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Viktor Frankl —“Logoterapia en una cápsula”

Introducción
Cuenta Víktor Frankl de un médico estadounidense que llegó a su oficina en Viena y le
preguntó: “Dr., ¿es usted psicoanalista?”. “No realmente un psicoanalista” —contestó
Frankl—, “digamos que soy un psicoterapeuta”. El médico le preguntó cuál era su escuela.
Frankl respondió que era su propia teoría, que se llama logoterapia. “¿Me puede decir en
una oración qué quiere decir logoterapia o por lo menos cuál es la diferencia entre el
psicoanálisis y la logoterapia”, le preguntó el médico. Frankl dijo: “Sí; pero en primer
lugar, ¿me puede usted decir en una oración cuál cree usted que es la esencia del
psicoanálisis?”. La respuesta del médico fue: “Durante el psicoanálisis, el paciente debe de
acostarse en un sillón y contarle a uno cosas que a veces son muy desagradables de decir”.
Inmediatamente Frankl salió con esta improvisación: “Bueno, en la logoterapia el
paciente puede permanecer recto pero debe de escuchar cosas que a veces son muy
desagradables de oir”.

Por supuesto que esto se dijo en broma, pero a medida que avancemos quizás se haga más
claro cómo esto puede ser.

¿Qué quiere decir?


“Logos es una palabra griega que denota ‘significado’” (p. 138). LA LOGOTERAPIA SE
ENFOCA EN EL SIGNIFICADO DE LA EXISTENCIA HUMANA Y EN LA BÚSQUEDA DE ESE
SIGNIFICADO.

Nuestra principal motivación


Según la logoterapia, esta búsqueda del sentido de la vida es la principal motivación del
hombre. Freud dice que es la búsqueda del placer mientras que Adler habla de la
búsqueda de la superioridad.

¿Lo puede probar?


Se hizo una encuesta en Fracia. El 89% reconoció que el hombre necesita “algo”
por lo que debe de vivir. El 61% admitió que había algo o alguien en su vida por
cuya causa estaban dispuestos a morir. Frankl realizó esta encuesta en su hospital
(personal y pacientes) y arrojó prácticamente los mismos resultados (diferencia del
2%) (p. 140).

Dos científicos sociales de la Universidad John Hopkins encuestaron a 7,948


estudiantes. Se les preguntó qué consideraban “muy importante” en ese momento.
El 16% dijo: “Hacer mucho dinero”. El 78% dijo que su principal meta era
“encontrar un propósito y significado para mi vida”

El libro “El hombre en búsqueda de sentido” en donde Frankl cuenta de sus


experiencias en campos de concentración durante la segunda guerra mundial y que
contiene una breve explicación de qué es la logoterapia se convirtió en un verdadero
éxito de librería, vendiendo millones de ejemplares y siendo traducido a 21 idiomas
para el año de 1992. En 16 páginas (en la edición de 1992) Frankl explica qué es la
logoterapia. En el idioma alemán, Frankl habla de su teoría en 20 volúmenes (de
allí el título “Logoterapia en una cápsula”.

“¿Se siente Ud. exitoso?”


Frankl cuenta en su prefacio a la edición de 1992 que reporteros de periódicos
americanos y especialmente de estaciones de televisión frecuentemente empiezan
sus entrevistas diciéndole: “Dr. Frankl, su libro se ha convertido en un verdadero
éxito de librería, ¿cómo se siente Ud. con respecto a ese éxito”. Frankl reacciona
diciendo que no ve en absoluto ningún logro de parte suya que el libro sea un éxito
de librería, sino que ve UNA EXPRESIÓN DE LA MISERIA DE NUESTRO TIEMPO; él
dice que si cientos de miles de personas buscan un libro cuyo título promete tratar
con el tema del significado de la vida, debe de ser una pregunta que arde en el
interior de las personas.
Viktor Frankl —“Logoterapia en una cápsula”

“…casi cualquier cosa”


“Quien tiene un POR QUÉ para vivir, puede soportar casi CUALQUIER COSA”

Es difícil encontrar palabras para enfatizar lo suficientemente la veracidad y la sabiduría


que está contenida en esa frase de Nietzsche que se ha puesto arriba. Veamos dos ejemplos
de cómo esto puede ser así:

El hijo de la mente
Cuando Frankl fue llevado al campo de concentración en Auschwitz, le fue
confiscado un manuscrito —era la primera versión de su primer libro. La
posibilidad de rescatar ese manuscrito era muy remota. Frankl dice:

“Ciertamente mi profundo deseo de reescribir nuevamente este manuscrito me


ayudo a sobrevivir el rigor de los campos en los que estuve. Por ejemplo, cuando
estaba en un campo en Bavaria y enfermé de tifus, apunté en pequeños fragmentos
de papel muchas notas cuyo fin era permitirme reescribir el manuscrito, si es que
llegara a vivir hasta el día en el que seríamos liberados. Estoy seguro de que esta
reconstrucción de mi manuscrito perdido en las sombrías barracas de un campo de
concentración en Bavaria me ayudó a vencer el peligro de un colapso
cardiovascular” (edición de 1992).

Frankl se referiría a este manuscrito como su “hijo de la mente”.

“Ni si quiera parecía posible, o incluso probable, que el manuscrito de mi primer


libro, que había escondido en mi abrigo cuando llegué a Auschwitz sería rescatado
alguna vez. Así pues, tuve que sobrellevar y superar la perdida de mi hijo de la
mente. Y aparentemente, ahora no iba a dejar nada ni nadie: ¡ni un hijo físico ni un
hijo de la mente!

“He tenido un sueño extraño…”


Ahora un ejemplo opuesto; esta es una dramática demostración de la pérdida de la
esperanza y sus consecuencias. A Frankl le confió algo un compañero suyo:

“‘Me gustaría contarle algo, doctor. He tenido un sueño extraño. Una voz me decía
que deseara lo que quisiera, que lo único que tenía que hacer era decir lo que quería
saber y todas mis preguntas tendrían respuesta. ¿Quiere saber lo que pregunté? Que
me gustaría conocer cuándo terminaría para mí la guerra. Ya sabe lo que quiero
decir, doctor, ¡para mí! Quería saber cuándo seríamos liberados nosotros, nuestro
campo, y cuándo tocarían a su fin nuestros sufrimientos’ ‘¿Y cuándo tuvo usted ese
sueño?’, le pregunté. ‘En febrero de 1945’, contestó. Por entonces estábamos a
principios de marzo. ‘¿Y qué le contestó la voz?’ Furtivamente me susurró: ‘El
treinta de marzo’. Cuando F. me habló de aquel sueño todavía estaba rebosante
de esperanza y convencido de que la voz de su sueño no se equivocaba. Pero al
acercarse el día señalado, las noticias sobre la evolución de la guerra que
llegaban a nuestro campo no hacían suponer la probabilidad de que nos liberaran
en la fecha prometida. El 29 de marzo y de repente, F. cayó enfermo con una fiebre
muy alta. El día 30 de marzo, el día que la profecía le había dicho que la guerra y
el sufrimiento terminarían para él, cayó en un estado de delirio y perdió la
conciencia.

“El día 31 de marzo falleció. Según todas las apariencias murió de tifus.

Los que conocen la estrecha relación que existe entre el estado de ánimo de una
persona —su valor y sus esperanzas, o la falta de ambos— y la capacidad de su
cuerpo para conservarse inmune, saben también que si repentinamente pierde la
Viktor Frankl —“Logoterapia en una cápsula”

esperanza y el valor, ello puede ocasionarle la muerte. La causa última de la


muerte de mi amigo fue que la esperada liberación no se produjo y esto le
desilusionó totalmente; de pronto, su cuerpo perdió resistencia contra la infección
tifoidea latente. Su fe en el futuro y su voluntad de vivir se paralizaron y su
cuerpo fue presa de la enfermedad” (p.112-111).

La mayoría de muertes de los prisioneros se dieron entre la semana de Navidad de


1944 y Año Nuevo de 1945. Las condiciones no habían cambiado dramáticamente
para que esto pasara. Hay una explicación: La mayoría tenía la esperanza ingenua
que estarían en casa para Navidad. Esto no ocurrió; se desanimaron y su facultad
para resistir descendió.

