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Salud Reproductiva y Condiciones de Vida en Mexico PDF
Salud Reproductiva y Condiciones de Vida en Mexico PDF
y condiciones
de vida
en México
Susana Lerner Gabriela
Ivonne Szasz Rodríguez
Coordinadoras Texto para las
del libro Políticas Públicas
EL COLEGIO
DE MEXICO
Primera edición: 2009
Impreso en México
La intención de este texto es ofrecer insumos basados en hallazgos científicos para mejorar los
servicios de salud reproductiva y educación sexual, y contribuir a un mejor diseño de las políticas
públicas, los marcos reglamentarios y los programas e intervenciones gubernamentales.
México es un país profundamente desigual; las prácticas sexuales y reproductivas de sus pobla-
dores responden a un amplio y muy diferenciado abanico de condiciones de vida, mientras sus
niveles de pobreza, lo mismo que el rezago en materia de alimentación, educación, derechos so-
ciales, prevención y atención a la salud inciden de manera directa sobre el estado que guarda su
salud sexual y reproductiva (SSR).
Las múltiples desigualdades saltan a la vista. Al calificar como un éxito que las mujeres mexicanas
estén posponiendo la edad para tener el primer hijo, no suele indicarse que son mayoritariamente
las de clase alta las que se convierten en madres a los 24 años, mientras que aquéllas que viven
en condiciones más precarias lo hacen antes de llegar a los 19 años, teniendo un mayor número de
hijos en comparación con las primeras. La situación se agudiza entre las mujeres unidas campesi-
nas e indígenas, pues sólo la mitad de ellas recurren a la anticoncepción.
Comprender los desafíos de la SSR desde la perspectiva de los derechos humanos, de la justi-
cia social y la ciudadanía implica reconocer que el Estado mexicano está obligado a incorporar
las dimensiones de la desigualdad, fundamentalmente las de género, las económicas, étnicas y
generacionales en sus planes y políticas de población, del modo como se comprometió en el Pro-
grama de Acción de la IV Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo realizada en
El Cairo en 1994.
La organización civil Afluentes, S.C. fue invitada a desarrollar esta versión, que busca destacar
algunos resultados y traducir los datos a un lenguaje más accesible evitando perder la profundi-
dad interpretativa de los estudios, a fin de facilitar el uso de la información por parte de quienes
toman decisiones en los ámbitos legislativo y ejecutivo, los sectores sanitario y educativo, y entre
los prestadores de servicios, maestras/os, docentes, directoras/es de escuelas, educadoras/es
comunitarios y líderes de organizaciones de la sociedad civil.
muchos de ellos han sido inducidos, y reflejan ductivas, o sus necesidades particulares de
una cifra subestimada. No ha recibido la aten- anticoncepción, y menos aún se han garan-
ción prenatal mínima de cinco consultas (que tizado los derechos reproductivos, como son
establece la Norma Oficial Mexicana) 75 por las necesidades sentidas y la autonomía de
ciento de las mujeres sin escolaridad, 67 por las personas, la insatisfacción con el método
ciento de las indígenas, 65 por ciento de las de usado o la preferencia por algún otro al que
mayor paridad y 61 por ciento de las de mayor todavía no se tiene acceso.
edad. De las mujeres de áreas rurales margi-
nadas, 34 por ciento no se atendió el parto en La exclusión territorial y la falta de oferta de
una clínica debido a deficiencias en los servi- servicios de salud institucionales en lugares
cios. Las mujeres con mayores necesidades aislados y dispersos tiene un efecto notable
de salud reproductiva son las indígenas, las sobre la satisfacción de necesidades: en las
que no tuvieron posibilidades de acudir a la localidades donde la población requiere de una
escuela y las de mayor edad. hora y media como mínimo para trasladarse
a una unidad médica de segundo nivel, la in-
Se han hecho la prueba ginecológica del satisfacción con el uso de anticonceptivos de
Papanicolau menos de la mitad de las mujeres las mujeres se incrementa en 62 por ciento al
de 25 años; mientras tanto, poco más de la compararse con las que viven en localidades
mitad ha recibido información sobre la forma con mayores ventajas.
de explorarse los senos. La desigualdad en el
acceso a las pruebas de detección de cáncer Si bien debe destacarse como un avance que
cérvico-uterino son alarmantes: 55 por ciento entre 1987 y 1997 el porcentaje de necesi-
de las no indígenas frente a 24 por ciento de dades no satisfechas haya disminuido en 13
las indígenas; más de 57 por ciento de las de por ciento (de 25.1% a 12.1%), y que el indi-
mayor escolaridad y menos de 30 por ciento cador haya mejorado para todos los grupos de
de las que no tienen escolaridad alguna. edad, es necesario señalar que el cambio más
notable se observó en las mujeres que tenían
¿Qué tan satisfechas cuatro o cinco hijos nacidos vivos (grupo para
están las necesidades de el que las necesidades no satisfechas se
anticoncepción?4 redujeron casi 60%), y que las necesidades
insatisfechas se mantuvieron en una de cada
cinco mujeres adolescentes y jóvenes, en una
A pesar de jugar un papel esencial para la cuarta parte de las mujeres rurales y en una
satisfacción de las necesidades de SR y de quinta de las habitantes de zonas urbanas.
