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Cuaderno094 - Consensualismo y Gobierno Político PDF
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
1. Justificación objetiva: ¿por qué John Rawls y no otro autor? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .5
2. La metodología de la investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .6
Nota Biográfica
En la actualidad, María Alejandra Vanney se dedica principalmente a la investiga-
ción en el área de la Filosofía Política. Cursa el Programa de Doctorado en Gobierno y
Cultura de las Organizaciones del Instituto de Empresa y Humanismo, Universidad de
Navarra. Es Master en Gobierno de las Organizaciones del mismo Instituto (2004).
Anteriormente investigó y publicó acerca de temas relacionados con los procesos
regionales de integración: en 1999-2000 realizó un Postgrado sobre Integración Euro-
pea (Krajowa Szkola Administracji Publicznej, Escuela Nacional de Administración
Pública de Varsovia y École Nationale d’Administration de París), y en 1998-1999 cursó
un Master en Estudios Europeos (Universidad de Varsovia y Universidad de Maas-
tricht). Es abogada (Universidad Católica Argentina, 1992) y Magister en Derecho (Uni-
versidad de Varsovia, 1996-1998).
Su actividad académica comenzó en 1997 en la Universidad de Varsovia, donde
dictó durante varios años la asignatura de postgrado “Procesos de integración en Amé-
rica Latina”. Actualmente es Profesora Adjunta en la Cátedra de Contratos Civiles y
Comerciales de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral (Argentina).
Ha participado en numerosos congresos internacionales sobre temas relacionados
con el Derecho Internacional y la Cooperación al Desarrollo (España, Escocia, Hungría,
Ucrania, Suecia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo e Irlanda), y presentó comunicaciones
en cinco de ellos.
I. INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I
TEORÍAS DE LA JUSTICIA Y DE LA LEGITIMACIÓN
CAPÍTULO II
ANTECEDENTES HISTÓRICO-FILOSÓFICOS DEL
CONTRACTUALISMO CONTEMPORÁNEO
nerse a todos e integrada por una absoluto, que gobierna todos los
o varias personas. Por tanto, la centros de poder sin estar someti-
voluntad de la autoridad, y el do a leyes civiles, ni obligado
poder de obligar coactivamente al hacia los ciudadanos y que con-
cumplimiento del acuerdo que centra los tres poderes caracterís-
supone, tiene su origen en la deci- ticos del Estado Moderno.
sión voluntaria de los hombres de Hobbes concibe la libertad de
someter sus voluntades a otra los ciudadanos como “aquella
voluntad exterior a ellos, de tal parte del derecho natural que las
modo que la coacción que reciban leyes civiles permiten y dejan a
por parte de la autoridad sea discreción de los ciudadanos.
objetiva y se reparta igualitaria- [Éstos] se entorpecerían si no
mente entre todos ellos34. Así, en hicieran nada que no fuera orde-
la doctrina de Hobbes, la búsque- nado por la ley, [pero] si lo hicie-
da de seguridad y de felicidad que ran todo sin sujetarse a la ley se
los hombres llevan a cabo es la disiparían, y gozan de tanta más
causa primaria del nacimiento del libertad, cuanto más puntos que-
Estado Moderno. Este consenti- den indeterminados por las
miento mayoritario en el pacto leyes”36.
obliga a todos. La necesidad de la
obligación de obediencia provoca 2. El contractualismo de John
la creación del Estado. Sin embar- Locke
go, sostiene Hobbes, “la obliga-
ción de prestar esa obediencia, no En la segunda mitad del siglo
nace inmediatamente del pacto, XVII, aparece en Inglaterra la obra
mediante el cual hemos transferi- de John Locke, que defiende la
do al Estado todo nuestro dere- existencia de unos derechos cons-
cho, sino mediatamente, esto es titucionales y la necesidad de
porque sin ella no se podría ejer- establecer límites a la monarquía.
