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Una idea acerca de la naturaleza de la

curvatura espacio-temporal a escalas


minúsculas.

Nociones que permitirían el avance del entendimiento de la naturaleza


cuasi-cuántica de esta fuerza.

Moreno Aguilar Diego Denilson.


A primera vista, la ciencia parece una disciplina más analítica que creativa, llena de minuciosos
experimentos, observaciones y medidas, ecuaciones que cuantifican fenómenos universales (que
quién sabe como los antiguos científicos se las sacaron de la manga, a lo mejor estaban bajo la
influencia de alguna droga), análisis de datos y su interpretación, gráficas, funciones, estadísticas,
números, números de todos tipos, racionales, irracionales, aquí lo único que tiene que ver con la
mente serán los números imaginarios, ¿no?

Si por algo admiro a Albert Einstein es porque puso de lado la balanza, él hizo ciencia
prácticamente basada en la creatividad, la imaginación, experimentos mentales, los que le
rodeaban pensaban que estaba loco, elevadores surcado el espacio, moléculas de sacarosa
moviéndose caóticamente en una taza de café, ¿la gravedad curva la luz? ¿qué clase de locura es
esa?
Esto luego fue corroborado por experimentación sólida, claro que sí, pero fue esa creatividad la
que impulsó al genio que ahora todos conocemos, nos enseñó que las ideas son lo que importa, al
menos en lo que más me gusta: La física teórica.
Este trabajo, y, por lo tanto, la idea central, surgen a raíz de una inquietud mía y de la comunidad
científica en general, ¿por qué la gravedad no encaja con las teorías cuánticas de campos?, esto me
llevó a pensar una serie de cosas que expondré aquí, que a simple vista podrían ser el motor de una
futura teoría que mejoraría el Modelo Estándar. Asimismo, en este escrito no se pretende llegar a
una conclusión sólida, es la exposición de lo antes dicho: Una idea, centro de toda teoría física. El
lenguaje, la imaginación, la interpretación de las observaciones y la búsqueda de una explicación
racional para estas dominan este texto, por el momento, todo este conjunto de ideas carece de
forma de probarlas, de algún experimento, y, por tanto, de reproducibilidad, es una forma creativa
de explicar los fenómenos que nos rodean, así como en su momento lo era la idea primigenia de
la curvatura del espacio-tiempo, por parte de Einstein.

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El inicio.
En un rato de ocio, leí un artículo del físico Sean Carroll, titulado “Space emerging from
quantum mechanics”, en las primeras líneas de este texto menciona lo siguiente: (Traducido) “En
vez de cuantizar la gravedad, tal vez deberíamos intentar ‘gravitizar’ la mecánica cuántica”, a lo
que él luego llama “Encontrar la gravedad dentro de la mecánica cuántica en vez de empezar con
una visión clásica de la misma y tratar de cuantificarla”.

En ese mismo instante y sin saber por qué, tuve una idea que introducía una nueva rama de la
física al problema de la unión de las teorías: La física de la materia condensada, o como a algunos
les gusta llamar: La física de lo complejo.
Aquí me planteé lo siguiente: ¿Y si los (hipotéticos) gravitones no se estuvieran emitiendo
desde el trozo más pequeño de materia, sino que su generación fuera un proceso que surge de la
interacción de miles de átomos (ladrillos de la materia) y, por tanto, la gravedad, físicamente, no
puede tener cabida a nivel cuántico (excitaciones puntuales de campos), sino a un nivel un poco
más alto que el atómico?
Tras indagar más a detalle en cada una de las implicaciones que la idea de ‘generación de
gravitones’ conllevaba, me quedé con esa noción acerca de que múltiples partes podían tener
influencia colectiva en el surgimiento de un fenómeno.

Esta idea no es más que uno de los conceptos centrales de la física de la materia condensada:
Las cuasi-partículas o excitaciones colectivas, ambas refiriéndose a fenómenos emergentes de la
interacción entre partículas a escalas microscópicas, en nuestro caso aceptaremos la distinción
entre estos dos conceptos, el primero, refiriéndose generalmente a una partícula ‘revestida’ de
excitaciones de otros campos cuánticos, pero cuya interacción con la partícula es inseparable, el
comportamiento de estas está regido por las interacciones con su medio, esta, al tener como núcleo
la partícula original “real”, su mecánica puede seguir siendo tratada de una forma ‘pointlike’, o en
español, ‘con características de un punto’, o sea, de 0 dimensiones, esto cuando el momento lineal
de la partícula está completamente indeterminado y su posición es un único punto en el espacio,
contemplando el siempre presente principio de indeterminación. El segundo concepto es referente
al fenómeno emergente de interacciones entre bosones, algo que se podría interpretar como un
producto de las interacciones del sistema, la distinción con el primero es que esta carece de un
núcleo (partícula) físico real, no hay nada rodeando a nada, debido a esto, el comportamiento de
este fenómeno ahora no puede ser tratado como una partícula puntual adimensional.

