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Redacción: Notas de actuali­

z a — David a . Salzberg: Rl
"arquismo, concepción social y
«osófica. permite la rompr^n-
¡JOn y la solución de los p ro­
blemas humanos. —T on i Gibson:
reducción de alimentos y p o­
tación— Hispanius: l f n ideario
'fjo c .m » España,—Luce Fab-
frl: Democracia, liberalismo,
■ccialismo y anarquismo.—D oc-
•or Pedro Vallina: *3 infierno
'erde. Paludism:; o malaria.—
■«tz Brupbacher: Marx y Ra-
■'unin (folletón encuadernablei.
Campio Carpic: Tres maestros
lustres.—B. Milla: Tiem po de
‘*Uio.—Bernardo Pou: Al m ar-
» de una polém ica. La de-
adencia del sindicalismo en
Rancia.—J. Lazarte: listado »
”<ter.—J. Carmona Blanco:
‘usencia y presencia de Miguel
■efnández.—J. Coll de Gussem:
■•o que perturban los muertos.
'•Portada de D. Rivera: e n la
'ntracubierta. poesía de José
!art¡.

Ayuntamiento de Madrid
(a 1 líJ le n iu a t
R e c ie n te m e n te , e l c in e y las in fo rm a c io n e s han p u e s to d e m o d a la
fig u ra d e l g u e rr ille ro a g ra rio E m ilia n o Z a p a ta . El re tra to e s p iritu a l d e l
c a m p e sin o re b e ld e les ha s a lid o p á lid o a los cineastas, y el lin e a d o fís ic o ,
d e m a s ia d o e u ro p e o a los p u b lic ita rio s .
E m ilia n o Z a p a ta — q u e la versión b u rg u e s a d is tin g u e con el falso
h o n o r d e G e n e ra l — , ni e n le y e n d a p u e d e ser a rra n c a d o a su p u e b lo ,
a la e n tra ñ a d e su p u e b lo , p o r el cu a l y con el cual se la n zó al m o n te
c o n tra el tira n o P o rfirio D ía z y c o n tra los sucedáneos d e esa e x tin ta
tira n ía . Su g r ito d e ¡T ie rra y L ib e rta d ! cla m a b a ig u a ld a d y d e re c h o ,
posesión d e la tie rr a , y d e l pan d e la tie rra y d e l a ire lib re q u e la
a u re o la , besa y v iv ific a . T ie rra y L ib e rta d fu é la voz re b e ld e de|. in d io ,
q u e no c o m p re n d e d e leyes a n o ser la le y d e l fra n c o v iv ir.
El p in c e l d e D ie g o R iv e ra s o rp re n d ió al « z a p a tis m o » en su e sta d o
d e p u re z a y d e b ra v u ra . Esto sí q u e es in d io y lib r e , esto sí q u e es a rro jo
y ju s tic ia se lvá tica .
D e s g ra c ia d a m e n te , d e la gesta za p a tis ta n o q u e d a n más q u e el
re c u e rd o y las p in tu ra s .

LAPENSÉE(HINOISEETSONROLE
DANS

LA GRANDE SYNTHÉSE HUMAINE


REVISTA MENSUAL
por P aul G IL L E DE SOCIOLOGIA. CIENCIA
Y LITERATURA
Se tra ta d e un b re v e e s tu d io d e psico ­
Comisión de Redacción: José
lo g ía , e n d o n d e , d e una m anera clara Peirats, Juan Ferrer, Federica
y co n cisa , q u e d a re fle ja d o el fo n d o m o­ M ontseny.
ra l q u e ha c a ra c te riz a d o , d e sd e los tie m ­ Adm inistrador: F. M ontseny, 4,
pos más re m o to s , la filo s o fía d e los p e n ­ rué B elfort, TOULOUSE (Haute-
Garonne).
sadores chinos. Es una e x p o s ic ió n o b je ­ Precios de suscripción: Francia,
tiv a q u e ha d e in te re s a r a to d o a q u e l 204 francos trimestre: Exterior,
q u e se co m p la zca en e s tu d ia r la e v o lu ­ 240 francos.
Número suelto, 80 francos.
ción d e l p e n s a m ie n to é tic o a l tra vé s d e
Paqueteros, 15 por 100 de des­
los tie m p o s y d e los p u e b lo s . cuento a partir de cinco ejem­
Este o p ú s c u lo , in c lu id o s gastos d e e n ­ plares.
v ío , se s irve a 6 0 fra n c o s . P e d id o s a Giros: «C N T», hebdomadaire.
C.C.P. 1197-21, 4, rué Belfort,
« C E N IT » , 4 , rué B e lfo r t. T oulouse
TOULOUSE (Haute-Garonne).
(H a u te -G a ro n n e ).
Ayuntamiento de Madrid
K fV iS T A P £ S O C I O I O O I A , C IE N C I A Y U T E S A I U R A
T o u lo u s e , a b r il 1 9 5 3 kj° oo

Notas de actualidad
D E L F A L L E C IM IE N T O DE S T A L IN AL N O F A L L E C IM IE N T O D E F R A N C O

C
UANDO un hom bre ha sido endiosado —ge­
su obra de perversión queda. Trabajo habrá para
neralm ente por sus m ínim as cualidades y desvirtuar sus nocivos efectos, y n o obstante, ha-
por sus grandes defectos— asom bra a las bra que continuarlo.
gentes que el diocesiUo ¡pueda m orir cual
misero gusano. Cruda la realidad, im pla­
cable la ley de vida. L o único que n o mue­
NEMIGOS de los sistemas de fuerza, nada
re es lo que no h a nacido.
Stalin com o todos los dictadores, fué un hombre
E tenemos que aponer al desarrollo de la
existencia humana. Y a m ejor decir, pug­
em pujado por los acontecimientos, n o un p rodu c­ nam os por la destrucción de aquellos pa­
tor de estos. Situado en segunda fila en el Partido ra beneficiar a esta.
maximaiista, se fu é situando p or dotes de intrigan­
te m as que p or gloria de luchador. Uno a uno, sus , ^ anco’ hom bre que .por sus dotes per-
rivales interiores —Zinoviev, Radek, Trotski. fue­ 5 ® a les. “ adquiere ningún relieve, ha tenido la
ron violentamente eliminados, quedando él —el ex- desgracia de concretar en sí cu a n to de falso, ruin v
revolucionano gregoriano— en dueño absoluto de “ Í ^ ; ble es capaz de anidar en el alm a española,
un país som etido & uno de los m ás duros absolu­ voceador con tra lo «ro jo », ha sido el sta lin gris el
tismos. verdugo confesional que la grey m illonaria y cris-
A pesar de su sistem a de gobierno, el pueblo ruso tera h a im puesto a un pueblo m erecedar de meior
10 n a considerado un m al necesario, una verruga suerte. T od o lo impositivo, cruel, arrogante e insu­
antiestética, pero conveniente a su cuerpo social. frible, h a sido fijado en la grotesca figura de ese pe­
No faltara ciudadano soviético, proletarizado y ce­ lele de curas, en ese caudillo de circunstancias en
rificado, que lo haya calificado de p a d r e c it o , pero ese fratricida cuyo derecho a la vida n o negamos,
en la Rusia fatalista es tradicional considerar p a - p e ro cu yo nacim iento consideram os un grave desa-
d r e c it o s a los personajes —zares, caudillos— que la cierto.
tiranizan. H La intransigencia clerical española h a sido siem­
La virtud de Stalin h a sido el oportunism o, y sa­ p re fam osa, tanto com o la réplica airada de la po-
bido es que el oportunism o se acom paña de la falta niacion, concretada en un d ía de desafueros contra
de escruipulos. Todo lo libre, futurista, lo hizo pa­ un siglo de torturas inquisitoriales. La hecatombe
sar p or reaccionario, la libertad física por un pre­ española del 18 de ju lio de 1936 tiene este significa­
juicio y el infundio y el sistematismo por valores do, siendo la obligadla contestación del 19 la con se­
irreemplazables. Así el inm enso Stalin logró un po­ cuencia de la irrupción violenta del Santo Oficio...
der propulsor form idable explotando, .por encima, que h o y cam pa magníficamente m erced al apoyo
la im becilidad de las m asas y la venalidad o la in ­ de los capitalism os y los sindicalism os internacio­
coherencia de ciertos grupos intelectuales. nales.
En ese terreno —y en el de las armas— Stalin vió C ontra tod a lógica Franco persiste tiranizando al
establecida su fuerza, si bien el resultado n o puede pueblo español y ello va m arcando sus consecuen­
ser m as escabroso: corrupción m oral de los inteli­ cias. De cada cuatro españoles tres han llegado a
gentes supeditados, idtiotización de las multitudes, la conclusión de que en el m undo burgués n o existe
agravación del espíritu reaccionario burgués por dem ocracia ni lucha de ideas, pero sí dei intereses
m iedo, desvalorización de la verdad p or ahinco en con tra la Rusia stalinizada. Odioso el franquism o
La mentira, desprecio absoluto del derecho hum a­ y odiosos quienes en nombre de la libertad de los
no, descrédito de la liberación de los pueblos ipor re­ pueblos lo apoyan y vigorizan. Y asi com o Stalin
nuncia de los m ism os a su bienestar, hundimiento tuvo la triste virtud de revelar que en nombre de
del criterio revolucionario en beneficio del anacro­ la revolución se puede caer en profundo anacronis­
nismo guerrero, m ecanización de la vida social hu­ m o, Franco, el odioso y repugnante Franco, ha te­
mana regida por una policía om nipotente y menos­ nido el m érito de evidenciar que las grandes (por lo
preciativa de la voluntad individual y colectiva. que abultan) dem ocracias, se sirven, com o el bolche­
La figura de Stalin pasa, siendo lo m ás grave que vismo, de la m entira, si bien con m enos inteligen­
cia que éste.

Ayuntamiento de Madrid
el AiMRQUismo, concepción social ii filosófica,
p e rife la «p re n s ió n
ii la solución de las o ra im a s humanas
paso lento, m ejorando el conocim ien­ y social, innatas en el hombre, le señalan a éste el
to de las cosas, los .pensadores y filó­ derecho de reivindicar una libertad siempre más
sofos desde la edad más lejana 'han amplia, abriéndole la posibilidad con creta de una
preparado la concepción anarquista organización social contrapuesta al dogm a autori­
del m undo y de la sociedad. tario personificado por el Estado y su secuela gu­
Los resultados de seis mil años de bernamental.
evolución espiritual y afectiva ihan Cada pensador h a contribuido con su dirección
perfilado y definido la conciencia de moral peculiar a elaborar la síntesis de un hum a­
xa personalidad humana, a cuya des­ nitarism o que h a term inado por concretar la con ­
cubierta sena añadido el deseo fundam ental de su­ cepción anarquista.
prim ir obstáculos que im pidan esa afirm ación del Considerando la evolución cultural e individual
ser y su inclinación por la libre creación y p or la b ajo este ángulo, nos estim amos autorizados a de­
voluntad de asociarse. cir que el anarquismo es la resultante del esfuerzo
La G recia de Sócrates, Bpicuro y Zenón con tri­ universal em prendido por el hombre h acia la ra ­
buyó considerablem ente a preparar la concepción zón, la tolerancia y la solidaridad en todos los ór­
anarquista. Estos pensadores situaron el problema denes de la existencia.
hum ano en su p rop orción real y a la medida del Puesto que estamos de acuerdo en ver en el anar­
entendimiento, barriendo el horizonte de divinida­ quism o la totalidad del esfuerzo substancial de un
des m itológicas y vaciando el cielo de heraldos di­ estado de espíritu favorable a la liberación ilim i­
vinos portadores de pavorosos mandamientos, ter­ tada del individuo, nos h a de ser perm itido igual­
ror del hom bre de la antigüedad. mente afirm ar que su filosofía com prende todos los
El pensam iento racionalista, científico, de aque­ cauces-conducentes al libre futuro, todas las capa­
llos hombres ilustres nadie ni nada conseguirá ex­ cidades creadoras, todas las tendencias del ser con ­
tinguirlo. Su chispa, oculta tras la tiniebla de una solidando en él la convicción de su valor, de su u ti­
noche milenaria, espesa de opresiones y barbaries, lidad, asegurándole una iniciativa perm anente en
subsiste vivaz e imperecedera. sentido m ejorativo del medio social del cual todo
La luz de Atenas alcanza a Cervantes, a Dante, individuo h a sufrido su influencia.
a Miguel Angel, a Galileo. Después de ellos la con ­ Proudhon, K ropotkin y Bakunin destacaron bien
quista del porvenir n o se h a detenido, siguiendo, por entre las innumerables corrientes del pensam iento
el contrario, magnifica carrera extendida por todo universal, la tendencia prim ordial del individuo que
el mundo; y en el silencio de la noche de las exal- aspira, ardientemente, a vivir independiente y sin
tadoras verdades, los precursores aportaron el vér­ obligación impuesta. La historia hum ana m arca
tig o de un m undo nuevo, anunciando y haciendo huellas profundas de esta lucha ininterrumpida
entrever la inm ensa posibilidad de saber, permi­ entre la autoridad que nunca transige con la liber­
tiendo al hombre, ya consciente de su fuerza de vi­ tad, la independencia ni co n la justicia social, y el
da, en focar ésta sin miedo, libre al fin de servidum­ ingenio hum anitarista que zapa continuam ente los
bres y esclavitudes que antes la gente creyera eter­ principios sobre los cuales se asientan las tradicio­
nas y fatalm ente sin remedio. nes autoritarias del poder y de las desigualdades
Las críticas audaces de los pensadores del Rena­ económ icas y sociales.
cim iento y del siglo X V III nos h an provisto de ele­ Los tres pensadores citados, todos socialistas li­
m ento de com bate muy potente a emplear con tra el bertarios, han com pletado admirablemente ese que­
despotismo. El análisis penetrante e implacable de rer anotado, merced a una am plia contribución
los dogmas y dem ás obscurantismos, son el fru to científica abundantemente propicia p o r la sabidu­
de la inteligencia y del ingenio que buscan im po­ ría del siglo X X . Si durante miiles de años el hom ­
ner, por vía natural, la sinceridad y la em ancipa­ bre h a estado en la constante rebusca de u n a ex­
ción. plicación del mundo, de la vida y de cuantos fenó­
Cada pensador que se asigna com o finalidad su­ menos la envuelven, el problem a social y to d o lo
prema la verdad y la justicia, contribuye, a su ma­ referente al m ism o le había sido muy vagamente
nera, a destacar un con ju n to de hechos probando entrevisto y presentido. Y sin duda, sin la con tri­
que la inteligencia hum ana y la conciencia étnica bución incesante de los grandes espíritus a partir

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 863

ca rip f , r a Hue el hom bre empezó a intere- nocer que el fa ctor ideal ha de ser inseparable en
Naturaleza, el cielo y los astros, la hu­ todo ser pensante; hay que im ponerse de la n ece­
manidad presente n o h abría conseguido llegar a su
sidad Incesante de m ejorar los medios culturáis* y
S m f ^ i de conocim iento, a la entFaña del sociales envolviendo al individuo. Privarle a éste,
h^ c en nuestro caso> problem a angus­ P°rfi a fuerza o la am enaza de unas sanciones, de
tioso sin cuya com prensión a fon d o n o es posible
ÍCLÍ.t0 S renacer o de cam biar fundam ental­
n u ^ m i i í , 33 ¥ características de los conflictos mente un orden social incompatible con los dere­
que continuam ente desgarran a la humanidad.
chos naturales, co n el bienestar y con la justicia
H m Pi f i Staf de €st,aJ suma de conocim ientos, ihere- equivaldría a condenarlo a un estado de neo-escla­
del esfuerzo de lnnumerables generaciones, vitud provocadora de nuevas violencias sobre los
puede afirmarse que la anarquía es la síntesis ar­ caracteres, cuya provocación se convertiría en odio
m ónica y racional de una humanidad universalista
estructurada en sociedad sin clases, sin gobiernos síó n 01'06^605’ en elem ento de obscurantism o y opre-
coqpenxc1ónUniCamente “ ' a la>re entente y en la’ Las instituciones caducas, convertidas en impedi­
Cuando reconocem os el incalculable alcance de m ento a causa de las nuevas exigencias de vida de­
berán ser norm alm ente elim inadas sin dar m otivo
ñn 5®Arq*uimi<les 0 de civilización heléni-
concietam ente, n o podem os m enos que rp.ma.r- Wes yCS a í e ° s y ° CUrre~ * persecuciones ¡«toiera -
car que esta civilización y el pensam iento derivado
de la misma n o constituye sin o una partícula que Uh espíritu libertario razonable — en toda la
acepción de la frase — debe asegurar sin fa lta a los
,clerto' a fecundar otras novedades, com ponentes de la sociedad la libertad de acción
m i™ í se a 1111 ^ p e c t o en vez de concretar el derecho a la iniciativa, para corregir los defectos
® ya que en tanto las instituciones sociales de un sistema social q ue a m edida que pase el tiem­
n o sean capaces de asum ir la libertad y la potencia
de los productos del trabajo en .beneficio d T S po vaya perdiendo alma o consistencia moral.
jos hom bres, toda civilización, p or brillante que se Es esto lo que el anarquism o ha com prendido,
puesto que la vida es cam bio continuo, renovación
nJ £ n? dere> n? puede ser estimada sino en s u a l - constante. P or naturaleza, el hom bre es incapaz de
mutiladT8" 161 dC una obra’ desgraciadamente conform arse indefinidamente c o n el uso de tradi­
ciones que quizás en otras épocas tenían im portan ­
Precisamente, lo que convierte la anarquía en una cia, pero que dejaron de tenerla a p artir del m o­
fuerza y en una realidad, es el h ech o de haber sa m ento en que el goce de la libertad le ha revelado
agregar al conocim iento general de las nece­ com bitivas y enojosas. Entonces, en parejo estado
sidades humanas, la inquietud social despertando n o queda, otro rem edio que renacer la estructura sch
en el hom bre la con cien cia de la justicia y el incon­
form ism o razonado. ric h io r,^ ??0mi<íaV seguí 1 los principios anarquistas
felicidad para todos. Puesto que a c ­
,- P ° r añadidura, los siglos X I X y X X h an permi­ tualmente tod o un aparato represivo estatal imiDi-
tido ampliar hasta el infinito la concepción social de reorganizar la vida social en el piano requerido
y filosófica del anarquismo. Las ciencias técnica, por el deseo general de justo sosiego, n o le queda
biológica, sociologica y .psicológica han confirm ado
ia hum ana exactitud de la tesis anarquista . ° l ^° caí 11,1!‘0 1ue el del inconform ism o
conducente a la rebeldía.
Técnicam ente sabemos que los bienes producidos Pero, tratan do de establecer una sociedad nueva,
por los hom bres de labor pueden satisfacer las ne­ el anarquism o es la única ideología revolucionaria
cesidades materiales de la humanidad de manera que excluye ¡por prim era vez las causas que engen­
ilimitada. Psicológicam ente, conocem os tam bién aue draron el sufrim iento evitable, la explotación del
la autoridad gubernamental y eclesiástica descansa hom bre por el hom bre, el despotism o de Estado, la
sobre el sentim iento del miedo, no siendo, en con ­ violencia judicial y la guerra. Por la form a de or­
secuencia, aceptada su ley voluntariamente. Bioló­ ganización propuesta, la revolución anarquista n o
gicamente, sabemos que todo individuo, n o im por­ incurrirá en el funesto vicio de crear nuevas castas
tando raza, color n i nacionalidad, bien preparado dom inantes, ni grupos privilegiados y m onopolis­
es capaz de adquirir un nivel elevado en saber v tas. La asociación de productores en una vasta fe ­
moralidad; y asi tratados los individuos en atraso, deración de los mismos, regulará la econom ía y la
sometidos al m ism o desenvolvimiento físico y psi­ distribución comunes.
cológico que los ciudadanos de los pueblos m ás evo­ anarquism o n o es, en ninguna manera, un p a r­
lucionados, se conseguiría p ara la humanidad una tido político. Empieza por n o disponer de profesio­
buena prom oción de seres interesantes cuales Vol- nales del dirigism o que desde lo alto de un .poder
taire, Descartes, Shelly, Perrer Guardia, etcétera. central decreta y legisla ccm o la sociedad h a de
r o r consiguiente, n o es exagerado decir que el anar­ ser organizada y com o la m asa popular ha de pro­
quismo contiene, en sus consideraciones, los elemen­ ducir. Incurriendo en esa anomalía, las conquistas
tos más esenciales y numerosos pudiendo satisfacer de la revolución palidecerían al extrem o de recaer
d todo el m undo en la nueva sociedad por cu yo ad­ infaliblemente, en la corrupción y el servilismo
venimiento se afana. No obstante, la perfección del m° C‘ v,os esenciales de nuestra cultura y de
«esarrollo anarquista en sociedad, m e atrevería a S t ‘ lca socla1’ se concentran en torno de ese
«ecir que reside en el h ech o de n o im poner la ins­ criterio. N o hay progreso sin libertad, n o h av bien­
titución .prevista, p or un tiem po indefinido, puesto estar sin justicia social.
que estam os en la ventaja de que, defendiendo a h o­ Cada, civilización gravita alrededor de una idea
ra la idea antigubernamental, los anarquistas posi­ d e j a s e que determina los m otivos de su com porta-
bilitamos la renovación constante de la sociedad ^ ^ L d e ,Su evolución. Esta civilización de aiho-
hombres C° n l3S aspiraciones naturales de los ra, m du stn al y burguesa, gravita en to-rno de una
pasión que predomina por encim a de todo v aue
P ara m ejor com prender la naturaleza humana, tiene, com o eje m otriz, el Dinero, la adquisición de
upam os de antem ano considerar peligroso m al co­ la riqueza m aterial para la guerra y para la expío-

Ayuntamiento de Madrid
864 CENIT

ta ción vergon zosa y o d io s a d e u n a m asa h u m a n a qu icas d e los h o m b re s h a c ia las fo r m a s socia les y nó


priva d a, para su co le ctiv o , d e los m edios d e p r o d u c ­ cu ltu rales en las que la e x clu sión d el a u torita rism o esf
ción , lo que h a ce que la o rie n ta ció n d el saber y de establecerá co m o c e n tr o d e gravedad la libre c o o p e ­ t íf
la en erg ía h u m a n a co n d u z ca fa ta lm e n te a situar r a ció n , los lazos fed era tiv os, la a m p litu d d e co n ­ en
cio n e s d esastrosas y a p elig ros in con m en su rables cep tos en m a te ria d e especu lacion es id eológicas y ser
en los cuales e sta m o - p re cip ita d o s desd e 1914. d e o rg a n iz a ció n . En a n a rq u ía la id e a d e base es la
igu aldad e co n ó m ic a y la u niversalidad d e bienes ciir
L a an arquía, tendOwndo h a c ia u n a nueva civ iliza ­ en tre to d o s los p u eb los d e la tierra.
ció n , crea n u evos m otiv o s d e a tr a c c ió n p erm itien ­ ab
D avid A. S A L Z B E R G tas
d o orien tar a la in te lig e n cia y a las ten d en cia s p sí­
poi
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La
las
no:
alii

PRODUCCION DE ALIMENTOS Y POBLACION y i


hen
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pri
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las
p or cab eza , y si alguien con serva las v ieja s ideas int
S T A de m o d a a h o ra escribir lib ros y
d e «u n a cre y u n a v a ca » co m o su ficien cia, perm í­ Ton
a rtícu los p ro fe tiz a n d o el d e s tin o de
la ra za h u m a n a p orq u e n u es tro p la ­ tasen os re co rd a ro s que L o rd B o y d O rr d ice que ene
n e ta c a r e c e d e p osib les recu rsos p a r a una d ieta p rop ied a d se requ ieren d o s acres «de
a g rícola s p a r a a lim en tar la crecien te y m ed io p o r cab eza . Así, d e a cu erd o c o n los esta­ de
p o b la ció n . Y o n o soy p r o fe ta n i p u e­ distas, la p o b la c ió n m u n d ia l h a p a sa d o « y a » el puf
d o p red ecir si esta a m en aza d el lim ite e n el c u a l la vid a h u m a n a p u ede m an te­ el ;
h a m b re re ca e rá sobre m i especie n erse eficien tem en te, y ca d a a ñ o tra e un in cre m e n ­ Roí
p e r o s i reca yera n o sería p or las to d e p o b la ció n p a ra a y u d a rn os e n el c a m in o del que
razon es p rop u esta s p o r los entusias­ h a m b re m u n dial. M ás aú n , otros estad istas señ a­ lo <
tas Jerem ías. S i nuestra civ iliza ció n ca e e n ruinas, lan que la su perficie d e terren os cu ltiv a b les en la ces;
T ierra se a m in ora a un p a s o alarm ante d eb id o a ai ir
n o será p o r fa lta d e recu rsos agrícolas o d eseo d e
utilizarlos, sin o p o r razon es que sen d e ca rá cter la e rosión d el suelo, y q u e tod o lo que pod em os red
h acer es e n ta b la r u n a b a ta lla p e rd id a d e a n tem an o Un
com p lejo. .
Perm ítasem e, a n tes d isocia rm e d e los a n ti-m a i c o n tr a el e m p ob recim ien to d e n u estros recursos. de
th u sian os. Y o n o h e re ñ id o en fo r m a a lg u n a c o n Este cu a d ro m u n d ia l d el d e stin o d e l h o m o sa­ i nc<
las in con trov ertib les m a tem á tica s d e M a lthu s. U na piens co n trib u y e d e u n a o d e o tra fo r m a a la h is­ de
estim a ción co n s e r v a d o r a q u e a sig n a cu a tr o des­ teria p o lítica d e planes a c o r t o p la zo d e los Es­ pod
cen d ien tes a dad a p a r e ja n os con d u ce a calcu lar ta d os g ob ern a n tes d el m u n d o de h oy . ¿N o es locu ra el r
que una sim ple p a re ja h u m a n a p rod u ciría u n a p o ­ qu em ar los a lim en tos p a ra estabilizar u n m erca d o mei
blación d e d o s m illon es de m illon es d e p ro g e n i­ o m a s a cra r u n m illón d e seres p a ra s im p lifica r la son
tores en cu a re n ta gen era cion es s i el p roceso d e re­ qien cia d e g o b ie rn o si el giénero h u m a n o e s tá de sarr
p ro d u cció n h u m a n a n o su fre re ta rd o s p o r e n fe r­ todas fo rm a s co n d en a d o, y la m e jo r esperanza está en
m edad, guerra, etc. A h o ra , si e l gén ero h u m a n o en la d ev a sta ción d e m e d io p la n e ta a fin d e que mic
o rd en a sus re la cio n e s debid am en te, que es lo que u n bloque d e poderes pueda a sa lta r lo q u e quede? E
los an arquistas p rop u gn a m os, ten d rá segu ram en te N o q u iero d ecir que la a d op ción d e una p olítica anii
■poder p a r a reducid a l Im ínim o estos d esa strosos d e g u e rra p o r los gran d es E stados es d e b id a en te­ tos
con tra tiem p os. ¿Q u é h a re m o s cu a n d o la tierra esté ra m en te a l m ie d o con scien te d e u n e x ceso d e p o­ sol,
a testa d a d e seres h u m a n o s y ten ga m os que co lo n i­ b la ció n c o n rela ción a la p r o d u c ció n d e alim en ­ la c
zar otros p la n e ta s? L a lim ita ció n d e p ro cre a ció n tos; p e ro este te m o r se o p e ra sin d u d a algyn a mat
p o r m edios a n ticon cep cion a les es la o b v ia solución, ta n to e n los círcu los gob ern a m en ta les c o m o entre más
y si a lcan za m os u n a p osición d e a rm on ía que h aga aquellos g o b e rn a d o s p o r éstos. qufc
la con q u ista d e la m u erte p o r en ferm ed ad y vio­ ella)
len cia u n a p o sib ilid a d p rá ctica , ten d rem os tam ­ A n tes d e su m a rn os al to ta lita rism o y acep tar vi vii
bién la o p o rtu n id a d d e h a c e r d e l a n tic o n ce p c io - la n ecesidad d e la gu erra glob a l, p erm ítasen os exa­ toló
m in a r d e c e rc a las ra zon es fu n d a m en ta les d e los piar
n ism o una costu m b re m u n d ia l
E l problem a, p o r ta n to, es qué h a ce r en este p ro feta s d e la p red estin a ción . ¿E x iste, d e h e ch o , arro
p eríod o in te rin o . L a p o b la ció n de la T ie rra es de en los m o m e n to s presentes, c o n n u estros co n o ci­
bre
m ie n to s en a g ricu ltu ra y n u estro actu al p oten cia l tura
oasi 2.500 m illon es, y p arece que va en a u m en to
d e u n a fo r m a rá p id a . L a su p erficie d e las tierras de recursos, una absolu ta r e la ció n fija en tre esp a­ de I;
n o cu biertas p o r las a gu as en n u es tro p la n e ta es c io v ita l y p o b la ció n ? S e m e o cu rre ob serv ar que No
de 33.000 m illon es d e acres (1), p ero d e a cu erd o co n m u ch os d e lo s p ro p a g a d o re s d el m ie d o a l h am bre es u
la m a y o ría d e las a u toridades, s ó lo u n a pequeña se o lv id a n o d escon ocen cie rto s h e ch o s elem entales én <
parte d e ésta es p ro p ia p a ra el cu ltivo. E l D ep a r­ a cerca d e la alim en ta ción , d e d ó n d e viene, d e qué ciert
ta m en to d e A gricu ltu ra de los E stados U n id os da n a tu ra leza es y p o r qué la n ecesitam os. Y en sus tolóf
u n a c if r a d e 4.000 m illon es d e acres; otra s a u tori­ ju icio s a la ligera h a cen cábalas p o lítica s y e c o - ciud:
dades d a n u n a c ifr a ta n b a ja c o m o 2.500 m illon es figui
d e acres d e tie rra cu ltiv a b le . A sí que d e m om en to, d i El acre, medida inglesa de superficie, equivale paisa
p a r a m a n te n e m o s , ten em os e n tre u n o y dos acres 40,47 áreas. reali