cer el derecho de mandar y, por Locke parte también de la idea de
tanto, no se hubiera instituido el un estado de naturaleza concebi-
Estado”35. Se trata de un Estado do como estado de libertad e
CAPITULO III
LA TEORÍA DE LA JUSTICIA DE JOHN RAWLS
Los hechos que constituyen las Esta referencia que Rawls hace
circunstancias de la justicia per- a los derechos fundamentales y a
miten a Rawls llegar a una prime- los beneficios anuncia una impor-
ra descripción de esta virtud: la tante simplificación del problema
justicia es el conjunto de princi- de la justicia, que es posible gra-
pios “que se ocupan de las preten- cias a lo que él designa como teo-
siones contrastantes en relación ría parcial del bien (thin theory of the
con las ventajas que se obtienen good). La cuestión radica en que si
por medio de la cooperación el problema de la justicia es la
social”74. Si bien con esta defini- distribución de bienes, ¿por qué
ción no se llega todavía a determi- no considerar únicamente algu-
nar cuáles son esos principios, se nos de ellos? La respuesta de
alcanza a fijar al menos una defi- Rawls es que, al obrar así, se pre-
nición funcional de justicia seña- supone que algunas cosas son
lando la misión que cumple. Una buenas, y existe por tanto el ries-
misión que, para Rawls, está pre- go de que se imponga a los ciuda-
supuesta en todos y cada uno de danos una determinada visión del
los modos sustanciales en que los bien, cuando lo que debe consi-
hombres conciben la justicia. En derarse como tal depende, en rea-
efecto, “decir que cada uno de lidad, del proyecto de vida que
ellos posee una concepción de la cada uno haya elegido libremen-
justicia (...) significa decir que se te. Este riesgo se puede evitar si
encuentran dispuestos a recono- se toman en consideración todos
cer y afirmar la necesidad de un los “bienes principales”76. Estos
conjunto específico de principios bienes, “agrupados en grandes
que asignen los derechos y debe- categorías, son derechos y liberta-
CAPÍTULO IV
CRÍTICAS A LA TEORÍA DE LA JUSTICIA Y RECEP-
CIÓN EN EL LIBERALISMO POLITICO
mento, llega a decir que tal vez el en que los mismos bienes pueden
principio de rectificación signifi- afectar a los distintos individuos.
que que, como castigo a esos
Los puntos en común entre
pecados (las injusticias históricas
Rawls y Dworkin son claramente
cometidas), resulte necesario un
mayores que sus diferencias.
Estado intervencionista, que
Dworkin se preocupa más bien
organice la situación y permita
por perfeccionar la visión pro-
recomenzar con el proceso que
puesta por Rawls. La principal
desarrolla su teoría.
diferencia reside en los alcances
de la teoría, que para Dworkin
3. La Teoría de la Justicia como debe ser más amplia: resulta
“insuficientemente igualitaria”
demasiado insensible a las dota-
(Ronald Dworkin y Amartya Sen)
ciones propias de cada persona y
Las teorías igualitaristas se no es suficientemente sensible a
dirigen a atacar la teoría de la justicia las ambiciones de cada uno. Su
como un planteamiento incapaz propuesta intenta superar ambos
de hacer realidad su promesa ini- inconvenientes.
cial de igualdad. El hecho de que la teoría de
Ronald Dworkin procura mos- Rawls resulte demasiado insensi-
trar que la concepción de Rawls ble a las dotaciones de cada uno
falla tanto por hacer responsables se explica porque los dos princi-
a los individuos de situaciones de pios rawlsianos dejan lugar a que
las que no lo son, como por no algunos sujetos se encuentren en
hacerlos responsables de otras desventaja por circunstancias que
que sí están bajo su control. no controlan. Esto sucede porque
Amartya Sen, por su parte, cues- la teoría de la justicia “define la
tiona la métrica igualitaria escogi- posición de los que están peor en
da por Rawls, la igualdad de términos de la posesión de bienes
“bienes primarios”, concentrada primarios de tipo social- por
en ciertos bienes “objetivos”, sin ejemplo, derechos, oportunida-
tener en cuenta el modo diferente des, riquezas- y no en términos de
tica verdadera, adecuada al apeti- los actos de cada una de las virtu-
to rectificado hacia el bien común des, sino solamente aquellos que
político. son referibles al bien común, sea
Ahora bien, y refiriéndonos ya inmediatamente (...), sea media-
más concretamente a nuestra tamente”125.
