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1 “No es fácil que los pacientes nos crean cuando les señalamos ese sentimiento inconciente
de culpa. Saben demasiado bien de las torturas (remordimiento) en que se exterioriza un
sentimiento conciente de culpa, una conciencia de culpa, y por eso no pueden admitir que
albergarían en su interior mociones de esa clase sin sentirlas para nada. Opino que, en cierta
medida daremos razón al veto de los pacientes si renunciamos a la denominación “sentimiento
inconciente de culpa” por lo demás incorrecta psicológicamente (porque no corresponde llamar
“inconcientes” a los sentimientos) y en cambio hablamos de una “necesidad de castigo”(…)
(1824)Freud, S. Obras Completas, Amorrortu e. XIX, “El problema económico del
masoquismo” pág. 172
2 “Ahora bien, descender de las primeras investiduras de objeto del ello, y por tanto del
complejo de Edipo (…) lo pone en relación con las adquisiciones filogenéticas del ello y lo
convierte en reencarnación de anteriores formaciones yoicas, que han dejado sus sedimentos
en el ello. Por eso el superyó mantiene duradera afinidad con el ello, y puede subrogarlo frente
al yo. Se sumerge profundamente en el ello, en razón de lo cual está más distanciado de la
conciencia que el yo.” (1923) Freud, S. Obras Completas, Amorrortu e. XIX, “El yo y el ello”
pág. 49
3“El superyó debe su génesis a que los primeros objetos de las mociones libidinosas del ello, la
pareja parental, fueron introyectados en el yo, a raíz de lo cual el vínculo con ellos fue
desexualizado, experimentó un desvío de las metas sexuales directas. Sólo de esta manera
posibilitó la superación del complejo de Edipo. Ahora bien, el superyó conservó caracteres
esenciales de las personas introyectadas: su poder, su severidad, su inclinación a la vigilancia
1
Las adquisiciones filogenéticas del ello
La filogenia es un acopio de repeticiones regida por la compulsión que
forma parte de las necesidades pulsionales básicas de cada individuo.4 Las
pasiones que se reencarnen desde siempre serán: matar al padre, comerse
a los hermanos y ayuntarse con la madre. Dichos sedimentos de anteriores
formaciones yoicas se regeneran por medio de la fijación de las pulsiones a
la represión, la cual se repite en el individuo de cada generación y que da -
en consecuencia-, la disposición a reproducir un cuadro arcaico: la neurosis.
“En “Inhibición, síntoma y angustia”, Freud vuelve nuestra atención sobre las
represiones, diciendo que “el factor fijador a la represión es la compulsión de
repetición del ello inconsciente”5 (es decir, la atracción al incesto y su consecuencia
criminosa). Se cae en la cuenta de que este componente del ello –la compulsión de
repetición- ha estado activo desde la fundación misma de lo psíquico: en su
organización, el yo inconsciente ha varado al ello en la fijación de las pulsiones
(sustrayéndoles autonomía para quitarles poder, pero sin domeñarlas; su potencial
es solamente reducido a la latencia). “Lo reprimido (...) no es más que una parte
del ello”.6 // En la entraña de las resistencias del yo está la compulsión de
repetición (la incitación al incesto y la muerte). Las resistencias, cuya configuración
yoica cumple la función dinámica de defender al yo del asedio de mociones
pulsionales, son relativamente firmes hacia el mundo exterior y hacia el porvenir,
pero expugnables desde adentro, desde un pasado actualizado en su fijación. Las
mociones, que no pueden más que obedecer a la compulsión de repetición, son las
no fijadas, mientras que las que han sido reprimidas, no es que no obedezcan, sino
que en ellas no es tan evidente porque obedecen menos debido a dos factores: el
debilitamiento del factor fijador -compulsión de repetición consumido en el
cumplimiento de su función - y la ligadura (a la manera de una brida) que la fijación
conlleva.
Al designar Freud a la compulsión de repetición del ello inconsciente como factor
pulsional responsable de la fijación a la represión constitutiva del aparato psíquico,
p.144.
(1923) Freud, S. Obras Completas, Volumen XIX, “El yo y el ello” op. cit., p.26.
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2
no sólo le concede un carácter constructivo para el individuo sino también para la
especie. Esta suerte de memoria ancestral encontraría en el proceso de
configuración del yo la oportunidad de producir una alteración, intentando darle
forma y tiempo a lo que no la tiene. Los yoes de la filogenia, la especie en suma,
improntando al individuo, la compulsión al Edipo acerca del cual Freud le escribía a
Fliess, los Schema congénitos por vía filogenética procurando la colocación de las
impresiones vitales, triunfantes sobre el vivenciar individual. Yo no quiere incesto
(sobre todo porque amenazaría con disgregarlo), pero ello sí.”7
Siendo sus ascendientes las primeras investiduras del ello y la
compulsión,8 el superyó nace destinado a ser continente de la tragedia
edípica.
