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30/06/1941
HECHOS:
Una sociedad anónima solicitó la nulidad de un Decreto del Poder Ejecutivo Nacional
por el que se declaraba la caducidad de las ventas de unas tierras fiscales efectuadas por
el mismo gobierno en favor de la actora y disponía, en consecuencia, que el Registro de
la Propiedad tomase razón de las caducidades referidas. Opuesta excepción de
prescripción por la accionada, la Cámara, al revocar la decisión del anterior, resolvió en
favor de dicha defensa. Contra esa decisión se interpuso recurso ordinario de apelación.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, no obstante exigir petición de parte como
requisito para obtener un pronunciamiento vinculado a la inconstitucionalidad de las
leyes y de los decretos, declaró la nulidad absoluta del decreto cuestionado.
SUMARIOS:
1 - Nada obsta para que la aplicación de las reglas de los arts. 1037 y sigtes. del Cód.
Civil acerca de las nulidades de los actos jurídicos, por representar una construcción
jurídica basada en la justicia, se extiendan al derecho administrativo.
2 - Dando por admitido que, por extensión, las reglas de la prescripción se aplican
también a las relaciones del Estado con los particulares cuando se halla en juego la
propiedad privada de los últimos, el Poder Judicial está autorizado para analizar la
validez de un acto de autoridad, en cuanto se afirme que mediante él se han desconocido
o allanado garantías o preceptos constitucionales y, sobre todo, cuando ese análisis es
indispensable y en cierto modo previo para saber si la prescripción se ha producido o
no.
4 - No existe correlación completa entre los actos declarados nulos por los arts. 1043 y
1044 y los de nulidad absoluta a que se refiere el art. 1047, y tampoco, entre los actos
anulables del art. 1045 y los de nulidad relativa a que se refiere el art. 1048 del Cód.
Civil. Pero ello no obstante, las propias disposiciones del Código, el antecedente que le
sirviera de modelo y la elemental conclusión de que un acto debe ser de nulidad
absoluta cuando falta alguno de los elementos esenciales para nacer, como la capacidad,
la forma o el objeto, demuestran que lo que no llegó a formarse por falta de uno de éstos
es insubsistente.
5 - Cuando el art. 1045, del Cód. Civil, en su apart. 2°, determina el carácter anulable
del acto cuando fuese desconocida la incapacidad de derecho o la prohibición de la ley
acerca del objeto del acto en el momento de su otorgamiento, por la necesidad de alguna
investigación de hecho, indudablemente alude a causas de nulidad basadas en la
violación de la ley y del orden público cuya prueba no resulta del acto mismo. La
necesidad de esa investigación previa para resolver acerca del verdadero carácter de la
nulidad, no impide que una vez comprobada la inexistencia de la capacidad o la falta de
objeto del acto, la nulidad sea tan absoluta y produzca una nulidad de la misma
naturaleza que la prevista en los arts. 1044 y 1047 del mismo Código, es decir, absoluta
e insusceptible de confirmación aunque su invalidez sólo pueda ser declarada a petición
de parte.
6 - El decreto -acto administrativo- o sea el acto de autoridad emanado del P. E., que
determina lo que para el actor debió ser el derecho en la materia de que aquél trata,
posee, en esa calidad, respecto de la persona a quien afecta, la misma fuerza obligatoria
ínsita en la ley, salvo la diferencia esencial de faltarle su generalidad; opera en relación
al caso individual en forma semejante a las sentencias judiciales y es así la
exteriorización de una jurisdicción administrativa especial creada por ser indispensable
a la realización del gobierno.
14 - La prescripción del art. 4030 del Cód. Civil no comprende ninguna de las hipótesis
de nulidad previstas por los arts. 18 y 1044 del mismo Código.
16 - La disposición del art. 4030 del Cód. Civil, no comprende el caso de un decreto del
P. E., acto administrativo por excelencia, que declara la nulidad de actos anteriores de
carácter definitivo, producidos por el mismo P. E. y cuyas consecuencias se hacen
efectivas o indirectamente repercuten sobre la facultad de disponer de la propiedad
privada, ejercitando así funciones judiciales vedadas al P. E. por el art. 95 de la
Constitución Nacional.
