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LA CLASIFICACIÓN DE LOS JUEGOS, LOS DEPORTES Y LAS PRÁCTICAS


MOTRICES

Pere Lavega Burgués


Profesor titular en el INEFC-Lleida
Miembro Grupo de Estudios Praxiológicos

Cualquier disciplina que pretenda construir una fundamentación científica en torno a su


objeto de estudio, debe plantearse como un problema de máxima prioridad la
clasificación en grupos homogéneos de las diferentes expresiones en las que puede
aparecer el fenómeno que estudia. En el ámbito de la actividad física y el deporte, el
estudio de la acción motriz entendida como resultado observable que emerge de las
distintas situaciones motrices debe acompañarse de propuestas lógicas, coherentes y a la
vez rigurosas a la hora de diferenciar y sistematizar estas prácticas en categorías
uniformes.

Para desvelar todo el repertorio motor que ofrecen las prácticas motrices hace falta
conocerlas y reconocerlas, por ello todo intento que pretenda clasificarlas debería
apoyarse en una sólida construcción teórica y científica. Esta afirmación, a pesar de ser tan
básica como evidente nos remite una vez más a la casi absoluta ausencia de
contribuciones rigurosas que hayan seguido el método científico en esa tarea de
presentar una propuesta tipológica de las actividades físicas, los juegos y el deporte.

Sería desacertado pensar que clasificar es un proyecto de menor entidad que otras tareas o
etapas que debe cubrir cualquier disciplina científica. Distinguir supone identificar, conocer
y tomar decisiones a la hora de elegir los criterios que van a regir cualquier intento
tipológico. Lejos de quedarse en un terreno estrictamente reflexivo y teórico se precisa
investigar, analizar y contrastar empíricamente las bases sobre las que se fundamente
el reto de clasificar y por tanto ordenar metódicamente el universo de los juegos y los
deportes.

Debemos alejarnos de cualquier propuesta que pretenda diferenciar las prácticas físicas y
deportivas sin seguir un criterio metódico y disciplinado. Debemos huir de las trampas que
nos acostumbra a presentar la terminología asociada a las modas deportivas o al lenguaje
popular. Sin estos principios, difícilmente se pueden encontrar respuestas
contundentes a preguntas tan evidentes como por ejemplo: ¿cuáles son los rasgos que
diferencian el fútbol, el tenis o el rafting, de los juegos y las danzas? ¿los deportes de
aventura en la naturaleza se pueden denominar verdaderamente deportes? ¿en qué se parece
el baloncesto, al fútbol? ¿podemos afirmar que el ajedrez es un deporte? ¿el judo o la
esgrima son en realidad deportes individuales?

Es imprescindible considerar que el universo de los juegos, los deportes y las prácticas
motrices es tan variado como inagotable. Desde un punto de vista tipológico, resulta
totalmente erróneo y desacertado hacer juicios de valor sobre las prácticas motrices,
pretendiendo ordenarlas atendiendo a un criterio de jerarquía, entidad o importancia de
estas manifestaciones. Así no tiene ningún sentido indicar que hay juegos buenos y juegos
malos; deportes de primera categoría y deportes secundarios; actividades motrices
educativas y prácticas físicas a descartar. Nuestros juegos, deportes y prácticas
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motrices no son ni buenos ni malos por ellos mismos, depende de cómo se usen y con qué
finalidad se pongan en acción.
Del mismo modo no nos sirve distinguir los juegos tomando en consideración el color de
los ojos de los protagonistas, el tamaño del balón, el número de participantes, la edad de los
actores o el número de espectadores que sigan esa práctica. Por ello una vez más, debemos
decir que cualquier clasificación que pretenda ser rigurosa debe construirse a partir de los
rasgos que caracterizan nuestras actividades motrices. Es necesario huir de las apariencias,
de los planteamientos superficiales y acudir a los criterios fundados en aquello que otorga
identidad a nuestras prácticas, que las hace ser distintas y que les concede un
funcionamiento singular en cada caso.