cuestión, Tomás de Aquino preci- Pero más relevantes todavía
sa de qué modo la ley positiva, son los textos de Tomás de Aqui-
promulgada por la autoridad polí- no respecto al caso inverso, es
tica, puede ordenar la conducta decir, a la cuestión de si la ley
de los ciudadanos hacia la virtud y jurídica debe prohibir o no la tota-
el consiguiente bien moral. “La lidad de los vicios. En el caso
ley humana -escribe a este res- especial de la ley jurídica, afirma
pecto el Aquinate- se ordena a el Aquinate, ella “se impone a una
regir la comunidad de los hom- multitud de hombres, una gran
bres entre sí. Pero los hombres se mayoría de los cuales es imper-
relacionan unos con otros por los fecto en la virtud. Por ello, la ley
actos exteriores con los que se humana no prohibe todos los
comunican unos con otros, y esta vicios, de los cuales se abstienen
comunicación pertenece a la los virtuosos, sino sólo los más
razón de justicia, que es propia- graves, aquéllos que la mayor
mente la directiva de la sociedad parte de la multitud puede evitar
humana. Por esto -concluye Santo y, sobre todo, los que van en per-
Tomás- la ley humana no impone juicio de los demás, sin cuya pro-
preceptos sino actos de justicia; y hibición la sociedad humana no
si manda algún acto de las otras podría sostenerse”126. Y concluye
virtudes, es sólo considerándola afirmando que “la ley humana
bajo la razón de justicia, tal como pretende inducir a los hombres a
lo evidencia el Filósofo en el libro la virtud, no repentina, sino gra-
V de la Ética”124. Y en otro lugar dualmente. Por eso no impone
aclara aún más la cuestión, cuan- desde un principio a la multitud
do dice que “la ley humana no de los imperfectos obligaciones
prescribe lo concerniente a todos propias de los ya perfectos”127.
CONCLUSIONES
dad más propia, y a la vez posea cionismo. Así, sostiene que, para
todos los conocimientos genera- la elección de una determinada
les necesarios para la elección. concepción de la justicia, lo ideal
sería que los participantes se
Asimismo, se parte de la base
basasen en el estudio sustantivo
de que tras el velo no se da la
de cada una de las posibles opcio-
envidia: supuesto no justificado
nes. Pero como este método pre-
por Rawls y claramente irreal139.
senta graves dificultades, funda-
En el mismo sentido, Habermas
mentalmente, la de describir la
se pregunta: ¿por qué tendríamos
capacidad intelectual de las par-
que creer que los dos principios
tes de modo que puedan recono-
de justicia son vinculantes? y res-
cer la concepción óptima, a Rawls
ponde acertadamente que “la le parece preferible que se siga el
cuestión decisiva en la justifica- procedimiento de elegir entre una
ción de los dos principios de jus- breve enumeración de alternati-
ticia más altos no depende tanto vas posibles. Así, lo que era un
de las deliberaciones en la posi- problema de valoración se trans-
ción original cuanto de las intui- forma en un problema de elec-
ciones y los conceptos básicos ción, que es mucho más fácil de
que guían el diseño de la propia tratar con las teorías sobre deci-
posición original”140. En este caso, sión en situaciones de incerti-
la pregunta natural -que también dumbre.
se formula Habermas- es: ¿de
La relación de posibilidades en
dónde sacan la fuerza normativa
la elección de una posición original
tales concepciones? ¿Por qué tie-
se reduce, en la práctica, al utilita-
nen que ser justamente estas con-
rismo y a una combinación del
cepciones sustantivas y no otras?
primer principio de Rawls con el
Rawls no ofrece respuesta.
principio utilitarista del prome-
A la hora de analizar otras dio. Entre las ausencias notables
alternativas, Rawls señala las parece que habría que destacar la
insuficiencias que, a su criterio, teoría de la justicia perfeccionista
tienen el utilitarismo y el perfec- de raíz aristotélica. Pero, en opi-
NOTAS
101 Sen, A. (1993), p. 31. 116 En este sentido afirma que “al discu-
102 Sen, nacido en la India (actual terri- tir las esencias constitucionales y los
asuntos de justicia básica, no podemos
torio de Bangladesh) y educado en Ingla-
apelar a doctrinas religiosas y filosóficas
terra y Estados Unidos, tuvo la posibili-
comprehensivas, a lo que, como indivi-
dad de conocer la diferente valoración
duos, o como miembros de asociacio-
que se otorga a bienes determinados
nes, creemos que es la verdad global,
según la situación de la sociedad en la
que se está inmerso. sino que debemos acudir a verdades
generalmente aceptadas”. Rawls, J.
