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Resulta muy significativo que sea posible predecir en un 75 por ciento de los casos cómo será
el «patrón de apego» del niño cuando este tenga un año de edad, en función del apego de la
madre hacia su feto y de cómo la madre vivió su relación infantil con sus propios padres.
Todos los autores coinciden en que la madre del bebé experimenta una
auténtica conmoción tras el parto, ya que no solo se acaba bruscamente la sensación de ser
una con el feto, sino que ha de adaptarse a las enormes exigencias del recién nacido.
La madre saludable debe tener una actitud espontánea como «preocupación maternal
primaria». Esto permite que la mujer se adapte con sensibilidad y precisión a las necesidades,
primero del feto y después del bebé, y facilita que las tendencias hacia el desarrollo del nuevo
ser se verifiquen en un entorno óptimo.
La «preocupación maternal primaria» es lo que permite que en las interacciones entre madre e
hijo (y también entre padre e hijo) se hagan presentes ciertas características fundamentales
para el correcto desarrollo del bebé y para que este establezca un buen vínculo, primero con
su madre y después con otros adultos.
EL TEMPERAMENTO DE LOS BEBÉS Y LA INTERACCIÓN CON LOS PADRES:
Se suele definir el temperamento como la parte de la personalidad cuyo origen se asienta en la
herencia genética.
Por contraposición, se llama carácter a la parte de la personalidad que se aprende durante
toda la vida, a partir de la experiencia y la cultura.
Dada por sentada esta normalidad que se adapta al bebé, cabe preguntarse por las
diferencias individuales entre los mismos.
Los temperamentos infantiles han sido descritos en tres constelaciones diferentes:
A. Temperamento fácil (o agradable). Se trata de bebés con una notable regularidad biológica y
que están, por lo general, de buen humor. Se adaptan con rapidez a los cambios de rutinas y
muestran interés por las novedades. Cuando están inquietos lo comunican sin excesivo
dramatismo, y ellos mismos pueden encontrar alguna forma de calmarse temporalmente.
B. Temperamento difícil. Los bebés con este tipo de temperamento presentan poca
regularidad biológica y cierta tendencia al aislamiento.
C. Temperamento de adaptación lenta (o reservado). Podrían verse como bebés tímidos. Les
cuesta adaptarse a las novedades y pueden mostrar tendencia al aislamiento.
LAS NECESIDADES INFANTILES:
Durante la crianza deben cubrirse las necesidades de los bebés y los niños, necesidades que
pueden clasificarse como fisiológicas, afectivas, cognitivas y sociales.
Las necesidades fisiológicas:
Winnicott señala que, en una etapa muy precoz de la vida, si la madre falla en la satisfacción
de estas necesidades, lo que siente el bebé es «una amenaza a su existencia». (Alimentación,
sueño, higiene, etc.)
Las necesidades afectivas:
Estas se manifiestan, sobre todo, a través de tres sentimientos: 1) el de formar parte de unas
vinculaciones estables, 2) el de la aceptación, y 3) el de ser importante para el otro.
Las vinculaciones estables:
Si son positivas, generan sensación de pertenencia y familiaridad, ofreciendo seguridad para el
desarrollo del infante. Es importante remarcar el término «estable».
La aceptación:
El sentimiento de ser aceptado tal como uno es resulta fundamental en la satisfacción de las
necesidades afectivas del niño. Cuanto más pequeño es el infante, mayor ha de ser la
incondicionalidad de la aceptación que recibe.
Ser importante para el otro:
El sentimiento de ser importante para el otro, es decir, para los adultos que se hacen cargo del
niño, también resulta imprescindible en lo afectivo. Este sentimiento está relacionado con el
anterior, y entre ambos cargan, por utilizar un símil físico, de «autoestima» al niño. Los
pequeños muestran sus logros a los adultos esperando obtener reconocimiento, aprobación y
aceptación.
Las necesidades cognitivas:
Es decir, tienen la necesidad de conocer, aprender y comprender el mundo en el que viven.
De ahí su insaciable curiosidad. Pero estas tareas no las pueden hacer por sí mismos y en
solitario; deben ser adecuadamente estimulados y se les debe permitir la experimentación a
partir de la seguridad que reciben en su hogar.
Las necesidades sociales:
Para un niño muy pequeño su familia más próxima constituye todo el entramado social que
necesita. La familia, en caso de poseer una adecuada estructuración y funcionamiento, es,
entonces, necesaria y suficiente.
Naturalmente, los padres bientratantes limitan estos impulsos e inician un proceso educativo
gradual en lo relativo a normas, disciplina, respeto al prójimo y demás. Sin la contención
precisa, el niño no podrá incorporarse de forma correcta a las estructuras sociales en las que
habrá de vivir.
Teoría del apego
- John Bowlby and Mary Ainsworth
- La teoría del apego, muy resumidamente, propone que el ser humano nace con una
predisposición a establecer vínculos con otras personas.
- Es un tipo de vínculo afectivo, recíproco pero asimétrico, y perdurable
- El estilo del apego y su calidad dependen de la disponibilidad y la receptividad del cuidador.
- El vínculo de apego será la base de la vida emocional
- Se considera que a los 7 meses de vida, aproximadamente, se ha establecido una relación
de apego selectiva, puesto que ya no es posible sustituir la figura principal de apego.
- Los modelos operativos internos (MOI) se irán organizando a partir de estos primeros
vínculos familiares.
- Los MOI incluyen recuerdos de experiencias de apego, creencias, expectativas y actitudes
sobre las relaciones que, en gran medida, las acaban determinando.
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Los 4 tipos de apego
Apego seguro:
- El niño dispone de unos padres cálidos, atentos y sensibles, que satisfacen de forma
adecuada sus necesidades. Se dan la preocupación maternal primaria, la sincronía, simetría,
contingencia, etc.
Apego Inseguro Evitativo:
- Los padres no son capaces de satisfacer los requisitos afectivos de los niños.
Apego inseguro ansioso-ambivalente:
- Los padres han ofrecido unos cuidados iniciales de carácter poco fiable e impredecible.
Apego Inseguro Desorganizado:
- Cuando los padres son muy incompetentes y patológicos como consecuencia de haber
sufrido ellos mismos cuidados muy negligentes, malos tratos, traumatismos o pérdidas
severas.