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La hipótesis comunista

Alain Badiou

El autor toma la presidencia de Nicolás Sarkozy para caracterizar un periodo de depresión que se
estaba gestando en Francia. Sin embargo, existe un fenómeno más grande que engloba el periodo de
gobernanza francesa que tuvo este sujeto. La “hipótesis comunista” según las palabras del autor se
trata de lo que Kant llamaba una idea, dotada de una función reguladora, antes que de un
programa (Badiou, 2008) añadiendo además la superación de las lógicas de clases. El proceso de la
anterior consta de dos fases, siendo la primera la del establecimiento de la hipótesis como tal, donde
– el autor – la encierra en el periodo de tiempo de la Revolución Francesa hasta la Comuna de París
(1792 – 1871). La segunda fase queda comprendida entre los tiempos de 1917 y 1976, donde se
aplica la hipótesis como tal. Por supuesto, estas fases tienen entre sí interludios, siendo el más
destacado el que viene después de la segunda etapa, dado que se caracteriza por ser dominado por el
“enemigo”.

Haciendo una bajada desde la actualidad hacia las características de la historia del pasado de
Francia, intenta llegar a demostrar que la presidencia de Sarkozy tiene elementos que a la larga,
pueden devenir en una intervención por parte de la hipótesis comunista, teniendo en cuenta la
presencia de elementos “interludios”. Es decir, que el presidente electo fue una esperanza basada en
una cultura del “miedo”, y del “miedo al miedo”. Según estos periodos hay que temerle a la
ideología comunista, y cualquier cosa que venga valdrá la pena.

Por otro lado, el autor como tal no está de acuerdo con las intervenciones que realizan desde los
partidos llamados de “izquierda” al Estado. Es cierto, en Cuba se alcanzó parte de lo que planteaba
la hipótesis, dejando de lado la lógica de clases dando paso a quizás “un mundo donde todos
podemos pertenecer” (cuestionándonos el error que tuvo la toma de poder de Fidel Castro contra
Fulgencio Batista, que segregó población que no estaba de acuerdo con él por el deseo de proteger
ese “mundo mejor”), pero le dieron al totalitarismo un ejemplo más en la historia, al utilizar la
lógica de partido único. No se encargaron de quebrar con lo que tenía mayor importancia para Marx,
si no que le dieron otro significado. Jamás alcanzaron la dictadura del proletariado.

Habría que añadir que los dos extremos de aplicación de la hipótesis comunista, por lo menos en la
actualidad, no tienen funcionamiento alguno. Por una parte está el partido único, que como bien
dice el autor produce – no solo en Francia – una nostalgia histórica. En Chile mismo, el partido
comunista vive del sueño de la imagen que fue Allende, y en el resto de por lo menos América
Latina, se vive con la imagen que tuvo el “Che” Guevara. En el otro lado de la calle, está la
fragmentación del sueño con base a los pensamientos de Trotsky, existiendo varios partidos por la
misma causa, pero con distinta aplicación.

Por la existencia de estos dos extremos es que todavía existe el miedo (que se aprecia con la
presidencia de Sarkozy) a las ideas de izquierda, que puedan desequilibrar el falso equilibrio que
tiene la globalización. La idea está expandida, pero no concisa. Uno de los beneficios que tiene la
globalización, es la capacidad de conectarnos entre todos, remarcando las diferencias que existen,
existiendo una conciencia clara que dentro de un mundo existimos con otros. Pero las diferencias
que se marcan son válidas en la medida que se tenga arraigo con el imaginario del Estado. La
mayoría de las personas se identifica por el lenguaje, olvidando que la gran característica (en gran
parte de los casos) es la condición de desposeído que remarca la globalización. Se vuelve dual el
mundo de forma aún más marcada, y la gente lo acepta por temor a la otra opción.

No tenemos forma de aplicar actualmente y en un futuro la hipótesis, dado que existe una necesidad
de cambiar el método. El autor solo tiene claro que para poder causar un cambio verdadero, que
cause revuelo en las páginas de la historia al igual que lo hizo el ejemplo de Fidel, tiene que existir
un concepto de valentía sobre la concepción de “heroísmo”. Si bien estamos en un interludio en el
cual el paso de la globalización le dio la victoria al enemigo parido del comunismo, debe existir
para una igualdad, una perseverancia en la lucha. Los partidos políticos se aprovechan de los
contextos de los países para poder aplicar leyes que al final y al cabo, les sirven a ellos. Y no está de
más decirlo, ningún partido comunista actualmente plantea la destrucción del Estado para una
verdadera dictadura del proletariado, dándoles leyes “de consuelo” para callarlos y mantener el
inconsciente del miedo.

Magdalena Orellana Vargas

19 de Diciembre, 2016.

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