Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
OBJETIVOS DE LA ASIGNATURA.
El objetivo de esta asignatura es triple: en primer término, se trata de identificar
los diferentes factores que intervienen en los cambios políticos, económicos, sociales y
culturales que han tenido lugar en España a lo largo de los dos últimos siglos; en
segundo lugar, explicar los diferentes periodos, fruto de los factores analizados
anteriormente, señalando sus rasgos de continuidad y ruptura, así como las divergencias
y convergencias respecto a los países de su entorno, todo ello con el propósito de
valorar desde una perspectiva crítica las realidades de España de los siglos XIX y XX.
CONTENIDOS.
Tema 1: Del Antiguo al Nuevo régimen (1808-1833).
Tema 2: La construcción del Estado liberal (1834-1874).
Tema 3: La restauración borbónica. El sistema canovista y la crisis
finisecular (1875-1902).
Tema 4: El reinado de Alfonso XIII. Regeneracionismo y dictadura
(1902-1931).
Tema 5: La Segunda República. 1931-1936.
Tema 6: La Guerra Civil. 1936-1939.
Tema 7: La dictadura franquista (1939-1975).
Tema 8: España en democracia (1975-2004).
BIBLIOGRAFÍA.
BAHAMONDE, Ángel (Coord.): Historia de España. Siglo XX 1875-1939.
Madrid, Cátedra, 2000.
BEEVOR, Antony: La guerra civil española. Barcelona, Crítica, 2005.
CARRERAS, Albert y TAFUNELL, Xavier: Historia económica de la España
contemporánea. Barcelona, Crítica, 2003.
CASANOVA, Julián: República y guerra civil. Barcelona, Crítica, 2007.
DÍAZ BARRADO, Mario P.: La España democrática (1975-2000). Cultura y
vida cotidiana. Madrid, Síntesis, 2006.
DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio (dir): Historia de España. Vols 11, Alfonso XIII
y la Segunda república (1902-1932), y 12, El régimen de Franco y la transición a la
democracia de 1939 a hoy. Barcelona, Planeta, 1991.
FONTANA, Josep: La época del liberalismo. Barcelona, Crítica, 2007.
FUSI, Juan Pablo y PALAFOX, Jordi: España: 1808-1996. El desafío de la
modernidad. Madrid, España, 1997.
GARCÍA CORTÁZAR, Fernando (dir): Nueva Historia de España. La Historia
en su lugar. Vols. 9 De la Restauración a la República (1874-1936) y 10: De la Guerra
Civil al siglo XXI (desde 1936 hasta hoy). Barcelona, Planeta, 2003.
JOVER, J. M., GÓMEZ FERRER, G., y FUSI, J. P.: España, sociedad, política
y civilización. Madrid, Debate, 2001.
MARTÍNEZ, Jesús A. (coord.): Historia de España. Siglo XX 1939-1996.
Madrid, Cátedra, 2003.
MONTERO, Feliciano: La Iglesia: de la colaboración a la disidencia (1956-
1975). Madrid, Encuentro, 2009.
PAREDES, Javier (coord): Historia contemporánea de España. Vol II. El Siglo
XX. Barcelona, Ariel, 1998.
PRESTON, Paul: Franco “Caudillo de España”. Barcelona, Grijalbo, 1994.
TUSELL, J: Dictadura franquista y democracia, 1939-2004. Barcelona, Crítica,
2005.
VIÑAS, Ángel y HERNÁNDEZ SÁNCHEZ, Fernando: El desplome de la
república. Barcelona, Crítica, 2009.
1. La Constitución de 1812
Art. 1. La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios.
Art. 2. La Nación española es libre e independiente y no es ni puede ser patrimonio de
ninguna familia ni persona.
Art. 3. La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta
exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales.
Art. 4. La Nación está obligada a proteger por leyes sabias y justas la libertad civil, la
propiedad y los derechos legítimos de todos los individuos que la componen.
