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Un seminario es un laboratorio común que permite a cada uno de los participantes articular
sus prácticas y sus propios conocimientos. El mismo cuestiona una política de la palabra. La
primera tarea de un seminario a respetar lo que no se dice y aún más lo que pasa sin saber
cómo, es decir, moderar el deseo de articular, de impulsar, de coordinar una mismo las
intervenciones de cada uno: estas vienen de muy lejos para poder ser interpretadas iban muy
lejos para ser circunscriptas a un lugar común.
Existen dos maneras de dar a un seminario una identidad repetitiva que excluye la experiencia
del tiempo. La primera supone que el lugar está constituido por un discurso profesoral o por el
prestigio de un maestro. La segunda pretende producir el lugar por el mero intercambio de
sentimientos y convicciones.
La experiencia del tiempo comienza en un grupo con la explicitación de su pluralidad. Hay que
reconocerse diferentes para que un seminario se transforme en una historia común y parcial,
y para que la palabra se transforme allí en instrumento de una política.
Un seminario puede producir maneras de tomar distancia con respecto a nuestras tareas y
posibilidades de volver a ellas de otra forma. El autor hace referencia al "bastidor" que cambia
discretamente el o los lugares de nuestras prácticas efectivas en escenas de las que uno puede
apartarse para pensar y realizar la acción. Se trata de dar cuenta de lo que se produce
efectivamente: la inversión del sujeto en su estudio, el retorno de la ficción a la cientificidad,
la porosidad entre los procedimientos técnicos y las maneras comunes de hacer, las
ambivalencias de los lugares.
Las universidades no podrían transformarse en casa cerradas del saber o de su poder del
saber.
La sociología es una ciencia que incómoda porque como toda ciencia revela cosas ocultas. En
este caso, se trata de cosas que ciertos individuos o ciertos grupos prefieren esconder o
esconderse porque ella perturban sus convicciones o sus intereses. Algunos le niegan siempre
a la sociología su cientificidad aunque satisfaga todas las exigencias de una ciencia. Los objetos
con lo que ella trata son frecuentemente posturas políticas que desencadenan las pasiones.
De las razones que hacen que la sociología se esfuerce más que otras ciencias en progresar y
en imponer el reconocimiento de sus progresos es porque ella debe descubrir verdades que,
siempre difíciles de mantener al día, son en ocasiones profundamente rechazadas o negadas.
El autor se propuso tomar por objeto su propio universo como Universitario. El sociólogo está
siempre expuesto a aplicar al mundo social categorías del pensamiento que han sido
inculcadas en su espíritu por el mundo social. Por ello le es necesario analizar
sociológicamente las condiciones sociales de producción de sus instrumentos de pensamiento.
A los sociólogos se les confiere un papel del profeta capaz de dar respuestas de apariencia
coherente y sistemática a todas las preguntas de existencia y en particular a las cuestiones de
vida o de muerte.
La Ciencia Social que, como toda ciencia, está construida contra el sentido común, contra las
apariencias primeras, está por ello también permanentemente sometida al veredicto del
sentido común.
El autor está convencido que su ciencia puede cumplir funciones liberadoras, tanto como las
otras ciencias, si no es que más.
La Escuela – Rockwell y Ezpeleta.
Las primeras pistas conceptuales de cómo abordar a la escuela llegaba más bien de dominios
ajenos a lo educativo. La teoría pertinente a la escuela parecía recortarla del resto del orden
social.
En cambio encontraban estudios sobre otros temas que les sugerían formas nuevas de
abordar la escuela. La lectura de Gramsci y luego de Heller ofrecía camino teóricos fecundos
para ingresar desde otra perspectiva al conocimiento de la escuela. Lo que se propone es no
quedar reducidos (autores Marxistas). Ellos les confirmaban la relevancia de estudiar
realidades concretas inmersas en historias nacionales y regionales.
Esto implica dejar de lado cualquier pretensión de unificar de manera abstracta y formal y
abrir las puertas a la posibilidad de aferrar la realidad histórica concreta para potenciar una
práctica transformadora.
Sin embargo con esa historia y esa existencia documentada, existe otra historia y otra
existencia no documentada, a través de la cual la escuela toma forma material, toma vida. En
esta historia no documentada se apropian los apoyos y las prescripciones estatales y
constituyen cada escuela. Desde esta historia no documentada aquella versión documentada
resulta parcial y produce cierto efecto ocultador del movimiento real. La versión positivista
nos ha enseñado a ver la escuela, dentro de ella, lo pedagógico y fuera de ella, lo político. La
realidad escolar obliga a considerar las dimensiones políticas entre aquellas que la constituyen.
¿Cómo reconstruir esa historia no documentada de la escuela? Se opta por una aproximación
a ella analizar la existencia cotidiana actual de la escuela como historia acumulada, es decir,
buscar en el presente los elementos estatales y civiles con los que se ha construido la escuela.
Comprender lo cotidiano como un momento del movimiento social implica enfrentarse al
manejo de las grandes categorías de lo social: clases, estado, sociedad civil, etcétera.
En un ámbito como el escolar los sujetos suelen integrar prácticas y saberes que provienen de
otros ámbitos.
En síntesis la realidad escolar parece siempre mediada por la actividad cotidiana. Cualquier
registro de las actividades cotidianas escolares muestra incongruencias, saberes y prácticas
contradictorias, acciones aparentemente inconsecuentes. La única forma de dar cuenta de lo
heterogéneo y de no perderlo pero tampoco de perderse en él es reconocerlo como producto
de una construcción histórica.
La reconstrucción de los procesos que ocurren en la vida diaria de la escuela permite integrar
los numerosos momentos desconcertantes de la observación e interpretar desde una
perspectiva más histórica su realidad cotidiana.
Conocimiento e interés de Habermas
Básicamente la idea principal es llegar al conocimiento más puro posible por medio del
diálogo y desprovisto de interés.