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ESPECTÁCULOS

Los 90 años de la radio y su futuro en la web


Cómo hará para sobrevivir en internet. La pauta y la adaptación de los oyentes.
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Por Juan Pablo Mansilla (*) | 27.08.2010 | 17:45

Hace diez años un puñado de emisoras contaba con sitios institucionales. Hoy día, casi ninguna ignora la influencia de la web. | Foto: Cedoc
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¿Servirán estos 90 años de historia de la radio para replantear el futuro del medio? Todos los 27 de agosto una historia se usa y reproduce como un ritual: es la historia
de Los locos de la azotea. Cuatro amigos, encabezados por Enrique Telemaco Susini, que hicieron tronar los cimientos del Teatro Coliseo con la ayuda de un
transmisor de apenas cinco vatios.

Pero existe otra, nueve décadas después, que se teje en la actualidad. ¿Se puede soñar con una radio rentable cuando todos los caminos conducen a internet? Hace
diez años un puñado de emisoras contaba con sitios institucionales. Hoy día, casi ninguna ignora la influencia de la web. Hay voces optimistas: "No creo que vaya a
desaparecer la radio en vivo como hoy la conocemos, van a ganar espacio los otros formatos", explica a Perfil.comel director de radio Eter, Fernando De Trápaga.

"Hay que ver qué pasa con la radio digital. Porque serían muchas más las radios y las posibilidades, es un poco difícil saber qué puede pasar si todo sigue como ahora".
Ese "ahora" visto por De Trápaga es el presente de una radio plagada de dispositivos, con la posibilidad de llevar eso que llama "radio demanda": descargar podcast de
programas y escucharlos en cualquier momento en reproductores de mp3 y celulares.

Planteada así, la radio es pura incursión. El interesado en decir lo suyo puede producir su propio espacio pero los costos y las ganancias todavía son materia pendiente:
"En realidad, todo el modelo de los medios masivos ya está en crisis. Estos medios surgieron hace un sigo atrás con un esquema donde el costo lo pagaba el
anunciante. Pero la realidad es que al haber una fragmentación de la oferta y una multiplicación de la oferta ese modelo entró en crisis. Hoy no tenés unificación en la
llegada. Es obvio que los medios se han vuelto poco atractivos en calidad de llegada y mucho más los de internet que tienen una llegada difusa", señala por su parte
Adriana Amado Suárez, doctora en Comunicación y especialista en medios.

"El problema es que todavía no se pensó un nuevo modelo de sustentabilidad del sistema de medios. Digamos, el viejo no sirve y el nuevo está ligado a la iniciativa
personal", opina Amado. El director general radio Zónica, Jonatan Esteban, sostiene por su parte: "El tema de la pauta publicitaria es muy difícil de manejar para las
radios de internet. Todavía el empresariado no está acostumbrado a pautar a gran escala, sin embargo, la tendencia irá cambiando a medida que los medios online
nos vayamos consolidando en el tiempo y en la calidad que ofrecemos".

Pero ese factor, más allá del optimismo, aún es prematuro. "Antes tenías una radio y un esquema de negocios centralizado que negociaba para las 24 horas de la radio.
Hoy la mayoría de las radios lotearon el espacio y dejan que la pauta la negocie cada horita que alquila. El peso de la negociación que vos tenías por ofrecer 24 horas no
es el mismo que puede tener el que tiene una hora por semana", agrega la especialista.

El último domingo, el docente y estudioso de los medios, Martín Becerra, se apoyó en una cifra para develar el lugar que ocupará la radio en unos años de no revertirse
la situación actual:de los 8 mil millones de pesos que circulan en concepto de pauta en todos los medios, las AM y FM consiguen apenas un 3 por
ciento. Desde luego, hay espacios valiosos, hay creatividad, pero la permanencia de la radio por internet - sin la estructura de una escuela, como Eter - parece un
horizonte lejano.

Esteban, de Zónica , concluye con una mirada entusiasta: "Estoy convencido que todo va a pasar por internet, en un futuro no muy lejano. De hecho, todos los grandes
medios de comunicación tradicionales se han volcado a difundir sus contenidos en la web porque saben de la potencialidad del mercado".

(*) De la redacción de Perfil.com

Radiografías
Por Alicia Petti
Viernes 27 de agosto de 2010 | Publicado en edición impresa

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En el día de la radiofonía argentina. El 27 de agosto de 1920, el radioaficionado Enrique Susini y sus tres amigos César Gerrico, Luis Romero Carranza y
Miguel Mujica, llamados de allí en más Los Locos de la Azotea, fueron los responsables de la primera transmisión radial, desde el teatro Coliseo, con la
ópera Parsifal, de Wagner. Por lo tanto, el medio radial festeja hoy sus pujantes y vigentes 90 años. Nos sumamos a las celebraciones y anunciamos varios
festejos programados.

Fontana, desde Ushuaia. En este día del aniversario, Jorge "Cacho" Fontana, una de las figuras más reconocidas y trascendentes de la radiofonía
argentina, conducirá un programa especial, que se transmitirá desde Ushuaia y que se difundirá por otras 70 radios del interior del país, en la franja horaria de
9 a 13, comunicándose con todos los conductores del país que estén haciendo radio en ese segmento matutino. Además de ese programa especial, Cacho
preparó varios micros en los que recuerda a algunos de los personajes notables con los que tuvo relación: Nicolino Locche, Tita Merello, Juan Domingo
Perón, Carlos Monzón, René Favaloro, Pelé, Atahualpa Yupanqui, Tato Bores, entre muchos otros. El público podrá escuchar esta transmisión a través de la
radio del fin del mundo FM Masters 107.3, en Ushuaia.

En Nacional. Dentro de los festejos, Radio Nacional (AM 870), en su auditorio de Maipú 555, a las 19, entregará los Premios Radio Nacional a Víctor Hugo
Morales, por su trayectoria radial; a Eduardo Aliverti, por su trayectoria periodística; a Teresa Parodi, por su trayectoria en la cultura, y un premio de honor a
Estela de Carlotto. Habrá una mención al Programa Bicentenario (realizado por Jorge Halperín, Nora Anchart y Santiago Varela). Y se presentará el libro La
radio nacional, voces de la historia: 1937- 2010, de Carlos Ulanovsky, con la compilación de Susana Pelayes y un equipo de trabajo de la emisora. La
conducción estará a cargo de Luis Fuxan y Viviana Canosa.

Vernaci, en gira federal. Con motivo de los festejos por el 25° aniversario de la Rock & Pop (FM 95.9), Elizabeth Vernaci, junto al equipo de Tarde
Negra (lunes a viernes, de 17 a 19), abandona el estudio de la radio para embarcarse en una gira a través de diferentes puntos de la cadena Rock & Pop Net.
El objetivo será ir por la conquista del interior del país y tomar contacto directo con la gente, y así poder lograr un acercamiento entre los oyentes y quienes
están detrás del micrófono. El último viernes de cada mes, Tarde Negra se emitirá desde un punto distinto de la cadena Rock & Pop Net. Hoy, la Negra
Vernaci, acompañada por Humberto Tortonese y Nushi, transmitirá el programa desde Rock & Pop Rosario (FM 91.1).

En Argentores. El Consejo Profesional de Radio de la Sociedad General de Autores de la Argentina (Argentores) celebra con la entrega de los Galardones
Susini el miércoles, a las 19.30, en el Auditorio Gregorio de Laferrère de su sede de Pacheco de Melo 1820, el Día Internacional de la Radiodifusión. El acto,
que contará con la conducción de Mona Moncalvillo, distinguirá a Diego Capusotto, Juan Ramón Núñez, Nelly Prince, Beatriz Seibel y Elizabeth Vernaci. Los
Galardones Susini son una réplica del micrófono utilizado hace noventa años -el 27 de agosto de 1920, precisamente- por Enrique Telémaco Susini, Luis
Romero Carranza, Miguel Mujica y César Guerrico, en la primera transmisión radial. Recibirán además la plaqueta Susini la asociación La Nube, Infancia y
Cultura y dos de sus profesores: Malena Segur y Marcelo Cotton.

La radiofonía argentina está de fiesta


27/08/10
Aniversario. El 27 de agosto de 1920 Enrique Susini encabezó el grupo que realizó la primera transmisión radial en la Argentina, desde la azotea del Teatro Coliseo.
Figuras del medio opinan: para algunos, en el presente goza de buena salud, pero otros añoran la época de la radio “artística”.