Art. 8. También está obligado todo español, sin distinción alguna, a contribuir en
proporción de sus haberes para los gastos del Estado.
Art. 12. La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica,
apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas y prohíbe el
ejercicio de cualquier otra.
Art. 14. El gobierno de la Nación española es una monarquía moderada hereditaria.
Art. 15. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.
Art. 16. La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el Rey.
Art. 34. Para ser nombrado elector parroquial se requiere ser ciudadano, mayor de
veinticinco años, vecino y residente en la parroquia.
Art. 92. Se requiere, además, para ser elegido diputado de Corte, tener renta anual
proporcionada, procedente de bienes propios.
Art. 371. Todos los españoles tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas
políticas sin necesidad de licencia, revisión o aprobación alguna anterior a la publicación.
2. Decreto de Valencia.
Desde que la divina providencia por medio de la renuncia espontánea y solemne de mi
augusto padre me puso en el tono de mis mayores (..) y desde aquel fausto día en que entré en la
capital, en medio de sinceras demostraciones de amor y lealtad con que el pueblo de Madrid
salió a recibirme, imponiendo esta manifestación de su amor a mi real persona a las huestes
francesas (..); desde aquel día, puse en mi real ánimo para responder a tan leales sentimientos y
satisfacer a las grandes obligaciones en que está un Rey con sus pueblos, dedicar todo mi
tiempo al desempeño de tan augustas funciones, y a reparar los males a que pudo dar ocasión la
perniciosa influencia de un valido durante el reinado anterior.
(...) Pero la dura situación de las cosas y la perfidia de Buonaparte, de cuyos crueles
efectos quise, pasando por Bayona, preservar a mi pueblo, apenas dieron lugar a más. Reunida
allí la real familia, se cometió con ella, y señaladamente en mi persona, un atroz atentado (...); y
violado, en lo más alto el sagrado derecho de gentes, fui privado de mi libertad y de hecho del
gobierno de mis reinos (...).
Por tanto, habiendo oído lo que ecuánimemente me han informado personas respetables
por su celo y conocimientos y lo que acerca de cuando aquí se contiene se me ha expuesto en
representación de varias partes del reino se me han dirigido (...) declaro que mi real ánimo es no
solamente no jurar ni acceder a dicha Constitución ni a decreto alguno de las Cortes generales
extraordinarias, y de las ordinarias actualmente abiertas (...) sino declarar aquella Constitución y
tales decretos nulos de ningún valor y efecto, ahora ni en tiempo alguno, como si no hubieran
pasado jamás tales actos, y se quitasen de en medio del tiempo, y sin obligación en mis pueblos
y súbditos, de cualquier clase y condición. A cumplirlos ni guardarlos.
Dado en Valencia, a 4 de mayo de 1814. Yo, el Rey.
3. Fernando VII jura la constitución.
ESPAÑOLES:
Cuando vuestros heroicos esfuerzos lograron poner término al cautiverio en que me
retuvo la mas inaudita perfidia, todo cuanto vi y escuché, apenas pisé el suelo patrio, se reunió
para persuadirme que la nación deseaba ver resucitada su anterior forma de gobierno; y esta
persuasión me debió decidir a conformarme con lo que parecía ser el voto casi general de un
pueblo magnánimo, que, triunfador del enemigo extranjero, temía los males, aún más horribles
de la intestina discordia.
No se me ocultaba sin embargo que el progreso rápido de la civilización europea, la
difusión universal de las luces hasta entre las clases menos elevadas, la mas frecuente
comunicación entre los diferentes países del globo, los asombrosos acaecimientos reservados a
la generación actual, habían suscitado ideas y deseos desconocidos a nuestros mayores,
resultando nuevas e imperiosas necesidades; ni tampoco dejaba de conocer que era imposible
dejar de amoldar a tales elementos las instituciones políticas, a fin de obtener aquella
conveniente armonía entre los hombres y las leyes, en que estriban la estabilidad y el reposo de
las sociedades.