que las políticas de control de la fecundidad
se han dirigido a las mujeres más pobres, la Al analizar la calidad de vida y de vivienda
estratificación socioeconómica de los hogares queda al descubierto la selectividad de los
y las relaciones de género no han sido con- servicios: a menor escolaridad mayor la insa-
sideradas. Los programas han excluido a un tisfacción. En las áreas rurales de los estados
amplio sector de la población femenina con más pobres (Chiapas, Guanajuato, Guerrero,
vida sexual activa y riesgo de embarazos no Hidalgo, México, Michoacán, Oaxaca, Puebla
deseados: las solteras, viudas, divorciadas y Veracruz), las mujeres del estrato más bajo
y separadas. Tampoco se ha considerado el presentan porcentajes de insatisfacción muy
papel de los varones en las decisiones repro- superiores a los del estrato alto (33.6% frente
a 3.4%).
3. El artículo original, “Necesidades insatisfechas en salud reproducti-
va: mitos y realidades en el México rural”, de Rosa María Camarena y Las mujeres que habitan en viviendas con piso
Susana Lerner, aparece en las páginas 117 a 216 del Tomo I, Ibidem.
Las encuestas utilizadas fueron: Encuesta sobre Instituciones de de tierra acusan 35 por ciento de insatisfacción
Planificación Familiar, Eniplaf, 1996; Encuesta de Salud Reproductiva frente a 13.5 por ciento de las que cuentan con
IMSS-Solidaridad-Conapo, 1999.
todos los servicios en el hogar. Quienes care- en las que la satisfacción de la o el consultante se
cen de agua entubada muestran 23.7 por cien- evalúa como si se tratara de un/a cliente;
to de insatisfacción, frente a 14.8 por ciento de
las que cuentan con tal servicio. • el paradigma de derechos, que critica el concepto
de los servicios de salud como empresas y cuestiona
Entre los factores relacionados con la calidad el poder de la institución médica sobre los cuerpos
institucional, debe señalarse que la falta de y las decisiones de las personas.
capacitación y la limitada competencia técnica
de los prestadores de servicios ha resultado Ese último paradigma se ha construido a partir
en un incremento de la insatisfacción. de la crítica a la adopción del modelo geren-
cial, y se ha nutrido de las posturas de los mo-
Los programas tendrían que tomar en cuen- vimientos feministas y de derechos humanos,
ta, asimismo, otros factores individuales, cul- que demandan políticas públicas de salud con
turales y comunitarios: la dinámica de poder y un enfoque social, humanitario y democrático,
los procesos de negociación entre hombres y en un proceso paralelo a la adopción interna-
mujeres –cuando estos últimos de hecho exis- cional de los conceptos de SSR y derechos
ten-, expresándose en las prácticas sexuales reproductivos. La crítica a los sistemas de
y reproductivas. Un análisis desde la óptica del salud señala que la orientación asistencial
género deja claro que si el varón es el jefe del genera dependencia por parte de la o el pa-
hogar, la insatisfacción es de 26.2 por ciento, ciente, la omisión de la perspectiva de la o el
frente a 33.5 por ciento si es la mujer la que usuario, y la carencia de una perspectiva que
ocupa ese lugar. El riesgo de insatisfacción vincule a la organización de los servicios con
se incrementa seis veces en la mujeres cuya las necesidades, expectativas y demandas de
pareja se opone a la práctica anticonceptiva la población, así como su falta de relación con
que donde el marido la aprueba. Se observa, la ciudadanía, al considerar a los consultantes
de igual modo, que la influencia de opinión de como objetos y no como sujetos de la aten-
la pareja desciende en la medida en que au- ción.
menta el poder de decisión de la mujer. En las encuestas se encontró que el tema de
la calidad sólo aparecía en tres de las 15 que
¿Qué concepto de calidad de se abocan al tema de la SR; cinco de ellas for-
mulan algunas preguntas al respecto y siete
atención subyace en las encuestas
no se refieren en absoluto al tema.
sobre los servicios de salud?5
Independientemente del contexto rural o ur- decir, una vez que ingresan a la vida en pareja
bano, edad, escolaridad y estado conyugal, el muestran una rápida procreación.
factor que mayor efecto tiene sobre la proba- El inicio de la vida sexual es más tardío con-
bilidad del embarazo adolescente es el es- forme se asciende en la jerarquía social; dos
trato socioeconómico, tanto en mujeres uni- subgrupos de mujeres coexisten: uno mayo-
das como en las solteras, pero principalmente ritario que inicia la vida sexual dentro de la
entre estas últimas. unión y comienza su vida reproductiva casi
de inmediato, y un segundo grupo que experi-
¿A qué edad inician las jóvenes menta estos eventos a edad más tardía y vive
un periodo de vida sexual más prolongado sin
su vida sexual, nupcial tener hijos. Las del segundo grupo, minoritario
y reproductiva?8 por ahora, son las que tienen mayor escolari-
dad y pertenecen a sectores urbanos medios
La edad a la que la mujer mexicana inicia su y altos; y son quienes presentan cambios en
vida sexual, su vida marital y reproductiva ha los patrones de sexualidad, nupcialidad y re-
cambiado en tiempos recientes. producción.
