promovería la expansión económica, y consolidaría el sistema
político liberal al ofrecer a los particulares un gran número de fincas enajenables (se crearía una clase media
agraria que estaría agradecida al Estado Liberal).
La introducción de los cambios fracasó al plantearse la ley electoral, lo que provocó la dimisión de Mendizábal.
-El nuevo gobierno de Istúriz, fue el último del Estatuto Real. Un progresista que había regresado del exilio y había
evolucionado hacia posiciones mucho más moderada.
-En el verano de 1836 estalló la insurrección de las Milicias Nacionales y el movimiento culminó con el
pronunciamiento de los sargentos de la Granja de San Ildefonso “la Sargentada”, quienes exigieron de la regente
el restablecimiento de la Constitución de 1812.
- El nuevo gobierno liberal progresista de Calatrava aceleró el proceso de demolición del absolutismo:
o Abolición del régimen señorial, los señores perdían sus atribuciones pero conservaban la propiedad de las
tierras; los campesinos perdían todo derecho y pasan a ser simples arrendatarios o jornaleros.
o Supresión de las vinculaciones (mayorazgos y bienes de manos muertas). Se liberan las tierras y sus
propietarios pueden venderlas. Enormes extensiones de tierras salieron al libre mercado.
o Fin del diezmo. Se estableció un impuesto de culto y clero.
o Libertad plena de imprenta.
o Se reanudó la desamortización de Mendizábal y la reforma de la Hacienda. Con los bienes desamortizados se
constituyeron lotes que fueron privatizadas mediante subasta pública, y podían comprarse con dinero en
metálico o con títulos de Deuda.
o Institucionalización de la Milicia Nacional.
o Medidas para la liberalización de la economía: decreto de abolición de la Mesta (1836); libertad de
arrendamientos agrarios, precios y comercio interior de la mayor parte de productos (1836).
Las Cortes elegidas en otoño elaboraron la Constitución de 1837. Pese a su tendencia progresista tenía
importantes concesiones a los moderados.
- Reconocía la Soberanía Nacional, pero la Corona tenía un papel mayor que la Constitución del 12.
Convocaba y disolvía las Cortes o vetaba las leyes, nombraba a sus ministros.
- Reconocía un amplio repertorio de derechos de los ciudadanos.
- No confesionalidad católica del Estado.
- “División de poderes”. Reforzaba el poder ejecutivo, atribuido a la Corona y otorgaba conjuntamente el
legislativo a las Cortes con el Rey.
- Se establecían dos cámaras en las Cortes con iguales facultades:
Congreso de Diputados elegidos por elección directa y sufragio censitario.
El Senado cuyos miembros eran elegidos por el Rey entre ternas propuestas por los electores.
La nueva ley electoral, que siguió a esta constitución, amplió el cuerpo electoral, pero mantuvo el sufragio
censitario (200 reales), lo que no incluía ni al 5% de la población.
Durante tres años, María Cristina eligió gobiernos moderados, que ganaban las elecciones gracias a un sufragio
muy restringido, e impusieron numerosas restricciones. El detonante de la nueva crisis va a ser el proyecto de ley
municipal. Los progresistas suscitaron un movimiento insurreccional que va a contar con el apoyo decisivo del jefe
del ejército isabelino Espartero, cuyo éxito hizo que la Regente renunciara a la regencia y se iniciara la Regencia de
Espartero (1840-1843). Desde ahora la actitud de los generales va a convertirse en un factor clave del cambio
político.
En 1843 un pronunciamiento, dirigido por Narváez y moderados consiguió la caída de Espartero, que se exilió a
Inglaterra. Para no nombrar tercer regente, las Cortes decidieron adelantar la mayoría de edad de Isabel II y la
proclamaron reina a los trece años.
Unas nuevas Cortes elaboraron la Constitución de 1845. Triunfó el criterio de reformar la Constitución de 1837.
