Está en la página 1de 1

TEXTO 3

No hagas caso, querido hijo, de lo que te digo; no me hagas caso. Espero que el tiempo, en tu
memoria, modere mis gritos, mis salidas de tono y mis chistes fomes.. Espero que el tiempo
borre todas mis palabras y conserve solo el murmullo quieto y cálido del amor. Espero que
inventen pronto un control remoto para que me bajes el volumen, me pongas en pausa, para
que adelantes las escenas ingratas, o retrocedas muy rápido hacia los días felices. Para que
puedas experimentar, cuando quieras, la libertad de actuar sin mi vigilancia, el placer inmenso
de ensayar una vida sin mí. E incluso decidir, por ejemplo, si fuera necesario, borrarme, No digo
borrar estas palabras, que de por sí son líquidas, perecederas, sino borrarme del todo, como si
nunca hubiera existido.

Sí sé que eso es imposible.

En eso consiste la vida, me temo: en borrar y en ser borrado. Estuvimos a punto de borrarte,
como quizás sabes o sospechas. No queríamos tener un hijo. Lo que pasa que entonces éramos
hijos. Éramos tan hijos que la posibilidad de ser padres nos parecía tremendamente lejana.
Además sabíamos de antemano que íbamos a separarnos. Para nosotros el amor era un
incidente, un accidente, una práctica: en el mejor de los casos, un deporte de alto riesgo.

También podría gustarte