Se distinguen tres generaciones: las nacidas
entre 1951 y 1960, las que nacieron entre Lo que hoy por hoy ignoramos es si esos cam-
1961 y 1970, y quienes lo hicieron entre 1970 bios se generalizarán a todos los sectores so-
y 1975. ciales, o si más bien están reflejando nuevas
heterogeneidades, más profundas y perma-
Las mujeres de la generación más reciente nentes, y ligadas a la creciente desigualdad
(nacidas entre 1970 y 1975), aplazaron de social.
forma significativa la edad de su primera rela-
ción sexual (1.6 años más tarde que las de la ¿Cómo se distinguen las prácticas y
generación más antigua (nacidas entre 1951 y regulaciones sexuales entre
1960), la de su primera unión (o matrimonio) y hombres y mujeres?9
la de su primer embarazo. Además, se aprecia
una mayor heterogeneidad en la secuencia en Hay una marcada desigualdad en las regula-
que ocurren estos eventos en la generación ciones sexuales para hombres y mujeres, así
más joven. como diferentes prácticas por estrato socio-
económico.
Para las mujeres que han alcanzado los 26
años, la secuencia “unión - primera relación Se constata un proceso de modernización
sexual -embarazo” predomina en las nuevas desigual de las sexualidades, que en los sec-
generaciones (45%), aun cuando un número tores más pobres continúa muy vinculado a
nada despreciable pospone los tres eventos los controles e instituciones sociales tradicio-
hasta después de alcanzar esa edad (20%). Si nales.
bien es cada vez mayor el número de jóvenes
que tienen relaciones sexuales pre-maritales 8. El artículo original “Las transiciones a la vida sexual, a la unión
y a la maternidad en México: cambios en el tiempo y estratificación
la proporción en cada una de las tres genera- social”, de Patricio Solís, Cecilia Gayet y Fátima Juárez, aparece en
ciones es minoritaria y no ha aumentado con las páginas 397 a 428 del Tomo I, Ibidem. Encuesta utilizada: Encues-
ta Nacional sobre Niveles de Vida de los Hogares (Ennvih)/CIDE-UIA,
el tiempo (35%). 2004.
9. El artículo original “Relaciones de género y desigualdad socio-
económica en la construcción social de las normas sobre la sexuali-
Las mujeres que inician la vida marital y el em- dad en México”, de Ivonne Szasz, aparece en las páginas 429 a 475
barazo a edades más tardías ejercen prácticas del Tomo I, Ibidem. Encuestas utilizadas: Encuesta Nacional de Salud
Reproductiva con Población Derechohabiente del Instituto Mexicano
sexuales sin fines reproductivos y parecen pre- del Seguro Social, Ensare, 1998; Encuesta Nacional de Planificación
sentar cierta separación entre estos dos even- Familiar, Enaplaf, 1995; Encuesta de Comunicación en Planificación
Familiar, Encoplaf, 1996; Encuesta Nacional de Juventud, Enajuv,
tos; pero el resto permanece sin cambios; es 2000; Encuesta Nacional de Salud, Ensa, 2000.
Los adolescentes sexualmente activos son, en novio (34%); pero entre los grupos de mayor
mucho mayor medida, varones; 80 por cien- edad la presencia del esposo es mayor, mien-
to de los solteros que dicen tener relaciones tras lo es la del novio entre las más jóvenes.
sexuales son hombres. Las mujeres rurales y las de los estados con
También es mayor entre ellos la frecuencia de mayor presencia indígena inician su vida
las relaciones ocasionales. La proporción de sexual a edades más tempranas y con mayor
los jóvenes que dicen haber iniciado su vida cercanía a las uniones maritales, si se les com-
sexual con prostitutas o desconocidas tiende para con las urbanas.
a disminuir en las generaciones más jóvenes, Las regulaciones de género se asocian con
incrementándose ese inicio con las amigas. las desigualdades sociales, pues son más es-
Las mujeres inician su vida sexual a los 19.7 trictas para las mujeres de los estratos socio-
años en promedio, un año y medio más tarde económicos bajos.
que los hombres.