103 Sen, A. (1999), p. 17.
(1996), pp. 259-260.
104 Sen, A. (1993), pp. 31 y 46. 117 Rawls, J. (1996), p. 230. Con respecto
105 Sobre el movimiento comunitarista, a la “razonabilidad” de las doctrinas
Véase Naval, C. (1995), p. 59 y ss. comprehensivas, Rawls afirma que algu-
106 Taylor, C. (1979). nas de ellas pueden contener elementos
“irrazonables”. A modo de ejemplo,
107 Sandel, M. (1982). acude a la cuestión del aborto, que abor-
108 Walzer, M. (1983). da en sentido sustantivo, atacando las
mismas bases de su construcción forma-
109 MacIntyre, A. (1981).
lista. En este caso, la decisión de la
110 Taylor, C. (1985), p. 210. madre de abortar constituiría un princi-
111 Para Taylor, las elecciones más pio de justicia básica. Rawls, J. (1996),
pp. 278 y 279, nota 32.
importantes, los juicios morales y, en
definitiva, la propia identidad, se moldean 118 Rawls, J. (1996), p. 226 y nota 11 de p.
y constituyen dialógicamente a través de 43. Citado en: Ollero, A. (2001), p. 31.
las relaciones que establecemos con el 119 Rawls, J. (1996), pp. 36-38.
resto de los miembros de nuestra comu-
nidad. 120 Dworkin, R. (1977), pp. 198 y ss.
112 Mulhall, S. y Swift, A. (1992), p. 77. 121 Esta es la opinión de George, R.
113 En la familia, explica Sandel, la justi- (1995), pp. 28 y ss.
cia no es necesaria porque existen 122 Acerca de estos filósofos, véase
“entendimientos compartidos” entre sus Gajil, R. (1994).
123 Tomás de Aquino, Summa Theologiae, 136 Véase Spaemann, R. (1989), prólogo
I-II, q. 92, a.1, ad. I de Alvira, R. (p. 14) y pp. 144-145.
124 Tomás de Aquino, Summa Theologiae, 137 Alvira, R. en el prólogo a Spaemann,
I-II, q. 100, a.2. R. (1989).
125 Tomás de Aquino, Summa Theologiae, 138 Olvida Rawls, que lo propio del hom-
I-II, q. 96, a. 3. bre es lo que Leonardo Polo llama “lo
126 Tomás de Aquino, Summa Theologiae, imprevisible”: “Aunque el hombre lo pre-
tenda esquivar, no se puede negar la
I-II, q. 96, a.2.
aparición de lo imprevisible. De hecho,
127 Tomás de Aquino, Summa Theologiae, gran parte de lo imprevisible se cifra en
I-II, q. 96, a.2, ad. 2. que la experiencia de cada uno no es
128 Véase Lafont, G. (1964), p. 253. transmisible a los demás (...) El surgi-
miento de las novedades hace que la
129 MacIntyre, A. (1987), p. 95. vida del ser humano no sea una línea
130 Nisbet, R. (1981), p. 256. recta. (...) Cuando el hombre se encuen-
tra con problemas nuevos, muchas veces
131 Devlin, P. (1965), pp. 102-123. se esfuerza en resolverlos con procedi-
132 Sobre la noción de autonomía, véase mientos antiguos que no sirven para
encarar la novedad”. Véase Polo, L.
Millán Puelles, A. (1995), p. 106 y ss.
(2001), pp. 23-25.
133 Para mayor detalle acerca de la crisis
139 Kukathas, C. y Petit, P. (1992), p. 26.
del saber político, véase Innerarity, D.
(1990), p. 166 y ss. 140 Habermas, J. (1995), p. 119.
134 Laswell, H. (1952), p. XI. 141 Rawls, J. (1996), p. 243.
135 Véase Rassam, J. (1980), p. 233 y ss. 142 Kukathas, C. y Petit, P. (1992), p. 12.
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