Pero mientras yo meditaba maduramente con la solicitud propia de mi paternal corazón
las variaciones de nuestro régimen fundamental, que parecían más adaptables al carácter
nacional y al estado presente de las diversas porciones de la monarquía española, así como más
análogas a la organización de los pueblos ilustrados, me habéis hecho entender vuestro anhelo
de que se restableciese aquella Constitución que entre el estruendo de armas hostiles fue
promulgada en Cádiz en año de 1812, al propio tiempo que con asombro del mundo combatíais
por la libertad de la patria. He oído vuestros votos, y cual tierno padre he condescendido a lo
que mis hijos reputan conducente a su felicidad. He jurado esa Constitución por la cual
suspirabais, y seré siempre su más firme apoyo. Ya he tomado las medidas oportunas para la
pronta convocación de las Cortes. En ellas, reunido a vuestros representantes, me gozaré de
concurrir a la grande obra de la prosperidad nacional (...). Marchemos francamente, y yo el
primero, por la senda constitucional (...).
Gaceta extraordinaria de Madrid, 12 de enero de 1820.
TEMA 2. LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL EN
ESPAÑA (1833-1874)
I. LA PRIMERA GUERRA CARLISTA.
I.1 Apoyos y programa del carlismo.
I.2 Desarrollo de la guerra.
2.1 La etapa inicial, entre 1833 y 1835.
2.2 La segunda etapa, entre 1836-1837.
2.3 La tercera y última fase de la guerra, de 1838 a 1840.
1. La Constitución de 1837.
Siendo la voluntad de la Nación revisar, en uso de su soberanía, la Constitución
política promulgada en Cádiz el diez y nueve de marzo de 1812; las Cortes generales,
congregadas a este fin, decretan y sancionan la siguiente Constitución de la Monarquía
Española:
Art. 2º. Todos los españoles pueden imprimir y publicar libremente sus ideas sin
previa censura, con sujeción a las leyes.
La calificación de los delitos de imprenta corresponde exclusivamente a los
jurados.
Art. 4º. Unos mismos códigos regirán en toda la Monarquía, y en ellos no se
establecerá más que un solo fuero para todos los españoles en los juicios comunes,
civiles y criminales.
Art. 5º. Todos los españoles son admisibles a los empleos y cargos públicos,
según su mérito y capacidad.
Art. 6º. Todo español está obligado a defender la patria con las armas cuando sea
llamado por la ley, y a contribuir en proporción de sus haberes para los gastos del
Estado.
Art. 7º. No puede ser detenido, ni preso, ni separado de su domicilio ningún
español, ni allanada su casa, sino en los casos y la forma que las leyes prescriben.
Art. 10. No se impondrá jamás la pena de confiscación de bienes, y ningún
español será privado de su propiedad sino por causa justificada de utilidad común,
previa la correspondiente indemnización.
Art. 11. La Nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la religión
católica que profesan los españoles.
Art. 12. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.
Art. 13. Las Cortes se componen de dos cuerpos colegisladores, iguales en
facultades: el Senado y el Congreso de los Diputados.
Art. 15. Los Senadores son nombrados por el Rey a propuesta, en lista triple, de
los electores que en cada provincia nombran los Diputados a Cortes.
Art. 22. Los diputados se elegirán por el método directo, y podrán ser reelegidos
indefinidamente.
Art. 36. El Rey y cada uno de los cuerpos colegisladores tienen la iniciativa de
las leyes.
Art. 63. A los tribunales y juzgados pertenece exclusivamente la potestad de
aplicar las leyes en los juicios civiles y criminales; sin que puedan ejercer otras
funciones, que las de juzgar y hace que se ejecute lo juzgado.
2. El Convenio de Vergara.
Artículo 1º. El capitán general don Baldomero Espartero recomendará con
interés al gobierno el cumplimiento de su oferta de comprometerse a proponer a las
Cortes la concesión o modificación de los fueros.