La norma que separa la vida sexual de la
La minoría de las mujeres solteras (13%) afirma vida marital masculina atraviesa todos los
haber tenido relaciones sexuales y casi la mi- sectores.
tad de ellas ya habían tenido hijos. En cambio,
46 por ciento de los hombres solteros declara La desigualdad de las regulaciones y prácti-
haber tenido actividad sexual y únicamente 1 cas de género persiste en todos los grupos
por ciento de ellos declara haber tenido hijos. de edad y en todos los estratos, aunque dis-
minuye en las mujeres menores de 35 años y
Aunque la mayor parte de las mujeres mexica- en los estratos medio y alto.
nas se unen maritalmente antes de concebir
un hijo, poco más de la cuarta parte lo concibe ¿Cuál es el grado de
estando soltera. Esta última cifra es bastante
cercana a la de quienes declaran haber tenido
conservadurismo o liberalismo
su primera relación sexual antes de la unión frente a las
conyugal, lo que sugiere que la mayoría de normas sexuales? 10
las mujeres unidas que declaran relaciones
sexuales pre-maritales experimentaron un em-
barazo. Estos datos confirman la cercanía con Indagar acerca de la sexualidad es siempre
que las mujeres mexicanas empiezan su vida un acercamiento incompleto, dado que el
sexual, conyugal y reproductiva. cuerpo continúa siendo depositario del presti-
gio moral de las personas. En las encuestas,
En la experiencia masculina, hay una mayor las respuestas suelen ocultar parte de las ac-
distancia entre el inicio de las relaciones titudes y prácticas sexuales. Pero algo de la
sexuales y la unión; ellos inician su vida sexual realidad sexual se expresa, indudablemente,
más temprano, sin reconocer la existencia de en esas mediciones, porque el discurso es
hijos producto de tales relaciones; permanecen también expresión de las normas sociales.
solteros más años que las mujeres y tienen
una mayor diversidad de parejas sexuales; Un estudio con derechohabientes del Insti-
sólo una pequeña proporción afirma que su tuto Mexicano del Seguro Social (IMSS) dejó
primera relación sexual la tuvo con su esposa. claro que las desigualdades de género se
Por lo que hace al estrato socioeconómico, la mezclan inextricablemente con otras desven-
población de solteros (79%) y solteras (70%) tajas sociales y condicionan las ideas sobre la
con contactos sexuales se concentra en los sexualidad.
estratos medio y alto. Las mujeres sostienen opiniones más conser-
Mujeres de todos los estratos han tenido su vadoras en todos los aspectos: 74 por ciento
primera relación con el esposo (64%) o con el está en desacuerdo con que las mujeres ten-
gan relaciones antes del matrimonio, y 58 por ¿Hasta qué grado las parejas
ciento piensa lo mismo respecto de los hom-
bres. En contraste, sólo 34 por ciento de la
negocian los asuntos relacionados
población masculina considera negativo que con la reproducción?11
los hombres tengan relaciones sexuales antes
de casarse; pero casi 60 por ciento opina que Es indudable que un avance real de los estu-
es malo que las mujeres lo hagan. Las postu- dios de SR es la inclusión de la visión de los
ras van siendo más conservadoras conforme hombres a la par de la de las mujeres. Tomar
la escala social desciende, manifestando los en consideración la perspectiva masculina y a
hombres opiniones más liberales que las mu- la pareja permite profundizar en las relaciones
jeres. de poder y en el potencial conflicto en la toma
de decisiones por género, además de hacer
Aparentemente, el grado de conservadurismo visible a la pareja como unidad compleja.
tiene que ver con “ser mujer”; pero, además,
con el estrato social. Las mujeres de condición En México, se ha encontrado que hay más
económica alta tienen opiniones más liberales consenso que conflicto entre las parejas en
que quienes pertenecen a clases menos favo- lo que atañe a la toma de las decisiones re-
recidas. productivas; sin embargo cuando aparece el
disenso sobre ideales y metas reproductivas,
Los técnicos y profesionales, y quienes están son los hombres quienes tienden a dominar
unidos o casados, son más liberales que los las decisiones.
solteros. Las opiniones más conservadoras
se dan entre las personas que tienen menos El acuerdo es mayor en los estratos altos. La
estudios, las desempleadas y las que se dedi- posición masculina sobre el uso de anticon-
can a trabajos manuales. ceptivos por parte de sus parejas es también
más favorable en los estratos socioeconómi-
En suma, la mayor adhesión a los principios cos más altos, así como en los medios urba-
normativos que tienen en alta estima la virgini- nos: 85 por ciento de los hombres urbanos
dad, la fidelidad y la monogamia se da entre y 74 de los rurales afirman que sus compa-
las mujeres, los jóvenes y en los estratos me- ñeras están de acuerdo en usarlos; más de
dio, bajo y muy bajo de la población. 80 por ciento de los hombres y las mujeres
conside-ran que la adopción de un método an-
Sorprende en especial que solteros y jóvenes ticonceptivo es responsabilidad de la pareja;
manifiesten opiniones más conservadoras coinciden, además, en que las decisiones en
que sus mayores, lo que quizá refleje el lu- cuanto al número de hijos y cuándo tenerlos
gar subordinado que ocupan ante los adultos, debe ser compartida, un dato que es menor
quienes ejercen control sobre sus cuerpos, si el estrato es también más bajo. El mayor
tal como ocurre entre las mujeres respecto desacuerdo de las parejas ocurre entre los no
de los varones. Es posible que el lugar del derechohabientes del IMSS, con 17 por cien-
débil condicione las opiniones para una en- to, que se compara con 13 por ciento de los
cuesta en la que se exprese el “deber ser” que derechohabientes.
