Una madre tiene naturalmente una gran influencia sobre sus hijos, sea para bien o para mal, como se ve con los casos de Jocabed la madre de Moisés y Jezabel la madre de Atalía.
Dirige a tus hijos en la elección de buenos amigos. (Prov. 13:20
y 17:17). El que anda con sabios… Haz que reine entre ellos la alegría y la armonía. (Prov. 17:22). El corazón alegre… No consientas entre ellos las malas conversaciones. (1 Cor. 15:33). Las malas conversaciones… Si eres consentidora, llegarás a avergonzarte de tu hijo. (Prov. 29:15; Rom 1:32). La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre. Corrige a tu hijo y te dará descanso y deleite. (Prov. 29:17) No olvides que la mayor autoridad se ejerce mediante el buen ejemplo (Tito 2:7; 2 Cor. 9:2). Haz que sean diligentes desde su más temprana edad. (Prov. 12:24; 1 Tim 4:13; Prov. 10:4, 5) Instrúyele a tiempo para que sea siempre feliz. (Prov. 22:6). Instruye al niño… Recuérdales que: “El temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal la inteligencia.” (Job 28:28).