LA CLASIFICACIÓN DE PARLEBAS –CAI-

Parlebas (1981) aporta una clasificación de las prácticas motrices (juegos deportivos)
elaborada a partir de concebir cualquier situación motriz como un sistema en el cual el
participante se relaciona globalmente con el entorno físico y con otros posibles
protagonistas.

Aparecen dos componentes importantes de cualquier situación motriz, los protagonistas


que el autor considera atendiendo al criterio de presencia o ausencia de compañeros (C )
y/o adversarios (A), y el espacio de acción, incorporado bajo el criterio de presencia o
ausencia de incertidumbre debido al entorno físico (I).

La combinación de estos 3 criterios (CAI) nos posibilita caracterizar cualquier situación


motriz. Así, la combinación binaria de los tres factores indicados distribuye las prácticas en
8 categorías diferentes, en las que se fundamenta la estructura motriz de cualquier juego o
deporte. Estas categorías se pueden distinguir a su vez en varios subconjuntos:

Atendiendo el criterio de Interacción con los demás (CA)

En este apartado diferenciamos dos grandes grupos de situaciones motrices según se


presente o no la interacción motriz con las otras personas.

- Situaciones Psicomotrices correspondientes a aquellas situaciones en las cuales el


participante interviene en solitario, sin interactuar con compañeros o adversarios. Por
ejemplo salto de longitud, carrera de 100 metros, lanzamiento de disco, surf, juego de
peonza, la rayuela, ...

- Situaciones Sociomotrices correspondientes a aquellas situaciones en las cuales el


participante interactua con los demás. Estas prácticas pueden ser de tres tipos:

- Situaciones de cooperación o comunicación motriz, en las que la interacción se


produce con al menos un compañero tratando de cooperar para conseguir
conjuntamente el objetivo que les une. Por ejemplo patinaje artístico por parejas,
danza clásica, remo, piragüismo en línea, escalada en cordada, ...

- Situaciones de oposición o contracomunicación motriz, en las que la interacción se


realiza ante al menos un adversario que se opone a las acciones motrices de los
demás. Esta oposición puede ser corporal (p.e. judo, karate, pulseo de
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manos) o puede ser instrumental, es decir la oposición se realiza mediante algún
objeto extracorporal (p.e. badminton, tenis, esgrima, indiaca ).

- Situaciones de cooperación-oposición, en las que los protagonistas intervienen con


la colaboración de compañeros y la oposición de adversarios. Estamos ante las
prácticas correspondientes a los deportes de duelo colectivo del tipo fútbol,
baloncesto, voleibol o balonmano. También es el caso de los juegos
tradicionales que se presentan como un duelo colectivo por ejemplo el marro, el
balóntiro y de otros juegos que pueden ser incluso contradictorios o
ambivalentes en sus relaciones p.e. pelota sentada o tres campos... Dichos juegos
denominados paradójicos posibilitan que cualquier persona intervenga como
compañero y a la vez como adversario, presentando dicha ambivalencia
relacional.

Según el criterio de Incertidumbre con el entorno físico (I)

Distinguimos dos grandes grupos de prácticas según se presente o no el criterio de


incertidumbre con el entorno físico.

- Situaciones en un medio estable. En esta categoría las prácticas se realizan en un


medio regular, previsible, sin incertidumbre, por tanto domesticado, en el cual el
protagonista no debe preocuparse por la toma de decisiones en torno a la lectura de este
entorno físico. Entre los distintos ejemplos detallamos el caso de los deportes más
clásicos (gimnasia rítmica, gimnasia artística, atletismo, fútbol, baloncesto,
voleibol...) y de los juegos que se realizan en un espacio estable como el pañuelo, la
cadena, el balóntiro...

- Situaciones en un medio inestable. En este caso el entorno es fuente de


incertidumbre, lo cual comporta la necesidad de leer constantemente el espacio de
acción, buscando indicios, recibiendo información, procesándola y tomando
decisiones para adaptarse de modo óptimo a ese entorno que se presenta
constantemente de forma irregular y fluctuante. Estamos ante un medio salvaje,
incierto como es el caso de las prácticas realizadas en la naturaleza (escalada,
parapente, piragüismo en aguas vivas, windsurf, carreras de orientación en un
bosque, ...).

