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OBRAS
Mansfield Park
Fue escrita entre febrero de 1811 y verano de 1813. Fue la tercera novela que
publicó Austen y vio la luz el 4 de mayo de 1814. En la portada se indicaba que
era obra de la autora de Sense and Sensibility y Pride and Prejudice, pero no
aparecía el nombre de la escritora. Austen trató de mantener este dato dentro
del ámbito familiar, aunque no pudo evitar ciertas filtraciones por parte de
alguno de sus allegados. Según algunos críticos, esta es la novela más
compleja y mejor elaborada de Austen.
Emma
Jane Austen terminó de escribir esta novela entre 1798-99, cuando tenía poco
más de veinte años. Se trata de una historia romántica de tono cómico,
ambientada principalmente en Bath, sobre una joven lectora que debe aprender
a separar la fantasía de la realidad. Austen vendió la novela (bajo el título de
Susan) a un editor en 1803, y aunque este anunció la obra, no llegó a
publicarla.
Por lo que la autora recuperó los derechos, satisfaciendo diez libras, es decir,
el mismo importe que se había embolsado. Finalmente, Henry Austen publicó
Northanger Abbey en 1817, tras la muerte de su hermana.
Persuasion (Persuasión)
Juvenilia
Las obras de infancia de Jane Austen están llenas de entusiasmo, humor y
creatividad. Aunque su valor literario no es equiparable al de la seis novelas
completas, sirven para conocer el mundo interior de una jovencísima Austen, y
vislumbrar los primeros brotes de lo que llegaría a ser un hermoso árbol
cargado de sabrosos frutos.
Letters (Cartas)
Emma tiene el mundo a sus dedos. Ella es joven, bonita e inteligente; también
pasa a ser la reina dominante de la escena social de su pueblo. Emma vive en
Highbury, un pequeño pueblo de unos dieciséis kilómetros en las afueras de
Londres, con su anciano padre. El señor Woodhouse quiere mucho a Emma,
pero es completamente incapaz de ofrecerle cualquier orientación – que es
quizás por qué Emma no parece tener ningún sentido de sus propias
limitaciones. La vida parece bastante dulce – aunque un poco aburrida – y así
Emma decide mejorar las cosas mediante la adopción de un protegido, Harriet
Smith. A pesar de que Emma está decidida no casarse nunca, ella
inmediatamente decide encontrarle a Harriet un marido.
Decidida a convertir a Harriet en una dama, Emma se dispone a refinar los
gustos de Harriet – especialmente en los hombres. Ella convence a Harriet
para dedicarse a Robert Martin, el joven agricultor que le gusta, y fijar su
mirada en el clérigo de la ciudad, el señor Elton. Por desgracia, el señor Elton
resulta estar enamorado de Emma – o por lo menos por el dinero de Emma.
Emma piensa que Harriet ha aprendido sus lecciones en afinidad en el amor.
Por suerte para nosotros (si no fuera por Harriet), ella no lo tiene.
Por eso es que el señor knightley está en contra de que Harriet se case con el
señor Elton, el piensa que como una joven huérfana de una clase inferior a
ellos pueda aspirar casarse con alguien tan distinguido como el señor Elton.
Además le dice a Emma que deje de estar metiendo ideas a Harriet porque
llegar el día que ella se sienta tan superior que crea que ningún hombre sea
digno para ella.
Por otro lado, uno de los temas principales de las novelas de Austen es la
necesidad de conocerse a sí mismo. Este proceso de autoconocimiento
consiste en pasar del mundo de la imaginación, que es visto como autoengaño,
al de la realidad; por lo tanto es el paso de lo ilusorio a lo real. El tema central
de Emma es el proceso doloroso de este personaje de descubrir la verdad
sobre sí misma y de despojarse de sus fantasías. Por ejemplo en la idea que
Emma tenía de juntar a Harriet con Mr. Elton, la cual era una idea irreal ya que
los dos son de “mundos diferentes”.
Austen, por tanto ene l microcosmos de Emma ha planteado uno de los temas
cruciales del movimiento romántico como es la dicotomía entre la razón e
imaginación. Austen presenta la imaginación como un síntoma de inmadurez y
que puede tener efectos perniciosos.
El racionalismo, que lleva a sustituir los hechos fantasiosos por hechos cotidianos.
La novela es el primer género en adelantar los presupuestos del Romanticismo; sin
embargo, la narrativa ilustrada tiende a un fin moralizante extraño a producciones
posteriores. De este modo, la novela inglesa del XVIII continúa, al menos en este afán
moralizante, ciertos rasgos propios de la prosa narrativa de la Restauración.