FRANKL DICE QUE CUALQUIER INTENTO PARA RESTAURARLE A UN HOMBRE SU


FORTALEZA INTERIOR EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN, PRIMERO HABÍA QUE
TENER ÉXITO EN MOSTRARLE ALGUNA META FUTURA. Frankl lo hizo en una
ocasión…

“…una palabra al fatigado”


Frankl dice que las oportunidades para dar psicoterapia colectiva en el campo eran
limitadas; dice que el ejemplo correcto era más eficaz que las palabras. Frankl
confiesa que rara vez tenía la fuerza interna para hacer contacto con sus compañeros
que sufrían como él. En una ocasión lo hizo. El registro de esa intervención
psicológica está registrado en las páginas 117 a la122. El propósito de esa
intervención era darle un significado a su existencia, en ese mismo instante, en
esa situación prácticamente sin esperanza.

“Quien tiene un por qué para vivir, puede soportar casi cualquier cosa”
dijo Nietzsche.

En los campos de concentración, los más aptos para sobrevivir eran aquellos que
tenían un propósito que cumplir. A la misma conclusión han llegado otros autores
de libros sobre campos de concentración y también investigaciones psiquiátricas de
campamentos de prisioneros japoneses, norcoreanos y norvietnamitas —afirma
Frankl.

¿Cuál es entonces el significado de la vida?


Ya vimos que según la logoterapia, el hallar el significado de la vida es la principal
motivación del ser humano y lo importante que es saber ese significado (eso puede
ayudarnos a navegar a través de las dificultades de la vida); ahora bien: ¿Cuál es ese
significado?

Diferente para cada persona


“Unos años después, leí uno de los libros más conmovedores y significativos que
jamás haya pasado por mis manos. Se titula: El hombre en busca de sentido, su
autor, el doctor Viktor Frankl, es un individuo sumamente inteligente y sensible…
Su libro me pareció único por su manera de abordar el tema para dilucidar el
verdadero sentido de la vida. Las experiencias horripilantes del doctor Frankl como
prisionero en Auschwitz y otros campos de concentración le dieron una perspectiva
especial para poder indagar y responder, al menos dentro de lo humano, la incógnita
fundamental sobre nuestra razón de ser. El doctor Frankl escribe: ‘Si la vida tiene
algún propósito, tiene que tener propósito el sufrimiento y la muerte. Pero
NINGÚN HOMBRE PUEDE DECIRLE A OTRO CUÁL ES ESE PROPÓSITO.
Viktor Frankl —“Logoterapia en una cápsula”

CADA UNO HA DE DESCUBRIRLO POR SÍ MISMO y ha de aceptar la


responsabilidad que su respuesta prescribe’”1

El autor que así escribe, quien es rector de una universidad de teología en los Estados
Unidos, continúa explicando en su artículo que existe únicamente un solo propósito para la
existencia humana. No vamos a enfatizar mucho este punto por la diversidad de creencias
que hay entre nosotros y porque este no es un documento religioso. Bástenos decir que
para ciertas personas con convicciones religiosas, únicamente existe un propósito
para la existencia humana que todo ser humano tiene el potencial de alcanzar
(aunque sí hay una misión particular para cada persona y esta difiere de individuo a
individuo).

¿El peor día de la semana?


Según Frankl, el vacío existencial (o sea: no tener algo por qué vivir que valga la pena) se
manifiesta principalmente en un estado de aburrimiento y probablemente no hay peor día
que aquel en el que han bajado las revoluciones de la semana y hay tiempo para ser más
conscientes de la falta de satisfacción en nuestras vidas. Este día suele ser el domingo.
Esta consciencia suele entumecerse por medio de muchas actividades y distracciones y la
mayoría de personas encuentran casi insoportable estar a solas con sus propios
pensamientos.

¿Cómo encontrar el significado de la vida según Frankl?


La logoterapia trata de hacer que el paciente sea consciente de su responsabilidad y le deja
la opción que él escoja cuál es su responsabilidad. En otras palabras: El paciente escoge
cuál será el significado de su vida. Esto presenta un problema no pequeño como lo
veremos más adelante.