Dependiendo de cómo se presente la combinación de estos criterios podemos


encontrarnos ante 8 categorías distintas de situaciones motrices, las cuales son
portadoras de una lógica interna singular en cada caso, o lo que es lo mismo, exigen que los
protagonistas se adapten a condiciones y estructuras muy distintas.

Dicha distinción de familias de situaciones motrices homogéneas aparece como un tema


primordial para saber diferenciar las prácticas atendiendo a criterios de la lógica interna de
las propias actividades. Esta manera de clasificar los juegos y los deportes nos
permite encontrar las principales exigencias que solicitan nuestras prácticas, además de
posibilitar elegir entre los distintos ejemplos de prácticas de cada categoría siguiendo un
criterio científico y riguroso.

Recordemos una vez más que desde un punto de vista estructural dos situaciones
motrices que pertenezcan a una misma categoría de la clasificación serán igual de
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válidas e importantes independientemente de si se trata de deportes, juegos o prácticas
inventadas.

Esta circunstancia nos parece básica para fundamentar cualquier proyecto de aplicación
práctica de nuestras actividades. Así por ejemplo se puede estar en disposición de
garantizar unas condiciones óptimas entre el proyecto pedagógico y la elección de las
situaciones motrices que se ajustan a los objetivos planteados.

Debemos saber que unas situaciones motrices se apoyan en la toma de decisiones, en la


lectura (descodificación) de los demás, en la anticipación a anticipaciones
(metacomunicación). En cambio otras se basan en la repetición , en el automatismo, en la
búsqueda de la máxima eficacia a partir del entrenamiento intenso y constante. De la
misma manera podemos identificar prácticas que se apoyan en la lectura
(descodificación) de la información que procede del entorno, el cual se presenta
constantemente bajo condiciones distintas que exigen una continua adaptación a la toma de
decisiones, a la aventura o riesgo, a la improvisación...

La lógica interna de cada una de estas familias de prácticas traslada a sus protagonistas a
adaptaciones o exigencias bien distintas, las cuales van a originar consecuencias
desiguales en el plano motor, cognitivo, afectivo y social.

Estamos ante el ABC de lo que debiera conocer cualquier profesional cualificado de la


educación física y el deportes. No obstante, desafortunadamente son pocas las personas que
conocen con claridad y rigurosidad estos fundamentos, del mismo modo que es excepcional
observar que los criterios de selección de las prácticas motrices se apoyen en algún marco
conceptual serio y en algún principio metódico.

La clasificación que presenta Parlebas, como se indicaba anteriormente, origina la


distinción de 8 categorías de situaciones motrices. Estas categorías se deducen de
combinar de forma binaria los criterios de C: comunicación motriz, A:
contracomunicación motriz o presencia de adversario, I: incertidumbre procedente del
entorno físico. Para facilitar la denominación abreviada de cada categoría, se va a
representar la ausencia de uno de estos tres criterios situando una línea sobre el criterio que
corresponda.

A continuación detallamos brevemente las principales características de cada una de estas


ocho categorías:

C, A I. Esta clase corresponde a las prácticas psicomotrices, caracterizadas por la ausencia


de compañero y adversario(comunicación y contra comunicación), así como, ausencia de
incertidumbre procedente del medio físico (Ejemplo: carreras de velocidad, saltos y
lanzamientos de atletismo, natación en calles, gimnasia rítmica en modalidad individual...).
C, A I. En este grupo se encuentran las prácticas psicomotrices, en las que los
protagonistas intervienen de forma aislada, sin compañero ni adversario(ausencia de
comunicación y contra comunicación motrices). En cambio si se presenta incertidumbre en
relación al medio, puesto que el entorno es fluctuante y puede presentar imprevistos .
Estamos ante las actividades en solitario realizadas en plena naturaleza (Ej.: piragüismo en
aguas vivas, esquí alpino, submarinismo,... ).
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C, A I: Nos referimos a las prácticas sociomotrices, sin interacción motriz con


compañeros, con presencia de adversarios (contracomunicación motriz) realizadas en un
medio inestable, portador de incertidumbre. La oposición se puede realizar a través del
contacto corporal: p. ej. Judo, karate... o mediante un objeto extracorporal p.ej. tenis,
badminton, ping-pong...