Art. 2º. Serán reconocidos los empleos, grados y condecoraciones de los
generales, jefes, oficiales y demás individuos dependientes del ejército del teniente
general don Rafael Maroto, quien presentará las relaciones con expresión de las armas a
que pertenecen, quedando en libertad de continuar sirviendo, defendiendo la
Constitución de 1837, el trono de Isabel II y la regencia de su augusta madre, o bien de
retirarse a sus casas los que no quieran seguir con las armas en la mano.
Art. 7º. Si las divisiones Navarras y Alavesas se presentasen en la misma forma
que las divisiones Castellana, Vizcaína y Guipuzcoana disfrutarán de las concesiones
que se expresan en los artículos precedentes.
Art. 8º. Se pondrán a disposición del capitán general don Baldomero Espartero
los parques de artillería, maestranzas, depósitos de armas, de vestuarios y de víveres que
estén bajo la dominación y arbitrio del teniente general D. Rafael Maroto.
Art. 9º. Los prisioneros pertenecientes a los cuerpos de las Provincias de
Vizcaya y Guipúzcoa, y los de los cuerpos de la División Castellana que se conformen
en un todo con los artículos del presente convenio quedarán en libertad disfrutando de
las ventajas que en el mismo se expresan para los demás. Los que no se convinieren
sufrirán la suerte de los prisioneros.
Art. 10. El capitán general D. Baldomero Espartero hará presente al gobierno
para que éste lo haga en las Cortes la consideración que se merecen las viudas y
huérfanos de los que han muerto en la presente guerra correspondientes a los cuerpos a
quienes comprende este convenio.
TEXTOS.
1. Manifiesto de Sandhurst.
Por virtud de la espontánea y solemne abdicación de mi augusta madre, tan
generosa como infortunada, soy único representante yo del derecho monárquico en
España. (…) Huérfana la Nación ahora de todo derecho público e indefinidamente
privada de sus libertades, natural es que vuelva los ojos a su acostumbrado derecho
constitucional y a aquellas libres instituciones que ni en 1812 le impidieron defender su
independencia ni acabar en 1840 otra empeñada guerra civil. (…) Por todo esto, sin
duda, lo único que inspira ya confianza en España es una monarquía hereditaria y
representativa, mirándola como irreemplazable garantía de sus derechos e intereses
desde las clases obreras hasta las más elevadas.
En el entretanto, no sólo está hoy por tierra todo lo que en 1868 existía, sino
cuanto se ha pretendido desde entonces crear. Si de hecho se halla abolida la
Constitución de 1845, hállase también de hecho abolida la que en 1869 se formó sobre
la base inexistente ya de la monarquía. (…) Afortunadamente, la monarquía hereditaria
y constitucional posee en sus principios la necesaria flexibilidad y cuantas condiciones
de acierto hacen falta para que todos los problemas que traiga su restablecimiento
consigo sean resueltos de conformidad con los votos y la conveniencia de la Nación.
No hay que esperar que decida yo nada de plano y arbitrariamente; sin cortes no
resolvieron los negocios arduos los príncipes españoles allá en los antiguos tiempos de
la monarquía, y esta justísima regla de conducta no he de olvidarla yo en mi condición
presente, y cuando todos los españoles están ya habituados a los procedimientos
parlamentarios. Llegado el caso, fácil será que se entiendan y concierten sobre todas las
cuestiones por resolver un príncipe leal y un pueblo libre.
Nada deseo tanto como que nuestra patria lo sea de verdad. A ello ha de
contribuir poderosamente la dura lección de estos tiempos, que si para nadie puede ser
perdida todavía lo será menos para las honradas y laboriosas clases populares, víctimas
de sofismas pérfidos o de absurdas ilusiones.
Cuanto se está viendo enseña que las naciones más grandes y prósperas, y donde
el orden, la libertad y la justicia se admiran mejor, son aquellas que respetan más su
propia historia. (…) Sea lo que quiera mi propia suerte, ni dejaré de ser buen español,
ni, como todos mis antepasados, buen católico, ni, como hombre del siglo,
verdaderamente liberal.