El parricidio e incesto consecuente, en la filogenia, tiene fueros
protectores. Esos crímenes perviven desde siempre, desentendidos de
cualquier legalidad. Es que se trata de actos de yoes anteriores que -al
devenir filogenéticos, resultan incategorizables. Pero durante la génesis del
superyó, la introyección de los primeros objetos de las mociones libidinosas
del ello, la pareja parental, impone el peaje de la desexualización. Las
intenciones pulsionales del ello hacia el objeto-madre y el objeto-padre
sufren un desarme: deponer las investiduras sexual-incestuosas equivale a
reconocer su capacidad criminosa. ’Enterado’ del peligro, el yo se apodera
de la severidad y la inclinación al castigo de los objetos parentales que ha
hecho suyos para darle vida a una instancia moral capaz de evitar la
tragedia. El superyó nace entonces, ‘sabiendo de la escena trágico-
incestuosa’ pero con la misión de desconocerla, olvidarla, negarla o
desmentirla. Por eso el aura que no lo abandona, tiene figuración en la Ley
del Talión, la consigna ineludible: -desde ‘daño por daño’, hasta ‘muerte por
muerte’.
Pero…
7
(2014) Giménez Noble, F. eXel Publishing, “Compulsión de repetición”, Cap. 6, pág 91
8“La leyenda de Edipo captura una compulsión {Zwäng} que cada quien reconoce porque ha
registrado en su interior la existencia de ella.” (1886)Freud, S. Obras Completas, Amorrortu
e. I, “Cartas a Fliess, carta 71, pág. 307
3
Gerard, de regreso de un viaje, avisa que no puede venir a análisis porque
tuvo un acevé al llegar. Pocos días después retoma sus sesiones con estas
palabras:
-Lo primero que quiero contarle es un sueño que tuve el día que llegué.
por teléfono, cuando le avisé que no podía venir… Fue así. Yo llegué muy
cansado el domingo, por más que viajé más cómodo, yo no duermo en los
venía mi hijo para ir a almorzar y cuando me levanto para abrirle, las llaves
pensé en ella, digo, que no lo pudo ver. Esas cosas. Ahora, para esta época
se cumple el año
-Yo nunca había viajado. Con ella siempre decíamos: con la diferencia
tenemos para otro viaje… Pero ahora… Y total, cuántos veces más podré
viajar. Y bueno.
-…
4
-Ojo, yo estoy bien. Me estudiaron todo, tengo los by-pass hace veinte años,
-Demasiado bien
-¿?
cambio, no
presencia de ella lo amenaza. Menos mal que pudo construír ese sueño
-El sueño logró –en parte, figurar como cumplido el deseo de mortificarse.
5
-Por la puerta. En el sueño la puerta se abre al revés. Para el otro lado. La
consecuencias de un acevé…
Supuestos y discusiones
su sueño.
9
(1900)Freud, S. “La interpretación de los sueños” Amorrortu e. IV, cap 1, pág.60
10
“ “ “ “ “ “ “ “…está
comprobado que el interior del cuerpo pasa a ser, en estados patológicos, fuente de estímulos
oníricos…”
11
El subrayado es mío, a fin de resaltar la coincidencia de este autor con la interpretación –en
el sueño de Gerard, del motivo que guió a la desfiguración onírica, a figurar el cierre de la
puerta hacia el lado contrario.
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Pero como las investiduras son oriundas del ello12 y portavoces de su
resulta evidente que -de las dos alternativas- la que le representa al ello un
poder del ello, el cual sentirá las defensas del yo como una limitación.
esta última. Pero en realidad, la bofetada y el guante las recibe el ello. Así
sobre el yo maduro.
sueño del pequeño Sergei Pankeief, que -al precio de contraer una
12
(1923) Freud, S. “El yo y el ello”, Amorrortu e. XIX, Cap. III, pág. 31: “…las investiduras
parten del ello que siente las aspiraciones eróticas como una necesidad.”
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Desexualización
14
(1923) Freud, S. “El yo y el ello”, Amorrortu e. XIX, Cap. V, pág. 52
15
(1923) Freud, S. “El yo y el ello”, Amorrortu e. XIX, Cap. III, pág. 36: “ El superyó
conservará el carácter del padre, y cuanto más intenso fue el complejo de Edipo y más rápido
se produjo su represión (por el influjo de la autoridad, la doctrina religiosa, la enseñanza, la
lectura), tanto más riguroso devendrá después el imperio del superyó como conciencia moral,
quizá también como sentimiento inconciente de culpa, sobre el yo,”
7
*Ningún yo llega a ser yo, sin contraer una deuda que sólo se salda
con infortunio.
“…de una identificación con otra persona que antaño fue objeto de una
Cabe reiterar que los dos senderos señalizados por Freud para la
entrega melancólica.
16
(1923) Freud, S. “El yo y el ello”, Amorrortu e. XIX, Cap. V, pág. 51:
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