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CENIT 865

nóm icas desconcertadas. A riesgo de hacer pesado


nam ente influenciado com o una fábrica de auto­
este punto me propongo toca r ciertos aspectos cien­ móviles. El ve especies de plantas americanas cru­
tíficos elementales que no son apreciados tal vez zadas crecer en lugares donde crecerían natural­
en el am plio sentido y significado en que debian mente plantas acuáticas; raíces vegetales de Meso-
ser.
potamia, en sitios donde las aliagas propias del
Todas las m aterias alimenticias deoenden prin- terreno florecerían, y diferentes clases de cereales
cinalmente de la luz del sol que se derram a tan en lugares que han estado cubiertos p or bosques.
abundantemente sobre nuestro planeta. Las plan­ Un cam pesino n o tiene más que descuidar p or un
tas verdes recogen la energía que viene del sol y corto tiem po su constante tarea de interferencia
por si mismas sintetizan alim entos de ciertos ga­ y la ecología natural renacerá Inmediatamente
ses del aire, agua y productos auím icos dél suelo. sobreponiéndose a la cosecha artificial. Existe tanto
La energía provista por el sol es incorporada a m isticism o y crasa ignorancia m ezclados en el
las substancias alim enticias, y la necesidad que con cepto general del laboreo y producción de ar­
nosotros, humanos y animales, sentim os p or los tículos alim enticios que es difícil llevar a la gente
alimentos, debe dirigirse a este depósito de energías a tratar el problem a desde un p u n to de vista ra ­
y utilizarlo para nuestro (proceso de vida. Cuando cional. El hom bre existe en este planeta p or su
hemos utilizado los alim entos los devolvemos (ñor habilidad a oponerse, a alterar Jas fuerzas que
medio de la excreción, muerte o descomposición'), vagam ente se le llama Naturaleza, p ero existe el
principalm ente los g a s e s , agua y substancias quí­ supersticioso tem or a adm itir que nuestros medios
micas que las plantas verdes requieren para sinte­ de vida son «antinaturales», es decir, en vez de
tizar m ás substancias alimenticias. Así la vida de adaptarnos nosotros mism os a las condiciones ge­
las plantas y la de los anim ales realizan un juego nerales que rigen este pl-aneta, nos consumimos
interminable de cam bio con los mism os elementos. adaptando el planeta a nuestros deseos.
Toda la fuerza m otriz de este juego viene de la
energía recibida de la luz del sol. No existe el He h ech o m ención al h ech o de que de los 33.000
«desgaste» de los elementes del planeta. El átom o millones de acres de tierra sólo 4.000 millones son
de nitrógeno que estaba en la barba de un faraón cultivables. Esta declaración del Departam ento de
puede encontrarse m uy bien en m i p rop io cuerpo: Agricultura de los Estados Unidós significa sim­
el átomo de carbon o que se elevó del incendio de plemente que se ha conseguido la conquista de la
R om a puede encontrarse m uy bien en la manzana ecología de un octavo de la superficie de tierra dis­
que en este m om ento tengo delante de mí1. Por ponible, y el resto de los otros siete octavos poseen
lo que respecta a la canlidad de los elementos n e­ una ecología que en el presente estado de cosas
cesarios p a ra la vida vegetal en este planeta, un e s-m u y difícil de dom inar. U na declaración por el
aum ento de un millón de veces en la materia viva estilo podrían haber h ech o los agrim ensores de 1086
reduciría los recursos del m undo en muy poca cosa. referente a Inglaterra. Pero desde entonces a la
U no de los factores que lim itan la reproducción' fecha una parte considerable de la ecologia ha sido
de la vida hasta un límite infinito (además del alterada p o r el avenam iento de terrenos p an ta ­
incontrovertible del espacio vital), es la cantidad nosos, lim pieza de bosques, p or presas o embalses
de energía contenida en la luz del soi, la cual n o y por la introducción y cultivo de nueva variedad
podemos aumentar. Pero tal es la diferencia entre de plantas que ahora reem plazan a la antigua
el número de calorías p or año que la Tierra real­ flora. Nuestra investigación nos conducirá a una
mente recibe del Sol v el número de calorías que consideración del presente estado de coáas, en el
son absorbidas p o r la vida de las plantas, preci­ cual siete octavos de la tierra laborable permanece
samente, y preparadas en substancias alimenticias im productiva aunque la m ayor parte de ella recibe
en un año, que el problem a seguirá siendo acadé­ la esencial energía solar com o el octavo que está
m ico por un largo lapso de tiempo. en producción.
No empezaré p or el desierto de Sahara, por las
Este cru d o cuadro de la vida de las plantas y m ontañas del H imalaya o p or las florestas ecua­
animales jugando su interminable juego de elemen­ toriales americanas, sin o por un país que y o co­
tos rotatorios con ob jeto de utilizar la energía del n ozco personalmente y del cual se dice n o puede
sol, n o es la historia com pleta, pero es básica para alim entar a la mitad de su población. Me refiero
la com prensión del origen, ob jeto y destino de las a la G ran Bretaña. Y en do h acia el Norte desde
materias alimenticias. Las plantas necesitan algo Carlisle noté la aridez de las colinas; aparte de la
más que la luz del sol, gases aéreos, agua y sales m agnífica cosecha de espinos, m atojos, carrizos y
químicas para conservar un crecim iento normal; escasas hierbas, estos millares de acres n o produ­
ellas necesitan un com plejo balance de organismos cen nada en absoluto, excepto donde la Comisión
vivientes en el suelo y ciertas condiciones clim a­ Forestal h a lim piado unos cuantos lugares para
tológicas propias parg. las diferentes clases de ser replantados. Precisamente una simple cabaña
plantas. El trigo n o crecerá en un fangal, ni el se encuentra en la fald a de una pelada colin a y
arroz tam poco crecerá en un arenal. Pero el h om ­ en su pequeño huerto crecen las hortalizas. SI el
bre desde tiem pos inm emoriales h a sido una cria­ huerto form a parte de la colina y se pregunta
tura que se ha mezclado en la ecología de la vida p or qué las hortalizas n o cubren el resto de ¡a
de las plantas, donde quiera que se h a encontrado. misma, la pregunta resulta simple y ridicula. Las
No nos engañemos acerca de esto. La agricultura hortalizas se crían en el pequeño huerto porque
es una ocupación antinatural. Su fin es intervenir el terreno, es cuidado co n esmero y paciencia. Po­
en el equilibrio de la naturaleza y hacer crecer d rían criarse tam bién sobre toda la colin a des­
ciertas plantas en sitios y b a jo condiciones clim a­ pués de un cierto tiem po de preparación para pre­
tológicas diferentes a las suyas. El hom bre de la servar las plantas de los vientos, de nivelación del
ciudad contem plando un huerto bien cultivado, se terreno y de una preparación general del m ismo
figura que esto es algo natural, algo inevitable al para una nueva ecología; pero el precio de tal la­
paisaje com o el pelo a su p rop ia barba. Pero en bor sería fabuloso. L o recaudado n o pagaría a nin­
realidad Lo que el ve es tan artificial y tan hum a­ gún propietario.

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Así llegamos al simple h echo de que la barrera la tierra, no ofrecen ninguna solución a los proble­
para poder criar a leo en ciertas tierras n o radica mas de la nroducción de alimentos. El lamentable
en una imposibilidad biológica, sino en una im po­ plan de Ground Nuts Scheme. nlantación de A frica
sibilidad económ ica, «dentro del m arco en que se donde se gastaron m uchos millones de libras ester­
encuentran las cosas». No m e impresionan los in­ linas. perm anece com o un m onum ento de las em­
convenientes técnicos de poner en cultivo tierras presas del Estado en la producción de alimentos.
pobres y estériles: gastam os la m ayor roarte de las En Rusia, 14 años después de que los bolcheviques
rlqueyas de la com unidad en cosas m uchísim o más asaltaron el poder del Estado, sus esfuerzos en
difíciles técnicam ente que eso. En com paración, la estim ular la producción p or medios burocráticos
cantidad de trabafo, habilidad e ingenio emnleados dieron por resultado un ham bre de proporciones
en tales industrias com o la de armamentos, m a­ fantásticas. El ham bre de 1932-33 perm anece en la
terias plásticas y átom os hace el nroblema de su­ historia de Rusia com o una de las catástrofes más
peración de las dificultades *aue plantea el creci­ sin fundam entos producida p o r un em brollo
m iento de las cocechas, un juego de niños. Pero político.
nuestro sistema económ ico es tan fatalm ente con ­ Los recientes inform es de Yugoslavia muestran
cebido por socialistas com o p or torys que incluso que ha habido algo de retirada en la p olítica ini­
una amenaza de ham bre mundial n o les hace pen­ cial em prendida p or el Estado sobre la interven­
sar de otra form a. Sandeces com o las siguientes ción en la preparación y control de la agricultura.
son lanzadas a cualquier intento de considerar el En realidad, la causa principal de la estabiliza­
increm ento de la producción a expensas del siste­ ción de la producción en todo el m undo ha sido
m a económ ico. siempre el pequeño propietario. Aunque los cam ­
«Es verdad que hay gentes que rechazan a Mal­ pesinos están siempre atrasados y m al equipados
thus... están com pletam ente convencidas de que en sus m étodos de laboreo, sus deficiencias son
aun h ay pedazos de tierra literalmente ipidiendo debidas a la sangría en sus recursos por las exac­
a gritos el cultivo y sólo el craso egoísm o de los ciones de los dueños de la tierra, de los recauda­
trabajadores prohíbe que estas tierras produzcan dores de contribución, bandidos, burgueses explo­
infinidad de millones, y posiblem ente un nivel de tadores y otros parásitos hum anos que ch u p an
vida m ucho m ás elevado. A su vez la culpa es de­ el beneficio que podría dedicarse al m ejoram iento
bida a la clase capitalista (siempre silenciada) que de la tierra, antes que a su innata incom petencia.
deliberadam ente rechaza la posibilidad del cultivo El cam pesino trabaja igual que el humilde, pero
de grandes cantidades de productos alimenticios, esencial gusano que revuelve una pequeña can ti­
y está dispuesta a destruir millones de toneladas dad de terreno cada año. haciéndolo de una f o r ­
de alim entos nara conservar el nivel de los nrecios m a cuidadosa, llevando el humus a la tierra, ai­
y quien sin duda consum e grandes cantidades de reándola. saneándola y debido a su gran voraci­
alimentos, las cuales estarían m ucho m ejor distri­ dad y número, así com o a su incansable actividad,
buidas entre los trabajadores.» n o deja una pulgada de terreno sin tocar. El suelo
Este extracto es de un bosquejo de A. Cutner es un m edio curioso: aparte de sus constituyentes
sobre: «R um bo de Población y los Recursos B ioló­ minerales, arena, arcilla, sales y humus orgánico,
gicos del M undo», del Dr. G. C. L. Bertram . Mr. hay un ejército de animales viviendo entre la
Cutner confunde la cuestión cuando ipiensa que tierra y sobre ella que es vitalm ente im portante
aquellos que ponen de m anifiesto la pertinencia al crecim iento de las plantas, bacterias, protozoos,
del sistema econ óm ico ñor el n o cultivo de las tie­ gusanos, insectos. Todos son agentes que deben
rras, son «antim althusianos», cuan do que la tesis trab ajar juntos para producir una ecología par
de Malthus de h ech o n o se plantea. ticular y cuando esa ecología es una de las cose-
¿D ónde está la llave que ha de abrir la puerta ohas de alim entos, el hombre m ism o se convierte
al desarrollo de la agricultura y de lo producción? en uno de estos animales agentes. He descrito la
Es inútil esperar una solución de la empresa del agricultura com o un proceso esencialmente anti­
Estado en este sentido, porque el Estado n o puede natural. Con esto no quiero decir que lo único que
actuar de otra form a que de acuerdo co n su p ro­ hace fa lta es que el químico y el tractorista se
p ia naturaleza. En este país está empleado en la unan para hacer crecer n o im porta que cosecha
política del desenvolvim iento de los intereses in ­ deseada de la tierra. Este m étodo se ha probado
dustriales (nacionalizados o privados) y afin de y ha producido estériles desiertos. La agricultura
vender los frutos de la producción industrial; los es antinatural y sus fines son los de crear una
productos alim enticios criados a millares de kiló­ ecología totalmente nueva, pero una ecología de
metros de distancia han de ser importados, y esto, plantas duraderas y saludables, y esto sólo se pue­
naturalmente, d a un emjpuje a la industria navie­ de conseguir p or medios más sutiles que los ful­
ra, la del ca rb ón y la del acero. Producir todos los m inantes de la química.
alim entos que nos son necesarios aquí, crearía un Además, es inútil producir abundantes co s e ­
desastroso cortacircuito, y la industria sufriría. Y o ch as (para así establecer antecedentes estadísti­
n o creo que sea esto un plan bien pensado, m ani­ cos) al m enos que los alimentos en sí sean de «c a ­
pulado p or proyectistas maquiavélicos, sino que lo lidad» adecuada, productos vegetales que aparen­
m ismo que otras cosas es el resultado inevitable tem ente parecen curados y sanos pueden carecer
de una cantidad de tendencias, luchando las unas de los factores propios que les hacen proporcionar
con las otras, que producen el equilibrio del stalu una adecuada alimentación, y los animales (inclu­
quo. Es antinatural esperar que el Estado cambie yéndonos nosotros) alim entados a base de una
de parecer y vaya a una intensifiación de la p ro­ baja calidad de hierbas, n o sólo degeneran en lo
ducción para usarla en un sentido racional; porque que a su salud se refiere, sino que además produ­
el Estado es una institución y no un individuo y cen un estiércol que carece de calidad estim ulante
por tanto n o tiene corazón u opinión que cambiar. para la vida de 'las plantas en lo que llamaría­
L os progresos en la dirección, y de m ayores mos una saludable cosecha. Asi, aunque el Sol no
medidas de control del Estado y nacionalización de haya brillado nunca tanto y las aguas y químicas
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existan en abundancia, la rueda de la vida puede


por lo que a sales minerales se refiere, que le se­
decaer si es m anejada p «r com erciantes ignoran­ ria muy difícil de conservar la vida terrestre, ex­
tes o por políticos que sólo piensan en términos
cep to en las cercanías del mar. Nosotros somos
de tonelajes de alim entos en venta o repartidos
com o raciones. los solos animales (excepto unos cuantos pájaros
acuaticos marítimos) que extraem os la riqueza mi-
Considerando el factor hum ano en el cultivo de neral de los mares para esparcirla sobre la tierra
la tierra, chocam os con el obstáculo de aquellos nuevamente, bien por nuestras actividades de pes­
que miran al cam pesino con un cierto misticismo
c a o por el m étodo de estercole©, raras veces prac­
y veneran incluso su estupidez y m étodos anti-
ticado, co n plantas marinas. No h ago m ención de
científicos de laboreo que son el producto de la
esto por mero interés académ ico o ipor la preocu­
pobreza y de su natural desconfianza hacia los pación de la vida terrestre dentro de un billón de
extraños. Cuando los presentes cultivadores de la
años, sin o para rem arcar que las tierras de que
tierra hayan tom ado carta de naturaleza en la disponem os n o son nuestros solos recursos para la
gran riqueza, habilidad técnica y los conocim ien­
producción de alimentos. Las vastas riquezas del
tos científicos empleados ahora en proyectos so­
m ar n o h an sido tocadas apenas hasta el presen ­
ciales inútiles, el problem a de la producción de
te; las plantas m arinas que crecen en ciertas re­
alimentos sobre los n o surcados siete octavos de giones en tanta abundancia, producen un casi ina­
la superficie de la tierra, empezará a resolverse.
Uso la frase «tom ado carta de naturaleza» adre­ gotable recurso en humus vegetales, y los alimen­
tos de que se nutren las ballenas tan a sus an­
de, pues si a l cultivador se le im pone por decretos
chas pueden servir de fuente m u ch o m ayor que ia
cierta técnica, m étodos torpes y planes a corto
plazo, poca m ejora se puede esperar. Sólo cuando pesca de nuestros trawlers, la m ayoría de las ve
ces arrojados al mar nuevamente.
los hom bres tengan un verdadero con trol sobre
su p ro o io trabajo serán capaces de sacar ventajas Tem o que los hechos expuestos, y m i interpre­
de la iniciativa colectiva y riqueza de la com uni­ tación de los mismos, calm ará a duras penas a los
dad en bien de la colectividad. Y o n o creo que esto malthusianos, quienes replicarán airadamente que
pueda realizarse p or medios políticos: los signos la ^oblación de la tierra va en aum ento com o una
de esoeranza que existen sobre la producción de bola de nieve rodando cuesta abajo, y que rola-
alimentos hoy d ía hay que encontrarlos en cuer­ m ente un con trol administrado por el Gobierno
pos apolíticos com o el «Soil A ssoc’ a tion » y gruoos sobre el aum ento de población evitará un hambre
de campesinos incontrolados, jardineros y b ió lo ­ terrible. Desgraciadamente, los Estados del m un­
gos que atacan sus problemas directamente. En el do están siempre dispuestos a sacar ventajas de
últim o análisis, los nrimeros pasos para resolver la abundante reproducción de sus súbditos para
el problem a de la alim entación de la población asegurarse de una ¡buena reserva de carne de ca­
ñón. ¿Para qué matar los espermatozoide cuando
serán alcanzados solamente a través de una revo­
dentro de 17 años m uchos de ellos podrán con tri­
lución social mundial destruyendo el poder del Es­ buir a m over la m áquina de guerra? Pero el mé­
tado, que lim ita y destruye, hoy, los recursos del
mundo. Esta solución no le atrae a muoha gente todo m althusiano puede ser afrontado m ejor p o ­
en este país p or el m om ento porque aún descono­ sibilitando aquellos por los que la gente p u e d e 'li­
cen el efecto de ésta en su propio trabajo, y equi­ m itar la sobreproducción, es decir, la anticoncep­
vocadam ente la m iran com o una idea política ció n racional. Cuando la gente se encuentra am on­
tonada en los barrios pobres de una gran ciudad
más y una de las cosas m ás extremistas. Sin em­
o en la pobreza de una aldea explotada, es muv
bargo n o cabe duda que la convicción sobre la va­
lidez del anarquismo va en aumento. difícil poner en práctica los métodos anticoncep­
cionales. Todo aquel que haya vivido tal vida, aun­
No puedo term inar esta cuestión sin rendir un
tributo final al hom o sapiens, sin el cual la vida que haya sido por un corte tiempo, com prenderá
terrestre de este planeta sería difícilm ente posi­ que el duro luchar por un m edio d e vida, la satis­
ble en edades futuras. Hemos tratado de cóm o las facción de un apetito propio en circunstancias
plantas y los animales hacen el juego rotatorio adversas, engendra un estado apático deplorable
con ciertos elem entos químicos, tom ando su fuer­ y la idea de lim itación de la fecundidad llega a ser
za m otriz de la luz del sol. Existirán siempre agua tan ridicula com o la idea, del bañ o diario. La gen­
y gases, pero no ocurrirá lo m ism o con las sale¿ te usará o adoptará el anticoncepcionalism o de
minerales. Gradualmente, m u y p o c o a poco, van una form a efectiva sólo cuando haya alcanzado
un nivel de vida decente. No me refiero a la radio,
desapareciendo de la superficie de los continentes,
siendo arrastradas hacia el m ar. Este es un pro­ a los zapatos de cuero, a las conservas, a los trans­
portes m ecanizados, etc., sino meramente a una
ceso inevitable que en tiem pos pasados h a sido
com pensado p or la aparición de nuevos continen­ vida en la cual el trabajo n o sea una tarea fo r ­
zada, y los ratos d » o cio de verdadero gozo.
tes debido a la acción volcánica, p ero comol la cor­
teza de la tierra se endurece y estabiliza, esto n o
ocurrirá más. Si n o fuese p or el hom o sapiens, los T o n y G IB S O N
continentes llegarían a tal estado de agotamiento (Trad. de Juan R uú).