Frankl propone tres formas para hallarle sentido a nuestra existencia:

1. Crear un trabajo o realizar una obra (Esto no requiere mayor explicación).

2. Experimentando algo o encontrándose con alguien. Experimentando algo como la


bondad, la belleza, la verdad y la cultura. Encontrándose con otro ser humano:
amándolo. Tal vez lo entendamos mejor con un ejemplo:

El caso de la madre
“..la madre de un muchacho que había muerto a la edad de once años fue internada en
mi clínica tras un intento de suicidio. Mi ayudante… la invitó a unirse a una sesión de
terapia de grupo y ocurrió que yo entré en la habitación donde se desarrollaba la sesión
de psicodrama. En ese momento, ella contaba su historia. A la muerte de su hijo se
quedó sola con otro hijo mayor, que estaba impedido como consecuencia de la parálisis
infantil. El muchacho no podía moverse más que en una silla de ruedas y su madre se
rebelaba contra el destino. Ahora bien, cuando ella intentó suicidarse junto con su hijo,
fue precisamente el tullido [su hijo] quien le impidió hacerlo. ¡Él quería vivir! Para
él, la vida seguía siendo significativa, ¿por qué no había de serlo para su madre?
¿Cómo podría seguir teniendo sentido su vida? ¿Y cómo podíamos ayudarla a que
fuera consciente de ello?

Improvisando, participé en la discusión. Y me dirigí a otra mujer del grupo. Le pregunté


cuántos años tenía y me contestó que treinta. Yo le repliqué: ‘No, usted no tiene 30,
sino 8O, está tendida en su cama moribunda y repasa lo que fue su vida, una vida sin
hijos pero llena de éxitos económicos y de prestigio socia!’ A continuación la invité a
considerar cómo se sentiría ante tal situación. ‘¿Qué pensaría usted? ¿Qué se diría a sí

1
Meredith, R.C. (2011). ¿Qué sentido tiene su vida? TW (mayo-junio)
Viktor Frankl —“Logoterapia en una cápsula”

misma?’ …Oh, me casé con un millonario; tuve una vida llena de riquezas, ¡Y la viví
plenamente! ¡Coqueteé con los hombres, me burlé de ellos! Pero, ahora tengo ochenta
años y ningún hijo. Al volver la vista atrás, ya vieja como soy, no puedo comprender el
sentido de todo aquello; y ahora no tengo más remedio que decir: ¡mi vida fue un
fracaso!’

Invité entonces a la madre del muchacho paralítico a que se imaginara a ella misma en
una situación semejante, considerando lo que había sido su vida. Oigamos lo que dijo,
grabado igualmente: ‘Yo quise tener hijos y mi deseo se cumplió; un hijo se murió y el
otro hubiera tenido que ir a alguna institución benéfica si yo no me hubiera ocupado de
él. Aunque está tullido e inválido, es mi hijo después de todo, de manera que he
hecho lo posible para que tenga una vida plena. He hecho de mi hijo un ser
humano mejor’ Al llegar a este punto rompió a llorar y, sollozando, continuó: ‘En
cuanto a mí, puedo contemplar en paz mi vida pasada, y puedo decir que mi vida estuvo
cargada de sentido y yo intenté cumplirlo con todas mis fuerzas. He obrado lo mejor
que he sabido; he hecho lo mejor que he podido por mi hijo. ¡Mi vida no ha sido un
fracaso!’” (pp. 162-163)

3. La actitud hacia el sufrimiento. Veamos este ejemplo:

La historia del médico general


Este médico que visitó a Frankl “no podía sobreponerse a la pérdida de su esposa,
que había muerto hacía dos años y a quien él había amado por encima de todas las
cosas. ¿De qué forma podía ayudarle? ¿Qué decirle? Pues bien, me abstuve de
decirle nada y en vez de ello le espeté la siguiente pregunta: ‘¿Qué hubiera
sucedido, doctor, si usted hubiera muerto primero y su esposa le hubiera
sobrevivido?’ ‘¡Oh!’, dijo, ‘¡para ella hubiera sido terrible, habría sufrido
muchísimo!’ A lo que le repliqué: ‘Lo ve, doctor, usted le ha ahorrado a ella
todo ese sufrimiento; pero ahora tiene que pagar por ello sobreviviendo y
llorando su muerte’ No dijo nada, pero me tomó la mano y quedamente
abandonó mi despacho. El sufrimiento deja de ser en cierto modo
sufrimiento en el momento en que encuentra un sentido, como puede
serlo el sacrificio.” (p.157-158).

