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Vecinos vestidos con ropa de la época en el belén viviente de Medina Sidonia (Cádiz).
MARÍA LUACES
Allí, la tradición de recrear el nacimiento original existe desde hace siglos pero, a
diferencia de lo que ocurría en tiempos de Carlos III, ya no se limita a los hogares.
Hoy, estas creaciones forman parte de proyectos colectivos que se pueden disfrutar
en los espacios públicos y que constituyen uno de los grandes atractivos navideños
de las ciudades y los pueblos andaluces. Desde Sevilla hasta Málaga y desde Úbeda a
Jerez, la comunidad entera se vuelca en la confección de belenes de todos los
tamaños, materiales y estilos.
Ir tras los belenes vivientes —o pesebres, como se les llama en otros países— es una
magnífica oportunidad de conocer grandes ciudades y diminutos pueblos de
Andalucía. Y no es la única, ya que cada año se montan y erigen cientos de
nacimientos muy distintos entre sí que se encuentran repartidos por todas las
provincias. Las ocho capitales andaluzas ofrecen a los visitantes belenes de
extraordinario interés. Basta verlos para comprender que, si bien representan una
escena de humildad y sencillez, son auténticas joyas confeccionadas con la
dedicación y la minuciosidad de un orfebre.
Para los niños (y los adultos golosos), es casi inevitable la tentación de probarlo. Por
fortuna, no es necesario darle un bocado al belén. Si es por dulces navideños,
Andalucía sirve la tradición en bandeja. Alfajores, roscos de vino, mantecados,
polvorones, pastorcitas, hojaldrados recubiertos de chocolate, yemas, empiñonados
o bolas de coco son solo algunas de las muchas delicias que podemos encontrar en
localidades como Estepa, un pequeño municipio sevillano que, además de su
producción de dulces —reconocida en todo el país—, ofrece un exquisito patrimonio
arquitectónico que bien merece una visita.
Polvorones de Estepa (Sevilla), un clásico de la gastronomía de estas fiestas.
Combinar la ruta de los belenes con la oferta gastronómica típica de Navidad es una
de las maneras más originales de descubrir parte de la esencia andaluza. Y es un plan
que solo se puede hacer en esta época del año. Además de las fábricas y los locales
artesanales, que permiten aprender cómo se elaboran estos dulces tan especiales,
existen numerosos conventos de clausura que elaboran con esmero algunos de los
bocados más deliciosos que se pueden tomar en estas fiestas. Mazapanes,
piñonates, almendras garrapiñadas o marquesas son buenos ejemplos de cómo los
robustos muros de estos edificios atesoran las cocinas más delicadas de esta tierra.
Esta noticia, patrocinada por Turismo de Andalucia, ha sido elaborada por un colaborador de EL
PAÍS.
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