C, A I. En esta clase, la oposición de los adversarios se realiza en un medio incierto,


fluctuante. Ex.: moto-cross; carrera de ciclista en carretera, regata de vela individual, esquí
de fondo, carrera de maratón...

C, A I. Corresponde a las prácticas sociomotrices, en las que se presentan interacciones


motrices de cooperación, en un entorno estable. Ej.: patinaje por parejas, remo,
ejercicios acrobáticos de circo,…

C, A I. En esta categoría las prácticas sociomotrices son de cooperación motriz y se realizan


en un medio con incertidumbre. Ej.: espeleología en cordada; palancada de natación
submarina, vuelo en globo, alpinismo, …

C, A I. Se corresponde con prácticas sociomotrices, con interacción motriz de


cooperación y oposición, pero realizadas en un medio sin incertidumbre. Ej.: fútbol;
balonmano; fútbol de salón, baloncesto,… .

C, A I. Son prácticas sociomotres, en las que se presenta interacción motriz de


cooperación y interacción motriz de oposición e incertidumbre. Ej.: Juegos en plena
naturaleza; regatas con tripulación; carreras de ciclistas en equipo,cross… .

Estas ocho categorías se pueden presentar en modo de un árbol exponencial, el cual nos
permite diferenciar seis categorías correspondientes a situaciones de carácter
sociomotriz, y dos clases de situaciones psicomotrices.
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Figura 1.

En las próximas páginas presentamos unas gráficas complementarias a la anterior figura y


explicación de las categorías que Parlebas establece, las cuales reafirman el carácter
sistémico de esta clasificación, a la vez que nos van a facilitar introducirnos en la
esencia de las principales contribuciones de esta forma de categorizar las prácticas
motrices. En este caso, se presenta un simplex S3, representando un paralelogramo de 6
caras, considerando todas las combinaciones de los criterios utilizados. En cada una de
esas caras y de las 8 aristas de ese paralelogramo hallamos todas las posibles formas de
situaciones motrices, que a su vez se asocian a exigencias estructurales bien distintas.

Estas características estructurales nos evidencian las principales potencialidades de cada


una de las categorías que se deducen de la presente clasificación.
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JUEGOS CON UN MEDIO INESTABLE (PORTADOR DE


INCERTIDUMBRE)

CAI Juegos Con Compañeros y


Adversarios
Juegos con compañeros

CI
AI CA

A
I
C
Juegos En solitario
Juegos Con Adversarios
O

JUEGOS CON UN MEDIO ESTABLE (AUSENCIA DE


INCERTIDUMBRE )

CAI

Juegos Con Compañeros y


Adversarios
CI
AI C
A

A
I
C
Juegos Con Adversarios
Juegos con compañeros

Juegos En solitario
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LAS SITUACIONES MOTRICES REALIZAS EN SOLITARIO Y LAS


PRÁCTICAS DE COOPERACIÓN EN UN MEDIO ESTABLE

En esta familia de situaciones motrices se presentan algunas constantes estructurales, las


cuales nos orientan hacia una determinada adaptación o exigencia a la cual los
participantes deben dar respuesta.

