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LA VIDA

1. LA VIDA

Descubrir la verdad sobre el hombre suspende el ánimo y


causa ad- miración Sin embargo, ese descubrimiento no puede
ser repentino: exige un largo familiarizarse con su modo de ser
y actuar. Y es que la realidad humana es tan rica y compleja
que no puede abarcarse con una sola mirada. Es necesario
aproximarse a ella poco a poco, desde diversas perspectivas.
La más fundamental e imprescindible para comenzar es su
consideración co-mo ser vivo. De esta condición nacen sus ca
racterísticas más básicas, que nos llevan a comprender lo que
el hombre tiene de común y de diferente con los animales, y
sobre todo nos dan a conocer su constitución y organiza-ción
interna, gracias a la cual puede después actuar de la forma en
que lo hace. Se trata por tanto de una perspectiva psicológica,
desde la cual apare ce como un ser vivo dotado de f acultades
y funciones determinadas. Dicho de otro modo: primero es
necesaria una «anatomía» de la constitución de la perso-na.
Sólo después seremos capaces de entender la «fisiología» y la
posible «patología» de su vida.

Así pues, come nzaremos analizando qué define a un ser vivo.


Los seres vivos, y por tanto también los hombres, se
diferencian de los inertes en que tienen vida. El fenómeno
vida indic a, comúnmente, un movimiento no trasmitido,
espontáneo, originado dentro del mismo ser.
Las ciencias experimentales y, en especial la biología,
estudian los fenómenos vitales que se desarrollan dentro de
porciones limitadas de m a- teria extremadamente compl ejas e
incesantemente cambiante, manifestan-do sus características
distintivas: su metabolismo, es decir, su continua re-novación
mediante la asimilación de materia del exterior y eliminación de
residuos; la individualidad de la vida que se presenta como un
organismo, dotado de órganos morfológicamente y
funcionalmente diferentes, propor- cionados y coordinados entre
ellos; la diferenciación específica de la mate-ria viviente por la
que cada ser vivo deriva de otro de otros de su misma especie;
la vitalidad y la adaptabilidad como capacidad de cambiar para
po-der vivir en condiciones profundamente diferentes a aquellas
en las que el mismo organismo había vivido anteriormente; la
capacidad de reacción, es decir, de respuesta a los estímulos
ambientales; la delimita ción de la exis-tencia del organismo en
un ciclo vital determinado; la autorregulación por la que cada
parte individual se desarrolla y funciona al servicio de un todo,
mediante el gobierno, la moderación y la coordinación de cada
una de las funciones del organismo. Habiendo enumerado los
principales fenómenos vitales, una síntesis de ellos sirve para
dar una noción de la vida y del ser vivo: es un sistema
abierto dentro del cual se establece un equilibrio
complejo de flujos, dotado de individualidad y capaz de
intercambio con su medio.

2. CARACTERÍSTICAS DEL SER VIVO


Qué significa tener vida puede resumirse en cinco caracte
rísticas que saldrán muchas veces a relucir a lo largo de
estas páginas, y que, como puede verse, están muy en la base
de lo que significa vivir. Por eso configu- ran aspectos centrales
de la existencia humana:

1. Vivir es, ante todo, moverse a uno mismo, a


utomoverse. Esta es una vieja definición del ser vivo: lo vivo es
aquello que tiene dentro de sí mismo el principio de su
movimiento, lo que se mueve «solo», sin necesidad de un
agente externo que lo impulse. Se puede añadir a esto que vivir
es un modo de ser, porque esta característica del
automovimiento afecta radicalmente a quien la tiene, llega
hasta el mismo fondo de lo que son: «para los vivien- tes, vivir
es ser» .

2. La segunda característica de la vida es la unidad: todos


los seres vivos son unos. Las piedras son unas en mucha
menor medida que los ani-males, porque no se cuentan por su
número, sino por su peso. En cambio, los seres vivos, las cabe
zas de ganado por ejemplo, se cuentan por su número, es
decir, por individuos, porque el individuo, el ser vivo, es uno
todo él. Los seres vivos no pueden dividirse o partirse sin que
mueran y dejen de estar vivos. Incluso los que se reproducen
por bipartición origi-nan dos individuos nuevos, difere ntes al
original.