dictan los códigos y normas dominantes, y no
necesariamente las convicciones y prácticas Otros factores que influyen son el tipo de
más íntimas. unión y la escolaridad. Las parejas en unión
libre usan anticonceptivos 2.6 veces más que
10. El artículo original “Género, clase y concepciones sobre sexu- las unidas legalmente. Si el hombre tiene cinco
alidad sobre sexualidad en México” de Marina Ariza y Orlandina de años más de educación que su pareja, el uso
Oliveira, aparece en las páginas 11 a 46 del Tomo II, Ibidem. La en-
cuesta utilizada fue: Encuesta Nacional de Salud Reproductiva con se incrementa casi tres veces con respecto a
Población Derechohabiente del Instituto Mexicano del Seguro Social, la mujer que tiene una escolaridad similar; pero
Ensare, 1998.
cuando la mujer es la que tiene mayores estu- La generación de 40 a 49 años, de estrato me-
dios, la probabilidad se incrementa 19 veces. dio, tiene un promedio de tres hijos, frente a
cuatro de quienes pertenecen al bajo. Para los
La subordinación femenina se confirma en las de 50 años y más, la diferencia es de 1.6 hijos:
decisiones reproductivas: la probabilidad de los hombres tienen seis hijos en el estrato bajo
uso de anticonceptivos en la pareja es menor y 4.4 en el medio.
cuando el hombre no tiene una actitud favo-
rable hacia su utilización, aun cuando las mu- La edad a la primera relación sexual es menos
jeres posean mayor conocimiento sobre los variable. Los de clase media se inician a los
métodos. No deja de sorprender que el mayor 17.5 años en promedio y se unen en pareja
poder de decisión y autonomía de la mujer no a los 24.5. Los del estrato bajo inician su vida
coincida con una actitud más favorable de la sexual a los 17.3 años y su unión se da a los
pareja hacia el control de la fecundidad. Pero 23.3 años. En este último estrato ocurren más
los hombres con actitudes más favorables uniones y se presenta una mayor fecundidad;
asumen que la responsabilidad de decidir en general, se constata que a más uniones
cuántos hijos tener y cuándo se debe com- mayor el número de hijos. Los tamaños de la
partir con la pareja; son ellos también quienes familia se van incrementando cuando los hom-
poseen un conocimiento medio y alto sobre bres se unen por segunda o tercera ocasión.
los métodos anticonceptivos.
Entre los solteros, 12.2 por ciento tiene su
primer hijo en ese estado civil, una práctica
¿Cómo afecta la desigualdad social que es más frecuente entre estratos de condi-
a la reproducción masculina? 12 ciones más precarias. Uno de cada 25 varo-
nes unidos o casados declara tener hijos fuera
del ámbito conyugal, siendo esa práctica más
El patrón de reproducción de los hombres común entre hombres del estrato medio y en
muestra claras diferencias por estrato social y los grupos extremos; es decir, en la población
generación. La fecundidad varonil, o el prome- mayor y la más joven. En edades medias, son
dio de hijos nacidos vivos, es mayor en el es- menos los hombres que admiten tener hijos
trato bajo que en el medio (3.1 frente a 2.8), y como fruto de relaciones extramaritales.
las diferencias entre estratos socioeconómicos
se incrementan en las generaciones de mayor En la totalidad de los estratos socioeconómi-
edad: son menos amplias en la generación de cos y grupos de edad, la responsabilidad de
20 a 29 años. Los varones de 34 a 39 años, de la práctica anticonceptiva está a cargo de las
estrato bajo, tienen tres hijos; pero el mismo mujeres. Sólo 22 por ciento de los varones uni-
grupo de edad del estrato medio, tiene dos dos emplean métodos de uso o colaboración
hijos en promedio. masculina (ritmo, retiro, condón y vasecto-
mía), aumentando el porcentaje a 30 entre los
jóvenes del estrato medio.
11. El Artículo original “Actitudes hacia la reproducción y control de ¿Cómo se entrelazan deseos,
la fecundidad en las parejas mexicanas”, de Irene Casique, aparece
en las páginas 47 a 94 del Tomo II, Ibidem. Las encuestas utiliza- derechos y costumbres en las
das fueron: Encuesta de Comunicación en Planificación Familiar,
Encoplaf, 1996; Encuesta Nacional de Salud Reproductiva con mujeres indígenas?13
Población Derechohabiente del Instituto Mexicano del Seguro Social,
Ensare, 1998.