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Un ideario viejo como España
A m ayor parte de los que se dicen y bien y difundan nuestro credo, si las fronteras de
creen versados en doctrin a anárqui- sus conocim ientos y de su cu ltu ra anarquista n o es­
. ca n o poseen del anarquismo más tán m ás allá de las lindes que acabamos de exponer,
de lo que pudiéramos llamar una cul­ ofrecerán al adversario dos argum entos que él es­
tura hecha a patrón o fabricada en grim irá co n toda su fuerza dialéctica, y que nuestro
serie. Arguyen y polem izan hablan­ com pañero no podrá rebatir: el argum ento de que
d o d e la idea anarquista en el siglo la anarquía es un ideal m oderno, y el de que la doc­
X I X , y nos hablan con tcdo género trina anarquista es una doctrina exótica en España.
de detalles de cóm o el anarquismo ¡Cuánto daño nos han h ech o esa falsedad del exo­
fu n d ió en una de las dos grandes tism o y ese m ito de la modernidad! Preciso es, pues,
corrientes sociales de ¡tal «sig lo de que divaguem os sobre ellas, am pliando a sí el círculo
las luces», o sea el liberalismo y el cultural de los polemizantes y oponiendo un dique
socialismo, tom ando de cada una de ellas lo me­ a sus argumentaciones capciosas y sofísticas.
jo r y m ás lógico, en un a fá n ecléctico que merece
toda aprobación y se hace acreedor a toda simpa­
tía. Saben y divulgan que la idea anarquista tom ó EL M ITO DE LA MODERNIDAD. — El m ero h e­
del socialism o el condenar la propiedad privada y ch o de que una doctrina sea m oderna predispone ya
el sentimiento de colectivización, y de la doctrina en con tra suya. E n España, scbre todo, pedimos
liberal, su desdén hacia el Estado, y su lucha en ranciedad, «solera» a las cosas. L o nuevo nos inte­
pro de la iniciativa y libertad individuales. resa m enos que lo viejo, quizá p or un atávico afán
de creernos superiores a cuanto signifique contem ­
CULTURA STANDARD. — Si ponem os a prue­ poraneidad. Solemos menospreciar lo que nos es p a ­
ba su cultura —barniz cultural de enciclopedia, ralelo n o sólo en el tiempo, sino en el espacio, y si
m ás bien— nos dirán que el pensam iento anar­ la idea anarquista tiene enemigos, se debe más que
quista fué iniciado a fines del siglo X V III por G od­ nada a la incom prensión de estos enemigos, p su
win en AméricaO), con su obra «Enquiry Concer- creencia que pudiéramos decir racial de que « ¡ ps!,
n in g Political Justice», y desenvuelto luego p o r el total es una idea del siglo X I X » . L o m ism o ocurri­
francés Proudhon, con su obra de mediados d el si­ ría en el siglo pasado con las ideas del anterior, pero
glo X IX , «Qu’est-ce que la P ropriété?»; p or el ale­ hoy, com o es lógico, el siglo X V III queda m á s ale­
m án Stirner, con su libro «El único y su propie­ ja d o en la Historia, y ya la doctrina, por ejemplo,
dad», también a mediados de dicho siglor, por el de los enciclopedistas se ofrece a los espíritus super­
am ericano B enjam ín Tucker, con su «Instead o f a ficiales m ás viable y veraz.
book», aparecido en 1893; por el ruso Bakunin, con Pero n o hace fa lta que ahondemos en estos por­
su obra toda publicada en francés de 1895 a 1909; menores de nuestra idiosincrasia. Bástenos saber
por K ropotkin, ruso también, con sus «Paroles d ’un que m uchos com baten la idea anarquista por m o­
révolté»; y, asimismo, en un sentido diverso, ya que derna. ¡Error profundo! Haremos, o a ra demostrarlo,
en él la doctrin a anárquica se teñía de sentimien­ un breve ensayo de exposición h istórica de ella.
to cristiano, p or el conde León Tolstoi, sobre todo ¿Q ué dirían nuestros adversarios y polemizantes
en su obra publicada en inglés b a jo el título su­ si partiéram os de principios de la Edad Moderna?
gestivo de «T he kingdom o f G od ist wlfchin ¿ Y si nos refiriéramos a R om a? ¿Y si nos rem ontá­
Y ou » (1). ramos a G recia y a Esparta? Porque fu é en estas
Posible es que los tales «eruditos en anarquis­ últimas, particularm ente en Esparta, donde floreció
m o» n o pasen de ahí, y que durante horas y más y persistió el com unism o hasta fines del período h e­
horas nos expongan teorías y nuevas teorías de ra­ lénico. Y ya sucesivamente, en la Historia, el senti­
zonamientos, de sistemas, de sugerencias, de tác­ m iento individualista y libertario sigue un curso
ticas, de apreciaciones, de m étodos de com bate, etc. m ás o m enos sinuoso, sorteando aquí este obstáculo
No hay duda que su labor vendrá a ser eficaz, en la y allá el otro, desapareciendo en una época para
m edida de su fuerza de persuación, y de que serán reaparecer en la siguiente, defendiéndose y atacan­
merecedores de tod o anarquista que sienta entusias­ do, pugnando con tra toda opresión y obedeciendo
m o p or su idea, que ayude con su aliento y co n su a la ley m im ética q u e 1proteje y guarda a los seres,
ánim o a m antener viva la llama de su credo, el p ri­ com o la vena de agua que parte de la roca viva, en
m ero de los credos humanos, porque es reflejo y sín­ la concha del alto manantial, y corre y baja luego
tesis, levadura y protoplasm a a la vez de cu a n to es p or la falda del m onte, aquí torcida, allí sesgada,
ciencia humana, y propia y auténtica humanidad. en unos lugares encubierta y en otros co n el rostro
Pero nuestros cam aradas teorizantes que así ha- de su n in fa al espacio, rum bo a su destino, que al­
canza por encima y a despecho de todo.
Es la propia vena de agua de la idea política, que
(1) «El reino de Dios está en ti mismo». los hombres y las cosas tratan en vano de entorpe­
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cer y de enturbiar, porque ella sigue abriéndose paso vilización fluye y corre ladera m ontañosa abajo en
través de todo, sorteando la abrupta m ontaña o
la H istoria, cam ino de su destino, hasta llegar a la
perforando el roquedal enhiesto. La idea política, anchura del siglo X I X que, en la -historia de nues-
que tiene un origen natural y humano, pristina-
anima1’ podríamos decir, se enm araña entre h?vn Hannrt0 ? una. Planicie, un llano, una amplia
os griegos con la filosofía y la moral; enrédase lue­ l ° yM ° nde \a c o r n f nte Que empezó venilla de agua,
para hacerse luego riachuelo y río, se extiende ya con
go entre los rom anos con la teoría del derecho; en­ toda m ajestad por el llano adelante, sin entorpecí-
turbiase mas tarde, cuando el cristianism o y la or- mientos n i obstáculos, recta y segura, dejando muv
ganización eclesiástica, con la teología... M as en lejos curvas y meandros, cam ino del m ar del triunfo
la ultima etapa de la Edad Media, empieza a abrir­ final, a donde abocará con los múltiples brazos de
se paso francam ente, al desapaf-ecer sus posteriores su poüer, y el estruendo de su im paciencia, tanto
,mientPs “ M ed iatos, gracias a la resurrec­ mas violenta y feroz cuanto más contenida.
ción de los estudios del D erecho rem ano; y luego
N o existe pues, com o vemos, la m odernidad que a
encuentra ayuda en M aquiavelo que intenta la se­ nuestra doctrina se atribuye, y m ito es ese qué viene
paración de la política y de la teología; y después obligada a pulverizar nuestra iconoclastia. ¿Se quie-
pasado el m om en to álgido de la R eform a protestan­
te, que se traduce en una explosión del derecho di­ r.eV,1nt ?fe„cto, más ranciedad, m ás solera que Grecia
\ P latón.... Sm em bargo, n o es ese únicamente ei
vino, y, por lo tanto, en un fortalecim iento de la m ito que h ay que destruir.
autoridad de los gobiernos, la vena de agua de la
política natural y humana, política anarquista v LA FALSEDAD DEL EXOTISM O. — Hay entre
libertaria lo que podríamos llam ar sin contrasen­ los recovecos de nuestra idiosincracia española un
tido «política sin política», sigue su curso apoyándo­ sentim iento relacionado con el forá n eo a todas lu­
se en la soberanía de la ley de los juristas ingleses, ces contradictorio, y es que cuando algo exterior nos
en las doctrinas de los derechos naturales, del pacto favorece y halaga, lo abrazamos «por exotism o», y
social y derecho de resistencia de calvinistas v je­ cuando algo suponemos que nos perjudica o violen-
suítas, para impregnarse en el siglo X V II de la in- com o «exotism o que es» lo repudiamos. O sea
iiuencia de las doctrinas económ icas, y esplendor que, de. exotism o hacem os un com odín para nue-:£ro
en la Revolución francesa, y, últimamente, sobre to­ capricho, nuestra conveniencia o nuestra venalidad
do, en la señera revolución industrial del siglo X IX . Pues bien, los antianarquistas se valen de ese co ­
Se trata, en efecto, de la vieja y prim itiva idea li­ m odín para com batir nuestra doctrin a tildándola
bertaria, individualista, humana, que, combatida, de exótica, de ideario de im portación, de m odelo que
obstaculizada por tanto y p o r tantos, reaparece y
surge allí donde m enos se la espera. ¿Quién creería n?|fiC0imp m05 e?. c °Piar de otras latitudes geo­
gráficas, que nada tienen que ver con el m er'díano
que nuestro ideario iba a d a r señales de vida en ple­ de la cultura y de la civilización hispánicas.
na Edad Media, b ajo la form a de organización agrí­ Es o tro error profundo. Si algún pueblo de la tie-
cola en los feudos y en las guildas de las ciudades ' ra puede alardear de que en su seno haya existido
y en el regimen interior de las mismísimas órdenes el m ovim iento libertario antes que en ningún otro
monásticas? Así el agua, débil, huidiza, indefensa, país, ese pueblo es España. Precisa y rotundamente
asoma aquí y allá durante su curso, dando esas pro­ España. Cuando antes m encionam os a G recia Es­
pias señales de vida entre ingentes peñascos, que son parta y Platón, com batiendo el m ito de la moderni­
com o si dijéram os sus verdugos. dad, nos quedamos cortos adrede, para venir luego
No existe, pues, en nuestros tiem pos esa m oderni­ a hablar de nuestro pueblo, en que centenares d<-
dad ¡que se achaca al ideario anarquista. Cuando años antes de que Esparta y G recia tuvieran perfil
Fasiliade abom uia en el siglo X V I II de la nropie-
político, ya floreció el m ovim iento libertario, nada
ctad, preconizando una igualdad en la posesión de menos que entre nuestras tribus aborígenes.
todos los bienes, ¿qué hace sino reflejar a Campa-
Según diversos autores, entre los vacceos (indi-
nella en su «Ciudad del Sol», del siglo X V II? Cam­ genes de Palencia), prados, m ontes y tierras de la­
pan era habla de un régim en com unista de mujeres brantío eran aprovechados, explotados y cultivados
y haciendas, con trabajo para todos; pero el mismo, en com ún. La tierra se repartía cada año, por sor­
¿que otra cosa es sino un eco de M oro que, en su teo, entre las fam ilias que se obligaban a recoger
«U topia» aparecida en el siglo X V I, considera la las cosechas y a entregarlas a la com unidad, de la
propiedad privada com o la causa principal de to­
que luego recibían la porción correspondiente a sus
dos los delitos? Y el propio M oro, al igual que sus necesidades... Y este régimen com unista n o era tan
sucesores y antecesores m ás o m enos inmediatos solo privativo de los naturales de Palencia, sino que
¿acaso n o bebió sus teorías en el cristianism o, en las
hallabase muy generalizado en las otras regiones
sociedades primitivas cristianas, donde «todos los peninsulares. Diodoro Sículo refiere com o en aque­
que creían estaban juntos y tenían las cosas en co ­ llas poblaciones prim itivas hispánicas (iberas, cel­
mún, y vendían las posesiones y los bienes y los re­ tas, celtiberas, más bien), «venían todos obligados
partían a todos, conform e a lo que necesitaba cada a depositar sus granos en silos abiertos en las rocas
uno», según se lee en el «L ibro de los H echos»? Fi­ y pagabase la ocultación con la vida».
nalmente, ¿puede acaso el mismo cristianism o alar­ De m odo que n o adviene en el m undo al anar­
dear de creador de semejante doctrina? No la pro­ quismo, com o signo de civilización, cuando en la his­
mulgó el filósofo griego p o r antonom asia (no hace
toria del siglo X I X adviene la revolución industrial
falta nom brar a Platón) en su fam osa «República»?
sino que es anterior inclusive a toda civilización y
En ella nos trazaba, en efecto, el cuadro de una ciu­ florece, en nuestro suelo peninsular, aún antes dé
dad en la que hasta las mujeres y los niños perte­
necían a la comunidad. abocar a él las primeras civilizaciones m editerrá­
neas. Lo ponen ya en práctica el íbero aborigen, el
Los detractores de nuestro ideario dirán que a to ­ celta prim igenio, el celtíbero com puesto de ambos,
dos estos la historia política los envuelve en el d ic ­ razas primitivas, de costumbres sencillas y rústicas-
terio de «utopistas», pero lo cierto es que, a despe­
pueblos cuya ingenuidad les llevaba a deiar los en-’
ch o de unos y de otros, la vieja doctrina que nació
ierm os al borde de los cam inos, por si algún tran­
en la concha del m anantial de los origenes de la ci­ seúnte con ocía sus males y los curaba; p'ueblos

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cuyo innato instinto de justicia los hacía inflexibles de gran com plejidad, y se considera com o una gran
con los delincuentes, que condenaban y ejecutaban, conquista del pueblo su entrada en ese parlamento,
de m odo sumarísimo, a las orillas de los ríos; hom ­ es tam bién España el país que marca la ruta a se­
bres que cuando la enfermedad o la vejez hacían guir; Castilla da entrada al pueblo en las Cortes en
temblar las arm as en sus manes, se despeñaban des­ el siglo X II, y Francia, la políticam ente culta y
de lo alto de las rocas; que preferían la muerte a ser fuerte, h asta el siglo X IV . Y si ponem os nuestros
hechos prisioneros o esclavos de otras tribus, y a ojos en el ciclo de las grandes revoluciones de los
quienes sus mismas mujeres y aún sus propias m a­ principales países, ciclo que parece com o una propa­
dres los apuñalaban si creían ver en ellos un gesto gación o un contagio, vemos también que España
cobarde. m arca asimismo la,pau ta: nuestras comunidades y
Es decir, que n o han tenido que transcurrir dieci­ germ anías desvirginaron la flo r de las revoluciones
nueve siglos de la era que nos sirve de cóm puto pa­ que habían de proliferar nuevos mundos, y p or el
ra que las conquistas de la civilización permitieran arco abierto de los nuevos horizontes liberadores
abrirse a la flor pom posa del com unism o libertario, pasaron después los príacos de las revoluciones in­
sino que m uchos siglos antes de esos diecinueve si­ glesa, alemana, francesa, americana, italiana, ru s a ..
glos y milenios antes de esa civilización, ya los pri­ España estuvo, pues, en política, com o en tantos
m itivos pobladores hispánicos vivían en régimen de y tantos aspectos de la vida, a la cabeza de tod o y
comunidad, cuando aún se alim entaban de pan de de todos. ¿Quién se atreve, p o r lo tanto, a hablar
bellotas, de leche, de quesos y de frutas. del anarquismo com o plan ta exótica en nuestro in­
Fuerte asombro deberá causar todo esto en el áni­ vernadero, si es planta de selección, que ha abierto
mo de los que n o conocen bien nuestra historia, e sus hojas espléndidas al calor fundente de la revo­
ignoran, por lo tanto, que siempre fuim os en políti­ lución industrial del siglo X I X , y que, en tal sen­
ca a la cabeza de todos los m ovim ientos políticos tido, necesitó el abon o de centurias y más centurias
del m undo; que ya en los umbrales de nuestra histo­ de civilización? ¿Acaso en el m anantial de esa civi­
ria, nuestras poblaciones prim itivas tenían un Par­ lización n o se m iraba ya nuestro m ilenario país co ­
lamento rudim entario que representaba al pueblo m o en un espejo?
y era por el pueblo nom brado y por él rebasado si se
hacía indigno de ese nom bram iento y de aquella re- Ni exotism o ni modernidad. Perennidad m ás bien,
presentación^citando T ito Livio lo ocurrido una vez com o estam os viendo y raigambre y solera pura­
entre los volclos que, por oponerse su Parlamento m ente españolas, clarisimamente iberas son las vir­
a la guerra y ser ésta voluntad del pueblo, arrastra­ tudes de que tiene, sin duda, derecho a envanecerse
ron y quemaron a todos los senadores, en un gesto la doctrin a anarquista, ideario por lo que a noso­
bárbaro de sociedad aborigen, p ero cuyo espíritu ar­ tros toca... tan viejo com o España y consubstancial
día en la llama de la justicia. De igual manera, a ella, com o la yedra que se adhiere y rodea el tron ­
cuando muchos siglos m ás tarde, la madurez p olíti­ co, y de su savia vive, desde las propias raíces.
ca de los pueblos.se hace mayor, y la voz «parla­
m ento» tiene otro sentido y abarca otros problemas H IS P A N IU S

DEMOCRACIA, LIBERALISMO,
SOCIALISM O, ANARQUISMO
(Conclusión) n óm icos dueños del Estado y m ucho m ás después
de los distintos experim entos de capitalism o esta­
V A L O R L I B E R A L D E L S O C IA L IS M O tal, que transform an al Estado en un gran em pre­
Ahora bien; las asociaciones obreras — que tu­ sario m onopolista y a la econom ía en un instru­
vieron com o prim er resultado la recuperación ds m ento de gobierno.
los trabajadores com o personas — son en la edad La evolución que ha sufrido el m undo alrededor
m oderna obra del impulso socialista. Pero n o sólo de nosotros en estos últimos treinta años ha re­
en esto consiste el valor liberal del socialism o. La m ovido en profundidad el contenido — que parecía
socialización (no nacionalización) de la economía tan simple en los tiempos heroicos de la Prim era
es el cam ino actual de la liberalización del indi­ Internacional — de la palabra socialismo. N os m o­
viduo frente a la tiranía a menudo impersonal, vemos en aguas muy turbias que n o han sufrido
pero siempre esclavizadora, de las exigencias eco­ aún el necesario proceso de sedimentación. Pero en
nómicas. Esta significación liberal del socialismo, este proceso todos nosotros debemos colaborar. Es,
sólo presentida en el siglo pasado (cuando el socia­ una vez más, también un trabajo de vocabulario.
lismo parecía la traducción teórica natural d e , las Pero las definiciones las da cada vez más exactas
exigencias de la ' clase obrera en lucha contra la y perspicaces, la historia que vivimos. Ella se h a
empresa capitalista y el correlativo sistema del sa­ encargado de delimitar el significado de la palabra
lariado), aparece m ucho m ás clara en este siglo, socialismo y de m ostrar la inmensa distancia que
después de la experiencia de los m onopolios eco­ media entre socialización y nacionalización.

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causa principal del m alentendido fué — en el
siglo pasado _ e l predom inio de las tendencias H a ím ^ fp L de la economía, sin cambiar, sino p a r-
del m ovim iento socialista, ten­ \ , cu °s de la m inoría dirigente ins
dencias que basaban su program a de acción en una
v í í S a d a 01 mmneral de. la historia, estrechamente
Z ° Ppr otra parte el liberalismo - m ás 1lentIm enteU? 1e ¡iy fO T n ifa»OTP1^ S a ’ m ucho
con i n eSf esPecial m om ento que,
a ^ o d o J P S rfn v ¥ ^ na voIuntad- p e r n o s extender lecim iento U S ^ l S í d o ^ e K r S '
a t c d o el siglo X IX , pero que de ninguna manara
^ * U r n0Cerse. en ,nuestra sociedad de hoy.
l a ^ ? i n n W « CriPiS1S^ 6 objetivo del socialismo en
nreíando m r f í ? f '?o r l a .dase obrera e inter- „cuales s? establecen las nuevas ierarquias
h S i t o • socialización com o esta- ' ,M a d e n t' s « u i, y e rr r s
econom ía, el socialism o marxisla
tanto en su sector dem ocrático y legalitario cor-o
entre f S ^ n £ r ^ IUí? 0narí ° (Que pCilia la legalidad
rá fn L i i! , / 0 entre sus medios) tendía a
TI
rít ? í A € Estado- heredando la actitud histórica
ía íto jac(* ‘ na y alejándose de la demo­
cracia liberal. Sus ultimas derivaciones estallan
destinadas a ser totalitarias, c m ó van a ser títa
¡n u S to capitalista,
m undo S S ííS hS S 8 que
derlvacÍones
se injertadeenla elevolución del
Estado por
^ o cam ino pero con idéntico resultado.
uJm haber separado bastante netamente al socia­
lism o en general del marxismo, que es sólo una de arizada,S i - ü f f i
ejem plo seguido, en rápida síntesis ñor pi
A »
sus formulaciones, les d a un carácter c o n f u í, y
nazism o alemán. Este p r o c e * > d e s e S K ’ £ ?
U b e r ^ n n p % p t0has las 1.1} tuiciones de socialismo fracaso, acaso sólo aparente, c o n T S ^ f a m i l i t é
! f r. f .I 11® se han m anifestado, casi todas com o
arrollo de la rp^T®1^ de vaIores dentro del des
treinta S o s revolucl6n rusa- en e« o s últimos
JS í ^ umbrales del período fascista, Piero Go-
ia en i 1 Vna revista, «Revolución -x í r í g a i
esta revolución, estableciendo su dictadura llama/Jp
13 3ue sostenía que las condiciones de
de ¥n . n uevo liberalismo se encon­ f f i T e m e n t e dictadura _del p roi e t a S . e T ^
traban en el m ovim iento obrero y reconocía en tido y el Estado reconstituyeron ránidamentp la
«f^nsejos de fáb rica » los núcleos de la futura clase privilegiada, representada por una com plicada
sociedad liberal. Había intuido el carácter liberal 5 ^ 1 a d ®,£unclonarios en cuyas m anos se unen
^ h socialism o, pero scxúalismo en aque- Z con trol económ ico del país.
l l í i ,. ! «s Primer° s pasos de la Revolución ejé^clto ’ burocracia estatal, sindical y de
rusa se identificaba fácilm ente, especialmente en ,el con ju n to de los funcionarlos técnicos
“ H f 1 com unism o bolchevique. Los consejos y adm inistrativos de las distintas ramas de la nro-
de fábrica de Turín, que respondían a una profun­ Í T I Í 'Í I L i 3 distribución sustituyen al capitalis-
d a exigencia liberal, estaban orientados en gran m ^ ,P r' v.a d0 desposeído, com o usufructuarios de la
p arte por el m ovim iento «Ordine Nuovo» del aue humano q A6 e Estado ejerce sobre las masas
form aban parte los futuros leaders del Partido Co­ hum anas económ icam ente consideradas. Y esta ex-
m unista que iba a nacer muy pronto: Granesci y es in? eParablc de un absolutism o p £ í-
iGgiiatti, con los que G obetti estaba ligado. No m?p ^ z mas com pleto y «cien tífico» a medida
era fácil para quien n o pudiera seguir naso¡ a pa^o que nos alejam os del recuerdo de la revolución de
los acontecim ientos en todos sus detales distinguir term inados ^ ores han sido P°r otra parte ex-
entre los soviets rusos de la prim era época, for-
m ación es espontáneas y por eso m ism o orgánicas h a . m ilitarización de la m ano de obra, el retorno
y libres al mismo tiempo, y los soviets posteriores, a la esclavitud con la utilización del trabato de
organos de una dictadura centralizada de partido. ™ h on es de prisioneros políticos y comunes y de­
La .continuidad del nom bre ocultó — en este terreno portados, la supresión del pensamiento, del arte v
com o en muchos otros — un largo proceso de con­ oe la ciencia que no sean los oficiales, hacen d -
trarrevolución. Rusia el ejem plo más acabado del totalitarismo”
l o s cam inos han sido distintos; pero el punto de
llegada es el m ism o hacia el cual tendía el nazi-
EL TO TALITARISM O fascism o, c o n la diferencia de que el proceso ruso
ha sido más rápido y radical.
Y llegamos a la tercera de estas líneas de des­
Vino después — interrum piendo la publicación de arrollo h acia el totalitarismo. Es la que encontra­
«Revolución liberal», y la vida de su director — el mos estudiada en el libro de Burnham: «L a revolu-
totalitarism o fascista, definido p o r uno* de sus pri- cioin de los directores». Burnham estudia el fenó­
. meros estudiadores (Luis Fabbri), com o contrarrevo­ meno en su panoram a mundial e incluye en él tam­
lución preventiva. Fué, junto con el nazismo, una bién al sistema ruso y al nazista. Pero su análisis
gigantesca tentativa de la clase dom inante por su es m ás característico e interesante cuando se re­
perar la crisis del capitalism o, realizando la tran­ fiere a los países capitalistas de occidente en los
sición del Estado capitalista burgués al nuevo tipo cuales el desarrollo de la om nipotencia estatal es
de Estado absoluto, dueño de la vida política, de mas lento y menos evidente. Y o n o concuerdo con
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la interpretación que Burnham da de los hechos, dir en el Partido Laborista inglés, dudas que tienen,
ni con sus previsiones del m undo de mañana. Pero en Inglaterra, profundas raíces liberales. He aquí
los hechos en sí mism os son reales y ya habían las palabras del laborista Grey T u m er en un a r­
sido estudiados y expuestos varias veces, especial­ tículo, publicado en junio de 1952, sobre «Enseñan­
mente en Francia antes de la últim a guerra. Me zas del servicio sanitario nacional»:
reñero al libro de Burnham, porque se ha difundido «Hemos concebido el plan para la división de los
m ucho en América y es fácilm ente asequible. La gastos en escala dem asiado amplia. Hem os form u ­
crisis del capitalism o es definitiva, ipor más que las lado el p royecto sobre base nacional o estatal... En
consecuencias de la guerra retarden su ritm o; una un país de 50 m illones de habitantes com o G ran
nueva clase dirigente surge, la de les administra­ Bretaña, el Estado, com o unidad administrativa,
dores, de los «m enagers», que, siendo los que t ie ­ n o es n i económ ico, ni eficiente... El con trol cen ­
nen acceso a las fuentes de m aterias prim as y a tralizado de la inm ensa m áquina se vuelve dem a­
los centros de producción, y ocupan a la vez una siado rem oto y burocrático... En cam bio de un Ser­
p osic'ón preferencial en la distribución de los pro­ vicio Sanitario Nacional, hubiera sido m ás pruden­
ductos, son los que gozan de las ventajas de la te instituir cierto número de Servicios regionales
propiedad, sin tener el título jurídico de propieta­ independientes.» (Revista «II Ponte», Florencia,
rios. Esta definición que Burnham d a de la p r o ­ m ayo-junio 1952, p. 563.)
piedad real m e parece lo m ejor que tiene su libro. P or otra parte J. J. Marus, en un estudio sobre
Es evidente que esta propiedad real se está tras­ «Estructura y funcionam iento de las industrias
ladando de las m anos de los capitalistas individual­ nacionalizadas», aun sosteniendo la eficiencia de
mente considerados a las de esta nueva clase téc­ las nacionalizaciones con el sistema actual, se hace
nico-burocrática en form ación . A hora esta nueya eco de las inquietudes de la base, especialmente del
clase está m ucho m ás ligada al Estado, al mundo sector obrero, en el que — dice — es com ún la idea
oficial, que el antiguo capitalismo. Depende del equivocada pero natural, de que «la nacionalización
Estado y tiene al Estado en sus m anos. Es un fe­ es sinónim o de participación de los trabajadores en
nóm eno que se puede observar en el Uruguay donde la dirección, o hasta de gestión directa ejercida por
gravita o se encam ina a gravitar en la realidad los obreros» (socialización); m ientras los dirigentes
del país m ás que las m anifestaciones de im peria­ sindicalistas tem en que, en un Estado protprietario
lism o extran jero o de capitalism o local de tipo y empresario, los sindicatos pierdan su función au­
anticuado. L o que en el libro de Burnham n o es tan tónom a y se vean reducidos, com o en U.R.S.S. a
claro (Burnham es de form ación marxista) es el instrumentos de gobierno y órganos asistenciona-
carácter más político que económ ico del fenóm eno. les. Los dos problem as fundam entales le parecen:
1) el alcance de la participación obrera en la di­
rección de las industrias nacionalizadas; 2) la me­
NACIONALIZACION Y SOCIALISMO dida en que conviene descentralizar estas industrias,
creando, para cada una, entes regionales autóno­
Los progresos técnicos, a l provocar la crisis capi­ mos. (Idem, 592-94). P or otra parte Donald Chap-
talista de sobreproducción — baja de precios, des­ man en un artículo sobre «L a futura política inte­
ocupación, subconsumo — ofrecen la salida natural rior del laborism o» (idem p. 797), cita abundante­
de la dism inución de las horas de trabajo manual mente el prim ero de los Nuevos Ensayos de Cross-
y p or lo tanto de la dism inución de la im portancia mann, quien plantea la exigencia de «evitar una
del fa cto r econ óm ico en la vida del hom bre. Y la concentración indeseable de fuerza en m anos de
presión de las necesidades básicas inmediatas so­ los técnicos y una demasiado escasa participación
bre los individuos es — repito — el más eficaz ins­ individual de los trabajadores» (idem 803) y co n ­
trum ento de dom in io político. No perder la fiscali­ cluye: « El principio de la distribución del poder
zación de la presión es, consciente o inconsciente­ está reclam ando la atención».
mente, el objetivo de tod o poder. A este deseo — y A pesar de estas preocupaciones, el peder de los
n o al deseo prim ario de defender la propiedad en m inistros sobre los entes nacionalizados es m ayor
sí m ism a — obedece la oposición al socialism o, la que el que ejercían sobre los escasos entes públi­
lim itación del progreso técnico orientado hacia un cos anteriores a la guerra (idem, p. 778, co n biblio­
aum ento de la producción, el terror a la abundan­ grafía), lo que indica cuáles son las tendencias de
cia de los productos, todo eso que Bevan h a lla­ la econom ía estatal aun en un país de fuerte tra­
m ado hace p oco «m iedo a la paz». A este deseo dición liberal.
obedece la tendencia de todos los dirigentes, de la En el m undo dem ocrático occidental, el totalita­
industria, de la Banca, de los sindicatos obreros, de rism o es aún un peligro cronológicam ente rem oto,
los partidos políticos, aun socialistas, a separarse p ero n o por eso menos amenazador.
de las masas, a constituirse en una casta a parte, ¿C óm o podríamos, pues, definir al totalitarism o’
y — en fin — a integrar el Estado. Y a hem os lle­ Es la identificación de la opresión política y de la
gado a un punto en que el Estado, aun en el ré­ explotación económ ica de las grandes masas hu­
gimen de la libre empresa, pesa m uchas veces sobre manas esclavizadas, en m anos de un Estado abso­
el trabajo de los productores y el esfuerzo adquisi­ luto y fuertem ente centralizado, basado en una
tivo de los consumidores m ucho m ás que los bene­ casta jerarquizada de funcionarios (económ icam en­
ficios de los empresarios privados. Las nacionali­ te privilegiados y políticam ente partícipes — según
zaciones pueden ser llamadas por algunos revolu­ su jerarquía — de las funcioness de dirección). Esta
cionarias, porque ayudan a m orir al capitalismo casta com prende toda la burocracia gubernamental
privado, pero conservan lo esencial de éste último: en sus distintas ramas, incluyendo a los técnicos
la explotación com o base, n o sólo de los privilegios y organizadores de la producción y distribución, la
económ icos de la burocracia gubernamental, sino policía, el ejército y, con el tiempo, sin duda, el
también de su predom inio político. Son significati­ clero. (El totalitarism o necesita de la religión y le
vas a este propósito las dudas que sobre la bondad teme com o rival; toda Iglesia constituida tiene as­
del sistema de nacionalizaciones empiezan a cun­ piraciones teocráticas y la teocracia es la form a