3. La tercera característica de la vida es la inmanencia.


Esta palabra procede del latín in-manere, que significa
permanecer en, es decir, quedar dentro, quedar guardado.
Inmanente es lo que se guarda y queda dentro y re-dunda en
beneficio del propio ser vivo. Así, las acciones inmanen tes
son aquellas cuyo efecto queda dentro del sujeto: los seres vivos
reali zan operaciones inmanentes porque en todo ellos existe un
“dentro”, una “interioridad”, que es el origen de su actuar y cuyo
efecto beneficia al mismo viviente; les hace ser más “sí
mismos”. Por ejemplo: comer, leer, llorar, dormir son operacio-
nes inmanentes, que quedan para el que las ejecuta, aunque
desde fuera se vean. Un ser inerte no tiene interioridad; l as
piedras no tienen un dentro, por eso no lloran, ni comen, ni
duermen.

4. La cuarta característica es la autorrealización. Lo vivo


camina y se distiende a lo largo del tiempo hacia una plenitud
de desarrollo, o hacia la muerte: hay, pues, un despliegue, un
hacerse efectiva la potencia o capaci-dad, un crecimiento. Así,
el viviente se diferencia de lo no viviente porque su actividad le
hace crecer y ser novedoso, su obrar le “añade” algo a su mis-
mo ser. Esta fuerza dinámica del viviente ser realiza con un
orden, un pro-grama, un equilibrio, que coincide con su ser, con
su ser uno, y con el de-sarrollo de “su mismo ser”.
De esta forma, los seres vivos tienen lo que los clásicos
llamaron te- los, que quiere decir: fin, perfección, plenitud.
Hay un ir realizándose a lo largo del tiempo, que corre a
cargo del propio viviente. Vivir es crecer.

5. Por último, la vida tiene un ritmo cíclico y armónico;


es decir, su movimiento se repite, vuelve una y otra vez a
empezar, y se va desplegando a base de ritmos repetidos,
cuyas partes están internamente proporcionadas unas con
otras, hasta formar un todo unitario (la armonía no es otra
cosa que este orden y proporción interna de las partes en el
todo): todo ser vivo nace, crece, se reproduce y muere, y
después viene otro, e n otra primavera, ve-rano e invierno, y
así su cesivamente.
El movimiento cíclico de la vida está basado y depende
de los ciclos cósmicos, que son movimientos circulares
repetidos de los astros (en primer lugar, del sol, la Tierra y la
luna). El universo no tiene un movimiento l i-neal.

3. LOS GRADOS DE VIDA: VEGETATIVA, SENSITIVA, INTE-


LECTIVA

Aunque los seres vivos comparten las características enunciadas


en el epígrafe anterior, no todos son iguales, es decir, no todos
viven de la mis- ma manera. Hay en ellos una gradación, una
escala sucesiva de perfección en sus formas de vida cuyos
detalles estudia la zoología. Esta escala se pue-de dividir según
los grados de inmanencia. Cuanta mayor es la capacidad de un
ser vivo de guardar dentro de sí una ope ración, mayor es su
nivel in- manente. Comer una manzana, refunfuñar, y pensar
en alguien, son tres grados diferentes de i inmanencia, de una
perfección cada vez mayor.
Sin embargo, no sólo la inmanencia, sino también las
restantes ca- racterísticas de la vida se dan en los seres vivos
superiores en grado más perfecto que en los inferiores. En los
superiores hay más movimiento, más unidad, más inmanencia
y mayor autorrealización que en los inferiores.
Esta jerarquía en la es cala de la vida se puede dividir en
tres grados, que vamos a describir someramente a continuación,
enumerando ya algunas difere n-cias importantes entre ellos:

3.1 La vida Vegetativa


El primer grado es la vida vegetativa, propia de las plantas y
todos los animales superiores a ellas. Tiene tres funciones
principales: la nutri-ción, el crecimiento y la reproducción.
En la nutrición, lo inorgánico exterior pasa a formar par te de la
uni-dad del ser vivo. Este hace suyo parte del mundo
circundante, incorpora a
sí lo que antes le era extraño, si bien, al precio de la
destrucción de la cosa .
La nutrición se subordina al crecimiento, identificado antes
con la autorrealización; tanto ésta como la alimentación
implican que la vida está en movimiento y que es un cambio
constante.
En la reproducción consiste en la aparición de un
ser que antes no estaba, que antes no era; consiste en
ser capaz de ori ginar una réplica de uno mismo: otro
ser vivo de la misma especie. Los seres que no se repr
o- ducen sexualmente «desaparecen» en sus crías.
En cambio, los que lo hacen sexualmente tienen un
subsistema corporal especializado para ello, que les
permite seguir existiendo después de reproducirse, con
lo que se independizan a sí mismos de esa función: «en
la escala de la vida, la rele- vancia del individuo y su
independencia frente a la especie es cada vez mayor
has-ta llegar al hombre, en el que la relevancia de la
autorrealización indivi-dual excede plenamente la de la
especie.

3.2 La vida Sensitiva


El segundo grado es la vida sensitiva, que distingue a los
animales de las plantas. La vida sensitiva consiste sobre
todo en tener un sistema percep-tivo que ayuda a
cumplir las funciones vegetativas. La captación se realiza
mediante el conocimiento sensible o sistema perceptivo.
Si los animales preten-den comer, seguir creciendo,
perpetuar la especie, precisan de la ayuda de los
sentidos, que les dan noticia tanto del mundo que les
rodea como de sí mismos. En la medida en que saben de
sí, o se “sienten” como necesitados (por ejemplo
hambrientos, con calor, o movidos por un impulso
sexual) se ponen en condiciones de cumplir con la
finalidad de las funciones vegetati-vas. Lo que queda
claro es que el alma sensitiva está más “abierta” que la
vegetativa: su princ ipio formal no puede dedicar se
únicamente a formalizar su cuerpo porque en ese caso
no sobreviviría. Tiene que de alguna manera “ser más”
de modo que pueda abrirse al mundo que le va
proporcionando lo que necesita.
Los medios de los que se sirve el animal para
conocer, se les suelen llamar sentidos, los cuales dan
distintos grados de conocimiento al vivien-te. De otro
lado, también se verá cómo es que todos los datos
aportados por los sentidos se unen el sujeto que siente,
porque hay un alguien que es el que ve, toque, y huela.

3.3 La vida Intelectiva


El tercer grado de vida es la vida intelectiva,
propia del hombre. En ella acontece algo muy singular:
se rompe la necesidad o automatismo del cir-cuito
estímulo-respuesta «Por encima de los animales están
los seres que se mueven en orden a un fin que ellos
mismos se fijan, cosa que es imposible de hacer si no
es por medio de la razón y el intelecto, al que
corresponde co-nocer la relación que hay entre el fi n y
lo que a su logro conduce, y subo r-dinar esto a aquello.
Por tan to, el modo más perfecto de vivir es el de los
seres dotados de intele cto, que son, a su vez, los que
con mayor pe rfección se mueven a sí mismos». Las
características propias y diferencia les de este grado
superior de vida son las siguientes:

a) El hombre elige intelectualmente sus propios


fines, aunque no todos, pues evidentemente conserva
los específico -vegetativos, propios de la es-pecie, y por
tanto de todos los individuos de ella. Además de esos
fines es-pecíficos, también se da a sí mismo otros fines
que son exclusivamente in-dividuales, es decir, que
otros individuos de su especie no tienen, aunque todos
los hombres comparten un fin común y último: la
felicidad.

b) En el hombre, los medios que conducen a los


fines no vienen dados, ni siquiera los referidos a fines
vegetativos, sino que hay que encontrarlos (los medios
elegidos para lograr una cosa no siempre resultan
adecuados; en tal caso se pueden usar otros). Hay,
pues, separación de medios y fines: una vez que los
fines han sido elegidos, o vienen ya dados por la vida
vegetati-va hay que elegir o «inventar» también los
medios, es decir, la manera de alcanzarlo

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