TEXTO COMPLETO:
Por ello y dando por reproducidas las defensas opuestas por el Ministerio Fiscal, pido se
confirme en todas sus partes, con costas, el fallo apelado. Octubre 7 de 1940. - Juan
Alvarez.
Que opuesta la prescripción de la acción de nulidad por el Procurador Fiscal con arreglo
a lo proveído por los arts. 4023 y 4030, la Cám. Federal de la Capital de la República,
después de señalar que se trata "de una nulidad que habría de ser declarada sólo en
beneficio de determinadas personas, es decir, de un interés privado, como basta a
demostrarlo el hecho deque no podría sancionarse sino a petición de los titulares del
supuesto derecho que se invoca", y, además, que han transcurrido más de 17 años desde
que se dictó el susodicho decreto hasta la interposición de la demanda, resuelve que la
acción se halla prescripta.
Que de acuerdo con lo dicho el punto sometido a la decisión del tribunal consiste en
determinar cuál es la naturaleza de la nulidad que se atribuye al decreto del P. E. del año
1917 ya que de la elucidación de esa cuestión depende que la defensa de prescripción
proceda o no.
Que las reglas de los arts. 1037 y sigtes. del Cód. Civil acerca de las nulidades de los
actos jurídicos si bien no han sido establecidas para aplicarlas al derecho administrativo
sin o al derecho privado, nada obsta para que representando aquéllas una construcción
jurídica basada en la justicia su aplicación se extienda al derecho administrativo cuyas
normas y soluciones también deben tender a realizar aquélla con las discriminaciones
impuestas por la naturaleza propia de lo que constituye la sustancia de esta última
disciplina.
En el presente caso, además, dando por admitido que por extensión las reglas de la
prescripción se aplican también a las relaciones del Estado con los particulares cuando
se halla en juego la propiedad privada de los últimos, aunque aquél actúe mediante
decretos administrativos, el Poder Judicial está autorizado para analizar la validez o
nulidad de un acto de autoridad en cuanto se afirme que mediante él se han desconocido
o allanado garantías o preceptos constitucionales y, sobre todo, cuando ese análisis es
indispensable y en cierto modo previo para saber si la prescripción está o no producida.
De eso cabalmente se trata en estos autos.
Que esta conclusión, es, desde luego, indudable dentro de la teoría de las nulidades
desenvuelta en relación a los actos del derecho privado. El Cód. Civil no contiene una
enumeración de lo que debe entenderse por nulidad absoluta y nulidad relativa; se limita
en los arts. 1047 y 1048 a señalar quienes pueden declararla o alegarla según sea
manifiesta o no. No existe correlación completa entre los actos declarados nulos por los
arts. 1043 y 1044 y los de nulidad absoluta a que se refiere el art. 1047, y, tampoco,
entre los actos anulables del art. 1045 y los de nulidad relativa a que se refiere el 1048.
Pero ello no obstante, las propias disposiciones del Código argentino, el antecedente que
le sirviera de modelo y la elemental conclusión de que un acto debe ser de nulidad
absoluta cuando le falta alguno de los elementos esenciales para nacer, como la
capacidad, la forma o el objeto, demuestran que lo que no llegó a formarse por falta de
uno de éstos es insubsistente. Y es así, que el doctor Bibiloni en el anteproyecto
presentado a la Comisión de Reformas del Cód. Civil (t. 1, p. 192, art. 11), incorporando
el texto de Freitas, enuncia entre los actos de nulidad absoluta, además de los
comprendidos por los arts. 1043 y 1044, el del inc. 2, considerado como acto anulable
por el art. 1045. Inversamente, incluye como actos de nulidad relativa los actos
anulables del art. 1045 salvo el inc. 2 incluido antes entre los de nulidad absoluta.