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más perfecta del totalitarism o. Las Iglesias cons­ El im pulso que los había llevado al p . C. había
tituidas pueden llegar a ser ta n to instrumentos, sido —según uno de ellos que reconoció luego su
com o terribles rivales para los distintos tinos de error— esencialmente liberal.
totalitarismo, sin que se pueda excluir que intenten «L a experiencia que ellos (los intelectuales ita­
y consigan en algunos países transform arse ellas lianos que se acercaron al com unism o) tenían de
mismas en teocracias totalitarias). un capitalism o sin liberalismo los hacía razonar
Hace veinte años que el socialism o tiene ante com o los campesinos y obreros del sur de Ita lia y
si a este enem igo nuevo y no se ha nertrechado de los países semifeudales en general... que aspi­
p ara com batirlo, adorm ecido por la ilusión de triun­ ran a un liberalismo sin capitalism o. Y así acon­
fa r cóm odam ente sobre los escom bros de la vieja tece hoy que aquellos campesinos y obreros lleven
sociedad en ruinas. T oda la pólvora se ha gastado el agua de sus aspiración al m olino com unista»
contra el capitalism o privado- o — en la última (Elio Vittorini: «Los cam inos de los ex-comunis-
época — con tra su form a circunstancialm ente na tas» en el diario «L a Stam pa» de Turín del 6 de
cionalista: el imperialismo, cuyo auge* corresponde septiembre de 1951).
al período de la guerra 14-18. Este es un ejem plo de la tentativa difusa de en
contrar un entronque entre liberalism o y socialis­
M A L E N T E N D ID O S EN L A LUCHA mo; otros ejem plos podrían ser los laboristas in ­
A N T IT O T A L IT A R IA gleses que, entre las dos guerras, form aron un
grupo a parte con el nombre de «laborism o inde­
La com plicación de estas tres líneas de desarrollo pendiente», el m ovim iento «Socialism o y Liber­
del proceso totalitario ha enturbiado en estos últi­ tad» del diputado socialista francés M arcel Pi-
mos treinta ños la visión clara de los problemas, vert, las tendencias llam adas «personalistas» de
dando origen a m uchos malentendidos. Donde el A arcn y Daudieu cu yo libro «R évolutión nécessai-
totalitarism o h a triunfado en prim er término, ha re» cem entaba hace bastantes años (entre las dos
transform ado profundam ente y unilateralmente el guerras) el Prof. Benvenuto en el Ateneo de Mon
vocabulario (nara Alemania, ver Cassirer- El mito tevideo... Pero ninguno de estos m ovim ientos cua­
del Estado), desfigurando el planteo de los proble­ jó en una corriente orgánica. No h ablo de fra ca ­
mas: en segundo térm ino h a im pedido que las sos prácticos, ya que nunca com o h oy fué tan di­
experiencias de un Dais se conocieran en los otros, fícil m arcar el lím ite entre la derrota y la victo­
im poniendo una versión oficial — de la que n o hay ria, sino de la incapacidad para una visión total
m anera de escapar m ás que por la fantasía — de la y autónom a de los problemas. El h ech o de que
historia contem poránea; en tercer término, en su estos distintos m ovim ientos se hayan reincorpo­
esfuerzo p or aborregar a las inteligencias Indivi­ rad o a los partidos tradicionales (laborismo, so­
duales fundiéndolas en la masa, las ha obligado a cialismo...) indica que aún conservaban en el fo n ­
un trabaio de investigación estrictamente solitario d o el m olde de estos partidos, es decir, concebían
y personal, privado del beneficio del intercam bio la lucha social en términos de «conquista del p o ­
espiritual, de la discusión, de la utilización de los der». En efecto, el problema del Estado n o ha sido
resultados adquiridos. (Teda tendencia a crear estos planteado p or ellos ni siquiera con la claridad
tres fenóm enos es tendencia totalitaria). co n que lo form ulaba el viejo liberalismo. Justicia
Esta realidad, que en algunos países h a sidb social y libertad siguieron siendo concebidos com o
excesivamente larga y en otros dura aún, n o ha dote térm inos en el fon d o antitéticos, a los que
interrum pido la historia del pensam iento humano, 'hay que conciliar co n esfuerzo y n o corno aspectos
sin o que ha creado fracturas, repeticiones, desorden, inseparables de una misma realidad.
incom prensión.
En el problema que n os ocupa, sería interesante
a este respecto (para transmitir una experiencia U B IC A C IO N A C T U A L D EL A N A R Q U IS M O
que con ozco directamente) com parar el desarrollo
del pensamiento de los italianos que pasaron en el Y aquí hay que buscar, a mi m odo de ver, el
destierro — en países de relativa libertad — los lugar actual del anarquismo, concebido com o ra ­
veinte años de dom inación fascista en Italia, y lo m a del socialism o: se define a sí m ism o com o so­
que dijeron y publicaron en 1945 sus com patriotas cialism o libertario y n o liberal, porque esta últi­
que habían vivido más directam ente en el interior m a palabra está cargada p a ra él de m ucha ina­
la exDeriencia totalitaria, p ero desconocían casi ceptable historia, p ero es indudablemente el here­
totalm ente el cam ino recorrido p or otros países a dero, dentro del cam po socialista, de la larga tra­
partir de 1922. Las exigencias de un socialism o li­ dición liberal.
beral se hacen sentir en los dos campos, pero, m ien ­ Aunque dentro del anarquism o n o es muy co ­
tras entre los desterrados ellas son en general una m ún (o n o lo h a sido hasta hace poco) la valori­
consecuencia del fracaso de la experiencia socia­ zación de este adjetivo «liberal» que la influencia
lista dictatorial en Rusia (ej. el socialism o de S ilo m arxista sobre todos los m ovim ientos de izquier­
ne y el libro «Socialism o liberal» de Cario Rosselli), da h a transform ado en un térm ino despreciativo,
entre les escritores form ados en atm ósfera fa scista es interesante recordar com o ya en 1923 un anar­
llevados por sus aspiraciones de justicia social ha quista italiano, Camilo Berneri, lo reivindicaba
cía el socialismo y por su antitotalitarism o hacia para el anarquismo. En efecto, en ese entonces le
la libertad, se produjo el curioso fenóm eno de la dirigía a piero Gobetti, que — com o vimos— con ­
afluencia al P. C., un p oco p or la herencia de las sideraba al m ovim iento obrero com o el realizador
doctrinas que P. Gobetti sostenía en 1922 y otro del nuevo liberalismo, una carta, publicada en el
pooo p o r influencia de la propaganda oficial deJ núm ero del 24 de abril de 1923 de «Revolución li
régimen fascista que presentaba ai com unismo sta- beral», en la que afirmaba la necesidad de empren­
liniano com o su única antítesis, con un procedi­ der una serie de estudios sobre la historia del li­
m iento abundantemente im itado después p or las beralismo económ ico en el socialismo, que hubie­
corrientes conservadoras en todo el mundo. ran conducido, según él, a la com probación de que,

Ayuntamiento de Madrid
874 CENIT

en la I Internacional, los anarquistas han sido que tiende cada vez más a cierto eclectism o en
los «liberales del socialism o», y agregaba: «en su este terreno, basándose en el carácter m ixto y ex­
fu n ción de crítica y oposición al com unism o auto­ perim ental que tiene toda sociedad am plia y com ­
ritario y centralizador, aún siguen siendo tales» plicada, en que no se quiera imponer dictatorial­
(reproducida en el núm ero del 30 de septiembre mente un sistem a único. La experiencia española
de 1951 de «V olon tá» de Nápoles). Pero él se pre­ de los años 1936-39, con sus éxitos y sus fracasos,
ocupaba esencialmente del aspecto económ ico del fren te a la experiencia rusa, h a sido una lección
problem a (colectivism o de Bakunin versus com u­ valiosa en el sentido de la revalorización —dentro
nism o de Marx). El carácter liberal del anarquis­ de una econom ía socializada— , de la m ás amplia
m o en sentido m ás am plio me parece que se ve autonom ía de los individuos y de los organismos
m ucho m ejor hoy, a la luz de la experiencia tota­ de toase. E n terreno socialista y con tra las ten­
litaria (aunque M ax Nettlau lo analizó claram en­ dencias totalitarias, el anarquismo vuelve a pre­
te ya hace m uchos años en un artículo publicado sentar las exigencias que el viejo liberalismo pre­
—creo— en la «R evista Blanca»). sentaba contra la dem ocracia jacobin a por un
Nacido, independientemente del socialism o, con lado y con tra el absolutism o m onárquico p or otro.
Godwin en Inglaterra y Proudhon en Francia, el Esencialmente estas exigencias consisten en un
anarquismo ha visto desde el principio el carác­ retorno a la realidad concreta constituida por la
ter esencialmente político del privilegio económ ico persona individual y su espera de acción: la colec­
y ha reconocido en las distintas posibilidades de tividad local, en la que convergen todas las acti­
estructuración igualitaria de la econom ía que vidades geográficam ente consideradas, y una m ul­
ofrece el socialismo, un m edio de liberación de la tiplicidad de organism os funcionales n o necesaria­
persona humana, oprim ida tanto por sus necesi­ mente locales, basados en intereses m ateriales (tra­
dades materiales insatisfechas, o satisfechas a bajo, consum o, sanidad, etc., culturales y éticos.
precio de abdicación, com o por las limitaciones a Esto sin rehuir la organización, p or vasta que sea,
su libertad política: mutualismo, colectivismo, co ­ aún en escala mundial, pero basándola en vínculos
munismo, cooperativism o, sindicalismo, (la ges­ federativos, de coordinación y n o de subordina­
tión de la econom ía a los sindicados) fueron toda:; ción.
corrientes vivas dentro del socialismo anarquista, L u ce F A B B R I

< 5 L i n i i e z . n a ü e z d e

Paludismo o malaria
N la prim era época de mis estudios el encanto de Salvochea en las horas negras del
profesionales, encontrándom e en Pa­ presidio, y hasta llegó a traducirlo, siendo lam en­
rís, m e encariñé con la lectura de la table que se haya perdido el m anucristo. No es un
i i historia de las doctrinas médicas, dedi- poem a religioso, com o puede creerse equivocada­
c-, cándoles todo el tiem po disponible. mente, sino un canto a la rebelión, simbolizada en
Después, a n te las amarguras de la Satanás, el protagonista de la obra. T en go p or cos­
práctica diaria, en que el m édico anar­ tum bre en esta trágica selva, antes de dormirme,
quista no aquilata el valor del dinero leer unas páginas del poem a, y las imágenes excel­
sino el bien que hace a los enfermos, sas de M ilton y Salvochea acom pañan m i sueño..
fui abandonando, el estudio de aquellas La equivocación que algunos tienen con «El Paraí­
doctrinas, preocupado p o r las necesidades del mo­ so Perdido», la tuve y o al leer la frase d e Sthal,
mento. que la consideré com o de un sabor religioso. Dios
En aquella época, estudiando la doctrina vitalista castiga a los hom bres por sus .pecados y les m anda
cuyo autor es Sthal, m édico y quím ico del siglo X VII, toda clase de enfermedades. Leyendo nuevamente
encontré en los escritos del sabio alem án una frass Sthal con más atención, com prendí que n o era ese
que nunca he olvidado y que dice así: «L as en fer­ el significado verdadero que quería darle su autor.
medades son castigos». Su frase h a y que interpretarla así: «Las enferm e­
He conocido a personas que leyeron superficial­ dades son las consecuencias del vivir disparatado
mente «El Paraíso Perdido» de M ilton, y lo consi­ de los hombres, que desde que nacen hasta que mue­
deraron com o un poem a religioso, acabando por ren n o dejan de labrar su propia sepultura».
cerrar el libro. Esa obra inm ortal, una de las más En efecto, si los hombres vivieran de una manera
grandes que ha concebido el espritu hum ano en el razonable, es decir, de acuerdo con el sentido común,
cerebro' poderoso de un hom bre extraordinario, era y sin convertirse los unos en torm ento de los otros,

Ayuntamiento de Madrid
16 F R IT Z BRUPBACHER M A R X Y B A K U N IN 9

dicha a un ser a d icto es p a ra n o s o tro s la p a la b ra «p ro leta ­ C o m o E ngels «in ju r ia r á a los su izo s q u e lu ch a n ipor su li­
rio ». C om o la d e m ocra cia , su bstitu ís a l desarrolloi rev olu cion a ­ b e rta d c o n tr a la ca sa d e H a b sb u rg o»; les a cu sa d e re a ccio n a ­
r io la fra s e d e ¡la re v olu ción !» rios p u esto que la h istoria u n iversal ex ig e la. ce n tra liz a ció n ,
E n d esarrollo len to, c o n en e rg ía y p a cie n cia enorm es, m ien tra s q u e e llo s c o m b a te n p o r el fe d e ra lism o y la libertad.
M arx h abía (pasado al co n v e n cim ie n to que y a se presentía, en N o tie n e a fa n e s d e sp óticos, m a s sabe que la le cció n h is tó r ic a
aquella frase fo rm u la d a en 1843: «C uan d o a l co rre r d e l tiem po t a p o n e la a u torid a d , y él es un se rv id o r fie l d e la verd ad en
los a con tecim ie n to s p erm ita n m á s, recob ra rse a la (hum anidad este m u n d o . L o que le h a en v ia d o a l m u n d o y e s ta creen cia
p en sante, y recogerse a la h u m a n id a d d o lien te, ta n to m ás p e r ­ esen cia l d e l v iv ir e n H egel, le in su fla fu e rz a y ten a cid a d p a ra
fe c t o ven d rá al m u n d o el p ro d u cto que la p resen te lleva e n su v e n ce r a to d o s susi a d versa rios y an iqu ilar los fa lso s p ro fe ta s.
sen o». Y c o n este c o n o cim ie n to y e x p e rie n cia e n la sa n g re, le L a h u m a n id a d tie n e que c a m in a r p o r la sen d a regu lar que
e n con tra m os cu a n d o fu é eleg id o p a ra el C om ité e n 1864. m a r c a la h isto ria m u n d ia l; a cep ta r sus d esa ciertos c o m o co n ­
P ué él quien recib ió el e n c a r g o d e p ro y e cta r el p ro g ra m a tribu ir a su b ie n . Estas ideas tie n e n a lg o d e cris tia n o a scé tico
y esta tu tos d e una socied a d in te rn a cio n a l d e lo s ob reros. M arx — para h a b la r a lo N ietzsche— en co m p a ra ció n c o n las d el
los ela b oró tan con cien zu d a m en te, que fu ero n a cep ta d os co n ru so paigano y sa lv a je llam ad o M igu el B aku n ín . Y d e su con ­
u n v o to u n á n im e p o r e l C om ité, y fu e r o n p resen ta d os al p r i­ traste p odern os e x p lica rn os in eq u iv ocad am en te, la o p o sició n
m e r C on g reso d e la «A so cia ció n In te rn a cio n a l d e lo s T r a b a ja ­ p ro n u n c ia d a dei am bos.
d o re s», co m o se lla m ó la nueva a lia n za en el a ñ o 1866 en G i­ E n los a lb o re s d e su p erson a lid a d , B a k u n ín ta m b ién fu é
nebra. a d icto a H egel. P ero co m o v erem os m á s tard e, p o r o tra s ra ­
* * * zon es y d e m a n e ra m u y d iferen te. A dem ás e n e l cu rso d el
I C o n g r e s o d e la I n t e r n a c io n a l tiem p o, e l h e g e lia n ism o se h u n d ió enl el fo n d o d e su ca rá cter.
(G in eb ra 3-8 sep tiem bre d e 1866) L a s leyes d e la h is to r ia fu e ro n acep ta d as p o r él siem p re y
c u a n d o se a d a p ta ra n a su ca rá cte r. P ero si la regu larid ad de
C u a n d o M arx e la b oró los esta tu tos d e la A so cia ció n In te r ­
la n a tu ra le za se o p u s o a su v olu n ta d lib ertaria, s u n atu raleza
n a cion a l ob rera , o b r ó ten ien d o en cu enta, n o sola m en te los
d e P ro m e te o se a b rió p aso. ¡E sa n a tu raleza que n o a d m itía
m enesteres reales d el p roleta ria d o, s in o ta m b ién resp eta n d o
cu id adosam en te sus ex ig en cia s a ctu a les y su ca p a cid a d revo­ sob re sí n in g ú n d ios, a u n q u e lo s d ioses se d e n o m in a ro n leyes
lucionaria. L a cu al, op u e sta m e n te a B aku n ín , n u n ca e s ­ d e la vidaí \
tim ó m u y g ran d e. C u a n d o e s crib ió las con sid e ra cion e s gen erales N o p u d o sea- v íctim a d e u n a c o n v ic c ió n cie n tífica co m o
p a r a los estatutos, n o h a b ló c o m o u n o que m ira al p roleta ria d o M a rx , p a ra q u ien la cien cia era u n a se ñ o ra m u y d u ra a la que
d e afu era sin o c c m o quien está com p leta m en te ad en tro. El era s a c r ificó su vid a, m u sa siem p re severa, h a cién d ose in exora b le
una especie d e e sp e jo h is tó r ic o que recog e to d o s los ra y o s en c o n s ig o m ism o y c o n tod os los que n o o b ra b a n d e a cu e rd o co n
sí m ism o, los c o n c e n tr a y p ro y e cta a l ex terio r. Las ex ig en cia s las leyes, p e rm a n e cie n d o c ie g o s e n fre n te d e l cu rso in m u table
que form u ló n o e ra n sus m á s ca r o s deseos, s in o la expresión d e l d e sa rro llo h istó rico.
d e l p o te n cia l posible d el p r o le ta ria d o d e los d iferen tes países. P a ra e l d e se n v o lv im ien to d e M a rx y p a r a su a p ro x im a ­
M arx h a b la b a e n el p ro g ra m a c o m o in te le cto té c n ic o d e la c ió n a la realidad, fu é m uy im p o rta n te la a m istad que m a n ­
m a sa p roletaria , y n o c o m o in d ividuo. T a n re v o lu cio n a ria c o ­ tu vo co n B a u er, el que en esa é p o ca entablói u n a g r io com b a ­
m o era la ca u sa en el p ro g ra m a , — y en su espíritu — ta n re ­ te c o n la o r to d o x ia relig iosa p u g n a n d o p o r la libertad d el
fo r m a to r ia y sin d o g m a s tu vo que se r en las ex ig en cia s p a r ­ p e n sa m ien to, y c o n tr a la a rro g a n cia d e la iglesia. A l la d o d e
ticulares. E ra n ecesa rio h a llar la base1p a r a la a cció n in te rn a ­ B a u er y K oep p en , M a rx fu é in trin ca d o e n las lu ch a s reales
c io n a l d e la cla se obrera, u n fu n d a m e n to d o n d e p u d iera n c o ­ d e este tiem p o. «E n las a rm a s teórica s tra b a jó tam bién co n
la b ora r ju n to s los p a rtid a rios alem anes d e L assalle, los iprou- ellos, en la filo s o fía d e la co n fia n za en si m ism o». Y él d eriv ó
d h on ista s fran ceses y los sin d ica lista s ingleses. L as cu estion es a sí e n tre lo s p re ca m p e o n e s d e la b u rg u esía d e izquierda,. « R e ­
d e l d e re ch o ele cto ra l d e la gen eralidad, d e la rep ú b lica , etc. p re se n tó la s d em a n d a s d e la liberta d d e pren sa y d e la rep re­
tu v ieron que a b a n d on a rse a las org a n iza cion es o b re ra s n a cio ­ s e n ta ció n d e l p u e b lo ilu m in a n d o y su blevan d o», co m o co la b o ­
nales, pues ellas ten ía n una im p o rta n cia m u y d ife re n te p a ra r a d o r y m á s tard e red a ctor d e la «R h e in iso h e n Z eitu n g »
los ob reros alem anes e. ingleses corno p a r a los o b re ro s fr a n c e ­ (1848). E n esta é p o c a la a g ita ció n d e l c o m u n ista W e itlin g le­
ses y rusos. L a fra te rn id a d en la co la b o ra ció n in te rn a cio n a l v a n ta b a miuohk p o lv o re d a y co m o re d a cto r que era, M a rx tu­
es e x ig id a c o m o c o n d ic ió n p rim a ria de la liberación . E l p r o ­ v o que to m a r p o s ició n e n fre n te d e él y d e l co m u n ism o en g e ­
g ra m a n o con tie n e n in g u n a d e m a n d a d e socia liza ción d e los n era l. C o m o 'posteriorm en te tra n scrib irem os, la s d e cla ra cio ­
m edios d e p ro d u cció n , p u e s en aquel tiem p o h ubiese s id o im ­ n es que B ak u n in fo rm u la ra e n la m ism a é p o ca es m u y in te­
p osib le log rar u n a e n te n te sobre este p u n to . L a em a n cip a ­ resa n te co n o ce r ta m b ién la p o sició n d e M arx. M eyrin g d ice s o ­
c ió n eco n ó m ica d e la cla se o b re ra fu é rep resen ta d a c o m o el b re este a sp ecto: «M a rx h iz o lo m e jo r y l o m á s sin ce ro d e lo
g r a n final, al que ca d a m o v im ie n to p o lític o tiene que servir que p u d o h a ce r en aquellas circu n sta n cia s; co n fe s a n d o a b ier­
corno in stru m en to. » tam en te que «la R ein isch e Z e itu n g » n o tien e to d a v ía n in g ú n

2
Ayuntamiento de Madrid
A XHVW c u a n u v ü d íia u i '¿ J A t h d

F R IT Z BRUPBACHER
M ARX Y B A K U N IN
i i)

Iticas a una f o r m a * I L m a n a S t y pe­


que se r re fo rm a d e la co n s cie n cia N m h S0 a tiene
análisis d e la co n scie n cia m í t e t w é ,por« d o g m a s’ sin o por
m a, sea r e l i g i o s a s e a ^ S í t k a ^ í t n n ^ ° nSC1? ílte sobre sí ^ i s -
d o está desd e ia g o t i e n e n eI m un-
? S r , S € i & ^ 3 “ Í tiene que con segu ir el co n o cim ie n to nnT-t u n a ra f ón d e la Que
R esu ltará que n o se tra ta d e S a £ a £ d e ü S 2 £ E * Ia ? e verdad-
y fu tu ro , s in o solam en te llevar a e fe ít r f i * f £ J rf pasado
d e la c e n s u ra , M a r x a b a n d o n ó e n 194-1 la

^sSdffifasjsSKS1,í.’aa-. «e
« R h e in is c h e Z e it u n g » . D ada, la ¡p re m u ra d e la s u s p e n s ió n le
a n u la d a la .p osib ilid a d d e u n a a c t iv id a d p ú b U ^ a a P a í í
n ica, JtÍ n tF° c o n el j ° v en 'h e g e lia n o a le m á n R u g e una’
m raoí/w w , fr a n z o e s is c h e J a h rb u ecftier». E r a la c o n t i -
fu erzas unidas. S e tra ta d e una c ^ i f ^ s i ^ ° ^ raJ d e 135
ra perd on arse sus p eca d os la W n a n w ó n 1 m á s- Pa_
y é Y desea selos representándose lo „ * son e n ^ a S d .

i
W S te, a p a r e c e n con. u n c o n t e n id a S a m e n t e e^nó s s s s ir á r s s fís s s s s ®
s ¿ s s r ¿ n& n s K a ír r a s s
™*e^yaS£^5?!ffm aS1'Slág.'Sig'S. Jfl»
RnUnrri» íí.0 ? vlene a l. m u n d o co n la red u cción id eológ ica re-
c u e s tio n e s r e lig io s a s y p o lític a s , e lla s se c o n v ir t ie -
m i iS S m e n te e,V c u e s t io n es e c o n ó m ic a s . L o s p r o b le m a s
p o lít ic o s y r e lig io s o s lle g a n a s e r a s u n t o s d e p e n d ie n d o d e lías g s s r i& s : m s r s
e s fe r a s e c o n ó m ic a s d e l s e r so c ia l. Y c o m o í ^ d e r a ^ n ece­ ilusiones ex a g era d as sob re la fu erza d el p roleta ria d o < £ n /í
s id a d e s « r a d ic a le s » c o m o ia s ú n ic a s c a p a c e s d e h a c e r u n a re
yy h as t a eeiT verano
nasca. ver a n o de 1850 110* 'quiso
p e ri6creer
d ico «R
enheinisdhe
la derrotaZ eitu n g»,
tArriKiÁ
f i j a d o « S S l a d rlí¡S SOCiedad, e m p ie z a a c o n s id e r a r el p ro -
o ,? • ° l a c la se a q u ie n in c u m b e la t a r e a d e c o n s e g u ir y el fin definitivo del m ovimiento. (Pero, exactam ente en este
la e m a n c ip a c ió n h u m a n a . E s te es e l r e s u lta d o d e la f ilo s o f é
l e T a t ó k i f U e v ^ rdltOS laS causas cco n ó m ic as d eí en igm a
f é HdeI COmí ^ Z0' d e s u s e s tu d io s m > n ó m ic o s ya 1* ? n í t r ñ r r ^ t A l t J-°S' ? ue ad qu irió la co n v icció n d e que
lle g a a l r e s u lta d o q u e e l d e s a r r o llo d e l p r o le t a r ia d o a c a r r e a ­ la co n tra rre v o lu ció n h a b ía a leja d o la rev olu ción y ipor lo tan­
r a la l i q u i d a r o n d e l m is m o . A f in d e a c e le r a r el m o v im ie n t o to e ra una o b lig a ció n d ecírselo a los obreros «T en nis nue v
! ü nic,a ^?.a lld ^ d Que a ú n P u ed e in te r e s a r le es e l p r o le t a r ia d o ’ íes n o sóln rn em S Úe gu errt s civ,iles y com b a tes in te m a cio n a -
F e te r ia d o » p u e d e s e r rea liz a d a , sin liq u id a c ió n d el p ro - h to L ,por £amibiar ,as circu n stan cias, sin o tam -
rbS „ po! m od ifica ros y h a cer ca p a z el tra b a jo p olítico.» Y d i-
n X f ” 108 cl0'm o M a r x e n t r a e n la te r c e ra fa s e d e su d e s a r r o ­ I v ic L ™ n ersarios’ en e «K om m u n isten bu n tí» añade-
llo. E n esta , y a tr a e f o r m a d o u n m é t o d o d e p e n s a r u n p e n s a - «V o s o tr o s a firm a is en con tra : T enem os que llegar al ¡noder
OI¡ ? V a 2 r a r 0 ‘ A1 1P a l q u e su p e n s a m ie n t o ,’ es u n p e n - S l ? en ’ |US ° 'p od em os ir a descansar. M ientras qu*
iÍ ‘d ‘can?lo s ' esp ecialm en te al o b re ro alem án, la fo rm a p o co
« íS L o ! ^ X>\ 110 a a l h cm ibre c o m o in d iv id u o , sin o
c o m o e le m e n t o d e la m a s a . L o n u e v o d e e s ta t e r c e r a fa s e es el r,nm on?ra d a d e ' p roleta ria d o alem án, lin son jeá ls m u y grose-
d e s c u b r im ie n t o d e l a p r o d u c c ió n d e l g r o s e r o m a t e r ia lis m o c o ­ „ sen tim ien to n a cion a l y la p reven ción d e ca sta de
m o ra íz d e lo s p r o c e s o s p s ic o l ó g ic o s . A n t e s el p e n s a m ie n t o d e o1nOS alemane.s - 10 Que, n atu ralem en te, es m ás p o p u ­
lar. Igu al que p a ra los d em ócra ta s la p alab ra «p u eb lo» es

