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Studium, 1964.
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íntima: o fidelidad al rey o adhesión a a ello es necesario el uso de la fuerza como respuesta decidida; los constitucionalistas, entiende a la Carta del 1812 como el nuevo y salvador
la patria. planteamiento de la diferencia con las posiciones de ultramar.
Rechazar que la Independencia fue La emancipación del Perú, en el espíritu de sus precursores y jefes, en la tónica de los documentos y periódicos, en todas sus genuinas manifestaciones,
influenciada por la expulsión de los nunca reniega de la cultura occidental ni de la obra misionera de España. No hay afán de destrucción, sino simplemente, un justo anhelo de singularidad.
Nuestra guerra no es contra la obra de España.
jesuitas, la independencia de los Estados
Unidos de Norteamérica y la revolución Nuestra separación obedece a un proceso de afirmación espiritual, la autonomía política es un resultado de la creación nacional. La nacionalidad constituye
francesa. el verdadero impulso de la guerra, el Estado tiene legitimidad en la preexistencia de la Nación.
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Unanue y la Independencia.
Hipólito Unanue vive la angustia la ilusión del Perú, como hombre de confianza de los virreyes, con autoridad moral e influencia, advierte que la
obligación de trabajar por su país, no debe alejarse de la política.
En él se hallan clarísimas dos ideas capitales: fe en el progreso y en el capitalismo, afán por estudiar lo nuestro y por servir a la comunidad. Tiene claro
que con la Constitución de 1812 ha terminado una época y que ella representa el inicio de un nuevo tiempo. Esta es ya un triunfo en la afanosa búsqueda
de la fe en la patria peruana.
Hay una pugna entre Unanue y el Virrey Abascal: son opuestos a la validez de la Constitución. El primero la ve como la oportunidad para el nacimiento de
la nación peruana, el segundo como la democracia de la impiedad y de la irreligión.
Hipólito Unanue es precursor no por revolucionario sino por peruanista (aunque valiosos testimonios nos lo muestran con la imagen de conspirador que ya
en 1809 lucha por la ruptura con España), aunque frente a ellas esté su liberalismo fidelista. Riva Agüero nos da noticias sobre la simpatía con que ve una
posible monarquía peruana autónoma.
Un testimonio explícito es el del espía de San Martín, José García, que declara a la autoridad el objeto de su misión. Entre los nombrados revolucionarios
se encuentra Unanue, médico en esta ciudad. Pero esto prueba además la vinculación con el grupo de los que luchan por la patria.
No obstante, esto, en los últimos días de San Martín nos lo presentan al lado del rey en la conferencia de Miraflores. Su presencia siempre será una
invitación a la prudencia y a la cordialidad.
Frente a esta disyuntiva, adquiere el bien de la creencia en el Perú independiente.