Que este inc. 2, que no obstante reputar acto anulable la situación contemplada en él, lo
califica de nulidad absoluta, contiene la solución legal de la cuestión planteada en este
juicio. Efectivamente, a pesar de ser anulable el acto y por consiguiente de no poder ser
declarada por el juez tal nulidad sino a petición de parte, debe reputárselo de nulidad
absoluta. Cuando, pues, dice el art. 1045, ap. 2°, del Cód. Civil, fuese desconocida la
incapacidad de derecho o la prohibición de la ley acerca del objeto del acto en el
momento de su otorgamiento, por la necesidad de alguna investigación de hecho,
indudablemente alude a causas de nulidad basadas en la violación de la ley del orden
público cuya prueba no resulta del acto mismo. La necesidad de esa investigación
previa, para resolver acerca del verdadero carácter de la nulidad, no impide que una vez
comprobada la inexistencia de la capacidad o la falta de objeto del acto la nulidad sea
tan absoluta y produzca una nulidad de la misma naturaleza que la prevista por los arts.
1044 y 1047 del Cód. Civil, es decir, absoluta e insusceptible de confirmación aunque
su invalidez sólo pueda ser declarada a petición de parte.
Que la solución es aun más clara en el derecho público. El decreto de cuya nulidad se
trata es un acto administrativo, o sea un acto de autoridad emanado del P. E. que
determina lo que para el actor debió ser el derecho en la materia de que aquél trata
(Mayer, t. 1, §8, p. 119). En esa calidad posee respecto de la persona a quien afecta la
misma fuerza obligatoria ínsita en la ley, salvo la diferencia esencial de faltarle su
generalidad; opera en relación al caso individual en forma semejante a las sentencias
judiciales y es así la exteriorización de una jurisdicción administrativa especial creada
por ser indispensable a la realización del gobierno.
Cuando un acto administrativo es otorgado por el P. E., sin competencia para hacerlo, a
causa de una prohibición expresa o virtual de la Constitución o de la ley, los jueces no
pueden declararlo nulo de oficio, sin una demanda judicial directa o indirectamente
relativa al acto en el cual las partes hayan alegado tal nulidad.
Que, sí, pues, el acto administrativo es un acto de autoridad o de poder que lleva
consigo como expresión de tal poder la presunción de su validez, será siempre necesaria
una investigación de hecho usando los términos del art. 1045 del Cód. Civil para
determinar la incompetencia o la prohibición del objeto del acto, es decir una demanda
en la cual el que ha recibido el agravio proveniente de la transgresión pruebe la verdad
de sus asertos encaminados a destruir la referida presunción de validez.
Que aplicando estas conclusiones a la nulidad solicitada por la actora al decreto del año
1917 sobre enajenación de tierra pública resultaría: a) que ese decreto ha sido dictado
por el P. E. desconociendo la disposición concluyente del art. 95 de la Constitución
Nacional que veda al Presidente de la Nación el ejercicio de funciones judiciales, b) que
ese mismo decreto al ordenar la cancelación en el Reg. de la Propiedad de las
anotaciones del dominio hechas en favor de la actora como consecuencia de los actos de
transmisión por escritura pública suscriptos por el propio gobierno ha desconocido la
garantía del art. 17 del mismo instrumento, pues tal cancelación, hecha efectiva por el
Registro comporta para el propietario la imposibilidad de disponer de los bienes
transmitidos en propiedad.
Que esas escrituras públicas hacen plena fe de su contenido hasta que sean argüidas de
falsas por acción civil o criminal de la existencia material de los hechos cumplidos en
presencia del oficial público y también en cuanto a la realización del acto y de las
convenciones, disposiciones, pagos, reconocimientos, etc. (arts. 993 y 994, Cód. Civil).
Que, con arreglo a lo dicho, es patente la nulidad del decreto dictado por el P. E. el 2 de
abril de 1917, en cuanto trasciende de la esfera administrativa y afecta el dominio que la
sociedad actora tiene sobre las tierras descriptas en la demanda. Con arreglo a lo
prescripto por el art. 1050 del Cód. Civil, la declaración de nulidad vuelve las cosas al
estado en que se encontraban antes de dictarse el decreto objetado. Por consiguiente, la
anotación de la caducidad de las escrituras de transmisión del dominio ordenada por el
decreto del año 1917, carece de todo valor y así corresponde declararlo.