• Aniversario de la radio
Curioso guiño de la historia, fue justamente un otorrinolaringólogo el que abrió los oídos de una nación y cristalizó la aventura de una garganta popular. Un 27
de agosto de 1920 el médico Enrique Telémaco Susini encabezó ese grupo de “locos de la azotea” que transmitió desde el Teatro Coliseo la ópera Parsifal ,
lo que más tarde sería oficializado como “primera emisión al público”. A 90 años de esa epopeya de cables y voltios, y contra los pronósticos más pesimistas,
la “cajita feliz” sigue obsequiando sorpresas.
La conductora María Susini, esposa de Facundo Arana y sobrina nieta del hombre al que Albert Einstein definió como “una de las primeras inteligencias de la
Argentina”, recuerda haber crecido en una casa en la que “los cuentos y el folclore acerca de ese sabio radioaficionado” estaban a la orden del día. “Era
hermano de mi abuelo e integrante de una de las familias más rica del país. Una generación sabia que estudiaba mucho. Supe que él hablaba nueve idiomas,
venía de familia de médicos y lo pintoresco es que el día de la primera transmisión, él y mi abuelo compraron válvulas al por mayor y le agotaron el stock al
ferretero que preguntaba intrigado qué locura estaban por hacer”.
La llamada hermanita mayor de la TV, ya es “abuela” en la era de Twitter y otros cuantos nietos de la comunicación. Pero a esta “nona” no hay quien la jubile
pese los nostálgicos que teorizan sobre preciosos tiempos pasados. Ante una historia abultada que recorre genialidades en boca de Niní Marshall, Luis
Sandrini, Pepe Arias, Oscar Casco y tantísimos más, el presente muestra menos figuras, menor despliegue artístico pero un notable avance tecnológico y la
misma incondicionalidad del oyente. Según el último informe de Ibope, aproximadamente 6 millones de personas escucharon la radio sólo en Capital y Gran
Buenos Aires en el último mes.
Varios de los emblemas del medio alzan la bandera: “La radio está más sana que nunca. Nace todos los días. Ya quisiera yo tener 30 años para disfrutarla
hoy”, juzga Cacho Fontana, quien hoy liderará una transmisión especial desde Ushuaia, en cadena con 60 emisoras del interior. Otro que desparrama
optimismo es Lalo Mir (Lalo por hecho , La 100): “Hay una cuestión rara de mercado. La radio es segunda a nivel penetración en la audiencia pero cuarta o
quinta en inversión publicitaria. Podemos suponer que en diez años existirán más cuestiones periféricas, que con la digitalización quizá podamos tener en el
auto una pantalla de donde saldrá el último informativo que nos perdimos, pero la radio seguirá siendo siempre la radio”.
Roberto Pettinato ( El show de la noticia , La 100) adhiere a la corriente de buenos augurios. “La radio puede machacar día y noche con la misma gente y el
mismo estilo. La televisión tiene que renovarse sin paz para subsistir. Trabajo en ambos medios y la radio es la humanidad misma, mientras que la tele, su
plateado cuerpo de robocop”, suelta.
Héctor Larrea ( Una vuelta nacional , por Nacional), protagonista de la metamorfosis de las últimas cinco décadas, garantiza que la radio “no perdió ni
calidad ni profundidad”. Y ahonda: “Hay una muchachada con inquietudes extraordinarias. Puede haber programas mejores o peores, pero si Jorge Luis
Borges decía que hay un libro para cada tipo de lector, lo mismo se emplea para la radio. Imagino un futuro con regreso a lo artístico y distancia de lo
periodístico. Quizá esos creativos no salgan de las escuelas de radio”.
Nora Perlé ( Canciones son amores , Mitre, emisora que hace 11 días cumplió 85 años) se refiere a “un servicio personalizado y ya indispensable”, pero se
lamenta por “la pérdida del lenguaje”. Y explica: “La radio es un hecho didáctico que perdió en calidad. Me molestan los modismos, el implementar la palabra
Nada en medio de una frase, el hecho de no emplear bien los verbos. Antes la locución era un oficio digno y se trabajaba con filtros. Hoy las escuelas
privadas habilitan fácilmente a quien quiere hacer radio”.
Para Alejandro Dolina ( La venganza será terrible , Nacional), “la radio como género no ha fracasado, pero renunció a lo artístico por lo periodístico, que hoy
ocupa el 95% del espacio”, analiza. “¿Dónde están los ciclos de concursos, los musicales, los radioteatros, los de humor? Mi programa, justamente, hoy es
una rareza. Como un modesto café concert que no insiste con el estado de los caminos ni la hora”.
Tete Coustarot ( Qué noche Teté , Radio 10) rescata a la radio como “un medio noble que tomó una evolución interesante y derrumbó cualquier pronóstico”.
Y agrega: “En tantos años no perdió sino que ganó incorporando otras formas y otros medios. Con Internet rompió la barrera del dial y con la computadora o
los teléfonos rompió la barrera del aparato. Hoy tengo oyentes hasta en Japón y eso habla de evolución”.
En 90 años, hay dos “milagros” que resisten al mismo dial en el que nacieron pese a las modas.
La oral deportiva (por Radio Rivadavia, en alianza con Espn) cumplirá 77 años el 7 de noviembre, y ostenta el récord de mayor permanencia. Enrique
Sacco, su conductor, argumenta que “fue la credibilidad y lo que permitió sobrevivir más allá del tiempo”. Y agrega: “Este programa ya está instalado en el
insconsciente colectivo, en la sociedad argentina. Da fe de que la radio es invencible. Supera cualquier barrera y sabe aggionarse a Twitter, a Facebook o a
lo que venga. Nada pudo ni puede matar a la radio”.
El otro ciclo es Las dos carátulas (Nacional), ciclo de radioteatro que se emitió por primera vez el 9 de julio de 1950 y aún congrega a dramaturgos y actores
en la era del radioteatro como pieza de museo.
¿En nueve décadas la Argentina puede seguir inflando el pecho por haber sido el primer país en despacharse con una transmisión radiofónica? ¿O el mito
encontró nuevos autores? Carlos Ulanovsky, estudioso e historiador de la radio y periodista de Radio Continental ( La vuelta ) tranquiliza el orgullo nacional.
“Siempre estuvo en duda si esa transmisión de los cuatro melómanos que entendían de materia de sonido y eran fans de la ópera, fueron realmente los
primeros. Se sabe que Guillermo Marconi había transmitido sonidos a distancia 71 días antes en Nueva York, pero la transmisión de los locos de la azotea
tuvo la particularidad de que al otro día volvió a salir. Se toma en cuenta la continuidad artística”, aclara.
Hoy, entre las celebraciones por el aniversario, estará la movida de Julio Lagos ( La radio sos vos , Rivadavia): regalará 90 aparatos radiales entre sus
oyentes de todo el país. Por otro lado, en el auditorio de Radio Nacional se entregarán distinciones y se presentará el nuevo libro de Ulanovsky “La Radio
Nacional Voces de la Historia (1937- 2010)”. Y el 1° de septiembre, en Argentores, se entregarán los premios “Susini” a Diego Capusotto, Juan Ramón
Nuñez, Nelly Prince, Beatriz Seibel y Elizabeth Vernaci. Betty Elizalde, otra de las vitalicias de la radio desde hace cinco décadas, piensa homenajear hoy a
“las mujeres que hicieron la radio”. Y defiende: “Se habla de la historia y siempre se nombra a hombres. Yo pienso hablar de Hilda Bernard, Blackie, Lidia
Durán, María Esther Vignola, Celia Juárez y´La Negra´Vernaci”.
“Juan Di Natale ( Day Tripper , Rock & Pop, emisora cuyo programa- Cuál es?- , fue el primero en transmitir a través de su página un concierto con
imágenes y audio) habla de los saltos tecnológicos que corren a la velocidad de un rayo: “Le han aportado a la radio una mayor y más variada interactividad
con los oyentes. La radio tiene larga vida por delante, pero para sobrevivir debe seguir cambiando”.

ESPECIALES › 90 AÑOS DE RADIO

QUÉ SE DEFINE
Escriben y opinan: Eduardo Aliverti, Martín Becerra, Néstor Busso, Eduardo Esarte, Eduardo Fabregat, Ricardo Haye, Cristian Jensen, Lalo Mir, Mario
Pergolini, Quique Pesoa, Edmundo Rébora, María Seoane, y Radios por Internet

El 27 de agosto, la radio cumple nueve décadas en un momento de profundas transformaciones. La inminente puesta en marcha de la nueva ley de medios, el creciente
predominio de lo audiovisual, los desafíos de un negocio que se achica cada vez más, la promesa incumplida de la digitalización y las posibilidades que se abren con
Internet dibujan una coyuntura en la que, hoy mismo, se está definiendo la radio del futuro. O, lo que es aún más inquietante, el futuro de la radio.

Más allá de la magia


El 27 de agosto de 1920, con una mítica transmisión desde el Teatro Coliseo, nacía la radiodifusión en la Argentina. Sin embargo, nueve décadas de gloria y
un capital afectivo que aún promete rendimientos a largo plazo no son excusas válidas para que renuncie a repensarse a sí misma y a planificar cómo
enfrentará los desafíos que se vienen.

Por Eduardo Aliverti

El repaso de la historia de la radio ya se hizo unas cuantas veces y por diferentes medios. Hay algunos libros y documentales televisivos. Hubo transmisiones y
producciones especiales. Se consiguen testimonios. Y la mayoría de todo eso es muy valioso. Pero siempre es hacia atrás. Para adelante no hay nada o, por lo menos,
nada que tenga una trascendencia relevante. Este suplemento quiere ser un aporte hacia allí. Hacia el delante de la radio.