Convicciones Religiosas
Frankl dice que se pueden usar las creencias religiosas del cliente para dar
terapia. Veamos este ejemplo:

Los refiero a las páginas165-166 de libro de Frankl.

La logoterapia como técnica


Llegamos ahora a una parte práctica, eficaz y fascinante de la logoterapia.

“Lo que temo viene sobre mí, y lo que me aterroriza me sucede” —


Job.
La logoterapia habla de “ansiedad anticipatoria”. ¿Qué quiere decir esto? Es un
temor o una ansiedad que produce precisamente lo que se teme. Por ejemplo,
una persona que teme ruborizarse frente a un público estará más propensa a que eso
le ocurra cuando tiene ante sí a un grupo de personas. Ese temor, esa ansiedad, se
llama en Logoterapia “ansiedad anticipatoria”.

Ciertamente ese no era el problema de Job, que fue quien dijo lo que está arriba; él
no estaba experimentando ninguna “ansiedad anticipatoria”; sus circunstancias eran
Viktor Frankl —“Logoterapia en una cápsula”

completamente diferentes de aquella persona que está experimentando una


obsesión. Se puso la frase porque si esas palabras las dice una persona que sí tiene
una obsesión, le quedarían como anillo al dedo.

Casos
Irónicamente, la solución a esto de que a uno le ocurre lo que teme, se quiebra
cuando uno desea aquello que uno teme. Veamos este ejemplo:

“Ahora… por lo menos diez”


“Recordaré un caso. Un joven médico vino a consultarme sobre su temor a
transpirar. Siempre que esperaba que se produjera la transpiración, la ansiedad
anticipatoria era suficiente para precipitar una sudación. A fin de cortar este círculo
vicioso, aconsejé al paciente que en el caso de que ocurriera la sudación, decidiera
deliberadamente mostrar a la gente cuánto era capaz de sudar. Una semana más
tarde me informó de que cada vez que se encontraba a alguien que antes hubiera
desencadenado su ansiedad anticipatoria, se decía para sus adentros: ‘Antes sólo
sudaba un litro, pero ahora voy a sudar por lo menos diez.’ El resultado fue que,
tras haber sufrido por su fobia durante años, ahora era capaz, con una sola
sesión, de verse permanentemente libre de ella en una semana.” (p. 171)

Esta técnica se llama “intención paradójica” y es asombrosamente eficaz. Veamos


más ejemplos:

Los peores garabatos


“El paciente que cito a continuación era un contable que había sido tratado por
varios doctores en distintas clínicas sin obtener ningún avance terapéutico. Cuando
llegó a verme estaba en el límite de la desesperación y reconocía que estaba a punto
de suicidarse. Durante varios años venía padeciendo el calambre de los escribientes,
que últimamente era tan agudo que corría grave peligro de perder su empleo. De
modo que una situación tal sólo podía aliviarse por una terapia breve e inmediata.
Para iniciar el tratamiento, mi ayudante recomendó al paciente que hiciera
justamente lo contrario de lo que venía haciendo; es decir, en vez de tratar de
escribir con la mayor claridad y pulcritud posibles, que escribiera con los
peores garabatos. Se le aconsejó que se dijera paras sus adentros: ‘Bueno, ahora
voy a mostrar a la gente lo buen garabateador que soy’. Y en el momento en
que deliberadamente trató de garabatear, le fue imposible hacerlo. «Intenté hacer
garabatos, pero no pude, así de sencillo», nos contó al día siguiente. En 48 horas el
paciente pudo, de este modo, liberarse de su calambre de escribiente y así continuó
durante el período de observación después del tratamiento. Hoy es un hombre feliz
y puede trabajar a pleno rendimiento” (pp. 172-173).