Ayuntamiento de Madrid
14 F R IT Z BRUPBACHER M A R X Y B A K U N IN u

que tra ta m os d e h allar el m u n d o n u evo c o n la c r ític a d e l viejo. M a rx e ra p u ra m en te m ecá n ico, p ero ahora, com ien za a ser In­
H asta a h ora los filó so fo s h a b ía n c o lo c a d o so b re la m esa el flu e n c ia d o p o r su a ctiv id ad p r á c tic a y p o r la teoría d e F euer-
d esen lace d e todos los en igm as, y el m u n d o to n to y co m o ­ bach: la ca u sa d e to d o s los p rocesos p sico ló g ico s es la n ecesi­
d ó n tu vo que a b r ir sola m en te la b o ca a fin d e que las p a lo ­ d a d m a te ria l y m á s esp ecia lm en te e l m o d o d e p ro d u cció n en
m a s frita s le vola ra n al hocicío. L a filo s o fía se h a h e ch o secu­ la socied ad . A ú n co n s e rv a la o p in ió n d e que la s d eriv a cion es p si­
la r y el testim o n io m á s e x a c to es que el c o n o cim ie n to filo s ó ­ c o ló g ic a s tom a n su d e sa rrollo d e m a n e ra d ialéctica , p e ro p o co
fico h a sid o a rro ja d o d e n tr o del h o r n o d e la lu ch a , n o tan a p oca; d etrá s d e la ca u sa p sico ló g ica , ve la m a teria l. E n u n
s ó lo exteriorm en te, sin o tam bién in teriorm en te. Si la co n s ­ p r in c ip io ex iste n sola m en te co m p e n e tra ció n en tre am bos; el
tru cción d el fu tu r o y la p e r fe c c ió n del m a ñ a n a n o represen ­ ■aspecto m a teria l es co n sid e ra d o to d a v ía c o m o u n a p a r t e del
tan nuestra ta rea p rim ord ia l., a p a rece c la ro lo aue ten em os que tod o. M á s tard e e l la d o p s ic o ló g ic o lleg a a sen u n a «su p e rp ro ­
h acer en este m om en to. E stim o la crític a siíi con sid era ción d u c c ió n ex clu siv a m e n te d e lo m a terial».
d e lo que existe; sin con sid era ción , ta,nto e n el se n tid o q u e la L a base m a teria l m ism a, —y en esto resid e lo o rig in a l d el
crítica n o se a su sta a n te sus resultados, c o m o a n te el c o n c e p to d e M arx— recib e p ro y e cta d a la ¡m isma e v o lu ció n d ia ­
c o n flicto co n los p od eres existentes. lé ctica q u e C a rlos M arx, d e b id o a H egel, d escu bre en¡ la fu en ­
«P o r esto n o soy d e la o p in ió n d e lev a n ta r u n a 'bandera te ¡psicológica. T ra n s p o rta a p rio ri las leyes d e l d escu bri­
d og m á tica , al co n tra rio .T e n e m o s que a y u d a r a los d o g m á ti­ m ie n to p s ic o ló g ic o al m o d o d e p rod u cir; y eso, m u c h o an tes
c o s p a r a que a claren sus dogm as. A sí e l c o m u n ism o es a n te que h a y a estu d ia d o el d esa rrollo d e l m ism o e n sus p a rticu la ­
to d o una a b stra cción d o g m á tica . P orque y o n o p ien so e n un ridades. D ic h o en p a ra d oja ; es m a rx is ta a n tes d e a b rir u n li­
com u n ism o im a g in a rio y posible, sin o en el c o m u n ism o v e rd a ­ b ro d e e co n o m ía p o lítica . V isto el a s p e cto ¡p sicológico d e los
d era m en te ex isten te, c o m o C abet, D ezam y, W eitlin g , etc., lo procesos, in tro d u ce sim p lem en te las leyes, e n la ó r b ita (de lo
predican . Este c o m u n ism o rep resen ta sola m en te una a p a rició n m a teria l. Y así cu a n d o estu d ia la econ om ía , la en cierra en su
p a rticu la r in ficio n a d o p o r sus co n tra ste s del ser p a rticu la r y fo r m a fija d e p en sa r. J u n to a las ex p erien cia s en la activ id ad
d el p rin cip io h um an ista. E lim in a ción d e la p ro p ie d a d p a rticu ­ p eriod ística -p olítica , P eu erb ach h a con trib u id o m u c h o a eoa
lar y com u n ism o, n o son d e n in g u n a m a n e ra térm in os id é n - fo rm a c ió n . A quí es ta m b ién m u y in teresan te lla m a r la a ten ­
tidos; y el co m u n ism o h a v isto d esa rrolla rse o tr a s d o ctrin a s c ió n d el le cto r sobre la im p resión com p leta m en te op u esta de
socia lista s co m o las d e F ourier, Proudihon, etc., n o p o r casu a­ P eu erb a ch e n M a rx y B aku n ín . M a rx tom a d e F eu erba ch el
lidad, sin o n ecesariam en te, p orqu e rep resen tan u n a rea liza ­ parecer d e l la d o grosero-sen su al que lo ca liza e n el h om b re,
c ió n especial y p a rcia l d el p r in c ip io socialista. •mientras que B a k u n ín es im p resion a d o a n te to d o p o r el h u m a ­
« Y d e la totalidad del p rin cip io so cia lista n o es un lad o n ism o d e F eu erbach , p o r esta id ea d e l in d ivid u o c o m o «A rt-
el que abara a la realid ad del v erd a d ero ser h u m a n o . T en em os W esen » (G en eroser). En e s ta fa s e d e su d e sa rro llo ¡para M arx
que p reocu p a rn o s tam bién d el o t r a lado, d e la e x iste n cia te ó ­ el p r o le ta ria d o a v a n za c o m o fu erza rev olu cion a ria d e mrime-
rica d e h om b re, qu iero decir, c ritic a r religion es, cien cia , etc. ra línea, para c o n v e rtirse fin a lm en te, segú n sus cá lcu los, en
A d em ás querem os in flu en cia r a n u estros contem iporáneos, y la únicaJ fu e rz a revolu cion a ria.
sin gu larm en te, a n u estros co n te m p o rá n e o s alem anes. L a cu e s ­ L a im p o r ta n cia sob resalien te que M a rx d a a la cau sa d ia ­
tió n es, ¿có m o h a ce rlo ? D os fa cto re s d ife re n te s 1 1 0 d e ja n de léctica -ev olu cion ista en las d eterm in a cion es d e la su p erp ro­
negarse. U n a vez la relig ión y o tr a la p o lítica , rep resen ta n los d u cció n p sico ló g ica , tie n e que c o n d u cir a u n a c o n c e p c ió n d i­
o b je to s que fo rm a n a ctu alm ente el in terés p rin cip a l d e la fe re n te d e la d e B ak u n ín sobre el g ra d o d e la e ficien cia y so­
A lem an ia actual. T e n em os que enlazar e sto s o b je to s ta l y co ­ bre la m a n e ra d e la, p rop a g a n d a . L as ca rta s d e M a rx y B a k u ­
m o se p resen ta n y 1 1 0 d eb em os op on erles sistem as q u e son n ín en las «D eu tsch -F ran zoeisch en en Jah rb u ed h ern », re p ro ­
«v ia je s a Ica ria .» d u cid a s p or n o s o tro s, rep resen ta n un a rgu m en to m u y típ ico.
«N o ex iste n in g ú n o b stá cu lo que se o p o n g a a unir n u e s ­ M a rx es en la o r o p a g a n d a u n ip sicoanalítico e con óm ico, m ien ­
tra p o lítica c o n una p a rticip a ció n e n la política, q u iero d ecir tras que B aku n ín qu iso, a n te todo, la, su g estión . M a rx deseó
en lu ch as reales y a id e n tifica rn o s c o n ellas. E n ton ces e n tr a ­ u n a r e fo r m a d e l c o n o c im ie n to p or an álisis; B aku n ín , p o r ese
m os en el m u n d o 0 0 1 1 u n n uevo p rin cip io d o ctrin a rio . ¡E sta d ia b lo que llevaba en sí, qu iso en tu sia sm ar p or la rep resen ta ­
es la verdad y a q u í m e p o stro ! D em ostra m os al m undo, los ció n d el ideal d e la lib erta d , p or e x cita ción . A sí e n 1843, M arx
nuevos p rin cip io s d e riv a d o s d e los fu n d a m en tos d el m u n d o. recu sa c o n en e rg ía la p ro p a g a n d a sistem á tica d e la fu tu ra
N o le decim os: D e ja tus luchas, que son ton terías. Q uerem os socied ad , su b ra y a n d o la iimportancjia d e un tra b a jo lento| p e r o
in cu lca rte la verdad d e n u estra lucha. Le d em ostra rem os p o r sólid o, que a r r o je luz, que critiq u e el m u n d o v ie jo d e ja n d o
qué está lu ch a n do en realidad, y el c o n o cim ie n to tiei u n a co sa su rgir m ed ia n te esta c r ít ic a los gérm en es d e un n u evo m u n d o
que tienes que a ce p ta r aunque 1 1 0 quieras». cre a d o p o r el p ro le ta ria d o. S a lta a la vista, la len titu d d e l
«L a r e fo rm a de la cre e n cia con siste en que a p o rta m o s al tie m p o y p r e d o m in io d e l p ro ce s o in telectu al, e n fren te d e l rá­
m undo un c o n o c im ie n to p rop io; q u e lo d esp erta m os d el sueño p id o avan ce según la co n ce p ció n d e B aku n ín , c o n su u rgen cia
en que se m ecía, q>ue le d ecla ra m os sus p rop ia s accion es. Y co- d e a cció n . En las fa ses que sigu en y 1 1 0 en la fa se d escrita a n ­

Ayuntamiento de Madrid
12 F R IT Z ¡B RU PB A C H E R M A R X Y B A K U N IN

teriorm en te, M arx n o h a lleg a d o to d a v ía a su p u n to fin al. En m en te d e la socied ad u n a com u n id ad d e h om bres som etidos
el c o n c e p to p a ra le lo e n tre lo m a te ria l ¡y lo e sp iritu a l, se in ­ p o r lo s recien tes ideales: u n E stad o d em ocrá tico.
c lin a y a fu e rte m e n te a u n a h istórica -m a teria lista , y en su
con secu en cia , ve p a ra le la m e n te la a ce n tu a ció n d e las m a sa s hwJ ™ 0011 los que n o ^ sien ten co m o tales, lo s h om ­
bres cre ce n b a jo sus señ ores c o m o u n a cría d e esclavos o d e
h u m a n a s p en sa n tes y su frien tes c o m o fu erza revolu cion a ria . señ ores in n a tos rep resen tan el fin d e toda, esta
L a p o sició n ex clu siva d e la h isto r ia m a teria l y p ro le ta ria c o m ­ socied a d . Este m u n d o les p erten ece. Y e llos se ap od era n do él
bate aún co n la d e l «s o c ia lis ta v erd a d ero». Y p o r esta v a cila ­ c o m o d e a lg o p r o p io . S e yergu en allí d on d e se encluentran v
ción , M a rx p r o te s ta c o n ím p etu c o n tr a to d a c o n c e p ció n d o g ­ tom a n p a ra si m ism os, el lu g a r q u e sus pies h o lla n , in clu so so-
m á tica . S u p ro p io d o g m a está aú n en el esta d io d e la h ip ó te ­ '® f , nucas de, los an im ales p olíticos, que, ¡ay!, n o c o n o c e n
sis. S u s o jo s in te rio re s so la m e n te v e n los co n ta rn o s. T o d a v ía o tra d eterm in a ción que de serles «sum isos, g ra cio so s v siem pre
n o h a e n co n tra d o tc d o s los elem en tos d e su p o r p io ser y d el presentes». *
a m b ien te p a ra sí m ism o. S eg u ra m en te q u e este escep ticism o «L a fa u n a p o lític a es el m undo, d e los filisteos, y si tene­
tien e su orig e n en el h e ch o d e ser co n sid e ra d o c o m o u n ins­ m o s q u e re co n o ce r su existen cia, n o n os queda m ás que d ar
tru m en to efica z d e l c o m b a te e m p re n d id o p a ra d estru ir todos ra z ó n al statuo-quo. Siglos «bárbaros le h a n fecu n d a d o y fo r ­
lo s d og m a s existen tes a n tes de la h ip ótesis d e M a rx y p a ra m a d o y a h o r a existe co m o un sistem a con secu en te <*uvo n rin -
d e ja r ex p ed ita su h ip ótesis. P o r d a rle viabilid ad y p o r ju n ­ c ip io es u n miundo en cru decido.
ta r y crista liza r a lre d e d o r d e sí t o d o lo que la c r ít ic a h a des­ «L la m o su a te n ció n a l h e ch o d e que co n una, so la p a la b ra ,
m en u za d o d el v ie jo m u n d o . P ero grosso m od o es el M arx de los en em ig os d e lo s filisteos, to d o s lo s h om bres q u e p ien sa n v
esta s ca rta s, co n las co n ce p c io n e s g en era les y m ás im p o rta n ­ su fren , h a n llegado a u n acuerdo. A ntes les fa lta b a n los m e -
te s d e l m ism o, al que e n c o n tr a m o s e n la é p o ca d e la fu n d a ­ a ios d e o b ra r, m á s a h o r a el sistema] p a siv o d e la p rop a g a ción
ció n d e la In te rn a cio n a l.
e sta a lista n d o da,da d ía m á s reclu ta s p a r a servir a la n u e v a
C on tin u a m os lo s resúm enes d e las cartas. h u m an id ad . E l sistem a d e la in d u stria y d e l co m e rcio , d e la
En esa co rre sp o n d e n cia d e M arx, se d em u estra d e m ane­ p rop ied a d y de la e x p lo ta ció n d e los h om bres, lleva m u r t o
ra con tu n d e n te lo p o sitiv o d e su ca rá cte r, su id eal d e l ¡hom­ m a s rá p id a m en te que el a u m e n to d e p ob la ción , a la q u ie b ra
bre c o m o ser esp iritu a l en con tra ste c o n el filisteo y zafio. Pero d e la sociedad a ctu al. El sistem a v ie jo 1 1 0 puede cu ra r p o r q u e
so d em u estra ta m b ié n el p u n to d e p a rtid a d e su d e sa rro llo y n o c u ra y crea, s in o sola m en te existe y goza. L a ex isten cia de
de su in te n ció n , su cu rio sid a d p o r la e x iste n cia te ó rica del la h u m a n id a d d o lien te y d e la h u m an id ad p en san te, d e los
h o m b re , u n a fá n que n o tu v o m á s tard e ra z ó n d e existen cia , op rim id os, tien e que ser n ecesariam en te in gu stable e in d ig e­
c u a n d o se h a b ía id e n tifica d o p o r e n te ro c o n los in tereses del rib le ,para la fa u n a del g o ce p a siv o y sin m ed ita ción que son
p roletariad o. los filisteos.
«E s verdad q u e el m u n d o v ie jo p erten ece a l filisteo. P ero « P o r n u estra parte, creem os que e l m u n d o v ie jo p e r ic lita
n o te n e m o s lice n cia p a ra tra ta rle c o m o u n e sp a n ta jo d e l que a la luz d el d ía y tiene que d a r n a cim ien to a o t r o c o m p le t a ­
u n o se ap a rta co n m ied o. A l co n tr a r io , ten em os q u e ob serv a r­ m e n te p ositivo. C u a n to m á s p erm ita n los acon tecim ien tos al.
le exa cta m en te. S e gana, m ás en estu d iar a este señ or d el c o r re r d el tiem p o, recob ra r a la h u m a n id a d p en sa n te y ree'>-
m undo.
g e r a la h u m a n id ad d olien te, ta n to m á s p e r fe c to v en d rá o\
«S e ñ o r d e l m u n d o »; esto es lo q u e lo roe c o m o los g u s a ­ m u n do el p ro d u cto que el p resen te lleva en su seno.
n o s a u n ca d á v er. L a socied a d d e e sto s señ ores n e ce sita escla­ «E n A lem a n ia to d o es e x p rim id o con violencia; con u n a
vos, y los am os d e los e scla v o s n o tien en necesidad! d e ser li­
verdadera a n a rq u ía d el espíritu re in a el r é g im e n d e la estu ­
bres. S i en co n se cu e n cia d e su p ro p ie d a d en tierra y gente, son p id ez. H asta Zurioh; obed ece las órd en es d e B erlín . A sí a p a r e ­
llam ad os señ ores en un sen tid o em in en te, n o o b sta n te siguen
ce ca d a vez m ás cla ro que h a d e señalarse u n n u ev o lu g a r q u e
sien d o tan filisteos c o m o pus esclavos. C o m o h om b res, é stos
sirv a d e c o b ijo a los cerebros» verd ad eram en te p en san tes e in ­
serían seres espiritu ales, libres, re p u b lica n o s. N in gu n o d e am ­
d ep endientes. E stoy co n v e n cid o que n u estro p ro y e c to c o r r e s ­
bos qu iere se r filisteo. ¿Q u é les sob ra o que les fa lta p a r a que­ p on dería a un real interés; y las verdaderas n ecesidades tie­
re r y ser?
nen que ser cu m plidas. N o d u d o en el é x ito de la e m p r e s a si
« L o que q u ieren , vivir y p rocrea rse (m ás, d ice G oeth e, n a ­ se co m ie n z a d e u n a vez co n seriedad.
die l o logra), e sto ta m b ién lo quiere el a n im a l. Q u izá u n p o ­
«L a s d ificu lta d es in teriores a p a recen tod a vía c o m o un
lític o a lem á n h u b iera co n tin u a d o que el h o m b re sabe tam bién
ob stá cu lo m a y o r que los estorb os exteriores. Pues a u n q u e n in ­
lo que qu iere, y eso que el a lem á n e s tan p ru d en te que n o
g u n a d u da re in a sobre lo «d e d o n d e », existe g r a n c o n fu s ió n
qu iere n ad a m ás. La co n fia n z a d el h o m b re en s í m ism o, e sto
sobre lo «a d o n d e ». Los reform a d ores se debaten e n tr e u n a
es, la lib erta d , d eb ería ev oca rse d e n u e v o en el p e c h o d e estos
an arqu ía gen eral; ca d a u n o tiene que con fesarse a, s í m is m o
h om bres. S o la m e n te que este sen tim ien to, d e sa p a re cid o co n que 1 1 0 tiene n in g u n a im p resión e x a cta d e lo q u e tie n e que
los g r ie g o s fu e r a d e l m u n d o, y p e r d id o e n la n ie b la azul d e l
llegar a ser. P ero a h í reside precisam en te la p re fe re n cia d e la
cielo, a l a d v e n im ie n to d e l C ristianism o, puede h a ce r n u eva­
nueva d ire cció n : que n o a n ticip a m os d ogm áticam en te, sin o

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 87 5

se verían entonces libres de muchas de las enfer­ deza com enzó con una serie de guerras con tra Es­
medades que les agobian, y sobre todo de las lla­ parta, talándose extensas zonas de tierras cu lti­
madas enfermadades sociales, com o la tuberculosis, vadas, que fueron luego el infierno de' l os hombres
la sífilis y el alcoholism o. Así llegarían a la vejez, y el paraíso de los mosquitos, vectores de en ferm e­
después de una existencia llena de satisfacciones dades.
por el deber cum plido y un nuevo instinto nacería En el caluroso verano del aflo 430, los ejércitos
en ellos, el instinto de la m uerte com o renovación espartanos estaban a las puertas de Atenas, y la
de lo caduco p or nuevas form as de vida. Si las en­ ciudad fué invadida por millares de refugiados que
fermedades que los azotan son el fru to de una mala iban de huida, seguidos p or m ortíferas plagas de
conducta, claro está que al entrar en un período de pulgas, piejos y ratas. Después llegaron los capita­
guerra, es decir, al agudizarse su locura, las enfer­ nes de la muerte, el tifus, la peste, el paludism o y
medades aumentan en núm ero y en intensidad, y la disenteria, que redujeron a un tercio a griegos y
n o h ay órgano ni fu n ción que n o sufran las .peores espartanos y quedaron dueños del cam po de bata­
consecuencias. lla. Tan inm ensas desdichas abrieron una enorme
El asunto que nos ocupa hoy, el paludismo, uno brecha en las energías del pueblo griego, y la luz de
de los m ayores azotes de la humanidad, porque la cultura de Atenas, que tan poderoso brillo tenía,
ocasiona todos los años, según cálculos oficiales, palideció desde aquel m om ento.
unos 500 millones de atacados, con 8 o 10 millones Entonces el paludism o se extendió paulatinamen­
de defunciones, ilustra, cual ninguna otra calam i­ te por toda G recia y según la autorizada opinión
dad social, la interpretación verdadera de la frase de Sir R oñal Ross, esta epidemia precipitó la d e ca ­
de Sthal: «Las enferm edades son las consecuencias dencia de Atenas. La ruina de la agricultura y la
del mal vivir de los hombres». dism inución de la resistencia física de los griegos a
causa de las penalidades de la guerra, facilitaron
* * * la pujanza del paludismo. A esta plaga se refiere
sin duda Aristófanes cuando escribe: « Escalofríos
El paludism o ha sido, desde tiem po inmemorial, y fiebres que por las noches aniquilaban a nuestros
uno de los m ayores azotes de los hombres que vi­ padres».
ven en una am plísim a fa ja central del planeta. L e­ Algunos historiadores creen que la caída de la ci­
jos de com batirlo form alm ente, los hom bres con sus vilización griega se debe, com o factor principal, a
la degeneración del carácter noble de los griegos,
desatinos, desvastando fértiles territorios con la.s
olvidando que el paludismo, debilitando las ener­
guerras y haciendo' huir a sus habitantes, han faci­
gías físicas de los hombres, influye en la m oral de
litado su desarrollo y difusión. El m onstruo ama­
m antado en su seno ha sido una amenaza constante los que lo padecen, com o se observa en nuestra
para ellos, destruyéndolos por millones, oponiéndose época.
W. H. S. Jones, en su obra «M alaria and Greek
a la m archa del progreso, y siendo un obstáculo
H istory» (M anchester 1909), emite las opiniones más
para el aprovecham iento de las riquezas naturales.
acertadas que hem os leído sobre el particular. Se­
En los períodos más florecientes de la vida de
gún este autor, com o el paludismo produce los m ás
los pueblos, el m al vivir de los hom bres acababa
terribles estragos en la niñez, la raza tiene que su­
c o r destruir lo que el trabajo de los humildes había
edificado, y se entraba en plena decadencia; y en­ frir los peores efectos, contribuyendo esto al de­
clive de la nación. Para Jones n o cabe la menor
tonces el paludism o cobraba pujanza y barría im­
duda que el paludismo fué el principal factor deter­
placable lo que quedaba. E n consecuencia, la ruina m inante de la caída de la civilización griega.
y la muerte aparecían com o señoras de aquellos
dominios. En n o pocas ocasiones el paludísimo se ha * * *

interpuesto entre dos ejércitos com batientes, dando


tajos a diestra y siniestra, y h a triunfado de ven­ El espectro del paludism o amenazó a Rom a des­
cidos y vencedores, colocando su trono sobre aquel de el m om ento de su fundación, y por eso, según
cam po de muerte. opinión de Cicerón, R óm ulc fundó la ciudad sobre
Vosotros, ¡oh, hom bres!, habéis sembrado la tierra siete colinas aue parecían libres de la pestilencia.
de infortunios y, p or lo tanto, habéis recogido los Los valles situados entre las colinas eran muy pan­
frutos am argos del mal, uno de los peores, com o tanosos, p ero la fam osa Cloaca M axima arrastraba
veremos, el paludismo. las aguas sucias hasta el río Tíber. Así R om a goza­
En el m undo antiguo, los chinos, hindúes, egip­ ba de una situación privilegiada co n relación a
cios, griegos y rom anos, d ejaron datos que atesti­ otras ciudades. Cercanas a R om a había ciudades
guan sus conocim ientos y temores de esta plaga. florecientes que la odiaban y eran sus rivales y con
Los diferentes tipos de paludismo y los síntomas las cuales sostuvo cruentas guerras hasta llegar a
que presentan ya pueden leerse en las obras de ¡Hi­ destruirlas por la espada y por el fuego. Estas c o ­
pócrates, Celso, Galeno, Y a o Ling y en los médicos munidades desvastadas, según la opinión de L. W .
árabes de la Edad Media. Los prim itivos pobladores Hackette en su obra «M alaria in E uropa» (London
de la región m editerránea, de buena parte d el leja­ 1937), fueron las que dieron paso al paludismo.
n o Oriente y del Continente Negro, hace más de Durante los tres prim eros siglos de la República
2.000 años, ya sufrieron las calamidades del palu­ Rom ana, desde los V al II antes de N. E., en que
dismo, com o demuestran los datos recogidos. se encendieron largas guerras p o r el d om in io de It a ­
Hagamos un rápido recorrido en el tiem po y en el lia, la fiebre de los pantanos se extendió p o r toda
espacio y nos darem os cuenta de la magnitud del la península. Después siguió un período de paz en
desastre. que la epidemia quedó limitada durante cin co si­
* * * glos.
El Im perio Rom ano com enzó a decaer durante el
En Grecia, en la Edad de Oro, siglos X y IV antes siglo cuarto de nuestra Era, con la ruina económ ica
de Cristo, Atenas era la capital intelectual y artís­ de la p ob la ción por el abandono de grandes terri­
tica del m undo antiguo. El declive de tanta gran­ torios cultivados y la decadencia de muchas ciu-

Ayuntamiento de Madrid
ín fn n ^ ff5 ! U T n 1,as,.causas <lue desencadenaron
por t c S , el ¿ f e paIudlsmo que «e fué extendiendo
s i Í í ^ d^ Caf ev ? Ía- dGl Im perio continuó durante los
fu l d -en que la «Península italiana
s glo v i l ronHnu^ ^ n g m n t a s guerras. En el
X r .°°jntinuó la misma situación, y ante los
epidemia, los campesinos abandona- Las S d H SUS c á lid a s e n c ie la a m S ’
™ J° s cam pos, la agricultura pereció y R om a se
hamhriprff-i a p0r una P°blación em pobrecida y
Í X ln eí a US Dara ]a tranquili­
dad de los satisfechos. Entonces llegó a decirse nup
Roma era una metrópolis en m edio de un desierto
ductos v ótta b d6 ^ °dos destruyen do los acue­
ductos y otras obras de desagüe, la situación se «m
PeNTrÓ « » “ «**<>. siendo angustiosa 5 ®m'
No cabe duda que el paludismo aliado de la guer­ 1 ® 1
ra. contribuyó poderosam ente a la caída de la oivi
S l T a la
tribuido ' ^caída
/ 0?d e , la
1'000 años «S íes
civilización S * ¡ con ­
griega.
* * *
* % > $ £ :n S ? y I 68? ™ ' 1» ! » s u e lo es
enE¡aPFd^rt1SM ^ ia 0 d6jÓ tde m anifestarse en Italia
l l k v t t t ^ Í Medla- excepto un corto período del si­
glo VIH, que parecía atenuado. Las tierras fértiles
situadas entre R om a y Pisa, prósoeras v pobladas m s m M m Fs -
a r -s ^ s
durante el Im nerio. fueron d e v a s t ^ a s V r S s v
SueT^erriVn 0^ ^ 0 61 Pa,Ud¡Sm° ™ ^ s e l S n V e
t í f l aíia T oo ^ - m]T ° ocurrió en otras partes
níL í, Las continuadas excursiones de sarrace- propiciatoria: el 6 < S S f K f t S ”.
10™ a n d os. entregándose al pillaje y devas-
S ^ DOSi obIlf ron a 103 ¿u eblos perjudi-
2^ t yuda a Ios señ°re s feudales, quienes
después de rechazar a los enemigos, tan m alos co-
^ _ a c a b a r o n p or hacerse dueños de la tierra a s r a a a
y sem brar la ruina con sus luchas intestinas Ta
Pestilencia triunfó sobre todos, y aquellas tierras
tan ricas quedaron desoladas, huyendo los aue so
L °s hábitaiites de R<xna
í ° n c e r t a inmunidad con tra el p a S m o
pero los extranjeros que allí llegaban eran dtez-
S ° s' y asi la ciudad fué orotegida de las i W
siones ñ or tem or a la pestilencia.
s e ü . t k s s í “ « • * « • £ &
d P l o s ^ l 15" 0 ' que n o r e a t a b a la infalibilidad
d e Ios r i e f 4 h1 / ^ l etSen^ *an en la tierra al D i°s
h izo entre éstos bastantes estragos,
perd.da de p oco valor. Durante los siglos X I v XTT
m fuerte t r í b u l o ^ ! ^ , t^ njeros pagaron en Roma’
un luerte tributo al maludismo, aue se h acía el sor
„.R l f pa*udlsm? W zo grandes destrozos en el eiér-
S
que e
ia residencia de ' lo 3 panas
“ en
S' A
“ vignon
to S ™ „ s dr¿
se dphí-i
1 temor del paludismo, volviendo desoués a Roma.
m S í T v " sa n i!a? a t e b í » S f d J 0 ” 1*
m o
en n n
f l S m i'rl° de paludismo, contraído
excursion que hizo por tierras pantanosas
Durante un largo Cónclave nUe eligió a sii s^esrfr'
^ '' aPo VII, éste con tra jo la enfermedad en el mis-
^ s o i En^ 162. / , , n T d e s o u é s de su ante- nes quedaren inmovilizados por U materia p n .f
rt?,rc.V.t„ , 1623, un Cónclave desastroso tuvo lugar
S ^ f & S S S g S S . * m,udismo ocho
d iS iS y S o