Puede suponerse que confluyen dos factores para que la mirada sea invariablemente retrospectiva. Uno es la riqueza del decurso radiofónico y no sólo por su
anecdotario interminable: en varias etapas de estos 90 años, el medio demostró una ductilidad fantástica para reinventarse. Cada vez que la dieron por muerta, o
atravesada de tubos en terapia intensiva, la radio se sobrepuso. Y lo hizo porque fugó hacia el futuro, ya que estamos. Al cabo de lo que se conoce como su “época de
oro” –las décadas 40/50 con los radioteatros y las orquestas en vivo, más la estirpe de sus grandes locutores y artistas exclusivos– llegó la televisión. Esa fue la primera
instancia en que se pronosticó el final de la radio, o algo así. Pero apareció el transistor, y con él su carácter de herramienta sensorial-portable: una prerrogativa hasta
hoy insuperada y que, junto con la invisibilidad como mayor secreto de su magia, no permite imaginar que pueda ser vencida. Eso de plantarse como el único medio de
comunicación que admite ser usado en movimiento constante a la par de otras actividades. Y el único en que sólo interviene uno de los sentidos. No hay tacto, no hay
vista, no hay olfato. Apenas el oído. “Los pingos se ven en la radio”, como sabe decir un viejo lobo de los medios. Esa base constitutiva fue, y es, la que invariablemente
le sirve de apoyatura para permanecer enhiesta. Porque, en los ’60, no fue únicamente el transistor lo que revolucionó. Si fuera por eso, sólo habría sido una mediación
tecnológica lo que dio sobrevivencia a la radio. Ya se sabe, ya está en la historia, ya se lo reconoció. Hubo muy buenas ideas, y programas y figuras brillantes. Hasta los
’80: la Rock & Pop desde el continente artístico, y Belgrano en el universo de los contenidos periodísticos, fueron lo último que trazó grandes rumbos. Desde entonces,
hay la sensación de estar dando vueltas alrededor de lo mismo. Una de las explicaciones podría ser que, al haberse convertido en el orejón final del tarro multimediático,
desapareció de los niveles directrices la gente que sabe de radio. Que es de radio. Se advierte que todo da más o menos igual. Desde el desprecio por el lenguaje
radiofónico hasta la improbabilidad de que se profundice en algo, lo que sea. Desde la dictadura de la cultura clip, copiada de la tevé, hasta la ausencia de tentativas o
recreación de nuevos formatos y géneros.
Y pasa el segundo factor. La radio cree que le basta con lo que tiene para aguantar sin sobresaltos. Y el tema es que en buena medida no le falta razón, por aquello de
sus rasgos distintivos, inmanentes. De manera que (se) revisa con indulgencia. Pero no se planea a sí misma como supo hacerlo. También en los ’80 despuntaron las
emisoras de baja potencia, como rincón de baratura tecnológica para diversos sectores de los “sin voz”. Logro formidable, hasta el punto de que esas señales fueron la
base de lo que el sistema tiene que digerir tantos años después. Pero más tarde las cooptaron los Grupos, o reprodujeron lo sistémico multiplicando su lógica
¿meramente? entretenedora: vamos rápido, asentemos algo cercano a lo profesional para disimular un poco, alguien que sepa editar en el mejor de los casos y a otra
cosa. Quedó, en unas pocas pero significativas de las otrora “truchas”, algún espíritu de rebeldía; de relativa experimentación; de comprate el espacio pero haceme algo
con pretensiones de distinto; de rompeme dos o tres platos; de dejar de parecer artesanales. Algo de ese hálito se percibe en algunas experiencias por Internet. Y
Pergolini, como lo cuenta aquí, trabaja en una suerte de creación multimediático-interactiva en torno de su programa, con target específico. Puede ser una punta de
lanza y más porque no pierde de vista que lo que debe comandar, en todo momento, es un programa de radio. Tecnología pero sobre la magia: de lo contrario no sirve.
Parecería que ya no hay más por inventar, aunque nunca faltarán salames capaces de creer que pasarán a innovar en algo si ponen los discos al revés. Si es así o si es
por eso, suena mejor que se vuelva a las tradiciones de excelencia. Como quiera que fuere, está claro que el desafío de la época –y, tal vez, ésta sea otra de las causas
para comprender la carencia de novedades en contenidos y artística– pasa más por detectar la supervivencia eficaz de la radio en términos de producto industrial-pyme,
que por debatir acerca de programación.

Cristian Jensen apunta en su nota que se trata de la apropiación social de la tecnología, mediante el vector de la nueva ley de Medios Audiovisuales, para poner la
regulación técnica al servicio de la pluralidad y la incorporación de nuevas voces. Es una definición teórica irreprochable, profundamente política y sustentada en su
artículo. Pero Martín Becerra recuerda en el suyo que de la masa dineraria que gestiona el mercado publicitario argentino, la radio (AM y FM) sólo absorbe un tres por
ciento. Y Edmundo Rébora, de ARPA, la entidad que nuclea a buena parte de los empresarios radiofónicos privados, avisa que ellos no están en condiciones de
absorber a los miles de trabajadores y profesionales a que obliga el ordenamiento legal-laboral, por el sesgo antiprivatista de la ley: no es para discutir si no pueden o no
quieren, pero el valor de su escrito es notificar que así será. María Seoane, la directora de Nacional, apuesta a que lo privado deje de someter a lo público, para tener
una evolución federal por sus propios medios. Y Farco, como organización destacable en la agrupación de las emisoras comunitarias, dice que sería posible articular el
33 por ciento de las frecuencias para el sector público no gubernamental –como lo prevé la nueva ley– en la búsqueda de una comunicación que refleje las identidades
de nuestro pueblo. ¿Hay algo que una a esas perspectivas analíticas, o de ejecución? Sí: la diferencia de intereses. Ganar plata no es lo mismo que conducir la red de
radios del Estado. Y profesionalizar cómo siguen las emisoras (real o pretendidamente) comunitarias o cómo surgirán nuevos actores comunicacionales, no es lo mismo
que ocuparse de cómo se distribuyen las frecuencias en un mercado en el que la torta publicitaria no da para todos. Dicho sea de paso respecto de esto último, tampoco
hay debate o estudio en torno de cómo las nuevas tecnologías impactarán en el futuro comercial de la radio.

Un punto de destrabe, para este escenario que aparenta ser muy complejo, podría ser el hecho de que, en principio, el espectro radiofónico es lo suficientemente amplio
como para que puedan convivir esos intereses disímiles. El Estado debe darse, por un lado, su política de penetración, con independencia de las lógicas de mercado. No
es real que vaya a ocupar el 33 por ciento del espacio, porque carece de la infraestructura para hacerlo. Y si lo hace, será a través de tercerizar las producciones. Por
otra parte y por lo tanto, debería dedicar esfuerzo a garantizar –no sólo con su paraguas de encauzamiento legal– la sustentabilidad y progreso de las experiencias
públicas no gubernamentales a que la ley da lugar. Y en cuanto al sector privado, primero cabría que se repregunte por el para qué de disponer y concentrar emisoras.
¿Sólo para ser un factor de poder que amplifica la agenda de sus intereses ideológico-corporativos? ¿O pueden reintentar que tener una radio sea negocio per se,
aunque nunca un gran negocio? Si es lo primero, la esperanza de innovaciones está frita. Pero si es lo segundo, tendrían mucho por delante: segmentar audiencias,
reorientar el paisaje publicitario, captar nuevos nichos, volver a confiar en quienes saben del tema.

Lo único seguro es que siempre habrá alguien que quiera hacer radio, porque no hay medio más barato, libre y sensual que ése. Esta victoria cumple 90 años y no está
amenazada como tal, sino herida por alguna gente que tiene radios como si fuese lo mismo que una verdulería.

Una grieta en el sistema


La emisión en distintos puntos del país fue por décadas privilegio exclusivo de las grandes cadenas. Hoy son miles los ciclos que, distribuidos por la web y
repetidos por pequeñas emisoras, llegan a públicos inimaginables en la era analógica. El creador de El desconcierto es un referente de esta práctica cada vez
más extendida.

Por Quique Pesoa

Tiene razón el Bigote Acosta: tecnológicamente, los medios se han desarrollado a una velocidad vertiginosa. No así el mensaje, que está para atrás en cuanto a su
contenido. Los periodistas y comunicadores somos cada vez más berretas y vacíos y, lo que es peor, somos pocos los que nos damos cuenta. El resto ha naturalizado
esta situación. Encima desconocemos absolutamente las nuevas herramientas. Ni contenido, ni continente. Ni fondo, ni figura. Y hace noventa años que venimos
haciendo radio. Esto, sin duda, es otra derrota.

Tuve la suerte de conocer a Fidel. Me/nos dijo que el sistema está hipertrofiado y hay que buscar las grietas que tiene para colarnos como ratones.