Al mismo tiempo del surgimiento de aquella idea, igualmente me vino otra noción acerca de la
gravedad a escalas atómicas, me pregunté, ¿Y si hay una escala intermedia entre la cuántica y el
mundo macroscópico donde la gravedad surja? O también, ¿y si tiene que haber un mínimo de
masa para que la gravedad surja? Esto traducido a terminología física, es la famosa palabra de
‘cuanto’ o ‘valor mínimo’ o ‘cantidad mínima’.

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Una atrevida (e infundada) idea.
¿Cómo entendemos a día de hoy la mecánica cuántica? Haciendo uso de la interpretación de
Copenhague de esta, la función de onda describe probabilidades, probabilidades ligadas al estado
cuántico del sistema en cuestión; sabemos que las cuasipartículas también presentan (o son
explicadas) con este mismo concepto, que dota a las leyes físicas de lo fundamental su dificultad
de comprensión, pero a la vez, su belleza.
En la naturaleza, las ondas (tanto electromagnéticas como mecánicas) pueden ser cuantizadas
si miramos a sus componentes, oscilaciones puntuales del campo electromagnético o del medio
físico por las que estas se propaguen, respectivamente. Pero también hay ondas que se pueden
cuantizar en forma de estados cuánticos excitados, como es el caso de las ondas de sonido, estas,
cuando los átomos en el medio en el que están oscilan a una misma frecuencia, pueden ser descritas
por medio de movimientos vibratorios elementales, normalmente llamados ‘fonónes’, estos son
estados excitados de la cuantización de los modos normales, algo así como el cuanto de una onda
sonora, el fonón, respecto a lo anterior, también es una excitación colectiva, producto de las
partículas del medio en el que se encuentra.
La función de onda de esta excitación depende de la función de onda de cada oscilador
unidimensional que se encuentre en el material, siendo la norma de la expresión resultante lo que
dará la densidad de probabilidades de los estados cuánticos de la cuasipartícula en cada punto del
espacio (las probabilidades de ser detectada en un lugar u otro).
Así que el estado de esta partícula y sus probabilidades de surgir en cierto punto del espacio
dependen de las múltiples partes que forman el material en el que está, en este caso, osciladores
armónicos y orientaciones. Este mismo comportamiento se puede extender a las demás
excitaciones colectivas, a pesar de tener asociado el concepto de función de onda a partículas
puntuales (puntuales a la hora de colapsar dicha función de onda), las reglas cuánticas muestran
que este también sirve para excitaciones sin un núcleo real
Y hablando de partículas puntuales, ¿qué pasa si consideramos al hipotético gravitón como una
de ellas? Un bosón de gauge con su respectivo campo cuántico, la gravedad intermediada por estos
cuantos de gravedad, con la materia emitiéndolos y absorbiéndolos para así atraerse, bueno, si
hacemos esto se plantean varios problemas, pero si eliminamos las teorías de gauge veremos el
que es realmente el gran problema, el de la renormalización, específicamente, de la teoría de la
relatividad general, que es la que estamos tratando de combinar con las teorías cuánticas de
campos. Así que, ¿qué hacemos? ¿desarrollamos una proto-teoría que involucre que nuestro
universo tiene otras 7 dimensiones imperceptibles a energías considerables? ¿nos emocionamos
porque nuestras teorías casualmente incluyen un bosón sin masa y espín 2? ¿quizá imaginamos
que las partículas fundamentales están compuestas por cuerdas y modos vibracionales? ¿aunque
tenga contadas posibles pruebas de que es cierta seguimos creyendo (sí, creyendo) en ella?
A escasos días de haber concluido el segundo periodo de colisiones del LHC, los teóricos de
las cuerdas profesan el hallazgo del fotino, una partícula superligera predicha por la supersimetría,
inherente a la teoría de cuerdas, que tendría interacciones electromagnéticas, ya, y si no la