¿ ? fu'rias^def M f S f f l ü ' s j a a i ¿ a s fv s g s t
garon a registrarse ¡13 millones! Dem ués de la úl
h a t K A A t t tima co im e i^ a mundial, Indonesia, Grecia Norte
f e A frica, Rusia, Bengala, Malaya y K lipinks han
íorrf o f e S e c t L d e V e ? W e m ia nd° nada y en fUÍnas SSÍP, aumf ntado el número d e víctimas Sólo «ni la
india, se tiene com o prom edio anual de casos nna
e te ff& S o r t? a a s m é d S uv & cifra superior a 100 millones, aue d e te rm in a ^
muerte de un millón de enfermos determlnan la

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 877

En la segunda guerra mundial el ejército ameri­ pero es inferior al del enemigo. Se toman medidas
ca n o sufrió en el Pacífico Sud un verdadero desas­ activas para evitar este mal».
tre por la acción del paludismo. En algunas islas
el personal contam inado alcanzaba la enorm e pro­
porción de un 95%. En 1943 hubo en el ejército am e­ Com o este preám bulo se ha prolongado más de lo
ricano destacado en aquella región un 80 p or mil que pensaba, continuaré co n un segundo artículo
de atacados. En un com unicado del Servicio de Sa­ titulado «El Paludismo en M éxico», refiiriéndome
lubridad de Guerra am erican o de la época, c o p ia ­ sobre todo a los estragos que h ace en el infierno
mos lo que sigue: «La m alaria es una enfermedad
verde donde vivo.
terrible. El núm ero de atacados y de defunciones
es m antenido en secreto por razones de seguridad, D r. P e d ro V A L L IN A

T R E S M A E S T i C S

— I I L S T E E S
rsssx

:crr;N el presente año y principios del pró- ejem plo p a ra las generaciones futuras, cuyas ense­
xim o se cum ple el centenario de tres ñanzas, en el cam po social, establecieron una es­
gen ios-de la humanidad: Santiago R a­ cuela en esta filosofía nueva en que el m undo se
m ón y Cajal, José M artí y Enrique M a- desenvuelve.
latesta. Un científico riguroso que del José M artí es un paradigm a de voluntad férrea
estudio hizo cátedra y escuela y dos que tanta similitud tiene con Malatesta. Desde los
sociólogos que h an palpitado de emo­ primeros años de la infancia, com enzando ipor la
ción frente al aciago destino humano, tragedia de querer saber, las prim eras penurias ha
en la d ifícil tarea de cultivar a los debido soportarlas en el seno de su hogar. Después,
hombres. liberado de aquella prisión, su contacto co n el m o­
Hurgar en el cam po de cada una de esas activi­ vimiento de liberación de su país, le llevó al pre­
dades supone enfrentarse a un nuevo universo, cu­ sidio en edad muy temprana. Cargado de grillos, ha
yo conocim iento nos encuentra unidos en la misma debido ejecutar trabajos forzados y experim entar
acción com ún. A l em pirism o de la ciencia rigurosa en carne propia, y en su m oral, los rigores de la
que Cajal humanizó, debemos agregar la otra cien­ opresión. Liberado, p o r tratarse de un m enor, fu-;
cia de los sociólogos que conduce al mismo camino, deportado a España. Siguió estudios en Madrid y
en ese abrazo fraterno de los genios que traspone Zaragoza; tom ó con ta cto co n los representantes de
la fren tera de las razas y de la geografía. la República de 1873; saltó a Francia y desde allí
Difícil resulta al hombre m oderno establecer una a Cuba p ara nuevamente volver a la deportación.
división en cu a n to a la influencia de una u otra Poeta siempre y anim ado por el ideal de indepen­
figura de las tres cuyo centenario la humanidad dencia que a l fin, años más tarde había de culm i­
celebra. Enrique Malatesta, descendiente de la no­ nar co n la liberación de la Perla de las Antillas,
bleza italiana, h izo olvido y abandono de su jerar­ hizo un recorrido interminable de país en país, tra­
quía para abrazar directam ente la causa de los des­ tando con los hombres, de los que no siempre reci­
poseídos. Antes que dedicarse a una actividad útil bió afectos. Pero, su acción conspirativa le anim ó
económicamente, que le proporcionaría bienes y sa­ para juzgarlos en la exacta medida, en tedas sus
tisfacciones, prefirió abrazar el apostolado de redi­ dimensiones morales.
m ir al mundo de la m anera y form a que m ejor lo Su obra com o poeta, periodista y escritor es abun­
entendió: no com o Cristo o Tolstoi, sino desde más dante, jugosa y corrosiva contra los enemigos de la
abajo, del llano, pregon ando la revolución social, libertad. Hombre honrado en extrem o, seguro en
que le costaría los sinsabores y m artirios de cárce­ sus convicciones, refractario a la transacción e im-
les y deportaciones de varios países de Europa. permeable al h alago del enemigo, su pensamiento
Desenvolviendo su vida dentro de una pobreza es único en inm ensidad e integridad. Figura de ac­
franciscana, acorralado aquí, deportado allá, preso ción com pleta, ha sentido la fiebre irresistible -’ e
acullá, ha podido pregonar siempre la buena nue­ la rebelión que le arrastró, ya desde casi niño, al
va, a través de la prensa subversiva, el manifiesto, sacrificio donde cayó p ara siempre, víctim a de las
el folleto, el libro y la conferencia. Inquieto siem­ balas de la tiranía a ía que com batió1co n denuedo,
pre, com o rebelde empedernido, tuvo que recorrer cara a cara.
varios países, huyendo siempre, y también prego­ Santiago R am ón y Cajal es el más grande ham­
nando siempre la redención del proletariado, el es­ bre de cien cia que nos ha dado España en el siglo
clavo de nuestros días. Su obra, ya clásica dentro pasado. Desde muy n iñ o ha sido rebelde por natu­
del cam po revolucionario, constituye doctrina y raleza. Com enzando por ser un estudiante pésimo,

Ayuntamiento de Madrid
87 8
CENIT

su padre le hizo herrero y barbero, pues su inclina­


rte £ ° r , vaga,icia’ .las oendencias y las raterías fnCSf f ^ l n t o d e ví f ta social- están consignados d
de pequeña significación, le llevaron a hacerle en el prologo estupendo que escribiera p ara el libro a
prender un oficio manual que le regenerara L ec­ de su colaborador el cubano Enrique U uria
tor siempre de libros de aventuras y caballerías de lución Super O rgánica», que son todo un modelo
" Í ar J tierra, le han perm itido form arse un estilo v L 1 p n f n d a d ’, intéligencia y visión en pro del m S
^ revolucionario imprescindible de la huma-

c e n t ífir a f Cq „ CC? ° a d ®muestran sus exposiciones
y
científicas. Su vocación inicial se despierta con el ‘ ldo d - Et n .ese escrlt0- más bien es un S t o d
pese a tratar generalidades en su incursión en el t
S í i f f i r r . r a tard e >e ,h a b ía n de estim u la r para cam po de la sociología, está perfilado el carácter
in clin a rlo a l estu d io d e la h istolog ía , d on de tiene i
un ren om b re universal. V o lu n ta rio c o m o “ d a d o a y a f ran confianza en esa revolución que ya nadie t
podra negar ni evitar. El m undo, dem asiado egoís
fu e e o ^ ahaat í ? raeSit ar servlcio en el ejército español
que com batía a los insurrectos de la isla, debió re­ <el! f y e3 su s b r i z o s se e m r e g f
gresar a España h ech o una p iltrafa hum ana ñor El espíritu de independencia que caracterizó a
rin trópico. Luego, habiéndose desperta­ m ón v S S S r “ p f 10 Pasado' ha revivido en R a-
do ya en el decididam ente su a fá n por el progresa M a l a t e s f a tL í l ™ L ^ Smo fLieg0' <3ue en M artí v c
MonM.fi «parece increíble que en un medio han ífrio que siguieron unos y otros 1
científico com pletam ente atrasado haya podido rea- «niA i d i tmtosJ Pero el fin es com ún. Cajal se­ c
hzar por si solo una obra sobresaliente ú e in v estt ñ a ló «el peligro de la adm iración excesiva a los J
grandes hom bres y a las doctrinas consagradas l
kSa que Ca-aI llevó a cab0 en la histo- cuando inhiben la crítica. Señaló los p e r r o s de la c
i/N k i. slstema nervioso. Esto dem uestra que si
l % * T b r e S de ciencia necesitan medio, ejem plo y terreno di» ‘í a 8’ y ^ r Ú u m b l e m ^ n tfb en el
estimulo para form arse, los grandes genios crean M a rtío n o f ^ , ciencia, lo m ism o que Malatesta y
f ciencia social. Si Malatesta y Mar­ ! C
eí'ePsrtímulo)>em,pl0 y *U medi° y hallan en sí mismos ti han podido tratar al hom bre e inducirlo direc
m ^ m o que Malatesta y Martí, Cajal tuvo per- el cam ino directo de la r e v S i ó n
cial, R am ón y Cajal h a confesado procurar que su i C
:
rrp-f p - vtlgor° sa.’ í ° rm ada por una voluntad fé- vida fuese en lo posible «poem a vivo de acción ni ; ‘
r ,L P! l Ur independencia, «laboriosidad ex-
Inteligente, concentración intensa, habili­ ■y «de S P ^ m o callado en pro. de la cultura £
dad técnica. Su vida abnegada y heroica tuvo la era dePfána.fi\m^Pañ^ tuy ° otr° ra una leyenda ne- í
n fo oe fanatism o y de atraso, hoy ve alzarse una <
inapreciable ayuda de una esposa que, com o la d^l
gran econom ista francés José Pedro Proudhon nueva leyenda, blanca y resplandeciente la de su
«aix>yó y aceptó calladam ente las privaciones y sa­ e lo r i^ r ip 11^0 científico brillante que com pleta las
glorias de su historia, de sus letras y de su arte.
crificios de una estrechez económ ica, agravada nor-
Asi com o otrora conquistó un m undo para la civí-
de los escasos recursos « d i s t r i b u í a en
l l investigación y publicaciones». Esto
d ?S ™tía h oy su fe en las obras modernas
ciencia, conquistara nuevos mundos, arreba­
f i ' a acabadamenté, tom ando com o ejem plo las tándolos a la ignorancia y al dolor».
l l í i S ,.rañ<Sue c ° mentamos, que toda obra grande un mismo pensamiento, estos tres g e ­
es el resultado de una gran pasión puesta al ser- nios nos dejaron un mensaje de ternura, de abne-
Jiín°ni una .g ran idea. No s ólo los talentos «excep-
J , sacnflcl° el entendim iento profano
h.acer ciencia con provecho, sino
taleílto? medianos que disciplinan de­ dad dofnrfrtVf r n6 a e,m u aI ’ e.n Pro de esta humani-
bidamente su voluntad». historia g los com ienzos de la
Sus conceptos acerca del futuro de la humanidad.
CAMPI O CARPIO

T IE M P O D E E X ILIO
I UANDO llegamos a Espaliéres term ina­
ba el otoñ o de 1941. Era exactamente ™ * “ a k f ata arrugada y obtusa. A l saber que éra-
un prim ero de noviembre. Brillaba un f y refugiad0° n o cesaba de exclamar:
sol m agnífico y esta circunstancia nos S o h f V? ™ d ’Espagne, pauvres!» En su cabeza guar-
h izo parecer más hospitalaria la aldea. d a b a .las imágenes de las fotografías que la prensa
Habíamos alquilado una casa en ?o reaccionaria de Francia había publicado sobre las
más a lto d el pueblo, frente a una de h ’T religios,°s- Nos confundía con
las murallas laterales d el castillo. Unos tn ^ 3 ? e ios malvados rojos, llegados has-
muralla o cuantos metros m ás allá, siguiendo la S n tS ü fL J? •19 u " d o huyendo de las quemas ■!*
muralla, se abría una poterna que com unicaba con conventos y de iglesias. En realidad, poca gente sa-
el parque. Un abrazo de pinos altísimos asomaban do n d f -lc: que Pasaba en el m un­
do. Solo cin co personas leían el diario, p ero n o ~ a
otro iS°pas ^ encim a de la muralla. Al seguro que lo entendieran. La guerra, en todo su
h w tJ f * í casa ** consumían unas ruinas cu- ,a E ' era 9pm o un hecho lejano, y la ocupación
c^ a trechos p o r hierbas trepadoras. Un día
F1 « r * * * t0d0 estc' con ° j ° s alegres.
to - 5a ,a tenido otro signo visible que la
incautación de las_ escopetas por los gendarmes.
nL iiS ? . extendía a nuestros pies. La altura P or lo demas, la leña y el carbón se vendían a me-
nos aislaba de las casas más próximas.
La vieja señorita que nos había, alquilado la casa jores precios, lo mismo que los productos agrícola.;.
Y si bien era verdad que algunos productos habían

Ayuntamiento de Madrid
CÉNIT 879

desanarecido de la tienda-bazar, los billetes, más ruso blanco, con un rostro y unos ojos tan duros
idos
¡toro abundantes, les recom pensaban a satisfacción. com o las m urallas del castillo. Además tenía este,
Nuestra nueva vivienda era pequeña y estaba criado unos pies enormes, calzados con gruesas bo­
2vo-
pobremente amueblada. Se entraba directamente a tas de m ontaña, que golpeaban isócronam ente al
lelo pasar frente a nuestra puerta, al anochecer, rumbo
mo­ la cocina. Tenía un hogar provenzal en un ángulo
na- y una ventana estrecha y enrejada al lado mismo a la poterna lateral.
de la puerta. De las dos piezas, una estaba com ple­ Además tenía Espaliéres un cura joven y pobre
idto que vivía en la m ism a iglesia, tan fría y desnuda
i el tamente desnuda; en la otra había una cam a ¡1*»
hierro, alta y antigua, y una cóm oda vieja. Un ven­ co m o to d o el pueblo. Quizá porque la situación del
¡ter
die tanuco se abría al panoram a de Espaliéres y al m undo no incitaba a las ambiciones, tal vez por­
D ÍS - valle serpenteado p or las vías del ferrocarril. que de natural era manso y resignado, el cura de
La sensación de pobreza de la casa estaba palia­ Espaliéres carecía de vocación m ilitante y d e ja 'n
>a d a p or el enjalbegado reciente de las paredes y por a las viejas cam panas de su torre el cuidado de con ­
ía - aquella am plia perspectiva que podíamos admira) vencer a los fieles de la necesidad de ponerse a bien
desde las ventanas. El sol reía encima del pueblo, a con Dios. S ólo las más viejas mujeres atendían r l
í v diario llam am iento del cura al que se le veía pa­
ros lo largo del valle y sobre las rem otas colinas bos­
so­ cosas del fondo, m anchadas de verde, de am arillo sear, la m ayor parte del tiem po, por los cam inos
los y de gris. Eran los colores de las encinas, de los ro­ que corrían entre los bancales, alejado del pueblo,
las bles ya tocados por el otoñ o y de los cía vijares don­ com o buscando otro aire que respirar.
la de crece el tomillo. El tercer personaje, en orden de im portancia, era
Salimos a conocer el pueblo y los alrededores. el cartero. Había nacido en Córcega, había term i­
el
Atravesamos casi toda la calle mayor. Sólo al final nado su prim aria y había entrado en la Adminis­
i y tración. Se pudría en Espaliéres, com o tod o el mun­
ar- de la calle dos o tres viejas sentadas al sol nos m i­
ec- raron sin saludarnos. Silenciosas, oscuras, arruga­ do, y su único entretenim iento consistía en hur­
30- das, parecían desafiar al tiem po, com o las casas tar, al terminar el reparto diario entre los colonos
del pueblo, con su paz no turbada. A lgo m ás abajo, de los aledaños, las frutas y legumbres para el pu­
su
.li­ ju n to a los pajares, picoreaban las gallinas y ?e chero diario. Al principio le bastaba su cartera pro­
ra solazaban los perros. Un ca lor últim o y perezoso fesional, p ero al darse cuenta de que los melones y
le­ se adhería a las paredes descalabradas, metiéndose otros frutos de igual tam año n o cabían en ella, ha­
en sus intersticios, com o presintiendo los largos bía añadido un cajoncito a su bicicleta, sobre ul
na portabagajes. Nadie sabría d ecir si los habitantes
su fríos del invierno. Los anim ales lo sabían m ejor que
as nadie y lo buscaban. de Espaliéres ignoraban las aficiones expeditivas
:s.
de su cartero. Pero el juego se repetía todos los días
A un lado de la carretera, el lavadero de piedra
en silencio, com o todo cuanto acontecía en la aldea.
fi­ v tejas estaba ocupado por un ruidoso grupo de
as anamitas, que lavaban sus ropas chapoteando, cal­ Rustagne, por ejem plo, era un cafetero hierático.
a- zados co n sandalias de m adera Trabajaban en los La guerra había sim plificado tanto las existencias
bosques cercanos, al servicio del Estado, en empre­ en sus estanterías, que cualquiera podía saber el
e- sas de carbonización. Sobre los arbustos h acían precio de lo que consumía, ahorrándole el trabajo
3 .
puesto a secar sus ropas. Estaban contentos por de decirlo. Por otro lado, los contertulios reunidos
10 aquel Inesperado d ía de asueto que les brindaba la en torn o a la estufa del salón parecían más inte­
i- para ellos indiferente religión católica. El llama­ resados en el crepitar de la leña o en la laboriosa
la m iento de las cam panas se desleía con indolencia extracción de la ceniza p or la hendedura inferior
en el azul de la tarde. Pensamos en nuestra propie ­ del panzudo artefacto, que en los acontecim ientos
taria, con su rosario, cam ino de la vieja iglesia de locales o universales. A veces se aventuraban algu­
rudos contrafuertes románicos. nas palabras sobre las lluvias próxim as o la cru­
Al retorno, un inm enso bloque de som bra se des­ deza de las nevadas el invierno anterior. Pe roí nin
prendía de las murallas sobre las casuohas. Cruza­ guna conversación se prolongaba lo suficiente c o ­
mos algnas m ujeres im penetrables que bajaban a m o para poder llam arla así.
buscar agua. Nos m iraban con fría curiosidad, sin El silencio ¿era el alm a de Espaliéres o el cáncer
hablar. Las cam panas seguían hendiendo el aire que la devoraba, consumiéndola sin esperanza? Pe­
azul, súbitamente frío, y el bloque de som bra del queño m undo concentrado, de secretas o extintas
castillo invadía y a toda la falda de la colina y en ­ pasiones, parecía talm ente transitado por la voca­
volvía al pueblo furtivam ente. Cuando entram os en ción de la muerte que sus ruinas aum entaban de
la casa, por la abierta ventana ya 110 entraba nin­ a ñ o en año, ofrecidas sin resistencia a las lianas e
guna luz. La noche caía rápida y densa con tra la hiedras, a las lagartijas de fatal augurio, a la de­
muralla. Espaliéres se cerraba todavía m ás en su crepitud irremisible. D ebajo de su castillo, n o h a­
secreto. bía podido sustraerse al m aleficio de la sombra, al
Espaliéres 110 tenía ni un loco ni un ton to ni un m iedo de la sombra, y por eso se consum ía en silen­
gracioso, com o suelen tener casi todos los pueblos cio, víctim a de un m iedo de siglos y de una sombra
del m undo. Nadie, al rom per la exacta sim etría de amplia, cotidiana, inexorable.
su vida diaria, creaba un saludable equilibrio, dan­ Habíamos entrado en los prim eros días de d i­
do pábulo al chismerío, válvula de escape impres­ ciembre. A unos doce kilóm etros del pueblo, a tra­
cindible en la vida rural, si Espaliéres hubiera *3- vés de bosques, trabajaban un grupo de españoles
nido su personaje grotesco, su borrachín enredador en tareas forestales. Por unos pocos francos y muy
y mujeriego, anticlerical y poco am igo del trabajo, m ala com ida el gobierno de V ichy obtenía grandes
su fisonom ía pública hubiera perdido gravedad y beneficios explotando la m ano de obra extranjera.
adultez, ganando p ara sus calles desiertas y sus El cam pam ento era una vieja casona rural con oci­
portales sombríos esa ligereza clara que promue­ da con el nom bre de «L a Raphaele». En o tro tiem ­
ven el diálogo y la vecindad sin secretos. E n vez de po debian haber vivido allí los colonos que cuida­
ese hombre providencial y simple tenía un castillo ban de las tierras aledañas, pobres tierras pedre­
imponente, un barón y un criado del barón que era gosas y ásperas robadas antiguamente al bosque

Ayuntamiento de Madrid
8 80
CENIT

palmo a palmo. Murallas de guijarros penosamente


as cercaban- Una viña abandonada í w 0 q^e se perdia unos Pocos metros
estaba al lado mismo de la casa, y ¿1 frente se ex­ ] ? e!Ure la Plomiza atmósfera.
tendían unos cam pos surcados por la sombra te- Aquella soledad era triste. Insuflaba un h á lito de
abandono, de angustia, y desam paro total. Más
6 algl'nos almendros. En el patio, tosca
mente empedrado con guijarros, se alzaba la pared AHÍ « í ? * t°r pais’ la guerra lo encendía todo.
f , P°™ ’ único vestigio de agua en varias leguas Allí enfrente, a p ocos metros ya, la realidad era
a la redonda. T odo lo demás era bosque. Leguas w desaIentad°¡ra - Una cuadra llena, de catres
de carrascales y robledos, atravesados por cam inos toscos, de jergones de paja, de hum o y de hombres
de carro o exiguos senderos de leñadores v cazado­ a h í . S Hra'tCatorce 0 qu in ce vidas paralelas en el
res. Tres horas a través de árboles y malezas nos a k®ujdo desu n o en el que habíam os coincidido por
separaban de Espaliéres. azares de la guerra. Catorce o quince vidas distin-
al partir’ nos encontram os c o n la arg° ’ en su 'Proyección inicial, en
sorpresa de la nieve. Una nevada fina, blanda in ­ y f 1 sus con flictos y esperanzas, sólo
m aculada b a jo los primeros indicios del alba! La aquella suerte com ún que nos había reunido en
nieve había cam biado el paisaje, borrando los ca­ aquella, caballeriza, quien sabe por cuanto tiempo
minos, em panachando los árboles. Las colinas te- f “ e“ d l.a en ios corazones el sentim iento de una fra ­
ternidad am plia y generosa, que era al m ism o tiempo
fnédita1 distint0 y la m archa una em oción
Hpf m ^ defensa ante la hostilidad creciem e
del mundo que nos rodeaba.
m j rf spü simc^ ’ “ uy tard3, la colina desde cuya ci­
ma se divisaba «L a Raphaele». Un p oco más lejcs Por la puerta grande, entornada, salía, el humo.
cruzamos unos emplazamientos de carboneras, con D entro sonaban las voces en el idioma fam iliar. A l-
la lena bien apilada a su alrededor. Después el ca ­ f ; Poco tiein p o después íbam os todos
m ino salía del bosque y atravesaba la pobre tierra tajos, con las hachas al hom bro, sos-
^ b a j o la nieve. La débil capa blanca se había n n f pn5 '51116 P ° r eI afán de «ev a r la¿ ma­
derretido ya a lo largo del cam ino y también apa­ nos en los bolsillos. El aire hería co m o un puñal
recían grandes m anchas de tierra sobre el cam po y am orataba los rastros. La nieve derretida gotea­
com o pardas pupilas abiertas hacia el cielo gris! ba sordam ente sobre la hojarasca. El año 1941 to
Los alm endros parecían tiritar, retorcidos v des­ caba a su fin pero aún quedaban largos años e
parram ados sobre aquel pedazo de tierra helada. guerra por delante. 6
De «La Raphaele», único signo de vida, em ergía una
B . M IL L A

A L MARGEN DE UNA POLEMICA

La decadencia del sindicalismo revolucionario en Francia


ARA llegar a las conclusiones que haremos
sobre la decadencia del sindicalismo fran­ tal ambiente s? piensa en imponer la jornada de ocho ho-
cés, origen de la decadencia mundial del uÍre?tta, A grad° ? P°r fuerza- el 1 de
mayo de 1906, fecha decidida para la demostración de la
movimiento revolucionario animado por los huelga general revolucionaria.
trabajadores mismos, es indispensable ho-
, E *e g ®sl° d e acción revolucionaria puso a las fuerzas de
jeaI , un Poco Ia historia de ese sindicalismo.
la L .O .T en una disyuntiva difícil, al querer arrastrar la
Observaremos atentamente el principio
del advenimiento del sindicalismo de los £ ff,a S1" dlcal srn preparación combativa a una premisa de­
_ anos 1900 al 1908 (fecha del Congreso de nuda. Ese periodo de agitación febril fué afrontado con
Amiens, que adquirió un relieve imprevisto a persecución concertada por el poder gubernamental y
j°„sm ^u.rgu:? es’ iií¡ impidió un triunfo imponente en esa
aCUj ‘¡ ’deal de Pelloutier' la Bolsa del Tra- demostración del 1 de mayo d e 1906, com o se confiaba.
K f ♦ i ¿ U7r Una re—queda relegada a segundo
Durante ese mismo mes de mayo 1906, hubo elecciones
plazante del Enfado') ' " 0" * InduSlrias (futur° a diputados, que situaron los socialistas, principalmente, a
Veinte años antes guesdistas, broussistas, alemanistas acé­ Jaures, en un lugar preeminente. Esa victoria socialista hizo
rrimos partidarios de la conquista del Estado, colocaron a perder de vista al sindicalismo. Se empezó a confiar las con­
los comunalistas en segundo plano. quistas proletarias a la acción parlamentaria; esa fué la as-
tucia socialista. (
La lucha contra el millerandismo, contra el militarismo
las relaciones más agrias que dulces con las organizacTones Gustave Hervé— el que se en’ regó en 1914 al más furi­
sindicales de otros países, las disidencias entre revolu ción - bundo naconahsmo— propagaba fcntonces un revoluciona­
nos y reformistas en el seno de la C.G.T. Unas huelgas rismo insurreccional al que se asociaban, en esos años, ele­
mentos inquietos del anarquismo y del sindicalismo. Si se
a « “ • * » . de goIpe y otras prolongadas y! estudiara detenidamente este período -u e llamaremos her-
p d das, son las alternativas que mediaron entre 1900 y
el Congreso de Bourges de 1904. En aquellos tiempos y veistas, las conclusiones serían poco favorables a los anar­
quistas y sindicalistas revolucionarios al faltarles visión de