Los protagonistas tienden a imitar un estereotipo motor en los modos de ejecución que
exigen estas prácticas. Por eso el entrenamiento suele ser muy intenso, empleando un gran
consumo energético, en el cual en buena parte el éxito se consigue mediante la constancia y
la repetición de las acciones motrices que se quieren automatizar. Estamos ante ejemplos de
deportes tan conocidas como los saltos, las carreras de velocidad o los lanzamientos en
atletismo; la natación en piscina; la gimnasia artística deportiva... En el terreno de los
juegos podemos referirnos a numerosas situaciones de lanzamientos de objetos (p.e.
peonza, rayuela o infernáculo, juegos de bolos...), saltos (salto del pastor...),
desplazamientos con zancos, realización de juegos malabares...
En estas situaciones, las acciones tienen una dominancia propioceptiva considerable,
otorgando a los receptores posturales un papel determinante en el control de las
respuestas motrices. Es necesario conocer y dominar con máxima precisión la
intervención de los distintos segmentos y articulaciones corporales. Un caso muy claro lo
encontramos en la gimnasia artística deportiva, o en situaciones acrobáticas de circo en las
que resulta imprescindible conseguir el máximo control de todo el cuerpo.
Cuando estas prácticas se realizan en presencia de otros compañeros, la comunicación
motriz exige una máxima coordinación gestual. Esta colaboración o comunicación
motriz se puede realizar básicamente mediante un contacto corporal (juego del nudo,
gimnasia rítmica de conjunto), a través de un objeto (juegos con paracaídas, con
balón...) o facilitando un cambio de rol favorable.
Los comportamientos de los jugadores así como la anticipación en la respuesta de sus
acciones motrices están preprogramados, es decir, no hay necesidad de improvisar, de
inventar respuestas novedosas, ya que todo aparece controlado, estable y determinado a
priori.
En general este tipo de situaciones motrices favorecen la presencia de competición, de
establecer jerarquías en la intervención de los protagonistas, ya que se facilita la
comparación de resultados, la mejora de las marcas establecidas...

CAI

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AI CA

A
I
C

O
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LAS SITUACIONES MOTRICES CON ADVERSARIOS O CON


COMPAÑEROS Y ADVERSARIOS EN UN MEDIO ESTABLE

En este grupo de situaciones los protagonistas se ven obligados a leer a los otros
participantes. Este proceso denominado de descodificación de las acciones de los demás
aparece como un requisito primordial para poder solucionar cada una de las situaciones
motrices.

Al mismo tiempo que se lee a los demás, cada jugador aunque no lo desee es portador de
mensajes, para sus compañeros y/o adversarios, participando de un proceso de
codificación de las acciones motrices.

Estos procesos de codificación y descodificación exigen que el comportamiento de los


jugadores sea inteligente, adaptado a las características de sus compañeros y a las de sus
adversarios. Los mensajes deben ser lo más claros y transparentes posibles para los
jugadores de nuestro equipo y en cambio deben ser lo más inciertos posibles para los
adversarios.

Estamos ante el esplendor de la toma de decisiones, puesto que cada situación se


muestra bajo características singulares, distintas aunque se trate de un mismo deporte o
práctica física. La colocación de los compañeros, la posesión o no del balón, el
resultado en el marcador... son algunos de los aspectos que van a impedir encontrar dos
momentos de juego iguales.

Al introducirnos en estas prácticas debemos pensar, que el otro piensa que pienso; es decir,
debo participar de un proceso denominado de metacomunicación, mediante el cual es
imprescindible anticiparse a las anticipaciones de los demás. Uno de los ejemplos
más representativos de esta metacomunicación es la finta, decisión por la cual la persona
simula realizar una acción que en realidad no va a hacer, con la intención de engañar al
contrario.

La dinámica sociomotriz de estas situaciones exige considerar el papel de la estrategia


motriz, para en la medida de lo posible poder preparar en óptimas condiciones la
comunicación motriz con los compañeros y la contracomunicación motriz ante los
adversarios.

En este grupo de situaciones motrices encontramos diferentes subcategorias de prácticas


sociomotrices. Veamos algunos de los ejemplos más representativos.

Situaciones motrices de Oposición

Todos x Todos. En estas situaciones todos los jugadores son adversarios; cada uno bajo
un interes individual debe buscar la victoria oponiéndose a los demás (por ejemplo, carreras
de medio fondo o fondo en atletismo; el juego de conseguir tocar las espaldas de los
demás;...) Cuando hay más de dos adversarios, se puede favorecer hipotéticas alianzas, para
mejorar la oposición contra un tercero. Estamos ante el terreno de la ambivalencia, de las
situaciones contradictorias en las cuales la complejidad de las relaciones dificulta la
codificación y descodificación de las acciones motrices (son buenos ejemplos los
juegos de las cuatro esquinas y la pelota sentada)
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Duelos Individuales (1x1). Los participantes deben vencer a un adversario. En estas


situaciones la contracomunicación se puede realizar mediante contacto corporal (p.e. el
judo, el karate, el boxeo o los juegos de carreras de sacos, juegos de luchas como la
caporeira...). La oposición también puede presentarse a través de algún objeto móvil
(p.e. el tenis, el badminton, el pingpong o el caso de los juegos de pelota, la peteka o
indiaca...).