Alfonso de Borbón, York-Town (Sandhurst), 1º de diciembre de 1874.
2. Constitución de 1876.
Don Alfonso XII, por la gracia de Dios, Rey constitucional de España: a todos
los que las presentes vieren y entendieren, sabed: que en unión y de acuerdo con las
Cortes del Reino actualmente reunidas, hemos venido en decretar y sancionar la
siguiente:
3. La crisis de 1917.
A los obreros y la opinión pública: ha llegado el momento de poner en práctica,
sin vacilación alguna, los propósitos anunciados por los representantes de la Unión
General de Trabajadores y la Confederación Nacional del Trabajo en el Manifiesto
suscrito por estos organismos en el mes de marzo último.
Durante el tiempo transcurrido desde esta fecha al momento actual, la
afirmación hecha por el proletariado de demandar, como remedio de los males que
padece España, un cambio fundamental de régimen político ha sido corroborada por la
actitud que sucesivamente han ido adoptando importantes organismos nacionales, desde
la enérgica afirmación de la existencia de las Juntas de Defensa del Arma de Infantería,
frente a los intentos de disolución de estos organismos por los poderes públicos, hasta la
Asamblea de Parlamentarios celebrada en Barcelona el 19 de julio, y la adhesión a las
conclusiones de esta Asamblea de numerosos Ayuntamientos, que dan el público
testimonio de las ansias de renovación que existen en todo el país. Durante los días
febriles en los cuales se han producido estos acontecimientos, el proletariado español ha
dado pruebas de serenidad y reflexión, que tal vez hayan sido interpretadas por las
oligarquías que detentan el Poder como manifestación de falta de energía y de
incomprensión de la gravedad de las circunstancias actuales (…).
Si tal idea se han formado los servidores de la Monarquía española, se han
engañado totalmente. El pueblo, el proletariado español, ha asistido en silencio durante
estos últimos meses a un espectáculo vergonzoso, mezcla de incompetencia y de
repulsiva jactancia, de descarado desprecio de la vida y de los derechos del pueblo e
impúdica utilización de las más degradantes mentiras como supremo recurso del
Gobierno (…).
Y si esto han hecho los poderes públicos con las clases sociales en cuya
adhesión han buscado siempre las más firmes garantías de su existencia y dominio, ¿qué
no habrán hecho con el pueblo inerme e indefenso bajo un régimen constitucional
ficticio, bajo un régimen económico de miseria y despilfarro, y en un estado cultural
mantenido por los oligarcas en el más bajo nivel, y sobre el cual la masa ciudadana sólo
puede irse paulatinamente elevando merced a ímprobos y perseverantes esfuerzos?
5. El error Berenguer.
La dictadura ha sido un poder omnímodo que no sólo ha operado sin ley ni
responsabilidad, (…) sino que no se ha circunscrito a la órbita de lo público, antes bien
ha penetrado en el orden privadísimo brutal y soezmente. (…)
No hay punto de la vida española en que la Dictadura no haya puesto su innoble
mano de sayón. (…).
He tenido que evocar con in mínimum de evidencia lo que la Dictadura fue. Hoy
parece un cuento. Yo necesitaba recordar que no es un cuento, sino que fue un hecho.
Y que a ese hecho responde el régimen Berenguer, cuya política significa:
volvamos tranquilamente a la normalidad por los medios más normales, hagamos
“como si” aquí no hubiese pasado nada radicalmente nuevo, sustancialmente anormal.