Estoy en San Marcos Sierras desde hace seis años. A 150 km al NO de Córdoba capital. Tengo una hostería, La Merced, que recomiendo. Armé aquí un estudio de
audio y radio que me acompaña desde hace mucho tiempo. Incorporo todo el tiempo buenas tecnologías. Para el que entiende: Neumann, Manley VoxBox, Imacs, Pro
Tools, etcétera.

Anécdota. Hace un tiempo ya, en un reportaje, el finado Guinzburg le pregunta a mi amigo Eduardo Aliverti qué haría si tuviese una radio. Contesta: “Lo repatriaría a
Pesoa”. Usa, con buena intención, “repatriaría”. Claro, Pesoa se fue de la patria, sacó los pies del plato, se fue de Buenos Aires, está, como dijo el sabio Alexis
Dolínades, “jugando al ermitaño”. Es decir, prácticamente es un nuevo desaparecido.

Contesto enojado: “En el interior también hay cosas que hacer, aunque la fama te sea esquiva, y queden lejos los martines fierros”. En una provincia feudalizada, con la
pata de la Iglesia cuatrocientos años sobre la cabeza de la gente, el clientelismo político, la dependencia y el miedo... Ya lo creo que hay mucho por hacer.

Tengo una antena sobre la hostería, un transmisor M31 de apenas 40 watts que alcanza para que me escuche todo el valle y me odie parejo. ¿Por qué? Porque opino.
Simplemente eso. Opino. Y aquí, la opinión, como concepto, no está bien vista. Hay mucho para intentar cambiar este estado de cosas. Para tratar de despertar el
albedrío, que de por sí es libre. Falta pensamiento independiente, propio, personal.

Hace unos cuatro o cinco años llegó la banda ancha. Al principio la usaba como enlace con Radio Nacional Córdoba para hacer, desde mi casa, vía Internet, un
programa semanal, El desconcierto del domingo, tres horas en un horario, de 11 a 14, por el que nadie se pelea ni discute. Sólo hace falta una compu común con un
programita llamado Opticodec.

Un día llama un tipito de Firmat, Santa Fe, preguntando si podía bajar el programa y ponerlo al aire en su FM local. Preguntó cuánto costaba. Dije que nada. Que gracias
por difundirlo. Hoy hay más de 110 emisoras que repiten El desconcierto en efeemes diseminadas por todo el país. No vivo de esto, no vendo publicidad. No es negocio
y justamente eso es lo que lo mantiene a salvo de los Gollán, Vila, Manzano, Eurnekian y toda esa prole. Descubrí una grieta. La estoy usando. Sólo me preocupo por
los contenidos. No es poca cosa.
Libertad, bajo costo, innovación y calidad sonora
Cuatro emisoras on-line responden cinco preguntas:

1) ¿Cuál es el objetivo de la radio?

2) ¿Qué diferencia –más allá de la tecnología de transmisión– a una radio on-line de una tradicional?

3) ¿Cuál es la principal ventaja?

4) ¿Es rentable una radio web?

5) ¿Cómo será el futuro de la radio por Internet?

Juan Pablo Gauthier

Director de http://shhhradio.com

1) El objetivo es seguir creciendo. Empecé con una sola computadora y hoy tengo una programación con artistas de primera línea, esponsoreo, recibimos un premio y
tenemos oyentes en la Argentina, Inglaterra, España, EE.UU. y hasta en Finlandia.

2) Fundamentalmente, la libertad de contenidos. Al no estar dentro del mainstream, las presiones son muy distintas o, en mi caso, no existen.

3) Comercialmente tiene muchas ventajas. Entre otras, los bajos costos y el gran nivel de llegada a la gente. Lanzamos un plan para anunciantes que incluye publicidad
en audio, gráfica y video.

4) Depende del objetivo de cada radio. En varios casos hay mucho de lúdico. En el nuestro, se suma a la comercialización tanto de contenidos para otras radios (están
en shhhradio Miguel Zavaleta, Tito Losavio, Gamexane de TTM, Pericos, Gabriela Guimarey, Sergio Marchi y Corina González Tejedor) como a la venta de espacios
publicitarios.

5) Maravishhhoso.

Fernando de Trápaga

Coordinador de www.radioeter.com.ar

1) Darles un espacio a los alumnos y a los que están vinculados con ETER, pero también a quien trae una propuesta que consideramos atractiva. Priorizamos la
producción, los contenidos elaborados y la experimentación sonora.

2) En nuestro caso, que nuestros programas tienen día de estreno y de repetición y que permitimos que los oyentes descarguen programas. Lo suelen llamar podcast;
me gusta más el concepto de “radio a demanda”.

3) La llegada a cualquier parte del mundo y el ofrecer el material para que se escuche en cualquier momento.

4) En nuestro caso en particular, no es el objetivo. Pertenecemos a una escuela de comunicación que solventa el costo. Esto nos permite estar pensando sólo en radio.
5) Va hacia la radio a demanda. Tecnológicamente está todo dado para que puedan escuchar o descargar el programa en cualquier momento. Lo único que creo que no
va a cambiar nunca es el tratamiento de la coyuntura y la esencia del hacer; ideas, sonidos y silencios.

Jonatan Esteban

Director de www.radiozonica.com.ar

1) Ser una radio abierta, amplia en ideas, programación variada y con diversidad de opiniones.

2) La diferencia fundamental es el alcance a nivel mundial y no estar controlados por los organismos estatales como el Comfer en la Argentina.

3) En principio, los costos de emisión, y en segundo lugar, la conexión directa con el oyente a través de las nuevas redes sociales.

4) Sí, hay que saber enfocarla y segmentarla, hacer una inversión en el tiempo y trabajar para posicionarla.

5) Todo va a pasar por Internet. La radio debe aggiornarse, pero mantener su esencia, como por ejemplo la mística de no saber quién está del otro lado, o qué está
haciendo mientras habla.

Marcelo Pompei

Dueño de www.ciclopradio.com.ar

1) La búsqueda obsesiva de calidad sonora. Buenos programas diferentes entre sí y diferentes de los programas tradicionales. No ponerse la etiqueta de alternativos ni
contraculturales, porque eso sale por sí solo. No aburrir con exaltaciones de moralidad. Ni hablar por boca de la “cultura”. No salir a buscar oyentes a toda costa sino que
los oyentes encuentren la radio. No tener línea editorial alguna sino honestidad intelectual.

2) La diferencia obvia, el alcance planetario. La posibilidad de que más gente con intenciones de abrir la boca radialmente pueda hacerlo sin necesidad de pagar
derechos de piso en radios que han degradado su espíritu.

3) Está en esas diferencias. Una más: se venden más computadoras por mes que radios.

4) Lo es y debe serlo para equiparse tecnológicamente, lo que es fundamental. Y además para convertirla en una fuente de trabajo y de ingresos.

5) No lo puedo saber. El presente me tiene bastante ocupado aprendiendo cómo hacer que la cosa se escuche cada vez mejor. Si no se reproducen vicios radiales
tradicionales, si se exploran nuevas alternativas, si no se confunde radio por Internet con amateurismo, con complejo de inferioridad, puede tener mucho futuro.
“Esto es un programa de radio, todo lo demás es satélite”
Desde Cuál es? y el sitio Cuales.fm, el conductor encabeza una de las experiencias más decididas de aprovechamiento de los lenguajes multimedia para
potenciar el hecho radial. Aspectos comerciales y artísticos se articulan en una lúcida reflexión sobre las potencialidades de esa confluencia.

Por Eduardo Aliverti y Lucas Petersen

¿Cuáles son las fronteras que, en la era multimedia, separan lo que es un programa de radio de lo que no lo es? ¿Sigue siendo un programa de radio aquel que
transmite un recital en video por Internet? El 3 de julio, Cuál es? puso en marcha ésas y muchas preguntas más cuando siguió en vivo, desde el Luna Park, un concierto
de Divididos a través de su portal Cuales.fm.

Sin duda, parte de los desafíos del medio en el siglo XXI pasan por cómo integrarse, conservando su identidad, a la confluencia de lenguajes que permite (y exige) la
red. Mario Pergolini intenta afrontar ese reto con la transformación de su programa en un pequeño multimedio basado en la web, pero sin resignar lo que para él es
innegociable: Cuál es? seguirá siendo radio hasta el último de sus días.

La última gran mutación del ciclo comenzó en 2008, cuando Pergolini presentó las instalaciones exclusivas que su programa tiene en el tercer piso de la Rock&Pop. Un
estudio para grabar música en 64 canales. Un servidor propio que almacena en calidad profesional esas grabaciones y también otros cientos de miles de discos
digitalizados. Un estudio para el programa de radio diseñado a partir de los requerimientos del uso (y no de la economización de espacios y materiales). Cámaras,
muchas cámaras, acá y allá.

Pero lejos está de ser sólo un fetiche tecnológico. “Me estaba dando cuenta –relata el conductor– de que, tanto en música como en contenidos, lo que estaba ofreciendo
la radio era muy parecido a lo que ofrecían las compañías discográficas, los canales de televisión. Pero acá hacemos mucho contenido diferencial. Cuando vienen a
tocar Los Cafres, no tocan su disco, tocan otra cosa. Si yo soy el difusor, si les doy el ámbito para que graben, si puedo quedarme con el multipista para pasarlo a
distintos formatos con el correr del tiempo, ¿por qué no ser también el difusor digital de todo eso?”