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CENIT 801

ros
unidad revolucionaria mirando hacia la transformación ra­ dero orgullo, fué enarbolado por algunos intelectuales («La
ra .
dical de la sociedad. Varias corrientes chocaban sobre tác­ Action Directe», el periódico de 1908) y— eso verdaderamen­
de ticas, más que en ideología; se tenía fe en una acción sin­ te por amor a la causa y por entusiasmo— por categorías ver­
le­ dical que sustituiría al régimen. C on el Congreso de Amiens daderamente militantes de trabajadores, sobre todo de la
do. (1906) considerado— en buena lógica— com o el momento de construcción (los «terrassiers») y hubo la pequeña guerra con­
;ra más pujanza y apogeo de la C.G.T., las tendencias se afron­ tra los amarillos («les chasses au renard»). En esas condi­
ros tan en vista de dar al sindicalismo una independencia po­ ciones, en 1908, bajo el ministerio Clémenceau, la C.G.T. cayó
res lítica. bajo una verdadera acechanza que puso fin al ascendiente
el En realidad es el supremo esfuerzo del anarcosindicalis­ revolucionario de 1900».
)or mo propulsado por F. Pelloutier. Anarquismo y marxismo es Ampliando sintéticamente lo que acaba de explicar Max
in- el fondo de la cuestión; los libertarios transigen ante los re­ Nettlau, la ofensiva represiva es fuerte, las huelgas son re­
formistas o socialistas camuflados. primidas por la fuerza pública. Hay víctimas en Draveil, en
51o
Los resultados han sido favorables, desde entonces, a una Raon-l’ Etape; una emboscada es preparada en Villeneuve-
en metodología netamen'e clasista y antianarquista. A pesar de Saint-Georges, que sirve de pretexto para que el gobierno
30,
que Max Neltlau interpreta la resolución del Congreso de ordene la detención de los militantes destacados. El Consejo
ra­
Amiens en eáe sentido, «la causa revolucionaria fué victo­ confed¿ral es detenido. Durante esa represión Se celebra el
po riosamente afirmada por la famosa resolución llamada a me­ Congreso d e Marsella (1908). Su importancia no sobrepasa
ir,e nudo la Charte de Amiens—en recuerdo de la famosa cons­ de una resolución de solidaridad hacia los presos y perse­
titucional de Amiens en el siglo X II (estudiada por Augus­ guidos. Dominada la agitación, los presos fueron libertados
10.
t o Thierry)— , una de las más altivas declaraciones sindica­ sin ser procesados.
LI­ listas redactada probablemente p or Pouget y que sufrió p o­ En ese contratiempo, una protesta por una huelga general
O S
cas alteraciones. El sindicato, hoy un grupo de resistencia, de un día en París, fué saboteada por los reformistas, a cuya
)S -
será en el porvenir el grupo de la producción y de la dis­ cabeza figuraban los sindicatos del Libro, exceptuando—-en
ia- tribución, la base d e la reconstrucción social. Sobre esa ta­ esta circuns’ ancia— los tipógrafos d e París, que hicieron una
al rea se ha fundado el deber de todos los trabajadores de demostración d e audacia contra el politicismo de Keufer.
a-
formar parte de él, cualquiera que sean sus tendencias p o­ Otros aprovecharon el momento para intrigar contra el se­
o- líticas o filosóficas. Com o individuos son libres de obrar se­ cretario preso. Los mineros reformistas entran en la C.G.T.
■e gún esas tendencias, siempre que no introduzcan sus opinio­ para reforzar la posición tibia. Pouget, también dete­
nes del exterior en el sindicato. La acción económica directa nido, se retira d e ese ambiente. Grifuelhes dimitió de secre­
contra el patronato es la única que importa, y las organiza­ tario confederal, pero siguió militando. En el Congreso de
ciones no tienen que preocuparse de los partidos y d e las Toulouse (1910) puso Grifuelhes al desnudo todas esas in­
sectas, que fuera d e ellas y a su lado pueden aspirar en trigas. En 1914, el mismo Grifuelhes se inclinó com o Jou-
plena libertad a la transformación social. haux ante el «imperativo» d e la «unión sagrada», pero se
«Esos textos, resumidos aquí, y sobre los cuales se ha rehizo al estallar ela revolución rusa, simpatizando con los
basado la no menos famosa frase del sindicalismo «que se comunistas. H izo un viaje a la U.R.S.S., preludio da una adhe­
basta a sí mismo», no me parecen un grito orgulloso de sión al comunismo, que no llega a efectuar, muriendo en
exclusivismo y de desafío lanzado al socialismo y también 1922.
al anarquismo. En la situación de entonces fué, me parece, El nuevo secretario L. Niel, elegido en febrero de 1909,
sobre todo una línea de demarcación que debía impedir la fué un reformista ambiguo. A poco de su actuación como
ingerencia socialista, pero que no debía impedir a los so­ secretario confederal, su posición se volvió imposible. Y sa­
cialistas entrar en los sindica’ os; se les respetaría en ellos, lió lanzando un manifiesto con Keufer y o'ros elementos de
pero se les rehusaría el derecho a poner mano politica so­ relieve reformista.
bre las agrupaciones económicas. En los anarquistas, los mi­ Jouhaux, del Sindicato de Fosforeros, sucede a Niel; es el
litantes sindicalistas no han debido ni siquiera pensar; eran hombre de confianza de los revolucionarios y casi podría­
1 amigos de los sindicatos y lo fueron ellos mismos, Pouget y mos decir de los anarquistas, porque entonces era anar­
sus camaradas, o eran adversarios teóricos abteniéndose en quista.
la práctica, pero no en cantidad que hayan podido pesar en Teóricamente— unas ligeras escaramuzas huelguísticas de
3- la balanza. No se quería a los socialistas políticos, pero no tipo reivindicativo, y unas protestas más ruidosas que efica­
le se pudo hacer contra ellos más que esa delimitación». («La ces contra el Ejército (el militarismo)— la C.G.T. de 1909 a
la Anarquía a través d e los tiempos», páginas 311-12.) 1914 no abandonó sus principales profesiones de fe, ni sus
Indudablemente, ese criterio expuesto por el insigne his­ reclamaciones reivindicativas: salarios, ocho horas, seguros
le toriador Max Nettlau, era el sentir de los promotores y re­ sociales, etc. Publicó «L a Bataille Syndicaliste» a partir de
la dactores de la moción al objeto de ver si lograban limitar 1911, se organizó detalladamente, llegó a controlar un nú­
el bastardeamiento político y reformista que se apoderaba mero considerable de efectivos; pero todo el mundo com­
n del movimiento obrero revolucionario. Los socialistas preten­ prendió que sus resortes de vida espiritual estaban rotos des­
y dían— com o Marx— apoyar su acción política en el m ovi­ de 1908, desde 1906 quizás ya, su influencia moral revolu­
a miento obrero. cionaria, su ascendiente revolucionario sobre la opinión pú­
Apenas se separaron los delegados asistentes al Congreso blica disminuía sensiblemente al paso que se inclinaba ha­
■s de Aruiens, el movimiento sindical entró en una nueva fase. cia la contemporización, el oportunismo.
a Desde ese momento— dígase lo que se quiera— el sindicalis­ «L a Vie Ouvriére» se esforzaba en crear un ambiente
o mo francés atrajo y tuvo enemigos más decididos que nun­ profundizando las ideas. Esfuerzos que se ahogaron en el
ca a dominarlo por todos los medios. Es, pues, la Carta de nacionalismo exaltado por los socialistas desde el poder. Así
Ainiens, el primer paso dado en la pendiente resbaladiza que era de asfixiante la atmósfera hasta llegar a la guerra de
con el curso de unos años pone fin a toda esperanza de 1914. Y no estará de más el decir que esta situación se
una revolución en Francia realizada por el pueblo francés agrava con el afán demostrado por ocupar los cargos re­
impulsado por la organización confederal. La vía del refor- tribuidos que hicieron, han hecho de la C.G.T. un cuerpo
mismo aueda abierta, com o se abre un paso a nivel después de funcionarios sindicales dentro del Estado francés. Tal
de pasado el tren. es el final al cual condujo la resolución del Congreso de
«Los reformistas, siempre en minoría en los numerosos pe­ Amiens.
queños sindicatos, no querían esperar más. El herveísmo flo­ «L a revolución rusa de 1905-1906, el gran prestigio de la
recía en «L a Guerre Sociale» (a partir de diciembre d e 1906) C.G.T. de 1904 a 1906, y la alarma de guerra de 1906, coin­
enrolando a los jóvenes. Un sindicalismo, esta vez de verda­ ciden aproximadamente, y la represión rusa por Stolypin,

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esos años terrobles del terror en Rusia, en 1905-1909; las yándose en la base federativa— teóricamente al menos—de
persecuciones de los antimilitaristas y de la C.G.T. por la C.G.T., no ’.enfan en cuenta las decisiones confederales
Clémenceau, esos mismos años, coinciden también. Luego más que en la medida que juzgaban conveniente. Y aún en
en Rusia las corrientes nacionalistas, desmoralizadoras, pro- la oposición, no se limitaban a eso. En plena preparación
gramístas, fueron favorecidas, y en Francia, Hervé «cam ­ de un movimiento decidido por la dirección confederal y
biaba de casaca», el sindicalismo se asentaba y hubo esas en las circunstancias más graves, sus federaciones y sindi­
horrorosas desviaciones hacia el corporativismo, un sindi­ catos no vacilaban en actuar públicamente contra la C.G.T.
calismo realista y una mentalidad fascista, que se han cu­ D e esta forma, después de los sucesos de Villeneuve-Saint-
bierto con el nombre de Georges Sorel entonces, el cual ha Georgés, Grifuelhes, desde la cárcel, se vió obligado a ca­
podido tener objetivos y visiones socialistas, pero que se hizo lificar a los dirigentes del Libro y de los ferroviarios, de
muy culpable por su indulgencia hacia el ambiente circun­ «agentes del gobierno»... Y los izquierdistas que estaban en
dante». I ¡ \'? ] mayoría, no por eso eran menos peligrosos». (A. Rosmer,
«Fué una desgracia también que en los otros países, don­ página 37).
de el sindicalismo nacía entonces, se conociese justamente
la C.G.T. de los años 1909 a 1914, y Se creyese que debía Testimonio elocuente de un actor de la tragedia que c o ­
tomarse por modelo; se imitó una forma cuyo espíritu, el mentamos y que parece haber sorprendido cuando hemos
de los años de 1900 a 1908, había desaparecido. Intema- afirmado la decadencia del sindicalismo en Francia, des­
pués del Congreso de Amiens.
cionalmente existía esa situación singular, que la C.G.T. no
se creía entre sus iguales más que con las grandes organi­ Grifuelhes escribía entonces: «Los hay aún, entre nosotros
zaciones nac'onales, casi todas socialdemócratas, y con ellas que se dejan arrastrar demasiado voluntamente a las vio­
se las arreglaba, de manera que esas relaciones fic'.icias, so­ lencias más superfluas y para los cuales la energía crea­
bre todo con los alemanes, no hicieran más que aumentar dora se resume en el verde de las palabras. Que reflexio­
las animosidades nacionales de esos años. Y, ligada por esas nen éstos y nuestra acción no hará más que aumentar en
relaciones formales, rehusaba estimular ¡os movimientos sin­ intensidad si ellos ganan en prudencia. Tal vez ese lenguaje
dicalistas que se levantaban en lucha difícil contra las vas­ os sorprenda en mi boca. No ignoro que me expongo, em­
tas organizaciones reformistas y no quiso tener nada que ver pleándolo, a la crítica severa de algunos gritones. Los hay
con los esfuerzos para crear una Internacional Sindicalista. que se complacen en hablar del oportunismo crecien'e en
Hubo esos esfuerzos entra holandeses, ingleses, alemanes; la C.G.T. ¡Poco importa! Tengo suficiente valor para afron­
por otra parte hay que notar el trabajo asiduo, constante tar esa demagogia».
de James Guillaume, para reunir los suizos, los españoles, Esta condena va dirigida a los herveístas de una manera
los italianos en torno a las ideas y a la esfera de amistad particular; en realidad es que ya no se quiere una acción
de la C.G.T. que le dejaba hacer, pero que en suma se in­ insurgente. No es el lenguaje oportuno para desenmascarar
teresaba muy poco en lo que tenía a la vista. Todos esos a los díscolos que no obran más que por impulso circunstan­
esfuerzos de relaciones internacionales culminaron en ani­ cial. El hecho en sí es que paulatinamente la C.G.T. se des­
mosidades, malentendidos, embrollos formidables de que es morona en lo que fué espiritualidad revolucionaria consciente
testimonio la Conferencia sindicalista celebrada en Londres en el concepto de Pelloutier. La descomposición del movi­
en 1913 y en el mes de septiembre». (Max Net'lau. Obra miento por sus luchas internas es manifiesta.
citada, páginas 314-15). «Jouhaux fué elegido secretario confederal y mantenido a
A esta Conferencia asistían Schapiro, Kropotkin, etcétera, falta de otro. Era exactamente lo contrario de Grifuelhes;
y por los sind:calistas españoles José Negre, Suárez Duque no po?eía, por todo bagaje, más que una elocuencia—real
y García, que ya residía en Londres. desde luego— , pero únicamente de reun on pública. Duran­
Las resoluciones de esta Conferencia se condensan en un te la guerra aprendió a gobernar.» (Página 38, obra citada
manifiesto que tenemos a la vista y que no extractamos por de A. Rosmer).
no alargar demasiado este bosquejo histórico sobre la de­ Poco a poco, sin los detalles que dejamos de lado porque
cadencia del sindicalismo revolucionario. no es más que un simple bosquejo lo que hacemos, queda
La idea de constituir una Internacional anarcosindicalista, hilvanado el curso decadente de la C.G.T., que empieza
como era el espíritu de los reunidos en Conferencia a Lon­ cuando se quiere privar al sindicalismo de tener unos prin­
dres, no culminó hasta 1922, en que se constituye en Ber­ cipios y una finalidad ideológica.
lín la A.I.T. Y que se complementan con otras consideraciones que es
Esa conferencia de Londres causó la unión de José Negre imprescindible recojamos para orientación de nuestros jóve­
con la hija de Garc'a. En todos sus detalles, Negre nos ha nes compañeros que tienen interés en conocer los orígenes
contado^ lo que fué esa reunión y su unión matrimonial. y la evolución del llamado sindicalismo neutro o de «masas».
También nos explicó su entusiasmo por Yvetot, que conoció Septiembre de 1902, es una fecha que no se debe olvidar.
a su paso por Francia. Se reúne el Congreso de Montpellier, que fusionó las Bolsas
«El pragmatismo (o el «bergsonismo») de la C.G.T. sirve v las Federaciones. El organismo de conjunto empezó a
de tema a todas las especies de divagaciones, para los es­ funcionar el 1 de enero de 1903. Diez años después no
critores desprovistos de ideas originales y que se creen más se sintió la necesidad de crear las Uniones departam-enía-
o menos sindicalistas. Para la C.G.T. no era su fuerza, sino les (Conferencia de las Bolsas y Federaciones, celebrada en
su debilidad. Un movimiento obrero sin doctrina, eso no París los días 13, 14 y 15 de julio de 1913). Estas, empero,
se ha visto nunca y no se verá jamás. Los reformistas tie­ se constituyen con la idea de dar más autoridad, crear más
nen una doctrina, la de la evolución que conduce progresi­ disciplina. El Congreso del Havre de 1912, había acordado
vamente y sin tropiezo hacia el objetivo o simplemente a una huelga general como demostración de fuerza opuesta a
una mejora de las condiciones de trabajo en el marco del la guerra para el 16 de diciembre. El Consejo confederal se
régimen capitalista, si se trata de puros corporativístas. Tam­ negó a efectuarla. Eso motivó la convocación de la Confe­
bién los empíricos que llevan su acción de día en día y rencia y d s un Congreso extraordinario después, com o ve­
sin objetivo prec'so tienen ante ellos igualmente una doctri­ remos.
na». (Alfred Rosmer. «L e mouvement ouvrier pendant la Pierre Martin, sobre esta conferencia, hace en «L e Líber-
guerre». Pag. 36). taire» estos comentarios:
Tomen nota de esa apreciación aquellos elementos que «N o se puede tergiversar; hay que reconocer y decir: la
niegan al s'ndicalismo toda tendencia libertaria. C.G.T. ha hecho obra reaccionaria. En plena situación re­
«La C.G.T. se hallaba entre dos enemigos igualmente te­ volucionaria, ha resbalado, ha faltado a su tradición, ha
mibles: los reformistas y los izquierdistas. Los primeros apo­ desviado el movimiento sindicalista de su verdadero camino

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y ha dado un golpe terrible a esa fuerza colectiva: la orga­ sindicalismo apolítico pero autosuficiente en una C.G.T.S.R.,
nización de los trabajadores en pariido de clase. sin lograr más que reunir una pequeña minoría. Esa es la
»... Pastores más incapaces que malos, no habéis compren- _ situación. Actualmente, poco ha cambiado; más bien ha em­
dido la situación revolucionaria creada por las medidas des­ peorado. Los anarquistas se desinteresan de la organización
póticas de nuestros gobernantes.» sindical puritana.
El 5 de agosto da 1913, Monatte, en «La Vie Ouvriére», En un ambiente de fiebre y de tensión diplomática de
publica este artículo: «Es que la C.G.T. ha rectificado su guerra (1914) que se avecina, cargada de nubes densas, el
tiro? ¡Qué de porrazos! ¡Qué montón de injurias! Sin em­ patriotismo populachero se apodera de la masa, que se gal­
bargo no nos quejaremos. Es más, estaremos agradecidos a vaniza con el asesinato de Jaurés. Y desde ese instante, toda
la Conferencia de las Bolsas y Federaciones de haber pro­ esperanza de una resistencia a la guerra, susceptible de
vocado esa tempestad. Era necesaria y será saludable. La arras’ rar al pueblo a una revolución, se esfuma en los gri­
atmósfera será purificada. tos de: «¡a Berlín! ¡a Berlín!»
«Durante el curso de años, los sindicalistas callaron ante el Políticos y sindicalistas revolucionarios (?) han merecido
ruido insurreccionalista de «La "guerre sociale». Ese silencio su calificativo de vendidos. Hagamos honor a algunos mili­
ha salido caro al movimiento obrero. D ebido al mismo se tantes y a una minoría que no se incorpora de grado sino
produjo una confusión desagradable, no solamente en la de fuerza a la «unión sagrada».
opinión pública, sino en el espíritu d e muchos compañeros. El desgaste de los militantes más activos, más conscientes
Durante varios años, el sindicalismo y el insurreccionalismo y clarividentes es un hecho. Las insidias politiqueras han
han aparecido com o una sola y misma concepción. cumplido su labor. El reformismo domina la situación sin­
«¿Cuáles fueron los sentimientos que dictaron ese silen­ dical apoyado con el reclutamien'o de diferentes cuerpos sin­
cio? En algunos, el temor de parecer menos revolucionarios. dicales en la C.G.T., com o los funcionarios públicos que
En otros, los más numerosos, la esperanza de que el macha­ representan una rémora para toda acción revolucionaria.
car insurreccionalista es’imularía al final el espíritu de re­ Doloridos, hacemos la siguiente constatación:
vuelta. Pelloutier no ha tenido sucesor en su espiritualidad y ab-
«¡Cuánto nos hemos equivocado! Los resultados están ahí, negac'ón ideales, con miras a la estructuración de una so­
ante nuestros ojos: gente cansada, hastiada del movimiento, ciedad libre. Grifuelhes, que ha sido por la C.G.T., lo que
y que se ha alejado; otros que han cambiado cínicamente Pelloutier por la Federación de las Bolsas, se ha reconcen­
de casasa... trado en la indiferencia producto de la amargura. , Pouget,
«Ella (la C.G.T.) no ha renegado ni una pulgada del ideal ya no es el Pouget anarquista, ni el Pouge' del principio de
revolucionario del sindicalismo ni d e sus métodos. Lo que siglo. Pataud se ha inclinado hac’ a el partido socialista. Las
ha repudiado son los «caprichos» del insurreccionalismo; ha disidencias internas han producido oirás bajas notables. El
echado mano de la ocasión para significar que ya estaba harta termómetro revolucionario del principio de la constitución
de exploradores de montañas que descubren una situación de ¡a C.G.T. ha bajado ostensiblemente. Toda esperanza de
revolucionaria todos los quince días.» un enderezamiento confederal aparece imposible por la pre­
Rosmer, sobre esta época, se expresa en estos términos: sión que ejercen los reformistas y los partidos políticos mis­
«Esta afirmación categórica es, por otra parte, corrobo­ mos. *.
rada por todos aquellos que están calificados por hablar en Los anarquistas se muestran más activos en su acción an­
nombre de la C.G.T. N o, la C.G.T. no reniega nada. Al Con­ tirreligiosa que conscientemente revolucionaria. El individua­
greso del Havre (1912), último antes de la guerra mundial, lismo ha hecho estragos, desconcertando toda coordinación
la C.G.T. ha ratificado calurosamente sus posiciones de Amiens; orgánica de los anarquistas en un tipo de acción anarquista
si en la mitad del año 1913 se niega a proclamar una huel­ constructiva.
ga general a fecha fija, es únicamente porque sabe que no Queda el campo abierto a la evolución pura y simple ha­
puede hacerla. A pesar de las presiones anarquistas, la cia un sindicalismo amorfo que naufraga en una abyecta clau­
C.G.T. quiere ser dueña de su acción. Si los anarquistas dicación moral y se entrega, arrastrando a la masa traba­
sienten despecho y se enfadan, eso demuestra que se dan jadora, al nacionalismo patriotero y belicoso que sostendrá
cuenta tardíamente que sindicalismo revolucionario y anar­ la acción militar durante la guerra en nombre d e una «unión
quismo son dos cosas diferentes.» sagrada».
Esos dos testimonios respaldan lo que a continuación ex­ Pasamos por alto las actividades en el período preliminar
pondremos más que todo lo que podríamos decir por expli­ y durante la guerra: manifestaciones, manifiestos, carteles,
car la crisis reformista de la C.G.T. que empieza en el Con­ octavillas pacifistas y antiguerreras de los grupos anarquis­
greso de Amiens. tas y de elementos sindicales, d e la propia C.G.T. y de cier­
Como hemos mencionado, entre el Congreso del Havre y tas fracciones socialistas. Tampoco recogemos el famoso ma­
la Conferencia arriba comentada, hubo un Congreso extra­ nifiesto en favor de la guerra contra el militarismo alemán
ordinario de sindicatos de la C.G.T. que se reunió en Pa­ de Kropotkin, Pierrot, Reclus, Malato, etc. Malato casi se
rís, los días 24 y 25 d© noviembre. enrola com o voluntario; alguien en España, aprueba ese ma­
Había sido convocado para reconsiderar el acuerdo recaí­ nifiesto, mientras Lorenzo se levanta contra esa herejía.
do en el Congreso del Havre sobre el recurso de una Evidentemente, esas protes‘as minoritarias Se pierden en
huelga general en Francia, Alemania y Aus'ria en caso de el vacío, pero salvan la dignidad sindicalista revolucionaria
una declaración de guerra. Y elevan acerbas críticas contra y anarquista.
el Comité confederal que no cumple las decisiones de los *
Comicios confederales. Contra la posición reformista, a más
de los anarquistas, hay minorías que conservan su dignidad Prosigamos, ahora, esa narración histórica recogiendo unas
y su hombría influenciadas por Monatte, Rosmer. Merheim observaciones de Nettlau, que tienen relación con ese p e­
y un puñado más de militantes prestigiosos y de relieve, riodo.
pero sindicalistas puros. Cuya minoría, después de la revo­ «Se ha exagerado mucho sobre las simpatías sindicalistas
lución rusa, en gran parte recala en el Partido Comunista, de Kropotkin. Este era un verdadero anarquista, lo que im­
y luego, se escindirá en varias fracciones. plicaba simpatías hacia todo progreso de libertad (asociación
Unos son declaradamente partidarios d e la política ursiana voluntaria) y en solidaridad (cooperación comunista) y hacia
e ingresarán en el Partido Comunista de reciente acuñación; la creación de fuerzas revolucionarias (el proletariado orga­
otros, más tarde, harán rancho aparte con Trotsky. como nizándose y rebelándose).
Monatte, y pocos, finalmente, con Pierre Besnard (sin- »Pero conociendo los hábitos autoritarios de las masas.
sicalistas), intentarán recoger el espíritu revolucionario del su penetración e impulsión por militantes libertarios— en el

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sentido de la Alianza en la Internacional— , le pareció nece­ posible que hasta el presente la idea no hubiese sido des­
sario. Los militantes com o Pelloutier, Pouget y sus amigos tacada...»
no hicieron otra cosa. Los socialistas políticos y los mode­ Y el 2 de marzo d e 1914 escribe Kropotin a Bertoni:
rados habían inspirado a los sindicatos después del aplas­ «Mi opinión es absolutamente la expresada por Malatesta
tamiento de los revolucionarios d e la Internacional, desde
en «Volonta», del 7 de febrero de 1914, y a la cual te aso­
1871 a 1892. Viendo a los libertarios adquirir la supremacía
cias tú. El sindicato es absolutamente necesario. Es la úni­
en ellos, tuvo Kropotkin una gran satisfacción, y en enero ca forma de asociación obrera que permite mantener la
de 1898, de regreso de los Estados Unidos, por ejemplo, sa­ lucha directa contra el capital, sin ccaer en el parlamenta­
ludó ¡res movimientos que existían ya en germen: la Fede­ rismo. Pero evidentemente no lleva a ello mecánicamente,
ración de los sindicatos, tomando en las manos las fábricas
puesto que tenemos por ejemplo en Alemania, en Francia y
y la producción; las cooperativas, que harían la distribución en Inglaterra, los sindicatos ligados a la lucha parlamen­
y el municipio, que tomaría el suelo, las viviendas, etc., para taria».
las necesidades d e sus miembros».
«Resulta que ni Bakunin ni Kropotkin, ni en el fondo, a
«Pero reconoció también que los socialistas y los anarquis­ pesar de lo que pensase más tarde el mismo Guillaume, han
tas tenían razón al quedar com o «teóricos», en lugar d e ser
creído en secciones o sindicatos com o aglomeraciones, de
absorbidos por un esfuerzo práctico que no serviría más que
las cuales saldría automáticamente la solución práctica de
a una pequeña parte de los trabajadores. («Les Temps Nou-
las cuestiones presentes y que por eso mismo serían la base
veaux», 24 de agosto de 18951).
legítima de la sociedad libre del porvenir. Tal sociedad tiene
»... Escribiendo para los jóvenes anarquistas rusos (en el la necesidad del sentimiento, la voluntad, la acción, la ex­
«Syndicat Rouge», aparecido en agosto-septiembre d e 1905), periencia de la libertad, y esos factores, aun desarrollándose
Kropotkin aconseja a socialistas y anarquistas, fundar sindi­ en buenas condiciones, precisan de un despertar, de una
catos independientes, pero en octubre declara que el lugar
evocación, de algún apoyo educativo •'Or los mejor prepa­
de los anarquistas está en el pueblo y que consagrándose al rados.» (Obra citada, pág. 315, 16, 17 y 19). Es lo que in­
trabajo organizador, acrecentaría nuestras fuerzas. Punto de
terpretamos en el sentido de valorizar al sindicalismo con
vista amplio, que la situación de entonces explica acabada­ la esencia anarquista.
mente.
«Bien pronto vió que las corrientes antiorganizadoras, Los años posteriores a la guerra de 1914 han traído per­
expropiacionistas, individualistas, predominaban d e tal m o­ secuciones salvajes que no enumeraremos. La guerra de 1939
do— se dió cuenta en París— , que se pronunció entre sus ha traído horribles salvajadas nazis y fascistas, que persis­
camaradas rusos en octubre de 1906, en el periódico ruso de ten aún en España, particularmente, las barbaridades falan­
Londres (de octubre de 1906 a julio de 1907) y en otras gistas. Meditemos todos y actuemos en conjunto y con in­
partes a favor de las actividades sindicalistas, declarando, por teligencia en el mejor anhelo que pueda uno tener y reali­
ejemplo, que los anarquistas consideran los sindicatos com o zarlo en este llamamiento de nuestro bondadoso, consecuen­
células-germen de la construcción social futura. ¿Hay que te idealista y gran historiador anarquista Max Nettlau, que
entrar en los sindicatos que existen en Rusia o fundar sindi­ escribió en julio de 1934 com o punto final de su libro citado:
catos anarquistas? Piensa en el hecho de que en España los «¡Q ue todos los anarquistas, libertarios, todos los seres hu­
anarquistas forman sindicatos sin partido y adquieren influen­ manos y de espíritu libre, puedan convertirse en una fuerza
cia en ellos, pero si es preciso en Rusia reconocer el pro­ de elementos que, conservando su autonomía, todas las auto­
grama socialdemócrata, preferiría más fundar sindicatos nue­ nomías, se apoyan recíprocamente y, derrotando la autori­
vos, aunque sean pequeños.» dad aquí, dejándola relaiada allí por nuestro propio progre­
«... El 6 de agosto 1907, escribe a James Guillaume: «Los so, se desarrolle por mil caminos para realizar la libertad en
sindicatos han sido durante veinte años la presa de los Du- pequeño y en grande, en nosotros mismos y alrededor de
pire, de los Basly, hasta que los anarquistas, después de ha­ nosotros, en todas partes y en todo! Tengamos buena espe­
berse creado un derecho a la vida por medio d e la dina­ ranza, porque la autoridad, por poderosa que sea. no puede
mita, se dirigieron hacia los sindicatos a fin de hallar en hacer sino mal, y todo el bien en el mundo ha venido, viene
ellos un campo para nuestras ideas. Pero si durante ese y vendrá siempre solo por la libertad y de la libertad.»
tiempo no nos hubiéramos separado claramente de los Basly
y de los Guesde— en táctica, en organización, com o idea— es B e rn a rd o P O U