Encuestas y estudios cualitativos han encon-
12. El artículo original “Reproducción masculina y desigualdad social
en México” de Olga Rojas, aparece en las páginas 95 a 137 del Tomo trado que tanto las instituciones de salud como
II, Ibidem. La encuesta utilizada fue: Encuesta Nacional de Salud el arraigo a costumbres que subordinan a las
Reproductiva con Población Derechohabiente del Instituto Mexicano
del Seguro Social, Ensare, 1998. mujeres indígenas representan un obstáculo
para que ellas mismas puedan ejercer su productiva son escasos, deficientes y alejados
autonomía reproductiva. Sin embargo, algu- de las comunidades, física y culturalmente. La
nas acciones de resistencia y la difusión de in- voluntad de las parejas masculinas y de los
formación acerca de los derechos sexuales y parientes se impone a la de la mujer, y resulta
reproductivos están propiciando cambios. muy visible el control social de los mayores –in-
cluyendo curas y pastores- sobre la sexualidad
Las mujeres indígenas de las nuevas genera- femenina. Pero en la actualidad, por fortuna,
ciones se debaten entre los discursos tradicio- es posible observar también que las mujeres
nales sobre maternidad, planificación familiar, indígenas luchan a contracorriente por ganar
sexualidad y su papel en la comunidad, en autonomía y hacer respetar sus deseos.
ambientes donde la combinación de pobre-
za y escasez de oportunidades educativas y
¿Cuáles son las dificultades que
laborales les limitan sus oportunidades de in-
dependencia y autonomía. encaran los programas de
mortalidad materna en las
En los territorios indígenas, la vida conyugal comunidades indígenas de
y la reproducción se inician a temprana edad Chiapas?14
y surgen como único medio legítimo para in-
gresar a la vida adulta, sin que ello signifique, Es doloroso confirmar el elevado nivel de la
necesariamente, que las mujeres adquieren su mortalidad materna en México, calculado para
autonomía, como en el caso de los varones. el año 2005 en 63.3 muertes maternas por
La soltería en mayores de 20 años, la falta cada 100 000 nacidos vivos, así como la ten-
de hijos al unirse y el embarazo de mujeres dencia creciente que es posible observar en
solas atentan contra la tradición y se castigan particular en el estado de Chiapas. Sin em-
severamente: el mandato exige ser esposa jo- bargo, los datos se deben tomar con reserva
ven y madre. pues el aumento en las cifras se debe en parte
a un mejor registro de la mortalidad.
Pero las nuevas generaciones están viviendo Pero es igualmente indignante el señalamien-
cambios; las jóvenes indígenas prefieren una to hecho por organismos internacionales en
descendencia menor a la que tuvieron sus pro- cuanto al carácter prevenible de esos dece-
genitoras, y a que ello ocurra a edades más sos, toda vez que 90 por ciento de sus causas
tardías. La mayoría piensa que la mujer debie- corresponde a padecimientos de fácil solución
ra tener su primer hijo entre los 20 y los 25 prácticamente en cualquier hospital de segun-
años, aunque todavía cerca del 20 por ciento do nivel, lo cual es un indicador de los retos en
afirma que debe ocurrir antes de alcanzar los bienestar y justicia social de la población.
20 años. Más de la mitad de los varones y las
mujeres están a favor de tener pocos hijos, y El nivel registrado hasta ahora en Chiapas
casi 75 por ciento piensa que tener muchos permite anticipar que el país no será capaz
empeora la salud de madres e hijos. Casi
40 por ciento de las indígenas piensa que la
mujer debe formar pareja después de los 20 13. El artículo original “Maternidad indígena: los deseos, los derechos,
las costumbres” de Gisela Espinosa Damián, aparece en las pági-
años; 25 por ciento de las y los jóvenes indíge- nas 141 a 202 del Tomo II, Ibidem. Las encuestas utilizadas fueron:
nas consideran que el mayor logro que puede Encuesta de Salud Reproductiva (ESR)/IMSS-Solidaridad-Conapo,
1999; Encuesta sobre Salud Reproductiva entre Jóvenes Indígenas
tener una mujer es estudiar, mientras sólo 6 (Ensaji), IMSS-Solidaridad, 2000.
por ciento piensa que lo alcanza al ser madre. 14. El artículo original, “Inequidad étnica y tropiezos en los programas.
Se trata de aspiraciones difíciles de concretar Crónicas de la muerte materna en Chiapas” de Graciela Freyermuth
en localidades donde el sistema de salud falla: Enciso y Cecilia de la Torre Hernádez, aparece en las páginas 203
a 251 del Tomo II, Ibidem. Las encuestas utilizadas fueron: Sistema
falta información y acceso a métodos anticon- de Información de Salud para la Población Abierta, SISPA/SS, 2002.
ceptivos seguros, y los servicios de salud re- Estadísticas Vitales, INEGI, 1990-1999. Población del IX y XII Censo
de Población y Vivienda, INEGI, 1990 y 2000.