De ese razonamiento nació Cuales.fm, un portal que funciona en paralelo al programa como plataforma multimedia, con noticias, videos y audios, y que recibe por mes
alrededor de 1.250.000 visitantes. “Hay un montón de elementos que le puedo ofrecer a la gente. Hagamos algo que nos sirva a todos. Si voy a tener bandas que tocan
con una buena calidad digital, ¿por qué no mezclarlo y subirlo a celulares o a la página a las dos horas que sucedió? ¿Por qué no transmitirlo en vivo?”

–¿Qué cambió con esto?

–A todos, lo primero que les digo es que nunca olvidemos que esto es un programa de radio, que todo lo demás es satélite. Que solamente estamos intentando captar
cosas que, si no, las captaría otro. Pero no vamos a sacar fotos de los personajes, no vamos a mostrar la cocina interna. No vamos a matar la radio porque, en el
momento en que mate el programa, no sirve de nada la pata digital, pasa a ser otra cosa. Hice un estudio un tiempo atrás para saber cuánta gente nos escuchaba por
computadora: el 30 por ciento. Y sólo le estábamos dando los mismos parlantes de siempre. Entonces dije: “Le tengo que dar algo más”.

–¿Qué te enseñó el que un 30 por ciento te escuche por computadora?

–Me sorprendió. Después pensé si no me afectaba en la medición, porque ¿qué dice la gente? “¿Está escuchando radio?” “No, estoy conectado a Internet”. Es un gran
detalle que tiene que ver con la pauta, con algo muy sensible a la radio. La radio vive de sus anunciantes, no de su público. Entonces pensé que si podía llevar
Cuales.fm a un grado tal que sea otro medio dentro del medio, iba a tener una cantidad que es medible. ¡Por mes tenemos 1.250.000 personas! Una página que no tiene
ninguna red social, no tiene Facebook ni Twitter, en la que vos no podés dejar comentarios, que no tiene historia y no podés ver qué pasó ayer, a pesar de eso funciona.

–Un 30 por ciento es un oyente que está en una situación fija, no circulando...

–Hay otro hecho tecnológico que son los celulares, que siguen trayendo radio. Yo estoy en condiciones de armar un pequeño multimedia basado en el programa, pero lo
armo para la radio. El que va en taxi lo sigue escuchando de la misma manera. Pero al mismo tiempo grabo en una forma que se puede ver en nuestra página y en los
celulares.

–¿Sos el único que hace esto?

–Así, tan integralmente, sí. En toda la región no lo he visto. Hay importantes radios que han venido para ver si podíamos ayudarles en su armado de todo esto.

–¿Eso tiene que ver con tu gusto por la tecnología, con tu capacidad comercial o con qué? ¿Por qué el único en la región?

–Realmente me gusta la tecnología. Y cada vez que la he aplicado a la radio me ha funcionado. Este programa está primero hace 18 años. Yo les dije a los mexicanos
[del Grupo CIE, anterior dueño de la radio], cuando estábamos armando el estudio: “No vamos a poder estar más primeros porque no va a haber más gente, pero sí
podemos perder ese liderazgo si no seguimos innovando”.

–Está clara la vanguardia tecnológica. ¿Pero qué pasa en términos del formato del programa de radio? ¿Cambiaste algo?

–El contenido en sí es bastante similar, diría, en los últimos ocho años, desde que empezamos a meter efectos en vivo. En lo que más hemos cambiado fue en cómo le
estamos dando las cosas a la gente. El público de televisión está cansado de que le digan cuándo puede ver su programa. Ve la serie cuando quiere; la tiene al otro día
ya subtitulada. Me parece que tarde o temprano se lo van a exigir a la radio. Nuestro público trabaja con una calentura que tenemos que saber aprovechar. Si un recital
está bueno, a la tarde lo van a querer tener. Yo creo que eso es lo que les brindé: antes no lo podías tener; ahora yo te lo doy para que lo tengas, y no lo pagás.

–La serie de televisión es un formato “enlatado” que poco tiene que ver con la idea de instantaneidad que tenemos de la radio. ¿El descargar contenidos de
la radio va a significar un retorno de cierta radio grabada, producida, atemporal?

–Creo que no. Siempre va a haber alguien que va a estar solo en su casa y quiere que alguien le diga algo, aunque sea para decir “es un pelotudo”. Creo que fuimos
muy pillos. Fuimos metiendo la radio a través de otro sistema. Le damos para descargar, pero la gente nos sigue escuchando. Hay que ver cuando la oferta sea mucho
más grande. ¿Qué pasa si nos volvemos todos esto?

–¿Se tocó un límite respecto de los contenidos? Da la sensación de que no hubo otro punto de inflexión en los últimos 25 años, desde lo que ocurrió con
Belgrano en los contenidos periodísticos y con la Rock & Pop como vanguardia estética. ¿Por qué?

–No hay mucho más para hacer ahora. Nosotros somos una radio de rock, casi una radio de rock clásico. Hemos logrado tener autoridad, sobre todo musical. Creo que
nuestro único espacio para explotar es, por ejemplo, que no nos den solamente un disco. Si podemos concentrar todo en un lugar como Cuales.fm, denme los videos y
los presento al mismo tiempo. Vamos a tener un programa pero después le vamos a dar las distintas piezas para que la gente vaya armando su playlist como quiera: sus
dos temas, su separador, su radioteatro favorito.

–Hablás de “si se puede, hagámoslo”, pero más allá de esa actitud, ¿sentís que la radio debe hacer eso para sobrevivir al predominio audiovisual?
–Somos generadores de contendido y ése es nuestro principal patrimonio. Insisto: la radio gana a través de sus auspiciantes. Como están las cosas, ya ni siguiera
podemos controlar si alguien no nos está tomando por Internet y nos está irradiando a todo un pueblo. El problema es de las compañías discográficas o de las grandes
empresas, que están armadas de una forma tan gigante que no sé cómo van a mantener sus estructuras. El que genere contenidos y tenga una forma rápida de
mandarlos va a seguir teniendo beneficios.

–Al margen del rock y lo musical, ¿te lo podés imaginar también respecto de la opinión y lo periodístico?

–Por supuesto. Los medios rígidos como Clarín.com o LaNación.com son lentos, llegan tarde, ofrecen algo que me exige un esfuerzo distinto. La radio debe hacerlo
porque es el único medio que está en verdadera posición de ampliar su espectro. La tele y el cable no pueden.

–¿La unidad de negocios o la unidad operativa va a pasar de la emisora al programa? ¿Pensás que otros programas van a empezar, por decirlo de alguna
manera, a tomar su destino en sus manos?

–Creo que tarde o temprano lo van a empezar a hacer. La gente de publicidad sabe que tiene que estar en Internet. Pero no tiene muy en claro cómo. Nosotros estamos
dando pasos concretos. Lo van a copiar, pero yo creo que les estamos llevando un año o dos de ventaja.

–¿Esta es la única forma de que la radio siga siendo negocio?

–Internet da altas precisiones: cuánta gente entra, cuánta gente sale, cuánto tiempo estuvo. La radio no lo puede informar tan claramente. Si nos escuchan por Internet,
tenemos la publicidad que suena por la radio, pero hay todo un contexto visual a los costados que se convierte en otro medio. No aprovecharlo publicitariamente es
regalarle el dinero a otro. También está demostrado (le ha pasado al New York Times) que si se le dice al público que pague por ver, te responde “no, me voy a otro
lado”. Entonces, creo vamos a tener que comenzar a ofrecerle tanto al anunciante como al oyente cuáles van a ser las reglas del juego y cómo lo vamos a ir jugando.
Empecemos a cagar a los intermediarios...

Tres descerebrados
En los ’80 lideró una de las grandes transformaciones del lenguaje radiofónico. Hoy, el conductor de Lalo por hecho (La 100) niega que a la radio le falte
juventud, pero cree que se perdieron las condiciones que permitían emerger las propuestas originales.

Por Lalo Mir

Yo no sé si no hay recambio generacional. Veo muchísima gente joven trabajando en las radios, en las producciones, en los móviles, en las tareas periféricas. Cuando
yo empecé, las radios eran de gente grande y éramos pocos los jóvenes. O sea que ahí hubo como una inversión de la cuota. Diría incluso que en la radio de hoy,
cuando cumpliste unos cuantos años, ya pasaste para otro lado y se complica conseguir trabajo.

No sé quién dijo que tienen que aparecer jóvenes al micrófono. Las cosas aparecen como aparecen, y en general se van dando, en muchos casos, por una especie de
generación espontánea, que tiene que ver con la recepción del oyente. Yo repaso la historia y me acuerdo de los grandes iconos de la radio de mi infancia y mi
adolescencia: Cacho Fontana, Héctor Larrea, Hugo Guerrero Marthineitz, Miguel Angel Merellano y después, de más grande, Dolina. Todos siguen siendo los grandes
referentes de la radio en la Argentina.