1 x Todos. En estas situaciones motrices aparece un jugador que se opone al resto de los
protagonistas. Generalmente, cuando el jugador consigue su objetivo de vencer a un
adversario, se acostumbran a permutar los papeles o roles. Un buen ejemplo de este grupo
de situaciones lo constituyen los juegos de persecución – tula, peste, escondite-...

Situaciones motrices de colaboración-oposición.

Duelos de equipo (1 equipo x 1 equipo). En esta categoría los ejemplos más


representativos son los denominados deportes de equipo. Los jugadores saben quienes son
sus compañeros y sus adversarios y no cambian de equipo durante el transcurso del juego
(p. e. Futbol, voleibol, balonmano, tenis por parejas...). También existen numerosos
ejemplos de juegos (balón prisionero, pichi, palín o billarda, marro,...).

Cada equipo dispone de los mismos efectivos, de modo que el duelo es simétrico, todo
se corresponde en las condiciones a respetar por parte de todos los participantes. También
se pueden presentar duelos disimétricos, en los cuales los contricantes disponen de
diferentes roles. En estas situaciones el deporte está ausente.

Estamos ante situaciones de 1x todos-todos x 1 como es el caso de los juegos de la


cadena, el gavilán y las palomas, pelota cazadora... Desde un punto de vista relacional,
estas situaciones son muy interesantes puesto que los jugadores cambian de relaciones
(o equipo) durante el juego, pasando de ser adversarios a ser contrarios o al revés.

El duelo disimétrico también se puede presentar mediante la competición de dos


equipos (1 equipo x 1 equipo) cuyos protagonistas siempre van con los mismos
compañeros, aunque los efectivos para cada grupo de participantes son distintos. Por
ejemplo, el juego del Caballero, el encantado, policias y ladrones...

Finalmente indicar que cuando compiten más de dos equipos, se pueden presentar
situaciones paradójicas, contradictorias, fruto de la ambivalencia que originan las
alianzas momentáneas entre los equipos. Son situaciones verdaderamente muy
complejas desde un punto de vista relacional. Sin embargo no suelen encontrarse
muchos ejemplos de esta clase de juegos; quizás uno de los más representativos sea el
juego de los tres campos.
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LAS SITUACIONES MOTRICES REALIZAS EN SOLITARIO Y EN UN


MEDIO INESTABLE)

En este grupo las situaciones motrices se realizan en un medio portador de


incertidumbre, es decir inestable, fluctuante, cambiante. Esta condición exige que los
protagonistas centren la atención en el desciframiento del medio.

Se debe tener en cuenta que de los tres criterios que considera la presente clasificación de
P.Parlebas, la incertidumbre en el medio origina la distinción del medio entre dos
polaridades totalmente opuestas; es decir se puede hablar de entorno domestico o medio
salvaje. Entre ambas polaridades se encuentra una graduación en función del nivel de
acondicionamiento de las prácticas físicas.

En esta categoría las situaciones motrices más representativas se corresponden con las
prácticas realizadas en la naturaleza. Si nos basamos en la semiología como disciplina que
estudia los signos, Parlebas incorpora el concepto de semiotricidad referido a la lectura de
signos en el ámbito motor, entendiendo que los protagonistas realizan conductas
motrices reaccionando a la lectura e interpretación de la información que leen del entorno.
Precisamente, las prácticas de este grupo al tener como tarea más esencial la
descodificación de los signos del medio, se pueden denominar prácticas de alta
semiotricidad. Es decir, en estas prácticas resulta imprescindible percibir la información del
entorno para acto seguido tomar una decisión ofreciendo una respuesta adaptada a esta
situaciones cambiantes.