Estuvo en vigor hasta 1869. La Constitución del 45 trataba de garantizar el régimen moderado, suprimiendo los
principios progresistas de la Constitución del 37. Desde un punto de vista formal lo que hubo fue una reforma de la
Constitución de 1837. Recogía el programa de los moderados (que ya se ha explicado). Cada legislatura duraría
cinco años (mayor estabilidad a la vida parlamentaria).
A la Constitución siguió una amplia legislación ordinaria, en general dirigida a reafirmar el carácter
oligárquico del régimen.
- La ley electoral de 1846 limitaba el derecho al voto, la ley de imprenta restringió la libertad.
- Se creó la Guardia Civil en 1844, como cuerpo de organización militar con el objetivo de mantener el orden y
defender la propiedad en las zonas rurales, habituadas al pillaje y el bandolerismo.
- Los moderados iniciaron la construcción de un sistema legal liberal burgués y también muy conservador. Se
aprobó un nuevo Código Penal y se inició el proyecto de un nuevo Código Civil.
- Se reorganizó la administración, con un sistema centralista basado en las provincias y en su control desde el
Gobierno a través de los gobernadores civiles y militares.
- Se aprobó una reforma de la Hacienda, basada en los impuestos indirectos, que permitió contener la deuda pero
no eliminarla. Ley conocida como Ley Mon-Santillán (1845) modernizaba, simplificaba y racionalizaba los
impuestos existentes, bajo los principios de igualdad y proporcionalidad (según las rentas). Entre los impuestos
indirectos, el de consumos fue enormemente impopular. La reforma no dio los resultados esperados, lo que
provocó descontento social.
- También se restablecieron las relaciones con la Iglesia, rotas durante la revolución y la guerra carlista. Se detuvo
la desamortización y se devolvieron al clero los bienes que aún no se habían vendido. Tras una larga
negociación, se firmó con Roma el Concordato de 1851, por el que el papa reconocía a Isabel II como reina y
aceptaba la pérdida de los bienes ya vendidos, a cambio del compromiso del Estado de financiar a la Iglesia y de
entregarle el control de la enseñanza y de la censura.
Durante los primeros años de la década el dominio de los moderados fue absoluto. Tan sólo el problema del
matrimonio de la reina, y la segunda guerra carlista en el norte de Cataluña, que se prolongó durante tres años,
enturbiaron la vida política.
Desde 1849 el clima se fue deteriorando. Ese año algunos progresistas radicales fundaron el Partido
Demócrata, cuyos objetivos eran la defensa de los derechos individuales y del sufragio universal. Se sucedieron
varios gobiernos, salpicados por escándalos financieros y de corrupción. A comienzos de 1854 las Cortes habían
sido suspendidas y el Gobierno actuaba de forma autoritaria. El descontento político y social iba en aumento, y el
ambiente era propicio para un estallido revolucionario.
-La caída del régimen moderado, a raíz de la revolución de 1854, se debió a dos procesos distintos:
Un pronunciamiento (junio de 1854) de militares moderados militares, encabezados por el general O’Donnell
(Dulce y Serrano), que querían imponer un cambio de gobierno, se produce así la Vicalvarada. Por resultar un
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pronunciamiento indeciso, radicalizaron su lenguaje y apelaron al país, en el Manifiesto del Manzanares,
redactado por Cánovas del Castillo, prometiendo Cortes generales, Milicia Nacional y reformas. Este no fue la
causa de la extensión de la revolución.
Un movimiento popular de inspiración progresista y radical, con insurrecciones callejeras en ciudades
(Barcelona, Valladolid, Madrid), y formación de juntas, que amenazó con desbordar la situación, por lo que la
reina optó por llamar al poder conjuntamente a Espartero y O’Donnell.
-Constitución de 1856.
En tanto realizaban ese programa las Cortes se dedicaron a elaborar una nueva constitución (se mantenía la
costumbre de cambiar la ley fundamental a cada cambio de partido dominante), la Constitución nonnata de 1856,
es decir, fue aprobada pero no tuvo tiempo de ser promulgada. Su interés estriba en el hecho de recoger los
principios políticos del progresismo español. Basada en el principio de soberanía nacional, limita los poderes de la
Corona y del ejecutivo. Se amplían los derechos individuales. Se restablecía la milicia nacional. Se formulaba la
independencia del poder judicial, la elección popular de los alcaldes. En materia religiosa se advertía una mayor
tolerancia, ya que se recogía el principio de la libertad de conciencia. Negaba el principio doctrinario, según el cual
la soberanía reside en dos instituciones conjuntamente: el rey y las Cortes conjuntamente.
