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1 ANTECEDENTES
2 MARCO TEÓRICO
2.1 TEOREMA DE LA EQUIVALENCIA RICARDIANA
El Teorema de la Equivalencia Ricardiana postula que los déficits
presupuestarios financiados mediante emisión de deuda pública no inciden
sobre la demanda agregada ni las tasas de interés debido a que este incremento
de deuda queda neutralizado por un aumento del ahorro privado. La Equivalencia
Ricardiana se produce porque el valor actualizado de este ahorro futuro
compensa exactamente el déficit creado, de tal manera que la sustitución de
deuda por impuestos no afecta a la riqueza del sector privado. (Arroyo, 2004).
La escuela clásica sostenía que la financiación del déficit con deuda solo es
apropiada para casos excepcionales, como por ejemplo el caso de
confrontaciones bélicas. Según Adam Smith (1776), el gasto público financiado
con emisión de deuda es más perjudicial para la economía, por lo que el
financiamiento debería ser realizarse a través de impuestos de manera de no
afectar la acumulación de capital y posibilitar el mantenimiento de equilibrios en
las cuentas públicas.
Por otra parte, David Ricardo (1821) señalaba que el financiamiento con
impuestos en un horizonte de largo plazo, se daría de la siguiente manera; el
gobierno puede recaudar impuestos a la par de ejecutar el gasto público por lo
que no existiría un desequilibrio en las finanzas públicas.
Barro supone que la emisión de deuda pública para financiar un mayor gasto
fiscal traerá consigo un incremento de la riqueza de la economía doméstica y por
tanto del consumo, la demanda total, el producto y el empleo, siempre y cuando
el público no forme expectativas acerca de un incremento futuro en los
impuestos. En el desarrollo de su propuesta, Barro utiliza un modelo de dos
generaciones en las cuales existe una transferencia de riqueza continua, donde
el consumo será función del ingreso y la posesión de activos financieros período
tras período. Las decisiones de consumo de las familias dependerán de las
percepciones que tengan los agentes económicos acerca de la verdadera
transferencia de riqueza neta una vez que han comprado parte de la deuda del
sector público. Por consiguiente, la formación de expectativas en las personas,
llega a constituirse en el factor determinante del impacto del gasto público como
generador de crecimiento económico.
La teoría keynesiana postula que el gasto público financiado con una mayor
deuda no era nocivo para la acumulación de capital, donde el ahorro estaba en
función al ingreso.
Por ejemplo una reducción de los impuestos traerá consigo un mayor consumo,
lo que se traducirá en un incremento en la demanda agregada, el producto, el
empleo y el nivel de precios. El efecto final sobre el ingreso estará dado por el
efecto multiplicador del cambio en las obligaciones de tipo fiscal, el cual se irá
generando a medida que un mayor ingreso esté incidiendo positivamente en el
consumo a través de la propensión marginal a ahorrar, relación que Keynes
considera como positiva y constante.
Robert Barro, rescatando los postulados básicos de David Ricardo, planteó que
sí el gobierno tiene un déficit, puede financiarlo emitiendo deuda interna,
evitando así un incremento impositivo de forma que el ingreso disponible de las
familias no se vea afectado y que éstas puedan comprar bonos públicos.
a) La tasa a la que se descuentan los flujos futuros debe ser igual a la tasa
de interés de la deuda pública, aspecto que asegura la indiferencia de
financiar el gasto público mediante impuestos o deuda.
b) Los individuos son altruistas en relación con las generaciones futuras, por
lo que las decisiones de consumo y ahorro están determinadas de
acuerdo a los descendientes y las familias están vinculadas
generacionalmente a través de donaciones y regalos y existe solidaridad
intergeneracional a través de legados y herencias.
Los principales supuestos sobre los cuales se desarrolla esta teoría son los
siguientes:
Según Lucas, Sargent y Muth, las expectativas son racionales cuando están de
acuerdo con las predicciones de la teoría económica. Dicha teoría supone que
los agentes económicos en su intento de optimizar su bienestar, toman
decisiones acertadas en el presente, tomando en cuenta toda la información de
la que disponen, llevando a cabo inferencias muy bien informadas de lo que
suponen vaya a ocurrir a futuro. En este sentido, los agentes conocen muy bien
el modelo económico imperante, por lo que son capaces de deducir las
repercusiones de las políticas económicas, o los impactos en el sistema
económico de alteraciones en todos aquellos eventos que puedan tener
incidencia en una economía. De esta manera, el proceso de formación de
expectativas en los agentes es decisivo para el curso que finalmente pueda llegar
a tener las decisiones en materia económica por parte de los responsables de la
conducción de la economía.
Por otra parte, Buchanan (1974) cuestiona el hecho que Estados Unidos y otros
países hayan financiado su déficit con deuda pública si sus efectos son neutrales
sobre el sector real de la economía. Sin embargo, una respuesta a este
cuestionamiento está referida a que el gobierno de turno busca desplazar a
futuro las consecuencias tributarias del gasto público. En este entendido, los
intereses políticos o de grupos podrían ser determinantes en el comportamiento
de las finanzas públicas.
I. MARCO CONCEPTUAL