Tengamos en cuenta que como ya apuntaba R. Caillois (1958) al incorporar la categoría de


Illinx para referirse a la importancia de las actividades de vértigo, de desequilibrio; este
grupo de prácticas ha adquirido un gran auge en los últimos años. Seguramente, la
novedad, el enfrentarse ante situaciones que cambian continuamente; desafiar un
entorno que nos traslada a situaciones de riesgo y de aventura, son algunos de los rasgos
que apasionan a los protagonistas.
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En este caso, el éxito de estas situaciones no reside en no tener problemas de visión, sino
más bien en saber obtener aquella información que resulta imprescindible considerar
para anticiparse a esa incertidumbre procedente del entorno de la práctica. El proceso de
descodificación se realiza sobre los mensajes que el medio emite
constantemente.

En esta categoría encontramos entre otros ejemplos, el surf, la vela, el parapente, el esquí
de fondo o el rafting. También se localizan los ejemplos de juegos psicomotores de
orientación, excursiones o treking por un bosque o recorridos en bicicleta de montaña por
la naturaleza.

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LAS SITUACIONES MOTRICES CON COMPAÑEROS, O CON


ADVERSARIOS O CON COMPAÑEROS Y ADVERSARIOS EN UN MEDIO
INESTABLE

En este grupo de situaciones motrices la sociomotricidad está unida a la incertidumbre del


medio físico. Igual que la categoría anterior también se corresponden con aquellas prácticas
denominadas de alta semiotricidad por la constante exigencia de descodificar la
información procedente del medio físico.

Además de la descodificación del medio, la presencia de interacción motriz con los otros
protagonistas también requiere que se descodifique los mensajes de los demás,
circunstancia que añade complejidad a la estructura de estas prácticas.

Estamos ante situaciones motrices donde el riesgo y la aventura se unen a la dinámica


propia de las prácticas sociomotrices.
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Cuando se trata de situaciones con adversarios, el antagonismo y la rivalidad favorece la


toma de decisiones, las situaciones de estrategia motriz y la necesidad de actuar
pensando en la metacomunicación sobre los demás. En este apartado nos encontramos con
los ejemplos de vela, esquí de fondo, competiciones con bicicleta de montaña
(BTT) o carreras de medio fondo por el bosque.

Tengamos en cuenta que los protagonistas por el hecho de poder ponerse delante de algún
contrincante en el esquí de fondo; del mismo modo en el caso de la vela un participante
puede dificultar la trayectoria de una embarcación contraria poniéndose en una situación
que origine un cambio en las maniobras de los adversarios...

Estas “interferencias” tienen suficiente entidad y entran dentro del concepto de


interacción motriz como para considerarlas de contracomunicación.

Cuando no existen adversarios, las comunicación motriz con los compañeros también exige
una importante toma de decisiones y un papel relevante en la estrategia motriz. En este
caso, a pesar de no haber competición, ni rivalidad con los demás la exigencia del medio
físico salvaje, requiere de una constante lectura de sus irregularidades para poder adaptarse
correctamente a los objetivos del grupo. Entre los muchos ejemplos destacamos
la vela con tripulación, la escalada en cordada por parejas o las excursiones en bicicleta.

Finalmente nos encontramos ante situaciones en las que existen compañeros y


adversarios en un medio incierto. Sin lugar a duda estas situaciones son las más
complejas, pues incluyen la presencia y combinación de todos los criterios Entre los
ejemplos destacamos los grandes juegos en plena naturaleza: juegos de pistas, lucha de
captura de adversarios o de robar el tesoro, lucha de pañuelos, juegos de stalking o
superación de una zona sin ser descubiertos, juegos de rol en vivo...

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

PARLEBAS, P. (1977) "Activités physiques et éducation motrice" a Dossier EPS núm 4


Selección de artículos.

PARLEBAS, P. (1981) Contribution a un lexique commenté en science de l'action motrice.


París: INSEP.

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