Eso, eso es todo lo que el régimen puede ofrecer, en este momento tan difícil
para Europa entera, a los veinte millones de hombres ya maltraídos de antiguo, después
de haberlos vejado, pisoteado, envilecido y esquilmado durante siete años. Y, no
obstante, pretende, impávido, seguir al frente de los destinos históricos de esos
españoles y de esta España (…) Pero esta vez se ha equivocado. Este es el error
Berenguer. (…) El régimen sigue solitario, acordonado como leproso en lazareto. (…)
Y como es irremediablemente un error, somos nosotros, y no el régimen mismo,
nosotros, gente de la calle, de tres al cuarto y nada revolucionarios, quienes tenemos que
decir a nuestros conciudadanos: ¡Españoles, vuestro Estado no existe! ¡Reconstruirlo!.
Delenda est Monarchia.
I EL GOBIERNO PROVISIONAL
1 Formación y composición.
2 Los primeros decretos y reformas
Reformismo social.
Escuela para todos.
La modernización del Ejército.
La cuestión catalana.
La cuestión religiosa. El discurso laico y secularizador.
3 Elecciones a Cortes constituyentes.
II LA CONSTITUCIÓN DE 1931
1 Consenso republicano-socialista.
2 Soberanía popular, república democrática y Estado integral
3 Régimen parlamentario
4 Las libertades y derechos, esencia del funcionamiento democrático.
IV LA REPÚBLICA DE CENTRO-DERECHA.
1. Las elecciones de 1933 y el nuevo mapa político.
2. Los gobiernos radicales y su dependencia de la CEDA.
3. La politización de la sociedad y la militarización de la política: la revolución de
octubre de 1934.
4. La inestabilidad gubernamental
V EL FRENTE POPULAR.
1. Las elecciones de febrero de 1936.
2. El gobierno de los republicanos y las dificultades de la consolidación de la
democracia.
3. Las conspiraciones.
TEXTOS.
2. La Constitución de 1931.
España, en uso de su soberanía y representada por las Cortes Constituyentes,
decreta y sanciona esta Constitución:
V. EL FINAL DE LA GUERRA.
1. La intransigencia de Franco. La rendición incondicional del enemigo.
2. La batalla del Ebro en tiempos de Munich.
3. Las tropas de Franco llegan a los Pirineos.
4. La sublevación de casado. El síndrome del abrazo de Vergara.
TEXTOS.
1. La destrucción de Guernica.
Guernica está destruida por el incendio y la gasolina. La han incendiado y la han
convertido en ruinas las hordas rojas al servicio criminal de Aguirre, presidente de la
república de Euzkadi. El incendio se produjo ayer y Aguirre ha lanzado la mentira
infame –porque es un delincuente común- de atribuir a la heroica y noble aviación de
nuestro Ejército Nacional ese crimen. Puede probarse en todo momento que la Aviación
Nacional no voló ayer a causa de la niebla ni sobre Guernica ni sobre ningún otro punto
de Vizcaya. Hoy sí ha volado y ha tomado fotografías de Guernica que aparece casi
totalmente destruida (…).
Aguirre acaba de intentar la más trágica y despreciable de las farsas. Ha
quemado, ha destruido Guernica, la ciudad Santa de los vascos. Dentro de poco no le
quedará al mundo duda alguna; pero, además de las pruebas que se han aportado ya
sobre la infamia de Aguirre y las que se aportarán todavía aquí está a la vista del mundo,
la España reconquistada por Franco, serena, tranquila, libre, feliz junto al Ejército
Nacional, que vence al enemigo y reconstruye su patria, mientras las hordas rojas,
asesinan, martirizan, incendian, destruyen y llevan el caos por todas partes.
Diario de Burgos (29 de abril de 1937).
TEXTOS.