Veamos un último ejemplo. Frankl habla de un caso severo de tartamudeo:

Tartamudez
“Nunca en su vida, hasta donde el tartamudo podía recordar, se había visto libre de
esta dificultad para hablar, ni por un momento, excepto una vez. Ello sucedió
cuando tenía 12 años y se había subido detrás de un coche de la calle para hacerse
llevar. Cuando el conductor le agarró, pensó que la única forma de escapar era
atraerse su simpatía, por lo cual trató de demostrarle que era un pobre muchacho
tartamudo. Desde el momento en que intentó tartamudear fue incapaz de
conseguirlo. Sin darse cuenta, había practicado la intención paradójica, si bien no
con propósitos terapéuticos” (p.173).
Viktor Frankl —“Logoterapia en una cápsula”

Así pues, una manera que suele ser muy ineficaz de conciliar el sueño es
esforzarse por quedarse dormido. Es más eficaz hacer una especie de
juego en el que uno prueba cuánto puede aguantar despierto.
Al ridiculizar las fobias, éstas pierden aquello de lo que se alimentan. El sentido del
humor es una muy buena señal de salud mental. Albert Allport dijo: “El neurótico
que aprende a reírse de sí mismo, probablemente esté camino al autocontrol, si no es
que a la cura”.

La felicidad
Cuando ciertas cosas se convierten en un fin en vez de dejar que éstas sean un
resultado o efecto secundario (tal como la felicidad), se hacen inalcanzables. Frankl
concluyó que entre más se esforzara una persona por ser feliz, más infeliz llegaba a
ser, ya que la felicidad no puede ser una meta, sino un resultado o efecto secundario;
al hacerla un fin ésta se hace inalcanzable.

“Viktor Frankl llegó a algunas conclusiones profundas a raíz de sus experiencias en


los campos de concentración nazis. Concluyó que entre más se esforzara una
persona por ser feliz, más infeliz llegaba a ser”2

“Al igual que lo había soñado en miles de sueños…” (conclusión)


Se ha querido dar algunas ideas generales sobre la Logoterapia según la describe y explica
Frankl en su libro “El hombre en búsqueda de sentido”

Frankl propone crear un sentido de la vida lo cual ayudaría a la persona a sostenerse en


medio de grandes crisis. Hay un peligro, sin embargo, al usar esta alternativa y este
documento no estaría completo si no se abordara, aunque brevemente, los problemas que
esto presenta.

Al uno fabricar una razón por la cual vivir, uno cuelga en ella toda su esperanza… ¿y qué si
esta razón se desmorona? Supongo que se haría un esfuerzo por buscar otro propósito;
sería una experiencia muy traumática. Para aquellos cuyas convicciones religiosas los
mueven a creer en un propósito absoluto y universal para el ser humano, este jamás se
desmoronará aunque todo lo que esté alrededor lo haga.

Concluiremos citando a Frankl; ya al final de la primera parte de su libro habla sobre este
problema:

“Cuando hablábamos de los intentos de infundir en el prisionero ánimo para superar


su situación, decíamos que había que mostrarle algo que le hiciera pensar en el
porvenir. Había que recordarle que la vida todavía le estaba esperando, que un ser
humano aguardaba a que él regresara. Pero, ¿y después de la liberación? Algunos
se encontraron con que nadie les esperaba.

Desgraciado de aquel que halló que la persona cuyo solo recuerdo le había dado
valor en el campo ¡ya no vivía! ¡Desdichado de aquel que, cuando finalmente llegó
el día de sus sueños, encontró todo distinto a como lo había añorado! Quizás
abordó un trolebús y viajó hasta la casa que durante años había tenido en su
mente, quizá llamó al timbre, al igual que lo había soñado en miles de sueños,
para encontrarse con que la persona que tendría que abrirle la puerta no
estaba allí, ni nunca volvería” (p.133).

2
Petty, Gary (2009). La búsqueda interminable de la felicidad. Las Buenas Noticias (enero-febrero)
Viktor Frankl —“Logoterapia en una cápsula”

“Quien tiene un por qué para vivir, puede soportar casi cualquier cosa”. Hay mucha
sabiduría en esa afirmación. Sin embargo, nos iría mejor si lo que alimenta nuestra
voluntad de vivir no es “algo que perece con el uso” —como lo diría alguien.

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