¿Cuándo aparecen grandes modificaciones? En términos de personalidades, hay una aparición de locutoras y locutores allá por –diría– los años ’70, la generación
siguiente a la que mencioné. Ahí aparecieron Betty Elizalde, Nora Perlé, Marcos Mundstock (antes de Les Luthiers) y muchos otros. Después de eso no pasó nada,
prácticamente, hasta la aparición, a fines de los ’70 o principios de los ’80, de Juan Alberto Badía, Graciela Mancuso, El tren fantasma, por ejemplo, que generaron un
nuevo movimiento y una nueva manera de hacer radio. Y luego no pasó nada hasta la aparición de 9PM y Radio Bangkok.

Los cambios se dan más por la gente que escucha y por los cambios sociales y culturales que por otra razón. Si ahora tenemos la radio llena de pibes, tendríamos que
tener los micrófonos llenos de pibes. ¿Y no los tenemos? Sí. Si hacés un barrido por todas las radios de Buenos Aires, hay por ahí más chicos que gente grande como
nosotros. Ahora, ¿por qué nos siguen escuchando a nosotros? Habrá que preguntarle a la gente.

Otra cuestión diferente es la de la repetición de formatos y la poca búsqueda de cosas nuevas. Es un tema que estoy viendo, que me preocupa, pero tampoco tanto.
Tiene que ver con la industrialización de la radio, con cómo se conforman los estratos gerenciales del medio.

Antes una radio era un nicho; el director artístico en general era el dueño, que tenía una radio porque le gustaba la radio. Entonces lo llamaba a Fulano y le decía:
“Fulano, me gusta cómo usted habla por radio. Venga a hacer un programa conmigo”. “Bueno, ¿y a usted qué le gustaría que haga?” “Bueno, me gustaría que usted,
que sabe de tango y folklore, pase tango y folklore.” Y eso era todo. El tipo se inventaba un programa de tango y folklore. Y como lo inventaba él, nacía de su
personalidad, tenía su sello y era único.

Hoy, que estamos llenos de gerencias, de estudios, de focus groups, de marketing, de diseñadores, etcétera, todo eso se pierde. Se ganará otra cosa por otro lado,
porque no estoy diciendo que sea bueno o malo sino diferente. Pero es difícil encontrar a un Grinbank que les dice a tres descerebrados como Bobby Flores, Quique
Prosen y Lalo Mir: “Che, hagan un programa a la mañana”. “¿A qué hora?” “De 10 a 2.” Y se va.

Eso me tocó a mí, y lo agradezco, y lo extraño porque sé que no se va a repetir nunca más. Ahora son empresas y las empresas pertenecen a grupos y los grupos
tienen otras radios y están comunicados en una cosa corporativa. Y todo eso de alguna manera atenta contra lo creativo original.

El placer de borrar fronteras


AM/FM: la separación técnica que se volvió diferencia estética transita sus últimos años de vida. Mientras se aguarda que la radio digital firme su certificado
de defunción, en el dial se consolida la tendencia al cambio de banda. A las noticias en la FM, algunos responden con rock en la AM.

Por Eduardo Fabregat

Conductor de Rebeldes,
soñadores y fugitivos (AM 750)

Corren tiempos curiosos: si antes una radio era una radio, una tele era una tele y un equipo de audio era un equipo de audio, hoy las fronteras están borroneadas, el
modo de transmisión de cultura ya no está tan definido... aunque lo que importa, como siempre, es el contenido. Corren tiempos para curiosos: como nunca, aquel que
tenga inquietudes –leer, escuchar, ver– difícilmente se quedará sin opciones. En este panorama tan de siglo XXI, la radio experimenta desafíos y transformaciones que,
sin embargo, no afectan su esencia: el acto de hacer radio, la voz y el micro, el operador y el productor, sigue siendo más o menos el mismo. Y en eso radica su
inoxidable encanto.

Rebeldes, soñadores y fugitivos, el programa que hago en AM 750, es un poco producto de esas líneas diluidas. Es una AM, pero esas dos horas diarias huelen
inequívocamente a FM. Es inevitable: vengo de ese mundo, hasta aquí siempre trabajé en FM, y no hay manera de evitar la contaminación que, sin embargo, no implica
una contradicción.

Al público mismo ya no le hace ruido esta aparente confusión, la encuentra natural, entra fácilmente en el juego de pisos con información e historias y músicas que
irrumpen todo el tiempo, que ilustran más que acompañar. Lo que hace algunos años podía ser considerado un pecado hoy es simplemente otra forma de honrar un
medio irresistible. Un medio al que se le suele adosar el término “magia”, quizás hasta de modo machacante. Pero es que los lugares comunes no se vuelven comunes
por casualidad. Y solo un pase de magia puede conseguir que las fronteras desaparezcan, y sólo quede el milagrito del fierro, la voz y la música. Puro disfrute.

Un espacio audiovisual policromático


La norma que redefinirá el panorama de medios despierta esperanzas en quienes hasta ahora se habían visto marginados y recelos en las cámaras privadas.
Para uno de los fundadores de la Coalición por una Radiodifusión Democrática, el desafío es lograr que la sociedad se apropie de su espíritu.

Por Cristian Jensen

Después de 26 años de gobiernos democráticos ininterrumpidos, el pueblo argentino logró la sanción de una ley de radiodifusión que reemplaza al decreto-ley 22.285.
Esto, por sí mismo, es un hecho de gran relevancia histórica, pero mucho más si consideramos el proceso de elaboración y sanción de la ley.

En primer término, el anteproyecto de ley receptó los 21 Puntos Básicos construidos por la Coalición por una Radiodifusión Democrática. Luego, ese documento de
trabajo recorrió el país en los Foros Participativos, donde todos, absolutamente todos los actores sociales y políticos que estaban comprometidos con obtener un nuevo
marco legal participaron aportando, en definitiva, más de cien modificaciones al proyecto que remitió el Ejecutivo Nacional al Congreso el 27 de agosto de 2009.

Por último, la Cámara de Diputados llamó a Audiencia Pública, donde nuevamente las organizaciones sindicales, universitarias, comunitarias, comerciales, sociales, de
derechos humanos y expertos colaboraron con nuevos aportes. En resumen, la sanción de Diputados incluyó aproximadamente 150 modificaciones con respecto al
anteproyecto de ley que presentó Cristina Fernández de Kirchner en el Teatro de Argentino de La Plata.

Digámoslo claramente: esta ley la escribió el pueblo.

Ahora, ¿cómo impacta la ley 26.522 en la vida cotidiana de los ciudadanos? Primero, rompe con la reserva de mercado que el decreto-ley hizo para la radiodifusión
mercantil. Hasta el año 2009 no existió pluralidad de lógica, estética y valores; la radiodifusión argentina era monocromática. Imperó la lógica de la comunicación
comercial, un bien más del mercado buscando la mayor rentabilidad.

La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual rompe esa reserva de mercado y abre la puerta a las nuevas lógicas, estéticas y valores, ya que habilita que todos,
absolutamente todos puedan ser comunicadores de conocimiento, información y entretenimiento. La ley trae un festival de colores. El espacio audiovisual es, ahora,
policromático, aparece la diversidad y la pluralidad, el derecho humano a la comunicación comienza a ser realidad.

Esta ley es en sí misma una ley de “reforma política”; es una ley que hace crecer a la democracia, que la perfecciona y completa. Ahora, además de formar
consumidores, los nuevos actores de la comunicación audiovisual podrán instaurar ciudadanía y pensamiento crítico.

Seamos contundentes: la ley es un punto de partida; la decisión y el coraje político de la presidenta de la Nación y los 191 votos positivos de los legisladores nacionales
(diputados y senadores nacionales), con el apoyo de la movilización y participación popular, nos “dieron” la letra: tenemos una ley de radiodifusión de la democracia;
ahora el pueblo le debe dar el espíritu. ¿Qué significo con esta afirmación? Que debemos transitar un delicado camino de apropiación social en tres niveles: a) de las
instituciones; b) de la tecnología; y c) de la comunicación audiovisual.

Para plasmar la apropiación social de las instituciones se deben “aprovechar” –y ocupar– los espacios institucionales de participación popular que creó la ley, tal como el
Consejo Federal de Comunicación Audiovisual (integrado, entre otros, por representantes del sector privado sin fines de lucro, de las pymes comerciales, de las
emisoras universitarias, de los medios públicos, de las entidades sindicales de los trabajadores y de los pueblos originarios) y el Consejo Asesor de la Comunicación
Audiovisual y la Infancia (integrado por personas y representantes de organizaciones con reconocida trayectoria en el tema) y esgrimir la obligación de la Defensoría del
Público de Servicios de Comunicación Audiovisual de generar “ámbitos participativos” de debate permanente sobre el desarrollo y funcionamiento de los medios de
comunicación para interpelarlos, permanentemente, en el cumplimiento de los objetivos por lo que obtuvieron la licencia o autorización.