Con el final de la Guerra Civil, la euforia de Franco no tuvo límites. Dos
ilusiones largamente acariciadas llegaron juntas con el triunfo. La victoria consolidó la
imagen minuciosamente construida de sí mismo como cruzado medieval, defensor de la
fe y restaurador de la grandeza nacional española, en cuya puesta en escena se relación
con la Iglesia constituía un elemento de importancia no despreciable. El 19 de marzo,
Gomá escribió a Franco que el recién elegido pontífice Pío XII (Eugenio Pacile) le
enviaba su bendición. El 3 de abril, Gomá volvió a escribirle en unos términos que
debieron fomentar su idea de misión divina: “Dios que ha hallado en Vuecencia digno
instrumento de sus planes providenciales sobre la Patria querida, nos ha concedido ver
esta hora de triunfo”. El 16 de abril, la identificación entre la Iglesia y el Caudillo quedó
resaltada en una declaración de Pío XII para España a través de Radio Vaticano. “Con
inmenso gozo” el papa dio su bendición apostólica a los vencedores, reservando una
alabanza especial para los “nobilísimos y cristianos sentimientos de que han dado
pruebas inequívocas el jefe del Estado y tantos otros caballeros”. Gomá había preparado
el texto.
Dado su odio declarado hacia la democracia liberal y el bolchevismo, no cabía
duda de con quién estaban las simpatías de Franco cuando Hitler desencadenó sus
guerras para exterminar a ambos. La aversión del Caudillo por el comunismo sólo era
comparable a su obsesión por la masonería. Atribuía la pérdida del imperio en general y
el desastre de 1898 en particular a la colaboración de los masones españoles y
norteamericanos. Creía que en la Guerra Civil el bando republicano había sido
controlado por una conspiración de masones, bolcheviques y judíos. En enero de 1937
había ordenado la expulsión de todos los masones de su ejército.
2. Plan de Estabilización.
Al final de la Guerra de Liberación, la economía española tuvo que enfrentarse
con el problema de su reconstrucción, que se veía retardada en aquellos momentos por
la insuficiencia de los recursos y los bajos niveles de renta y ahorro, agravados por el
desequilibrio de la capacidad productiva como consecuencia de la contienda.
La guerra mundial y las repercusiones que trajo congo aumentaron estas
dificultades y cerraron gran parte de los mercados y fuentes de aprovisionamiento
normales, lo que motivó una serie de intervenciones económicas al servicio de las tareas
de abastecimiento y de la reconstrucción nacional. Sin embargo, a través de estas etapas
difíciles España ha conocido un desarrollo sin precedentes en su economía.
Es indudable que las medidas restrictivas de emergencia entrañaban un carácter
transitorio. Superadas aquellas circunstancias, ha llegado el momento de iniciar una
nueva etapa que permita colocar nuestra economía en una situación de más amplia
libertad, de acuerdo con las obligaciones asumidas por España como miembro de pleno
derecho de la OECE. La mayor flexibilidad económica que se establecerá gradualmente
no supone en ningún caso que el Estado abdique del derecho y de la obligación de
vigilar y fomentar el desarrollo económico del país.
Art. 1º. Las mercancías que, en virtud de las obligaciones asumidas por España
como miembro de pleno derecho de la Organización Europea de Cooperación
Económica, son declaradas de libre importación, quedarán igualmente liberalizadas en
el interior del país.
Art. 3º. El gobierno propondrá a las Cortes o dictará, en caso de urgencia, las
oportunas disposiciones para prevenir y combatir las prácticas monopolísticas y demás
actividades contrarias a la normalidad del comercio y a la flexibilidad económica,
Art. 13. Se faculta al gobierno para establecer, a propuesta de los ministros de
Hacienda y comercio, la constitución obligatoria de un depósito previo en pesetas a las
importaciones de mercancías en la forma y condiciones que reglamentariamente se
determinen. Asimismo, se le faculta para establecer sobre las mercancías de importación
que se señalan, independientemente del Arancel de Aduanas, los derechos fiscales que
correspondan a mercancías similares producidas en España.
20 de julio de 1959.
3. La oposición al franquismo.
El Congreso del Movimiento Europeo, reunido en Munich los días 7 y 8 de
agosto de 1962, estima que la integración, ya en forma de adhesión, ya de asociación de
todos los países a Europa, exige de cada uno de ellos instituciones democráticas, lo que
significa en el caso de España, de acuerdo con la Convención Europea de Derechos del
Hombre y de la Carta Social Europea, lo siguiente:
1º. La instauración de instituciones auténticamente representativas y
democráticas que garanticen que el gobierno se basa en el consentimiento de los
gobernados.