-Una de las causas del fracaso del Bienio fue el permanente clima de conflictividad social: la epidemia de cólera de
1854; el alza de precios del trigo; malas cosechas; tensiones entre obreros y patronos en las fábricas; el
incumplimiento de las promesas hechas por el gobierno. En los primeros meses de 1856, se sucedieron violentos
motines en el campo castellano y en las principales ciudades del país, con incendios de fincas y fábricas, cada vez
reprimidos con mayor brutalidad por el ejército y la guardia civil. El gobierno perdió el apoyo de las Cortes.
Finalmente, la reina aceptó en julio la dimisión de Espartero y encargó formar gobierno a O’Donnell.
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fundó el Banco de España, tomando como base el Banco Español de San Fernando, y en 1857 se publicó la ley
Moyano, por la que se regulaba la enseñanza en sus tres niveles.
Pero los levantamientos y desórdenes provocados por los progresistas no cesaban. La reina, temerosa de la
revolución, llamó a O’Donnell, que había aclarado entretanto el contenido de la Unión Liberal
El gobierno de la Unión Liberal coincidió con un momento de desarrollo económico, que no pudo evitar la
aparición problemas tanto por la derecha, el carlismo, como por la izquierda, los demócratas y republicanos.
O’Donnell dimite en febrero de 1863 y vuelve Narváez, en otoño del 64.
Crisis económica y social, la fase de expansión económica de las etapas anteriores se interrumpe
- En 1864 se inicia la quiebra de las compañías ferroviarias, debida a la baja rentabilidad de las líneas.
- Continuó con el hundimiento de las fábricas textiles, a causa de la falta de algodón.
- En 1866 se produjo el crack de las Bolsas europeas (paralización de las inversiones extranjeras en España) que
arrastró a la española e impulsó la bancarrota de la Hacienda pública.
- Las malas cosechas consecutivas provocaron crisis de subsistencia, subida de los precios agrícolas, paro obrero y
exasperación popular, que constituían el clima ideal para un estallido revolucionario.
Además, durante los mismos años se fueron produciendo una serie de graves acontecimientos políticos.
- Los dos más importantes fueron los sucesos de la noche de San Daniel de 1865, cuando la policía disparó contra
estudiantes que se manifestaban en apoyo del rector destituido (Castelar) por el Gobierno, y mató a nueve de ellos.
Y, tras la intentona del pronunciamiento de Villarejo organizada por Prim, la sublevación del cuartel de San Gil
en junio de 1866, dirigida por los suboficiales y propiciada por los progresistas que fue sofocada por tropas leales al
Gobierno (fusilamientos por orden de O´Donnell).
- Acosados desde la prensa, la calle y el parlamento, los gobiernos respondieron con una represión cada vez más
desorientada: detención de opositores, cierre de periódicos y suspensión de las Cortes.
- En agosto de 1866 representantes progresistas, demócratas y republicanos llegaron a un acuerdo, el Pacto de
Ostende, para coordinar la oposición, con dos objetivos: el destronamiento de Isabel II y la convocatoria de Cortes
Constituyentes por sufragio universal.
-Las muertes de O´Donnell y Narváez (1867-68) dejaron a Isabel II completamente aislada en plena preparación
del golpe. Incluso los unionistas, con Serrano, se adhirieron al pacto de Ostende.
La revolución se iniciará en Cádiz. En el puente de Alcolea (Córdoba) se encuentran las fuerzas gubernamentales,
que descienden desde Madrid y las fuerzas sublevadas. Se generaliza el levantamiento; Serrano marcha sobre
Madrid y la reina, que se encontraba en San Sebastián, cruza la frontera francesa.
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