La apropiación social de la tecnología es poner la regulación técnica al servicio de la pluralidad y la incorporación de nuevas voces. Es, por ejemplo, recuperar la banda
de 470 MHz a 512 MHz (canales 14 al 20), hoy destinada a servicios de telecomunicaciones que fácilmente pueden migrar a otras bandas; como así también “ampliar” el
espectro para las radios de FM, utilizando las frecuencias del canal 6, desde 87.5 MHz hasta 87.9 MHz, incorporando de inmediato tres canales nuevos, mínimamente,
para cada localidad. La apropiación social de las tecnologías tiene con la televisión digital terrestre una excelente oportunidad para la democratización de la distribución
de la palabra si –y sólo si– el “dividendo digital” es usado para sumar nuevos actores y proporcionar interactividad a quienes hoy son excluidos digitales.

Por último, la apropiación social de la comunicación audiovisual es estar convencidos de que las nuevas voces representan nuevas propuestas estéticas, nuevos relatos,
nuevos valores, y no pensar en que son copias “sociales” de formatos comerciales. Para ello habrá que diseñar una política pública de capacitación continua y
permanente, y de asistencia financiera para que los nuevos actores se incorporen al mundo de la comunicación en igualdad de oportunidades con quienes tuvieron un
mercado cautivo. La apropiación social de la comunicación audiovisual es, también, recuperar, revalorizar y resignificar la experiencia de las radios comunitarias y de
todas aquellas que hasta hace muy poco eran descalificadas con el nombre de “radios truchas”. El Estado debe asistir a estos nuevos actores, de manera imaginativa e
innovadora, sea mediante créditos blandos, financiamiento de organismos internacionales, asignación presupuestaria específica, emprendimientos públicos-privados,
etc., para que el derecho que instituyó la ley 26.522 no sea letra muerta.

La apropiación social de la ley permitirá que cambiemos el rol de simples consumidores de información para transformarnos en productores de cultura, identidad y
contenido socialmente significativo.

El desafío cultural está planteado. El momento es hoy.

Migajas de una torta cada vez más chica


Por Martín Becerra
De los 8000 millones de pesos que gestiona el mercado publicitario argentino, la radio (AM y FM) sólo absorbe un 3 por ciento. Si el resto de los medios de comunicación
acusa la inestabilidad de un mercado que no resuelve integralmente los costos de su funcionamiento, apelando a la periódica condonación de deudas fiscales,
previsionales y por multas por parte de un Estado también dadivoso a la hora de extender licencias que perpetúan a los mismos operadores, en la radio el panorama
económico es todavía más complejo.

Desde el punto de vista económico, el sistema de medios de la Argentina tiene problemas de subsistencia. El boicot de algunos grandes radioemisores privados a la
instalación de repetidoras del Canal 7 estatal en lugares donde sólo funcionaba una emisora propia (como el litigio causado por el Grupo Vila-Manzano en San Rafael,
Mendoza) no sólo se explica por la escasa propensión del empresariado vernáculo a aceptar las reglas de la competencia sino porque ello implica compartir una torta
publicitaria considerada insuficiente.

Costos de producción altos e ingresos que en el pasado sufrieron los espasmos de la economía argentina son, junto con una muy discrecional intervención que
históricamente tuvieron los gobiernos (dictatoriales y constitucionales), los ingredientes de la estructura fuertemente concentrada de los medios.

Pero la radio tiene una peculiaridad: su escala económica es inferior que la de la televisión y que la de la industria gráfica. Sus costos de producción son, también, más
bajos. Pero tiene, a diferencia de la televisión, menores restricciones a la competencia porque el uso del espacio radioeléctrico es menos intensivo por parte de las
radios, con lo cual en una misma localidad existen muchas emisoras. La radio eludió el problema de producir contenidos variados, emitiendo en cadena programación
desde Buenos Aires hacia todo el país, lesionando la voz del interior y su agenda de temas. La nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual deberá corregir
esta anomalía.

Aunque la cifra de radios en funcionamiento es una incógnita que despejarán los resultados del censo organizado por la Autoridad de Servicios de Comunicación
Audiovisual este año, la estimación de 5 mil estaciones activas parece razonable. De ellas, menos del 3 por ciento se autofinancia con publicidad. Casi todas subalquilan
espacios a periodistas que deben, así, reconvertirse en productores y vendedores de anuncios publicitarios. Este esquema económico, que va colonizando espacios
televisivos y de la gráfica, confunde roles y vulnera regulaciones.

A su vez, la economía del loteo o del subalquiler predominante en las radios argentinas morigera el control del dueño de la emisora sobre los contenidos que propala. La
programación cristaliza un puzzle que en los hechos responde más a terceros actores (anunciantes, productoras sin vínculo societario con la emisora) que al beneficiario
de una licencia, dificultando su dominio sobre las voces que se emiten por “su” radio.

Por último, el escenario de apertura y no discriminación por razones económicas que dispone la nueva ley audiovisual hacia las radios sin ánimo de lucro es percibido
como una amenaza por los operadores comerciales. Se expone así la complejidad del panorama real de funcionamiento del sistema comercial de radios en el país,
imprescindible para imaginar su futuro.

“El desafío es ocupar el 33% de las frecuencias”


Por Néstor Busso

Presidente del Foro


Argentino de Radios Comunitarias (Farco)

Farco es la organización que agrupa radios de organizaciones sociales o entidades sin fines de lucro. Emisoras que ejercen la radiodifusión como un servicio a la
comunidad y la comunicación como un derecho de todas las personas. El Foro fue convocante y miembro activo de la Coalición por una Radiodifusión Democrática que
acordó y presentó los 21 Puntos que son el fundamento de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Farco debatió y militó la ley, por lo que estamos
comprometidos en su defensa y aplicación.

Entendemos que la ley consolida y amplía un espacio que fueron ganando las radios populares, comunitarias a lo largo de años. El surgimiento de radios de FM desde
los años ‘80 fue muy rico y a la vez caótico. Muchas radios quedaron en el camino y otras se consolidaron. Las experiencias verdaderamente comunitarias gestionadas
por organizaciones sociales nos fortalecen en red.

En los últimos años, Farco ha tenido un gran desarrollo, con programas de formación y capacitación, y el funcionamiento de un sistema satelital que interconecta sus
radios asociadas. Se producen en red dos informativos nacionales diarios y se coproducen e intercambian programas radiales.

Farco es asociada a ALER (Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica), lo que le posibilita una relación cotidiana con experiencias similares en toda
América latina. La nueva ley nos abre a nuevos desafíos para ocupar el 33 por ciento de las frecuencias, mostrando que es posible una verdadera comunicación que
refleje y construya las identidades de nuestro pueblo.

“El neoliberalismo dejó sin voz a la gestión pública”


Por María Seoane

Directora de Radio Nacional

El destino de la Radio Nacional es el destino del Estado argentino. Cuando el Estado participó decididamente en el desarrollo de la comunicación, la inversión
tecnológica y la capacitación profesional que requiere una radio como la radio pública, con sus cuarenta emisoras (que no son repetidoras) a lo largo y ancho del país,
ésta dio un salto.

Es cierto que todavía estamos lejos de tener una separación entre radio gubernamental y radio pública. Pero en nuestros países de América latina este proceso es
mucho más complejo que en otros, ya que el neoliberalismo había dejado sin voz a la gestión pública, a los intereses del Estado, y sometido la comunicación como bien
social a los intereses privados de los grandes holdings.

Creo que a partir de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, la explosión de voces va a aportar mayor democratización y diversidad. El gran
desafío del presente es construir una radio pública cada vez más plural, más federal y más desarrollada técnicamente, que pueda responder a las necesidades de
comunicación de los bienes sociales, las políticas sociales y la cultura popular del país.

El Estado argentino fue reiteradamente saqueado, como la Radio Nacional. Recién entrado el siglo XXI, sobre todo a partir de la sanción de la ley, cuando la radio
pública pueda tener un desarrollo por sus propios medios, la asociación con lo privado va a ser posible. Mientras la discusión sea que lo privado someta a lo público al
silencio, eso no va a traer felicidad a los argentinos.
“El neoliberalismo dejó sin voz a la gestión pública”
Por María Seoane

Directora de Radio Nacional

El destino de la Radio Nacional es el destino del Estado argentino. Cuando el Estado participó decididamente en el desarrollo de la comunicación, la inversión
tecnológica y la capacitación profesional que requiere una radio como la radio pública, con sus cuarenta emisoras (que no son repetidoras) a lo largo y ancho del país,
ésta dio un salto.

Es cierto que todavía estamos lejos de tener una separación entre radio gubernamental y radio pública. Pero en nuestros países de América latina este proceso es
mucho más complejo que en otros, ya que el neoliberalismo había dejado sin voz a la gestión pública, a los intereses del Estado, y sometido la comunicación como bien
social a los intereses privados de los grandes holdings.

Creo que a partir de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, la explosión de voces va a aportar mayor democratización y diversidad. El gran
desafío del presente es construir una radio pública cada vez más plural, más federal y más desarrollada técnicamente, que pueda responder a las necesidades de
comunicación de los bienes sociales, las políticas sociales y la cultura popular del país.