2º. La efectiva garantía de todos los derechos de la persona humana, en especial
los de libertad personal y de expresión, con supresión de la censura gubernativa.
3º. El reconocimiento de la personalidad de las distintas comunidades naturales.
4º. El ejercicio de las libertades sindicales sobre bases democráticas y de la
defensa por los trabajadores de sus derechos fundamentales, entre otros medios por el de
huelga.
5º. La posibilidad de organización de corrientes de opinión y de partidos
políticos con el reconocimiento de los derechos de la oposición.
El Congreso tiene la fundada esperanza de que la evolución con arreglo a las
anteriores bases permita la incorporación de España a Europa, de la que es un elemento
esencial, y toma nota de que todos los delegados españoles presentes en el Congreso
expresan su firme convencimiento de que la inmensa mayoría de los españoles desean
que esta evolución se lleve a cabo de acuerdo con la norma desde la prudencia política,
con el ritmo más rápido que las circunstancias permitan, con sinceridad por parte de
todos y con el compromiso de renunciar a toda violencia activa o pasiva antes, durante y
después del proceso evolutivo.
Acuerdo del Congreso de Munich (1962).
TEXTOS
2. Constitución de 1978.
Artículo 1.
1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna
como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad
y el pluralismo político.
2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del
Estado.
3. La forma del Estado español es la Monarquía parlamentaria.
Artículo 10.
1. La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre
desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son
fundamento del orden político y de la paz social.
Artículo 14. Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer
discriminación alguna por razón de su nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o
cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
Artículo 16.
1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las
comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el
mantenimiento del orden público protegido por la ley.
2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las
creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones
de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.
Artículo 20.
1. Se reconocen u protegen los derechos: a) a expresar y difundir libremente los
pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio
de reproducción. B) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.
C) A la libertad de cátedra. D) A comunicar o recibir libremente información veraz por
cualquier medio de difusión.
2. el ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura
previa.
Artículo 21
1. Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. El ejercicio de este derecho
no necesitará de autorización previa.
2. En los casos de reuniones en lugares de tránsito público y manifestaciones se dará
comunicación previa a la autoridad, que sólo podrá prohibirlas cuando existan razones
fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas o bienes.
Artículo 22.
1. Se reconoce el derecho de asociación.
4. Las asociaciones sólo podrán ser disueltas o suspendidas en sus actividades en virtud
de resolución judicial motivada.
5. Se prohíben las asociaciones secretas y las de carácter paramilitar.
3. Estatuto de Cataluña (2006)
Artículo 1. Cataluña.
Cataluña, como nacionalidad, ejerce su autogobierno constituida en Comunidad
Autónoma de acuerdo con la Constitución y con el presente Estatuto, que es su norma
institucional básica.
Artículo 2. La Generalitat.
1. La Generalitat es el sistema institucional en que se organiza políticamente el
autogobierno de Cataluña.
2. La Generalitat está integrada por el Parlamento, la Presidencia de la
Generalitat, el Gobierno y las demás instituciones que establece el Capítulo V, del
Título II.
3. Los municipios, las veguerías, las comarcas y los demás entes locales que las
leyes determinen, también integran el sistema institucional de la Generalitat, como entes
en los que ésta se organiza territorialmente, sin perjuicio de su autonomía.
4. Los poderes de la Generalitat emanan del pueblo de Cataluña y se ejercen de
acuerdo con lo establecido en el presente Estatuto y la Constitución.
ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS
A lo largo del curso, en una fecha a convenir con los alumnos de la asignatura,
se propone realizar un recorrido por los escenarios de la guerra civil española, en el
entorno de Guadalajara, Madrid y lugares próximos.