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FIGURAS LITERARIAS (Curso 2004-05)

Identifica las figuras retóricas que aparecen en los siguientes fragmentos:

1. El rocío
nocturno llanto del cielo
(G. Gómez de Avellaneda)
2. ¿Para quién edifiqué torres? ¿Para quién adquirí honras? ¿Para quién planté
árboles?
(F. de Rojas)
3. ¡Qué dulce la hora fresca y gris
llena de olores húmedos y de siseo de pájaros!
(J.R. Jiménez)
4. ...y el río besa tímidamente nuestros pies
(P. García Baena)
5. Al brillar un relámpago nacemos,
dura su fulgor cuando morimos
(G.A. Bécquer)
6. Se apaga,
se deshoja,
se pierde
entre las calles
(P. Neruda)
7. Érase un hombre a una nariz pegado
érase una nariz superlativa,
(F. de Quevedo)
8. Querría hacer posible lo imposible,
querría poder mudarme y estar quedo,
gozar de libertad y estar cautivo.

9. Del monte en la ladera


por mi mano plantado tengo un huerto
(Fray Luis de León)
10. La herida de luna de la pobre loca.
La pobre loca de la luna herida.

11. El rayo es una especie de sacacorchos encolerizado


(R. Gómez de la Serna)
12. Niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.
(P. Neruda)
13. Y en la mañana agreste
y cruda
salta por el ramaje
la primavera, niña errática y desnuda.
(J.R. Jiménez)
14. Y sueña. Y ama, y vibra. Y es hija del sol.
(R. Darío)
15. Con mayor frío vos, yo con más fuego
16. Tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva
(A. Machado)
17. Al octavo mes ríes
con cinco azahares
(M. Hernández)
18. ...Los diamantes
negros de sus pupilas vertían su destello
(R. Darío)
19. Yace en esta losa dura
una mujer tan delgada
que en la vaina de una espada
se trajo a la sepultura.
(B. de Alcázar)

20. Ven muerte tan escondida


que no te sienta venir,
por que el placer de morir
no me vuelva a dar la vida.
(Sta. Teresa de Jesús)
21. ¡Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del Amado,
oh prado de verduras,
de flores esmaltado,
decid si por vosotros ha pasado!
(San Juan de la Cruz)
22. Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces, lloro sin querer.
(Rubén Darío)
23. Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
(G.A. Bécquer)
24. No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
(M. Hernández)
25. ¡Oh siempre gloriosa patria mía
tanto por plumas como por espadas!
(L. de Góngora)

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