El Estado argentino fue reiteradamente saqueado, como la Radio Nacional. Recién entrado el siglo XXI, sobre todo a partir de la sanción de la ley, cuando la radio
pública pueda tener un desarrollo por sus propios medios, la asociación con lo privado va a ser posible. Mientras la discusión sea que lo privado someta a lo público al
silencio, eso no va a traer felicidad a los argentinos.

“Alterará el funcionamiento de todo el mercado”


Por Edmundo Rébora

Radiodifusor. Miembro del Consejo Directivo


de la Asociación de Radiodifusoras Privadas
Argentinas (ARPA)

La radiodifusión se caracteriza por una fuerte concentración en términos de audiencia alrededor de las líderes, y un componente de remuneraciones que absorben el 60
al 70 por ciento de sus costos. Por ello, en los últimos años se agudizó la elasticidad al alza de los egresos, impulsados por el crecimiento del salario, como así también
la inelasticidad de los ingresos, medidos con inflación, en valores reales y no nominales.

La ley de medios audiovisuales no influye en estas ecuaciones, pero introduce un elemento inquietante, cual es que, no estando permitida una nueva prórroga de las
licencias de las radios privadas más antiguas (las privadas “tradicionales” y las privatizadas del ‘82), se cierne un interrogante acerca del futuro de esas licencias que
expirarán entre 2017 y 2018, y que se calcula dan empleo a buena parte del mercado, tanto medido en audiencia como en calidad de puestos de trabajo.

Ello puede acelerar la desinversión y alterar el funcionamiento de todo el mercado. El sector privado de las radios es el mejor dador de empleo medido en salarios y nivel
de comunicación, por lo que un sesgo “antiprivatista” de la LMA, y su futura reglamentación, impactará finalmente en los ingresos de todo el sector, empresarios y
trabajadores. La rigidez de nuestro ordenamiento legal en materia laboral hará muy difícil que los nuevos licenciatarios puedan absorber a estos miles de trabajadores y
profesionales, y será cuantioso y, por ende, riesgoso y difícil el cierre de todas estas empresas que hoy regentean a tantas radios importantes en todo el país.

El futuro que no llega


La nueva tecnología de transmisión no logra instalarse. Para el autor de esta nota, su serie de fracasos a nivel mundial no es sólo una cuestión comercial.

Por Eduardo Esarte

Docente. Gerente de Operaciones de la


empresa Hardata, consultor en nuevas tecnologías aplicadas a la radiodifusión

Cuando se implementan nuevas tecnologías, es muy importante establecer un estándar para que se produzca la compatibilidad necesaria entre fabricantes de
dispositivos, generadores de contenidos, carriers y usuarios.

Una de las principales fortalezas de la radio tradicional (analógica) es que existe un único estándar internacional, que hace que un receptor funcione del mismo modo en
Argentina, Estados Unidos, Argelia o Indonesia. Además, la radio es un sistema abierto, que no cobra por su acceso ni percibe licencias ni royalties de ninguna
naturaleza.

En el mundo moderno, las cosas han cambiado, y cada país, o consorcios de países, o en algunos casos de empresas globales, pretenden implementar múltiples
estándares de facto y cobrar licencias o cánones por su utilización.

Ya lo vivimos con la televisión y, ahora, la historia se repite con la radio: existen en el mundo varios estándares de radio digital que se han experimentado, con resultados
inciertos en la mayoría de los casos.

A fines de la década del ’80 nació en Europa el primer formato, denominado Eureka 147, también conocido con el nombre genérico de DAB (Digital Audio Broadcasting).
Su implementación ha experimentado desde tibios éxitos como los de Inglaterra y Noruega, hasta sonados fracasos, como el de España o Canadá.

Como en los Estados Unidos no existía espectro disponible, para liberar la banda de las señales de radio digital, a principios de los ’90 se desarrolló un nuevo estándar
que se llamó IBOC (In Band On Channel). El formato combina la transmisión digital con la analógica, en la “misma banda y en el mismo canal”. Por ende, no requiere la
asignación de nuevo espectro, y en cambio propone una alternativa de digitalización basada en que los actuales radiodifusores incorporen la tecnología digital en sus
mismas frecuencias. La adopción de HD Radio (como se llama actualmente el sistema IBOC) en Estados Unidos viene signada por la fuerte competencia de la radio
satelital.

En el año 2002 se realizaron en México las primeras pruebas de HD Radio fuera de los Estados Unidos, y en octubre de 2004 Radio Mitre y Continental se asociaron
para realizar la primera transmisión en AM en nuestro país. La prueba se hizo durante un mes, pero desde entonces no hubo continuidad.

Al año siguiente se hizo lo propio en Brasil y actualmente las grandes cadenas siguen transmitiendo, pero nunca pudieron superar la fase experimental ya que no existen
receptores a un precio razonable en el mercado. Probablemente, ese sea el factor determinante que impide que se popularice esta tecnología.
Nadie duda de que el futuro de la radio debiera ser digital. Las razones son múltiples. Hay un mejor aprovechamiento del espectro (se pueden multiplexar cinco o más
programas en cada canal), mejor calidad de sonido, posibilidad de transmisión de datos multimediales, recepción móvil y portátil libre de interferencias, mejor recepción
con niveles bajos de señal, y muchas otras, que definen un sistema robusto y eficaz.

Entonces, cabría preguntarse por qué fracasan la mayoría de las experiencias de radio digital en el mundo. La respuesta quizá no sea de índole tecnológica solamente.

Es necesario rescatar los valores y factores clave que gestaron el triunfo de la radio en el pasado. La emoción, la imaginación y la fantasía es lo que ha hecho que este
medio sea tan apasionante. No se trata sólo de tecnología, sino de contenidos. Se trata de interpretar adecuadamente lo que desean los jóvenes consumidores de la
nueva era y reinventar la radio, recuperando el esplendor y el protagonismo que supo tener durante varias décadas pasadas.

La radio no puede continuar


Alguna vez fue vista como un campo de experimentación sonora por figuras de la talla de Welles, Brecht, Beckett y Artaud. Sin embargo, por varios motivos,
la radio parece haber renunciado a esa ambición creativa. Recuperarla puede ser una de las claves para revitalizarla.

Por Ricardo Haye

Doctor en Comunicación Audiovisual. Docente e


investigador de la Universidad Nacional del Comahue

Aunque desde hace unas seis décadas resuenan las agorerías que profetizan su muerte, la radio cumple noventa años en medio de la febril actividad que la acompañó
siempre, con altos índices de credibilidad y destacadas cotas de penetración popular. De todos modos, ahí nomás se encuentra un horizonte de cambio que solo la
necedad puede hacernos ignorar.

La digitalización multiplicará la cantidad de señales sonoras que hoy congestionan el éter. A esa oferta ampliada, hay que sumar las miles de alternativas que se agregan
a través de Internet. Streaming y podcast (*) mediante, vuelven anacrónica alguna especificidad como la fugacidad de los mensajes y desmienten que el oyente no
pueda escoger el momento de la escucha.

Aquel concepto que Alvin Toffler acuñó para referirse a la sobrecarga de información, la infoxicación, se reactualiza en este tiempo.

Desde la perspectiva de las audiencias, más que antes, se agiganta la necesidad de desbrozar y organizar contenidos. Si bien ya existen servicios que indexan, siempre
queda un amplio margen de duda acerca de su confiabilidad y el riesgo de manipulación que generan.

Por esa razón, las emisoras harían bien en robustecer su identidad, a fin de que los oyentes reconozcan inmediatamente sus rasgos característicos y se facilite su
elección. Esa tarea de fortalecimiento comprende tanto al campo semántico como al estilístico.

La radio argentina, que no sólo dista mucho de ser la peor del mundo sino que suele dar muestras de significativa calidad, debería ensanchar sus campos temáticos a fin
de introducir en su torrente discursivo nuevas unidades de sentido que amplíen el capital simbólico y cultural de las audiencias.

Pero, además, sería deseable que refresque y enriquezca su expresividad, en rumbo a una estética capaz de generar deleite en el público. Para lograrlo sólo hay que
abrir cauces a la experimentación, diversificar las formas elocutivas y equilibrar de modo más armónico la participación de los elementos del texto sonoro. La palabra y la
música, tan sobreabundantes, pueden contribuir cediendo espacios a los efectos sonoros, cuya capacidad referencial y pictórica está fuera cuestionamiento. La masa
sonora debe asumir la vitalidad y el dinamismo que en su día posibilitó el estéreo y hoy expanden aún más los sistemas de sonido multicanal.

Por último, la forma más efectiva de vigorizar las propuestas y conferirles nítida individualidad la alcanzarán aquellas emisoras que apuesten a recuperar capacidad
productiva antes que poner todas las fichas en un espontaneísmo vacuo, superficial y descomprometido.

Cuando florezca esta conciencia, los realizadores advertirán que la radio no puede continuar desnuda de arte y todos nos beneficiaremos con propuestas que
acrecienten nuestra capacidad crítica y agudicen nuestra sensibilidad.

*Sistemas de transmisión y de descarga de la web.

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