Con tales parámetros, 72 por ciento de las mu- Los datos revelan que hombres y mujeres
jeres y 69 por ciento de los hombres mues- valoran de distinta manera la violencia que se
tran prácticas adecuadas, lo que indica que ejerce sobre ellas. Los varones, aunque la re-
alrededor de 30 por ciento de la población en conocen, lo hacen en menor medida y mini-
conjunto no está siendo atendida todavía de mizan también sus efectos, atribuyendo sus
manera suficiente. orígenes al alcohol, los celos, a problemas
económicos y al incumplimiento de deberes
En el caso de las mujeres, las prácticas de sus parejas.
ade-cuadas ocurren más entre las de mayor
edad (25-39 años), entre quienes están más La virginidad y el control de la sexualidad fe-
escolarizadas y las que viven en mejores condi- menina son fuente importante de la violencia
ciones socioeconómicas. La SR toma ventaja contra las mujeres. Las que viven en unión libre
con 62 por ciento en mujeres de estrato alto, y sufren más violencia que las casadas. Corren
tiende a ser desfavorable en los grupos de mu- mayor riesgo quienes vivieron en uniones an-
jeres con más de dos hijos que trabajan fuera teriores, y las que tuvieron relaciones sexuales
del hogar, y en los hogares encabezados por pre-maritales (incluso si ello ocurrió con
un varón. quienes serían después sus parejas).
Sufren más violencia las que trabajan fuera bajo, trabajaban en el momento de la encues-
del hogar, y el problema se agudiza para las ta, mostraron indicios de menor autonomía,
que obtiene mayores ingresos que sus pare- iniciaron su vida sexual más temprano que sus
jas, lo que sugiere que los papeles tradiciona- pares, se casaron a mayor edad, eran las que
les de madre y ama de casa resultan menos permanecían solteras en mayor proporción
conflictivos. Cuando los maridos no participan después de los 30 años y tenían, en promedio,
nunca en la crianza y cuidado de los hijos, el medio año menos de escolaridad que las que
riesgo aumenta. Las que piden permiso para no declararon los abortos inducidos. Las que
salir solas sufren menos violencia que las que se dicen víctimas de violencia declaran abor-
no lo hacen. Socavar la jefatura masculina es tos inducidos más que las que no la padecen;
también causa de violencia. 10 por ciento de las que declaran pérdidas
inducidas dicen haber sido violadas; 23 por
Otros factores sociodemográficos son tam- ciento ha sido golpeada por su pareja y 47
bién determinantes muy importantes de la por ciento insultada. Todas reportaron haber
presencia de violencia conyugal. Se presen- sido usuarias de métodos anticonceptivos al-
tan tasas más altas de violencia en las parejas guna vez; pero en 21 por ciento de los casos
adolescentes y en los primeros cinco años de sus esposos o compañeros no estuvieron de
la unión; a partir de los 35 años este evento acuerdo con ese uso.
suele disminuir. La presencia de los hijos es
también un elemento de peso; la violencia se Al parecer, las mujeres que declaran abor-
concentra entre las que sólo tienen un hijo, y tos inducidos recurrieron a él por vivir situa-
desciende en la medida en que su número au- ciones inestables y por carecer del apoyo de
menta. Sufren más violencia las mujeres con sus parejas. Y la declaración de aborto es más
menor escolaridad y las de estratos bajo y muy frecuente en las mujeres en condiciones más
bajo. Sin embargo, cuando se analiza como vulnerables y subordinadas. Aunque los da-
causa exclusiva el nivel socioeconómico, éste tos revelan también que las mujeres que de-
apenas se halla asociado estadísticamente claran abortos inducidos son más asertivas
con la violencia conyugal. Lo mismo sucede que las demás, señalan más a menudo que
con el estado civil. no deseaban su primer embarazo, que no pla-
ticaron con su pareja al respecto, y en los ca-
sos en que se ligaron las trompas lo decidieron
¿Cuáles son las características de por sí solas sin pedir el consentimiento de su
las mujeres que declaran pareja.
abortos en México?18
En los albores del siglo XXI los estudios sobre salud sexual y reproductiva realizados en México
muestran la persistencia y profundización de graves desigualdades socioeconómicas, inequi-
dades de género y fuertes rezagos étnicos, los cuales tienen importantes implicaciones en amplios
grupos de población. El contexto de creciente empobrecimiento, la permanencia de una política
económica y social excluyente, y en particular la influencia creciente de fuerzas conservadoras y
de derecha, han restado prioridad a las políticas de población y de salud reproductiva.
Uno de los retos de mayor actualidad es instrumentar la atención de las necesidades no satis-
fechas de SSR con base en la comprensión de los procesos de exclusión social. El contraste
entre la retórica y los resultados e intervenciones en los programas de población y salud requiere
considerar las necesidades que identifican y experimentan las personas y no sólo las definidas e
instrumentadas por las instituciones públicas.
La población usuaria de los servicios ha estado excluida del proceso de diseño y programación
de los servicios, y ajena a la posibilidad de ejercer su derecho a la ciudadanía. Las necesidades
deberían estar definidas a partir de los intereses expresados por las mujeres usuarias de los ser-
vicios y por sus parejas, para poder superar el enfoque tan limitado con que se han definido las
“necesidades no satisfechas”. Los trabajos revisados para el presente documento han dejado claro
que el uso de anticonceptivos no representa, por sí solo, la satisfacción de una necesidad.
Tres factores son claramente determinantes de las necesidades de anticoncepción: las condi-
ciones de vida de los hogares, la oposición del esposo o compañero al uso de anticonceptivos y el
limitado poder de decisión de algunas mujeres.