07/10/1975
SUMARIOS:
3 - La invalidez de los actos de derecho público debe enjuiciarse conforme a las normas
de la materia iuspublicista sin que a ello se oponga la aplicación de las reglas del
Código Civil en cuanto éstas guarden congruencia con la naturaleza, fines y garantías
propias de aquellos actos.
TEXTO COMPLETO:
No enervan esta conclusión, a mi juicio, los agravios que propusieron los recurrentes
con base constitucional en el remedio federal intentado.
Por todo ello y por lo decidido en las causas Y.18.L.XVI ("Yarque, Eduardo") y H.
76.L.XVI; ("Hopstein" -Rev. La Ley, t. 149, p. 178-), donde se debatieron cuestiones
fundamentalmente análogas a la de autos, según sendos fallos del 9 de noviembre de
1972, a cuyos fundamentos me remito en lo pertinente, pienso que el recurso
extraordinario fue bien denegado a fs. 334 del principal.
Considerando: Que la sentencia de fs. 292, dictada por la sala A de la Cámara Nacional
de Apelaciones en lo Civil, confirmó el decreto 5/71 del intendente Municipal de la
Ciudad de Buenos Aires por el cual se dejó sin efecto la resolución tomada por la
respectiva Secretaría de Obras Públicas de fecha 12 de setiembre de 1969, que autorizó
a la parte recurrente para construir un edificio en torre en el predio de la calle Mariscal
Ramón Castillo 2871, ordenándose ajustar el proyecto y la construcción de la obra a las
normas urbanísticas para el área de Palermo Chico, aprobadas por la ordenanza 25.132,
o su demolición. Contra aquel pronunciamiento se interpuso el recurso extraordinario de
fs. 304 que, denegado por el a quo a fs. 324, motiva la presente queja.
Y considerando en cuanto al fondo del asunto pues, teniendo en cuenta el pleno debate
que han hecho las partes, resulta innecesaria más sustanciación:
1° - Que la autorización para edificar, conferida a los recurrentes por resolución del
secretario de Obras Públicas Municipal, configuró un acto administrativo que gozó de la
presunción de legitimidad fundada en la razonable suposición de que respondía a las
normas municipales vigentes al tiempo de ser dictado, por las garantías objetivas y
subjetivas que precedieron a su emanación.
3° - Que la invalidez de los actos de derecho público ha de enjuiciarse según las normas
de la materia iuspublicista sin que a ello se oponga el recurso a las reglas del Código
Civil en cuanto éstas guarden congruencia con la naturaleza, fines y garantías propias de
aquellos actos, en modo que las categorías relativas a la invalidez, oriundas de la citada
fuente del derecho privado, puedan concebirse como principios generales del derecho.
4° - Que de acuerdo con tal criterio, la invalidez manifiesta de los actos cuya
ilegitimidad o irregularidad aparece patente en los mismos sin que sea necesario
investigar vicio oculto alguno, constituye un concepto general del orden jurídico, que
sólo requiere una declaración judicial o administrativa a su respecto, a diferencia de la
invalidez oculta que requiere el enjuiciamiento previo para que se torne visible.
6° - Que el acto administrativo regular, en cambio, aun cuando traiga aparejados vicios
de ilegitimidad, ostenta empero cierto grado de legalidad que lo hace estable y produce
la presunción de su legitimidad. En consecuencia, no le es dable a la Administración
pública revocarlo por sí y ante sí en razón de su ilegitimidad, sino que debe demandarla
judicialmente o revocar el acto por razones de mérito, oportunidad o conveniencia.
9° - Que en la audiencia de fs. 205 las partes propusieron, por escritos que se agregan a
fs. 200/204, puntos de ampliación del peritaje ordenado así como también sus
respectivos peritos; éstos, junto con el perito tercero de oficio, resultaron designados por
el tribunal a fs. 211 vta. Producido el informe que se agrega a fs. 220/235, el a quo a fs.