Ayuntamiento de Madrid
E confunde a menudo, por escritores políticos. tos depredadores y de agresión, com o vimos, factor político
Estado y Poder y la confusión no es del activo de éxito siempre y exagerado en el mundo moderno
todo descabellada, por cuanto en el orden de las masas y d e las técnicas donde se ha agigantado.
histórico, los dos conceptos corresponden a Nietzche ha llamado a esto la voluntad d e poder o de
naturalezas inseparables, socialmente en dominio y sabido es que sus admiradores son numerosos y
nuestra cultura. Estado es la anatomía so­ la estructura estatal está basada positivamente en ellos.
cial, estructura y organización; poder es la Hay gentes que quieren mandar y no podrían hacerlo si
función o capacidad de toda esta estruc­ las instituciones ambientales no estuvieran hechas para ello;
tura para dominio de los hombres y de las pero el Estado necesita gente d e mando en la paz com o en
cosas; control y obediencia para encauce de la guerra. «Así el Estado trae orígenes esencialmente de
esta dinámica hacia direcciones prefijadas. éxito de una banda de bandidos que se sobrepone a la pe­
D e donde el Estado es el monopolio del queña sociedad particular, banda que tiene en el confronta-
poder legal, moral y económ ico; la fuente de la dinámica miento de los vencidos, de los sometidos el comportamiento
de la violencia sobre los grupos sociales y sobre la sociedad del poder puro. Un poder que no puede invocar ninguna
com o unidad en actividad. legitimidad, que no persigue ningún fin justo, cuya sola
Se ha definido el poder com o «la producción de los efec­ preocupación es explotar a los vencidos, sometidos y súbdi­
tos deseados» (1). tos. El se nutre de la población esclavizada» (3).
Pero, ¿cuál es el origen d e este poder? Evidentemente se «El poder—ha dicho un gran historiador— es siempre
han dado tantas soluciones com o en los orígenes estatales una minoría organizada, que está en manos de individuos
que tratamos (supra cap. I), pueden ser procesos mágicos, aislados o d e pequeños grupos. Es por esta razón que se
religiosos, según James Frazer en «L e Roi Magicien dans la impone sin demasiadas dificultades. El poder más fuerte se
Société primitive»; puede también provenir de las funciones derrumbaría en unas cuantas horas y la policía y la justicia
del padre en la familia primitiva, donde la autoridad política se paralizarían completa e instantáneamente, si todos los
es la de los padres de familia (pero no de una familia del súbditos se pusieran de acuerdo para negarse simultánea­
tipo actual) que es ya muy evolucionada. mente a obedecer» (4).
Com o vimos, el padre era propietario de la familia en la Entra pues, en la dinámica del poder, su esencia y el am­
Roma antigua y en otras partes. Ancianos dotados de condi­ biente donde expresa su personalidad social y a este último
ciones mágicas se hacen obedecer en la sociedad primitiva en los hombres se le llama obediencia. Si los hombres no
menos por la coerción directa que por el terror y las supers­ obedecieran el poder no tendría existencia, sobre tod o el
ticiones que padecen esos hombres. El poder tiene pues poder sobre los hombres.
entre sus componentes básicos n o sólo la fuerza sino también Los psicólogos han probado que entre los seres humanos
la 'superstición. El miedo com o gran fundamento que es un existen personas que necesitan urgentemente obedecer y ha­
comportamiento emotivo irracional, con especial actividad del cerlo durante toda su vida. Estos extremos han dado la
sistema nervioso simpático y con reacciones com o encogi­ pauta de que ese instinto también tiene su valor en más o
miento, huida, temblor, parálisis que al final de tanta repe­ en menos, en los seres humanos. Esta conducta social está ca­
tición, se hacen en los individuos fenómenos crónicos y que racterizada por la conformidad con las leyes, órdenes, reglas,
en las masas, merced al contagio mental, se propaga pasmo­ mando, dadas por cualquier poder. Fenómeno que Se inicia
samente. No podemos tampoco olvidar al guerrero cuya con el padre y que se sigue con cualquiera que ejerza d o­
fuerza y actividad específica también ha colaborado con la minio personal o institucional.
formación de jefes guerreros, que terminaron inclusive, por Nos encontramos con gente que está y obedece a la revo­
acapararse la riqueza. lución y a la reacción, dios y a todo el mundo. Los psico­
El poder mismo crea un principio de organización en sus analistas piensan que corresponde a una profunda conformi­
comienzos y altamente específico al fin (técnicas mililares). dad y abandono de la personalidad, por taras infantiles.
«Nosotros hemos hecho consistir el poder puro en el co­ Este problema de que existan hombres que hayan nacido
mando; un comando perse existente. Tal concepto está con­ para obedecer y en general las masas, requiere una reconsi­
tra la opinión largamente defendida que el comando sea un deración científica, pues aunque haya gérmenes en la natu­
eft-c'o: el efecto d e la disposición psicológica de una colec­ raleza humana, no justifica que esos gérmenes Se aumenten
tividad condicionada por sus necesidades de darse a sí mismo
jefes» (2).
En cualquier estudio no podemos olvidar al individuo.
Existen tipos individuales en los cuales los instintos de (1) Bertrand Russell: «El poder en los hombres y en las
mando son a menudo fronterizos; en los pueblos primitivos cosas», pág. 35.
tienen gran aceptación por las tribus o clanes, penuria que (2) Bertrand de Jouvenel: «L e Pouvoir», pág. 101. Traduc-
ha sido transmitida íntegra a las sociedades civilizadas. Ta­ italiana Risoli, Milano.
les tipos suelen ser anormales, pues sa sienten dioses o pre­ (3) B. de Jouvenel, op. c. pág. 104.
destinados y realizan acciones consiguientes, padecen instin­ (4) Guglielmo Ferrero: «El Poder», pág. 99.

Ayuntamiento de Madrid
806
CENIT

í.fen ' os(rf trem.o s más inverosímiles y los estados se encar­


guen, a través de la educación y el dominio de cultivarlos H oy se sabe que la obediencia es una fuerza comoapta
por su propia conveniencia. No se concibe el poder si nuna
medm v S T q“ e ha elevado a dogma pernicioso,
r Zmotor
V d del
d Tmiedo.
J Í " 0,Si rla l,,f‘* • > “ sei.»generalizara
desobediencia ™» solo
medio y fin d e las sociedades fundadas en la coerción.
Un Ufu n d ^ ,nte(n? ^ díaS 60 d mUnd° ’ éste habria cambiado
un poder agigantado la obediencia no significaría ? r en‘ alme? te ,t|Ue nadie 10 reconocería; con el
™ Z 0III En ca,rnl,li0 con el Estado totalitario, por que el p S e r Pr ed P,°der: pues entra en cálculos
n ,w ü i acílv!dad del género se reduce a ello y el que el Poder es de una atracción patológica y allí van los
principio de esclavitud, de negativo se traduce en el conte­ cuando 1 “ ° ^ Y ]° j a ^ " o hay suficien“
nido poht.co de la sociedad y el Estado to ’alitarios que es, n n h rl l / T ” de poder envuelve pasionalmente a los
ta d o°h ^ ?ricó * COntemporánea del desarrollo del Es- n rprW in f APa f ’ qU® Se Creen semidi°ses o conductores de
^ d " - . U , , C‘ er' ° es t>ue la existencia de un poder
Com o se ve, obediencia no es un asunto meramente indi- estatuido arrastra las mentes o los cuerpos y en los roce,
d . S," ° ,S0Cial y colec!iva- Pu« en la era del capitalismo, de m“ l?ones 56 des,ruyen los hombres en carnicerías
de las revoluciones y atómica, no se podrá establecer nin­
guna dictadura legitima o del terror, si no existe un fondo
universal y profundo de obediencia civil. C , I UrC
Guerra aÍC!cve r pPeloponeso»:
(f 60' 395 a‘ «Las
d, ° - )causas
d¡Ce 6n SU " Historia
de todos nuestrosdema-
la
Numerosos pensadores han estudiado el- fenómeno, pero ®rK
a. e/ ansia de P°der que surgía de la codicia y de
" af ' e ,C0II10 ,esa lustre estrella solitaria que apareció en el m r il y >e eSas ,pas’ones Procedía la violencia de los
Soretx ^ d ¿ ? d » en zarzf 05 en ,'a contienda»- Diagnóstico feliz para
Ihoreaux (1817-1862), que03com1o PaS3d° SÍR,°dejó
procursor ,: HenrV David
su ensayo la decadencia del mundo antiguo... y del moderno.
sobre «La desobediencia civil.. qUe influyera en Tolstov y
sobre todo en el asiático Mahatma Gandhi.
J. L A Z A R T E

A U S E N C I A
W P R E S E N C IA
de
MIGUEL HEMIMIDE/
j 6S w 0C° . qu® se lia escrito a propósito este hecho al estudiar su obra. Las circunstancias d e su
de Miguel Hernández y su obra. Dada la
circunstancia de su muerte en la cárcel, muerte prematura lo sitúan, indudablemente, en la fatal co­
rriente de nuestra poesía contemporánea— Federico es otro
prisionero del franquismo— este hecho tiene
que ser repetido cada vez que se le nombre ejemplo— que nace con el pueblo y muere con el pueblo,
en el exil:o, por la misma razón que se si­ fcsto es todavía un concepto poético. Cualquier otro pre­
tendido embanderamiento, s-e aleja d e la po'esía para caer
lencia cuando a Miguel se riñeren en Es­
paña— , en más de una ocasión su nombre m P J 3’ C° n qu(r siemPra sale perjudicada la poe­
sía Neruda es un ejemplo de ese desplazamiento, por vo­
ha sido utilizado con mera finalidad polí-
luntad p r o p ia -. En el caso de Miguel H ernández-com o
t¡ca, sin demasiada apreciación de su obra.
Hace pocos meses todavía, María Teresa León, en un en los da Lorca o Machado— , la politización de. que algu­
articulo que se publicó en el suplemento literario de «El nos intentan hacerle objeto es tanto más despreciable cuan­
to que ninguno de esos embanderamientos se desprende de
p.fpl H p ^ Caracas' aprovechaba la personalidad de Mi­ su obra, com o poeta, y porque a nadie le ha sido posible
guel Hernández en ese sentido. Pablo Neruda, en su «Can-
mostramos el carnet político de Hernández, como ciuda-
mili?anTrad >l preSentarl° poc° menos que com o un
militante del partido comunista. Se trata del eterno juego:
el mercantilismo político no respeta a nadie. A falta de Acaba de publicarse— Aguilar, Madrid, 1952— la obra casi
jdeas que ofrecer al público se busca personalidades que completa de Miguel Hernández. Decimos casi completa por­
que en esta edición se ha suprimido— escepcíón hecha de
¡ X c !i Uyan’ LSm Pr;ocupars- ni siquiera de las propias
ideas de esos hombres. Cuando se carece hasta d e figuras dos p oem a s-su libro «Viento del Pueblo», que apareció
se^ crean o se arrebatan al campo ajeno o a la «tierra de na­ en 19J / y que contenía casi todos sus romances del período
die». Quienes hemos visto al partido comunista intentar revolucionario. También se ha suprimido parte d e su libro
«apropiarse»a Lou.se Michel y a Victor Hugo en Francia, ¡ ~ Hombre Acecha», correspondiente a la última fase de
a guerra civil. A pesar de estas lamentables maílacifmes
roW Cn ra ,’ “ fiz a rlo s en las campañas electo-
que los editores se han visto cíertamsnte obligados a ha­
30 sorprendemos. Los franquistas, por
también intentaron algo parecido con Miguel Her- cer, la edición es indudablemente audaz por parte de quie­
ndez a través de un prólogo que firmó Cossío a una re- nes— algunos habrá— han sobrepuesto a cualquier otro pun-
’ ° de ™ ,a ,a necesidad de dar a conocer a Miguel; por
H A n A o f
ción Austral, T x 7 J
Madnd-Buenosn ° ° eS a>>’ parte de las autoridades franquistas que lo han «tolerado»,
AiresE S p a S a C a I P e 1 9 4 9 ’ A c ­
N o obstante, la obra de Miguel Hernández, a pesar y aunque mutilándola, esta edición es cínica. Les agradece­
contra d e todos estos apologistas aprovechados e inne- mos, sin embargo, su cinismo en esta oportunidad, -orqu e
la poesía de M igu;l Hernández sólo podría dejar de 'ser
r n° S^ qUe ,,P ,íllCa dePara- se agiganta por sí misma
a, dia' arrollando todas cuantas canalizaciones le ofre­ un grito d e libertad, viento del pueblo, suprimiéndola ín-
tegramente.
cen al paso, en busca de la grandeza de su auténtico o r i-•
gen. Consideramos que su muerte en la cárcel es'á dema­ ■ Nw.cabt Perd; r de vista que Ia publicación de las óbras
siado ligada a la substancia de su poesía para despreciar de Miguel se había convertido en una necesidad, incluso
en fcspaña. Com o muy bien lo señaló Benito Milla— «Poe-

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 887

sla y ejemplo d e Miguel Hernández», Cuadernos Interna­ La guerra ha barrido con todo. La libertad, la justicia,
cionales, abril, junio 1951— la poesía d e Hernández, abrien­ esas ideas por las que Miguel ha qúerido darse, yacen en
do grietas en los muios de su prisión, en la que debía mo­ los campos de batalla o en las cunetas de las carreteras
rir, en la que el franquismo necesitaba que muriese, alcan­ bajo las armas triunfadoras de la injusticia y de la opre­
zó a las nu'evasi generaciones españolas, golpeándolas en sión. El poeta se halla desnudo entre los cuatro muros fríos
pleno pecho y creando una corriente poética, más manifiesta de su prisión. Nada le queda exterior a sí mismo. Da vuelta
cada dia, estrechamente paralela al espíritu de rebelión a sus ojos y mira un horizonte de sangre, de sangre apre­
del pueblo español: Esta edición de Aguilar, incluye «Can­ tada que presiona p or salir a la fertilidad: su propio ho­
cionero y romancero d© ausencias», que, junto con sus rizonte. Un sentimiento de auténtica sorpresa se apodera
«poemas últimos», constituye indudablemente lo más aca­ de él. En el centro exacto de su horizonte halla eu victo­
bado de su poesía. ria, la única que en el fondo ha deseado verdaderamente:
Esta última parte de la obra de HternSudez iu é escrita el amor. Si le queda el amor la soledad no existe. El amor
en la cárcel. Un nervio d e soledad! atraviesa los sesenta y 'es la máxima compañía puesto que alcanza a todos y a
tres poemas que componen el «Cancionero y romancero de cada uno d e los hombres que pueblan la tierra y nadie
ausencias» y vibra a lo largo de ellos com o una guitarra puede evitarlo. Hay toda una generación a quien amar y
nueva en manos de Miguel, quien se nos muestra aquí con en este sentido el vencido no ‘es un hombre sin futuro. La
¿oda la madurez de su temperamento concentrado, intro­ más profunda de todas las alegrías se encierra en estos
vertido. Miguel Hernández supo haoer del sufrimiento un versos:
estado d e espíritu sosegado. A Miguel le importó siempre
más la muerte que la vida. La forma de morir, que es la Alto, alegre, libre, libre,
vida. Esta forma estaba elegida d e antemano. En aquel Alto, alegre, libre soy.
«Llamo a la juventud» de la guerra civil, Miguel había sólo por amor.
dicho:

Los quince y los diez y ocho, El amor, ese sentimiento que ni los más horribles furores
los diez y ocho y los veinte, de la guerra han logrado arrancarle de la sangre, ha dado
me v oy a cumplir los años libertad a su poesía. Ha traspasado la frontera del odio—
al fuego que me requiere, la más difícil de todas las fronteras— con el pasaporta del
y si resuena mi hora amor. Es esa una frontera que. no conduce al exilio: el exi­
antes de los doce meses lio es soledad, el amor es la compañía de todos los hom­
los cumpliré bajo tierra: bres. La poesía del amor es el lenguaje universal que no
yo quiero que de nú quede precisa de oídos para ser comprendido, ya derecho al c o ­
una memoria de sol razón de una generación a quien la injusticia y la opresión
y un sonido de valiente. procurará insensibilizar los sentidos, pero que se salvará por
el amor, porque el amor le dará la libertad de la poesía—
Hernández eligió no tener que d,ecir luego, con León que es la libertad sublime del pensamiento— primero, y la
Felipe: «Yo soy quien dijo: «Q ue os pongan en la frente el libertad de acción consecuentemente, después.
sello de la jusi'icia» y aquí está mí frente sin la «estrella Es necesario leer la poesía d© los noveles de España,
de sangre roja». Eligió estar d e acuerdo con su conciencia leerla en esas revistas provincianas, casi aldeanas, que re­
y logró el sosiego necesario para su «Cancionero y roman­ cuerdan los primeros surcos poéticos del labrador Miguel,
cero de ausencias». para darse exacta cuenta de la grandiosa obrai qu'e realizó
Desde su prisión mira hacia el pasado y sabe compren­ Hernández desde su prisión. Gracias a ®sa labor de sensato
derlo sin renunciar a él. Por eso morirá en la cárcel. Se campesino que elige su semilla, podemos hoy decir qu'e la
diría que en Miguel Hernández hay siempre un presenti­ poesía de las nuevas generaciones d'rntro d e España, está
miento que le anticipa el futuro. En «El hombre aoecha», realizando por su propia cuenta el ideal inmediato de las
nos dijo: mejores fuerzas sociales de la península, qua consiste en
cegar el oscuro pozo del odio abierto por la guerra prime­
Son los encadenados por siempre desde siempre. ro y por el franquismo después, sin renunciar a ninguna
Ser libre es una cosa que ¿ólo un hombre sabe: de las aspiraciones de 1936, es decir, sin renunciar a «Vien­
Sólo e l hombre que advierto dentro de esa mazmorra to del Pueblo».
com o si yo estuviera.
Cierra las puertas, echa la aldaba, carcelero El amoroso concepto poético de Miguel Hernández ha
Ata duro a ese hombre: no le atarás el alma. abierto un ancho puente sobre el abismo del pasado y de
Son muchas llaves, muchos cerrojos, injusticias.- la actualidad, puente que Hernández sabe dejar inconcluso,
com o una prueba más d e la potencialidad de su espíritu:
no le atarás el alma.

Ahora el poema se conjuga en primera persona. «Como Mañana no seré yo:


si yo estuviera» alcanza todo lo subjetivo de. la realidad otro será el verdadero.
personal. «Cancionero y romancero de ausencias» es la voz Y no seré más allá
del poeta, la poesía misma, que perfora los muros d e su de quien quiera su recuerdo.
celda para resaltar la más preciosa y auténtica d j las li­
bertades: la del espíritu: para qu:- toda una generación continúe la interminable mar
cha de una poesía universal.
No, no hay cárcel para el hombre
No podrá atarme, no.
28-11-53.
Este mundo de cadenas
me es pequeño y exterior. J. C A R M O N A B L A N C O

Ayuntamiento de Madrid
Lo q u e p e rtu rb a n
los m u e rto s
desviado sexual — dicen — h a com e­ ni de las miradas de las gentes que n o gustan de
tido un cierto número de asesinatos espectáculos macabros. Entonces surge la necesi­
en Londres, m otivo m ás que suficiente dad de darle vueltas y más vueltas al disco rayado:
p ara interesar a la opin ión. Y a en <(Los ((rojos» eran rusos», especie de m aldición g i­
Francia se había dado el caso de tana que parece dejar en ridículo a las 200.000 y
Landrú, y el m ás acentuado del d oc­ p ico de madres españolas que lloran la pérdida de
tor P etiot, a cuya cuenta cargaron sus hijos... rusos.
la producción de sesenta cadáveres. Que n o había com unistas en España, se oye decir
Sucesos éstos m uy ingratos p o r lo frecuentem ente. Que durante tres años españoles
que maculan a la (humanidad, p o r lo de derecha y de izquierda nos rom pim os los cuer­
que desmerecen el sentim iento humano. Causas nos, y la crism a, se cuenta en todas las crónicas
originadoras de tales calamidades, científica y so­ locales y extranjeras. Pero la verdad oficial franquis­
cialmente las hallaríamos a docenas; p ero la c o n ­ ta puede darle vueltas al disco extremadam ente
creción inevitable y dolorosa seguiría siendo la usado para dar a entender que los centenares de
misma: a las víctimas de los sádicos puestos en miles de españoles que com batieron en las filas
causa, n o hay dios que las resucite. republicanas eran ucranianos, tártaros, mongoles,
Ni a las originadas por la soberbia franquista, rusos (blancos (pintarrajeados de rojo), etcétera1 ,
circunstancia que m otiva agudo problem a político, verdad impuesta que hay que creer porque es única
ya que n o humano. Preocupación hum anista, no o porque n o se perm ite otra. En cu yo ca so uno se
se conoce en la corte de Franco. ablanda y F ranco puede hacer cotizar su verdad
E n cam bio, la otra, la política, sí, porque, por anticom unista y declarar bolcheviques a los liber­
nnlportante que sea España, más allá de ella aún tarios, a los m arxistas rosa y a los republicanos
existe mundo, y gentes infelices — creem os — por de fiesta mayor, para que yanquis, británicos y
110 ser españolas, pero que pueden desarrollarse galos le perdonen la vida, o el régimen, y loa pri­
perfectam ente de espaldas a España. Franco pun­ meros le cedan dólares, .petróleo, algodón, café, tri­
tualiza fuerte y a tod o evento, aqullo tan definiti­ gos, aceites, máquinas circulantes y «sedentarias»,
vo com o p o co hidalgo de com o España ¡ni hablar!, en prem io de haber cordialmente apoyado a Hitler,
aunque lo que menos ss haga en España sea el a Mussolini, a T ojo, a Pétain, a Degrelle y a cuanto
com er, preocupación p o co poética que la m itad de nazi, fascista, francisquista, rexista y carambolista
los españoles dejan a cargo de los extranjeros. ha poseído agravios co n que mortificar, a ser posi­
Pero volvam os a nuestros muertos, es decir, i ble hasta la muerte, a esa linda señora que se
los muertos de los otros. Franco, sádico, religioso llama Democracia y que los yanquis tanto estiman
eminente, h a superado cuantitativam ente al fa m o­ para sí, que n o para los demás.
so d octor Petiot p or haber trabajado santamente Y tal quedarían las cosas, si a esos dem onios
y colectivam ente en la producción de cadáveres. Lo de bolcheviques — al fin y al calbo, cable de sal­
que ocurre es que el Caudillo —• representativo de vación de F ran co — n o les diera presentemente
innúmeros caudillitos y caudillotes —, pese al co n ­ p o r dulcificar el tono, por enternecerse y derechi-
curso de dios y de los enviados de éste en la tierra, zarse al extrem o de equipararse en suavidad a un
n o ha podido ocultar a los ojos de la humanidad Jesucristo, a un m ister Edén, a un canónigo Ri-
sus dos m illones de cadáveres, lo que le equipara quet, a un Emilio Junoy... ¿No es un desespero
a un vulgar delincuente, por ejemplo, el matador que los kremlinistas se .pongan tibios? Si el oso
de mujeres londinense, que, abrumado, abandona siberiano y el elefante norteam ericano terminan
sus víctimas en casa p a ra huir, despavorido, a cam ­ por darse la lengua, ¿de dónde diablos sacará dó­
po atraviesa. ¡C uánto perturban los muertos! lares el general Franco, y quién le servirá un solo
Cabe decir, empero, aue F ranco favoreció larga­ litro de petróleo a cam bio de España entera?
mente a la Parca para labrar la felicidad de su pa­ Y lo que es m ás desesperante: ¿cóm o andar por
tria, es decir, que d ió muerte a españoles para los cam inos patrios sin tropezar co n estos millones
hacerlos felices, paradoja que quizás los m artiri­ de españoles que por dios, p o r la fe y p or la patria
zados supervivientes estimen sea verdad legítima. fueron innecesariamente convertidos en cadáveres?
Pero verdad o no, el caso es que los dos millones ¡Oh, la historia de los rusos nacidos de padres
de esqueletos están ahí y que Franco, quince años españoles en tierra española!
después, aún n o sabe cóm o apartarlos de su vista J. C O L L D E G U S S E M

Société Générale tTlmpression, Gi; rué des Amidonniers.— Toulouse (Hte-Gne.)— Le Gérant : Etienne GUILLEMAU.

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POETAS
cíe ayei y cLe h&y

TRES
CUARTETAS
¿ D e l tirano? D el tirano

di todo, di más, y clava

con furia d e mano esclava

sobre su o prob io al tirano.

¿ D el error? Pues d e l error

di los antros, las veredas

oscuras, di cuanto puedas

d e l tirano y d el error.

¿De m ujer? Buen p u e d e ser

que mueras d e su m ordida,

pero no manches tu vida

diciendo mal de m ujer.

JO S E M A R T I.

Ayuntamiento de Madrid
Ifa n x iiV m ú G iíe fr z o l

T ifiv m ria d o EL P R O L E T A R I A D O
Th W M tg (Á íó w íM M ILITANTE
S in d ica lism o (O rig e n d e l S in d ica lism o )

P o r A n se lm o L O R E N Z O . Dos

tom os con 5 2 8 p á g in a s. P re cio

de los dos to m o s, in c lu id o s los

gastos d e e n v ío , 2 5 0 francos.

Pedidos a « CNT »
4. rué Belfort, TOULOUSE
C.C.P. 1197-21 — Toulouse

“ La C .N .T . en la R e v o lu c ió n E s p a ñ o la ”
por José PEIRATS

M a te ria s c o n te n id a s en e l s e g u n d o to m o :

C a p ítu lo X V I. — E S P A Ñ A A N T E EL M U N D O .

C a p ítu lo X V I I. — V ID A O R G A N IC A Y U N I D A D S IN D IC A L .

C a p ítu lo X V I II . — L A S O M B R A D E L K R E M L IN .

C a p ítu lo X IX . — EL M I L A G R O DE L A S IN D U S T R IA S D E G U E R R A .

C a p ítu lo X X. — LA MAREA C O N T R A R R E V O L U C IO N A R IA .

C a p ítu lo X X I. — L O S S A N G R IE N T O S S U C E S O S DE M A Y O .

C a p ítu lo X X II. — LA C R IS IS D E L G O B IE R N O LAR G O C ABALLER O .

C a p ítu lo X X III. — OCASO P O L IT IC O DE LA C .N .T .

C a p ítu lo X X IV . — IR O N IA S D E U N P R IM E R A N IV E R S A R IO .

C a p ítu lo X X V . — D E S T R U C C IO N DEL C O N S E JO DE A R A G O N .

C a p ítu lo X X V !. — L A C R IS IS D E L P A R T ID O S O C IA L IS T A .

P re c io d e l e je m p la r: 7 0 0 francos

D ie z p o r c ie n to d e d e s c u e n to a p a r tir d e c in c o e je m p la re s . P e d i­
dos a « C N T » , H e b d o m a d a ire . C .C .P . 1 1 9 7 - 2 1 . T O U L O U S E ( H .- G .) .

Ayuntamiento
BO frs de Madrid

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