En cuanto a la agenda de los derechos reproductivos, está visto que este concepto tan emergente
no se ha traducido en acciones concretas, toda vez que la reforma del sector salud no se ha enfo-
cado a superar las diferencias sociales ni a aumentar la equidad de género.
El poder se ejerce hasta en las encuestas. Muchas de las que ha venido realizando el sector
público reproducen una visión hegemónica, parte del sistema biomédico institucional, y aunque
se incluyen factores técnicos y señalamientos críticos, se han dejado fuera aspectos de calidad
referidos al ejercicio ciudadano de los derechos.
Los estudios confirman el rezago en la infraestructura y funcionamiento institucional, sobre todo
en los territorios más pobres. En contextos aislados y dispersos, se deben fortalecer los servi-
cios institucionales y la capacitación, porque sigue siendo muy limitada la competencia técnica de
quienes prestan los servicios, así como los materiales e insumos médicos.
La educación sexual tendría que contribuir más eficientemente a la formación de una cultura
preventiva, así como responder a las complejas y emergentes transformaciones del género y las
prácticas sexuales. Debe tomarse en cuenta el modelo mixto en el que coexisten dos subgrupos
de mujeres: uno mayoritario con unión temprana, primera relación sexual dentro de la unión e inicio
de la vida reproductiva inmediatamente después, y un segundo grupo, minoritario pero creciente,
que experimenta el inicio de la vida sexual, de la unión y la procreación en forma más tardía, con
un periodo de vida sexual anterior a la unión.
No se podrá abatir la mortalidad materna en zonas indígenas mientras las estrategias no se modi-
fiquen. La clasificación de riesgos impide que se identifiquen de manera adecuada las complica-
ciones. Es urgente habilitar al personal de los estados y suministrar recursos, ofrecer instrumentos
para detectar emergencias obstétricas, fortalecer redes de atención y una estrategia de educación
para la salud que difunda los signos de alarma a todas las mujeres y mejore el acceso a los centros
de atención.
Los servicios integrales de SSR tienen que tomar en cuenta los factores que inciden sobre la
violencia. Está visto que las relaciones de género son las determinantes más importantes de la
presencia de violencia conyugal, y que ésta es mayor hacia las mujeres más jóvenes y en la pri-
mera etapa de la unión. Aumenta igualmente entre quienes no se han unido por amor sino en razón
de otras presiones, y cuando la mujer trabaja fuera del hogar o percibe un mayor ingreso que su
pareja. La violencia que produce lesiones se asocia principalmente con los celos, el consumo de
alcohol y los problemas económicos.
Poco se investiga, y menos lo hace el Estado, en relación con el aborto. Hay que profundizar los
estudios sobre este tema y articular el conocimiento de las trayectorias de vida con los grados de
autonomía de las mujeres, con los niveles socioeconómicos de sus familias y con las limitaciones
en la escolaridad y acceso a servicios de salud.
Otro aspecto a superar se refiere a la evaluación de los programas públicos, los cuales tendrían
que considerar indicadores que permitan diferenciar la influencia de las interacciones individuales
y familiares que operan en el ámbito comunitario.
La prevención de las ITS merece mayor prioridad en los programas de SSR. Es necesario diseñar
estrategias comunitarias con mensajes que promuevan la equidad de género en la vida cotidiana
y en las decisiones sobre la salud sexual. Se requieren estrategias específicas para llegar a los
estratos socioeconómicos bajo y muy bajo, a los hombres, a las personas con menor escolaridad,
a las y los adolescentes, así como a quienes consumen drogas, con un enfoque que promueva el
cambio en las actitudes y prácticas de riesgo.
Las políticas de población están obligadas a superar la visión de corto plazo y a fortalecer medi-
das de política económica y social para ampliar las oportunidades de vida: más escolaridad, más
oportunidades de trabajo extra-doméstico y menos sometimiento de las mujeres y las jóvenes,
aspectos que impulsarían su desarrollo personal y pospondrían la edad de la unión y del primer
embarazo.
La capacidad de decisión de las mujeres no debería ser un lujo social. ¿Por qué es sólo en los es-
tratos medios y altos, y en zonas urbanas que las posturas de los varones tienden a ser favorables
al uso de anticonceptivos y a las decisiones compartidas?
Hoy y siempre será inadmisible que las restricciones a la vida sexual se vinculen con las condi-
ciones materiales de vida y la inequidad de género. Mientras en los sectores bajos y muy bajos
la distancia entre los sexos es muy intensa, entre los sectores medios y altos las trayectorias
sexuales de hombres y mujeres tienden a ser un poco más semejantes y más desvinculadas de la
vida marital.
Los programas de SR deberían ser capaces de evitar que las relaciones de poder se ensañen
contra quienes son más débiles. Es imprescindible impedir que se ejerza un mayor control nor-
mativo sobre la sexualidad de mujeres y jóvenes de los estratos medio, bajo y muy bajo, o que se
favorezcan actitudes conservadoras que les hacen más vulnerables.