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detectamos, ¿qué? ¿esperamos otra ronda de colisiones o a que exista un colisionador que tenga el
mismo radio que la tierra?
Regresemos al problema fundamental, la gravedad como campo cuántico, suena bien, cuando
nos dicen eso de “la tela del espacio tiempo está en todos sitios” se escucha igual que lo que nos
cuentan acerca de los campos cuánticos, pero ya vimos que esto no podría ser así, pero, ¿y si, como
hemos observado, el espacio-tiempo es donde ocurrirían todos los procesos gravitatorios? No hay
un campo aparte, ni mucho menos uno cuántico, las ondas gravitacionales se propagan como si el
espacio fuera auténticamente una sábana siendo subida y bajada, o al menos hasta donde tenemos
conocimiento, recordemos que al principio creíamos que la luz era una onda y nada más, pero, ¿en
realidad son totalmente continuas esas ondas? Todas las ondas que conocemos se componen de
osciladores, por más continuas que estas puedan comportarse, siempre llegaremos a la distancia
de Planck, donde el concepto de continuidad ya carece de sentido, el mínimo para ser medido es
esta distancia, de aproximadamente 1.616229×10-35 m, donde prácticamente se puede hablar de
unidimensionalidad de cualquier cosa que ronde esta escala; pues bien, por más continuas que
parezcan las ondas gravitacionales, el espacio-tiempo tendría osciladores únicos, que
armónicamente, formarían una onda gravitacional, pero así como los fonones son producto de
muchos de estos osciladores puntuales y son cuantos de sus respectivas ondas sonoras, ¿qué impide
al espacio-tiempo tener una especie de fonón gravitatorio? Un cuanto de una onda gravitacional,
compuesto por oscilaciones armónicas de la tela del espacio-tiempo.
El fonón no tiene campo cuántico, pero su función de onda puede ser calculada a partir de las
funciones de onda de osciladores armónicos unidimensionales, como los de nuestra tela del
espacio-tiempo, el cuanto de esta, tendría una función de onda, y con ella, estados cuánticos
cancelándose en unas partes y sumándose en otras, debido a su propiedad de ser números
complejos y tener fase compleja; la función de onda en el espacio-tiempo.
La descripción actual que se tiene del espacio tiempo, de acuerdo a las ecuaciones de Einstein,
esta descripción es similar a la de un sólido (casi) continuo hecho de un gran número de grados de
libertad de sus componentes, esta idea del espacio-tiempo como un sólido formado por
componentes que la física aún no sabe que serían, no es nueva, pero es correcta, al conducir, junto
con el uso de tensores como el de deformación de Green-Lagrange o el tensor métrico, a las
ecuaciones de campo de Einstein (ver Ref. 3 para detalles matemáticos).
Pero como antes decía, por mucho que la descripción cuántica del espacio-tiempo y de los
osciladores unidimensionales diste mucho de nuestra descripción actual, siempre se llegará,
inevitablemente, al valor de (Gh/2πc3)1/2 en la aparente continuidad de un campo, por lo que las
nociones de oscilador siempre tendrán cabida, así como lo tuvieron en la descripción cuántica de
un sólido en su momento, lo tienen en la descripción de las ondas gravitacionales, el hecho de que
sean similares descripciones alimenta esta afirmación, siendo similares, emitiendo ondas a través
de sí, teniendo osciladores acoplados y por lo tanto modos normales de vibración, se podría,
vagamente afirmando, cuantizar los modos de vibración de la onda gravitacional de tal forma que
formen una excitación colectiva del campo al igual que pasa con un sólido continuo, una

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cuasipartícula, cuanto de una onda gravitacional, no puntual, sin campo cuántico que renormalizar
y con una función de onda computable.
¿Cómo sería esta cuasipartícula? Su mecánica se apegaría mucho a la del fonón, sus principales
características serían poder trasportar energía, ser el cuanto de sus respectivas ondas, seguir las
mismas reglas de movimiento, sólo que a diferentes velocidades y tener la misma limitación en
cuanto a su amplitud, la distancia de Planck (sí, de nuevo esta cosa), pero que la onda gravitacional
la tenga, y por lo tanto su cuanto (¿gravitonón o algo así?) implica que hay un mínimo de curvatura
del espacio-tiempo, sí, y por lo tanto un evento dentro de este campo que le corresponda este
mínimo de curvatura, donde la masa sería la mínima debido a que la aceleración mínima se
correspondería de recorrer la distancia de Planck entre el mínimo de tiempo de tiempo que se
puede medir, que se corresponde con la velocidad de la luz.

𝐺ℎ
𝑙𝑃 √2𝜋𝑐 3
= =𝑐
𝑡𝑃 𝐺ℎ

2𝜋𝑐 5

Pero ‘mínimo de’ suena muy largo, ¿qué tal si usamos la misma palabra que el gran físico Max
Planck? Cuanto. Cuanto de gravedad, la mínima curvatura del espacio-tiempo.
¿Qué implicaciones tiene esto? No muy agradables, siguiendo la ley del cuadrado de Newton:
𝑎
lim 2 = 0, 𝑎>0
𝑥→∞ 𝑥

Gráfico 1.

(Gráfico 1). La línea roja representa el decrecimiento que presenta la gravedad de acuerdo a
dicha ley y la recta azul paralela al eje ‘x’ representa el límite mínimo de la curvatura, ínfimo, sí,
pero no 0, le llameremos ‘Σ’.

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Ahora, cuando 𝑓(𝑥) < Σ ⟶ 𝐺 = 0, al ser Σ la mínima curvatura que podría existir, eso indica
que hay infinitos puntos en 𝑓(𝑥) < Σ donde 𝐺 = 0, así que, considerando una distancia grande,
inmensa, como el espacio entre las galaxias, la curvatura rebasaría el mínimo y sería 0,
ocasionando que a inmensas distancias la gravedad ya no tuviera tanto poder, explicando así lo
que hoy llamamos ‘Energía oscura’.

¿Y las matemáticas? ¿y las pruebas experimentales?


Venga, que sólo tengo 17 años.

Lista de referencias
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