240 vta. ordenó correr traslado del mismo por su orden, el que fue contestado por la
recurrente a fs. 246/287 y por la recurrida a fs. 288/291.
10. - Que como primera conclusión, corresponde afirmar que la ilegitimidad del permiso
para construir no le fue evidente al tribunal sentenciante, que resolvió recibir informe
pericial sobre puntos de índole fáctica y jurídica urbanísticas.
11. - Que por otra parte, la sentencia recurrida desestimó el fundamento del decreto
5/71, el cual revocó la autorización para construir en base a la falta de incorporación de
la ordenanza 23.907 en el Código de la Edificación, que de haberse hecho efectiva
-agrega- habría conducido a coordinar aquella ordenanza con la 24.077, cuyas normas
edilicias para la zona de Palermo Chico hubiesen resultado prohibitivas de la
autorización concedida. Tampoco admitió el fallo apelado que el secretario de Obras
Públicas Municipal haya otorgado el acto sin mediar profundamente sobre sus
consecuencias y aun juzgó insuficiente este pretendido fundamento del decreto
revocatorio para sustentar su validez.
13. - Que dos de los peritos arquitectos designados, uno de ellos de oficio por el
tribunal, concluyeron que la autorización para edificar otorgada no infringió el art. 12 de
la ordenanza 24.077 en cuestión. El tercer experto se expidió en parecer contrario, con
fundamentos que aprecia la sentencia extensamente, para concluir que un edificio en
torre de 74 metros de altura permitida destruiría los valores urbanísticos, plásticos e
históricos del área donde se implantase aquél. Con relación a la inteligencia del art. 12
de la ordenanza 24.077, la sentencia impugnada admite la equivocidad de su texto y
alcanza un resultado interpretativo que juzga más acorde con la razón de la norma
literalmente ambigua y conduce a la interdicción de una altura superior a 35 metros.
17. - Que por lo demás, la autorización para edificar en cuestión fue indebidamente
calificada de irregular porque no se dictó con grosero error de derecho que superara lo
meramente opinable en la materia jurídica urbanística. La interpretación del derecho
municipal aplicable a dicha autorización, resultó asunto de "intrincada hermenéutica"
para el mismo tribunal sentenciante. No se debatió vicio de competencia, moralidad,
expresión de la voluntad administrativa, forma o causa del acto, siquiera oculto. Tan
solo se controvirtió su contenido objetivo en punto a la legitimidad de éste, que se ha
juzgado contrario al orden jurídico municipal entonces vigente. Sin embargo, es claro
que aun en ese aspecto el acto no fue manifiesto ni evidentemente inválido. Más allá de
la difícil inteligencia de las normas locales aplicables, no resulta de suyo inopinable
haber juzgado que la construcción de un edificio en torre en el área de Palermo Chico
no contrariaba los valores arquitectónicos y plásticos existentes en la zona urbana
aludida, como lo pone de relieve el dividido parecer de los expertos. Por ello, porque el
acto no superó lo opinable en materia jurídica y estética arquitectónica, resulta arbitrario
calificarlo de irregular en el sentido que a dicho concepto jurídico ha asignado la
jurisprudencia de este tribunal, admitido asimismo por el a quo. A igual conclusión se
arriba examinando la finalidad del acto que debió ajustarse al interés público. Por la
relación que dicha finalidad guarda con su objeto, al no ser irregular éste, debería
mediar evidente desviación de poder para irregularizar el acto en su finalidad, extremo
que dista mucho de haberse acreditado en la causa.
20. - Que ese derecho, justificado el detrimento patrimonial, reconoce fuente directa en
la garantía constitucional de la propiedad y, por consiguiente, el acto revocatorio "sub
examine" no requirió declaración que reconociera aquél como recaudo de su validez,
desde que el mismo no se constituye con esa declaración carente de virtualidad jurídica
propia, como también así lo juzga la sentencia recurrida.